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EN LA ACTUALIDAD
(Cohesión y consenso)
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 1
CONCLUSIÓN 16
BIBLIGRAFÍA 18
NOTAS 21
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1
INTRODUCCION
el mundo es mundo, aunque, por supuesto, nadie se atrevió nunca a reconocerlo de una
forma tan descarada y a veces cínica como el autor que comentamos.
Marco teórico
“El humanista puede que se sueñe libre en muchas ocasiones, que alardee
de su independencia, pero, en definitiva, depende del mecenazgo de la aristocracia
económica y, por tanto, su posición ideológica, por muy progresiva que alcance a
ser, no lo será en tal grado que se transforme en revolucionaria. Las ondas expan-
sivas del movimiento humano, sus imágenes, estarán siempre muy calculadas”.
3
d) Socialismo y nacionalismo.
En cada uno de estos períodos detecta Chevallier diversas obras de teoría política,
muchas veces publicadas antes de iniciarse la fase respectiva. Decíamos al principio que
Maquiavelo, dentro del Renacimiento italiano, es un pensador ‘atípico’. Y, efectivamente,
lo es en el sentido de que, según alguno autores y como veremos más adelante, no está
clara en absoluto su predilección por la monarquía absoluta, y se le nota muchas veces
(en las ‘Discursos’, sobre todo) inclinarse más hacia un régimen de tipo republicano, de-
fendiendo el absolutismo más por razones prácticas, circunstanciales que por otra cosa.
Como dice Henri Dénis6, en el campo de las ideas políticas, el Renacimiento está especial-
mente influido por el epicureísmo y estoicismo. La teoría aristotélica del Estado como ser
‘natural’ va siendo progresivamente abandonada a favor de la teoría epicúrea del ‘contrato
social’. Pera expresarlo en términos gramscianos, el poder del Estado comienza a basarse
en el consenso que sostendría la hegemonía de la clase dominante. Ahora bien ; se trata
de una época –no lo olvidemos- de crisis y de luchas entre facciones, por lo cual “... el en-
tendimiento entre los hombres es precario y éstos tratan constantemente de romperlo”.
De ahí que Maquiavelo abogue por un gobierno fuerte y sin escrúpulos morales. Por lo
tanto, aunque Maquiavelo a todas luces es de ideas republicanas, no las considera viables
en aquel momento histórico: cuando los hombres están corrompidos, es imposible mante-
ner o establecer un régimen republicano. Esto, según Abbagnano7, denota la seriedad en
política de Maquiavelo y no lo define precisamente como un teórico de la superioridad
del absolutismo monárquico. Pero, como veíamos anteriormente, una cosa es lo que un
autor en una determinada época pretenda defender, y otra muy distinta lo que verdadera-
mente defiende, consciente o inconscientemente. Volviendo a Jerez Mir, diremos en
resumen que el pensamiento de Maquiavelo es una reproducción teórica de la dialéctica
concreta de los intereses en pugna en la Europa de su tiempo8. Por eso su ‘príncipe’ ideal
se mostrará independiente de los criterios morales del cristianismo y de todo tipo de pre-
juicios éticos o religiosos ; egoísmo, fuerza y astucia serán las virtudes principales de un
tal individuo. En este trabajo, como indica su título, se trata de ver las relaciones que el
pensamiento político de Maquiavelo pueda tener con el de la actualidad. Empezaremos,
5
pues, ayudándonos del análisis de la obra de Maquiavelo por Quentin Skinner, por expo-
ner el contenido del ‘Príncipe’ y su influencia en el pensamiento de Gramsci. Luego dare-
mos un repaso a otras obras de Maquiavelo (los ‘Discursos’ mayormente), haciendo igual-
mente hincapié en sus implicaciones actuales. Intentaremos así dar un significado más
concreto y menos negativo al término ‘maquiavelismo’, de tan triste memoria.
6
gobierno o, en caso de cambiarlo, que el nuevo sea de tal forma “que le procure honor”
y le haga glorioso. Para ello Maquiavelo aconseja lo siguiente a los nuevos príncipes11:
- Fortuna
- ‘Virtù’ (conjunto de cualidades capaces de hacer frente a las variaciones
de la Fortuna).
Hemos citado íntegramente este texto de Gramsci porque nos parece muy ilustrati-
vo sobre su opinión acerca de la política renacentista, y enlaza directamente con su con-
cepción del “moderno príncipe”. El moderno ‘príncipe’ (el partido político) no tendrá las
desventajas del príncipe maquiaveliano, propio de una época histórica en que el Estado
moderno aún no estaba conformado del todo. Porque, según Gramsci, a través de los
partidos políticos las clases sociales elaboran un nuevo ‘bloque histórico’. A la larga, y
siguiendo la dinámica de la lucha de clases, este esquema acabaría por eliminar la división
entre gobernantes y gobernados, “... ejerciendo una hegemonía liberadora, orientada a
superar la perpetua división del género humano”. Es decir, que Gramsci propone para la
8
época actual una dirección colectiva del Estado, o sea, “... incorporar al individuo en el
hombre colectivo, beneficiándose de la concentración estatal –escuela, etc.- y vinculan-
dose a la reforma económica, pero con la participación desde abajo, haciendo conver-
tirse en libertad la necesidad”. Pero, como veremos, esta concepción de Gramsci no es
tan distinta como parece de la de Maquiavelo-Guicciardini13.
o “La mayoría de las personas no saben realmente lo que es mejor para ellas”.
g) Falta de remordimientos
- La mayoría de los hombres son tan cándidos, que normalmente toman las
cosas según su valor aparente de una manera totalmente acrítica.
- Cuando se trata de valorar el comportamiento de los príncipes, incluso los más
perspicaces observadores están en gran manera condenados a juzgar según las
apariencias.
Gramsci, aunque contempla en lontananza la utópica ‘sociedad sin clases’, el paraíso co-
munista, no deja de reconocer que, hoy por hoy, éste es un mundo de dirigentes y dirigi-
dos, y la misión del ‘moderno príncipe’ no deja de ser la misma básicamente que la del
antiguo18:
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11
¿’MAQUIAVELISMO REPUBLICANO’
O ‘REPUBLICANISMO MAQUIAVELI-
CO’?
Aquí radicará la función del Derecho ; “... a través del Derecho el Estado hace
homogéneo al grupo dominante y tiende a crear un conformismo social que sea útil a la
línea de desarrollo del grupo dirigente”. Este, por supuesto, y como decíamos anterior-
mente, plantea un problema ético, referido a la correspondencia entre la conducta indivi-
dual de cada ciudadano y los fines que la sociedad se pone como necesarios. Por supuesto,
siempre es más importante la sociedad, y la política que propone Gramsci a este respecto
(de lo más maquiavélica, como se verá) tendrá dos aspectos21:
Según Maquiavelo (lo afirma en los ‘Discursos’)22, “... la experiencia muestra que
las ciudades jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando han sido libres”.
La ‘experiencia’ a que se refiere es, por supuesto, la antigua historia de Roma, especial-
mente el período republicano, y por ‘libertad’ entiende autogobierno. Ahora bien ; ‘auto-
gobierno’ no significa para él gobierno del pueblo, pues no cree en la ‘virtù’ de las masas:
sus “diversas opiniones” les impiden ser “capaces de organizar un gobierno”23. Es decir,
que Maquiavelo insiste en la necesidad de un ‘líder’, un jefe que reúna las condiciones
necesarias de ‘virtù’ para llevar adelante la república. Pero, por supuesto, ese príncipe
imprescindible debe contar con consenso, con el apoyo de sus súbditos, porque mientras
“... uno solo está preparado para organizar” un gobierno, ningún gobierno puede perdu-
rar “... asentándose sobre las espaldas de uno sólo”. Tampoco apoya Maquiavelo las mo-
narquías hereditarias: “... la ‘virtù’ surge con la vida del hombre y casi nunca se restaura
en el decurso de la herencia”. Por lo que queda clara la posición de nuestro autor respecto
al absolutismo. Por supuesto, este gobierno unipersonal entraña sus riesgos. Es el peligro
de que la monarquía degenere en tiranía, peligro de lo más natural: incluso las más admira-
bles comunidades están sujetas a la corrupción. Una ‘constitución corrupta’ es para Ma-
quiavelo aquella en la que “... sólo los poderosos” pueden proponer medidas, y lo hacen
“... no por la libertad común sino en beneficio de su propio poder”. Son restos de la teoría
aristotélica del Estado como cuerpo natural expuesto, como todo en este mundo, a “... su-
frir los agravios del tiempo”. Los hombres de estado maquiavélicos, por tanto, consiguen
sus fines de dos maneras distintas24:
Estas virtudes, como vemos, se corresponden casi punto por punto con las que
Gramsci asigna al partido, nuevo modelo de ‘príncipe’. Volviendo a Maquiavelo, éste
13
considera dos métodos esenciales para organizar los asuntos domésticos de manera que
se imprima la cualidad de ‘virtù’ a la totalidad del cuerpo ciudadano (que, por otra parte,
son los mismos que ya citamos antes al hablar de Guicciardini)25:
2) Uso del poder coercitivo de la ley para obligar al pueblo a colocar el bien de
su comunidad por encima de sus propios intereses.
b) Maligna influencia ejercida por los que quieren aumentar su riqueza personal
(¡idem de idem!)
enriquecimiento de la burguesía comercial y del aumento del poder de los Estados euro-
peos 28 . Las ideas preconizada por Maquiavelo aún tardarían varios siglos en intentar
llevar-se a cabo.
15
CONCLUSIÓN
Es curioso, como indica Chevallier29, que, al menos hasta 1557, en que el ‘Prínci-
pe’ es condenado por el Concilio de Trento, esta obra pasara sin pena ni gloria. Si acaso
alguien la leyó, la consideró inofensiva. Fue a partir de esa fecha cuando se empezó a juz-
gar al libro como “escrito por el diablo” y a su autor como “impuro y malvado”, inclu-
yéndolo en el famoso ‘Indice’: “El alegre compañero, cáustico y picaresco, buen funcio-
nario, buen padre y buen esposo (a despecho de múltiples calaveradas), ha dejado lugar
a una figura sombría y satánica, aureolada por presagios infernales”. Sin embargo, si-
multáneamente este opúsculo se convierte en el libro de cabecera de soberanos y primeros
ministros del absolutismo. Para Rousseau, ‘El Príncipe’ está escrito con simulación, para
informar y poner en guardia a los pueblos contra los tiranos. Igualmente se considera a
Napoleón como la realización más perfecta del ‘príncipe’ de Maquiavelo, e incluso
apareció en 1816 un ‘Maquiavelo anotado por Napoleón’, arbitrario y probablemente
apócrifo, etc., etc., ... Y, por supuesto, ya hemos analizado la influencia de Maquiavelo y
el maquiavelismo en Antonio Gramsci. Como dice Chevallier30:
rida”, es decir, que fuese capaz de destruir al Papado31. Algo parecido deja entrever Gui-
cciardini en varios pasajes de su obra ; su odio por la Iglesia es manifiesto. Según Burk-
hardt, Maquiavelo es el más grande de cuantos especularon con la empresa de la constitu-
ción de un Estado, dado que él no teorizaba sobre la política en abstracto, utópicamente.
Sus análisis muestran las siguientes cualidades32:
- Alternativas
Milán o Nápoles estaban demasiado ‘corrompidas’ para llegar a constituir una repúbli-
ca”. De ahí que creyese en la necesidad de un ‘líder’ que acabara de una vez por todas
con ese estado de cosas: “... todo se orientaba en el sentido del poder y del empleo de la
violencia ...”.
que hacerlo- con la opinión de un pensador cristiano, Frederick Copleston, cuyo análisis
del autor que nos ocupa nos parece bastante acertado e ilustrativo36:
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BIBLIOGRAFIA
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2
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3
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4
GRAMSCI, Antonio, 1978, Antología, México, Siglo XXI, pg. 298
5
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6
DÉNIS, Henri, 1970, Historia del pensamiento económico, Barcelona, Ariel, pp. 88-89
7
ABBAGNANO, N., y VISALBERGHI, A., 1964, Historia de la Pedagogía, México. FCE, pg. 246
8
JEREZ MIR, op. cit., pg. 233
9
GRAMSCI, op. cit., pp. 272-73
10
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mica
11
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Maquiavelo: significados y traducciones”, en Revista Electrónica de Estudios Filológicos, No 15 ; AGUDELO-
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“’La fortuna favorece a los más audaces’: Maquiavelo y la subversión de un lugar común”, en Isegoría, No
53
12
GRAMSCI, op. cit., pg. 237 ; MORALES RAMÍREZ, Rafael, 2008, “Maquiavelo y Giucciardini en perspec-
tiva”, en El Catoblepas, No 77 ; PÉREZ PÉREZ, Fabián And., 2011, “El maquiavelismo de Giucciardini y la figu-
ra de Savonarola en ‘Historia de Florencia’”, en Historia Orbis Terrarum ; GARCÍA JURADO, Roberto, 2016,
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13
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Gramscimanía, Internet
14
SKINNER, op. cit., pg. 52 ; SÁNCHEZ, Sergio A., Los artificios del poder: el realismo político de Maquiavelo,
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15
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“Personas maquiavélicas: 8 rasgos que las caracterizan”, en Psicología y Mente, Internet ; COFONE, Igna-
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16
ABBAGNANO & VISALBERGHI, op. cit., pg. 249
17
Ibid., pg. 61
18
GRAMSCI, La alternativa ..., op. cit., pp. 104-105
19
Ibid., pg. 109
20
Ibid., pp. 109-110 ; KANOUSSi, Dora, 2004, Gramsci en Rio de Janeiro, Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla ; ELICHIRY, Nora E. (ed.), 2013, Historia y vida cotidiana en educación, Buenos Aires, Manantial
21
Ibid., pg. 113 ; CORREAS, Oscar, 1992, “Kelsen y Gramsci o de la eficacia como signo de hegemonía”, en
Biblioteca Jurídica Virtual, Universidad Nacional Autónoma de México ; LASO PRIETO, José Ma, 2005, “Pers-
22