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PROGRAMA DE HISTORIA DEL PARAGUAY


HISTORIA DEL PARAGUAY COLONIAL
Prof. Dra. María Graciela Monte de López Moreira

FACULTAD DE FILOSOFÍA. U.N.A.

UNIDAD I
EL PARAGUAY PRECOLOMBINO
El paleolítico. Parcialidades que habitaron el Gran Chaco
En el Gran Chaco, territorio de bosques claros y montes bajos que se extienden desde la
cordillera de los Andes hasta el Paraguay, a ambos lados de los ríos Salado, Bermejo y
Pilcomayo y sobre la margen derecha del río Paraguay, a la llegada de los españoles, se
hallaban ubicadas varias naciones aborígenes, cuyas condiciones etnográficas eran
parecidas a los habitantes de las praderas norteamericanas.
Los habitantes del Gran Chaco, llamados también pámpidos, eran todos cazadores –
recolectores - pescadores agrupados en numerosas etnias y divididos en seis familias
lingüísticas, aunque similares en muchos aspectos porque pertenecían al período
paleolítico; sus diferencias se hallaban marcadas esencialmente por sus características
culturales y su lengua. Este cuadro nos ayudará a comprender mejor esta división, en las
que figuran las familias lingüísticas y la mayoría de las etnias más importantes.
Familia Etnia Región geográfica
Lingüística
I. Los Guaycurú: Mbayá Ocupaban desde tiempos muy
payaguá, Toba, remotos el área del Gran
Abipon, Mocobi Chaco.
Yaperu,
Guatata.
II. Los Mataco: Chulupí, Vivían sobre el río Parapití y el
Choróti, río Pilcomayo.
Guisnay.
III. Los Cochabot- Lengua, Maká, Zonas de los ríos Bermejo,
enimagá Enimagá. Pilcomayo y Verde
IV. Los Maskoy Machicuy, Zonas de los ríos Montelindo,
Lengua, Maskoy Aguaray guazú hacia el Chaco
Angaité, Central. Sobre los ríos Verde y
Sanapaná, San Carlos.
Sapuqies,
Kashkihá.
V. Los Zamuco Zamuco. En el área más septentrional
Ayoreo, del Chaco y sobre el río
Morocotoca, Otuquis.
Chamacoco,
Timinaha,
Caitpotorales.
Tsiracua,
Guarañona.
VI. Los Chané – Layanás, Tuvieron su hábitat en el Alto
Arawak Charavaná, Paraguay y entre los ríos San
Terenos, Carlos y Yacaré Norte.
Kinikinao.

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Organización política:
No había en el Chaco tribus organizadas, sino solamente agrupaciones mayores o bandas
compuestas de 50 a 200 almas, las que se componían de comunidades familiares. Algunas
parcialidades se organizaban en clanes y el número variaba según el grupo, por ejemplo
entre los Chamacoco eran el del “oso hormiguero”, el del “pato real”, el del “loro” el del
“jaguar”, el del “avestruz”, el del “mono” y el del “carancho”. Estas bandas tenían sus
límites definidos de cazadores o pesqueros, indicados generalmente por los ríos y riachos.
La trasgresión de estos límites significaba una acción bélica.
Los jefes de estas bandas eran esencialmente el hombre más hábil en la caza y el de más
“coraje”. Si perdía estas cualidades, perdía también la jefatura. Gozaban de mayor
prestigio y su cargo pasaba por herencia al hijo mayor. Entre todos sus descendientes se
formaba una nobleza, la que tenía un mayor prestigio en medio de los demás componentes
de la tribu. Entre los toba, por ejemplo, los jefes podían tener varias mujeres y reclamaban
la mayor parte del botín de guerra y además usaban peinados especiales. Sin embargo, en
casos de guerra, elegían otros capitanes, pero era el Consejo de Ancianos quien gozaba
de más autoridad y prestigio político – social. Vigilaba la conducta de los jefes, los
destituía si éstos eran ineptos, establecía alianzas, declaraba la guerra y firmaba la paz
De entre todas las etnias pámpidas, la más aguerrida era la de los Payaguá, muy temidos
por las otras etnias, constantemente guerreaban y también se los consideraban los
piratas del río Paraguay porque robaban las sementeras de los guaraníes. Las causas
determinantes de las guerras entre las etnias eran la violación de límites, venganza entre
familias, robo de animales o de mujeres, niños y niñas. Estos últimos reducidos a la
esclavitud, recibían buenos tratos o se les incorporaban a la tribu.
La sociedad:
Puede deducirse que entre éstos pueblos también existía una estratificación social, teniendo
en cuenta que la primera clase ocupaba el jefe, el Consejo de Ancianos y sus parientes. La
segunda clase era la de los guerreros, cuyo status se adquiría en ocasión de guerras y
enfrentamientos con otras tribus. Sus cargos no son hereditarios pero sus familiares estaban
incluidos en esta clase. La tercera era la de los comunes, aquellos que no eran jefes ni
guerreros, pero por sus méritos tenían el derecho de subir a alguna de las otras clases. Por
último estaban los esclavos, quienes generalmente eran prisioneros y prisioneras de guerra.
La mayoría de los pueblos del Chaco, se basaba en una sociedad patrilineal, aunque los
niños y niñas pertenecían a la familia de la madre. Este principio matrilineal se expresaba
más vigorosamente entre los Chorótis, cuyas mujeres, tal vez por encontrarse en minoría,
ocupaban una posición muy independiente y respetada.
En cada etnia podía apreciarse la libertad que gozaban las jóvenes antes del matrimonio,
motivo por el cual eran muy frecuentes los infanticidios y los abortos provocados y a
consecuencia de ésta última práctica, la muerte prematura de muchas mujeres. Eran ellas
las que elegían a sus maridos, generalmente durante las fiestas en la temporada de
maduración de algarrobo. En estas celebraciones, los jóvenes exhibían sus méritos ante las
muchachas y ellas debían decidir con quien casarse. Una vez celebrado el matrimonio, el
esposo debía servir a los parientes de la esposa, por lo tanto aquel se mudaba a la casa de
ésta. Los Maskoy eran monógamos, mientras que entre los Guaycurú, el novio solicitaba la
mano a la madre de la novia y la llenaba de regalos, pero podían tener varias esposas. Entre
los Chamacoco los aspirantes al casamiento realizaban una especie de escuela matrimonial
cuyos maestros eran hombres y mujeres de más edad. Por otra parte, las uniones políticas
entre los miembros de distintas etnias solían establecerse por medio de las relaciones
matrimoniales.

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Los Chane practicaban las alianzas matrimoniales, se casaban con las mujeres Maskoy y
generalmente trocaban mujeres por mantas. También fueron muy frecuentes las alianzas
matrimoniales entre los hombres Toba y las mujeres Maskoy, conservando cada uno de
ellos su lengua. Otras integraciones mediando los casamientos fueron entre los miembros
de los Guaycurú, los Lengua y los Cochabot.
Una característica social muy interesante de estos pueblos fue también la limitación de la
natalidad, mediante uniones matrimoniales tardías y frecuentes abortos e infanticidios. Los
Mbayá generalmente contaban solamente con uno o dos hijos, los Chané trataban de
mantener la serie de hijos en un turno de 2 varones y una niña y entre los Payaguá era
proporcional el número de hijos de una niña y un varón por familia.
En cuanto a la herencia, en casi todas las tenias los hijos y las hijas heredaban por partes
iguales los bienes de sus padres, animales, esclavos, mantas, adornos, etc.
Economía:
Debido a sus grandes extensiones de terrenos, algunos pantanosos e inundables y otros
muy secos, el Gran Chaco no ofrecía ventajas para el cultivo. Sus habitantes esencialmente
se dedicaron a la caza y pesca, también recolectaban de sus numerosos árboles y arbustos,
alimentos vegetales y materias primas para sus industrias sin necesidad de la “fatigosa
agricultura”, como ellos la llamaban. Comían la médula del caranday – el palmito – las
frutas de la liana – acacia – y preparaban una bebida embriagante del algarrobo y de la
fibra de la hoja del caraguatá, hacían cuerdas para trabajos de malla que en esta región
suplía la cestería. En algunas regiones del noroeste los indios chaqueños cultivaban
mandioca y porotos, plantas que han sido importadas de la región de los Incas. La miel
colectada asiduamente en toda la región proporcionaba un alimento eficaz para todos los
habitantes del Chaco.
Los grupos que habitaban en las cercanías de los ríos se dedicaban exclusivamente a la
pesca. Por todas partes usaban redes sumergibles como redes – barreras con la que los
indios formaban una cadena a través del río. Cuando había poca agua represaban las
corrientes. Como debían permanecer en el agua de pie, usaban unas medias hechas de
cuerdas de caraguatá para protegerse de las mordeduras de las pirañas. La mayoría de las
tribus del Chaco no conocen las embarcaciones a excepción de unas pelotas fabricadas con
fibras que les servía para pasar de una costa a otra. Sin embargo las tribus habitantes de la
región del río Paraguay conocieron unas embarcaciones grandes hechas de troncos en
donde entraban hasta dieciséis personas. Para el transporte de cargas o niños empleaban
cintas o redes.

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Prácticas religiosas:
Los pueblos del Chaco no conocían la existencia de un ser Supremo. La práctica religiosa
se ocupaba casi exclusivamente de los demonios, a los que se atribuyen todos los
fenómenos naturales, enfermedades y muerte. Algunos tenían figuras de niños alados o de
ancianos y vivían en las plantas, piedras o animales. Con excepción de la luna, los demás
astros despertaban poco interés a pesar de las muchas ideas míticas que se relacionaban
con ellos, como por ejemplo entre los Lengua era muy conocida “La historia de la vía
láctea como sendero de los espíritus”.
Indispensables para todas las ceremonias mágicas o religiosas de los indios del Chaco eran
las sonajas de calabaza y los tambores de ollas llenas de agua, cuyos sonidos ahuyentaban
a los espíritus. Por ese motivo se oían estos instrumentos de día o de noche durante la
temporada de grandes pescas y de la madurez del algarrobo. La mayoría de estas tribus
mataban a niñas, niños, ancianas y ancianos enfermos por temor que se conviertan en
espectros maléficos.
Artesanía
Todos los Chaqueños eran paleolíticos y por ende en un principio, carecieron de cerámica.
Las influencias de sus vecinos cultivadores ejercieron en una rápida adopción de esta
artesanía, cuya función fue sencillamente utilitaria. Entre ellos, el cántaro para transportar
agua era la era la expresión más importante de su alfarería. La fabricaban con o sin asas.
Ciertos rasgos elementales de las ollas nos indican la influencia de la cerámica andina.
Otras ollas también servían para la cocción de alimentos, para guardar frutos o raíces y
también para tambor. Fabricaron también pequeñas vasijas y escudillas.
Como utensilios para la preparación de alimentos y para trabajos técnicos, como
escaseaban las piedras se empleaban quijadas de palometas, valvas de conchas y puntas de
hueso, además fabricaban cuchillos, raspadores y punzones de madera muy dura.
El arte de tejer de las tribus del Chaco se basó principalmente en los trabajos de malla con
cordones de caraguatá, por medio del cual se hacían redes de carga, morrales cuadrados y
redecillas.

Durante la conquista y colonia hispana en el Paraguay, los indígenas del Chaco


sufrieron una baja demográfica muy notable. A fines del siglo XVIII se estimaba
una población payaguá de unas 1000 almas y hacia mediados del siglo XIX, se
redujeron sólo a unas 200 personas. Los payaguá fueron extinguiéndose lentamente.
En 1940 sólo había 4 mujeres payaguá en el barrio Chacarita.
Durante el siglo XVII los grupos Chané llegaron a su máximo apogeo en
demografía. Un siglo más tarde se estimaba una población de 6.000 almas. Los
Kinikinao constituían la parcialidad más débil, a fines del siglo XVIII contaba con
600 personas. En 1817 toda la familia Chané tenía tan sólo 226 adultos, hombres,
mujeres y agregados.
Susnik, Branislava. El Indio Colonial del Paraguay. El Chaqueño:
Guaycurues y Chanés – Arawak. Museo Etnográfico “Andrés Barbero”.
Asunción, 1971.

Los Totobiegosodes forman parte de la etnia Ayoreo de la familia lingüística


Zamuco. Son pobladores de la zona de los Pecarí (chanchos silvestres) en el
Chaco paraguayo. Son indios monteses que no han tenido contacto con los
blancos y se resisten a ello manteniendo su reducto y sus tradiciones. Viven de la
caza, recolección de frutos silvestres y tienen sus sembradíos. Por error los
llamaban indios moros.

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Esta parcialidad, en el presente está siendo amenazada constantemente por las


armas de fuego de los vecinos y propietarios de la tierra.
En el idioma de ellos, Ayoreo es hombre y Ayore mujer. Ayoreo significa
persona. Son los grupos chaqueños que más se han resistido a entrar en contacto
con los blancos. Se hallan ubicados cerca de Cerro León, donde tienen asentadas
unas 10 a 12 comunidades y esparcidas hacia el oriente Boliviano.
Los Ayoreo son un pueblo que se identifica dentro de una cultura. Tienen sus
ancestros comunes, historia común, tradición propia, creencia propia, música
propia, rito propio y lengua propia, componentes que integran la cultura.
La Constitución del 1992, en el Capitulo V "De los pueblos indígenas" le otorga el
rango de nación. Existe además un diccionario en Lengua Ayoreo.
Adaptado de la conferencia dictada por el padre José Zanardini en la
Universidad Católica, Junio de 1998.

El neolítico: Los Guaraní.


La familia lingüística Tupí – guaraní era una de las más importantes que habitaba la
región meridional de América del Sur, durante el siglo XV. Sus dominios se extendían
desde el sur del Río Amazonas hasta las islas del Río de la Plata y desde el Río
Paraguay hasta las costas del Océano Atlántico. Estos territorios que albergaban a
diversas etnias pertenecientes a la misma familia Guaraní se denominaban “Guaras”.

El presente cuadro nos aclara mejor la distribución de las etnias más importantes y sus
correspondientes Guaras a la llegada de los españoles.
Familia Etnia Región geográfica
Lingüística
Carió o Carios Entre los ríos Tebiycuary y
Manduvirá

Guaraní Tobatines En la Cuenca del Manduvirá y


bosques de San Joaquín
Guarambarense Entre el río Ypané y Río Apa
s
Yvytyrusuenses Entre el río Paraná y el
Ybytyrusú.
Itatines Entre los ríos Apa y Miranda.
Tapes Entre los ríos Grande y
Uruguay.
Paranaes Entre el río Paraná y
Tebicuary.
Tarumaes Sierras de San Joaquín.
Guayares Río Paraná y del Cuarasy
Verá.
Kaynguá En el Alto Paraná.
Guayaquí – Ríos Monday y Alto Paraná.
Aché
Mbyá- Emigrados en el siglo XVI.
Chiriguanos.

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Organización política:
Cada 50 a 60 familias se hallaban agrupadas en grandes chozas comunales, construidas
de troncos, ramas y techos de paja. Estas recibían el nombre de tapýi. Tres a cuatro
tapýi formaban una tava, la que se hallaba protegida exteriormente por empalizas. El
conjunto de varias tava formaba una nación o pueblo. Cada tava era comandada por un
jefe o cacique llamado mburuvichá el cual era electo por un consejo de ancianos que
tenía la facultad de resolver los casos de peligro que atentaban contra la comunidad, sus
decisiones debían ser acatados por el cacique, pero el verdadero poder radicaba en el
shaman. En caso de guerra, los ancianos de la tribu elegían a un guerrero más
distinguido, para conducirlos.
Es interesante señalar que todos los pueblos aborígenes del Chaco y de los guaraníes
tenían un shaman. Este era una especie de sacerdote o hechicero que suponía tener
poderes sobrenaturales para sanar enfermos, adivinar e invocar a los espíritus. Era el
intermediario entre las divinidades y el pueblo. Entre los guaraníes estos shamanes de
llamaron payé.
Al jefe guaraní lo sucedía su hijo mayor, a menos que hubiera otro más fuerte en la
familia. En algunas pocas ocasiones también, estos jefes fueron sucedidos por sus hijas
mujeres.
Las tavas que albergaban a las familias, eran completamente independientes unas de
otras y solo se unían para hacer la guerra a un enemigo común, es mas, los indígenas
tenían completa libertad para abandonar su tava y unirse a otra, siendo quizá ésta una de
las razones por la que los guaraníes no hayan llegado a estructurar una organización
política mas fuerte.
Organización social:
La sociedad guaraní era patrilineal, nucleados en familias en donde el padre era la
máxima autoridad. El parentesco se transmitía solo en línea paterna razón por la cual los
varones no podían contraer matrimonio con las hijas de sus hermanos pero sí con las de
sus hermanas.
Los matrimonios eran concertados por los padres cuando los hijos eran pequeños pero
para que puedan celebrarse era obligatorio, para el varón, haber participado en una
guerra y para la mujer llegar a la pubertad momento en el cual era rapada y tatuada en el
vientre y los pechos, una vez crecido el pelo y cicatrizada las heridas eran entregadas al
esposo.
Si bien por lo regular, eran monógamos, pero cuando los medios de subsistencia lo
permitían los varones podían tener varias esposas, especialmente los caciques recurrían
a esta práctica debido a que con frecuencia las otras tribus les obsequiaban mujeres con
quienes se unían en matrimonio sellándose así una alianza basada en el parentesco.
Una particularidad muy interesante y que difería con las costumbres de los chaqueños
fue que los guaraníes rechazaban el aborto. Por otra parte, no permitían el incesto y el
adulterio. También respetaban a los ancianos y tenían muy en cuenta los consejos de las
ancianas.
La división de las edades entre los varones y las mujeres de casi todas las naciones
guaraníes igualmente resulta muy peculiar. Hasta los 7 años a los niños se los llamaba
“cunumí”, de 7 a 15 años “mitá”, de 15 a 25 “mitá – cariay” y “caraí”, a los hombres
que pasaba los 25 años. A los 45 años era un “tuyá” un anciano, no en el sentido de
vejez, sino porque había llegado a poseer toda la sabiduría a esa edad.
La mujer recibía las siguientes denominaciones: mitakuñá era el nombre que utilizaba
para referirse a las niñas, kuñataí decían a las adolescentes, kuñacarai a las señoras y
guaimí a las ancianas.

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En líneas generales la mujer se dedicaba al cuidado de la casa y de la chacra, preparaba


los alimentos y se encargaba de su familia. Su talento artístico se observa en las
manufacturas que hasta el presente subsisten, como los cestos de juncos, vasijas de
cerámica cocida, fajas, vinchas y penachos de pluma que preparaba a los guerreros a
quienes acompañaba a los campos de batalla a fin de proveerles de agua y otras
necesidades.
La mujer guaraní era considerada como objeto de gran estimación. Ella servía como
valor de cambio económico especialmente en las transacciones comerciales.
Una mujer podía valer unas cuantas pieles o carne de caza o varios juegos de adornos de
plumería.
La mujer era muy apreciada pues ella significaba:
a) Bien económico (valor de cambio en el comercio con otras parcialidades)
b) Era la que trabajaba en el kokué ya que el hombre cazaba, pescaba y guerreaba.
c) Era la encargada de realizar los trabajos artesanales de cestería y alfarería
d) Procreaba y cuidaba de sus hijos.
Por estos cuatro motivos ella era muy apreciada tanto por la nación guaraní, como por
los indígenas del Chaco.
Viviendas:
Las tava se hallaban rodeadas por enormes troncos de árboles que alcanzaban hasta 3
metros de alto. Los tapýi, las cabañas comunales, tenían cinco metros de ancho y 50 de
largo. Ellas albergaban a varias familias, las que vivían en completa promiscuidad. Los
materiales utilizados para la construcción eran troncos, palos, ramas, tacuaras, lianas,
hojas, fibras, arcillas etc.
Los tapýi poseían tres aberturas, una a cada extremo y otra en el medio, todas daban a
una plaza cuadrangular que era el lugar donde se reunían los ancianos para discutir los
asuntos importantes de la comunidad.
Carecían de medios de transporte, transitaban a pié extensos caminos y estrechas
veredas entre los bosques. Para las comunicaciones se valían de piedrecitas o huesos
que eran transportados por veloces correos llamados parejharas
Vestimentas:
En muchas comunidades los indios andaban completamente desnudos, en tanto que en
otras utilizaban cierta indumentaria para cubrir partes del cuerpo y las mujeres usaban
una prenda de algodón en forma de bolsa que les cubría desde el pecho hasta las
rodillas, llamado typoi. Los atuendos generalmente fabricaban de cuero, algodón o
fibra vegetal.
Las parcialidades sureñas, vivían en un clima más duro usaban capas de piel.
Las plumas eran utilizados en los ritos, a igual que los bonetes, brazaletes, collares y
algunas tribus se untaban el cuerpo con una especie de resina y miel a fin de pegarse las
plumas.
La antropofagia:
Desde tiempos muy remotos los guaraníes practicaron un canibalismo ritual, pensaban
que al comer la carne del enemigo tomado prisionero en combate, se apoderaban de
todo su valor. El prisionero era atado a una cuerda y luego era paseado por toda la aldea
para finalmente, en el lugar elegido para el sacrificio, ser atado fuertemente para
impedir cualquier movimiento, el ejecutor se acercaba lentamente y procedía a burlarse
del mismo hasta que con un golpe seco en la cabeza le ocasionaba la muerte,
prestamente una mujer se acercaba al difunto y lloraba amargamente para proceder
luego al descuartizamiento del mismo limpiándose las partes con agua caliente para su
posterior asado. A la comida seguía una fiesta con bebidas alcohólicas y mucha danza.

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El cráneo descarnado era puesto por la punta de una lanza y lucia como trofeo a la
entrada de la tava.
El relato de un cronista que llegó a estas tierras en el siglo XVI, describe con detalles la
antropofagia practicada por los indígenas guaraníes. Algunos párrafos de su obra dicen:
“No lo hacen por hambre, sino por gran odio hacia el enemigo. Cuando
combaten se gritan unos a otros”.
“Cuando traen a sus casas a los enemigos, las mujeres y los niños los abofetean.
Después lo adorna con plumas pardas, les cortan las pestañas, danzan alrededor
de ellos y los amarran...”
Señalan el día del sacrificio e invitan a los guerreros de las otras aldeas para
que vengan a participar del rito.”
En el mismo día lo pintan y adornan el palo con que luego lo matan. Sacan al
prisionero de la cabaña y encienden fuego a sus pies y un guerrero exhibe el
garrote con el que luego lo mata. Lo descuartizan y cocinan sus miembros y
luego lo comen. De los intestinos las mujeres hacen un caldo que beben con los
niños...”.
“Cuando todo está acabado vuelve cada uno para su casa y lleva una parte
consigo...”. “Esto lo vi y lo presencié”.
Staden, Hans. Verdadera Historia y descripción de un país de salvajes y
desnudos, feroces y caníbales.

La economía:
La caza, la pesca, la recolección y la agricultura eran actividades normales en la vida de
estas comunidades. En cuanto a la caza, ella era realizada en forma individual o
colectiva, poseyendo los cazadores una gran cantidad de amuletos que les ayudaban a
tener éxito y al igual que la pesca era exclusividad del varón. Pescaban usando sus arcos
y flechas o arpones, también las redes fueron de gran utilidad en este menester. La
recolección era una labor preferentemente desarrollada por las mujeres quienes,
recogían casi todos los tipos de frutas, raíces, semillas, granos, etc.
Para el cultivo, los guaraní preparaban las tierras para sus siembras casi siempre en el
bosque; utilizando el método de desmonte y quemazón conocido como “el rozado”,
utilizaban el “Ybyrá jhacuá”, consistente en una estaca puntiaguda endurecida a fuego
para perforar la tierra a los efectos de sembrar los granos. Conocieron el maíz en sus
cinco variedades; seis variedades de batatas; el curapepé, el andaí, el tayao, el cumandá,
la pacobá, el manduví, el pety, el mandiyú con capullos blancos y rojizos. También el
tacuapí que les servía para astas de sus flechas. Elaboraron el Ca-á que consumían en
infusiones.
No se sabe por qué procesos agrícolas obtuvieron 24 variedades de la mandió,
originariamente venenosas, pues contenía arsénico, de ahí su nombre Yuca, pero que
ellos la trataron de tal forma que servía juntamente con el maíz el principal alimento
para de toda la familia guaraní.
A más del palo de sembrar, utilizaban como herramientas, azadas de madera o piedra y
hachas de piedra. Luego de cinco o seis años de cultivo, los guaraníes consideraban que
los terrenos se hallaban agotados y los abandonaban en busca de mejores tierras.
La cultura guaraní, además alcanzó en botánica, en zoología, en medicina y en
agricultura, alturas insospechadas. Convertidas ya en patrimonio común de la
humanidad, se hallan más de 20 principales plantas medicinales. Conocían también la
técnica de hibridación vegetal consistente en el cruce de las diferentes variedades de
plantas y el método para conservarlas puras.

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La religión:
Los guaraníes no tenían mucho apego a las cosas materiales, a las glorias terrenales, a la
prosperidad económica debido a que para ellos lo realmente importante era la vida
después de la muerte.
Creían en un ser supremo, creador de todo cuanto existe en el universo y no ocupaba un
lugar, no tenía forma ni nombre; por ello es que los guaraníes no tenían ídolos y no
vieron la necesidad de construir templos. No existía una casta sacerdotal, como tenían
los incas o los aztecas, ya que la vivencia religiosa era muy personal.
Pensaban que los niños eran enviados por el dios creador y si era varón, era hijo del
padre y siendo mujer, de la madre. Las personas eran buenas o malas por naturaleza.
El mito de la creación:
Sus creencias sobre: el principio y el fin del mundo, el fuego, la aparición del hombre y
del lenguaje así como la implantación de la agricultura tenían su origen en ricas
mitologías.
Existían una serie de dioses creadores. Algunas etnias consideraban al dios más
importante a Ñanderuvusú (nuestro gran padre) y su esposa, que también fue la primera
mujer Ñandesy (nuestra madre). Otros grupos reconocían a Tupá el dios del trueno y
creador de todas las cosas existentes sobre la Tierra. Sin embargo, muy difundida entre
varias parcialidades, fue la creencia en Moñan, un ser sin comienzo ni fin, que después
de crear, el cielo, la tierra los pájaros y los animales, creó a los seres humanos y fue
también el destructor de la primera humanidad en expiación de sus faltas. Moñán salvó
a Yry-magé de esta destrucción y de él desciende Maire-Moñá, el que enseño a los
hombres a distinguir las plantas buenas de las malas pero, muy pronto los hombres y las
mujeres olvidaron esto y lo enviaron a la hoguera de donde ascendió a los cielos
convertido en una estrella y puede volver a destruir el universo tal como lo hiciera
Moñán.
Pero el auténtico civilizador es Sumé, hombre blanco y con barba que les enseñó el
cultivo y el uso de la mandioca y de otros productos como la yerba mate, la que
consideraban con atributos mágicos. También de la familia de Moñán, era Mairé Pochy
que personificaba al sol.
Los shamanes llamados también payé poseían grandes poderes sobre el resto de los
habitantes de la tava y como tales eran temidos y respetados. Se los creían capaces de
curar enfermedades de provocar las lluvias, de enviar la muerte y aun resucitar a los
muertos. Trataban con los espíritus de quienes obtenían sus poderes. Algunos
profetizaban la pronta destrucción del universo y provocaban grandes migraciones de
pueblos enteros en busca de la tierra sin mal donde estarían resguardados del desastre.
Antes de partir, celebraban grandes danzas hasta que el paye señalaba el rumbo a seguir.
Estos movimientos religiosos fueron las causas principales de la gran expansión
guaranítica.
Los guaraníes se sentían rodeados de una infinidad de espíritus a los cuales temían ya
que podían causar enfermedades; impedir las lluvias, necesarias para las siembras;
provocar las derrotas en las guerras, etc.

Cultura material.
Los bienes utilitarios o materiales, tenían por objeto satisfacer las necesidades
primarias de la vida, sostener el área de su expansión guerrera y hacer la vida más
llevadera.
Los valores utilitarios de las diferentes etnias guaraníes, que para el criterio de muchos
antropólogos y antropólogas son los signos más significativos de su civilización, fueron
rudimentarios, pues su vida generalmente nómada, no les dio oportunidad de edificar

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ciudades, ni templos, ni siquiera construcciones de piedra que pudiesen perdurar a


través del tiempo. Su acción fue más bien de conquista de las guaras, porque trataban
de ampliar constantemente los límites de su poder y de su influjo, para imponer sus
costumbres, su idioma y su religión.
Principales elementos culturales:
Los guaraníes se destacaron en la fabricación y en la creación de todos los elementos
que les permitiese expandir sus dominios y al mismo tiempo, proporcionar cierta
“comodidad” en la vida, como
· Sus herramientas de trabajo
· Sus armas de guerra
· La fabricación de los utensilios del hogar, y
· Sus urnas funerarias
Para obtener estos enseres utilizaron la madera, la piedra, el hueso, el cuero y la arcilla,
componentes indispensables en su cultura.
De madera construyeron sus arcos y sus flechas. Las maderas duras servían de material
para el mango de sus hachas, aún de piedra; las mazas eran de tres tipos: la tuca era
cilíndrica, terminada en una gran bola; el tucapé, de madera dura con empuñadura y
hoja semejante a una espada y la lanza, con puntas de piedra afilada. Un escudo de
cuero de tapir, adornado de plumas defendía al guaranjhara en las luchas cuerpo a
cuerpo. El hueso era utilizado en la punta de sus arpones para la pesca y aún la caza de
presas pequeñas.
De los tupidos bosques extraían las fibras necesarias para la confección de sus ky –jhá,
utilizando la fibra del Ybyrá, caraguatá rapó y güembe. También de madera fabricaban
sus apycá.
De hueso de animales o humanos fabricaron algunos instrumentos musicales como el
mimby, a veces también eran fabricados de caña. Otros instrumentos fueron el mbaracá,
que marcaban el ritmo con piedrecitas colocadas adentro del porongo. El turú era la
trompa guerrera, el tacua- pu, largo bastón que servía para marcar el ritmo, golpeando el
suelo. El gualambau, arco sonoro con una calabaza hueca como caja de resonancia
En cuanto a la arcilla, fue la mujer la gran artífice de este elemento, ella fue la creadora
con su arte hereditario de las diversas formas de belleza y esbeltez incomparable. La
alfarería proporcionó a los guaraníes desde las urnas funerarias hasta los primeros
rudimentos de confort de la vida hogareña. Elaboraron cántaros, fuentes y vasijas,
jarros, parrillas y elementos para cocinar como el ñay hu pyu, etc.
Cuando los guaraníes morían se colocaba el cadáver en posición de feto en un gran
recipiente de arcilla, que también utilizaban para hacer la chicha, cubriéndolo con una
tapa curva. Estas urnas funerarias eran enterradas hasta el cuello generalmente en sus
propios tapýi, los que eran abandonados de inmediato.
La alfarería guaraní se conoce mediante los hallazgos arqueológicos realizados en el
Brasil, cerca de Asunción y en el territorio argentino. Los ejemplares que más se
encontraron fueron las urnas funerarias que también servían de tinajas para preparar sus
bebidas.
Cestería y tejidos:
Las mujeres tejieron cestos temporarios con hojas de pindó y otros más permanentes
con tiras de tacuarembó ornamentados con motivos geométricos de color negro. Para
sus vestimentas tejieron el algodón. Para obtener el hilo utilizaban un huso en posición
vertical y se tejía con telar, también vertical y con una trama circular. La tela era
generalmente blanca con franjas pardas y negras alternadas, teñidas con cortezas de
ciertos árboles.

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Conocimientos:
Los conocimientos en materia de botánica fueron superiores a los que tuvieron los
demás aborígenes americanos. Las aplicaciones medicinales de diversas plantas son
utilizadas en la actualidad y la lengua guaraní despues del griego y del latín es la que
más denominaciones ha proporcionado en las ciencias naturales.
En cosmografía, conocían el ciclo de las estaciones e identificaban a la mayor parate de
los astros que eran visibles y sin el auxilio de ningún intrumento.
No conocieron la escritura pero si sabían contar de uno a diez y para referirse a los
números superiores utilizaban la repetición.
La lengua guaraní es rica y musical y constituye uno de los más importantes aportes de
la cultura guaraní, ha subsistido como medio de comunicación entre todos los habitantes
del territorio ocupado por ellos y constituye en el presente uno de los factores
aglutinantes de la nacionalidad paraguaya.

UNIDAD II: Exploración y Conquista del Paraguay y Río de la Plata:


Las exploraciones de Alejo García
El viaje de Solís no fue en vano, pese a que pereció en la empresa, sus hombres
posteriormente, realizaron una expedición de trascendencia para nuestra historia patria.
De regreso a España los sobrevivientes del viaje de Solís, naufragó una de las naves
frente a la isla de Santa Catalina. El capitán de la misma, Alejo García impulsado por
las extraordinarias leyendas sobre las fabulosas riquezas que existían muy adentro del
continente, narrada por los naturales, con quienes convivió durante ocho años, se lanzó
a su búsqueda, recorriendo en el año 1524, el territorio del Paraguay. García al mando
de 5 españoles y 2000 indios subió hasta la actual Bolivia y regresó cargado con
elementos que demostraban la existencia de metales preciosos. Fue víctima de una
emboscada planeada por indios guaraníes cuando se disponía enviar a emisarios que
habían quedado en Santa Catalina. Alejo García murió en 1525 en el sitio en donde más
tarde sería Villa de San Pedro.
Exploraciones de Sebastián Gaboto
Un veneciano al servicio de España, Sebastián Gaboto debía realizar una expedición a
las Molucas, se detuvo en las costas de Brasil, donde dejó algunos tripulantes y de allí
se dirigió al río de Solís, al cual lo denominó Río de la Plata. Remontó el Paraná en
marzo de 1527, fundó el fuerte de Sancti Spíritus, siguió arribando hasta llegar al río
Paraguay el 31 de marzo de 1528 a la altura del Río Pilcomayo. Desde ese momento
Gaboto olvidó su contratación con España, ya que su propósito cambió, ahora deseaba
encontrar la tierra de oro y plata. Enfiló sus naves por el Pilcomayo, pero la muerte de
ocho de sus hombres en manos de los indígenas le hizo desistir de su cometido. Gaboto
partió nuevamente a España, comunicando los pormenores de su hallazgo.
Conquista del Río de la Plata. El Primer Adelantado.
La obtención de oro y otras riquezas llegadas a España provenientes de los territorios de
México y Perú, desarrolló el interés en innumerables personas por la conquista de
nuevas tierras en las Indias. Asimismo, la Corona pretendió iniciar la búsqueda de un
nuevo derrotero para penetrar al continente, con el fin de evitar la amenaza que
representaban los portugueses, luego que éstos exploraron las actuales costas del Brasil.
Un noble y rico caballero que había combatido por el Emperador Carlos V en Italia fue
el indicado en realizar una de las expediciones más memorables venidas al Nuevo
Mundo. Era don Pedro de Mendoza, quien el 21 de mayo de 1534 firmó con el monarca
una capitulación por la cual se le obligaba a:
1) Armar por su cuenta una expedición,
2) Buscar el paso para llegar al Perú utilizando como ruta el río descubierto por Solis.

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3) Fundar tres fortalezas de piedra para contrarrestar posibles avances portugueses.


Según esta capitulación la corona se quedaría con la quinta parte del oro, plata, azogue,
plomo, hierro o cualquier otro metal precioso que fuera hallado. Pero se le otorgaba a
Don Pedro de Mendoza los títulos de Adelantado, Capitán General y Justicia Mayor,
con derecho a designar sucesor y ejercer la plenitud de los poderes políticos, militares,
judiciales y administrativos.
Armar una expedición costaba mucho en tiempo y en dinero. Se buscaban personas
capaces, aptas, no sólo para la navegación en alta mar sino en tierra para defender y
establecer el dominio español en las posesiones que irían a conquistar. Además debían
esperar la época propicia para salir de los puertos. Generalmente se aprovechaban los
vientos cálidos del verano para emprender las expediciones hacia el Atlántico. Los
viajes hacia Indias casi nunca se realizaban en otoño y mucho menos en invierno, debido
a los vientos fuertes característicos de climas fríos.

La armada de Mendoza partió del puerto de San Lúcar de Barrameda en agosto de 1535, en
catorce naves y más de mil quinientos expedicionarios. Integraron el mismo hidalgo,
personalidades de renombre, a más de un médico, un cirujano, boticarios, sacerdotes,
labradores y un gran porcentaje de soldados. La expedición arribó el río de Solis, conocido
ya como el Río de la Plata, en enero de 1536.
Los límites territoriales otorgados a Mendoza según las capitulaciones eran inmensos.
Al norte llegaban hasta cerca del Río Amazonas; al oeste desde las posesiones de
Almagro y Pizarro, 220 leguas sobre el Océano Pacífico; al este, la línea de Tordesillas
y al sur las costas de Tierra de Fuego.

Fundación de la primera Buenos Aires. El hambre y la guerra.


La primera preocupación del Adelantado fue establecer un sitio a partir del cual se
realizarían otras exploraciones. Una vez elegido el lugar, el día 3 de febrero de 1536 se
procedió a la fundación de un fuerte al que denominaron Puerto de Nuestra Señora del
Buen Aire, nombre escogido en honor de la virgen del santuario de Cagliari, patrona de
los navegantes.
Con el primer Adelantado llegaron también las primeras mujeres españolas al Río de la
Plata, algunas de ellas como sirvientas de los nobles hidalgos y otras como parientes de
los mismos, ya que las leyes españolas prohibían el ingreso a Indias de mujeres solas.
También, se introdujeron a estas tierras los primeros caballos.
El encuentro con los indígenas de la región al principio fue amigable, pero luego se
sublevaron ante las imposiciones de los españoles, quienes más tarde, debieron pasar
terribles padecimientos. El fuerte fue sitiado y el hambre obligó a los conquistadores a
comerse los cuerpos de sus propios compañeros muertos en combate.
En un interesante documento escrito por un cronista que presenció los sucesos de esta
empresa conquistadora, nos relata cuanto sigue:
“Nuestro capitán general don Pedro de Mendoza reunió a sus oficiales y cuando la
gente estuvo reunida, nuestro capitán tomo entonces trescientos cincuenta hombres
con sus arcabuces y ballestas y navegamos aguas arriba por el Paraná para buscar los
indios para que nosotros pudiéramos lograr comida y bastimentos. Pero cuando estos
indios nos hubieron divisado, huyeron y nos pudieron hacernos mayor bellaquería
como la de quemar y destruir los alimentos, esto era su modo de guerra; así que
nosotros no tuvimos nada que comer. También en este viaje murieron de hambre, la
mitad de nuestra gente (...). Después de esto permanecimos reunidos durante un mes
en el asiento de Buenos Aires en gran penuria y escasez. En este tiempo vinieron
contra nosotros con gran poder e ímpetu hasta veintitrés mil hombres y eran en

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conjunto cuatro naciones; una se llamaba los Querandí, otra los Guaraní, la tercera
los Charrúas y la cuarta los chana-timbú. Era su intensión darnos muerte, pero el
Dios Todopoderoso no les concedió tanta gracia aunque los susodichos indios
quemaron nuestro sitio.
Algunos de ellos llevaban el asalto y los otros tiraban sobre las casas flechas
encendidas. Sus flechas están hechas de caña y encendidas en la punta (...), quemaron
también cuatro barcos. Pero se retiraron cuando recibieron el impacto de nuestra
artillería. Todo esto ocurrió el día de San Juan”.
Schmidl, Ulrich. Derrotero y Viaje al Río de la Plata y Paraguay. Ediciones Napa.
Asunción, 1983
La escasez de alimentos hizo que el Adelantado comisionara a varios de sus oficiales a
las costas del Brasil en busca de los mismos, mientras que con igual propósito enviaba
a su lugarteniente Juan de Ayolas a remontar el río Paraná. Acompañando a Ayolas iba
Domingo Martínez de Irala, hidalgo nacido en 1506 en la ciudad de Vergara. Juntos
fundaron el fuerte de Corpus Christi el 15 de junio de 1536. Agobiado por la
incertidumbre que presentaba la conquista, pero por sobretodo la falta de comestibles,
consignó también Mendoza, a su hermano Diego a explorar la región del delta del Río
de la Plata, pero, este contingente fue atacado por los naturales pereciendo un buen
número de españoles, entre ellos el propio Diego de Mendoza.
Ante tal situación Ayolas, luego de su regreso a Buenos Aires, convenció al
Adelantado, quien se hallaba postrado por una grave enfermedad, para que se trasladase
hacia el fuerte recientemente fundado. Mendoza así lo hizo, dejando a Francisco Ruiz
Galán al frente de Buenos Aires.
En las proximidades de Corpus Christi fundó otro fuerte, el de Buena Esperanza y
despachó a Ayolas para que arribara el río Paraná y tratara de internarse en las regiones
en las que, presumiblemente, se encontraban las fabulosas riquezas.
Como su salud empeoraba, y no encontraba mejoría para las llagas que minaban su
cuerpo, el Adelantado decidió regresar a España, pero murió durante la travesía. Antes
de partir, Mendoza nombró a Ayolas gobernador interino en su reemplazo, pero como
éste no volvía de su viaje al norte, comisionó a Juan de Salazar de Espinosa que
acudiese en su ayuda.
Fundación de Asunción
La mayoría de los historiadores e investigadores coinciden en que la fundación de la
Casa Fuerte de Nuestra Señora de la Asunción fue realizada por Juan de Salazar de
Espinoza el 15 de Agosto de 1537.
Una historiadora villarriqueña, Clotilde Bordón, la primera mujer que escribió un texto
de historia en el Paraguay, nos relata el episodio.
“Juan Salazar de Espinoza, alistó en el puerto de Buenos Aires unas naves para llevar
a cabo una expedición al Norte, en seguimiento de Ayolas, que había ido en busca
del Dominio del Rey Blanco.
Salazar salió de Buenos Aires (15 Enero de 1537), llevando como Lugarteniente a
Gonzalo de Mendoza; tocó el puerto de Buena Esperanza, luego tomó rumbo al norte
y arribó en una hermosa bahía, enfrente de Itá- Pytá Punta, lugar poblado por gentes
hospitalarias, quienes acudieron con víveres a prestarles auxilios.
En todas partes a los españoles esperaban el golpe de la flecha homicida, traiciones y
emboscadas. Aquí, al contrario fueron bien acogidos.
El cacique Carduarez (o Carduaraz) entabló relaciones amistosas con los españoles,
y, en prueba de gratitud por la afable y cordial acogida, aparte de la buena situación
de aquel lugar, Salazar prometió a los guaraníes fundar allí un fuerte a su regreso.
Partieron los blancos de la bahía, dirigiendo sus naves al norte, exploraron el río

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Paraguay ante la vista de sus nobles y hospitalarios amigos (los guaraníes, que
pensativos les seguían la pista hasta perderse en el lejano horizonte sin saber a qué
atenerse, pues ignoraban el porvenir que les atraían aquellos blancos formidables).
Las naves iban deslizándose sobre las aguas hasta perderse de vista de los guaraníes,
quienes se quedaban a aguardar el regreso.
En Candelaria, había quedado Irala a aguardar a Ayolas. Cansado de esperar se
dirigió unas 40 leguas al norte en donde se encontró con Salazar, poniendo término a
una separación de varios meses. Ambos jefes, bajaron hasta Candelaria y resolvieron
seguir al sur. Irala venía con el propósito de reparar sus naves averiadas y Salazar
con el fin de cumplir su compromiso. El 15 de Agosto de 1537, Salazar de Espinoza
echó los cimientos de la ciudad de la Asunción, construyó una casa fuerte que fue el
principio de la capital de la conquista (la casa era de forma cuadrada con dos
torreones, rodeada de fosos y palizadas).
Terminado el trabajo, Salazar se dispuso seguir el viaje al Sur para dar cuenta de sus
actos, dejó una pequeña guarnición (30 hombres al mando de Gonzalo de Mendoza),
y para asegurar la amistad y estabilidad de los españoles embarcó a los hijos
primogénitos de los Caciques.
No habiendo hallado al Adelantado dio cuenta de su cometido al comandante de
Buenos Aires, Francisco Ruiz Galán, quien entusiasmado por el relato hizo un viaje a
la Asunción en busca de víveres; Ruiz Galán llegó a la Asunción en compañía de
Salazar, e hizo su viaje de regreso a Buenos Aires, después de haber reconocido
aquel lugar; llegó en momento oportuno, porque se necesitaba de víveres, y, a la vez
se reclamaba su presencia, pues los caracarás, con sitiar Corpus- Cristi, habían
comprometido seriamente la existencia de la conquista”
Bordón, Clotilde, Historia del Paraguay. Talleres Gráficos El Arte. Asunción, 1928

Igualmente Domingo Martínez de Irala, en una carta dirigida al Emperador Carlos V,


manifestaba lo siguiente:
Don Pedro de Mendoza, gobernador que fue de esta provincia, envió a Juan de
Ayolas su lugarteniente a 14 de octubre de 1536 con dos bergantines y una carabela
con 160 hombres, a descubrir este Río (Paraguay)... se le ofrecieron grandes
estorbos, ya por perderse la carabela, ya por habérsele trastornado uno de los
bergantines por un temporal. Llegó al puerto de Candelaria, que es sobre el Río
Paraguay a 19 dos tercios, donde halló una generación de indios que se llamaban
payaguás y con ellos un esclavo que había sido de un García cristiano, que tomó
para guía. Partió para el interior con 130 hombres el 12 de Febrero de 1537,
dejándome a mí con los dos bergantines y 33 hombres. Me sostuve allí hasta el 23
de Junio, en que llegó el capitán Juan de Salazar y Espinoza con dos bergantines,
viniendo en seguimiento de Ayolas... Faltando los bastimentos, e inutilizados mis
navíos, acordamos con él que me trajese río abajo, para arreglar mis barcos y
proveerme de víveres y volver luego a la Candelaria.
Y visto que el servicio de vuestra Majestad y a la pacificación y población de esta
tierra convenía, hicimos una casa en este puerto donde al presente residimos
(Asunción), que es 25 y medio en tierra de los guaraníes, para que fuese refugio
mío y posada... Hecha la casa con toda diligencia, el capitán Juan de Salazar partió
para abajo, dejando por capitán de la fortaleza a Gonzalo de Mendoza, y yo volví a
Candelaria a esperar y saber nuevas de Juan de Ayolas.
Después de esperar algún tiempo sin recibirlas, regresé a la fortaleza, donde
llegaron poco después Francisco Ruiz Galán y Juan de Salazar, de Buenos Aires.
Volvió Ruiz Galán aguas abajo, dejando a Salazar en la fortaleza, y a mí me dio un

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bergantín para subir de nuevo hasta Candelaria, que alcancé el 23 de Agosto de


1538. Descendí después a la fortaleza, y el día 19 de Junio de 1539, estando yo y
Salazar aquí, llegaron Ruiz Galán y el veedor Alonso Cabrera con una provisión de
vuestra majestad”
Carta de Irala al Rey Carlos V, fechada en Asunción el 1º de Marzo de 1545.

La Real Provisión del 12 de setiembre de 1537


El Rey Carlos V comisionó al Río de la Plata al Veedor de Oro y Plata, Alonso Cabrera,
quién traía consigo una orden, llamada Real Provisión, firmada en Valladolid el 12 de
setiembre de 1537. Esta ley iría a tener importantes consecuencias en la vida política de
la naciente colonia.
Ella disponía que en el caso de no haber nombrado sucesor, Don Pedro de Mendoza
antes de morir o si lo hubiese hecho y éste también hubiera fallecido, debían reunirse los
conquistadores y pobladores “para que habiendo primeramente de elegir persona cual
convenga a nuestro servicio y bien de la dicha tierra, elijan a nuestro nombre en este
caso y no en otro alguno, por Gobernador y Capitán General de aquella provincia a la
persona que según Dios y sus conciencias parecieren más conveniente para el dicho
cargo”.
Como hemos señalado, el Adelantado antes de partir nombró como sucesor suyo a Juan
de Ayolas y éste en Candelaria designó como sucesor a Domingo Martínez de Irala.
Pero conocida la ley en Asunción, antes de procederse a la elección, se disputaron el
cargo de gobernador cuatro personas, entre ellos se hallaba el mismo Martínez de Irala;
Juan de Salazar de Espinoza, el fundador de la Asunción; Francisco Ruiz Galán,
comandante de Buenos Aires y Alonso Cabrera de Loja, el Veedor y portador de la
citada Real Provisión.
Antes de saberse la muerte de Ayolas, se procedió a la elección y por mayoría de votos,
dada la simpatía de que gozaba en el Paraguay, salió electo Domingo Martínez de Irala.
Con la aceptación general de los conquistadores, de inmediato tomó posesión del cargo.
Este documentó permitió a los conquistadores designar al primer gobernador en forma
interina, pues el monarca debía nombrar a otro de su confianza o reconocer al que los
expedicionarios habían elegido. Este instrumento legal, debía utilizarse una sola vez, sin
embargo, los españoles asentados en el Rió de la Plata eligieron varias veces gobernador
en casos de vacancia o para destituirlos como ocurrió con el segundo adelantado del Río
de la Plata Alvar Nuñez Cabeza de Vaca y muchos otros que no gozaban del favor
popular.
Organización de la ciudad. Gobierno de Irala
Después del nombramiento de Domingo Martínez de Irala, la población española se
concentró en Asunción y fue esta ciudad el centro de expansión de la conquista. En las
regiones aun no exploradas y que se hallaban dentro de la jurisdicción de Mendoza,
fueron establecidas varias poblaciones con habitantes salidos de la nueva capital de la
provincia.
Las rebeliones indígenas
Electo Martínez de Irala como Gobernador en 1539, tuvo que sofocar una rebelión de
más de 8.000 guaraníes, que bajo pretexto de haberse convertido al cristianismo, se
reunieron en Asunción durante la semana Santa. La confesión de una de las mujeres de
Juan de Salazar hizo que fracasara el complot y los organizadores fueron ajusticiados.
Al año siguiente, decidió Irala, ir en nuevamente en busca de Ayolas: Según sus propias
expresiones relataba lo siguiente “y reconocido como jefe, subí el Río Paraguay para
encontrar a Ayolas con 280 hombres y llegué a Candelaria el 16 de Enero de 1540.

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Habiendo sabido que Juan de Ayolas y toda su gente habían vuelto a Candelaria y que
fueron muertos por los payaguás traidoramente, regresé a la fortaleza”
Después de este viaje y con la certeza del fallecimiento de Ayolas, Irala se dispuso a
organizar la ciudad.
El Capitán Vergara como comúnmente lo llamaban, por el nombre de la localidad en
donde había nacido, pudo poner a prueba sus cualidades y en su carácter de mandatario,
probó su pericia en la administración de la provincia
Como primera medida en 1541, Buenos Aires fue despoblada y concentró toda la
población en Asunción, la que fue dividida en solares otorgados a los oficiales
españoles. Ese mismo año el 16 de setiembre, erigió el Cabildo de Asunción, suceso que
tuvo una extraordinaria importancia ya que según las leyes españolas, establecían
fundamentalmente que la ciudad quedaba fundada como, tal solamente después de tener
Cabildo. El rey Carlos V, envió un escudo de armas.
Las primeras uniones hispanoguaraní
Cuando llegaron los conquistadores al Paraguay, no comprendieron el valor que los
guaraní daban a las mujeres, recordemos que ellas trabajaban en el kokué y servían
como valor de cambio.
Cuando Ayolas e Irala remontaron el río Paraná y el Paraguay, al llegar a la altura de
Lambaré, fueron enfrentados por los indios de la zona. Irala les disparó desde su
bergantín con un pequeño cañoncito sorprendiendo a los indígenas quienes corrieron
despavoridos. En consecuencia el cacique les ofreció cuatro doncellas (considerando la
valorización que éstos tenían de sus mujeres), para mediar una negociación entre los
extraños –europeos que llegaban a sus dominios. Irala y los demás españoles no
entendieron esta actitud y tomaron a las doncellas como objeto sexual, pensando que los
indios daban a sus mujeres en son de paz y no con el valor que en realidad ellas
poseían.
A partir de este episodio, todos los cronistas opinaron que los indios cambiaban mujeres
por un puñal, por pieles o por comida y los historiadores posteriores escribieron acerca
del “poco valor” que tenían las mujeres indígenas.
Irala, luego de la fundación de Asunción, tomó varias mujeres, hijas de los principales
caciques y los demás conquistadores siguieron su ejemplo.
En 1542 llegó el 2do. Adelantado, Alvar Núñez Cabeza de Vaca y con el también arribó
al Paraguay el sacerdote Martín González de Paniagua, quien se escandalizó de la forma
en que vivían los españoles con las mujeres indígenas, escribió una extensa carta al Rey
diciendo “los menos tienen cuatro a cinco hembras” y agregaba que esta parte del Río
de la Plata se había convertido en el “Paraíso de Mahoma”. Estas uniones licenciosas
por parte de los españoles con las indígenas, continuó durante varios años.
Sin embargo, varios documentos del Archivo Nacional de Asunción en la Sección Civil
y Judicial, a partir de 1560 atestiguan casos de denuncias por amancebamientos. Ya fue
ilícito el unirse libremente sin casarse, inclusive los nativos eran encarcelados o
pagaban grandes multas, al igual que los europeos, si vivían en concubinato y peor aún
si eran descubiertos en adulterio.
El segundo Adelantado
El 12 de Marzo de 1542, llegó el segundo Adelantado del Río de la Plata, don Alvar
Núñez Cabeza de Vaca, quien introdujo los primeros 26 caballos y yeguas.
El Adelantado realizó expediciones al Chaco, las que resultaron un fracaso. A su
retorno, los oficiales partidarios de Irala invocaron la Real Provisión del 12 de setiembre
de 1537 y lo derrocaron en 1544. Encerrado en una prisión por varios meses, fue
enviado a España en una nave, llamada “Comuneros” construida en los astilleros de

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Asunción. Esta fue la primera reacción de los españoles contra la autoridad designada
por el rey. A raíz de esta destitución se originó una guerra civil.
Mediante la citada ley y por la simpatía que gozaba en la ciudad, Irala fue electo como
gobernador por segunda vez en reemplazo del destituido Adelantado. El gobernador
sofocó la 1a guerra civil que se había declarado en Asunción, valiéndose de su ingenio y
de ciertas medidas enérgicas.
Las rancheadas
Desde la instalación de toda la población española en Asunción, se destacaron las
prácticas desordenadas de las rancheadas. Estas consistían en la enajenación de mujeres
y en la matanza brutal de los varones. La saca de mujeres de sus poblaciones era
costumbre corriente en los primeros años de la conquista. Ranchear significaba saquear
y los españoles gozaron de esta libertad para cometer estos hechos vandálicos.
Un gran número de mujeres fueron concentradas en las primeras chacras españolas
situadas en los alrededores de Asunción. Ellas sirvieron como criadas y concubinas de
los españoles. Fueron las madres de los primeros mestizos, adquirieron gran valor
como brazo útiles para los trabajos agrícolas y como trueque. Los conquistadores
cambiaban mujeres por caballos y especialmente por ropas, ya que esta constituía el
artículo más escaso en la primera economía asuncena.
Es probable que las uniones libertinas entre españoles y mujeres guaraníes hayan
llegado a su fin cuando sucedieron los matrimonios de las hijas de Irala con los
capitanes españoles
Matrimonios de conveniencia
En 1552, Irala descubrió una conspiración que en su contra estaban preparando los
antiguos partidarios de Alvar Núñez. El gobernador mandó apresar a los sublevados y
cuando los iba a fusilar, el sacerdote Francisco de Andrada, amigo suyo, le aconsejó que
los bravos capitanes que iban a morir podían serles útiles, convirtiéndolos de enemigos
en parientes y además de perdonarles la vida, lo ayudarían en sus labores políticas.
El padre Andrada deseaba terminar con el libertinaje que los españoles cometían con las
mujeres indias y aconsejó al gobernador que sus hijas mestizas correrían la misma
suerte de sus madres y parientes nativas. En consecuencia, Irala concertó la boda entre
los cuatro capitanes rebeldes con sus adolescentes hijas mestizas. Isabel contrajo
matrimonio con Gonzalo de Mendoza. Marina con Francisco Ortiz de Vergara.
Ginebra, se casó con Pedro de Segura y Ursula con Alonso Riquelme de Guzmán.
La importancia de la lengua guaraní
Otro papel importante cumplido por las mujeres del Paraguay colonial fue la
transmisión de la lengua guaraní a sus hijos mestizos.
Las mujeres paraguayas han jugado un rol fundamental en la transmisión de la lengua
guaraní, como base femenina del mestizaje. El idioma guaraní, símbolo de orgullo y de
identidad para todos los paraguayos, el dulce idioma de la madre, ha sido frecuentemente
humillado, asociado al atraso, objeto de innumerables atentados, como prohibiciones de
uso durante los dos siglos de vida independiente El guaraní, en el presente, es considerado
como lengua oficial del país, juntamente con el español, a partir de la Constitución de 1992
y es de enseñanza obligatoria recién desde la Reforma Educativa establecida en 1993.
La resistencia indígena
Los indios no fueron tan dóciles, ni amigables como se supone durante el período
colonial. Entre 1539 y 1680, los españoles tuvieron que soportar 37 enfrentamientos
armados con los guaraníes.
Entre 1540 y 1543, los indígenas de la zona del Jejuí volvieron a rebelarse, bajo la
dirección de los caciques Tabaré y Guacany. Se rehusaron a entregar víveres a los

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españoles, en represalias por la muerte de un pariente. Irala, con gran trabajo y


tenacidad logró dominar esta resistencia.
La conquista no fue fácil pues en 1546 se produjo nuevamente otra revuelta general de
todos los nativos de las zonas ya conquistadas como consecuencias de las rancheadas y
abusos cometidos por los propios españoles. Estos debieron solicitar la ayuda de los
chaqueños, enemigos tradicionales de los guaraní. Se organizó una gran campaña
militar y la alianza con uno de los grupos facilitó la victoria española.
La primera repartición de las encomiendas
En 1555 se realizó por orden de Irala un empadronamiento de los Carios, vecinos de
Asunción, con el propósito de encomendarlos. Esta repartición se realizó al año
siguiente. Según el cómputo de Irala, se distribuyeron unos 20.000 indios entre 320
españoles. El primer reparto no fue equitativo, pues cada encomienda habría tenido unos
60 indios. Sin embargo, el Gobernador, los funcionarios reales y los yernos de Irala se
apropiaron de 200 a 300 indígenas. Los varones trabajaron en los campos con sus
respectivas familias y unas 750 mujeres sirvieron en las casas españolas de Asunción.
Irala incentivó de esta manera el mestizaje. El mismo contrajo matrimonio con hijas de
varios caciques, sellando de esta manera alianzas con varias etnias guaraníticas. A partir
de los repartimientos, las rancheadas fueron definitivamente prohibidas.
Nombramiento de Juan de Sanabria como Adelantado
Irala gobernó desde 1539 a 1542 y de 1544 a 1556. Durante la segunda etapa de
gobierno, en España fue nombrado el tercer Adelantado del Río de la Plata, don Juan de
Sanabria, quien no pudo llegar por haber fallecido antes de emprender el viaje. En su
lugar, su esposa doña Mencia Calderón de Sanabria emprendió la gran hazaña de viajar
al Paraguay.
La expedición partió de España en abril de 1550, al mando del Capitán Juan de Salazar
de Espinoza, el fundador de Asunción. El 16 de diciembre del mismo año llegó a las
costas de Santa Catalina. De allí, se desplazaron a Mbiazá (veinte leguas al Sur de San
Francisco), por las averías de una de sus naves. Un año tuvieron que esperar en esa
región hasta construir otro bergantín con los restos de aquella embarcación. Las mujeres
fueron de gran utilidad. Cosían las velas desgarradas, juntaban leña para el fuego,
cocinaban y desplegaban todo tipo de actividad.
Acompañó esta expedición el cronista alemán Hans Staden, a quien se deben
interesantes referencias y relatos. Desde las inmediaciones del Brasil, Doña Mencia y
sus acompañantes llegaron al Paraguay por tierra, cinco años mas tarde, introduciendo
el primer ganado vacuno (siete vacas y un toro) que trajeron dos portugueses los
hermanos Goes. Lo más rescatable de toda esta increíble hazaña realizada por la
expedición de Doña Mencia fue la incorporación de 50 mujeres españolas a la Provincia
entre las que se hallaba su hija María Sanabria, casada con el Capitán Hernando de
Trejo, quienes fueron los progenitores de Hernando de Trejo y Sanabria, posteriormente
el primer obispo criollo y fundador de la Universidad de Córdoba. Doña María Sanabria
enviudó y se volvió a casar con Martín Suárez de Toledo, de cuya unión nació
Hernando Arias de Saavedra, primer gobernador criollo del Paraguay.
Principales obras del gobierno de Irala
Irala mandó construir el primer templo, casas para conventos, casa para el gobernador y
el cementerio. Fortificó la ciudad con fosos y empalizadas. Fundó una herrería y un
astillero. Además, creó una escuela de las primeras letras y proyectó la fundación de
otras ciudades desde Asunción.
En 1552, Irala fue confirmado por el Rey en su cargo y falleció en 1556.

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Otras revueltas guaraníticas


La reacción contra las encomiendas produjo una nueva revuelta guaranítica, entre 1559
y 1560. Desde el sur de Asunción hasta la región del Paraná, los nativos tomaron las
armas contra los españoles. El sucesor de Irala y yerno suyo, don Francisco Ortiz de
Vergara puso fin al levantamiento, luego de una gran campaña militar que llegó hasta
las cercanías del río Paraná. Por esos mismos años la provincia del Guairá también se
reveló a la dominación hispana.
Entre 1564 y 1568 hubo una insubordinación general de los guaraníes itatines. En 1577
los de la zona del Jejuí volvieron a sublevarse a la sujeción de las encomiendas. En
1578 los indígenas de la comarca asuncena rechazaron la doctrina cristiana y huyeron
dejando perjuicios en las cosechas y ganados de las granjas criollas. En 1582, un nuevo
levantamiento de los indígenas del Norte motivó una campaña militar costosa para la
provincia. Otras revueltas sucedidas durante el siglo XVI, fueron reprimidas con
violencia, diezmando la población indígena y perjudicando a la naciente economía
colonial.
Expansión fundacional asuncena (1555- 1617)
A fines del siglo XVI, se continuó la distribución de encomiendas y se introdujeron
cultivos, organizándose la economía agrícola basada en la mano de obra indígena.
Perdida la esperanza de encontrar minas de oro y plata o llegar a las tierras del Dorado,
los españoles se concentraron en poblar otras áreas de las jurisdicciones que les
correspondían según la capitulación de Mendoza. Varios fueron los criollos que se
sumaron a los españoles en la dirección política y religiosa de la provincia. Entre ellos
sobresalieron: Hernandarias, Ruiz Díaz de Guzmán y Roque González de Santa Cruz.
Desde el gobierno de Irala se inició la expansión fundadora, estableciéndose hacia el
este, las Villas del Guairá y de Ontiveros, buscando frenar las invasiones de los
bandeirantes contra los indígenas. En 1556 llegaron por la primera vez ganado vacuno
proveniente del Brasil y caprino del Perú. Se empezaron las obras de edificación de la
Catedral de Asunción. En 1559, fue fundada la población de Nueva Asunción, en la
región del Chaco norte, más tarde desaparecida.
Ante la ausencia de indígenas para ser distribuidos en encomiendas, el conquistador
Nuflo de Chávez fue enviado a orillas del Paraná a someter a los guaraníes. Con estos
indígenas encomendados se formaron trece pueblos de la provincia del Guairá.
En 1561, el mismo expedicionario, fundó la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. En 1573
fue fundada la ciudad de Santa Fe por Juan de Garay, con 9 españoles y 75 familias de
mestizos paraguayos.
Bajo el gobierno de Juan de Garay, el capitán Ruiz Díaz de Melgarejo fundó en 1577 al
norte, cerca de la ribera del Paraná, la Villa Rica del Espíritu Santo. Otra fundación
realizada en ese mismo año por Ruy Díaz de Guzmán fue la Villa de Santiago de Xéres,
también desaparecida
En 1580, Juan de Garay volvió a fundar Santa María del Buen Aire, con diez familias
españolas y 56 familias de mestizos paraguayos, entre quienes figuraba Ana Díaz. Esta
fundación serviría de puerto a la entrada del Río de la Plata. Simultáneamente, el joven
criollo Hernandarias condujo a la nueva población una gran tropa de ganado. En 1585
se fundó Concepción del Bermejo con familias mestizas que llevaron semillas, ganados
y bastimentos de Asunción
Tres años más tarde, el capitán Alonso de Vera fundaba con los mismos procedimientos
anteriores –familias paraguayas, ganados y semillas – la población de San Juan de Vera
de las 7 corrientes, hoy Ciudad de Corrientes.

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Los últimos Adelantados


Entre 1568 y 1572 se sucedieron reacciones contra el absolutismo real, especialmente
por el despótico gobierno de Felipe Cáceres. Se formaron dos bandos contrarios, uno
dirigido por el gobernador y el otro, liderado por Martín Suárez de Toledo, quien
derrocó a Cáceres, invocando la Real Provisión del 12 de setiembre de 1537.
En 1576, llegó un nuevo Adelantado, don Juan Ortiz de Zárate y con él, la última gran
inmigración hispana. Durante el siguiente siglo, sólo llegarían a la provincia
esporádicos visitantes, en su mayoría comerciantes, pero no ya una afluencia migratoria
ordenada.
En 1587 llegó a Asunción el último de los Adelantados, don Juan Torres de Vera y
Aragón y al año siguiente regresó a España, dejando el gobierno en manos de
Hernandarias.
En 1592, por vacancia en el gobierno se invocó la Real Provisión de 1537 y fue electo
como interino, el criollo Hernando Arias de Saavedra, siendo reemplazado dos años
más tarde por Ramírez de Velasco.
El siglo termina con las ordenanzas dictadas a favor de los indígenas por el mencionado
gobernador.

UNIDAD III: LA COLONIA


Autoridades coloniales
En el intento por organizar su vasto imperio, los reyes españoles crearon organismos de
administración política, unas residentes en España y otras en el continente americano.
Todas estas instituciones fueron un reflejo de la autoridad absoluta de los monarcas, los
que proyectaron el citado régimen a todas sus colonias.
Las que residieron en la metrópoli fueron: la corona, representada por el Rey, la Casa
de Contratación y el Real Supremo Consejo de Indias.
1. La Corona:
La unión matrimonial entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, había permitido la
unificación del reino. A la muerte de la reina en 1506 y posteriormente de Fernando en
1517, por la falta de sucesores capaces y por el interés expansivo de la familia de los
Habsburgo, se dio lugar a la incorporación de la corona española a la dinastía de Austria
en la persona de Carlos V y sus sucesores, quienes gobernaron por espacio de dos
siglos. Durante el siglo XVII, el imperio español que se había encumbrado con las
riquezas provenientes de Indias en la centuria anterior, había declinado notablemente y
los reyes dejaron en América lamentables consecuencias, debido a la ineptitud y
despreocupación, tanto en materia de política interna e internacional, como en el orden
socio económico.
Los reyes implantaron en América un régimen absoluto, tomando ellos mismos
decisiones impropias y otras veces aconsejados por sus ministros. Las leyes emanadas
por la corona fueron el fiel reflejo de ese carácter, razón por las que en varias ocasiones
las reacciones populares se hicieron sentir.
2) La casa de Contratación
Sus orígenes se remontan al año 1503, funcionó primeramente en Sevilla y luego fue
trasladada a Cádiz. Su función principal era atender todo lo relacionado al comercio
entre la metrópoli y las colonias. Esta institución sirvió de aduanas para tratar toda
materia mercantil proveniente o destinada a las Indias.
Igualmente realizaba tareas de carácter científico; elaboraba rutas cartográficas, mapas,
enseñaba a los marinos y otorgaba los permisos a aquellos españoles que deseaban
trasladarse a Indias. Sus funcionarios técnicos importantes fueron el Piloto Mayor, el

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Cosmógrafo, el Maestro de Cartas o Mapas, el Superintendente de Maestranzas, el


Escribano, el Tesorero y otros que realizaban múltiples tareas.
3) El Real Supremo Consejo de Indias.
Fundado en 1524, era después del Rey la máxima autoridad en los temas relacionados a
la Indias, como especificaba su nombre. Sus funciones iban desde aconsejar al Rey,
preparar los textos de las Reales Provisiones, de Reales Cédulas, o de las Ordenanzas
para que el Rey las firmara. Proponían los nombres de los candidatos para ser virreyes,
gobernadores u otros magistrados.
Este organismo funcionó durante todo el reinado de los Habsburgo en España, cerró sus
puertas cuando el trono español fue ocupado por los Borbones. Estos introdujeron
profundas reformas y crearon en su reemplazo la Secretaria de Despacho Universal.

Autoridades residentes en América


1) Los Adelantados
Era este un cargo que solo existió en los primeros tiempos de la conquista y como su
nombre lo indica era el enviado para iniciar la conquista de las tierras desconocidas que
posteriormente iban a ser colonizadas.
Constituían la primera autoridad política, militar y administrativa y eran representantes
directos del Rey. Una de las pocas imposiciones que debían cumplir los Adelantados era
la de consultar a los sacerdotes y oficiales reales cuestiones muy importantes
relacionadas con la dominación del territorio y sus habitantes.
2) El Virrey
Fueron varias las instituciones asentadas en el nuevo continente. La más importante de
todas era sin dudas la del Virrey. Este representaba directamente al Rey en Indias.
Tenía potestades para realizar nombramientos en los cargos públicos, dictar
ordenanzas, proteger a los indios y procurar su conversión a la religión católica.
Además, debía interpretar las leyes dictadas por la corona y tenía autoridad sobre las
cuestiones religiosas. Es decir, poseía la plenitud de los poderes en América.
La actuación de los virreyes estaba sujeta a una serie de prohibiciones, como por
ejemplo, no podían casarse sin consentimiento real, no podían asistir a funerales ni
casamientos así como tampoco podían intervenir en negocios de cualquier naturaleza.
Durante los siglos XVI y XVII, período que gobernaron los Habsburgo, existieron dos
virreinatos: el de Nueva España con capital, México y el de Nueva Castilla o Perú, con
capital Lima. El Paraguay dependió de este virreinato hasta 1776, año en que se creó el
del Río de la Plata.
3) Los gobernadores:
En un principio el cargo de Capitán General estaba unido al de Gobernador, es decir
tenían funciones militares y administrativas. Como hemos señalado, en el Paraguay el
primer gobernador electo no por el Rey, sino por los por los conquistadores, en virtud
de la Real Provisión del 12 de setiembre de 1537 y posteriormente ratificado por Carlos
V, fue Domingo Martínez de Irala.
Los gobernadores reemplazaron a los adelantados. Fueron funcionarios rentados,
nombrados por periodos más o menos fijos, generalmente por cinco años. No podían
ejercer el cargo si se hallaban asentados en la provincia que irían a gobernar, ni podían
contraer matrimonio con mujeres naturales de su gobernación, en tales situaciones
debían solicitar una excepción real conocida como la dispensa de naturaleza. Por lo
regular, cuando algunos españoles afincados en Indias, eran nombrados gobernadores en
provincias ajenas a su jurisdicción, no poseían este permiso real y debían trasladarse
dejando sus familias, haciendas y otros privilegios que gozaban como vecinos de la

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misma, vendían sus cargos. La corruptela fue común en esos siglos pues la corona
cobraba un impuesto por las ventas de los oficios públicos.
El candidato a gobernador era propuesto por el Consejo de Indias y confirmado por el
Rey. En algunas provincias hubo excepciones. En el Paraguay, la Real Provisión citada
se utilizó en varias oportunidades para elegir Gobernador, tal fue el caso de Hernando
Arias de Saavedra, el primer gobernador criollo. Otras veces para despojarlos del poder
ante el autoritarismo e injusticia que muchos de ellos ejercieron contra criollos e
indígenas.
Según la importancia militar o estratégica de cada jurisdicción territorial, esta se
denominaba Capitanía General o Provincia Menor. Las primeras, al mando de un
Capitán General, estuvieron respaldadas por fuertes guarniciones militares. Eran las
provincias fronterizas o expuestas a ataques de los enemigos de España. Las otras, por
lo general no tan peligrosas por acciones bélicas se hallaban comandadas por un
gobernador. El Paraguay fue una provincia menor, pero el cargo del gobernador fue el
de Capitán General, por el título heredado de Mendoza.
4) El Cabildo: Sus orígenes se remontan a la Península Ibérica. Eran organizaciones
municipales que fueron desarrollándose a lo largo de toda la Edad Media. Ya en
América cumplieron funciones de carácter administrativo, policial, sanitario, judicial y a
veces, económicas. Regían la vida de los centros urbanos. Lo integraban dos o más
alcaldes, el síndico procurador, el alférez real, el fiscal ejecutor, oidores y regidores,
estos cargos en los primeros tiempos de la colonia eran electivos pero con el correr del
tiempo y por razones económicas fueron vendidos al mejor postor.
Los alcaldes de primer y segundo voto tenían a su cargo la administración de la justicia
en los asuntos de menor cuantía. El alcalde de primer voto reemplazaba al gobernador
en caso de ausencia o muerte. Presidía el Cabildo, el cual no podía reunirse sin la
presencia de uno de los alcaldes.
El alférez real era el encargado de portar el estandarte real en las ceremonias públicas.
El fiel ejecutor se encargaba de custodiar la exactitud de las pesas y medidas empleadas
por los comerciantes, vigilaba la limpieza de los mercados y los precios de los
productos.
Entre las atribuciones más importantes del Cabildo figuraban las de dictar ordenanzas
para el gobierno de las ciudades, accionar como policía urbana, distribución de tierras,
construcción de puentes y caminos.
Existieron dos clases de Cabildos: a) El Cabildo de españoles: asentado en las
ciudades y villas españolas, cuyas sesiones podían ser cerradas u ordinarias, en las que
sólo participaban sus integrantes y extraordinarias o abiertas, las que se convocaban
cuando la ciudad o la provincia corría peligros graves. De esta sesión participaban todos
los españoles. b) Cabildo de indios: establecido en la mayoría de los pueblos de indios
que se hallaban a cargo de los misioneros. En ellos, los caciques ejercían el mando
como únicos Alcaldes. Otros funcionarios indígenas fueron el alguacil y el regidor.
Todos estos empleos eran controlados por los religiosos.
Los Cabildos fueron instituciones que otorgaban categoría de Ciudad a las Fortalezas y
a las Casas Fuertes, erigidas por los conquistadores.
5) Las audiencias: Fueron instituciones de carácter judicial y no tenían atribuciones
políticas. Ejercieron las funciones de Tribunales de Justicia. De acuerdo a su ubicación
adquirieron diferentes categorías. a) Las Audiencias Virreinales: se hallaban en las
grandes ciudades del virreinato; en México, en Lima. Posteriormente en Bogotá y
Buenos Aires. b) Las Audiencias Pretoriales: situadas en las capitales de las
Gobernaciones Mayores y el Presidente de la misma era el capitán General. c) Las
Audiencias Subordinadas: Eran de menor categoría y se hallaban subordinadas a la

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Audiencia Virreinal más próxima. Sólo algunas provincias fueron sedes de esta clase de
Audiencia, como en el caso de la de Charcas, subordinada a la Audiencia virreinal de
Lima.
Funcionarios de las Audiencias fueron los Oidores, Procuradores, Jueces pesquizadores
y Defensores. El Paraguay dependió inicialmente a la jurisdicción de la Audiencia de
Charcas; hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata.
Además de sus funciones estrictamente judiciales, aconsejaban a los virreyes y
capitanes generales actuando como Consejo de Estado, resolvían los conflictos
suscitados entre las autoridades civiles y eclesiásticas, intervenían en todo lo
relacionado con la protección de los indígenas y cuando el cargo de Virrey quedaba
vacante por cualquier circunstancia, ocupaban provisionalmente ese empleo hasta que la
corona nombrase al nuevo Virrey.
6) Organismos de Control: España controlaba a sus funcionarios a través del juicio de
residencia, organismo al cual debían someterse todos los magistrados al término de sus
funciones. La corona ejercía permanente vigilancia sobre sus subordinados, a través de
otras autoridades superiores como la visita y la pesquisa.
Las clases sociales
La población hispanoamericana fue el resultado de tres grupos sociales distintos: los
aborígenes o indios, naturales de América; los blancos o europeos y sus hijos
americanos llamados criollos y los negros traídos del África como esclavos. Del cruce
entre los diferentes grupos humanos nacieron los mestizos.
En primer lugar de esta clasificación social se hallaban los españoles, conocidos
también como peninsulares, gachupines o chapetones. Desempeñaban las principales
funciones públicas y religiosas y estaban por encima de los otros grupos sociales.
Los nacidos en América de padres españoles recibían el nombre de criollos y, en la
escala social estaban por debajo de los españoles. Se dedicaba preferentemente a la
carrera militar o al comercio. Eran hacendados, maestros o artesanos. Podían acceder a
los cargos en el Cabildo.
Mas abajo en la escala social se hallaba el mestizo, fruto de la unión entre el español y
la india. El mestizo se dedicaba a las labores del campo como jornalero o peón y de
albañil o carpintero en las ciudades. Si era necesario se alistaba como soldado en las
milicias provinciales. También podían ingresar al clero. Las mestizas generalmente
trabajaban en oficios serviles en casas de las familias españolas o criollas. Según el
lugar donde vivían, estos mestizos se llamaron mancebos de la Tierra, (Paraguay);
guaso, (Chile); llanero, (Colombia y Venezuela); gaucho, (Argentina y Sur del Brasil).
Los hijos de las uniones entre blancos y negros, fueron los mulatos. Los descendientes
de las mezclas entre indios y negros fueron los zambos.
Los indios, constituían otra clase social, dieron a los españoles sus tierras, sus
productos agrícolas, sus conocimientos botánicos y medicinales, su trabajo, su idioma,
sus propios hijos y estuvieron sometidos a su servicio bajo un régimen llamado
encomienda.
Por último se hallaban los negros, cuya condición era la de la esclavitud. Trabajaban en
las minas y plantaciones.
Los peninsulares que colonizaron las Indias
Se ha escrito que España en un principio, envió a Indias la peor gente ya que para las
primeras expediciones se autorizó la venida de personas con no muy buenas
reputaciones, para completar el personal necesario para las armadas. Pero cuando los
europeos conocieron de las inmensas riquezas existentes en estos lugares se procedió a
una rigurosa selección de los expedicionarios, que inclusive alcanzó a las órdenes
religiosas.

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La Casa de Contratación fiscalizaba la inmigración española a Indias y restringía la


venida de ciertos grupos humanos como los judíos y moros convertidos al catolicismo,
llamados “marranos”; los casados sin sus esposas; los que no tenían oficios, llamados
picarones; los que habitaban las regiones fértiles de la península Ibérica o los que
habían sido enjuiciados por el Tribunal de la Santa Inquisición.
Sin embargo, todas estas personas vinieron a América. Casi todos falsearon sus orígenes
o “coimearon” a los funcionarios de la Casa de Sevilla para que los dejasen partir hacia
una nueva vida. Los casados dejaron a sus esposas y se hicieron pasar por solteros. Los
picarones se alistaron como soldados y fueron los aventureros de las jornadas
conquistadoras. Los judíos y moros se cambiaron sus apellidos y tomaron nombres del
lugar de donde provenían, de los oficios que desempeñaban o simplemente de los
colores que los distinguían. También los mismos españoles adoptaron similares
nominaciones.
El origen de los apellidos
A fines del siglo XV e inicios del XVI, muchas personas se apellidaban Medina,
Toledo, Valencia, Vergara, Sevilla, Granada, etc.; nombres de las ciudades de donde
provenían. Así también cono nominaciones de regiones o de los lugares cercanos a sus
residencias, como Ríos, Valle, Del Valle, Campos, Del campo, Ocampos, Arroyo,
Noguera, Oliva. Otros apellidos fueron Rojo, Negro, Amarilla, Blanco, etc. de los
colores que los distinguían. De la misma manera, ciertos nombres fueron derivados en
apellidos como Martín en Martínez, tal es el caso de Domingo Martínez de Irala, hijo de
Martín Pérez de Irala y de doña María de Toledo. Él tomó el nombre de su padre como
apellido. Generalmente los hijos cuyos padres se llamaban Fernando, Benito, Rodrigo,
Hernando, Gonzalo, etc., lo convirtieron en Fernández, Benítez, Rodríguez, Hernández,
González. Otros apellidos procedentes de oficios fueron Herrero, (de herrero) Molina,
(de molinero) Maderos (de carpintero) Doria (de orfebre).
La mayoría de los criollos americanos tomaron los apellidos de sus familiares maternos
o paternos españoles, a veces, sin tener en cuenta los de sus progenitores. Hernando
Arias de Saavedra era hijo de Martín Suárez de Toledo y de doña María de Sanabria.
Hermano de su padre fue Cristóbal de Saavedra y de allí deriva el suyo. Generalmente
lo hacían para mantener el recuerdo de sus parientes en España.
Los hidalgos en las expediciones al Río de la plata.
Generalmente los inmigrantes hispanos fueron buscadores de riquezas. Muchos
hidalgos que no heredaban los bienes paternos, por el derecho de la primogenitura, se
alistaron en las empresas conquistadoras y colonizadoras, encontrando en ellas una
brillante opción para el futuro.
Desde las primeras expediciones venidas al Río de la Plata, llegaron personas de un
aceptable nivel cultural. El primer Adelantado, Don Pedro de Mendoza, era un hombre
bastante instruido, al igual que Domingo Martínez de Irala, quien en España trabajaba
en la oficina de escribanía de su padre. Al Paraguay, no vinieron nobles como
marqueses, condes o duques, pero tampoco presidiarios indultados o fugitivos. Las
carabelas españolas no depositaron sobre las playas paraguayas resacas sociales como
ocurrió en otras provincias. Y aunque todos eran aventureros porque corrían detrás de
las tierras de oro, ninguno de los primeros conquistadores fue reclutado en los bajos
fondos del contorno social español.
La situación indígena: el servicio personal y las encomiendas
Para los primeros conquistadores los indios fueron esclavos, opinión que fue
contrarrestada gracias al gran trabajo realizado por connotados juristas como Fray
Francisco de Vitoria, quien escribió varios libros en los que señalaba la igualdad entre
españoles e indios, obteniendo con ello que el rey los declarase libres. Estos en su

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condición de libres y vasallos de la corona debían, al igual que los demás españoles,
pagar un tributo a la corona, hecho impracticable debido a que los nativos carecían de
los medios económicos para cumplir con dicha obligación.
Así surgió una de las instituciones más discutibles del régimen colonial: la
encomienda.
La encomienda no fue un instrumento nuevo ideado para la Indias, pues durante la
Edad Media, las personas libres debían “encomendarse a un señor” para que éste los
protegiera, así nació el sistema feudal. Los españoles basados en este régimen
implantaron en tierras americanas el mismo sistema medieval, pero con algunas
diferencias.
Ante la imposibilidad de pagar tributos en moneda y la necesidad de explotar las ricas
tierras, los indios debían trabajar bajo las órdenes de los conquistadores.
Este sistema fue utilizado por primera vez en La Española y se difundió por todo el
continente. El encomendero debía cristianizar al indio, es decir enseñarle la fe católica,
vestirlo, educarlo y alimentarlo. El indio, por su parte debía obedecer al español y no
podían mudarse de sus casas.
La encomienda revistió dos modalidades: la yanacona y la mita. La primera era una
institución por la cual los indios eran entregados a los españoles para ser peones o
sirvientes. Por ley se estableció que los yanaconas eran personas libres, razón por la cual
no podían ser puestos al servicio de nadie sin su consentimiento, pero en la práctica, la
realidad era muy distinta. Una derivación de esta clase de encomienda era la naboria,
una categoría integrada por criados domésticos en situación de dependencia.
La mita, palabra de origen incaico que significa turno. Esta debía cumplirse por un
periodo de diez meses, generalmente en las minas de plata. Su excesiva dureza provocó
la muerte de muchos indios y aunque según las leyes, éstos debían percibir un salario
por sus trabajos, pero en la práctica, debido a un sistema de pequeños adelantos el indio
siempre resultaba deudor y estaba obligado a pagar con su trabajo. La mita era una
verdadera esclavitud disfrazada.
Leyes protectoras de los indígenas
La condición del indio produjo azarosas disputas en la sociedad española, por un lado
estaban quienes pensaban que los mismos carecían de las facultades intelectuales
capaces de permitirles vivir como cristianos civilizados, que eran inferiores en todo y
por ende destinados a la esclavitud. Sin embargo, otro grupo defendía la situación del
indígena, bregando incansablemente por demostrar a la sociedad de su tiempo que los
indígenas eran virtuosos y que solo esperaban ser educados “en el conocimiento del
verdadero Dios”.
Las leyes de Burgos y la Leyes Nuevas
Con mucho esfuerzo, un dominico Fray Antonio de Montesinos y el franciscano
Bartolomé de las Casas obtuvieron de la corona española la promulgación de las leyes
que protegiesen a los naturales. Las primeras en ser dictadas fueron las Leyes de
Burgos en 1512 que ponía una solución transaccional a la discusión planteada
creándose el régimen de las encomiendas, mediante la cual se entregaban a los
conquistadores cierta cantidad de naturales a su servicio y cuidado, imponiéndoseles
estrictas obligaciones para con ellos. Esta legislación no puso fin a las discusiones ya
que en la práctica los encomenderos esclavizaron a los indios. Fray Bartolomé de las
Casas continuó pregonando a favor de los naturales y el Rey Carlos V en respuesta
promulgó las Leyes Nuevas en 1542.
Esta nueva legislación restringió enormemente el régimen de las encomiendas
provocando graves disturbios en Perú y México, donde los encomenderos lograron

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reimponer el sistema, aunque debieron aceptar sus obligaciones de instruir a los indios y
enseñarles la fe católica.
La defensa que Las Casas realizó a favor de los indígenas, motivó a la corona
introducir los negros en América. A partir del siglo XVI en casi todas las expediciones
llegaba también gente de color en calidad de esclavos. Posteriormente, en virtud del
comercio triangular, España e Inglaterra introdujeron miles de negros que trabajaron en
las minas, en las plantaciones de algodón, caña de azúcar y tabaco. Casi todas las
provincias marítimas contaban con mercados de esclavos. Fueron famosos los de Cuba,
de Santo Domingo, Cartagena, de Colombia, de Bahía, (Brasil) y el de Buenos Aires.
En todo el continente, la esclavitud fue considerada como un patrimonio personal. Eran
vendidos en forma particular como hoy día se vende o se compra un mueblo u otra cosa.
Los precios variaban de acuerdo a la edad, el sexo y el estado físico, además se debía
pagar un impuesto que el gobierno cobraba por esta transacción. El esclavo recibía el
nombre de “pieza”.
Una pieza de negro valía unos 500 pesos, una pieza mujer, fuerte y aun en edad de
procrear, tenía un precio de unos 330 pesos. Los niños o las niñas variaban entre 100 a
200 pesos. Un esclavo anciano, sólo valía 60 pesos.
En el Paraguay no existió nunca mercado o trata de esclavos, pero en cambio los
comerciantes introdujeron esporádicamente varias piezas procedentes del Brasil o de
Buenos Aires.
Existe una total falta de precisión de los nombres que designan las mezclas de sangre
negra, blanca e india. No se dio en el Paraguay el rigor en las denominaciones aplicadas
en otros lugares a los distintos grados de mestizaje. Al fruto de la unión de negro y
blanco se designó mulato o pardo. Existieron otras denominaciones como la de tercerón,
cuarterón, quinterón, octavón, tente en el aire, salto atrás etc.
Como aporte cultural de esta minoría africana en el Paraguay, podemos señalar las
fiestas de Cambá la Mercé que perduró hasta hace poco tiempo y coincidía con la de la
Virgen de las Mercedes, el 24 de Setiembre. También las fiestas del Rey Mago San
Baltazar en San Lorenzo y en Capiatá.
Como hemos señalado, en el Paraguay también vivieron los diferentes grupos humanos.
Según una estadística de la población colonial paraguaya, realizada en 1570, arrojaba
las siguientes cifras:
Blancos (españoles y criollos) ---------------------- 3.000 personas
Mestizos (mancebos, mulatos y zambos) --------- 3.000 personas
Indígenas -------------------------------------------- 250. 000 personas
Un siglo más tarde, disminuyó la población indígena de forma considerable, pero
aumentó la blanca y mestiza. Antes de terminar la centuria, los aborígenes que poblaban
la región Oriental se hallaban sometidos a los españoles bajo el régimen de las
encomiendas o reducidos en las misiones franciscanas y jesuíticas.
La Economía Colonial
Los monarcas españoles controlaron estrictamente la economía de sus colonias y con
ese propósito establecieron el monopolio de Puerto Único. De acuerdo a este sistema
comercial, las mercaderías que debían enviarse a Indias se embarcaban en un solo
puerto español. Durante los siglos XVI y XVII, Sevilla ejerció este monopolio.
Solamente dos veces al año zarpaban los barcos de este puerto con destino a América.
Venían en convoy o flotas, escoltados por buques de guerra para defenderlos de los
piratas, bucaneros y corsarios.
Los piratas fueron aventureros de distintos orígenes que asaltaban a los galeones
españoles, tanto de los que venían de Sevilla o los que transportaban oro u otros
bienes desde Indias. Francia, Inglaterra y Holanda apoyaron estas acciones con el

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propósito de destruir el poderío español en las Antillas. Estos piratas, según sus
actividades se llamaron bucaneros, término proveniente de la carne seca o bucán de la
que se alimentaban los franceses en La Española. Estos formaron un poderoso
ejercito que se refugiaba en la isla de la Tortuga y de allí asaltaban las poblaciones
costeras. En un principio fueron franceses, pero más tarde se agregaron ingleses,
holandeses e italianos e irlandeses. Los corsarios se hallaban directamente amparados
por los monarcas de sus respectivos países. La reina Isabel I de Inglaterra nombró
caballeros a varios de ellos, como a Francis Drake y Henry Morgan.
El convoy proveniente de Sevilla se separaba en Santo Domingo: una parte de la flota
seguía hasta Vera Cruz, en Nueva España y la otra hasta Portobelo en Panamá. En estos
sitios se realizaban grandes ferias o mercados para venderse los productos. En Portobelo
esperaban los comerciantes de Nueva Granada (actual Colombia y Venezuela), del
Perú. Terminadas las ferias que duraban cuarenta días, regresaban estos comerciantes
por los caminos reales con sus mulas cargadas de lienzos, sedas, encajes, perfumes,
alhajas y herramientas. También se usaba la ruta del Pacífico hasta los puertos del Perú
o Chile. En Potosí, (Alto Perú) se adquirían los artículos que, después de pasar por
Tucumán o Córdoba, llegaban a Santa Fe o Corrientes y, por fin, al Paraguay.
Un viaje tan largo encarecía enormemente el costo de los artículos, y por las mismas
razones, la exportación de los productos americanos. Solamente el oro y la plata tenían
bodega segura en los galeones que regresaban a España.
El Paraguay, que no tenía salida al mar, sufría numerosos impuestos y tasas:
El almojarifazgo del 2½ por ciento sobre las importaciones; la alcabala del 4% de las
ventas y contratos; la sisa, sobre las pesas y medidas de los productos; el estanco del
tabaco, la sal y otros artículos; el arbitrio para mantener una milicia para la defensa de
la provincia. Todo esto sin contar los otros impuestos a que estaba sujeto el simple
colono, entre ellos, el tributo pagado por cada indio que tenía a su servicio. También
se pagaba un impuesto por la venta de los empleos públicos, mencionados
anteriormente; las derramas que eran contribuciones voluntarias para el tesoro real; los
diezmos, se pagaban para el sostenimiento de la Iglesia, etc.
Tantos impuestos y tasas perjudicaron al comercio paraguayo y favorecieron el
contrabando. La Colonia del Sacramento fundada en 1680, era el centro de operaciones
de los buques portugueses, ingleses y holandeses que se llevaban yerba, algodón, cuero,
oro y plata.
Recién a fines del período colonial, España abrió al comercio libre, estableciendo once
puertos peninsulares y veinticuatro americanos. Entre éstos últimos estaba Buenos
Aires. La medida llegó tardíamente, porque los excesivos impuestos instituidos por casi
tres siglos habían dado suficiente fundamento a los colonos para que reaccionasen en
contra el absolutismo económico implantado por España en sus posesiones americanas.
El gobernador criollo
Hernando Arias de Saavedra nació en Asunción en el año 1564, consagrándose a la
milicia desde muy temprana edad, fue electo gobernador interino en 1592, siendo el
primer criollo en ocupar tan alto cargo en Indias, correspondiéndole en tal carácter la
realización de diversas obras públicas.
En 1598, muerto el gobernador Juan Ramírez de Velazco, volvió a ocupar la
gobernación por expreso mandato del pueblo, ratificado por la autoridad del Virrey del
Perú. Este segundo interinato fue suspendido al ser nombrado como gobernador Diego
Rodríguez de Valdés quien falleció en 1602 y Hernandarias ocupó nuevamente el cargo
de gobernador.
Entre los hechos más resaltantes de este nuevo periodo de gobierno, figura la
promulgación de unas ordenanzas a favor de los indios en el año 1603. Propició

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igualmente la creación de la primera escuela pública del Río de la Plata, instalada en


Asunción y la fundación de un establecimiento para mujeres pobres y huérfanas,
dirigida por la abadesa doña Jesusa Francisca de Bocanegra.
Francisca Jesusa de Bocanegra
Fue la fundadora y promotora del primer establecimiento dedicado a la formación de
mujeres en la provincia. La Casa de Recogidas y Huérfanas se afanó en instruir en la
doctrina cristiana a las hijas de conquistadores, huérfanas o carentes de medios
económicos para su educación. El régimen de internadas convocó a un considerable
número de niñas de familias asuncenas. Lamentablemente con el fallecimiento de su
rectora la Hermana Bocanegra en 1617, el establecimiento dejó de funcionar. Su muerte
dejó un gran vacío en la comunidad asuncena.

Ordenanzas de Alfaro
El presidente de la Audiencia de Charcas comisionó a don Francisco de Alfaro a visitar
las provincias de Tucumán, Cuyo, Buenos Aires y Paraguay, con el propósito de
enterarse del buen funcionamiento de las encomiendas. En 1612, Alfaro dictó en
Asunción las Ordenanzas que llevan su nombre. Sus principales disposiciones señalaban
cuanto sigue:
a) Se suprimía el trabajo servil de los indios,
b) Estos no podían ser trasladados a mas de una legua de distancia de sus residencias,
c) Se declaraba nula la compraventa de indios,
d) Se le facultaba al indio elegir a su patrón pero no podía trabajar para el mismo por
mas de un año
e) El indio debía abonar una tasa anual de cinco pesos como vasallo de la Corona, si no
contaba con efectivo, esta suma debía ser pagada con los frutos de la tierra o con
trabajos no menores a treinta días,
f) Se reglamenta la mita, señalándose que el salario no podía abonarse en especie y en
caso de enfermedad, el mitayo debía ser atendido por sus patrones.
Esta Ordenanza fue muy resistida en el Río de La Plata y el Paraguay, pero fueron
aprobadas por el Rey en 1618.
La División de la Provincia.
En 1615, Hernandarias fue nuevamente nombrado gobernador. Este periodo al igual
que los anteriores, fue de progreso y trabajo por el engrandecimiento de la región y es
también uno de los más recordados porque durante el mismo se llevó a cabo la división
territorial de la provincia del Paraguay. Desmembración que sistemáticamente era
solicitada desde 1545 debido a la enorme extensión, hecho que dificultaba su gobierno.
La sugerencia de Hernandarias era la formación de dos gobernaciones: la del Paraguay
y la del Guairá. La primera la integrarían Asunción, Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes
y Bermejo; la segunda, las tres ciudades del Guaira, Villa Rica, Ciudad Real y Santiago
de Xeres. El virrey del Perú Marques de Montes Claros consideró que seria mejor
incluir Asunción con las ciudades del Guairá, moción que fue aprobada por el Rey
Felipe III en 1617. De esta manera, el Paraguay quedó convertido en una Provincia
mediterránea, iniciándose su decadencia, pues el centro de las actividades políticas y
económicas se trasladó a Buenos Aires.
Este acontecimiento marcó definitivamente la conclusión del período de conquista e
iniciándose el de la colonia en la provincia del Paraguay.

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UNIDAD IV:
Desde los primeros días de la conquista hispana en el Paraguay, los religiosos se
hicieron presentes. Al principio en forma esporádica, pero más tarde llegaron las
órdenes religiosas estableciendo reducciones y dedicándose a la labor evangelizadora de
los indígenas. Al Paraguay llegaron varias de estas misiones entre ellas figuran
La Orden Mercedaria
La Orden de Nuestra Señora de la Merced, fue probadamente la primera en enviar
religiosos a la cuenca del Río de la Plata y el Paraguay. Después de la fundación de
Asunción, los mercedarios establecieron un convento, donde trabajaron con gran celo
apostólico los frailes Juan de Salazar y Juan de Almazan, quienes presenciaron la
fundación del fuerte asunceno. Fundaron el primer convento erigido en estas comarcas
llamado San José del Paraguay.
Los mercedarios no realizaron labor misional, de conversión y catequización de los
indígenas, pues se dedicaron preferentemente a la enseñanza y a la asistencia espiritual.
En Areguá fundaron una capilla con una gran chacra y hacienda atendida por negros y
mulatos.
La Orden de los Jerónimos
Los sacerdotes de esta orden llegaron al Río de la Plata y al Paraguay con la expedición
de Pedro de Mendoza. En Asunción se dedicaron activamente a la labor de
evangelización de los indígenas. Cuando en 1544 se produjo el derrocamiento de Alvar
Nuñez, los frailes Jerónimos se pronunciaron a favor de éste, motivo por el cual
abandonaron la Provincia en la misma carabela “Comuneros” que llevaba de regreso a
España al depuesto Adelantado. Casi no se registraron hechos de su actuación por el
breve tiempo de su estadía.
Los Dominicos
Los primeros frailes dominicos llegaron a la ciudad de Asunción con el Obispo Alonso
Guerra, en 1583. Erigieron un convento llamado Santa Catalina Virgen y Mártir, en las
cercanías de la bahía. Posteriormente, en el siglo XVII, trasladaron el mismo en el sitio
que había ocupado la Casa de Recogidas y Huérfanas, hecho que motivó un molesto
problema con Obispo Tomás de Torres, quien también pertenecía a la misma orden.
Asimismo, los dominicos se establecieron en el interior de la provincia fundando una
capilla, chacra y estancia en Tavapy, - actual ciudad de San Roque González - con
numerosos negros y pardos
La Orden Franciscana
El portador de la varias veces citada Real Provisión, don Alonso Cabrera había
transportado en su expedición a los primeros franciscanos, ellos fueron los frailes
Bernardo de Armenta y Alonso de Lebrón, quienes quedaron en la costa brasileña de
Santa Catalina. Allí fueron recogidos por el adelantado Alvar Nuñez Cabeza de Vaca,
y los trajo a la Asunción en 1542. Dos años después, regresaron a España.
Con la expedición del adelantado Ortiz de Zárate, llegaron en forma ordenada con el
propósito de establecerse en la provincia
Entre los franciscanos más ilustres que llegaron a estas tierras, sin lugar a dudas fue el
padre Luis de Bolaños. Este fue el primer misionero que aprendió el guaraní para
mantener una relación más amigable con los indígenas y ganar su afecto. Tradujo a
esta lengua un Catecismo de la Doctrina Cristiana, aprobado por un Concilio Provincial
reunido en Lima en 1583, y por el Sínodo reunido en Asunción en 1603.
En el siglo XVI, con ser aún muy escaso el número de misioneros y muy pobres los
recursos, las dispersas reducciones eran atendidas ya por no pocos frailes criollos y
mestizos formados en el primitivo seminario establecido en la Asunción por el

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dominico Alonso Guerra. No obstante, los frutos recogidos fueron óptimos y


perdurables.
Esta orden fue la precursora en la gran empresa de conquistar espiritualmente a los
indígenas del Paraguay. Se dedicaron, además a la labor educacional de jóvenes
criollos, fundando conventos y noviciados a más de las escuelas elementales y cátedras
libres para la enseñanza de gramática, latinidad y filosofía. En el convento establecido
en Asunción, habilitaron un noviciado o seminario, y asimismo, una escuela elemental
para mestizos e indios. Igualmente crearon un Colegio de estudios superiores. En
Villarrica y Caazapá fundaron un convento con escuelas elementales.
Se debe a esta orden la fundación de los pueblos de Altos, Itá, Yaguarón, Ipané,
Guarambaré, Tobatí, Yuty, Caazapá y otros. En cuanto a su aportación artística, dejaron
vestigios inestimables en las Iglesias de Itá y Yaguarón, en cuanto a los altares, retablos,
púlpitos, columnatas, puertas y ventanas, reclinatorios, sillones, etc. Todos estos,
trabajados en maderas, los que nos dan testimonio de una extraordinaria perfección
artística y habilidad artesanal. No obstante, no han quedado nombres de los maestros.
Entre las figuras representativas de esta orden merecen mencionarse al recordado Fray
Luis de Bolaños, Fray Alonso de San Buenaventura, Fray Gabriel de la Anunciación,
Fray Francisco de Guzmán.
Los franciscanos a diferencia de los jesuitas, no establecieron demarcaciones
territoriales separadas e independientes de todo poder político y civil de la colonia.
Los Jesuitas
Esta orden religiosa fue la última en llegar a América debido a que primeramente fueron
comisionados al Lejano Oriente. Arribaron al Paraguay el 11 de agosto de 1588, siendo
sus primeros adelantados los padres Tomas Field y José Ortega, quienes sólo
permanecieron un breve tiempo, ya que en 1600 el Visitador del Perú padre Sebastián
Pérez ordenó que todos los jesuitas se concentraran en Tucumán. De todos los que
habían llegado solo uno permaneció en el Paraguay.
Gracias a las intensas gestiones de Hernandarias al General de la compañía de Jesús,
padre Claudio Aquaviva, vinieron los primeros sacerdotes a fundar la provincia jesuítica
del Paraguay, el 9 de febrero de 1604, la que incluía al de Tucumán y excluía a ambas
de la del Perú. El primer Provincial nombrado para la nueva doctrina fue el padre
Diego de Torres quien llegó en 1608 con 13 sacerdotes.
Ubicación geográfica de los pueblos.
Las misiones establecidas en el Paraguay fueron las más famosas del continente
americano, y ocupaban territorios entre la mesopotamia de los ríos Tebycuary, Paraná y
Uruguay. Lugares que hoy corresponden al sur del Paraguay, el nordeste argentino y el
sur del Brasil. Las reducciones ubicadas en el Paraguay fueron: San Ignacio Guasú, San
Cosme, Itapua, Corpus, Candelaria, Santa Ana, Loreto, San Ignacio Mini, Santa María
de Fe y Santiago. Además los jesuitas establecieron ricas estancias, fuera de las
regiones mencionadas. En Paraguarí, Tacuarí y Caañavé.
La organización en las misiones
Externa: Todas las reducciones fueron edificadas de acuerdo a un mismo plano. Se
tomaba un cuadrado de terreno espacioso que hacia de plaza central. En torno a ella se
levantaban los edificios. La Iglesia de tres naves y en algunos pueblos de cinco. A un
lado de la Iglesia se situaba la casa de los misioneros y a continuación los talleres para
diversos oficios. Detrás de la Iglesia se ubicaba el cementerio y hacia el otro lado de la
casa de los misioneros: el coty guazú, una amplia habitación destinada a las viudas y
huérfanos. A ambos lados de la plaza central se construían las habitaciones de las
familias indígenas y por último, los almacenes donde se depositaban los productos de la
cosecha y la carne vacuna salada.

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Todos los edificios eran protegidos por amplios corredores para que pudiesen transitar
los días lluviosos. Cada población albergaba entre 3.000 a 7.000 indígenas.
Interna: Cada reducción estaba gobernada generalmente por dos jesuitas, a veces por
tres si el pueblo contenía más habitantes. El cura Rector o Paí Tuyá era el principal, el
Paí Miní o Sotacura, era el doctrinero y ejercía la función de despensero. Era el
encargado de distribuir los alimentos a la población.
La educación misionera
Tenían acceso a la educación, sólo quienes más tarde serían sacerdotes, alcaldes y
regidores o médicos. Los niños y jóvenes aprendían a leer y a escribir y por lo general,
éstos eran los hijos de los caciques y de los indios principales. Las escuelas se
encontraban en todas las reducciones pero, con la particularidad de que el idioma
utilizado era el guaraní.
El colegio de Asunción
La compañía de Jesús fue creada con el propósito de defender la fe católica contra la
Reforma Protestante, de allí la alta preparación intelectual de casi todos sus integrantes.
Cuando Hernandarias solicitó la venida de la congregación, tenia en sus planes la
creación de un centro de enseñanza superior teniendo en cuenta que no se podía crear
una Universidad por falta de rubros que siempre sufrió la provincia.
Apenas asentados los jesuitas, el gobernador solicitó al Provincial Padre Diego de
Torres que enseñasen a los hijos de españoles, donando él mismo tierras para el sustento
del Colegio. El Cabildo cedió una parte de la plaza pública para asiento de la citada
institución. El Colegio de Asunción, comenzó a funcionar en 1610 con unos
cuatrocientos alumnos.
El trabajo comunitario.
La tierra era distribuida en tres categorías: el tupa mbaé, de cuyas utilidades cubrían los
gastos del culto, de viudas, ancianos y huérfanos, en ellas el indio debía trabajar por lo
menos tres veces a la semana. El taba mbaé, cuyos productos pertenecían a la
comunidad y el aba mbaé, parcela cultivada por los jefes de familia. Mientras los
varones trabajaban en las chacras las mujeres quedaban en las casas para dedicarse al
hilado y al tejido que una vez terminados, pasaban también al dominio comunitario para
su posterior distribución.
El ganado, también pertenecía a la comunidad, al igual que los arados, las azadas y los
demás implementos utilizados para la labranza que una vez finalizada la jornada, se
depositaban en los almacenes. Tan poderoso era el sentido comunitario que todos
participaban en la apertura y en el mantenimiento de los caminos y en la reparación de
templos y de casas, sin que nadie percibiera un salario por realizar dichas tareas.
Es importante señalar que los guaraníes no conocían la propiedad privada y que entre
ellos no existían los bienes personales.
Un célebre sacerdote jesuita se refiere al sistema comunitario de las misiones,
expresando lo siguiente:
“Con este sistema de tierras publicas y privadas, los guaraníes podían compararse a
las abejas, todas las cuales tienen su propia miel, su vivienda y su alimento, pero solo
después que elaboraban el panal común y concurrieran al trabajo colectivo en el
campo y en la colmena” Peramás, José Manuel. “La república de Platón y los
Guaraníes”. Buenos Aires, 1946
La vida en las misiones
Los jesuitas reglamentaron estrictamente la vida de los indios. Desde el nacimiento
hasta la muerte estaba minuciosamente ordenada en dos gruesos volúmenes conocidos
como Araporuaguiyeihaba que significaba “Del recto uso del tiempo”

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En la mañana, muy temprano, todos los hombres se dirigían obligatoriamente a trabajar


en los campos, llevando en andas las imágenes de los santos. La organización familiar
era estrictamente monogámica, los varones a los diecisiete y las mujeres a los quince,
debían contraer matrimonio, estos se celebraban hasta en grupos de noventa parejas que
culminaban en banquetes comunitarios.
Los niños y las niñas eran atendidos por la comunidad, por las noches permanecían con
sus padres, pero durante el día pasaban en la iglesia escuchando misa o la doctrina. Los
varones eran separados de las niñas, ninguno debía ocupar un lugar distinto al que le
fuera asignado y la única diferencia que existía, era la del sexo.
El cultivo de la yerba mate
La yerba era la bebida principal de españoles y mancebos paraguayos, porteños,
limeños, tucumanos, chilenos, etc.
Para el gobernador Hernandarias, así como para el padre jesuita Antonio Ruiz de
Montoya, la misma constituía un vicio horrendo; los americanos, por el contrario, veían
en ella solo virtudes. Algunos criollos expresaban que la yerba “despertaba la mente y
permitía sobrellevar duras jornadas, sin alimentos. Sus propiedades medicinales
ayudaban a tolerar todos los males”. Estos hechos proporcionaron su pronta
propagación y la corona, antes que prohibirla, vio en ella una fuente importante de
recursos. Era un monopolio paraguayo, pues sólo en el Paraguay se producía yerba. La
Real Hacienda se encargó de discriminar ganancias otorgando a la provincia nada más
que la reposición de los costos y una moderada ganancia, el resto iba a parar a las arcas
del fisco, bajo pretexto de atender necesidades públicas, las que ni siquiera eran
concernientes a la provincia productora.
El caa miní crecía de manera natural en los bosques y los indígenas estaban
acostumbrados a consumirla. Con este objeto, los misioneros jesuitas hicieron traer de
los montes gran cantidad de planta y facilitaron su reproducción formando con ellas
yerbales artificiales, en los alrededores de sus reducciones.
Pocos eran los pueblos que no tenían yerbales hortenses y se veían obligados a explotar
los silvestres a muchas y penosas leguas de distancia. Los jesuitas exportaron la yerba
mate a distintos puntos de la provincia, dejándoles interesantes beneficios con los cuales
pagaban el tributo que debían por cada indio y compraban las necesidades de los
pobladores, de los rubros que no se producían.
Aporte jesuítico a la cultura paraguaya
Los jesuitas aportaron a la cultura de la provincia del Paraguay diversos aspectos tanto
en el arte como en las letras. El arte jesuítico estuvo completamente al servicio del culto
y en los primeros tiempos los propios sacerdotes ejercieron la labor de arquitectos,
escultores, pintores, albañiles y tallistas, pero luego como fruto de sus trabajos
didácticos, los indios se convirtieron en auxiliares de extraordinario valor para llevar
adelante los planes artísticos de los sacerdotes.
La arquitectura: En la primera etapa, prestaron mucha importancia sólo al aspecto
interior de los templos. Debido a ello, las construcciones eran de madera, recién en el
siglo XVIII, trabajaron con la piedra y consiguientemente en el aspecto externo de sus
construcciones.
La escultura: Fue en este campo donde los sacerdotes y sus discípulos mostraron todo
su talento y no sólo tallaban para las reducciones sino para todas las iglesias del
Virreinato. Las imágenes fueron destinadas preferentemente para los altares. Un
escultor indígena que paso a la posteridad fue el indio José quien talló “El Señor de la
Humildad y la Paciencia”. Pero los indígenas fueron nada más que copiadores de las
imágenes que esculpieron. No fueron creadores de sus obras.

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La Imprenta: En 1700, los jesuitas construyeron la primera imprenta del Río de la


Plata en el pueblo de Santa María. El primer libro impreso fue “Martirologio romano”,
luego aparecieron “Vida de Santos, sermones y el catecismo en guaraní. Durante toda su
existencia se imprimieron 23 títulos. Las impresiones se hacían en español, guaraní y
latín. Los trabajos de tipografía, de grabado, de encuadernación etc. en su mayoría
fueron realizados por indígenas tan bien como lo hacían sus maestros europeos.
La Revolución de Fray Bernardino de Cárdenas
Durante la segunda mitad del siglo XVII ocurrieron algunos sucesos de importancia,
que alteraron la sencilla vida de la comunidad provinciana.
En 1643 se hizo cargo de la diócesis de Asunción el fraile franciscano Fray Benardino
de Cárdenas, pero entabló con los misioneros de la orden de la Compañía de Jesús, un
grave conflicto. El gobernador de entonces, Gregorio de Hinestrosa favoreció a los
misioneros jesuitas y Cárdenas tuvo que salir del país. En 1648 fue nuevamente
repuesto en el cargo, coincidiendo con la muerte del gobernador. En consecuencia sus
partidarios lo eligieron como mandatario de la provincia, invocando una vez más de ley
del 12 de setiembre de 1537. Como primera medida expulsó a la orden citada de
Asunción, hecho que ocasionó una gran revuelta. La Audiencia de Charcas y el Virrey
del Perú acordaron que el cargo de Cárdenas era ilegitimo y le obligaron a someterse a
las autoridades. Pero los colonos paraguayos respaldan al Obispo gobernador y se
enfrentan contra seis mil indios misioneros armados. La derrota fue total. El Obispo es
alejado definitivamente de su diócesis y los jesuitas fueron restablecidos en Asunción.
Ultima rebelión indígena.
La última rebelión indígena se registra en 1660 en el pueblo de Arecayá. Esta localidad
había sido fundada treinta años antes a orillas del río Jejuí. Mientras el gobernador
realizaba una visita de observación a los pueblos indígenas de la provincia, los
guaraníes moradores atacaron al magistrado y a toda su comitiva. En el encuentro se
produjeron varias muertes y la represión fue muy dura que acabó con la desaparición del
mencionado pueblo. Sus habitantes fueron incorporados a Altos.

UNIDAD V: LA REVOLUCIÓN COMUNERA


Revolución de los Comuneros
Durante el gobierno de Felipe V, sucedió en el Paraguay uno de los acontecimientos
bélicos más trascendentales del período colonial: La Revolución Comunera.
La palabra “comunero” deriva del vocablo “común” que significa todo el pueblo de
cualquier villa, ciudad o lugar. En el caso del Paraguay se refiere a todos los colonos
que lucharon durante los movimientos revolucionarios sucedidos en la provincia
durante el siglo XVIII.
Antecedentes de la Revolución.
Los antecedentes de la revolución se remontan al siglo XVI y XVII. En la primera de
las centurias, se citan dos acontecimientos de relevancia política: en 1544, la
destitución de Alvar Nuñez Cabeza de Vaca y el nombramiento de Domingo
Martínez de Irala. En 1572, el movimiento armado contra Felipe de Cáceres, quien
estaba sustituyendo al Adelantado Ortiz de Zárate y la elección de Martín Suárez de
Toledo. En ambos casos se había invocado la Real Provisión del 12 de setiembre de
1537, ya en desuso.
Durante el siglo XVII, las circunstancias fueron motivadas por los enfrentamientos
entre los colonos y los misioneros de la Compañía de Jesús. La orden misionera
obtenía lucrativas ganancias gracias a los indígenas que trabajaban en los mejores y
más ricos territorios de la provincia. Además, se les había eximido del pago de
algunos impuestos, que sin embargo los colonos estaban obligados a abonar. Miles

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de brazos aborígenes guaraníes de las misiones se dedicaron a la agricultura,


desarrollaron grandes estancias y explotaron la yerba mate, hasta entonces principal
fuente de recurso de los criollos paraguayos. Estos, a más de perder la gran mayoría
de indígenas que “debía trabajar bajo el sistema de las encomiendas” y que fue
reducida por los misioneros, no podía realizar incursiones al Chaco con el fin de
obtener yanaconas, pues una ley prohibía que los naturales chaqueños fuesen
encomendados. Sin embargo, los colonos imposibilitados de conseguir mano de obra
guaraní, subrepticiamente se pasaban a la Región Occidental para prender a los
naturales. En efecto, los jesuitas denunciaban estas capturas y censuraran al mismo
tiempo, el maltrato que recibían los indígenas por parte de los encomenderos,
quienes a su vez, agraviados por las concesiones económicas obtenidas por los
misioneros, constantemente ocasionaban fuertes enfrentamientos con aquellos.
Ante estas circunstancias, el Cabildo de Asunción, vocero del vecindario, buscaba un
gobierno pujante y eficaz que le defendiese de las acusaciones de los jesuitas y en
1649, se dio la ocasión con la elección del Obispo fray Benardino de Cárdenas, quien
expresaba que “La voz del pueblo es la voz de Dios”.
En consecuencia, se desencadenó la revolución, contra el poder absoluto
representado por el Virrey de Lima, quien defendía la causa jesuítica y los
comuneros. Estos últimos fueron derrotados y el Obispo Cárdenas expulsado de
Asunción. Entretanto la rivalidad entre la población y los misioneros jesuitas siguió
latente, continuaron los motivos de queja y de protestas populares contra las
injusticias del poder absoluto.
Causas de la Revolución. Levantamiento contra Reyes de Balmaceda
Las causas principales que originaron el estallido de la gran Revolución Comunera
del siglo XVIII están relacionadas con el inicio del gobierno de Diego de los Reyes
de Balmaceda en 1717. El nuevo gobernador, un rico comerciante poseedor de una
flotilla de barcas, se hallaba establecido en Asunción desde hacía unos años. Estaba
casado con una criolla paraguaya, doña Francisca de González, emparentada con
sacerdotes de la orden jesuítica.
Las Leyes españolas promulgadas en 1680 disponían que el cargo de gobernador no
debiera ser ejercido por personas que se hallaban afincadas en la provincia o que
habían contraído matrimonio con mujeres naturales del lugar.
Estas prohibiciones se llamaban Impedimento de vecindad. Sin embargo, podían
obviarse sí solicitaban un permiso conocido como la Dispensa de Naturaleza.
Poco tiempo después que Reyes de Balmaceda asumiera el cargo, no tardaron en
plantearse los conflictos ocasionados con motivo de su designación, la cual no había
sido bien recibida por los principales vecinos de Asunción. Primero por su
vinculación con los jesuitas y luego, por la captura de los payaguá realizada por el
propio Reyes. Una parte de los indígenas fue destinada a las reducciones y otra
reservada para su servicio personal, en contra de las disposiciones ya mencionadas.
Su conducta desacertada provocó la protesta de varios importantes criollos y de los
regidores del cabildo: don José de Ávalos y Mendoza y don José de Urrúnaga,
quienes debido a sus reclamaciones fueron encarcelados por orden del gobernador.
La medida se extendió hacia otros reconocidos pobladores asuncenos, que no
pudieron recurrir a la Audiencia de Charcas –Tribunal de Justicia del cual dependía
la provincia del Paraguay – en procura de ayuda.
No obstante, varios criollos lograron comunicarse con el Tribunal de Charcas y
promovieron graves cargos contra los abusos cometidos por Reyes de Balmaceda.

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Acusaciones contra el Gobernador


Las denuncias formuladas por los vecinos de Asunción contra el Gobernador Diego
de los Reyes de Balmaceda se resumen en seis capítulos cuyos títulos son los
siguientes:
1. Carecer de la dispensa de Naturaleza para ejercer la gobernación de la provincia.
2. Llevar una guerra innecesaria a las tolderías de los payaguá, causándoles gran
mortandad.
3. Tener ocupados a 200 indígenas en el laboreo de la yerba mate, más tiempo de lo
debido, sin las compensaciones establecidas en la ley.
4. Establecer impuestos sin estar autorizado para ese fin
5. Comerciar con extranjeros (portugueses), pese a la prohibición y abusar de su
influencia para adjudicarse beneficios en el tráfico fluvial.
6. Interceptar los caminos que conducían a Charcas y mantener prisioneros a
respetables vecinos de la provincia.
Casi todas las acusaciones, en realidad, fueron una obstinada defensa de los intereses
económicos de los propietarios de tierras y encomiendas, regidores del cabildo,
comerciantes e ilustrados criollos de la provincia en contra de la agobiante
competencia jesuítica. Por otra parte, la guerra desatada contra los payaguá en las
cercanías de la capital, era más que nada un escarmiento para los indios, por sus
constantes ataques y pillajes que cometían en el tráfico fluvial, causando víctimas y
pérdidas comerciales. A esta parcialidad se los denominaba “piratas del río
Paraguay”. Probablemente, el hecho más desagradable e injusto para los colonos
haya sido la entrega de los payaguá a los jesuitas, quienes constantemente
denunciaban estas capturas y ahora se beneficiaban con ellas.
La revolución
En conocimiento de lo sucedido en el Paraguay, la Audiencia de Charcas designó a
su Fiscal, el doctor José de Antequera y Castro, en carácter de Juez Pesquisidor, con
amplias facultades y un pliego en el cual se le encomendaba el gobierno de la
provincia, si Reyes de Balmaceda era hallado culpable.
José de Antequera y Castro
Nació en la ciudad de Panamá, perteneciente al Virreinato de Nueva Granada en
1690. Perteneciente a una encumbrada familia de Castilla. Su padre, don José
Francisco de Antequera ejerció por casi toda su vida la presidencia de la Audiencia
de Charcas. Estudió en España y recibió el doctorado en jurisprudencia y teología.
Por sus méritos y por su brillante ejercicio de la profesión fue condecorado con el
título de caballero de la Orden de Alcántara y regresó a América como Oidor y
Fiscal Protector de Naturales de la Real Audiencia de Charcas, institución que lo
nombra como Juez para investigar los casos promovidos contra el Gobernador del
Paraguay. Falleció en Lima el 5 de julio de 1731.

En 1721, Antequera llegó a Asunción en ausencia de Reyes de Balmaceda, pues este


se hallaba de gira por los pueblos de las misiones. A su regreso, el juez decretó su
prisión e inició el juicio, interrogando a los testigos de ambas partes. Al término del
mismo comprobó la culpabilidad del encausado, dejó en libertad a los apresados por
él y en virtud a lo dispuesto por la Audiencia, se hizo cargo del gobierno. Sin
embargo, Reyes logró huir a Buenos Aires y de allí con ayuda de los jesuitas
gestionó su restitución en el cargo ante el Virrey de Lima, Fray Diego de Morcillo.
Este, no sólo lo repuso, sino que también lo nombró por otros cinco años más.
Balmaceda regresó a la provincia, pero fue nuevamente obligado a salir y se refugió

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en Corrientes, de donde fue secuestrado por intervención de Antequera y restituido a


la cárcel de Asunción.
Entretanto, el nuevo Virrey, José de Armendáriz, Marques de Castelfuerte insistía en
reponer a Reyes en el mando y en someter a Antequera y a los rebeldes comuneros.
Para tal fin, encomendó al Coronel Baltazar García Ross y ordenó que el Gobernador
del Río de la Plata, Bruno Mauricio de Zavala le prestara toda la ayuda material
necesaria para organizar la expedición militar contra Antequera y los comuneros.
Al conocerse la noticia en Asunción, el cabildo resolvió resistir su intervención y
expulsar a los jesuitas de su Colegio, por considerarlos enemigos de su causa y
aliados de Balmaceda. De hecho, esta actitud constituía una clara y genuina rebelión
contra los representantes de la Corona.
Desde Corrientes, García Ross con un gran ejército reforzado por indígenas de las
misiones emprendía la cruzada hacia el Paraguay. Ambas fuerzas se enfrentaron a
orillas del río Tebycuary el 25 de agosto de 1724, con un completo triunfo para los
comuneros. Tras la contienda, Antequera seguido de los principales caudillos entró y
saqueó algunos pueblos jesuitas, ocasión por la cual fue proclamado “Padre y
Defensor de la Patria”.
A pesar de la victoria obtenida, la situación de los comuneros era bastante
comprometedora y Antequera decidió viajar a Charcas para justificar su actuación.
Allí fue apresado, juntamente con Juan de Mena y otros comuneros y enviados a la
cárcel de Lima. Al tiempo que Zavala, el gobernador de Buenos Aires, era
comisionado por el Virrey para apaciguar a la provincia. Entró en Asunción sin
mucha resistencia en 1725 y ordenó de inmediato la restitución de los jesuitas a su
Colegio, a Balmaceda se lo liberó y se le obligó a salir del Paraguay para mantener
la paz pública y se le confirió en el gobierno de la provincia a Martín de Barúa, un
pacífico vecino de Santa Fe.
Mompox en el Paraguay
Barúa gobernó la provincia durante cinco años de paz y relativa tranquilidad. Casi al
término de su mandato, llegó al Paraguay Fernando de Mompox. Un aventurero, que
había escapado de la cárcel de Lima, donde conoció a Antequera. Éste, lo entusiasmó
con la causa comunera y le trasmitió sus convicciones revolucionarias.
A poco de su arribo a la provincia, Mompox asumió el liderazgo del movimiento, al
tiempo que era nombrado como gobernador, en sustitución de Barúa, Ignacio de
Soroeta, partidario de los jesuitas y de la causa de Reyes de Balmaceda.
Asesor y consejero de los revolucionarios, Mompox predicaba que “La voluntad del
común es superior a la voluntad del gobernante o del propio Rey”, desarrollando de
esta manera, ideas que antes fueron enunciadas por Antequera y otros caudillos. En
breve tiempo, el Cabildo logró reunir una multitud de comuneros que se opuso a la
transmisión del mando y solicitó nuevamente, la expulsión de los jesuitas. Ante esta
postura de los pobladores, Soroeta optó por volver a Lima e informar al Virrey sobre
la convulsionada provincia. Situación que aceleró en 1731, la ejecución de Antequera
y de Juan de Mena, tras un largo y penoso proceso.
Segunda etapa de la revolución
En vacancia de la gobernación, los comuneros eligen una Junta gubernativa con la
presidencia de José Luis Bareiro, quien sorpresivamente apresa a Mompox con la
intención de enviarlo a Lima, pero éste escapó hacia el Brasil, en donde terminó sus
días. En tanto, se conoció en la provincia la noticia del ajusticiamiento de Antequera
y en consecuencia, la reacción revolucionaria se extendió por todo el interior, hasta
Corrientes.

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La hija de Juan de Mena, doña Lorenza Mena viuda de las Llanas se vistió de blanco
en homenaje a la memoria de los dos revolucionarios caídos expresando lo siguiente:
“no debe llorarse muerte por tanta vida ofrendada a la patria”.
En julio de 1733 fue nombrado un nuevo gobernador, Agustín Manuel Calderón de
Ruyloba, quien en sus primeros actos de gobierno, exteriorizó sus simpatías hacia la
causa de los jesuitas, hecho que bastó para que los comuneros volviesen a aglutinarse
en Atyrá, Tobatí, Altos, Itá y Yaguarón. Además, ante estas actitudes, gran parte de
las milicias gubernamentales, se pasaron a las filas revolucionarias. En pleno campo
de batalla, en las cercanías de Pirayú y manifestando “Viva el Rey, muera el mal
gobierno”, los comuneros mataron a Ruiloba. Se había llegado al extremo de
asesinar a un gobernador que representaba al Rey de España. Acto seguido, los
revolucionarios invocaron una vez más la Real Provisión del 12 de setiembre de
1537 y proclamaron al Obispo de Buenos Aires, Fray Juan de Arregui como
Gobernador de la provincia, un valeroso franciscano que había defendido desde el
púlpito la causa comunera. Sin embargo, muy poco tiempo el obispo gobernó la
provincia, dejó el mando en manos de los rebeldes para dirigirse a su sede episcopal.
Por otra parte, el Virrey de Lima ordenó nuevamente a Bruno Mauricio de Zavala
que viniese a someter a la insumisa provincia del Paraguay. Para ese propósito
organizó un poderoso ejército y solicitó el concurso de 6.000 indios misioneros. Los
revolucionarios habían concentrado sus disminuidas fuerzas en Tavapy, pero la
ausencia de una jefatura enérgica, sumada a las ambiciones personales, el bando
revolucionario cayó en una completa anarquía. Los líderes más caracterizados
consideraban insostenible la situación y ante el avance de Zavala decayó el fervor
popular. Anuladas las posibilidades de resistencia, los comuneros fueron derrotados
en marzo de 1753. Así terminó la gran revolución comunera que ocasionó graves
consecuencias para la provincia del Paraguay.
Las consecuencias
Zavala dispuso medidas extremas contra la provincia, entre ellas:
1. La muerte por horca y descuartizamiento de varios comuneros, y el destierro con
la confiscación de sus bienes a otros rebeldes.
2. Dictó una sentencia declarando que la Real Provisión del 12 de septiembre de
1537, nunca estuvo en vigencia y que su uso siempre había sido ilícito, pues no
se hallaba asentada en la Recopilación de 1680.
3. Ordenó la cesantía de los Corregidores del Cabildo, vinculados con los
comuneros, y llenó los cargos vacantes con los partidarios de Virrey.
4. Decretó la prohibición absoluta de reunión o junta de personas en cualquier lugar
de la Provincia, bajo pena de ser declarados conspiradores y condenados a la
pena capital y pérdida de bienes.
5. La obligación de todas las personas de cualquier sexo, calidad o estado, de acatar,
respetar y reverenciar las Ordenes Reales, con advertencia de severos castigos.
Los lamentables resultados de la Revolución Comunera del siglo XVIII, se
proyectaron por muchos años. A las drásticas medidas dictadas por Zavala se sumó
en 1739 el mandato de la Audiencia de Charcas de restaurar el Puerto Preciso en
Santa Fe, mediante el cual los barcos paraguayas eran obligados a desembarcar a
mitad de camino. Las mercaderías eran gravadas con altos impuestos y obligadas a
ser transportadas en carretas hasta Buenos Aires. Todas estas sanciones sometieron
económicamente a la provincia.
La doctrina de la Revolución
El gran movimiento del siglo XVIII se inició a causa de la designación de Diego de
los Reyes de Balmaceda como Gobernador, pero el verdadero origen radicó en la

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lucha de intereses materiales y la tenencia de tierras e indios contra la influencia


jesuítica. Posteriormente, la revolución fue ampliando su contenido y la provincia
hizo oír su clamor y sus protestas contra el absolutismo por el desamparo, por los
excesivos impuestos económicos y por la desigualdad de oportunidades frente a las
prósperas y ricas regiones que poseía la Compañía de Jesús.
Los enunciados doctrinarios que aparecieron en todo el largo transcurrir de las luchas
comuneras fueron en todos los casos: libertad y buen gobierno. Con Mompox el
pronunciamiento comunero alcanzó una dimensión doctrinaria de gran magnitud. Él
había enunciado que “La voluntad del común no reconoce superior”, “La
autoridad de los comunes es elemental, permanente e inalienable”. Sin embargo
debe tenerse en cuenta que la autoridad del monarca nunca fue cuestionada por los
revolucionarios, inclusive cuando batallaban, proclamaban al Rey como su única
autoridad. En todos los casos las reclamaciones se ceñían a exigir un buen gobierno
local y libertad para comerciar, fuera de los agobiantes impuestos a que era sometida
la Provincia.

LAS REFORMAS BORBONICAS


La mayoría de los movimientos populares, específicamente los acontecidos en los
últimos años del siglo XVIII, fue motivada por las reformas que los reyes de la familia
Borbón realizaron tanto en España como en sus colonias de ultramar.
La política borbónica en América
En el momento que los reyes Borbones asumieron el trono español, ya habían
transcurrido dos siglos de dominación hispánica en América, para ese entonces en el
nuevo continente ya se habían experimentado algunos cambios en el orden político,
económico, social, demográfico y cultural, pero sobretodo se advertían algunos
hechos que presagiaban futuras transformaciones, entre las que señalamos:
1) La afirmación de una conciencia americana nacida en los núcleos intelectuales y
en florecientes esferas económicas.
2) Los movimientos populares que abogaban por sus reivindicaciones, sin renunciar
a la monarquía.
3) Las pretensiones de los criollos de ocupar de cargos públicos, que en su mayoría
estaban reservados para los españoles peninsulares.
Gobierno de Felipe V: Se incrementan las economías
Los primeros cambios que empezaron a experimentar los colonos de las Indias, fueron
en el orden económico, especialmente en lo relativo al comercio. Para ello se debió
pasar del rígido sistema de flotas y galeones a otro más ágil, capaz de posibilitar el
aumento del intercambio, mejorar el abastecimiento de las colonias con el objeto de
frenar el desmedido contrabando, operado tanto por los criollos como por las
autoridades administrativas con otras potencias europeas, y obtener de esta manera un
incremento en la recaudación aduanera para aliviar así, la crítica situación por la que
atravesaban las arcas del tesoro real.
El comercio de los esclavos en Indias: Otro de los cambios más importantes que se
produjeron en la organización económica a principios del siglo XVIII en América, fue
la utilización de mano de obra esclava. Las leyes protectoras de los aborígenes
originaron la escasez del trabajo indígena, por lo que el comercio de esclavos se
convirtió en un negocio muy lucrativo. El trabajo en las minas y en la agricultura fue
realizado en mayor escala por esclavos negros provenientes de África.
Los principales Estados europeos, como Inglaterra, Francia y Portugal compitieron
entre ellos, por obtener el control del abastecimiento de la servidumbre esclava en

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América. El agotamiento económico dejado por los Habsburgo, obligó a España a


firmar contratos y tratados, denominados asientos, con otras potencias, concediéndoles
la exclusividad para introducir este grupo humano, en algún puerto hispanoamericano.
En Buenos Aires, mediante el Tratado de Utrech, se autorizó en 1713 a una compañía
inglesa, la South Sea Company, para dirigir el tráfico de esclavos. Estos asientos
significaron un quiebre en el cerrado monopolio comercial que España imponía a sus
colonias. Además, los barcos negreros fueron muchas veces una especie de tapaderas
para facilitar el contrabando de otras mercancías no autorizadas por la corona.
Es difícil calcular cuántos esclavos y esclavas provenientes de Africa fueron traídos a
las colonias españolas, debido a que muchos de ellos llegaron por la vía del con-
trabando. Varios estudios afirman que fueron aproximadamente unos 3 millones de
personas introducidas en el lapso de todo el período colonial.
Barcos de registro: Una novedad interesante, introducida durante el mandato de Felipe
V fue el estímulo al comercio ultramarino mediante los barcos de registro. Estos fueron
los buques mercantes, que a partir de 1731 se les permitió zarpar libremente de España
con destino a América con la única condición de registrarse en la Casa de Contratación.
Un tiempo después, en 1740 se suprimieron las flotas y galeones. El comercio ya no
estuvo más sometido a la periodicidad de las flotas.
Gobierno de Fernando VI:
A la muerte de Felipe V en 1746, le sucedió su hijo Fernando VI, quien siguió los
consejos de los Ministros de su padre, dando gran impulso a la economía española, con
el propósito de hacer de España una gran potencia capaz de oponerse a Inglaterra, que
había pactado con Portugal, y de esta forma mantenerse libre de los ataques que los
dominios indianos estaban siendo sometidos por el imperio portugués apoyado por el
inglés. Durante su gobierno se realizó el Tratado de Permuta que afectaba directamente
a los pueblos jesuíticos de la Provincia del Paraguay, cuyos antecedentes se hallan en la
fundación de la Colonia Sacramento.
Fundación de la Colonia do Sacramento.
Desde principios del siglo XVII, los portugueses habían llevado la Línea de Tordesillas
hacia en oeste en perjuicio de las colonias españolas. La presión constante de los
bandeirantes sobre las misiones del Paraná y Uruguay motivó los desplazamientos de
varios pueblos misioneros a establecerse al sur de la provincia. Fue precisamente esa
incursión de los paulistas, efectuada en 1676, la que asoló a varias poblaciones, entre
ellas, Villarrica del Espíritu Santo y obligó su traslado a su emplazamiento definitivo.
Pero, la invasión portuguesa sobre las posesiones españolas no se limitó a las ya
conocidas, por vía terrestre sobre la extensa y estratégica zona de las misiones. También
fue organizada una importante expedición marítima al mando del gobernador de Río de
Janeiro, don Manuel Lobo, quien protagonizó la más osada penetración portuguesa en
los dominios españoles del Río de la Plata, la ocupación de la isla de San Gabriel en
1680, y la fundación de la Colonia do Sacramento, en la banda oriental del estuario,
conocida en el presente como la ciudad de Colonia, en el Uruguay
Colonia se convirtió en el punto más importante de entrada del intenso contrabando en
el Río de la Plata, especialmente de esclavos e Inglaterra se beneficiaba con este
comercio gracias al citado Tratado de Utrech.
El Tratado de Permuta.
Enero de 1750, España firmó con Portugal uno de los acuerdos más funestos para las
provincias del Río de la Plata, llamado el Tratado de Permuta. Una vez más se
consagraba la incapacidad de la diplomacia española y la habilidad de la portuguesa
respaldada por Inglaterra. El Tratado estipulaba la devolución de la Colonia do
Sacramento a España, a cambio de una inmensa región al oeste de la línea de

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Tordesillas, que llegaba hasta el río Uruguay, el río Paraná y el río Paraguay. En la
práctica el acuerdo consagraba la entrega de los siete pueblos jesuíticos de la banda
izquierda del río Uruguay, pues éstos quedaban dentro de la nueva jurisdicción
portuguesa, al norte del río Ybicuí.
La concesión territorial cedida a Portugal, despertó gran indignación, especialmente en
el Río de la Plata, en donde los jesuitas por todos los medios hicieron escuchar su voz
de protesta, sobretodo porque fueron notificados a abandonar sus reducciones con todo
el fruto de su trabajo, cuyos materiales no podrían trasladar tan fácilmente, pues estos
implicaban cultivos, yerbales y estancias. A más del elemento humano y animal que
abarcaban unos 30 mil indios, 600 mil vacunos, 500 mil caballos y mulas. El abandono
de extensas zonas de yerbales naturales, ricas praderas para el ganado, tierras aptas
para la agricultura y asentamiento para los pueblos además de la facilidad para las
comunicaciones, representaba una desventaja y un inmenso perjuicio, tanto para lo
jesuitas como para el comercio hispano.
La Guerra Guaranítica.
Los sacerdotes de la Compañía de Jesús y los indígenas se pronunciaron contra el
despojo a que fueron sometidos, y peor aun por la entrega de tantos bienes, producto de
sus esfuerzos. Las concesiones del Tratado dividieron a los jesuitas en dos grupos; unos
que por obediencia estaban dispuestos a acatar y proceder al traslado de los pueblos y
otros rebelados, instaron a los indígenas a resistir al invasor portugués. El principio de
subversión se difundió de pueblo en pueblo y, aunque no contaban con un armamento y
organización adecuados, se enfrentaron a una operación militar conjunta compuesta por
las tropas hispano- portuguesas. Luego de sangrientas batallas, las fuerzas insurrectas
comandadas por el aborigen, Capitán Sepee, fueron aniquiladas en 1756. Los jesuitas y
los guaraníes que siempre habían defendido a las autoridades hispanas y demostrado su
lealtad hacia la corona, fueron duramente castigados aun por los propios españoles. No
obstante, a las tantas pérdidas territoriales y humanas sufridas por España, los
portugueses no devolvieron la Colonia Sacramento. Recién durante el reinado de Carlos
III, se recuperaría gran parte de las jurisdicciones usurpadas por la corona de Portugal.
Gobierno de Carlos III
Carlos III, hijo de Felipe V y hermano de Fernando VI, ocupó el gobierno español en
1759. Es el representante más genuino del despotismo ilustrado español. De carácter
sencillo y austero, estuvo bien informado de los asuntos públicos. Fue consciente de su
papel político y ejerció como un auténtico jefe de Estado.
Rodeado por un equipo de asesores italianos, llevó a cabo una serie de reformas
inspiradas por el principal de ellos, el Marques de Esquilache, las que provocaron un
amplio descontento social, tanto en la metrópoli y en las colonias.
Otros ministros de Carlos III, fueron el Conde de Aranda, el Marqués de
Floridablanca y el Marques de Campomanes, quienes impusieron una serie de
medidas administrativas como el pago de impuestos sin distinción de clases. Por su
parte, el clero recibió continuos ataques a su inmunidad. Se limitó la autoridad de los
jueces diocesanos y se redujeron las amortizaciones de bienes. Además se dispuso la
libertad del comercio del trigo y la modificación de ciertas costumbres populares,
como por ejemplo el uso de capas largas y sombrero redondo de anchas alas, que
favorecían la impunidad de los delitos, propiciada por Esquilache. Esta orden, sumada
a la estrechez de malas cosechas, motivó motines callejeros. La revuelta se agravó con
el incendio de la casa de Esquilache y en consecuencia, Carlos III tuvo que dictar una
serie de medidas como el exilio de su asistente, autorización para que todos se
vistieran como quisiesen y rebaja de la venta del pan.

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Los jesuitas fueron acusados de haber instigado a la masa popular en Madrid, contra
Esquilache y además, de la rebeldía que se produjo en los pueblos misioneros con
motivo del Tratado de Permuta, que desembocó en la guerra guaranítica. La acción
desencadenó una campaña contra la Compañía de Jesús y se los culpó también de toda
clase de delitos cometidos en el Paraguay contra los colonos y de intentar un
predominio por encima de la Corona. El ministro portugués, el marques de Pombal, se
encargó de difamar a la Compañía de Jesús por toda Europa, acusándolos de poseer un
poder muy independiente que atentaba contra monarquía española y de querer crear un
reino propio e incluso la pretensión de atentar contra la vida del Rey Carlos III. Este,
influenciado por su Ministro, el conde de Aranda, decretó el 27 de febrero de 1767 la
expulsión definitiva de los jesuitas de todos sus dominios americanos.
Expulsados los religiosos, los indios no retornaron a la selva, como se temía, pero los
pueblos de las antiguas Misiones comenzaron a declinar y a debilitarse. La codicia e
ineptitud de los administradores españoles que reemplazaron a los jesuitas no
permitieron continuar la obra civilizadora. Sólo les interesaba descubrir las enormes
riquezas, que supuestamente habían enterrado los misioneros, antes de su expatriación.
Nada de eso fue hallado y se dedicaron entonces al substraer todo lo valioso de los
monumentos religiosos, de la platería y de los ornamentos de las iglesias. Sin embargo,
no desaparecieron completamente ni los talleres ni las escuelas, pero se perdió su
antiguo esplendor y en consecuencia, la población de las misiones se redujo
sensiblemente y la inmensa obra emprendida por los jesuitas a inicios del siglo XVII,
sufrió un serio deterioro.
El Tratado de San Ildefonso
Este tratado constituye el último capítulo del largo litigio colonial hispano portugués,
firmado el 1º de Octubre de 1777, mediante el cual España recuperaba un extenso
territorio comprendido entre el Océano Atlántico y el río Uruguay, incluyendo a los
siete pueblos misioneros. Sus principales cláusulas señalaban:
1º) Portugal cedía a la corona española la Colonia do Sacramento
2º) Se estipuló que la navegación por el Río de la Plata y el Uruguay y los terrenos de
las dos márgenes, pertenecían exclusivamente a la Corona española.
3º) España cedía a Portugal parte de la laguna Merín y tierras en el Amazonas y
Devolvía la Isla de Santa Catalina. En cuanto a los límites entre Paraguay y Brasil,
se mantuvieron los del tratado de 1750. No obstante los portugueses no respetaron este
acuerdo. Violando los límites jurisdiccionales, avanzaron hasta el Igatimí, desde
donde posteriormente fueron expulsados por el Gobernador del Paraguay, Agustín
Fernando de Pinedo.
Reformas de Carlos III en Río de la Plata y en el Paraguay.
Con el fin de recuperar el poderío naval y militar, completamente arruinado tras la
guerra de los Siete años, en que España se alío con Francia en contra de Inglaterra,
Carlos III necesitó incrementar los impuestos y para ello aumentó el comercio con
América habilitando nuevos puertos. Para el efecto, promulgó el Reglamento de
comercio libre entre España Indias en 1778. Esta medida completó las reformas
comerciales destinadas a impulsar la expansión económica. Se autorizó el comercio
directo entre trece puertos de España y veinticuatro puertos americanos, entre ellos
Buenos Aires, por donde entraban los productos destinados al Paraguay.
Esta medida económica fue acompañada con otras de carácter político como la creación
del Virreinato del Rió de la Plata en 1776 y de las Intendencias y Gobernaciones
Militares en 1782.
El Rey pensaba que la región del Río de la Plata constituía una extraordinaria unidad
geográfica y sí se lo transformaba en una unidad política, contendría eficazmente las

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invasiones portuguesas. Por medio de una ley dictada el 11 de agosto de 1776 creó el
Virreinato del Río de la Plata.
El nuevo virreinato comprendía los actuales territorios del Paraguay, Bolivia, Uruguay,
Argentina, Río Grande del Sur y Santa Catalina. Desde su creación se incluyeron en su
jurisdicción las gobernaciones del Paraguay, Buenos Aires, Tucumán y Cuyo, así como
el territorio del Alto Perú, gobernado por la Audiencia de Charcas, rico en metales
preciosos y que el rey consideraba indispensable incluirlo en el nuevo virreinato como
fuente de recursos para la administración. El primer Virrey designado fue Pedro de
Cevallos.
El régimen de las intendencias en el Río de la Plata.
En 1782, el virreinato del Río de la Plata fue dividido en ocho intendencias y cuatro
gobernaciones subordinadas. Al frente de cada Intendencia se colocó a un Gobernador
Intendente con vastos poderes, quienes gobernaban sus territorios por cinco años y se
hallaban sometidos solamente a la autoridad del Virrey y al Juicio de Residencia. Entre
las funciones más importantes de los intendentes sobresalían, las de Hacienda, Guerra,
Policía y Justicia. Esta nueva forma de gobierno agilizó las administraciones locales. El
Paraguay fue una de las ocho intendencias del Río de la Plata.
Funciones de los Intendentes

Hacienda
Guerra
Percibían los Controlaban el
tributos, abastecimiento, los
sueltos y el equipo
controlaban militar.
las finanzas
de los
cabildos

Justicia
Policía
Vigilaban el Fallaban en los
cumplimiento de pleitos civiles y
las leyes, la
conservación del
criminales, con
orden. apelación ante la
Audiencia

Carlos IV
Carlos III, falleció en 1788 y con él, se apagó uno de los más importantes reinados de
España. Le sucedió su hijo con el nombre de Carlos IV, quien continuó las reformas de
su padre y aunque no estaba exento de experiencia política, no tenía el talento y la
energía que las circunstancias en que iba a verse envuelto. La promoción de las
manufacturas o el fomento de las Sociedades Económicas marcaron, también, una línea
de continuidad de la política ilustrada. Su gobierno coincidió con la Revolución
Francesa y la invasión a España de los ejércitos franceses dirigidos por Napoleón
Bonaparte.
El Paraguay en la segunda mitad del siglo XVIII
La segunda mitad del siglo XVIII paraguayo coincidió con la culminación de la
Revolución Comunera, cuya consecuencia motivó el desplazamiento de la antigua clase
criolla de su participación en la vida pública. Las últimas décadas de esta centuria se
diferenciaron completamente de las anteriores en todos los ordenes y fue en este periodo

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en donde se inició la formación de una conciencia nacional paraguaya, provocando al


mismo tiempo, el más firme enfrentamiento con el sistema político colonial,
establecido por los Borbones.
Las transformaciones sucedidas en el Paraguay en ese lapso, fueron en los aspectos
demográficos, sociales, económicos, culturales y políticos.
Aspectos demográficos
La gran característica del siglo XVIII paraguayo fue el poblamiento: de 40.000
habitantes que vivían en la provincia hacia 1700, se pasó a casi 100.000 antes de
finalizar el año 1800. La población se extendió hacia áreas más extensas y abarcó casi
toda la Región Oriental. Sin embargo el crecimiento siguió siendo vegetativo, con una
poca inmigración, pues la mayoría de los extranjeros, generalmente se afincaban en las
provincias marítimas.
Otras particularidades fueron la desaparición de los bandeirantes y la contención de los
indígenas chaqueños, hechos que trajeron seguridad al litoral y zonas aledañas, así como
también a los yerbales. Asimismo, se tornó más viable la dispersión y la comunicación
de los habitantes por el área rural.
Dos naturalistas españoles, Félix de Azara y Juan Francisco Aguirre fueron enviados
por la Corona española para realizar las demarcaciones de límites de la provincia del
Paraguay. Entre sus múltiples actividades, recorrieron todo el territorio y realizaron
censos de la población. En 1793, Azara estimaba la población total de la provincia en
97.480 habitantes. En el siguiente cuadro se ilustran el empadronamiento y la
distribución por grupos sociales realizados por el citado científico.
Españoles, Habitantes de Españoles de Habitantes de
criollos y pueblos de indios los pueblos de los pueblos
mestizos de villas indios no de pardos y
y ciudades registrados en mulatos
sus padrones
63.521 26.742 5.533 1.684

En este periodo se pueden distinguir dos tipos de poblaciones, en primer término, las
villas y ciudades fundadas por orden de las autoridades y los valles y capillas del medio
rural, de poblamiento espontáneo. Estas últimas, las más numerosas y las que reunieron
más cantidad de pobladores.
Los gobiernos del periodo borbónico, fueron más ordenados y se mostraron más
efectivos en cuanto al fomento económico y para el cumplimiento de ese propósito
ordenaron la fundación de villas y ciudades con el objetivos de incrementar la agro-
ganadería y la obtención de otros recursos.
Una cadena de fortificaciones fue extendida a lo largo del litoral. Estas impedían las
correrías de los indígenas chaqueños y las incursiones de los portugueses, entre ellos el
fuerte de San Carlos sobre el río Apa y el de Borbón, en el extremo norte. Así los
portugueses fueron expulsados de Igatimí y se cerró a los mbayá, el acceso a la
Cordillera, pero, gracias también a las poblaciones agrícolas que se agruparon en torno a
las capillas. Antes de la Revolución Comunera, ya se habían fundado, en 1714, la
Villeta de San Felipe Borbón del Guarnpitán y en 1715, la Villa de San Isidro Labrador
de Curuguaty. Más tarde, fueron fundadas, la Emboscada, un pueblo de negros y
mulatos libres, la Villa Real de la Concepción, la Villa de Nuestra Señora del Pilar del
Ñeembucú, además de las poblaciones de Nuestra Señora del Rosario del Cuarepotí, de
San Pedro Apóstol del Ycuá Mandiyú y de Remolinos

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Aspectos sociales
Con la decadencia de la encomienda, la antigua clase directiva criolla, descendiente de
los conquistadores y de los comuneros, se dispersó a las poblaciones rurales, formando
una clase terrateniente, dedicada al fomento de la ganadería y cediendo sus posiciones
en el cabildo, a los comerciantes españoles arribados al Paraguay en los últimos años
coloniales. Antes de terminar el siglo, las milicias provinciales fueron reorganizadas y
muchos criollos terratenientes enviaron a sus hijos a la capital con el fin de alistarse.
Entre ellos, figuraban entre ellos, los Yegros, los Cabañas, los Montiel, quienes
ocuparon las jerarquías medias de la oficialidad y más tarde accederían a los mandos
superiores, convirtiéndose en los líderes de la independencia.
Es importante señalar, que la apertura del puerto de Buenos Aires y las trans-
formaciones de la Revolución Industrial, con el consiguiente incremento de la
circulación de las riquezas, trajeron al Paraguay a numerosos mercaderes españoles y
algunos extranjeros. También vinieron los funcionarios, que con motivo de la
reorganización administrativa, se radicaron en los centros urbanos de la provincia y
contribuyeron a dar vida a las actividades económicas. Aunque muchos de ellos se
casaron con mujeres pertenecientes a las principales familias patricias y se incorporaron
a la vida pública, casi no se asimilaron al medio y a sus costumbres, hechos que se
demostraron en 1811, al no compartir el sentir general de los paraguayos.
Por debajo de esa clase se hallaban los criollos y mestizos, con menos recursos
económicos, dedicados a la agricultura, al trajín de las carretas y a otras duras tareas,
que a veces oficiaban como peones en las estancias criollas más pudientes.
El proceso del mestizaje siguió avanzando. En la segunda mitad del siglo VII había
cuatro indígenas por cada habitante considerado en el status de español (criollos,
mestizos), cien años después había dos de este último grupo, por un o una indígena. Los
habitantes pertenecientes a las ex misiones fueron incorporándose paulatinamente al
mestizaje y se generalizó la adopción del guaraní como lengua de uso corriente de la
población no indígena, con status de española
En cuanto a la población mulata o parda, los libres generalmente habitaban los pueblos
de Emboscada, Tavapy y Areguá. En número de esclavos era escaso, con relación a
otras intendencias del virreinato e iban paulatinamente consiguiendo su libertad.
Aspectos económicos:
La ocupación del territorio rural, el crecimiento de la población y, en especial, la
apertura del puerto de Buenos Aires, determinaron cambios trascendentes en la vida
económica de la provincia. La agricultura seguía constituyendo la actividad destacada a
la que se dedicaba la mayor parte de la población sin perjuicio de la producción
yerbatera y del incremento ganadero.
Las fundaciones de Villa Real de Concepción, del Ycuamandiyú y de la Villa de
Cuarepotí, abrieron nuevos yerbales y bosques a la explotación de este rubro. Antes de
finalizar el siglo trabajaban en la zona, unos 50 propietarios con casi 400 empleados.
La ganadería, prosperaba abundantemente en los campos de Concepción, del
Ñeembucú, del Sur de Paraguarí y de las ex misiones jesuíticas. También existían ricas
estancias en algunos pueblos de indios, como los de Yaguarón, San Joaquín y Caazapá.
El estanco del tabaco, se había estab1ecido en el Paraguay en 1778, dando un gran
estímulo a este sembrado. Además de su comercio seguro, mucha gente se empeñó en
cultivar tabaco pues una orden de virrey eximía de prestar el Servicio Militar a todos
aquellos que se matriculaban en dicho establecimiento, pero al mismo tiempo se
prohibía a los cosecheros exportar a otras provincias sino estancarlos en los depósitos
autorizados por el gobierno.

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Se denomina estanco a la oficina o depósito donde se venden productos, géneros o


artículos estancados, entre ellos el tabaco, la sal, las cerillas, etc.

En Yaguarón funcionaba una fábrica de tabaco negro torcido con expertos portugueses,
estos fueron los primeros técnicos extranjeros venidos al Paraguay. La exportación del
tabaco constituyó una de las mayores fuentes de ingreso de la provincia y motivo de
disputas por las trabas y gravámenes que las autoridades de Buenos Aires les imponía.
Otros productos agrícolas muy tradicionales en la provincia aun conservaban su
importancia como la caña de azúcar, la mandioca, el algodón, la miel. Se fomentó
asimismo la industrialización del guembé para cables y calabrotes que se exportaba para
los navíos apostados en el Río de la Plata.
El comercio paraguayo se efectuaba preferentemente con las ciudades del Río de la
Plata, mediante a las embarcaciones, construidas en el país. Las tripulaciones que
anteriormente eran ocupadas por los indios de las encomiendas, paulatinamente iban
siendo sustituidas por marineros criollos, mestizos y mulatos.
El comercio al detalle, combinado muchas veces con la provisión de frutos de la tierra,
se asentaba en los principales pueblos y ciudades. Asunción contaba en 1800 con 40
tiendas, 7 pulperías y 7 platerías
Los monarcas Borbones prestaron especial importancia a la percepción de impuestos y
para ese fin perfeccionaron sus métodos. La Real Hacienda, oficina encargada de
recaudar los gravámenes contaba con funcionarios capaces para ello, llamados
Ministros Principales. Estos residían en Asunción y tenían un cuerpo de colaboradores
en Villa Rica, Curuguaty, Pilar del Ñeembucú y Villa Real de Concepción.
Los gravámenes, seguían siendo los mismos del siglo anterior, pero en forma bastante
más acentuada: la sisa, alcabala, arbitrio, almojarifazgo, diezmos, etc., pesaban sobre
las actividades productivas y las exportaciones del Paraguay. Se beneficiaban con tales
cargas impositivas Buenos Aires, Montevideo y Santa Fe, en tanto que la defensa de la
provincia paraguaya no recibía ni una parte del caudal recaudado. Por otra parte no
debemos olvidar que también a más de las dificultades y cargas que soportaba el
Paraguay, sus productos abonaban en Santa Fe otro impuesto conocido como el Puerto
Preciso
Con el comercio interprovincial, comenzó a circular moneda metálica, y crecieron las
necesidades y los medios de satisfacerlos. Gracias a la paulatina extinción de la
encomienda, se generalizó el trabajo asalariado
Aspectos culturales:
Por la propia iniciativa de la crecida población rural, agrupada en “capillas” o pequeños
núcleos urbanos, se habían fundado en cada partido una escuela de las primeras letras,
las que se hallaban dirigidas por un maestro. Sin embargo, la enseñanza se mantenía a
un nivel elemental –lectura, escritura, operaciones matemáticas fundamentales y los
rudimentos de la doctrina cristiana- y reservada casi exclusivamente a los varones de las
familias españolas y criollas. No obstante, sí estos deseaban continuar sus estudios
debían trasladarse a otros establecimientos del Río de la Plata o a las ciudades del
Pacífico, pues la provincia carecía de instituciones de nivel superior.
Desde el gobierno de Hernandarias se había solicitado la apertura de una universidad,
pero la Corona no había accedido a dicha petición. Recordemos que los jesuitas abrieron
el Colegio de Asunción en 1609, con cursos de Gramática, Artes Liberales y Teología
Moral, que ostentaban un nivel de enseñanza interesante, pero con la expulsión de los
misiones se cerró dicho colegio y en consecuencia, la provincia quedó sin instituciones
superiores. Las autoridades juntamente con las familias criollas y españolas
promovieron de nuevo la solicitud de abrir la ansiada universidad, y para evitar una

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carga muy pesada a la Real Hacienda, ya desde las primeras gestiones, los principales
vecinos comprometieron, ante notario, contribuir para su fundación y mantenimiento,
pero la Corona dictaminó que los fondos obtenidos en la colecta se aplicarían a la
creación de un Seminario bajo la dirección del Obispo. En virtud de la Real Cédula del
23 de agosto de 1776, confirmada y ampliada, por otras de 1779 y 1780, quedó así
erigido el Real Colegio Seminario de San Carlos, siendo gobernador de la provincia
Agustín Fernando de Pinedo. Para solucionar algunos problemas de índole económico
se solicitó utilizar los bienes muebles e inmuebles, que habían pertenecido a la
Compañía de Jesús
La inauguración de dicho Colegio se produjo el 13 de abril de 1783, con la presencia del
Gobernador Pedro Melo de Portugal, el Cabildo Eclesiástico, autoridades provinciales
y vecinos y vecinas prominentes de Asunción. El Gobernador hizo entrega formal de
las becas, otorgadas por la Corona a los primeros seminaristas.
El Plan de Estudios fue aprobado en 1786; estableció tres secciones: 1) Teología, Moral
y Dogmática, 2) Filosofía y Artes: Comprendía Lógica, Física y Metafísica de
Aristóteles y 3) Gramática y Latín. Los cursos eran trienales; se tomaban pruebas
públicas. Los estudiantes se clasificaban en colegiales (internos) y manteistas
(externos).
Los primeros estatutos fueron redactados por el Gobernador Joaquín de Alós y Bru,
quien insistió en que no se hiciesen distinciones de clases. Comprobamos que dicha
orden se cumplió en parte, pues allí se ordenaron indígenas como Venancio Toubé, Juan
de la Cruz Yaguareté y Domingo Guainaré.
De este mismo pensamiento fue el gobernador Lázaro de Rivera, partidario de extender
los beneficios de la educación hasta los demás aborígenes, los cuales debían aprender a
expresarse oralmente y por escrito en lengua española. Rivera proponía la creación de
una escuela central en Asunción a la cual concurrirían los varones mejor dotados de
todos los pueblos indígenas para luego volver a sus pueblos y enseñar a sus
conterráneos. Rivera consideraba que para integrar a los naturales a la vida provincial
era necesaria su coeducación con los jóvenes pertenecientes a familias criollas o
españolas. Pese a los buenos propósitos del gobernador no pudo realizar su proyecto.
Subsistió en la capital una escuela de las primeras letras a cargo del maestro José
Gabriel Téllez, que enseñó durante cuarenta años.
Aspectos políticos
La administración se volvió más eficaz con la creación del Virreinato del Río de la
Plata y la división de éste en ocho Intendencias y cuatro gobernaciones. Esta
circunstancia contribuyó a la decadencia del Cabildo como centro de acción política.
Por otra parte, una administración más eficiente exigió mayor rigurosidad en la
recaudación de los impuestos. Se extinguió asimismo, la práctica de la venta de los
cargos gubernativos, que mucho había conspirado contra las posibilidades de una
administración aceptable en los siglos anteriores. Los gobernadores fueron
seleccionados con otros criterios y apareció el funcionario de carrera. Este, desplazó a
la antigua autoridad local, (alcaldes, regidores, alguaciles y otros funcionarios del
Cabildo) situación determinante en el marginamiento de la dirigencia criolla
Los gobernadores que ocuparon el mando de la provincia del Paraguay en los últimos
lustros del siglo XVIII e inicios del XIX fueron
Agustín Fernando de Pinedo: Gobernó desde 1772 a 1778. Durante su mandato se
creó el virreinato del Río de la Plata y se firmó el Tratado de San Ildefonso. Igualmente
se solicitó la apertura del Colegio de San Carlos.
En 1773 se fundó Villa Real de la Concepción con el propósito de controlar las correrías
de los mbayá, detener el avance de los portugueses y establecer un punto de enlace con

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la provincia del Alto Perú. En 1777, desalojó a los portugueses que se habían
establecido en Igatimí y asimismo en un pormenorizado informe relató a la Corona la
situación general del Paraguay.
Pedro Melo de Portugal. Gobernó desde 1778 a 1787, fue el primer gobernador
Intendente. Inició su mandato visitando toda la provincia e informó al Rey de la riqueza
de la tierra y de la extrema pobreza de su gente. En consecuencia, inició el florecimiento
de la provincia con la fundación de varias villas a lo largo de la ribera del río Paraguay.
Gracias a su gestión el Virrey del Río de la Plata devolvió a la jurisdicción paraguaya
los trece pueblos jesuíticos situados entre los ríos Paraná y Uruguay que habían sido
separados en 1726, durante la etapa pacífica de la revolución comunera. También, Melo
de Portugal desarrolló la economía y el comerció. En 1793 fue nombrado Virrey del
Río de la Plata.
Joaquín de Alós y Bru. Gobernó desde 17871 a 1796. Recién bajo su administración
se reincorporaron los pueblos misioneros recuperados por su antecesor. Fundó algunos
pueblos en la zona del Ñeembucú y envió al coronel José de Espínola y Peña que
explorase por una vía paralela al Bermejo una comunicación con Salta y Jujuy.
Lázaro de Rivera y Espinoza de los Monteros. Gobernó desde 1796 a 1806. Organizó
el mencionado censo de población que arrojó la cifra de 97.480 habitantes que vivían
en 37 ciudades y pueblos de familias españolas y criollas; 26 pueblos o reducciones de
indios y 3 pueblos de mulatos o pardos. Realizó campaña contra los naturales del Chaco
que asolaban las poblaciones ribereñas, se preocupó por el fomento de la economía
agropecuaria y por la de los varones de la provincia. Igualmente ordenó la fundación en
1798 de San Juan Nepomuceno, el último pueblo de indios establecido en la Provincia.
Bernardo de Velazco y Huidobro. Fue el último gobernador español en la provincia
del Paraguay. Gobernó desde 1806 a 1811. Bajo su administración se unificaron los
gobiernos de la Intendencia del Paraguay y del territorio de Misiones. Al poco tiempo
de asumir el gobierno fue llamado por el Virrey del Río de la Plata para colaborar en la
defensa contra los ingleses, en donde sobresalió como un experto militar. A su retorno
se ocupó de prosperar a la provincia de manera eficiente con el incremento de la
exportación de yerba y tabaco y otros rubros. Fue intimado en la noche por los
revolucionarios y entregó el mando de la gobernación en la mañana del 15 de mayo de
1811.

UNIDAD VII: LA INDEPENDENCIA


EL SIGLO XIX PARAGUAYO
LA INDEPENDENCIA
Ocaso del poder colonial en América
A pesar del esfuerzo realizado por los Borbones para reformar y conservar sus colonias,
este resultó infructuoso a la hora de rectificar el rumbo que iban tomando los
acontecimientos en América. Era evidente e inevitable la emancipación de las colonias
americanas. Las ideas liberales políticas, económicas y sociales preconizadas y
difundidas por la Enciclopedia y los representantes de la Ilustración, recogidas y
utilizadas en la Revolución de la Independencia de las trece colonias inglesas y
posteriormente por los autores de la Revolución Francesa, pero con acciones más
radicales quebraron las bases del antiguo sistema absolutista español.
Sin embargo no fueron sólo los motivos ideológicos o los descontentos político-
sociales o las pesadas cargas económicas que debían soportar la colonia, sino también
otros acontecimientos de orden externo favorecieron la emancipación de las colonias
españolas. Entre ellas mencionamos las que atañen directamente al Río de la Pata

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como las invasiones inglesas y el Carlotismo y otra de carácter general para toda
Hispanoamérica como fue la invasión de Napoleón Bonaparte a la Península Ibérica.
CAUSAS GENERALES DE LA INDEPENDENCIA
Causas ideológicas
A pesar del esfuerzo realizado por los Borbones para reformar y conservar sus colonias,
este resultó infructuoso a la hora de rectificar el rumbo que iban tomando los
acontecimientos en América. Era evidente e inevitable la emancipación de las colonias
americanas. Las ideas liberales políticas, económicas y sociales difundidas y
preconizadas por la Enciclopedia y los representantes de la Ilustración, recogidas y
utilizadas en la Revolución de la Independencia de las trece colonias inglesas y
posteriormente por los autores de la Revolución Francesa, pero con acciones más
radicales, quebraron las bases del antiguo sistema absolutista español.
Sin embargo no fueron sólo los motivos ideológicos o los descontentos político-
sociales o las pesadas cargas económica que debía soportar la colonia, sino también
otros acontecimientos de orden externo favorecieron la emancipación de las colonias
españolas en América. Entre ellas, se mencionan las que atañen directamente al Río de
la Pata como las invasiones inglesas y otra de carácter general para toda
Hispanoamérica como fue la invasión de Napoleón Bonaparte a la Península Ibérica.
Causas Políticas
Las invasiones inglesas
Al iniciarse el siglo XIX, España se había aliado con el Emperador de Francia
Napoleón Bonaparte en contra de Inglaterra. En 1804, le declaró la y un año después, la
flota inglesa vencía estrepitosamente en la batalla de Trafalgar a la escuadra franco -
hispana. Esta victoria confirmaba la incuestionable supremacía naval inglesa. Por esa
razón el almirantazgo inglés decidió impulsar una política agresiva contra los dominios
coloniales de las potencias aliadas del emperador francés. Así apoyada en su fuerza
naval, Inglaterra invadió el Río de la Plata por dos veces consecutivas; en 1806 y en
1807. En la primera oportunidad, la armada británica, ocupó Buenos Aires en el mes
de junio de 1806. El virrey Rafael de Sobremonte, sorprendido por la invasión,
abandonó urgentemente la capital refugiándose en Córdoba. Razón por la que
influyentes personajes, le obligaron a renunciar.
La defensa fue organizada por el Capitán, Santiago de Liniers con tropas reclutadas en
Montevideo y otras provincias, entre ellas el Paraguay que contribuyó con unos 550
soldados y oficiales. En este contingente figuran varios nombres de quienes en poco
tiempo se harían notables como Fulgencio y Antonio Tomás Yegros, José Fernández
Montiel, Cristóbal Insaurralde, Gervasio Acosta, Benito Villanueva, Fernando de la
Mora y otros. En dos meses, los ingleses fueron vencidos evacuaron Buenos Aires. No
obstante, al año siguiente, volvieron a invadir y ocuparon Montevideo. El Paraguay
volvió a colaborar con más de 400 efectivos, muriendo muchos de ellos en la defensa
del sitio. Desde esa ciudad, los invasores intentaron de nuevo ocupar la capital
bonaerense y fue en esa oportunidad que el gobernador Velasco, demostró su gran
experiencia como veterano militar siendo uno de los más dinámicos jefes de la
defensa...
La victoria de las fuerzas militares coloniales permitió a muchos de los paraguayos que
pelearon en la defensa, tomar conciencia de su capacidad de lucha; compenetrarse con
las ideas y las prácticas de la política y el comercio, difundidas por los ingleses a través
del semanario “La Estrella del Sur” publicado en Montevideo, el cual denunciaba los
males de la gobernación hispana en el Río de la Plata, pues debemos señalar que la
política de la Corona había decaído notablemente con la muerte de Carlos III y el

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advenimiento de su hijo Carlos IV, quien era manejado por el Ministro Godoy,
instrumento de Napoleón.
Además las invasiones inglesas tuvieron serias implicancias financieras. El resultado
ocasionó un déficit de más de un millón de pesos fuertes, suma que debía ser
prorrateada por las ciudades integrantes del Virreinato, con un aporte según su
capacidad, por el espacio de dos años. Situación que agravó el malestar entre los
colonos.

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La invasión de Napoleón, Emperador de Francia, a la península Ibérica.


Napoleón Bonaparte, gobernaba Francia desde 1799, primero como Cónsul de la joven
República y luego desde 1804 como Emperador. Desde los inicios del siglo XIX,
impuso su soberanía sobre gran parte de Europa mediante la conquista y alianza de
varios Estados. Uno de sus opositores más tenaces era Inglaterra a quien no logró
someter. Sin embargo, decretó el bloqueo económico prohibiendo a los Estados
europeos que comerciaran con Gran Bretaña, para que esta nación no pudiera comprar
alimentos ni vender sus productos industriales, sucesos que acarrearían su derrota
económica.
Portugal se había negado a participar en el bloqueo contra Inglaterra y en consecuencia
Napoleón decidió conquistar este país y, al mismo tiempo, someter a España. El Rey
Carlos IV, prácticamente había dejado el gobierno en manos de su favorito Godoy,
quien firmó con Napoleón un tratado que permitía a las tropas francesas atravesar el
territorio español para conquistar Portugal. Al mismo tiempo solicitó al Rey y a su hijo
Fernando que acudieran a Francia a entrevistarse con el Emperador. Una vez allí, Carlos
IV fue obligado a renunciar a favor de su hijo Fernando. Napoleón, apresó al heredero y
entregó la corona a su hermano, José Bonaparte.
El pueblo español se levantó contra las tropas francesas y en el sur se estableció la
Junta Suprema de Sevilla para gobernar como Consejo de Regencia en representación
del verdadero Rey, Fernando VII.
La ocupación napoleónica a España, precipitó los movimientos de emancipación en
América. Las autoridades coloniales e incluso muchos criollos se mantuvieron fieles al
Rey Fernando VII y rechazaron a los enviados franceses que solicitaban reconocer a
José Bonaparte como monarca.
-La Independencia de la provincia de Buenos Aires.
En Buenos Aires también existía un ambiente propicio gracias a la experiencia contra
los ingleses. Los patriotas porteños aprovechando la invasión de Napoleón a España se
reunieron el 25 de mayo de 1810, en un Cabildo abierto y derrocaron al Virrey,
Baltazar Hidalgo de Cisneros, en su reemplazo se formó una Junta Gubernativa, de la
cual fue secretario el precursor Mariano Moreno.
- Pretensiones de la Junta de Buenos Aires. El Congreso del 24 de julio de 1810
La recién creada Junta de Buenos Aires pretendió formar una gran nación con las
intendencias y gobernaciones integrantes del virreinato. Con ese propósito envió
delegados a todas las provincias. Fue comisionado al Paraguay, el Coronel José de
Espínola y Peña, un criollo paraguayo, quien se había desempañado anteriormente como
Comandante de las Milicias en Concepción. El gobernador Velasco no le permitió su
entrada, en consecuencia su misión fracasó huyendo a Buenos Aires. Allá, Espínola y
Peña, informó a la Junta bonarense que el ambiente era favorable, pero que era
necesaria una fuerza militar para vencer al gobernador y a los demás españoles. Tal
afirmación era completamente falsa, pues existían en la provincia grupos partidarios de
la unión con Buenos Aires, especialmente por razones económicas, eran éstos los
comerciantes y perderían sus negocios en el caso de un rompimiento definitivo con la
capital del Plata.
Consiguientemente el Paraguay, aun bajo el dominio español, se preparó para la defensa
de las pretensiones porteñas. Velasco reunió a un grupo de españoles y criollos en un
Congreso, celebrado el 24 de julio de 1810.
- El Congreso del 24 de julio de 1810:
El Congreso presidido por el gobernador Velasco dictaminó las siguientes
resoluciones:

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ü Reconocer la autoridad del Consejo de Regencia en representación del rey Fernando


VII, entonces prisionero de los franceses, y jurar fidelidad al Rey;
ü Guardar amistad y buena vecindad con la Junta de Buenos Aires, pero sin reconocer
su autoridad;
ü Crear una Junta de Guerra para la defensa de la Provincia. Para ese fin se recogieron
todas las armas que se hallaban en poder de los particulares y se movilizaron a las
tropas para la protección de la provincia.
Las tendencias ideológicas en la provincia
Los asistentes al Congreso celebrado el 24 de julio, demostraron muy claramente sus
tendencias ideológicas durante la sesión, las mismas que nacieron a principios del siglo
XIX definidas como la españolista, porteñista y autonomista o nacionalista.
El primer sector, se hallaba en ejercicio y usufructo del poder, sí bien con el descrédito,
resultado de los grandes errores de sus reyes y de la decadencia del absolutismo, hasta el
término de la primera década, el grupo españolista, integrado por el gobernador, los
comerciantes afincados en la provincia y las demás autoridades; controlaba la política,
el ejército, el Cabildo y la administración pública, sin embargo, se sentían alarmados,
pues veían que la actividad porteña se extendía y podía hallar buen terreno entre los
paraguayos. Fueron los más radicales en hacer frente a las pretensiones de la Junta de
Buenos Aires y apoyaron firmemente a Velasco.
El otro grupo cobró bastante fuerza a partir de la instalación de la Junta de Buenos Aires
y su enérgico propósito de convenirse ésta, en sucesora de la derrocada autoridad
virreinal. A los integrantes de esta bandería, el pueblo paraguayo los llamó porteñistas,
con gran propiedad y acierto porque sobre todas las cosas ponían la grandeza y el poder
de la capital. Fueron en realidad los primeros unitarios del Plata. Extendieron sus
intereses con mucha discreción y trabajaron con astucia para derrocar al poder español
para que la provincia del Paraguay se sometiese a la Junta de Buenos Aires. Entre los
más destacados simpatizantes de este grupo se hallaba, el Asesor del Gobierno, Dr.
Pedro Somellera, quien se carteaba secretamente con el doctor Castelli, prominente
figura del gobierno bonaerense, también figuraban entre otros, los señores Marcelino
Rodríguez, Manuel Hidalgo, José de María, los sacerdotes José Félix Sarmiento y José
Baca.
Al mismo tiempo en que ambos sectores trabajaban intensamente, fue naciendo una
identidad nacional entre los criollos paraguayos. Este grupo denominado también
autonomista, era partidario de la revolución. Como los demás criollos americanos, no
estaban satisfechos con el régimen español. No obstante, a las reformas realizadas por
los últimos monarcas, el Paraguay seguía soportando injusticias y explotaciones. En
1810, la provincia, a pesar de sus riquezas naturales y la calidad de su material humano,
estaba atrasada y pobre. El régimen de las encomiendas; el servicio de las milicias, que
exigía el envío constante de criollos para integrar los ejércitos del Plata o servir en
lejanos fortines; el estanco del tabaco, a más de otros fuertes gravámenes, eran pesadas
cargas que la provincia debía soportar. Por otra parte, el Paraguay a más de la
dominación española, también sufrió en el transcurso de la colonia el poder de su
capital, Buenos Aires. Antiguos rencores, ofensas, ultrajes e injusticias separaban a
Asunción de las ciudades del Plata. Buenos Aires, usando y abusando del dominio de su
puerto, única salida del Paraguay al mundo, creó un régimen de servidumbre y
arbitrariedad. La independencia paraguaya, podía significar un grave peligro, salir de
una sujeción para caer en otra más odiosa. “No cambiar de amo” fue entonces el sentir
de todos los criollos. Entre sus exponentes se hallaban el doctor José Gaspar Rodríguez
de Francia, Mariano Antonio Molas, Juan Francisco Recalde, los hermanos Saens

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Martínez, Fernando de la Mora, Pedro Juan Caballero, Vicente Ignacio Iturbe, entre
otros
- Misión militar de Belgrano
La Junta de Buenos Aires, en conocimiento de las decisiones del Congreso del 24 de
Julio, resolvió enviar una expedición militar al mando del general Manuel Belgrano.
Como segundo jefe venia un paraguayo, José Ildefonso Machaín, además otros criollos
paraguayos también integraron el ejército porteño. Belgrano pensó que al ingresar al
territorio paraguayo, numerosas personas se le presentarían como voluntarias, pero al
contrario, todos los habitantes abandonaban sus casas llevándose sus pertenencias y
animales. Las milicias porteñas avanzaron hasta Paraguarí donde se enfrentaron el 9 de
enero de 1811 con las tropas paraguayas, al mando del propio gobernador don Bernardo
de Velasco. Esta batalla conocida también como la de Cerro Porteño, se desarrolló en
dos fases. En la primera, las milicias comandadas por el gobernador fueron dispersadas.
Sin ninguna explicación valedera, el viejo y experimentado militar que no temía a las
guerras, que había conseguido sus galones de honor en varias batallas, huyó
abandonando a sus tropas. Los jefes paraguayos, Manuel A. Cabañas, Juan Manuel
Gamarra y Fulgencio Yegros, tuvieron que reorganizar las fuerzas y posteriormente
derrotaron a los porteños. Los emisarios portadores de la victoria llegaron a Asunción y
se encontraron con que las principales familias españolas alistaban sus bienes y efectos
para escapar, creyendo victoriosos a los invasores. Esta actitud causó muy mala
impresión a los paraguayos, motivo de la separación cada vez más evidente de los
españoles.
El ejército porteño, en su retirada hacia el sur, llegó hasta las márgenes del río
Tacuary; en donde fueron alcanzadas el 9 de marzo, por las milicias paraguayas
comandadas por Cabañas y Gamarra. Luego de un breve pero intenso combate, el
general Belgrano decidió capitular, explicando al mismo tiempo que no venía a
conquistar, sino a auxiliar al Paraguay para obtener su emancipación de España,
advirtiendo que ese hecho sólo se lograría con la unión de todas las provincias
señalando a Buenos Aires como capital. En respuesta, el sacerdote José Agustín Molas,
capellán del ejército nacional, le contestó que Buenos Aires no ejercía ninguna
autoridad sobre las demás colonias y que éstas tenían el todo el derecho de proclamarse
en Estados soberanos, sí así lo querían.
Las victorias sobre Belgrano ocasionaron inmensas repercusiones. Se demostró el valor
y la capacidad de las clases criollas y mestizas para defenderse por sí mismas.
Igualmente, se puso de manifiesto que ante el más leve peligro, la clase española estaba
dispuesta a huir abandonando a la Provincia a su propia suerte.
-Las pretensiones de Carlota Joaquina
Carlota Joaquina de Borbón; Hija del rey Carlos IV de España, y por lo tanto hermana
de Fernando VII, estaba casada con el Rey portugués, Juan VI. Creyéndose sucesora de
su hermano, quien no podía gobernar porque se hallaba preso en Francia, reclamó sus
derechos como única heredera de las colonias americanas. Este proyecto halló eco en
algunos gobernadores y partidarios de la corona española, pero fracasó porque las
revoluciones emancipadoras siguieron su curso y ya no pudieron ser detenidas.
Causas Sociales
El Paraguay estaba habitado en su mayoría por criollos y mestizos, pero la escasa
población española era la que siempre tenía todos los privilegios, más aun después de la
Revolución Comunera, los cargos públicos fueron destinados exclusivamente a los
españoles. Medidas que crearon descontento entre los paraguayos que se vieron
desplazados por los españoles.

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Causas Económicas
La mediterraneidad a la cual se encontraba la provincia del Paraguay constituyó siempre
una dificultad en el orden económico. Esta situación, sumada a las leyes impositivas,
tanto de España como de Buenos Aires, que debía soportar el comercio paraguayo, pues
sólo beneficiaba a las provincias del Río de la Plata, en perjuicio del Paraguay, fue una
de las causas que influyeron en la emancipación.

EL PLAN REVOLUCIONARIO DE LOS PATRIOTAS


Finalizada la campaña contra el General Belgrano, el Teniente Coronel Fulgencio
Yegros fue nombrado como Comandante en Itapúa y Cabañas se dirigió a su estancia
situada en las Cordilleras. En la capital quedaban los capitanes y alferraces: Pedro Juan
Caballero, Antonio Tomás Yegros, Juan Bautista Rivarola, los hermanos Montiel,
Carlos Arguello, Juan Bautista Acosta, Vicente Ignacio y Juan Manuel Iturbe, Mauricio
José Troche, y varios civiles, entre quienes se contaban a Juan Francisco Recalde,
Fernando de la Mora, Mariano Antonio Molas. Igualmente los sacerdotes como
Francisco Javier Bogarín, Fernando Caballero y José Agustín Molas, tuvieron una
importante actuación. Todo este grupo de personas se reunía secretamente preparando el
plan revolucionario. Debemos señalar que el doctor José Gaspar de Francia, no participó
personalmente de estas reuniones, pues su nombre no aparece en las actas de los
mencionados encuentros, sin embargo es muy probable que desde su quinta de Ybyray,
ubicada en el partido de Trinidad, se comunicaba con los conspiradores.
La revolución debía iniciarse en el interior de Corrientes. El Comandante Blas José de
Rojas apresaría a los españoles y controlaría la zona sur. En Itapúa, Fulgencio Yegros
cumpliría idéntica misión y luego marcharía hacia las Cordilleras para reunir sus tropas
con las de Manuel Cabañas, quien lo aguardaba en aquella localidad.
Consiguientemente, todas las milicias reunidas debían de dirigirse hacia Asunción.
Las pretensiones portuguesas
En los primeros días de mayo, había llegado a Asunción un portugués, el Teniente José
de Abreu, emisario de la reina Carlota Joaquina.
Abreu se entrevistó con el gobernador Velasco y éste aceptó sus propuestas la de
conducir una tropa de 500 efectivos al Paraguay con el propósito de defender la
provincia ante cualquier insurrección de carácter independentista.

EL GOLPE DEL 14 Y 15 DE MAYO DE 1811


La presencia de Abreu en Asunción y el posible conocimiento de los preparativos de la
conspiración que podían tener las autoridades españolas, aceleraron los planes de la
revolución. El Capitán Pedro Juan Caballero fue reconocido como jefe en ausencia de
Fulgencio Yegros, quien de inmediato solicitó al doctor Francia el delineamiento del
plan y la orientación que debían seguir los revolucionarios. De acuerdo al proyecto
trazado, a las 10 de la noche del día 14 de mayo, los patriotas salieron de la casa de los
hermanos Martínez Saens, (actual Casa de la Independencia) y se dirigieron al Cuartel
de la Plaza, cuya guardia se entregaba a esa hora.
Una nota de gran importancia fue la intervención de una valerosa mujer, doña Juana de
Lara, quien participó como mensajera de los conjurados.
El capitán Caballero envió al alférez Vicente Ignacio Iturbe a la Casa de Gobierno,
situada enfrente de dicha repartición militar con el propósito de intimar la rendición del
gobernador Velasco. La nota exhortatoria exigía: la entrega de todos los cuarteles,
armas y municiones; de todas las llaves de las oficinas públicas. Asimismo se impedía
la salida de toda embarcación de cualquiera de los puertos provinciales; la absoluta
libertad de transitar por los caminos que comunicasen la capital con las villas del

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interior. Señalaba además, que el cuartel designaría dos Diputados para acompañar al
gobernador en un gobierno provisorio. Ante la citada notificación, Velasco pretendió
aconsejar a los revolucionarios sobre las implicancias de esta decisión, pero Iturbe le
advirtió que sí no entregaba el mando, la artillería iría a bombardear su residencia, en
consecuencia Velazco aceptó las estipulaciones requeridas. Era la madrugada del 15 de
mayo, una salva de 21 cañonazos saludó el nacimiento de un Estado libre y soberano.
Con este suceso se rompió el yugo con el cual España había oprimido al Paraguay
durante tres siglos

EL GOBIERNO PROVISORIO
En cumplimiento de una de las cláusulas de la nota intimatoria presentada por el
Capitán Caballero al gobernador Velasco, se designó a dos miembros del Cabildo, como
diputados adjuntos para que gobernasen con el depuesto gobernador. Ellos fueron, el
Doctor José Gaspar Rodríguez de Francia y el capitán Juan Valeriano de Zevallos, un
español, partidario de los patriotas. Este gobierno provisorio conocido como el
Triunvirato inició sus gestiones en la mañana del 16 de mayo de 1811. El 9 de junio, el
Cuartel General destituyó al gobernador Velasco por complicidad con los portugueses.
La medida se extendió a los miembros del Cabildo, que eran en su mayoría, españoles.

PRIMER CONGRESO NACIONAL


Las villas y poblaciones de la provincia eligieron por mayoría a sus diputados para
representarlos en el Congreso Nacional, el cual fue celebrado el 17 de junio de 1811, en
la casa de los Gobernadores, con una asistencia de más de 300 representantes de los tres
sectores políticos, con el objetivo de constituir un gobierno definitivo y estudiar las
relaciones con la Junta de Buenos Aires. Presidieron la asamblea los miembros del
gobierno provisorio, el doctor Francia y el capitán Zevallos, quienes en el discurso
inaugural dieron cuenta de los sucesos del 14 y 15 de mayo y de la deposición de
Velasco.
El representante del partido nacionalista, Mariano A. Molas propuso que el gobierno
provisorio fuese substituido por el de una Junta compuesta por un Presidente y cuatro
vocales. En segundo lugar expuso que la provincia del Paraguay no sólo pueda tener
amistad, buena armonía y correspondencia con Buenos Aires y las demás provincias
confederadas, sino que, también se una con ellas para formar una sociedad fundada en
principios de justicia y de igualdad, pero bajo una serie de condiciones. Por último,
Molas manifestó que se suspendiese todo reconocimiento del Consejo de Regencia
hasta la reunión del congreso general de las provincias integrantes del ex Virreinato, que
se celebraría próximamente.
Luego de escuchar distintas opiniones, 290 representantes votaron por la propuesta de
gobierno realizada por Molas, quedando las demás mociones a ser resueltas por el
nuevo gobierno: La Junta Superior Gubernativa.
Integraban esta Junta como Presidente, el teniente coronel Fulgencio Yegros, y como
vocales: el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, el capital Pedro Juan Caballero, el
presbítero Francisco Xavier Bogarín, y don Fernando de la Mora.

LA JUNTA SUPERIOR GUBERNATIVA


El primer gobierno nacional se enfrentó con graves problemas que originaron las
resoluciones tomadas en todos los órdenes:
En el orden político: Por primera vez en el Río de la Plata se lanzó la idea de la
federación como medio de evitar la disgregación del Virreinato. Las conclusiones del
Congreso fueron enviadas a la Junta porteña mediante la nota del 20 de julio, en la cual

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se orientaba la política paraguaya con relación a Buenos Aires. La nota expresaba


sobretodo la resolución inquebrantable del Paraguay de conservar su autonomía.
Una parte de la misma decía lo siguiente: "Se engañaría cualquiera que llegara a
imaginar que su intención había sido entregarse al arbitrio ajeno y hacer dependiente
su suerte de otra voluntad En tal caso nada más habría adelantado, ni reportado otro
fruto de su sacrificio que el de cambiar unas cadenas por otras y mudar de amo".
Agregaba que la provincia del Paraguay se gobernaría por sí misma y que la Junta de
Buenos Aires no podía ejercer ningún derecho sobre ella. En esos días, el doctor Francia
disgustado por el actuar de ciertos vocales se retiró del gobierno, a su quinta de Ybyray.
Relaciones con Buenos Aires: Misión de los comisionados porteños
La revolución emancipadora en Buenos Aires atravesaba por críticas circunstancias,
debido a que las milicias hispanas y portuguesas se hallaban en constante asedio. La
Junta porteña consideró peligrosa la idea de los paraguayos de formar una federación de
todas las provincias, con gobiernos autónomos, pues de esta manera se restarían las
fuerzas independentistas. Por consiguiente, era necesario persuadir al Paraguay que se
mantuviese “sujeto al gobierno de Buenos Aires” por la exigencia de fijar un centro de
acción en su lucha contra los españoles y portugueses. Con ese objetivo, la Junta
porteña comisionó a la capital paraguaya, en calidad de diplomáticos a Manuel
Belgrano y a Vicente Anastasio de Echevarría. Al conocerse el propósito de esta misión,
Francia retornó a la Junta.
El gobierno porteño, a través de sus comisionados insistió en la necesidad de la
subordinación paraguaya a su autoridad, sin embargo, agregó que: “Sí era la voluntad
decidida de la provincia de Paraguay gobernarse por sí sola y no se opondría a ello
con tal que ambas provincias estén unidas contra cualquier agresión externa”
Tratado del 12 de octubre de 1811
Belgrano y Echevarría informaron al gobierno paraguayo que Buenos Aires tenía
pruebas evidentes de los proyectos de la Corte de Portugal, establecida en Río de
Janeiro para dominar la costa atlántica de la América del Sur. Los dos delegados
sostuvieron además que el Paraguay no debía quedar aislado sino unirse sólidamente
con las demás provincias. Una semana duró la laboriosa negociación y finalmente se
firmó un tratado el 12 de octubre, cuyos principales artículos fueron:
Se extinguía el estanco del tabaco y se concedía su libre comercio. A partir de ahora la
provincia del Paraguay se apropiaba del beneficio del tabaco existente en los depósitos
del ex virreinato y que hasta el momento pertenecían a España.
Buenos Aires no cobraría más el impuesto de la sisa y el arbitrio sobre cada tercio de
yerba mate del Paraguay, el mismo se percibiría en Asunción.
Igualmente, no se recaudarían los impuestos de alcabala en Buenos Aires o en cualquier
otra provincia de su jurisdicción, aunque sí, se autorizaban moderadas imposiciones
sobre los productos paraguayos.
Los límites reconocidos para el Paraguay eran los establecidos durante los últimos años
del período Colonial.
Se solicitó a la Junta de Buenos Aires, la remisión de todos los documentos judiciales
relacionados con el Paraguay.
El Paraguay quedaba libre e independiente pero se comprometía a auxiliar a Buenos
Aires en caso de peligro externo.
Luego de la firma de este tratado, la idea federativa, pensada por las circunstancias
coyunturales, fue totalmente abandonada y nunca más defendida por el Paraguay
Obra educacional:
En ese tiempo, la Junta se hallaba absorbida con todos los problemas que ocasionaba la
independencia y con los peligros externos. Pese a todo se ocupó de la educación y con

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ese propósito promulgó el Bando del 6 de Enero de 1812, uno de los documentos más
trascendentales en la historia de la cultura paraguaya. Mediante ese decreto, el gobierno
declaró la educación primaria obligatoria. Al mismo tiempo se dispuso la creación
escuelas de las primeras letras, el mejoramiento de las existentes y la capacitación de su
personal. A tal efecto, la Junta dictó instrucciones para los maestros. Es de advertir que
la educación obligatoria era sólo para varones y no para niñas. Asimismo los docentes
eran también varones
Por otra parte, se implementó el sistema lancasteriano, según el cual, el mejor alumno
enseñaba a los más retrasados y los más inteligentes debían ser instruidos en Historia
Sagrada, Cronología, Geografía e Historia de América.
Dos maestros muy renombrados durante el gobierno de la Junta, fueron: José Gabriel
Téllez que enseñaba desde 1802. Se lo confirmó en el cargo de maestro de las primeras
letras de la Escuela Pública de Asunción, con una asignación de cien pesos mensuales.
Otro notable educador fue el porteño Juan Pedro Escalada, residente en el Paraguay
desde 1807. Este maestro atendía en su casa a varios niños criollos que recibían
enseñanza en carácter privado.
Varias disposiciones además, la Junta tomó con respecto a la cultura, entre ellas
citamos: la reapertura del Colegio San Carlos, cerrado por orden de Velasco, durante la
revolución de mayo. La fundación de la Sociedad Patriótica Literaria que velaba por la
conducta de los estudiantes, evitando que disiparan su tiempo en “pulperías, fandangos,
juntas de juegos y casas sospechosas”. Asimismo, se dispuso la creación de una
Academia Militar, la primera en su género en el Río de la Plata. La fundación de una
cátedra de matemática para la cual se preocupó en contratar a un profesor en Buenos
Aires. La adquisición de libros y materiales didácticos en Buenos Aires, para la creación
de una biblioteca pública.
Sin embargo las buenas intenciones en materia educativa y cultural de los miembros de
la Junta Superior Gubernativa, en muchos casos no se realizaron debido a las
dificultades económicas que afligían a nuestro país en aquellos años.
En el orden económico:
Se dispuso la libre navegación de los ríos. Los ríos Paraguay y Paraná serían canales
internacionales libres para la navegación y el transporte de cargas. Con esta resolución,
el Paraguay se adelantaba a otros países que posteriormente determinarían la
navegación internacional de sus ríos.
Con relación a la agricultura, se realizó una intensa campaña para mejorar y ampliar
ciertos cultivos, con especialidad el algodón, utilizado en la industria textil. Además, se
repartieron tierras a las familias criollas y mestizas del interior.

MISIÓN DE NICOLÁS DE HERRERA


En los primeros meses de 1813 había llegado a la capital, el porteño Nicolás de Herrera
con la misión de persuadir al Paraguay a que se adhiriese a un gobierno único y federal
encabezado por Buenos Aires. Este comisionado presentó ante la Junta Superior
Gubernativa, las ventajas que tendría la provincia del Paraguay con su adhesión al
sistema federativo. Para tal efecto, el gobierno debía enviar diputados al Congreso
General de todas las provincias integrantes del ex virreinato del Río de la Plata, que se
realizaría en Buenos Aires. Con esta actitud se demostraba las intenciones porteñas de
recuperar el Paraguay. Herrera permaneció por varios meses en Asunción en espera de
una respuesta favorable a sus propuestas, las que serían estudiadas en un Congreso
Nacional.

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SEGUNDO CONGRESO NACIONAL


Durante esos meses, el doctor Francia se libró de uno de sus mayores oponentes en el
gobierno de la Junta: el doctor Fernando De la Mora. Fue éste hijo de la Ilustración y
defensor de la doctrina fisiocrática, sistema que daba preponderancia a la agricultura
como base de la riqueza de las naciones. Mientras Francia permanecía recluido en su
quinta de Ybyray, De la Mora fue el miembro más activo de la Junta, de la que fue
expulsado a mediados del mes de setiembre de 1813.
El 30 de ese mismo mes, abrió sus sesiones el Segundo Congreso Nacional con la
asistencia de mil diputados y bajo la presidencia de Pedro Juan Caballero.
En la convocatoria de este Congreso se estableció un sistema de “sufragio universal y
proporcional”, más democrático que el vigente hasta entonces. Anteriormente los
representantes eran miembros de las principales corporaciones (comerciantes, militares,
estancieros), vecinos notables convocados por el Gobierno y diputados elegidos en
asambleas. Para el segundo Congreso se decretó “el derecho del sufragio de todos los
ciudadanos”, a través de “elecciones populares y libres que se efectuasen en cada uno de
sus lugares” en proporción al número de vecinos.
En cuanto a las ofertas de Herrera, el Congreso resolvió no enviar diputados al
Congreso de las Provincias Unidas. El emisario porteño intentó en vano que los
congresistas escucharan sus fundamentos a favor de la reincorporación del Paraguay al
sistema federal, e incluso amenazó con asfixiar económicamente al país en caso de
oposición. No obstante el Congreso se mantuvo firme en su decisión
El Paraguay, la Primera República del Sur
En el curso de sus deliberaciones, el Congreso encomendó a Francia y a Caballero, la
redacción de un proyecto gubernamental, el cual fue presentado el día 12 de octubre, en
forma de Reglamento de Gobierno.
El Reglamento de Gobierno es el primer documento establecido como Ley
Fundamental en el Paraguay Independiente y escrito por paraguayos. El inspirador del
mismo fue el doctor Francia.
Las disposiciones del Reglamento de gobierno podemos resumir en los siguientes
puntos:
1) La finalización del mandato de la Junta y la proclamación de una nueva forma
gubernativa: la República, la primera instituida en América del Sur. A partir de
esa fecha, con esta denominación, el Paraguay dejó de ser una provincia.
Siguiendo el modelo de la antigua República romana, el gobierno estaría a cargo
de dos Cónsules: Gaspar Rodríguez de Francia y Fulgencio Yegros. Ambos
gobernarían conjuntamente, por turnos de cuatro meses.
2) Los Cónsules debían ejercer el mando de la Comandancia General de Armas.
Cada uno tendría su batallón de infantería, sus compañías de artillería y un
parque o almacén de guerra. Además debían usar un sombrero con la escarapela
tricolor de su rango distintivo.
3) Los Cónsules tendrían como obligación fundamental la conservación, seguridad
y defensa de la República.
4) Se crearía un Tribunal de Recursos para reorganizar la administración judicial.
De esta manera se romperían los lazos definitivamente con España y Buenos
Aires.

ESTABLECIMIENTO DEL PRIMER CONSULADO:


Aunque ambos Cónsules tuvieron idéntica jerarquía, al doctor Francia le correspondió
el primer y el tercer turno del período anual. Yegros no pudo evitar que el verdadero
director del gobierno fuera Francia. Antes de poner término a su misión, Herrera intentó

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reiteradamente concertar una alianza entre el Consulado paraguayo y el Triunvirato


bonaerense, el nuevo gobierno de Buenos Aires.
El doctor Francia se negó a la citada coalición y a dar auxilio militar pretendido por el
comisionado porteño. En represalia, el gobierno de Buenos Aires resolvió aplicar
nuevos impuestos a la yerba y al tabaco paraguayo.
Prohibición de matrimonios de españoles con mujeres blancas
Entre tanto, el partido españolista continuaba su campaña a favor de la Corona española.
En consecuencia el gobierno consular resolvió disolver esta amenaza con severas
medidas, imponiendo a las peninsulares enormes multas y la deportación de un centenar
de ellos a Corrientes. Pero, sin lugar a dudas una de las resoluciones de mayor
trascendencia política y social tomada por los Cónsules para debilitar el poder español
fue el decreto promulgado el 1º de marzo de 1814, por el cual se prohibía a los
españoles contraer matrimonio con mujeres blancas, solo podían hacerlo con mestizas o
mulatas. Se buscaba con esta disposición debilitar paulatinamente y sin violencia la
antigua dirigencia peninsular.
Los planes del caudillo uruguayo José Gervasio Artigas
Tras la deposición de Cisneros, el último virrey del Río de la Plata, el 25 de mayo de
1810, Elío fue nombrado como nuevo virrey con asiento en Montevideo. Los patriotas
uruguayos comandados por José Gervasio Artigas y ayudados por las fuerzas porteñas,
se enfrentaron a las tropas hispanas, las cuales fueron derrotadas en 1811. Sin embargo,
pese a esta victoria inicial, el jefe uruguayo se sentía descontento por la orientación
reaccionaria que iba tomando el gobierno de Buenos Aires. En efecto, Artigas siguió
luchando paralelamente contra el poderío español y contra las pretensiones porteñas e
inició al mismo tiempo su propia política revolucionaria levantando la bandera federal.
Su proyecto consistía en la creación de un gobierno federal, el cual estaría formado por
Misiones, Corrientes, Entre Ríos, Río Grande del Sur y el Paraguay.
Como este plan ya había sido abandonado durante los primeros meses del gobierno de
la Junta Superior Gubernativa, el Consulado no escuchó los argumentos de Artigas y
comunicó a Buenos Aires que éste no contaba con el apoyo ni con la simpatía de la
República del Paraguay. El doctor Francia en esa oportunidad instruyó a los
comandantes de frontera lo siguiente: "Nos debernos reducir netamente a conservar la
paz, la quietud y la tranquilidad interior y exterior, evitando cuanto sea posible una
guerra civil que debe mirarse, como el mayor de todos los males, especialmente en el
periodo actual de la revolución".
Con estas declaraciones, el doctor Francia, trazaba las orientaciones de la política
paraguaya que se implementarían en las décadas siguientes. Al cumplir los tres períodos
de gobierno establecidos, el Consulado finalizó sus funciones.

UNIDAD VIII: GOBIERNO DEL DOCTOR FRANCIA


EL CONGRESO DE 1814
Terminado el gobierno del Consulado, el 3 de Octubre de 1814 inició sus sesiones el
tercer Congreso Nacional presidido por el Dr. Francia, quien aconsejó el gobierno
unipersonal para mejor defensa de la República. Francia, gran conocedor de la historia
romana, pensaba que era conveniente recurrir a la Dictadura, antigua institución que
optaba por un Dictador cuando la República estaba en peligro, ya sea interno o externo.
Sabía de las pretensiones de Buenos Aires y al mismo tiempo de las intenciones del
caudillo uruguayo Artigas, quien con el fin de formar una gran nación intentaba someter
al Paraguay por la fuerza. El diputado Mariano Antonio Molas propuso al Congreso el
nombre de Francia y otros mocionaron a Yegros. Luego de un arduo debate, la votación
de los congresistas, en su mayoría campesina, decidió que el mando de la nación

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recayera en el doctor Francia. Se pensó que solamente un hombre con su carácter y


talento, seria capaz de afrontar la grave situación ocasionada por la ruptura con Buenos
Aires Se lo eligió como Dictador Supremo de la República, por un período de cinco
años, el cual no logró completar, sino solamente dos, de 1814 a 1816, lapso que se
conoce como la Dictadura Temporal, durante el cual se excluyó a Yegros de todo
mando civil o militar.
La Dictadura Temporal
En el transcurso de esos dos años, se establecieron los monopolios de los principales
productos y la agricultura mereció especial cuidado del Dictador, quien atendía con
preferencia los intereses de las comunidades campesinas.
Se liberaron a las comunidades religiosas de todo vínculo de obediencia hacia sus
superiores del exterior. Igualmente, se ordenó que los cargos públicos tanto civiles,
militares o eclesiásticos estarían reservados únicamente a paraguayos.
Francia reiteró una vez más su política de neutralidad, de no inmiscuirse en los
problemas del Río de la Plata. En 1816, se negó a enviar emisarios al Congreso de
Tucumán, donde se definiría los destinos del Río de la Plata. Asimismo, preparó la
defensa del país ante una posible invasión de Artigas, quien empezó a conspirar contra
el Paraguay, juntamente con otros caudillos del norte argentino.

EL CONGRESO DE 1816 ESTABLECE LA DICTADURA PERPETUA


Durante el gobierno de la Dictadura temporal, el caudillo Artigas había roto relaciones
con Buenos Aires y sus tropas ocuparon las provincias del litoral. Al mismo tiempo
había propuesto al doctor Francia la unión de ambos Estados, pero el mandatario
paraguayo rechazó el plan. Molesto por la contestación paraguaya, el caudillo oriental
se declaró enemigo del Paraguay y prohibió el comercio de los productos paraguayos
por el Paraná. Igualmente secuestró un cargamento de armas que iba dirigido hacía
Asunción. Por otra parte el gobierno de Buenos Aires había solicitado una vez más la
presencia de “los diputados de la provincia del Paraguay” al Congreso de Tucumán
para decidir la unión de las ex colonias del Virreinato del Río de la Plata. Buenos Aires
consideraba al Paraguay una provincia, y no una república independiente. Ante estas
circunstancias, surgió la posibilidad de instaurar la Dictadura Perpetua, pues los
problemas existentes, apeligraban el mantenimiento de la independencia nacional.
Algunos patriotas, entre ellos Mariano Antonio Molas y el padre Marco Antonio Maíz,
se opusieron a este sistema de gobierno. Sin embargo el 30 de mayo de 1816, se reunió
el cuarto Congreso Nacional en la Catedral de Asunción con asistencia de 150
congresistas. El diputado de Concepción propuso que el doctor Francia “en atención a
la plena confianza que juntamente ha obtenido del pueblo, fuera investido como
Dictador Perpetuo de la República “con calidad de ser sin ejemplar”, moción aceptada
por unanimidad. Se dispuso además fijar el sueldo del Dictador en 12.000 pesos
anuales, suma que Francia rechazó y sólo aceptó 7.000, alegando que con esa cantidad
podía “vivir decorosamente”. A partir de ahora, los Congresos serían convocados cada
vez que el Dictador lo considerase necesario. En los hechos ningún otro Congreso fue
convocado durante este período.
Doctrina política del gobierno del doctor Francia
La política del Dictador Francia se basó en tres objetivos fundamentales:
El mantenimiento de la Independencia Nacional
La defensa de los límites nacionales, y.
La libre navegación de los ríos.
Política interna

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En el firme propósito de mantener la Independencia paraguaya y anular cualquier


levantamiento interno promovido por algunos sectores españolistas o porteñistas, el 17
de junio de 1816, prohibió “toda reunión o junta de personas, sin previa autorización
del gobierno, para la conservación del orden y sosiego públicos”.
El reglamento de Gobierno, establecido en 1813, obra de Francia, establecía que la
máxima obligación de los Cónsules era la conservación, la seguridad y la defensa de la
República y Francia priorizó estos fines en el transcurso de todo su gobierno.
Al asumir la Dictadura Temporal ya había manifestado sus más íntimos sentimientos
nacionalistas y su sentido de responsabilidad al decretar que se reservaba sólo a los
“patricios paraguayos” y no a los extranjeros los cargos públicos tanto civiles, militares
o eclesiásticos.
En cierta oportunidad había manifestado en una carta enviada al delegado de Pilar, lo
siguiente:
“Yo antes quiero morir que volver a ver a mi Patria oprimida y en esclavitud y tengo la
satisfacción de que lo general de toda la República está en lo mismo y así anime usted a
nuestros compatriotas de ese territorio exhortándoles incesantemente a sostener la
causa de la Patria...”.
La conjura de 1820
Las decisiones gubernamentales del Dictador habían molestado a ciertos grupos
sociales, especialmente, la clase españolista, a la cual el doctor Francia hostigó con
multas o encarcelamientos a aquellos que no habían acatado el decreto de la prohibición
de casamientos con mujeres blancas. Asimismo la antigua aristocracia criolla y los
oficiales del alto mando militar se vieron relegados. Un profundo descontento iba
ganado los diversos sectores sociales. A principios de 1820 empezaron a circular
rumores de subversión y en consecuencia, el Dictador adoptó ciertas medidas de
precaución. Entre ellas se apresaron a varios sospechosos. Se ordenó a Fulgencio
Yegros que viniese a vivir a la capital, pues las frecuentes reuniones en su estancia
inquietaban al Dictador, quien recibía constantemente anónimos acerca de un posible
atentado contra su vida. Situación por la cual se redoblaron las vigilancias. Sin embargo
los conspiradores siguieron reuniéndose. Se planeaba asesinar al doctor Francia en la
tarde del viernes santo durante su acostumbrado paseo a caballo. El capitán Montiel,
jefe del grupo debía atacarlo. Fulgencio Yegros se haría cargo del gobierno y los
comandantes Caballero y Montiel, del mando militar. La conspiración fue descubierta
dos días antes de su ejecución, cuando uno de los implicados, Juan Bogarín, confesó el
plan a un sacerdote. Este lo obligó a informar a las autoridades de la conjura, como
condición para su absolución. De inmediato, el Dictador adoptó terribles medidas. Hizo
apresar a numerosas personas, entre ellas, a Fulgencio Yegros, Antonio T. Yegros,
Pedro Juan Caballero, José F. Montiel y varios civiles. Al mismo tiempo, ordenó la
confiscación de los bienes de los supuestos implicados. En el juicio se incluyeron
también a algunas mujeres. Tras un proceso lento, fueron fusilados Yegros Montiel y el
doctor Aristegui. Otros como Iturbe y De la Mora permanecieron en la cárcel por largos
años. Pedro Juan Caballero se suicidó en su celda, dejando una nota en donde explicaba
su decisión. Parte de la misma decía “Bien sé que el suicidio es contrario a las leyes de
Dios y de los hombres, pero la sed de sangre del tirano de mi patria no se ha de aplacar
con la mía”. Después de este trágico episodio, no se volvió a atentar contra la vida del
Dictador y éste siguió gobernando por veinte años más.
Asilo de Artigas
Después de haber hostigado al Paraguay durante varios años, en setiembre de 1820, el
caudillo uruguayo José G. Artigas, solicitó al Dictador que le diese asilo en el Paraguay.
Desengañado de las deserciones de sus propios soldados, de las traiciones e ingratitudes

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de sus amigos, pidió a Francia un lugar donde vivir, confiando en la generosidad y hos-
pitalidad del pueblo amigo. Uno de sus principales lugartenientes e1 caudillo
entrerriano Francisco Ramírez, se había vuelto contra él y lo derrotó obligándole a
exilarse.
Aunque el Dictador no había olvidado los atropellos y los ataques que Artigas había
efectuado contra el comercio paraguayo en el litoral, le otorgó el asilo solicitado. El jefe
oriental llegó a la capital en compañía de un numeroso grupo de esclavos libres. Varias
veces intentó hablar con el Dictador, sin éxito. Artigas insistía en la conveniencia de
unir fuerzas para volver a la guerra, reducir a los enemigos comunes y defender al
Paraguay en todos los terrenos. El doctor Francia fiel a su política de no-intervención no
aceptó las propuestas del caudillo uruguayo y le fijó como lugar de confinamiento San
Isidro de Curuguaty, a 80 leguas al este de la capital. Le proveyó de todo lo necesario y
le otorgó una pensión vitalicia. Artigas, agradeció al mandatario paraguayo el trato
dispensado.

Relaciones Internacionales
La política externa del Doctor Francia se cimentó sobre los tres postulados enunciados
anteriormente y sobre la base de ellos dio una atención preferencial a la defensa de los
límites nacionales. La pretensión porteña de incorporar al Paraguay a las provincias del
Río de la Plata, así como el bloqueo del Río Paraná a que fue sometido el país por los
caudillos entrerrianos, correntinos o santafesinos y finalmente los intentos del Imperio
portugués y luego brasileño, de apropiarse de algunas zonas de nuestro territorio,
motivó al doctor Francia la defensa de las fronteras del país. El Dictador veló por la
integridad territorial y reivindicó los límites nacionales establecidos al final de la
colonia. Defendió la región del río Jauru, ubicada en el Alto Paraguay y los límites
australes de la República que llegaban hasta el riacho Antequera, el cual desemboca
frente a la ciudad de Corrientes. En 1832, el gobierno porteño había vendido a una
sociedad inglesa unos campos ubicados entre los ríos Aguapey y Uruguay, de inmediato
el Dictador ordenó al Comandante de Itapúa que se advirtiese a las autoridades
argentinas, que esa venta era ilegal y que no se permitiría el establecimiento de
mencionada sociedad en dicha región por pertenecer ésta al Estado paraguayo. Por ese
tiempo, también una corporación comercial de Salta intentó colonizar las tierras
ribereñas del río Bermejo, pero el Doctor Francia desautorizó tal emprendimiento.
Relaciones con la Argentina
Las relaciones del Paraguay con las provincias del Río de la Plata se regían por el
Tratado del 12 de octubre de 1811. No obstante, Buenos Aires no cumplió con lo
estipulado en dicho convenio. Durante el gobierno de la Dictadura la Argentina no
renunció, a sus pretendidos derechos sobre la antigua provincia de Paraguay. Los
sucesivos gobernantes argentinos observaron la misma línea de conducta hacia el
Paraguay. Nuestro país era considerado como una provincia argentina rebelde.
A partir de la expedición militar de Belgrano en 1811, Buenos Aires dejó de pensar en
una nueva campaña militar contra el Paraguay, pero sí, en misiones diplomáticas. El
Dictador, queriendo aprovechar la situación critica que vivía la Argentina, debido a las
constantes guerras fratricidas entre unitarios y federales, pretendió asegurar la
navegación del río Paraná al comercio paraguayo, envió en 1818 una flotilla la cual se
limitó a hacer sólo una demostración naval frente a Corrientes pero no pudo dominar el
litoral, con lo cual las trabas al comercio no desaparecieron. En 1830 subió al gobierno
argentino, el Dictador Juan Manuel de Rosas, quien intentó aprovecharse de la situación
de dependencia económica que vivía el Paraguay en su condición de país mediterráneo.
Intentó reanudar las relaciones con nuestro país, pero afirmando que el Paraguay era

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provincia argentina y que el Paraná sólo podía ser navegado por barcos con banderas
argentinas. El doctor Francia trató de evitar todo enfrentamiento con Rosas y las
relaciones se mantuvieron en status quo.
En 1832, Francia ordenó a un destacamento de soldados a que reconozca unos
territorios situados a orillas del Río Uruguay, ocupando Salto. El gobierno correntino
manifestó que la región ocupada por los paraguayos pertenecía a Corrientes. En
consecuencia, el Gobernador de esa provincia, Pedro Ferré declaró la guerra al Paraguay
y ocupó Misiones, cortando el tráfico comercial que se mantenía en esa zona con los
brasileños. Durante varios meses las dos fuerzas paraguayas y correntinas se
mantuvieron en una situación tensa. El gobierno de Corrientes solicitó ayuda a las
provincias del litoral pero no las recibió. El Dictador por su parte ordenó la ocupación
de las Misiones y el gobierno de Buenos Aires decidió que el de Corrientes evacuase
sus tropas. Así terminó la guerra sin derramamiento de sangre.
Relaciones con el Brasil
En los inicios de nuestra independencia, Portugal se convirtió en un enemigo acérrimo
del Paraguay. Posteriormente, sus pretensiones cambiaron de dirección y se fijaron en la
Banda Oriental. Portugal venció a la Argentina y en 1817, anexó el Uruguay con el
nombre de Provincia Cisplatina. Dueño de esa región, Portugal se acercó al Paraguay,
con el objetivo de convertirse en un aliado en caso necesario, contra Buenos Aires y
contra el Uruguay, sitios donde fermentaban gérmenes de conspiración. Francia
aprovechó estas disposiciones para plantear la cuestión de límites, pero sus esfuerzos
fueron inútiles. Así hasta 1820 las relaciones fueron muy poco cordiales con el Imperio.
Otro motivo de desacuerdo entre ambos Estados fueron los enfrentamientos en el norte
del país, donde los comandantes portugueses de los fuertes de Coimbra y Miranda en
complicidad con los Mbayá hostilizaban a los ganaderos paraguayos. Los indígenas
robaban ganado de las estancias nacionales e intercambiaban por armas con los
portugueses. En consecuencia, el Dictador decidió cortar toda comunicación con la
colonia portuguesa por la zona norte.
Al declarar el Brasil su independencia en setiembre de 1822, mejoraron las relaciones
con el Paraguay. En febrero del año siguiente, el Comandante de las fuerzas brasileñas
de las Misiones solicitó al delegado de Itapúa libertad de comercio para sus
compatriotas. La petición fue contestada favorablemente y así se inicio el comercio con
los brasileños por ese lugar.
Años más tarde, en 1825 Antonio Manuel Correa da Cámara fue nombrado cónsul del
Imperio en Asunción y prometió que su gobierno tomaría las medidas necesarias para
solucionar las cuestiones de límites y frenar los asaltos de los Mbayá a nuestro
territorio, incitados por los brasileños de Mato Grosso. Al mismo tiempo ofreció el
envió de armas y garantizó la indemnización a los ganaderos norteños, a cambio de un
comercio estable entre los dos Estados. Correa dejó el país en 1825 y retornó dos años
después, pero no fue recibido por el Dictador porque el gobierno brasileño no cumplió
ninguna de las promesas empeñadas por el citado Cónsul. No pagó las indemnizaciones
y nunca llegaron las armas prometidas. Correa fue expulsado del país en 1829. Sin
embargo, el comercio con los brasileños a través de Itapúa continuó durante toda la
Dictadura.
Relaciones con Bolivia
Durante los gobiernos de la Junta Superior Gubernativa y del Consulado, las provincias
del Alto Perú (Mojos, Chiquitos, Cochabamba, La Paz, La Plata y Potosí) seguían bajo
el dominio español y no mantuvieron relaciones con el Paraguay. Luego de su
independencia en 1825, el Alto Perú convertido en Bolivia intentó relacionarse con

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nuestro país. En dos ocasiones despachó misiones diplomáticas al Paraguay, pero éstas
fracasaron
En la primera, efectuada en 1828, el gobierno boliviano envió al Teniente Luis Ruiz
con intenciones de establecer relaciones comerciales. En los pliegos que portaba el
diplomático se rogaba a las autoridades paraguayas que le prestasen los auxilios
necesarios para llegar hasta Asunción. Pero como las notas iban dirigidas al “Jefe
Supremo de la Provincia del Paraguay”, sus pasaportes le fueron devueltos,
advirtiéndosele que el Paraguay era una República desde 1813 y el mandatario era el
Supremo Dictador y no el Jefe. Ruiz no pasó de Fuerte Olimpo y regresó a su patria.
En 1836, Bolivia recurrió a otra misión con las mismas pretensiones de relacionamiento
económico. Para ese efecto remitió al señor José León Oliden, quien tampoco pudo
pasar Olimpo y debió retornar a su país.
Política económica. El aislamiento
Desde la implantación de la dictadura en 1814 la navegación por el Paraná y el
comercio por esa vía fluvial sufrieron permanentes dificultades. Primero fueron los
saqueos por parte de los artiguistas y después los agravios cometidos por el caudillo
Francisco Ramírez contra el tráfico comercial de los productos paraguayos destinados al
Río de las Plata. Otra situación también agravante fue la anarquía en el litoral argentino,
la cual repercutía directamente sobre único el canal de salida que tenía el Paraguay. No
obstante, en los primeros años de la etapa pos - independencia, varios navegantes y
comerciantes europeos, argentinos y brasileños venían hasta Asunción trayendo sus
mercancías, llevando a su vuelta artículos paraguayos. Al iniciarse el régimen dictatorial
se siguió manteniendo el tráfico comercial, aunque en forma disminuida. En 1821,
debido a la proyectada guerra que Ramírez pretendía contra el Paraguay, se
suspendieron las licencias de exportación. Así, de esta manera se originó la política de
aislamiento del Paraguay. Sin embargo la razón fundamental de la implantación de este
régimen surgió por la necesidad de librar al país de la anarquía existente en el Río de la
Plata, situación sumada a las trabas impuestas a la libre navegación paraguaya, por cada
puerto del litoral.
Gradualmente la incomunicación se hizo más rígida. Hacia 1826 la clausura del país era
casi total. No se permitía la entrada ni la salida de barcos, productos, personas,
periódicos y cartas, sin autorización del Dictador. El comercio de la yerba y del tabaco
se resintió notablemente en comparación a la exportación yerbatera de los últimos años
coloniales que alcanzaba más de 300.000 arrobas, tiempo en que los comerciantes del
Paraguay tenían sucursales en las principales ciudades del continente americano.
Debido al bloqueo impuesto por las provincias argentinas, la flota mercante paraguaya,
que tan pujante había iniciado su labor se pudrió en los puertos de Asunción, Angostura
y Pilar. Además, importantes capitales desaparecieron, afectados por la grave
disminución comercial. Sin embargo, como la población del país necesitaba
imprescindiblemente de ciertas mercaderías, que no podía fabricar y el Estado,
precisaba de armas y municiones para la defensa de los límites nacionales, se abrió el
puerto de Itapúa y por esa localidad, el Paraguay mercó durante dos décadas. Los
comerciantes provenían de Santa Fe, Corrientes o esporádicamente de alguna otra
ciudad argentina, pero los más asiduos mercaderes fueron los brasileños. Estos
intrépidos comerciantes procedentes de Mato Grosso, Paraná o San Paulo llegaban
hasta el territorio misionero, atravesando selvas y lugares inhóspitos con el propósito
de llevar yerba, tabaco azúcar, cueros, telas de algodón y ponchos de lana del Paraguay.
Entregaban allí sus mercaderías en trueque de los productos nacionales. Los productores
y exportadores necesitaban un permiso especial para ir a comerciar sus frutos en dicho
puerto. El Paraguay importaba, artículos de hierro, implementos de labranza como

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azadas, machetes, herramientas, clavos, etc. Además de piezas de telas como el nanquín,
muselina, pañuelos, rebozos de paño, pares de medias, pieles, casimir inglés, etc.
Además de cuerdas para guitarra, naipes, juguetes musicales, muñecas de maderas,
trompetas, flautas, trompos, etc. Igualmente el país importó fusiles, carabinas, otras
armas y municiones para el ejército.
Sin embargo, el aislamiento desarrolló al país considerablemente en el aspecto
económico pues esta situación ayudó a que los habitantes se bastasen a sí mismos. Este
plan requirió de una economía dirigida por el Estado a través del Dictador intervino en
todos los asuntos económicos. Así se fomentó la producción de las industrias caseras y
se incrementó la riqueza agro ganadera, se reguló su distribución y se impidió el
enriquecimiento excesivo de la ciudadanía.
La disminución del comercio produjo el acrecentamiento de la industria manufacturera.
Se fabricaron telas de toda especie, ponchos y mantas. Los herreros empezaron a
fabricar cerraduras, rejas para ventanas, sables y cuchillos para el ejército. Proliferaron
los oficios de armeros, zapateros, silleros, plateros, fundidores y albañiles y
constructores. Se desarrolló ampliamente la artesanía en madera, cueros y cerámica. Los
muebles importados anteriormente fueron sustituidos por los de maderas y cueros
fabricados por excelentes artesanos paraguayos. Las vajillas de plata o peltre del
período colonial fueron reemplazadas por las de cerámica elaboradas por ingeniosas
mujeres artesanas. El Dictador incentivaba la iniciativa de la industria doméstica,
premiándoles con reses vacunas o fanegas de harina. Las mujeres fueron buenas
fabricantes de conservas de dulces, melazas y otros alimentos. Las mantas, ponchos y
otros tejidos hilados por las paraguayas eran muy apreciados por los comerciantes que
venían hasta Itapúa.
La política económica implementada durante la dictadura, se desarrolló básicamente
sobre la agricultura con relación a otros rubros. Esto obedecía principalmente por que
Francia sostenía que la independencia política del país no se consolidaría sino se
alcanzaba la independencia económica. Además porque al producirse el bloqueo del
Paraguay por las provincias del Río de la Plata, nuestro país necesitó producir lo que
necesitaba para el consumo de los habitantes y también porque el comercio por Itapúa
se realizaba sobre la base del trueque, empleándose preferentemente los rubros
agrícolas. A cada propietario de tierras se le obligó a sembrar determinados cultivos y se
les fijó el área. La economía rural varió notablemente, durante la colonia los principales
cultivos se limitaban al tabaco, a la yerba mate y a la caña de azúcar. En ese período
las familias paraguayas campesinas estaban acostumbradas a emigrar constantemente
hacia otras provincias. El aislamiento les obligó a permanecer en el país y cultivar arroz,
maíz, algodón y legumbres.
En 1819, a raíz de una invasión de langostas que destruyó por completo los cultivos,
el gobierno ordenó un nuevo sembradío, cuya cosecha resultó un éxito. Desde ese año
se sembró y cosechó dos partidas anuales. Como al principio se importaba harina de
trigo y algodón, el Dictador ordenó el cultivo obligatorio de esos productos en
determinadas extensiones de tierras. Muy pronto no se necesitó comprar del extranjero
algodón ni trigo.
La sustitución de las primitivas herramientas de labranza de hueso y palo por las de
hierro, constituyó un elemento influyente en el desarrollo de la agricultura. El Dictador
también estimuló a los campesinos que trabajaban en diversos cultivos, y con frecuencia
les obsequiaba herramientas agrícolas entre ellas, hachas, machetes y palas, las que eran
distribuidas entre los más necesitados.
Por otra parte, debemos señalar que la ganadería mereció un extraordinario impulso. A
más de controlarse el desarrollo de los establecimientos de las familias criollas, también

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recibían un especial cuidado las estancias de la patria. Estas fueron las antiguas
haciendas que el gobierno español había incrementado durante el período colonial y que
después de la independencia pasaron a ser propiedades del Estado. Francia fomentó la
cría del ganado vacuno, caballar y mular. El país, que en los tiempos de la colonia,
importaba ganado de Entre Ríos, en este período ya no tuvo necesidad de hacerlo. Era
constante la distribución de ganado del Estado a las familias más necesitadas. En 1839
una epizootía de garrapata llegó a Itapúa traída por los animales de los comerciantes
brasileños, propagándose por todo el país. En consecuencia el Dictador adoptó medidas
severas y ordenó el sacrificio de todos los animales contaminados. Sin embargo, en
poco tiempo la ganadería creció mejor y más abundantemente que antes de la epidemia.
El Dictador Francia se ocupó personalmente de dirigir la economía paraguaya durante
todo su gobierno, inclusive hasta poco antes de fallecer, el 20 de setiembre de 1840,
seguía recibiendo informes y al mismo tiempo ordenando a los Comandantes y a los
agentes de los partidos que atendiesen de forma detallada este aspecto tan importante en
el cual sobresalió nuestro país durante las primeras décadas de vida independiente.

LA SOCIEDAD
En 1814, siendo Cónsul, doctor Francia había ordenado el empadronamiento de todos
los españoles, que no habían adquirido la nacionalidad paraguaya, para asignarles una
"residencia adecuada", y al mismo tiempo se les prohibió el matrimonio con mujeres
blancas, pero podrían casarse con indias, mulatas y negras.
Con esta disposición, las familias paraguayas se sintieron profundamente afectadas,
principalmente las mujeres de la clase alta, pues anteriormente, sí no se casaban con
criollos, lo hacían con los ricos comerciantes españoles. Al mismo tiempo también se
promulgó el derecho de confiscar los bienes de todos los extranjeros fallecidos en el
Paraguay, sin importar sí tenían o no herederos. De esta manera, el Dictador comenzó a
anular la influencia que poseía la clase alta española. Por otra parte, una serie de
medidas de orden económico obligó a los europeos a refugiarse en el interior del país,
sobretodo después de la conspiración del año 20.
Este sector de la sociedad, estuvo sujeto a cumplir sucesivas contribuciones
obligatorias, durante los años 1825, 1834 y 1838. Medidas que condujeron al descenso
social y a la destrucción de la clase burguesa extranjera que vivía en el país, pues el
decreto de 1814 que al principio sólo rigió para los europeos, en 1828 fue extendido a
todos los no paraguayos, incluso a otros americanos residentes en el territorio nacional.
Estas resoluciones tendieron a quebrar el predominio económico y social de las clases
altas, pues también con ellas, se impidió el acumulamiento de riquezas a través del
matrimonio. Medidas que con el tiempo contribuyeron de manera considerable a las
uniones libres de las mujeres paraguayas con extranjeros, modalidad extendida
también a las criollas y criollos de las clases más bajas, pues por el temor que los
permisos a contraer nupcias fuesen negados, decidían vivir juntos en concubinato.
El doctor Francia tuvo bastante consideración hacia la clase criolla propietaria que vivía
en el campo. Respetó sus posesiones, especialmente a los dueños de títulos legales de
sus tierras, las que fueron adquiridas por sus antepasados durante el período colonial, ya
sea por compra o por mercedes reales.
En 1825, Francia dispuso que todos los ocupantes de terrenos en la Región Oriental
presentaran el título de propiedad que los o las acreditaba como tales. Cumplido el plazo
muchas de estas tierras pasaron a poder del Estado. Con relación a los campos
deshabitados el Dictador los convirtió en estancias de la patria o fueron arrendados a
los campesinos a precios muy accesibles con la condición de ser cultivados o poblados

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con ganado. De esta forma, grandes extensiones de tierras improductivas fueron


empleadas para el fomento de la agricultura y ganadería.
La antigua aristocracia criolla que residía en la capital o en otras ciudades se limitaba a
asistir a los oficios religiosos, alguna que otra tertulia familiar y a la elaboración de las
industrias caseras. Procuraba vivir lo más discretamente posible en sus fincas o
residencias, para no despertar la desconfianza del Dictador. Por otra parte, después de la
conspiración de 1820, los familiares de los implicados, fueron obligados a pagar fuertes
sumas de dinero, a más de la persecución a que fueron sometidos. Varias familias
ilustres perdieron gran parte de sus bienes.
Sin embargo, el Dictador tuvo una importante preferencia hacia la clase campesina,
especialmente hacia la desprotegida. Durante la dictadura, el Paraguay fue dividido en
veinte departamentos, subdivididos a su vez en partidos. Los comandantes militares o
los delegados gobernaban los departamentos, en tanto que los agentes inferiores, los
partidos. Cada agente debía informar regularmente al Comandante de la situación de
cada familia campesina de su jurisdicción. Este a su vez remitía los informes al
Dictador, quien despachaba las diligencias para ayudar con víveres o ropas a los
sectores más desamparados.
En cuanto a las costumbres de la sociedad, estas no variaron sustancialmente desde los
tiempos coloniales. La afición hacia el juego era evidente. Jugaban a los naipes, damas,
lotería y billar. Estos se realizaban en diversos lugares como en las pulperías, en las
tabernas o en las casas particulares. Apostaban en las riñas de gallos y las carreras de
caballos. En el interior se jugaban a las sortijas y eran frecuentes las reuniones
musicales. Los paraguayos eran muy aficionados a la música, especialmente a la
ejecución de la guitarra. Componían coplas y llevaban serenatas a las damas de su
elección.

RELACIONES CON LA IGLESIA


Durante la Dictadura Temporal se liberaron a las comunidades religiosas de todo
vínculo de obediencia hacia sus superiores que residían en el exterior. Francia había
dictado este decreto porque las autoridades religiosas apoyaban a los reyes europeos
absolutistas, sobre todo en el período de la restauración monárquica.
Consiguientemente, por la seguridad de la República, se debía cortar toda dependencia
peligrosa proveniente del extranjero. Los religiosos españoles y nacionales
(franciscanos, mercedarios y dominicos) pasaron a depender directamente de la
autoridad del Obispo y se les obligó a jurar fidelidad al gobierno. Pero posiblemente la
medida más trascendental en el aspecto religioso haya sido la dictada en 1824, cuando
el Dictador decretó la secularización de los conventos. Por esta disposición los bienes
de las comunidades religiosas quedaban en poder del Estado y se cerraban todos los
monasterios y conventos del país, los que fueron transformados en cuarteles. Por la
“vida sumamente criticable de los monjes y sacerdotes paraguayos”, Francia clausuró
todos los monasterios y cambió a los religiosos en ciudadanos útiles a la patria. Una
grave enfermedad mental del obispo español, Pedro Benito Panés - probablemente
causada por el alcohol - condujo a su deposición y al nombramiento de un vicario
general, Roque Antonio Céspedes, quien era simpatizante de Francia. En 1823 clausuró
por el Colegio Seminario de San Carlos, el único establecimiento de enseñanza superior
del país, en el cual podían formarse los sacerdotes.
A través de estas medidas, la iglesia paraguaya cayó en completa dependencia del
gobierno. Como había perdido sus bienes materiales, el Estado asumió la obligación de
sostenerla.

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Asimismo se limitó la cantidad de procesiones, sin prohibir las que regularmente se


hacían, pero se exigió un permiso previo del Gobierno para introducir otras nuevas en
el calendario religioso. Esta disposición, tenía indudablemente un fondo político: el
evitar que estas reuniones, sirviesen de pretexto a los enemigos del régimen, para
conspirar contra el gobierno establecido.

EDUCACION Y CULTURA
El bando del 6 de enero de 1812 que establecía la instrucción primaria obligatoria
apremió al Estado a crear varias escuelas y una biblioteca pública. La educación se
basaba fundamentalmente en los principios de la Ilustración adquirida por la mayoría de
los próceres del movimiento independentista, en centros culturales del Rió de la Plata.
Estos jóvenes eran hijos de familias tradicionales que hablaban el castellano, entre ellos
Gaspar Rodríguez de Francia, quien se enorgullecía por su excelente dominio del
idioma español. Sin embargo la política aislacionista hizo que durante su gobierno
hubiera una gran carencia de libros en el país. La falta de contacto con el exterior
propició que el guaraní se extendiera por todo el territorio nacional.
La disposición promulgada por la Junta Superior Gubernativa, también rigió durante la
Dictadura. La educación primaria era obligatoria y gratuita en las escuelas públicas.
Todos los habitantes del país debían leer y escribir. Además del maestro Téllez, también
fueron nombrados otros docentes para impartir la instrucción a los niños, tanto en la
capital como en los partidos de la campaña. Los educadores del interior recibían un
sueldo y algunos auxilios. Se calcula la existencia de unos 140 maestros que enseñaban
a unos 5.000 alumnos entre 1820 y 1830. Los comandantes militares y los agentes eran
los encargados de la inspección escolar. La principal tarea de los maestros rurales fue la
enseñanza de la lengua española porque la mayoría de los niños no tenían conocimiento
del castellano hasta la edad de ingresar a la escuela. Asimismo, existieron algunas
escuelas de carácter privado, tanto en la capital como en el interior. Por falta de textos
escolares, el maestro argentino Juan Pedro Escalada, preparaba a mano algunos
ejemplares de historia, geografía y castellano para luego distribuir a sus alumnos que
recibía en su residencia en forma particular. Los maestros eran pagados por los padres
de los estudiantes, pero el gobierno enviaba periódicamente a ciertas personas para que
inspeccionaran la capacidad de los profesores y el grado de aprovechamiento de los
alumnos. La mayoría de los asistentes eran del sexo masculino. Una excepción fue la
escuela regenteada por dona Petrona Regalada Rodríguez de Francia, hermana del
Dictador quien vivía de una pequeña industria basada en la elaboración de velas y para
aumentar sus entradas económicas, enseñaba en su casa a niñas, hijas de las familias
criollas asuncenas.
Si bien a la educación primaria se prestó una especial atención durante la Dictadura, no
podemos decir lo mismo con respecto a la educación superior. El seminario de San
Carlos fue suprimido en el año 1823 y en 1824 se clausuraron las comunidades
religiosas del Paraguay. Aunque el cierre de estos centros de estudios no significó e1
abandono total de esa clase de educación, ya que muchos sacerdotes siguieron
enseñando en forma particular, sin embargo, la supresión de esa institución fue
perjudicial de cualquier modo, y constituyó un golpe muy duro a todos los jóvenes que
deseaban proseguir sus estudios superiores.
Con relación al aspecto cultural, se debe al Dr. Francia la creación de una Biblioteca
Pública. Esta aumentaba su existencia mediante las compras realizadas por el gobierno
como también mediante donaciones y confiscaciones hechas a los “enemigos de la
Patria”.

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Sin alcanzar un grado extraordinario la arquitectura, adquirió cierta importancia en el


país, con diversas construcciones en donde se emplearon varios hornos de ladrillo, tejas
y cal. Con esos materiales se construyó la Casa Capitular de Asunción.
Otras obras arquitectónicas realizadas en este tiempo fueron el Edificio del Cabildo de
Pilar, varios cuarteles en la capital y también en el interior, especialmente en el Chaco.
Asunción, en los primeros años de la independencia no contaba con calles delineadas,
pues las autoridades coloniales no cumplieron con las ordenanzas reales sobre su
trazado, por consiguiente, la ciudad no tenía forma de damero, que poseía la mayoría de
las otras capitales hispanoamericanas.
Durante este período, Asunción contaba con sólo dos calles principales, las demás eran
callejones o estrechos vericuetos. Después de 1820, el Dictador dispuso de algunas
reformas urbanísticas e inició las mismas con el trazado de las calles. Muchas casas
tuvieron que ser demolidas debido a la nueva alineación, hecho que afectó de manera
considerable las residencias de varios vecinos, quienes recibieron a cambio
indemnizaciones u otros terrenos donde establecerse. Sin embargo este decreto fue visto
por la clase aristocrática criolla como una persecución más por parte del Dictador. Se
dispuso además, que las calles fuesen iluminadas para evitar asaltos o emboscados
contra los ciudadanos que transitasen en horas de la noche. Al doctor Francia se le debe
el primer alumbrado público. En ese tiempo también se construyeron muchas iglesias
como las de Villeta, Concepción, Horqueta y Belén.
Clausura del Cabildo
El Cabildo era una institución municipal establecida en casi todas las poblaciones
españolas de América. Después de la Revolución de los Comuneros, los cargos fueron
exclusivamente reservados para los españoles, una excepción fue la elección de Francia
como Alcalde antes de la Independencia. El primer Congreso nacional removió a sus
miembros españoles y los remplazó por paraguayos. Al asumir la Dictadura Perpetua, el
doctor Francia nombraba personalmente a su integrantes, los que actuaban con
facultades muy restringidas. Esta institución funcionó hasta la promulgación de su
cierre definitivo el 30 de diciembre de 1824. Los Alcaldes del Cabildo asunceno fueron
sustituidos por los jueces de primer y segundo voto, por los jueces de mercados y
abastos, por Defensores de pobres, de menores y de naturales. En los Cabildos rurales,
los Delegados de Gobierno y los Comandantes militares desempeñaron esas funciones.

IDEOLOGIA DE L DOCTOR FRANCIA


Las expresiones manifestadas por Francia en todos sus actos, revelan su profundo
patriotismo, pero sin lugar a dudas otros dos documentos también caracterizan su
ideología. Ellos son la nota del 20 de julio dirigida a la Junta de Buenos Aires. La nota
no lleva firma pero se supone que fue obra por Francia debido al estilo en que la misma
fue escrita. El otro instrumento que arroja luz sobre su doctrina es el Reglamento de
Gobierno, por el cual el Paraguay se declaraba República soberana. En cuanto a la
doctrina del establecimiento de la Dictadura, no sólo se inspiró en la historia romana,
sino también en el filósofo J.J. Rosseau. La obra de éste, “El Contrato Social”,
justificaba “la suspensión del poder sagrado de las leyes cuando lo requería la salud de
la patria”. Para fortalecer la seguridad pública, según el pensamiento de Rosseau, se
designaba un Jefe Supremo con poderes de vida o muerte. Se debía concentrar en una
sola persona, la del Dictador, el poder de la soberanía que, en el concepto de Rosseau,
es absoluto cuando se trataba de mantener la paz y el orden interno y conservación la
independencia. Con relación a la doctrina de la Independencia, Francia consideró que
sólo mediante la concentración del poder en una sola persona podía conservar la
Independencia. En tiempos tan difíciles en que las pretensiones porteñas amenazaban la

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soberanía paraguaya, “en homenaje a la libertad nacional sacrificó todas las libertades
individuales”. Sólo reconoció la libertad religiosa e hizo de la independencia una
auténtica exaltación al nacionalismo. Otras doctrinas que caracterizaron al gobierno de
la Dictadura fueron la del orden y la del aislamiento. El Dictador tenía una gran
obsesión hacia el orden. Afirmaba que “La libertad, ni cosa alguna podía subsistir sin
el orden, sin reglas, sin unidad y sin concierto” Por salvaguardar el orden interno de la
República y por temor a que la anarquía reinante en los demás Estados, pudiese llegar al
Paraguay, impuso la política del aislamiento. Además, como las provincias argentinas
del litoral habían bloqueado el río Paraná a la navegación paraguaya, el doctor Francia
se vio obligado a clausurar el país.

UNIDAD IX: PRESIDENCIA DE CARLOS A. LÓPEZ


LA TRANSICIÓN
LOS GOBIERNOS PROVISORIOS
La Junta Provisional.
El 20 de setiembre de 1840, había fallecido el doctor Francia que gobernó el país por
más de 26 años. De inmediato, los comandantes de los cuarteles y el fiel actuario del
gobierno, Policarpo Patiño se reunieron para debatir sobre la transmisión del mando,
pero no dejando el Dictador, herederos políticos, pensaron que los mejores hombres
para gobernar, serían ellos. De esta manera, se conformó una Junta Provisional,
presidida por el Alcalde Manuel Antonio Ortiz y los Comandantes de los cuatro
cuarteles de la ciudad: el capitán Agustín Cañete y los tenientes Ramón Maldonado,
Pablo Pereira y Gabino Arroyo. Policarpo Patiño tuvo que conformarse con la secretaría
del citado cuerpo gubernamental.
La primera tarea de la Junta fue la liberación de los presos de la dictadura, entre ellos
algunos santafesinos y porteños. Asimismo, se permitió visitar la biblioteca, fundada
por Francia, en ciertas y determinadas horas. Pero la misión fundamental de este nuevo
gobierno fue la de convocar a un Congreso General, el cual no se reunía desde 1816. A
pesar de ello, los miembros de la Junta se mostraban muy lentos en resolver la decisión
de dicha convocatoria. Estas indeterminaciones originaron serias demandas públicas, las
cuales aumentaron con el transcurso de los días, exigiendo la separación de Patiño. Este,
en una de las reuniones de la Junta, había acusado a sus miembros, de ignorantes e
incapaces de gobernar proponiendo la restauración de la Dictadura. En consecuencia, la
Junta resolvió apresarlo, acusándolo de malversar fondos públicos. Patiño, humillado
por no haber logrado sus planes, acabó sus días, ahorcándose en su celda.
La Junta sin saber que rumbo tomar y sin convocar el Congreso recurrió a la ayuda de
un ciudadano que con sus conocimientos pudiese aconsejar en los asuntos de Estado
antes que el país cayese en una anarquía. A mediados del mes de noviembre, "a nombre
de la patria", los Comandantes resolvieron llamar a Carlos Antonio López, quien
durante la Dictadura se había mantenido alejado de la capital. Este acudió de inmediato
a la solicitud del gobierno.
El primer consejo que López dio a los militares fue la convocatoria del Congreso, como
única solución para resolver la difícil situación. No obstante la Junta continuó en el
mismo estado de inoperancia.
A raíz del incumplimiento de una disposición testamentaria que el Dictador había
dejado acerca de la distribución de los sueldos de los militares, los cuales no habían sido
abonados por la Junta, un sargento del Batallón de Fusileros del Cuartel de San
Francisco, Romualdo Duré, se sublevó, en la mañana del 22 de enero de 1841.
Acompañado de unos 75 soldados irrumpieron en la sala de sesiones, apresando a los
miembros de la Junta y nombrando de inmediato un nuevo gobierno.

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El Triunvirato
Muy breve actuación tuvo el segundo gobierno integrado por el Alcalde Juan José
Medina, y los ciudadanos José Gabriel Benítez y José D. Campos, quienes tenían el
exclusivo mandato de llamar al Congreso. Duré fue ascendido a Subteniente por ser el
autor triunfante del golpe. Sin embargo este nuevo gobierno fue tan irresoluto como el
anterior. No se convocó la Asamblea y en consecuencia fue derrocado el 9 de febrero
apropiándose del poder, Mariano Roque Alonso, Comandante del Cuartel, quien se
propuso llamar a un Congreso General el 12 de marzo de ese año.
Comandancia General de Armas
Mariano Roque Alonso asumió el mando del gobierno en calidad de Comandante
General de Armas y Carlos A. López ejerció la secretaría de dicha Comandancia.
Los militares eran partidarios de continuar con el aislamiento, sintiendo antipatía hacia
todo lo extranjero. Además como siempre habían actuado bajo las ordenes del Dictador,
carecían de capacidad política. López muy pronto logró convencerlos que ellos no
podían dominar la situación, comprendieron su ineptitud para el mando y renunciaron a
sus pretensiones. El Comandante Mariano Roque Alonso, aconsejado hábilmente por
don Carlos cumplió el anhelo popular, inaugurando el Congreso en la fecha prevista.
El Congreso General de 12.III.1841. Establecimiento del 2do. Consulado
La magna Asamblea se reunió, luego de veinticinco años, en el antiguo templo de San
Francisco y fue presidida por Carlos Antonio López. La primera moción del propio don
Carlos fue la propuesta de confiar la autoridad gubernamental a dos ciudadanos en
calidad de Cónsules de la República. Los mismos ejercerían el poder por tres años, al
cabo de los cuales se convocaría otro Congreso para prorrogar sus poderes o intentar
otra forma de gobierno. El diputado Juan Bautista Rivarola, protagonista de la
independencia patria, inspirado por anhelos de libertad y justicia, objetó la forma
precipitada en que se pretendía constituir el gobierno, exponiendo la necesidad que el
Paraguay tuviera una constitución democrática y se implantase un régimen de libertad.
Rivarola fue bruscamente interrumpido por don Carlos, quien expreso que por las
circunstancias vividas en el país, era imposible dictar una constitución liberal, sino
instituir un gobierno fuerte y enérgico que se encargase de mantener la tranquilidad
pública. Seguidamente se votó por las mociones y la propuesta de don Carlos fue
aceptada sin objeciones. Por consiguiente, fueron electos Carlos Antonio López y
Mariano Roque Alonso, como Cónsules de la República, los cuales ejercerían los
poderes Ejecutivo y Judicial.

GOBIERNO DEL CONSULADO


Con el fin de evitar la formación de sectores políticos, se prohibió la propagación de
panfletos contra el Dictador Francia. Igualmente, se prohibió manifestar juicios
favorables o contrarios sobre el extinto gobernante.
Para organizar el Estado, los Cónsules proclamaron un bando conteniendo 33
resoluciones, las cuales trataban sobre cuestiones administrativas y policiales, con el
propósito de asegurar el orden y el libre tránsito de los ciudadanos en la República.
Por dicho bando, se creó un Cuerpo Municipal compuesto de seis miembros encargados
de reglar la administración capitalina. Se devolvieron algunas propiedades de la capital
que habían sido confiscadas por el gobierno de Francia, pero se retuvieron para el
Estado las fincas rurales, las que posteriormente, fueron convertidas en estancias de la
patria.
Además se señalaron, entre otras cosas, la habilitación del Puerto de Pilar con el
propósito de iniciar el comercio con la provincia argentina de Corrientes, sin embargo,
dicha concesión estuvo sujeta a condiciones, pues aún ningún barco mercante extranjero

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podía arribar al puerto de la capital. Se reorganizó la industria, la agricultura y la


ganadería. Se mejoraron los medios de comunicación y navegación por el río Paraguay.
Pero probablemente una de las cuestiones más urgentes que debía resolver el nuevo
Consulado era la declaración oficial o ratificación de la Independencia Nacional. A
pesar que ésta fue proclamada el 15 de mayo de 1811, informada a la Junta de Buenos
Aires mediante la nota del 20 de julio de ese mismo año y anunciada por el Dictador
Francia en varias ocasiones, aun faltaba un documento oficial que diera una
confirmación jurídica a la Independencia nacional, en la forma solemne y acostumbrada
por los demás Estados del continente, emancipados del yugo europeo. Para salvar esta
omisión se convocó a un Congreso General Extraordinario.
El Congreso del 25 de noviembre de 1842
El Congreso reunido el 25 de noviembre de 1842, inició sus deliberaciones bajo la
presidencia del Cónsul López. Los cuatrocientos diputados integrantes de la Asamblea,
ese mismo día, firmaron el Acta Solemne de la Independencia del Paraguay. El
trascendental documento manifestaba que lo siguiente:

"La República del Paraguay es para siempre de hecho y de derecho una nación libre e
independiente de todo poder extraño"... "nuestra emancipación e independencia es un
hecho solemne e incontestable en el espacio de más de treinta años; que durante este
largo tiempo y desde que la república del Paraguay se segregó con sus esfuerzos de la
metrópoli española para siempre, también y del mismo modo se separó de hecho de todo
poder extranjero, queriendo desde entonces con voto uniforme pertenecer a sí misma, y
formar como ha formado una nación libre e independiente bajo el sistema republicano
sin que aparezca dato alguno que contradiga esta explícita declaración; que este derecho
propio de todo Estado libre se ha reconocido a otras provincias de Sud América por la
República Argentina y no parece justo pensar que aquel se la desconozca a la República
del Paraguay”... “el Paraguay nunca jamás será patrimonio de una persona o de una
familia” ... “el gobierno que fuese nombrado para presidir los destinos de la Nación,
jurará ante del Congreso, con la estricta responsabilidad de defender y conservar la
integridad e Independencia del territorio de la República”.
El gobierno consular comunicaría la solemne declaración a los países vecinos y en
especial a la Confederación argentina. En el mismo acto, se sancionó la Ley del
Pabellón Nacional, adoptándose la bandera tricolor, los escudos y el sello nacional y se
fijó el día 25 de noviembre como fiesta solemne en toda la República del Paraguay en
conmemoración del día de la jura oficial de la Independencia Nacional.
En el transcurso de su mandato, los Cónsules se preocuparon de realizar varias obras
gubernativas en todos los órdenes.
Obras administrativas y económicas:
El gobierno consular introdujo valiosas innovaciones en el sistema de percepción de
rentas. Organizó el régimen de sellados y se decretaron algunos impuestos para el
sostenimiento de varias villas y pueblos. Con el fin de asistir a la iglesia, se dictó una
Ley de Diezmos. Asimismo, el Consulado entabló negociaciones con la Santa Sede para
la rehabilitación del Obispado pero quedó prohibida la tolerancia de otras doctrinas
religiosas y la libertad de cultos que el Dictador Francia había permitido.
En otro orden, acordaron medidas en beneficio de la clase campesina, a la cual se le
distribuyó animales y elementos de labranza. En el interior del país, se mejoraron
caminos y se arrendaron terrenos fiscales.
Un hecho muy importante fue la disposición de crear una moneda nacional.
Recordemos que hasta ese momento el Paraguay no contaba con un sistema monetario
propio Por lo regular las transacciones comerciales se realizaban mediante trueques de

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los productos importados por los rubros agro- ganaderos y en raras ocasiones con
monedas españolas o las comúnmente utilizadas en los países vecinos. En
consecuencia, se encargó la acuñación de monedas con el dinero existente en la
Tesorería General del Estado. Este acontecimiento dio impulso al comercio, se
reanimaron las industrias existentes y se crearon otras nuevas.
En 1843, se habilitó un cementerio general de la ciudad, en la antigua parroquia de la
Recoleta, estableciéndose a partir de la promulgación del decreto, la prohibición, de "la
inhumación de difuntos en los patios y corredores de las iglesias" de la capital, como
anteriormente se efectuaba.
Obras en el orden cultural y social
Entre otras medidas realizadas por el gobierno consular, citamos la preocupación por
la instrucción superior y por la carencia de un seminario que formase sacerdotes. Con
ese fin, el 30 de noviembre de 1841, se creó la Academia Literaria, primera institución
de nivel post primario fundada después del cierre del Colegio Seminario San Carlos.
Los cursos se iniciaron con la apertura de las cátedras de Filosofía y Latín,
posteriormente se realizó posteriormente un plan de estudios más completo. El Padre
Marco Antonio Maíz fue designado Director. La Academia inició sus aulas el 2 de
febrero de 1842, con la inscripción de ciento cincuenta alumnos. Igualmente la
instrucción primaria también recibió un considerable impulso. Se destinaron diez mil
pesos para las escuelas rurales.
En el aspecto social, una de las disposiciones más importantes, fue la atención otorgada
a los indígenas y a la esclavitud. Con relación a los naturales que se hallaban al servicio
del Estado, trabajando como peones en las estancias de la patria o como soldados en los
fuertes de la frontera, se les decretó la jubilación concediéndoseles tierras y ganados.
Dicha orden fue cumplida paulatinamente y logró su conclusión en 1848.
Pero la disposición del Consulado que reviste su aspecto humanitario fue la Ley de
libertad de vientres, decretada el 24 de noviembre de 1842. Por esta acción el Paraguay
se adelantaba en el camino de la civilización a otros Estados americanos. Esta
disposición debía ser cumplida a partir del 1º de enero de 1843 y por la misma se
establecía que los hijos e hijas de las esclavas que nacieren en adelante serían llamados
"libertos de la República". Sin embargo, permanecerían en la obligación de servir a sus
amos, los libertos hasta la edad de veinticinco años y las libertas hasta los veinticuatro
años respectivamente. El decreto también prohibía el tráfico de esclavos, procurándose
con estas medidas eliminar gradualmente la esclavitud. Además los Cónsules
anunciaron que ciertos esclavos de edad avanzada, pertenecientes al Estado fueran
libres, especialmente aquellos que servían en las estancias de la patria. Si lo deseaban,
podían seguir en ellas, pero con un mejor trato y con una justa remuneración de
acuerdo a sus tareas. Aunque estas disposiciones reflejaban una política progresista,
debemos tener en cuenta que muy pocas personas se beneficiaron con esta Ley debido
al escaso número de esclavos que existían en el Paraguay, durante ese lapso. Según
cifras extraídas del censo realizado en 1846, existían sólo un 7% de negros o pardos
sobre una población de aproximadamente unos 230.000 habitantes.
Otro de los acontecimientos de importancia durante el período consular, fue la aparición
del primer órgano de prensa en el país "El Repertorio Nacional", cuyo primer ejemplar
data del 1º de enero de 1842. El mismo estaba destinado exclusivamente a la difusión de
las disposiciones oficiales, pero de todos modos significó el aporte inicial del Paraguay
al periodismo. Elegantemente impresos y de muy buena tipografía, sus fascículos eran
distribuidos en forma gratuita en toda la República, informando de las actividades del
gobierno.

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Obras judiciales y militares:


Otras importantes obras también fueron de gran trascendencia para el país, como la
promulgación del "Estatuto provisorio de la Administración de Justicia", con el cual se
confirmaba la independencia judicial en el Paraguay. Este instrumento se ocupaba de la
creación de Tribunales Superiores emancipados del poder Ejecutivo. No obstante, el
gobierno debía ejercer el poder judicial sólo en las causas de traición a la patria o
conjuración contra el orden público, pero de hecho, el Consulado desempeñó todos los
cargos judiciales. Se derogaron, también las Leyes de Indias (las que rigieron durante el
período colonial) dejando sólo algunas ordenanzas españolas, en las partes que no
tenían oposición con la legislación paraguaya. Se creó además el Departamento de
Policía, institución a la cual se le encargó algunas tareas como: la atención del orden
social, la prevención y represión de los delitos. Fueron asimismo, abolidas las penas de
muerte y la confiscación de bienes.
El Ejército también fue objeto de reformas radicales. Se creó la Academia Militar y un
reglamento para su organización, se licenció a aquellos soldados y oficiales que habían
excedido el tiempo del servicio y se fijó el período militar en tres años.
Política Internacional
El Consulado se propuso cambiar la política exterior que había caracterizado al
gobierno anterior, con la libre navegación de los ríos y las relaciones con otros países,
especialmente con los vecinos. La llave que abrió esa entrada fue provincia argentina de
Corrientes, quien había gestionado el apoyo paraguayo en la guerra que sostenía con el
Jefe de la Confederación de ese país, el Dictador Rosas. El gobierno consular rechazó
esa petición pero consintió en firmar tratados provisorios, indispensables para iniciar el
comercio. Dos comisionados correntinos llegaron a la capital con ese fin y en julio de
1841 se firmaron los tratados de amistad, comercio, navegación y de límites En éste
último, se reconocían los derechos paraguayos sobre los territorios de Misiones,
situados a la izquierda del Paraná. Igualmente se abrió el puerto de Pilar para las
transacciones comerciales.
Después de la Declaración solemne de la Independencia Nacional y ante la actitud del
Dictador argentino en negar la condición soberana del Paraguay, fue enviada a Buenos
Aires la primera delegación diplomática, la cual estuvo encabezada por el Secretario
General del Gobierno, don Andrés Gill, en calidad de Agente Especial para participar a
las autoridades de la Confederación argentina las resoluciones del Congreso paraguayo,
y solicitar el reconocimiento de la Independencia. En ese tiempo, la Argentina se
hallaba en conflicto con el Brasil, Uruguay, Francia e Inglaterra y como el Dictador
Rosas no deseaba que una férrea negativa condujese al Paraguay a simpatizar con sus
enemigos, entretuvo a Gill con prolongadas y amistosas conferencias. El mandatario
porteño no estaba dispuesto a admitir nuestra Independencia pero reiteró a Gill su
simpatía hacía el Paraguay y a su gobierno, hasta ofreció venderle armas. Antes de su
regreso, el diplomático paraguayo recibió la contestación oficial del gobierno
argentino, el cual argumentaba que no podía “dar su consentimiento a la independencia
paraguaya" y agregaba que cualquiera fueren las circunstancias "jamás las armas de la
Confederación Argentina turbarían la paz y la tranquilidad del pueblo paraguayo".
Esta negativa argentina causó gran indignación a los Cónsules ya que no se trataba de
un consentimiento o aprobación por parte de gobierno argentino, sino un
reconocimiento de la Independencia, pues ésta constituía un hecho real.
Sin embargo, muy pronto las negociaciones se reanudaron con el gobierno de Rosas.
Para ese cometido fue enviado a Buenos Aires, don Manuel Pedro de Peña,
acompañado de Francisco Solano, hijo mayor del Cónsul López. Una vez más, la
respuesta argentina, fue negativa. Rosas respondió en cordiales términos que no podía

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reconocer la autonomía paraguaya. Peña aprovechó la oportunidad y colocó algunos


productos paraguayos en el mercado porteño y compró armas para el ejército. Por
primera vez en dos décadas, los rubros del país fueron nuevamente comerciados en el
Río de la Plata. La misión fue cumplida sin inconvenientes, salvo la falta de
reconocimiento de la Independencia por parte del gobierno argentino.
Mientras tanto, la Convención nacional boliviana reunida en la ciudad de Sucre
reconoció la Independencia y Soberanía de la República del Paraguay. Poco tiempo
después el gobierno de Chile también realizó similar reconocimiento.
EL CONGRESO DE 1844 ESTABLECE LA LEY DE ADMINISTRACION
POLITICA
Las obras realizadas por el gobierno Consular dieron gran prestigio a don Carlos
Antonio López, quien se desempeñó como el verdadero administrador del país mientras
el Cónsul Alonso se dedicó preferentemente a las tareas militares. Luego de tres años al
frente del Consulado, don Carlos consideró que había llegado el momento de convocar
a otro Congreso Nacional y decidir el rumbo gubernamental que el Paraguay debía
tomar.
En poco tiempo, Carlos A. López había adquirido íntegramente el inmenso poder,
heredado del Doctor Francia y pensó que era el momento de restablecer el gobierno de
la nación en una sola persona, la suya. Con ese propósito convocó a un Congreso
General que abrió sus sesiones el 13 de marzo de 1844 en el antiguo local del Cabildo,
refaccionado e instituido como Palacio de Gobierno. El mismo día de la apertura, el
propio don Carlos propuso a la Magna Asamblea, la adopción de una Constitución para
la República, redactada por él mismo con la colaboración de Juan Andrés Gill, quien se
desempeñaba como secretario de Gobierno. Su proyecto fue aceptado, sin estudio ni
discusión. Algunos diputados abogaron por una Constitución de estilo liberal, pero no
encontraron eco y en consecuencia fue sancionada la "Ley que establece la
Administración política de la República del Paraguay". Se trataba de un expediente
provisorio, según lo había definido su propio autor "... para comenzar a introducir
algún orden en la administración de los negocios públicos".
De acuerdo con la nueva Ley, el Congreso nombró Presidente de la República a Don
Carlos Antonio López por un período de diez años. El recién electo ciudadano, prestó
juramento de ley y una comisión de diputados lo puso en posesión de la primera
magistratura.
La Ley de Administración Política de 1844 establecía en algunos de sus artículos lo
siguiente:
“El Gobierno Nacional permanente, ha de ser desempeñado por un solo ciudadano
con la denominación de Excelentísimo Señor Presidente de la República del
Paraguay”... ”Ninguno podrá ser electo Presidente de la República que no sea
ciudadano, paraguayo, de fuero civil y de cuarenta y cinco años cumplidos, capacidad
honradez y patriotismo conocidos; buena conducta moral y un capital propio de ocho
mil pesos... de Religión Católica Apostólica Romana, única del Estado”... “...
designado por el Congreso y por un período de diez años...”. Cuando el Presidente de
la República lo creyere conveniente, podrá nombrar uno o más ministros y con las
atribuciones que les fijara el mismo Presidente. Era de su potestad autorizar el
funcionamiento de instituciones educativas e imprentas y no se admitía la libertad de
cultos...”
(Artículos 1,2,3,4,5 del Título IV y Artículos 1,2,3 del Título VIII. Ley de
Administración Política de la República de 1844)

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Con bastante evidencia, se refleja en esta Ley fundamental, la ausencia de un Poder


Legislativo, pues este cuerpo era suplido por el Congreso de doscientos diputados, el
cual debía reunirse cada cinco años. Las posibilidades de gobernar conjuntamente con
el Ejecutivo eran prácticamente, nulas, situación que dio mayor amplitud al poder
presidencial. Igualmente, la Ley de Administración no admitía ni la vigencia de leyes
extranjeras, ni la jurisdicción de tribunales que no fueran de la República, salvo el
derecho a la queja y “la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley”. De hecho, esta
Ley, llamada también Constitución de 1844, otorgaba todos los poderes a una sola
persona: Don Carlos Antonio López, quien ejerció la primera magistratura del Paraguay
durante tres períodos consecutivos. El primero fue de 1844 a 1854, el segundo de 1854
a 1857 y el último de 1857 a 1862, año de su fallecimiento.

La citada Ley de administración política, esta considerada como la primera Constitución del
Paraguay. Sin embargo esta Ley no reunía las características generales de las constituciones
más adelantadas de su tiempo. En ella no se mencionaba la especificación de derechos y
garantías ni declaraba de los fines del Estado. En cuanto a la separación de poderes del
Estado, existía una indiscutible superioridad del Ejecutivo, cuyas atribuciones y
limitaciones no se determinaban con claridad. Sin embargo, la misma debe ser considerada
como punto de partida de un proceso de evolución institucional, admitiendo que sus
imperfecciones habrían de ser presumiblemente superadas por futuras reformas.

PRIMERA PRESIDENCIA (1844-1854)


En el lapso de los primeros diez años de gobierno, el Presidente López se enfrentó a
numerosos problemas de carácter internacional con los países vecinos, especialmente
con la Argentina, que bajo la dictadura de Juan Manuel de Rosas se negaba a admitir
nuestra soberanía. El Brasil, por su parte reconoció la independencia paraguaya, pero
sin embargo mantuvo una política reservada durante este período.
Relaciones con el Brasil
El Presidente López sostenía que de nada serviría proclamar la independencia, sin
definir los límites y sin conquistar la libre navegación en el Río de la Plata. El Paraguay,
debido a su situación mediterránea, con una superficie de 700.000 Kilómetros
cuadrados, necesitaba relacionarse con el exterior. Con tal propósito se iniciaron las
gestiones para hacer reconocer la independencia, participando de la arriesgada política
del Río de la Plata, donde cuatro nacientes Estados tenían allí su escenario. Por una
parte la confederación argentina, heredera del virreinato, pretendía la reincorporación
del Paraguay y del Uruguay a sus dominios. Igualmente, el Imperio del Brasil no había
renunciado a su antigua política expansionista de llegar al Río de la Plata y por último,
la Banda Oriental acariciaba el ideal de una completa autonomía, pues se hallaba en
constante lucha contra brasileños, argentinos y por las fuerzas franco – inglesas que en
ese tiempo, habían intervenido el Uruguay.
El Brasil, con intenciones de atraer al Paraguay a su esfera política, envió una
importante misión a nuestra capital, encabezada por José Antonio Pimenta Bueno. Ante
una brillante ceremonia realizada el 14 de setiembre de 1844, el diplomático brasileño
reconoció en nombre de su gobierno oficialmente la Independencia. Además, se
suscribió un Tratado de Alianza defensiva, por el cual el Emperador del Brasil se
comprometía a interponer sus buenos oficios para que otros Estados reconociesen
nuestra Independencia y, emplear todos sus esfuerzos en el caso que el Paraguay fuera
amenazado con una agresión. El mismo Tratado garantizaba: la libre navegación de los
ríos Paraná y Paraguay y el firme compromiso de acordar los límites entre ambas
naciones sobre la base de los puntos indicados en el Tratado de San Ildefonso de 1777.

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Relaciones con la Argentina


Mientras los representantes de los gobiernos paraguayo y brasileño firmaban su alianza,
la provincia de Corrientes había cerrado su puerto al comercio de la confederación
argentina. Esta política perjudicaba también al comercio paraguayo porque se
confiscaba a todo buque mercante que traficase con Buenos Aires. Una importante flota
comercial con destino a Asunción, fue detenida, y su cargamento fue decomisado. En
consecuencia, en octubre de 1844, se decretó cierre de los puertos del Paraguay a la
provincia de Corrientes. Sólo dos caminos solucionarían esta situación: la guerra o
negociar con Corrientes. El Presidente López pensaba que la guerra era repudiable entre
pueblos hermanos y vecinos y optó por la segunda alternativa. De esta manera, se
suscribió el 2 de diciembre de ese año, un tratado por el cual se restablecía el comercio
y la comunicación con aquel gobierno.
Pero no bastaba al Paraguay el tener licencia de Corrientes para comerciar, faltaba aún
la autorización de Rosas para llegar a Buenos Aires y éste se la negó categóricamente.
El dictador porteño sostenía que el convenio firmado con Corrientes era violatorio de la
neutralidad y un ataque a la soberanía e Independencia de la confederación argentina.
En represalias clausuró todos los puertos del litoral a la entrada o salida de los buques
con destino al Paraguay o Corrientes. Entretanto, algunos productos nacionales habían
arribado a Buenos Aires y como Rosas no permitió su venta, fueron arrojados al río.
Por consiguiente, el Presidente López decidió luchar contra Rosas y la mejor forma de
hacerlo fue a través dos frentes: los documentos oficiales y la prensa.
A partir de entonces todas las resoluciones gubernativas se iniciaban con la frase ¡VIVA
LA REPUBLICA DEL PARAGUAY!, Intentando de esta forma demostrar la existencia
de una República independiente y soberana. El otro instrumento utilizado, fue el
periodismo con la creación del primer periódico publicado en el país.
La prensa nacional
En enero de 1845, el Dictador Rosas inició una enérgica y sistemática campaña contra
el Paraguay por intermedio de los periódicos porteños “La Gaceta Mercantil” y “ El
Archivo Americano”. Con esta actitud pretendía señalar que el Paraguay, era una
provincia argentina y que su subsistencia como nación independiente era imposible por
ser la confederación argentina dueña de la navegación del Paraná, “única salida al
exterior de aquel país mediterráneo”. El Presidente López, creyó necesario detener esos
juicios tan absurdos y fundamentar la soberanía nacional afrontando con las mismas
armas, la guerra periodística iniciada por Rosas. Así nació "El Paraguayo
Independiente", cuyo fascículo inicial apareció el 25 de abril de 1845, con el editorial
"Independencia del Paraguay". Era el primer periódico impreso aparecido en el país y
como instrumento de la política internacional se constituía en un nuevo centinela de la
independencia. Su redactor principal fue el propio Presidente López. Posteriormente
prestó su valiosa cooperación Juan Andrés Gelly, doctor en derecho, poeta y periodista,
quien se había reintegrado a la patria después de treinta y cinco años de ausencia para
convertirse en uno de los más ilustrados colaboradores del gobierno.
Las páginas de "El Paraguayo Independiente", parecían ejércitos en marcha. Enunciaban
hechos y doctrinas. Citaban tratados y acuerdos. Defendía la soberanía del Paraguay
sobre dos aspectos esenciales: el reconocimiento de la Independencia Nacional y la libre
navegación de los ríos. En sus columnas se argumentaba que la autonomía paraguaya
era un hecho histórico consumado. Su derecho se basaba en la nota del 20 de julio y en
el Tratado del 12 de octubre de 1811. El Paraguay era libre de todo poder extraño y se
exigía su reconocimiento.
La población paraguaya acogió con entusiasmo su aparición. Sus ejemplares eran
leídos con avidez por todas las clases sociales. “El Paraguayo Independiente” apareció

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hasta el 18 de setiembre de 1852, cuando finalmente la Argentina reconoció la


Independencia, después de la caída del Dictador Rosas. Su edición total abarcó 118
números.
Relaciones con otros Estados
Entre tanto el Uruguay, gobernado el Presidente Suárez, en nombre de su gobierno,
reconoció la Independencia, en junio de 1845, afirmando que su país no podía negar al
Paraguay un derecho que reclamaba, como nación independiente y soberana.
Simultáneamente, el Brasil por su parte intentaba que otros Estados también realizaran
el mismo reconocimiento. De esta manera, Portugal primero y Austria después
aceptaron la autonomía paraguaya.
Política militar. Declaración de guerra a Buenos Aires
Como efectos de la guerra periodística que mantuvo el Paraguay con el gobierno de
Buenos Aires, ese mismo año de 1845 las provincias argentinas opositoras a Rosas
buscaron una alianza con el Presidente López. El General Paz, jefe del ejército rebelde
argentino, los representantes de Corrientes y el gobierno paraguayo firmaron un
acuerdo para llevar la guerra “no a la Confederación Argentina, sino al Dictador Rosas
con el propósito de buscar la paz entre federales y unitarios, reconocer la
Independencia paraguaya y reafirmar la libre navegación de los ríos”. Los rumores de
guerra, obligaron al Presidente López a organizar el ejército. Todo habría que hacerlo de
la nada, pues no existían ni unidades, ni cuadros, ni armas. El antiguo armamento usado
durante la dictadura ya era anticuado y no servía, además no se contaban con
municiones. Las primeras medidas adoptadas fueron el restablecimiento del servicio
militar obligatorio, creación de una guardia nacional y la reorganización del ejército de
línea.
Por otra parte, el reconocimiento de nuestra Independencia llevado a cabo por los
estados europeos, alentó al pueblo paraguayo quien respondió con entusiasmo al
llamado del gobierno ante la posible intervención de fuerzas aliadas que combatirían
contra la Confederación argentina.
El 4 de diciembre de 1845, el Presidente López declaró la guerra al gobernador de
Buenos Aires. Mientras se organizaban los preparativos bélicos en el Paraguay, se
produjo un suceso de gran alcance para la libertad de los ríos. La escuadra anglo –
francesa que se hallaba en el Río de la Plata, venció a las fuerzas confederadas en un
combate naval, abriendo a cañonazos la navegación del Paraná. Así, el 15 de enero de
1846 arribó al puerto de Asunción, el “Fulton” barco a vapor con bandera inglesa el
primero que arribaba al país.
Seguidamente, un ejército compuesto de 5.000 soldados paraguayos, bajo las órdenes
del joven hijo del Presidente, Francisco Solano López, fue enviado a Corrientes. Este de
inmediato se incorporó al comando del General Paz. En conocimiento de esta situación
las fuerzas confederadas, al mando del General Urquiza, emprendieron una veloz
retirada hacia el sur. Sin embargo, la guerra no tuvo el éxito esperado. A raíz una
disputa política entre Madariaga, (el gobernador correntino) y el General Paz, motivó el
retiro de éste último del escenario bélico y consecuentemente la alianza correntino –
paraguaya marchó hacia su desintegración.
Entre tanto, Estados Unidos ofreció su mediación en el conflicto. Sus agentes en el Río
de la Plata no aceptaban la intervención anglo - francesa y la consideraba violatoria de
la doctrina Monroe, además constituía una amenaza para las nuevas Repúblicas. Con
ese motivo, envió en misión especial al Paraguay, al señor Eduardo Hopskins, quien
llegó a Asunción expresando el ofrecimiento de su país en la guerra. La misma
propuesta formuló el Encargado de Negocios de los Estados Unidos en Buenos Aires,
Guillermo Brent a Rosas. La mediación fue aceptada y el Presidente López, decretó el

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15 de setiembre de 1846 el cese de las hostilidades. Sin embargo, la mediación no


obtuvo buen resultado, pues Rosas, persistió en desconocer la Independencia paraguaya
y en consecuencia la guerra contra las provincias rebeldes del norte argentino prosiguió.
El General Urquiza venció a Madariaga, éste fue sustituido por Benjamín Virasoro,
quien hostilizó el comercio paraguayo con Corrientes. Nuevamente se clausuraba la vía
fluvial y el Paraguay se vio obligado a buscar otro camino de acceso al mundo: la ruta
por el Brasil.
Expulsión de los brasileños del Alto Paraguay. Misión de Alcántara Bellegarde
En 1849, los brasileños habían ocupado los territorios al sur del Río Blanco, los cuales
aun se hallaban sin límites definidos de acuerdo al Tratado de 1844. El gobierno del
Brasil, sin tomar en cuenta las advertencias de López y sin respetar dicho tratado, ocupó
aquel territorio y fundó el fortín Pan de Azúcar. Este sitio era un lugar estratégico pues
dominaba todo el Alto Paraguay. En consecuencia, López ordenó el desalojo del citado
fuerte, y de los demás establecimientos situados al norte del Río Apa. La orden fue
cumplida de inmediato por el ejército paraguayo y los brasileños fueron expulsados de
aquella posición. Al mismo tiempo, el Brasil había comisionado al señor Alcántara
Bellegarde, quien había llegado al Paraguay en 1850. Este tenía la misión de solicitar al
gobierno nacional que los límites entre ambos países se mantuvieran en las condiciones
anteriores, hasta un arreglo definitivo.
El resultado de esta visita fue la firma de un tratado entre el Imperio del Brasil y el
Paraguay. El mismo estipulaba las bases de una alianza defensiva y de asistencia mutua
en el caso, que cualquiera de los dos países fuera atacado por la Confederación
argentina. El tratado, tendría una vigencia de seis años.
Reconocimiento de la Independencia por la Argentina. Tratado Varela- Derqui
Entre tanto el diplomático Alcántara permanecía en Asunción, el General argentino
Justo P. de Urquiza había decidido a lanzarse contra su partidario, el Dictador Rosas.
Un abismo de intereses políticos separaba a las dos figuras del federalismo argentino.
La alianza paraguayo - brasileña de 1850, influyó decisivamente en el ánimo de Urquiza
para su pronunciamiento. Con ese propósito, solicitó el apoyo del Brasil y del Uruguay
para poner fin a esa dictadura. En 1852, la batalla de Caseros, finalizó con el
predominio de Rosas. Urquiza, al mando del gobierno argentino, tendió la mano hacia
el Paraguay. Envió a la Asunción, al señor Santiago Derqui, quien el 15 de julio de 1852
reconoció en forma solemne la Independencia del Paraguay "como un hecho
consumado". Después de una larga discusión que había durado medio siglo, el Paraguay
obtenía un gran triunfo internacional. Fiestas muy lucidas celebraron durante varios días
en toda la República por tan grato acontecimiento que llenó de orgullo legítimo el
corazón patriótico de los paraguayos.
Previo al acto del reconocimiento, se firmó un tratado entre ambos países, de
navegación, comercio y límites, suscribiendo el mismo, por parte del gobierno
paraguayo, el Ministro de Relaciones Exteriores, Benito Martínez Varela. Igualmente,
se abrió la navegación de los ríos y fueron fijados los límites, el río Paraná fue
establecido como la frontera sur del país. Renunciaba el Paraguay a las Misiones, pero
se reconocía su soberanía sobre el territorio del Chaco. López prefirió perder las ricas
Misiones orientales, su corredor natural al Brasil, con tal de asegurar el dominio del río
Paraguay, que juzgaba de gran importancia para la seguridad política y para la mejor
defensa de la autonomía nacional, a tanta costa adquirida. Sin embargo, estos límites no
fueron aceptados por el Congreso argentino, con lo cual las litigiosas tierras misioneras
seguirían perteneciendo al Paraguay.

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Misión de Solano López a Europa


La victoria de Caseros había motivado a los países europeos a fortalecer la navegación y
el libre comercio en el Río de la Plata. Varios Estados del viejo continente firmaron
acuerdos con la Confederación argentina, y anunciaron su propósito de enviar misiones
diplomáticas al Paraguay para reconocer la Independencia. El Presidente López, al
principio se mostró reacio a suscribir convenios con los europeos, pues temía los
avances expansionistas de las potencias marítimas y deseaba alejarlas del ámbito
nacional. Además, podrían instalarse en el Paraguay y difundir las ideas liberales
amenazando la férrea disciplina que el propio López había impuesto. Pero
posteriormente, incentivado por su hijo, el General López, que ansiaba la participación
paraguaya en el escenario internacional, cambió de parecer. En representación del
gobierno, Francisco Solano López, firmó el 4 de marzo de 1853, varios tratados con los
representantes de Inglaterra, Francia, Estados Unidos y Cerdeña, por los cuales estas
naciones reconocían la Independencia nacional y el río Paraguay quedaba abierto a la
navegación internacional. Asimismo, el General López fue designado Ministro en
misión especial ante los mencionados gobiernos para agradecer el reconocimiento y
proceder al canje de ratificaciones de los convenios. Acompañado de una numerosa
embajada partió de Asunción el 12 de junio de 1853. El país entraba así, a formar parte
del concierto de las naciones civilizadas. De esta manera terminaba, su encierro al cual
estuvo sometido por más de tres décadas
Misión brasileña de Pereira Leal
Las cuestiones de indefinición de las fronteras nacionales y de la navegación del río
Paraguay aun se hallaban pendientes con el Brasil. Para comunicarse con su lejana
provincia de Matto Grosso, este país sólo contaba con el río Paraguay como vía de
acceso. Con la victoria de Caseros, se había abierto el Río Paraná y se daba por
descontado que lo mismo ocurriría con el Paraguay, pero el Presidente López cerró este
ingreso a los barcos brasileños, por la insistencia de su gobierno al sostener que sus
límites con el Paraguay eran las líneas sobre el río Apa. El gobierno del Brasil,
siguiendo su política expansionista que lo caracterizó durante todo el siglo XIX, en
1853 comisionó a Felipe Pereira Leal con el propósito de presentar un proyecto al
gobierno paraguayo, el cual contenía los puntos referentes a la libre navegación,
comercio y ayuda mutua. El documento le fue devuelto al diplomático brasileño y se le
explicó que el Paraguay no estaba dispuesto a firmar otro convenio sin antes resolver el
problema fronterizo y al mismo tiempo, se le negaba el derecho que el Imperio se
había concedido de declarar en forma soberana la libre navegación del Alto Paraguay,
afirmación que ocasionaron discrepancias diplomáticas entre ambos gobiernos y el
retiro de Pereira Leal
En medio de todos estos problemas con el Brasil, el Presidente López culminaba sus
diez años de gobierno. Era el tiempo de convocar otro Congreso Nacional.

SEGUNDA PRESIDENCIA (1854-1857)


El 14 de mayo de 1854 el Congreso Nacional dio por terminada la primera presidencia
de don Carlos A. López, aprobando todas sus gestiones y en ese mismo acto volvió a
reelegirlo por otro período, pero el Presidente aceptó sólo por 3 años, debido a su
precaria salud.
Relaciones con Estados Unidos.
Antes de la convocatoria del Congreso, había llegado nuevamente a la Asunción, el
señor Eduardo Hopskins, en calidad de Cónsul de los Estados Unidos y Director de la
Compañía Norteamericana de Navegación. El diplomático norteamericano estaba
convencido del brillante porvenir económico que tenía Paraguay y con ese fin promovió

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en los Estados Unidos, la creación de una sociedad de capitalistas para que invirtiesen
en diversas industrias que se instalarían en nuestro país. Hopskins adquirió barcos,
maquinarias, herramientas agrícolas y manufactureras, para el emprendimiento de
dichas compañías.
El Presidente López cooperó al principio con el Cónsul norteamericano,
proporcionándole tierras y mano de obra. Así llegó a establecerse un aserradero, un
molino harinero, una fábrica de cigarros, otra de ladrillos y varios talleres menores.
Como Hopskins pretendía el derecho exclusivo de esas industrias por el lapso de diez
años; el gobierno, contrario a otro monopolio que no fuera el suyo y preocupado por la
introducción de capital extranjero; comenzó a importunar las actividades de las nuevas
empresas. La cuestión se agravó por un incidente ocurrido entre el hermano de
Hopskins y un soldado paraguayo. Al poco tiempo, el Gobierno clausuró sus
establecimientos, y canceló sus pasaportes diplomáticos.
Entre tanto ocurrían estos acontecimientos, navegaba las aguas del Paraguay, el buque
"Water Wich", en exploración científica. De inmediato, Hopskins le solicitó ayuda. Una
vez salido del país, el diplomático norteamericano emprendió una intensa campaña
contra el gobierno paraguayo. Publicó una obra titulada "La tiranía en el Paraguay", en
la cual calificaba a López de “déspota y absolutista, nunca visto en los anales
históricos".
Luego de estos incidentes, otras circunstancias empeoraron las relaciones entre el
Paraguay y los Estados Unidos. En febrero de 185l, el buque "Water Wich" volvió a
navegar por aguas paraguayas. Frente al fuerte de Itapirú, situado sobre el río Paraná, el
barco tomó un canal exclusivo de la fortificación. Por consiguiente, su Comandante, el
capitán Page fue advertido por los centinelas paraguayos que detuviese la marcha del
barco. Pero aquel, no haciendo caso de la advertencia, continuó explorando.
Consiguientemente, los guardias del reducto hicieron fuego; un marinero
norteamericano falleció y el barco quedó a la deriva. El Presidente López protestó por la
conducta del Capitán, pero la campaña emprendida por Hopskins contra el Paraguay y
este incidente naval, hicieron que las relaciones entre los dos países entraran en un
período de tensiones, las cuales finalizarían recién en 1859.
Estadía del General López en Europa
Mientras ocurrían los graves eventos con los norteamericanos, la embajada presidida
por el General Francisco Solano López, era cordialmente recibida por las cortes
europeas. Además de la misión de agradecer por el reconocimiento de la Independencia
Nacional, el diplomático paraguayo, acompañado de Juan Andrés Gelly, fue encargado
de contratar técnicos y adquirir maquinarias con el fin de promover el desarrollo
industrial del Paraguay. El General López permaneció en Europa por más de un año y
regresó a bordo del “Tacuary”, barco adquirido en los astilleros ingleses. Lo
acompañaba Elisa Alicia Lynch, a quien conoció en París y que viviría en el Paraguay
hasta 1870.
La comitiva paraguaya en su viaje de retorno, hizo escala en Río de Janeiro y allí se
enteró de los preparativos de guerra que organizaba el gobierno brasileño contra el
Paraguay. Con bastante premura, dicha embajada decidió proseguir viaje y llegó a la
capital el 21 de enero de 1855.
Relaciones con el Brasil: Expedición brasileña de Ferreira de Oliveira. (1855)
A su regreso, de inmediato el General López organizó las fuerzas militares para la
defensa del país contra la armada brasileña que se aproximaba por el Río de la Plata. En
febrero de 1855, una poderosa escuadra integrada por veinte embarcaciones y más de
2000 hombres, arribó las aguas del río Paraguay. Al mando de la misma se hallaba el
Almirante Pedro Ferreira de Oliveira, quien venía en nombre de su gobierno con el fin

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de obtener satisfacciones por parte del Paraguay con motivo de la expulsión del
diplomático Pereira Leal y firmar un tratado de límites y navegación, favorable para el
Imperio. La escuadra no pudo remontar el río, debido a una gran bajante y en efecto
sólo pudo hacerlo su comandante, a bordo de una canoa. El Presidente López, después
de haber asegurado que el almirante brasileño venía con intensiones pacíficas, el 16 de
marzo le permitió su arribo al puerto de Asunción. Luego de extensas conferencias
realizadas entre el General Francisco Solano López y el Almirante Ferreira de Oliveira
se solucionó el problema ocasionado por el incidente Pereira Leal y el 27 de abril de ese
año, se firmó un tratado de comercio y navegación, pero en las cuestiones de límites, no
hubo coincidencia. Por lo tanto, se determinó que esa problemática se abordaría en el
plazo de un año.
Tratado Berges-Paranhos. (1856)
El Presidente López, deseoso de poner fin a las cuestiones de límites con el Brasil, antes
que feneciera el plazo estipulado para dicho arreglo, envió a uno de los paraguayos más
capacitados de la época: José Berges, en misión especial a Río de Janeiro. En esa ciudad
se entrevistó con el plenipotenciario brasileño, José María da Silva Paranhos. Entre los
meses de marzo y abril de 1856 ambos diplomáticos discutieron extensamente sobre los
derechos de posesión y sobre la historia colonial, sin la posibilidad de obtener buenos
resultados. El Brasil insistió en que la frontera debía trazarse sobre el río Apa y el
Paraguay afirmaba que esta se hallaba sobre el río Blanco. Finalmente, el 6 de abril, por
un protocolo especial se aplazó por seis años más este espinoso tema. La zona litigiosa
se declaró neutral y se firmó un Tratado de Amistad y Navegación que garantizaba a
ambas partes la libertad de navegar los ríos Paraná y Paraguay
Relaciones con la Argentina: Misión del General Guido al Paraguay. (1856)
En tanto se firmaba en Río de Janeiro el Tratado Berges – Paranhos, el Congreso
argentino rechazaba el Tratado Varela – Derqui firmado en Asunción en 1852,
especialmente en lo relativo a la cuestión de límites con el Paraguay. El Congreso
argentino no se preocupó de estudiar los informes del diplomático enviado
anteriormente al Paraguay, Santiago Derqui, porque su gobierno reclamaba la soberanía
del todo el Chaco, hasta Bahía Negra, así como el territorio de Misiones. Pretensiones
rechazadas enérgicamente, por el Presidente López.
Para solucionar este problema, la Confederación argentina, cuya sede se hallaba en
Paraná, comisionó al General Guido con el objetivo de negociar un nuevo arreglo con
el Paraguay. El General Guido llegó a la Asunción en julio de 1856 y no pudo llegar a
ningún acuerdo el gobierno nacional. Se aplazaron nuevamente las cuestiones de los
límites y el diplomático argentino firmó un nuevo Tratado de Paz, Amistad, Comercio y
Navegación.
La Reforma constitucional de 1856
Al tiempo que los problemas de límites no llegaban a un feliz término con ninguno de
nuestros vecinos, otra situación de la política interna preocupaba al Presidente. Como se
aproximaba el final del breve período de tres años de su segunda presidencia, don
Carlos resolvió convocar a un Congreso General Extraordinario con el propósito de
reformar la Ley de 1844. La Asamblea reunida el 1º de noviembre de 1856, resolvió
limitar en el número de diputados de 250 a 100, los cuales eran todos "propietarios de
buena fama, de conocido patriotismo con todos los goces civiles", Estas mismas
cualidades se exigían también los electores.
Otra reforma planteada en el Congreso fue que el Ejecutivo, en pliego reservado se
otorgaba el derecho de designar a la persona que ejercería la presidencia en los casos de
impedimento o muerte del Primer Magistrado.

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Además, la reforma suprimió la cláusula dispuesta en la Ley de 1844, por la cual, el


Primer Magistrado debía “ser civil, mayor de 45 años y casado”. De allí en más
simplemente serían “admitidos a la candidatura de la presidencia, desde la edad de
treinta años”, no se consignaba el estado civil, con lo cual se abría el camino al hijo
mayor del Presidente para que ocupase la primera magistratura.

TERCERA PRESIDENCIA (1857-1862)


El Congreso volvió a reunirse el 14 de marzo de1857. En la primera parte de su
Mensaje, el Presidente López dio cuenta de las relaciones exteriores con la Argentina,
Brasil y Estados Unidos, luego reseñó extensamente acerca de los adelantos tanto
técnicos como culturales operados durante los escasos tres años, y aceptó la reelección
por un nuevo período. Probablemente, esta etapa haya sido la más difícil de su largo
gobierno.
Conflictos con el Brasil. Misión Paranhos (1858)
Al iniciar su tercer período presidencial, el Presidente López reglamentó la navegación
del río Paraguay mediante dos decretos, en los cuales anulaba en términos absolutos la
libertad fluvial estipulada por el acuerdo Berges –Paranhos firmado en 1856. Con esta
actitud, don Carlos demostraba su temor a que los brasileños utilizasen de la vía del río
para llevar armas a la provincia de Matto Grosso y en caso de una acción de guerra, el
Paraguay sería atacado por dos frentes, por el norte y por el sur oeste. Se consideraba
peligroso el libre tránsito de los barcos brasileños por el río Paraguay en tanto que la
cuestión de límites no fuese solucionada. La situación se volvió más grave cuando el
gobierno Imperial estableció el puerto de Albuquerque en el Alto Paraguay y otorgó
permiso de navegación a los buques de todas las naciones que quisiesen llegar hasta
dicho puerto.
Con el fin de buscar un arreglo con el gobierno paraguayo, en 1857, el Brasil comisionó
al Doctor José María de Amaral, con el propósito de obtener la modificación en los
reglamentos establecidos por el Presidente López. Amaral sostuvo con don Carlos
violentas discusiones y sin llegar a ningún acuerdo, el diplomático brasileño abandonó
el país La prensa carioca inició una agresiva campaña contra el gobierno paraguayo,
solicitando el inicio de la guerra. El Imperio, decidió que para solucionar la
navegación del Alto Paraguay debía enviar al propio Ministro de Relaciones Exteriores,
José M. Da Silva Paranhos, su más experto estadista y profundo conocedor de la
problemática política del Río de la Plata. Al iniciarse el año 1858, se embarcó con
destino al Paraguay. Previamente, en la ciudad de Paraná suscribió las bases de un
acuerdo secreto brasileño - argentino por sí se presentase un conflicto con el Paraguay.
El Canciller brasileño arribó Asunción y después de arduas negociaciones con el
General López, el 12 de febrero de 1858, logró finalmente signar el tratado fluvial que
tanto anhelaba su gobierno. La cuestión de límites, tema crítico, quedó nuevamente para
ser solucionado posteriormente.
Conflictos con Estados Unidos. (1858)
Al tiempo que el diplomático brasileño permanecía en Asunción, el Congreso de los
Estados Unidos había autorizado al Presidente de esa nación, James Buchanan a
preparar una expedición punitiva contra el Paraguay. Recordemos que las relaciones
entre Estados Unidos y nuestro país aun no estaban solucionadas. Estas habían entrado
en tensión por el incidente del Water Wich y por las reclamaciones promovidas por el
empresario Hopskins.
En enero de 1858, la escuadra norteamericana remontaba el río Paraná, con el objetivo
de llegar hasta Asunción y exigir reparaciones por los daños sufridos por la compañía
Hopskins, excusas por el ataque al barco “Water Wich” y una indemnización para la

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familia de marinero muerto en aquella ocasión. La escuadra emplearía la fuerza en el


caso de que las reclamaciones no fueran concedidas. El Presidente de la Confederación
argentina, general Urquiza, preocupado por la intervención de Estados Unidos en los
asuntos del Río de la Plata, se trasladó de inmediato a la Asunción para ofrecer su
mediación en el litigio. Su exitosa gestión hizo que el gobierno paraguayo concediese
satisfacciones para el caso del “Water Wich” y abonase una suma de dinero en carácter
de reparación para la familia del marinero fallecido. En cuanto a la cuestión Hopskins se
sometió a un arbitraje, el cual otorgó su veredicto a favor del gobierno paraguayo. Así
terminaron las tensiones con los Estados Unidos.
El Pacto de San José de Flores (1859)
De regreso a su país, el General Urquiza tuvo que lidiar nuevamente con los problemas
que afectaban a su país. La guerra civil entre los confederados y Buenos Aires se había
reiniciado. Esta provincia, gobernada por Bartolomé Mitre, se enfrentó a todas las
demás, lideradas por el General Urquiza. La lucha fratricida, no sólo perjudicaba los
intereses materiales argentinos, sino también los de otros Estados. Tal situación motivó
el ofrecimiento paraguayo de arbitrar en dicha guerra civil. Aceptada la mediación
paraguaya, el General Francisco Solano López viajó a Paraná, en calidad de conciliador.
En su campamento, Urquiza aceptó como base de las negociaciones, el cese de las
hostilidades, pero las autoridades porteñas se declararon contrarias a las citadas
propuestas. Consiguientemente, ambos ejércitos volvieron a enfrentarse y el general
confederado logró vencer al ejército de Mitre en la batalla de Cepeda el 24 de octubre
de 1859. Posteriormente, Solano López trató de reiniciar las negociaciones y tras ardua
gestión, finalmente, el 11 de noviembre de 1859, se logró firmar el pacto, conocido
como la "Unión Nacional" entre los unitario y federales, en la localidad de San José de
Flores. Gracias a la intervención de Solano López, la provincia de Buenos Aires se
reintegraba a la unidad de la República. El pueblo argentino rindió grandes homenajes
al mediador por su exitosa intervención, evitando la prosecución de la guerra.
Últimos oficios del Presidente López. (1861-1862)
La guerra civil argentina volvió a reanudarse en 1861. Bartolomé Mitre venció
finalmente a Urquiza en la batalla de Pavón, gracias a la colaboración del caudillo
uruguayo Venancio Flores, líder del Partido Colorado, quien se había refugiado en la
Argentina después de haber sido derrotado por los dirigentes del Partido Blanco, de su
país.
La victoria de Pavón amenazaba la seguridad del gobierno uruguayo, por la estrecha
relación que Mitre sostenía con Flores. Consiguientemente, los blancos temerosos de
una invasión conjunta del caudillo colorado coligado con Mitre y de una posible
intervención brasileña en su territorio, buscaron una alianza con el Paraguay. A ese
efecto fue comisionado el agente Juan José de Herrera, quien había alegado que Buenos
Aires pretendía reconstruir el antiguo virreinato. El Presidente López, trató de actuar
con prudencia y no complicar las relaciones internacionales, pues en breve tiempo
finalizaban los plazos de las cuestiones de límites con sus vecinos, y se negó a las
peticiones del gobierno uruguayo.
Además, otras contrariedades aquejaban al anciano presidente, entre ellas, las
fundaciones de fortines brasileños en territorio paraguayo, no respetando las
estipulaciones pactadas años atrás. Antes de morir, aconsejó a su hijo Francisco Solano,
quien fuera designado por pliego reservado, Vice Presidente de la República, acerca de
las cuestiones internacionales pendientes "... no trate, usted de resolverlas con la
espada, sino con la pluma, principalmente con el Brasil...", Don Carlos Antonio López
falleció en la madrugada del 10 de setiembre de 1862.

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LA ECONOMIA Y LOS ADELANTOS TECNICOS


Aparición de la primera moneda nacional
El cuño de la primera moneda nacional, realizado en Inglaterra, empezó a circular,
recién el 1º de marzo de 1847. En el anverso figuraban la palma y el olivo, en el centro
un león con el gorro frigio, símbolo de la libertad y en el reverso, en el centro 1/12
rodeado por un círculo con la frase REPÚBLICA DEL PARAGUAY.
Más tarde, el gobierno adquirió del Brasil, una máquina de acuñar monedas, la cual fue
instalada en Asunción a principios de 1851, pero la primera amonedación realizada en
el Paraguay comenzó recién a partir de 1858, con los mismos cuños y chapas de cobre
transportados de Inglaterra.
La explotación de la tierra
Durante la primera presidencia de don Carlos, la estatificación de la propiedad iniciada
con el gobierno del doctor Francia, fue acrecentada en este período. Se volvieron a
plantar yerbales artificiales que desde la expulsión de los jesuitas en 1767, no se habían
vuelto a realizar. Un instrumento de gran importancia para la agricultura fue la
introducción de arados de hierro que se importaban directamente de Inglaterra, Francia
o Alemania.
Con relación a la explotación ganadera, este rubro se hallaba en manos de particulares
propietarios de tierras, pero sin lugar a dudas el Estado era el gran poseedor casi todas
las propiedades de la República. En ellas se establecieron las grandes estancias de la
patria. Aunque se detectaron mermas de producción en años de sequía o pestes, sin
embargo el desarrollo de la riqueza ganadera era excelente.
Colonia Burdeos
Durante su permanencia en Europa, Solano López incentivó la inmigración de colonos
franceses, quienes se establecieron en el Chaco, fundando la Colonia Nueva Burdeos.
Del número inicial de 800 personas provistas en el contrato de inmigración, solo
llegaron 410, de las cuales, 86 eran realmente agricultores. Muy pronto surgieron serias
divergencias entre los colonos y el gobierno y el plantel de colonos se disolvió,
fracasando el primer intento inmigratorio en el Paraguay.
La política económica y el comercio exterior
En cuanto a la política económica, la apertura de los ríos permitió al país un crecimiento
productivo y comercial en donde el Estado obtuvo importantes beneficios. Un esencial
elemento en esta estructura fue la presencia de los monopolios estatales en ciertos
rubros, como la yerba mate, cueros, algodón y tabaco, sin perjuicio del sector privado.
Como ejemplo, podríamos ilustrar el caso de la yerba. Esta era recolectada por
comerciantes y concesionarios particulares, quienes entregaban su producto al Estado
en un valor fijado de antemano por el Gobierno. Éste a su vez, también recolectaba la
yerba por su cuenta, y comerciaba con los mercados mayoristas de Asunción o en los
del Río de la Plata. El incremento de estas operaciones obedecía a la ordenación de
precios fijados por el gobierno, permitiendo una considerable acumulación de capital
tanto en divisas como en productos.
En 1855, se decretó una reducción de impuestos sobre la exportación de cigarros, ciertas
variedades de madera, de los cueros crudos y curtidos. Esta disposición reflejaba un
intento por parte del Estado de estimular la exportación de aquellos productos donde el
sector privado jugaba un papel determinante.
Adelantos técnicos y la industria
La política económica de Don Carlos, netamente mercantilista se basó en la riqueza de
la tierra y en gran manera en la producción agro - pecuaria, sin embargo en su intención
de modernizar al Paraguay, introdujo adelantos técnicos que aun no se habían
experimentado en el Río de la Plata. Entre ellos el ferrocarril, cuya construcción se

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inició en 1856. El recorrido inicial, inaugurado el 14 de junio de 1861 fue desde la plaza
de San Francisco (actualmente la Plaza Uruguaya) hasta el puerto. Los rieles fueron
importados directamente de Inglaterra y los técnicos que dirigieron las obras también
fueron ingleses. En octubre de ese año se inauguró el trayecto de Asunción – Trinidad.
Posteriormente se habilitaron las estaciones de Luque, Areguá, Patiño, Guazú Virá
(actualmente Ypacaraí), Cerro León y Paraguarí.
Otro de los pilares del desarrollo industrial del país fue la creación de una marina
mercante. Esta se inició con la compra del buque Tacuarí adquirido por Solano López
en Inglaterra y la de otros vapores como el Río Blanco y el Río Negro, embarcaciones
que navegaban por el Paraguay, Paraná Río de la Plata hasta los puertos del Brasil,
venciendo de esta manera la mediterraneidad de nuestro país. Los ingenieros y técnicos
contratados por el General López montaron un arsenal y un astillero situado en la Loma
San Gerónimo. En esos talleres se construyeron siete modernas unidades navieras, a
más de otras veinte chatas, unos treinta lanchones y casi un centenar de pequeñas
embarcaciones.
Asimismo, en 1864 se instaló en Asunción el primer telégrafo en el Río de la Plata, bajo
la dirección de del ingeniero Roberto Von Fischer Treuenfeldt. La primera
comunicación se estableció entre la capital y Villeta. Su director se encargó de la
enseñanza de telegrafía a los jóvenes paraguayos designados para ello, entre los cuales
se encontraba Saturio Ríos.
En cuanto a la industria siderúrgica, la empresa de gran alcance económico, fue la
fundición de hierro, una de las primeras de América del Sur. Se inició el 26 de octubre
de 1850, con el arribo del ingeniero fundidor Henrique Godwin, del Coronel húngaro
Wisner de Morgensten y de varios torneros mecánicos alemanes. El sitio elegido fue el
valle de Ibycuí, al pie de la Cordillera, en el lugar llamado La Rosada. Amplios
edificios, talleres y cobertizos, de sólida construcción guardaban el alto horno que
admitía una carga de 5.000 libras de hierro. Los sitios cercanos proporcionaban material
adecuado para la fabricación del mineral refractario y de los moldes, que soportaban la
acción del fuego, mejor que los traídos de Inglaterra. Allí se fabricaron herramientas,
instrumentos de labranza, ruedas, piezas y otros artículos empleados en diversas obras
públicas.
Otras industrias que también funcionaban en nuestro país, citamos: una fábrica de
papel, una de ladrillos y tejas en Itaguá y otra a vapor en Zevallos Cué. Se iniciaba
asimismo, el auge de la industrialización de la porcelana y el cristal de roca. De las
canteras se extraían cal, pizarra y pedernal. Una empresa salinera, trabajaba en la
elaboración del producto a más de las industrias caseras de mantas y ponchos de
algodón y lana; cueros, vinos, dulces, licores espiritosos, etc.
Rol de la Iglesia
Los primeros Obispos paraguayos.
Desde 1838, fecha del fallecimiento del Obispo Panés, la Diócesis paraguaya había
quedado vacante. Durante el gobierno del Segundo Consulado se habían restablecido
las relaciones con la Santa Sede.
Posteriormente, con el propósito que la Iglesia paraguaya estuviese dirigida, por
prelados paraguayos se remitieron a Roma los expedientes informativos de aptitudes y
servicios de dos candidatos: Basilio López, hermano mayor del Presidente, para Obispo
Diocesano y Marco Antonio Maíz como Obispo Auxiliar. La Santa Sede respondió con
beneplácito y ambos fueron instituidos con la resolución promulgada el 31 de agosto de
1847 por el Papa Gregorio XVI. Los dos primeros Obispos paraguayos fueron
consagrados en la Iglesia de Cuyabá (Brasil), por ser ésta la Diócesis más cercana al

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Paraguay. El Obispo López en posesión de su cargo gobernó con probidad la iglesia


paraguaya por espacio de dieciséis años.
Por otra parte, la Academia Literaria, proveía de aspirantes al sacerdocio y su
preparación teológica estaban exclusivamente bajo la dirección de los Obispos Basilio
López y Marco Antonio Maíz.
El retorno de los Jesuitas
De gran trascendencia, durante este período fue el retorno de los Jesuitas en 1844, luego
de setenta y siete años de su expulsión. Fundaron en la capital un colegio de enseñanza
secundaria, el “Instituto de Moral Universal y Matemáticas”. Su Rector el Padre Parés,
un sacerdote francés con bastante experiencia en materia educativa había mantenido
buenas relaciones de estudio y amistad con el hijo del Presidente, Francisco Solano,
quien acudía a dicha institución. Sin embargo, tanto los religiosos como el centro de
estudios despertaron en don Carlos, cierta desconfianza. Después de algún tiempo, el
gobierno determinó que la orden debía sujetarse al Obispo Diocesano. Los jesuitas
opuestos a tal resolución decidieron cerrar el colegio y abandonar el país, dejando gratos
recuerdos entre sus jóvenes alumnos
La Educación y la Cultura
Las escuelas públicas
Según la Ley de 1844, el Presidente debía promover y el fomentar la creación de
establecimientos educativos de nivel “primario y de ciencias mayores”. Al mismo
tiempo se debían organizar planes generales o particulares de educación pública.
Reglamentación de becas. Contratación de maestros extranjeros
En el mismo Congreso de 1844, se concedió al Gobierno Nacional la aprobación para
costear la educación de seis jóvenes en el extranjero, quienes posteriormente vendrían
al país a enseñar lo aprendido. Igualmente la citada Ley autorizaba la contratación de
profesores extranjeros especialistas en diversas especialidades. Con esta ley se buscaba
la formación de un personal docente idóneo y capaz para enseñar en los
establecimientos educativos de nivel superior que el Gobierno debía fundar.
Los maestros
Algunos notables maestros de las primeras letras, de los cuales nos ocupamos en el
período de la Dictadura, como José Téllez y Juan Pedro Escalada, seguían impartiendo
enseñanza a los niños varones de la capital.
Otro destacado maestro de la primera enseñanza fue don Antonio María Quintana, quien
reemplazó al maestro Téllez en la dirección de la Escuela Central de las Primeras
Letras. En 1843, el local de la escuela fue reconstruido con todas las dependencias
necesarias para albergar a más de doscientos treinta niños, quienes se educaban
gratuitamente. Asimismo, el Estado suministraba alimentos y vestuarios a los más
pobres.
El Himno Nacional.
Un aspecto cultural de importancia, durante el primer período presidencial fue la
creación del Himno Nacional Paraguayo. En mayo de 1846, el poeta uruguayo
Francisco Acuña de Figueroa, había escrito el texto del Himno Nacional paraguayo y
envió al Presidente López. El autor interpretó cabalmente los sentimientos primordiales
de la ciudadanía. En sus versos de profunda resonancia, se expresan clara e inmutable la
exaltada voluntad de independencia y libertad del pueblo paraguayo. En cuanto a la
música del Himno, se ha polemizado bastante, se sostiene que pertenece al maestro
francés Francisco Sauvageod de Dupuis, llegado al país en 1853 para organizar bandas
militares y también se afirma que el autor fue el húngaro José Debalí, compositor de la
música del Himno uruguayo. Sin embargo, es probable que la música primitiva haya
compuesto el maestro húngaro y luego fue modificada por Sauvageod de Dupuis. Pero

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lo más importante es que el Paraguay tenía un Himno Nacional patrio y de este modo
completaba sus símbolos nacionales, como tenían los demás Estados soberanos.
Impulso a la educación
El primer paso para materializar el impulso a la educación fue la propagación de la
enseñanza, con el establecimiento de innumerables escuelas elementales y algunas de
Latinidad en todo el país. Por otra parte, cuando Francisco Solano López visitó Europa,
contactó con profesores, periodistas, arquitectos, músicos, matemáticos y logró
contratar a varios de ellos, quienes se trasladaron al Paraguay entre 1853 y 1857. Entre
las figuras más representativas relacionadas con la educación y la cultura citados al
literato español Ildefonso Bermejo, al matemático Pedro Dupuis, al admirable arquitecto
italiano Alejandro Ravizza. Igualmente, llegaron también al país, centenares de
técnicos industriales con el propósito de transformar la fisonomía paraguaya en sus
aspectos socio- económico- cultural.
La Educación superior
Funcionaba en Asunción la Academia Literaria, fundada en 1841, por los Cónsules
López – Alonso. En la misma institución se dictaban tres cátedras para desarrollar la
instrucción pública y suplía por el momento todos los servicios de un Colegio.
La Escuela de Derecho. 1850: El doctor Juan Andrés Gelly, educado en el Río de la
Plata, era una persona poseedora de gran capacidad y talento. En él confió el Presidente
López para fundar y funcionar bajo su dirección la Escuela de Derecho Civil y Político.
El primer plantel de estudiantes se limitó a veinte. Fueron utilizados algunos textos de
autores españoles y franceses pero con alteraciones y variaciones introducidas por la
legislación paraguaya. Lastimosamente esta institución tuvo una corta existencia, pero
no se debe al yerro de su Director, sino al momento histórico que vivía el país, que en
esa etapa, aun carecía de base necesaria, pues recién se estaban dando los primeros
pasos en la enseñanza media.
El aula de Matemáticas. 1853: Esta institución se formó con los alumnos de una escuela
preparatoria de Aritmética dirigida por el profesor Miguel Rojas, la cual funcionaba en
las afueras de la capital, en la localidad de Zevallos Cué. En 1853, el gobierno contrató
al maestro francés Dupuis. Los estudios duraban dos años. La Escuela inició sus clases
con treinta alumnos de la Escuela del maestro Rojas y unos veinte estudiantes, los más
aventajados de las escuelas del interior de la República.
La Escuela Normal. 1855 Los alumnos del aula de Matemáticas ingresaron a la
Escuela Normal dirigida por el profesor español Ildefonso Bermejo. El principal
objetivo de esta institución era explorar la preparación de los jóvenes, para luego fundar
con los más aptos un Instituto Superior. Dicha escuela funcionó hasta mediados de
1856, fecha en que se dio apertura al Aula de Filosofía.
Aula de Filosofía. 1856. Esta institución se inició con la inscripción de 49 alumnos, los
más aventajados de la Escuela Normal y de la Academia Literaria. Al poco tiempo los
alumnos dieron pruebas de grandes progresos. El primer examen final que dieron los
alumnos fue público y se realizó en el Teatro Nacional en presencia del Presidente
Carlos Antonio López, el Obispo y varias otras personas representantes del gobierno.
Entre los alumnos más aventajados podía contarse a Juan Crisóstomo Centurión y al
joven villarriqueño, Natalicio Talavera, los dos con notables funciones en los años
posteriores.
Los primeros becados. 1858. En ese entonces el gobierno consideró que ya era tiempo
que los alumnos más estudiosos y sobresalientes pudieran proseguir sus estudios en el
extranjero, en cumplimiento de lo estipulado en la Ley de Administración política del
1844. Fueron enviados dieciséis jóvenes a París y a Londres. La mayoría fue destinada a

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realizar estudios técnicos para luego venir e incorporarse a los grandes establecimientos
que el gobierno había emprendido.
El Seminario. 1859. Recordemos que esta Institución ya había sido fundada en las
postrimerías de la Colonia y por orden del Dictador Francia se había cerrado en 1823. El
primer rector fue el sacerdote Fidel Maíz, uno de los religiosos más ilustrados del país.
El Seminario abrió sus puertas a doce clérigos de órdenes menores y mayores que
habían quedado sin ordenarse a la muerte del Obispo Basilio López sucedida en enero
de 1859. Poso tiempo después estos jóvenes recibieron las órdenes sagradas de manos
del nuevo Obispo Juan Gregorio Urbieta.
La educación femenina
La Educación de las niñas, también fue atendida, aun que de manera muy restringida,
pues su concurrencia se limitó a las niñas de la alta sociedad. Gracias a la llegada de los
técnicos europeos proliferaron las escuelas privadas y fueron generalmente las esposas
de aquellos quienes emprendieron las tareas de educar a las niñas y señoritas de la
aristocracia asuncena. Entre estos importantes institutos de enseñanza merecen citarse la
Escuela de Niñas de Josefa Mercé, la Academia de Niñas de Dorotea Dupratt, el
Colegio Francés de Niñas de Luisa Balet, la escuela para Niñas de Eduvigis de la
Reviere, la Escuela de Música de Ana Monier de Dupuis.
Otras instituciones educativas que funcionaron en esta etapa para alumnos de ambos
sexos fueron la Escuela de Dibujo dirigida por el arquitecto Alejandro Ravizza y la de
Música, regenteada por Francisco Sauvageod de Dupuis, la cual llegó a inscribir más de
ochenta estudiantes.
La Escuela de Medicina. 1861. Los médicos europeos contratados, no sólo se dedicaron
a la atención hospitalaria, muchos de ellos también dictaron clases. Así se abrió la
Escuela de Medicina bajo la dirección del medico militar inglés Guillermo Stewart.
Unos treinta alumnos recibían enseñanza de Anatomía, Cirugía y Farmacia. Otros
especialistas que también dictaron clases fueron los doctores Barton, Fox, Skiner y el
farmacéutico suizo Federico Masterman, entre otros. Esta escuela funcionó hasta el
inicio de la guerra de la Triple Alianza.
El periodismo
Una vez que “El Paraguayo Independiente” hubo culminado su misión, después del
reconocimiento de nuestra Independencia por la Argentina, el gobierno nacional
determinó la edición de un nuevo órgano denominado "El Semanario de Avisos y
Conocimientos Utiles", editado por la Imprenta de la República: Este nuevo semanario
dio a luz su primer número, el 21 de mayo de 1853. A más de la editorial contenía
informaciones de carácter nacional e internacional, dando particular importancia a las
cuestiones económicas y rurales. También apareció "El Eco del Paraguay", bajo la
dirección de Ildefonso Bermejo y cuya edición alcanzó ciento dieciocho ejemplares.
Desaparecido este periódico, le sustituyó "La Época", editado por los alumnos del aula
de Filosofía.
Balance educativo - cultural
Hacia 1862, año del fallecimiento de don Carlos Antonio López funcionaban en todo el
país un total de 435 escuelas públicas a las cuales asistían unos 24,524 estudiantes.
Cada departamento rural contaba con sus establecimientos escolares. Los mejores
alumnos eran enviados a la capital a proseguir sus estudios en el Seminario, en el Aula
de Filosofía o era acreedor de una beca para estudiar en Europa.

EL ROL DEL ESTADO EN LA CONFIGURACIÓN SOCIAL


Hasta la primera mitad del siglo XIX, la vida social se desarrollaba en forma sencilla.
Asunción, con sus calles arenosas y arboladas no difería sustancialmente del período

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colonial. La arquitectura de estilo popular, se hallaba insertada en la tipología de


viviendas semi rurales, con corredores abiertos hacia la calle. El mobiliario de las casas
también era de carácter modesto y carecía de adornos, no pasaban de lo necesario. Con
excepción de algunas festividades y acontecimientos oficiales, la vida social de ese
entonces transcurría entre la ida a la iglesia y el trabajo doméstico diario.
El regreso del General López de Europa, en 1855, innovó a la sociedad paraguaya en
casi todos sus usos y costumbres. Con él vino la señora Elisa Lynch y centenares de
europeos, quienes en su mayoría arribaron al país con sus familias e influenciaron en
gran manera a la sociedad. De esta manera la tranquila rutina de la tradicional familia
paraguaya fue transformándose paulatinamente. Se inauguró el Club Nacional,
lujosamente ataviado, donde se realizaban suntuosas fiestas, que a veces sorprendían a
los extranjeros. Los acontecimientos políticos de trascendencia para la República, se
conmemoraban con bailes populares en las calles o en los alrededores del citado Club,
donde danzaban las hermosas "kyguá-verás". La música y la danza tuvieron gran
apogeo durante esta época y las fiestas públicas eran muy frecuentes.
Debemos señalar también, que la libre navegación de los ríos obtenida después del
reconocimiento de nuestra Independencia por la Argentina y el creciente bienestar del
país, permitió el surgimiento de un mercado, aunque limitado, pero bastante lucrativo
para los artículos de origen europeo. Tanto las damas y los caballeros de la alta sociedad
reformaron sus usos, costumbres y vestimentas. Las telas inglesas fueron conquistando
el mercado y la porcelana desplazó a las vajillas de plata y de barro. No obstante, el
hecho de ir gradualmente adaptándose a los nuevos modelos de vida, la sociedad
paraguaya no renunció a sus costumbres y hábitos cotidianos, como el mate, y el
cigarro, fumado por todas las clases sociales.
El mobiliario modesto y sencillo que se observara en un principio fue paulatinamente
cambiado por otros más lujosos. Aún cuando las nuevas instalaciones industriales
servían casi exclusivamente para fines militares, también llegaron al país, en su proceso
de renovación económica, las primeras máquinas de coser y las preliminares cámaras
fotográficas. Es indudable que para la transformación de ciertas costumbres y de las
relaciones sociales fue de trascendental importancia la presencia de los extranjeros,
entre ellos: diplomáticos, expertos, técnicos y comerciantes que con sus respectivas
familias ejercieron notable influencia en la sociedad capitalina.
Transformaciones urbanísticas
La fisonomía ciudadana también sufrió modificaciones materiales. Fue durante el
período de la segunda presidencia de don Carlos, que se continuó el trazado de la
ciudad, iniciado en la época del doctor Francia y que alteró el esquema casuístico
colonial siendo reemplazado por el damero. Nuevos edificios públicos y privados
fueron construidos, y es aquí, en la arquitectura donde se verifica la postura
esencialmente práctica de la obra de Carlos Antonio López. Las modificaciones
arquitectónicas más trascendentales se pueden notar en los nuevos diseños que
corresponden a los edificios de la Legislatura, Palacio de Gobierno, Estación de
Ferrocarril, residencias de los hijos del Presidente, del oratorio de la Virgen de
Asunción y del Teatro, estos dos últimos, inconclusos. Además de los templos
religiosos y otros edificios que transformaron el original paisaje asunceno.

UNIDAD X: PRESIDENCIA DE FRANCISCO SOLANO LÓPEZ


La ascensión
Al fallecer don Carlos Antonio López, se reunieron en el Palacio de Gobierno algunas
autoridades, quienes abrieron el pliego cerrado por el anciano mandatario, en el cual se

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establecía que el Ministro de Guerra y Marina, Brigadier General, Francisco Solano


López asumiera el gobierno provisorio como Vice- Presidente. Un mes después, el 16
de octubre de 1862 se reunió el Congreso Nacional, el cual designó al nuevo mandatario
del Paraguay. La votación - no-elección - general no fue aprobada por un sector de la
sociedad. Se experimentaba un ambiente de cierta resistencia ante el magistrado electo y
había intentos para reformar la Ley de 1844 por otra Constitución de carácter liberal,
similares a las ya promulgadas en los demás Estados americanos.
Sin embargo, una comisión de diputados puso en posesión del cargo de Primer
Magistrado por el término de diez años a Francisco Solano López. Se iniciaba otra etapa
en la vida política nacional cuyos posteriores sucesos cambiaron radicalmente el acaecer
histórico del Paraguay.
Obras materiales
La acción administrativa de solano López se dirigió principalmente a fomentar la
marina de Guerra y organizar el ejército, estableciendo en Cerro León un campamento
militar en donde se adiestraban unos 30.000 hombres. También se prosiguió con las
obras públicas iniciadas por su padre, como el extendido del ferrocarril y del telégrafo.
Este último llegó hasta el Cuartel de Humaitá. Además de otras obras que quedaron
inconclusas, entre ellas: el Panteón y Oratorio de la Virgen de Asunción y el nuevo
teatro.
Relaciones con los países vecinos
Antes de morir don Carlos, habían vencido los plazos de los tratados internacionales
sobre las cuestiones de límites. El Tratado Berges –Paranhos con el Brasil y el Vázquez
–Guido con la Argentina, ambos firmados en 1856. Existía una gran desconfianza por
parte de los dos países y los problemas fronterizos sin resolver podrían ocasionar el
estallido de una guerra. En el Congreso brasileño dominaba el liberalismo, partidario de
actuar duramente contra el Paraguay y seguir penetrando en el territorio del noreste
paraguayo.
Con respecto a las relaciones con la Argentina, se trataron de solucionar con la misión
del doctor Mármol al Paraguay. Sin embargo el diplomático argentino alegó que la
mayoría de la documentación se hallaba en Buenos Aires y mejor sería que el gobierno
paraguayo enviase a sus delegados para tratar en aquella capital, la cuestión de límites,
intenciones que el gobierno de Solano López no contestó. Recordemos que la Argentina
reconocía como parte de su territorio la región de Misiones, comprendida entre el Río
Paraná y el Uruguay y toda la zona occidental del Chaco hasta la Bahía Negra. Además,
el nuevo gobierno de Buenos Aires, ejercido desde 1861 por el General Bartolomé
Mitre, observaba al Paraguay con recelos, pues sabía de la alianza tácita existente entre
nuestro país y las provincias del norte argentino en contra del absolutismo porteño.
Situación política en los países vecinos
El Brasil después de su independencia había implantado un gobierno Imperial con el
Príncipe Pedro I, estableciendo una política expansionista hacia los territorios del Río de
la Plata, así ocupó la Banda Oriental del Uruguay y también posesiones estratégicas
sobre el río Paraguay. En la Argentina después de la declaración de su emancipación,
realizada el 9 de julio de 1816 en el Congreso de Tucumán se inició una larga guerra
civil entre los federales, partidarios de la Confederación de las provincias unidas y los
unitarios al frente de un gobierno central en Buenos Aires. Recordemos que el
Presidente Carlos A. López había ofrecido su mediación entre las fuerzas de Urquiza y
de Mitre, empresa llevada a cabo en 1859 con la firma del pacto de San José de Flores,
en donde Francisco Solano López había demostrado su intención de mantener el
equilibrio entre ambas grupos. Sin embargo al poco tiempo Mitre venció a su oponente,
el General Urquiza en la batalla de Pavón, en 1861 y asumió el gobierno de su país. Sin

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embargo hacia 1863, Mitre empezó a estrechar vínculos con la oposición federalista,
particularmente con Urquiza, atrayéndolo a su entorno ante un posible conflicto con el
Paraguay.
La doctrina del equilibrio del Río de la Plata.
La política reservada de don Carlos Antonio López con relación a las cuestiones de
límites no resueltos con la Argentina y el Brasil, cambió radicalmente con Solano
López. Hasta entonces el gobierno paraguayo evitó participar en los asuntos del Río de
la Plata, fiel a la doctrina de la no-intervención. Pero el nuevo Jefe de Estado juzgó que
había llegado el momento de participar activamente de los conflictos que sucedían en
los demás Estados del Plata, que según el propio Solano López, afectaban
fundamentalmente a los intereses económicos y políticos del Paraguay. Esto implicaba
solucionar los litigios territoriales y mantener el equilibrio de fuerzas entre los dos
poderosos vecinos, el Brasil y la Argentina. Solano López opinaba que sí se alteraba la
paz en uno de los dos países, o sí los dos se aliaban, la independencia paraguaya estaría
en mortal peligro y por lo tanto, su reciente evolución económica se truncaría. En
consecuencia, el Presidente López marcó como norte de su política internacional: el
mantenimiento del equilibrio en el Río de la Plata, imitando la doctrina de estabilidad de
los Estados que se mantenían en Europa gracias a la política del Emperador francés,
Napoleón III, a quien Solano López había visitado en su viaje al viejo continente.

LA GUERRA DE LA TRIPLE ALIANZA


Causas: La cuestión uruguaya y la política de acercamiento al Paraguay
La ocasión de hacer valer la nueva doctrina del equilibrio, se presentó cuando en abril
de 1863, el general oriental, Venancio Flores, inició una revolución en su país con la
ayuda y simpatías del partido gobernante de Buenos Aires. De inmediato, el Presidente
uruguayo, Bernardo Berro inició una serie de ininterrumpidas gestiones para atraer al
Paraguay en su defensa y denunciar al propio tiempo las renovadas pretensiones que la
Argentina sostenía con vistas a la reconstrucción del antiguo virreinato. Con ese fin
llegó a nuestro país Octavio Lapido y presentó al Presidente Solano López las
intenciones mitristas. En respuesta a esta petición, el Canciller nacional, José Berges
solicitó explicaciones al gobierno argentino sobre los hechos que se le imputaban, las
que no fueron respondidas. Solano López se había mostrado receptivo ante la iniciativa
del gobierno blanco, pues esta facilitaría la implementación de su nueva política y
otorgaría al Paraguay el mismo status regional que poseían la Argentina y el Imperio del
Brasil. Así, Montevideo podía significar el acceso paraguayo al mar, su inserción en la
economía internacional y al mismo tiempo se liberaría al país de la dependencia
porteña.
Por otra parte, durante el gobierno colorado en el Uruguay, el Imperio del Brasil
siguiendo su política expansionista, había establecido en el norte del país varias
empresas agropecuarias solventadas por los ricos terratenientes de Río Grande do Sul.
Pero cuando el Presidente Berro subió al poder despojó a los brasileños de sus bienes y
estos fueron expulsados del territorio uruguayo. Los acontecimientos se precipitaron
cuando en abril 1864 el Emperador Pedro II, empezó a presionar al gobierno oriental,
exigiendo severas sanciones a los funcionarios que habían causado malos tratos a sus
súbditos. Al mismo tiempo, demandaba compensaciones para los damnificados. El
gabinete imperial, dominado por el liberalismo e influenciado por los hacendados
riograndenses, quienes agraviados en sus intereses por el gobierno blanco uruguayo,
debatía a favor de una intervención militar en la Banda Oriental.
Ante esta situación, una nueva misión diplomática uruguaya, a cargo del doctor Antonio
Vázquez Sagastume, llegaba al Paraguay, denunciando las amenazas del Imperio.

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Entretanto, el diplomático brasileño Antonio Saraiva fue enviado a Montevideo, para


exigir la compensación por las reclamaciones de su gobierno con la amenaza de un
ataque bélico, en el caso de una recusación por parte de los blancos. Saraiva, pasó a
Buenos Aires y buscó un acuerdo con Mitre.
Mientras, Saraiva trataba tácitamente de conciliar con Buenos Aires, el Uruguay asumía
la presidencia, Atanacio Aguirre y enviaba una tercera misión al Paraguay. Antonio de
las Carreras, arribó a la Asunción y reveló al Presidente Solano López el plan de
someter al Uruguay, distribuyendo su territorio entre el Brasil y Buenos Aires y
atentado al mismo tiempo contra la soberanía paraguaya. Los acontecimientos se
precipitaron cuando el 4 de agosto, Saraiva dio un plazo de seis días a Aguirre, para el
cumplimiento de las citadas exigencias y amenazando con la entrada de tropas
imperiales en caso que estas fuesen denegadas.
La nota del 30 de agosto
El gobierno blanco rechazó el ultimátum en la seguridad que contaría con el respaldo
paraguayo. En efecto, Solano López por medio de su Ministro Berges, el 30 de agosto
de ese año envió una nota al Ministro residente del Brasil en Asunción, Viana de Lima,
protestando contra cualquier intervención armada al territorio uruguayo. La nota en
cuestión argumentaba que esa intromisión por parte del gobierno imperial, atentaría
contra el equilibrio de los Estados del Río de la Plata y declaraba que el Paraguay
recurriría a la guerra, sí el Brasil no atendía su advertencia. En Río de Janeiro se pensó
que la nota era una oratoria más del mandatario paraguayo y que jamás, su gobierno
procedería en forma drástica.
El menoscabo que se tenía acerca de su persona en el concierto ríoplatense, tanto como
las denuncias orientales, sobre la supuesta connivencia argentino - brasileña contra la
independencia nacional, movieron al Presidente Solano López a plantarse frente al
imperio del Brasil buscando con tan grave acción infundir el respeto de las naciones
poderosas que en poca consideración tenían al Paraguay.
La posición argentina
La posición del gobierno argentino en cambio era de entera simpatía hacia la postura
brasileña. El 22 de agosto de 1864, se había firmado un acuerdo por el cual ambos
países se comprometían a ayudarse para el arreglo de sus cuestiones en el Uruguay, al
tiempo que la prensa oficial porteña satirizaba las pretensiones de López de erigirse en
el árbitro del equilibrio del Río de las Plata. Sin embargo, las provincias del interior
argentino recelaban seriamente del Imperio y no apoyaban las intenciones de Mitre.
Pacto entre Flores y el gobierno brasileño
El Imperio desconoció el ultimátum paraguayo y una brigada brasileña invadió el
Uruguay el 12 de setiembre de 1864. Poco después, el 20 de octubre, el Vizconde de
Tamandaré, jefe de las fuerzas navales brasileñas en las costas uruguayas, firmó un
convenio con Venancio Flores por el cual se establecía la cooperación mutua entre el
partido colorado uruguayo y las fuerzas imperiales del Brasil.
Posición de Urquiza.
La noticia del ataque brasileño, llegó al Paraguay, con una carta del General Urquiza al
Presidente paraguayo, sugiriéndole que no se pronunciase contra Buenos Aires, pero sí
contra el Brasil, prometiéndole ayuda. Solano López, luego de algunas vacilaciones y
no enteramente convencido con las promesas de Urquiza, las cuales le parecían
dudosas, decidió iniciar las hostilidades.
Inicio de la guerra. Campaña de Mato Grosso
El 12 de noviembre fue apresado en aguas paraguayas el buque "Marques de Olinda" en
el que viajaba el nuevo gobernador de Matto Grosso. El gobierno paraguayo se
consideró en estado de guerra, al no contestar el gobierno brasileño, la nota del 30 de

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agosto y en consecuencia el 23 de diciembre de 1864, se inició la guerra contra el


Brasil, con la Campaña de Mato Grosso de la cual, el Paraguay salió victorioso.
El paso por las Misiones.
Terminada la acción en Mato Grosso, el Presidente López dispuso la marcha del
ejército en dirección a Río Grande do Sul. La ruta obligada para llegar a destino era el
litigioso territorio de Misiones. Solano López notificó a Urquiza el traslado de sus
tropas por aquella región, hecho que no representaba una amenaza a las provincias
argentinas y mucho menos a su gobierno, pero al mismo tiempo, el 15 de enero de 1865,
también solicitó permiso al gobierno de Buenos Aires. Considerando que las Misiones
Orientales, históricamente pertenecían al Paraguay, aquel permiso era innecesario, pero
Solano López deseando asegurar la cooperación de Urquiza, de suma importancia
dentro de sus planes, accedió en hacerlo. La petición fue recibida en la Cancillería
argentina al tiempo que Urquiza por su parte trataba de interceder ante Mitre para que
éste concediera la autorización del tránsito de las tropas paraguayas, pero el gobierno
argentino la denegó.
Termina la crisis en el Uruguay
En el tiempo en que Solano López solicitaba permiso para transitar por las Misiones, la
guerra civil uruguaya llegaba a su fase final con el triunfo de las fuerzas aliadas
brasileño - coloradas. Flores ascendió al poder y estableció un pacto con el Imperio en
su lucha contra el Paraguay, recibiendo de Río de Janeiro todo el apoyo político y
material para mantenerse en el gobierno.
Posturas argentinas. Urquiza cambia de actitud
Urquiza, por su parte abandonó sus anteriores promesas y comisionó a Julio Victorica a
Asunción con el fin de persuadir a Solano López de no entrar en conflictos con la
Argentina, y al mismo tiempo asegurar la neutralidad de su país sí no se violaba el
territorio argentino en la guerra que el Paraguay sostenía con el Brasil. López
sorprendido por la actitud de Urquiza, que en un principio le había ofrecido su
cooperación, se mantuvo expectante, sin manifestar ninguna promesa. Entre tanto, el
ministro brasileño José María Da Silva Paranhos, se encontraba en Buenos Aires
tratando de concretar una alianza con el gobierno argentino, a través del ministro Rufino
de Elizalde. Estas noticias llegaron al Paraguay y originaron el cambio de actitud en
Solano López, quien empezó a dirigir peligrosamente su interés hacia la Argentina.
Grave error diplomático, pues la falta de un representante oficial del gobierno nacional
en Buenos Aires o un embajador porteño en Asunción hubieran obviado tal vez, todas
las desavenencias posteriores.
Congreso Extraordinario de 1865. El Paraguay declara la guerra a la Argentina
El 11 de marzo se supo en Asunción el inminente arribo de la escuadra imperial para
bloquear al Paraguay, situación sumada a la maliciosa campaña periodística porteña, no
se dudó ya del acuerdo argentino - brasileño. En consecuencia, López decidió
adelantarse a los acontecimientos y se propuso ocupar Corrientes.
En este aspecto el Congreso Nacional jugó un papel preponderante, pues el 16 de marzo
de 1865 aprobó la conducta desempeñada por el Ejecutivo frente al Brasil y autorizó la
declaración de guerra a la Argentina por los siguientes motivos: 1º) Negación del paso
por territorio argentino de las tropas paraguayas. 2º) Desconocimiento de los derechos
de la República del Paraguay al territorio de Misiones. 3º) Protección al comité
revolucionario paraguayo en Buenos Aires y "apoyo a los traidores de la patria" 4º)
Abierta defensa al Brasil en la prensa oficial contra la causa paraguaya. 5º) La indudable
mancomunidad del gobierno argentino con el del Imperio del Brasil “para dislocar el
equilibrio político de los estados del Plata”. El 29 de marzo el Canciller Berges
despachó la comunicación oficial al gobierno de la Argentina. El Congreso, antes de

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disolverse concedió al Presidente el grado de Mariscal de los Ejércitos Paraguayos y el


derecho de firmar la paz con uno u otro beligerante cuando él lo creyese oportuno.
El día 13 de abril, se iniciaron las hostilidades con la Argentina
Intereses económicos británicos en el Río de la Plata
Existen teorías que Inglaterra haya intervenido en forma tácita en la guerra de la Triple
Alianza contra el Paraguay. La razón fundamental fue la económica. Ella se remonta a
la guerra de Secesión en los Estados Unidos en 1861, cuyas consecuencias privaron de
algodón a Gran Bretaña, que regularmente proveían los estados del sur norteamericano.
La falta de materia prima había provocado graves crisis en las hilanderías inglesas,
razón por la que los británicos intentaron buscar otras fuentes de explotación como
India, Egipto, China y Siam. También se fijaron en el Paraguay como posible productor
algodonero, pero la negación de Solano López a integrarse a los consorcios algodoneros
ingleses habría sido motivo para que estos se conviertan en el cuarto aliado apoyando
económicamente con armamentos y empréstitos a los gobiernos de Mitre y de Don
Pedro II.
Campaña de Corrientes
El 13 de abril, se iniciaron las hostilidades con la Argentina, cuando una flota paraguaya
compuesta por cinco naves de guerra se apoderó de dos pequeñas embarcaciones
ancladas en el puerto de Corrientes. Al día siguiente la columna de 3.000 soldados
dirigida por el General Robles, y 800 hombres de caballería al mando de Resquín se
adueñaban de la ciudad de Corrientes. Ocupada esta ciudad, el ejército de Robles siguió
avanzando a gran celeridad apoderándose de posiciones estratégicas, donde eran
recibidos amistosamente. Un gran sector de la población, contrario a la política porteña
desaprobaban la guerra. Inclusive muchos de los allegados a Urquiza pretendieron
unirse al ejército de Robles y hubo intentos de incorporarlos. Sin embargo, las tentativas
paraguayas de movilizar a los disidentes argentinos fracasaron, Oportunidad
aprovechada por el gobernante correntino, para organizar la resistencia con la
formación de una fuerza denominada "Vanguardia Correntina". Al conocerse en Buenos
Aires la noticia de aquella ocupación por tropas paraguayas, los jóvenes porteños y de
algunas otras ciudades del interior reaccionaron con entusiasmo a favor de la guerra. Por
otra parte, algunos argentinos de las provincias del norte, se adherían a la causa
paraguaya en contra de Mitre, y otros argumentaban que el verdadero enemigo no era
López o Mitre, sino el Imperio del Brasil.
Tratado Secreto de la Triple Alianza
El 8 de abril de 1865, se había declarado oficialmente en Buenos Aires la guerra al
Paraguay pero no se dio a conocer públicamente. En cambio se informó de la toma de
Corrientes. Mitre denunció en esa ocasión, "la agresión paraguaya sin previa
declaración de guerra" y ante una multitud indignada prometió que estaría "en 24
horas en los cuarteles, en tres semanas en las fronteras y tres meses arrasaría
Asunción". No imaginó, el gobernante argentino que tardaría cinco años en hacerlo.
Por su lado Urquiza, sorprendido por la actitud de Solano López prometió su apoyo
irrevocable al gobierno central y combatir de nuevo "bajo la bandera que unió a todos
los argentinos en Caseros". Con estas declaraciones los disidentes, que al inicio dieron
su apoyo y que pudieron haberse unido a López, combatieron al lado. del jefe
confederado. Los planes de López se frustraron de raíz, ninguna provincia,
Ningún caudillo se sublevó a favor del Paraguay y sin nadie que apoyase su causa, se
encontró solo para enfrentarse a la gran contienda que habría de venir.
En tanto, Mitre se disponía a movilizar a un país, cuyo “ejército no se hallaba en
condiciones mínimas de operatividad", convino de inmediato formar una alianza con los
gobiernos del Brasil y del Uruguay. Una vez más el Imperio lograba sus objetivos, de

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extender sus dominios hacia el Plata. Dicho convenio conocido como el Tratado de la
Triple Alianza fue firmado el 1º de mayo de 1865. Los representantes fueron: por el
Imperio, Octaviano de Almeida Rosa; por la Confederación Argentina, su Ministro
Rufino de Elizalde y por el Uruguay Carlos de Castro. Sus artículos atestiguaban que
los tres Estados se unirían en "alianza ofensiva y defensiva, en la guerra promovida por
el gobierno del Paraguay, para lo cual concurrirían con todos los medios que puedan
disponer en tierra y en los ríos", y no cesarían las hostilidades hasta la deposición de su
gobernante (art. 1º y 2º). Los aliados no depondrían las armas sino de común acuerdo y
no negociarían con el enemigo por separado (art. 6º). Se comprometían a respetar "la
independencia, soberanía e integridad del Paraguay", solo por cinco años (art. 8º). Se
arrebataría al Paraguay la soberanía de sus ríos (art. 11º)...
La nación paraguaya debería de cargar con las deudas de la Guerra y sus respectivas
derivaciones económicas (art. 14º). Co estas cláusulas los países firmantes decretaban el
aniquilamiento del Paraguay. Igualmente, el Brasil y la Argentina "para evitar
discusiones y guerras que traen consigo las cuestiones de límites" al terminar el
conflicto, se repartirían una inmensa extensión de territorio paraguayo. Finalmente, una
cláusula declaraba secreto el Tratado, pero por una indiscreción su texto fue conocido
en Inglaterra un año más tarde.
La marcha del General Robles
En tanto, el general Robles, al mando de la división del sur con unos 25.000 soldados
inició su marcha a mediados del mes de mayo, avanzando gradualmente por la costa del
Paraná, su progresión no dejaba de ofrecer riesgos pues el río era dominado por la
escuadra brasileña. El General argentino W. Paunero aprovechando la marcha hacia el
sur de las fuerzas de Robles, el 25 de mayo llegó a Corrientes venciendo en sangrientos
combates, cuyos resultados alentaron a los partidarios de la guerra, pero por otra parte
ocasionaron funestas represalias a la población civil.
Mientras en la capital, Solano López resolvió dirigir la guerra desde un punto más
cercano a las operaciones y en consecuencia partió con destino a Humaitá. Dejando
instalado en Asunción un gobierno provisorio, a cargo del Vice presidente, Domingo
Francisco Sánchez. Antes de hacerlo pronunció una proclama justificando tal actitud e
instigando a una movilización general de voluntarios.
Batalla de Riachuelo. 11.VI.65.
Con el propósito de romper el bloqueo fluvial, López encargó al Capitán Pedro Meza,
que realizase un audaz ataque a la escuadra brasileña apostada a 15 Km. al sur de
Corrientes enfrente del Riachuelo. El golpe de resultar exitoso hubiera cambiado la
suerte de la guerra.
El día 11 de junio, Meza al mando de la flota paraguaya compuesta por nueve naves, -
sólo dos de ellas, El Tacuary y Paraguarí eran de guerra, el resto eran barcos mercantes
equipados para el fin- con una tripulación de 2.000 soldados y un armamento de 34
cañones llegaba a las Tres Bocas. Una avería sufrida por una de sus naves causó un
retraso de tres horas en la iniciación del ataque. La demora fue fatal pues los brasileños
al mando del vicealmirante Barroso tuvieron tiempo de prevenirse para el combate. La
lucha fue violenta y al principio favoreció a la escuadra de Meza, pero al final se
impuso la superioridad del armamento imperial. Quedaron fuera de combate tres
embarcaciones. Esa misma tarde, el resto del convoy paraguayo se retiraba a Humaitá.
Triunfantes los brasileños, se replegaron hacia el sur. El Paraguay con la pérdida de su
flota, quedaba bloqueado y debió bastarse a sí mismo durante el transcurso de la toda la
contienda.
A fines de julio, el comandante de la división del sur, General Robles, fue relevado y
sometido a proceso, acusado de indisciplina y haber aceptado correspondencia de los

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miembros de la Legión paraguaya. Fue fusilado por "faltar a sus deberes y a la


confianza del gobierno”.
Campaña de Uruguayana
Combate de Mbutuy. 25. VI.1865
En mayo de 1865, partía de Encarnación un ejército de 10.000 soldados rumbo al
Uruguay, el mismo era comandado por el teniente Coronel Antonio de la Cruz
Estigarribia, quien de acuerdo a las ordenes de Solano López debía cruzar el río
Uruguay en el paso de Hormiguero. En la orilla occidental del río operaba la milicia
imperial al mando del Mayor Asuncao. Estigarribia despachó una columna de 400
hombres dirigida por el capitán José López con la orden de impedir el avance de
aquellas tropas. El subordinado cumplió la misión, pero quedó desconectado del grueso
del ejército. Ocasión que fue aprovechada por los brasileños, embistiendo de improviso,
frente a la localidad de Mbutuy. Pese a la superioridad numérica, los atacantes fueron
derrotados, quedando los paraguayos, dueños del campo de batalla. Solano López
complacido por esta victoria, ascendió al vencedor con el grado Sargento Mayor y
ordenó a Estigarribia que prosiguiera avanzando hacia el sur.
Batalla de Yatay. 17.VIII.1865
Estigarribia antes de cruzar el río Uruguay, destacó a la vanguardia de sus tropas al
Coronel Pedro Duarte, que iba bordeando el río por la banda derecha paralelamente al
cuerpo principal. Duarte ocupó San Borja el 11 de junio venciendo a la resistencia de
Río Grande do Sul en Guaviramí y Estigarribia, pese a las órdenes de Solano López, de
mantenerse en el sitio, marchó en dirección a Uruguayana. Ordenó al mayor Duarte que
hiciera lo mismo, rumbo a Paso de los Libres.
Por su parte, el ejército aliado, llegó a las orillas del arroyo Yatay, fortificándose en el
ángulo formado por éste último y el río Uruguay en el punto llamado Ombucito. La
posición paraguaya en aquellos parajes se volvía cada vez más apremiante por la
proximidad de Flores, quien se hallaba al mando de las tropas, y pidió auxilio a
Estigarribia, quien se rehusó en hacerlo. El 17 de agosto el jefe oriental, al mando de
unos 10.000 soldados enfrentó a Duarte. Al tiempo que las fuerzas argentinas también
atacaron con fuerza. Fue una masacre, el combate de cuatro horas, a orillas del arroyo
Yatay dejo un saldo de 1400 soldados paraguayos, muertos heroicamente. Los
sobrevivientes intentaron escapar, pero cayeron en manos de sus enemigos. Flores
escribía a Mitre para justificar el gran porcentaje de muertos: "Los enemigos han
combatido como bárbaros, no hay poder humano que los haga rendir, y prefieren la
muerte cierta antes que rendirse".
La Capitulación de Uruguayana. 18.IX.1865.
Después de Yatay, Venancio Flores atravesó el río Uruguay para unirse a las fuerzas
brasileñas al mando del general Canavarro y sin mayores dificultades pusieron sitio a la
ciudad de Uruguayana, donde se había refugiado Estigarribia. Poco tiempo después
hicieron su aparición en el campo de Batalla Pedro II y Mitre, creándose algunas
controversias sobre el mando de las fuerzas aliadas, pero esta situación se resolvió más
tarde amistosamente y el mando aliado fue comandado por Mitre. En tanto el Mayor
Estigarribia recibía varias intimaciones por parte de sus sitiadores, las cuales eran
rechazadas, pero las tentativas de resistir no tuvieron éxito y pronto los víveres
comenzaron a escasear. Se desató una terrible hambruna y finalmente Estigarribia no
conservó el ánimo suficiente para seguir resistiendo las privaciones. El 19 de setiembre,
sin haber probado sus fuerzas y antes que las aliadas iniciaran un asalto general, solicitó
una capitulación, la que le fue concedida en el acto. Unos cinco mil prisioneros fueron
capturados por las tropas riograndenses con el propósito de venderlos más tarde como
esclavos, tal como se había practicado después de la batalla de Yatay. Así quedó perdida

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la poderosa columna enviada al Uruguay. El Paraguay sufrió una amarga derrota y


Solano López renunció a atacar al enemigo en su propio terreno.
Las bajas
Apenas se iniciaba la guerra y las pérdidas totales del ejército paraguayo eran de unos
35.000 muertos y unos 7.000 prisioneros. Además una gran cantidad de combatientes
murieron a causa de distintas pestes, especialmente del cólera que atacó a 5000 soldados
de los 19.000 sobrevivientes que regresaron de Corrientes. Pese a todo Solano López no
se desalentó en ningún momento y logró reunir más tarde otros 10.000 hombres,
mediante nuevos reclutamientos. Antes de finalizar el año 1865 el ejército paraguayo se
hallaba integrado por un número aproximado de 30.000 milicianos.
El parque de guerra y la Sanidad
Cuando mayor es el número de habitantes de un país, mayores capacidades cuenta el
gobierno de ampliar su ejército en caso de guerra. Con el objeto de dar un número
estimativo de la población paraguaya antes de la guerra, debemos considerar los censos
anteriores al conflicto, los cuales nos permitirán calcular un número aproximado. Este
oscilaba entre 350.000 a 400.000 habitantes, cifra muy inferior a las publicadas en 1862
por Du Graty, experto francés que había sido contratado por el Presidente Carlos A.
López para realizar un censo. El mismo dio una cantidad de 1.337.000 personas con el
propósito de proyectar una imagen del Paraguay en el exterior. Esta debía demostrar el
desarrollo y auge en todos los órdenes, incluso en el demográfico que ostentaba país.
La Argentina tenía una población de 2.000.000, el Brasil con más de 9.000.000 de
habitantes y ambos con una capacidad de comercio exterior muy superior a la contaba el
Paraguay, a más de hallarse apoyados por considerables empréstitos extranjeros,
especialmente ingleses, antes y durante la guerra. Sus ejércitos de líneas, es decir las
fuerzas permanentes de la República, no pasaban de 6.000 hombres cada uno. Mientras
que el Paraguay contaba con 13.000. A principios de 1864, el campamento de Cerro
León adiestraba un ejército de 30.000 milicianos, de 16 a 50 años de edad y otros, en
igual número los hacían en diferentes establecimientos militares de toda la República.
Al comenzar las hostilidades, el Brasil primero y luego la Argentina se vieron en la
necesidad de movilizar el reclutamiento de miles de hombres no adiestrados para la
causa. Antes de terminar el año 1865 la cifra de los efectivos paraguayos aumentaron
considerablemente. El Uruguay, con una población, similar a la del Paraguay, casi no
tenía ejército, envió tan solo unos 3.000 soldados.
La política económica paraguaya, que intentaba su evolución autónoma a partir de sus
propias fuerzas, declinó ante la peligrosa situación adyacente, obligando a López en
1865, a solicitar un préstamo de 25.000.000 de pesos fuertes para la compra de
armamentos más modernos. No se logró concretar dicho empréstito y el país entró en el
conflicto con sus anticuados fusiles a chispa y sus viejos cañones (en 1867 capturaron
catorce piezas de todos los calibres, entre ellas un cañón Krupp de acero de retrocarga, y
un Whitworth de a 32. que usaron en el resto de la campaña). Pese a la propaganda
externa, la cual le atribuía no sólo la mejor artillería sino el más adiestrado y numeroso
ejército de Sudamérica. De hecho, el propio Solano López había confesado que el
armamento nacional estaba desactualizado. Ni la compra de una batería de cañones
británicos en 1863, hizo mucho por incrementar su poder de fuego. En 1864, se contaba
con unas 400 piezas antiguas frente a la Argentina y el Brasil que incrementarían en el
transcurso bélico cañones de retrocarga europeos equipados con balas explosivas. La
fundición de hierro de Ybycui, empezó a producir materiales de guerra. Fue importada
para el efecto una gran cantidad de hierro y a pesar de los problemas que se crearon por
la falta de experiencia de los técnicos en este menester, el poco de personal disponible
a consecuencias de los constantes reclutamientos y la imposibilidad de importar

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maquinarias adecuadas para las tareas específicas, la fundición proveyó de proyectiles,


morteros, balas de cañón de diferentes calibres, granadas de mano, puntas de lanzas,
grillos, etc. Se lograron excepcionales avances en la fabricación de cañones de calibres
de hasta 100 y 200. Merece especial atención "El Cristiano", cañón de 24.500 libras de
peso, construido con las campanas de bronce de la iglesia paraguaya.
Por otra parte, el país poseía sólo dos barcos de guerra, el Tacuary y el Paraguarí, el
resto eran embarcaciones mercantes adecuadas para el efecto, en cambio la escuadra
brasileña compuesta de diez cañoneras fluviales, más veloces, con maquinarias y
armamentos superiores.
El terreno constituyó otra de las particularidades de la guerra. En sus inicios, la
contienda se desarrolló en territorios diferentes - Mato Grosso, Corrientes, Uruguayana
- pero cuando la defensiva fue en el Paraguay, los aliados se encontraron con un
adversario desconocido: el suelo, que sumado al clima, insectos y alimañas, constituyó
en parte el arma defensiva de las tropas paraguayas. Cordilleras, pantanos, esterales,
bosques impenetrables donde los paraguayos construían sus trincheras, rodeadas de
"abaties". Estos abaties eran ramas secas puntiagudas que colocaban en las vías por
donde transitarían los ejércitos aliados. Estas armas y el cambiante clima sub- tropical
paraguayo, hizo detener a brigadas enteras en algunos casos, más que las armas de
fuego. Con excepción de las antiguas baterías de Humaitá, que fueron revestidas de
ladrillo, todas las defensas paraguayas consistieron en fortificaciones de tierra, cubiertas
con adobe de césped, o con tejidos de ramas. El césped del Paraguay era bastante
resistente, lo mismo que el ysypó, los cuales eran entretejidos formando espesas
enredaderas que cubrían las posiciones. Este mimbre era bastante útil por que no pudría
tan fácilmente como otras ramas.
Sin embargo, una dificultad en los planes militares de los aliados, constituyó la
proliferación de epidemias que no perdonó grados ni banderas. Cólera, fiebres gástricas,
discenterias fueron causantes de miles de bajas tanto en uno como en otro ejército. La
peste de cólera de 1867, iniciada en los campamentos aliados por el contagio de unos
marineros brasileños, y propagada desde Corrientes hasta el Paraguay fue el agente
mortal en innumerables batallones. El país no estaba preparado para combatir tan
terrible flagelo, que sumado a la carencia de medicamentos específicos y personal
adecuado, cobró miles de personas. El Paraguay recurrió a la utilización de las ciertas
yerbas preparadas por las mujeres que vivían en los campamentos para aliviar en parte
la dicha escasez. Cada división contaba con su propio hospital, a más de los cuatro
establecidos en Asunción, los instalados en Paso Pucú y Humaitá y otro construido
exclusivamente para oficiales, llegaron a albergar unos 2.000. Pese a los intentos, no se
alcanzó a erradicar la propagación epidémica. La escasa cantidad de médicos, reducido
material sanitario y la poca higiene en los hospitales de campaña, constituyeron focos
de nuevas enfermedades que mermó gran parte de los efectivos de los cuatro ejércitos.
Campaña de Humaita
Después de los reclutamientos realizados, Solano López llegó a Paso de Patria y asumió
el mando de ejército. Se dispuso a esperar al enemigo en la estrecha zona situada entre
los ríos Paraguay, Paraná y los grandes bañados del Ñeembucú con el fuerte de Itapirú
como atalaya, posición estratégica excelentemente elegida, donde los ejércitos aliados
no pudieron desbloquear tan fácilmente la resistencia paraguaya, sino al cabo de tres
largos años
Batalla de Corrales. 31-I-1866
Mientras el ejército paraguayo ocupaba la banda norte del Paraná, las fuerzas aliadas lo
hacían en la del sur. Durante los calurosos meses de verano los dos adversarios
permanecieron prácticamente inactivos, salvo por unas pequeñas incursiones que

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frecuentemente realizaban los paraguayos, cruzando el río en veloces piraguas y


molestando a los aliados. El comando argentino para entrar en acción y terminar con
esas escaramuzas, decidió preparar una emboscada. El 29 de enero de 1866, unos 1.000
soldados al mando del coronel José Eduvigis Díaz se propusieron emprender una de sus
audaces expediciones. Cerca de 4.000 argentinos, al mando del general Hornos los
esperaban en la otra costa. Después de dos días de encarnizada contienda, las tropas
paraguayas, gracias a la posición envidiable desde donde atacaban, las densas selvas de
Corrales, lograron la victoria. Esta derrota aliada obligó al Almirante Tamandaré, jefe
de la escuadra brasileña a salir de la pasividad y ordenó la subida del río Paraná hasta
Tres Bocas, disposición que se cumplió el 17 de marzo de 1866.
Batalla de Estero Bellaco. 2-V-1866.
Con la escuadra brasileña ubicada en Tres Bocas, las fuerzas aliadas comandadas por
los generales Mitre, Osorio, Porto Alegre y Flores, se animaron a vadear el río Paraná y
el 16 de abril instalaron su campamento al sur de Estero Bellaco. López por su parte, lo
hizo al norte abandonando Itapirú y ocupando una estratégica posición. Ordenó el 2 de
mayo al general Díaz que atacase al ejército enemigo con unos 3.800 infantes y 1.000
hombres de caballería y la artillería. El asalto por sorpresa tuvo inicialmente éxito para
las fuerzas paraguayas. Se apoderaron de armamentos y de varias banderas. El general
Flores estuvo apunto de caer prisionero, pero el general Díaz, no satisfecho con el
triunfo intentó perseguir a los invasores. Fue interpuesto por el general Osorio y con su
certera artillería puso fuera de combate a la mayor parte de las milicias paraguayas,
trasformándose de esta manera en derrota una virtual victoria.
Batalla de Tuyutí. 24- V-1866.
Los aliados, para evitar la repetición de estas sorpresas por parte de sus enemigos,
ocuparon los campos de Tuyutí, situados entre los dos brazos del Estero Bellaco,
limitando al este con extensos palmares y al oeste con la espesa selva del Sauce. Las
tropas paraguayas dispuestas en cuatro columnas debían atacar simultáneamente el 24
de mayo. El general Barrios debía llegar al amanecer y dar la señal de ataque, pero no
habiendo podido presentarse a la hora convenida a causa de los esteros intransitables
que retardaron su arribo, sólo al mediodía pudo dar la señal establecida. Esta
circunstancia fue aprovechada por los aliados, quienes advirtieron de los preparativos en
el campo paraguayo. Por lo tanto, la sorpresa, factor importante en los planes del
Mariscal López, no se produjo. Cuando se inició la embestida, los aliados estaban ya
preparados y sólidamente fortificados. Heridos por las metrallas, los paraguayos
asaltaron las trincheras adversarias, las primeras fueron casi totalmente tomadas, pero su
artillería con 120 bocas de fuego defendió sus posiciones centrales. La terrible batalla,
la más sangrienta sucedida en Sudamérica hasta entonces, duró varias horas. Al final de
la tarde cesaba el fuego, con el repliego de las tropas paraguayas. En los cañadones de
Tuyutí, quedó destruido el mejor ejército paraguayo.
Batallas de Boquerón y Sauce. 16-18-VII- 1866.
Después de la derrota de Tuyutí, Solano López resolvió mantenerse a la defensiva,
eligiendo para el efecto la fortaleza de Humaitá como baluarte de su sistema. Fortificó
el río Paraguay en Curuzú y Curupayty y construyó una red de trincheras que
circunvalaban el fuerte. Estableció su cuartel general en Paso Pucú, el cual se unía con
los otros sectores por medio del telégrafo. Reorganizado sus batallones amalgamando
los restos de muchos otros, embistió con éxito en Yatayty- Corá, en Sauce y Boquerón.
En esta última batalla falleció heroicamente el coronel paraguayo Elizardo Aquino. Sin
embargo, estas victorias levantaron la moral del ejército paraguayo.

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Entrevista de Yatayty - Corá. 16-IX-1866


El Tratado de la Triple Alianza se había publicado en Inglaterra y gran parte de la
opinión publica americana y europea se volcó a favor del Paraguay. Ilustres políticos
como Juan Bautista Alberdi y Carlos Guido Spano levantaron su voz contra la alianza.
El diario “La América” denunció que “El tratado fue secreto pero la vergüenza es
pública”. Además varios gobernantes americanos ofrecieron ayuda económica y
cooperación militar, las que nunca se concretaron.
Entre tanto, Solano López conocedor del cambio que se había operado en la opinión
pública argentina luego de la divulgación del Tratado Secreto, creyó que había llegado
el tiempo de plantear la paz a sus adversarios. Desde su cuartel en Paso Pucú, envió un
parlamentario ante el general Mitre para concertar una entrevista. Este aceptó la oferta,
realizándose el encuentro en Yatayty - Corá. Montado en su caballo "Mandiyú",
escoltado por 30 oficiales y 24 soldados del batallón de dragones, el Mariscal paraguayo
llegó puntualmente a la hora concertada el día 12 de setiembre de 1866. Después de los
debidos cumplimientos, los dos gobernantes conferenciaron por espacio de cinco horas.
Al término de la reunión, se redactó y firmó un documento en el cual se resaltaba el
ofrecimiento de Solano López "en procurar los medios conciliatorios e igualmente
honrosos para todos los beligerantes" y agregaba que “sí la sangre derramada podría
considerarse suficiente para lavar los mutuos agravios, poniendo término a la guerra
más sangrienta de Sud América..." Mitre se limitó a escuchar las propuestas,
prometiendo informar sobre ellas a su gobierno y a sus coligados. Antes de separarse
brindaron y se intercambiaron sus látigos como recuerdo de la reunión. Las
proposiciones de paz crearon una serie de divergencias entre los gobiernos argentino y
brasileño, pues mientras el primero pretendió continuar la negociación, el otro se opuso
tenazmente y a punto estuvo de quebrarse la alianza. Así la guerra prosiguió por más de
tres años.
La campaña de los exiliados de Buenos Aires.
Cuando se declaró la guerra a la Argentina, muchos paraguayos emigrados residentes en
Buenos Aires, formaron un grupo militar, conocido como la Legión Paraguaya, la cual
estuvo integrada por la mayoría de los exiliados que había salido del país por no
comulgar con el gobierno de los López. Según sus propias declaraciones se alistaron a
la Legión con el propósito de “redimir a una nación esclavizada del modo más
hipócrita y tirano que la oprime” y “... rescatar la patria de las garras del tirano que
la ha convertido en patrimonio suyo”, según versaba el acta fundacional de dicha
agrupación. Los legionarios se alistaron a las filas de ejército argentino, pero su
participación fue casi nula. Después de Uruguayana, el grupo fue desintegrándose
paulatinamente.
Victoria de Curupayty. 22-IX-1866.
La zona de Curupayty, situada en la parte más elevada de la suave ondulación de una
llanura se hallaba rodeada de terrenos intransitables por causa de las recientes lluvias
torrenciales. Las necesidades defensivas obligaron a los paraguayos a multiplicar su
ingenio, creatividad y esfuerzo. Es necesario mencionar que durante toda la contienda,
dos obras fueron las que alcanzaron el nivel más alto en ingeniería militar: la casi
invencible fortaleza de Humaitá y las trincheras de Curupayty. Esta última, producto de
la genialidad estratégica del general Díaz, quien aprovechó la geografía del lugar para
construirlas. Las milicias paraguayas se apostaron en las fosas de dos kilómetros de
largo, 3 metros de profundidad y 5 de ancho, Allí esperaron al enemigo que
dificultosamente avanzaba a causa del terreno anegado. Cuando se acercaron, el General
Díaz ordenó el disparo de los 49 cañones. La batería del río y la infantería debían
apoyar a la artillería ubicada en dos frentes y .la caballería, dirigida por Bernardino

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Caballero debía ubicarse a la retaguardia. El ejército aliado compuesto de unos 10.000


brasileños y 9.500 argentinos, estaban comandados por Mitre y por Porto Alegre
respectivamente. En la mañana del día 22, el adversario dividido en cuatro columnas
inició el ataque. Apenas abandonaron sus posiciones, la artillería paraguaya enfiló sus
cañones contra las columnas en marcha, que continuaban con el avance. Cayeron
compañías enteras. A la media tarde, Mitre dio la orden de retirada. Las bajas
paraguayas fueron insignificantes frente a las 4.000 pérdidas de incalculables
proyecciones para los aliados, cuyo ejército principal quedó destrozado y su moral
gravemente quebrantada. Era el momento en que Solano López debía aceptar la
sugestión de Díaz, de arremeter con un vigoroso contraataque, pero no lo hizo.
Posiblemente sí lo hubiera escuchado, el destino de la guerra, hubiera tenido otro final
Como resultado de la derrota, Porto Alegre fue suplantado por el marqués de Caxias y
el ejército argentino tardó más de un año en reponer sus fuerzas. Los orientales,
diezmados y enfermos en su mayoría, después de Boquerón y Sauce prácticamente
fueron descontados de las fuerzas aliadas. El Brasil procuró "movilizar" a los esclavos
para suplantar las pérdidas y la Argentina tuvo que soportar las críticas, tanto
periodísticas como de la opinión pública y a duras penas sofocó la insurrección de las
provincias de Mendoza, La Rioja, San Juan y San Luis que pretendían concertar la paz
con el Paraguay.
Bloqueo total.
La guerra prosiguió y así llegó el otoño de 1867 con otra adversidad. Una epidemia de
cólera iniciada en el campamento argentino, se extendió atacando a miles de soldados,
inclusive, el mariscal Solano López fue víctima de la temible peste, manteniéndolo
inactivo durante todo el mes de mayo.
Para ese entonces, las operaciones se hallaban casi totalmente paralizadas. En el norte
del país, las expediciones imperiales provenientes por tierra de Río de Janeiro, para
reconquistar Mato Grosso, llegaron a su destino luego de tres años. El 17 de julio cayó
Corumbá, cuya guarnición fue pasada a cuchillo. Los brasileños recuperaron la
provincia y cerraron de esta manera el círculo de hierro en torno al Paraguay. El
comercio que se mantenía con el mundo exterior a través del Pacífico quedó truncado.
En lo sucesivo, el Paraguay debió bastarse por sí mismo para todas las necesidades de la
guerra.
En el sur, el ejército aliado permanecía en Tuyutí y Paso de Patria y las fuerzas
paraguayas se habían concentrado en el famoso cuadrilátero, ubicado entre el río
Paraguay con Humaitá, Curupayty y Curuzú, al oeste y Tuyucué y Yatayty - Corá hacia
el este. Al iniciarse el mes agosto de 1867, la escuadra brasileña forzó el paso de
Curupayty. Lentamente, los aliados encerraban a Humaitá y al grueso del ejército
paraguayo.
Entretanto, Estados Unidos había intentado arbitrar en el conflicto, pero sin éxito. Por
otra parte Inglaterra también ofreció su mediación, la cual fue aceptada por López,
Mitre y Caxías, además por los pueblos de Argentina y el Brasil, pero el Emperador
Pedro II rechazó la propuesta y de esta forma se perdió otra oportunidad de finalizar la
sangrienta guerra.
La escuadra brasileña bombardea Asunción
El 13 de enero de 1868 el general Mitre tuvo que retirarse del campo de batalla dejando
el mando bajo las ordenes de Duque de Caxías. Este ordenó a la escuadra brasileña a
romper el cerco de Humaitá y así lo hizo el 13 de febrero. Solano López comunicó del
hecho al Vicepresidente Sánchez y ordenó la evacuación de Asunción. Los acorazados
de la escuadra prosiguieron su marcha hasta la capital y bombardearon la ciudad por
espacio de dos horas. Luego dieron la vuelta y enfilaron río abajo. La población civil

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creyó que el Presidente había sido derrotado y empezaron a celebrar algunas reuniones
políticas. Enterado Solano López de estos encuentros, tomó serias medidas contra los
asistentes, que culminarían posteriormente en los tribunales de San Fernando.
Los periódicos de campaña.
El Semanario publicó con grandes titulares el bombardeo a la capital. Durante toda la
contienda, este órgano oficial del gobierno, impreso en Asunción, jugó un papel muy
importante. A más de "El Semanario", se publicaron otros de contenido satírico-
jocosos que ridiculizaban al enemigo. Estos periódicos eran bilingües y con ellos se
inicia la literatura guaraní. El "Cabichuí", apareció en Paso Pucú el 13 de mayo de
1867. Tuvo un tiraje de 95 números y el último se imprimió en San Fernando el 20 de
agosto de 1868. El papel y la tinta escasearon durante toda la guerra. Se usaba el
mínimo posible y se escribía con letras diminutas de manera a economizar el material
disponible. Los artículos de "El Semanario", primero los leía López y una vez
aprobados se expedían por telégrafo a la capital para su impresión. Este se usaba para
despachos oficiales, proclamas del Presidente y las crónicas escritas por Natalicio
Talavera, quien fue el primer corresponsal de guerra. Otros periódicos fueron "El
Centinela" de intención irónica y mordaz y "La Estrella", de inspiración épica. "El
Cabichuí" y "El Centinela" reprodujeron grabados ejecutados a navaja sobre madera o
sobre superficies de cueros vacunos. Otra de las publicaciones, aun que de corta
duración fue "Cacique Lambaré", al igual que las anteriores tenía la finalidad de animar
el espíritu combativo de los soldados y exaltar sus sentimientos patrióticos.
Por otra parte, debemos indicar que el arraigado espíritu musical de los paraguayos,
alivió las penurias de las trincheras. Los soldados no se separaron de sus arpas y
guitarras. El guitarreo y las alegres canciones provenientes de las líneas paraguayas
causaban una honda impresión a los aliados. Asimismo, para burlar a los enemigos,
cuando se iniciaban los bombardeos, se escuchaba una "música infernal", y estridente,
producida de un pintoresco instrumento fabricado por los propios soldados, consistente
en una pequeña asta con un orificio por donde se soplaba emitiendo un sonido parecido
al de una trompeta que "ponían a Caxías fuera de juicio”.
La represión de San Fernando
Además de soportar las derrotas bélicas, los paraguayos sufrieron duras represiones
durante la guerra. Estas ya se habían iniciado cuando Francisco Solano López asumió el
gobierno. Ordenó la prisión de aquellas personas que se oponían a su nombramiento.
Entre ellas, estuvo su antiguo preceptor y Rector del Seminario, el padre Fidel Maíz,
todos acusados de promover "una revolución social” en su contra. A su propio hermano
Benigno, lo confinó a una de sus estancias por difundir ideas liberales. Lo característico
de estos arrestos consistía en que ellos no se limitaban a la persona encausada sino
también a los demás familiares del presunto conspirador, no respetando sexo ni edad,
para Solano López todos se hallaban implicados. Al apresamiento de aquellos, siguieron
otros, de los parientes de los participantes en el pretendido complot y pertenecientes
todos a la alta sociedad asuncena.
Posteriormente, estas represiones se extendieron a las filas del ejército, entre los
campesinos del interior y a gran parte de los extranjeros y extranjeras, llegados al país
antes de la guerra. Al establecerse, Solano López en una antigua estancia del Estado
“San Fernando”, luego de abandonar Humaitá, convencido que sus enemigos buscaban
el aniquilamiento del Paraguay y su persona, decidió seguir la lucha hasta el fin. El
pueblo paraguayo en armas, fiel a su autoridad y fervoroso de patriotismo lo seguía,
sufriendo las penurias de la guerra, las que iban en aumento con el transcurso del
tiempo. Sin embargo, López no creyó encontrar ese mismo patriotismo en el sector
civil que atendía los servicios del gobierno en la capital. Esa desconfianza aumentó

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cuando algunas personas pertenecientes a las clases acomodadas de Asunción


celebraron varias reuniones políticas después del paso de la escuadra brasileña. Solano
López accionó tenazmente contra ellos. Recibió los informes de los asistentes y de las
supuestas intenciones de aquellos.
Las delaciones implicaron a sus hermanos, Benigno y Venancio López y a otros
miembros de la sociedad. Todos fueron arrestados. La situación empeoró cuando fueron
interceptados documentos destinados al cuartel general de Caxías conteniendo datos de
los planes paraguayos, los cuales parecían haber emanado del propio Benigno López.
Ante los tribunales especiales celebrados en la localidad de San Fernando donde el
Padre Maíz hizo las veces de Fiscal, los presos “confesaron los proyectos de una gran
conspiración” contra Solano López. Según esas declaraciones, el genio del complot
sería el Ministro norteamericano, Washburn. Este estaba convencido que la guerra no
cesaría mientras López continuase en el poder y encontró a Benigno López,
fuertemente inclinado hacia la paz, esbozó un plan revolucionario e incluso un proyecto
de Constitución. Los inculpados y sus familiares, los hermanos de López, sus cuñados,
el General Barrios y Saturnino Bedoya y la más alta y respetable figura del gobierno,
José Berges fueron encadenados y sometidos a tormentos. Entre los meses de junio y
diciembre fueron ajusticiadas unas 398 personas. El ministro norteamericano persistió
en negar tal complot. Dejó el país en setiembre de ese año sin que se pudiera, jamás
comprobar la realidad de los hechos.
Campaña de Pikysyry
Batallas de Ytororó. 6.XII.1868, Abay. 11.XII.1868.
Solano López acordó que la defensa se hiciera en los campos de Pikysyry, el cual
tenía sólo un paso de defensa: Angostura, sobre el río Paraguay. Este reducto fue
sólidamente fortificado bajo la dirección del ingeniero inglés Thompson. López dejó
San Fernando y se estableció en Lomas Valentinas o Itá Ybaté, una alta colina de donde
se divisaba una gran extensión de tierras. Entretanto el avance brasileño seguía bajo las
órdenes de Caxías, quien siguió la misma trayectoria que López. A través de la selva,
construyó en veintitrés días, una carretera que iba a salir detrás de las posiciones
paraguayas. El 3 de diciembre de 1868, 20.000 aliados atravesaron el pasaje y
desembarcaron en San Antonio, al norte de Pikysyry. La fuerzas paraguayas compuestas
de 3.500 personas, en su mayoría mujeres, soldados heridos, niños, niñas, ancianas y
ancianos al mando de Bernardino Caballero contuvieron a las fuerzas de Caxías,
defendiendo heroicamente el paso del Ytororó. Abrumado por la inmensa superioridad
numérica, Caballero se abrió camino y fue a defender la senda del Abay, la colina sobre
el arroyo del mismo nombre, donde una semana después se desarrolló otra sangrienta
batalla. Las bajas tanto paraguayas como aliadas, en uno y otro combate fueron
considerables.
Combate en Lomas Valentinas. 21- 27.XII.1868.
Luego del desastre de Abay, Solano López logró reagrupar unos cuantos combatientes y
se apresuró a esperar al enemigo en Lomas Valentinas. El descomunal combate
comenzó el 21 de diciembre y duró siete días. El día 24, los generales aliados intimaron
la rendición del jefe paraguayo, pero el ultimátum fue rechazado. Los dos últimos días
fueron encarnizados, observándose en las líneas paraguayas la presencia de mujeres y
niños. El Mariscal acompañado por unos pocos sobrevivientes, logró escapar llegando
a Cerro León.
La ocupación brasileña.
El jefe brasileño, el duque de Caxías pensó que la guerra llegaba a su fin con esta
victoria para las fuerzas aliadas, y en vez de perseguir al reducido ejército paraguayo,
prosiguió hasta Asunción que estaba desguarnecida. Entró en la ciudad el 5 de enero de

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1869. La capital paraguaya fue sometida al más cruento saqueo por parte de las tropas
imperiales. Ni las legaciones extranjeras, ni las casas particulares, ni iglesias ni los
sepulcros fueron respetados, la tarea destructora prosiguió por varios días. La ciudad
vacía estuvo a merced de los invasores. Muebles, artículos de valor, documentos y otros
objetos fueron transportados sistemáticamente a los buques, conduciendo tan valioso
botín a Buenos Aires y Río de Janeiro.
Las residentas y las destinadas
En la etapa inmediata a los combates de Lomas Valentinas y la posterior evacuación de
Asunción, innumerable mujeres, llamadas residentas, en cumplimiento de estrictas
órdenes gubernamentales debieron trasladarse continuamente de un sitio a otro. Fueron
obligadas al principio a establecerse en Luque, Altos, Limpio, o fijar sus residencias en
los campos propicios para el cultivo. Estas resoluciones contenían un doble cometido,
por una parte, el propósito de distribuir equilibradamente la población a las diferentes
localidades con el propósito de conducir hacia aquellas regiones que necesitaban mano
de obra para la agricultura, sector que desde el primer año de la contienda, se hallaba
estrictamente reglamentado y organizado exclusivamente por las mujeres, debido a la
escasez de varones. Por otra parte, el Mariscal implementó la política de "tierra
arrasada", para evitar que los aliados, se alimentasen de los campos paraguayos. Sin
embargo, después de la batalla de Piribebuy, cuando el ejército inició su éxodo hacia el
norte del país, las residentas y un resto de la población civil, se vieron en la necesidad
de cumplir con apremiantes medidas como el abandono de sus residencias originarias o
de aquellas poblaciones a donde en un inicio le fueran asignadas. Unidas a la caravana
de Solano López, soportaron la marcha forzada y conocieron a la par del último reducto,
hambre y privaciones en la etapa final de la guerra.
Otras, sin embargo, no corrieron el azar de las primeras. Las destinadas, cuyos esposos
o familiares eran opositores al gobierno de Solano López, entre las cuales se
encontraban las damas de la alta sociedad, fueron confinadas "por traidoras" a remotas
comarcas, donde soportaron dolorosos sufrimientos, pereciendo un gran número de ellas
en los campos de Yhú, Curuguaty, Igatimí y Espadín. De este último sitio las
sobrevivientes fueron liberadas por las tropas brasileñas, el 25 de diciembre de 1869.
CAMPAÑA DE LAS CORDILLERAS.
Mientras los aliados ocupaban Asunción, Solano López pasaba de Cerro León a la
Cordillera de Ascurra, donde fijo su campamento y estableció a Piribebuy como nueva
capital del país. Allí funcionó la administración pública con el Vicepresidente Sánchez a
la cabeza. Con indomable energía se dispuso López, a organizar un nuevo ejército,
reclutado de los hospitales y de las campiñas. Heridos, mutilados, mujeres y niños
desnutridos conformaron las nuevas tropas del Mariscal.
Batalla de Piribebuy. 12.VIII.1869.
Los aliados que se hallaban en Asunción, habían proyectado atacar Piribebuy y terminar
definitivamente con la guerra. Para ese objetivo, cinco columnas compuestas de 25.000
hombres al mando del conde D'Eu y de otros altos oficiales del ejército brasileño
entraron al mismo tiempo al pueblo de Piribebuy, defendido por unos pocos individuos.
A la negativa de una capitulación la población se entregó a una batalla cuerpo a cuerpo.
Las mujeres también pelearon en las trincheras armadas de sables y piedras se
enfrentaron al enemigo. Tras cinco horas de combate el sitió cayó. Solano López logro
retirarse con los pocos sobrevivientes.
Cerro Corá 1º-III-1870.
Al iniciarse el año 1870, el ejército paraguayo, se había convertido en una escuálida
legión, sin víveres ni municiones. Los sobrevivientes armados de lanzas y sables,
alejados de sitios poblados iban detrás de Solano López en su última campaña. El 14 de

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febrero, la caravana alcanzó Cerro Corá, un colosal anfiteatro rodeado por los cerros del
Amambay y cruzado por el río Aquidabán- niguí.
Desde la punta de Itapirú hasta el remoto confín del país, no quedaba un solo palmo de
tierra que no hubiese sido disputado al invasor.
En la mañana del 1º de marzo de 1870, los milicianos imperiales al mando del general
da Cámara atacaron Cerro Corá, el Solano López al mando de unos cuantos hombres
enfrentó a los invasores. En el primer embate, resultó herido, lanceado por un oficial y
por un cabo brasileño. Buscó refugio en las orillas del Aquidabán. Allí recibió una
intimación del general da Cámara. En respuesta, el mariscal paraguayo le contestó
"Muero con mi Patria”. Un certero disparo ordenado por el oficial enemigo terminó con
su vida y con la guerra de la Triple Alianza.

UNIDAD XI: LA POST - GUERRA


Con la muerte del Mariscal López, culminó el prolongado lustro del calvario nacional.
Era el epílogo de una gran tragedia, de una guerra desigual y sangrienta. Fue quizás el
primer caso de "guerra total", que se registraba en la historia contemporánea. No hubo
retaguardia. Todo el país se convirtió en un reducto de un extremo al otro lado de la
República. No sólo hombres, sino mujeres, no sólo adultos sino también niños y niñas
empuñaron las armas. El bloqueo no hizo mellas en la estructura económica, pues se
produjo en el país todo cuanto se necesitaba. En los dos primeros años de contienda,
mientras los hombres luchaban en el frente, las mujeres se convirtieron en las
abastecedoras de alimentos y vestimentas. Más tarde combatieron a la par que los
varones y como residentas o destinadas escribieron páginas de gloria esta hazaña.
No obstante, a pesar de tan magna proeza podía observarse la devastación total. Del
Estado floreciente que había sido el Paraguay, en el período de gobierno de los López,
quedó reducido a un país de ruinas con unos escasos sobrevivientes. Destruida la
riqueza pública y privada, desaparecidos los organismos jurídicos, educativos y cultu-
rales, disminuida su población, todo había que hacer nacer de nuevo. El pueblo
paraguayo sólo, con sus propias y decaídas fuerzas inició la reconstrucción nacional,
inclusive con el peso de la abrumadora deuda de guerra impuesta por los vencedores. La
parte más difícil de la vasta empresa de resucitar a al Paraguay, recayó sobre las
mujeres. Ellas se hicieron agricultoras, comerciantes, industriales, y crearon un género
de sociedad poligámica, permitiendo reponer prontamente sus pérdidas demográficas.
En esta nueva etapa, la ocupación primordial del sector masculino fue la política, tarea
que absorbió gran parte de sus actividades, aunque algunos grupos también emplearon
sus vitalidades a la reconstrucción económica y a la restauración educativa. El proceso
de recuperación y desarrollo de la nación paraguaya es conocido por algunos
historiadores como la PATRIA NUEVA, denominación otorgada al período posterior a
1870, correspondiéndole la designación de PATRIA VIEJA a todo lo acontecido desde
la desde la Independencia Nacional hasta el gobierno de Francisco Solano López.
La ocupación de Asunción
Mientras el ejército paraguayo al mando de Solano López, continuaba la marcha hacia
el norte del país, los aliados se dirigían hacia Asunción, la que se hallaba totalmente
indefensa. El 1º de enero de 1869, las fuerzas enemigas hicieron su entrada en la capital
paraguaya. El día 5, ingresó el duque de Caxías con el resto de ejército y la ciudad vacía
quedó a merced de los invasores, que no escatimaron en saquearla. El general Emilio
Mitre, comandante de las tropas argentinas se sintió indignado por el proceder de las
milicias brasileñas, y se retiró a las afueras de Asunción. Esta actitud por parte de los
argentinos inició serias divergencias entre los aliados con relación a la liquidación
jurídica de la guerra.

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En ese tiempo, Asunción fue presa del pillaje y despojo. Los efectos, menajes
mobiliarios, utensilios y demás pertenencias de las familias de la sociedad paraguaya
eran llevados al puerto para ser embarcados con destino a Buenos Aires y Río de
Janeiro. Tanto de día como de noche se realizaba la conducción de dichos enseres. Las
legaciones extranjeras, el Club Nacional y las residencias asuncenas, fueron
desvalijadas.
La repoblación
Pese al despojo a que fue sometida la capital y a los desacuerdos surgidos entre los
vencedores, Asunción fue repoblándose paulatinamente por personas de diversos
orígenes y procedencias. Un gran porcentaje de mujeres y niños recorrían las arenosas
calles en busca de sustento y alojamiento.
Además, un importante número de varones arribó al país. Entre ellos, paraguayos y
varios extranjeros de distintas nacionalidades, a más de muchos comerciantes y
especuladores que acompañaron a las fuerzas invasoras, que atraídos por la curiosidad
llegaron para observar al Paraguay en ruinas. Del primer conjunto de hombres, citamos
a varios paraguayos calificados que regresaban del exterior. Los ex becarios, los
diplomáticos del gobierno de Solano López, ausentes durante el conflicto. Otros fueron
los prisioneros liberados o los fugitivos del ejercito paraguayo y también los jefes y
oficiales de la Legión Paraguaya, pero todos infundidos por una intensa preocupación:
reorganizar la nación como Estado soberano y tratar de solucionar las cuestiones de
límites con los representantes de la alianza tripartita.
EL TRIUNVIRATO DE 1869
Con el propósito de instituir un gobierno provisorio, varios ciudadanos, influenciados
por los representantes de las fuerzas aliadas, entre los que se citan al Canciller imperial
José María Da Silva Paranhos y al representante argentino, José Roque Pérez,
intercambiaron sugerencias y opiniones acerca de la mejor manera de establecer una
autoridad que asumiese la representación del Estado paraguayo. Se convocaron a
diversas reuniones en donde desde los inicios, se advirtieron dos tendencias antagónicas
que posteriormente se concretarían en la fundación de los partidos políticos. Como
resultado de las reuniones, el 25 de agosto de 1869 fueron nominados para representar
al gobierno del Paraguay: Carlos Loizaga, Cirilo Antonio Rivarola y José Díaz de
Bedoya.
Una de sus primeras medidas del Triunvirato consistió en declarar a Francisco Solano
López “fuera de la ley y para siempre arrojado del suelo paraguayo, como asesino de
su patria y enemigo del género humano". No obstante, a la brevedad de su mandato, el
gobierno provisorio se esforzó por defender el patrimonio territorial de la nación,
salvando el derecho de discutir los límites definitivos con el vencedor, pese a los tér-
minos del Tratado de Alianza. De este modo, protestó por la ocupación argentina de la
Villa Occidental, actual Villa Hayes, y luego obtuvo que se permitiera al Paraguay la
negociación de los límites. También se esforzó por atender a los huérfanos de guerra,
para quienes se fundó en Trinidad, un instituto de enseñanza profesional. Otras medidas
de orden educativos fueron la reorganización de la Biblioteca Nacional y el
establecimiento de escuelas de las primeras letras en todos los departamentos del país.
La Convención Nacional Constituyente
De capital importancia era organizar las instituciones jurídicas para el resurgimiento del
país. No se había declarado la caducidad de la Ley de Administración política, pero era
evidente que el régimen político que se creó con dicha Ley, había desaparecido con la
guerra. El deseo de establecer un sistema de gobierno que estuviese de acuerdo con las
ideas liberales que predominaban en los demás Estados americanos, motivó a los
ciudadanos a convocar a elecciones de convencionales que integrarían la Convención

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Nacional Constituyente, la cual sancionaría una Carta Magna. En consecuencia el


gobierno del Triunvirato, decretó el 1º de abril de 1870 un Estatuto Electoral Provisorio,
mediante el cual se realizaron en la capital y en los principales pueblos del país los
comicios de elección de diputados que irían a conformar dicha Asamblea. Fueron
electos 41 diputados, quienes iniciaron sus deliberaciones el 15 de agosto de 1870. La
Convención Nacional Constituyente se hallaba integrada por algunos miembros de la
Legión Paraguaya, como José Segundo Decoud, Jaime Sosa Escalada, Salvador
Jovellanos. De varios jóvenes estudiantes, quienes regresaron del exterior al término de
la contienda, como Facundo Machaín, Cayo Miltos, Juan Silvano Godoi, Miguel
Palacios; algunos ex - combatientes, como José del Rosario Miranda, el Padre José
Ignacio Acosta, Francisco Campos, Cirilo Solalinde, entre otros. La Convención estuvo
presidida por José del Rosario Miranda y la redacción del proyecto constitucional
estuvo a cargo de una comisión redactora integrada por Juan José Decoud, Facundo
Machaín, Juan Silvano Godoi, Salvador Jovellanos y Miguel Palacios.
LA CONSTITUCIÓN DE 1870
El 25 de noviembre de 1870 se procedió a la jura de la Constitución de la República del
Paraguay. Esta Ley Fundamental, estuvo inspirada principalmente en el pensamiento
liberal de la Declaración de Virginia de 1776 y la Constitución Argentina de 1853.
Reconocía en sus 118 artículos, el principio de la soberanía popular con la organización
del gobierno de acuerdo al sistema de separación de poderes del Estado, con la
aparición de la figura jurídica del ciudadano con derechos y obligaciones, con la
institución de un sufragio – aunque no universal, pues las mujeres ni los indígenas
tenían derecho al voto- y con la incorporación de las libertades civiles.
Con relación a los poderes del Estado, existía proporción y equilibrio entre los tres, sin
embargo, se otorgaba más autonomía a favor del Legislativo, representado éste por una
Cámara de Senadores (integrada por trece miembros) y otra de Diputados (con
veintiséis miembros). Los integrantes de ambas Cámaras eran elegidos
proporcionalmente en elecciones parciales y por sufragio directo. Duraban en sus
funciones cuatro años, pero la Sala se renovaba por mitad cada bienio.
Se concedía a este cuerpo el derecho de veto, la facultad de la interpelación
parlamentaria, la jurisdicción de controlar y limitar a los otros dos poderes y el juicio
político al Primer Mandatario.
El Poder Ejecutivo lo desempeñaba un Presidente, ciudadano natural, cristiano, mayor
de 30 años, elegido por sufragio indirecto, que duraba cuatro años en sus funciones y
“no podía ser reelegido en ningún caso, sino con dos períodos de intervalo”. Cinco
Ministros –Interior; Relaciones Exteriores; Hacienda; Justicia, Culto e Instrucción
Pública; Guerra y Marina- lo acompañaban en sus tareas, elegidos o relevados según su
arbitrio, los cuales refrendaban y legalizaban su firma en los decretos y demás actos de
gobierno. Otra figura concerniente al Poder Ejecutivo fue la del Vicepresidente,
sustituto legal del Primer Mandatario, quien debía reunir idénticas condiciones que
éste, tanto personales como electivas, además presidía el Senado.
El Poder Judicial se hallaba ejercido por un Superior Tribunal de Justicia de tres
miembros nombrados por el Ejecutivo, a más de los Juzgados inferiores.
La Constitución de 1870, consagraba igualmente las libertades de trabajo, de culto, de
reunión, de libre transito por el territorio de la República, de prensa sin censura previa,
los derechos de asociación, de enseñanza y de aprendizaje. Ratificaba la abolición de la
esclavitud y concedía la ciudadanía a todo hombre con dieciocho años cumplidos.
La Constitución de 1870 rigió al país por espacio de siete décadas y fue considerada
por varios sectores de opinión, como la más liberal en la historia del Paraguay.

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Las elecciones de ciudadanos para representar al gobierno de la nación o de la comuna,


consideradas como elementos fundamentales para determinar la voluntad ciudadana,
debían estar amparadas y protegidas, por esta Carta Magna por la Ley Electoral de
1870, pero lamentablemente en la práctica, a veces estas legislaciones fueron violadas
por ambiciones personales o gubernamentales, motivo de constantes guerras civiles en
el transcurso de su vigencia. En 1870 el gobierno del Triunvirato concluyó su mandato,
dando lugar a los gobiernos establecidos de acuerdo a la flamante Constitución.

TRATADOS DE LÍMITES CON LOS PAÍSES VENCEDORES


Uno de los problemas primordiales que debieron encarar los primeros gobiernos
después de la promulgación de la Constitución era las cuestiones de límites con la
Argentina y el Brasil, además de la liquidación de la guerra con el Uruguay. El interés
de los aliados en lograr los territorios que por tanto tiempo ambicionaban hizo que
existieran discrepancias entre los vencedores. “La victoria no da derechos” había
enunciado el Canciller argentino Mariano Varela con respecto a las intenciones
brasileñas. En consecuencia, se acordó que la liquidación jurídica de la guerra sería
discutida entre el Paraguay y cada uno de los países vencedores. Con ese fin se firmaron
sendos tratados. Extensos territorios en litigio, ricos en bosques, yerbales, campos de
pastura, que pertenecían al Paraguay desde fines del período colonial fueron
adjudicados a la Argentina y al Brasil. Se perdieron unos 94.000 Km2 en la región del
Mato Grosso, al norte del río Apa, que pasaron al territorio brasileño. Igualmente, la
Argentina se asignó unos 62.000 Km2 de territorios comprendidos entre el río Paraná y
el Uruguay (región de Misiones) y parte del Chaco, al sur del Pilcomayo.
Límites con el Brasil: Tratado Loizaga – Cotegipe: Este tratado fue firmado en 1872,
entre representante paraguayo Carlos Loizaga y el brasileño, Carlos María de
Wanderley, Barón de Cotegipe. Según el mismo, el territorio del Imperio del Brasil de
divide del de la República del Paraguay por el cauce del Río Paraná, donde comienzan
las posesiones brasileñas en la boca del río Yguazú hasta el salta grande de las siete
caídas. De allí, la línea divisoria continua por las cumbres de la cordillera del
Mbaracayú, siguiendo en línea recta por los terrenos más elevados de la Sierra del
Amambay, hasta el arroyo Estrella, naciente del río Apa y desde allí hasta la
desembocadura de su caudal en el río Paraguay. La zona comprendida entre el río Apa y
el río Blanco fue tratada en años posteriores
Tratado Ibarra- Mangabeira. Este es un tratado complementario del anterior firmado
en 1927, por el cual se establecía lo siguiente: El Paraguay se dividía del Brasil por el
canal principal del río Paraguay desde la desembocadura del río Apa hasta la entrada de
la Bahía Negra, perteneciendo la margen izquierda de dicho río a los Estados Unidos del
Brasil y la margen derecha al la República del Paraguay.
Límites con la Argentina. Tratado Machaín – Irigoyen: Firmado en 1876 entre los
Cancilleres Facundo Machaín por el Paraguay e Hipólito Irigoyen por la Argentina. De
acuerdo a este Tratado la República del Paraguay se divide de la República Argentina
hacia el este y el sur por el canal principal del río Paraná desde su confluencia con el
río Paraguay hasta encontrar los límites con el Brasil, perteneciendo la isla de Apipé a la
Argentina y la de Yacyretá al Paraguay. Hacia el oeste, la línea divisoria pasa por la
mitad del canal principal del río Paraguay desde su confluencia con el Paraná hasta el
canal principal del río Pilcomayo que desemboca en el río Paraguay, quedando el
territorio del Chaco reconocido definitivamente para la Argentina. El territorio del
Chaco situado al norte del río Pilcomayo queda dividido en dos partes. La primera zona
comprendida entre la Bahía Negra y el río Verde y la segunda entre el río Verde y el río

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Pilcomayo. La Argentina renuncia a la primera sección y la segunda queda sometida a


un arbitraje.
El Brasil retiró definitivamente las tropas de ocupación el 22 de junio de 1876
El laudo Hayes: En l878, el Presidente de los Estados Unidos Rutherford Hayes fue
designado como árbitro por las partes en esta cuestión de límites. El gobierno paraguayo
designó como plenipotenciario al doctor Benjamín Aceval, quien recogió una vasta
documentación y la presentó como alegato. Los documentos demostraban que el
Paraguay tenía un justo y legal derecho sobre dicho territorio. El Presidente Hayes dio
su fallo arbitral a favor del Paraguay. En mayo de 1879, la bandera tricolor fue izada en
la Villa Occidental, que posteriormente se denominó Villa Hayes.
Tratado Miranda - Sienra Carranza: La firma de este tratado signado en 1873 no
ocasionó mayores dificultades en cuanto a exigencias territoriales. Por el mismo, el
Paraguay acordó en pagar una deuda de guerra al Uruguay.
Panorama demográfico, social, económico, educativo y político de la post-guerra
La tarea de reconstrucción nacional presentó una serie de dificultades, no sólo porque
aun estaba vivo el recuerdo vivido durante los cinco años de tragedia, sino también por
las inmensas pérdidas en todos los ordenes ocasionadas por la guerra. La primera de
ellas fue la demográfica. En 1862, el Paraguay registraba una población aproximada de
unos 450.000 habitantes. En 1872 se realizó un censo que arrojó la cifra de 230.000
personas, de las cuales 30.000 eran extranjeros, casi todos integrantes del ejército de
ocupación. Gran parte de los sobrevivientes eran mujeres, niños y ancianos. Sólo unos
28.000 varones contaban más de 14 años. Sin embargo, en los años posteriores este
desequilibrio social no tuvo efectos negativos, pues muy pronto, por la escasez varonil
proliferaron las descendencias ilegítimas y las familias matriarcales, motivo de un
progresivo repoblamiento del país.
En cuanto al desarrollo económico y al sistema de comunicaciones establecidos
durante el gobierno de los López, como los arsenales y astilleros instalados en la ribera,
la fundición de hierro en Ybycuy, la construcción del ferrocarril, el telégrafo, y otros
adelantos técnicos fueron bruscamente interrumpidos por la guerra. Por otra parte, todos
los técnicos fallecieron durante la contienda, de tal forma que los sobrevivientes no
conocieron los oficios en los cuales sus antecesores se habían desempeñado de manera
competente e idónea.
Casi toda la reconstrucción económica del país recayó en la población femenina. Fueron
las mujeres de todas las condiciones sociales quienes se dedicaron a las tareas
agropecuarias, al comercio y a la industria. Comercializaban sus productos en los
mercados. Viajaban de una localidad a otra comprando y vendiendo, abasteciendo de
esta manera a la población. Trabajaban como estibadoras en los puertos del país.
Igualmente, volvieron a incrementar las industrias caseras, muy corrientes, durante la
dictadura francista. Entre ellas el tabaco, miel, dulces, tejidos, etc.
Con relación a las vías de comunicaciones, los caminos reales que existían desde el
período colonial, las picadas y puentes fueron destruidos durante la guerra. Gran parte
de las vías ferrocarrileras fueron arruinadas por las tropas paraguayas en su retirada.
Algunos vagones del tren fueron llevados a la Argentina. La marina mercante, tan
próspera durante el gobierno de Don Carlos A. López había desaparecido después de la
batalla de Riachuelo, dejando al país sin marina mercante propia. A la pérdida de los
transportes se sumó la ruina física de las industrias tan florecientes antes de la guerra,
como la Fundición de Ybycui, destruida por las tropas imperiales a mediados de 1869, y
gran parte de las maquinarias y herramientas de los Arsenales y Astilleros fueron
trasladada al Brasil.
La explotación agropecuaria también había sufrido, cuantiosas pérdidas. Antes de la

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contienda, el Paraguay contaba con una existencia de más de dos millones de animales
vacunos criados en las estancias de la Patria y en haciendas particulares. En 1870 la
producción bajó a sólo 15.000 cabezas. Igualmente de las 205.000 Has. cultivadas en
todo el territorio nacional, en el primer lustro de la post- guerra se redujeron a 64.000
Has.
La situación socio-económica del Paraguay en esta etapa, había retrocedido más de un
siglo y en estas condiciones haría su entrada al concierto internacional, en condiciones
excesivamente inferiores frente a los dos Estados vecinos y victoriosos. Antes de
finalizar la contienda y durante los primeros meses de la ocupación aliada, la educación
mereció una interesante prioridad. Se abrieron varias escuelas municipales a partir del
segundo semestre de 1869. Asunción Escalada, nieta del ilustre educador Juan Pedro
Escalada fundó el primer colegio de niñas en la capital. Posteriormente, notables
educadores, tanto nacionales como extranjeros llegaron al país y en breve tiempo
fundaron institutos de primera y segunda enseñanza. En la última década del siglo, abrió
sus puertas la Universidad Nacional de Asunción.
En cuanto al aspecto político, este puede dividirse en dos períodos. El primero
corresponde a los gobiernos que se sucedieron en la década de 1870 a 1880, y el
segundo el concerniente a la 1ra. Hegemonía republicana o colorada, en donde figuran
con especial importancia los gobierno de Bernardino Caballero, Patricio Escobar y Juan
B. Egusquiza
LA PRIMERA DECADA (1870-1880)
El gobierno del Triunvirato tuvo una existencia breve. En el mes de mayo de 1870
había renunciado uno de los triunviros José Díaz de Bedoya, en tanto que el 31 de
agosto de 1870 hacia lo mismo, Carlos Loizaga. Por este motivo, el tercero, Cirilo
Antonio Rivarola fue cesado por la Asamblea Nacional Constituyente.
La remoción de Rivarola dejó al país sin gobierno y en efecto, el 31 de agosto, la
Asamblea Nacional Constituyente, en uso de sus atribuciones, procedió al
nombramiento del Dr. Facundo Machaín como Presidente de la República.
Doce horas más tarde, el Cirilo Antonio Rivarola con el apoyo de las fuerzas aliadas,
derrocó a Machaín y esa misma noche, obtuvo su reposición en el cargo, acto
posteriormente legitimado por la Asamblea Nacional. De esta manera, se consumaba el
primer golpe de estado en el Paraguay de la post - guerra.
Presidencia de Cirilo Antonio Rivarola: 1870-1871.
Rivarola ocupó el cargo el 25 de noviembre de 1870, acompañado por Cayo Miltos,
como Vicepresidente, quien falleció el 7 de enero de 1871 y fue reemplazado por
Salvador Jovellanos.
El momento político que vivía el país no era fácil. El ministro de Hacienda, Juan
Bautista Gill fue acusado por malversación de fondos ante el Congreso. De inmediato,
se procedió a su enjuiciamiento y se lo halló culpable de los cargos y
consiguientemente, fue destituido. El Presidente trató de sostener a su ministro, pero
como el Poder Legislativo se negara en modificar su resolución, en respuesta el
Presidente Rivarola, disolvió el Parlamento Nacional el 15 de octubre de 1871. José
Segundo Decoud, ministro de Relaciones Exteriores y Benardino Caballero, ministro de
Guerra y Mariana, renunciaron a sus cargos por la resolución presidencial, no dispuesta
en la Constitución.
La disolución de las Cámaras, hizo estallar una cruenta revolución cuya principal base
se hallaba en el pueblo de Tacuaral, (Ypacaraí). La misma fue violentamente reprimida.
Ante las presiones políticas, el Presidente convocó a elecciones tendientes a restaurar
ambas Cámaras del parlamento. Una vez conformado el Poder Legislativo, Rivarola
puso su renuncia a disposición, confiado en que la misma no sería aceptada. Sin

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embargo, el Congreso la aceptó y consiguientemente, el 18 de diciembre de 1871


nombró en su reemplazo al Vicepresidente, Salvador Jovellanos
La aceptación de la renuncia del Presidente fue tramada por el Barón de Cotegipe,
Ministro del Brasil, quien consideraba que con el nuevo Presidente tendría allanado el
camino para resolver favorablemente a los intereses expansionistas del Brasil: la
cuestión de limites aún no resuelta en ese tiempo.
Otro acontecimiento relevante durante el gobierno de Rivarola fue el préstamo realizado
en Londres, por un total de 1 millón de libras esterlinas de los que solamente llegaron al
país 403 mil libras. Era la primera deuda contraída con el exterior, después de la guerra
Gobierno de Salvador Jovellanos: 1871-1874.
Durante el gobierno de Jovellanos se firmó la paz con el Brasil y con el Uruguay.
Igualmente, el barón de Cotegipe firmó con el gobierno paraguayo, otro tratado de
extradición de criminales y desertores de guerra.
Por otra parte, el gobierno contrajo un nuevo préstamo en Londres, esta vez de 2
millones de libras esterlinas, de los que solamente llegaron al país 124 mil,
dilapidándose el resto. Estas deudas recién fueron canceladas en 1961.
Jovellanos, busco reorganizar la administración pública y se procedió a la construcción
de varias obras públicas, entre ellas se concedió a una compañía inglesa la instalación
de la primera línea de tranvías a mulas y la pavimentación de algunas calles. No
obstante, la sombra de la anarquía se proyectaba nuevamente sobre el país. En marzo y
en junio de 1873 estallaron dos revoluciones dirigidas por los generales Caballero y
Serrano con la estrecha colaboración de Cándido Bareiro, revoluciones que fueron
controladas por el ministro de Guerra, el general Benigno Ferreira. En el mes de abril de
1874 estalló otra revolución, con los mismos dirigentes de las dos anteriores a más de
Cirilo A. Rivarola. Esta revuelta se realizó con el propósito de destituir al General
Ferreira, quien se negaba a ceder a la Argentina el territorio del Chaco. La revolución,
financiada por Juan Bautista Gill y apoyada por los brasileños que aun se hallaban en el
país. La misma duró casi una hora y ganaron los revolucionarios.
Presidencia de Juan Bautista Gill: 1874-1877
El 25 de noviembre de 1874, se inició el segundo período constitucional con la
presidencia de Juan Bautista Gill. Varios acontecimientos de gran trascendencia
ocurrieron durante su administración, como: la firma del tratado de paz con la Argentina
(03-II-1876) y la desocupación del territorio paraguayo por las fuerzas aliadas (22-VI-
1876) después de siete años de ocupación.
A fin de estabilizar la economía nacional, por ley del 22 de abril de 1875, se estableció
el estanco del tabaco. El gobierno se adjudicaba la exclusividad de la explotación de
este producto por 5 años, prohibiéndose la exportación o importación por cuenta de
particulares. Esta ley se aplicó más tarde sobre el jabón y la sal por tres años.
Igualmente se emitió el papel moneda y los impuestos existentes aumentaron
considerablemente.
En el campo cultural un hecho significativo fue la creación del Colegio Nacional de la
Capital en 1877.
Al igual que sus antecesores, el gobierno de Gill no estuvo ajeno a los movimientos
revolucionarios. En diciembre de 1875, estalló una asonada en Caacupé, la cual estuvo
liderada por su ex ministro del interior, el General Serrano, apoyado por las fuerzas
brasileñas. Esta revolución fue controlada cuando Serrano y otros insurrectos fueron
asesinados. Se sucedieron otras insurrecciones con la intención de derrocar al
Presidente, pero todas fracasaron. Sin embargo, una conspiración preparada por Juan
Silvano Godoy, José D. Molas, Cirilo A. Rivarola y otros conjurados, tuvo resultado. A
plena luz del día, el Presidente Gill, acompañado de sus dos edecanes iba por la calle

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Villarrica (actual Presidente Franco) fue asesinado el 12 de abril de 1877. Los


complotados huyeron a la Argentina.
Higinio Uriarte: 1877-1878.
La muerte del primer mandatario, permitió al Vicepresidente, Higinio Uriarte, ocupar la
primera magistratura. El nuevo Presidente reprimió duramente las intentonas rebeldes.
La cárcel se colmó de presos, entre quienes figuraba el Dr. Facundo Machaín, quien
fuera asesinado en octubre de 1877.
Durante el gobierno de Uriarte, se creó el Banco del Paraguay, se reabrió el Seminario
Conciliar y se produjo el histórico fallo del Presidente Rutherford Hayes a favor del
Paraguay.
Presidencia de Cándido Bareiro: 1878-1880.
Cándido Bareiro, asumió la presidencia de la República el 25 de noviembre de 1878.
Durante su gobierno fue asesinado el ex Presidente, Cirilo Antonio Rivarola, hecho que
hizo estallar una sangrienta revolución, la cual fue sofocada por las fuerzas leales al
gobierno. Fueron apresados algunos ex combatientes de la guerra, entre ellos, el Jefe de
Policía, el General Genes, posteriormente envenenado en la cárcel
Asimismo, se firmó el Tratado Decoud-Quijarro, por medio del cual se buscaba
solucionar el conflicto limítrofe entre el Paraguay y Bolivia por la región chaqueña. Este
tratado no fue ratificado por el Congreso de la Nación.
El 4 de abril de 1880, se iniciaron las actividades del Seminario Conciliar, institución
creada en 1878. Su primer rector fue el padre Julio Carlos Montagne.
Uno de los más insignes egresados de este centro religioso fue el sacerdote Juan
Sinforiano Bogarín, más tarde, primer Arzobispo del Paraguay.
Entre otras obras, cabe mencionar la instalación de la primera fábrica de hielo en el
Paraguay y la adopción del Código Penal Argentino por ley del 21 de julio de 1880.
Tras una breve enfermedad, el Presidente Bareiro falleció sorpresivamente, el 4 de
setiembre de 1880. El Vicepresidente, Adolfo Saguier, antes de jurar como el nuevo
gobernante, fue sutilmente invitado a uno de los cuarteles donde fue obligado a
renunciar al cargo. El Congreso por mayoría de votos designó Presidente provisional al
General Bernardino Caballero.

UNIDAD XII: LA 1RA. HEGEMONÍA NACIONAL REPUBLICANA (1880-1904)


Presidencia provisional del General Caballero: 1880-1882.
El gobierno provisional de Bernardino Caballero se inició el 14 de setiembre de 1880 y
con él se inicia la llamada primera hegemonía republicana. Durante este mandato,
Caballero, buscó apaciguar el caldeado ambiente político, dictando una amnistía general
a todos los paraguayos emigrados por razones políticas.
Con el fuerte apoyo del intelectual de ideología liberal, José Segundo Decoud, quien
hacía las veces de un Primer Ministro, Caballero creó el Registro Civil de las personas
en 1880 y fundó la Escuela de Derecho. Con inmigrantes alemanes, alemanas, suizos y
suizas, se estableció la colonia de San Bernardino, además se incorporó a otro grupo
proveniente del exterior a la región de las cordilleras y al Chaco, con el fin de fundar
colonias agropecuarias. En 1881, se fundó el Banco el Banco Nacional del Paraguay, de
efímera vida, pero al mismo tiempo se incentivó la industria y el comercio. En el
campo cultural, se fundó el periódico La Democracia, el cual se constituyó en un
contralor del gobierno y se dispuso la organización de más de 70 escuelas rurales. En
setiembre de 1882 se presentó la formula Bernardino Caballero – J. A. Jara. Dos meses
más tarde los candidatos electos juraban como Presidente y Vicepresidente del cuarto
período constitucional.

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Presidencia constitucional de Bernardino Caballero: 1882-1886


Durante el mandato Constitucional de Caballero, José S. Decoud volvió a desempeñar
con celeridad muchas de las iniciativas concernientes a las cuestiones gubernamentales.
En este período citamos las obras más trascendentales como: el plan de estudios del
Colegio Nacional; medidas para la repatriación de paraguayos en el extranjero; creación
del Departamento de Inmigración; La ley de Municipalidades, instalándose
consiguientemente la de Asunción; establecimiento de la Junta de Crédito Público; Ley
de Reorganización de la Administración Pública; arreglo en Londres con los tenedores
de títulos de los empréstitos de 1871 y 1873.
En el ámbito cultural, mencionamos la fundación del Ateneo Paraguayo, institución
llamado a ser un importante centro de difusión intelectual.; se inauguró una Escuela de
Derecho con los primeros egresados del Colegio Nacional de la Capital, los estudios
debían durar seis años y su primer director fue el Dr. Ramón Zubizarreta, los gobiernos
de Argentina y Uruguay recibieron en calidad de becados a varios estudiantes
paraguayos, los gastos fueron por cuenta de estos países.
Entre otras obras de gobierno, merecen citarse, en 1884, la primera instalación del
servicio telefónico en el Paraguay y la delineación del asiento del poblado de Villa
Florida, en el paso Santa María sobre el río Tebycuary.
En el aspecto económico, se procedió a la venta de las tierras públicas con el fin de
cubrir los gastos fiscales. Extensos territorios, sobre todo, ricos en yerbales, fueron
vendidos a compañías extranjeras y a particulares, quienes pasaron a ser los mayores
propietarios en detrimento de los pequeños agricultores.
Controlada la situación política, Caballero permitió la participación de los opositores a
su gobierno en el Congreso. Por otra parte, el 20 de abril de 1883 la República Oriental
del Uruguay condonó la deuda de guerra de nuestro país, firmándose un tratado de paz y
amistad, posteriormente el Presidente uruguayo, el General Máximo Santos, decretó la
devolución de los trofeos conquistados por los ejércitos uruguayos en la guerra contra el
Paraguay. Este acontecimiento de gran relevancia, dio lugar a grandes manifestaciones
de gratitud y en 1885, la antigua plaza San Francisco pasó a denominarse Plaza
Uruguaya en honor a esa nación. Caballero terminó su período presidencial
entregándole el mando al General Escobar.
Presidencia del General Patricio Escobar: 1886-1890
El Colegio Electoral, reunido en setiembre de 1886, no tuvo dificultades en proclamar la
postulación a la presidencia del general Patricio Escobar, otro de los héroes de la guerra
y a José del Rosario Miranda, para la Vice presidencia, ya que no se había presentado
otra lista.
Bajo la hegemonía de los generales Caballero y Escobar se impuso el orden interno y la
economía tuvo un interesante repunte.
Muchas de las obras públicas fueron realizadas gracias a los ingresos provenientes de la
venta de las tierras pertenecientes al Estado; se construyeron puentes, cuarteles y
escuelas, la actividad comercial e industrial inició un franco crecimiento con la
instalación de fábricas de fósforos, de velas, de azúcar y de ladrillos.
En el campo diplomático, el 16 de febrero de 1887 se firmó el segundo tratado de
demarcación de límites con Bolivia, el Aceval-Tamayo, pero este, igual que el anterior,
no fue ratificado por el congreso paraguayo.
Durante el gobierno de Escobar sucedieron dos hechos trascendentales para la historia
de nuestro país. Uno de orden político: la creación de los partidos políticos y el otro
educacional, la fundación de la Universidad Nacional, de la cual nos ocuparemos más
adelante.

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Fundación de los partidos políticos


Los partidos políticos en el Paraguay tienen un nacimiento tardío con relación a las
demás naciones del Río de la Plata. Estos surgieron después de la ocupación de la
capital por las fuerzas aliadas. Los ciudadanos fueron agrupándose en diversos sectores
ideológicos y de opinión, con el propósito de reconstruir institucionalmente la nación.
Así, se originó “El Gran Club del Pueblo”, de tendencia liberal, bajo la presidencia de
José María Mazó. Esta agrupación contaba en sus filas a José Segundo Decoud, Rufino
Taboada, entre otros. Por otra parte, nació también el “Club del Pueblo” liderado por
Cándido Bareiro y Cayo Miltos, quienes se identificaban con el régimen de Solano
López.
Debemos señalar que, la prensa tenía una participación muy activa y apoyaba a uno y a
otro sector. “La Regeneración”, el primer periódico no dependiente del gobierno que
se publicaba en el Paraguay, fue fundado por los hermanos Juan José y José Segundo
Decoud. Fue este vocero de la primera agrupación y “La voz del pueblo” apoyaba al
Club del Pueblo.
En 1887, debían realizarse las elecciones parciales del Congreso. El 12 de junio, en
Villarrica se elegirían un senador y un diputado. Los candidatos de la oposición fueron
los señores Esteban Gorostiaga y Antonio Taboada mientras que por el oficialismo, lo
fueron el general Bernardino Caballero y el señor Claudio Gorostiaga. El acto
eleccionario, terminó en una batalla campal, cuyo saldo dejó varios muertos, heridos y
numerosas detenciones de los dirigentes opositores. Los candidatos oficiales fueron
ungidos ganadores.
De esta manera, el 10 de julio de 1887, 121 ciudadanos opositores al gobierno, fundaron
el Centro Democrático, “para hacer uso de los derechos que acuerda la Constitución
Nacional, básicamente el de libertad de prensa, de palabra, de reunión y de los
derechos electorales”, versaba el acta fundacional. Antonio Taboada fue su primer
Presidente; este Centro posteriormente abandonó su primera denominación y pasó a
llamarse Partido Liberal.
Por otra parte, las fuerzas oficiales no tardaron en organizarse, con la iniciativa de José
Segundo Decoud, los hombres del gobierno decidieron fundar un partido oficialista.
Reunidos en Asamblea el 11 de setiembre de ese mismo año, unos 106 ciudadanos se
constituyeron en una agrupación política denominada Asociación Nacional
Republicana, más tarde Partido Colorado por el color de su emblema. Fueron electos
como Presidente, el general Bernardino Caballero y como Vicepresidente, el principal
ideólogo José Segundo Decoud.
Presidencia de Juan Gualberto González: 1890-1894
Juan G. González, inició su gobierno el 25 de noviembre de 1890, en medio de una
situación económica inestable. Los programas de gobierno no podían llevarse a cabo a
raíz de la falta de ingresos al fisco, razón por la cual, se creó la Ley de Contribución
Directa. Según la misma, a partir del 1º de enero del año 1891, todos los propietarios de
inmuebles pagarían un impuesto anual del 3 por mil sobre la evaluación de sus
propiedades.
El Presidente González, además inició una apertura política con los dirigentes liberales.
Así lo demostró con el nombramiento para la Cartera de Justicia Culto e Instrucción
Pública al Dr. Benjamín Aceval, perteneciente a ese sector. No obstante graves
circunstancias políticas se presentaron en el país como efecto de las luchas del Partido
Liberal por su acceso al gobierno. La crisis se desató en Ybycuí, en oportunidad de las
elecciones para el Congreso. Los liberales fueron agredidos por los colorados
impidiéndoseles participar libremente. Este acontecimiento, motivó al partido opositor
la idea que la única forma de llegar al poder sería por medio de las armas. La

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sublevación liderada por el Mayor Eduardo Vera y Antonio Taboada, se produjo el 18


de octubre de 1891 con el trágico saldo de varios muertos, entre los que figuraba el
Mayor Vera y la huida a la argentina de la mayoría de los complotados. La enérgica
intervención del ministro de Guerra y Marina, Juan B. Egusquiza, terminó acción. Este
episodio motivó su ascenso a General y de este modo, consolidó su liderazgo dentro del
ejército y del Partido Nacional Republicano.
Durante el gobierno del Presidente González se fundó oficialmente la ciudad de
Ypacaraí, el 2 de abril de 1891. Se adoptó el Código de Comercio Argentino. El
ferrocarril llegó hasta la localidad de Pirapó. En 1892, se creó una Escuela de
Agricultura. Al año siguiente se creó la Escuela de Notariado. Se terminó la
construcción de la cárcel pública y se creó el Banco Mercantil del Paraguay.
Hacia fines de su gobierno, se propiciaba la candidatura del General Egusquiza para la
presidencia de la República, en tanto que el sector liderado por el General Caballero
hacia lo mismo patrocinando la candidatura del propio Caballero, junto con la del
coronel Manuel A. Maciel para la Vice presidencia. Este antagonismo provocó una dura
pugna electoral, ocasionando la inestabilidad del gobierno.
Ante sospechas que el verdadero “candidato” del Presidente González, era José
Segundo Decoud, Caballero y Egusquiza resolvieron la destitución del primer
mandatario. El golpe se produjo el día 9 de junio de 1894. En consecuencia, el
Congreso nombró al Vice Presidente Marcos Morínigo, para completar el periodo
presidencial.
Presidencia de Marcos Morínigo: 9-VI- al 25-XI. 1894
Durante su gobierno de Morínigo se firmó el tratado Benítez-Ichazo, con Bolivia, el
tercero durante la post- guerra, con el fin de resolver, la cuestión de límites en el Chaco.
Esta vez el tratado ni siquiera fue estudiado en el Parlamento.
Presidencia del general Juan Bautista Egusquiza: 1894-1898
Asumió la presidencia el 25 de noviembre de 1894, con la Vice Presidencia del Dr.
Facundo Ynsfrán. El séptimo período presidencial se inició con la participación de los
liberales en el Parlamento y en la administración de Justicia.
Egusquiza, otorgó una marcada importancia a la educación. En ese campo, se envió al
joven abogado e historiador Blas Garay a Europa en carácter de Secretario de legación
en Inglaterra, Francia y España. En este último país, en el Archivo de Indias de Sevilla,
estudió profundamente, los derechos del Paraguay sobre el Chaco, cuya soberanía se
disputaba con Bolivia.
Se creó la Escuela de Agricultura a cargo de Moisés Bertoni, igualmente se estableció la
Escuela Normal de Maestros a cargo del profesor Francisco Tapia y, la Escuela Normal
de Maestras a cargo de las hermanas Adela y Celsa Speratti. Estas instituciones fueron
creadas en 1896, pero recién iniciaron sus funciones el año siguiente.
El egusquicísmo, sector formado por los seguidores del Presidente, era el grupo de
opinión política más influyente en ese tiempo y no le fue difícil conseguir el apoyo del
Partido Nacional Republicano para impulsar la candidatura presidencial de sus adeptos:
Emilio Aceval y Héctor Carvallo. La dupla “egusquicista” fue electa por el Colegio
Electoral.
Presidencia de Emilio Aceval: 1898 - 1902
Durante su gobierno el Paraguay participó en la exposición Universal de París y
concurrió a la Exposición Internacional de Filatelia Asimismo, se sancionó la Ley de
Colonización y Hogar con el propósito de ayudar a las familias campesinas sin tierra. Se
impulsó el cultivo del tabaco así como del café y de la vid, redundando en beneficio de
la actividad agrícola.

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Igualmente se organizó la Guardia Nacional, hecho significativo, pues fue ésta, una de
las primeras medidas previsoras de un posible enfrentamiento armado con Bolivia.
En el año 1900, Asunción fue sacudida con la confirmación del brote de la temible peste
bubónica, enfermedad transmitida por las ratas que atacaba el sistema ganglionar y
pulmonar ocasionando la muerte irremediable de los infectados.
A partir del 1º de enero de 1901, entró en vigencia el sistema métrico decimal,
suplantándose de esta forma las antiguas unidades de medidas, como la pulgada, la
vara, la onza, la arroba, la yarda, la milla, la libra y otras unidades implantadas por la
administración española en América.
En el campo político, Aceval se enfrentó a los generales Caballero y Escobar con
relación a la sucesión presidencial. Esta disputa originó un ambiente caldeado en la
sesión del Congreso realizada el 9 de enero de 1902, la que culminó en un terrible
tiroteo, falleciendo trágicamente, el senador Facundo Ynsfrán. Debido al lamentable
suceso, el Congreso resolvió solicitar la renuncia de Aceval y nombrar al
Vicepresidente Héctor Carvallo en su reemplazo.
Héctor Carvallo 9-I- al 25-XI. 1902
Durante su gobierno se consiguió dominar la influencia de los egusquicistas,
predominando nuevamente el bando caballerista en el escenario político. En el mes de
agosto, se autorizó la emisión de 300.000 pesos en monedas de níquel.
Presidencia del Coronel Juan A. Escurra: 1902-1904
Para el siguiente período presidencial fueron designados como Presidente el Coronel
Juan A. Escurra y como Vice Presidente el Dr. Manuel Domínguez.
Escurra realizó algunas obras de carácter educativo como la construcción de un local
para asiento del Colegio Nacional y promovió la fundación del Colegio San José
Sin embargo, debió enfrentar la grave crisis interna del Partido Colorado, en donde el
antiguo liderazgo de los generales Caballero y Escobar se hallaba en completa
decadencia.

LA POLÍTICA ECONÓMICA Y EL CAPITAL EXTRANJERO


Empréstitos europeos dilapidados:
Después de la guerra, el Paraguay se hallaba totalmente devastado y por lo tanto carecía de
recursos hasta para su propio funcionamiento. La situación financiera del país era una de
las más precarias de Sudamérica. Los gobernantes de la post – guerra hicieron grandes
esfuerzos para organizar la administración pública.
En diciembre de 1870 se lanzó la primera emisión de billetes por 100 mil pesos y en julio
del año siguiente otra por 300 mil pesos con la garantía de las propiedades fiscales y del
ferrocarril. Sin embargo, estas emisiones resultaron insuficientes y las deudas del Estado
fueron en aumento, situación que motivó al Presidente Cirilo A. Rivarola recurrir, en 1871,
al crédito externo, para lo cual se buscó primeramente el aval del Imperio del Brasil.
Como este no diera resultado, se realizó un estudio sobre el valor de las tierras estatales,
para ofrecerlas como garantía al empréstito. La tarea fue encomendada a Francisco Wisner
de Morgensten, quien determinó que el Estado poseía 18.000 leguas cuadradas, lo que
representaba por lo menos 19.380.000 libras. A pesar del desastre de la guerra, la solvencia
del Paraguay era inmensa, en cuanto a la posesión de tierras públicas (que continuaba
siendo el mayor propietario de América). Con esa garantía se consiguió el primer préstamo
de Londres, consistente en un millón de libras esterlinas, suma que, luego de restar
comisiones y otros gastos, sólo llegó al Paraguay menos de la mitad (403.0000 libras
esterlinas). La deuda fue rápidamente cubierta y en marzo de 1872 siendo Presidente
Salvador Jovellanos se gestionó el segundo empréstito, cuyo valor ascendió en esta
ocasión a dos millones de libras esterlinas de los cuales, otra vez por maniobras dolosas del

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agente, Máximo Terrero, quien había gestionado, tanto éste, como la anterior prestación,
sólo se remitieron 124.000 libras, cifra que ni siquiera ingresó a las arcas del Estado. Estos
empréstitos londinenses se convierten en el primer escándalo financiero del gobierno
paraguayo; la deuda impidió al país obtener nuevos préstamos del exterior. Estas deudas,
recién fueron saldadas a fines de 1920.
Colonias de inmigrantes
Entre los años 1885 y 1893, llegaron al Paraguay una gran cantidad de inmigrantes,
procedentes de Europa y Oceanía. Familias de franceses, italianos, eslavos, rusos,
alemanes, suizos y australianos, arribaron durante ese periodo. Posteriormente, un
numeroso contingente de sicilianos, también llegaron a nuestro país con el fin de
establecerse en el interior y en la capital.
En atención al beneficio de las leyes de colonización, fueron fundadas numerosas
colonias agrícolas. Entre ellas: San Bernardino, Villa Hayes, Colonia Nacional en
Caazapá, Colonia Elisa, situadas en el Departamento Central y, la Colonia 25 de
Noviembre en Caaguazú.
Protestas sociales
Antes de finalizar el siglo, estallaron las primeras huelgas y protestas obreras
ocasionadas por la crisis económica. El primer paro laboral se produjo cuando el
ferrocarril aun pertenecía al Estado. Los empleados ferroviarios dejaron de trabajar en
demanda de los sueldos bajos e impagos. Poco después esta empresa fue vendida y
nuevamente se produjo otra huelga, también motivada por el atraso de salarios.
Crecimiento demográfico
En 1886, se levantó un Censo oficial que registró un total de 239.774 habitantes con una
desigualdad evidente de sexos, el 58,2 % era población femenina, y sólo el 14 % de los
ciudadanos sabía leer y escribir. Asunción contaba con unas 25.000 almas y las dos
villas de mayor importancia en ese tiempo, eran Villarrica con 10.000 y Concepción con
7.000 pobladores respectivamente.
En 1889, el gobierno encargó un nuevo censo poblacional, registrándose una población
de 490.000 habitantes. Cifra a la cual debía agregarse una estimación aproximada de
unas 20.000 personas contadas entre los soldados de las guarniciones militares de Bahía
Negra y Fuerte Olimpo y peones con sus familias de los obrajes del Alto Paraguay, unos
25.000 mensúes de las zonas yerbateras de la Región Oriental, además de los casi
100.000 indígenas de diversas etnias, dando un número de unos 635.000 habitantes, en
todo el territorio nacional.
Con relación al primer censo realizado al final de la contienda bélica, la población se
había casi triplicado. Al finalizar el siglo, la capital contaba con unas 55.000 personas.
La población femenina del todo el país había descendido notablemente. De igual
manera, había disminuido la tasa de analfabetismo, en toda la República
Aspectos Culturales y Educativos
Una de las obras más trascendentales realizadas por los gobiernos de la post- guerra fue
la empresa de reorganizar la educación en todos los niveles. Para ese cometido, en 1870,
el primer Presidente Cirilo A. Rivarola fundó las primeras escuelas públicas para niños,
ordenando a los jefes políticos del país que para ese fin se destinasen todas las casas de
propiedad fiscal. Recordemos que, la profesora Asunción Escalada ya había iniciado su
labor docente, con la apertura de la primera Escuela para niñas de la capital en 1869.
Mediante un decreto de 1872 se creó el Consejo de Instrucción Pública con el objeto de
dirigir las escuelas del país. Posteriormente, se autorizó la contratación de profesores
extranjeros de instrucción primaria y superior con el propósito de mejorar la educación
existente.
Para 1874, figuraban en el Presupuesto de Gastos de la Nación las siguientes

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instituciones educacionales: Colegio Nacional de Varones, (fundado en 1872 y


posteriormente desaparecido) Colegio Nacional de Señoritas en la capital. Ochenta
escuelas primarias para “niños de la campaña”. Veinticinco escuelas para “niñas de la
campaña”. También funcionaban en la capital algunas escuelas particulares para
estudiantes de ambos sexos y una Biblioteca fundada por la Municipalidad de Asunción.
Sin embargo, por falta de experiencia de los miembros del Consejo de Instrucción no
existía una verdadera organización escolar, ni grados en las enseñanzas de los dos
niveles. Los materiales didácticos y los textos eran escasos y el personal docente era
reducido
Pese a las precarias condiciones materiales por la que atravesaba el país, se fueron
gradualmente organizando los servicios primordiales del Estado, confiriéndose un gran
estímulo a un sistema educativo que en breve tiempo desarrolló buenos beneficios.
El censo escolar del municipio de Asunción realizado en 1888, dio el siguiente
resultado: Niños 2.145 inscriptos. Niñas 2.019.
Varios artículos de la Constitución de 1870 se referían al aspecto educativo. Por
ejemplo, el art. 5º señalaba que el territorio de la República, era “libre de derecho la
circulación... así como también y la introducción de los artículos concernientes a la
educación e instrucción pública, y a la imprenta”.
El Art. 8º establecía “la Educación Primaria gratuita y obligatoria”. Asimismo, el Art.
18 manifestaba que “Todos los habitantes de la República gozan de los siguientes
derechos, conforme a las Leyes que reglamentan su ejercicio... de publicar sus ideas
por la prensa, sin censura previa... de enseñar y aprender”. Pero con especificidad en
esta materia, el artículo 72º inc. 14 concedía al Congreso la atribución de proveer
“todos los medios posibles para el progreso y la ilustración general universitaria”.
En 1875 se fundó el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional, el Instituto Hispano
Americano y por la misma época se reanudó la actividad teatral.
El 4 de enero de 1877, a iniciativa del entonces ministro de Instrucción Pública, doctor
Benjamín Aceval, se fundó el Colegio Nacional de la Capital, (subsistente hasta la
actualidad). El plan de estudios para esta institución fue redactado por los profesores
Próspero Pereira Gamba y Leonardo Gómez de Terán, ambos extranjeros de destacada
actuación en el quehacer educativo de nivel medio. Se estipuló la enseñanza gratuita y
obligatoria y el otorgamiento de becas a cincuenta y dos estudiantes de escasos recursos
provenientes del interior del país, para los cuales se fundó un internado con derecho a
alimentación y vestuario. El primer Director del Colegio fue el profesor mexicano,
Agustín Escudero.
En 1882, egresaron los primeros bachilleres. Entre ellos figuraban: Héctor Velázquez,
Facundo Ynsfran, Gerónimo Pereira Cazal, Cleto Romero, Inocencio Franco, Cecilio
Báez, José de la Cruz Ayala; jóvenes prominentes, que en breve tiempo, alcanzarían una
renombrada figuración intelectual, política y social, a través del periodismo, la cátedra,
la investigación científica e histórica, la actuación parlamentaria, la sociología y la
política.
En ese tiempo, también llegaron al país muchos insignes profesores españoles que
ocuparon la cátedra durante varias décadas Su presencia resultó altamente benéfica al
país, especialmente en los jóvenes, creando en ellos una mentalidad reflexiva y
filosófica, cuyos frutos se pudieron apreciar en el grupo de intelectuales de la
generación del novecientos. El célebre doctor Ramón Zubizarreta se distinguió en la
cátedra del Colegio Nacional, el de 1872 y posteriormente el fundado en 1877. Otros
destacados docentes fueron el doctor Federico Jordán, abogado, igual que el anterior y
el doctor Manuel Fernández Sánchez, médico; todos ellos cumplieron su magisterio con
alta experiencia y capacidad. A este grupo de maestros se sumó otro e igualmente

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notable, quienes desarrollaron en los años posteriores la docencia y la administración


universitaria con gran desempeño e idoneidad. Cabe citar a los doctores Ramón
Olascoaga y Carlos López Sánchez.
El 12 de julio de 1882, durante la presidencia de Bernardino Caballero, fue sancionada
la Ley que disponía la iniciación de la primera institución de enseñanza superior de la
posguerra: la Escuela de Derecho. El plan de Estudios comprendía casi todas las ramas
del Derecho como: Romano, Civil, Comercial, Penal, Internacional, Constitucional,
Canónico y Administrativo. Las otras materias eran: Economía Política y Estadística y
Procedimientos. El ciclo duraría seis años, y podrían matricularse los alumnos
egresados del Colegio Nacional. Al año siguiente, la Escuela inauguró sus aulas y
funcionó bajo la dirección del Rector del Colegio, Benjamín Aceval. Integraron el
claustro docente los doctores Ramón Zubizarreta, Alejandro Audibert y César Gondra,
paraguayos graduados en el exterior.
En 1887, gobernaba el país el General Patricio Escobar, durante su mandato se creó el
Consejo Superior de Educación, institución organizadora de todas las actividades
educativas del país. En 1900 fue trasformada en Dirección General de Escuelas. Sin
embargo un acontecimiento memorable en la historia de la educación paraguaya fue la
fundación de la Universidad Nacional.
La Universidad Nacional de Asunción
El 13 de julio de 1889, don José Segundo Decoud, pronunció un elocuente discurso ante
el Senado al presentar su proyecto de fundación de la Universidad Nacional de
Asunción y de los Colegios de segunda enseñanza en Villa Rica, Pilar y Concepción. Su
Proyecto de Ley de Enseñanza Secundaria y Superior fue aprobado por la Ley del 24 de
setiembre de ese año, mediante la cual se disponía la fundación de la casa de Estudios
Superiores con tres facultades: Derecho, Medicina e Ingeniería. Se dispuso que los
cursos se iniciarían el 1º de marzo del siguiente año. Fue designado como primer Rector
el doctor Ramón Zubizarreta, encargándosele también el decanato interino de la
Facultad de Derecho. Decano de la Facultad de Medicina fue designado el doctor Juan
Vallori y Corquiela y por la Facultad de Matemáticas el doctor Adolfo Lindner. Sólo la
Facultad de Derecho cobró vida, no así las otras, que tuvieron una fugaz existencia
debido a la escasa inscripción de alumnos. En breve tiempo, la Facultad de Derecho se
convirtió en un semillero de la clase dirigente del de país. En 1893 egresaron los
primeros abogados: Cecilio Báez, Gaspar Villamayor, Emeterio González y Benigno
Riquelme. Ese mismo año, se fundó la Escuela de Notariado, cuyo primer Director fue
el doctor Báez. La Universidad pasó a ocupar una parte del antiguo edificio del Colegio
Nacional.
La Escuela Normal
Ese mismo año, de 1890 también se abrió la Escuela de Preceptoras, base de la futura
Escuela Normal.
La profesora Rosa Peña, casada con el Presidente Juan G. González fue una de las
maestras más relevantes de este tiempo. Fundó una Escuela para señoritas, gestionó la
creación de numerosas instituciones en el interior y creó el Asilo Nacional. Igualmente,
tramitó la venida de dos docentes paraguayas, las hermanas: Adela y Celsa Speratti,
quienes habían estudiado magisterio en la Argentina, durante la etapa de la post-guerra.
A su regreso, se desempeñaron eficazmente, primero en la Escuela de Preceptoras y
posteriormente, Adela Speratti ocupó la dirección de la primera Escuela Normal para
maestras creada en 1896.
La generación del novecientos
Durante este período, surgió un gran impulso al progreso cultural y un auge de ilustres
figuras intelectuales, como nunca había observado en el Paraguay. Las letras

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comenzaron a dar sus frutos mediante una fecunda producción literaria. Las artes
plásticas cosecharon sus primeros triunfos. La música nativa ganó jerarquía, gracias a
las composiciones y a los conciertos musicales. Asimismo, nació la actividad científica
con interesantes investigaciones en diversas áreas.
Una institución de gran relevancia en el campo de la cultura fue el Instituto Paraguayo,
fundado en 1896. Este centro fue el vivero de un vigoroso florecimiento intelectual de
egregias figuras, como: Cecilio Báez, Manuel Gondra, Manuel Domínguez, Blas Garay,
Juan Silvano Godoi, Fulgencio R. Moreno, Juan E. O' Leary. Casi todos, extraordinarios
docentes, oradores y políticos, quienes promovían las doctrinas liberales, el repudio de
las tiranías del pasado y la difusión del pensamiento occidental. El Instituto publicó una
revista que adquirió renombre continental, cuyo promotor fue Juan Francisco Pérez
Acosta. El doctor Cecilio Báez constantemente, afirmaba la siguiente expresión
“nosotros, los de la actual generación, somos como los fundadores de la patria nueva".
La Facultad de Medicina volvió a abrir sus puertas en 1898 y cinco años más tarde
egresó el primer grupo de nueve doctores, quienes posteriormente recibieron
perfeccionamiento en distintas especialidades en Europa, convirtiéndose estos médicos
en verdaderas eminencias científicas.
El periodismo también jugó un rol importante durante los treinta años de vida nacional.
Recordemos que los primeros órganos de la post guerra fueron “La Regeneración” y
“La voz del Pueblo”. Más tarde proliferaron diferentes medios, casi todos de índole
político. Entre los más importantes se señalan “La Reforma”, “El Heraldo”, periódicos
cuyas fuertes campañas originaron numerosas incidencias políticas. “La Democracia”,
órgano de gran ascendencia en la opinión pública
“La Prensa” redactada por Blas Garay, joven intelectual muerto prematuramente.
Los periodistas más ilustres de esa etapa fueron José de la Cruz Ayala (conocido como
Alón), Ignacio A. Pane, Fulgencio R. Moreno, Cecilio Báez, Manuel Domínguez,
Ignacio Ibarra, Arsenio López Decoud, Manuel Gondra, Eusebio Ayala, y Juan E.
O´Leary, entre otros. Cabe señalar que en 1902, aparece “La Voz del Siglo”, periódico
dirigido por Ramona Ferreira, la primera mujer periodista del Paraguay.
La Iglesia
La Iglesia paraguaya fue reorganizada. Esta institución había perdido jerarquía en 1865
al ser sufragánea de la de Buenos Aires. Al terminar la guerra se le designó al capellán
de las fuerzas brasileñas como encargado de la Iglesia nacional. Este hecho motivó la
protesta del gobierno paraguayo y de los miembros del Clero. En consecuencia, varios
sacerdotes paraguayos ocuparon la regencia de la Iglesia Católica del país, entre ellos el
padre Fidel Maíz. En 1879 el Papa León XIII, nominó a Pedro Aponte como el primer
Obispo de la post guerra. Gracias a su gestión se dio apertura al Seminario Conciliar,
institución en donde los jóvenes con vocación sacerdotal podían seguir sus estudios
eclesiásticos. Cuando falleció el Obispo Aponte se sucedieron otros prelados en forma
interina, hasta que en 1895 la Santa Sede nombró como titular de la Iglesia paraguaya a
Juan Sinforiano Bogarín, quien contaba con tan sólo 31 años. El Monseñor Bogarín
ejerció su misión apostólica por más de medio siglo.

UNIDAD XIII: EL SIGLO XX. LA ERA LIBERAL


La revolución de 1904.
A fines del siglo XIX y principios del XX, el país se hallaba bastante dividido con
relación al aspecto político. Con el golpe de 1902 que depuso al Presidente Emilio
Aceval del poder, el Partido Republicano (Colorado) se separó en dos corrientes: los
caballeristas liderados por Bernardino Caballero y los egusquizistas liderados por el
general Egusquiza. Desde casi una década atrás, también el Partido Liberal estaba

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fraccionado en dos sectores; los cívicos que sostenían una política colaboracionista con
los egusquizistas y, los radicales que mantenían una firme oposición al oficialismo.
Durante la presidencia del Cnel. Juan A. Escurra, el Partido Republicano había sufrido
una crisis de liderazgo como resultado de un desgaste político. En tanto que los liberales
reunificaban sus facciones bajo el liderazgo de Benigno Ferreira, Cecilio Báez y Elías
García. En 1904, la alianza cívica - radical con la simpatía del gobierno argentino
decidió terminar con la hegemonía republicana, mediante una revolución que derrocaría
al gobierno caballerista.
A este plan revolucionario se sumaron altos dirigentes colorados del sector egusquizista,
quienes habían sido desplazados de las filas de la ANR, entre ellos el ex-presidente
Emilio Aceval, Guillermo de los Ríos y Francisco Campos. Por otra parte, una
generación de jóvenes, egresados universitarios, sin espacio político propio e
interesados en una participación más protagónica se adhirieron a los liberales y
conformó el grueso de los oficiales revolucionarios de 1904
Igualmente, diversas medidas propiciaron las condiciones para que se formara una vasta
coalición de intereses sociales y económicos en contra del gobierno. Comerciantes
importadores y exportadores amenazados con tarifas aduaneras y restricciones al libre
comercio, ganaderos expropiados de la mitad de la venta libre de las exportaciones de
cuero, asalariados urbanos en lucha contra la inflación y la devaluación de sus salarios y
pequeños productores campesinos, cuyos ingresos eran siempre insuficientes.
Todos estos factores confluyeron para que en el mes de agosto de 1904 estallara la
revolución, la que se prolongó por espacio de cuatro meses a través de distintas acciones
militares (navales y terrestres). La contienda llegó a su fin en diciembre de ese año, con
el Pacto de Pilcomayo, firmado por el Presidente Juan A. Escurra y el jefe
revolucionario doctor Benigno Ferreira con “el deseo de restablecer la tranquilidad al
país y de evitar la pérdida de vidas e intereses”. La paz fue celebrada bajo la siguiente
condición: Renuncia del Presidente Escurra y elección en su reemplazo del señor Juan
B. Gaona. Así llegaba a su fin la primera hegemonía de la A.N.R. y se iniciaba la era del
Partido Liberal en el gobierno del Paraguay, la que transcurrió por espacio de treinta y
cuatro años.
Proceso Histórico vivido en el país desde 1904 a 1912
Aspectos políticos
Desde el Pacto del Pilcomayo hasta la presidencia de Eduardo Schaerer (agosto de
1912) se sucedieron en el Paraguay nueve gobiernos y cinco revoluciones en un clima
de aguda inestabilidad. Las rivalidades entre las facciones del Partido Liberal, los
intentos de recuperar el poder de los nacional-republicanos, la irrupción de nuevos
caudillos militares en la escena política y el apoyo de las cancillerías argentinas y
brasileñas a los distintos bandos en pugna, entre otros factores convirtieron a esta etapa
conocida como “la época de la anarquía liberal.
Presidencia Provisional de Juan Bautista Gaona (19 de diciembre de 1904 al 9 de
diciembre de 1905)
Gaona había sido Ministro de Hacienda del gobierno anterior y fue designado
Presidente de la República, en virtud del Pacto del Pilcomayo. Una de sus primeras
medidas fue la promulgación una Ley de Amnistía para todos los delitos políticos
consumados mientras regía el estado de sitio. Con el objeto de reorganizar el ejército,
independizándolo de los partidos; en 1905, Gaona creó el Estado Mayor General del
Ejército y el Colegio Militar, también promulgó la Ley del Servicio Militar Obligatorio.
En este período se dictó la Ley de Organización Administrativa, que puso orden en la
Administración Pública. Sin embargo, la reforma sustancial fue la incorporación de las
masas campesinas a la vida política. En el orden económico rescindió un importante

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contrato con la casa comercial Rius y Jorba con relación el estanco de cueros, sobre la
base de la devolución a dicha firma de 500.000 pesos oro entregados al gobierno de
Escurra. Por ley del 17 de mayo se exoneró de derecho de importación a los
automóviles y carruajes, por un año.
Es interesante acotar que en mayo de 1905 se liberó la importación de vehículos, el
primer automóvil circuló por las calles de Asunción el 12 de febrero de 1906. Pertenecía
a Jorge Barzi, un industrial naviero y cervecero de la época. El automóvil era un
Cadillac monocilíndrico que llegaba a una velocidad máxima de 60 Km/h,
Posteriormente, también importaron autos de diversas marcas, los señores Resk,
Barbero, Cellario, Saccarello y Decoud entre otros.
En materia cultural, en escasos meses, el Presidente Gaona realizó varias obras como, la
autorización para el funcionamiento de la Biblioteca Militar, la creación de becas a
estudiantes para estudiar música, pintura y escultura, en el local del Instituto Paraguayo.
El 9 de diciembre de 1905 por disidencias con el ministro Benigno Ferreira y otros
políticos liberales, mediante el voto unánime de los radicales, el Congreso dispuso su
cesantía y nombró en su reemplazo al canciller, el doctor Cecilio Báez. Esto implicaba
nuevamente, una escisión en el seno del partido.
Presidencia de Cecilio Báez (9 de diciembre de 1905 al 25 de noviembre de 1906)
Este fue un período en el que la inestabilidad política no impidió la prosperidad
económica. De este tiempo data la creación del Banco Paraguayo y el incremento de
patrimonio de La Industrial Paraguaya; la integración del capital del Banco Agrícola, la
emisión circulante que fue de 35 millones de pesos y las rentas generales alcanzando a
más de 24 millones, la inauguración de El Gran Hotel del Paraguay; la concesión al Dr.
Stanley de la autorización para implementar un servicio de vapores entre Areguá y San
Bernardino y la construcción del Hospital Militar.
En el ámbito educativo, funcionaban 347 escuelas primarias con un total de 30.000
alumnos, en tanto que la Universidad registraba a 195 inscriptos y 37 profesores, y en el
Colegio Nacional de la Capital asistían 633 alumnos con u total de 72 docentes
respectivamente. Se aprobó una concesión para establecer alumbrado y tranvías
eléctricos, cloacas y aguas corrientes, y otra para explotar un servicio de tranvías entre
el puerto, la aduana mayor y puerto Sajonia. Se invirtieron $65.000 en elementos para la
Escuela de Agricultura y se autorizó al señor Ernesto Wenzel la construcción de un
tranvía rural que uniría, en 20 kilómetros, la ciudad de Villa Rica al Cerro Pelado.
Por ley del 2 de noviembre de 1906 se declararon imprescriptibles las tierras fiscales y
municipales. Con esto se puso freno a los permanentes abusos que se cometían
anteriormente con dichas tierras, adjudicándoselas entre las personas influyentes. Ese
mismo año se descubrió un nuevo intento subversivo en los cuarteles encabezado por el
Mayor Albino Jara; como única represión se dio de baja a los oficiales conjurados.
Cecilio Báez hizo entrega del mando a su sucesor Benigno Ferreira el 25 de noviembre
de 1906.
Presidencia de Benigno Ferreira (25 de noviembre de 1906 al 4 de julio de 1908)
En los comicios presidenciales para el periodo 1906-1910 fue proclamada la fórmula
que postulaba a Benigno Ferreira (de la fracción cívica) para presidente y a Emiliano
González Navero (de la fracción radical), como vicepresidente. El General Ferreira
abrió el décimo periodo constitucional el 25 de noviembre de 1906.
Bajo su gobierno se mejoraron las finanzas públicas, grandes empresas -La Industrial
Paraguaya, el Banco Mercantil- incrementaron su capital, se crearon nuevas industrias
textiles tanineras y forestales y en 1907 se llegó a un acuerdo definitivo con la Paraguay
Central Railway Co. por la que el Estado cedía sus acciones preferenciales y la empresa
se obligaba a prolongar (sin garantía estatal) las líneas férreas hasta Encarnación, donde

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éstas empalmarían con la red argentina. En diciembre del mismo año, se creó el Banco
de la República, -ligado al Banco Francés del Río de la Plata-; esta entidad financiera
jugará en el futuro un rol muy importante movilizando fuertes intereses políticos y
económicos en el país. El 19 de setiembre de 1907 fueron designados Manuel
Domínguez y Fulgencio R. Moreno para ordenar y preparar los títulos de Paraguay
sobre el Chaco, en el litigio con Bolivia.
El golpe de 1908
El 2 de julio de 1908, el Coronel Albino Jara, líder de los radicales, encabezó una
violenta revuelta contra el gobierno. Comprometidos en este levantamiento, se hallaban
varios oficiales de artillería y del batallón 20 de infantería. El Coronel Jara ubicó los
modernos cañoneros en sitios estratégicos e inició el bombardeo contra el edificio de la
policía. Asimismo, se instalaron en los edificios aledaños, como el Teatro y el Palacio
Patria (actual edificio de correos). Los enfrentamientos se sucedieron durante dos días.
La estación del ferrocarril se convirtió en el cuartel de las tropas del gobierno, debido a
que, en ese entonces el de la policía se encontraba totalmente en ruinas. Finalmente el
movimiento rebelde triunfó y el Presidente Ferreira renunció el día 4 de julio, para
luego partir al exilio. El sector cívico del partido liberal alcanzó a gobernar un año, siete
meses y cuatro días.
Terminada la contienda, se constituyó un comité revolucionario compuesto por Albino
Jara, Adolfo Riquelme, Patricio Escobar, Manuel Franco, Gualberto Cardús Huerta,
Félix Paiva y Eusebio Ayala. Dicho comité disolvió el Congreso y dispuso que el Vice-
Presidente, Emiliano González Navero, asumiera la presidencia y concluyera el período
constitucional. A partir del triunfo de la revolución, se inició la etapa llamada “neo
radicalismo”, cuyo líder fue el Coronel Albino Jara, quien tuvo gran preponderancia
hasta 1911.
Presidencia de Emiliano González Navero (4 de julio al 25 de noviembre de 1910)
Algunas obras de gobierno interesantes fueron realizadas en este período, como la
promulgación de un nuevo Código Rural, la creación del Banco Hipotecario, el apoyo a
estudiantes becarios y a movimientos culturales. Por otra parte, se estableció
nuevamente la instrucción primaria gratuita y obligatoria.
En 1909, las plazas Constitución, Independencia y San Roque fueron embellecidas. Se
pavimentaron numerosas calles asuncenas y se hizo un ensayo de adoquinado de madera
en la calle Palma, Alberdi y 14 de Mayo, que los asuncenos bautizaron “el petit
bulevar” (“el pequeño paseo”). Se construyó un nuevo mercado de abasto, sobre la
calle Palma y se inauguró el Museo de Bellas Artes de Juan Silvano Godoy.
Por primera vez se nombraron Intendentes Municipales en las localidades de Villarrica,
Pilar, Encarnación y Concepción.
En tanto la oposición se reorganizó, entre ellos, los liberales cívicos y los republicanos.
Un ilustre caudillo colorado e hijo del ex Presidente Juan Bautista Gill, don José Gill,
desplegó una gran actividad política en contra del gobierno. El diario Patria, dirigido
por Enrique Solano López, lo secundó en su campaña.
La Revolución de Laureles
En setiembre de 1909, se desencadenó una rebelión de los colorados, en el
departamento de Ñeembucú. Los rebeldes, al mando del caudillo José Gill, se
posesionaron de la localidad de Pedro González, donde esperaron noticias de Humaitá,
cuya guarnición debía adherirse al movimiento insurgente. Pero el plan fue descubierto
y reprimido.
Informado Gill del hecho, resolvió atacar Laureles, defendido por 700 hombres bien
armados. Se libró una cruenta batalla de dos días, que terminó con la derrota de los
rebeldes. Gill y sus tropas cruzaron el Paraná, pasando a territorio argentino.

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Como resultado de esta revolución, el gobierno convocó a la Guardia Nacional y se


organizó un fuerte destacamento para reforzar el ejército permanente.
En Palma Chica (Alto Paraguay) un intento similar fue reprimido con energía. En esa
zona los insurrectos estaban comandados por los doctores Cayo Romero Pereira y
Eduardo López Moreira, ambos médicos de filiación colorada.
Obras públicas
En tanto, se proseguía el montaje de la vía férrea a Encarnación, con un gran puente de
380 metros sobre el río Pirapó y se inauguraron nuevas líneas telegráficas. En el
centenario del natalicio del ilustre defensor del Paraguay en la Guerra contra la Triple
Alianza, Juan Bautista Alberdi, la localidad de Villa Franca, en su homenaje llevó su
nombre.
Albino Jara
Con motivo de la celebración del centenario de la Independencia porteña, el 25 de mayo
de 1910, se envió a Buenos Aires una frondosa delegación, encabezada por el Ministro
del Interior Adolfo Riquelme y el de Guerra, Coronel Albino Jara. A raíz: de ciertos
desplantes y excesos de éste último, se produjeron violentos altercados entre ambos
ministros. De regreso a Asunción, dicha enemistad se complicó aún más. Jara, desde
que asumió el Ministerio de Guerra gozó de muchos privilegios. Se convirtió en una
persona conocida como el varón meteórico, por su fuerte y enérgico temperamento.
Explotaba con gran facilidad y siempre estaba dispuesto a permanecer en el poder, si
fuera necesario por medio de las armas. “Ara terá pa Jara”, era un dicho popular que
se expresaba cuando se escuchaba truenos por inclemencias del tiempo.
Presidencia de Manuel Gondra (25 de noviembre de 1910 al 17 de enero de 1911)
Para el período de 1910/1914, se proclamó la fórmula presidencial Manuel Gondra -
Juan B. Gaona.
Durante este breve gobierno se promulgó una nueva Ley de Servicio Militar obligatorio.
Anteriormente el servicio de las armas alcanzaba sólo a los campesinos y a los
miembros de las clases más desheredadas. Asimismo, se otorgó al señor Juan Carosio
una concesión para instalar una línea de tranvías en la capital.
La anarquía
El Presidente Gondra, pretendía alejar del gobierno al turbulento y golpista, Ministro de
Guerra, Albino Jara. Con ese propósito, en enero de 1911, lo nombró Ministro
Plenipotenciario ante varios países europeos. Sin embargo, esta designación motivó un
nuevo golpe en unión con el Jefe de Policía, Mario Usher, que depuso a Gondra. Jara
asumió ese mismo día la presidencia. En marzo estalló un movimiento revolucionario
radical encabezado por Adolfo Riquelme. El ex – Ministro del Interior de Gondra y
enemigo político de Jara.
Las fuerzas gubernistas se impusieron y Riquelme fue muerto en Rosario. En medio de
la más triste anarquía, el Paraguay conmemoró el centenario de su independencia.
Ante los reiterados desmanes, el 5 de julio de 1911, Jara fue destituido y asumió el
mando don Liberato Rojas, elegido por el Congreso, que además sancionó una ley de
amnistía política para que regresasen los opositores políticos al país.
En noviembre de 1911, se inició otra revolución encabezada por un grupo de exiliados
llegados de la Argentina. La lucha estalló en el sur y se extendió por toda la República.
En consecuencia, el Presidente Rojas renunció el 28 de febrero de 1912 y la Cámara
Legislativa, presionada por el Partido Colorado nombró presidente al doctor Pedro
Peña, afiliado a dicha nucleación. Como resultado de esta designación, los liberales
radicales emprendieron una lucha tenaz para desalojar a Peña de la presidencia, este
proceso es conocido como la Revolución del 12. La anarquía se había extendido por
todo el país.

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El 22 de marzo, la revolución liberal radical triunfó y asumió como presidente


provisorio don Emiliano González Navero. No obstante, el gobierno nuevamente fue
amenazado por otra sublevación del coronel Jara, pero éste fue vencido en Paraguarí y
muerto poco después. Con su desaparición terminó un periodo caótico y violento de la
vida nacional.
Aspectos económicos
Durante este periodo convulsionado e inestable, el país benefició, sin embargo, con el
auge económico regional generado en el Río de la Plata desde 1904 hasta 1912. Se
expandieron las empresas de transporte y a partir de las grandes empresas tanineras y
yerbateras y se multiplicaron otras pequeñas manufacturas, como las alimenticias,
textiles, zapaterías, mueblerías, etc. Entre 1904 y 1910 se instalaron nuevas industrias
tanineras como la de Puerto Sastre, Quebrachales fusionados en Puerto Max y Puerto
María, Puerto Galileo y otras. Varias empresas construyeron sus propias líneas
ferroviarias en el interior del Chaco.
En la Región Oriental se instalaron establecimientos ganaderos con tecnología más
moderna y se emprendió la industrialización de la carne, que otorgó empleo a muchos
obreros y obreras en los saladeros y fábricas empaquetadoras. En 1910, se instaló en el
país la Rural Argentino-Paraguaya, empresa cárnica que a partir del año siguiente
empezó a exportar ganado en pié hacia el Río de la Plata. Gracias a la vía férrea que
llegó a Encarnación en 1911, a las Empresas fluviales Mihanovich, a la Línea de
Vapores Ibarra, se pudieron exportar nuestros productos al exterior.
En este período las casas comerciales de importación – exportación empezaron a
multiplicarse en la capital y se crearon varias casas bancarias y de seguros.
Cuestiones sociales
El movimiento organizativo y las movilizaciones de los trabajadores cobraron un auge
extraordinario, desde 1904, con la política liberal del gobierno. Los artesanos y obreros
se asociaron en diversas Sociedades de Resistencia en defensa de sus intereses
gremiales. Los gremios de las diversas actividades (sastrería, zapatería, magisterio,
pinturería, aserradero, etc.) crearon sus organizaciones con sus propios periódicos.
Paralelamente a los movimientos revolucionarios, las organizaciones obreras también
promovieron huelgas y paros con el fin de obtener mejoras salariales y la jornada de
ocho horas laborales, que muchas empresas no respetaban.
La educación y cultura
En 1904 existían unas 365 escuelas con 30.000 educandos. Poco tiempo después estas
sumas aumentaron a 483 instituciones con unos 45.000 alumnos.
Se estableció la obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza. La Universidad Nacional
albergaba unos 200 alumnos, pero la facultad de Medicina debió cerrar sus puertas
durante diez años. En este periodo se graduó la primera abogada y feminista del
Paraguay, Serafina Dávalos con su tesis “El Humanismo”.
La infraestructura escolar tuvo mejoras, como la del edificio del Colegio Nacional de la
Capital. Se agregaron nuevos laboratorios a la Escuela de Agricultura de Trinidad,
dirigida por Moisés Bertoni.
Asimismo, la población asuncena empezó a leer obras literarias y asistió a las tertulias
culturales de los y las intelectuales. Merecen especial atención tres escritoras nacionales
como Teresa Lamas de Rodríguez Alcalá, la citada Serafina Dávalos y Ercilia López de
Blomberg, quienes se destacaron a la actividad intelectual.
Aunque en esta época las mujeres tenían poca participación en la vida pública, muchas
de ellas se dedicaban a la docencia y actividades benéficas. En 1905 se fundó el Colegio
Mercantil de Niñas, de donde egresaron contadoras públicas y peritas mercantiles,
abriéndose un nuevo campo laboral a las mujeres.

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Se inauguraron varias instituciones educativas a cargo de religiosos extranjeros y el


Museo Histórico y de Bellas Artes abrió sus puertas a los amantes de la cultura.
En el campo de la prensa aparecieron varios diarios y semanarios entre 1904 y 1912.
Algunos de características serias (El Diario), satíricos – cómicos (Rojo y Azul, Tipos y
Tipetes) y políticas (El Nacional, El Tiempo, El Monitor, El Liberal y la Ley)
Presidencia de Eduardo Schaerer (15- VIII- 1912 al 15 VIII- 1916)
Con Eduardo Schaerer, se inició una relativa estabilidad política que duró casi una
década. Durante su gobierno, se inició la I Guerra Mundial, situación que favoreció
económicamente a nuestro. El Paraguay exportaba carne, tanino y maderas al Río de
la Plata y de ahí a Europa.
Las cuestiones limítrofes con Bolivia llegaron momentáneamente a un acuerdo
mediante el tratado firmado por el Canciller Eusebio Ayala con su par boliviano
Ricardo Mugía, estableciéndose un plazo de dos años para resolver definitivamente la
controversia. Sin embargo, este protocolo fue prorrogado sucesivamente.
Simultáneamente a las tareas políticas del gobierno, las industrias forestales
explotadas en el Chaco proseguían vigorosamente su marcha. Varias líneas férreas se
habían construido en el interior de esa vasta región y florecientes poblados se erigían
circundando a las empresas tanineras
Schaerer terminó su mandato constitucional luego de cuatro años, siendo el primer
Presidente civil que logró terminar su mandato sin conspiraciones o levantamientos
militares.
Manuel Franco (15-VIII-1916 al 5-VI-1919)
Franco restauró la administración pública y logró la pacificación política del país. El
Partido Colorado reorganizado bajo el liderazgo de Antolín Irala pretendía intervenir
en la vida cívica dejando atrás la vía de las asonadas y conspiraciones.
En 1917 el Paraguay, se mostró abiertamente a favor de los países integrantes de la
Entente (Inglaterra, Rusia, Francia) que contendían en la guerra.
En política interna, Franco reformó la Ley Electoral, instituyendo por primera vez el
voto secreto en el Paraguay. En 1919, falleció inesperadamente, sin terminar su
período presidencial. Le sucedió en el mando el Vicepresidente, José P. Montero.
Presidencia de José P. Montero (5-VI de 1919 al 15 –VIII.1920)
Su gobierno se vio afectado por la crisis económica expandida por toda la región al
finalizar la Guerra Mundial.
En abril de 1920 se fundó el Centro Feminista del Paraguay. Fue la primera iniciativa a
la que puede considerarse como una organización de género. Anteriormente se
registraron algunos movimientos para mejorar la situación de las mujeres en nuestro
país pero no llegaron a constituirse en entidades con estructuras formalizadas.
El principal motivo de la fundación del CFP, radicaba en la necesidad de que las
mujeres se organizaran para luchar por sus derechos y para contribuir con ideas al
Congreso Internacional de la Alianza para el Sufragio Femenino que se celebraría en
el mes de mayo de ese año en Madrid. Suscribieron el acta fundacional varias
mujeres, la mayoría de ellas profesionales.
El 15 de agosto de 1920, Montero entregó el mando presidencial a Manuel Gondra.
Presidencia de Manuel Gondra (15-VIII-1920 al 29-X-1921)
En el transcurso de su breve gobierno estallaron algunos disturbios sociales, con
relación al proyecto de ley sobre el divorcio presentado en la Cámara de Diputados. El
Monseñor Juan S. Bogarían y gran parte de la feligresía católica se opusieron al
mencionado propósito. En respuesta la federación de estudiantes del Paraguay,
juntamente con obreros anarquistas y socialistas llevaron a cabo manifestaciones

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anticlericales. La mencionada ley de divorcio no prosperó en la Cámara de Senadores,


gracias a la mediación del Obispo.
Entre las obras realizadas por el gobierno de Gondra, se citan las siguientes: la Escuela
Normal de Maestros, pasó a ser Escuela Normal de Profesores, dirigida por la ilustrada
profesora, María Felicidad González.
En cuanto a la economía, el país empezaba a sentir los efectos de la crisis económica
mundial. Quedó interrumpida la exportación de ganado, tanino y maderas a la
Argentina. Los bancos de España y el Mercantil fueron a la quiebra con gran perjuicio
económico de la población. En el campo político, se presagiaba el retorno de una
anarquía en el seno del liberalismo. Los cívicos se fusionaron con los radicales leales al
Presidente Gondra, denominados gondristas. (Los saco-pucú). En tanto, los seguidores
del extinto Coronel Albino Jara se unieron a los partidarios del ex Presidente Schaerer
(Los saco-mbyky), ahora senador, quien apoyado por las fuerzas militares comandadas
por el Coronel Adolfo Chirife, pretendía ejercer su predominio en el gobierno, Gondra
decidió dimitir el 29 de octubre. Similar actitud asumió el Vicepresidente Félix Paiva.
Días después, el Senador Schaerer propuso al Parlamento la candidatura provisoria del
doctor Eusebio Ayala
Presidencia Provisional de Eusebio Ayala. (7-XI-1921 al 12-IV-1923)
Eusebio Ayala realizó inició su gobierno con una política opuesta a los intereses
Schaerer, cuya derivación motivó la unidad libero-colorada en el Parlamento con el fin
de presentar una ley para llamar a elecciones presidenciales, la cual fue vetada por el
Presidente Ayala, quien alegó el gobierno no estaba en condiciones de llamar a
elecciones por la difícil situación económica que atravesaba el país,
El veto, originó un levantamiento de las guarniciones del interior, bajo el mando militar
del coronel Chirife y la conducción civil de Schaerer, apoyado por los jaristas y los
caudillos colorados. Se iniciaba con este hecho una prolongada y sangrienta guerra civil
que duró más de un año.
La Revolución de 1922/23
El 27 de mayo de 1922, el ejército sublevado se dirigió hacia Asunción, donde la milicia
local no pasaba de 350 efectivos. El Presidente Ayala decretó una movilización en la
capital y en los distritos aledaños. Chirife, con su bien organizado ejército embistió a las
fuerzas gubernamentales, comandadas por el Coronel Manlio Schenoni. Los
insurgentes fueron rechazados en Tuyucuá y abandonaron la capital por vía férrea
destruyendo a su paso todos los puentes. Posteriormente se instalaron en Caí Puente
(hoy, Coronel Bogado) y desde allí se dirigieron a otras zonas de la Región Oriental.
Eusebio Ayala presionado por los acontecimientos renunció el 7 de abril, siendo
substituido por el doctor Eligio Ayala. Poco después el Coronel Chirife falleció y fue
reemplazado en el mando por el Coronel Pedro Mendoza, quien trató de romper el cerco
de la capital mediante de varios ataques consecutivos. Ambos bandos se enfrentaron
tenazmente y el 10 de julio de 1923 los rebeldes se retiraron derrotados. Terminaba así
una de las más sangrientas guerras civiles vividas hasta entonces en el Paraguay.

PROCESO VIVIDO EN EL PAÍS DE 1924 A 1936


Presidencia provisional de Luis A. Riart (17-III- al 15 VIII-1924)
Ante la renuncia de Eligio Ayala a la presidencia con el objetivo de presentarse como
candidato efectivo, se hizo cargo de la gestión administrativa del estado, el doctor
Luis A. Riart. Durante su mandato fue rubricada la Quinta Conferencia Internacional
Americana en Santiago de Chile, en donde se incluyó la famosa propuesta de Gondra
sobre medios de prevenir guerras internacionales mediante la conciliación y el
arbitraje. Además se aprobó también varios temas como la “Publicidad de

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Documentos Aduaneros” y “Uniformidad de nomenclatura para la clasificación por


las mercaderías”.
En el mes de abril, algunos caudillos schaeristas residentes en la r5egión del
Pilcomayo –Argentina- saltaron inesperadamente la localidad de San Antonio, pero
fueron rechazados por las fuerzas gubernamentales.
A fines de julio, fue interpelado en el Parlamento, el Ministro de Relaciones
Exteriores, por la fundación de fortines bolivianos en el Chaco paraguayo. Bolivia no
retrocedía en su ánimo de intentar la penetración paulatina en territorio nacional.
El 15 de agosto de 1924, el doctor Luis Riart entregó el mando presidencial al doctor
Eligio Ayala.
Gobierno de Eligio Ayala (15-VIII-1924 al 15-VIII-1928)
Una de las figuras políticas más sobresalientes del Paraguay contemporáneo fue, sin
lugar a dudas, el doctor Eligio Ayala. Había egresado de la Universidad Nacional con
el título de Doctor en Derecho y se había formado en Economía y Filosofía en
universidades europeas. Poseía un temperamento severo, autoritario e intransigente. A
la renuncia de Eusebio Ayala, ocupó la primera magistratura en forma provisoria y
posteriormente presentó su candidatura, juntamente con Manuel Burgos en las
elecciones realizadas en 1924.
Desde su administración gubernativa se propuso diligenciar dos graves situaciones
que afectaban al país, no resueltas por los gobiernos anteriores. En primer término
debía restaurar la economía mediante un manejo eficaz de las finanzas y luego
ocuparse de la institucionalización de la política.
El Paraguay registraba por ese entonces una población de 828.968 habitantes para el
todo el país. En Asunción vivían 103.750 personas.

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Reformas financieras
Al iniciarse el gobierno de Ayala, se observó un incremento económico, gracias al auge
de la producción algodonera del año 1923. Los precios internacionales de este rubro
aumentaron de manera desmedida generando un substancial ingreso de divisas. Además,
se incrementaron las capacidades productivas y el valor de las exportaciones de otros
artículos como la yerba, el tabaco, la carne, las maderas y el tanino. Entre 1924 y 1926
se importó un considerable número de maquinarias como arados, tractores, cultivadoras,
sembradoras, etc. con el propósito de incentivar la producción agrícola. El representante
financiero en Londres firmó un convenio con los tenedores de bonos de los empréstitos
realizados por el Paraguay desde 1871. Por ese compromiso se acordaron las bases de
nuevos pagos, los que fueron abonados con estricta regularidad.
Las reformas financieras del Presidente Ayala se centraron también en la reapertura de
frigoríficos, instalación de ingenios azucareros y molinos harineros. En 1925, el Poder
Ejecutivo autorizó al Banco Agrícola a efectuar préstamos destinados a la construcción
de viviendas económicas para familias obreras. Un año más tarde, se aprobó una Ley de
Creación, Fomento y Conservación de la pequeña propiedad agropecuaria, de cuyo seno
nació el Departamento de Tierras y Colonias. Asimismo, se sancionó una ley de
Accidentes de Trabajo, además de otras relacionadas con Pensiones y Jubilaciones. Por
primera vez, el Estado empezaba a intervenir en las cuestiones laborales y al mismo
tiempo se trató de solucionar el problema de los “campesinos sin tierras”.
Este florecimiento económico permitió al doctor Ayala restaurar las finanzas de la
nación, con otras medidas, entre ellas: la estabilización de la moneda y la percepción de
rentas y tributos. Al finalizar el año 26, el Presidente anunciaba al Parlamento un hecho
insólito en la historia financiera del Paraguay: el balance económico arrojaba un
considerable superávit en relación con el déficit anterior.
Nuevas ideologías políticas
Al iniciarse la década del 20, algunos grupos de intelectuales empezaron a manifestar
sentimientos nacionalistas relacionados con los regímenes totalitarios existentes en
Europa.
El Nacionalismo: En 1925 apareció el periódico “La Nación”, integrado por pensadores
que censuraban a los partidos tradicionales y quienes fundaron “La Liga Nacional
Independiente”. Al año siguiente, se inició gran movimiento nacionalista, el cual
intentaba reivindicar la figura del Mariscal Francisco S. López. En el presumible
centenario de su natalicio (se constató más tarde que F.S. López había nacido en 1827),
se conmemoraron diversos actos alusivos y se presentó en el Congreso un proyecto de
ley, mediante el cual se pretendía derogar el decreto de 1869, que lo declaraba “traidor a
la patria”. El mismo no fue aprobado por los parlamentarios, pero este hecho dio origen
a diversas polémicas ideológicas a través de la prensa y de manifestaciones populares,
estimuladas por varios jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas.
El comunismo: Hacia fines de 1923 un grupo de obreros y estudiantes de ideología
izquierdista había fundado un periódico titulado “Bandera Roja”, de extraordinaria
circulación entre la clase trabajadora. Años después, en 1928 se fundó el Partido
Comunista Paraguayo, el cual envió un representante al IV Congreso Internacional
Comunista celebrado en Moscú.
El nazismo y el fascismo: Entre los años 1926 y 1927, varios colonos alemanes,
crearon en la colonia Independencia, el primer núcleo político basado en el Nacional
Socialismo (Partido nazi alemán). En los primeros meses de 1928, los inmigrantes
italianos fundaron el centro fascista “Sebastiano Gaboto”.

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Por otra parte, un grupo de estudiantes había organizado la “Universidad Popular”


destinada a obreros y obreras, con propuestas anarco-social-nacionalistas, de tendencias
revolucionarias.
Demandas socioeconómicas
En tanto, los obreros artesanales e industriales de la capital se habían organizado en
asociaciones que luchaban por sus reivindicaciones laborales. Siguieron este ejemplo
los empleados del interior, quienes se agruparon en sociedades afiliadas a sus pares de
la capital. En 1927 se fundó el Consejo de la Unión Obrera del Paraguay (UOP), entidad
que congregó a la mayoría de los sindicatos de toda la República.
En febrero de 1925 se registró una huelga general del Magisterio nacional. La lucha
protagonizada por la Asociación de Maestros de la Capital se originó, por
incumplimiento de la Ley de 1921 que estipulaba aumentos progresivos en el salario de
los maestros y de las maestras. La situación, siempre precaria de este gremio, agudizó
las tensiones y como al magisterio les estaba prohibido el derecho a la huelga, los
educadores presentaron su renuncia colectiva, primero en Asunción y luego en todo el
país. Entre sus principales dirigentes se encontraban Elida Ugarriza, maestra y
feminista, Emiliana Escalada, afiliada al partido comunista paraguayo y otros
connotados educadores. Las clases tuvieron que retrasar su inicio y el gobierno atendió
dichas reclamaciones.
Por otra parte, varias huelgas fueron convocadas pero muy pocas lograron su
materialización.
También en 1927, ocurrió el primer incidente en el Chaco. En las cercanías del fortín
boliviano Sorpresa, sobre el río Confuso fue capturada una patrulla paraguaya al mando
del Teniente Adolfo Rojas Silva, quien luego fue muerto por sus captores. Este suceso
ocasionó fuertes protestas por parte de la ciudadanía en todo el país.
Legislación Electoral
Generalmente, las leyes electorales anteriores favorecían al grupo político dominante y
el opositor tenía muy pocas alternativas de llegar al poder por medios electorales. Razón
por la cual el golpe de Estado se convirtió en una opción dentro de la política tradicional
paraguaya. La aparición de los brotes totalitarios y nacionalistas se sumó a la abstención
del partido colorado, de participar en las elecciones parlamentarias y generales desde
hacía varios años. En 1927, el Presidente Ayala dictó una nueva Ley electoral, mediante
la cual se establecía la proporcionalidad de la representación y se permitió el acceso de
los políticos de la A.N.R. al Parlamento. Tras las elecciones del 13 de marzo de ese año,
se incorporaron a la Cámara Legislativa tres senadores y nueve diputados colorados.
La educación y la cultura.
Mediante la ley promulgada el 25 de junio de 1926, denominada Reforma
Universitaria, la Universidad Nacional tuvo autonomía absoluta en materia docente y
financiera. Ese mismo año, se creó la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas sobre
la base de la Escuela de Agrimensura fundada en 1921. Para ese fin fueron contratados
varios insignes profesores rusos. También, se introdujeron reformas en el plan vigente
de la instrucción primaria, gracias a la iniciativa del ilustre educador Ramón I.
Cardozo, fundador de la escuela práctica. Aproximadamente unos 110.000 alumnos
asistían a los 800 centros educativos que funcionaban en todo el país. Durante este
período se creó en Trinidad la Escuela Agropecuaria, que educó a mucha gente
proveniente del campo.
Otros obras de gobierno
En 1926, arribó a nuestro país un contingente de 360 mennonitas provenientes de Rusia
y de Canadá, con el objetivo de ocupar un territorio de la Región Occidental. La

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colonización de este grupo de doctrina anabaptista permitió un influjo agro- ganadero en


zonas deshabitadas del Chaco.
Al año siguiente, se firmó en Río de Janeiro el tratado Ibarra- Mangabeira, por el cual
se ratificaba la frontera entre el Paraguay y el Brasil, desde el río Apa hasta Bahía
Negra.
Siendo Intendente Municipal, la comuna capitalina diseñó y habilitó un barrio para
familias de escasos recursos en la zona sur- este de Asunción, conocido como el
Barrio Obrero.
En 1927, se instalaron en Puerto Sajonia los arsenales de Guerra y Marina, que
prestaría un invalorable servicio durante la guerra y se creó la Escuela de Aspirantes a
Oficiales de Reserva. Por otra parte gracias al superávit económico que vivió el país
durante el gobierno de Eligio Ayala, se pudieron costear en Italia, la construcción de
dos poderosos cañoneros, el “Paraguay” y el “Humaitá”. En ese año, el gobierno
también adquirió una considerable cantidad de armas modernas provenientes de varios
países europeos.
Durante el mes de abril de 1928 se realizaron las elecciones generales y por primera vez
en la historia política del Paraguay se presentaron dos fórmulas partidarias: la liberal -
radical con José P. Guggiari y Emiliano González Navero y la A.N.R. con Eduardo
Fleitas y Marcos Quaranta, respectivamente. Las elecciones fueron ganadas por la dupla
liberal.
Presidencia de José P. Guggiari (15-VIII-1928 al 15-VIII1922).
Uno de los hechos más significativos del gobierno de Guggiari fue la creación del
Arzobispado de Asunción, con el cual se declaraba la autonomía de la Iglesia
paraguaya. Se fundó la Escuela de Odontología, base de la futura facultad que se
habilitaría posteriormente. En 1931, la Escuela de Economía abrió sus puertas, la que se
materializaría en la Facultad de Ciencias Económicas. Mediante un decreto firmado ese
mismo año, la localidad de Ajos pasó a llamarse Coronel Oviedo en homenaje al héroe
de la guerra de la Triple Alianza. Igualmente, un acontecimiento de gran trascendencia
fue la llegada de las cañoneras adquiridas por el gobierno de Eligio Ayala, procedentes
de los astilleros genoveses.
En 1929, había quebrado la Bolsa de Valores de Nueva York y con ello se originó una
crisis económica mundial que afectó también a nuestro país. La caída de los precios
internacionales perjudicó de manera considerable toda la producción local de algodón,
maderas, yerba y tabaco. El cierre y quiebra de comercios, la especulación, el
desempleo y el costo de vida aquejaron grandemente a la clase trabajadora, cuyos
efectos motivaron una emigración masiva fuera del país.
Los sucesos del 23 de octubre
El 23 de octubre de 1931 ocurrió un deplorable incidente frente al Palacio de gobierno,
en donde la guardia presidencial disparó contra un numeroso grupo de estudiantes y
obreros que protestaba por la indefinición del gobierno sobre el avance boliviano en
territorio Chaqueño. Guggiari renunció a su cargo y fue sometido a un juicio político,
haciéndose responsable de todos los hechos. Absuelto de culpa, reasumió sus funciones
en enero de 1932.
LA GUERRA DEL CHACO
En el transcurso de los años 1932 y 1935, el Paraguay y Bolivia se enfrentaron en un
sangriento conflicto por la posesión del Gran Chaco, región escasamente poblada, cuya
titularidad reclamaban ambos países por la presunta existencia de petróleo. Cuestión que
también motivó el interés de ciertas compañías petroleras de otros países, (La Standard
Oíl Company, de Estados Unidos) y estimuló el inicio de la guerra.

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Antecedentes de la Guerra.
En el transcurso del periodo colonial los gobernadores de la provincia del Paraguay
ejercieron todos los derechos de jurisdicción territorial sobre la Región Occidental,
llevando a cabo expediciones y fundaciones. El dominio de estas tierras nunca les fue
discutido por las otras instituciones coloniales. El doctor Francia y Carlos Antonio
López siempre consideraron al Chaco como territorio paraguayo hasta el río Jaurú. La
soberanía paraguaya sobre esa región era reconocida por el consenso internacional. Sin
embargo, en 1852 con motivo de la firma del Tratado de Limites entre el Paraguay y la
Argentina, el representante boliviano en Buenos Aires, Juan de la Cruz Benavente
reclamó para su país, el dominio del Chaco. Carlos A. López contestó que ese territorio
pertenecía al Paraguay, en donde su gobierno mantenía destacamentos militares, desde
el Fuerte Olimpo hasta el de Formosa.
Posteriormente, finalizada de la Guerra de la Triple Alianza, cuando el Paraguay cedió
parte del Chaco a la Argentina, el gobierno boliviano solicitó una aclaración al respecto
alegando que esas tierras se hallaban bajo su soberanía. Por otra parte, la pérdida de su
litoral marítimo en la Guerra del Pacifico (1879-1883), sostenida contra Chile y Perú,
hizo que Bolivia pretendiese llegar por el río Paraguay al Océano Atlántico.
Tratados no ratificados
A fines del siglo XIX se firmaron tres tratados entre el Paraguay y Bolivia con el
propósito de resolver sus cuestiones limítrofes, los cuales no fueron ratificados por el
Congreso Nacional. Ellos fueron el Decond-Quijarro (1879), el Aceval-Tamayo (1887)
y el Benítez-Ichazo (1894).
En 1887, una compañía boliviana enarboló la bandera de su país en Bahía Negra, sitio
al que llamó Puerto Pacheco. El gobierno paraguayo despachó una expedición que
descolgó dicho símbolo y se reafirmó así la soberanía nacional.
Protocolo Soler-Pinilla
A partir de 1906, Bolivia comenzó a construir fuertes, introduciéndose paulatinamente
en el Chaco. Con el fin de solucionar esta cuestión, en 1907 se reunieron en Buenos
Aires, los delegados de ambos países firmándose el Protocolo Soler-Pinilla, mediante el
cual las dos partes se comprometían a "no innovar ni avanzar las posesiones
existentes”. Este pacto no fue respetado por Bolivia y prosiguió penetrando
clandestinamente hacia el este fundando varios fortines.

CAUSAS DE LA GUERRA
Bolivia fundó sobre el río Confuso los fortines Sorpresa, Galpón y Vanguardia. Sobre el
Pilcomayo, Villa Montes, Ballivian y Guachalla. Por su parte, el Paraguay inició la
defensa del territorio fundando varias fortificaciones para contener la progresión del
adversario y durante el gobierno de Eligio Ayala fomentó el asentamiento de colonos
mennonitas en la zona, con el fin de reforzar su soberanía.
El gobierno boliviano desarrolló la invasión masiva en varias zonas del Chaco, negoció
cuantiosos empréstitos para adquirir armamentos y una misión alemana vino a instruir a
su ejército. Frente a frente las dos líneas de fortines, iniciaron fricciones e incidentes. En
febrero de 1927 la situación se tornó tensa a causa de la muerte del teniente Rojas Silva.
Protocolo Díaz León - Gutiérrez
Por ese motivo, en abril de 1927 se firmó en Montevideo el protocolo Díaz León –
Gutiérrez, por el cual se acordó en celebrar una conferencia de paz en Buenos Aires.
Todos los aspectos de la cuestión fueron examinados sin que los representantes de
Bolivia y de Paraguay llegaran a un acuerdo. La delegación paraguaya sostenía que
nuestros límites con Bolivia eran los mismos de 1810.

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Ruptura de relaciones
A finales de 1928, se produjeron otros graves incidentes. Tropas paraguayas desalojaron
a las bolivianas, primero del Fortín Galpón y luego de Vanguardia. En consecuencia los
dos Estados rompieron relaciones y movilizaron sus ejércitos. Bolivia ocupó en
represalia Boquerón. Cuando ya se consideraba inevitable la guerra, una Comisión de
Neutrales, reunida en Washington en 1919, ofreció mediar en el conflicto. Se dispuso el
restablecimiento del estado existente antes de los incidentes. Bolivia tuvo que
abandonar Boquerón y el Paraguay, reconstruir y devolver Vanguardia.
Inicio de la guerra.
Parecía que las relaciones entre los dos países volvían a restablecerse, pero el 15 de
junio de 1932, el fortín paraguayo Carlos Antonio López, situado en las cercanías de
la laguna Pitiantuta, fue atacado por tropas bolivianas. El Teniente Coronel, José Félix
Estigarribia, Comandante de la Primera División de Infantería ordenó la retoma del
mencionado fortín.

PRINCIPALES CAMPAÑAS Y BATALLAS.


Campaña de 1932: El objetivo fundamental del ejército nacional fue la reconquista de
Boquerón. Los bolivianos, inferiores en número pero sólidamente fortificados,
resistieron casi un mes el cerco paraguayo. Finalmente, el 29 de septiembre de 1932, ya
sin alimentos ni agua, se rindieron. Estigarribia fue ascendido a Coronel. Este triunfo
tuvo enorme importancia, a pesar de las numerosas pérdidas humanas por parte de
nuestro país, la moral de las tropas y de todo el pueblo se fortaleció en gran manera.
La Doctrina del 3 de agosto
Los representantes de las naciones americanas reunidos en Washington realizaron una
histórica declaración, conocida como la Doctrina americana del 3 de agosto, con el
propósito de evitar la guerra entre el Paraguay y Bolivia. “Las naciones americanas no
reconocían ninguna conquista territorial realizada por la fuerza de las armas”,
expresaba la aludida declaración.
Presidencia de Eusebio Ayala (15-VIII-1932 al 17-II-1936)
Mientras sucedían estos acontecimientos, el Presidente Guggiari entregaba el 15 de
agosto, la Presidencia de la República al doctor Eusebio Ayala, quien dirigió los
destinos del país con decisión y acierto en momentos tan difíciles y sostuvo a
Estigarribia en el Comando del Ejército del Chaco, a pesar de la opinión contraria de
algunas figuras políticas y militares. Su accionar le valió la denominación de ser “el
Presidente de la victoria” cuando hubo finalizado el conflicto.
Campaña de 1933: Durante 1933, el ejército paraguayo se ocupó en organizarse por lo
tanto, la campaña fue más defensiva que ofensiva. Sin embargo, las tropas nacionales
libraron algunas batallas desencadenadas por los bolivianos en procura de la conquista
de posiciones vitales. Entre las más importantes figuran: Nanawa, Gondra y Pampa
Grande. Gracias a las maniobras de las tropas paraguayas comandadas por heroicos
oficiales como el coronel Eugenio A. Garay y el Coronel Rafael Franco, entre otros se
obtuvieron grandes triunfos. Antes de terminar el año, el ejército paraguayo consiguió
una de las más grandes victorias de la guerra. La gran batalla de Campo Vía, en donde
cayeron cerca de diez mil prisioneros y un considerable número de armamentos.
Estigarribia fue ascendido a General de División. Pero ese gran triunfo fue malogrado
porque el Paraguay otorgó un armisticio a Bolivia, permitiéndole a su gobierno
reorganizarse y proseguir la contienda.
Campaña de 1934: El Paraguay tomó la iniciativa en todo el frente de operaciones. Se
avanzó decididamente hacia el Oeste y al finalizar el año, las tropas nacionales llegaron
a las márgenes del río Parapití, en las lejanas e desoladas regiones del antiguo Alto

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Perú. Varias batallas se libraron con sonadas victorias nacionales. La única derrota
experimentada por el ejército paraguayo fue la batalla de Cañada Strongest. Sin
embargo, la misma no afectó en nada la potencialidad ni la moral de nuestros oficiales y
soldados. Al contrario, las maniobras siguientes fueron en mayor medida en procura de
éxitos decisivos. Así se lograron las victorias de El Carmen, Ballivián, Picuiba-
Carandayty, Yrendagué, consiguiendo con ellas gran número de prisioneros y
pertrechos de guerra.
Campaña de 1935. Después de la toma de Ballivián, el ejército paraguayo llegó a Villa
Montes, la más poderosa fortificación boliviana y cruzado el Parapití entraron en
territorio boliviano, apoderándose de varias poblaciones. Pero el terreno era extraño al
soldado paraguayo, montañas sin vegetación y sin agua y la extensa distancia de las
líneas de abastecimientos presentaron graves inconvenientes para proseguir avanzando.
Un intenso contraataque boliviano obligó a nuestro ejército a desocupar las posiciones
conquistadas.
Expresiones culturales durante la guerra
El gobierno creó una oficina de prensa y propaganda, de donde se emitía diariamente
comunicados sobre las victorias paraguayas en el frente, ocasionando una guerra
sicológica en los enemigos. Asimismo, la prensa escrita también estuvo representada en
las trincheras del Chaco. Se editaron cerca de catorce periódicos de divulgación seria y
jocosa, ninguno de ellos en imprenta sino mimeografiados, pero cumpliendo siempre el
propósito de animar al ejercito. La propaganda satírica a través de tarjetas postales fue
otra característica de la guerra. Las derrotas bolivianas en el frente eran plasmadas con
ironía por medio de caricaturas o diseños realizados por el dibujante Alfredo Da Ponte.
La música: La década de los años 30 fue la etapa del auge de la guarania. Ella estuvo
presente en cada unidad y en cada regimiento. La guitarra, fue el instrumento musical
que acompañó al soldado paraguayo en el frente. Algunos insignes compositores
también recorrieron las trincheras, como Herminio Giménez, José Asunción Flores,
Darío Gómez Serrato, Emiliano R. Fernández y muchos otros autores que compusieron
canciones o dirigían conjuntos musicales en los campos de batalla
El protocolo de paz. Consecuencias territoriales
Las naciones americanas intentaban solucionar el conflicto con el cese de las
hostilidades. En conformidad, los gobiernos del Paraguay y de Bolivia decidieron firmar
el 12 de junio de 1935, en Buenos Aires el Protocolo de Paz. La lucha cesó el día 14 de
ese mes y con ello concluyó un infortunado episodio de nuestra historia. En cuanto a las
bajas, unos 50.000 bolivianos y 36.000 paraguayos murieron en esta guerra.
La solución final del conflicto quedó a cargo de una Comisión reunida en Buenos Aires
e integrada por la Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos, Perú y Uruguay. Tras
arduas negociaciones, se logró firmar el 21 de julio de 1938, el Tratado de la Paz y
Limites, mediante el cual Bolivia renunciaba definitivamente a una zona portuaria sobre
el río Paraguay se fijaban las líneas fronterizas entre nuestro país y Bolivia.

LA DECADENCIA LIBERAL
La Revolución de 1936
Luego de la victoria obtenida en la Guerra del Chaco, las clases políticas dirigentes, en
vez de concentrar sus esfuerzos en los efectos producidos por la contienda, dedicaron su
interés al problema de la sucesión presidencial, pues estaba finalizando el período
gubernamental de Eusebio Ayala.
Las corrientes de opinión a favor de una reforma constitucional para hacer posible la
reelección del doctor Ayala, acrecentaron el malestar público. Por otra parte, la
desmovilización de las tropas ocasionaba graves inconvenientes. Los campesinos

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habían desmovilizados sin ninguna dificultad, pero no así el numeroso cuadro de


oficiales, cuya adaptación a la vida civil se hacía muy lentamente.
Ciertos grupos políticos, ya venían trabajando durante la guerra e hicieron difundir la
versión que el general Estigarribia se proponía licenciar a toda la oficialidad sin ninguna
compensación. Los oficiales de la reserva, que en su gran mayoría, formaban el
Ejército, comenzaron a negociar con algunos políticos proponiendo que las fuerzas
armadas asumieran el poder. El coronel Rafael Franco, sindicado como el director de
estos trabajos fue obligado a abandonar el país a fines de enero de 1936. En su ausencia,
la conspiración siguió su curso. Al conocerse las órdenes de retiro de una gran masa de
oficiales, se decidió realizar el Golpe de Estado. El 17 de febrero de 1936 se sublevaron
las fuerzas de Campo Grande y marcharon sobre la ciudad, donde el Gobierno organizó
la resistencia con apoyo de la policía. Durante todo el día se combatió y a la noche, el
presidente Ayala presentó su renuncia al mando revolucionario y quedó bajo arresto.

PROCESO HISTÓRICO DE 1936 A 1954


Gobierno de Rafael Franco (17-II-1936 al 13-VIII-1937)
Los militares sublevados suscribieron un acta por el cual se designaba Presidente
provisional al Coronel Rafael Franco y promulgaron un decreto de índole fascista, el Nº
152, mediante el cual se identificaba a la Revolución Liberadora del l7 de febrero de
1936 con el Estado de la República del Paraguay. En mismo versaba lo siguiente:
“Las actividades que no emanen del Estado quedan prohibidas. Se suprimen por término
de un año todas las actividades de los partidos políticos. Quedan bajo jurisdicción del
Ministerio del Interior todas las cuestiones relacionadas con la política social del
Estado. Se crea un Departamento Nacional del Trabajo y se somete a todo movimiento
obrero bajo el mismo”.
El nuevo gobierno se declaró antiliberal y antioligarquico, pero sobre todo nacionalista.
Se derogó la Constitución de 1870 y en nombre de la revolución se disolvió el
Parlamento. La nueva estructura política paraguaya revestía la misma naturaleza de las
transformaciones totalitarias vigentes en algunos países europeos durante ese tiempo.
Una de las consecuencias inmediatas de la Revolución de Febrero fue la creación de la
Unión Nacional Revolucionaria (Posteriormente, Partido Revolucionario Febrerista).
Asimismo, debemos señalar que los protagonistas de la revolución no se apoyaron ni
solicitaron colaboración a ninguno de los dos partidos políticos tradicionales. El Liberal
fue relegado y los dos conductores de la contienda chaqueña Eusebio Ayala y José F.
Estigarribia abandonaron el país, tras el exilio. El militarismo irrumpía en el escenario
político del país y se sentía con suficientes fuerzas para reemplazar a los partidos
organizados en la conducción del Estado. Se debe indicar que durante este período, las
doctrinas nazis- fascistas y comunistas se hallaban en pleno auge. Sus ideas se
expandían por todo el mundo, especialmente en América Latina y por consiguiente
también en nuestro país.
Obras de gobierno
Durante el mandato de Franco se promulgaron varias leyes que crearon nuevas
instituciones como los ministerios de Agricultura y de Salud Pública, el Banco de la
República del Paraguay (ex Oficina de Cambios). Se dictó además la ley de reforma
agraria y se concluyó el Oratorio de la Virgen de la Asunción, que fue destinado a
Panteón de los Héroes.
Con el propósito de remodelar la zona y crear una plaza adyacente al nuevo edificio del
Panteón, tuvieron que demolerse varias viviendas y comercios, entre ellos el restaurante
"Español", de donde partía el famoso trencito a San Lorenzo, cuyas locomotoras

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despedían tanta chispa que las vestimentas de los pasajeros casi nunca salían ilesas de
las quemaduras.
El Coronel Franco, a diferencia de otros gobiernos militares, intentó realizar algunas
reformas en beneficio de los sectores populares. La clase trabajadora encontró
situaciones propicias para reorganizarse y la militancia sindical aumentó
considerablemente. En el mes de marzo de 1936 se creo la Confederación Nacional de
Trabajadores, agremiando a 67 sindicatos. Las primeras reclamaciones presentadas al
gobierno por esta organización fueron:
- Implantación en todo el país de las jornadas laborales de ocho horas.
- Reajuste de los sueldos y salarios de acuerdo al costo de vida.
- Anulación de las leyes que restringían la actividad política y sindical.
Estas demandas fueron atendidas, pero solo en forma parcial.
Por otra parte, varias mujeres vinculadas al comunismo y febrerismo se unieron para
formar una institución que agrupase a todas las mujeres identificadas con la nueva
política. La Unión Femenina del Paraguay fue la primera organización de género que
contó con estatutos y un programa de 27 puntos.
Por ese tiempo, empezó a circular un periódico llamado Por la Mujer, para las
mujeres que trabajan y piensan. Considerado el medio de comunicación feminista
más combativo que se haya editado en el país. El mismo era dirigido por la señora
María de Casati, directora de una institución de Corte y Confección, en donde desarrolló
un método conocido como sistema Casati.
Por otra parte, fueron repatriados los prisioneros de guerra bolivianos y paraguayos. En
el orden religioso, en 1937 se llevó a cabo el primer Congreso Eucarístico Nacional. Ese
mismo año se resolvió vender gran cantidad de material bélico del parque de guerra. La
mayoría estaba constituida por armas bolivianas capturadas durante la guerra.
La implantación del nuevo régimen político fue demasiado brusco. El pueblo no estaba
habituado a transformaciones muy radicales y en consecuencia fue creándose una
atmósfera opresiva. Los militares exigieron cambios en el gabinete y nuevamente se
produjo otro golpe militar el 13 de agosto de 1937. El Coronel Franco tuvo que
renunciar para evitar derramamiento de sangre. Fue designado para ocupar la
presidencia, un miembro del liberalismo: Félix Paiva.
Presidencia de Félix Paiva (16-VIII- 1937 al 15 –VIII- 1939)
El doctor Paiva, doctorado en Derecho por la Universidad Nacional, ilustre maestro,
destacado periodista y político, fue el único paraguayo que ostentó la presidencia de los
tres Poderes del Estado. Estaba desempeñando el cargo Decano de la Facultad de
Derecho cuando fue llamado a ocupar la Primera Magistratura.
Una vez asumido el poder, permitió el regreso al país de numerosos liberales exiliados.
Se restableció en sus funciones a los legisladores del Congreso Nacional y se puso
nuevamente en vigencia la Constitución de 1870. Durante su corto mandato, se
decidieron dos cuestiones de límites fundamentales. En 1938, se firmó con Bolivia los
Tratados de Paz, Amistad y Límites, en el cual se consignaron las fronteras actuales de
nuestro país con Bolivia. En 1939, se firmó un acuerdo con la Argentina por el cual se
solucionó el arduo litigio sobre el Río Pilcomayo. Según el laudo arbitral de 1879,
establecía que el límite entre ambas naciones era “el brazo principal del río” en
cuestión. Pero, por su curso muy irregular no se podía precisar cual era este brazo. Un
acuerdo firmado en Buenos Aires puso fin al pleito, precisándose que el brazo principal
era el que desemboca en Itá Enramada, hecho que favorecía al Paraguay.
Por ese tiempo, se iniciaron los trabajos de la campaña presidencial del Conductor de la
Guerra del Chaco, José Félix Estigarribia, quien asumió el mando apoyado por el
Partido Liberal.

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Presidencia de José F. Estigarribia (15-VIII-1939 al 7 –IX- 1940)


Al tiempo que Estigarribia asumía la presidencia, se desencadenaba en Europa la II
Guerra Mundial.
El gobierno de Estigarribia marcó el comienzo de la cooperación económica de los
Estados Unidos. Con varios empréstitos norteamericanos se inició la construcción de
una moderna carretera en dirección hacia la frontera con el Brasil, denominada Ruta II y
otra que más tarde, uniría la capital con Villarrica. Igualmente, se inauguró el Mercado
Municipal Nº 1 de Asunción
La prensa opositora a través del periódico “El Tiempo” (grupo denominado los
tiempistas), apoyada por grupos estudiantiles y obreros, había desatado una campaña
contra el gobierno. En consecuencia, Estigarribia decretó la intervención de la
Enseñanza Secundaria y Comercial. El 16 de febrero, los miembros del Congreso
presentaron su renuncia colectiva, argumentando que su decisión se debía al clima de
agitación política que imperaba en el país y particularmente en el seno de las Fuerzas
Armadas, cuyos miembros simpatizaban con la política del Eje (Berlín - Roma – Tokio)
y exigían medidas firmes. Dos días más tarde, Estigarribia asumió todos los poderes del
Estado, derogó la Constitución de 70 y decretó una tregua política, consistente en la
suspención de las actividades públicas de los partidos políticos.
Asimismo decretó un Estatuto Agrario, mediante el cual se afirmaba el dominio
eminente del Estado sobre el suelo de todo el territorio nacional y consideró que todas
las tierras eran aptas para la explotación agropecuaria y la colonización, aquellas que no
fueran racionalmente explotadas por sus propietarios.
La Carta Constitucional de 1940
El 19 de julio de 1940, se sancionó una nueva Constitución, de tendencia totalitaria, la
cual fue aprobada por un plebiscito el 4 de agosto y jurada el día 15 de ese mes.
Por la nueva Carta Magna, se fortalecieron las atribuciones del Presidente, el cual
gobernaría por un lapso de cinco años, pudiendo ser reelecto por un período más. Se le
facultaba asimismo, disolver el Parlamento, que pasó a llamarse Cámara de
Representantes y dictar leyes-decretos. Se suprimió el cargo de Vicepresidente, se creó
el Consejo de Estado, compuesto por los Ministros y otros nueve miembros. El Poder
Judicial estaría a cargo de la Corte Suprema de Justicia y aunque se aseguraba su
independencia, se afirmaba la preponderancia absoluta del Poder Ejecutivo sobre los
demás poderes. Los derechos y garantías individuales fueron mantenidos pero con
estrictas limitaciones. Esta Constitución rigió hasta el año 1967.
Muerte de Estigarribia
El 7 de setiembre de 1940, el Presidente Estigarribia, junto a su esposa, pereció en un
accidente aéreo, en las cercanías de Altos, La nación entera lloró por el héroe de la
Guerra del Chaco. El Consejo de Ministros designó presidente Provisional al Ministro
de Guerra, general Higinio Morínigo.
La Cultura durante el Período Liberal
Este periodo se caracterizó por el surgimiento de una nueva corriente literaria y artística
con el fin de modernizar la vida y las ideas. Antes de forjar pensamientos propios, los
representantes de la intelectualidad buscaron ponerse al día en los progresos de la
cultura europea. Se hallaba latente el anhelo de modernizar al Paraguay que había
emergido de una gran hecatombe.
Pertenecen a esta generación una pléyade de figuras que sobresalieron en distintos
campos.
Cecilio Báez, uno de los representantes más genuinos del modernismo. Docente, orador
y político. A principios del siglo XX es el jefe aclamado por la juventud que lo ve, el

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abanderado del nuevo Paraguay. Gran investigador de nuestro pasado. Publicó “La
tiranía en el Paraguay”, “Resumen de la Historia del Paraguay” “Historia Diplomática
del Paraguay”, entre otras obras.
Fulgencio R. Moreno, fue un activo periodista, político y excelente diplomático. Le
cupo representar a nuestro país en diversas ocasiones. Sus afanes los dedicó a resaltar
los derechos del Chaco Boreal. Entre sus más importantes obras se citan “La ciudad de
Asunción”, “Estudio sobre la Independencia del Paraguay”, “Diplomacia paraguayo –
boliviana”
Blas Garay, Fue un afamado periodista e historiador. Fundó el periódico “La Prensa”.
Sus obras históricas como “Compendio elemental de la historia del Paraguay”, “Breve
resumen de la Historia del Paraguay”, “El comunismo en las misiones de la Compañía
de Jesús” merecen un especial destaque en la historiografía nacional. Falleció
trágicamente a la edad de veintiséis años.
Manuel Gondra, de vasta cultura, participó en varios congresos internacionales en
donde dejó muy alto el nombre del Paraguay. Sus principales escritos fueron reunidos
en un volumen titulado “Hombres y letrados de América”.
Juan E. O´Leary, con el seudónimo de Pompeyo González, empezó desde muy joven a
escribir artículos en donde por primera vez se defendía la figura del Mariscal López.
Fue un magnifico poeta y prosador. Escribió además una innumerable cantidad de
artículos y ensayos y libros de historia, entre los cuales se citan “Historia de la Guerra
de la Triple Alianza”, “Nuestra epopeya”, “El libro de los héroes”, “El Centauro de
Ybycuí”, “El Mariscal Solano López”.
Juansilvano Godoy, se le debe la más grande Biblioteca americana del país, más tarde
incorporada a la Biblioteca Nacional. A él se debe la consagración de la figura del
General Díaz. Entre sus principales obras figuran “Ultimas operaciones de guerra”,
“Monografías históricas”, etc.
Manuel Domínguez, talentoso orador y escritor. Contribuyó a elevar el espíritu
nacional. Sus principales escritos fueron reunidos en “El alma de la raza”, “El Paraguay,
sus grandezas y sus glorias” y otros ensayos.
En las letras sobresalieron:
Alejandro Guanes, Gran poeta nacional, su producción fue breve pero substancial. Su
obra “las leyendas” en donde revivifica los lejanos tiempos idos y merece un lugar
importante en la lírica nacional. Escribía en varios medios de prensa bajo el seudónimo
de “El tío Camándulas”. Una obra póstuma suya es “De paso por la vida”.
Manuel Ortiz Guerrero, fue un gran poeta popular. Puso letra a las guaranias de José
Asunción Flores. También hizo teatro en versos. Sus obras completas fueron editadas en
1952, en donde sobresalen “Loca” e “India”.
En narrativa se mencionan a:
José Rodríguez Alcalá con su obra “Ignacia”, Eloy Fariña Nuñez, “Las vértebras de
pan”, Juan Stefanich con “Aurora”, Natalicio González en “Cuentos y parábolas”
El arte pictórico estuvo representado por:
Jaime Bestard, quien aportó las tendencias del post impresionismo en sus telas.
Guillermo Da Re, pintó varios cuadros de carácter histórico.
Julián de la Herrería, fue un precursor del arte moderno en el Paraguay. Se dedicó a la
pintura, a la escultura, y al grabado.
En música, entre otros aparecen, a comienzos del siglo, Agustín Barrios, un talento
excepcional de la guitarra. Barrios recorre el mundo y la música paraguaya adquiere un
valor universal. En la década del 20, José Asunción Flores creó la guarania y fue uno
de los más grandes compositores nacionales.
En música popular se distinguieron:

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Emiliano R. Fernández con “Ha che pueblo”, “Regimiento 13”, “Che parajhecué”.
Víctor Montórfano, “Tetaguá Sapucai”
Herminio Giménez, “”Lejanía”, “Chovy Purahei”
Demetrio Ortiz, “Recuerdo de Ypacaraí” “”Mis noches sin ti”

UNIDAD XIV: GOBIERNO DE MORÍNIGO Y SEGUNDA HEGEMONÍA


COLORADA
Presidencia de Higinio Morinigo (7 IX- 1940 al 3-VI-1948)
Al asumir el mando, el general Morínigo rectificó la política de su antecesor. Los
colaboradores liberales de Estigarribia fueron apresados, desterrados o recluidos en
campos de concentración. Se inició una persecución contra el Partido Liberal, el cual
fue disuelto por el polémico Decreto 12.426. El Partido Republicano, denominado
Colorado (por el color de su bandera) ofreció su cooperación, pero Morínigo prefirió él
apoyo del Movimiento Nacional Revolucionario, (unión de franquistas y tiempístas –
civiles sin representación partidaria- organizado a fines de 1939). Pero como el coronel
Franco negó su colaboración y los franquistas se retiraron, ocasionando la disgregación
de dicho Movimiento. La Cámara de Representantes no fue constituida y el Gobierno
proclamó que él “orden, la disciplina y la jerarquía” eran las nuevas normas reguladoras
de la convivencia. Se iniciaron duras represiones contra los obreros y los sectores
democráticos. Se implantó el Estado de Sitio y se crearon tribunales de defensa del
Gobierno, capacitados para aplicar la pena de muerte a los delitos políticos.
Principales obras
Las inclinaciones derechistas de los políticos que rodeaban a Morinigo, le guiaron en un
principio a adoptar una posición de simpatía hacia la causa del Eje en la segunda Guerra
Mundial. Producida la agresión japonesa en Pearl Harbour, Morínigo lamentó que la
contienda tuviera sus efectos en el continente americano. Primero, insinuó la
conveniencia de una acción común en solidaridad con la Argentina, partidaria del
mantenimiento de la neutralidad continental. No obstante, presionado por Estados
Unidos, el 28 de enero de 1942 el Paraguay rompió relaciones con el Eje. Esta actitud le
valió el importante apoyo financiero y político del Gobierno norteamericano, lo cual le
permitió emprender diversas obras públicas.
En 1943, se realizaron las elecciones presidenciales, en donde Morínigo sin oposición
ocupó constitucionalmente la Primera Magistratura por el periodo 1943-48. Ese mismo
año, fue invitado por el presidente Roosevelt a visitar Washington. La Cámara de
Representantes de ese país, le dedicó una sesión especial y la Universidad de Fordham
de Nueva York le confirió el título de doctor en Derecho honoris causa. Con todo, las
organizaciones nazis continuaron funcionando libremente en el Paraguay dos años
después de la ruptura de relaciones, pero a insistentes reclamaciones de los Estados
Unidos, finalmente el 8 de febrero de 1945, el gobierno paraguayo declaró también la
guerra a las potencias del Eje.
La cooperación financiera de Estados Unidos se multiplicó de manera extraordinaria y
permitió a Morínigo emprender diversas obras. Entre ellas, se inició la formación de la
Flota Mercante del Estado, adquiriéndose modernas embarcaciones. Se creó la aviación
comercial paraguaya. Se fundó el Instituto de Previsión Social (IPS) y el Banco del
Paraguay, se construyó el local del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social. Se
asfaltaron y empedraron varias calles asuncenas, que aun contaban con el empedrado a
cuña. Se demolió el antiguo Mercado Municipal, ubicado frente al edificio del Banco
Central, convirtiéndose ese sitio en una plaza y se habilitaron ocho mercados en
distintos barrios asuncenos.

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Otras realizaciones fueron: la Corporación Paraguaya de Carnes (COPACAR), la


Corporación Paraguaya de Alcoholes (COPAL), El Centro de Instrucción para Oficiales
de Reserva (CIMEFOR), la Escuela Técnica Vocacional, Instituto Geográfico Militar y
la creación de colonias agropecuarias.
Nuestro dinero, el peso fuerte se hallaba muy devaluado. Dejó de circular al implantarse
una nueva moneda: el guaraní, dividido en 100 céntimos.
Se estableció, además una nueva división territorial de la República, creándose 16
Departamentos con sus respectivas capitales y pueblos dentro de cada jurisdicción.
En cuanto al campo educativo, se fundó la Escuela de Humanidades, base de la Facultad
de Filosofía que abrió sus puertas en 1948.
La Primavera Democrática
Al desaparecer el tiempismo de la escena política, Morínigo gobernó con un Gabinete
integrado por militares y apolíticos, prescindiendo de los partidos políticos. En
diciembre de 1944, numerosos intelectuales, encabezados por el Rector de la
Universidad, pidieron la convocatoria de una Asamblea constituyente y libertad de
organización política. El Rector fue destituido y los peticionarios fueron encarcelados y
desterrados. Igualmente, los trabajadores, juntamente con los estudiantes se plegaron a
las protestas solicitando una apertura política. Ante esta situación, Morínigo buscó el
respaldo de una fracción del partido colorado denominada “Guión Rojo” liderada por
Natalicio González.
El 9 de junio de 1946, los oficiales jóvenes del Ejército se sublevaron solicitando las
libertades públicas. Morínigo dominó la situación y conservó el poder. Integró un nuevo
gabinete de coalición con políticos colorados, febreristas y militares. (Tres Ministros
febreristas, tres colorados y dos militares). El nuevo gobierno terminó con la tregua
política y permitió el retorno de los políticos exiliados motivando una grandiosa
demostración popular. El Partido Liberal fue restituido pero no formó parte del
gobierno. Durante todo el segundo semestre del 46, se sucedieron concentraciones
políticas y discursos. Colorados, febreristas, liberales y comunistas participaban
libremente de todo los actos políticos. A este período que va desde junio de 1946 a
marzo de 1947 se conoce como la “Primavera Democrática”.
Guerra Civil del 47
El gobierno de coalición, muy pronto empezó a agrietarse, los febreristas fueron
destituidos y se decretó nuevamente el Estado de sitio. Morínigo formó un nuevo
gabinete exclusivamente colorado.
Como apeligraba la hegemonía militar por los avances de la penetración colorada en el
gobierno, el 7 de marzo de 1947, un grupo cívico-militar asaltó la Policía de la Capital
y al día siguiente se sublevaron las tropas de Concepción y del Chaco. Morínigo contó
con la colaboración de los “guiones rojos” y los militares sublevados con miembros de
los partidos Liberal, Febrerista y Comunista. Estos últimos prometieron a la ciudadanía
elecciones libres y democratización del país. Los revolucionarios estuvieron a punto de
obtener el triunfo, pero el gobierno ayudado por fuerzas militares recibidas desde la
Argentina, gobernada por Juan Domingo Perón, hizo fracasar los planes
revolucionarios.
Las consecuencias fueron trágicas. Morínigo reprimió duramente a los insurrectos. Más
de 400.000 de connacionales emigraron del territorio nacional, afincándose en zonas
limítrofes. El Partido colorado, volvía a retomar el poder después de cuarenta años en la
llanura.

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La anarquía gubernamental de 1948-1949


El país se vio nuevamente convulsionado y en anarquía. Se sucedieron los golpes de
Estado y los motines. Ante la presunción de que Morínigo no pretendía dejar el mando,
el 3 de junio de 1848, fue depuesto y le sucedió Juan Manuel Frutos. Tras esta breve
presidencia, el 15 de agosto subió al poder, el guión rojo, J. Natalicio González. La
situación nacional era caótica en todos los órdenes. El 3 de febrero de 1949, González
fue derrocado y le sucedió Raimundo Rolón, quien sólo gobernó 26 días y luego Felipe
Molas López por siete meses. El 10 de setiembre fue derrocado por un movimiento
revolucionario que llevó al poder a Federico Chávez, líder colorado del sector
democrático.
Presidencia de Federico Chávez (10-IX-1949 al 4-V-1954)
Chávez intentó pacificar al país, pero tuvo que luchar fuertemente con los sectores
oponentes de su propia nucleación política y con los demás partidos.
En marzo de 1951, el gobierno devaluó la moneda en el empeño de controlar la
inflación y la pérdida de las reservas de oro. La crisis económica se agravó al año
siguiente, cuando la Argentina, también en medio de una profunda crisis económica,
canceló un acuerdo comercial con el Paraguay.
En 1952, se establecieron varias leyes de carácter social que beneficiaron a los
trabajadores. En las elecciones generales del 15 de febrero de 1953, el presidente
Chávez fue reelegido, de nuevo sin oposición. En junio de ese año estableció un control
salarial de precios con el fin de dominar la inflación.
En otro orden de cosas, durante este gobierno se instaló la fábrica de cemento Portland
en Valle – mí. Se inauguró el cine teatro Victoria y se creó la Escuela de Policía. Varias
compañías aéreas empezaron a operar en Asunción. El 4 de mayo de 1954, fue
depuesto por un golpe militar. Subió a la presidencia, el Arquitecto Tomás Romero
Pereira, quien entregó el poder a Alfredo Stroessner el día 15 de agosto de ese año.

PROCESO HISTORICO DE 1954 A 1989


EL ASCENSO Y LA AFIRMACIÓN DE ALFREDO STROESSNER
En la segunda mitad del siglo XX, nuestro país fue escenario de varios acontecimientos
cuyas consecuencias en todos los órdenes aun se pueden apreciar en el presente. El
segundo lustro de los años cincuenta marcó el inicio del stronismo, régimen que se
extendió hasta el final de la década del 80 y que imprimió su huella en la vida política,
social, cultural y económica nacional.
Gobierno de Alfredo Stroessner (15-VIII-1954 al 3-II1989)
Con el fin de cumplir con lo establecido en la Constitución, el 11 de julio de 1954, el
electorado paraguayo votó al único candidato y representante del partido colorado, el
general Alfredo Stroessner, quien se erigió en Presidente de la República y
Comandante en Jefe del Ejército, para el período de 1953-1958.
Posteriormente, siguió ejerciendo la primera magistratura por varios períodos hasta su
derrocamiento en 1989.
Situación política, social económica. 1954-1968.
Stroessner inició su mandato en plena etapa de la guerra fría. Durante 1956 y 1957
fueron sofocados varios intentos de grupos de izquierda y de otros sectores del partido
colorado que no estaban de acuerdo con el régimen instaurado. Los colorados,
pertenecientes al Movimiento Popular Colorado (MOPOCO) fueron exiliados del
país. Por otra parte, la intervención de la Universidad Nacional, que regía desde la
década del 40, fue levantada y por medio de la Ley 356, la Universidad logró su

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autonomía. En 1957, el país dio un giro geopolítico con la fundación del Puerto
Presidente Stroessner, hoy Ciudad del Este, sobre el río Paraná, con el Brasil, y con
la apertura de rutas se inició la marcha hacia el este. Ese mismo año, se inauguró la
Facultad de Arquitectura y se inició la construcción del Hotel Guaraní.
Por un plebiscito en 1958 se confirmó a Stroessner como presidente por otro periodo
de cinco años. Se inició la construcción de la Ruta Transchaco y se prosiguió la de la
Ruta I. El movimiento guerrillero 14 de mayo, mayoritariamente liberal fue reprimido
por el Ejército. En las elecciones legislativas de 1960, los políticos colorados ganaron
sin oposición todos los escaños del Parlamento. Ese mismo año, se fundó la
Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción y Stroessner iniciaba esta década
con el apoyo total del partido colorado.
En 1959 constituyó todo un acontecimiento la creación del sistema de aguas corrientes
(CORPOSANA), con más de ocho mil conexiones domiciliarias. Dos años después se
fundó el Banco Nacional de Fomento
En 1960, nuestro país rompió relaciones diplomáticas con Cuba. El Paraguay fue uno
de los países que estuvieron en favor de la acción colectiva, por medio de la
Organización de Estados Americanos, contra el régimen cubano.
En 1961, se aprobaron los derechos civiles de la mujer.
La alianza para el Progreso
Ese mismo año se reunieron en el Uruguay, 19 naciones latinoamericanas y Estados
Unidos y suscribieron la Carta de Punta del Este, conocida como la Alianza para el
Progreso. Estados Unidos suministraría la mayor parte del capital. Una de las
condiciones para recibir esta ayuda era el respeto a la democracia representativa.
Stroessner aceptó el plan y llamó a comicios para el período 1963-68. Por otra parte,
recordemos que desde 1947, rigió en el Paraguay un sistema de partido único, el
colorado.
Los partidos políticos
En 1962, el país contaba con una población de 1.819.103 habitantes. Para las
elecciones del siguiente año, se invitaron a los demás partidos políticos, (menos al
MOPOCO). Un sector del Partido Liberal (PL), dirigido por los hermanos Carlos y
Fernando Levi Ruffinelli, propusieron la candidatura de Ernesto Gavilán. Stroessner,
ganó los comicios. Durante esta década, el Presidente gozó de cierta popularidad, en
parte debido al continuo progreso económico, pero se debe considerar que también
muchos paraguayos tuvieron que exiliarse por no estar de acuerdo al régimen. En
1964, se reconoció como partido político al Revolucionario Febrerista (PRF) Al año
siguiente, se inauguró la planta televisora de Canal 9 “Cerro Corá”.
Como la Constitución de 1940 no previa más de una reelección, se precisaba realizar
varias modificaciones. En consecuencia se realizaron algunas negociaciones con la
parte mayoritaria del liberalismo, legalizándose así el Partido Liberal Radical (PLR).
Se llegaba de esta manera a legitimar el régimen.
En 1967, se convocó a la Convención Nacional Constituyente para redactar una nueva
carta Magna. Participaron cuatro partidos políticos, el colorado y tres opositores, el
PL, el PLR y el PRF.
Para las elecciones de 1973 ya no participó el PRF, por la falta de apertura política y
en 1977 cuando se reformó el artículo constitucional que no permitía la reelección
presidencial, se retiró el sector mayoritario del PLR, creándose el Partido Liberal
Radical Autentico (PLRA). El Partido Demócrata Cristiano (PDC) nunca fue
legalizado por no reunir más de diez mil afiliados.

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La Constitución de 1967
La Convención Constituyente se reunió entre el 23 de febrero y el 25 de agosto de 1967
y promulgó una nueva Carta Magna, el texto de la misma está resumido en el siguiente
cuadro.
Todo el poder se concentró en el Ejecutivo. Este podía disolver el Congreso (Poder
Legislativo), sin que éste tuviera posibilidades de controlar al Ejecutivo. El presidente
tenía como única obligación dar cuenta de sus actividades en su informe anual al Poder
Legislativo. Cualquier proyecto de ley puede ser vetado por el Poder Ejecutivo y las
Cámaras solamente podrán volver a tratarlo con el voto afirmativo de los dos tercios de
ambas Cámaras. Durante el receso parlamentario, el Poder Ejecutivo tenía la potestad de
dictar decretos con fuerza de ley, con dictamen del Consejo de Estado, órgano compuesto
por figuras de la confianza del Jefe del Estado. El presidente decreta por sí solo el Estado
de Sitio y solamente está obligado a dar cuenta al Congreso, cinco días después de su
promulgación. El Poder Judicial, representado por la Corte Suprema de Justicia y el
presidente elige a sus miembros y a todos los jueces y demás magistrados.
Adaptado de la Constitucional Nacional de 1967

Al amparo de esta Constitución, Stroessner fue reelecto en 1968, 1973, 1978, 1983 y
1988.
Período 1968-1982
Es el lapso de mayor esplendor del régimen stronista. Una síntesis del sistema político
de este período se describe de la siguiente manera:
1. El régimen autoritario – tradicional se estructura sobre la base de la trilogía Partido -
Fuerzas Armadas - Gobierno, en donde cada uno de estos llega a concretar un pacto de
dominación, sin que los mismos pierdan su autonomía relativa.
2. En éste trío de dominación, Stroessner es el caudillo militar gobernante, el encargado
de impartir las directivas y el principal forjador del proyecto político
3. El Partido Colorado es el responsable fundamental del funcionamiento del sistema
prebendario, como así también del proceso de despolitización
4. El papel del Ejército no consiste en aparecer en actividades conjuntas con el Partido
Colorado. Los jefes militares son los destinatarios principales de los beneficios del
sistema prebendario, a través de cuyo mecanismo se los mantiene alejados de la política
partidaria.
5. El régimen tradicional paraguayo deja sin embargo un espacio abierto para la
intervención de otras fuerzas políticas y sociales.

Obras de gobierno
Los años que transcurren entre 1968 y 1982, constituyó un período de estabilización
económica y relacionamiento externo. A finales de la década, el régimen de
Stroessner dio un paso significativo al extender las relaciones con los países vecinos.
En mayo de 1968, Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay firmaron el Pacto
del Río de la Plata. Con este acuerdo, en el que se hacía una llamada al desarrollo
conjunto de la cuenca del Río de la Plata, se esperaba poder estimular la economía de
toda la región, lo que interesaba primordialmente a Paraguay, la nación menos
desarrollada en el área. Antes de terminar el año 68 se puso en funcionamiento el
primer generador de la usina hidroeléctrica del Acaray. Asimismo, funcionaban en el
país 2.264 escuelas con 399.591 alumnos.
Gracias a la ayuda externa con fuerte capital norteamericano y a las inversiones
extranjeras, se realizaron obras de infraestructura. Se asfaltaron varias rutas, se
inauguró la moderna vía Asunción–Paranaguá, se construyó un puente internacional

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sobre el río Pilcomayo y otro sobre Remanso Castillo. Asimismo, se creó un moderno
sistema de telecomunicaciones, radio-eléctricas e inalámbricas. Continuando con la
política de expansión del Estado, siguieron fundándose empresas e instituciones como
El Instituto Paraguayo para la Vivienda y Urbanismo (IPVU) Refinería Paraguaya
S.A. (REPSA), mas tarde, llamada PETROPAR. El Instituto de Bienestar Rural
(IBR), Aceros del Paraguay, (ACEPAR) y Líneas Aéreas Paraguayas (LAP)
Ley 209
Por medio de la Ley 209, denominada “Defensa de la Democracia” se autorizaba al
Ejecutivo ejercer medidas represivas contra los sectores socio-político oponente al
régimen. La Iglesia Católica expresó severas medidas en contra de la aplicación de la
mencionada ley.
Los años ¨70
En la década de 1970 y principios de la de 1980, el país consiguió una cierta
estabilidad económica y social, fruto del gobierno autoritario, desarrollado por
Stroessner. Con la Argentina, se firmó un tratado para el aprovechamiento energético
de Yacyretá – Apipé, aunque el acuerdo quedó suspendido por varias décadas. Sin
embargo, Itaipú, la represa hidroeléctrica más grande del mundo, fue construida sobre
el río Alto Paraná, en una operación conjunta con Brasil. Se controló la inflación, pero
la reducción de los mercados para las exportaciones paraguayas provocó la elevación
del desempleo y el empeoramiento del comercio paraguayo.
Se creó, también la Dirección de Colonización Militar, con el fin de beneficiar a los
ciudadanos del Servicio Militar, adjudicándoseles lotes agrícolas. Aumentó la
producción de rubros tradicionales a más de la soja y el arroz. Entre 1976 y 79, las
recaudaciones de las exportaciones se duplicaron. Se generaron oportunidades para el
sector empresarial, la colonización permitió la expansión de la economía campesina y
se facilitó préstamos al nivel privado. La producción pecuaria reportaba unas
5.600.000 cabezas de ganado vacuno. Sin embargo, el contrabando dentro del sistema
fue una constante. En 1978, más de 250.000 cabezas de ganado, fueron al Brasil en
forma ilegal. Antes de terminar la década, 16.139 alumnos y alumnas asistían a las
once facultades y siete institutos de la Universidad Nacional.
En el campo cultural surgió una generación de artistas plásticos como Carlos
Colombino, Olga Blinder, Hermann Guggiari, quienes realizaron magnificas obras
pictóricas y escultóricas. La labor científica fue desplegada de manera extraordinaria,
especialmente sobre las etnias guaraníes por algunos investigadores y antropólogos
como Branislava Susnik y León Cadogan.
Protestas sociales
Este panorama de estabilidad se vio perturbado esporádicamente por el creciente
distanciamiento de la Iglesia Católica, influida por los nuevos vientos que soplaron a
partir del Concilio Vaticano II (1962-1965), por las manifestaciones estudiantiles y
organizaciones campesinas que pretendieron la autonomía del poder. Todos estos
movimientos fueron reprimidos.
CRISIS DEL REGIMEN 1982-1989
En 1982, fue expulsado de nuestro país, el famoso novelista paraguayo Augusto Roa
Bastos y España le concedió la ciudadanía. Ese mismo año, vivían en el país
3.029.830 personas. El crecimiento urbano registró una población de 1.295.345
residentes, mientras el sector rural, 1.734.485 habitantes. El esplendor económico de
las décadas anteriores, empezó a decrecer. La finalización de las obras de Itaipú
coincidió con la depresión de los precios de las materias primas en el Mercado
Mundial. Se produjo una evasión de divisas del Banco Central y luego de 20 años de
estabilidad monetaria, el guaraní de devaluó de manera considerable. Del contrabando

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de la exportación se pasó al contrabando de la importación. Se recurrió, además al


negocio de las drogas para acumular riquezas. Ante esta situación el gobierno entró en
un fuerte endeudamiento externo. Entre 1985 y 87, cayeron los precios del algodón y
la soja. A finales de 1988, se devaluó el guaraní con relación al dólar en un 800%.
Movimientos sociales y políticos
A mediados de la década de los 80, se intensificaron las movilizaciones de oposición
al gobierno del Presidente Stroessner. Los partidos PLRA, PRF, PDC y el MOPOCO
fundaron el Acuerdo Nacional. Asimismo se iniciaba un proceso de derrumbe de los
regímenes militares en toda América Latina y el Paraguay era el único país que aun
era gobernado por una dictadura militar.
En el mes de agosto de 1987 se realizó la Convención del partido colorado en donde
dos corrientes lucharon por el poder. La fractura fue inevitable entre los colorados
tradicionistas liderados por Juan Ramón Chávez y Luis M. Argaña y los militantes,
que respondían al Cuatrinomio integrado por a Abdo Benítez, Adam Godoy Giménez,
Eugenio Jaquect, Juan Domingo Montanaro. La victoria fue para los militantes y esta
misma división se trasladó también a las Fuerzas Armadas, en donde empezaron a
surgir descontentos por la cúpula partidaria que pretendía intervenir en esta
corporación.
El 2 y 3 de febrero de 1989
En 1988, Stroessner fue nuevamente reelecto por otro período más, pero el bajo
rendimiento económico, las disputas dentro de la elite del partido de gobierno y las
organizaciones sociales que iniciaron un proceso de recuperación de espacios y
reorganización, precipitaron la caída del régimen.
En la noche del 2 de febrero de 1989, día de la Virgen de la Candelaria, se gestó el
golpe de Estado, dirigido por el general Andrés Rodríguez, el cual terminó en la
madrugada del día siguiente con el derrocamiento del presidente Stroessner,
culminando así un extenso período de gobierno que duró treinta y cinco años.

LA TRANSICIÓN HACIA LA DEMOCRACIA


Gobierno de Andrés Rodríguez (3-II-1989 al 15-VIII-1993)
Después del 3 de febrero todas las libertades públicas comenzaron a regir
inmediatamente. Los medios de prensa clausurados durante el régimen anterior
volvieron a aparecer. Las organizaciones sociales dejaron de tener el peso del control
autoritario y en breve tiempo, se empezó a vislumbrar en el Paraguay un panorama
diferente caracterizado por una amplia libertad, que simbolizó el contexto de las
primeras elecciones celebradas en mayo de ese año. El General Rodríguez frente a otros
candidatos de la oposición, obtuvo un triunfo superior al 70% de los sufragios. Bajo su
mandato se inició la democratización del país, con medidas tales como la legalización
de los partidos políticos y las organizaciones sociales e incluso la ciudadanía en general
reivindicaciones sin amenazas desde el Estado. Se inició un proceso diferente en donde
las expresiones ciudadanas volvían a tener valor. Asimismo surgieron nuevos temas,
que anteriormente se hallaban prohibidos durante la dictadura, como por ejemplo lo
relacionado con las FF.AA.
Organizaciones sociales
En agosto de 1989 surgió la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la que con la
Central Nacional de Trabajadores (CNT) se constituyeron en los principales referentes
organizativos del sindicalismo urbano, el cual se acrecentó en número de manera
extraordinaria. En 1987, la cantidad de trabajadores afiliados a los sindicatos era de
unas 20.000 personas. Tres años más tarde, la cifra sobrepasaba los 80.000. En el
ámbito rural, la apertura política hizo brotar a la superficie muchos conflictos sociales

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que durante bastante tiempo habían estado ocultos. El agudo problema agrario se
manifestó con toda su crudeza y se produjeron grandes e importantes ocupaciones de
tierras y posteriormente se realizaron marchas, manifestaciones callejeras, ocupaciones
del local del IBR, concentraciones frente a la Catedral y en las plazas del Congreso.
Sólo en dos meses se ocuparon unas 80.000 hectáreas. Se creó la Federación Nacional
Campesina (FNC) que en la actualidad agrupa a gran cantidad de organizaciones
campesinas. También en ese primer año de la transición fue marcada la presencia de las
organizaciones de mujeres. Fueron intensas las actividades de la Coordinación de
Mujeres del Paraguay y de la Multisectorial de Mujeres.
Elecciones municipales, constituyentes y generales
En el escenario internacional, 1989 marcó el fin de la guerra fría y se pasó de un
anticomunismo a un pluralismo amplio en las cuestiones políticas. En el Paraguay,
también se reflejó ese cambio, el cual quedó demostrado en las elecciones generales, en
las municipales y en las constituyentes.
En las elecciones municipales realizadas el 26 de mayo y el 23 de junio de tuvieron
gran importancia en el proceso de transición. Porque se efectuaron bajo la nueva
legislación electoral, la Ley 1/90, que estableció una profunda ruptura con la legislación
anterior. Se fijó la posibilidad de alianzas, la representación proporcional, se facilitó la
formación de Partidos, además se creó un boletín único de voto para cada tipo de
candidaturas. Asimismo, el único documento válido para la inscripción y el ejercicio del
sufragio era la cédula de identidad. Por primera vez, se reconoció la posibilidad de
presentar candidaturas independientes y de elegir por el voto directo a los intendentes.
Anteriormente, el Poder Ejecutivo nombraba a los Intendentes.
Por sobre todo en estas elecciones se rompió el monopolio político del Partido
Colorado, al triunfar en Asunción, un independiente, Carlos Filizzola y en más de 40
municipios, candidatos de la oposición.
Por medio de las elecciones constituyentes del 1 de diciembre de 1991, la historia del
Paraguay registraba por primera vez en sus anales, la elección en comicios libres a
futuros convencionales constituyentes y aunque la participación fue menor que en las
municipales, participaron tres sectores políticos: el colorado, el PLRA y el
independiente denominado Constitución para todos.
La Constitución de 1992
El 20 de junio de 1992, se sancionó la primera Constitución con legitimidad
democrática. La misma sentó las bases efectivas para un Estado de Derecho al
restablecer el equilibrio entre los tres poderes con controles mutuos. Esta Ley
Fundamental creó el Consejo de la Magistratura, base primordial para la reforma
judicial, el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y la Defensoría del Pueblo entre
otros. Perfeccionó, asimismo otros organismos ya existentes como la Contraloría
General de la República. Se dispuso una nueva organización territorial al Estado con
la descentralización política y estableció mecanismos de participación ciudadana como
el referéndum. Por otra parte la Constitución de 1992, determina específicamente las
funciones de las FF.AA., separándolas de toda clase de intromisión política. Uno de los
puntos más fundamentales de la Carta Magna es la reforma judicial, conformada en
abril de 1995 por el Consejo de la Magistratura y la disposición de la nueva Corte
Suprema de Justicia
El MERCOSUR
Probablemente una de las realizaciones más importantes durante este gobierno en el
plano internacional fue la firma del Tratado de Asunción en 1991 para el
establecimiento de un mercado común en Sudamérica.

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El Mercado Común del Sur (MERCOSUR) pretende crear un mercado libre, mediante
la reducción de aranceles entre los países miembros (en la actualidad, Argentina, Brasil,
Paraguay, Uruguay, Chile y Bolivia). También trata de adoptar políticas regionales de
comercio, integrar recursos, dotar a la región de más influencia en la esfera comercial y
actuar como precursor en el desarrollo de una zona de libre comercio en el hemisferio
occidental. La sede del MERCOSUR está en Buenos Aires.

Otras obras de gobierno


Durante el mandato de Rodríguez, hubo un gran auge cultural. Nuestro compatriota,
Augusto Roa Bastos, recibió el Premio Cervantes, máximo distinción de las letras
castellanas. La doctora Blanislava Susnik fue galardonada por el gobierno con el premio
Nacional de la Ciencia. Fueron repatriados los restos de dos personalidades que
sufrieron el exilio de gobiernos anteriores, una del máximo exponente de la guarania,
José Asunción Flores y la otra del presidente de la victoria, Eusebio Ayala.

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