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El Porfiriato "logró un importante desarrollo económico y estabilidad política, pero sacrificó la democracia",
dijo en una entrevista el historiador, quien consideró que ese periodo de la historia mexicana "debe ser
analizado de manera más completa.
Porfirio Díaz, abundó, "no estaba muy preocupado por la democracia" y defendía la necesidad de un gobierno
fuerte, después de que los regímenes débiles de la primera mitad del siglo XIX, marcados por Antonio López
de Santa Anna, causaron enormes problemas, entre ellos la pérdida de más de la mitad del territorio y el caos
económico.
Por este motivo, "la democracia pasa a segundo plano", comentó Garciadiego, autor del ensayo "El Porfiriato",
publicado en la edición de mayo de la revista Relatos e Historias de México.
"La democracia del siglo XIX en México era solo para las élites, y no votaban las mujeres", aseguró el
historiador, quien aclaró que actualmente para establecer un régimen democrático se requiere de sectores
informados, de instituciones, organismos que organicen las votaciones, partidos que contiendan y, sobre todo,
de una clase media.
Para entender el Porfiriato es necesario estudiar al menos tres períodos, señaló el académico, al explicar que
el primero va desde la toma del poder en 1876 hasta fines de la década de 1880, cuando cambió el proyecto
liberal de desarrollo por uno caracterizado por la consigna de "orden y progreso".
Las metas fueron la pacificación del país, el control del ejército para evitar nuevas asonadas militares, el
reconocimiento internacional, el saneamiento de las finanzas públicas, la construcción de vías férreas,
establecimiento de bancos y la apertura a la inversión extranjera, indicó.
La mujer en el Porfiriato
Las mujeres no tenían ni voz ni voto en su casa y mucho menos en asuntos sociales. Su vida era basada en
su sexualidad, ya que gracias a esto podían lograr llegar a ser madres que era para lo único que los hombres
de aquella época pensaban que servían. Fueron víctimas de diversas humillaciones e injusticias. En pocas
palabras, la desigualdad entre hombres y mujeres se encontraba en todo su esplendor.
El problema empezaba desde el hogar, ya que existía un machismo exagerado. Las hacían sentir inferiores
desde el hecho de asignarles tareas obligatorias que se creían solamente podían realizar las mujeres y
prohibiéndoles las que solo eran para hombres, sin importar que éstas mostraran interés o tuvieran aptitudes
para elaborarlas sin ningún problema. Es por eso, que desde esa época se fueron determinando los roles de
las personas conforme a su sexo, imponiéndolos y el hombre era el que tenía el poder en la familia y sus
reglas se debían seguir al pie de la letra.
El rol principal de la mujer era el de ser madre y esposa perfectas, ya mencionado anteriormente, por esta
razón conforme pasaron los años pudieron tener más contacto con la sociedad y más libertad de expresión al
poder reforzar sus conocimientos y labores mediante manuales, revistas femeninas, novelas, etc. En éstos,
podían encontrar todos los temas relacionados a su vida, como: Moda, Cocina, Niños, Hábitos y costumbres,
etc.
Así mismo, el comportamiento de la mujer dependía mucho de su posición económica, es decir, su forma de
vestir, educación y moral eran parte de la personalidad de cada una. Las actividades que realizaban muy
comúnmente tenían que ver con las artes, como: la pintura, la música, etc., ya que actividades como por
ejemplo, subirse a la bicicleta eran vistos como aberrantes y hechas para los hombres.
Virtudes de la Mujer
Las virtudes de las mujeres eran la obediencia, la fidelidad, la abnegación, el amor, la dulzura, el pudor, etc.,
ya que los hombres querían a una mujer a su lado con estas características. Su único tesoro era el tener la
oportunidad de contar con un espacio privado en el cual su vida, sus pensamientos, ideas e ideales flotaban y
se movían. El matrimonio era la misión de vida de cada una de las señoritas de aquella época, casarse y
servirle a su marido e hijos era el sueño dorado, ya que ellas pensaban que para eso habían venido a este
mundo.
El hombre podía hacer lo que quisiera con su mujer, era literalmente su único dueño. Con “lo que quisiera”,
me refiero a desde amarla, hasta golpearla o ultrajarla, y era totalmente norma, no debía de quejarse por que
era su deber como esposa cumplir las necesidades de su marido. Por otro lado, a pesar de tantas injusticias
que se vivían en ese entonces, la mujer ante la sociedad era vista como perfecta, elegante, y contaban con el
respeto absoluto de la sociedad.
Es importante mencionar, que el divorcio no era posible pedirlo por la mujer aunque hubiera sido engañada, al
contrario de los hombres, hasta en eso ellos tenían el único derecho de decidir, y la mujer debía aceptarlo.
Como lo mencioné anteriormente, la mujer era diferente en cada nivel social, mientras que en la clase alta
solo se dedicaba a la vanidad y a superficialidades, la mujer de clase media luchaba por ganarse un lugar en
la sociedad, y lograr desenvolverse ante demás individuos. Las de clase baja no tenían las posibilidades de
estudiar y es por eso que trabajaban. A diferencia de todas las mujeres las señoritas porfirianas de clase alta
tenían derecho a la educación, a hacer deportes y salir a divertirse, obviamente con supervisión.
La igualdad de sexos era imposible en aquella época, ya que los hombres mandaban totalmente en el hogar y
la sociedad, y el machismo resaltaba completamente. A las mujeres no les causaba gran conflicto por que
realmente estaban acostumbradas a esa vida desde mucho tiempo atrás, pero por supuesto añoraban el tener
voz y voto para la toma de decisiones aun que sea de su propia vida y futuro.