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LA RETÓRICA PENAL DE

JACQUES VERGÈS
I.- Antecedentes
Una correcta retórica es siempre uno de los pilares sobre los que
debe de sostenerse un discurso filosófico o jurídico. San Agustín en
Las Confesiones relata cómo, en su juventud, practicaba
intensivamente la retórica en el foro de Cartago, pudiendo así poner
en práctica todos sus conocimientos [1].

La retórica, en su modalidad de la dialéctica judicial, no es un arte


sencillo. El Veronés en 1577 realizó una alegoría de la dialéctica para
decorar la Sala del Colegio del Palacio Ducal de Venecia, donde la
representa como a una joven Aracne tejiendo una tela de araña.

Es en esta tela de araña en la que deben de moverse todos los días


los abogados y los fiscales en su práctica judicial. Por ello, es
importante aprender cómo moverse dentro de este peligroso e
inestable tejido para evitar quedarnos enredados en sus hilos y
acabar siendo devorados por la araña.

Las fuentes del conocimiento de una buena retórica son muchas,


siendo una de ellas el estudio del trabajo de otros colegas que en el
pasado ya tuvieron que enfrentarse y resolver difíciles situaciones
que pueden luego repetirse en la época presente.

Una de estas figuras, que ha dejado su huella en el mundo judicial es


el recientemente fallecido Jacques Vergès (5/3/1925- †15/8/2013).

Este letrado criminalista francés es popularmente conocido por


haber sido el abogado defensor de un universo de criminales,
políticos y famosos de alta talla.

Inscrito en el Colegio de abogados de Paris en 1.955, trabaja en


primer lugar en el Despacho del letrado Jules Broker conocido por
su activismo político. Poco después, y en el marco de la Guerra de
Independencia de Argelia, se integra en una asociación de abogados
que defiende a los militantes del FLN detenidos por las autoridades
francesas.

En 1962, y tras la independencia de Argelia, se traslada a dicho país


donde trabaja como Jefe de Gabinete del Ministerio de Asuntos
Exteriores. En 1963 y tras su encuentro con Mao Tsé-Toung, abraza
públicamente la doctrina maoísta, lo que tiene como consecuencia
su inmediata destitución de sus funciones públicas en el Gobierno
Argelino y su regreso forzado a Francia. En 1965, coincidiendo con la
destitución del presidente Ben Bella, logra volver a Argelia donde
trabaja como abogado hasta 1970.

En 1970 Vergès desaparece de la vida pública, siendo un misterio su


actividad y paradero durante los siguientes ocho años.

En 1978 Vergès reaparece en Paris portando una pequeña fortuna


cuyo origen nunca ha sido desvelado. A partir de dicha fecha,
reinicia su labor como abogado asumiendo la defensa de los casos
más mediáticos del momento; destaquemos los siguientes: Tarek
Aziz, Klaus Barbie, el Terrorista Carlos "el Chacal" y posteriormente
su compañera Magdalena Kopp, el general congolés Norbert Dabira,
el Ministro de Costa de Marfil Mohamed Diawara, Khieu Samphân,
que será uno de los tres dirigentes de los Jemeres Rojos juzgados por
sus crímenes contra la humanidad; Slobodan Milosevic (de quien
asumió inicialmente su defensa, aunque no le llegó a defender ante
el Tribunal Penal Internacional); Moussa Traoré, antiguo presidente
de Malí, Cheyenne Brando (hija del actor Marlon Brando) ...

Pero su importancia doctrinal no se encuentra solamente en la


defensa de una multitud de casos mediáticos, sino también en su
extensa obra doctrinal y literaria -llegó a escribir más de treinta
libros-, y en el hecho de que su trayectoria llegó a llamar la atención
de dos de los filósofos franceses más conocidos del último cuarto del
siglo XX: Jaques Derrida [2] y Michel Foucault[3] quienes se
detuvieron a comentar su obra más importante: "De la stratégie
judiciare[4]".

Nosotros nos limitaremos a analizar solamente dos aspectos


parciales de su obra y de su práctica judicial. En Primer lugar
estudiaremos lo que él mismo denominó como La Estrategia de la
Ruptura y que practicó en los juicios de defensa de los terroristas del
FLN durante la Guerra de Argelia; y en segundo lugar su
planteamiento de defensa procesal de Klaus Barbie en 1987, y que
será conocida como la Estrategia del Abogado del Diablo.

II. La Estrategia de la Ruptura


Antes de empezar a analizar la obra de Vergès, es necesario advertir
que estamos ante un intelectual ecléctico en el que conviven fuentes
doctrinales muy diversas, que se combinan con diferente intensidad
según la época de su vida personal que se analice. De entre estas
corrientes, Jonathan Widell, que acaba de publicar una tesis
doctoral sobre Vergès [5],destaca las siguientes cuatro: su amor por
Francia, su respeto por De Gaulle [6], su comunismo y su lucha a
favor del anticolonialismo. Ideas todas ellas difíciles de conjugar si
se quieren aplicar en sus más rígidos términos, y que dan una
imagen sobre la personalidad compleja de Vergès.

Centrándonos en lo que se ha venido a conocer como La Estrategia


de Ruptura, vemos que ésta es una táctica procesal desarrollada por
Vergès al hilo de las singulares circunstancias que le tocaron vivir
durante los juicios asociados a la Guerra de Argelia, y cuya doctrina
sistematizó años después, en 1968, en su libro: "De la stratègie
judiciaire".

Nosotros empezaremos nuestro estudio por la sistematización,


primero de la obra escrita, para después explicar los hechos
históricos judiciales que la originaron.

La primera nota a destacar del libro: "De la stratègie judiciaire", es


que se trata de una obra fundamentalmente bolchevique, no
solamente por la propia manera de argumentar, sino también por su
contenido, siendo continuas las citas a las grandes figuras del
panteón comunista: Marx, Lennin, Mao, Che Guevara .. Y teniendo
en la obra un peso propio los trabajos del abogado marxista Marcel
Willard.

En este libro sobre la estrategia judicial, Vergès contrapone dos tipos


de actitudes que un letrado puede adoptar frente al tribunal que
debe de juzgarlo: el de la connivencia o el de la ruptura [7].

Según Vergés: "La distinción fundamental que determina el estilo


del proceso penal es la actitud del acusado frente al orden público. Si
lo acepta, el proceso es posible y constituye un diálogo entre el
acusado que se explica y el juez cuyos valores son respetados. Si lo
rechaza, el aparato judicial se desintegra, es el proceso de ruptura".

El planteamiento de la estrategia de ruptura es en la obra de Vergès


la negación de la autoridad al sistema judicial.

Esta teoría tiene su origen en la carta de Lennin de 19 de enero de


1905 a Elena Stasova y a otros camaradas en Prisión en Moscú, que
Willard recoge en su libro "Défense accuse: de Babeuf à Dimitrov
[8]", y que Vergès adapta a la nueva coyuntura histórica que a él le
toca vivir.
Según Lennin el planteamiento que debía seguirse en la defensa de
Elena Stasova y sus camaradas debía de ser el siguiente: (I) No
reconocer el derecho de la Corte a juzgar a los acusados y por ende
proceder a boicotearla; (II) No participar en los procedimientos
judiciales y a tal fin utilizar la figura del abogado con el exclusivo fin
de explicar que el Tribunal carece de jurisdicción, siendo éste el
argumento único que debe de esgrimirse en el juicio; (III) Utilizar
por último el juicio como medio de agitación.

Esta carta motiva el comentario de Willard: "Autodefensa política y


subsidiariamente jurídica, nada de defensas personales"[9].

Vergès pone como ejemplos de procesos donde predominó la


estrategia de la ruptura: los de Sócrates, el de Luis XVI y el juicio de
Leipzig de Gregori Dimitrov en 1933[10].

El reverso de esta Estrategia de Ruptura, es la Estrategia de


Connivencia. De acuerdo con Vergès: "la connivencia" hace que en el
proceso se compartan entre el acusado y los magistrados destinados
a juzgarle los fines políticos del sistema judicial y del poder político.
Por el contrario "la ruptura" defiende los objetivos políticos del
acusado, desafiando al mismo tiempo el sistema judicial.

Estos dos acercamientos entre el ciudadano y la justicia (la ruptura o


la connivencia) reflejan la existencia o la falta de un acuerdo
subyacente y tácito entre el sistema judicial y el acusado: "el proceso
tiene como función arreglar las contradicciones entre los individuos
y las sociedades con el acuerdo, o al menos la aquiescencia, de los
propios acusados"[11]

Dado que el éxito del juicio depende de dicha aquiescencia por el


acusado, Vergès argumenta que el acusado puede decir "No" a la
autoridad del sistema judicial frustrando el fin del proceso.

Por el contrario, lo que normalmente sucede es que el acusado, que


no es consciente de que se necesita de su aquiescencia, acaba
diciendo "Sí" en contra de su voluntad. Vergès llama a dicho
consentimiento otorgado en contra de la voluntad del acusado como
una "falsa connivencia" o una "ruptura no reconocida"[12].

En unión a lo anterior, Vergès rescata el concepto de "agitación", tan


utilizado en el mundo bolchevique, para darle un nuevo enfoque
mientras lo adapta al procedimiento judicial.
Según Vergès, la defensa nunca tiene que olvidar que los tribunales
están constituidos por aquellos que detentan el poder, para obtener
a través de la práctica judicial un fin político. El sistema judicial es
un organismo inherentemente político porque sirve a los intereses
del Estado. Esta acción la ejercitan no solamente los fiscales sino
también la judicatura [13].

Bajo este planteamiento Vergès estima que el acusado debe exponer


en el proceso la causa política subyacente, tanto más cuanto que es
la propia política la que determina la legitimidad del tribunal que va
a enjuiciarle [14].

Este planteamiento en cierta manera ya había sido adelantado por


los bolcheviques, quiénes propugnaban que se utilizasen los juicios
contra sus afiliados como medio para expandir las ideas marxistas.
Vergès, quien abandonó en 1957 el Partido Comunista Francés por
su tibieza a la hora de apoyar el anticolonialismo, no considera que
las ideas a expandir en todo juicio debían de ser las comunistas, sino
que centra su defensa política en torno a tres puntos: El entusiasmo
revolucionario, una llamada al Derecho Internacional Público y una
llamada a la opinión pública.

Esta línea es la que se recoge en su libro, "De la stratégie judiciare", y


la que desarrollará en la defensa judicial de los argelinos insurgentes
contra Francia durante la Guerra de Independencia de Argelia.
Vergès manifestó a posteriori, refiriéndose a dichos juicios: "Era
consciente de que la condena de los acusados estaba programada
dentro del marco estrecho del proceso, pero esta relación de fuerza
podía cambiar si entraba en juego la opinión pública internacional.
Por lo tanto consideré el pretorio como un campo de batalla que
tendría que hacerse público, a fin de que pudiese luchar en situación
de igualdad con los jueces"[15].

El caso más paradigmático, en el que se da origen y en el que se


provoca la denominada Estrategia de la Ruptura, es el del juicio a la
terrorista argelina Djemila Bohuired[16], que era acusada de
participar en el atentado terrorista acaecido el 26 de enero de
1957[17] y también de almacenar material explosivo para fines
terroristas.

Siguiendo el relato del proceso en las propias palabras de Vergès


[18], cuando a él se le asigna el caso en 1957, la primera noticia que
tiene de su cliente es que está detenida en un hospital de Argelia y
que estaba sufriendo allí mismo, en la propia cama del hospital,
torturas por parte de los paracaidistas franceses.
Sin embargo, no se le permite contactar inmediatamente con la
detenida, teniendo que esperar hasta más de siete días, a partir de su
puesta a disposición judicial, para poder entrevistarse por primera
vez con ella.

Bajo estos antecedentes se inicia un proceso, en el cual, según Vergés,


el diálogo entre la defensa y los jueces deviene imposible. Para los
jueces, Djemila no era más que una asesina y una primate como ellos
mismos la denominaban, y el mismo Vergès no era más que un
traidor a la patria francesa por defender a una terrorista argelina.
Por lo tanto, Vergès se percata que ni los Jueces eran capaces de
comprenderles, ni tampoco los abogados de la defensa y los
acusados, eran capaces de ponerse en su lugar y de comprender su
manera de razonar. El juicio se convierte en palabras de Vergès en
un "mitin" por asesinato por parte del Tribunal.

Vergès pone el siguiente ejemplo sobre el imposible diálogo entre la


acusada y los magistrados. El juez decía: "Usted es francesa" y la
acusada respondía: "No, soy argelina"; el Juez decía: "Usted está
acusada de formar parte de una organización para delinquir", y la
acusada respondía: "yo soy miembro de una organización de
resistencia"; El juez decía: "Vd. ha cometido un asesinato" y la
acusada respondía: "He ejecutado a un traidor". Y así hasta el
infinito.

A esta situación, hay que unir el hecho de que Jean- Baptise Biaggi,
quien apoyaba políticamente a los colonos franceses de Argelia, vino
a comunicar a Vergès, que los ultras habían realizado un pacto,
quince días antes de celebrarse el juicio, con el Ministro Residente
de Francia, Robert Lacoste, para que Djamila fuese ejecutada[19].

Es en ese momento, en el que según Vergès, nace la necesidad de


realizar "una defensa de ruptura", donde el objetivo no es por lo
tanto el de convencer a los magistrados que iban a decidir el caso,
como aconsejaban realizar los abogados de izquierda, sino por el
contrario, el objetivo es el de provocar incidentes y escándalos en la
sala de vistas que hiciesen que se hablase del juicio en Paris en
Londres o en Bruselas.

Uno de los medios de los que se vale Vergès en dicha estrategia, es el


de convertir al acusado en acusador a través de la impugnación de la
legitimidad del Tribunal para poder juzgar los hechos. Esta
contestación, le permite a Vergès al mismo tiempo, presentar a
Djemila frente a la opinión pública internacional como el verdadero
rostro de la revolución argelina.
Esta estrategia acabó dando sus frutos, si bien no en sede judicial,
donde dicho proceso terminó con cinco condenas a muerte, entre
ellas la de la propia Djemila, sino en sede política.

Tras haber convertido Vergès el caso de Djemila en un asunto de


interés internacional, se pide por parte de la Defensa la gracia al
Presidente de la República Francesa. Dicha petición es sostenida en
el momento de su presentación por un gran número de
personalidades internacionales, entre ellos: Nehru, el Presidente de
Jordania, 76 diputados ingleses, y Ho Chi Minh.

Esta campaña judicial-mediática acaba dando sus frutos, y


finalmente el Presidente Coty acuerda dicha gracia permutando la
condena a muerte por una condena perpetua de trabajos forzados.
La condena tampoco será cumplida en su integridad, pues los
Acuerdos de Évian de 1962, que pusieron fin a la Guerra de Argelia,
incorporaron una serie de medidas de amnistía muy amplias de las
que se beneficia la propia Djemila.

Jacques Derrida resume con bastante clarividencia como aplica el


propio Vergès su propia doctrina de la ruptura:

"Lo que sería interesante analizar de más de cerca ... es la estrategia


de Vergès... La forma en que él litiga. Su estrategia de ruptura...
(Vergès) negocia; aún con todo se presenta a sí mismo como un
abogado, hace su trabajo de abogado, utiliza todos los recursos de la
Ley, mientras que radicalmente contesta la legitimidad de la Ley y
todas sus consecuencias: las políticas y el cinismo y la hipocresía
política que requieren la aplicación de la Ley, donde por otra parte el
mismo se ubica. ¿Hace todo esto en nombre de la ética de la política
o de otra clase de ley? Esta es una cuestión muy difícil que, en mi
opinión no se puede abordar sin traer al inicio del debate todos los
argumentos de nuevo. (...) Encuentro muy fuerte y muy sólido el
discurso de Vergès, por muy chocante que pueda aparecer ...".

Bajo dichas circunstancias históricas podemos concluir que a efectos


prácticos lo que Vergès denomina Estrategia de Ruptura consistió en
lograr que la opinión pública internacional se interesara por sus
juicios, simpatizase con sus defendidos; mientras que él mismo
alargaba lo máximo posible los procedimientos judiciales hasta que
se produjese un cambio político -que sus propios juicios también
impulsaban-, que beneficiase a sus clientes en forma de perdón.

El propio Vergès se ufanaba en vida de la efectividad de esta


estrategia durante los juicios de Argelia, diciendo que había asistido
a decenas personas sin que ninguna de ellas hubiese sido al final
ejecutada.

III. El Abogado del Diablo


Una evolución de la dualidad entre la ruptura y la connivencia, es la
transformación en lo que se conoció posteriormente como la
Estrategia del Abogado del Diablo, en la cual Vergès opone al
acusado (como individuo) contra el sistema judicial. La Estrategia
del Abogado del Diablo obtuvo su máxima expresión en la defensa
que Vergès realizó de Barbie [20].

Klaus Barbie, alemán de origen, se había integrado en 1935 en la


Gestapo, siendo trasladado en 1942 a Lyon como jefe local de la
Gestapo, ciudad donde se ganó su apodo de "el carnicero de Lyon".
Entre los crímenes más graves por los que se le acusaba se
encontraba la captura de 44 niños judíos de un orfanato en Izieu y su
deportación a Auschwitz; la captura, tortura y posterior muerte de
Jean Moulin, el miembro de la Resistencia francesa de más alto
rango jamás detenido por los nazis; la deportación de un discutido
pero ingente número de personas a Auschwitz, entre ellas el envío el
11 de agosto de 1944 de un último convoy de deportados con 650
franceses.

Lo primero a destacar en el caso de Barbie es que hay que


reconocerle a Vergès la valentía de haber asumido en solitario una
defensa que pocos letrados querrían para sí mismos. Cuando Vergès
llega a Lyon en febrero de 1983, la defensa la estaba llevando el
letrado Alain de la Servette, presidente del Colegio de Abogados de
Lyon, junto con su asistente, Robert Boyer, antiguo sacerdote jesuita.
Esta defensa estaba resultando muy incómoda a de la Servette; por
un lado, estaba recibiendo amenazas de muerte por defender a
Barbie, y por otro los círculos católicos veían con incomodidad que
un antiguo sacerdote defendiese a un criminal de guerra nazi, pues
podría interpretarse de que era la propia Iglesia la que asumía dicha
defensa. Así que al poco tiempo de unirse Vergès al equipo de
defensa, de la Servette se encontró excusado para continuar con el
trabajo y renunció en nombre de su Despacho al encargo, dejando
solo a Vergès con la tarea de la defensa [21].

Así pues, Vergès inicia la defensa en un proceso en el que se sienta él


solo en los estrados para defender al acusado, mientras que enfrente,
en la acusación, participan de forma conjunta cerca de 40 letrados.
El día del alegato final (1-7-1987) Vergès se hace acompañar por dos
letrados amigos suyos: Me Jean-Martin Mbella, congolés, y Me Nabil
Bouaïta, argelino.

Es más, al no querer hacer comparecer voluntariamente ante la sala


al acusado, Vergès provoca decididamente que todas las miradas en
la sala no se dirijan contra Barbie, sino contra el equipo de abogados
que lo defienden. Se crea así la paradoja escénica de ver como un
mestizo franco-vietnamita (Vergès); un negro (Mbella) y un magrebí
(Bouaïta) son acusados de crímenes ligados al nazismo por un
océano amplio de abogados de pura raza blanca.

En su alegato final, y tras las vicisitudes propias de la práctica de la


prueba de un juicio de estas características, Vergès da un golpe de
timón a todo lo que había sido hasta ese momento el proceso penal.

De nuevo Vergès realiza una defensa de contrastes, queriendo


cambiar en todo momento su posición de acusado a acusador; así y a
pesar de que Barbie es presentado por la acusación como un
monstruo fanático que ha adoptado una ideología racista y represora,
Vergès no entra en ese debate, es más le da la vuelta al
planteamiento haciendo él mismo un homenaje a las víctimas del
racismo, del antisemitismo, del infanticidio y de los franceses
muertos en la resistencia.

El planteamiento dialectico que utiliza para darle la vuelta a la


posición procesal, es el de intentar traspasar al defendido virtudes y
honores propios del abogado que realiza su defensa.

Vergès había participado en la guerra junto con De Gaulle,


alistándose en las fuerzas de la Francia Libre cuando todavía era
menor de edad, y combatiendo en África, en Italia y en la propia
Francia. Posteriormente y tras la guerra, como hemos visto, él
mismo fue uno de los abogados más activos en la defensa de las
causas anticolonialistas, hasta el punto de que sus defensas
vehementes le habían costado una sanción de suspensión como
abogado por un año por parte del Colegio de Abogados de Paris.

Bajo dichas circunstancias, él más que ningún otro reclama su


derecho inalienable a hablar en el juicio a favor de la Resistencia
francesa, pues él mismo formó parte de tal Resistencia, y de las
víctimas del racismo, pues él mismo, también, en nombre del pueblo
argelino había sufrido por dichas causas.
Este cambio de posición en el campo de batalla procesal, le permite
argumentar con mayor libertad. Así se plantea la siguiente cuestión:
¿Qué delitos se le imputan a Barbie: crímenes de guerra o crímenes
contra la humanidad?.

Si son crímenes de guerra- dado que bajo los mismos el General de


Gaulle había presentado la acusación contra Barbie en 1944, y bajo
los mismos había sido juzgado en rebeldía en Francia y condenado-
dichos delitos estarían prescritos.

Si por el contrario son crímenes contra la humanidad, como ahora lo


estaba planteando la Acusación, no estarían dichos crímenes
prescritos. Y aquí surge la cuestión:¿Es correcto aplicar unas leyes
penales creadas para los Juicios de Núremberg con carácter
retroactivo al momento en que fueron promulgadas?. ¿Es posible
sancionar con leyes modernas comportamientos que eran
legalmente correctos en el momento en que se cometieron?.

Y aquí, en este punto, utiliza la técnica que algunos psicólogos


llaman de "retrochoque cultural", en el sentido de que los puntos
negativos de una cultura solamente se perciben por las personas
externas a la misma.

En el juicio de Barbie se están juzgando unos crímenes cometidos


por soldados de otro pueblo distinto del francés, el alemán, en un
periodo histórico en el que la sociedad alemana estaba embebida de
forma mayoritaria por una ideología concreta, el nacional socialismo.
Así los franceses juzgan de acuerdo con sus valores que esa ideología
no es sólo incorrecta sino criminal, y la sancionan condenando a sus
figuras más importantes de acuerdo con una normativa externa a la
del pueblo alemán y que ha sido promulgada con posterioridad a la
caída del régimen nazi.

¿Y qué sucede con Francia, podría estar ocurriendo lo mismo sin que
sus ciudadanos se diesen cuenta?. En este punto, Vergès, le da la
palabra a sus compañeros de estrados para que ellos mismos en el
alegato final le recuerden al jurado, y por extensión a toda la
sociedad francesa que está siguiendo el juicio a través de los medios
de comunicación, que en Francia si bien no prendió la llama el
fascismo, sí que prendió la llama del colonialismo, y que crímenes
similares a los cometidos por los nazis fueron cometidos por los
franceses en sus colonias africanas en el mismo momento en que
tomaba el poder Hitler en Alemania, más concretamente en la
construcción del ferrocarril en el Congo[22]; y aún después de haber
terminado la Segunda Guerra Mundial, en la represión en
Madagascar en 1947[23] y durante la Guerra de Argelia.

Si se aplicaba la categoría de crímenes contra la humanidad a los


hechos que se le imputaban a Barbie, se debería utilizar el mismo
criterio contra los crímenes y abusos cometidos por los franceses
durante su época colonial, pues según Vergès "los horrores no se
sitúan siempre en un único campo".

Lo que ha sucedido, según Vergés, es que estamos ante una justica


de los vencedores, que son los que han detenido a Barbie y que son
los que han preparado el caso contra él. Así, si se utiliza la noción de
crímenes contra la humanidad, sin extender su campo de actuación
a todo el planeta, sino como "un arma orientada hacia el pasado",
puede convertirse en un tipo de "avión de bombardeo", en "un arma
de propaganda donde el vencedor se atribuye todos los valores
humanos, y se los niega a su vecino, para prolongar su victoria sobre
los vecinos".

La Humanidad no puede alegarse solamente "a favor del hombre


blanco europeo o americano", sino a favor de todos los ciudadanos
del planeta, y como en la práctica no sucede así no puede aplicarse la
figura penal de "crímenes contra la humanidad".

Este razonamiento según Vergès le quita todo valor a las leyes de


Núremberg, que solamente tuvieron su valor para el tribunal de
excepción que en dicho momento histórico se constituyó, bajo las
presión de unas circunstancias históricas concretas, que en el
momento del juicio de Barbie ya no existían.

Éste es el planteamiento de partida y que expone en el primer día de


su alegato final. En el segundo día, y ya habiendo cambiado el paso a
la acusación, Vergès, inicia una exposición sobre todas las
irregularidades que en materia de instrucción y de prueba se habían
producido durante el procedimiento y que a su parecer hacían
inconsistentes las evidencias sobre las que se sostenía la acusación
(la desaparición durante varios meses del dosier del procedimiento
de la secretaria del juzgado, la existencia de un telex incriminador
que según la defensa era un fotomontaje, la incorrecta trasferencia
de Barbie de Bolivia a Francia..).

Todo lo cual, le lleva a calificar irónicamente a este proceso como de


un "procedimiento mágico".
Su argumentación la completa, recordando que Barbie tenía en el
momento de cometer los hechos la legalidad francesa a su favor. Por
lo que adosarle a Barbie la responsabilidad de organizar viajes de
deportación de personas, equivaldría a adosarle hoy en día la
responsabilidad a un comisario por las imperfecciones de todo el
sistema penal en vigor.

El razonamiento con el que resumió su exposición es que las


violaciones de los principios legales son, como poco, potencialmente
tan serias como los crímenes contra la humanidad por los que era
acusado Barbie. Dos equivocaciones no podían dar como
consecuencia un acierto.

Este planteamiento, durante la primera sesión del alegato final, tuvo


un inmediato efecto trastornante, especialmente en la acusación. Los
fiscales y abogados de la acusación no pudieron escuchar
pacíficamente el alegato de Vergès y el de sus colegas, e
interrumpieron constantemente su discurso para mostrar su
disconformidad, pidiendo que se les concediese un turno de palabra
final cuando hubiese terminado sus conclusiones. A pesar de la
oposición de la defensa, los Magistrados responsables, accedieron a
dicha petición y permitieron que en este juicio la última palabra la
tuviese la acusación y no la defensa.

Finalmente Barbie fue condenado el 4-7-87 por crímenes contra la


humanidad y sentenciado a cadena perpetua, falleciendo en prisión
cuatro años después.

Por su participación en esta defensa, Vergès fue llamado por la


prensa "el abogado del diablo". Vergès hizo suyo dicho apodo pero
dándole un sentido diferente al usado por la prensa. Según Vergès, él
mismo era consciente que no podía ganar este caso, pero al aceptar
la defensa quiso usarla para otro fin complementario.

En el proceso canónigo, el advocatus diaboli es la persona que se


opone a la santidad del beato que se quiere ascender a los altares.
Según Vergès, él mismo se quería oponer a que el sistema francés se
santificase por medio de la causa contra Barbie haciendo olvidar sus
propios crímenes coloniales [24].

En su ensayo "The Force of Law", Derrida realizará el siguiente


comentario: ".. la figura del "gran criminal" ..es alguien que,
desafiando la Ley, permanece desnudo frente a la violencia del
sistema legal, del sistema jurídico en si mismo. Uno podría
explicarlo en la misma manera en que existe una fascinación en
Francia hacia un abogado como Jacques Vergès, quien defiende los
casos más difíciles, los más indefendibles a los ojos de la mayoría,
practicando lo que él mismo llama "la estrategia de ruptura", esto es,
la radical contestación del propio orden legal, de la autoridad
judicial y en último lugar de la legitimidad de la autoridad del
Estado que convoca a sus clientes a comparecer delante de la
ley"[25].

Llegados a este punto, y como quiera que no llegué a conocer a


Vergès, le pasé esta pequeña síntesis a mi amigo, Armando Zippo
[26], quien sí que lo conoció, para que revisara este texto. Cuando
me devolvió el artículo junto con sus correcciones, me comentó lo
siguiente: "Vergès pertenece a un conjunto de abogados que
destacaron en su época por su gran oratoria como Tixier-Vigancour
[27] o Jacques Isorni, pero además su mérito reside en haberse
ganado la valoración de sus adversarios, personas con posiciones
políticas tan antagónicas como Roland Dumas, el General De Gaulle,
o el propio Isorni [28] antes citado, quienes le profesaron siempre
un gran respeto".

Seguramente sería así. También son para recordar las palabras que
pronunció el ex presidente del Consejo Nacional de la Abogacía
Francés, Christian Charrière-Bournazel, con motivo de la muerte de
Vergès: "Un abogado no es un mercenario, es un caballero, y Vergès
era un Caballero."[29]

Notas
[1] San Agustín, Las Confesiones, Ediciones Palabra S.A., Madrid,
pág.45.
[2] Derrida expresó su posición sobre la estrategia de Vergès en su
conocido ensayo The Force of Law, The Mystical Foundation of
Authority, Cardozo Law Review, Vol.11, 1990 (En el siguiente enlace
está disponible una versión bilingüe en francés y en ingés de dicho
ensayo: http://roundtable.kein.org/node/607 ); Así como en varias
entrevistas. Una de estas entrevistas de Derrida en la que se refiere a
la obra de Vergès fue publicada en "Ethics and Politics Today" en el
2002 (Negotiations – Interventions and Interviews, 1971-2001,
Stanford, Stanford University Press, 2002, pág. 308).
[3] Foucault y Vergés fueron miembros a los inicios de la década de
los ochenta de un foro de activistas denominado: Défense Libre, que
luchaba por el derecho de defensa de aquellas personas que según
sus criterios estaban detenidas por motivos políticos. A este punto se
refiere Foucault en su libro, Dits et écrits, Paris Gallimard, 1994.
Págs. 130-134. Igualmente, Foucault, acompañó a Vergès en la
presentación de la reedición de su Libro, De la stratègie judiciaire,
en 1981.
[4] Publicado en 1968 por primera vez en Francia por la Editoria
Minuit. Nosotros trabajaremos con su reedición de 1981. En España
ha sido publicado recientemente por la Editorial Anagrama bajo el
título: Estrategia Judicial en los Procesos Políticos, 2009.
[5] Jonathan Widell, Jacques Vergès, Devil's Advócate, A
Psycohistory of Verg's Judicial Strategy, Faculty of Law, Mac Gill
University, Montreal, April 2012.
[6] Sobre este punto se expresa en la entrevista que se puede
encontrar en el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=HGsVa7aeO1I
[7] Jacques Vergès, De la stratègie judiciaire, Paris, Minuit, 1981,
pàg. 19. Traducción propia.
[8] Willard, Défense accuse: de Babeuf à Dimitrov, Paris, Éditions
Sociales Internationales, 1938.
[9] "Autodéfense politique et, subsidiairement, juridique. Pas de
défense personelle"
[10] Dimitrov fue acusado de incendiar el Reichstag en 1933, pero
fue absuelto gracias a una argumentación efectiva.
[11] Jacques Vergès, De la stratègie ... Op. Cit. Pág. 19. Traducción
propia.
[12] Jacques Vergès, De la stratègie ... Op. Cit. Pág. 18. Traducción
propia.
[13] "La société est une société de brutalités où certains dominant
d'autres, et le droit est fait pour mantener cette situation. C'est une
question d'ordre public". Jacques Vergès, Alain de la Morandais,
Avocat du diable, avocat du Dieu, Paris Presses de la Renaissance,
2001, pág. 201. Esta obra es una conversación entre Vergés y el
sacerdote católico Alain de la Morandais, estructurada sobre los
siete pecados capitales. Ha sido el propio Alain de la Morandais
quien celebró el funeral de Jacques Vergès el pasado 20 de agosto en
la Iglesia de Santo Tomás de Aquino en Paris (VIIe).
[14] Jonathan Widell, Jaques Vergès,.. Op. Cit. Pág.38.
[15] Jonathan Widell, Jaques Vergès,.. Op. Cit. Pág.70. Traducción
propia.
[16] Quien se convertiría después en su esposa y madre de sus dos
hijos, y de la que acabaría finalmente divorciándose.
[17] Este atentado en unión de otros dos perpetrados
simultáneamente el mismo día, causaron la muerte de 4 personas y
dejaron otros 40 heridos.
[18] Veàse: http://www.youtube.com/watch?v=_AvYChSuCIU
[19] Jonathan Widell, Jaques Vergès,.. Op. Cit. Pág. 100.
[20] El alegato final de Vergés puede verse en la siguiente dirección
de internet: http://www.youtube.com/watch?v=voU62pHZ1dc
[21] Jonathan Widell, Jaques Vergès,.. Op. Cit. Pág. 230.
[22] Bajo la administración colonial francesa, en 1921, la Société de
Construction des Batignolles inició la construcción del Chemin de
Fer Congo-Oceán, para atravesando la selva, comunicar entre sí las
ciudades del Congo Francés de Mbinda y Brazzaville, y también con
la ciudad portuaria de Pointe Noire. En los trabajos de construcción
de dicho ferrocarril se utilizó mano de obra forzada traída del Chad y
de la República Centroafricana. Se estima que en la construcción de
dicho ferrocarril murieron alrededor de 17.000 personas por causas
ligadas a accidentes de trabajo y a las enfermedades tropicales,
especialmente por la malaria.
[23] En referencia a la revuelta Malgache que acaeció en Madagascar
entre 1947 y 1948. Las cifras de los fallecidos entre la población
autóctona por la posterior represión francesa varía según las fuentes.
El Estado Mayor francés dio la cifra de 89.000 muertos, aunque hay
historiadores que aumentan dicho número hasta más del doble.
[24] Jonathan Widell, Jaques Vergès,.. Op. Cit. Pág. 253.
[25] Jacques Derrida, The Force of Law ... Op. Cit. Pág. 987.
Traducción propia.
[26] Politólogo y economista italiano. Antiguo Funcionario de la
Comunidad Europea y de Naciones Unidas.
[27] Jean-Louis Tixier-Vignancour(12/10/1907 -†29/9/1989).
Parlamentario y abogado francés. Fue el defensor del General Salan
en 1962.
[28] Jacques Isorni (1911-†1995). Abogado francés asociado a los
grupos de derecha. Fue el abogado defensor de Pétain,
posteriormente durante los procesos derivados de la Guerra de
Independencia de Argelia defendió a los ultras partidarios de una
Argelia francesa.
[29] Edición digital de la Razón, 16-8-2013.

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