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Días de enriquecimiento para el matrimonio

2011 -
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Las ovejas conocen la voz del Pastor – Parte 6


“¿Cuál es el sonido de su voz?”
Pastor Erich Engler

Te invito a ir conmigo al libro de Juan cap. 10 y allí vamos a leer los vers, 3 y 4 donde Jesús nos dice
lo siguiente:
“A éste (al pastor) abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las
saca.
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz.”
¿Podemos esperar que el Señor vaya delante de nosotros para guiarnos? Es mejor que Él sea quien
vaya delante de nosotros y no al revés ¿verdad?
El buen pastor, Jesucristo, nos ofrece así la mejor vida que podemos disfrutar sobre la tierra.
¿Por qué va el pastor delante de sus ovejas? Si conocemos el salmo 23 sabemos hacia donde Él
nos guía. El pastor nos lleva a lugares de delicados pastos.
¿Podemos disfrutar de la mejor vida que pueda existir aquí sobre esta tierra con la guía del buen
pastor? ¡Claro que sí!
Cuando el pastor saca las ovejas fuera del redil para ir hacia lugares de delicados pastos, estas
deben caminar hasta llegar allí. ¿Cuántos saben que ese lugar no se encuentra seguramente
delante de la puerta del redil, ni tampoco tal vez a “la vuelta de la esquina”? A menudo desearíamos
que fuera así ¿verdad?
Nosotros, como ovejas de su rebaño, deseamos que cuando el pastor nos llama por nuestro nombre
para llevarnos a lugares de delicados pastos, este se encuentre en las inmediaciones, pues no nos
agrada andar mucho para llegar allí.
Lamentablemente no es así, sino que el pastor llama a cada una por su nombre, las saca y
comienza con ellas el viaje hacia esos lugares de delicados pastos.
Al comienzo de ese viaje el camino está polvoriento. Imagínate todo el polvo que se levanta hasta
que salen todas las ovejas del aprisco. Incluso, es posible que al comenzar a salir ellas pisen
también algo del propio estiércol, pero eso también forma parte del viaje.
La cosa es que, ese prado de pastos delicados no se encuentra de repente delante de la puerta de
salida.
Imagínate que al atardecer, cuando cantidades de ovejas entran en el aprisco para pasar la noche,
levantan mucho polvo. Sería absurdo poner una alfombra a la puerta de entrada al aprisco porque
en pocos días estaría estropeada por los pisotones.
Alrededor del aprisco no se encuentra ese “hotel 5 estrellas” donde ellas pueden pasar la “gran
vida”, sino que tienen que llegar hasta allí.
Primero deben caminar sobre polvo, luego tal vez sobre su propio estiércol y por lo general viene
una loma la cual deben ascender.

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Todo eso forma parte del camino y, según el lugar donde el pastor las desea llevar, este puede durar
más o menos tiempo.
El pastor, que va delante, sabe que los pastos de la próxima pradera ya están roídos así que debe
seguir más adelante donde son más tiernos y altos. Posiblemente eso les cueste una hora más de
camino. Así es que siguen caminando cuesta arriba y cuesta abajo..; por senderos pedregosos y
polvorientos..; otra vez cuesta arriba..; tienen un pequeño descanso sobre el llano y… otra vez
cuesta abajo donde todas tienen que ir frenado para no colisionar entre sí..; luego viene un sendero
bastante plano..; luego atraviesan el bosque donde tienen que pasar sobre obstáculos como raíces o
árboles caídos..; y el pastor las anima a seguir..; otra vez viene una cuesta arriba..; y así
sucesivamente… hasta que van vislumbrando que allí más adelante está esa verde pradera pero,
todavía les falta un trecho para llegar.
Aunque las ovejas vislumbran la verde pradera, todavía no se echan sobre ella, ni comen, ni rumian,
porque todavía deben llegar hasta allí. Ellas deben seguir caminando hasta que el pastor llegue a la
meta y se detenga allí donde las quiere llevar a pastar.
La mayoría de los creyentes desean salir del aprisco e inmediatamente, a la vuelta de la esquina,
encontrar los pastos delicados donde descansar. Lamentablemente no funciona tan fácil la cosa,
primero deberán hacer un camino, donde tendrán sed, cansancio y hambre, hasta llegar allí donde el
pastor las quiere llevar.
Muchos cristianos no se dan cuenta de eso y se quejan que siendo creyentes por algunos años se
encuentran todavía en el desierto. La solución es que sigan al pastor, y él los va a llevar a ese lugar
de delicados pastos.
Hay ovejas que se creen muy listas, como para tomar un atajo y llegar antes. A esas ovejas yo las
denomino: ovejas tipo Rambo, como aquel personaje de la película que luchaba por sobrevivir
actuando siempre como solitario.
Ese tipo de creyentes no tienen interés de ir con el resto del rebaño siguiendo al pastor y toman
atajos por su cuenta, creyendo que van a llegar antes a destino.
Esas ovejas piensan: “¿por qué tengo que estar yo mezclado con esas otras ovejas en el aprisco
donde hay olor desagradable?, ¿no puedo hacerme acaso mi propio aprisco?”
Ellas piensan que son tan listas y que conocen todos los atajos. Lamentablemente no son pocos los
creyentes que piensan así.
Están también las otras ovejas que van con las demás, pero después de un tiempo se apartan del
rebaño. Si hubieran seguido juntas hubiesen sabido que la meta estaba cerca, pero así se pierden
de vista y no pueden retomar el camino. Lo peor es que no siguen al buen pastor.
El rebaño es guiado hacia lugares de delicados pastos y aguas de reposo, pero el camino hasta
llegar allí no es siempre el más fácil.
La manera de llegar allí es siguiendo al pastor, y él nos lleva a la meta.
¿Cuántos saben que por más cerca que estemos de esa pradera, podemos tomar la salida
equivocada y desviarnos de la meta?
Eso sucede más a menudo de lo que creemos.
Si todos nosotros, como creyentes y ovejas de su rebaño, siguiéramos fielmente al pastor, el mundo
sería diferente.
Pero, lamentablemente hay bastantes creyentes que se creen que se la saben mejor y que conocen
todos los atajos posibles. ¡Pensar así es un gran error!
Todos nosotros somos ovejas de su prado y nos encontramos de camino sabiendo hacia donde
somos guiados. Porque conocemos el destino, permanecemos fieles en el camino siguiendo al
pastor que va delante, aunque a veces haya cuestas que subir u obstáculos que sortear. El pastor
desea que le sigamos, el camino está por delante y no podemos evitarlo. Por otra parte, mientras
estamos de camino aprendemos muchas cosas.
Por ejemplo: habrá momentos en que el pastor nos dirá que nos mantengamos muy cerca de Él
porque el lugar por donde estamos pasando es bastante peligroso y Él sabe que allí hay lobos
feroces que nos pueden atacar. En otros momentos, el pastor sabe que detrás de aquella colina se
esconden los leones, por eso Él nos lleva por otro camino. El pastor, quien va delante, sabe
perfectamente donde están los peligros, él sabe donde se esconden los enemigos de las ovejas, por
esa razón es bueno seguirle a Él consecuentemente.

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Pero, hay muchas ovejas que ponen en duda lo que dice el pastor y quieren probar por sí mismas si
allí realmente se esconden los leones y se arriesgan hasta el extremo de caer en sus garras.
En el aspecto espiritual, sucede que dichas ovejas son literalmente despedazadas por los leones.
¿Por qué razón es que el Señor nos compara con las ovejas del rebaño? Porque ese es el cuadro
más acertado para representar lo que somos como seguidores de Cristo en el camino de la vida
expuestos a peligros similares.
Lo más importante es que el Señor llama a sus ovejas por su propio nombre y ellas le siguen porque
conocen su voz.
Si deseamos seguir a nuestro buen pastor, debemos saber cómo es el sonido de su voz, ya que si Él
te dice que vayas hacia la izquierda tú debes escuchar precisamente eso, para no equivocarte y
doblar hacia la derecha. Lo mismo sucedería si Él te dice que sigas marchando y tú te detienes
porque no distinguiste la indicación que te dio.
Por esa razón, para poder hacer lo que Él nos dice, debemos conocer su voz. Cuanto mejor
conozcamos el sonido de su voz, tanto más fácil será poder obedecerla.
Por esa razón, es que la semana pasada definimos lo que es el hombre: él es espíritu, posee un
alma y vive en un cuerpo.
Habíamos visto también que, dado a que el ser humano es un ser espiritual oye la voz de Dios es su
interior, en el espíritu humano.
Cuanto más consciente seas que eres un ser espiritual, tanto más concreta será la guía de Dios en
tu ser interior.
Si sabemos que no tenemos que escuchar su voz en forma externa, sino dentro de nosotros,
debemos determinar cuál es el sonido de su voz.
Nosotros recibimos tantos impulsos externos que estamos acostumbrados a reaccionar hacia ellos.
Sabemos distinguir perfectamente los diferentes sonidos que nos llegan a través de los distintos
altavoces. Nuestro oído físico está perfectamente entrenado para distinguir los diferentes sonidos
externos.
De la misma manera podemos llegar a entrenar nuestro oído espiritual para distinguir cuando es
Dios quien nos habla y cuando no.
En lo natural tenemos 5 sentidos por medio de los cuales percibimos el mundo exterior, pero a la vez
tenemos un sexto sentido el cual es nuestro espíritu y que debe ser entrenado para poder percibir
las cosas espirituales.
La semana pasada, mientras estaba en el estudio de grabación donde se hacía la grabación de
nuestro nuevo Cd pude darme cuenta que los músicos percibían ciertos detalles que yo no
distinguía, eso era porque ellos tienen el oído entrenado para eso.
Exactamente así, cada uno de nosotros podemos entrenar nuestro oído espiritual para reconocer el
sonido de su voz, y distinguir la diferencia entre las muchas otras voces que hay en el mundo.
Pablo nos dice en 1 Corintios cap. 14 vers, 10 que hay muchas voces en el mundo. Hay voces
espirituales y hay voces físicas. Los ángeles tienen voz, el diablo tiene una voz, tu espíritu tiene una
voz y Dios por supuesto también tiene la suya. De ahí que tenemos que distinguir quien está
hablando.
Si conocemos el sonido de la voz de Dios podremos distinguir también cuando nos hablan otras
voces.
Cuando conocemos la voz de Dios hablándonos a nuestro espíritu, entonces dejamos de prestar
atención a voces equivocadas. Hay creyentes que prestan oídos a todo tipo de voces sin establecer
ninguna diferencia.
Para comprender cuál es el sonido de su voz vamos a ir al pasaje de 1 Pedro cap. 3 vers, 3 y 4:
“Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos,
sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de
gran estima delante de Dios.”
Hay creyentes conservadores que cuando leen este pasaje interpretan que no está permitido usar
alhajas de oro, ropa costosa, etc., etc., pero eso no es lo que Pedro nos quiere decir aquí, sino que
él acentúa que lo más importante es el atavío interno.
Si nos ataviamos solo exteriormente y no tenemos en cuenta nuestro ser interior estamos errando al
blanco. Pedro no prohíbe aquí el adorno externo, sino dice simplemente que el interno es de más
importancia.

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Mis maestros en la fe enseñaban que es bueno tener lo mejor de ambos mundos, eso quiere decir:
procurar alcanzar lo mejor del mundo espiritual y tratar de tener lo mejor posible del mundo material.
Eso es algo bueno ¿verdad?
En la clase anterior habíamos dicho que aquí Pedro, en el vers, 4, se refiere al espíritu humano y el
énfasis recae en las palabras: afable y apacible.
Justamente así es como suena la voz de Dios de manera suave y dulce, su voz es afable y apacible.
Uno de mis maestros en la fe acuñó la frase: “still small voice” al referirse a la forma en que Dios nos
habla por medio del testimonio interior. Es una voz suave, dulce y delicada.
Vamos a ir al libro de 1 Reyes cap. 19. Allí encontramos la historia de Elías cuando huye de Jezabel
y Acab porque estos procuran matarle, llega al monte Horeb y completamente desanimado se
esconde en una cueva deseando morirse.
Desde el vers, 9 leemos:
“Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra del Señor, el cual le dijo:
¿Qué haces aquí, Elías?
(10) El respondió: He sentido un vivo celo por el Señor Dios de los ejércitos; porque los hijos de
Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo
yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
Él está equivocado cuando piensa que está solo, porque Dios todavía tiene varios miles de su lado.
La diferencia es que Elías no sabe eso. Dios sabe que él necesita un toque divino para ser
fortalecido.
¿Cuántos saben que un toque divino puede salvar nuestras vidas de la muerte y cambiar
completamente una situación?
(11) El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante del Señor. Y he aquí el Señor que pasaba, y
un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante del Señor; pero
el Señor no estaba en el viento.
Un viento poderoso es algo espectacular del cual nos tenemos que proteger. Todos sabemos que el
viento y la tormenta se ven y se sienten en las cosas que vuelan a nuestro alrededor.
Y tras el viento un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto.
Un terremoto es algo que también vemos y sentimos por los efectos que deja a su paso.
(12) Y tras el terremoto un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo
apacible y delicado.
(13) Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la
cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Antes que él oyera ese silbo suave y apacible, hubo todo tipo de manifestación ruidosa y
espectacular. Elías supo que en ese sonido suave estaba la voz de Dios que le comenzaba a
mostrar que él no estaba solo. Este toque divino salva su vida de la muerte.
Dios no estaba en el viento, ni en el terremoto, ni en el fuego. A menudo deseamos que Dios nos
hable en forma espectacular.
Cuando se trata de oír su voz, no lo vamos a encontrar en esas manifestaciones espectaculares. Él
nos habla de manera suave y apacible.
Vamos a ver otra historia. Está en el libro de 1 Samuel cap. 3
La voz de Dios suena completamente normal. En tu ser interior no vas a experimentar truenos, ni
tormentas, ni palpitaciones sino que va a ser algo suave y apacible.
Samuel, siendo niño, está en el templo bajo el cuidado de Elí.
Leemos desde el vers, 1 lo siguiente:
El joven Samuel ministraba al Señor en presencia de Elí; y la palabra del Señor escaseaba en
aquellos días; no había visión con frecuencia.
En realidad no debería ser lo normal que la palabra del Señor escaseara y que no hubiera
revelación, el motivo era porque los hijos de Elí vivían en pecado.
(2) Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a
oscurecerse de modo que no podía ver,
(3) Samuel estaba durmiendo en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios; y antes que la
lámpara de Dios fuese apagada,
(4) El Señor llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.

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(5) Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí, ¿Para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he
llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó.
(6) Y el Señor volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme
aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate.
(7) Y Samuel no había conocido aún al Señor, ni la palabra del Señor le había sido revelada.
¿Por qué es que Samuel va cada vez a Elí pensando que es él quien lo llama? Porque la voz de
Dios suena normal, humana, y comprensible. Samuel pensaba que era su mentor quien lo llamaba.
La voz de Dios es fácil de comprender, suena completamente normal. Él no te habla en lenguas,
sino en el idioma y la forma que tú puedes comprender.
(8) El Señor, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí;
¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven.
(9) Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Señor, porque tu siervo oye.
Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.
Aquí el maestro, o mentor, Elí le enseña a su discípulo como tenía que hacer cuando escuchara la
voz de Dios. Elí reconoce que es Dios quien está llamando a Samuel.
(10) Y vino el Señor y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel
dijo: Habla, porque tu siervo oye.
Ahora Dios puede mostrarle a Samuel lo que Él desea.
¿Cómo suena la voz de Dios? ¿Por qué es que Samuel la escucha aún estando dormido?
¡Cuántos saben que mientras dormimos bajamos el nivel de nuestros “propios altavoces”?
Justamente aquí vemos lo que mencioné antes, la voz de Dios es suave y delicada y en la noche,
cuando descansamos, es tal vez el momento más propicio para oírla.
Vamos a ir ahora al libro de Job cap. 4 allí leemos desde el vers, 12 lo siguiente:
“El asunto también me era a mí oculto; mas mi oído ha percibido algo de ello”.
En la traducción DHH está expresado de la siguiente manera: “Calladamente me llegó un mensaje,
tan suave que apenas escuché un murmullo”.
Un murmullo, una voz suave y delicada ¿nos es familiar esto? Dios llamaba a Samuel con voz muy
suave, casi un murmullo en medio de sus sueños cuando todo estaba en silencio.
Lo que seguimos leyendo es como lo interpretó la gente en aquel momento, ellos lo describen en
sus palabras de la siguiente manera:
(13) “En imaginaciones de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres,
(14) Me sobrevino un espanto y un temblor, que estremeció todos mis huesos;
(15) Y al pasar un espíritu por delante de mí, hizo que se erizara el pelo de mi cuerpo.
(16) Paróse delante de mis ojos un fantasma, cuyo rostro yo no conocí, y quedo, oí que decía:
(17) ¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo?”
Estas fueron las palabras que él oyó y suenan muy bíblicas ¿verdad?, suenan como que es Dios
mismo quien está hablando.
En otras traducciones habla de un “susurro” o un “murmullo muy suave”.
¿Es la voz de Dios estentórea o espectacular? ¿Habla Él por medio de rayos, truenos o granizo?
¡No!, sino que es una voz suave y delicada.
Esa es la manera en que Dios nos habla. Tenemos 4 testigos: Elías, Job, Samuel siendo aún un
niño, y lo que menciona 1 Pedro sobre ese espíritu, o ser interior afable y apacible.
Cuando Dios nos habla, su voz llega a nosotros como un suave susurro desde nuestro interior.
Para que podamos oír mejor esa voz, debemos mantenernos sensibles a su Espíritu.
Sin embargo, hay un pasaje en la Biblia, cuando Dios el Padre le habla a Jesús y los que están
alrededor escuchan el sonido de un trueno, mientras que Jesús mismo percibe solo la voz del Padre.
Esto lo encontramos en Juan cap. 12 vers, 29.
¿Por qué razón es que ellos no perciben un susurro en el interior, sino el sonido de un trueno?
En aquél tiempo, ellos no eran renacidos, estaban muertos espiritualmente y por lo tanto no tenían
una relación personal con Dios. Ellos nunca hubiesen podido percibir la voz de Dios como un
susurro interior dado a que no eran nuevas criaturas en Cristo. Dios no les podía hablar de otra
manera más que por medio de un sonido estentóreo como el de un trueno.
Bajo el antiguo pacto, la gente era guiada por elementos externos, bajo el nuevo pacto somos
guiados desde el interior.

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Bajo el antiguo pacto, Dios hablaba a su pueblo y les guiaba por medio de profetas, sacerdotes y
reyes. Nadie podía oír la voz de Dios en su interior.
Bajo el nuevo pacto, Dios nos promete que cada uno de nosotros, podemos escuchar su voz y eso
desde nuestro interior.
Por esa razón, bajo el nuevo pacto Dios no nos guía por factores externos sino desde nuestro
interior.
Para aquellos que estaban bajo el antiguo pacto y que no eran renacidos, el hecho de escuchar un
trueno o una voz audible y estentórea era una señal que Dios les estaba hablando, pero esa no es la
norma para nosotros hoy.
En Romanos cap. 8 vers, 14 y 16 leemos:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.
(16) El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.
El Espíritu santo de Dios le da testimonio a nuestro espíritu humano de que somos hijos de Dios, de
que somos salvos.
Así es como Dios guía a sus hijos. Ese testimonio interior no es ni un trueno, ni un rayo sino algo
suave y delicado.
Bajo el antiguo pacto hay un par de excepciones, como en el caso de Samuel, cuando Dios le habló
a su interior, o de Elías que tuvo un anticipo de lo que sería en el nuevo pacto.
Tanto Samuel como Elías eran hombres que estaban en posiciones de liderazgo establecidas por
Dios para guiar al pueblo de Israel y por eso Dios les dio un anticipo de lo que iba a venir con el
nuevo pacto: la comunicación de Espíritu a espíritu.
Vuelvo a enfatizar que para poder oír esa voz suave y delicada con que Dios nos habla debemos ser
sensibles al Espíritu santo.
La mejor forma de practicar esa sensibilidad es hablar en lenguas.
Dios nos otorgó el hablar en lenguas para hacernos sensibles a su voz.
Una de las cosas más importantes para ejercitar esa comunión con Dios es el bautismo en el
Espíritu santo. Él nos ayuda a oír e interpretar correctamente la voz de Dios.
Dado que la guía de Dios es su voz suave y delicada hablando a tu interior, debes dejar de estar
buscando su guía por medio de factores externos.
Eso hace también que debes dejar de oír lo que otras personas, que se denominan a sí mismas
“profetas”, te digan. No estoy queriendo decir con eso que no escuches buenos consejos de otras
personas, pero si alguien te da una “palabra” que no coincide con lo que te dice esa voz interior, de
algún manera alguien está equivocado. Esa voz interior que habla a tu espíritu de forma suave y
delicada es la guía más segura.
De la misma manera dejarás de pedir señales externas, para saber si estás o no en la voluntad de
Dios. Dejarás de estar queriendo interpretar sueños para saber sobre la voluntad de Dios.
Por supuesto que Dios puede hablarte por un sueño, pero la mejor manera como Él desea
comunicarse contigo es hablándole a tu espíritu con esa voz que tu puedes comprender, dicho de
otra manera: “cara a cara”.
Vamos a ir al libro de Números cap. 12 donde leemos lo siguiente comenzando con el vers, 1:
“María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él
había tomado mujer cusita.
(2) Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado el Señor? ¿No ha hablado también por nosotros?
Y lo oyó el Señor.
(3) Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.
(4) Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y
salieron ellos tres.
(5) Entonces el Señor descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y
llamó a Aarón y a María; y salieron ambos.
(6) Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta del Señor, le
apareceré en visión, en sueños hablaré con él.
(7) No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa.
(8) Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras;”
El problema con la interpretación de sueños es que al fin y al cabo se tiene un enigma, no se sabe
bien claro que es lo que significan. José podía interpretar muy bien los sueños, alguna que otra

6
persona en la Biblia también, y eso no es algo que se pueda aprender en un seminario, pero la
mayoría de los que se dicen que pueden interpretar sueños dicen cualquier cosa.
Dios te habla principalmente “cara a cara” o sea en forma personal de Espíritu a espíritu, si Él lo hizo
así ya con Moisés cuanto más lo hará ahora con la nueva creación, sus hijos renacidos, como lo
encontramos en el nuevo pacto.
Cara a cara significa que el Espíritu santo de Dios le da testimonio a nuestro espíritu humano.
Si yo escucho su voz suave en mi interior, será tan clara y precisa que no tengo necesidad de andar
buscando la interpretación porque Él no me habla por enigmas.
Habíamos leído en el vers, 8: “Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la
apariencia del Señor. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?”
María y Aarón se habían puesto orgullosos y decían: “¿Solamente por Moisés ha hablado el Señor?
¿No ha hablado también por nosotros?” Hoy en día es exactamente igual, algunos dicen: “¡yo
también tengo al Espíritu santo y Dios me mostró tal y cual sueño!”, pero inventan una interpretación
que no puede ser.
Por supuesto que Dios puede hablarte directamente a ti por medio de un sueño, pero eso va a ser
siempre la excepción. Lo normal es que Él hable a tu interior con esa voz suave y apacible que tú
puedes comprender.
Si tienes un sueño y no sabes que puede significar, ¡déjalo de lado!
En todos los años que llevo en el camino del Señor, Él me habrá hablado 2 veces por sueños como
mucho, pero las otras cientos y cientos de veces Él me ha hablado siempre de Espíritu a espíritu por
medio del testimonio interior.
Cuando sabemos cómo es el sonido de su voz y aprendemos a escucharla en nuestro espíritu no
necesitamos de esas otras cosas, como sueños, visiones o “palabras” de parte de Dios por medio de
otras personas, aunque muchos sean los que sostengan que eso sea de imperiosa necesidad.
El Señor desea que desarrollemos una sensibilidad a las cosas espirituales y para eso proveyó el
hablar en lenguas.
Cuando practicamos esto, nuestro oído espiritual se irá haciendo más y más sensible a la voz de su
Espíritu.
Ahora sabes que su voz suena de manera completamente normal. No es nada espectacular, no son
truenos ni relámpagos, sino un sonido suave y delicado que tú puedes comprender perfectamente.
Puedes pedirle al Señor que te ayude a cultivar la sensibilidad del oído espiritual para poder
escuchar su voz.
¡El Señor es tan bueno! Siempre aprendemos por medio de su Palabra ¿verdad?
Si bien es cierto que hubo cosas en esta enseñanza que tal vez te produjeron un poco de dolor, era
necesario mencionarlas para erradicar errores.
¿Qué es lo que tienen en común todos estos ejemplos mencionados? Que Dios habla por medio de
una voz suave y delicada, un susurro en nuestro ser interior.
Oremos: “Padre te agradecemos tanto que eres tan bueno con nosotros. Te pedimos por sobre
todas las cosas, que nos ayudes a escuchar la voz del pastor, esa voz tan suave y delicada que
pasa casi desapercibida en este mundo tan lleno de actividades y de sonidos estentóreos y que
corre una carrera desenfrenada. Te pedimos que nos ayudes a desarrollar la sensibilidad espiritual
para poder percibir tu dulce voz.
Padre, te pido por cada una de las personas que escuchen o lean este mensaje para que en el
próximo tiempo estén atentos a tu voz. Enséñales tú mismo lo que eso significa, otórgales revelación
sobre lo que realmente quiero decir con eso de que tú nos hablas “cara a cara”, o de Espíritu a
espíritu. Gracias que nos concediste la capacidad de hablar en lenguas lo cual nos ayuda a llegar a
ese nivel donde tenemos una comunión más íntima contigo.
Tú eres un Dios que está cercano de aquellos que te buscan y te agrada revelarte a ellos. Gracias
por todo lo bueno que vamos a experimentar de ahora en adelante por medio de tu guía personal en
nuestras vidas”. ¡Amén!

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