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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DE LA DEFENSA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL POLITÉCNICA
DE LA FUERZA ARMADA NACIONAL
NÚCLEO TÁCHIRA

PRIMERAS CIUDADES URBANAS


Guía de Estudio Nº V

CODIGO: CIV-30712
ASIGNATURA: ARQUITECTURA Y URBANISMO
HORAS / SEMANALES: 3 ESPECIALIDAD: INGENIERIA CIVIL
CREDITOS: 2 UNIDADES DOCENTE: ARQ. AURA OSIVEL BAEZ

SAN CRISTOBAL, NOVIEMBRE 2016


LAS PRIMERAS CIUDADES

Las primeras ciudades que conocemos gracias a la arqueología surgieron en la


zona de Oriente Próximo entorno a los 7000 años de antigüedad y asociadas a las
primeras culturas neolíticas. La cercanía de los ríos Eufrates y Tigris permitio el
cultivo de cereales y otras plantas que podían ser regadas por medio de las obras
de canalización que realizaron los habitantes de estas primeras ciudades.
Calat-Huyuk es una de las ciudades de este periodo que la arqueología nos ha
permitido conocer y que por su antigüedad tiene una especial importancia.
Podemos aprender algunas cuestiones sobre esta ciudad de Calat-Huyuk en este
vídeo.
En este entorno surgieron también los primeros edificios públicos que caracterizan
a la ciudad, los palacios y los templos. Unos y otros funcionarán como grandes
oficinas administrativas en las que se llevaba el control de la producción de
alimentos y del comercio. La necesidad de administrar esta información llevó a la
aparición de sencillas formas de anotación, contabilidad y escritura. Al principio
pequeños esquemas del objeto o material al que se referían, acompañado de una
numeración que consignaba su cantidad. A partir de ahí los signos fueron
haciéndose cada vez más abstractos y esquemáticos, dando como resultado en la
zona de Mesopotamia a la escritura Cuneiforme.
Las ciudades antiguas
El modelo urbano aparece con la revolución neolítica. La posibilidad de cultivar plantas
implica, no solamente una menor necesidad de un territorio y una mayor concentración de
la población, sino la creación de unos excedentes agrícolas que permiten liberar a parte
de la población para otras funciones: artesanía, comercio o Estado. Desde el comienzo
serán estas otras funciones las más características de la vida urbana.

La ciudad neolítica se convierte en modelo de convivencia. En ella se encuentra la


industria y el mercado, y gracias a estas actividades puede crecer, tanto en extensión
como en población. Pero el tamaño de esta ciudad es limitado por culpa de la
productividad agrícola e industrial, la capacidad del mercado y las posibilidades técnicas,
que no permiten grandes aglomeraciones, aunque algunas ciudades de la antigüedad han
sido muy grandes, acercándose al millón de habitantes, como Roma.

Las primeras civilizaciones urbanas aparecen hace unos 5000 años en siete regiones
diferentes: la llanura del valle del río Hoang-ho (Huixia, Anyang, Gaocheng), el valle del
Indo (Harapa, Mohenjo-Daro, Balatok), los valles del Tigris y el Éufrates (Nínive, Babilonia,
Ur, Uruk, Asur), el valle del Nilo (Ilahun, Menfis, Giza, Tebas, Abidos), el valle del Níger
(Goa, Tomboctú), las altas mesetas mesoamericanas (Tikal, Cocaxtlan, El Tajín,
Tenochtitlan, Copán), y las alturas peruanas (Tiahuanaco, Pikimachay, Machu Picchu,
Nazca). No se puede descartar una comunicación entre todas estas regiones, pero no
parece que fueran lo suficientemente intensas como para determinar que una de ellas es
el origen y las demás son focos de difusión, particularmente si consideramos las
civilizaciones urbanas americanas. Es de destacar que en todas estas zonas hay un
denominador común: las primeras

La ciudad ha sido siempre objeto de la Geografía urbana, sin embargo, es en nuestro


siglo, y especialmente a partir de la segunda guerra mundial, cuando la Geografía urbana
adquiere real importancia.

Se define como Geografía urbana a la rama especializada de la Geografía humana que


tiene como finalidad explicar, después de un estudio o análisis del sistema urbano, tanto
su parte formal como funcional, y sus relaciones con el sistema de ciudades del mundo en
diferentes escalas y con diversos enfoques; que estarán relacionados con los objetivos
que se persigan respecto del objeto de estudio (la ciudad).

Dentro de la Geografía urbana podemos hacer dos consideraciones; por una parte
tenemos una perspectiva externa, mediante la cual se estudia la ciudad en relación con la
región donde está ubicada (ciudad en un área), y por otra parte se contempla una
perspectiva interna, mediante la cual se estudia la ciudad como un sistema (aspecto
intraurbano). Esto depende de la escala de tratamiento. Considerando a la ciudad como
área.
Historia del urbanismo
No resulta fácil definir lo que es una ciudad, ni determinar porqué surgen, y sin
embargo todo el mundo reconoce una ciudad en cuanto la ve: tiene una alta densidad de
población, construcciones muy próximas y «altas» y una gran actividad económica en sus
calles, sobre todo del sector servicios. Sin embargo, no todas las partes de una ciudad
tienen servicios; algunas tienen industria y en otras sólo residencias. Además, no siempre
la construcción del continuo urbano es denso, ni está separado del campo por un frente
de edificios.

Parece lógico definir a una ciudad por su función; pero las funciones de una ciudad son
muchas y muy variadas y, además, cambian con el tiempo. Quizá la única función que no
tiene es la producción agrícola, ni el sector primario, en general: minas, silvicultura, etc.;
los altos precios del suelo no lo permite, ya que son actividades que necesitan mucha
superficie para ser rentables. Pero ni siquiera esto es absoluto, ya que encontramos
actividades agrícolas en las ciudades antiguas.

Las principales funciones urbanas son:

La función comercial que hoy en día es la razón de ser de todas las ciudades.

La función residencial ya que en ella vive la mayor parte de la población. En los


países ricos más del 75% de la población vive en ciudades.

La función administrativa, ya que concentra los centros de decisión tanto


públicos como privados.

La función cultural ya que en ella se encuentran los principales centros de ocio y


de difusión de ideas y opiniones. El turismo urbano se alimenta de esta
concentración cultural.

Todas las ciudades tienen varias funciones , aunque en ocasiones unas


están más desarrolladas que otras. Por ejemplo en las capitales de provincia la
función administrativa está muy marcada, ciudades como Benidorm tiene una
función turística muy clara.

No obstante, una cosa que no se le puede negar a la ciudad es su capacidad


para organizar el territorio en torno a sí , y las actividades económicas en
torno a su centro de urbano o de negocios. Desde su aparición, la ciudad ha sido
el instrumento básico para transformar el entorno, para colonizar el territorio, para
construir un medio diferente en el que la vida humana tenga todas las ventajas.
La ciudad, y su concepto, ha cambiado a lo largo del tiempo, desde las
casas rurales contiguas de las ciudades más antiguas, a la ciudad como población
amurallada que definiera Alfonso X el Sabio, o la ciudad actual, tan extensa y
variada que se escapa a la escala humana.

No obstante, hay que tener en cuenta que la función, la forma y la estructura de


las ciudades depende de la concepción que sobre el ámbito urbano y el mundo,
tienen la cultura que las crea. Haremos especial hincapié en la historia de las
ciudades españolas.

Las ciudades del pasado


Las ciudades antiguas
La ciudad clásica

La ciudad griega
La ciudad romana

La ciudad medieval

La ciudad islámica
La ciudad cristiana

La ciudad moderna

La ciudad contemporánea
La ciudad contemporánea

Las ciudades ideales


Partes de la ciudad contemporánea

Accesibilidad y equipamientos

La ciudad contemporánea
Durante el siglo XIX cambia radicalmente la sociedad, la economía y, por lo tanto, el
concepto de ciudad.

Aparece el capitalismo industrial y la creación de una nueva sociedad, la de clases,


con la burguesía dominadora del poder político; desde la Revolución francesa y las
revoluciones burguesas del 38, 48 y 68, y con el proletariado cada vez más explotado y
con unas condiciones de vida miserables. La burguesía es la ostentadora del poder
económico, y pronto lo será del político. Su concepto de propiedad es diferente al que
había en la Edad Moderna: es la propiedad absoluta, libre de servidumbres y que se
pueda comprar y vender. Uno de los hechos más trascendentales para la construcción de
la nueva ciudad es la desamortización, que pone en el mercado mucho suelo urbano y
posibilita la especulación por parte de la burguesía, cosa totalmente aceptada en la
época.
Durante el siglo XIX la ciudad cambia radicalmente, se hace industrial y burguesa; y
crece hasta dimensiones insospechadas, gracias al transporte. La ciudad contemporánea
gravita sobre dos ideas básicas: la concentración del mercado en torno a la creación de
un centro urbano y la reunión de la fuerza de trabajo y los consumidores.

El prototipo de ciudad es París, y la reforma de Haussmann el modelo de actuación


en todo el mundo. Haussmann propone una ciudad ordenada, en la que estén presentes
los supuestos higienistas de los ilustrados: alcantarillas, iluminación, calles anchas y
arboladas, etc. Pero, además, esta ciudad está construida con criterios policiales, ya que
se propone un plano; bien sea este radial, ortogonal, o cualquier otro; que permite la
represión de las manifestaciones revolucionarias. Sin embargo, lo importante del modelo
de Haussmann no es esto, sino el hecho de que somete a la ciudad antigua a toda una
operación de cirugía urbana, tirando lo viejo para construir lo nuevo, y todo ello financiado
por los poderes públicos: Haussmann es un ministro de Napoleón III.

El primer hecho significativo es la reforma interior. Consiste en un plan de rectificación


y ensanchamiento de calles en el que el municipio pone gran parte del capital. Es un
negocio especulativo, en el que se crea la «gran vía». Este espacio se convierte en una
zona comercial y se reserva a la burguesía. Es la creación del centro urbano. El centro
urbano es la zona principal donde se hacen los negocios, y en torno a la cual se disponen
las demás funciones de la ciudad, desde la administración a la residencia. El centro
urbano genera una segregación social en el espacio en virtud de los diferentes precios del
suelo que se crean con la actividad comercial y terciaria.

En el centro es donde se concentran los edificios más altos que están dedicados a
oficinas. A él se llega desde cualquier parte de la ciudad. El precio del suelo es muy caro.
En las ciudades españolas se encuentra en el ensanche.

La reforma interior engarza con el ensanche: un plan de expansión de la ciudad


reservado a la burguesía y a la función servicios, que como prolongación de la reforma
interior y la gran vía, se dirige, en la mayoría de los casos, a la estación del ferrocarril;
verdadero motor de la industrialización y del desarrollo económico. Esta expansión
supone la desamortización de los solares intramuros y el derribo de las murallas, al
menos en el área de crecimiento. La tendencia es a la colmatación de la ciudad y a la
progresiva desaparición de los espacios verdes, salvo algunos que fueron retenidos por
motivos especulativos, o programados en el Plan de Ensanche y Reforma Interior. En
todas las ciudades de España se hace ensanche: el de Madrid fue diseñado por Carlos
María de Castro, el de Barcelona por Ildefonso Cerdá, pero también en León, Málaga,
Mataró, etc. Además, algunas ciudades que no tuvieron Plan de Ensanche, el crecimiento
de la ciudad en el eje de la estación hizo las veces de él, como en Oviedo o en Valladolid.
Fuera del ensanche y la ciudad antigua quedaría el extrarradio.

Alrededor del centro urbano y en torno al ferrocarril aparece la industria urbana, que
caracteriza a la ciudad del siglo XIX. Pero las necesidades de espacio y los problemas de
la contaminación terminan por expulsar esta actividad de las urbes, en favor de la función
residencial y terciaria. La industria se instala en el extrarradio, cada vez más lejano del
centro, a medida que crece la ciudad.

Los altos precios de las parcelas tras los planes de reforma interior y ensanche suponen
que el proletariado no puede acceder a estas viviendas, por lo que aparecen dos tipos de
vivienda marginal: las barriadas del extrarradio, parcelaciones ilegales, sin un proyecto
conjunto y que dan al plano un aspecto irregular, a pesar de su regularidad interna; y los
corrales o casas de vecinos, en los cascos antiguos de las ciudades y en el ensanche.
Estos corrales se suelen encontrar en el interior de las manzanas o en los edificios
abandonados por la burguesía, que progresivamente se van deteriorando. Las
parcelaciones ilegales carecerán de infraestructura sanitaria, ya que el Ayuntamiento no
las reconocerá. Los altos precios hacen caro el suelo incluso para la burguesía, por lo que
los planes iniciales casi nunca se cumplen. Las parcelas se dividen, creándose calles
nuevas, porque son muy caras para un solo promotor. Las casas que se construyen
tienen más pisos de los previstos y menos espacio verde, todo para rentabilizar del suelo.

Con el tiempo, la burguesía fue trasladándose al ensanche y el casco antiguo se fue


degradando socialmente hasta que recientemente el interés por conservar los testimonios
del pasado y su nueva función, como lugar de ocio y turismo, lo ha revitalizado, para lo
que está siendo necesario expulsar de allí a las clases marginadas.

La nueva economía capitalista industrial creará una ciudad que acoja el mercado
concentrado, pero también al proletariado que trabaja en las fábricas, por eso, en todos
los países del mundo, en algún momento, hay un éxodo rural, el abandono del campo y la
emigración a la ciudad, donde está la industria. Esta concentración de la mano de obra no
sólo pretende tener la fuerza de trabajo agrupada y cerca, sino también desvinculada del
medio rural, al que podrían volver en caso de crisis. De esta manera la burguesía se
asegura que la fuerza de trabajo depende de ella para sobrevivir, y de paso que tiene
dedicación exclusiva, por lo que no hay escasez de mano de obra en las épocas
agrícolamente activas.

Con la explosión demográfica y la urbanización de la sociedad industrial, las ciudades


crecen. El transporte urbano es el que posibilita el crecimiento de las ciudades en
superficie, hasta límites insospechados poco antes, y sin grandes trastornos de tiempo. El
tranvía es el símbolo de la ciudad decimonónica y el coche privado el de la ciudad de
nuestro tiempo.

Tras la generalización del coche privado, la ciudad ha de adaptar su infraestructura


para su uso: se asfaltan las calles, se crean las aceras y se ponen las señales de tráfico,
especialmente el semáforo. Todos ellos son elementos presentes en nuestras ciudades
actuales. La ciudad tradicional no está preparada para este tráfico y presenta problemas
de congestión. Los atascos son frecuentes por lo que en todas partes han sido necesarias
las carreteras de circunvalación, la construcción de vías rápidas y la peatonalización de la
ciudad más antigua.

El crecimiento urbano ha supuesto la colmatación de la ciudad y la creación de barrios


social y funcionalmente diferenciados. En ellas aparecen distritos especializados en
determinadas funciones: negocios, residencia, ocio, turismo, etc.

Durante los años 60 el crecimiento demográfico fue, en España, más rápido que la
construcción de viviendas. Esto ha pasado en todos los países en algún momento. El
precio de las viviendas aumentó y las clases más humildes no pudieron acceder a ellas.
Aparecen así los barrios de chabolas y casas de autoconstrucción en las periferias de las
ciudades. Son suburbios socialmente marginados sin infraestructura sanitaria; lo que les
convierte en permanentes focos de infección, en los que la marginación es caldo de
cultivo de la delincuencia. Este proceso continúa en las ciudades del Tercer Mundo.

Pero la ciudad contemporánea es en la que se hacen reformas fundamentales: calles


nuevas, anchas y arboladas, alcantarillas, alumbrado y diversas medidas higienistas.
Además, se diseñan las urbes con criterios policiales y de organización política y
administrativa.

En el siglo XIX no se crean ciudades de nueva planta, pero sí se construye la nueva


urbe con arreglo a un plan. Ese proyecto dibuja distintos planos, con distintos objetivos,
dentro de cada ciudad. Hoy en día nos podemos encontrar, en todas las ciudades,
distintos tipos de plano según la época en la que fueron reformadas: desde el irregular de
la ciudad antigua, al plano radial, ortogonal o lineal. Sin embargo, esto no quiere decir que
no hubiese propuestas de ciudades ideales. Todos los socialistas utópicos tienen un
modelo urbano, muy similar, pequeñas comunidades de unos 1500 habitantes que se
abastecían de todo lo necesario.

Esta es la época en la que se adapta a los nuevos medios de transporte, como el


ferrocarril. En los años 20 surge un nuevo modelo de ciudad: se abren las calles para los
coches y se jerarquiza la red viaria; se crean las infraestructuras que llevarán el agua y la
electricidad a las casas, se recogen las basuras, etc., y aparece un nuevo tipo de edificio
que condicionará el paisaje urbano; el rascacielos y los edificios de varios pisos.

Los edificios de varios pisos permitirán el uso de los bajos para mercado y el resto del
edificio para vivienda. La revolución industrial necesita un mercado concentrado, y la
agrupación de la fuerza de trabajo de dedicación exclusiva, de ahí que la población se
reúna en las ciudades y se desvincule del campo.

La ciudad actual necesita de una gran infraestructura que debe situarse en las afueras,
desde hospitales y cementerios a vertederos, rondas de circulación, depósitos de agua,
transformadores eléctricos, etc. La ciudad debe dotarse también de pavimento asfaltado,
modernamente de calles peatonales, alumbrado, estaciones de transporte y taxi,
mobiliario urbano, recogida de basuras y toda una infraestructura sin la cual sería
imposible su funcionamiento.

Tras la segunda guerra mundial los poderes públicos de todo el mundo toman las
riendas de la planificación eficaz de la ciudad, aunque en muchos casos se salten sus
propias normas. La ciudad se fue equipando, e incorporó a su entorno las barriadas
marginales y del extrarradio. Se construirán viviendas obreras dignas y también para las
clases marginales, con el fin de erradicar el chabolismo. En la actualidad, se intentan
conservar los edificios más antiguos de la ciudad, pero la renovación del caserío ha sido
tan intensa que apenas quedan edificios anteriores al siglo XIX.

El caserío de la ciudad actual es marcadamente diferente al de la tradicional. En su


concepción han tenido una influencia decisiva los argumentos de la arquitectura
racionalista. Pero no es el modelo de Le Corbusier el que triunfa (edificios de viviendas en
altura rodeados de campo) sino su técnica de construcción. La arquitectura racionalista
permite optimizar el precio del suelo, permitiendo construir varias viviendas en altura, y
que los bajos de los edificios puedan ser utilizados para diversos negocios, tiendas,
oficinas, etc. En estos edificios el ascensor es un elemento esencial. Será en Chicago
donde se cree este modelo de ciudad, donde se pongan los primeros ascensores, donde
los bajos se reserven para los negocios y donde se construyan los primeros grandes
almacenes, otra de las señas de identidad de la ciudad actual. Este modelo es el que ha
permitido el aumento de la densidad humana en las urbes, y el crecimiento en altura del
paisaje urbano. Además, el equipamiento de la casa ha cambiado extraordinariamente,
gracias al alto consumo de energía y el abaratamiento de los electrodomésticos: luz
eléctrica, televisión, teléfono, frigorífico, lavadora, lavaplatos, microondas, ordenador, etc.

Las ciudades actuales han crecido enormemente, hasta el punto de haber absorbido
pueblos y ciudades vecinas. La aparición de las conurbaciones y las megalópolis es uno
de los fenómenos urbanos más dinámicos de nuestro tiempo. Existen regiones en las que
el continuo urbano entre ciudades es la tónica general, como Tokio-Yokohama, Liverpool-
Manchester, Washington-Boston, la región del Ruhr, etc.

Desde hace algún tiempo en todas las ciudades se observan fenómenos de


urbanización, que en las ciudades más grandes alcanzan la isócrona de 30 minutos, he
incluso más. Aparecen así viviendas unifamiliares en el entorno rural habitadas por gente
que viven de la ciudad conviviendo con gente que vive en y del campo

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