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“El judaísmo clásico”. Cultura e historia del período


rabínico (411)
Antonio Piñero

Comento esta semana un libro cuyo contenido, espero, pueda responder a las preguntas usuales
que sobre el judaísmo posterior a la época de Jesús se formulan ordinariamente muchos de los
lectores de este blog, los interesados en el tema de la conexión entre esta religión y el cristianismo:
¿Qué es exactamente este tipo de judaísmo? ¿A qué época se refiere cuando uno oye la mención
del "judaísmo clásico"? ¿Por qué se llama también judaísmo "rabínico"? ¿Cómo estaba
organizado? ¿Cuál era su mundo religioso? ¿Qué es eso de halaká y haggaddá? ¿Cómo se forma
un rabino? ¿Qué poder tenía efectivamente? Etc. El libro, además tiene una amplia sección muy
poco usual en este tipo de publicaciones, a saber, un amplio capítulo con seis secciones sobre el
mundo cultural de este tipo de judaísmo.

El título de la obra corresponde al de esta postal. El autor es Günter Stemberger, catedrático de


judaística de la Universidad de Viena y una autoridad mundial en la materia. En España se ha
publicado ya su “Introducción a la literatura talmúdica y midrásica” –realizada junto con H. L.
Strack‒, que ha tenido una acogida excelente: Biblioteca midrásica. Editorial Verbo Divino, Estella,
2º edición corregida por el autor y traducida y acomodada al español por el conocido biblista Miguel
Pérez Fernández, catedrático, ya jubilado, de hebreo de la Universidad de Granada.

La obra presente ha sido publicada por la Editorial Trotta, en 2011, sobre un original de 2009.
Su ISBN: 978-84-9879-228-7; 278 pp. Traducción de Lorena Miralles Maciá. La versión es buena,
salvo algunos pequeños detalles, y ha sido revisada por el propio autor.

El judaísmo clásico, o “judaísmo rabínico” en sentido amplio va desde la destrucción del templo
de Jerusalén en el 70 d.C. hasta el final de las academias rabínicas en torno al 1040. El
elemento del período es la formación y el desarrollo del rabinato y de sus ideales. El rabino
representa un judaísmo que tras la destrucción del santuario jerusalemita y tras la dispersión del
pueblo judío, después de la segunda derrota ante Roma en el 132-135 cuando era emperador
Adriano, se ve forzado a remodelar el modo de vivir de su religión, puesto que ya ni tiene templo
ni vive en la tierra prometida. Además, sabe muy bien que o reforma su modo de vida y su manera
de entender su religión, o no sobrevivirá ésta ni tampoco el pueblo mismo judío.

El ideal del rabino --el prototipo del maestro que transmite y enseña la religión judía que se va
formando muy pronto en esta época-- es el de un judaísmo que sustituye la vida en torno al Tempo
por el estudio y el cumplimiento de la Torá (la Ley) junto con la oración y la reunión social y religiosa
de los fieles en torno a la sinagoga.

Este judaísmo abandona por necesidad el sueño de tener un estado, lo que le permite
adaptarse de verdad a una existencia en la Diáspora, incluso dentro de Palestina, pues se verá
siempre como una minoría. Incluso en el antiguo Israel, los árabes de alrededor y otras gentes
irán ocupando los huecos dejados por los judíos fallecidos o exilados, o vendidos como esclavos,
a causa de las dos desastrosas guerras mesiánicas contra Roma. Pero, aunque renuncie a
cualquier aspiración política (hasta finales el siglo XIX, en el que toma cuerpo el sionismo) este
judaísmo no se satisface con ser una religión interiorizada; más bien va abarcando
progresivamente con sus exigencias toda la vida de la comunidad judía dispersa.

Este judaísmo no fue monolítico, es decir, no adquirió una forma concreta enseguida. No
constituyó un cuerpo de doctrina compacta en poco tiempo ni formó un estilo de vida de la noche
a la mañana, sino que tardó muchos siglos en tornarse así. Hoy día además se ha caído en la
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cuenta de que su transformación no fue solo una evolución interna, sino que el entorno cultural en
el que estaba inmerso influyó en ella más de lo que imaginábamos.

Este judaísmo se adaptó en primer lugar al modo de vida del mundo grecorromano; luego al mundo
dominado por el islam y por el de la cultura persa o la del norte de África según donde habitara;
sufrió el influjo del arte y de la cultura contemporánea allí donde vivía; se enfrentó al cristianismo
y fijó definitivamente las fronteras con éste; repensó algunas de sus ideas anteriores sobe todo al
convivir con la cultura árabe durante siglos y a su vez influyó en ella; formó con el tiempo un cuerpo
de comentarios a la Biblia, de teología y de doctrina moral interna imponente, compacto, que sigue
ofreciendo hoy día una materia casi inagotable de estudio para los propios y para los extraños. En
el milenio que abarca este libro introductorio a este tipo de judaísmo, se asentaron todas las bases
que han marcado el judaísmo posterior, es decir, la vida judía hasta hoy día.

El libro de Stemberger es un manual, sin notas, denso y sencillo a la vez, con una breve y útil
bibliografía e intenta ofrecer lo esencial de cada tema. Para un lector apresurado, pero que desea
informarse de la evolución y consolidación de una religión tan influyente en el mundo occidental
como el judaísmo, me parece que este libro de Stemberger es ideal. No debe buscarse una
profundización en ninguno de los temas abordados, pero no falta nada, absolutamente nada, ni
tampoco un juicio razonado sobre lo que opina el consenso científico hoy sobre las cuestiones
dudosas o debatidas.

La primera parte proporciona una panorámica de los hechos más importantes que acontecieron
durante este tiempo: desde la primera revuelta judía, con la destrucción del Templo; la segunda
revolución antirromana, con la derrota de Bar Kochba en el 135; la expulsión de los judíos de
Judea y Galilea; la conversión de Jerusalén en Aelia Capitolina; la cristianización del Imperio
Romano y sus repercusiones en Palestina (por ejemplo, el intento fallido de reconstruir el Templo)
y la invasión de los persas y el dominio posterior de los árabes.

En la segunda parte se detalla la organización del judaísmo rabínico: el patriarcado, sanedrín,


exilarcado (gobierno de los judíos en la Diáspora, sobre todo en Babilonia y Persia), la jurisdicción
judía, el rabinato, la sinagoga la educación judía.

La tercera se dedica al mundo religioso de los rabinos y a la explicación de sus temas teológicos
más importantes: la revelación en el Sinaí; Ley oral y escrita; la interpretación de la Escritura y las
reglas hermenéuticas; la halaká y la haggaddá; la mística rabínica.

La cuarta y última parte se centra en el marco cultural en el que se desarrolló el movimiento


rabínico: relación con el helenismo, con el cristianismo, con la gnosis; el arte judío y las influencias
mutuas entre el judaísmo y el islam, bajo cuya férula ha vivido el judaísmo durante siglos.

He manifestado ya parte de mi opinión sobre este libro: me parece en conjunto una excelente
introducción a esa época del judaísmo: sencilla, clara, básica, pero con todo lo esencial; despierta
la curiosidad y ofrece respuesta a las preguntas que un buen lector se haría. Es superficial en
algunas secciones (como relaciones con el cristianismo y la gnosis) pero en conjunto es más que
suficiente. Más que recomendable en su conjunto.

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