Ministerio Del Poder Popular Para La Educación superior
Taller de Video-Arte
Historia del video-arte
Autor: Canoura Estefania
Caracas, abril de 2017.
El Videoarte es un movimiento artístico, surgido en Estados Unidos y Europa hacia 1963, viviendo su apogeo en los años sesenta y setenta del siglo XX, aunque aún mantiene su vigencia. Experimentó las distintas tendencias de la época, como fluxus (con el que se relaciona especialmente), el arte conceptual, las performances o el minimalismo. El videoarte es un tipo de arte que se basa en imágenes en movimiento y se conforma de vídeo y/o datos de audio. El videoarte puede tomar muchas formas: grabaciones que se emiten, vídeos en galerías u otros lugares, o distribuidos como cintas de vídeo o discos de DVD; instalaciones escultóricas, que pueden incorporar uno o más aparatos de televisión o monitores de vídeo, visualización de imágenes y sonido 'en vivo' o grabados; y actuaciones en las que se incluyen las representaciones de video. Una de las principales diferencias entre el videoarte y el cine teatral es que el videoarte no necesariamente depende de muchas de las convenciones que definen el cine teatral. El videoarte puede no emplear el uso de actores, puede prescindir de diálogos, puede no tener narrativa discernible, o adherirse a cualquiera de las otras convenciones que generalmente definen el cine como entretenimiento. Esta distinción es importante, ya que propicia el videoarte no sólo de cine, sino también de las subcategorías en que esas definiciones pueden llegar a ser complejas (como en el caso de la vanguardia del cine o cortometrajes).
El arte que emplea la tecnología está siempre vinculado a la era de la
información en la que nos encontramos; implica ubicuidad, interdisciplinaridad, inmaterialidad y comunicación y el videoarte es una de sus ramas con mejor salud, al menos en cuanto a grado de utilización. Al hablar de ubicuidad, nos referimos a que sus mensajes pueden transmitirse con rapidez a cualquier lugar y su interdisciplinariedad implica que requiere, por parte del creador, de conocimientos más que básicos sobre distintos sistemas técnicos, a veces también de los propios de las Bellas Artes, y de su terminología específica. Inmaterial porque habitualmente un vídeo puede considerarse arte cuando comienza a proyectarse, cuando se pone en marcha el dispositivo analógico o digital que lo contiene; la cinta, CD-ROM o pantalla en sí no suele ser la propuesta artística. Muchos expertos hacen coincidir los inicios del videoarte con la salida al mercado, en los sesenta, de las cámaras portátiles de vídeo Sony en Estados Unidos, cuyo uso permitía tanto plantear como aprovechar múltiples aspectos del lenguaje del movimiento: la velocidad, la superposición de imágenes en el fondo, ese empleo del vídeo y de los televisores como materia prima creativa es una manifestación más del carácter experimental del arte contemporáneo, de la búsqueda continua de nuevas formas de expresión. Existen diversos tipos como: – La vídeo-acción se relaciona con las performances realizadas ante el público; este tipo de videoarte permite documentarlas. El performance o acción artística es una muestra escénica, muchas veces con un importante factor de improvisación, en la que la provocación o el asombro, así como el sentido de la estética, juegan un papel principal. – El vídeo experimental trata de indagar en el lenguaje propio de la imagen en movimiento y sus características expresivas y formales. En los años sesenta presentó una importante vertiente crítica en lo social y político, dando lugar a imágenes con intencionalidad estética y contenido reivindicativo. Se emitían en cadenas estadounidenses, a menudo locales, enfrentándose al sistema comercial de las televisiones privadas. – La videoinstalación o videoescultura se sirve de la televisión como material de elaboración, como sus términos anuncian, de instalaciones y esculturas.
La clasificación de cualquier obra de videoarte en estas tres corrientes no es tan fácil.
Un ejemplo lo encontramos en los trabajos de Dan Graham, que se relacionan
tanto con el videoarte como con la escultura. Para uno de sus proyectos, Body Press (1972), personas desnudas en el interior de un cilindro de cristal, de espejo en su interior pero transparente al exterior, llevaban una cámara de vídeo que apretaban contra su cuerpo, obteniendo tomas de todo lo que veían y moviendo la cámara alrededor de sí mismos sin desplazarse ellos. Lo que la cámara capta, es decir, partes de su cuerpo fragmentado, es lo que vemos los espectadores. A partir de aquellas tomas configuró Graham una película de veinte minutos con la que pretendía reflexionar sobre identidades y falsas identidades y sobre la notable vigilancia establecida en las ciudades. La obra de Graham tuvo mucha importancia en América en los setenta y pone de relieve cómo nuestra identidad está expuesta al ojo externo, hasta el punto de poder llegar a diluirse en el entorno, del mismo modo que, al cambiar la posición de la cámara, cambia nuestra percepción, como espectadores, del individuo que la porta. Todo es observado por el espectador: no hay intimidad, únicamente vigilancia o voyeurismo. Nam June Paik fue pionero en el uso y manipulación del vídeo, del monitor de televisión y también de la radio como objetos escultóricos. En dichas “esculturas”, cada monitor ofrece una imagen de vídeo previamente decidida y manipulada por el artista. Si en Jungla de vídeo(1977) se refirió a los televisores como elemento integrante de cualquier entorno, su obra Autopista eléctrica está compuesta por una serie de canales ultrarrápidos. Colocó el vídeo-panel que los contenía contra una pared, tomando como referencia la disposición de los televisores en las tiendas, y ofreció en ellos series de imágenes rápidas llenas de acción y color y vinculadas a conflictos bélicos. Los aparatos, en baldas a distintas alturas y acompañados de tubos de neón de colores, formaban el mapa de Estados Unidos: la lectura crítica era obvia. El coreano fue un maestro al servirse del mundo de la imagen, prevaleciente en nuestra era, de las posibilidades del televisor como objeto y de los nexos entre imagen e información. Después llegó el TV Decollage: envolvía televisores con capas superpuestas de papel. Calificado como neodadaísta, trabajó en un contexto de crítica social, política y cultural feroz. Bill Viola, que también trabajó en los setenta, es autor de vídeos experimentales con tratamiento plástico y su trabajo parte de la música. Le interesa la historia de la pintura, sobre todo la del Renacimiento y el Barroco, y la idea de retablo formado por imágenes que componen narraciones. Es conocedor, además, de las filosofías orientales, del sufismo al zen, por eso su producción tiene cierto contenido trascendente y en ella abundan las referencias a los cuatro elementos y a la relación del hombre con ellos. Tony Oursler, en Crying Doll (1993), creó un juego siniestro proyectando caras en movimiento sobre objetos diversos, como bolas de plástico o muñecas. En Criminal Eye (1996-1997) mostró directamente los instrumentos con los que realizaba las proyecciones. A veces se muestra deliberadamente perverso, otras no tanto. Esa sensación inquietante deriva de la combinación de objeto estático e imagen en movimiento que le da forma y expresión; nos encontramos ante una posibilidad expresiva del videoarte muy explotada por este autor. Antoni Muntadas, por su parte, trabaja a veces en una gran pantalla reflexionando sobre el lenguaje y los gestos autoritarios. Enfoca siempre gestos manuales que permiten descubrir el contenido del discurso del personaje protagonista, incidiendo en los vínculos entre lenguaje y poder, en el significado de las palabras y sus posibles deformaciones o en el control que con ellas se puede ejercer.
https://www.youtube.com/watch?v=eD4o45fMEHI Dan Graham - body press 1972