Está en la página 1de 104

Comercio Exterior y Aduanas

1
MANUAL AUTOFORMATIVO

MÉTODOS Y TÉCNICAS
PSICOTERAPÉUTICAS

Autor:
Eduardo Vásquez Carrasco
Métodos y Técnicas Psicoterapéuticas
Primera edición
Huancayo, marzo de 2017

De esta edición
© Universidad Continental
Av. San Carlos 1980, Huancayo-Perú
Teléfono: (51 64) 481-430 anexo 7361
Correo electrónico: recursosucvirtual@continental.edu.pe
http://www.continental.edu.pe/

Dirección: Emma Barrios Ipenza


Edición: Eliana Gallardo Echenique
Asistente de edición: Andrid Poma Acevedo
Asesora didáctica: Karine Bernal Serna
Corrección de estilo: Diego Martín Eguiguren Salazar
Diseño y diagramación: José Maria Miguel Jáuregui Muñico

Todos los derechos reservados. Cada autor es responsable del contenido de su propio texto.
Este manual autoformativo no puede ser reproducido, total ni parcialmente, ni registrado en o transmitido por
un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, fotoquímico,
electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia, o cualquier otro medio, sin el permiso previo de la Universidad
Continental.
ÍNDICE
Introducción 8
Presentación de la asignatura 9
Competencias de la Asignatura 9
Unidades Didacticas 9
Tiempo Minimo de Estudio 9

UNIDAD I: Fundamentos y Operacionalización de la Psicoterapia 11


Diagrama de Presentación de la Unidad I 11
Organización de los Aprendizajes 11

Tema N° 1: la evaluación en psicoterapia 12


1 Perspectiva construccionista 12
2 Estableciendo el proyecto de trabajo 14

TEMA N° 2: La entrevista motivacional 16


1 El rapport en psicoterapia 16
2 La fase social en psicoterapia 18

Lectura Seleccionada N° 1 20
Actividad Formativa N° 1 20

TEMA N° 3: La relación terapéutica 21


1 Elementos de la relación terapéutica 21

Tema n° 4: ética y efectividad de la psicoterapia 25


1 Ética en psicoterapia 25
2 Efectividad de la psicoterapia 26

Lectura Seleccionada N° 2 29
Glosario de la Unidad I 30
Bibliografía de la Unidad I 31
Autoevaluación N°1 32

UNIDAD II: Psicoterapia Humanista 34


Diagrama de Presentación de la Unidad II 34
Organización de los Aprendizajes 34

TEMA N° 1: Psicoterapia centrada en el cliente 35


1 La orientación del consejero 35
2 La relación terapéutica 37
3 El proceso terapéutico 39

Lectura Seleccionada Nº 1 42
Actividad Formativa Nº 2 42

TEMA N° 2: Psicoterapia gestáltica 43


1 Fundamentos de la terapia Gestalt 43
2 Neurosis y mecanismos neuróticos 45
3 La terapia gestáltica en acción, el aquí y ahora 48

Lectura Seleccionada Nº 2 51
Glosario de la Unidad II 52
Bibliografia de la Unidad II 53
Autoevaluación N°2 54

UNIDAD III: Psicoterapia Sistémica I 56


Diagrama de Presentación de la Unidad III 56
Organización de los Aprendizajes 56

TEMA N° 1: Fundamentos de la psicoterapia sistémica 57


1 El legado de Milton Erickson 57
2 Claves del trabajo terapéutico de Milton Erickson 58

TEMA N° 2: Las diferentes escuelas sistémicas 61


1 El MRI de Palo Alto 61
2 El enfoque centrado en las soluciones 62
3 El modelo narrativo 63

Lectura Seleccionada N° 1 65
Actividad Formativa N° 3 65

TEMA N° 3: La terapia centrada en soluciones 66


1 La Escuela de Milwaukee 66
2 Supuestos de la TCS 67

TEMA N° 4: El trabajo con excepciones 70


1 Fases del trabajo con excepciones 70
2 La pregunta milagro y la proyección a futuro 72

Lectura Seleccionada Nº 2 74
Glosario de la Unidad III 75
Bibliografía de la Unidad III 76
Autoevaluación N.°3 77

UNIDAD IV: Psicoterapia Sistémica II 79


Diagrama de Presentación de la Unidad IV 79
Organización de los Aprendizajes 79

TEMA N° 1: La terapia estratégica 80


1 Paul Watzlawick y el MRI de Palo Alto 80
2 Modelo de intervención 82

TEMA N° 2: La terapia estratégica evolucionada 84


1 Giorgio Nardone 84
2 Protocolos para casos especiales 84

Actividad formativa N°4 88

TEMA N° 3: La terapia narrativa 89


1 Michael White y David Epston 89
2 Una terapia posmoderna 90

TEMA N° 4: La metáfora narrativa 93


1 Visión global de la práctica narrativa 93
2 La práctica de la externalización 95

Lectura Seleccionada N.º 1 97


Glosario de la Unidad IV 98
Bibliografía de la Unidad IV 99
Autoevaluación de la Unidad IV 100
Anexo N°1 102
INTRODUCCIÓN

L a asignatura de métodos y
psicoterapéuticas, al desarrollarse en una
técnicas

modalidad virtual, cuenta con el presente manual


de Michael White y David Epston. Todas estas
escuelas encuentran un origen común en el trabajo
terapéutico del psiquiatra Milton Erickson, que
autoformativo como su principal material didáctico. revolucionó la psicoterapia. Se consideran los
Este manual brinda información actualizada sobre postulados y algunas prácticas de estas escuelas
la práctica terapéutica en cuanto a sus métodos y conocidas como terapias breves.
técnicas, basándose en las corrientes humanista y
sistémica en sus versiones más recientes. También se incluyen, en cada unidad, lecturas
seleccionadas para ahondar en algunos temas y
En la primera unidad se presenta la cuestión de la actividades académicas propuestas para un mejor
evaluación y la entrevista psicoterapéuticas. Se analiza aprovechamiento de los recursos presentados.
la perspectiva construccionista como fundamento de Asimismo, se incluye bibliografía para consulta y
la psicología humana y el proceso psicoterapéutico. profundización de algunos temas y autoevaluaciones
Asimismo, se analizan los conceptos de rapport, fase en cada unidad.
social, relación terapéutica y los aspectos de la ética
y efectividad de la psicoterapia. Para un mejor aprovechamiento del manual y
la asignatura en modalidad virtual se sugiere
En la segunda unidad se presentan dos escuelas comenzar por el estudio de los contenidos,
humanistas de psicoterapia: la terapia centrada en el de una manera analítica y reflexiva, buscando
cliente de Carl Rogers y la psicoterapia gestáltica de asimilar la información. Luego realizar las lecturas
Fritz Perls. Se analizan conceptos básicos de ambas seleccionadas para profundizar en algunos puntos
escuelas y se presentan algunas ideas que pueden específicos. Paso seguido, realizar la autoevaluación
usarse en la terapia. que lo irá preparando para la evaluación final.
Finalmente, realizar la actividad académica
En la tercera y cuarta unidad se presentan tres propuesta y presentarla en el aula virtual, con la
escuelas terapéuticas de la tradición sistémica: el asesoría del docente virtual.
modelo estratégico del MRI, la terapia centrada
en soluciones de De Shazer y la terapia narrativa
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
MANUAL AUTOFORMATIVO

PRESENTACIÓN DE LA ASIGNATURA

COMPETENCIAS DE LA ASIGNATURA:

Define los conocimientos básicos de evaluación para la psicoterapia, desde un enfoque biopsicosocial, pudiendo efectuar
la selección del abordaje más apropiado para un paciente o situación problema; asimismo, desarrolla los modos de ope-
racionalización de la psicoterapia, desde los principios básicos generales hasta los modos de operacionalización de las
escuelas existenciales y sistémicas, tomando en cuenta sus fundamentos teóricos y prácticos.

UNIDADES DIDACTICAS:
UNIDAD I UNIDAD II UNIDAD III UNIDAD IV
Fundamentos y
operacionalización de la Psicoterapia humanista Psicoterapia sistémica I Psicoterapia sistémica II
psicoterapia

TIEMPO MINIMO DE ESTUDIO:


UNIDAD I UNIDAD II UNIDAD III UNIDAD IV
1era. semana y 3era. semana y 5ta. semana y 7ma. semana y
2da. semana 4ta. semana 6ta. semana 8va. semana
16 horas 16 horas 16 horas 16 horas
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 11
MANUAL AUTOFORMATIVO

UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

DIAGRAMA DE PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD I

CONTENIDOS EJEMPLOS ACTIVIDADES

AUTOEVALUACIÓN BIBLIOGRAFÍA

ORGANIZACIÓN DE LOS APRENDIZAJES

CONOCIMIENTOS PROCEDIMIENTOS ACTITUDES


Tema N.º 1: La evaluación en psicoterapia 1. Explica cómo la perspectiva biopsicosocial Asume una actitud crítica y analítica al com-
1.Perspectiva construccionista: biopsicosocial afecta la evaluación en psicoterapia. prender y discriminar los diferentes méto-
2.Estableciendo el proyecto de trabajo dos terapéuticos.
2. Describe los pasos para el establecimiento del
Tema N.º 2: La entrevista motivacional proyecto de trabajo en psicoterapia.
1.El rapport en psicoterapia
2.La fase social en psicoterapia 3. Explica qué es el rapport y cómo se utiliza en
la fase social de la psicoterapia.
Lectura seleccionada N.° 1
Actividad N.º 1
Tema N.º 3: La relación terapéutica Esquematice las fases de la entrevista y evalua-
1.Elementos de la relación terapéutica ción terapéuticas (proyecto de trabajo, rapport
y fase social) a través de un organizador visual y
Tema N.º 4: Ética y efectividad de la psicoterapia publique en el aula virtual.
1.Ética en psicoterapia
2.Efectividad de la psicoterapia 1. Explica los elementos de una buena relación
terapéutica.
Lectura seleccionada N.° 2
2. Identifica los aspectos éticos de la psicotera-
Autoevaluación N.° 1 pia.

3. Reconoce los niveles de efectividad de la psi-


coterapia.

Control de lectura N.º 1


Prueba objetiva de los temas 1, 2, 3 y 4, y de los
contenidos de las lecturas seleccionadas.
12 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

TEMA N° 1: La evaluación en psicoterapia

Llega el cliente a tu consulta. Qué haces con él, por dónde empiezas, qué le dices, cómo lo escuchas, qué tipo de ayuda
crees que espera de ti. Estas y otras preguntas pueden asaltar al psicólogo novel ante una situación de consejería o terapia
psicológica. Podríamos usar el sentido común (aunque algunos dicen que es el menos común de los sentidos), ¿pero será
suficiente? En este punto se hace necesario que todo psicólogo cuente con algunas ideas claras sobre cómo proceder en
psicoterapia.

Desde luego, el proceder terapéutico va a depender de la escuela psicoterapéutica a la que el terapeuta se adscriba. Y
aquí aprovechamos para mencionar que la práctica terapéutica requiere de cierta especialización que no se logra con un
curso introductorio como este. Se hace necesaria una formación terapéutica especializada.

En este tema vamos a abordar dos asuntos. El primero, enmarcar la práctica terapéutica en el paradigma epistemológico
del constructivismo y el construccionismo social. El segundo, aclarar cómo es que se construye el proyecto de trabajo en la
primera sesión de terapia.

Hablando de la evaluación en psicoterapia, se suele pensar en test psicológicos y diagnósticos del tipo DSM (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, por sus siglas en inglés). Pero es necesario aclarar que estos procederes
obedecen a una visión positivista de la psicoterapia. Es por ello que en primer lugar explicamos la visión posmoderna en
psicoterapia y cómo esta afecta la práctica de la evaluación en psicoterapia a través del proyecto de trabajo como herramienta
de evaluación.

1 Perspectiva construccionista

En sus orígenes, la práctica psicoterapéutica estaba influenciada por la visión positivista de las ciencias biológicas. Esta visión
positivista decía que es posible conocer la realidad a través de los sentidos, y que solo aquello que pueda ser percibido por los
sentidos y estudiado a través del método científico era digno de ser considerado verdadero y científico.

En su intento de dar legitimidad a la psicología, muchos investigadores dieron esta orientación a sus estudios. Por ejemplo,
el conductismo, donde la psicología humana se limitaba a conductas básicas que podían ser medidas, registradas y explicadas
por el método científico positivista. En psicoterapia también se empezó a pensar en esos términos.

Por otro lado, la tradición psicoanalítica hablaba en términos mecánicos, hidráulicos y económicos de la mente humana.
Conceptos como represión, instintos, transferencia, proyección, etc., obedecían a esta forma mecanicista de ver la mente
humana. Posteriormente, las escuelas sistémicas introdujeron en la terapia familiar la teoría de sistemas y las metáforas
estructuralistas en las relaciones familiares. Se empezó a hablar en términos de sistemas y subsistemas, alianzas y fronteras en
las familias, todo dentro del paradigma estructuralista.

Hasta este momento, estas y otras propuestas psicoterapéuticas estaban dentro de lo que se denomina cibernética de primer
orden. Es decir, donde se presupone que el sujeto observador y la realidad que observa son totalmente independiente uno
del otro y que el primero puede observar al segundo sin afectarlo, ya que cree poder mantenerse al margen. Esta concepción,
desde luego, obedece a la práctica positivista de la ciencia, donde se cree posible estudiar ciertos objetos aislándolos de su
contexto y creer que lo que se encuentre va a estar libre de la acción del observador.

Pero la cibernética de segundo orden introdujo un nuevo elemento. Y este consistía en reconocer que la acción del observador
afecta la unidad observada (Agudelo & Estrada, 2012). En otras palabras, los terapeutas de familias cayeron en cuenta, por
ejemplo, de que, cuando se reunían con la familia en terapia, el comportamiento de esta estaba influenciada por la presencia
misma de los terapeutas y, por lo tanto, la acción de observar de los terapeutas alteraba la conducta de la familia.

Este fue un gran salto en la epistemología de las ciencias sociales. Se vino a llamar constructivismo a la postura epistemológica
que reconocía un rol cognitivo activo del observador al momento de interactuar con su realidad, y que esta interacción con
la realidad terminaba afectando el conocimiento que el sujeto conocía de su realidad (Fruggeri, 1998). En otras palabras,
el proceso del conocer la realidad está afectado por las estructuras nerviosas y psicológicas del sujeto que conoce y que
el conocimiento que adquiere no es una copia fiel de la realidad, sino que está condicionado por sus propias estructuras
nerviosas y cognitivas.

Desde esta nueva perspectiva, se renuncia a la ilusión del conocimiento verdadero, ya que no somos capaces de conocer
la «realidad verdadera», sino solo una versión de ella, modificada por nuestra percepción. Se reconoce la subjetividad del
conocimiento y la multiversalidad del mismo. Es decir, no es posible ser objetivo, ya que cualquier conocimiento, entiéndase
diagnóstico, categoría psicológica, opinión experta, pronóstico o consejo, está más en consonancia con nuestros procesos
cognitivos que con la realidad misma.

Así, el psicólogo, y específicamente el terapeuta, adoptan una postura constructivista de subjetividad, de renuncia a la
pretensión objetiva del conocimiento, y reconocimiento de que su punto de vista u opinión sobre algún asunto psicológico
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 13
MANUAL AUTOFORMATIVO

deja de ser «la verdad» y pasa a ser una versión más de las cosas dentro de un multiverso; es decir, una versión más posible de la
realidad en medio de muchas otras versiones posibles de esa misma realidad (Sandoval, 2010).

Si al terapeuta le resulta imposible alcanzar un conocimiento objetivo o verdadero de la realidad (en este caso de su cliente o
consultante), adopta entonces una posición descentrada, donde pasa del saber experto a la colaboración con su cliente, que
tiene al mismo tiempo su propia versión de las cosas, igualmente válida. Esta versión del cliente puede ser al principio pesimista,
patologizada o desesperanzada. Pero el terapeuta mantiene su actitud de respeto y aceptación e invita al cliente a enriquecer su
versión de las cosas con aspectos más útiles y funcionales, pero siempre desde la colaboración.

La perspectiva constructivista resulta entonces muy útil en psicoterapia y enriquece la práctica terapéutica a través de una
postura de no saber y de respeto. Al mismo tiempo, le permite al terapeuta ser consciente de su influencia en la relación
terapéutica. Además, el conocimiento que va adquiriendo del cliente es co-construido, ya que la presencia e intervención del
terapeuta en el proceso del conocer va moldeando el conocimiento que va adquiriendo de su cliente. En otros términos, el
conocimiento que el terapeuta tiene sobre el cliente no es copiado tal cual, de la realidad del consultante, sino que ambos van
co-construyendo los problemas y las soluciones.

Llegados a este punto, nos damos cuenta de que, aunque el constructivismo es un paso gigante y muy útil en el entendimiento
del proceso terapéutico, sigue enmarcado dentro del paradigma estructuralista (Sandoval, 2010). Es decir, se sigue hablando en
términos de una estructura nerviosa o cognitiva dentro del sujeto que interactúa con otro objeto, allá afuera, llamado realidad.
Siguen existiendo estructuras internas y bipolaridades de allá y acá como entes independientes que interactúan y se influencian.

Debido a ello, muchos teóricos desarrollaron aquello que vino a llamarse construccionismo social (Agudelo & Estrada, 2012).
El construccionismo social no solo reconoce la imposibilidad de un conocimiento objetivo y verdadero, sino que va más allá de
la metáfora estructuralista y propone que el conocimiento se co-construye en las interacciones sociales a través del lenguaje y
que este conocimiento es de coautoría; es decir, tiene un carácter comunitario (Fruggeri, 1998).

Dos aspectos hay que resaltar sobre el construccionismo social (Seguí & Gil, 2008). El primero es que la co-construcción del
conocimiento es de coautoría. En otras palabras, que el conocimiento es social y comunitario. Es en las relaciones e interacciones
que las personas van construyendo el conocimiento sobre las cosas. Cuando algo nos pasa, se lo contamos a alguien, y lo que
solemos recodar sobre algo es aquello que nos hemos contado a nosotros mismos o a los demás.

El segundo aspecto a considerar es que el medio utilizado para esta construcción comunitaria del conocimiento es el lenguaje. Nos
valemos del lenguaje para contar las cosas, es a través de las historias y los relatos que vamos organizando nuestras experiencias. Y
estas historias las aprendemos a contar en sociedad. Nuestras interacciones se pueden resumir a relatos e historias que contamos
a los demás y a nosotros mismos, y las claves que utilizamos para tejer esos relatos también son aprendidas comunitariamente.

Por ejemplo, a lo largo del día, mientras vamos realizando nuestra rutina, vamos teniendo una conversación con nosotros
mismos sobre cómo el día va transcurriendo. Ahora, las palabras que usamos y las perspectivas que le vamos dando a ese relato
sobre nuestro día (si es un buen día, o es aburrido, o estresante, etc.), han sido aprendidas en anteriores interacciones con
nuestros padres o compañeros de estudios y las hemos ido incorporando a nuestro repertorio. Luego, al finalizar nuestro día,
podríamos contarle a alguien cómo ha estado nuestro día, y en esa conversación la otra persona nos daría retroalimentación,
que iría modificando o confirmando nuestro relato, para finalmente quedarnos con una versión, lo que implica haber dejado
fuera otras versiones posibles del mismo día.

En este ejemplo podemos ver cómo utilizamos el lenguaje para ir elaborando nuestra historia personal. También podemos
ver cómo las interacciones pasadas y presentes van moldeando esa historia. Por último, podemos ver cómo lo que al final del
día va a nuestra memoria no es el día en sí que tuvimos, sino una versión de ese día que privilegió algunos acontecimientos y
dejó de lado otros. La pregunta es: Si hubiera incluido otros elementos a mi relato del día, ¿mi recuerdo de ese día se habría
modificado? Y la respuesta es sí. Si hubiera tenido otro tipo de interacciones y conversaciones (conmigo mismo u otros), y si
hubiera elegido otras palabras para referirme a lo que estaba pasando, entonces otra versión de mi día hubiera tenido en mi
memoria.

Para esto precisamente nos sirve el constructivismo y el construccionismo social en psicoterapia: para co-construir con los
consultantes nuevas historias, más útiles y enriquecidas, que abarquen aquellos aspectos que se dejan fuera y que servirían para
actualizar la opinión que las personas tienen de sí mismas y les permitan enfrentarse de manera más exitosa a sus problemas.

Concluyendo, el constructivismo y el construccionismo social nos permiten adoptar una postura descentrada y respetuosa en
terapia, y nos agencia para, en coautoría con los consultantes, construir historias más útiles y enriquecidas de ellos mismos, que
les faciliten nuevas posibilidades de acción. Es imposible conocer la realidad objetivamente, lo que conocemos está influenciado
por nuestro propio acto perceptivo e interpretativo. El conocimiento se construye en comunidad a través de las interacciones
sociales, y nuestro conocimiento está compuesto por historias de nosotros mismos y de lo que nos pasa, basadas en el lenguaje
que utilizamos.
14 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

2 Estableciendo el proyecto de trabajo

Habiendo establecido la perspectiva constructivista y construccionista de la terapia, debemos establecer qué y cómo evaluar
en psicoterapia. Dicho en otras palabras, queremos aclarar cómo se establece el proyecto de trabajo terapéutico desde una
epistemología posmoderna.

Lo que necesitamos establecer en la evaluación terapéutica es la teoría del problema y la teoría del cambio que el cliente trae
a consulta (Beyebach, 2006). Es decir, cómo se explica el problema que está atravesando y qué expectativas tiene de lo que se
necesita para encontrar una solución aceptable y satisfactoria. Para tal fin, se deben considerar ciertos aspectos que deben ser
cubiertos en la indagación inicial y que pasamos a detallar.

A la pregunta qué les trae por aquí, el cliente pasará a describir el problema. En esta descripción, el terapeuta debe escuchar
activamente, mostrando interés. Al mismo tiempo, debe ir conduciendo la descripción del problema para establecer algunos
puntos. En primer lugar, deben responder para quién es un problema el asunto que traen a terapia. Es decir, a quiénes afecta
y cómo estas personas están involucradas en el problema.

También se debe establecer de qué forma el problema constituye un problema. En este punto, el terapeuta no supone nada
y respetuosamente interroga a los consultantes sobre cómo el problema es un problema para ellos, desde su perspectiva
personal, cultural, social, moral o religiosa. Cómo les afecta el problema y qué aspectos de su vida están influenciados por el
problema. También es necesario determinar la frecuencia, duración e intensidad de la ocurrencia del problema. Cuándo se
presenta y cuándo no, cuánto dura cada vez que se presenta y con qué intensidad afecta a las personas involucradas, a quiénes
afecta más, etc.

Asimismo, es importante determinar el contexto del problema; es decir, las circunstancias alrededor del problema, como los
espacios o ámbitos que circundan al problema. Por último, la descripción del problema debe incluir la teoría del problema o,
dicho de otra forma, cómo los consultantes se explican la ocurrencia del problema. A qué atribuyen su aparición, mantención
y agravamiento si es que fuera el caso. Todos estos datos son importantes porque darán al terapeuta una idea de cómo el
cliente ve su problema y cómo lo vivencia. Le dará algunas pautas comunicacionales del cliente; por ejemplo, cómo utiliza el
lenguaje, qué palabras usa para describir su problema, el lenguaje no verbal que acompaña su descripción y, sobre todo, cómo
cree el consultante que su problema le afecta.

Luego de haber obtenido la descripción del problema, pasamos a interrogar por el momento actual del consultante.
Preguntamos por qué ahora el cliente ha decidido buscar ayuda. De qué manera su situación actual le ha motivado a pedir
ayuda e involucrarse en una terapia. Cómo se está presentando el problema en este momento que le lleva a buscar ayuda
externa. Esto sirve para ir sondeando la motivación del consultante y cuán dispuesto está a involucrarse en la terapia.

También es importante conocer el contexto de derivación si fuera el caso. Cómo el cliente llegó a nuestra consulta, o si acaso
fue derivado por otro profesional de la salud mental o por un médico. Si está en terapia por un mandado judicial, o por
insistencia de alguien más. Que el consultante reconozca su necesidad de ser ayudado y participe activamente en el proceso
terapéutico es importante. Si es un cliente derivado por alguien más, o en terapia por obligación de algún familiar, eso cambia
el setting de la terapia.

Con esto nos referimos al papel ecológico en la terapia. La psicoterapia no se da aisladamente en una burbuja teórica. Esta se
da dentro de un contexto sociocultural más amplio. Los niveles de participación y motivación del cliente no serán los mismos
si este va por cuenta propia que si es mandado por alguien más. Por eso es importante conocer el contexto de derivación para
poder negociar una meta de trabajo aceptable y alcanzable.

Establecida la teoría del problema, pasamos a identificar la teoría del cambio del cliente; es decir, cuáles son sus expectativas
sobre la terapia y sus objetivos de trabajo. Para ellos inquirimos sobre lo que desean conseguir; es decir, el fin de la terapia.
Estos objetivos, que son la demanda del cliente, deben ser trabajables. Con trabajables queremos decir que estén dentro
de nuestro campo profesional, que sean de nuestra competencia psicoterapéutica. Por ejemplo, no sería trabajable que
demanden un examen neuropsicológico u orientación sobre asistencia social del gobierno.

Esta demanda también debe ser alcanzable, realista y dentro de lo que la terapia puede hacer. Si hay demandas irreales
o imposibles, entonces deben negociarse. Y si no es posible ayudar al consultante a optar por una demanda alcanzable,
entonces considerar la posibilidad de no atenderlos. También es importante que los objetivos sean descritos en positivo y no
en negativo. Es decir, que sean formulados en términos de qué desea conseguir y no en términos de qué no quiere que siga
pasando. Esto es un detalle del lenguaje muy importante para considerar.

También es importante que la demanda esté dentro del ámbito de control del consultante y que no dependa de terceros o
del terapeuta. Por ejemplo: si piden que el terapeuta cambie a su pareja o que un familiar deje de sufrir o de hacer algo que
perjudica a la familia, esas son demandas no trabajables, ya que no dependen del cliente y no están en su poder alcanzarlas.

Habría que considerar también cómo los clientes esperan ser ayudados por el terapeuta. Esto es vital para determinar qué
puede servirle y qué no al cliente. Además, permite aclarar algunos aspectos del trabajo terapéutico que el cliente puede no
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 15
MANUAL AUTOFORMATIVO

tener muy claros. Por ejemplo: si los clientes esperan ejercicios para meditar, o sesiones de hipnosis, o sesiones semanales o
quincenales, si demandan consejos directos, o que el terapeuta les diga qué decisión deben tomar.

Al conocer cómo el consultante espera ser ayudado, el terapeuta puede aclarar algunos aspectos de su forma de trabajo y las
expectativas del cliente sobre la terapia. Además, el terapeuta obtiene pautas de qué podría servirle a un cliente en particular,
ya que aprovecha la forma de colaboración que el cliente le trae a la consulta.

Finalmente, el terapeuta hace un resumen de toda la información recogida, tanto del problema como de los objetivos
terapéuticos, y se los ofrece al cliente. Este resumen debe incluir la información clave, tanto del problema como de la demanda.
Debe hacerse, además, utilizando un lenguaje positivo, respetuoso, utilizando las palabras de los clientes e incluyendo aquellos
aspectos que son trabajables y alcanzables.

Como se podrá notar, esta forma de evaluar en terapia es respetuosa del punto de vista del cliente y se construye en tándem
entre cliente y terapeuta. A la demanda que el cliente trae a terapia y a sus expectativas, el terapeuta ajusta dicha demanda en
términos que estén dentro del marco de acción de la terapia.

Es necesario detenerse un momento a considerar que en todo momento el terapeuta debe mantener su margen de maniobra.
Y con esto nos referimos a que debe evitar aceptar demandas inalcanzables o que no estén dentro de su marco de acción.
También debe evitar tomar partido en algunos aspectos, como decirle al cliente qué debe hacer, tomar una decisión por él o
dar consejos.

Cuando se trata de pacientes involuntarios, se les puede ayudar a entender qué espera la persona o institución que le ha
mandado a terapia. Si se trata de clientes visitantes, es decir, aquellos que no muestran interés en involucrarse en la terapia,
entonces se tratará de encontrar una motivación útil para este tipo de consultantes.

Donde sí es necesario tomar partido, es en los escenarios donde deben asegurarse algunas condiciones mínimas para que
la terapia funcione. Por ejemplo, aclarar que, mientras uno de los miembros de la pareja siga manteniendo una relación
extramarital, la terapia de pareja no funciona y no puede iniciar. O también puede ser el caso cuando el terapeuta invita a
algunos integrantes de la familia a sumarse a la terapia porque considera útil su participación.

También debe involucrarse el terapeuta en ser más directivo cuando la vida del cliente peligra y es necesario establecer una red
de soporte social como internamiento o acompañantes para el cliente cuando hay riesgo suicida. Cuando hay violencia en el
hogar, es necesario pedir que cese la agresión antes de que los implicados puedan iniciar la terapia, ya sea la víctima, los testigos
o el agresor, o todos.

Cuando el objetivo de la terapia es tomar una decisión, el terapeuta debe ayudar al cliente a considerar todos los pros y contras;
no solo en el presente, sino en un futuro cercano y lejano. En todo caso debe abstenerse de tomar la decisión por el cliente, más
bien debe animarlo a aceptar la condición de que es imposible determinar las consecuencias de una decisión a ciencia cierta, y
que siempre habrá un margen de incertidumbre que debe aceptarse y aprender a vivir con él.

Una última palabra sobre la evaluación en terapia: ha quedado establecido que la epistemología del terapeuta afectará su
proceder y accionar en terapia. Cuando el terapeuta se encuentra con sus consultantes en terapia debe reconocer que su
presencia y su accionar afectarán el comportamiento del cliente y la interacción de ambos. Sabiendo esto, que el terapeuta
no puede mantener neutral ni al margen, debe aprovechar su influencia para desde el principio, desde la evaluación, realizar
acciones terapéuticas conducentes a la satisfacción de la demanda. Esto se logrará utilizando el lenguaje y la relación de una
manera terapéutica, respetuosa con el cliente y desde una postura descentrada de curiosidad y aceptación.
16 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

TEMA N° 2: La entrevista motivacional

Luego de establecer el marco epistemológico y la evaluación inicial, debemos dedicar un espacio a la entrevista moti-
vacional. En qué marco relacional se desarrolla la entrevista en psicoterapia. El rapport y la fase social son aspectos que no
deben dejarse de lado ni subestimarse, y que contribuyen a llevar una entrevista que sea motivacional.

Póngase por un momento en el lugar del cliente. Acude a la consulta de alguien que no conoce personalmente. Va a
consulta por un tema personal, delicado e íntimo. Se verá sometido a preguntas por parte de un experto, y se sentirá exami-
nado. Debe revelar detalles íntimos de su vida, cosas que tal vez no le ha contado a nadie, ni a usted mismo. Cómo se sentiría
en una situación así. Tal vez intimidado, ansioso, con miedo o expectante.

Acudir a terapia puede ser un tránsito difícil para muchas personas, sobre todo si es la primera vez que acuden. No sabe-
mos qué tipo de expectativas tendrán sobre la terapia. Seguramente el único acercamiento que han tenido con la psicoterapia
es a través de la cultura popular, películas, series de televisión, chistes, internet, etc.

Cómo puede entonces usted ayudar a esta persona que solicita ayuda, y que debe haber superado muchos resquemores y
temores. Cómo puede ayudarla a sentirse más en confianza, sentirse cómoda y segura para poder hablar de asuntos difíciles.
La fase social de la terapia y la construcción de un buen rapport son la respuesta para la generación de un buen clima en la
primera sesión.

Estos son aspectos que no deben subestimarse ni pasarse por alto. Es necesario dedicar unos minutos a estas cuestiones
y veremos cómo rinden frutos en la medida que la sesión se va desarrollando. Brindar un marco de referencia es importante
para la terapia, ya que brinda predictibilidad y confianza en el trabajo terapéutico. Al disipar las dudas de los consultantes, la
colaboración y la motivación para el cambio se abren camino.

1 El rapport en psicoterapia

El rapport podría definirse como «el sentimiento de comprensión mutua e interés por objetivos comunes que se manifiesta
entre el terapeuta y el paciente» (Olórtegui, 2008, p. 401). La comprensión y el interés de parte del terapeuta permiten
crear el ambiente adecuado para que pueda desarrollarse exitosamente la terapia. Al mismo tiempo es algo mutuo, que se
desarrolla en una relación; es coconstruido, pero la responsabilidad recae en el terapeuta, al ser él el llamado a conducir la
entrevista.

Una forma de desarrollar rapport es pedir al consultante (y a sus acompañantes si es que los hubiera) que mencione sus
pasatiempos, que hable de sus fortalezas y recursos personales, y que mencione aquellas cosas que hace bien o con las que
se siente cómodo (Selekman, 2009). Al enfocarse en los puntos fuertes de su desempeño, el consultante se sentirá más em-
poderado y más dispuesto a hablar del problema y de asuntos personales.

Además, esta es una información valiosa que será usada más adelante en la terapia. El cliente recibe implícitamente el men-
saje de parte del terapeuta de que él es más que sus problemas, y que su identidad es mucho más rica que solo problemas.
Al sentirse empoderados, los consultantes entrarán en confianza y se sentirán más dispuestos a colaborar en la relación y el
proceso terapéuticos.

Otra forma de desarrollar rapport en la entrevista es introducir el sentido del humor en las intervenciones de retroalimen-
tación que el terapeuta brinda a las respuestas de los consultantes (Selekman, 2009). Desde un estilo personal y natural, el
terapeuta puede usar el sentido del humor en algunos chistes o frases ingeniosas, que permitan distender el ambiente de la
consulta. Además, debe aprovechar para rotular positivamente las intervenciones y respuestas de los clientes. Es decir, que
debe hacer uso del sentido del humor con una intención terapéutica.

Desde luego, el uso del sentido del humor es algo muy personal y obedece al estilo peculiar de cada terapeuta. Si el terapeu-
ta no se siente cómodo con el uso del humor o considera que no calza del todo con su estilo comunicacional, debería en-
tonces remitirse a aquello que le resulte más natural. La clave está en mostrarse auténtico y ameno, más allá de lo hilarante
que pueda mostrarse.

Al inquirir por pasatiempos y preferencias, el terapeuta debe tener cierto bagaje cultural que le permita hacer comentarios
sobre música, literatura, noticias, actualidad, deportes y temas afines. Esto permitirá mantener una conversación breve y
preparará al cliente para afrontar la tarea, nada agradable, de describir su problema y formular una demanda coherente de
trabajo.

También es importante en este punto la necesidad de orientar a los consultantes sobre la terapia como forma de crear
rapport (Beyebach, 2006). Ya que el cliente llega sintiéndose algo vulnerable por la situación a la que se enfrenta de revelar
sus problemas y asuntos personales a un extraño, es importante que el terapeuta acoja al consultante y le ayude a sentirse
cómodo.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 17
MANUAL AUTOFORMATIVO

Esto se puede lograr orientando a la persona sobre qué sucederá en la entrevista, cuál es la forma de trabajo del terapeuta,
cuáles son sus supuestos de trabajo y cómo el terapeuta espera que los clientes se involucren. Esta orientación sobre el trabajo
que se hará permite ir creando una buena relación terapeuta – cliente.

También se puede ver como un buen momento para establecer las reglas de juego. Es decir, se transmite al cliente cómo
espera el terapeuta que el cliente participe y cuál será la orientación que se le dará a la entrevista. Esto se hace con el objetivo
de ayudar al consultante a que pueda sentirse cómodo y seguro, al sentir cierta predictibilidad de lo que ocurrirá a continua-
ción. También sirve para ir estableciendo un contexto terapéutico. Al informar a los clientes sobre lo que pueden esperar de
la terapia, el terapeuta mantiene su margen de maniobra para poder actuar en el futuro.

Lo que el terapeuta debe comunicar es el contexto en el que se desarrollará la terapia. Por ejemplo, hacer una explicación de
las instalaciones y de la forma de trabajo. Esto va a estar determinado por el centro de trabajo del terapeuta, si es una consulta
privada, o una institución pública o privada. Acá se debe incluir el tiempo que durará la sesión, la frecuencia de las mismas, si
hay cámaras o grabadoras, espejo unidireccional, co-terapeutas, etc.

También debe pedirse consentimiento si es que se grabará la sesión y qué tratamiento se le dará a la información recopilada.
Asimismo, se deben negociar las posibles dificultades u objeciones que puedan presentar los clientes. Una vez más, el objetivo
es crear un marco de trabajo que sea aceptable y acogedor para todos, donde pueda desarrollarse la terapia con la menor
cantidad de contratiempos posibles.

El estilo de comunicación del terapeuta debe ser cálido. Debe tenerse en cuenta que el cliente debe sentirse acogido y
cómodo. Hasta cierto punto el estilo debe ser algo informal, desenfadado e incluso simpático. La idea es que sea ameno y
confortable. La explicación de la forma de trabajo debe hacerse como algo rutinario y normal, sobre todo en el aspecto de la
grabación de la sesión (si la hubiera), y no hacerlo ver como algo fuera de lo común o extraño.

Asimismo, es importante ser flexibles y estar dispuestos a hacer algunas concesiones dependiendo de las circunstancias y de
las peculiaridades de los consultantes. Si bien es cierto puede haber protocolos a seguir, o los supuestos teóricos marcan una
línea de trabajo, es importante tener en cuenta que las características de la terapia no son inflexibles y que se pueden adaptar
al contexto de cada pedido de ayuda.

Con respecto a las objeciones que los consultantes puedan tener sobre algún elemento del setting, es importante analizar
cada una de las objeciones y tomarlas como indicaciones de consultantes responsables preocupados por la terapia. Como te-
rapeutas debemos escuchar con atención dichas objeciones, validarlas y empatizar con las preocupaciones de los consultantes.
Luego dar nuestros puntos de vista. Es importante transmitir la idea de que cada elemento del setting terapéutico redundará
en beneficio de los clientes.

Hasta aquí hemos visto tres formas de desarrollar rapport en la entrevista terapéutica. Indagar por los pasatiempos y puntos
fuertes de los clientes, usar el sentido del humor en el estilo comunicacional del terapeuta, y brindar la orientación necesaria
sobre el setting o marco de trabajo del terapeuta. Como se indicó, el objetivo es ayudar al cliente a sentirse cómodo, seguro
y acogido, y de esta manera facilitarle la apertura y expresión necesarias para la exploración del problema y la demanda de
trabajo.

Pero el rapport no solamente debe crearse al inicio de la entrevista, sino que debe mantenerse a lo largo de toda la terapia.
Esto se logra manteniendo una actitud de comprensión hacia los clientes (Lipchik, 2004). Esta actitud de comprensión se
logra manteniendo un equilibrio entre las expectativas del terapeuta y las del cliente. Asimismo, se logra armonizando los pro-
pios temas y necesidades del cliente y el protocolo o modelo de intervención del terapeuta.

Aclarando lo dicho, el terapeuta suele acercarse al cliente y a la terapia desde su marco teórico y su modelo de intervención,
que vienen determinados por el enfoque teórico de su elección. En ese sentido, el terapeuta dirigirá la conversación hacia
lo que considera es lo terapéutico y lo que marca su modelo de intervención. Pero al mismo tiempo, los clientes tienen sus
propios temas, necesidades y expectativas sobre lo que desean conversar y exponer en la terapia.

Aquí el terapeuta debe mantener cierta flexibilidad. Por un lado, debe procurar mantener su marco de referencia teórico y
su protocolo de intervención, y por otro debe poder satisfacer las expectativas de los clientes, pero sin por ello sacrificar lo
terapéutico. No hacerlo podría tener resultados perjudiciales. Es cierto que debemos conducir a los clientes hacia una conver-
sación terapéutica para ir alcanzando los objetivos trazados, pero también es importante darle el espacio necesario al cliente
para satisfacer sus necesidades y los temas que desea exponer. Esto último puede ser tanto o más terapéutico que mantenerse
en el modelo de intervención a rajatabla.

Hay que tener en cuenta el clima emocional de la terapia. Forzar la conversación para satisfacer el modelo teórico puede ser
perjudicial para dicho clima. Es verdad que el modelo teórico tiene sus propias metas que supone necesarias para conseguir
el bienestar solicitado por el consultante. Pero también puede resultar terapéutico mantener un buen clima emocional en la
sesión, y esto puede lograrse dejando a veces de lado el modelo y centrarse en atender la necesidad del cliente de expresar
algún aspecto que considera necesario ventilar frente al terapeuta. Darse un tiempo para esto puede fortalecer el rapport y la
relación terapéutica, y prepara cliente para alcanzar sus objetivos.
18 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

Con relación a comprender a los clientes para mantener el rapport en la terapia, debemos considerar tres dilemas a los que
se enfrenta el terapeuta (Lipchik, 2004). El primero tiene que ver con el oír versus el escuchar. Al oír, lo que se oye es lo
que el cliente expresa; pero al escuchar, lo que se escucha está determinado por la teoría y los supuestos del terapeuta. El
asunto acá es estar alerta a las preguntas y respuestas apropiadas.

Por ejemplo, cuando un cliente está describiendo un problema y lo está haciendo en clave derrotista o pesimista, el terapeu-
ta puede trasmitir la idea de que la situación no es totalmente mala a través de preguntas de afrontamiento. Ante una situa-
ción de crisis o muy desesperada, podemos elegir oír todo lo que el cliente nos cuenta, pero al mismo tiempo elegir respon-
der a aquello del relato que nos resulta útil terapéuticamente. Podemos preguntar: ¿cómo haces para aguantar o sobrellevar
esta situación tan difícil? A pesar de lo mal que lo estás pasando, ¿cómo haces para mantenerte en pie y seguir funcionando
en tu día a día? Siendo esta situación tan complicada y habiéndote desgastado tanto, ¿cómo conseguiste buscar ayuda?

La idea acá es rescatar algún aspecto positivo de la situación problemática dl consultante, pero al mismo tiempo reconocer
lo mal que el cliente lo está pasando. Así conseguimos oír lo que el cliente nos transmite, y al mismo tiempo escuchamos
desde nuestros supuestos y actuamos terapéuticamente.

Otra forma de conciliar el dilema entre el oír y el escuchar tiene que ver con el significado de lo que se dice. El cliente pue-
de mencionar algo como «quisiera mejorar mi relación de pareja», pero eso podría significar que desea aprender a comu-
nicarse con su pareja de maneras más productivas, o que quiere que su pareja cambie una conducta molesta en particular.
A menos que se aclare el significado de lo que se formula, terapeuta y consultante terminarán hablando de temas distintos.
A esto se llama preguntas sobre el significado, y tienen que ver con pedir aclaración sobre a qué se refiere el cliente cuando
dice lo que dice. Así no se da por sentado nada y se mantiene la claridad en la conversación. Además, permite comprender
al cliente desde su punto de vista y no desde el supuesto del terapeuta.

Todo esto podría complementarse con preguntas que despierten emociones. Por ejemplo, preguntar cómo le afecta emo-
cionalmente la conducta molesta de su pareja o el hecho de que considere que su comunicación no está siendo efectiva.
La clave está en decidir estratégicamente a qué se le presta atención y qué se deja pasar por alto del relato del cliente. Esto
debe hacerse con propósito, el cual es favorecer el buen clima emocional que a la vez conducirá a una satisfacción del moti-
vo de consulta.

El segundo que debe resolver el terapeuta para mantener el buen clima emocional es el asunto sobre si centrarse en la ex-
ploración del problema o dedicarse a orientar la conversación sobre el modelo teórico de la terapia. En este punto se debe
mencionar que son los clientes, y no los terapeutas, quienes deciden si desean pasar el problema a las soluciones y cuándo
hacerlo. El terapeuta puede conducir y reconducir la conversación, las veces que considere necesarias, hacia las soluciones,
pero si el cliente se resiste y desea continuar con la descripción del problema y la exposición de sus emociones, entonces el
terapeuta debe renunciar por un momento y centrarse en el problema.

Esta renuncia debe hacerse desde una posición estratégica, con el objetivo de volver a la búsqueda de soluciones lo más
pronto posible. Y al mismo tiempo se busca mantener la relación empática y comprensiva. El terapeuta entonces puede
optar por ir entretejiendo el relato del problema con la búsqueda de las soluciones, y así ir robusteciendo y enriqueciendo
la historia personal del cliente. Recordemos que lo esencial del proceso terapéutico es adaptar este a las necesidades de
nuestros clientes y de su forma particular de experimentar el mundo.

El tercer y último dilema tiene que ver con el contenido versus el proceso del discurso del cliente. El contenido tiene que
ver con lo que los clientes describen sobre su situación. El proceso tiene que ver con cómo los clientes interactúan consigo
mismos, con sus descripciones, con los demás, e incluso con el terapeuta en consulta. El objetivo del terapeuta debe ser usar
el lenguaje de tal forma que pueda afectar no solo el contenido, sino también el proceso de los clientes.

Esto se logra adaptándonos a las formas de colaboración de los clientes, tanto en términos de lo que dicen como en su
forma de actuar. La terapia misma es un proceso de interacción donde los consultantes describen sus situaciones problemá-
ticas, y los terapeutas responden clarificando la manera en que los clientes lidian con el problema en el pasado, presente y
futuro. Aquí los terapeutas deben ir encauzando las conversaciones de tal forma que tanto los contenidos como los proce-
sos, las interacciones, puedan verse positivamente afectados.

Finalmente, es muy importante recalcar que el énfasis en la creación del rapport recae más sobre el estilo de comunicación
del terapeuta, sus actitudes y el ambiente emocional cálido que pueda crear en conjunto con los consultantes. Para dicho
fin deberá prestar atención a su lenguaje no verbal, a los gestos y ademanes, el tono de voz, cómo modula sus expresiones,
qué ánimo y humor proyecta, incluso el entusiasmo y buen estado de salud que pueda proyectar a través de sus expresiones
faciales y postura corporal.

2 La fase social en psicoterapia

La fase social es el momento desde que se recibe a los consultantes y se les orienta sobre el setting de la terapia, hasta el
momento en que se empieza a conversar sobre el motivo de consulta (Beyebach, 2006). En ese sentido, tiene mucho que
ver con la creación del rapport mencionado en la sección anterior. Normalmente lo que se incluye en la recopilación de
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 19
MANUAL AUTOFORMATIVO

información de la fase social son los nombres, edades, ocupación y algunas aficiones.

Se le suele explicar al consultante que, antes de pasar a la descripción del problema y a la formulación de la demanda de trabajo,
se desearía conocerles un poco más: sus vidas personales, pasatiempos y aficiones. El propósito de este periodo de la entrevista
es la construcción de la relación terapéutica. Al desarrollarse la conversación en torno a aspectos positivos y recursivos de los
consultantes, se facilita la relación terapéutica y estrecha la seguridad personal del cliente y su motivación para involucrarse en
la terapia.

Este momento de la sesión también resulta útil para marcar la postura del terapeuta frente a los clientes. En este caso, al dedicar
unos minutos a los recursos y aspectos positivos de los consultantes, el terapeuta transmite la idea de que ve a los clientes no solo
como portadores de problemas, sino como seres humanos integrales con aspectos positivos.

El obtener una visión global del contexto relacional también es un objetivo de la fase social. Esto quiere decir que ayuda para
la intervención terapéutica el conocer las rutinas, trabajos, ocupaciones y estilo de vida de los consultantes y sus familiares. Al
conocer toda esta información, podemos entender cómo podría ayudar cada miembro de la familia, el tipo de tareas que se
podrán dejar a los clientes, o la frecuencia y planificación de las sesiones siguientes.

Pero sin duda la información más relevante que se puede recoger en la fase social es la de los recursos personales de los clientes.
Normalmente se piensa en la terapia como el espacio donde el cliente concurre ante el terapeuta y cuenta detalladamente todo
su problema: cómo se originó, cómo ha ido evolucionando y demás descripciones. Esto tiene su espacio en el momento de
construir una demanda de trabajo. Pero también es muy útil detenerse antes a explorar estos datos que resultarán muy útiles a
lo largo de la terapia.

Ahora, no solamente es importante rescatar los recursos personales de los clientes, sino también de su red social, que pueden
ser amigos, familia, trabajo, alguna asociación civil, cultural o religiosa a la que el cliente asista. Estos recursos incluyen la
profesión, viajes, experiencia de vida, deportes, pasatiempos, aficiones, actividades culturales o filantrópicas, etc. Sobre todo, se
debe recoger la postura y el lenguaje que el consultante emplea en su comunicación, ya que esto será usado más adelante como
insumo para la terapia a través de metáforas, redefiniciones, tareas, etc.

Como se mencionó líneas arriba, toda esta indagación debe hacerse con un estilo informal, ameno, cordial y con sentido
del humor. La idea es ir creando un ambiente cómodo y seguro donde explorar el problema más adelante, y favorecer la
relación terapéutica. Si hay varios asistentes en la consulta, entonces esta indagación debe hacerse relacionalmente. Con esto
queremos decir, ir estableciendo cómo estos recursos, aficiones o gustos se comparten entre los miembros de la familia y cómo
las relaciones se apoyan en estas actividades.

Si por algún motivo los consultantes empiezan a relatar sobre el problema, el terapeuta debe mantener el encuadre y volver a
la indagación por las aficiones de los consultantes. Ya sea porque están imbuidos en el problema, o porque anticipan que a la
terapia se va a hablar de los problemas, muchos clientes sienten la necesidad de pasar inmediatamente al relato del problema.
En ese caso, es importante recalcarles que conocer algo de vida personal, familiar y social antes de ocuparse del motivo de
consulta es necesario para el buen desarrollo de la terapia.

Si se trata de terapia de familia o de pareja, o el consultante ha acudido acompañado por alguien más, sería útil preguntar a
cada uno sobre las cualidades de los demás; es decir, preguntar por los puntos fuertes a unos sobre los otros. Así se transmite
un tono positivo a la conversación. Si el cliente acude solo, entonces se podría preguntar al mismo cliente qué diría un amigo
o familia que no está presente, pero que si lo estuviera podría darnos algunos datos sobre sus cualidades y recursos. La idea es
ir conversando y pensando los problemas y las soluciones en términos de relaciones.

Al ver la importancia de la fase social y toda la información valiosa que se puede recoger en ella, el terapeuta debe vencer la
tentación de saltarse esta parte e ir directamente a la exploración del motivo de consulta. Resulta útil, entonces, detenerse unos
minutos a explorar las cualidades y puntos fuertes de los clientes en sus aficiones, pasatiempos y ocupaciones. No solamente se
recogerá información útil, sino que se transmitirá al consultante la idea de que, más allá de sus problemas, cuenta con recursos
y cualidades y que hay áreas de su vida donde mantiene ciertos niveles de satisfacción.
20 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

LECTURA SELECCIONADA N° 1
Lipchik, E. (2004). Terapia centrada en la solución, más allá de la técnica. Buenos Aires: Amorrortu, pp. 60-68. Disponible en ht-
tps://mmhaler.files.wordpress.com/2010/06/terapia-centrada-en-la-solucion-eve-lipchik2.pdf

ACTIVIDAD FORMATIVA N° 1
Esquematice las fases de la entrevista y evaluación terapéuticas (proyecto de trabajo, rapport y fase social) a través de un organi-
zador visual y publique en el aula virtual.

Instrucciones
• Lea los temas 1 y 2 sobre la evaluación en psicoterapia y la entrevista motivacional, respectivamente.
• Elabore un organizador visual donde explique los conceptos de proyecto de trabajo, rapport y fase social, incluyendo sus ideas
principales y secundarias.
• Publique su organizador visual en el aula virtual, en la fecha señalada.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 21
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 3: La relación terapéutica

¿Qué tan importante es la relación terapéutica en los resultados de la terapia? ¿Qué tipo de relación entre terapeuta y
cliente es la que se debe privilegiar? ¿Qué elementos debe contener una relación terapéutica exitosa? ¿Cómo se desarrolla la
relación terapéutica? Estas y muchas otras preguntas pueden estar rodando en las cabezas de muchos terapeutas noveles. Lo
que sí queda claro es que la relación terapéutica es importante, pero a partir de esta afirmación, cómo proceder de tal forma
que se pueda construir una relación fuerte y provechosa.

Nosotros nos relacionamos todo el tiempo, con nosotros mismos, con los demás, con personas circunstanciales, con fa-
miliares, amigos, colegas, etc. Nuestras vidas pueden resumirse en relaciones e interacciones y reconocemos la importancia de
estas. Pero en la consulta terapéutica, qué tipo de relación debe desarrollar el terapeuta de tal forma que contribuya a alcanzar
los objetivos terapéuticos.

A lo largo de los años, muchos terapeutas desde muchas corrientes psicológicas han ido desarrollando diferentes estilos
de interacción. Desde los más directivos hasta los más centrados en el cliente, todos desarrollan algún tipo de relación con sus
clientes. Y lo hacen con un propósito terapéutico. Hay modelos terapéuticos que ponen un mayor énfasis en esto, otros no
tanto, pero en todos, el terapeuta desarrolla su práctica desde la relación.

A continuación, veremos algunos elementos que deben ser considerados en la construcción de la relación terapéutica. Esta
propuesta proviene de la terapia centrada en las soluciones, una forma de terapia breve sistémica, pero sus postulados pueden
ser aplicados en provecho de la flexibilidad y capacidad de maniobra que todo terapeuta debe conseguir.

1 Elementos de la relación terapéutica

Algunas investigaciones (Lipchik, 2004) sobre qué determina el resultado de la terapia indicaron que 40 % dependía de
factores extraterapéuticos; es decir, aquellas cosas que los clientes llevaban a la terapia, como motivación, recursos, cambios
pretratamiento, etc. Un 30 % del resultado de la terapia estaba determinado por la relación terapéutica, un 15 % relacionado
con el modelo y las técnicas terapéutica utilizadas, y el 15 % restante respondía al efecto placebo.

Estos resultados, además de indicarnos que son los clientes y sus recursos los que pueden hacer la diferencia y conseguir
el cambio, más allá del modelo terapéutico, muestran que la relación terapeuta – cliente juega un papel importante en la
satisfacción del motivo de consulta. Asimismo, mientras que los terapeutas atribuyen el éxito de la terapia a la conversación, los
aspectos nuevos que los clientes descubren en terapia y las tareas terapéuticas; los clientes mencionaron que lo que les ayudó
fue sentirse atendidos, escuchados, valorados y acogidos (Lipchik, 2004).

A todo esto, la relación terapeuta – cliente se puede definir como «un viaje de ambos hacia la solución del cliente. Este es el
encargado de decidir el destino final. Contribuye con su modo de cooperar, su disposición a cambiar y sus expectativas. El
terapeuta actúa como un guía, valiéndose de preguntas y respuestas cuidadosamente elegidas para ayudar al cliente a ver con
claridad su dirección o a cambiarla por otra con mayores probabilidades de llevarlo a su destino» (Lipchik, 2004, p. 61).

Esta definición nos muestra que la relación terapéutica es una especie de articulación de relatos entre dos seres humanos
singulares. También nos muestra que debe respetarse la solución del cliente y depositar en él la confianza del cambio y la
mejoría. Esto tiene que ver con la confianza. Una confianza en el cliente como ser humano con recursos y cualidades que van
más allá de sus problemas y aflicciones. La guía del terapeuta consiste en ayudar al cliente a ver con claridad sus objetivos y
estrategias y ayudarlos a reorientarse si es necesario.

La cuestión es cómo desarrollar un clima emocional propicio. Lo primero que debe hacer el terapeuta es adoptar una postura
relajada y amistosa, de esa forma logrará conectar emocionalmente con el cliente. El terapeuta puede utilizar los primeros
minutos de la entrevista para hacer comentarios circunstanciales como el clima, qué tan fácil le resultó dar con la dirección o
si le resultó difícil conseguir estacionamiento o cosas por el estilo. También podría preguntar por los datos demográficos del
cliente. Asimismo, resulta útil mencionar por unos instantes lo difícil que puede ser decidirse a ir a terapia y hablar sobre sus
problemas.

Esto último podría ser útil sobre todo con consultantes muy ansiosos por la situación de terapia. Dedicar estos minutos a la
charla informal puede ayudar tremendamente a crear un clima de relajación y dispone a las personas a conversar con mayor
soltura. También podría ser de utilidad preguntar a los clientes que desean saber sobre el terapeuta, su persona, formación,
experiencia, etc. Además, la orientación sobre la forma de trabajo, como ya se vio, puede resultar muy provechosa para crear
un buen clima emocional.

Es muy importante también evitar cuestionar, criticar o regañar a los clientes. Es mucho más fácil relajarse frente a una persona
que no critica. Evitar comentarios sarcásticos, chistes de mal gusto o en doble sentido, o sentencias moralistas suelen poner al
cliente en guardia y agregan tensión a la situación, que de por sí ya puede resultar estresante para muchas personas.

Ahora bien, cuando el clima emocional se haya establecido y desarrollado al inicio de la entrevista, es necesario que el terapeuta
22 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

mantenga dicho clima a lo largo de toda la entrevista y de las siguientes. Es importante que a lo largo de toda la terapia se
preste atención al clima emocional y de esa manera evitar que obstaculice el progreso terapéutico.

Es importante, entonces, que el terapeuta vaya midiendo el clima de la relación a lo largo de todo el proceso, y se vaya
moviendo de tal forma que se mantenga el clima de confianza y aceptación. Es necesario que se mantenga un estilo relajado
y amistoso, incluso en los momentos donde se toquen temas delicados, donde la actitud del terapeuta debe tornarse de
comprensión y empatía.

Como terapeutas debemos tener en cuenta que los clientes comienzan la terapia sintiéndose vulnerables y desvalidos. En esa
posición no son capaces de reconocer que la solución de sus problemas se encuentra en sus recursos y cualidades personales.
Además, afrontan la terapia con incertidumbre, sin saber cómo comportarse o qué esperar del terapeuta. Suelen demandar del
terapeuta cosas poco realistas, como esperar que sea el terapeuta quien los cambie. También podrían experimentar el cambio
como muy angustiante debido a que eso puede implicar reconocer aspectos poco deseables o tener que desacomodarse de
su situación actual.

El terapeuta debe ser consciente de todas estas vivencias de los consultantes cuando inician un proceso terapéutico. Y debe
poder responder a estos aspectos de manera que facilite la relación terapéutica y el cambio. Es necesario acogerlos y darles
una cálida recepción al inicio de la terapia, ayudarlos a sentirse seguros y cómodos con la situación de pedir ayuda y explorar
sus problemas. También debemos ayudar a los clientes a reconocer sus puntos fuertes y que en ellos está el potencial de
cambio. Orientarlos sobre el trabajo terapéutico y cómo espera el terapeuta que se desarrolle la terapia también brinda una
disipación de la angustia ante el proceso terapéutico.

También es fundamental orientar a los clientes sobre qué pueden esperar y qué no del terapeuta y de la terapia. Deben
reconocer que el principal agente de cambio es el cliente y su red social, con sus recursos y puntos fuertes, y que el terapeuta
es solo un guía con un mapa que le ayudará en su camino. Asimismo, es importante normalizar la angustia que puedan
experimentar durante el cambio. Cambiar significa desacomodarse de los viejos hábitos, y eso puede ser fuente de angustia
para muchas personas. El terapeuta debe ayudar a sus consultantes a aceptar estos sentimientos y controlarlos de manera
constructiva.

Con respecto a la posición del terapeuta, la posición más provechosa, terapéuticamente hablando, es la de «no saber»,
como la denomina Anderson en 1997 (Lipchik, 2004). Esta es una posición de humildad y de reconocimiento a lo que
el cliente tiene que decir. Tiene que ver con interesarse, en primer lugar, por la historia del cliente, junto con sus puntos
fuertes, pensamientos, creencias, etc., antes que en buscar promocionar los puntos de vista, conocimientos o preferencias del
terapeuta.

Para el desarrollo y mantención de un buen clima emocional, el terapeuta debe preocuparse más por dar espacio al cliente en
explayarse y compartir sus preferencias, antes que buscar transmitir sus conocimientos y teorías sobre lo que el cliente debería
hacer para mejorar según los supuestos teóricos del terapeuta. Esta actitud de genuino interés por el cliente y su mundo
favorece un clima de seguridad y cooperación mutua. En este sentido, el consultante podría beneficiarse mucho más al ser
escuchado y validado, antes que en ser sermoneado o adoctrinado por aquello que el terapeuta considera, desde su posición
de poder y control, lo que sería mejor para el cliente.

En ese sentido, el terapeuta no debe dudar en pedir aclaraciones o preguntar por significados cuantas veces considere
necesario. Los detalles pueden ser mínimos, pero son lo suficientemente importantes para hacer grandes diferencias. Además,
esto transmite una actitud de genuina preocupación e interés por lo que el cliente lleva a la consulta. Por un lado, se recopila
información importante, y el terapeuta se asegura de estar entendiendo lo que el cliente cuenta, y por otro trasmite calidez y
preocupación por lo que el cliente le cuenta.

A colación de lo antes dicho, es importante que el terapeuta sea muy cauteloso de en qué momento interrumpe para pedir
una aclaración, o hacer una pregunta, o un comentario, o introducir una nueva idea o tarea. Debemos recordar que cada
intervención debe hacerse de manera estratégica, buscando obtener el mayor provecho posible para la terapia. Como dice
el viejo dicho, el terapeuta no debe dar puntada sin hilo. El terapeuta debe recordar que parte de su trabajo es mantener el
clima emocional de la consulta mientras se va dando el proceso terapéutico.

La posición de aceptación del terapeuta significa relacionarse con una actitud de comprensión, evitando la crítica o
la confrontación. Esto tiene que ver lo que ya se mencionó de brindar un espacio seguro al cliente donde exponer sus
problemas, pero al mismo tiempo facilitar la confluencia de cooperación entre ambos, y esto se logra en la medida que se
genere confianza. No obstante, esto no significa que el terapeuta no pueda impugnar alguna conducta ilegal o perjudicial del
cliente consigo mismo o los miembros de su familia. Por ejemplo, castigos físicos, violencia familiar, infidelidad, riesgo suicida,
etc., son situaciones que el terapeuta está en la obligación de confrontar y hacer notar su perjuicio, además de conminar al
cliente a cesar dicha conducta o agenciarse de medios de control externo.

Otra situación que debe enfrentar el terapeuta son las inasistencias de los clientes a algunas sesiones. En estos casos, es el
terapeuta quien debe preguntarse si hay algo que pueda hacer él para corregir esa situación, antes que descargar toda la
responsabilidad en los clientes y una supuesta irresponsabilidad o resistencia a la terapia. Normalmente una conducta de este
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 23
MANUAL AUTOFORMATIVO

tipo, por parte de los consultantes, debería evaluarse no como resistencia a la terapia, sino como un intento de comunicar una
forma diferente de colaboración. En este sentido, el terapeuta debería examinar su proceder, sus actitudes y el tipo de clima
emocional que ha estado privilegiando en la consulta. Paso seguido, debería considerar algunos cambios en su proceder para
facilitar el proceso terapéutico.

Un último aspecto a resaltar sobre la posición del terapeuta en la conversación terapéutica es considerar el momento en que el
terapeuta decide intervenir. Cuando el cliente se encuentra exponiendo su motivo de consulta o la descripción de su problema
o formulando una demanda de trabajo terapéutico, el terapeuta debe estar atento a sus intervenciones, de qué tipo serán y
en qué momento las hará. Si formulará una pregunta, pedirá una aclaración, brindará una nueva idea, aplicará una técnica,
sugerirá una tarea, impugnará alguna conducta, etc. Todo esto debe hacer con un sentido estratégico, buscando por un lado
favorecer el proceso terapéutico, y por otro crear y mantener un clima emocional óptimo que facilite dicho proceso.

Debe recordarse que, desde la visión constructivista y construccionista de la terapia, los relatos en terapia se co-construyen
entre terapeuta – consultante y que las intervenciones del terapeuta irán moldeando el relato del cliente. Así, si el terapeuta
decide prestar atención a algún recurso del cliente, o resalta la manera cómo están lidiando con el problema, o remarca alguna
actitud favorable, etc., estará ayudando al cliente a reescribir su historia del problema con nuevos elementos y recursos que
enriquecerán su relato y facilitarán nuevas experiencias emocionalmente correctivas, que irán reforzando y realimentando la
identidad del paciente y su red social.

Habiendo descrito las posiciones del cliente y el terapeuta y cómo estas configuran la relación terapéutica, debemos dedicar
unas líneas a una idea muy original y que permite precisamente salvaguardar la relación terapéutica y el clima emocional
en la consulta. Eve Lipchik, terapeuta centrada en soluciones, lo llama pensamiento de dos carriles y lo describe de la
siguiente manera: «Una manera de lograrlo [la conciencia de las propias reacciones en relación con los clientes] es manejarse
simultáneamente con dos carriles mentales. Uno controla al cliente, y el otro, nuestras propias reacciones. El carril del cliente
recoge información sobre cómo cooperar con él… El carril personal transmite nuestros propios pensamientos, sentimientos,
reacciones emocionales, corazonadas y conocimientos» (Lipchik, 2004, p. 69).

Como se mencionó, para lograr un buen clima emocional en la relación terapéutica es necesario cooperar con el cliente en su
forma particular de involucrarse en la terapia. Para ello, el terapeuta debe estar atento a las actitudes y estilo comunicacional
del cliente para poder calcarlas en sus intervenciones. Pero al mismo tiempo se hace necesario que el terapeuta esté consciente
de sus propias reacciones frente a lo que va descubriendo del cliente. Para ello usa el pensamiento en dos carriles.

Como quedó dicho, un carril corresponde a toda la información que recogemos del cliente, que incluye tanto su discurso como
su lenguaje no verbal. Toda esta información nos da pistas de cómo colaborar con el consultante en términos que sean relevantes
para él. Esto es importante, ya que el éxito de los resultados de la terapia va a estar determinado por qué tan comprendido se
sienta el cliente y por cuánto se adapte el modelo y las técnicas a la forma particular de colaboración del cliente.

El otro carril de pensamiento se ocupa de las reacciones del terapeuta hacia lo que va recibiendo del cliente, ya sea positivo o
negativo. En ambos casos, el terapeuta debe preguntarse por qué reacciona y cómo reacciona ante lo que recibe del cliente, y
cómo puede usar eso terapéuticamente, valga decir, para fortalecer la relación terapéutica y mantener un buen clima emocional.
Cuando surgen reacciones positivas no es mucho lo que se pueda decir, simplemente se usa para fortalecer el clima emocional.
Pero si las reacciones son negativas, de rechazo, miedo, ira, etc., entonces el terapeuta debe aceptar esa información como
valiosa y elegir de qué manera usarla en provecho de la relación.

Esto último es importante, porque si no fuéramos conscientes de dichas reacciones negativas, simplemente las dejaríamos salir
y eso afectaría la relación. Si más bien somos capaces de prestarle atención y elegir usarlas con propósito, seremos capaces de
bloquear esa actitud negativa y convertirla en un aliciente para acercarse más emocionalmente al cliente y brindarle aquello
que necesita en ese momento. Recordemos que es imposible no comunicar y que esto afecta el clima emocional. Por un
lado, aprendemos a recoger información del cliente a partir de todas sus conductas, hasta las más mínimas; y, por otro lado,
aprendemos a comunicarnos con propósito y estratégicamente.

Tal vez lo que podamos preguntarnos ahora sería: ¿Cómo hago para transformar esa actitud negativa nacida de lo que el cliente
me da y convertirla en algo constructivo para la relación? La respuesta está en volver a los supuestos teóricos de nuestro enfoque
terapéutico. Sin descuidar la construcción de la relación y el clima, volver a los supuestos teóricos reorientan nuestro proceder
y reencaminan el proceso terapéutico.

Por ejemplo, un cliente podría presionar al terapeuta para que le dé un consejo directo, o que tome una decisión por él y
presionar para obtener una respuesta directa o acusar al terapeuta de ser evasivo en sus respuestas. En ese caso, el terapeuta
podría sentirse incómodo por la presión y tentado a responder con un consejo directo o diciéndole al cliente qué es lo que
más le conviene, cediendo así a la presión. El pensamiento de dos carriles ayudará al terapeuta a ser consciente, en primer
lugar, de la incomodidad que experimenta ante la presión del cliente. En segundo lugar, volviendo a su supuesto teórico de
que las personas tienen la capacidad y los recursos necesarios para cambiar y que cada ser humano es el único empoderado
para cambiarse a sí mismo, el terapeuta renunciará a la tentación de dar un consejo directo y ayudará al cliente a sopesar sus
opciones y a considerar su urgencia y persistencia por eludir su responsabilidad.
24 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

Otra situación donde el pensamiento de dos carriles es útil, es cuando los clientes hacen o anuncian que harán algo que
desaprobamos personalmente. En el carril del terapeuta, este será capaz de tomar consciencia de la desaprobación que
experimenta personalmente por lo que el cliente ha anunciado, ya sea porque no calza con su propio marco personal ético
o porque considera que no sería lo más útil para el consultante en ese momento. Además de tomar conciencia, el terapeuta
será capaz de evitar la expresión de esa desaprobación. Y por último, será capaz de avocarse, junto con el cliente, a considerar
todas las ventajas o desventajas de la conducta o anuncio del cliente, dejando que sea él mismo quien tome la decisión final.

Pero no solo las reacciones negativas pueden ser tramitadas por el pensamiento de dos carriles. Las reacciones positivas
también deben pasar por el tamiz de dicho pensamiento. Si una reacción es desproporcionadamente positiva o no cuadra
con el momento de la conversación, entonces será contraproducente en el sentido que el cliente podría experimentar al
terapeuta como demasiado condescendiente con él, y esto también mermaría el clima y la relación.

Otro aspecto importante del pensamiento de dos carriles es su utilización en las reformulación o redefiniciones que el
terapeuta da de regreso a los clientes a lo largo de la conversación terapéutica. Una reformulación o redefinición es un
resumen o recapitulación que el terapeuta brinda a los clientes, pero que incluye algún elemento nuevo y útil para los
clientes. La intención es ir incluyendo en estos mensajes ideas útiles y movilizadoras que ayuden a los clientes a adoptar nuevas
posturas ante sus problemas. Estas ideas nuevas que se van sembrando a lo largo de los mensajes que los terapeutas van dando
de regreso a los clientes nacen de la reflexión que el terapeuta va teniendo consigo mismo y que se nutren de sus reacciones,
mientras los clientes exponen sus ideas.

Resumiendo, las investigaciones han demostrado lo importante que es la relación terapéutica en los resultados de la terapia.
Incluso por encima de las técnicas y el modelo teórico de la terapia. Esta información está recogida desde la experiencia del
cliente, y de cómo estos experimentan la terapia y aquello que consideran es lo más útil y lo que más les ayudó a mejorar.

También se mencionó que la relación terapéutica se puede concebir como la co-construcción, desde la confianza, de una
interacción entre un cliente encargado de definir y conseguir sus metas, y un terapeuta que opera como guía en ese proceso.
Para que dicha relación se dé, y para que el cliente confíe en el terapeuta la guía de sus decisiones, debe haber confianza, y
es responsabilidad del terapeuta crearla y mantenerla a lo largo de todo el proceso terapéutico.

A lo antes dicho, se añadió que el clima emocional es decisivo para la construcción de la relación terapéutica. Para este fin,
una actitud relajada y amistosa por parte del terapeuta es fundamental. El terapeuta debe entender lo difícil y angustiante
que puede ser la experiencia de acudir a terapia para muchas personas. Para ello, dedicar unos minutos a la fase social, a
orientarlos sobre el trabajo que se realiza, y usar el sentido del humor, puede servir para construir ese clima emocional tan
necesario para la relación terapéutica.

Quedó establecido también que la relación terapéutica se compone de la posición del cliente y la del terapeuta. La posición
del cliente se entiende el estado emocional con que el cliente afronta la terapia y el cambio. Además, suele estar centrado
en el problema y en los aspectos negativos de su vida, sin ser capaz de notar aquello positivo de sí mismo y de su red social.
Esto puede ser estresante para muchos. Es, pues, labor del terapeuta considerar este elemento y minimizarlo lo más posible.

Con respecto a la posición del terapeuta, esta debe ser de aceptación, comprensión y contención. Al mismo tiempo, debe ser
una posición de búsqueda de la satisfacción de la demanda de trabajo. Para ello se propuso el pensamiento de dos carriles
como una estrategia para lograr posicionar al terapeuta en su rol de guía.

El pensamiento de dos carriles consiste en ser consciente, por un lado, de las actitudes del cliente, como sus pensamientos,
sentimientos, emociones, valores, decisiones, acciones, recuerdos, expectativas, necesidades, demandas, lenguaje no verbal,
discurso, etc. Esta información se usa con el objetivo de mantener la relación terapéutica y el buen clima emocional.

Por otro lado, el segundo carril tiene que ver con las reacciones del terapeuta ante la información que recibe del cliente.
Esta información que el terapeuta recoge de sí mismo la debe usar para formular adecuadamente sus intervenciones, con un
propósito terapéutico, manteniéndose en un rol de guía y facilitador. Es decir, contribuyendo a alcanzar los objetivos de la
terapia, y ayudando a mantener el clima emocional de la relación terapéutica.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 25
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 4: Ética y efectividad de la psicoterapia

Qué podemos esperar de la psicoterapia. No solamente para los legos, sino también para muchos psicólogos y terapeutas
noveles, la psicoterapia parece estar velada por un manto de misterio. Cómo funciona la terapia, qué puede esperarse del tera-
peuta, cuán efectiva es, y fundamentalmente, cuál es el rol de la terapia en las vidas de las personas.

En este cuarto y último tema de la primera unidad, consideraremos dos aspectos. Primero, cuál debe ser la postura ética
desde la cual el terapeuta actúa como tal. Segundo, cómo podemos determinar cuán efectiva es la terapia, si acaso eso es posible
de precisar.

Considere el siguiente escenario. Usted ha seguido el protocolo de la terapia, ha aplicado las técnicas fielmente, se ha
mantenido en los supuestos filosóficos de la terapia y, aun así, siente que el cliente no progresa y no alcanza sus objetivos. Qué
hace usted en esas circunstancias. Muchos terapeutas podrían verse tentados por el desaliento, sentir que no están ayudando o
siendo útiles a su cliente.

Qué puede hacer, entonces, este terapeuta desalentado. Es un aspecto importante a considerar, ya que este desaliento
podría afectar la relación terapéutica y el progreso mismo del cliente. Como ya se mencionó en otros apartados, es vital que
el terapeuta actúe estratégicamente, incluso con el manejo de su desaliento cuando siente que las cosas no salen como él las
esperaba, o en el tiempo esperado.

Este desaliento del terapeuta del ejemplo obedece a la ética con la que se mueve en la terapia, que a su vez enrumba sus
acciones en el proceso de terapia. Asimismo, ese desaliento está encausado por lo que el terapeuta entiende son los objetivos
de la terapia y lo que realmente funciona en terapia para conseguir un cambio.

Es por ello que debemos analizar estos dos temas importantes de la terapia. Por un lado, la ética. La ética del terapeuta es
la que guiará sus acciones y dictará su estilo de acompañamiento y guía con el consultante. Por otro lado, el estudio de la efec-
tividad de la terapia nos permite analizar qué cosas funcionan y cuáles no. Nos permite determinar qué es fundamental para
el cambio, y qué es lo que los clientes más valoran en la terapia. Para ello se debe considerar el tipo de investigaciones que se
hacen en terapia y que permiten determinar estos grados de efectividad.

El asunto de la efectividad en psicoterapia, y más ampliamente, el asunto de la investigación en psicoterapia suele ser un
tema no muy considerado y fácilmente dejado de lado. Pero se verá que no es tan complicado como se lo piensa y, al contrario,
puede traer muchas satisfacciones a la práctica terapéutica. La investigación en psicoterapia debería ser práctica común para
los terapeutas como lo es la práctica misma de la terapia.

Como se verá, la investigación pude traer muchos beneficios para la práctica terapéutica, al ofrecer una retroalimentación
provechosa con muchos datos de interés sobre la efectividad, y sobre todo para conocer el punto de vista de los consultantes, y
lo que ellos consideran es el mejor resultado y el mejor camino para alcanzarlo.

1 Ética en psicoterapia

Partamos de una definición de ética. Esta podría considerarse como «las reglas o principios que rigen la conducta adecuada»
(Olórtegui, 2008, p. 163). Se podría considerar que la ética es aquello que guía y orienta la conducta, en este caso del terapeuta,
con el objetivo de conseguir un desempeño adecuado en el proceso terapéutico. Esto que guía al terapeuta en su bien hacer
serían reglas o principios filosóficos, que le permiten al terapeuta enfrentarse a la situación terapéutica.

A continuación, se describirán dos éticas posibles en el trabajo del terapeuta. Por un lado, la ética del control y, por el otro,
la ética de la colaboración. Se considerarán ambas, así como sus consecuencias en la práctica terapéutica, tanto en el proceso
como en la relación. Se verá también la utilidad de la ética de la colaboración como principio de elección para la guía de la
conducta del terapeuta.

La ética del control podría configurarse dentro de la siguiente situación: «Existe un desaliento, consecuencia de una profunda
frustración y de un sentimiento de fracaso personal, que es experimentado por muchos trabajadores que tratan de producir
cambios en las vidas de las personas. Este sentimiento es fundamentalmente un producto del hecho de vivir disfrutando de
privilegios que se dan por sentados y que brindan la posibilidad de tener acceso a los recursos, las oportunidades y las posiciones
dentro de las estructuras de poder que permiten a los terapeutas, al menos en ciertos ámbitos de su vida, lograr sus objetivos
en un período de tiempo por lo general breve y por medio de la acción individual e independiente. Esta es la idea de acción
efectiva que se vincula con la ética del control» (White, 2009, p. 241).

Hay varios aspectos que considerar de esta ética del control. Primero, que esta ética surge desde los privilegios que los terapeutas
tienen. Estos privilegios se basan en la capacidad personal que el terapeuta tiene de alcanzar sus objetivos y satisfacer sus
necesidades. Estos privilegios le permiten al terapeuta acceder a todo aquello que le posibilite el logro de sus objetivos. Además,
estos privilegios tienen que ver con la posición de poder que el terapeuta ostenta en las estructuras de asistencia.
26 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

Todos estos privilegios que el terapeuta disfruta pueden conducir a una ética del control, donde el terapeuta se sienta en la
obligación de agenciar a sus clientes de todo aquello que necesiten para alcanzar sus objetivos, y tratará a los clientes como si
ellos también tuvieran los mismos privilegios que él. El asunto es que eso no es así. El terapeuta puede perder la perspectiva
y olvidar que sus clientes no necesariamente cuentan con esos privilegios y que les resulta más difícil acceder a los recursos y
objetivos que desean, por algo están en terapia.

Otro aspecto a considerar de esta ética del control tiene que ver con el desaliento que se puede producir en el terapeuta al
ver que no consigue que sus clientes alcancen sus objetivos, y esto puede ser muy frustrante y desalentador. Ya que los clientes
no cuentan con los mismos privilegios de poder del terapeuta, les resultará más complicado alcanzar sus objetivos y acceder a
los recursos necesarios para agenciar de ellos y alcanzar sus metas.

Muchos terapeutas podrían desencantarse de la terapia al observar que sus clientes no alcanzan sus objetivos, o que no los
alcanzan en el tiempo deseado. Esto ocurre porque el terapeuta se atribuye la responsabilidad del cambio. Este desgaste
emocional del terapeuta podría afectar la relación terapéutica, el clima emocional y el proceso terapéutico mismo.

Otro aspecto de la ética del control tiene que ver con considerar que el éxito de la terapia depende de qué tanto y qué tan
pronto los consultantes alcancen objetivos concretos, muchas veces sobredimensionados. Ya que el terapeuta tiene agencia
personal para alcanzar sus propios objetivos, como ya se mencionó gracias a sus privilegios y posición de poder, se puede caer
fácilmente en la idea de que el objetivo de la terapia es que el cliente alcance ciertos objetivos, pero se deja de lado la realidad
de que el cliente no cuenta con dichos privilegios y que no posee la agencia personal necesaria para alcanzarlos.

Es por ello que sugerimos una ética de la colaboración en contraposición a una ética del control. Esta ética de la colaboración
«propone una versión diferente de la acción efectiva, le da una nueva forma. La acción efectiva no es ya una acción individual
e independiente que se introduce en las vidas de las personas, sino que se la reformula como una acción decidida y llevada
a cabo en asociación con otros. Así, deja de ser una acción que se mide por su éxito en el logro de los objetivos perseguidos
y dentro de un marco temporal que se especifica antes de la iniciación de la acción, porque la ética de la colaboración la
reformula como una serie de acciones que constituyen los pasos a través de cuales se establece una posibilidad en las vidas de
las personas, dentro del marco temporal que se necesite para darlos» (White, 2009, p. 242).

Esta nueva ética de la colaboración cambia lo que se entiende por acción efectiva. Esta deja de ser la acción individual
del terapeuta desde su posición de poder y privilegio buscando cambiar a alguien. La acción efectiva se convierte en una
colaboración entre cliente y terapeuta, donde lo que se busca es establecer una serie de posibilidades en las vidas de los
consultantes. Además, el tiempo se amplía a todo el que sea necesario para la facilitación de dichas posibilidades.

El terapeuta renuncia al éxito visto como su propia acción personal buscando cambios en los clientes. Pasa a una colaboración
con los clientes donde su posición queda descentrada; es decir, se convierte en uno más, junto con los clientes, que colabora
en la búsqueda de posibilidades. Asume ya no una posición desde sus privilegios y poder, sino en condición de igualdad con
el cliente, reconociéndole su propio marco de referencia y acción.

Además, se pasa de los objetivos a las posibilidades. Estas últimas tienen que ver con el respeto a la propia capacidad del
cliente y sus recursos, y con la idea de que cada persona se cambia a sí misma, y que nadie puede hacer eso por otra persona.
El terapeuta puede guiar y colaborar, buscar la coconstrucción de posibilidades, pero no puede conseguir mágicamente que
alguien más cambie. La posibilidad de cambio reside en cada persona, y cada quien es soberado para decidir si cambia o no,
y en qué tiempo lo hace.

Así, esta ética de la colaboración es respetuosa con el cliente, con su propio marco de referencia y escala de valores. Considera
la situación del cliente y se acomoda a su propia forma de colaboración. Asimismo, previene el desaliento y la sensación de
fracaso en el terapeuta, ya que la responsabilidad del cambio no recae en él, sino en el cliente. El terapeuta pasa a ser un guía
respetuoso que acompaña y facilita emocionalmente la autoexploración del cliente y la construcción de nuevas posibilidades
en la vida de las personas.

Consideramos de utilidad pasar de una ética del control a una ética de la colaboración, ya que resulta más provechosa para los
clientes y también para los terapeutas. Facilita las posibilidades en la vida del cliente y salvaguarda la posición del terapeuta al
descentrarlo y ubicarlo en una posición de colaboración.

2 Efectividad de la psicoterapia

Para hablar de la efectividad en terapia debemos mencionar también el tipo de investigación que se hace en este campo.
El primer intento de hacer investigación en psicoterapia fue la lista de tratamientos empíricamente reforzados (APA, 1995,
en Nardone & Portelli, 2006). Esta lista se confeccionó a partir de pruebas controladas aleatoriamente, que consistían de
procedimientos metodológicos que comparaban dos grupos: uno experimental y otro control. El grupo experimental recibía
el tratamiento en cuestión, y el grupo control recibía un placebo. El objetivo era establecer la utilidad del tratamiento
examinado.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 27
MANUAL AUTOFORMATIVO

Este tipo de investigaciones, promovido por la APA (Asociación Americana de Psicología, por sus siglas en inglés), perseguía
llenar el vacío que había de investigación en el campo de la psicoterapia. El asunto es que este tipo de investigación, basado en
la evidencia, seguía un modelo médico, y muchos criticaron dicha lista alegando que el modelo metodológico de investigación
privilegiaba algunos tratamientos en detrimento de otros. Acusaban un sesgo en la investigación debido a la metodología usada.

Por ejemplo, en este primer intento, se dejó de lado la investigación cualitativa y el estudio de casos. Estas metodologías de
investigación han resultado muy útiles en este campo y han dado buenos resultados. A pesar de ello, fueron dejados de lado y
se privilegiaron otras metodologías. El asunto es que, como quedó establecido en el tema de constructivismo, la epistemología
que se escoja terminará influenciando en los resultados obtenidos, y estos primeros estudios estaban enmarcados dentro de una
epistemología positivista y una cibernética de primer orden, que dejaba fuera muchos elementos.

En vista de ello, algunos investigadores propusieron un modelo donde la investigación debía incluir tres elementos. «La
investigación de la psicopatología básica sobre diferentes problemas clínicos [que] puede revelar lo que necesita cambiarse, la
investigación de los procesos de terapia [que] puede clarificar cómo ocurren los cambios y la investigación de los resultados
[que] puede especificar si el cambio ha tenido lugar» (Arkowitz, 1989, en Nardone & Portelli 2006).

Con relación al primer aspecto, el estudio de la psicopatología debe obedecer a descripciones operacionales de los trastornos,
más que a clasificaciones del tipo DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, por sus siglas en inglés),
que actualmente se encuentra en su quinta edición y que promueve la APA. Ya que esta última no resulta de provecho para la
investigación de la psicoterapia, porque no está empíricamente reforzada y obedece más a un modelo médico, debe optarse
por descripciones operacionales que describan las conductas en términos concretos y fáciles de comunicar, observar y evaluar.

Además, este tipo de descripciones operacionales resultan más útiles en el contexto de la práctica clínica diaria, donde se puede
observar que los clientes son muy heterogéneos y que difícilmente encajan en los diagnósticos del DSM. Asimismo, facilita el
estudio de los casos en cuestión de la comorbilidad; es decir, la ocurrencia de más de un trastorno a la vez, que suele ser una
situación muy común y frecuente.

Con relación a la investigación de los procesos en terapia, consideramos que estos deben ajustarse y adaptarse a las necesidades
y características personales de los clientes, así como a su situación problemática particular (Nardone & Portelli, 2006). Así,
el modelo del terapeuta, que comprende la forma de comunicación, la relación terapéutica y las estrategias de intervención,
debería adaptarse lo suficiente a cada cliente.

Asimismo, las tareas que se asignen también deberían adaptarse a la forma particular de colaboración que tiene cada persona.
Las tareas deben copiar en su estilo el marco de referencia del cliente. El lenguaje verbal y no verbal, el historial personal y
social, las actitudes, motivación, etc. del cliente deben estar reflejados en las tareas que se asignen para aumentar la probabilidad
de que las realice y se beneficie de sus efectos.

Siguiendo lo antes dicho, la investigación de los procesos en psicoterapia debe considerar estos aspectos de la flexibilidad y
adaptabilidad del modelo terapéutico y no limitarse al estudio de los manuales y protocolos como si se tratara de una receta
que funciona más allá del cliente y su contexto. Por ello, puede resultar más útil para la investigación de la psicoterapia,
debido a su campo especializado y particular, la utilización de la investigación cualitativa y los estudios de caso, por ejemplo,
ya que de esa forma se estaría considerando estos aspectos que serían imposibles de atender desde un diseño experimental o
cuasiexperimental.

Respecto a la investigación de los resultados en psicoterapia debería considerarse la realidad de que todo cambio es un
autocambio y que en psicoterapia lo que se da precisamente es ese autocambio, pero guiado profesionalmente (Prochaska,
di Clemente & Norcross, 1994, en Nardone & Portelli, 2006). Se entiende que quienes van a terapia son aquellos que han
fracasado en sus intentos de autocambio y que recurren a la ayuda profesional en busca de orientación. En este contexto,
la técnica, la relación y el clima emocional son solo herramientas que movilizan y facilitan el autocambio. Mientras más se
acomoden estas herramientas a la forma particular de comunicación y colaboración de los consultantes, más útiles resultarán
en su búsqueda de facilitar el autocambio del cliente.

Una vez más, la investigación de los resultados en psicoterapia debería considerar esta cualidad única de cada experiencia
terapéutica, y utilizar aquellos diseños de investigación más acordes con esta forma de trabajo. Además, en este punto debería
privilegiarse la opinión y vivencia de los consultantes sobre los resultados de la terapia. Ya que la terapia consiste en guiar
profesionalmente el cambio que solo el cliente puede agenciarse a sí mismo, resulta obvio que debería ser la voz del cliente
quien determine aquello que considera es lo efectivo en terapia.

A continuación se describirá una propuesta de Nardone y Portelli (2006) para la investigación en psicoterapia y la determinación
de su efectividad. A este enfoque se le denomina acción-investigación, y tiene que ver con «un análisis comparado de las
condiciones y efectos de acciones sociales que promueven más acciones sociales» (Lewin, 1951, en Nardone & Portelli, 2006).

En otras palabras, el enfoque investigativo de acción-investigación tiene que ver con la evaluación que se realiza mientras el
proceso terapéutico se encuentra en curso. En este enfoque, las herramientas de evaluación que se utilizan buscan ser lo menos
invasivas posible para no alterar el contexto de la terapia. También se busca que satisfaga los criterios de un enfoque empírico,
28 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

y la intención es cuantificar los resultados del enfoque terapéutico, más que manipular variables.

A esto le llaman conocer a través del cambio y se logra de la siguiente manera: Para el estudio de las sesiones, se utilizan
grabaciones de audio y video de las mismas, que son estudiadas en detalle por los investigadores y terapeutas. El estudio
detallado y diario de los trastornos y los procesos terapéuticos, permiten a investigadores y terapeutas determinar y mejorar las
mejores intervenciones y las estrategias específicas que consiguen mayor éxito, así como los estilos de comunicación y relación
que resultan más útiles en la obtención de resultados exitosos.

Con relación a los protocolos de intervención, «el método de intervención de acción-investigación nos ha ayudado a reunir
una descripción de los trastornos más operativa, que nos ha llevado a desarrollar progresivamente protocolos estratégicos,
rigurosos, pero autocorrectivos, para cada trastorno específico estudiado» (Nardone & Portelli, 2006, p. 212). Así, las
descripciones operacionales facilitan la comunicación de los resultados y el estudio detallado en el curso del proceso
terapéutico permite ir haciendo correcciones al modelo de tal forma que termina en protocolos específicos hechos a la
medida del trastorno, y no manuales generales que deban aplicarse a todos por igual.

La medición de resultados se realiza mediante una evaluación formativa. Esta evaluación formativa se realiza sobre las
intervenciones terapéuticas, las tareas asignadas, la relación terapéutica, el clima emocional, etc. Son realizadas a lo largo
de la terapia y permiten ir haciendo los ajustes necesarios para adecuar y adaptar la intervención al estilo particular de
colaboración del cliente. Por lo general, esta evaluación se da cuando el proceso terapéutico se aproxima a su finalización. El
objetivo es verificar la consecución de los objetivos de la terapia.

Esta evaluación se hace en conjunto con el cliente para evaluar los resultados obtenidos y qué tan satisfecho se siente el cliente
con respecto al motivo de consulta original. Bajo esta propuesta se suelen hacer seguimientos periódicos a los tres, seis y doce
meses de finalizada la terapia para verificar que el cambio se mantenga en el tiempo y en la cotidianeidad del cliente más allá
de la terapia.

Asimismo, se suele hacer participar al cliente en la evaluación del progreso con el uso de escalas. En una escala del uno al
diez, el cliente debe ir puntuando cuánto considera que va alcanzando los objetivos de la terapia. Uno o cero es para la total
insatisfacción del motivo de consulta, y diez la máxima puntuación que significaría la total satisfacción del motivo de consulta.
De esta manera, se mantiene la ética de colaboración y la postura de no saber del terapeuta, respetando la opinión del cliente
y cómo este va vivenciando la terapia. Además, provee un indicador para ir verificando el progreso e ir haciendo los ajustes
necesarios en las intervenciones.

Esta escala también puede usarse terapéuticamente y se la puede considerar para ir determinando las acciones a ejecutar por
parte del cliente para ir alcanzando objetivos parciales. La escala permite fragmentar el objetivo general y hacer más sencillo
el manejo de objetivos menores. Es más probable que el cliente se movilice para realizar pequeñas acciones que generen
cambios en cascada, y la escala permite determinar cuáles serían estas pequeñas acciones que facilitarán cambios posteriores
que, sumados, permitirán acercarse al objetivo mayor.

Finalmente, desde esta propuesta se considera que la efectividad de la terapia desde una perspectiva constructivista está
determinada por «hacer más funcional la relación individual con la realidad… La eficacia de la terapia está representada
por la resolución del problema específico del paciente. El concepto de recuperación no implica una ausencia completa de
problemas, sino más bien la superación de un problema específico experimentado por el paciente en un marco temporal y
un contexto específico de su vida… Por consiguiente, el éxito implicará… la consecución de los objetivos que se acordaron al
comienzo de la terapia. Consideramos que un caso se ha resuelto y que el tratamiento se ha completado con éxito solamente
cuando la desaparición de los síntomas y problemas al final de la terapia se mantiene en el tiempo, sin recaídas o sustitución
por nuevos síntomas» (Nardone & Portelli, 2006, p. 217.

La efectividad se mide en base a la satisfacción del motivo de consulta y la resolución de los problemas del cliente en un tiempo
y espacio específico de su vida. Estos resultados, como se mencionó desde la ética de la colaboración, tienen que ver con la
co-creación de posibilidades en la vida de las personas. Es por ello importante establecer en los comienzos de la terapia una
demanda de trabajo trabajable y que le permita al terapeuta mantener cierto margen de maniobra. Para este fin, el terapeuta
hará uso no solamente de técnicas y protocolos de intervención, sino también de una relación terapéutica que facilite el clima
emocional y el rapport. Recuérdese que los clientes suelen vivenciar los resultados de la terapia como exitosos en la medida
en que se sientan aceptados y acogidos con calidez, por parte del terapeuta, en un espacio seguro emocionalmente y libre de
críticas. La terapia efectiva es aquella que satisface el motivo de consulta del cliente, a través de una relación terapéutica fuerte
informada por una ética de la colaboración, y que facilita el autocambio.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 29
MANUAL AUTOFORMATIVO

LECTURA SELECCIONADA N° 2
White, M. (2009). El enfoque narrativo en la experiencia de los terapeutas. España: Gedisa, 239-243. Disponible en https://drive.
google.com/open?id=0B_BC1X0nqAHWa1FaWGtKTGhwRmM
30 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

GLOSARIO DE LA UNIDAD I
Constructivismo
Epistemología posmoderna que considera que la realidad que se conoce está influenciada por el sistema perceptivo y cogni-
tivo del observador y que, por lo tanto, el conocimiento posible solo es una copia o versión de dicha realidad y que muchas
otras versiones son posibles y válidas.

Constructivismo social
Epistemología posmodera que considera que el conocimiento se construye comunitariamente a través de las relaciones e
interacciones sociales, y que el lenguaje es la base de dichos intercambios. Por lo tanto, lo que se puede conocer está confi-
gurado por el lenguaje y la vida en comunidad.

Efectividad
Consecución de los objetivos de la terapia, resolución del motivo de consulta.

Epistemología
Ciencia de los métodos y la validez del conocimiento.

Ética
Reglas o principios que rigen la conducta adecuada.

Ética de la colaboración
Forma de proceder descentrada del terapeuta y desde la postura de no saber. Actúa desde la cooperación en igualdad de
condiciones y respetando el marco personal del cliente.

Fase social
Es el momento inicial de la terapia donde el terapeuta recibe al cliente, lo orienta sobre el trabajo, recoge información de-
mográfica y de interés y facilita el clima emocional.

Margen de maniobra
Es la capacidad del terapeuta de manejar las distintas situaciones que se presentan en el proceso terapéutico.

Pensamiento de dos carriles


Técnica que rcoge información del cliente y del propio terapeuta. Por un lado las preferencias del cliente y, por otro, las
reacciones del terapeuta.

Proyecto de trabajo
Es la demanda de trabajo o motivo de consulta. Es lo que el cliente trae como objetivo para la terapia y que debe ser nego-
ciado por el terapeuta al inicio de la terapia.

Rapport
El sentimiento de comprensión mutua. Interés por objetivos comunes que se manifiesta entre el terapeuta y el paciente.

Relación terapéutica
Cooperación mutua entre terapeuta y cliente basada en la confianza, donde el cliente colabora con su disposición al cambio
y con acciones concretas que lo llevan a sus objetivos, y el terapeuta colabora guiando y orientando los intentos del cliente
en un espacio seguro.

Setting
Marco de referencia del trabajo terapéutico. Incluye horario, frecuencia de sesiones, tiempo de duración de las sesiones,
grabaciones; qué se espera del cliente en terapia, qué puede esperar el cliente del terapeuta, etc.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 31
MANUAL AUTOFORMATIVO

BIBLIOGRAFÍA DE LA UNIDAD I
Agudelo, M. & Estrada, P. (2012). Constructivismo y construccionismo social: Algunos puntos comunes y algunas divergencias de
estas corrientes teóricas. Colombia: Revista Prospectiva (17), 353-378. Disponible en http://revistaprospectiva.univalle.
edu.co/index.php/prospectiva/article/download/1986/1911

Beyebach, M. (2006). 24 Ideas para una psicoterapia breve. Barcelona, España: Herder.

Fruggeri, L. (1998). Del constructivismo al construccionismo social: implicaciones teóricas y terapéuticas. México: Psicobiottivo,
XVIII (1), 37-48. Disponible en http://sistemicarelacional.com.mx/articulos/Construccionismo_al_constructivis-
mo.pdf

Lipchik, E. (2004). Terapia centrada en la solución, más allá de la técnica. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Nardone, G. & Portelli, C. (2006). Conocer a través del cambio. Barcelona, España: Herder.

Olórtegui, F. (2008). Diccionario de psicología. Lima, Perú: San Marcos.

Sandoval, J. (2010). Construccionismo, conocimiento y realidad: una lectura crítica desde la psicología social. Chile: Re-
vista Mad (23), 31-37. Disponible en www.revistamad.uchile.cl/index.php/RMAD/article/download/13633/13902

Seguí J. & Gil, A. (2008). Construccionismo social, etnografía posmoderna, análisis de contenido y análisis del discurso en inte-
racción. Un enfoque teórico / metodológico cualitativo desde la psicología social crítica. Barcelona, España: Departamento de
Sociología de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). Disponible en http://www.academia.edu/2984652/
Construccionismo_social_Etnograf%C3%ADa_postmoderna_An%C3%A1lisis_de_contenido_y_An%C3%A1lisis_
del_discurso_en_interacci%C3%B3n._Un_enfoque_te%C3%B3rico_metodol%C3%B3gico_cualitativo_desde_la_
Psicolog%C3%ADa_social_cr%C3%ADtica

Selekman, M. (1996). Abrir caminos para el cambio. Barcelona, España: Gedisa.

White, M. (2009). El enfoque narrativo en la experiencia de los terapeutas. España: Gedisa, 239-243. Disponible en https://
drive.google.com/open?id=0B_BC1X0nqAHWa1FaWGtKTGhwRmM
32 UNIDAD I Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia

AUTOEVALUACIÓN N°1
1. Teoría del conocimiento que considera que este se construye desde la colaboración y el lenguaje.
a. Constructivismo
b. Construccionismo social
c. Positivismo
d. Posmodernidad
e. N.A.

2. Un proyecto de trabajo viable es aquel que:


a. Mantiene el margen de maniobra del terapeuta
b. Facilita la consecución de los objetivos terapéuticos
c. Contiene objetivos específicos y manejables
d. T.A.
e. N.A.

3. Elemento(s) que contribuye(n) a la construcción del rapport en terapia:


a. Una actitud de aceptación
b. Crítica y confrontación
c. Sentido del humor
d. A y C
e. A y B

4. La fase social en la terapia consiste de:


a. Descripción del problema
b. Orientación sobre el trabajo
c. Investigar sobre recursos y puntos fuertes del cliente
d. A y B
e. B y C

5. Son elementos de la relación terapéutica:


a. El clima emocional
b. La posición del cliente
c. La posición del terapeuta
d. El pensamiento de dos carriles
e. T.A.

6. Aquello que los clientes reportan como el principal responsable del éxito de la terapia:
a. La relación terapéutica
b. El modelo teórico
c. Las técnicas y tareas asignadas
d. T.A.
e. N.A.

7. Principios que rigen la práctica del terapeuta desde los privilegios y la posición de poder:
a. Ética de la colaboración
b. Ética posmoderna
c. Ética del control
d. Ética constructivista
e. Falta de ética

 8. Principios que norman la acción del terapeuta desde una postura descentrada y de no saber:
a. Ética construccionista
b. Ética de la colaboración
c. Relación terapéutica
d. T.A.
e. N.A.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD I: Fundamentos y operacionalización de la psicoterapia 33
MANUAL AUTOFORMATIVO

9. Metodología(s) más apropiada(s) para la investigación en psicoterapia:


a. Tratamientos empíricamente reforzados
b. Estudio de casos
c. Investigación cualitativa
d. A y B
e. B y C

10. Constituye la efectividad de la terapia:


a. Resolución de los problemas
b. Creación de posibilidades
c. Satisfacción del motivo de consulta
d. T.A.
e. N.A.
34 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

UNIDAD II: Psicoterapia humanista

DIAGRAMA DE PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD II

CONTENIDOS EJEMPLOS ACTIVIDADES

AUTOEVALUACIÓN BIBLIOGRAFÍA

ORGANIZACIÓN DE LOS APRENDIZAJES

CONOCIMIENTOS PROCEDIMIENTOS ACTITUDES


Tema N.º 1: Psicoterapia centrada en el cliente 1.Explica cuál debe ser la orientación del conse- Asume una actitud crítica y analítica al com-
1. La orientación del consejero jero en la terapia centrada en el cliente. prender y discriminar los diferentes métodos
2. La relación terapéutica terapéuticos.
3. El proceso terapéutico 2.Explica cómo se concibe la relación terapéuti-
ca en la terapia centrada en el cliente.
Lectura seleccionada N.° 1
3.Explica el proceso terapéutico en la terapia
Tema N° 2: Psicoterapia gestáltica centrada en el cliente.
1.Fundamentos de la terapia Gestalt
2.Neurosis y mecanismos neuróticos Actividad N.º 2
3.La terapia gestáltica en acción, el aquí y ahora Explica la orientación del consejero, la relación
terapéutica y el proceso terapéutico en la terapia
Lectura seleccionada N.° 2 centrada en el cliente a través de un resumen y
publique en el aula virtual.
Autoevaluación N.º 2
1.Describe los fundamentos de la psicoterapia
gestáltica.

2.Describe los conceptos de neurosis y


mecanismos neuróticos según la psicoterapia
gestáltica.

3.Explica los conceptos básicos de la terapia


gestáltica.

Tarea Académica Nº 1
Elabora un organizador sobre los con-
ceptos de la psicoterapia gestáltica.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 35
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 1: Psicoterapia centrada en el cliente


Antes de adentrarnos en los conceptos básicos de la psicoterapia centrada en el cliente de Carl Rogers, debemos mencio-
nar algunas ideas sobre el enfoque humanista de la psicología, ya que esta se incluye en la llamada tercera fuerza de la psicolo-
gía.

Al enfoque humanista se le llama la tercera fuerza de la psicología porque tuvo su inicio y desarrollo luego del psicoanálisis
(primera fuerza) y el conductismo (segunda fuerza). Básicamente, la psicología humanista tiene una mirada optimista sobre la
naturaleza humana. Considera que el ser humano tiene el potencial necesario para su progreso y realización. Basa su confianza
en esta visión positiva de la persona.

Al punto de vista humanista se le llama fenomenológico, porque pone su énfasis en la subjetividad del individuo, así como
en la singularidad de sus experiencias. Un concepto clave es la autorrealización, como meta o aspiración del ser humano. Esta
autorrealización, dice el humanismo, se alcanza a través de la espontaneidad, la creatividad y el desarrollo personal (Papalia &
Wendkos, 2009).

Dentro de esta tradición psicológica es que Carl Rogers desarrolló su enfoque centrado en la persona, ya que no solo se
trata de psicoterapia, sino también de educación, consejería y una visión general centrada en la persona del quehacer. Otros
teóricos que también formaron parte de este enfoque fueron Abraham Maslow, por ejemplo, y más lejanamente (en la teoría)
Fritz Perls con su psicoterapia gestáltica, pero que fueron desarrollos contemporáneos.

Estos y otros desarrollos psicológicos y sociales se desarrollaron en épocas de turbulencia social, guerras, hipismo, drogas
sintéticas y una actividad intelectual intensa. De esta época son movimientos tan dispares como la penetración en Occidente de
las ideas religiosas de Oriente, la nueva era, las ideas del potencial humano, el uso de drogas con fines terapéuticos, y algunas
experiencias que vinieron a desembocar en lo que hoy se conoce como psicología transpersonal.

En la presente unidad estudiaremos dos escuelas de psicoterapia. La primera, la psicoterapia centrada en el cliente. Desa-
rrollada por Carl Rogers, esta terapia tiene un desarrollo en tres partes. Primero estudiaremos la persona y posición del terapeu-
ta, luego cómo el cliente experimenta la terapia, para finalmente analizar el movimiento de la terapia. La segunda, la terapia
gestáltica, desarrollada por Fritz Perls, se estudiará en el segundo tema.

En ambos casos, se seguirán de cerca los escritos de primera mano de los fundadores de ambas escuelas terapéuticas. Man-
tendremos el orden en la exposición de las ideas, como ellos las plantearon en sus textos fundamentales, e iremos aclarando y
explicando algunas ideas a lo largo de la presentación.

1 La orientación del consejero

La psicoterapia centrada en el cliente fue desarrollada original y fundamentalmente por Carl Rogers (1902-1987) y está enmar-
cada dentro de un enfoque mayor denominado enfoque centrado en la persona (Morris & Maisto, 2011). Este enfoque no solo
incluye la psicoterapia, sino también la educación, la formación de consejeros, terapia grupal, terapia lúdica con niños, e inclu-
so un movimiento social que promueve prácticas como la cultura de paz y la buena convivencia en diferentes contextos sociales.

Rogers tuvo un trasfondo personal variado. Fue granjero con su familia de origen, estudió teología y psicología, viajó al Lejano
Oriente a estudiar su cosmovisión y luego su experiencia como docente universitario, terapeuta y formador de terapeutas, ade-
más de investigador y director de algunos centros de estudio psicológico (Papalia & Wendkos, 2009).

Todo este trasfondo le permitió nutrir su práctica terapéutica y devino en una serie de conceptos e ideas fundamentales que
sirven de pilar a la terapia centrada en el cliente o, actualmente llamada, centrada en la persona. Su influencia no directiva y
centrada en la persona no solo ha significado desarrollos terapéuticos o psicológicos, sino también educativos y sociales. Por
ejemplo, es conocida la pedagogía centrada en el alumno, basada en la experiencia subjetiva del alumno y el aprendizaje signi-
ficativo, y el rol de docente como un guía y facilitador (la conocida posición no directiva).

Muchos de sus descubrimientos en la práctica clínica han servido como insumo para el desarrollo de algunas ideas en torno al
estudio de la personalidad (Morris & Maisto, 2011). Por ejemplo, el concepto de tendencia a la realización, que tiene que ver
con un impulso biológico que dirige a la persona a ciertas metas en la vida, que obedecen a capacidades o potencialidades in-
natas. Así, Rogers creía que la personalidad estaba al servicio, básicamente, de metas positivas. Otro concepto muy relacionado
con el anterior es el de tendencia a la autorrealización. Este tiene que ver con la búsqueda, por parte del ser humano, de hacer
realidad el autoconcepto; es decir, la conciencia de quiénes somos y qué deseamos hacer en la vida. Para que una persona tenga
un funcionamiento óptimo, Rogers creía que era necesaria una consideración positiva incondicional. Esta tiene que ver con
la experiencia de sentirse aceptado, con respeto y amor, independientemente de los sentimientos o actitudes que se tengan.

Como se puede ver hasta ahora, las ideas humanistas de Rogers han influenciado mucho en la psicología moderna y, sobre todo,
en las teorías de la personalidad. A continuación, se dividirá en tres partes el estudio de la psicoterapia centrada en el cliente
36 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

que, de todo el aporte de Rogers, es la que nos interesa conocer. En esta primera parte, estudiaremos la posición del terapeuta,
es decir, cómo debe ser la actitud y desenvolvimiento del terapeuta desde este enfoque. En la segunda parte, se estudiará la ex-
periencia del cliente en la terapia y qué resulta relevante para este al momento de analizar los resultados de la terapia. En tercer
lugar, se analizará lo que Rogers llamaba el movimiento en la terapia o, que es lo mismo, el proceso terapéutico.

Para este estudio seguiremos el desarrollo de las ideas del mismo Carl Rogers en su obra fundamental Psicoterapia centrada en
el cliente, de 1969. Si bien ha habido desarrollos posteriores de sus discípulos, consideramos importante nutrirnos de las ideas
de primera mano de este notable terapeuta. Debemos hacer una pequeña advertencia, y es que Rogers hablaba de la terapia y la
consejería, o del terapeuta y del consejero, como términos equivalentes y fácilmente intercambiables. Que no extrañe, entonces,
que por momentos nos refiramos al terapeuta como el consejero.

Una consideración general que debemos mencionar sobre el consejero centrado en el cliente es que su desempeño a lo largo
de la terapia consiste de una serie de actitudes coherentes que asume frente al cliente y la terapia, y que se instrumentalizan a
través de técnicas y métodos determinados. Con esto, lo que se quiere significar es que el recurso principal del cual dispone el
terapeuta es un conjunto de actitudes que están profundamente asimiladas en su propia organización personal. Son las actitudes
las que el terapeuta utiliza e instrumentaliza para llevar a cabo la terapia. Más allá de las técnicas y las estrategias terapéuticas,
en el enfoque centrado en la persona, lo que se prioriza y valora son las actitudes personales del consejero y cómo este puede
utilizarlas para llevar a cabo la terapia.

En esta orientación filosófica del consejero, se entiende que «mediante las técnicas centradas en el cliente, una persona puede
instrumentalizar su respeto hacia los otros solamente en la medida en que ese respeto es una parte integrante de la estructura
de su personalidad; en consecuencia, la persona cuya filosofía operacional ya tiende a un profundo respeto por la significación
y mérito de cada individuo es capaz de asimilar más rápidamente las técnicas centradas en el cliente que le ayuden a expresar
ese sentimiento» (Rogers, 1969, p. 34). En ese sentido, para Rogers resulta mucho más genuino y coherente el terapeuta que
ya cuenta con las actitudes requeridas en este enfoque, ya que le resultará mucho más fácil asimilar las técnicas centradas en el
cliente, porque las actitudes demandadas ya forman parte de la configuración personal del consejero.

Podemos ver, entonces, cómo las actitudes juegan un papel importante en el ejercicio de la terapia centrada en el cliente. Una
actitud de respeto, de aceptación incondicional, de no juzgamiento, de interés genuino y empático, son claves para el movi-
miento de la terapia. Estas actitudes son requeridas del terapeuta, pero no solo como tal, sino también como ser humano que se
relaciona, incluso fuera de la terapia, con estas actitudes.

La hipótesis fundamental de la terapia centrada en el cliente es que todas las personas cuentan con la capacidad suficiente para
hacerse cargo de sus vidas, de forma constructiva, y que es necesario que este sentido de competencia emerja a la conciencia del
individuo mediante la terapia (Rogers, 1969). Por un lado, la idea humanista del potencial humano natural mueve al consejero
a considerar al cliente como un individuo con potencialidades y con capacidades suficiente para conducir su vida de forma cons-
tructiva. Esta idea es fundamental e influye en la postura no directiva del terapeuta. Ya que el cliente cuenta con las capacidades
y potencial suficiente para hacerse cargo de vida, entonces el terapeuta confía en esa capacidad natural y se relaciona con el
cliente consecuentemente, siendo coherente con su visión humanista.

Por otro lado, esta hipótesis implica que el terapeuta se relaciona con el cliente con una actitud de aceptación, demostrando
significativa y operacionalmente su confianza en el cliente. La relación interpersonal que se desarrolle debe consistir de una
aceptación incondicional por parte del terapeuta con el cliente y, de esta forma, facilitar la emergencia del potencial del cliente
en este ambiente emocional de aceptación en el que se convierte la terapia.

Esta hipótesis debe ser, entonces, instrumentalizada por el terapeuta. Esta actitud de aceptación debe ser instrumentalizada a
través de la relación terapéutica y de las intervenciones del terapeuta a través de sus preguntas, comentarios, aseveraciones, res-
puestas, etc. Al mismo tiempo, el terapeuta debe ir comprobando, a cada momento, que esta instrumentalización se está dando
en la dirección correcta. Por ejemplo, podría haber momentos o temas donde el terapeuta, involuntariamente, suspende esta
actitud de aceptación. También podría darse el caso de que el terapeuta confía en que está proyectando aceptación, pero el
cliente lo experimenta en sentido contrario.

Esta revisión de la instrumentalización debe hacerse continuamente, durante la sesión, y después de esta también, a través de la
revisión de las grabaciones o transcripciones si es que las hubiera. Esta revisión irá dando retroalimentación al consejero sobre
su desempeño, sus actitudes, y sobre cómo instrumentaliza estas actitudes. De ese modo, el terapeuta puede ir modificando y
ajustando su hipótesis y la instrumentalización de esta.

Otra manera en que se evidencia la hipótesis básica en la terapia centrada en el cliente es a través del papel del consejero. «La
función del consejero sería la de asumir, en la medida de lo posible, el marco de referencia interno del cliente para percibir el
mundo tal como éste lo ve, para percibir al cliente tal como él mismo se ve, dejar de lado todas las percepciones según un marco
de referencia externo, y comunicar algo de esta comprensión empática al cliente» (Rogers, 1969, p. 40).

Esta comprensión empática del terapeuta no hace referencia a que este vaya a experimentar en sí mismo los odios, alegrías o
miedos del cliente, sino adoptar el marco de referencia del cliente, pero manteniendo cierta distancia emocional que le permita
maniobrar, y poder comunicarse y relacionarse con el cliente en su misma frecuencia emocional. Dicho de otra forma, la em-
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 37
MANUAL AUTOFORMATIVO

patía tiene que ver con reconocer las emociones y puntos de vista del cliente, y transmitirle de forma clara este entendimiento,
pero sin experimentar estas emociones por ello.

Muchas veces se suele decir que la empatía es ponerse en los zapatos, o el lugar, de la otra persona. Esto no es del todo cierto.
Si el terapeuta tuviera que ponerse en el lugar de la otra persona tendría que experimentar, de la misma forma en que lo ex-
perimenta el cliente, los miedos u rencores del caso. Esto es, sin duda, algo fuera de lugar porque, si así ocurriera, el terapeuta
sumergido en dicha emoción sería incapaz de actuar terapéuticamente, ya que estaría afectado emocionalmente igual que su
cliente.

La empatía tiene que ver más bien con un entendimiento de la vivencia del otro, pero manteniendo cierta distancia emocional
que le permita maniobrar terapéuticamente. El terapeuta entiende la experiencia del cliente, le transmite ese entendimiento,
y mantiene cierta distancia emocional que le permita intervenir con propósito.

Otro aspecto a considerar de la actitud empática es la alternancia de la percepción del terapeuta entre observar desde el marco
de referencia del cliente y observar desde fuera como un perceptor externo. Esto se debe a que no todo el tiempo el terapeuta
puede mantenerse en el marco de referencia del cliente. Hay momentos, en las pausas del cliente, por ejemplo, cuando el tera-
peuta se distancia de ese marco de referencia y observa desde fuera, externamente.

Esta situación puede generar dificultades al momento de percibir al cliente empáticamente, pero es un proceso normal de figu-
ra y fondo. Perceptualmente, aquello que en un momento es figura, puede pasar a ser fondo; y viceversa, lo que era fondo pasa
a ser figura. Con la percepción empática del terapeuta pasa lo mismo. Por momentos se centrará en el cliente y su experiencia,
involucrándose en la relación; y en otro momento, tomará distancia y observará al cliente y a la situación terapéutica como un
agente externo.

Queda así establecido que la finalidad del terapeuta es percibir, sensible y agudamente, todo el campo perceptual del cliente,
tal como este lo experimenta, y así indicarle al cliente el entendimiento que va consiguiendo (Rogers, 1969). Ya se dijo que para
que esto sea posible debe hacerse desde la empatía y la aceptación. También se indicó que este esfuerzo por percibir y compren-
der cómo el cliente lo hace es la instrumentalización de la creencia de que el individuo tiene el potencial suficiente para hacerse
cargo responsablemente de su propia vida, y hacer de tal forma que le genere satisfacción. Este potencial se logrará en la me-
dida que estos puntos fuertes lleguen a la conciencia del cliente, a través de una relación terapéutica de aceptación y empatía.

El papel fundamental del consejero es comprender al cliente y transmitirle aceptación. En la medida que el cliente se mueva en
este ambiente de aceptación y comprensión será capaz, cada vez más, de ir explorando ciertos aspectos de su yo que están desa-
lineados de la organización general de sí mismo. En la medida que los vaya explorando, los irá comprendiendo y aceptando, e
integrando a la organización general de su yo. De esa forma, aquellos aspectos negados o excluidos, por ser vivenciados como
amenazantes, terminan siendo asimilados e integrados a la organización y funcionamiento de su yo.

En este rol es muy importante que el terapeuta logre asimilar e integrar a su práctica la hipótesis del potencial individual. Solo
en la medida en que el terapeuta confíe en el potencial del cliente, y confíe en la capacidad del cliente de tomar buenas de-
cisiones y de plantearse nuevas metas, podrá desarrollar esa actitud de aceptación y de esa forma permitir al cliente explorar
todos los aspectos de sí mismo, incluso los más oscuros. En la medida en que el cliente explore libremente, en la seguridad
de la relación terapéutica, todos los aspectos de sí mismo, tanto los más positivos como los más ríspidos, podrá ir alcanzando y
desarrollando el potencial que tiene y podrá expresarlo en sus experiencias y vivencias.

2 La relación terapéutica

Hasta este punto hemos explorado cuál debe ser el papel y la actitud del terapeuta desde el enfoque centrado en la persona.
En este apartado, exploraremos la relación terapéutica tal cual es experimentada por el cliente. A medida que la relación y el
proceso terapéuticos se desarrollan, el cliente va experimentando ciertos procesos propios de la terapia. Es importante para el
terapeuta ser consciente de cómo el cliente va experimentando cada etapa, y más importante, qué considera el cliente que es
lo que le permite progresar en la terapia.

Con relación al progreso terapéutico, Rogers y su equipo pusieron en evidencia que lo que determinaba el éxito terapéutico era
el modo en que el cliente experimentaba la relación, la personalidad del consejero, sus técnicas e intervenciones y sus actitudes,
y no éstas en sí mismas (Rogers, 1969). Así, las expectativas y experiencias del cliente cobraron gran relevancia. Fue importante
para Rogers determinar cuáles eran las expectativas con las que el cliente iniciaba la terapia.

Con relación a las expectativas, debemos mencionar que estas influyen mucho en cómo el cliente percibe al terapeuta y a la te-
rapia. Estas expectativas, que pueden ir desde que el cliente espera un consejo directo, que el terapeuta tome una decisión por
él, que los problemas se resuelvan rápidamente, que el terapeuta sea condescendiente, y un largo etcétera, van a dominar muy
fuertemente cómo el cliente se aproxime a la terapia y al terapeuta. Es importante, entonces, que cliente y terapeuta perciban
la relación de la misma manera para que la terapia pueda avanzar. En este sentido, el terapeuta debe hacer un esfuerzo por
mantener una actitud de aceptación.

A continuación, revisaremos varias situaciones que experimenta el cliente. Una de ellas es la experiencia de la responsabilidad.
38 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

Al mantener el terapeuta una posición no directiva y mantener una actitud empática de reconocimiento de la experiencia del
cliente, este cae en cuenta de que es él el principal responsable en la relación. Es decir, es el cliente quien asume la responsa-
bilidad por el desenvolvimiento del proceso terapéutico. Es el cliente quien plantea los temas, es el cliente quien explora sus
experiencias y sentimientos, es el cliente quien plantea las metas, etc. Debe entonces el cliente, conforme se va dando la terapia,
reconocer esa responsabilidad. Esta se logra manteniendo el consejero su actitud de aceptación y un clima emocional seguro.

Otra experiencia del cliente es la de la exploración. El cliente experimenta en el proceso de la terapia, en la medida que explora
sus actitudes, que deberá hacer cambios. Estos cambios pueden ser muy retadores. Al mismo tiempo que se desea el cambio,
este también puede experimentarse como amenazante. Es en la exploración que el cliente nota esta necesidad de cambio. Es
el terapeuta, desde su encuadre de empatía y seguridad emocional, quien brinda el espacio seguro para que el cliente pueda
enfrentar todas estas situaciones de cambio. Asimismo, en la exploración el cliente irá encontrando ciertas incongruencias en
sus actitudes, que encajan entre sí, o que no encajan con su organización general.

En este sentido, el terapeuta mantiene el encuadre de aceptación y un clima emocional de seguridad que le permitan al cliente
explorar sin temores estas incongruencias. Las incoherencias que la persona va encontrando pueden ser muy angustiantes, ya
que retan la integridad de la identidad personal. Para que el cliente pueda continuar con esta exploración y alcanzar cierto nivel
de coherencia en sus actitudes, el terapeuta debe mantener una actitud de aceptación incondicional que va más allá de los temas
que el cliente pueda exponer.

Esta exploración segura que hace el cliente de sus incongruencias permite traer a la conciencia aquellos aspectos que desafían la
integridad del yo. Es gracias al ambiente seguro y libre de amenazas de la terapia que el cliente puede reconocer conscientemen-
te e integrar a sí mismo las actitudes y emociones negadas anteriormente. No es que no las haya experimentado anteriormente,
sino que estaban fuera de la conciencia. Al ser actitudes discordantes y que generan malestar, la persona suele mantenerlas ale-
jadas de su conciencia. Es en la terapia donde estos elementos negados emergen y pueden ser integrados a la conciencia. Este
es un resultado de la aceptación y seguridad que el consejero brinda al cliente.

En la medida que estas incongruencias van emergiendo a la conciencia del cliente, este debe hacer un esfuerzo considerable
por reorganizarse. Esta reorganización del sí mismo puede ser una experiencia muy perturbadora para la persona. Los cambios
que se requieren para que esta reorganización se haga efectiva pueden ir desde pequeños cambios hasta grandes reacomodos en
la vida del individuo. Este malestar que se genera puede traer mucho sufrimiento al cliente. Es necesario entonces mantener el
encuadre de seguridad emocional para darle soporte a la persona mientras hace los ajustes necesarios en su vida a medida que
va descubriendo cosas nuevas en el proceso terapéutico.

La persona también puede comportarse ambivalentemente. Es decir, un día puede experimentar el cambio a la nueva confi-
guración de sí mismo, y al día siguiente volver al viejo patrón conductual. Es más, en la medida que el cliente va progresando y
obteniendo estos insigths profundos y significativos, puede experimentar mucho malestar en su experiencia psicológica. Pueden
producirse conflictos interpersonales, momentos de tensión o descontrol emocional, o un retroceso en la sensación de bienes-
tar.

Todas estas dificultades son producto de los reajustes del sí mismo que la persona va haciendo en la medida que incorpora esos
elementos incongruentes que va encontrando en la exploración terapéutica. Es importante que el terapeuta sea consciente de
estos mecanismos, ya que puede resultar muy perturbador para el consejero ver cómo su cliente experimenta dificultades y re-
trocesos emocionales o conductuales a medida que progresa en sus entendimientos psicológicos y emocionales.

Otra cosa que experimenta el cliente es la sensación de progreso. «A pesar de que se podría suponer lo contrario, el cliente ex-
perimenta progresos casi desde el comienzo. El hecho de descubrir que algunos de los problemas que ha comentado, algunas de
las experiencias rechazadas que ha aceptado, ya no le causan dolor o ansiedad, lo estimula para seguir adelante. La percepción
de que se ha reconstruido un segmento de la organización de su sí mismo, y que de ello resultan nuevas formas de conducta,
hace que el cliente confíe en su propia capacidad para progresar en su auto-exploración» (Rogers, 1969, p. 84). Es interesante
notar cómo los pequeños progresos que va experimentando el cliente van reforzando el avance y estimulando a la persona para
que continúe con su autoexploración y la reorganización de su sí mismo.

Ahora bien, esta sensación de progreso no solo se experimenta en los momentos agradables, sino también en aquellos que resul-
tan difíciles y complicados emocionalmente. Rogers y sus colaboradores notaron que, cuando la terapia se encontraba próxima a
su terminación, los clientes experimentaban sensaciones desagradables y desesperantes. Ellos explicaron esta situación mencio-
nando que, a pesar de los progresos y triunfos que los clientes puedan alcanzar durante la terapia, llegados al final del proceso
descubren que la mayoría de su organización personal era falsa e incongruente.

Este descubrimiento, a pesar de la seguridad y confianza que se pueda generar en la terapia, resulta muy perturbador para la
persona y desemboca en momentos de angustia y desesperación. Mantener el encuadre positivo en estas circunstancias permite
al cliente hacer el tránsito hacia una nueva organización del sí mismo.

Con respecto a la finalización de la terapia, la experiencia del cliente suele ser ambivalente. Por un lado, la persona puede expe-
rimentar cierta incertidumbre ante la terminación, pero, por otro lado, suele sentir una seguridad sorprendente. La sensación
de pérdida, producto de la terminación, puede provocar miedo e incertidumbre y hasta cierto rechazo a enfrentar la vida por
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 39
MANUAL AUTOFORMATIVO

sí misma. Pero también se puede apreciar la seguridad y el control sobre sí mismo que el individuo ha conseguido producto de
la reorganización de sí mismo.

Debemos finalizar esta sección recalcando la importancia que tiene para el cliente cómo se vivencia la relación terapéutica. Esta
relación es la base sobre la cual se experimenta, explora y organiza una nueva identidad en el cliente. Debido a lo retador y
amenazante que puede resultar esta tarea, es crucial que la relación sea enmarcada positivamente desde la aceptación, la empa-
tía y la seguridad. Además, como ya se vio en el papel del consejero, estas actitudes deben ser genuinas y ser instrumentalizadas
por el terapeuta en la relación.

3 El proceso terapéutico

“¿Qué es lo que pasa realmente en la terapia exitosa? ¿Cuáles son los procesos psicológicos por los cuales se produce el cambio?
En términos generales, la terapia es un proceso de aprendizaje… el cliente aprende nuevos aspectos de sí mismo, nuevas mane-
ras de relacionarse con los otros, nuevos modos de conducirse” (Rogers, 1969, p. 123). Con esta cita textual de Rogers queremos
comenzar este apartado sobre el proceso terapéutico o, como también se le conoce, el movimiento en la terapia.

En la cita anterior se menciona que la terapia es un proceso de aprendizaje. En este aprendizaje el cliente incorpora un nuevo
repertorio de conductas, actitudes y estilos de afrontamiento. Así, al producirse estos cambios y aprendizaje, podría decirse que
la terapia ha sido exitosa. Pero, aun así, todavía no queda muy claro qué procesos psicológicos intervienen en la terapia. Lo que
se verá a continuación es una serie de elementos que interactúan durante el desenvolvimiento de la terapia.

Durante la terapia ocurren varios movimientos. Uno de ellos es el movimiento del contenido de la terapia, es decir, del material
que el cliente presenta durante la sesión. Al inicio de la terapia, el cliente suele centrar su discurso en los problemas y los sínto-
mas que lo aquejan. En la medida que la terapia progresa, este discurso es sustituido por uno de comprensión de las relaciones
de su conducta y una propensión al análisis de las nuevas acciones y sus significados.

Este nuevo material tiene que ver con el entendimiento y la conciencia que el cliente va tomando de los nuevos aspectos que
emergen en la terapia. Mientras que al principio el cliente está centrado en sus problemas y cómo estos le afectan, durante
el transcurso de la terapia su preocupación pasa del problema inicial a las relaciones de sus conductas, tanto pasadas como
presentes. En la medida que surgen nuevas comprensiones, el cliente va centrando más su interés en el análisis de estas nuevas
comprensiones y de las nuevas conductas producto de aquellas.

Otra cosa que cambia en la terapia es la percepción y actitud que tiene la persona hacia su sí mismo. Pero antes de explicar en
qué consiste este cambio, detengámonos un momento a definir este concepto rogeriano. “El concepto de sí mismo, o la estruc-
tura del sí mismo, puede considerarse como una configuración organizada de percepciones del sí mismo, admisible para la
conciencia. Está integrado por elementos tales como las percepciones de las propias características y capacidades; los preceptos
y conceptos de sí mismo en relación con los demás y el ambiente; las cualidades valiosas que se perciben y se asocian con expe-
riencias y con objetos; y los objetivos e ideales que se perciben con valencias positivas o negativas” (Rogers, 1969, pp. 127-128).

Este concepto del sí mismo es muy importante para Rogers. Según este autor, el sí mismo es la configuración personal del ser
humano. Este sí mismo es el yo con el cual la persona se relaciona consigo misma y con los demás. Está formado a partir de las
percepciones que el sujeto tiene y que forman parte de la conciencia. Es todo el material identitario del sujeto y que está confor-
mado por varias percepciones. Por ejemplo, las competencias, normas éticas, ideas sobre el mundo o los demás, experiencias,
memorias, puntos fuertes y puntos débiles y básicamente todo objeto e idea asimilado a lo largo de la vida.

Para Rogers, este sí mismo es el que se ve envuelto en la terapia y es el que se explora para poder asimilar aquellos aspectos
que están fuera de la conciencia. Según Rogers, este sí mismo va mutando conforme transcurre la terapia y va incorporando
nuevos aspectos que el sujeto descubre en la autoexploración de la terapia. Este proceso suele ser muy doloroso y requiere la
contención de terapeuta a través de la instrumentalización de sus actitudes.

Dicho esto, debemos volver a la idea de que durante la terapia ocurre un cambio en la autopercepción del sí mismo. Esta au-
topercepción cambia en por lo menos tres aspectos. En primer lugar, el sujeto se percibe como una persona más competente
y apta. La persona se siente con más mérito y con más posibilidades de hacer frente a los desafíos de la vida. Esto tiene que ver
con que, al modificarse el sí mismo, se incorporan nuevas realidades de la identidad de la persona que le permiten tener más
agencia al momento de enfrentar los desafíos y problemas de la vida. La persona se siente más empoderada para tomar decisio-
nes y resolver problemas.

Un segundo aspecto que se modifica, con relación al sí mismo, es que la persona está más consciente de más cosas. Es decir,
los nuevos datos que van surgiendo en la terapia se van sumando y van modificando la identidad de la persona. Estos nuevos
datos permiten que la persona asimile a su conciencia nuevas experiencias y relaciones. Así, se va enriqueciendo el sí mismo con
nuevas experiencias y nuevas comprensiones.

En tercer lugar, otro aspecto de la modificación de la autopercepción es la egosintonía de las normas. Con esto queremos sig-
nificar que las normas morales y éticas ya no son vividas por la persona como ajenas o externas a sí misma, sino que la persona
asume la responsabilidad por la determinación de qué está bien y qué no. Los valores que se le asignan a las cosas corren por
40 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

cuenta del individuo. Las experiencias que se tienen, y a las que se les asigna un valor, son asumidas por la persona y éstas reco-
nocen que es ella quien otorga ese valor a la experiencia.

A continuación, ofreceremos una descripción clínica hecha por Rogers sobre lo que él considera que son los cambios que ocu-
rren del sí mismo en la terapia. Es un poco extenso, pero merece un espacio en nuestra exposición del proceso terapéutico.
Nótese cómo todos los elementos que hemos considerado hasta el momento son incluidos en la siguiente descripción.

«Al iniciar la terapia el cliente tiene tendencia a juzgarse, sintiéndose más o menos indigno, y lo hace en gran medida según pa-
trones o normas ajenos. Tiene un ideal, pero lo percibe como muy diferente de su personalidad actual. Emocionalmente, el equi-
librio de sentimientos acerca de sí mismo se inclina decididamente hacia el lado negativo. A medida que se desarrolla la terapia,
se siente más desalentado y crítico con respecto a sí mismo. Frecuentemente experimenta hacia sí mismo actitudes sumamente
contradictorias. A medida que las explora, gradualmente se torna más realista en su autopercepción, y más capaz de aceptarse
“tal como es”. En tanto que se preocupa más por sus sentimientos y actitudes corrientes, encuentra que puede considerarlos ob-
jetivamente y no experimentarlos como una base para la auto-condenación emocional ni para la auto-aprobación. Simplemente
los observa actuar. Considera que este yo “tal como es” tiene sus méritos, puede vivir con él. Este proceso no es de ningún modo
fácil… Pero en general va adquiriendo menos miedo hacia las actitudes que descubre dentro de su experiencia; se torna menos
temeroso de cómo será juzgado por los demás, y dedica una mayor parte de su tiempo a la decisión de cuáles son sus propios
valores fundamentales. A medida que se producen estos cambios, se siente más espontáneo en sus actitudes y su conducta; se
experimenta como una persona más real, más unificada. Lentamente descubre que lo que él desea ser se ha modificado de tal
manera que ahora es una meta más alcanzable, y que realmente se ha transformado en un grado que lo acerca más a su ideal. Su
vida interna deviene más agradable, más libre de tensión. Esta parecería ser la descripción clínica de los cambios del sí mismo
durante la terapia, según se desprende de su estudio objetivo» (Rogers, 1969, p. 131-132).

Otro cambio en la percepción del cliente es la que tiene que ver con los objetos de su campo fenoménico, a saber, sus vivencias,
sentimientos, pensamientos, relaciones, entorno, etc. En este punto, el cliente pasa de las generalizaciones a una mayor diferen-
ciación. Con esto queremos decir que la persona pasa, de generalizaciones del tipo bueno-malo, blanco-negro, mejor-peor, siem-
pre-nunca y otros por el estilo, a poder diferenciar aquellas experiencias con matices y a un mayor uso de los recursos lingüísticos
que reflejen la riqueza de las experiencias y que le den mayor posibilidad de incorporar aquellas experiencias que de otra forma
quedarían fuera del discurso generalizante.

El asunto es que estas generalizaciones se han vuelto insatisfactorias para la persona. En cambio, una mayor diferenciación permi-
te a la persona abstraerse a expresiones más profundas y ricas que posibilitan la expresión de una variedad de experiencias. Todo
esto es posible dentro del marco terapéutico de seguridad y aceptación. En este ambiente es donde la persona se puede permitir
reemplazar las generalizaciones por abstracciones más diferenciadas.

«Diferenciación… significa separar y convertir en figura cualquier elemento perceptual significativo que hasta entonces no había
sido reconocido» (Rogers, 1969, p. 134-135). Por ejemplo, una pareja puede, al discutir, referirse en términos de «tú nunca me
haces caso» o «tú siempre me ofendes» o «siempre estoy deprimido» o «nunca me siento satisfecho con nuestra relación». Una
persona refiriéndose a su relación en estos términos está generalizando y, al hacerlo, empobrece su percepción de las cosas.
Estas generalizaciones pasan por alto los momentos buenos, las alegrías, aspectos positivos y recursos que toda pareja tiene. Al
diferenciar su discurso, la persona podría reconocer que, aunque suele sentirse triste en muchos momentos, hay otros donde
encuentra satisfacción.

En el mismo sentido de la diferenciación, la simbolización es otra metáfora útil para explicar el cambio en la percepción del
cliente. El ser humano utiliza los símbolos, como el lenguaje, para explicar y dar significado a sus experiencias. En la terapia los
antiguos símbolos son reemplazados por nuevos símbolos, más útiles para un registro más diferenciado y adecuado de las expe-
riencias. Este registro tiene que ver con las cosas que van emergiendo en la terapia y que se van incorporando al sí mismo. Así, el
cliente aprende a diferenciar sus experiencias a partir de una nueva simbolización de las mismas.

Suele ocurrir que aquellos aspectos de la experiencia de la persona que están en disonancia con el concepto de sí mismo son
dejados fuera o negados. El progreso en la terapia se puede describir en términos de que las experiencias antes negadas son
aceptadas e incorporadas por la persona a su nuevo concepto de sí mismo a través de una mayor diferenciación y una nueva
simbolización de dichos aspectos nuevos.

Otro cambio característico, conforme transcurre la terapia, es la evaluación que hace el cliente de sí mismo. A medida que la
terapia progresa, la persona se da cuenta de que ha estado viviendo según los valores, opiniones y evaluaciones de los demás.
Luego, el cliente pasa a abandonar estos valores externos. En este período puede vivenciarse cierta inseguridad e incertidumbre
al haberse despojado de los valores introyectados y no haberlos reemplazado por otros.

Conforme sigue progresando la terapia, la incertidumbre cede paso a un nuevo período de comprensión de que la evaluación
que haga de las cosas obedece a valores que la misma persona establece para sí misma. A partir de aquí, la persona empieza a
utilizar sus propios valores y sus propias evaluaciones para determinar la significación que le da a cada cosa y a cada experiencia.
Reemplaza, entonces, los valores introyectados, ajenos, por unos propios y en sintonía con su nuevo concepto de sí mismo.

En la medida que la terapia progresa, la relación terapéutica también lo hace. Lo que ocurre es que la persona comienza la te-
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 41
MANUAL AUTOFORMATIVO

rapia con una experiencia de sí misma de una persona inaceptable e indigna. Pero es en la relación terapéutica de aceptación,
respeto y comprensión, donde el cliente empieza a sentir por sí mismo lo que el terapeuta le transmite a través de la relación
terapéutica. Conforme el terapeuta trata y se relaciona con el cliente de forma respetuosa, aceptándolo incondicionalmente y
brindándole un ambiente seguro de no juzgamiento ni crítica, entonces el cliente empezará a relacionarse consigo mismo en
la misma sintonía de aceptación.

La relación terapéutica permite, entonces, que el cliente asuma para sí la misma actitud con la que el terapeuta se relaciona con
él. Al ser profundamente comprendido, aceptado y respetado por el terapeuta, el cliente aprende una nueva forma de relacio-
narse con su sí mismo e incorpora a su identidad esta nueva actitud de aceptación. Así, los productos y resultados de la terapia
podrían considerarse resultados residuales de la relación terapéutica. Esta vendría a ser la base y el corazón de la terapia, y el
principal motor de cambio.

En este sentido, «el proceso terapéutico es considerado como sinónimo de la relación experiencial entre cliente y terapeuta. La
terapia consiste en experimentarse a sí mismo de una amplia variedad de maneras, en una relación emocionalmente significa-
tiva con el terapeuta. Se considera que las palabras —ya sean del cliente o del consejero— tienen una importancia mínima en
comparación con la relación emocional que en ese momento existe entre ambos» (Rogers, 1969, p. 156).

Esta relación emocionalmente significativa permite que el cliente pueda experimentarse de muchas maneras diferentes. Esta
posibilidad de nuevas experiencias es permitida por la condición de respeto y aceptación que la relación tiene. En este punto,
Rogers llega a considerar que la relación emocional es, incluso, más importante que las palabras. Para Rogers es la relación emo-
cional de aceptación y respeto la que moviliza la emergencia de nuevos aspectos ocultos o negados. Es la relación la que facilita
la incorporación de estos aspectos negados a un nuevo concepto del sí mismo. Es la relación la que permite una diferenciación
y simbolización nuevas y más útiles. Es la relación la que permite que el cliente asuma nuevas actitudes de aceptación y respeto.
Es la relación la que facilita el éxito en la terapia.

Con respecto a la personalidad, “uno de los resultados de la experiencia es un grado significativo de cambio en la configuración
básica de la personalidad. Este cambio parece producirse en el sentido de: una mayor unificación e integración de la persona-
lidad; un menor grado de tendencia neurótica; una disminución del monto de ansiedad; un grado más elevado de aceptación
de sí mismo y de la emocionalidad como parte de sí mismo; un aumento de la objetividad al tratar con la realidad; mecanismos
más efectivos para tratar las situaciones que provocan tensión; sentimientos y actitudes más constructivos; y un funcionamiento
intelectual más efectivo” (Rogers, 1969, p. 161).

Otro resultado de la terapia es un cambio en la estructura de personalidad del cliente. Como ya se mencionó en la Unidad I, el
estructuralismo ha sido ampliamente superado por unas epistemologías constructivistas y construccionistas. Empero, debemos
reconocer que Rogers utilizó la metáfora estructuralista de la personalidad para referirse a los cambios que observaba en los
clientes al finalizar la terapia.

Si bien es cierto podemos prescindir de la metáfora de la estructura y de la personalidad, sigamos el discurso de Rogers para
entender los cambios que documentó con los clientes que habían tenido terapias exitosas. Como se mencionó en la cita ante-
rior, se logró reconocer varios cambios en la configuración básica de la personalidad. Uno de estos resultados fue una mayor
unificación e integración de la personalidad. Esto tiene que ver con la asimilación e incorporación de los aspectos negados
de la persona al concepto del sí mismo. La personalidad conseguía enriquecerse y robustecerse con nuevas dimensiones de la
persona en la medida que estas se incorporaban a la conciencia del cliente y este las aceptaba.

Otro aspecto de la personalidad que se ve afectado es un menor grado de neuroticismo. Los clientes experimentaban menos
neurosis y las cuotas de ansiedad disminuyeron. Al permitirse nuevas identidades y experiencias, los niveles de ansiedad y neu-
rosis disminuyen. Por otro lado, un mayor grado de aceptación de sí mismo y de sus emociones es posible para la persona. El
cliente puede reconocer y disfrutar de aquellos aspectos nuevos de su vida que ha conseguido en la terapia. Asimismo, es capaz
de vivir con su emocionalidad de manera constructiva. Este punto es importante: que el cliente se permita convivir de manera
constructiva con su emocionalidad. Por lo general, las personas suelen negar y no permitirse vivir sus emociones, ya que las
experimentan como descontroladas o desagradables.

También se puede apreciar un aumento en la objetividad al momento de evaluar la realidad y las situaciones que se tienen que
enfrentar, incluidas las relaciones interpersonales. Esta objetividad tiene que ver con ser consciente de la realidad y ser capaz
de percibir los diferentes puntos de vista de las personas. Asimismo, la persona adquiere una mayor capacidad de enfrentar los
problemas y las situaciones ocurrentes de una manera más productiva y con menos ansiedad.

Las actitudes y sentimientos suelen volverse más constructivos, producto de la relación terapéutica. Estas actitudes le permiten
afrontar las cosas de una forma más constructiva. También el funcionamiento intelectual suele volverse más efectivo en la reso-
lución de los problemas.

Finalmente, debemos ocuparnos de los cambios conductuales que ocurren como producto de la terapia. En este punto debe
hacerse una advertencia. Si bien es cierto, suelen haber cambios conductuales a lo largo de la terapia, y pueden acentuarse
al finalizar, estos no son indicadores fiables de cambio o progreso en la terapia. Tampoco se puede afirmar que estos cambios
conductuales sean producto de la terapia o debido a factores externos.
42 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

Así, los cambios conductuales que ocurren durante o después de la terapia, clínicamente, no son representativos de una mejoría.
Podría ser que la mejoría esté acompañada de cambios conductuales, como puede que no. Y si ocurren estos cambios, es difícil
asignarle responsabilidad a la terapia como causante de estos cambios. Con todo, se describirá los cambios conductuales que
suelen presentarse.

Una primera cosa que nota el cliente es que su conducta es más madura, que puede autodirigirse y que asume la responsabilidad
por su desempeño. Esta agencia personal es vivida por el cliente como una mayor responsabilidad por sus acciones y por las con-
secuencias de estas. Se pasa de un locus de control externo a uno de control interno. La persona asume la responsabilidad de su
desempeño, y este desempeño suele mejorar y volverse más útil y productivo.

También suele volverse menos defensivo y más objetivo consigo mismo, con los demás y con su contexto. Las acritudes de descon-
fianza e inseguridad ceden paso a una afirmación personal que le agencia mayor seguridad al relacionarse con los demás y con
su entorno. Asimismo, la tensión psicológica decrece. La persona puede experimentar la vida con menor ansiedad. Las circuns-
tancias y las relaciones pueden afrontarse desde la seguridad y desde la agencia personal, esto hace que la ansiedad y tensión ya
no sean parte de la experiencia subjetiva del cliente.

La adaptación a la escuela, la familia, el trabajo, y la sociedad en general se vuelve más agradable y satisfactoria. El cliente es capaz
de acomodarse, de una forma constructiva y útil, a las responsabilidades de la vida y es capaz de hacerles frente con relativo éxito.
Puede asumir aquello que está bajo su control, y puede mantener la calma en las circunstancias donde la responsabilidad escape
a su control, aunque le afecte. Estos cambios de una mayor calma al enfrentar las situaciones no solo se ven reflejadas en su psico-
logía, sino incluso en su fisiología. Es capaz de una respuesta fisiológica menor, y es capaz de una recuperación más rápida. Todo
esto engloba los cambios conductuales que los clientes experimentan al concluir exitosamente la terapia.

Llegados a este punto debemos dar por concluida nuestra exposición de la terapia centrada en la persona, considerando que
solo se han mencionado los aspectos básicos y fundamentales de la terapia, su proceso y los actores de la misma. Para una mayor
profundización de estos y otros conceptos que no han podido ser incluidos se remite al lector a la bibliografía de la unidad. Baste
señalar que el principal aporte de Rogers a la psicoterapia fue su hipótesis del potencial individual, y la relación terapéutica como
motor de cambio. Esto último tiene un impacto profundo en la persona, actitudes, valores y práctica del terapeuta como persona.

LECTURA SELECCIONADA Nº 1
Rogers, C. (1969). Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires, Argentina: Paidós, pp. 177-181. Disponible en https://drive.
google.com/open?id=0B_BC1X0nqAHWaDZNVG0zYTVScTQ

ACTIVIDAD FORMATIVA Nº 2
Explique la orientación del consejero, la relación terapéutica y el proceso terapéutico en la terapia centrada en el cliente a
través de un resumen y publique en el aula virtual.

Instrucciones
• Lea el tema 1 sobre la orientación del consejero, la relación terapéutica y el proceso terapéutico en la terapia centrada
en el cliente.
• Elabore un resumen de tres páginas donde explique los conceptos de la orientación del consejero, la relación terapéu-
tica y el proceso terapéutico en la terapia centrada en el cliente.
• Publique su resumen en el aula virtual, en la fecha señalada.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 43
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 2: Psicoterapia gestáltica


Luego de haber revisado algunos conceptos claves de la terapia centrada en el cliente de Rogers, pasaremos a exponer
algunas ideas sobre la teoría y práctica de la terapia Gestalt. Esta fue desarrollada básicamente por Fritz Perls, aunque otros
teóricos hicieron algunas contribuciones posteriores. Para el presente tema nos basaremos en el libro El enfoque gestáltico y
testigos de terapia, de Fritz Perls, publicado en 1973 en inglés y en 1976 en español por la editorial Cuatro Vientos de Santiago
de Chile.

Perls escribió este último libro para asegurar que su teoría sobre la neurosis y sobre la terapia Gestalt queden explicadas
de forma clara. Hay otros textos de Perls, pero él consideró necesario este libro ya que no estaba muy contento con la claridad
de sus escritos anteriores. En la primera parte, «El enfoque gestáltico», expone su teoría sobre la neurosis y la práctica de la
terapia Gestalt. En la segunda parte, «Testigos de terapia», se presentan transcripciones de algunas sesiones que ejemplifican
los conceptos y prácticas de la terapia Gestalt.

Perls fue un médico y psicoanalista alemán (1893 – 1970). Trabajando en Berlín y Viena, conoció tanto a los de la escuela
freudiana como a los de la Gestalt. Salido de Europa, vivió en África y luego Estados Unidos. En este país fue donde, en la déca-
da de los años 60, radicó y trabajó en el Instituto Esalen, entre muchos otros lugares, incluido Canadá, al final de sus días. Aquí
fue donde desarrolló más completamente su terapia y formó a otros terapeutas. En esta misma década hubo mucha actividad
intelectual en las ciencias sociales.

De esta época es el surgimiento del enfoque humanista en la psicología, con otros teóricos como Maslow y Rogers. Básica-
mente, el enfoque humanista habla del potencial del ser humano y que este es inherentemente bueno y que puede auto-rea-
lizarse. La terapia Gestalt es humanista en este sentido, pero también es una terapia existencialista. Esto quiere decir que no
solamente es una terapia para resolver problemas o síntomas puntuales, sino que es toda una filosofía y estilo de vida que busca
responder al significado de la existencia humana.

La terapia Gestalt recibe influencia de muchos campos. Por ejemplo, del psicoanálisis de Freud y muchos de sus discípulos
(como Reich). De aquí que perdure el concepto de neurosis. Pero también se nutre de la filosofía existencialista, la fenome-
nología, la psicología de la Gestalt, el psicodrama de Moreno (una terapia integrativa) y de las tradiciones orientales como el
Budismo Zen. Además, se puede notar el carácter integrativo de la terapia Gestalt tras la mano de Fritz Perls.

Otros autores hicieron desarrollos posteriores a la terapia Gestalt, como la esposa de Perls, Laura Posner, y uno de sus
discípulos, Claudio Naranjo, un médico chileno que trabajó también en Esalen. Haciendo un breve paréntesis sobre el Instituto
Esalen de California, este fue un escenario donde muchos teóricos de las ciencias sociales y gurúes de Oriente desarrollaron
y aportaron muchas de sus ideas. Por él pasaron Gregory Bateson, Virginia Satir, Abraham Maslow, Carl Rogers, Fritz Perls,
Claudio Naranjo, entre muchos otros. También era una comunidad donde las personas convivían mientras aprendían sobre
psicología, filosofía, religiones orientales y mucho más. Este lugar fue un buen representante de la década del 60 en los Estados
Unidos.

1 Fundamentos de la terapia Gestalt

Comenzaremos por presentar los fundamentos teóricos de la terapia Gestalt. Aquí expondremos las teorías y fuentes de donde
Perls se nutrió para elaborar y organizar su teoría sobre la psicología humana y la terapia. Cabe señalar que Perls fue psicodi-
námico en sus orígenes, pero luego fue evolucionando su pensamiento y práctica, llegando a ser influenciado por fuentes tan
diversas como la psicología de la Gestalt, el psicoanálisis o el Budismo Zen.

Una primera fuente, de la cual toma el nombre, es la psicología de la Gestalt, y propiamente las ideas de figura y fondo y el
concepto de Gestalt propiamente. La palabra alemana Gestalt no tiene una traducción exacta al español. Podría significar con-
figuración, forma, estampa, figura, estructura o, específicamente, la forma peculiar en que se organizan cada una de las partes
que la conforman. Esta psicología de la percepción fue desarrollada en Alemania por los psicólogos Max Wertheimer, Wolfgang
Köhler, Kurt Koffka y Kurt Lewin.

De la psicología de la Gestalt, Perls toma la premisa de que «es la organización de hechos, percepciones, conducta y fenóme-
nos y no los elementos individuales de los cuales se componen, lo que los define y les da su significado específico y particular»
(Perls, 1976, p. 18). Es decir, que el ser humano experimenta y vivencia lo que le ocurre como una entidad completa, y no cada
elemento aisladamente, sino en interrelación entre ellos y su entorno.

Es este proceso perceptivo el que permite experimentar las vivencias como totalidades significativas. No es que la persona
cuando percibe algo ve elementos sueltos acumulados, sino una totalidad con sentido a partir de varios elementos relacionados
que juntos cobran un sentido mucho mayor que la simple suma de ellos. Además de ellos, de entre todos los elementos que
conforman esa totalidad, algunos serán figuras en algún momento, mientras que otros permanecerán en el fondo, de acuerdo
al interés del observador. Con figura nos referimos a los elementos que se encuentran en el primer plano de la observación del
sujeto, mientras el fondo se conforma por los otros elementos en segundo plano, lejos del interés del observador. No solo eso,
sino que los elementos que son figura pueden pasar al fondo, y aquellos que estaban en el fondo pueden convertirse en figura,
44 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

según el interés del observador los traiga al primer plano.

Por ejemplo, usted está leyendo este texto en este momento y las ideas expresadas a través de las frases, oraciones y párrafos son
figura en este momento, por eso está en el primer plano de su percepción. Mientras que otros elementos del ambiente, como la
luz de la habitación, los sonidos del ambiente, la hora del día, o del interior de su propio cuerpo, como su temperatura corporal,
su postura, los latidos de su corazón, la saliva en su boca, o incluso elementos de su mente como recuerdos, fantasías o imagina-
ción, son elementos que se encontraban en el fondo, mientras leía el texto. Mientras fue leyendo las palabras anteriores, cada
uno de los elementos a los que hacían referencia las palabras pasaron de fondo a ser figura, ya que su mente les prestó atención.
Y en la medida que vuelva a la lectura, todos esos elementos volverán al fondo, y el texto volverá a ser figura.

Queda entonces establecido que la persona experimenta su vida en términos de formas o totalidades conformadas por elemen-
tos que se relacionan, pero que la persona vivencia esta totalidad y no los elementos por separado. Por ejemplo: cuando usted
está en una conversación con alguien en una cafetería no experimenta el sabor del café, el rostro de la persona, la luz del am-
biente, la música de fondo, su postura en el asiento o el tema de conversación por separado, sino que experimenta la totalidad
de la experiencia y eso le da un sentido mayor.

Una segunda premisa de la terapia Gestalt es el concepto de homeostasis. «El proceso homeostático es el proceso mediante el
cual el organismo mantiene su equilibrio y por lo tanto su salud, en medio de condiciones que varían» (Perls, 1976, p. 20). Para
Perls, toda la vida y experiencia humana son gobernadas por la homeostasis, que como vimos puede entenderse por el esfuerzo
que hace un organismo para adatarse a su medio ambiente siempre cambiante. Dicho en otros términos, la homeostasis tiene
que ver con la satisfacción de las necesidades. Así, el organismo experimenta periodos de balance o equilibrio, seguido de perio-
dos de desequilibrio, para volver nuevamente al equilibrio inicial, repitiéndose infinitamente este ciclo.

Para mantener la salud, el organismo necesita mantenerse constante en este ciclo homeostático, debe poder adaptarse al am-
biente, debe poder satisfacer sus necesidades y volver del desequilibrio al equilibrio tantas veces como sea necesario. El organis-
mo está enfermo, precisamente, cuando no es capaz de satisfacer sus necesidades, y se mantiene en un periodo de desequilibrio
por mucho tiempo. Por ejemplo, la diabetes del cuerpo que no es capaz de equilibrar los niveles de azúcar por deficiencia de
insulina.

Esta autorregulación puede verse ejemplificada en la sensación de sed que siente el organismo cuando los niveles de agua des-
cienden demasiado en la sangre. Esta sensación de sed hará que la persona tome agua y vuelvan a un estado de equilibrio los
niveles de agua en el cuerpo. A esto algunos teóricos han venido a llamar equilibrio organísmico, un neologismo para significar
la autorregulación del organismo y el equilibrio consecuente que se alcanza.

Para que este equilibrio organísmico se dé es importante el proceso de darse cuenta o awareness, que significa darse cuenta,
estar alerta, percatarse o tomar conciencia. El organismo, entonces, necesita darse cuenta de la necesidad y del desequilibrio
para poder actuar y satisfacer esa necesidad y volver a conseguir dicho equilibrio, es decir, autorregularse.

En el proceso de autorregulación también interviene el proceso de figura-fondo. Cuando hay varias necesidades apremiando
al mismo tiempo, el individuo debe priorizar qué necesidades satisface primero y cuáles después. Esta priorización va a estar
determinada por los valores que el sujeto atribuya a cada una de estas necesidades. Así, la necesidad dominante o prioritaria será
figura para el sujeto y las demás necesidades se convertirán en fondo. Cuando esta necesidad sea satisfecha, entonces otra de las
necesidades que se encontraban en el fondo pasarán a ser figura en el primer plano. Y así, cada necesidad irá pasando de figura
a fondo en la medida que la jerarquía de valores del sujeto determine la prioridad de cada una.

La tercera premisa en la que descansa la terapia Gestalt en la doctrina holística. Esta teoría va en contra del dualismo mente–
cuerpo; es decir, la noción hasta hace poco dominante en las ciencias de que la mente y el cuerpo son entidades separadas una
de la otra y que se relacionan mutuamente, cada una desde su ámbito. La doctrina holística más bien propone que el hombre
es un organismo unificado e indivisible.

La confusión, cree Perls, radica en que el ser humano es capaz de funcionar en dos niveles diferentes al mismo tiempo, es capaz
de actuar y es capaz de pensar. Son dos niveles diferentes de la misma experiencia. Entonces, no es que mente y cuerpo actúan
por separado y se conectan, sino que el ser humano es una unidad que se conduce en estos dos niveles simultáneamente: en el
actuar y en el pensar.

Es más, para Perls el pensar es hacer simbólicamente lo que se es capaz de hacer físicamente. Por ejemplo, a través de una fanta-
sía o una imaginación, el individuo puede actuar, rememorar o ensayar alguna conducta o experiencia. En todo caso, la relación
es muy estrecha entre los que se hace y lo que se piensa. Para Perls la actividad fantasiosa es la actividad por la cual el ser humano
representa o reproduce la realidad en una escala menor, a través de símbolos como el lenguaje.

Esta fantasía o actividad mental suele ser muy común debido a que requiere de mucha menos energía, tiempo y trabajo para
producirse que si se actuara lo mismo. Energéticamente, la actividad mental es menor que la actividad física, requiere de menos
gasto energético que las actividades físicas. Esto es posible gracias a la capacidad de abstracción de la persona. Debido a esta
capacidad de abstraerse, el ser humano puede inventar símbolos, crear, producir, fantasear, etc.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 45
MANUAL AUTOFORMATIVO

Esta capacidad de ahorro de energía gracias a la abstracción y a la actividad mental puede usarse en provecho de la persona,
para desarrollar su potencial y para el beneficio de la terapia. Ya que el pensar y el actuar son producto de un mismo y único
organismo, el ser humano, entonces en terapia podemos utilizar no solo lo que el paciente dice, sino también lo que hace. Lo
que hace puede dar claves de lo que dice y viceversa. Entre el pensar y el actuar hay un nivel intermedio que tiene que ver con
el jugar. El paciente juega a muchas cosas en la terapia. Es tarea del terapeuta prestar atención y ayudar a que el mismo paciente
preste atención a lo que juega, al rol que está representando. Así, prestando atención a su juego podrá entender el significado
de su juego, de su hacer y su pensar.

En este punto, es el paciente quien se provee sus propios significados e interpretaciones. El terapeuta se abstiene de interpretar
o explicar tal o cual cosa. El terapeuta ayuda al paciente a prestar atención y a darse cuenta. En la media que el paciente preste
atención, se dará cuenta y asignará un significado a su conducta. Aquí hay una diferencia de la terapia Gestalt con otras tera-
pias. Mientras que otras terapias se enfocan en el pasado, tiene un enfoque arqueológico, la terapia Gestalt es una terapia del
presente, del vivir en el aquí y ahora. Más adelante se desarrolla con más detenimiento esta idea.

La cuarta premisa tiene que ver con el límite de contacto. El campo ambiental es una Gestalt conformada por el individuo
y su medioambiente. Ni el individuo puede existir aparte de su ambiente, ni el ambiente puede ser sin el individuo. Ambos
conforman esta Gestalt o campo. Ambos se influyen mutuamente y el tipo de relación que mantengan entre ellos determinará
la normalidad o anormalidad del sujeto. Si la relación del individuo con su ambiente es insatisfactoria o conflictiva, entonces
el comportamiento del sujeto será anormal. Pero si la relación es positiva, entonces el individuo se comportará normalmente.

Es de interés para nuestro estudio el límite de contacto entre el individuo y su ambiente. En este límite de contacto ocurren
los eventos psicológicos. Los pensamientos, emociones y actitudes son los modos en que el sujeto vivencia este contacto con su
ambiente. Es a través de los sistemas sensorial y motor que el sujeto se relaciona con su ambiente. A través del sistema sensorial,
el individuo se orienta en el ambiente, y a través del sistema motor este manipula su ambiente en provecho propio. Ambas expe-
riencias ocurren simultáneamente. El sujeto necesita del ambiente para sobrevivir, ya que en el ambiente es donde encontrará
los suplementos para sus necesidades.

La neurosis surge cuando el sujeto no es capaz de percibir su necesidad, o de satisfacerla adecuadamente. Cuando el sujeto no
puede manipular el ambiente de la forma que satisfaga su necesidad, o en la medida que no pueda priorizar sus necesidades e
identificar aquella dominante, entonces estamos frente a un conflicto neurótico. Es decir, la incapacidad de satisfacción puede
presentarse por no darse cuenta, por no poder hacer algo o por no poder priorizar y atender varias necesidades.

La persona desarrolla actitudes hacia las cosas en el ambiente que contribuyen u obstaculizan la satisfacción de sus necesidades.
Cuando la persona considera deseable algún objeto porque le ayuda a satisfacer sus necesidades y conseguir el equilibrio busca-
do, entonces hablamos de catexis positiva. Cuando la persona vivencia un objeto como indeseable porque obstruye o amenaza
al individuo y perturba su equilibrio, entonces hablamos de catexis negativa. La catexis positiva tiene como base la impaciencia,
ya que el individuo anhela y busca la satisfacción de sus necesidades con la ayuda de estos objetos. La catexis negativa tiene como
base el miedo, ya que el individuo teme aquello que le amenaza.

El sujeto se contacta con aquellos objetos con catexis positiva, mientras que se retrae de aquellos con catexis negativa. Este
retraimiento puede darse a través de la aniquilación mágica, es decir, a través del retirarse parcial o totalmente del ambiente.
La persona busca destruir o debilitar el objeto con catexis negativa. Este contactar y retraerse pueden ser sanos o enfermos
dependiendo de las características del contacto. Puede ser sano contactar y retraerse según corresponda. El neurótico es aquel
que no puede establecer ni un buen contacto ni organizar un buen retiro.

Se considera que una Gestalt está cerrada cuando el objeto catexial ha sido apropiado o aniquilado, dependiendo de si la ca-
texis es positiva o negativa, y de esta manera el individuo y su necesidad quedan satisfechos. Esto se logra con la capacidad de
discriminar de con qué contactarse y de qué retirarse. A través de estos dos procesos, acercarse y retirarse, es que el ser humano
se contacta con su medio para lograr homeóstasis.

Hasta aquí hemos visto las premisas teóricas en las que descansa la terapia Gestalt. A continuación, veremos la teoría de Perls
sobre la neurosis. Finalmente, examinaremos los conceptos de la práctica de la terapia Gestalt, allí veremos otros conceptos
fundamentales del enfoque gestáltico que no han sido considerados hasta aquí.

2 Neurosis y mecanismos neuróticos

Como ya se vio en el punto anterior, la terapia Gestalt considera que el individuo y su ambiente forma un campo y que las rela-
ciones dentro de este campo son un reflejo de la conducta del sujeto. Es decir, el individuo busca relacionarse con su ambiente
y, en la medida que logre ser flexible, podrá adaptarse mejor. El ambiente está en constante cambio y el individuo debe poder
adaptarse a ese ambiente siempre cambiante. Cuando no consigue tal adaptación es cuando se le considera neurótico.

Ya que tanto individuo como ambiente son parte de un todo, ambos son responsables por las interacciones neuróticas que
resulten. El objetivo de la terapia es conseguir que el hombre mantenga su integración con el ambiente neurótico, sin sobre-
involucrarse y sin asilarse del todo, sino mantener cierto equilibrio entre autoabastecerse y mantener un contacto significativo.
46 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

En este sentido, el ideal de una comunidad saludable sería aquella donde el límite entre sujeto y grupo esté bien delimitado.
Es decir, una comunidad donde sea posible la homeostasis, la autorregulación. En otras palabras, el sujeto bien integrado sería
aquel que es capaz de mantener el equilibrio entre sus necesidades personales y las exigencias del ambiente. En los extremos
opuestos tendríamos, por un lado, al criminal que transgrede los límites y viola las fronteras de su ambiente; y, por otro lado, el
neurótico que se aleja y aísla de su grupo.

Ya se mencionó antes que el sujeto suele experimentar varias necesidades a la vez, o también que las necesidades del sujeto y las
de su grupo sean incompatibles. En estos casos, el desequilibrio surge cuando el individuo no es capaz de establecer las priorida-
des y satisfacer las necesidades siguiendo esas prioridades. Esta lucha surge porque la necesidad de contacto con el grupo suele
ser una muy apremiante y básica, casi de sobrevivencia, casi vital. Al individuo le resulta, entonces, difícil decidir si satisfacer
su necesidad personal a costa de retirarse del grupo, o mantenerse en el grupo, pero postergar la satisfacción de su necesidad.

La idea detrás de la neurosis es que para el neurótico la sociedad es una carga demasiado pesada e intimidante. El neurótico
vivencia las demandas de la sociedad como aterradoras o chocantes. Al sentirse amenazado es que despliega una serie de meca-
nismo de defensa. Perls identificó cuatro mecanismos de defensa; a saber, introyección, proyección, confluencia y retroflexión.

Convengamos, primeramente, que todos los datos y patrones conductuales, morales, culturales, sociales y políticos vienen del
mundo exterior. Pero para ser incorporados y asimilados como propios, deben ser digeridos y dominados. El problema de la
introyección surge cuando estos datos del exterior se incorporan sin un procesamiento adecuado, haciendo que se instalen en
la psicología del individuo como un objeto extraño. A estos objetos extraños se les llama introyectos, y se refiere a las actitudes
y modos de actuar y sentir sin digerir.

Se hace necesario que lo que se recibe del exterior sea analizado, deconstruido, desarmado y vuelto a armar. De no ser así, enton-
ces se convierten en introyectos. Estos introyectos no contribuyen al desarrollo del ser humano, se convierten en cargas pesadas.
Lo peligroso de los introyectos es que, al no estar asimilados, se convierten es obstáculos para el desarrollo del individuo. Este
deja su lugar a un conjunto de objetos desestructurados y sin relación. Por otro lado, dos introyectos incompatibles sumirán al
sujeto en la lucha por decidir cuál prevalece.

En palabras de Perls, «la introyección es entonces el mecanismo neurótico mediante el cual incorporamos dentro de nosotros
mismos, patrones, actitudes, modos de actuar y pensar que no son verdaderamente nuestros. En la introyección hemos corrido
el límite entre nosotros y el resto del mundo tan demasiado dentro de nosotros mismos que casi no queda nada de nosotros»
(Perls, 1976, p. 45).

Por el contrario, en la proyección lo que ocurre es que el individuo tiende a hacer responsable al ambiente por aquellas actitudes
y patrones propios, que se originan en el sí mismo, en el self. Las proyecciones tienen su origen en la fantasía y suposiciones de
las personas. El problema es que estas personas no reconocen el origen de dichas suposiciones, en sí mismas, sino que atribuyen
a otros el origen de sus fantasías.

Las proyecciones no solo se hacen sobre las demás personas, sino también sobre las circunstancias y el ambiente en general.
Además, las proyecciones también se hacen sobre el mismo sujeto, sobre partes de sí mismo. Por ejemplo, en un dolor de cabeza,
el sujeto atribuirá dicho dolor a circunstancias externas y se referirá al mismo en términos de no inclusión, como si esa parte de
su cuerpo no fuera suya o fuera independiente de él mismo. Esta proyección hacia adentro también puede ser sobre actitudes,
emociones, pensamientos o patrones conductuales que el sujeto no reconoce como propios, y evade la responsabilidad.

Así, aquellos aspectos de la personalidad que resultan desagradables, amenazantes, peligrosos o indeseables son proyectados al
ambiente y así el sujeto puede librarse de ellos. El límite entre el individuo y el ambiente se corre hacia el individuo, y aquellos
aspectos internos terminan en el ámbito exterior. Es curioso que suelen ser los introyectos, no asimilados, los que producen una
sensación de no aceptación o autoalienación, sensación que produce a su vez las proyecciones.

Un tercer mecanismo de defensa del que se ocupó Perls es la confluencia. Esta ocurre «cuando el individuo no siente ningún
límite entre él mismo y el ambiente que lo rodea, cuando siente que es uno con él… las partes y el todo se hacen indistinguible
entre sí» (Perls, 1976, p. 48). Un ejemplo de confluencia positiva ocurre en los momentos de éxtasis o concentración extrema,
donde se difumina el límite entre sujeto y ambiente. Un ejemplo negativo de confluencia ocurre en las sociedades xenofóbicas
donde se exige homogeneidad y se rechaza la tolerancia de las diferencias.

Lo que ocurre en la confluencia es que se persigue lo que no se acepta. Es decir, las diferencias que no se aceptan se persiguen.
Por lo tanto, se borran los límites entre el individuo y su entorno. El sujeto atribuye patrones propios y ajenos a un mismo origen.
Por ejemplo, padres que consideran a sus hijos como extensiones de sí mismos y se relacionan sin los límites requeridos.

Finalmente, el cuarto mecanismo de defensa que describe Perls es la retroflexión. Retroflexión significa, literalmente, «volverse
atrás intensamente en contra». El retroflector se hace a sí mismo lo que le gustaría hacer a otros. Cuando alguien se retroflecta,
se hace a sí mismo lo que le gustaría tratar a otros. Se hace a sí mismo o deja que le hagan aquello que quisiera hacer a otros.
Dicho de otra forma, se constituye en dos personas diferentes, y una es enemiga de la otra. Se convierte en enemigo de sí mismo.

Esto constituye una desintegración de la personalidad. Hay una falta de coordinación entre el actuar y el pensar, hay una confu-
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 47
MANUAL AUTOFORMATIVO

sión de la identidad. Se podría decir que hay una «mala» identificación, que la terapia busca rectificar. Estas «malas» identifica-
ciones resultan en conducta autodestructivas para el sujeto o en acciones violentas hacia el ambiente. La terapia busca ayudar
al neurótico a identificar y discriminar qué es él mismo y qué no lo es. La terapia es la asistencia de buscar los límites adecuados
entre el individuo y el ambiente, busca lograr un balance.

Para la terapia Gestalt, el neurótico vive una crisis existencial; es decir, que no es capaz de satisfacer sus necesidades psicológicas.
Su modo actual de vida no logra cubrir esas necesidades. Es, entonces, tarea de la terapia lograr una recuperación de dicho
modo de vida, que resulte suficiente para su adaptación. Por eso se dice que la terapia Gestalt es una terapia existencial y huma-
nista, apunta al desarrollo del potencial humano.

Llega, entonces, el neurótico a terapia esperando que esta y el terapeuta le ayuden a satisfacer aquellas necesidades que por
cuenta propia no puede resolver. Pero no es tarea del terapeuta, desde la perspectiva gestáltica, dictar cuáles son las normas o
estándares por los cuales debe regirse la vida del paciente. No es tarea del terapeuta determinar qué necesidades debe el pacien-
te satisfacer. La tarea del terapeuta es facilitar al paciente el desarrollo necesario que le posibilite encontrar metas significativas
para él y trabajar para alcanzarlas de un modo maduro.

A pesar de este reconocimiento de «no poder» y de su búsqueda de asistencia terapéutica, el neurótico desplegará una serie de
maniobras de manipulación. Esto porque el neurótico utiliza esta manipulación como modos de movilizar al ambiente y que
este haga el trabajo por él en la satisfacción de sus necesidades. El neurótico utiliza la manipulación, en lugar del autoapoyo,
como estrategia de supervivencia. Así, los intentos del neurótico van dirigidos a la minimización de las consecuencias de su
neurosis, y no a la subsanación de la neurosis misma.
Ya que el neurótico utiliza la manipulación como mecanismo de supervivencia, resulta incapaz de enfrentar su crisis existencial.
Sus formas de manipulación pueden ser muy variadas y diversas. Puede sabotear, declararse en huelga, prometer, ser sumiso,
olvidar, no entender o escuchar, mentir, etc. Todas estas son herramientas para no enfrentar el problema.

Por otro lado, el fenómeno de la resistencia tiene que ver, más que con una huida de la terapia, con una asistencia del paciente;
es decir, con una intención de ayudar, al menos así lo vivencia el paciente. Es lo que algunos teóricos como Otto Rank llamaron
la voluntad negativa, como los movimientos de resistencia en la Segunda Guerra Mundial. Lo que teme el paciente, y por lo que
despliega la resistencia es el rechazo y la desaprobación del terapeuta y la eventual alta.

Para Perls, el motivo por el que el paciente rehúye al conflicto es porque se encuentra en un estado de confusión. Confusión
entre su sí mismo y su concepto de sí mismo. Esto resulta muy desagradable para la persona, y movilizará toda su manipulación
y resistencia para evitar la confrontación con el problema. El asunto es que la persona no reconoce tal confusión, y dirigirá su
catexia negativa hacia el terapeuta.

Cuál debe ser, entonces, la actitud del terapeuta ante el paciente. Por un lado, el paciente busca ayuda porque reconoce que
solo no puede; pero, por otro lado, sabotea los intentos del terapeuta de confrontarlo con su problema. Evita el darse cuenta,
incluso de su confusión, menos reconocerá lo deficiente que es en su búsqueda de satisfacer sus necesidades en el ambiente y
su falta de autoapoyo.

Para la terapia Gestalt, el terapeuta debe combinar una actitud de atención exclusiva y de frustración. Por un lado, se frustra al
paciente movilizándolo hacia el darse cuenta de sus maniobras y su «no hacerse cargo»; pero, por otro lado, se brinda al indivi-
duo la atención exclusiva necesaria al no culparlo por su resistencia y que tanto demanda del terapeuta.

A diferencia de la terapia psicodinámica, cuya teoría dice que recordando y reinterpretando hechos del pasado la persona pue-
de localizar los efectos de dicho pasado en su vida y de esta forma lograr resolver sus problemas o aprender a vivir con ellos, la
terapia Gestalt desarrolla en la persona la capacidad de autoapoyarse en el presente y así asumir la responsabilidad personal y
librarse de fuerzas ajenas que le controlan.

Una forma de lograr esto es a través del acting-out. Es decir, a través del actuar disminuido de la realidad, a través de la fantasía.
Este fantasear de un modo terapéutico conectará al paciente con su vivencia, su experiencia y le permitirá darse cuenta de sus
maniobras, sus mecanismos de defensa. Al darse cuenta, a través del actuar disminuido y terapéutico, podrá apoyarse a sí mismo.
La terapia hace énfasis, y comienza en las áreas que el paciente ya se da cuenta. Poco a poco, el paciente va progresivamente
dándose cuenta de muchas cosas a muchos niveles.

Con respecto a la transferencia, la terapia Gestalt sostiene que esta no es contacto con el terapeuta, sino falta de contacto. En la
transferencia el paciente se conecta no con el terapeuta, sino con una parte de sí mismo, con algún introyecto. La transferencia
es una muestra de «falta de ser», la terapia busca que esta Gestalt inconclusa se transforme en funciones de apoyo del ser. Es
decir que, a través del darse cuenta de estos introyectos, estos puedan ser digeridos e incorporados como parte del sí mismo.

Otra cosa que caracteriza a la terapia Gestalt es que se concentra en el cómo y no en el por qué. A diferencia de la terapia
psicodinámica, cuya tarea es buscar los porqués en el pasado, la terapia Gestalt busca hacer notar al cliente el cómo, es decir,
el proceso a través del cual desarrolló y mantuvo sus mecanismos de defensa. A través del acting-out en los niveles de fantasía
y realidad, el terapeuta guía al paciente a darse cuenta del proceso, del cómo los introyectos fueron tragados y cómo están
aniquilando su sí mismo.
48 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

Dándose cuenta de su disgusto y librándose de él, el paciente podrá tomar sus propias decisiones, asumir sus propios roles y
desarrollar sus potencialidades. Cuando el paciente aprende qué cosas introyecta y cómo las introyecta, podrá librarse de este
proceso y asumir responsabilidad personal. La labor del terapeuta es evitar apoyar las necesidades transferenciales del paciente y
más bien facilitarle la asimilación del introyecto, la identificación de este y la diferenciación de este con el objeto, así se facilitará
el desarrollo del paciente.

Un último asunto aquí. Con relación al trabajo de los sueños, estos se consideran intentos de resolver una aparente paradoja.
Cuando la persona se enfrenta a una situación que experimenta como ambivalente, el sueño suele convertirse en el espacio
donde se le da solución a esta situación a través de la fantasía. Recuérdese que la fantasía se considera un nivel inferior de la
realidad, ya que requiere menos insumo energético, pero que son iguales en contenido. Así, se anima al paciente a que viva el
sueño, a través de la fantasía o el anting-out, para que pueda descubrir la paradoja y resolverla.

3 La terapia gestáltica en acción, el aquí y ahora

El problema de la neurosis es uno que se vive en el presente. Las dificultades del paciente ocurren en el presente, en la forma
de comportarse del paciente hoy. Entonces el objetivo de la terapia es ayudar al individuo a resolver sus problemas actuales y
los que puedan surgir en el futuro. Esta ayuda consiste en el auto-apoyo; es decir, que el paciente asuma la responsabilidad de
satisfacer por sí mismo sus necesidades. Para esto debe lograr enfrentarse consigo mismo y con sus problemas. Este darse cuenta
plenamente es la clave de la terapia Gestalt.

Entonces, dos ideas claves en la terapia es el darse cuenta (awareness) y hacer en el aquí y ahora, en el presente. Darse cuenta
en el aquí y ahora de todas sus vivencias le permitirá ir aumentando su autoapoyo, que es la meta de la terapia: que el paciente
sea consciente de sus recursos personales ya suma la responsabilidad por su desempeño.

En la terapia gestáltica se le pide al paciente que dirija su atención al momento presente y a lo que está haciendo (incluidas ac-
titudes, pensamientos, emociones, patrones conductuales, etc.). En la terapia se vivencia y se revive los problemas y traumas en
la seguridad de la situación terapéutica. En la terapia se le pide al paciente que se dé cuenta de sus gestos, postura, respiración,
expresiones, emociones, voz, frases, etc. Mientras más se dé cuenta de sí mismo, antes aprenderá de sí mismo, de quién es él. No
solo vivenciará su sí mismo, sino también cómo lo interrumpe, y a medida que progresé se interrumpirá menos y se vivenciará
más a sí mismo en el presente.

El terapeuta, al tener la capacidad de darse cuenta más ampliamente, observa al paciente, la superficie, lo obvio de su conducta.
El paciente puede ampliar su capacidad de darse cuenta a partir de la propia capacidad del terapeuta de darse cuenta y en el
medioambiente que crea en la terapia. La frase «ahora me doy cuenta» expresa la idea de que la única vivencia posible es aque-
lla del presente. Ni pasado ni futuro existen, solo el presente. El pasado se recuerda en el presente, y el futuro se imagina en el
presente. Solo hay un momento posible de la experiencia y es el presente, todo ocurre en él.

El presente es siempre cambiante, y demanda flexibilidad. El paciente debe desarrollar la capacidad de darse cuenta y asumir la
responsabilidad de sus propios sentimientos, síntomas y pensamientos. El darse cuenta da al paciente la capacidad de apropiarse
de sus recursos, habilidades y le vuelve competente. Al vivir en el presente, dándose cuenta de toda su experiencia sensorial e
intelectual, la persona se vuelve responsable por sus acciones.

Además de guiar al paciente a darse cuenta, el terapeuta anima al paciente a psicodramatizar situaciones. En la terapia no se
«habla acerca de», eso sería mantener el patrón de interrupciones del aquí y ahora. El psicodramatizar permite conectar con las
emociones, pensamientos y actitudes. Permite vivenciarse a uno mismo en diferentes situaciones. Con el psicodrama se integra
la experiencia al campo del individuo.

Perls ya advertía de la dificultad que puede encontrar el paciente con la técnica del aquí y ahora. Puede resistirse con dificultades
para responder las preguntas o seguir las instrucciones de repetir o actuar o fantasear algún recuerdo, sueño, expresión o gesto.
El paciente interrumpirá los intentos del terapeuta, dando explicaciones, criticando o preguntando. El terapeuta debe trabajar,
una a una, estas interrupciones, y ayudar al paciente a que vuelva a conectarse con su vivencia.

En la medida que se vaya entrenando en concentrarse en el aquí y ahora, irá aprendiendo a dirigir sus energías a vivenciar cada
momento y cada necesidad y alcanzar la flexibilidad de pasar de un asunto a otro, siempre en el presente cambiante, con res-
ponsabilidad y competencia. Al ser consciente de sus vivencias en un área puede darse cuenta de cómo so se conecta con otra
área de su vida.

El proceso terapéutico tiene que ver con la integración de las diferentes partes del sí mismo en la personalidad, que se encuen-
tran disociadas. Este proceso se lleva a cabo ayudando al paciente a evitar las interrupciones del darse cuenta en el aquí y ahora.
El paciente debe llegar a poder quedarse con su dolor o su conflicto y permitirse vivenciarlo. De esa forma logrará integrarlo a sí
mismo. El paciente debe poder desarrollar esta función de contacto con su presente, incluso aunque sea doloroso o amenazante.

Al paciente le ayuda el concentrarse en sus interrupciones (explicaciones, comentarios, preguntas, descalificaciones al terapeuta
o la técnica, resistencia y manipulación, al fin y al cabo) y en el proceso, en el cómo se interrumpe. Cuando va dándose cuenta
de cómo se interrumpe, va siendo capaz de abandonar las interrupciones y permitirse experimentar su psicología en el presente
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 49
MANUAL AUTOFORMATIVO

e ir cerrando experiencias inconclusas.

Es necesario que el paciente entienda cómo se interrumpe, sólo así podrá integrar las partes en el todo. Podrán verse a sí mismo
como parte integrante del campo total (individuo-ambiente), y así relacionarse de forma madura con su medio, acercándose y
alejándose de manera flexible y adaptativa. En la medida que deje de interrumpirse e integre esas interrupciones, podrá viven-
ciarse a sí mismo, ser él mismo.

El «ahora me doy cuenta» al principio es sobre cosas externas, como impresiones del ambiente, pero posteriormente estas im-
presiones también serán internas (pensamientos, emociones, actitudes, etc.). En la medida que vaya ampliando estas impresio-
nes, su capacidad de operación también crecerá. Las tres preguntas que puede usar el terapeuta para operacionalizar el «ahora
me doy cuenta» son: ¿Qué estás haciendo? ¿Qué es lo que sientes? ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué estás evitando? ¿Qué es lo que
esperas? Estas preguntas estimulan el autoapoyo.

El paciente puede no darse cuenta de muchas cosas, tal vez solo de sus expresiones verbales, pero no de su significado. El tera-
peuta puede hacer las veces de un espejo amplificador, donde el paciente pueda ver con mayor claridad a través de las pregun-
tas del terapeuta. Preguntas dirigidas a llevar al paciente a darse cuenta de sus conductas y sus significados. En la superficie es
donde el terapeuta encontrará las expresiones del sí mismo del paciente, y le animará a darse cuenta también.

El terapeuta debe abstenerse de opiniones, interpretaciones o consejos. Estos no ayudan al paciente en lo más mínimo. Al con-
trario, refuerzan la neurosis de no hacerse cargo. El terapeuta traduce sus observaciones de la superficie del paciente a través de
las preguntas antes mencionadas. El objetivo de las preguntas es traer al campo del darse cuenta del paciente aquellos aspectos
alienados, que al ser incorporados en la experiencia permiten cerrar la Gestalt inconclusa.

El terapeuta y sus preguntas tienen la misión de frustrar los intentos del paciente por interrumpir su darse cuenta. Por un lado
brinda apoyo, pero también frustra al paciente. Por ejemplo, ante las preguntas del paciente, el terapeuta frustra la pregunta no
respondiéndola, y animándolo a que convierta dicha pregunta en una afirmación o proposición. Esto facilita la autoexpresión
e incrementa el darse cuenta de sí mismo.

Con los mecanismos de defensa, el paciente busca eludir la responsabilidad de su comportamiento. Evita la angustia existencial.
La responsabilidad tiene que ver con la habilidad de responder al medioambiente y de elegir las reacciones correctas para cada
momento, en el presente cambiante.

La responsabilidad del terapeuta es por la situación terapéutica y por su comportamiento frente al paciente, no por la neurosis
o sufrimiento del paciente. La responsabilidad del terapeuta es desafiar cualquier conducta del paciente que no sea repre-
sentativa de su sí mismo y que le evite la responsabilidad de su actuar. El terapeuta debe desafiar cada uno de los mecanismos
neuróticos del paciente y ayudarse a que las expresiones sean integradas. En este punto el paciente se dará cuenta de su com-
portamiento, deseos y de sí mismo.

Otra técnica de la que se puede servir el terapeuta es la de «ir y venir». Se aprovecha la relación entre realidad y fantasía. Se le
pide al paciente que dirija su atención alternadamente entre dos focos. Puede ser entre un recuerdo y el aquí y ahora, o entre
una sensación y una visualización, o entre un movimiento involuntario y una emoción. Este «ir y venir» ayuda a destruir la
confluencia que, como ya se dijo, es el mecanismo de defensa neurótico que borra el límite entre el individuo y su ambiente.

Esta técnica del ir y venir agudiza el darse cuenta y le da un sentido más claro de las cosas. Facilita su autoexpresión y su au-
toapoyo. Esta técnica puede complementarse con el psicodrama, de Moreno. Aquí el paciente representa varios roles (el perro
de arriba y el perro de abajo) y va integrando diferentes aspectos de sí mismo. La idea es utilizar la posibilidad de la fantasía y
del acting-out (la actuación) de sus tendencias neuróticas. Se le pide al paciente que visualice situaciones, que simule hablarle
a alguien representado en el terapeuta, en sí mismo o en una silla vacía. Otra técnica es la de repetir. Se le pide al paciente que
repita alguna conducta o expresión. El objetivo es que se dé cuenta de dicha acción y de su significado. Tiene mucho que ver
con el darse cuenta, el aquí y ahora, la fantasía y psicodrama y el ir y venir.

Cada vez que el paciente se bloquea en este acting-out, dirigimos su darse cuenta a esos bloqueos y sus significados. También
se le pide que repita acciones, palabras, gestos y que dirija su atención sobre su significado y los pensamientos o sentimientos
asociados, y que vaya y venga entre uno y otro. En la medida que al paciente le resulte más fácil expresarse en el psicodrama, irá
aprendiendo a encarar su sufrimiento y abandonará conductas disruptivas en su vida cotidiana, porque ya no tendrá necesidad
de volver a ellas.

En este punto el paciente puede desarrollar mucha confusión. Se le debe ayudar a conectarse con dicha confusión y con el
dolor que produce. El paciente aprende a tolerar y a quedarse con la confusión. Estos momentos en blanco, a pesar de lo desa-
gradables que puedan ser, llegan a vivenciarse como algo positivo, ya que no se interrumpen y generarán una acción apropiada.
La confusión surge por tratar de contactarse en un área donde es imposible contactarse. El quedarse en la confusión permite
evitar las interrupciones del tipo explicaciones, interpretaciones o racionalizaciones.

El retraerse al vacío fértil tiene que ver con vivenciar su confusión sin interrumpirla. El objetivo es deshacer la confusión, a
través de una experiencia de darse cuenta. El paciente alcanza claridad y aumenta su autoapoyo. El vacío fértil le muestra a la
50 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

persona que tiene más recursos de los que cree disponer. El vacío fértil es darse cuenta sin especular.

Con respecto a la actitud del terapeuta, el enfoque gestáltico más que empatía busca la simpatía como actitud de relación tera-
péutica, combinada con frustración de los mecanismos neuróticos del paciente. Mientras que la empatía tiene que ver con el
entendimiento del terapeuta de la experiencia del cliente desde una posición de observador distante, la simpatía tiene que ver
con un compromiso con el campo total del paciente, darse cuenta de sí mismo como terapeuta y del paciente.

Desde esa posición, el terapeuta debe buscar pasar de un apoyo externo a un autoapoyo del cliente. Para ello debe frustrar los
intentos del paciente por buscar apoyo externo y orientarlo con las preguntas del darse cuenta hacia una responsabilidad perso-
nal. El terapeuta utiliza su intuición y sensibilidad para estar en simpatía con el paciente y poder observar su superficie y darse
cuenta, y ayudar al paciente a darse cuenta. Pero al mismo tiempo deberá frustrar las interrupciones del paciente y ayudarlo a
darse cuenta de los cómo de sus mecanismos neuróticos.

«Podríamos resumir el enfoque terapéutico presentado aquí y la utilización por parte del terapeuta de las herramientas de la
frustración y la satisfacción diciendo que el terapeuta debe frustrar aquellas expresiones del paciente que reflejen su auto-con-
cepto, sus técnicas manipulatorias y sus configuraciones neuróticas. Y debe satisfacer aquellas expresiones del paciente que son
verdaderamente expresiones de sí mismo del paciente. Si ha de ayudar al paciente en cualquier forma de autorrealización, debe-
rá por definición, disuadir cualquier satisfacción de las configuraciones que impiden la autorrealización (la neurosis) y estimular
exhibiciones del sí mismo esencial que el paciente está tratando de encontrar» (Perls, 1976, p. 113).

A ojos de un lego en terapia Gestalt, sus técnicas y la actitud del terapeuta podrían parecer incomprensibles. También debe no-
tarse lo particular de su teoría, donde se reconoce claramente la mano de su autor y las influencias recibidas. Es una terapia que
se ciñe a su teoría y a su modo de ver las cosas. Es una terapia que le plantea al paciente cuál es la meta deseada desde su teoría
psicológica de la neurosis y del desarrollo existencial.

Debe decirse que es muy difícil para un terapeuta integrar todas las técnicas, pero sobre todo la filosofía de la terapia Gestalt.
Esta no es una colección de técnicas que se aplican indiscriminadamente y sin consideración previa, todas obedecen a un punto
concreto de la teoría de Perls sobre el malestar y el bienestar. Como se dijo en un principio, no solo es una terapia, sino un en-
foque que incluye una filosofía y un estilo de vida. Son muy populares los grupos de encuentro donde se busca instrumentalizar
este estilo de vida en sus participantes.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 51
MANUAL AUTOFORMATIVO

LECTURA SELECCIONADA Nº 2
Perls, F. (1976). El enfoque Gestalt y testigos de terapia. Santiago, Chile: Cuatro Vientos, pp. 67-72. Disponible en https://drive.
google.com/open?id=0B_BC1X0nqAHWdzF0T09OZUdHRVU
52 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

GLOSARIO DE LA UNIDAD II
Catexia
Carga o concentración de la energía mental o afectiva en una idea u objeto.

Gestalt
Configuración personal global. Palabra alemana que en español equivale a figura, conjunto, estructura, configuración.

Holismo
Concepción del hombre como un todo funcional.

Homeostasis
Tendencia hacia la estabilidad o equilibrio en el funcionamiento corporal y psicológico del organismo.

Introyección
Operación mental por la cual un sujeto se apropia de experiencias o características y las hace parte de sí mismo y vuelca
contra sí la hostilidad que siente hacia otros.

Neurosis
Trastorno emocional causado por conflictos no resueltos, en los cuales la ansiedad es la característica principal.

Proyección
Atribución de propias cualidades a otros. Atribución a otros de procesos psíquicos reprimidos, positivos o negativos, que no
se reconocen como de origen personal, sino como característica o atributo ajeno.

Psicodrama
Un método de psicoterapia que consiste en la representación por el paciente en un escenario, de varios papeles, en presen-
cia de personas que representan papeles de apoyo.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 53
MANUAL AUTOFORMATIVO

BIBLIOGRAFIA DE LA UNIDAD II
Morris, C. & Maisto, A. (2011). Psicología. México: Pearson.

Olórtegui, F. (2008). Diccionario de psicología. Lima, Perú: San Marcos.

Papalia, D. & Wendkos, S. (2009). Psicología. México: McGraw-Hill.

Perls, F. (1976). El enfoque Gestalt y testigos de terapia. Santiago, Chile: Cuatro Vientos.

Rogers, C. (1969). Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires, Argentina: Paidós.


54 UNIDAD II PSICOTERAPIA HUMANISTA

AUTOEVALUACIÓN N°2
1) La hipótesis fundamental del enfoque rogeriano se basa en:
a. El potencial del ser humano
b. El inconsciente colectivo
c. La estructura de la personalidad
d. T.A.
e. N.A.

2) La forma como el terapeuta instrumentaliza la hipótesis básica de trabajo es:


a. Siguiendo el protocolo de técnicas y metodologías
b. Una actitud de aceptación, respeto y seguridad
c. Haciendo regresiones a vidas pasadas
d. T.A.
e. N.A.

3) La relación terapéutica se caracteriza por:


a. Aceptación y empatía por parte del terapeuta
b. Congruencia entre la experiencia del cliente y la del terapeuta
c. La posibilidad del cliente de explorarse en un ambiente seguro
d. T.A.
e. N.A.

4) Para el cliente, lo más valioso en la terapia es:


a. La relación terapéutica
b. Sentirse entendido y comprendido
c. Sentirse aceptado y seguro emocionalmente
d. T.A.
e. N.A.

5) En el movimiento de la terapia, algunos de los cambios que se consiguen son:


a. Una personalidad más madura y congruente
b. Una actualización del concepto de sí mismo
c. Una autopercepción más diferenciada y mejor simbolizada
d. T.A.
e. N.A.

6) La psicología de la Gestalt propone:


a. La ley de la figura-fondo
b. El concepto de Gestalt como totalidad o campo
c. El todo es más que la suma de las partes
d. T.A.
e. N.A.

7) La homeostasis es:
a. El equilibrio del organismo
b. La adaptación al medioambiente
c. La satisfacción de las necesidades
d. T.A.
e. N.A.

8) La doctrina holística afirma:


a. El ser humano es un todo integrado
b. La experiencia humana se divide en mente y cuerpo, separadamente
c. Lo mental es más importante que lo físico
d. T.A.
e. N.A.

9) Retroflexión significa:
a. Volverse atrás intensamente en contra
b. Pensar muchas veces las cosas
c. Tragarse los introyectos sin digerirlos
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD II: PSICOTERAPIA HUMANISTA 55
MANUAL AUTOFORMATIVO

d. T
.A.
e. N .A.

10) El darse cuenta o awareness tiene que ver con:


a. Dirigir la atención y concentración hacia el presente
b. Vivir en el aquí y ahora
c. Ser consciente de los propios mecanismos neuróticos
d. T.A.
e. N.A.
56 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I

DIAGRAMA DE PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD III

CONTENIDOS EJEMPLOS ACTIVIDADES

AUTOEVALUACIÓN BIBLIOGRAFÍA

ORGANIZACIÓN DE LOS APRENDIZAJES

CONOCIMIENTOS PROCEDIMIENTOS ACTITUDES


Tema N° 1: Fundamentos de la psicoterapia sistémica 1.Identifica el aporte de Milton Erickson a la psi- Asume una actitud crítica y analítica al com-
1.El legado de Milton Erickson coterapia sistémica y su legado a través de sus prender y discriminar los diferentes métodos
2.Claves del trabajo terapéutico de Milton Erickson desarrollos posteriores. terapéuticos.

Tema N° 2: Las diferentes escuelas sistémicas 2.Identifica los planteamientos básicos de las es-
1.El MRI de Palo Alto cuelas sistémicas.
2.El enfoque centrado en las soluciones
3.El modelo narrativo Actividad 3
Define los principales conceptos del aporte de
Lectura seleccionada N.° 1 Milton Erickson a la psicoterapia sistémica en un
glosario de términos y publica en el aula virtual.
Tema N° 3: La terapia centrada en soluciones
1.La Escuela de Milwaukee 1.Explica los supuestos de la TCS, el trabajo con
2.Supuestos de la TCS excepciones y la pregunta milagro.

Tema N° 4: El trabajo con excepciones Control de lectura 2


1. Fases del trabajo con excepciones Prueba objetiva de los temas 1, 2, 3 y 4, y de los
2. La pregunta milagro y la proyección a futuro contenidos de las lecturas seleccionadas.

Lectura Seleccionada N.° 2

autoevaluación N.°3
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 57
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 1: Fundamentos de la psicoterapia sistémica


Normalmente, cuando se piensa en terapia sistémica, se piensa en terapia familiar, en la teoría de sistemas o en cibernética.
Y es que en sus comienzos la terapia sistémica se caracterizó por estos temas. La terapia estructural de Salvador Minuchin con
sus conceptos de fronteras y alianzas, o la terapia familiar sistémica del grupo de Milán con su trabajo sobre la anorexia, son
ejemplos de este periodo de la terapia sistémica.

Como su nombre lo indica, la terapia familiar se nutrió de la teoría general de sistemas y de la cibernética y sus ideas sobre
la retroalimentación, de ahí el nombre de terapia sistémica. Pero pronto la terapia sistémica evolucionó y se diversificó en mu-
chos enfoques y escuelas. Ahora, lo que tienen en común estas nuevas escuelas sistémicas es la influencia del trabajo de Milton
Erickson y otros teóricos de las ciencias sociales de su época.

Actualmente la terapia sistémica no solamente responde a las necesidades de terapia familiar, sino también a la terapia de
parejas y a la terapia individual, y todos los motivos de consulta que puedan existir. Desde problemas de ansiedad, pasando por
fobias y problemas del estado de ánimo, hasta terapia de pareja y trauma psicológico. Lo cierto es que la así llamada terapia
sistémica ha evolucionado mucho y ha devenido en muchos desarrollos posteriores que se han nutrido de la vanguardia en
ciencias sociales.

Lo que tienen en común todas estas escuelas sistémicas es la idea del ser humano como ser relacional y que la psicología
humana debe pensarse en circularidad. Es decir, el ser humano no es un ente aislado como para poder ser explicado sin su
contexto y sus relaciones, tampoco resulta útil el concepto lineal de causa – efecto. Adicionalmente, las ideas posmodernas del
constructivismo y el construccionismo social han calado hondo en las actuales escuelas sistémicas.

Así se mantienen ideas como la circularidad en la explicación causal, las retroalimentaciones positiva y negativa y lo rela-
cional. Pero se sale de la metáfora estructuralista de la psicología y se pasa a una metáfora narrativa y posmoderna de la psicolo-
gía. Estos y otros conceptos, que se irán viendo en esta unidad y la siguiente, conforman lo que conocemos como psicoterapia
sistémica.

Lo que se presentará acá son las escuelas actuales y evolucionadas de la terapia sistémica, específicamente la terapia breve
estratégica, la terapia centrada en soluciones y la terapia narrativa. Que no se eche de menos, entonces, nuestra omisión de
las teorías más tradicionales de la terapia sistémica y de sus escuelas más antiguas. Nos centraremos en los últimos avances en
terapia sistémica. No tiene sentido seguir usando MS-DOS cuando podemos usar Windows 10. Tal vez, de todos los enfoques
terapéuticos, el sistémico sea el que más haya cambio. Resultará fecundo al terapeuta la exploración de estos avances.

1 El legado de Milton Erickson

Como ya se mencionó, las primeras escuelas sistémicas de psicoterapia fueron la estructural de Minuchin y la del grupo de
Milán con Selvini-Palazzoli, Boscolo y Cecchin. Principalmente, se basaban en la teoría general de sistemas, cibernética, retroa-
limentación, la metáfora de la estructura familiar con sus límites y alianzas, y el estudio de los trastornos alimentarios y psicóticos
en las familias.

Pero acá queremos detenernos en la escuela de Palo Alto en California y su trabajo inspirado en terapeutas como Milton Erick-
son, Virginia Satir y otros teóricos sociales como Gregory Bateson y Margaret Mead. En Palo Alto, muchos terapeutas familiares
se nutrieron de nuevas ideas y dieron un impulso al desarrollo de nuevas propuestas en terapia sistémica.

Más adelante nos detendremos a hablar un poco sobre esta escuela, bástenos acá mencionar el aporte de Milton Erickson a
la terapia. Muchas de las ideas que inspiraban el trabajo de Erickson fueron usadas como insumo para la terapia familiar en
particular. No solo las escuelas sistémicas que abordaremos en estas últimas unidades, sino también propuestas como la Progra-
mación Neurolingüística o la hipnoterapia tienen su inspiración en el trabajo terapéutico de Milton Erickson.

Milton Erickson fue un psiquiatra y psicoterapeuta estadounidense, nacido en 1901. Fue miembro de una familia numerosa y
rural de los Estados Unidos. De adolescente sufrió poliomielitis y quedó inválido. No solo perdió la movilidad, sino también
el habla, y tuvo que aprender a hablar y moverse desde cero, como un bebé recién nacido. Estas circunstancias le ayudaron a
desarrollar una pericia en el manejo y observación del lenguaje no verbal.

Como psiquiatra trabajó en varios hospitales. Fue profesor universitario y terapeuta en su propia casa de Phoenix, Arizona. Fue
tal su fama como terapeuta que le visitaba gente de todo el país, y muchos terapeutas iban a aprender con él sobre hipnosis y
psicoterapia. Aunque no escribió mucho, discípulos como Jay Haley o Jeffrey Zeig popularizaron el trabajo de Erickson con una
gran cantidad de publicaciones.

Son conocidas sus sesiones de hipnoterapia, sus «curaciones milagrosas», el uso de metáforas e historias con los pacientes, las
prescripciones de síntomas, la utilización de los recursos del paciente y su uso del lenguaje verbal y no verbal de forma indirecta
para influir en las personas. Pero particularmente, Erickson es conocido por el uso del trance hipnótico como un estilo comuni-
58 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

cacional. Es decir, que más allá del trance formal en hipnosis, Erickson usaba un estilo de comunicación que podría considerarse
hipnótico y que facilitaba la comunicación terapéutica.

Como hipnoterapeuta, Erickson prestaba especial atención al comportamiento del paciente, a sus gestos, sus expresiones, etc.
Además, utilizaba con propósito sus expresiones, entonación de la voz, expresiones gestuales, postura corporal, etc. Con hipnosis
también es posible modificar la percepción del tiempo y facilitar la colaboración del paciente. Todo esto con el propósito de
facilitar la autonomía del paciente a través de dirigirlo. La teoría dice que, a partir de modificar los pensamientos y sentimientos
de la persona, entonces también cambiará su conducta, sus relaciones y sus estrategias de adaptación.

Para Erickson, la hipnosis más que un estado de la conciencia del paciente es un estilo de comunicación entre terapeuta y pacien-
te. Erickson utilizaba la hipnosis con el objeto de conseguir modificaciones en la conducta conflictuada del paciente, buscaba
modificar la respuesta sensorial del paciente en cuanto a la vivencia del tiempo y el espacio, también buscaba afectar la conciencia
de la persona estrechando la concentración en un estímulo a la vez. Además, Erickson buscaba expandir la experiencia de la
persona para facilitar nuevas formas de pensar, sentir y experimentar la vida (Haley, 1980).

Queda claro, a estas alturas, que el estilo ericksoniano de terapia es altamente directivo. Pero el objetivo es volver más autónomo
al paciente. Erickson dirigía la conducta de sus pacientes, pero con la intención de volverlos independientes, y lo hacía a través
de la paradoja del «sé espontaneo». De por sí, en la situación terapéutica, terapeuta y cliente se encuentran de manera volunta-
ria. Pero el cliente resistirá algunas indicaciones del terapeuta, Erickson utilizaba esta resistencia para lograr colaboración. Por
ejemplo, en una sesión de hipnosis podía pedirle al paciente que haga algo voluntariamente, como sentarse en determinada
posición o mirar a un punto fijo. Luego podía pedirle que haga algo involuntario, como la relajación muscular o experimentar
una sensación de pesadez. Buscaba que el cliente siguiera instrucciones, pero también que participe de manera autónoma.

Concluyamos acá con que Erickson se caracterizó por el uso de la hipnosis en terapia, la utilización de un estilo comunicacional
orientado a la colaboración, una perspectiva positiva del cliente, la utilización de cualquier cosa que tuviera a mano y facilite
la terapia, una terapia breve y echa a la medida de cada paciente, entre otras cosas. No desarrolló una teoría psicológica que
intentara explicar la personalidad, o la normalidad – anormalidad, sino que su práctica terapéutica inspiró a muchos terapeutas
e influyó en la forma en que se hace terapia hoy. Algunas de sus influencias pueden verse en la hipnoterapia, la Programación
Neurolingüística (PNL), la terapia estratégica, la terapia familiar, la terapia breve, la terapia centrada en soluciones, el coaching,
el uso de metáforas e historias en terapia, etc.

2 Claves del trabajo terapéutico de Milton Erickson

Pasemos ahora a ver, con un poco más de detalle, algunas ideas que inspiraban el trabajo terapéutico de Erickson. Muchas de
estas ideas las encontraremos en el desarrollo posterior que hagamos de la terapia estratégica y la terapia centrada en soluciones.
Muchas de estas ideas eran instrumentalizadas en la hipnoterapia, pero es posible aplicarlas en la terapia breve sin la necesidad
de hacerlo bajo trance hipnótico.

Erickson alentaba la resistencia en sus clientes. Si él daba una indicación, y el paciente procedía en otra, entonces le pedía que
continuara haciendo aquello que el paciente estaba haciendo, y cuando podía cambiaba de dirección. Por ejemplo, si en el
trance hipnótico Erickson le pedía al cliente que elevara su mano, pero este respondía que su mano estaba muy pesada para
levantarla, entonces Erickson le pedía que pusiera la mano más pesada todavía. Al alentar la resistencia, buscaba convertir en
colaboración aquello que era una conducta contraria a la instrucción del terapeuta.

Si a pesar de los consejos e indicaciones los clientes se mantenían en las discusiones de pareja o continuaban explotando de ira o
huyendo de temor, Erickson les pedía que sigan peleando o explotando o huyendo, pero podía pedirles que cambien el lugar de
la discusión o el momento de la explosión o la huida. Lo que el paciente hacía como acto de resistencia a los intentos de ayuda
y cambio, Erickson lo convertía en colaboración al solicitarles que sigan haciendo lo mismo, aunque con pequeños cambios. Al
alentar la resistencia esta terminaba extinguiéndose, y con ella el síntoma.

Otra estrategia de Erickson era ofrecer alternativas, una peor que la otra, y de esta forma dirigir a la persona a tomar una elec-
ción. De esta manera creaba la ilusión de que la persona tomaba una decisión autónomamente, pero él la dirigía al plantearle
un escenario peor y conducirlo hacia la dirección opuesta. Así, el paciente seguía su directiva, pero sentía empoderamiento al
tomar la decisión. Por ejemplo, podía sugerirles entrar en trance ahora o más tarde. Cualquiera sea la respuesta del sujeto, igual
entraba en trance. O si le pedía que olvidara algo, amnesia hipnótica, le sugería olvidar algo agradable o aquello que se esperaba
que olvide. La persona, por evitar olvidar eso agradable, terminaba escogiendo olvidar aquello que Erickson esperaba que olvide,
para el logro del objetivo terapéutico.

También era común que Erickson prescribiera ordalías o castigos, y acciones desagradables para la persona, que debían ser ejecu-
tados cuando la persona actuara el problema. La intención es que, por evitar el castigo, la persona prescinda de la actuación del
síntoma. Estas ordalías o castigos solían ser acciones penosas como limpiar o hacer ejercicio en la madrugada, cualquier acción
que resultara gravosa a la persona. Una vez más, la intención era conducir a la persona en una dirección, la extinción del síntoma,
pero creando la ilusión de una elección libre. Así, no solo se lograba la eliminación del problema, sino también la promoción de
la autonomía personal.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 59
MANUAL AUTOFORMATIVO

Erickson era un maestro de la metáfora. Utilizaba las analogías para comunicar ideas que de otra forma serían resistidas por
la persona. Si la persona se resistía a alguna idea o sugerencia, entonces Erickson contaba una historia que se conectaba con
la idea o sugerencia, pero a nivel metafórico. De esta forma, al no ser consciente de la conexión, la persona aceptaba la idea
contenida en la metáfora. Esta comunicación metafórica podía ser verbal o no verbal. La clave estaba en que la persona no era
consciente de que estaba recibiendo una sugestión, por lo tanto no podía resistirse a ella.

Por ejemplo, si un matrimonio expresa problemas sexuales pero se siente reticente a explorar abiertamente el tema, Erickson
comenzaría a hablar de la comida y cómo cada uno de ellos tiene diferentes preferencias y estilos al momento de disfrutar una
comida. De esta forma irá estableciendo la meta de que puedan disfrutar de una comida compartiendo los estilos y preferencias
mutuamente. Así, el matrimonio podrá pasar de la comida al sexo, sin haberse percatado de la conexión metafórica.

Pero no solamente utilizaba las metáforas para comunicar sugestiones, sino que las empleaba para responder a los pacientes
cuando estos también las usaban. En lugar de interpretar los significados de las expresiones de las personas o explicarlas,
respondía con metáforas, en los mismos términos. También actuaba así ante los movimientos corporales. En lugar de inter-
pretarlos, Erickson recogía la información producto de su observación y podía calcar el movimiento o la postura, o reservar la
información para devolverla después como una metáfora, dependiendo del caso.

Una estrategia muy usada por Erickson, y que genera desconcierto a quien no está al tanto del trabajo hipnótico, era el aliento
de la recaída. Al alentar la recaída lo que se busca es impedirla. Cuando un paciente mejoraba muy rápidamente, Erickson le
prescribía una recaída. Solía decir: «Quiero que vuelva atrás y se sienta tan mal como la primera vez que vino con su problema,
porque quiero que vea si hay algo de esa época que usted quisiera recuperar o rescatar» (Haley, 1980, p. 22). La intención era
que el paciente se resista a la indicación, y al hacerlo, mejora aún más. De esta forma se lograba el objetivo terapéutico.

Cuando la respuesta del paciente era parcial, Erickson frustraba la respuesta cortándola y pasando a otra cosa. Luego volvía a la
conducta anterior y esta, al haber sido frustrada anteriormente, se expresaba más plenamente. Esta era una forma de lograr la
cooperación de la persona y de conseguir contribuciones «espontáneas» de las familias o parejas.

Por ejemplo, cuando entrevistaba a una familia y uno de sus miembros se mostraba poco colaborador, Erickson frustraba sus
pocas respuestas, interrumpiéndolo o dándole la palabra a alguien más. De esta forma, al ser frustrada, la persona poco colabo-
radora se esforzaba por dar cada vez más respuestas, y de esta forma se lograba una mayor participación.

Otro aspecto que Erickson extrapolaba de la hipnosis a la terapia era la manipulación del espacio. En hipnosis es posible alte-
rar la percepción del espacio, la posición y el tiempo. Es posible manipular las claves que dan las pistas a la mente para ubicar
temporal y espacialmente con sugestiones.

En la terapia familiar, Erickson pedía a las personas que cambien de lugar en las sillas, o hacia salir y entrar a los miembros de
la familia con fines específicos. De esta forma modificaba la conducta de las personas, ya que esta no era la misma en presencia
o ausencia de la pareja o de los padres. Al cambiar la posición espacial, cambiaba también la disposición psicológica para el
cambio.

Un aporte importantísimo de Erickson fue su concepción de un inconsciente positivo, depositario de los recursos y fortalezas
de las personas. A diferencia de la teoría psicodinámica clásica, que considera al inconsciente como el baúl de lo traumático, lo
reprimido, lo negativo, lo problemático, Erickson consideraba que la persona tenía recursos, fortalezas, capacidades y habilida-
des que los volvían competentes. Hacía énfasis en lo positivo de las personas.

Para Erickson, el inconsciente era una fuerza positiva, y que agenciaba a la persona para que esta pudiera disponerse al cambio
y a la mejoría. Así, él destacaba lo positivo en la conducta de las personas, las buenas intenciones y motivaciones, las actitudes de
ayuda y bienestar, las conductas, pensamientos y sentimientos positivos y recursivos, los momentos de capacidad y competencia
personal, entre otros. Consideraba que el ser humano tiene un deseo natural de crecer y superarse, y al destacar lo positivo,
la persona se dispone para cooperar con el cambio. En ese sentido, Erickson redefinía las conductas problemáticas de las per-
sonas en términos positivos. Por ejemplo, una persona tímida podía tener una gran capacidad de introspección, una persona
deprimida podía tener una gran sensibilidad ante las cosas, una persona ansiosa podía tener la capacidad de darse cuenta de
las cosas que están mal, y así por el estilo.

Erickson también «sembraba ideas». Durante la sesión podía contar una historia, una anécdota de un paciente anterior o de
algún familiar, incluso una experiencia propia del mismo Erickson. También podía introducir o remarcar ciertas ideas durante
el periodo inicial de recolección de información, para luego volver a ella en el momento en que daba la retroalimentación
al cliente. La cuestión era que disparaba todas estas ideas y sugestiones de manera indirecta con la intención de volver a ella
más adelante o confiando en que el inconsciente del paciente haría el trabajo de conectar esa idea o historia con su situación
problemática.

Otra forma de trabajo de Erickson era buscar cambios pequeños y luego ampliarlos. Por ejemplo, en una familia podía inducir
una crisis o introducir una pequeña modificación en las relaciones familiares, para luego construir una nueva estructura sobre
ese pequeño cambio.
De esa forma, podía lograr cambios en sistemas familiares que llevaban mucho tiempo perpetuándose en conductas proble-
60 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

máticas. Un pequeño cambio era posible, y de ahí se iba ampliando hasta conseguir romper el círculo vicioso que mantenía el
problema. Es una forma de cambiar pautas repetitivas que se vuelven estables en el tiempo, y que resultan difíciles de modificar
de un momento a otro.

A diferencia de otras aproximaciones terapéuticas, que buscan el insight y alientan la expresión del cliente de sus emociones y
pensamientos con el objetivo de comprender, Erickson controlaba estratégicamente lo que los clientes comunicaban y compar-
tían en la terapia.

Por ejemplo, en una terapia de pareja se entrevistaba primero con una de las personas y luego con la otra, por separado. Luego
podía reunirse con ambos, pero siempre controlando la información que recibía de ambos. Los clientes no disponían de toda la
información, solo Erickson, y la utilizaba para planificar sus estrategias con vista a alcanzar los objetivos terapéuticos que se había
planteado.

Se puede apreciar hasta acá que el estilo terapéutico de Erickson era muy directivo. Él establecía los objetivos y los medios para
lograrlo. Era directivo al establecer las tareas y las sugestiones para sus clientes. A pesar de ello, sus intenciones eran conseguir la
autonomía y responsabilidad en sus clientes. Esta forma de trabajo puede entenderse por sus antecedentes en hipnosis. En esta
práctica, el hipnólogo debe ser directivo para inducir el trance y dar las sugestiones necesarias para lograr el estado hipnótico.

Erickson extrapoló mucha de la práctica hipnótica a la terapia, pero sin la necesidad de inducir necesariamente a la persona en
un trance formal. El uso de metáforas, la comunicación indirecta y no verbal, el control sobre la información, el aliento de re-
caídas para frustrarlas y la frustración de conductas para alentarlas, eran la marca estratégica y paradójica del trabajo terapéutico
de Erickson.

Un par de temas más: cuando Erickson detectaba díadas familiares intensamente implicadas solía buscar una mayor autonomía
de los miembros implicados y una mayor separación de ambos. Por ejemplo, en el caso de padres implicados con sus hijos, don-
de los intentos de ayuda resultaban en la perpetuación del problema del hijo, Erickson buscaba desplazar a las personas de ese
involucramiento intenso a una relación más casual, donde ambos tengan más espacio para interactuar independientemente.

Finalmente, debemos mencionar la renuencia de Erickson a trabajar por el insight. Como se sabe, las escuelas psicodinámicas
tradicionales buscan los porqués de los problemas. La teoría dice que llegando a un entendimiento de la conducta problemática
esta se atenuará o eliminará.

Para tal fin, los terapeutas se embarcan en la tarea de explorar el pasado, y sobre todo el pasado traumático, con la esperanza de
encontrar aquella experiencia reprimida que sería la madre del problema, el origen. Por el contrario, otras aproximaciones psi-
cológicas, que se basaron más en la conducta observable y los reforzadores ambientales que la mantenían o extinguían, dejaron
de preguntarse por el porqué, y pasaron por alto la explicaciones e interpretaciones.

Erickson fue un psiquiatra que se entrenó en hipnosis. Por ese entonces estaba mal visto que un terapeuta se dedique a eso, por
la objeción de la escuela freudiana. Y aquellos que se dedicaban a la hipnosis lo hacían desde una postura psicodinámica, hacían
hipnoanálisis. A través de la hipnosis exploraban el pasado traumático con la intención de lograr entendimientos de lo reprimi-
do. Erickson fue en un sentido contrario.

Erickson busco, a través de la hipnosis, cómo promover el cambio terapéutico. Su interés fue muy original. Dejó de preocupar-
se por el origen e historia del problema y se orientó a las soluciones, y a las mejores estrategias que acercaran a las personas a
dichas soluciones. Para ello evitaba hacer interpretaciones o hacer explicaciones de por qué el paciente hacía lo que hacía. Más
bien, se abocó a utilizar la información que recogía del cliente para elaborar estrategias hechas a la medida de cada cliente, de
cada situación particular. Por eso muchos de sus discípulos decían que era más fácil decir qué era lo que Erickson no hacía, que
aquello que hacía.

Su trabajo terapéutico era ecléctico, inspirado en el trabajo hipnótico, pero que se amoldaba a cada cliente y a cada problema.
Podríamos decir que el énfasis del trabajo de Erickson estaba en la relación interpersonal del terapeuta con el cliente, en la for-
mulación de directivas ad hoc para originar cambios en la conducta del cliente, y la utilización de la comunicación metafórica.
Estas ideas las vamos a ver desarrolladas y aplicadas en las propuestas de las escuelas sistémicas que estudiaremos.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 61
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 2: Las diferentes escuelas sistémicas


Como se mencionó en la introducción de la presente unidad, la terapia sistémica ha atravesado cambios y evoluciones en sus
diferentes enfoques o escuelas terapéuticas. La teoría general de sistemas, la cibernética de primer y segundo orden, las estruc-
turas familiares, las fronteras y alianzas familiares y las teorías sobre el doble vínculo y el trabajo con familias de pacientes con
trastornos psicóticos o de la conducta alimentaria caracterizaron a la escuela estructural de Minuchin o a la escuela de Milán,
por ejemplo.

Entre los años 50 y 70 hubo un gran desarrollo de las ciencias sociales. Por ejemplo, los antropólogos Gregory Bateson y Mar-
garet Mead estudiaron los patrones relacionales y comunicacionales de las familias de psicóticos o de las tribus polinésicas,
respectivamente, auspiciados por la fundación Rockefeller. Bateson también estudió, junto con Weakland, Whitaker, Haley y
otros, los patrones comunicacionales de Milton Erickson, especialmente en sus trabajos de hipnosis.

Estos trabajos de investigación coincidieron con otros desarrollos teóricos como la teoría de la comunicación humana de Paul
Watzlawick, el desarrollo teórico de epistemologías posmodernas como el constructivismo y el construccionismo social, la ci-
bernética de segundo orden, el movimiento del potencial humano en el Instituto Esalen y la difusión del trabajo de algunos
terapeutas como Virginia Satir, Carl Rogers, Fritz Perls, Milton Erickson, entre otros.

Muchos fueron los que estudiaron y se formaron con Erickson, además de nutrirse de los trabajos de Bateson y otros teóricos
sociales. Posteriormente, muchos de estos discípulos desarrollaron sus propias ideas y sus propias escuelas terapéuticas. Y actual-
mente siguen surgiendo otras escuelas o enfoques terapéuticos como el equipo reflexivo de Tom Andersen, la terapia narrativa
o la terapia colaborativa.

A pesar de distanciarse de los orígenes de la terapia sistémica se sigue considerando a estos enfoques como sistémicos, ya que se
desarrollaron dentro de la tradición de la terapia familiar. Aunque puede haber una gran distancia epistemológica entre la tera-
pia estructural de Minuchin (nótese el nombre, haciendo referencia a la metáfora estructuralista) y la terapia narrativa (que es
posmoderna, construccionista y enmarcada en la metáfora narrativa) se les sigue considerando sistémicas, aunque los narrativos
resentirían esta categorización, porque se encuentran dentro de la tradición del trabajo con familias y grupos.

Para este tema consideraremos tres de estos enfoques sistémicos: la terapia breve estratégica del MRI de Palo Alto, la terapia
centrada en las soluciones de De Shazer y la terapia narrativa de White y Epston. Las dos primeras tienen un parentesco más
cercano con el trabajo de Erickson y de los teóricos y terapeutas posteriores. La terapia narrativa, aunque coincide teóricamente
en muchos de los planteamientos de las otras escuelas, tuvo un origen y desarrollo más particular.

También debe mencionarse que del trabajo de Erickson surgieron otros enfoques terapéuticos que no se suelen asociar con la
terapia sistémica, y que más bien se les considera aparte, como la hipnosis ericksoniana o la programación neurolingüística, en
la tradición de la terapia breve. Debe decirse que el trabajo de Erickson influyó y nutrió el desarrollo de la terapia sistémica en
su propio curso, y que esta ha seguido desarrollándose posteriormente a través de otras influencias. Por su parte, el legado de
Erickson ha tenido su propio curso y desarrollo dentro de un enfoque más humanista y ecléctico.

1 El MRI de Palo Alto

El Mental Research Institute (MRI), ubicado en Palo Alto, California, es un lugar donde se congregaron varios teóricos sociales
y terapeutas de parejas y familias muy connotados. Jackson, Weakland, Fish, Segal y Watzlawick, entre otros, fueron los terapeu-
tas que desarrollaron lo que vino a conocerse como la terapia breve estratégica.

Muchos de sus planteamientos se inspiraban en el trabajo terapéutico de Milton Erickson y en otras propuestas teóricas como
la teoría de la comunicación humana de Paul Watzlawick. Estos terapeutas habían estudiado con Milton Erickson o habían
participado de investigaciones donde se filmaban y analizaban las sesiones de hipnoterapia de Erickson, por ejemplo, en las
investigaciones de Gregory Bateson.

Tal vez el más influyente de este grupo fue Paul Watzlawick, un teórico y psicólogo austríaco. Watzlawick es conocido por su
contribución a la teoría de la comunicación humana y sus cinco axiomas, además de su aporte al constructivismo radical. Su
pragmática de la comunicación humana postulaba básicamente que es imposible no comunicar, que toda comunicación tiene
un nivel de contenido y otro de relación, que son los involucrados en la comunicación quienes conceden significado a las se-
cuencias de comunicación, que la comunicación humana es analógica y digital (no verbal y verbal respectivamente) y que las
interacciones comunicativas pueden ser simétricas o complementarias.

Aunque más adelante, en la próxima unidad, estudiaremos con más detalle los planteamientos teóricos de esta escuela sisté-
mica. Baste decir acá que su aproximación a la terapia se le considera centrada en el problema. Esto quiere decir que se inte-
resaron mucho por el estudio de los problemas de las personas en terapia. Estudiaron cómo es que los problemas terminan
instalándose en las vidas de las familias. Estudiaban los intentos de solución fallidos de las familias y cómo estos intentos eran
los que terminaban agravando e instalando el problema.
62 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

Sus intervenciones podrían considerarse paradójicas, de ahí el nombre de terapia estratégica. Una vez conocido el sistema por el
cual las personas mantenían sus problemas, sin darse cuenta de ello, buscaban intervenir con estrategias hechas a la medida del
caso en cuestión. Estas estrategias solían seguir la lógica ericksoniana de prescribir un síntoma, pero alterando algún aspecto de
la secuencia problema, o del mecanismo por el cual el problema se nutría y perpetuaba.

No solo eran estratégicos, sino que también breves. Siguiendo la orientación ericksoniana, no buscaban escarbar en el pasado del
cliente o lograr algún insight. Más bien se concentraban en la extinción del problema a través de las estrategias ya mencionadas.
Esto hacía que, cuando las personas mejoraban, ya no era necesario extender la terapia buscando entendimientos profundos o
cosas por el estilo.

Posteriormente, la terapia breve estratégica fue evolucionando con los aportes del psicólogo italiano Giorgo Nardone, discípulo
de Watzlawick. Nardone y Watzlawick comenzaron a colaborar estrechamente y a refinar las intervenciones estratégicas origi-
nales del grupo de terapeutas de Palo Alto. Nardone, en su clínica de Arezzo, Italia, comenzó a protocolizar las intervenciones
estratégicas de acuerdo a lo que iban recogiendo en sus investigaciones clínicas sobre lo que funcionaba en cada caso particular.

Nardone desarrolló, entonces, junto a su equipo, protocolos estratégicos para los trastornos alimenticios, los trastornos fóbicos,
trastornos ansiógenos en general, depresión y otros motivos de consulta. Estos protocolos incluyen paso a paso cómo puede in-
tervenirse, sesión por sesión. Además de ello, el equipo de Arezzo ha desarrollado aplicaciones del enfoque estratégicos en otros
ámbitos ajenos a la terapia como el campo educativo u organizacional. Por ejemplo, el problem solving estratégico, orientado a
hacer intervenciones con una orientación estratégica en las organizaciones.

Debemos mencionar que, adicionalmente al trabajo del MRI, otros terapeutas también tuvieron propuestas estratégicas para la
terapia sistémica. Jay Haley y Cloe Madanes fueron dos terapeutas familiares que desarrollaron la terapia familiar estratégica en la
ciudad de Washington DC. Su inspiración también es ericksoniana y, como su nombre lo indica, se concentran en intervenciones
estratégicas como la prescripción del síntoma o la prescripción de ordalías para bloquear los intentos fallidos de solución. La dife-
rencia es que tienen un desarrollo teórico de la familia conocido como el ciclo vital familiar. Esta teoría explica los momentos vi-
tales por los que atraviesa una familia, los problemas que enfrenta en cada estadio y las propuestas estratégicas para cada estadio.

El enfoque estratégico en psicoterapia ha pasado a la cultura popular a través de generalidades como «psicología negativa», don-
de se busca un resultado diferente al solicitado y que se expresa en chistes y anécdotas. Obviamente, no existe algo así llamado
«psicología negativa», sino que fue el nombre que popularmente se le dio a estas intervenciones estratégicas que superaron el
ámbito del consultorio y llegaron al ideario popular. Lo que se quiere mencionar acá es el fuerte impacto y popularidad que tuvo
este enfoque, sobre todo en la terapia breve.

2 El enfoque centrado en las soluciones

La terapia centrada en soluciones tuvo su origen y desarrollo en el Centro de Terapia Familiar Breve, en Milwaukee, Estados Uni-
dos. Sus fundadores fueron los esposos Steve De Shazer e Insoo Kim Berg. Estos terapeutas también se inspiraron en el trabajo de
Erickson y en lo que se venía gestando en el MRI. Otros terapeutas centrados en las soluciones, conocidos por sus escritos sobre
el tema, son Michele Wiener-Davis, Bill O’Hanlon, Mathew Selekman, Eve Lipchik, entre otros.

Lo diferente y novedoso de este enfoque es que, como su nombre lo indica, es una terapia que se enfoca en las soluciones de los
problemas, más que en los problemas en sí. Más adelante se verá con detalle los postulados teóricos de este enfoque, pero baste
decir acá que el terapeuta centrado en las soluciones se enfoca en las soluciones que el cliente ya está ejecutando antes de acudir
a la terapia, y que tienen relativo éxito.

Esto cambia por completo el abordaje terapéutico. La exploración del problema es relegada a un plano menos importante y se
enfoca en conocer los esfuerzos del cliente por solucionar su problema y que le están dando resultados prometedores. Además,
la terapia centrada en las soluciones (TCS), cree en las capacidades de las personas y en que estas tienen los recursos necesarios
para hacer frente a los problemas y a la vida en general.

Busca despatologizar el lenguaje psicológico y se enmarca dentro de una epistemología constructivista, construccionista y pos-
moderna. El terapeuta asume una postura descentrada y el cliente es el protagonista de la relación terapéutica. Erickson usaba
este enfoque cuando consideraba, por ejemplo, que el inconsciente no era el depósito de los traumas y «cosas reprimidas» de
la persona. Por el contrario, Erickson consideraba al inconsciente como el depósito de los recursos, capacidades, habilidades,
recuerdos y experiencias positivas del cliente. Siguiendo esa idea, Erickson confiaba en que el cliente tenía las respuestas de sus
preguntas y que era el mejor indicado para promover su propio cambio.

Aunque esta idea del inconsciente como un depósito de los recursos del cliente todavía está dentro de una metáfora estructura-
lista, mecanicista y topológica de la psicología, coincide con la TCS en la concepción del cliente como una persona con recursos
y capacidades. Por el contrario, la TCS se ubica más dentro de una epistemología posmoderna, que abandona la metáfora estruc-
turalista de la psicología humana y adopta una postura construccionista, donde son el lenguaje y las relaciones los protagonistas
de la psicología personal.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 63
MANUAL AUTOFORMATIVO

A muchos psicólogos y terapeutas, formados en una psicología de la patología y del déficit, puede resultarles difícil de asimilar
las ideas y prácticas de la TCS. Por lo general, al psicólogo se le prepara para evaluar el trastorno, el déficit, el problema. Las
intervenciones terapéuticas suelen partir de una teoría sobre el problema y una teoría de cómo este debe solucionarse. Además
de ello, como ya se mencionó, una visión estructuralista, mecánica y topológica de la psicología siguen siendo formas habituales
de pensar la psicología humana.

La filosofía de la TCS rompe con esta tradición. En TCS no indagamos por los problemas, no evaluamos, no diagnosticamos, no
explicamos ni interpretamos los problemas del cliente. La práctica se orienta a la búsqueda y ampliación de los aspectos posi-
tivos de las personas. Además, nuestra práctica no se hace desde la metáfora estructural, sino desde el construccionismo social.
No solo no solemos diagnosticar o utilizar test psicológicos, sino que consideramos que estas prácticas son contraproducentes
para la persona. Las etiquetas coartan a las personas, son como camisas de fuerza que limitan sus posibilidades.

Desde luego hay matices y variantes que mucho tienen que ver con el estilo personal del terapeuta. Por ejemplo, De Shazer,
por lo menos en un momento, era radical en el enfoque centrado en las soluciones. Omitía por completo la exploración del
problema, y se enfocaba en la búsqueda de excepciones. Más adelante explicaremos en qué consiste el trabajo con excepciones.
Otros terapeutas, como Eve Lipchik, le dan más importancia a la exploración emocional y a la relación terapéutica.

Lipchik, por ejemplo, no duda en renunciar al enfoque centrado en soluciones por un momento para dedicar un momento
a la exploración del estado emocional del cliente y a la construcción de la relación terapéutica a través de la creación de un
ambiente emocional seguro. Lipchik matizaba el enfoque en las soluciones con una postura más humanista de aceptación in-
condicional y fortalecimiento del vínculo terapéutico. Esto no significa que la TCS no preste atención a estos aspectos, sino que
obedece a cuestiones de mayor o menor énfasis dependiendo del terapeuta.

Otros terapeutas han desarrollado enfoques particulares centrados en las soluciones para diferentes casos, como parejas, pro-
blemas de alcohol, divorcio, entre otros. La TCS suele complementarse con otros enfoques como la terapia breve estratégica, la
terapia narrativa, enfoques ericksonianos o aproximaciones constructivistas.

3 El modelo narrativo

El enfoque narrativo en la terapia es un punto y aparte. Los principales exponentes de este enfoque son Michael White y David
Epston. El primero fue un trabajador social australiano que trabajó con niños, familias y grupos sociales vulnerables. El segundo
es un antropólogo canadiense, radicado en Nueva Zelanda, cuyo trabajo encontró algunas similitudes con White.

Al conocerse en un congreso de terapia familiar, ambos coincidieron en muchas de sus ideas y prácticas en la terapia. Su trabajo
se caracteriza por el trabajo con niños, el uso de documentos terapéuticos, el uso de la externalización en la exploración del
problema y una perspectiva posmoderna y construccionista de la terapia.

Es importante conocer la historia de cómo se originó la terapia narrativa, ya que este interés por la historia, y por el contexto
sociopolítico donde se desarrolló, es propio de esta terapia. Lo que queremos decir es que la terapia narrativa presta mucha
atención a los contextos sociales, culturales y políticos donde se desarrollan las historias personales, ya que estos contextos dan
sentido a las cosas. En esa línea, el contexto en el que se desarrolló esta terapia nos dará luces sobre la filosofía y prácticas de
la misma.

Como ya se mencionó, Michael White trabajó con niños diagnosticados con encopresis en un hospital en Adelaida, Australia.
Su interés siempre giró en torno a ideas y prácticas por fuera de la terapia convencional. Investigó, para tal fin, a teóricos como
Gregory Bateson, Jacques Derrida y Michel Foucault. Su trabajo consistió en cómo traducir estas ideas posmodernas y poses-
tructuralistas a la práctica terapéutica.

White incorporó muchas de las ideas de Michel Foucault sobre la cultura, la sociedad, el control y el poder. Estas ideas aportan
a la concepción que tiene la terapia narrativa sobre el rol descentrado del terapeuta y cómo es que la sociedad configura los
relatos dominantes en las personas. La terapia narrativa es crítica de las posturas de poder y sometimiento. Muchos la conside-
ran una terapia política porque asume una posición de crítica hacia aquellas prácticas sociales que buscan el control de ciertos
grupos sociales sobre otros.

Por su parte, David Epston trabajaba con documentos terapéuticos en su práctica. Luego de conocerse y coincidir en muchos
de sus planteamientos siguieron colaborando juntos y desarrollando estas ideas y prácticas posmodernas en la terapia. En rigor,
ellos no bautizaron esta nueva terapia como terapia narrativa. Ni siquiera tenían la intención de crear una nueva terapia. Fue
la gente la que empezó a conocer estos planteamientos y estas prácticas como terapia narrativa. El nombre vino por el interés
que se tiene en las historias de las personas, más que en los sistemas o las estructuras intrapsíquicas. Con el tiempo se fueron
formando comunidades de terapeutas que empezaron a utilizar estas propuestas terapéuticas a nivel mundial, habiendo grupos
de terapeutas narrativos en buena parte del mundo.

El nombre de terapia narrativa surge del uso de la metáfora narrativa. Esta busca explicar la vivencia psicológica como una
narración, en comunidad, de la experiencia. A partir de estas narraciones, propias y ajenas, sobre los acontecimientos, vamos
64 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

atribuyendo significados a nuestras experiencias. Estas historias terminan configurando nuestros pensamientos, emociones,
actitudes y conducta en general. La hipótesis es que, al modificar estas historias, por ejemplo, incluyendo elementos dejados
de lado, las personas serán capaces de enfrentar con mayor eficacia sus vidas.

Las prácticas psicológicas de evaluar, diagnosticar y emitir una opinión de experto suelen ser vistas por la terapia narrativa
como prácticas de poder. Esta más bien asume una postura de no saber y de respeto por la persona y por sus puntos de vista.
En ese sentido es una terapia posmoderna, que se adscribe a la idea de multiversalidad de la realidad y que por lo tanto las
personas son responsables por las decisiones que tomen, y anima a que las personas asuman dicha responsabilidad.

La práctica narrativa también suele caracterizarse por el uso de documentos terapéuticos. Estos pueden ser cartas del tera-
peuta al cliente o viceversa, cuentos o historias en general, resúmenes de lo conversado, o certificados de logros. Dentro de
la metáfora narrativa, se considera al lenguaje como protagonista del cambio terapéutico. El objetivo de estos documentos es
extender la influencia de las historias nutridas de recursos que se consolidan en la conversación terapéutica.

Otra práctica característica de la terapia narrativa es el uso de la externalización. Esta, más que una técnica, es una forma de
hablar sobre el problema. Sin entrar muy a fondo, la idea de la externalización es crear distancia entre el cliente y el proble-
ma. Busca diferenciar al problema de la persona, y que esta caiga en cuenta de que es más que la suma de sus problemas, que
cuenta con aspectos constructivos y recursos.

La externalización es ayudar a la persona a asumir una postura de lucha contra su problema. Esta permite hacer un recuento
del problema y sus efectos, así como los esfuerzos de la persona por solucionarlo. Todo esto dentro de la idea de la narración
y renarración de las historias personales. El objetivo de esta renarración es el enriquecimiento de las historias personales, y
agenciar a la persona una mayor perspectiva de las cosas.

Para la terapia narrativa, el problema es el problema, y la persona es la persona. Esto quiere decir que las personas no se defi-
nen por sus problemas, y que sus identidades no tienen por qué estar saturadas de estos. Esto obedece a una postura de respeto
por la persona y un reconocimiento de sus fortalezas y capacidades.

Como se puede apreciar, la terapia narrativa opera desde una óptica distinta. Se ubica dentro de una epistemología distinta.
Suele tener ideas muy similares a la terapia centrada en soluciones, en el sentido que creen en las fortalezas de las personas y
trabajan con aquello que las personas ya están haciendo bien. Es más, se podría considerar a la terapia centrada en soluciones
como un tipo de terapia narrativa. Ambas trabajan con la deconstrucción de los relatos personales en la búsqueda de lo recur-
sivo. La diferencia, sin embargo, se nota en que la TCS suele ser más directiva y protocolizada.

Más adelante se verán, con mayor detenimiento, las ideas básicas de la terapia narrativa. Por ahora baste decir que es una tera-
pia bastante joven y muy prometedora. Es una terapia posmoderna para tiempos posmodernos.
Michael White trabajó primero en The Dulwich Centre, en Australia, donde desarrolló su práctica terapéutica, de docencia y
escribiendo muchos libros sobre terapia narrativa. Se hizo muy conocido y viajó constantemente difundiendo las ideas narrati-
vas. Posteriormente se mudó al Adelaide Narrative Therapy Centre, en 2008, donde continuó su trabajo de terapia y docencia.
Falleció el mismo año en el mes de abril en Estados Unidos. White se caracterizó por trabajar en contextos comunitarios como
los grupos aborígenes de Australia o grupos de personas en Sudáfrica, Irak y otras zonas de conflictos sociales.

David Epston es codirector del Centro de Terapia Familiar de Auckland, Nueva Zelanda. Junto con White, escribió muchos
libros sobre terapia narrativa. Nacido en Canadá, es conocido comúnmente como neozelandés debido a que su formación y
trabajo discurrió en este país. En Nueva Zelanda se desempeñó como trabajador social en hospitales y como terapeuta familiar.
El libro más conocido de Epston con White es Medios narrativos con fines terapéuticos, publicado en 1990, y que presenta los
fundamentos de la terapia narrativa. Actualmente, Epston continúa trabajando como terapeuta, docente y autor de publica-
ciones en muchos países.

Hasta aquí una breve presentación de la terapia breve estratégica, la terapia centrada en soluciones y la terapia narrativa. Como
se mencionó, son escuelas de terapia sistémica, pero con aportes recientes como los de Milton Erickson, Gregory Bateson, Paul
Watzlawick, y las ideas posmodernas de Foucault y Derrida.

En lo que queda de la unidad exploraremos las ideas básicas de la terapia centrada en soluciones, los supuestos en los que se
sustenta y el trabajo con excepciones, que es la característica fundamental de esta terapia. En la última unidad de este manual
se explorarán las ideas estratégicas y narrativas de la terapia.

Como puede verse la situación actual de la terapia en una confluencia de muchas ideas y muchas prácticas terapéuticas. Por
ejemplo, la práctica de Erickson o las ideas de Foucault o Watzlawick. Recuérdese que siempre que hablamos de terapia sisté-
mica, estamos hablando de aquella que considera los contextos sociales y familiares de los clientes, tanto en la concepción de
los problemas como en las hipótesis sobre su solución.

Básicamente, la actual terapia sistémica considera no solo la idea de los sistemas, en el sentido de entender al ser humano
como un ser relacional y en contexto, sino también la idea posmoderna de la narrativa como metáfora de la psicología humana
y la concepción centrada en las soluciones y los recursos de las personas. Además, las claves sobre los problemas que nos da la
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 65
MANUAL AUTOFORMATIVO

terapia estratégica. Sistémica, relacional, posmoderna, constructivista, construccionista, narrativa, colaborativa, comunicacio-
nal, estratégica, centrada en soluciones, recursiva y breve es la actual terapia sistémica.

LECTURA ELECCIONADA N°1


Pacheco, M. (2003). La terapia ericksoniana en un mundo posmoderno. Disponible en http://www.academia.edu/7869319/
La_Terapia_Ericksoniana_En_Un_Mundo_Posmoderno_Hacia_Una_Psicoterapia_Ericksoniana_Integrativa

ACTIVIDAD FORMATIVA N°3


Defina los principales conceptos del aporte de Milton Erickson a la psicoterapia sistémica en un glosario de términos y
publique en el aula virtual.

Instrucciones
• Lea el tema 1 sobre el legado de Milton Erickson y las claves de su trabajo terapéutico.
• Elabore un glosario de términos donde explique los conceptos básicos del trabajo terapéutico de Milton Erickson.
• Publique su resumen en el aula virtual, en la fecha señalada.
66 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

TEMA N° 3: La terapia centrada en soluciones


Piense por un momento en la posibilidad de hacer terapia sin recurrir a pruebas psicológicas o diagnósticos, hacer terapia
sin conocer casi nada sobre el problema, de poder resolver el problema en pocas sesiones y sin etiquetas o estigmatizar a la
persona.

Parece imposible, pero con la terapia centrada en las soluciones (TCS) es posible. Los fundamentos y prácticas de la TCS
suelen ser tan originales que provocan desconcierto en muchos legos en el tema.

La TCS es una terapia posmoderna, constructivista, construccionista, narrativa breve y colaborativa. Cree en los recursos
de las personas y las respeta como únicas responsables de sus propias vidas. Busca la autonomía de las personas a través del uso
de sus propios recursos personales y sociales.

Esta terapia se desarrolló bajo la influencia del trabajo de Milton Erickson. Por ejemplo, en la proyección a futuro que
él hacía, en general, con el uso de la percepción del tiempo, acudía al pasado del cliente para rescatar recursos, orientaba al
futuro para establecer objetivos y orientaba al presente para que la persona sume responsabilidad. En estos y otros principios,
los creadores de la TCS se inspiraron para el diseño de la terapia.

También recibieron influencia del trabajo del MRI. Como ya se vio, el MRI también se inspiró en el trabajo de Erickson y
su enfoque tiene que ver con el problema. Aunque estratégica, la terapia del MRI también influenció en el trabajo del grupo
de Milwaukee. Estas se consideran terapia breve, ya que se ocupan, primariamente, del motivo de consulta actual de la persona
y evitan la exploración psicodinámica del pasado y la búsqueda de «darse cuenta». Más bien trabajan en la solución de los
problemas actuales y en la construcción de soluciones a futuro.

Pero la TCS tiene sus ideas y planteamientos muy originales y particulares. Actualmente se usa muy bien la combinación
de la TCS con otras aproximaciones de terapia breve, enfoques ericksonianos y narrativos.

Se explorarán en este tema y en el siguiente los principios básicos de la Escuela de Milwaukee, los supuestos de la TCS
y el trabajo con excepciones. Se recomienda una revisión de la bibliografía al final de la unidad para profundizar en algunos
aspectos.

1 La Escuela de Milwaukee

Basado en los trabajos de Milton Erickson y en los del Mental Research Institute (MRI), este modelo de terapia breve centrado
en la solución fue elaborado por Steve de Shazer y sus colegas del Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee, Wisconsin.
El supuesto básico de esta terapia breve es que todas las personas cuentan con las fuerzas y los recursos necesarios para cam-
biar; es decir, que los pacientes pueden utilizar todos los elementos que tengan a mano y usarlos para afrontar sus problemas.
También es fundamental la idea de que los problemas no se presentan todo el tiempo, es decir, que hay excepciones a la regla,
y que estas deben ser capitalizadas en la terapia (Selekman, 1996).

Esto se puede ver muy bien graficado en la primera sesión. En la exploración de las áreas recursivas de las personas se busca ex-
plorar aquellos aspectos de la vida de la persona que son fuente de satisfacción. El trabajo con excepciones, aquellos momen-
tos donde el problema está ausente o disminuido, es clave en el abordaje centrado en las soluciones. Este abordaje obedece a
la confianza en los recursos de las personas.

Estos recursos o puntos fuertes pueden ser conocimientos, recuerdo de experiencias positivas, buenas actitudes, valores, redes
sociales de apoyo y soporte, momentos o espacios donde la persona ha sido capaz de mantener el problema a raya, entre mu-
chas otras cosas posibles.

Asimismo, la «muerte de la resistencia» es otro concepto fundamental de este enfoque. Este supuesto dice que es más útil
asumir la colaboración implícita de todos los pacientes. Que cuando se presenta «resistencia» no lo es exactamente, sino que
el paciente está manifestando de forma velada una forma diferente de colaboración. Así, es tarea del terapeuta descubrir esa
nueva forma de colaboración y unirse al paciente en su búsqueda de soluciones y recursos propios. La resistencia se cambia
por colaboración (De Shazer, 1984, en O’Hanlon & Weiner–Davis, 1990).

En la misma línea de la búsqueda de recursos y excepciones se da por sentada la disposición del cliente a colaborar con el
terapeuta y con el proceso terapéutico. El asunto acá radica en que el cliente tiene su propia teoría sobre qué es lo que funcio-
nará en su mejoría. En ese sentido, el terapeuta debe sus esfuerzos de ayuda en el mismo sentido en que el cliente le muestra
su colaboración.

Por ejemplo, si el terapeuta conduce la conversación hacia el futuro y los objetivos que los clientes perseguirían para dar por
satisfecha la situación, pero los clientes sólo responden volviendo una y otra vez a la descripción del problema y a la explo-
ración de su malestar, hará bien el terapeuta en suspender por un momento sus intenciones y centrarse en lo que el cliente
necesita en ese momento: ser escuchado y comprendido en su malestar. Posteriormente, el terapeuta volverá a su intención
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 67
MANUAL AUTOFORMATIVO

inicial, cuando el cliente le dé señales de que está listo para explorar objetivos.
El objetivo básico de la Terapia Centrada en Soluciones es identificar lo que funciona dentro de una situación problemática y
ampliarlo de tal forma que provoque la solución al problema o la disminución del mismo a niveles que no generen malestar en
las personas (O’Hanlon & Weiner–Davis, 1990).

Esto suele romper con la mayoría de concepciones sobre lo que la terapia debe ser. Por lo general, los terapeutas esperarían
hacer una exploración del problema, su origen, historia y acomodarían esa información recogida a su marco teórico explicativo
sobre lo anormal. Posteriormente, dependiendo de la orientación teórica, establecería unos objetivos y desplegaría su arsenal de
técnicas terapéuticas para lograr dicho objetivo en un tiempo incierto.

En la TCS se renuncia a una teoría y a una postura patologizante. Lo más que a lo que se adscribe un terapeuta centrado en las
soluciones es a los supuestos que veremos más adelante, supuestos que orientan la práctica. En TCS no son necesarios ni útiles
diagnósticos ni explicaciones teóricas sobre los problemas. No se «inventa la rueda» con cada cliente. Se parte más bien de aque-
llo que la persona ya está haciendo bien y, a través de una serie de preguntas hechas con propósitos específicos, se va clarificando
el camino de la solución.

En TCS el terapeuta tampoco adopta una postura de saber o de experto. El cliente es el experto de su vida y tiene las claves de
su mejoría. El terapeuta solo es un colaborador, que hace las preguntas correctas en el momento correcto para orientar el des-
empeño de la persona y ayudarle a lograr sus objetivos. No es el terapeuta quien pone los objetivos de la terapia guiado por una
teoría, es el cliente quien determina qué es lo mejor para él en un momento vital determinado.

Otra forma de expresión de esta postura descentrada del terapeuta tiene que ver con la ausencia de consejos directos por parte
del terapeuta. El terapeuta renuncia a dar consejos directos o a tomar decisiones por el cliente. Ese poder de decisión le co-
rresponde solo al cliente. Es el cliente quien debe asumir la responsabilidad por sus decisiones. El terapeuta, a lo sumo, podría
utilizar algunas metáforas para sugerir algunas alternativas o posibilidades. Pero entre todas esas posibilidades, es el cliente quien
asume la responsabilidad por la decisión. Excepciones a esto último serían situaciones donde la integridad del cliente u otras
personas se encuentren en riesgo como situaciones de riesgo suicida, violencia doméstica o infidelidad, donde la terapia corre
riesgo de fracasar.

El creador de la TCS utiliza la «analogía de la ganzúa» para explicar cómo funciona este enfoque. De Shazer dice que el terapeuta
no necesita saber mucho sobre la naturaleza del problema para ayudar al paciente a encontrar soluciones. Sugiere que es más
importante centrarse en la naturaleza de las soluciones. Lo más importante para este autor no es la naturaleza de la cerradura,
sino la naturaleza de la llave con la que abrirá esa cerradura. Para eso sirve la ganzúa, ya que tiene la particularidad de servir de
llave maestra para muchas cerraduras (De Shazer, 1985, en O’Hanlon & Weiner–Davis, 1990).

Esta metáfora funciona muy bien para describir la actitud con la que el terapeuta centrado en las soluciones encara la situación
terapéutica. El terapeuta, en lugar de ser un experto en todos los tipos posibles existentes de cerraduras, es un experto en la
ganzúa, este artefacto que funciona como llave maestra y abre cualquier cerradura. Esta ganzúa en la TCS, que permite abrir el
camino a muchas posibilidades de cambio y mejoría. Más que un experto sobre lo que está mal (patología, anormalidad, proble-
mas mentales, estructuras psicológicas, categorías diagnósticas, etc.), el terapeuta centrado en las soluciones es un experto de lo
que funciona, de lo útil, de lo que está bien.

Su tarea en la terapia es ampliar esta funcionalidad, que se encuentra disminuida y opacada, y hacerla crecer y desarrollar de tal
forma que brinde a la persona nuevas posibilidades de funcionalidad.

La TCS, como terapia breve, tiene muchas aplicaciones. Sus aplicaciones pueden ser a la terapia de parejas, terapia familiar,
terapia prolongada para casos especiales, terapia con pacientes involuntarios e intervención en crisis y emergencias psicológicas
(Lipchik, 2004). También se aplica como terapia grupal en instituciones de asistencia social y similares (Selekman, 1996).

En terapia de parejas resulta útil por su enfoque en la comunicación y en la negociación de objetivos. Se utilizan sesiones con-
juntas e individuales. La psicoeducación también juega un papel fundamental en la terapia de pareja con enfoque de soluciones.
Para la terapia familiar se busca incluir a todos los miembros que deseen participar y tengan algo que aportar a la terapia. Con
pacientes involuntarios se busca validar sus objeciones y encontrar su forma particular de cooperación.

En el caso de pacientes con situaciones que requieren tratamiento prolongado, se busca construir un sistema de apoyo social
alrededor del paciente. Es muy importante la relación terapéutica en estos casos. En el caso de crisis se trabaja con un marco
temporal ceñido, es decir, se acorta el tiempo en el que se buscan las excepciones (Lipchik, 2004).

2 Supuestos de la TCS

La TCS se caracteriza por fundamentarse en ciertos supuestos. Estos supuestos son ideas que se utilizan como filosofía de la tera-
pia breve porque son útiles, y no necesariamente porque sean verdaderos o comprobables. Es decir, se utilizan porque permiten
llevar a cabo los objetivos de la TCS en la relación terapéutica.
68 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

Estos supuestos son los siguientes (Selekman, 1996). El primer supuesto dice que la resistencia no es un concepto útil. En
realidad, la resistencia no es tal, sino pistas que los pacientes ofrecen al terapeuta y que le indican su forma específica de
cooperación. Cada individuo tiene una forma particular de colaboración, es tarea del terapeuta descubrir tal colaboración y
unirse al paciente.

Por ejemplo, un cliente podría olvidar hacer la tarea que se le asignó, o podría evitar responder directamente a ciertas pre-
guntas y enfocarse en hablar sobre otros temas. Muchos terapeutas de otros enfoques podrían interpretar estas evasivas del
cliente como intentos de resistirse a la terapia. En TCS no se piensa eso. Por el contrario, entendemos estas evasivas como una
comunicación velada del cliente indicándonos en qué dirección desea ir. Hará el terapeuta, entonces, la labor de utilizar esta
forma particular de colaboración del cliente en bien de la terapia.

El segundo supuesto dice que la cooperación es inevitable. Al utilizar todo lo que el paciente trae a terapia, la cooperación se
vuelve inevitable. Utilizando el lenguaje del paciente, sus historias, valores, principios, sistemas de creencia, etc., el terapeuta
puede poner al paciente de su lado en la tarea de buscar soluciones a la situación problemática que le llevó a terapia. El ra-
pport y un buen encuadre son fundamentales para este fin.

Se consigue la cooperación del cliente al utilizar sus propios códigos para la comunicación. El terapeuta puede usar historias
acordes a los conocimientos o experiencias del cliente, usará los modismos y expresiones del cliente para explicar algunas
cosas, calcará el lenguaje no verbal del cliente para fomentar la relación terapéutica. De esta forma, el cliente cooperará con
aquello que le es natural y familiar. Al usar las referencias del cliente se logra entrar en sintonía y facilitar el rapport.

El cambio es inevitable, reza el tercer supuesto de esta terapia breve. Con ello se quiere señalar que el enfoque de la terapia
no está en si ocurrirá o no el cambio, sino cuándo ocurrirá este. Este uso presuposicional del lenguaje, que da por sentado el
cambio, proyecta a los individuos hacia delante en la búsqueda de soluciones.

La TCS presupone que el cambio ocurrirá. Lo único invariable es el cambio, este siempre ocurre. Así, en TCS se utiliza un
lenguaje que da por hecho la ocurrencia del cambio. El terapeuta orientará al cliente a que este pueda notar y replicar los
cambios a lo largo de su vida. A veces el cambio puede ser muy pequeño, y el cliente puede pasarlo por alto. La labor del
terapeuta es ayudar al cliente a que este note ese cambio y pueda ir ampliándolo hasta que alcance la significancia requerida.

Consideremos el siguiente ejemplo sobre lo constante del cambio: «A una madre y su hija adolescente, tratadas en el centro
de Michele, se les pidió que informaran de los resultados de la tarea que habían recibido durante la primera sesión. La tarea
había sido diseñada para reducir el número de peleas entre ellas, puesto que la madre se había quejado previamente de que
peleaban constantemente. La hija empezó describiendo con todo lujo de detalles una discusión que había habido durante la
semana. La madre añadió sus impresiones acerca del altercado. A los diez minutos de esta charla, la terapeuta les interrumpió
preguntando: “Por cierto, ¿qué tal fue el resto de la semana?”. La expresión de la madre cambió abruptamente. “Oh, dijo. ¡Se
portó como un verdadero ángel! Aparte de esa pelea estuvo maravillosa”» (O’Hanlon & Wiener-Davis, 1990, p. 47).

El cuarto supuesto dice que solo se necesita de un pequeño cambio, y que, a partir de allí, este se puede ampliar y multiplicar.
Ya que la personas viven en sistemas, un pequeño cambio puede tener el efecto de «bola de nieve» generando más cambios
en el futuro inmediato.

El objetivo del terapeuta es promover pequeños cambios. De esta forma, es más probable que estos ocurran, ya que son más
fáciles de lograr. A partir de ese pequeño cambio, el cliente irá haciendo más y más cosas que lo conduzcan a ampliar ese
cambio. Si se plantearan objetivos muy grandes desde el principio, el cliente se vería frustrado al no conseguirlo. Cuando se
ponen en marcha estos pequeños cambios, estos consiguen el efecto de multiplicarse, como piezas de dominó que se empujan
una a otras en una cadena de efectos.

El quinto supuesto manifiesta que los pacientes cuentan con las fuerzas y los recursos necesarios para cambiar. Cualquier logro
que haya tenido el paciente en el pasado servirá de modelo para otros logros en el presente y en el futuro. El terapeuta debe
capitalizar los recursos de las personas y encauzar sus fuerzas en el área del problema.

Creemos que todas las personas tienen recursos. Todas las personas tienen experiencias de éxito. Todas las personas son capa-
ces y tienen competencia en algún aspecto de sus vidas. El terapeuta utiliza estos recursos, experiencias de éxito, por ejemplo,
para orientar al cliente en el presente. Muchas personas no son conscientes de estos recursos, pero en la medida que los van
notando y son relevantes para ellos, se van incorporando en su historia personal y son capaces de utilizar estos aprendizajes
en situaciones futuras.

Se copia, a continuación, un ejemplo clínico para clarificar este supuesto. Una maestra de primero fue a la consulta de Michele
porque ya no podía manejar la relación frustrante que mantenía con su hija de quince años; estaba al límite. Explicó que las
constantes coacciones y recordatorios, las charlas francas y las voces no conseguían que su hija colaborara más en casa. Según
su madre, la chica era autocomplaciente, desafiante e irrespetuosa.

Se hizo evidente que el único método que usaba esta mujer para manejar a su hija era verbalizar su desagrado. Aunque oca-
sionalmente variaba el volumen de la voz, no consideraba nunca otro tipo de disciplina. La madre pensaba que su hija debía
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 69
MANUAL AUTOFORMATIVO

tener más consideración con ella que obedecer por esa razón. Por desgracia, su hija no estaba de acuerdo.
Lo único que hizo falta para que esta mujer saliera de su atolladero fue recordarle su trabajo con los alumnos. «Todos los maes-
tros saben que los niños tienen diferentes formas de aprender», le dijimos. «Algunos aprenden visualmente y otros aprenden
de oído». Ella participó en la conversación ofreciendo información adicional acerca de las formas de aprender preferidas por
sus alumnos. «El método de enseñanza debe ajustarse al estilo de cada estudiante para que se produzca el aprendizaje».

Ella asintió con vehemencia. Le sugerimos que ella había considerado erróneamente a su hija como una alumna auditiva y
debía reevaluar la verdadera forma de aprender de la chica.

Una vez que hubo tenido acceso a sus abundantes habilidades, no tuvo ninguna dificultad para volverse más creativa y eficaz
en sus respuestas a la hija (O’Hanlon & Wiener-Davis, 1990, p. 45).

El sexto supuesto explica la naturaleza de los problemas. Estos son intentos fallidos de resolver los conflictos. El problema está
constituido por los intentos del paciente por resolver alguna situación problemática, pero no ha tenido éxito en su resolución.
Por lo general, las situaciones conflictivas se convierten en problemas cuando se necesita actuar, pero no se actúa, se actúa
cuando no se debe, o se actúa en el nivel lógico equivocado. Así, la consigna en TCS es evitar más de lo mismo.

En la terapia debemos evitar más de lo mismo. Aunque resulte paradójico, los clientes están en la situación problemática
actual, porque los intentos de soluciones ensayados han mantenido el problema, o incluso lo han agravado. Por ejemplo, la
condescendencia de una madre, o los celos de una pareja, o la incompetencia de un hijo, pueden ser intentos de solucionar
problemas como una enfermedad incapacitante, inseguridad personal o intentos por evitar la separación de los padres. En
ese sentido, el terapeuta debe evitar caer en las soluciones intentadas y explorar aquellos episodios donde se logró actuar más
allá del problema.

El séptimo supuesto explica que no se necesita saber mucho sobre el problema para resolverlo. Por el contrario, es más útil
explorar los intentos exitosos, aunque parciales, que han ejecutado las personas para solucionar sus dificultades. A menudo
las personas ya están haciendo esfuerzos positivos por resolver sus problemas antes de acudir a terapia. Este supuesto puede
resultar fuera de lugar para terapeutas de otros enfoques. Mientras que en muchas terapias se invertirá mucho tiempo explo-
rando el problema, su origen, causas aparentes, etc., en TCS se invierte el tiempo explorando aquellos intentos de solución
exitosos, aunque lo hayan sido parcialmente.

Estas excepciones, que se explicarán en detalle en el siguiente tema, contienen las claves de la solución del problema del
cliente. Estas excepciones suelen estar fuera del radar de la persona, porque son parciales, insuficientes o momentáneas. A
pesar de ello, el terapeuta centrado en las soluciones explorará estos episodios en busca de claves de solución. Por ejemplo,
los momentos cuando la depresión se presenta con menor intensidad, o las ocasiones cuando se logra controlar la ansiedad,
o las veces cuando, en lugar de discutir, las personas llegan a un acuerdo.

Supuesto ocho: los pacientes fijan los objetivos del tratamiento. La labor del terapeuta es negociar objetivos accesibles y traba-
jables, que estos sean realistas. Pero más allá de esto, es el cliente quien fija sus metas. Esta fijación de objetivos no solamente
tiene que ver con enunciarlos escuetamente, sino que requieren ser descritos con la mayor cantidad de detalles posible. Esta
descripción debe contener el quién, el qué, el cómo y el cuándo. Es decir, que la descripción de los objetivos debe hacerse en
un contexto temporal específico y declarando aquellas señales que indicarán su cumplimiento. En el caso de la terapia familiar
o de pareja es importante que todos los miembros del grupo participen en la construcción de los objetivos para potenciar su
involucramiento.

El noveno supuesto tiene mucho que ver con lo que se expuso en la unidad primera sobre el constructivismo. La realidad es
definida por el observador, en este caso el terapeuta, y este participa en la cocreación de la realidad terapéutica. Teóricos
como Bateson habían postulado, ya que el sistema de creencias de una persona va a determinar su visión del mundo y cómo
interactúa en él. De esta forma, su percepción afecta sus creencias y conducta (Bateson, 1972, en Selekman, 1996).

Esto es importante de ser tomado en cuenta por el terapeuta. El terapeuta, al explorar junto con el cliente sus historias satura-
das del problema, va interactuando con el relato del cliente y va escogiendo qué aspectos enriquecer y cuáles pasar a segundo
plano. Por supuesto, esto debe hacerse en los términos que resulten lo más familiares posibles para la persona, si se quiere su
adhesión a dichas diferencias. El terapeuta usa cuidadosamente el lenguaje y busca, en la medida que explora el problema, ir
sembrando algunas ideas recursivas que le sirvan para la construcción de un relato más enriquecido y generador de posibili-
dades.

Finalmente, el décimo supuesto dice que existen muchas maneras de enfocar una situación, pero ninguna es más correcta
que las otras. Esto tiene que ver con no «casarse» con una sola forma de hacer o ver las cosas. Hay muchas formas posibles de
que algo funcione, y ninguna es mejor que la otra. En este sentido, la terapia centrada en soluciones es posmoderna, ya que
reconoce todas las posibilidades y no privilegia una en detrimento de otras.
70 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

TEMA N° 4: El trabajo con excepciones


Una buena metáfora para un terapeuta centrado en las soluciones es la de un recolector de oro, como los que buscan
pepitas de oro en los lechos de los ríos. En medio del lodo, la tierra y demás elementos que puedan encontrarse en un lecho
de río, el buscador de oro tratará de ubicar aquellas pepitas de oro escondidas en medio de tanto lodazal. Cernirá una y otra
vez la tierra en busca del oro y, poco a poco, logrará rescatar aquello valioso.

El terapeuta centrado en las soluciones realiza una labor parecida. El cliente llega a consulta saturado por sus problemas,
con el objetivo puesto en su padecimiento y malestar. Además, acude con la idea de que en la terapia debe contarlo todo y
botarlo todo. El cliente se abocará diligentemente a describir, con lujo de detalles, sus problemas y padecimientos.

En medio de ese discurso y actitud, el terapeuta debe emerger con la intención de cernir ese relato y darse a la búsqueda
de las soluciones, de las excepciones. Junto con el cliente, el terapeuta volverá una y otra vez a los relatos saturados del proble-
ma en búsqueda de aquellas excepciones o desenlaces inesperados que contradigan la historia del problema.

Esto requiere de mucha atención y disposición para mantenerse centrado en las soluciones. El cliente volverá una y otra
vez a la historia saturada del problema, y el terapeuta lo reconducirá una y otra vez a la búsqueda y ampliación de excepciones,
de esos momentos donde el problema no se presenta o está disminuido. Desde luego, esto se hace desde el respeto y conside-
rando los propios tiempos del cliente y lo que necesita en cada momento en particular.

Con el tiempo, el terapeuta irá rescatando aquellas historias y episodios que contradigan la historia del problema y que
darán las claves para las soluciones. Estas son las pepitas de oro, los recursos de las personas para su propia agencia personal.
A partir de ahí, empezarán a construir las posibilidades que lleven al cliente a una historia enriquecida que contemple otros
aspectos más positivos del desempeño del mismo.

En esto consiste el trabajo con excepciones: en buscar aquellos episodios que contradicen la historia del problema y que
brindan las claves para la construcción de nuevas alternativas. A continuación se detallarán las etapas de este trabajo y la actitud
con la que debe realizarse.

1 Fases del trabajo con excepciones

El trabajo con excepciones se enmarca dentro de otros procedimientos y técnicas. Se describirán sucintamente las principales
técnicas y procedimientos de la TCS y se procederá a explicar en qué consiste el trabajo con excepciones y cuál es su finalidad
y proceder. Podría decirse que este es el corazón de la TCS. La búsqueda y ampliación de las excepciones es el motor del
cambio en la TCS.

Existen protocolos y técnicas propias de la TCS y otras herramientas tomadas de enfoques similares como la terapia narrativa
que se explicará a continuación. En primer lugar, se aprovecha a intervenir sobre el paciente desde el primer contacto telefó-
nico. Aquí se busca orientar al paciente a las soluciones y recoger datos útiles que permitan intervenir desde la primera sesión.
La primera fase de la terapia sirve para orientar y encuadrar oportunamente la terapia. Asimismo, se busca crear una fase social
donde se produzca rapport y joining, para ir construyendo la relación terapéutica.

A la llamada telefónica suele restársele importancia. Por lo general, una recepcionista atiende la llamada y acuerda una cita.
Pero la llamada telefónica tiene mucha potencialidad terapéutica. Es el primer contacto y puede servir para recoger datos de
utilidad e ir comunicando el estilo y filosofía de trabajo.

Se puede consultar por experiencias anteriores de terapia y por aquello que las personas consideran fue útil o no en esas ex-
periencias. Desde luego, la intención es rescatar aquellos aspectos positivos de esas experiencias. También se pueden recoger
datos de la familia y de la historia del problema. Esto, por supuesto, se hace muy sucintamente, sin entrar en muchos detalles.
Ya en la primera sesión se podrá ahondar en estos datos.

Pero, sobre todo, el primer contacto sirve para ir construyendo la relación terapéutica. A través de comentarios y retroalimen-
tación, el terapeuta puede ir consolidando un clima de aceptación y seguridad emocional. La persona que pide ayuda suele
moverse entre su necesidad de ayuda que le impulsa a hacer algo al respecto, y cierto reparo por la situación terapéutica, sobre
todo si es algo novedoso. Ese primer contacto puede ayudar a generar la suficiente confianza para iniciar el vínculo terapéu-
tico.

Lo otro que se mencionó con respecto al primer contacto es la creación de rapport en la primera sesión. Este se logra in-
quiriendo sobre la vida social del cliente y recogiendo sus datos personales, además de dar la orientación necesaria sobre la
terapia, como tiempos, espacios, procedimientos, etc.

Esta orientación es necesaria para ubicar a la persona en el trabajo que se realizará. La persona suele llegar a la primera sesión
con incógnitas o dudas sobre lo que se realizará, o esperará que se repitan ciertas cosas de sus experiencias anteriores de te-
rapia. Toda esta incertidumbre puede generar ansiedad en la persona y obstaculizar la creación de la confianza en la relación
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 71
MANUAL AUTOFORMATIVO

terapéutica.

Al brindar la información necesaria, el terapeuta brinda al cliente un marco contextual en el cual descansar y ubicarse. Esta
orientación es importante para la creación de un buen ambiente emocional.

Lo otro que se debe hacer en el primer contacto es dedicar unos minutos a la fase social. En esta fase se exploran aspectos
recursivos de las personas como pasatiempos, preferencias, gustos, aficiones, etc. Esto da a las personas el mensaje de que el
terapeuta se interesa por sus vidas y que ellas son más que sus problemas.

Entonces, esta fase social permite construir el clima emocional para la terapia y recoger información sobre los recursos de las
personas que puedan servir para generar posibilidades durante la terapia.

El siguiente paso es construir un proyecto de trabajo con un contrato claro. Aquí se negocia un objetivo alcanzable y razonable
para la terapia, donde terapeuta y paciente estén de acuerdo. El uso del lenguaje es importante en todo el proceso de la tera-
pia, se debe buscar un lenguaje presuposicional y positivo. Asimismo, es útil también dedicar un poco de tiempo a explorar las
situaciones terapéuticas previas que pueda tener el paciente para recoger recursos e información sobre errores pasados.

El recojo de información sobre los antecedentes de tratamientos previos obedece a la búsqueda de recursos. Lo que el cliente
aprendió o lo que le fue útil en determinada situación se utiliza en la actualidad para el cambio. Además, los errores de expe-
riencias previas permiten conocer la forma en la que el cliente espera la colaboración del terapeuta. Esta colaboración será
posible en la medida que el terapeuta sintonice con la teoría del cambio que el cliente tiene.

Cuando hablamos de proyecto de trabajo nos referimos al establecimiento de objetivos mesurables y trabajables para la terapia.
Aquí es el cliente quien determina qué desea para sí. Con la ayuda del terapeuta, estas ideas se convierten en objetivos traba-
jables. Esto quiere decir que los objetivos deben ser realistas, alcanzables, deseados, especificados y en positivo; es decir, qué se
desea conseguir en lugar de aquello que no se desea.

El lenguaje presuposicional tiene que ver con el uso del lenguaje de una manera premeditada. El lenguaje construye realidades,
reza la máxima posmoderna. En esta línea, en la TCS se utiliza el lenguaje de tal forma que se da por sentado el cambio. Como
ya se mencionó en los supuestos, el cambio es inevitable. Con el lenguaje presuponemos que el cambio ocurrirá y se trasmite,
de manera indirecta, esta intención a los consultantes.

La búsqueda de cambios pretratamiento consiste en hacer notar al paciente los esfuerzos previos a la terapia que le han servido
para afrontar sus problemas. Comúnmente, desde el momento en que la persona decide buscar ayuda comienza a desplegar
una serie de acciones con la intención de buscar una mejoría. Es posible, entonces, encontrar cambios antes del tratamiento
terapéutico. Estos cambios nos ofrecen pistas de lo que el cliente puede continuar haciendo para alcanzar sus objetivos.

A partir de aquí se trabaja con la búsqueda de excepciones, la cual tiene las siguientes partes: elicitar, marcar, ampliar y atribuir
control. Elicitar consiste en sacar a flote, hacer notar al paciente las excepciones a su situación problemática. El terapeuta, du-
rante la exploración del motivo de consulta, presta atención a aquellos episodios que contradicen, aunque sea parcialmente, la
historia saturada del problema. Al identificar una excepción, entiéndase excepción como todo momento donde el problema
no se presenta o se presenta disminuido, el terapeuta elicita tal acontecimiento a los ojos del cliente.

Por lo general, el terapeuta puede elicitar excepciones cuando pregunta por los cambios pretratamiento, o con la pregunta del
milagro situando en el futuro la conversación. Es importante que el terapeuta utilice un lenguaje presuposicional, donde se dé
por sentada la ocurrencia del cambio. Una buena fórmula a utilizar podría ser la siguiente: «Hemos visto que con frecuencia la
gente nos dice que, entre el momento de llamar por teléfono para pedir cita por primera vez y el momento de la entrevista, se
han producido ya algunas mejorías. ¿Qué pequeñas mejorías han notado ustedes?» (Beyebach, 2006, p. 131).

El siguiente paso en el trabajo con excepciones es marcar. Marcar consiste en convertir en noticia la excepción y que sea rele-
vante para el paciente, que sea el tipo de cosas que le gustaría que sigan ocurriendo. Al marcar se busca que la excepción no
pase inadvertida. Para el cliente, que se encuentra abrumado por el problema y afectado por el malestar que le produce, las
excepciones pueden pasar desapercibidas. El marcar la excepción tiene la finalidad de que, a ojos del cliente, esta excepción
sea relevante y signifique algo para él.

Es importante que las excepciones que se encuentren y marquen sean el tipo de cosas que al cliente le gustaría que sigan pasan-
do. Es decir, las excepciones deben estar alineadas con los objetivos del cliente y con su teoría del cambio. Si estas excepciones
no son relevantes para la persona, esta no se comprometerá en su exploración.

El paso siguiente es ampliar. Esto significa extender estas excepciones a otros momentos y lugares y en cargar de detalles dichas
excepciones. Mientras más detalles se cuentan sobre la excepción, y mientras más tiempo se tenga hablando sobre la excepción,
entonces esta se ampliará y cobrará un mayor significado.

Esta descripción pormenorizada de la excepción debe hacerse en términos conductuales. Es decir, en términos de qué fue lo
que se hizo, de los acontecimientos. También debe ser una descripción concreta y en positivo. Además, debe hacerse en térmi-
72 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

nos interaccionales. Esto último tiene que ver con cómo las relaciones interpersonales se ven afectadas positivamente por la
excepción y viceversa.

Finalmente atribuir control consiste en hacer que el paciente se haga cargo y sea responsable, que las siguientes excepciones
sean originadas intencionalmente por él. La intención es lograr que la excepción no se vea como un acto fortuito y que nada
tiene que ver con aquello que está bajo el control de la persona. El cliente debe notar que puede volver a ocurrir dicha excep-
ción. El cliente debe notar que la ocurrencia en el futuro de la excepción está en sus manos, bajo su control.

Algunas preguntas que pueden ayudar a atribuir control sobre las excepciones son: cómo lo conseguiste, qué pasó para que
decidieran volver a hablarse, cómo te las arreglaste para resistir la tentación de volver a meter monedas en las máquinas traga-
perras o qué fue lo que te ayudó a hacer tal o cual cosa (Beyebach, 2006, p. 133).

También se utiliza la proyección al futuro, la cual consiste de trasladar imaginariamente al paciente al futuro y ayudarle a que
vislumbre un futuro sin el problema, para a partir de ahí construir un camino y trazar objetivos. Las preguntas de afrontamien-
to sirven para hacer notar al paciente las cosas que está haciendo bien y que le permiten sobrevivir al problema, evitando que
se agrave. Las preguntas de escala sirven para objetivar los progresos y las metas, poniendo números a las mejorías.

Las técnicas de supervivencia se utilizan cuando la terapia no avanza y el paciente no alcanza sus objetivos en los plazos es-
perados. Se busca ayudar al paciente a afrontar las situaciones difíciles, que se mantenga motivado y que siga centrado en las
excepciones. Los elogios y las tareas también son parte de la metodología del TCS. Los elogios sirven para motivar al paciente
y orientarlo hacia una actitud positiva y constructiva. Las tareas permiten alargar la influencia del terapeuta fuera del tiempo
de sesión. Además, sirven para organizar al paciente y ayudarle a conducirse en la vida cotidiana.

El uso del lenguaje es muy importante. Se utilizan las redefiniciones, que son reencuadres, nuevas definiciones o explicaciones
al actuar del paciente, de forma que se busca lograr cambios en su comportamiento a partir de generar nuevos entendimien-
tos de su situación, más útiles y constructivos. El uso de metáforas sirve para influir sobre el paciente y ayudarle a orientarse a
las soluciones, a que tenga una actitud más constructiva. La externalización consiste en el uso de un lenguaje particular que
extraiga el problema de la vida y que la autoimagen del paciente se proyecte hacia afuera, de tal forma que el paciente pueda
«luchar» contra el problema.

Asimismo, se previenen recaídas, se da feedback y se da tiempos de descanso y votos de confianza. Siempre con la intención
de mantener al paciente enfocado en las excepciones, en las soluciones y buscando que se haga cargo de su propia mejoría.
También es necesario centrarse en la construcción de una sólida relación terapéutica y enfocarse en las emociones de los pa-
cientes (Lipchik, 2004).

2 La pregunta milagro y la proyección a futuro

La pregunta del milagro es una secuencia de preguntas que busca posicionar al cliente en el futuro deseado. Es comenzar
por el final de la terapia. En otras palabras, la pregunta del milagro busca proyectar al futuro al cliente, a lo que desea. Es una
forma de establecer objetivos y explorar las excepciones a partir de esa proyección.

Esta pregunta tiene muchas versiones, una de ellas dice: «Supongan que esta noche, mientras están durmiendo, sucede una es-
pecie de milagro y los problemas que les han traído aquí se resuelven, no como en la vida real, poco a poco y con el esfuerzo de
todos, sino de repente, de forma milagrosa. Como están durmiendo, no se dan cuenta de que ese milagro se produce. ¿Qué co-
sas van a notar diferentes mañana que les hagan darse cuenta de que ese milagro se ha producido?» (Beyebach, 2006, p. 144).

Las respuestas que den los clientes a esta pregunta se suelen trabajar como se hace con la construcción de objetivos. Estas res-
puestas deben ser hechas en positivo, de forma concreta e interaccional. En lugar de mencionar qué no les gustaría que pase,
deben mencionar qué les gustaría. Estas descripciones deben hacerse en positivo e involucrando a las personas del entorno
del cliente.

También debe usarse un lenguaje presuposicional al dar la retroalimentación y hacer los resúmenes de las respuestas del
cliente. Estas respuestas deben ser relevantes para los clientes, ser pequeñas, ser descritas en términos conductuales, concretos,
alcanzables y en su contexto interaccional.

Al describir aquello que les gustaría que ocurra, los clientes empiezan a desarrollar un sentido de esperanza y motivación.
Imaginar un futuro sin el problema moviliza las esperanzas y aspiraciones de los clientes, los ubica en una sintonía positiva. Es
muy motivador y sugestivo imaginar un escenario donde el problema no existe.

Luego de obtener la descripción del futuro sin el problema, se puede proceder a elaborar un plan de acción que conduzca a
la materialización de dicho futuro. Se puede alentar a las personas a considerar las formas más sencillas en que pueden iniciar
a ejecutar partes de ese milagro, tal vez las más pequeñas y fáciles de ejecutar.

También se podría hacer el trabajo con excepciones una vez descrito el futuro. Se le puede pedir al cliente que haga memoria
de aquellas ocasiones, aunque sean pequeñas y breves, en que el milagro fue vivido. A partir de ahí, se continúa con el trabajo
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 73
MANUAL AUTOFORMATIVO

de excepciones ya descrito.

Una buena analogía que puede servir para entender la pregunta milagro es la de describir una película. Al responder a la pre-
gunta milagro, el cliente debe ser tan específico y concreto como si estuviera narrando una película. Debe describir los escena-
rios, los personajes y las acciones, con el mayor detalle posible.

A continuación, se presenta un ejemplo sobre la pregunta del milagro para su consideración. El siguiente ejemplo —el caso de
un muchacho deprimido, de 14 años, y su madre— muestra la utilidad de esta clase de preguntas para fomentar la cocreación
de un contexto propicio para el cambio.

Robert fue derivado a mi consultorio por el consejero escolar a causa de su «depresión», «bajo rendimiento escolar» y «poca
comunicación con sus pares». El extracto que transcribo fue tomado de la primera entrevista, luego de que Robert y su madre
respondieran negativamente a mis preguntas centradas en la excepción.

Terapeuta: Supongamos que regresan a casa esta noche y, mientras duermen, ocurre un milagro y el problema se resuelve. ¿Por
qué dirán, a la mañana siguiente, que se ha producido un milagro? ¿Qué cosas serán distintas?
Robert: Bueno, me despertaré y me levantaré de la cama con una sonrisa en la cara y le diré a mi papá: «es hora de ir a la es-
cuela».

T: De modo que te «despertarás con una sonrisa en la cara». ¿Y qué cosas diferentes harás en la escuela?
R: Escucharé más, prestaré más atención en clase, no preguntaré tanto, haré mi trabajo…
T: ¿Cuál de los maestros se sorprenderá más ante el nuevo Robert?
R: ¡Probablemente se desmayarán todos!
T: ¿Cuál se desmayará primero?
R: Supongo que el señor Johnnson.
T: Luego de reanimar al señor Johnnson, ¿qué será lo primero que diga con respecto a tu cambio de conducta?
R: «Robert, te has sacado un 10 en la prueba de matemática».
T: ¿Cuál de los maestros se desmayará después?
R: Diría que la señora Williams.
T: Cuando se despierte, ¿cuáles serán sus primeras palabras al respecto?
R: «¡Buen trabajo, Robert!».
T: ¿Qué otras cosas serán diferentes en la escuela para ti?
R: Bueno, tendré un par de amigos…
T: ¿Dos amigos?
R: Sí. Hay un chico llamado Juan que he visto en mis clases.
T: ¿Te acercarás a él o bien harás alguna otra cosa?
R: Me acercaré a Juan y le preguntaré si quiere comer un taco en el restaurante El Toro después de la escuela.
T: ¿Te parece que Juan es uno de esos que comen tacos? ¿Cómo distingues a una persona que come tacos de otras que no los
come?
R: Por una simple razón: el color de la piel… Juan es hispano (risas).
T: ¡Oh! ¿Y qué pasará en casa? Si tu padre estuviera sentado aquí, ¿en qué diría que has cambiado después de ocurrido el mi-
lagro?

Terminé la sesión con Robert y su madre dedicándole aproximadamente treinta minutos a la pregunta por el milagro. Además
de interrogar acerca de los cambios que los padres notarían en Robert y en sus relaciones, incorporé al cuadro del milagro a
los abuelos paternos y maternos y también a otros parientes. Puesto que Robert y su madre fueron capaces de describir con
lujo de detalles cómo serían las cosas cuando el problema se hubiera resuelto, simplemente les aconsejé que actuaran según las
conductas centradas en la solución que habían identificado en el cuadro del milagro. (Selekman, 1996, pp. 72-73).

Hasta aquí la exposición sobre la terapia centrada en soluciones. Resumiendo, se puede apreciar cómo la orientación y el foco
de la terapia están puestos en las soluciones y en los recursos de las personas. El trabajo con excepciones es la instrumentaliza-
ción de la confianza en las fuerzas y capacidades de las personas, y que son ellas quienes tienen las claves para su mejoría.

El rol del terapeuta es el de guiar y acompañar al cliente en la clarificación de sus objetivos y en la exploración de los medios
para conseguirlos. El terapeuta asume una postura de no saber y de colaboración. Este descentramiento del terapeuta tiene que
ver con el respeto al cliente como persona responsable de sí misma y experta en sus propias vivencias. La TCS permite resolver
problemas en breve tiempo y empodera a la persona en la construcción de sus propias posibilidades y metas.
74 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

LECTURA SELECCIONADA Nº 2
Cortés, B. (2007). Una psicoterapia basada en la colaboración. Una entrevista con Mark Beyebach. Revista nicaragüense
de psiquiatría, V(15), 11-14. Disponible en http://www.drbcortes.com/attachments/File/archivos_pdf/Una_psicote-
rapia_basada_en_la_colaboracion.pdf
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 75
MANUAL AUTOFORMATIVO

GLOSARIO DE LA UNIDAD III


Cambio pretratamiento
Esfuerzos previos a la terapia por parte del consultante que le han permitido afrontar sus problemas.

Deconstrucción / trabajo con excepciones


Búsqueda de excepciones al problema motivo de consulta. Se busca elicitar, marcar, ampliar y atribuir control sobre las
excepciones para ampliarlas y convertirlas en la nueva norma conductual del consultante.

Elogio / tareas
Sirven para motivar al consultante y alargar la influencia terapéutica más allá de la sesión.

Externalización
Consiste en el uso del lenguaje de tal forma que se «extrae» el problema de la vida del consultante y se lo proyecta fuera
de la autoimagen de este, de tal forma que pueda «luchar» contra el problema.

Feedback
Servir de caja de resonancia sobre el actuar del consultante, dando información sobre su desempeño para cambiar o man-
tener dicho actuar.

Lenguaje presuposicional
Uso del lenguaje que supone los recursos, fortalezas y el carácter positivo de la conducta pretratamiento del consultante.

Metáfora
Utilización de símiles y otros recursos lingüísticos para conseguir nuevos entendimientos y motivación.

Preguntas de afrontamiento
Sirven para hacer notar al consultante las cosas que viene haciendo bien y que le permiten sobrevivir al problema.

Preguntas de escala
Sirven para medir los progresos y alcance de metas, objetivando las mejorías.

Proyección al futuro
Consiste en trasladar imaginariamente al consultante al futuro y ayudarle a vislumbrar un futuro sin el problema para, a
partir de ahí, construir objetivos de trabajo.

Proyecto de trabajo
Contrato claro con objetivos alcanzables y razonables, que han sido negociados entre terapeuta y consultante.

Rapport / joining
Primera fase de la TCS que consiste en orientar y encuadrar la terapia, fase social para construir la relación terapéutica.

Redefinición / reencuadre
Nuevas definiciones o explicaciones del actuar del consultante, útiles para la consecución de los objetivos terapéuticos.

Técnicas de supervivencia
Buscan ayudar al consultante a afrontar las situaciones difíciles, cuando la terapia no avanza, para que se mantenga moti-
vado y siga centrado en las excepciones.

Terapia Centrada en Soluciones


Terapia basada en los trabajos de Milton Erickson y el MRI, y propuesta por Steve de Shazer y sus colegas del Centro de
Terapia Familiar Breve de Milwaukee.
76 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

BIBLIOGRAFÍA DE LA UNIDAD III


Cortés, B. (2007). Una psicoterapia basada en la colaboración. Una entrevista con Mark Beyebach. Revista nicaragüense de
psiquiatría, Vol. V (15), 11-14. Disponible en http://www.drbcortes.com/attachments/File/archivos_pdf/Una_psi-
coterapia_basada_en_la_colaboracion.pdf

Fernández, A. & Rodríguez, B. (2010). Guía breve de la terapia narrativa para la depresión. Madrid, España: Adalia, 9-12.
Disponible en http://afliria.info/download/guia-breve-de-la-terapia-narrativa-para-la-depresion/

Fisch, R., Weakland, J. & Segal, L. (1994). La táctica del cambio. Barcelona, España: Herder.

Haley, J. (1980). Terapia no convencional. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Lipchik, E. (2004). Terapia centrada en la solución. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Nardone, G. & Portelli, C. (2006). Conocer a través del cambio. Barcelona, España: Herder.

O’Hanlon, W. & Weiner-Davis, M. (1990). En busca de soluciones. Barcelona, España: Paidós.

Pacheco, M. (2003). La terapia ericksoniana en un mundo posmoderno. Disponible en http://www.academia.edu/7869319/


La_Terapia_Ericksoniana_En_Un_Mundo_Posmoderno_Hacia_Una_Psicoterapia_Ericksoniana_Integrativa

Payne, M. (2002). Terapia narrativa. Barcelona, España: Paidós.

Selekman, M. (1996). Abrir caminos para el cambio. Barcelona, España: Gedisa.

Watzlawick, P. & Nardone, G. (2000). Terapia breve estratégica. Barcelona, España: Paidós.

White, M. & Epston, D. (1993). Medios narrativos para fines terapéuticos. Barcelona, España: Paidós.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD III: Psicoterapia sistémica I 77
MANUAL AUTOFORMATIVO

AUTOEVALUACIÓN N.°3
1) El trabajo terapéutico de Milton Erickson estaba influenciado por:
a. El psicoanálisis
b. La hipnosis
c. La terapia cognitivo - conductual
d. La terapia Gestalt
e. La terapia centrada en el cliente

2) Eran estrategias del trabajo de Erickson:


a. El aliento de la recaída
b. La frustración de una respuesta para alentarla
c. El aliento de la resistencia
d. T.A.
e. N.A.

3) Fueron enfoques terapéuticos inspirados en el trabajo de Erickson:


a. PNL
b. TCS
c. Terapia breve estratégica
d. T.A.
e. N.A.

4) Fueron los fundadores de la terapia narrativa:


a. Watzlawick y Nardone
b. Erickson y Bateson
c. White y Epston
d. T.A.
e. N.A.

5) El estudio de los intentos fallidos de solución como perpetuadores de los problemas fue un planteamiento de:
a. El Mental Research Institute
b. El Dulwich Centre
c. El Centro de Terapia Breve Familiar de Milwaukee
d. El Instituto Milton Erickson
e. N.A.

6) Son etapas del trabajo con excepciones:


a. Elicitar, marcar, ampliar y atribuir control
b. Escuchar, dar apoyo y brindar feedback
c. Crear rapport, orientar, fase social y pregunta del milagro
d. Proyectar a futuro, buscar excepciones y establecer objetivos trabajables
e. N.A.

7) El cambio es inevitable, es un supuesto de:


a. La terapia narrativa
b. La terapia breve estratégica
c. La PNL
d. La terapia centrada en las soluciones
e. N.A.

8) Las personas cuentan con los recursos necesarios para cambiar, tiene que ver con:
a. Confianza en los recursos de las personas
b. Un enfoque centrado en las soluciones
c. Una actitud de colaboración del terapeuta con el cliente
d. T.A.
e. N.A.

9) La pregunta milagro busca:


a. Orientar a futuro
b. Construir objetivos
c. Motivar al cliente
d. T.A.
e. N.A.
78 UNIDAD III Psicoterapia sistémica I

10) La analogía de la ganzúa explica:


a. La necesidad de conocer los problemas
b. La posibilidad de resolver problemas conociendo poco o casi nada sobre ellos
c. La interpretación de los sueños
d. T.A.
e. N.A.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 79
MANUAL AUTOFORMATIVO

UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II

DIAGRAMA DE PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD IV

CONTENIDOS EJEMPLOS ACTIVIDADES

AUTOEVALUACIÓN BIBLIOGRAFÍA

ORGANIZACIÓN DE LOS APRENDIZAJES

CONOCIMIENTOS PROCEDIMIENTOS ACTITUDES


Tema N.° 1: La terapia estratégica 1.Explica los fundamentos de la terapia es- Asume una actitud crítica y analítica al com-
1.Paul Watzlawick y el MRI de Palo Alto tratégica. prender y discriminar los diferentes métodos
2.Modelo de intervención terapéuticos.
2.Explica los protocolos para casos especia-
Tema N.° 2: La terapia estratégica evolucionada les de la terapia estratégica evolucionada.
1.Giorgio Nardone
2.Protocolos para casos especiales Actividad 4
Ejemplifica los protocolos para casos espe-
Tema N.° 3: La terapia narrativa ciales de la terapia estratégica evolucionada
1.Michael White y David Epston y publica en el aula virtual.
2.Una terapia posmoderna
1.Conoce la historia y la postura posmoder-
Tema N.° 4: La metáfora narrativa na de la terapia narrativa.
1.Visión global de la práctica narrativa
2.La práctica de la externalización 2.Explica la metáfora narrativa y la visión
global de la práctica narrativa.
Lectura Seleccionada N.° 1
Tarea Académica N.°2
Autoevaluación N.°4 (evaluación final)
Elabora un resumen sobre el concepto de
la metáfora narrativa y publica en el aula
virtual.
80 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

TEMA N° 1: La terapia estratégica


Una pareja llega a consulta. Comentan con el terapeuta las constantes discusiones que han tenido últimamente. El tera-
peuta les anima a indagar sobre el problema, la historia del problema, las implicancias del mismo sobre sus vidas y, sobre todo,
cómo han estado enfrentando el problema últimamente.

La pareja, alternadamente, comenta los intentos sin éxito de resolver el problema. Pueden comentar que han conver-
sado con amigos, que han buscado información en revistas o internet, que han ido con otros terapeutas, o que han puesto
mucho de su parte, pero sin éxito.

El terapeuta se concentrará en establecer cómo ocurren las peleas, qué hacen antes, durante y después de las discusiones.
La pareja comenta que suelen discutir en casa, cuando están solos, por lo general cuando se mencionan las dificultades eco-
nómicas o las salidas con amigos por separado. Además, comentan que suelen quitarse la palabra y que buscan tranquilizarse,
pero solo consiguen generar más resentimiento.

Luego de haber establecido los intentos fallidos de solución de la pareja y de haber establecido el círculo vicioso del
problema, la secuencia del problema, el terapeuta les hace un par de comentarios en clave de metáforas o historias. Puede
comentarles cómo en la naturaleza los animales resuelven sus diferencias, cómo establecen jerarquías en los grupos o cómo
funcionan sus roles de cazadores o criadores de la prole.

Finalmente, el terapeuta les dará una prescripción que podría consistir en tener un par de discusiones durante la sema-
na, pero haciendo algunas modificaciones a su patrón de peleas. Podría pedirles que cambien la hora de pelea, o el lugar de
la casa donde esta ocurre. También podría pedirles que lo que suelen hacer luego de las discusiones lo hagan antes, o que lo
posterguen para el día siguiente. En todo caso, les deja muy en claro que es necesario que continúen con las discusiones, y les
podría hacer algún comentario para que efectivamente sigan discutiendo, como mencionarles que es necesario para recoger
más información.

Lo que se acaba de describir es una típica primera sesión desde el enfoque estratégico breve. Esta terapia es la que se
desarrolló en el MRI de Palo Alto y que desarrollaremos a continuación. Algunos aspectos del ejemplo le harán sentido al
lector, y tal vez otras no. Es necesario conocer sus bases teóricas y las prácticas terapéuticas que suele caracterizar a este en-
foque. Comenzaremos mencionando a los teóricos y terapeutas que trabajaron en el MRI y las influencias que recibieron.
Posteriormente, describiremos brevemente la teoría y supuestos básicos con los que trabaja un terapeuta estratégico.

1 Paul Watzlawick y el MRI de Palo Alto

Como ya se mencionó, el grupo de investigación del Mental Research Institute (MRI) fue uno de los primeros grupos en for-
mular aquello que vino a llamarse terapia breve estratégica. Algunos de sus investigadores fueron Paul Watzlawick, Weakland,
Fisch, entre otros.

El punto de partida fue el trabajo en hipnoterapia de Milton Erickson. Erickson se destacó por su trabajo terapéutico hecho
a la medida del cliente, breve y con utilización del trance hipnótico según su propia concepción. A pesar de ello, Erickson no
desarrolló una sistematización de sus ideas, ni una teoría. Lo que sí quedó fue una cantidad ingente de grabaciones de sus
sesiones y los libros de muchos de sus colaboradores y alumnos.

El MRI tomó, entonces, el trabajo de Erickson y lo sistematizaron hasta llegar a los postulados de la terapia breve estratégica.
Después de un estudio pormenorizado de los casos registrados, fueron estableciendo pautas de intervención y postulados
teóricos. Además, otras tradiciones orientales sobre la filosofía de la estratagema como la práctica Zen, el sofismo o algunos
escritos chinos sobre estratagemas, también aportaron a la formulación de la terapia estratégica.

Es bueno recordar también que otros grupos de investigación sistematizaron los aportes de Erickson y desarrollaron pro-
puestas terapéuticas. Puede mencionarse a Jay Haley y el centro de Washington donde desarrollaron otra versión de terapia
estratégica a partir del trabajo de Erickson y las investigaciones de Gregory Bateson. También se mencionó a Steve De Shazer
y el grupo del BFCT de Milwaukee y la terapia centrada en las soluciones. Esta última también dentro de la tradición breve y
sistémica de la terapia.

En el caso particular del MRI, la impronta de Watzlawick es inconfundible. Ya se mencionaron algunos datos biográficos de
este terapeuta en la unidad anterior. Aquí nos centraremos en dos de sus aportes más importantes, la teoría de la comuni-
cación humana y el constructivismo radical. Estas ideas, al igual que el trabajo en hipnoterapia de Erickson, configuraron la
terapia breve estratégica.

Con relación a la teoría de la comunicación humana, son particularmente populares los axiomas de la comunicación huma-
na. Junto con Donald de Ávila Jackson y Janet Beavin Bavelas, Paul Watzlawick es el autor del libro Teoría de la comunicación
humana: interacciones, patologías y paradojas, donde explican su teoría sobre la comunicación, tanto normal como patológi-
ca, y los aspectos paradójicos de la comunicación. Pasaremos a continuación a mencionar brevemente estos axiomas.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 81
MANUAL AUTOFORMATIVO

El primer axioma dice que es imposible no comunicar. Por lo general se piensa en comunicación en términos de hablar o escri-
bir, pero tengamos en cuenta que toda conducta e interacción también es comunicación. Hay aspectos verbales y no verbales de
la comunicación. En ese sentido, el silencio, una mirada, cierta postura al sentarse, una marcha particular al caminar, el tono
de voz con el que se dicen las cosas, o cierta prenda de ropa son comunicación.

Comunicamos todo el tiempo, porque todo el tiempo nos estamos comportando e interactuando. Todo acto conductual trans-
mite un mensaje, por eso decimos que es imposible no comunicar. Si todo comunica, entonces debemos estar atentos a todos
los mensajes que damos y recibimos a lo largo del día. Al entender este axioma, prestamos atención a las palabras, pero también
a las acciones conductuales.

El segundo axioma dice que toda comunicación tiene un aspecto de contenido y otro relacional. Cuando se transmite un men-
saje no solamente se da información, sino que se transmiten pistas sobre cómo debe ser interpretado el mensaje. El aspecto de
contenido es la información que se transmite en el mensaje. El aspecto relacional son las pistas que acompañan al mensaje y
que llevan información sobre cómo debe interpretarse o entenderse dicho mensaje.

Por ejemplo, en el trabajo el jefe puede hacer un comentario a uno de sus trabajadores sobre un pequeño error, dándole indica-
ciones sobre qué hizo mal y qué puede hacer en el futuro para corregirse. El contenido vendría a ser la información sobre qué
salió mal en el proceso y qué indicaciones debe contemplar en el futuro. Ahora, si esa información la da en un tono amable y
tranquilo o más bien enojado y fastidiado, corresponderá al aspecto relacional, que dirá al empleado si tomar esa conversación,
una indicación o un regaño.

El tercer axioma explica que, en una relación comunicacional, los participantes atribuyen la naturaleza de su relación a través
de la puntuación de las secuencias de comunicación. La puntuación de las secuencias de comunicación es la interpretación que
los comunicantes dan a su comunicación y las explicaciones que dan a sus mensajes y a los aspectos relacionales.

Así, cierta relación puede calificarse positiva o negativamente dependiendo de cómo los integrantes puntúen la comunicación.
Por ejemplo, mientras transcurre una comunicación en un café entre dos amigos y mientras los mensajes van y vienen entre
ambos, los amigos irán atribuyendo significados a las palabras, gestos, ademanes y tono de voz, entre otras cosas, para poder irse
explicando si dicha conversación es amena, desagradable o aburrida.

El cuarto axioma menciona que toda la comunicación puede ser digital o analógica. La comunicación digital es aquella que
utiliza los códigos del lenguaje para dar un mensaje. Por ejemplo: un discurso, una novela escrita o cualquier verbalización. La
comunicación analógica es aquella que se sirve de lo no verbal para comunicar, por ejemplo, gestos, miradas, ademanes, postu-
ras, marcha o cualquier conducta que prescinda del lenguaje verbal.

Recordando el axioma segundo, sobre los niveles de contenido y de relación, el nivel de contenido de una comunicación es
digital y el nivel relacional es analógico. Lo analógico explica lo digital. El tono de voz o la mirada dan pistas sobre la intención
o emoción con la que se dicen las cosas, por ejemplo. Mientras que lo digital es arbitrario, lo analógico guarda relación con
aquello que significa.

Finalmente, el quinto axioma dice que las interacciones comunicacionales pueden ser simétricas o complementarias. Las re-
laciones simétricas son igualitarias, las complementarias se caracterizan por las diferencias entre sus interactuantes. Por ejem-
plo, una relación entre dos hermanos es simétrica y aquella entre un padre y un hijo es complementaria. Ya sea simétrica o
complementaria, ambos miembros participan voluntariamente de la relación. Incluso se podría pasar de relaciones simétricas
a complementarias a lo largo del tiempo o dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, un sujeto puede mantener una
relación simétrica, entiéndase igualitaria, con su esposa, pero en el trabajo asumir una postura complementaria como jefe de
una división. En este segundo escenario su rol de jefe complementa a sus colaboradores por las directivas que debe dar, y así la
oficina es funcional.

Además de estos axiomas, Watzlawick se ocupó de la comunicación patológica. Cada axioma tiene una expresión en la comuni-
cación patológica. Con relación al primer axioma, como es imposible no comunicar, la patología surge cuando uno de los inter-
locutores no desea comunicarse. En ese caso, como no puede no comunicar, recurrirá a rechazar la comunicación, aceptarla,
descalificarla o responder con un síntoma como mensaje de rechazo.

Con respecto a los niveles de contenido y relación, la patología surge con el desacuerdo entre estos niveles. Puede haber un
desacuerdo en el contenido, pero un acuerdo en la relación. Puede haber un desacuerdo en el contenido y en la relación. O
puede haber un desacuerdo en la relación y un acuerdo en el contenido.

Con relación a la puntuación de la secuencia de comunicación, la patología ocurre cuando uno de los interlocutores no cuenta
con toda información y tampoco sabe que desconoce esa parte. Así, pueden generarse discusiones o distanciamientos en una
relación cuando no se tiene toda la información y se hacen suposiciones o inferencias equivocadas sobre las intenciones de los
demás.

Sobre lo digital y analógico, la patología aparece cuando hay errores de traducción entre estos dos aspectos de la comunicación.
82 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

Por ejemplo, un regalo puede interpretarse como una muestra de afecto o un soborno, dependiendo de qué significado (di-
gital) se asigne al gesto de regalar algo (analógico).

Con relación a las comunicaciones simétricas, estas podrían convertirse en una escalada simétrica, cuando hay una competen-
cia en búsqueda de romper la igualdad. Un ejemplo de escalada simétrica podría verse en la competencia que surge en una
pareja por romper la igualdad y la intención de una imposición. Sobre las relaciones complementarias, la patología se expresa
en la complementariedad rígida. Esta complementariedad es rígida cuando alguno de los miembros no está de acuerdo con
su posición en esa relación, o cuando no se puede transitar entre una posición superior e inferior intermitentemente.

El otro aporte destacado de Watzlawick fueron sus ideas sobre el constructivismo radical. Básicamente, esta nueva epistemolo-
gía dice que no se puede conocer la realidad independientemente del observador. Es más, el ala radical dice que es imposible
determinar si la realidad existe, ya que es imposible conocerla en su versión original y, por lo tanto, debe abandonar una
concepción ontológica de la realidad.

«En nuestra historia de las ideas, la epistemología —el estudio de lo podemos conocer y de cómo llegamos a hacerlo— ha
estado siempre ligada a la concepción según la cual el conocimiento debe ser una representación de un mundo externo,
ontológico. El constructivismo procede abandonando esta convicción y afirma, por el contrario, que el conocimiento debe
ser operativo para que se adapte a nuestros objetivos, y que se debe armonizar con nuestro mundo perceptivo, porque es el
único mundo que nos interesa» (Von Glasersfeld, en Watzlawick & Nardone, 2000).

El constructivismo es escéptico sobre lo que nuestros sentidos nos muestran sobre la realidad. Para el constructivismo no se
puede confiar en el sistema cognitivo ni perceptivo, ya que no son capaces de aprehender la realidad en su «versión original»,
sino que solo nos muestra una versión modificada por estos mismos sistemas. Así, lo «verdadero» del conocimiento humano
se pone en entredicho, ya que dependen de sistemas falibles y limitados de percepción.

La cibernética también hace su aporte al constructivismo. La cibernética tiene que ver con cómo los sistemas se autorregulan
a través de las entradas y salidas de información y de la retroalimentación positiva o negativa sobre estas interacciones. Espe-
cialmente la cibernética de segundo orden pone énfasis en el papel del observador en el acto de conocer. Esto viene a ser no
solo un acto de conocer, sino un acto de construir el conocimiento. El observador construye el conocimiento de la realidad a
partir del acto de conocer, ya que lo hace con un sistema perceptivo y cognitivo influenciado por prejuicios.

Estos aportes y otros han influenciado en la terapia breve estratégica. La hipnoterapia de Erickson, las investigaciones socia-
les de Bateson, la teoría de la comunicación humana y el constructivismo radical son algunas de las principales fuentes que
nutren la terapia estratégica. A continuación, explicaremos brevemente los principales planteamientos teóricos de la terapia
estratégica.

2 Modelo de intervención

Como ya se dijo, la terapia estratégica es una terapia breve, posmoderna, constructivista y orientada al problema y las estra-
tagemas para desbloquear las conductas que mantienen y nutren el problema. Suele caracterizarse por sus intervenciones
paradójicas, pero no son las únicas.

El rol del terapeuta suele caracterizarse por la búsqueda de la ampliación de su margen de maniobra. Siguiendo la tradición
ericksoniana, el terapeuta controla la información que recoge de los clientes y la utiliza para fabricar estrategias, hechas a me-
dida de cada temática, para desbloquear las conductas problemáticas. También se suelen utilizar estratagemas para inducir al
cliente a ciertas experiencias que conduzcan a la desintegración del problema. Son comunes las comunicaciones paradójicas,
como la prescripción del síntoma, o las comunicaciones indirectas, a través de metáforas.

Ante problemas persistentes, la terapia estratégica despliega una serie de estratagemas para desbloquear los intentos fallidos
de solución. A continuación, se describen algunas de estas estratagemas y la concepción básica sobre los problemas y cómo
solucionarlos.

A continuación se describirá, brevemente, la teoría sobre el problema que sustenta la terapia estratégica. Esta descripción ex-
plica cómo se conciben los problemas y cómo deben abordarse. Esta descripción es muy sucinta y deja fuera muchos aspectos
sobre el rol del terapeuta y los tiempos de la terapia. La terapia estratégica suele ser estructurada y posee procedimientos y
estrategias que se aplican paso a paso durante la terapia.

Comencemos por las dificultades. Estas son acontecimientos que ocurren fortuita, cotidiana o eventualmente. El nacimien-
to de un bebé, el despido de un trabajo, una mudanza, la pérdida de un ser querido, un accidente de tránsito, el estrés del
trabajo, un matrimonio, etc. Estos acontecimientos demandan una respuesta adaptativa de la persona y de su red social. Si la
persona responde adecuadamente, entiéndase por adecuado lo más adaptativo o útil posible, entonces esa dificultad pasará
y la persona continuará con su vida. Tal vez le genere algún estrés o molestia mientras resuelve el asunto, pero esa molestia le
impulsará a encontrar una solución o será leve y no significará mayor inconveniente.

La cuestión es que no todas las personas responden adaptativamente a las dificultades normales de la vida. Esto depende del
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 83
MANUAL AUTOFORMATIVO

sistema perceptivo – reactivo. Este sistema consiste en las percepciones y cogniciones que ayudan a la persona a responder de
tal o cual manera ante la dificultad. Este sistema está conformado por las creencias, opiniones, prejuicios, memoria, pensamien-
tos, emociones, actitudes y valores de las personas. Todo este sistema cognitivo está modelado por las experiencias previas de la
persona, sus antecedentes familiares, culturales, sociales e interpersonales y, además, se auto-refuerza.

Ciertas experiencias previas notifican a la persona sobre tal o cual cosa. La ansiedad de la primera exposición en el colegio, el
miedo ante un perro enorme cuando se tenía cinco años, la alegría por los regalos de Navidad, el enojo por el castigo paterno,
etc. Estas experiencias van modelando las creencias, valores y actitudes de la persona. Cuando el sujeto se enfrenta, posterior-
mente, a experiencias similares, este sistema perceptivo – reactivo conducirá a la persona a responder de una manera similar.
Así, con cada experiencia nueva que se vaya teniendo, la persona irá reforzando sus reacciones ante situaciones parecidas.

Una mujer que se angustiaba de niña cuando el padre salía de casa por la noche y abandonaba por un par de días a la esposa
con sus tres hijas, podría responder con una angustia similar cuando el esposo le indica que saldrá con sus amigos a tomar unos
tragos. Esta angustia será parte del sistema perceptivo – reactivo que le indicará a esta mujer que corre riesgo de ser abandonada
por el esposo, así como fue abandonada por su padre cuando era niña.

Este sistema perceptivo – reactivo induce, producto de la interpretación que hace de la dificultad, a ciertas soluciones ensaya-
das. Estas soluciones ensayadas están informadas por el sistema perceptivo – reactivo; es decir, que son producto y están en la
línea de este. Estas soluciones ensayadas son intentos fallidos de solución de la dificultad, no son útiles ni adaptativos.

En el ejemplo de la mujer que se angustia por la salida de su esposo, porque presume un abandono, podría ensayar algunas
soluciones fallidas como enojarse, presumir lo peor, llamarlo insistentemente, llorar y gritar cuando hable con él, ir a buscarlo
a donde se encuentra, insomnio, discutir cuando él llegue a casa, amenazar con irse de la casa o divorciarse, etc.

Estos intentos fallidos de solución lo que logran es agravar la dificultad y convertirla en un problema, problema que se cronifica-
rá y se intensificará con el tiempo. A partir de ahí, cada vez que el esposo salga se repetirán los mismos intentos fallidos de solu-
ción, la mujer reaccionará con las mismas demandas en tono de llanto y gritos y con discusiones y peleas. De esta forma estamos
ante el nacimiento del problema. Este problema, las discusiones y peleas serán el motivo de consulta de la pareja en la terapia.

Así, el terapeuta estratégico que recibe a la pareja y el motivo de consulta, debe indagar en la historia del problema para deter-
minar cuál es el sistema perceptivo – reactivo y los intentos fallidos de solución que sostienen el problema actual. Es importante
para el enfoque estratégico determinar la secuencia del problema. En otras palabras, para poder intervenir estratégicamente, el
terapeuta necesita conocer cómo es que el problema ocurre (dónde, cuándo, con quién, con qué frecuencia, sobre qué tema,
etc.) y qué es lo que sostiene el problema en el tiempo. Acá tenemos tres conceptos fundamentales: la secuencia problema
(cómo ocurre el problema), el sistema perceptivo – reactivo (cómo interpreta la persona las dificultades) y los intentos fallidos
de solución (las reacciones de las personas a las dificultades que, paradójicamente, en lugar de solucionarlas las agravan).

Resumiendo, las intervenciones estratégicas pueden ser de dos tipos: retroalimentación reestructurante y prescripciones te-
rapéuticas. La reestructuración tiene que ver con los comentarios, preguntas, historias, metáforas o retroalimentación que el
terapeuta da a los clientes y que tienen una intención de reestructurar el sistema perceptivo – reactivo del cliente.

Lo que se busca con los comentarios o metáforas reestructurantes es brindar a las personas, de forma indirecta y velada, nuevas
formas de interpretar las situaciones. Se hace a través de metáforas o historias para evitar la censura del cliente y dirigirlas hacia
el inconsciente. Recuérdese que la terapia estratégica está inspirada en el trabajo de Erickson, y él solía creer en los recursos y
fuerza del inconsciente como fuente de recursividad y mejoría.

El otro tipo de intervenciones, las prescripciones, son tareas que se deja al cliente para que ejecute entre sesión y sesión, y que
buscan dar al cliente nuevas experiencias que corrijan e interrumpan la secuencia problema. Estas tareas pueden ser de muchos
tipos (para pensar, hacer, observar, etc.) y se prescriben dependiendo del momento de la terapia y la motivación del cliente.
Estas prescripciones pueden ser directas, indirectas o paradójicas. En el siguiente tema se detallará más el tipo de intervenciones
que se hacen en terapia estratégica.
84 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

TEMA N° 2: La terapia estratégica evolucionada


Piense en cuánto han cambiado las computadoras desde sus primeras versiones hasta las actuales. Aquellas máquinas
que en un principio ocupaban habitaciones enteras y solo podían hacer un número reducido de acciones a la vez han venido
a convertirse en artefactos omnipresentes en casas, oficinas, medios de transporte o de comunicación. Gobiernos, empresas,
hogares, profesionales, artistas, estudiantes o cirujanos usan a diario computadoras para un sinfín de actividades. Ya no po-
dríamos pensar nuestras vidas sin computadoras, porque han evolucionado mucho y se han perfeccionado a tal punto que
casi la totalidad del quehacer humano está mediado por una de ellas.

Algo así ha pasado con la terapia breve estratégica: evolucionó. La terapia breve estratégica se desarrolló y se perfeccio-
nó a tal punto que se han desarrollado protocolos específicos para casos específicos a partir de la investigación clínica. Una
terapia breve y de alta efectividad es lo que caracteriza a la terapia breve estratégica.

Piense en una terapia que sea breve, que dure pocas sesiones, que tenga una alta efectividad, que esté respaldada por la
investigación y la experiencia clínica. Además, piense en una terapia que se haya refinado tanto que cuente con preguntas
específicas y tareas específicas para cada caso en particular. A este grado de refinamiento y evolución ha llegado la terapia
breve estratégica.

Actualmente, la terapia breve estratégica cuenta con protocolos para diferentes casos. Estos protocolos consisten de rece-
tas, paso a paso, para diferentes problemas. Están incluso pautadas el número de sesiones y las prescripciones recomendadas
para cada problema.

Las preguntas que se hacen en la sesión también han evolucionado y se constituyen en estratagemas que conducen a la
persona a nuevas experiencias que buscan reactualizar el sistema perceptivo – reactivo.

El principal responsable de esto es Giorgio Nardone y su equipo de Arezzo, Italia. En el presente tema veremos breve-
mente cómo Nardone y su equipo, a través de la investigación, han desarrollado la terapia estratégica hacia la efectividad, la
validación clínica y los protocolos hechos a medida. También se considerarán, en la segunda parte, algunos protocolos para
algunos casos específicos, sesión por sesión.

1 Giorgio Nardone

Giorgio Nardone, psicólogo y psicoterapeuta italiano, es el director del Centro di Terapia Strategica di Arezzo. Fue alumno
de Paul Watzlawick y se considera el principal heredero y promotor de la terapia breve estratégica formulada originalmente
por el MRI de Palo Alto. Su trabajo es conocido por su labor terapéutica, de formación de terapeutas y como investigador y
escritor.

Su trabajo suele abarcar no solamente el ámbito clínico, sino también el área organizacional con el coaching estratégico y el
problem solving estratégico. También tiene aplicaciones en el ámbito educativo y deportivo. En sus mismas palabras, Nardone
considera su trabajo entre el «arte» y la «ciencia», ya que ha llegado a refinar la terapia estratégica de tal forma que existen
protocolos específicos para problemas específicos como trastornos obsesivos, trastornos de la alimentación, trastornos fóbi-
cos, depresión, entre otros. Además de los tres modelos de intervención breve (la terapia breve estratégica, el problem solving
estratégico y el coaching estratégico), Nardone ha desarrollado treinta protocolos de tratamiento formalizados y cuarenta
estratagemas terapéuticas específicas elaboradas para las diferentes patologías que se encuentran en la consulta.

Nardone, como estudiante en la Universidad de Siena, conoció el trabajo de Don Jackson y el MRI de Palo Alto en una tesis
sobre la efectividad de la psicoterapia. A partir de ahí, conoció también el trabajo de Paul Watzlawick sobre la pragmática de
la comunicación y su aplicación en la terapia familiar. En los años 80’s, y gracias a una beca de su universidad, Nardone se
forma como terapeuta en el MRI.

A partir de allí, Nardone desarrolló una forma de terapia que sea breve e inicialmente dirigida a los trastornos fóbicos y obse-
sivos. Con el paso del tiempo se ha convertido en el principal difusor y entrenador de la terapia breve estratégica con muchas
publicaciones y formaciones en muchos países, principalmente en Europa. El aporte de Nardone radica en la investigación
de los aspectos clínicos de la terapia y en la sistematización de los protocolos de intervención, así como en la difusión de la
terapia.

2 Protocolos para casos especiales

A continuación, se detallará el protocolo general de intervención de la terapia breve estratégica. Este protocolo se adecua a
cada caso en particular, sobre todo en las prescripciones que se indican, pero siguen la misma organización y lógica de eje-
cución.

El primer paso tiene que ver con el primer contacto y con la iniciación de la relación terapéutica. Lo que se busca en este
momento de la sesión es observar, aprender y hablar el lenguaje del paciente. En estos primeros minutos de conversación,
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 85
MANUAL AUTOFORMATIVO

y con el objetivo de construir la relación terapéutica, se busca entrar en sintonía con las modalidades de representación de la
persona que está pidiendo ayuda.

Utilizando el mismo lenguaje de la persona, sus expresiones y giros expresivos, así como calcando su lenguaje no verbal, logra-
mos empatizar con el paciente y generar un clima emocional de confianza y seguridad. La intención es facilitar el rapport y
construir un buen setting terapéutico.

Seguidamente, se debe definir el problema. Al definir el problema se debe aclarar, de un modo concreto, cuál es el problema
y el sistema interactivo disfuncional que lo mantiene. Para ello se indaga sobre qué pautas de comportamiento habitual del
paciente se observan, qué identifica el paciente como problema suyo, de qué modo se manifiesta el problema, con quién apa-
rece el problema, con quién el problema se enmascara, con quién el problema no aparece, cuándo se manifiesta normalmente,
dónde y en qué situaciones aparece el problema, con qué frecuencia e intensidad se manifiesta el problema, en qué contextos
aparece, qué se ha hecho y qué se ha hecho correctamente para resolver el problema (ya sea el paciente solo o con otros),
qué tipo de equilibrio domina el problema, para qué sirve, cuál es su función, a quién o qué beneficia y quién podría resultar
dañado por la solución del problema.

Estas preguntas buscan orientar la exploración del problema hacia la construcción del sistema interactivo disfuncional que es,
en otras palabras, los intentos fallidos de solución que mantienen con vida al problema. Esta exploración debe hacerse lo más
minuciosa y concretamente posible con la intención de establecer un panorama claro del problema y establecer las mejores
estrategias para su solución.

Una vez explorado el problema se procede al acuerdo sobre los objetivos de la terapia. Estos objetivos deben ser trabajables; es
decir, deben acordarse en conjunto y de acuerdo a las posibilidades de la terapia. Se suele usar una escala gradual donde se van
mensurando los objetivos alcanzados. Por ejemplo, una escala de 1 a 10 donde 1 representa un malestar total y 10 la solución
total del problema y los puntos intermedios representan diferentes situaciones de solución. También se busca que los objetivos
sean pequeños y que se vayan alcanzando progresivamente.

La gradualidad y progresividad de los objetivos permiten ir verificando y controlando el trabajo terapéutico. De esta forma se
va ajustando la estrategia según se vayan alcanzando o no los objetivos, y también se puede ir afinando el objetivo de trabajo
según los nuevos entendimientos del paciente conforme progresa. Algo que caracteriza a la terapia estratégica son los mensajes
paradójicos. Por ejemplo, con respecto a los objetivos, se le suele pedir a los pacientes que vayan despacio en el camino de ir
consiguiendo mejorías y progreso. Paradójicamente, y es lo que se espera estratégicamente, los pacientes suelen responder
yendo más rápido y aplicando mayor velocidad en su mejoría y en la promoción del cambio.

Luego de establecidos los objetivos, se procede a individualizar el sistema perceptivo – reactivo del paciente que mantiene el
problema. Con esto queremos decir que se busca determinar con precisión cómo es que se aguanta el problema y cuáles son
los factores que lo sostienen. Estos factores son considerados el foco que debe ser intervenido para tener mayor probabilidad
de éxito en la terapia.

En este punto se deben identificar dos cosas, el sistema relacional interpersonal y el sistema perceptivo – reactivo. Cuando ha-
blamos del sistema relacional interpersonal nos estamos refiriendo a las interacciones sociales que podrían estar influenciando
en las soluciones ensayadas. Recuérdese que las soluciones ensayadas son los intentos fallidos de solución que agravan las difi-
cultades y terminan convirtiéndolas en problemas. El sistema perceptivo – reactivo tiene que ver con las soluciones intentadas
por el paciente y que mantienen el problema.

Una vez determinados estos sistemas, se procede a programar la acción terapéutica y las estrategias de cambio. La terapia breve
estratégica suele adscribirse a los siguientes principios sobre el trabajo terapéutico. En primer lugar, la terapia debe adaptarse al
paciente. Esto tiene que ver con presentar la intervención en el mismo lenguaje o sistema representativo del paciente. Es decir,
las prescripciones y redefiniciones que se presenten deben hacerse en términos familiares y relevantes para el cliente, que estén
en sintonía con sus experiencias de vida y educación.

Esto también tiene que ver con ir ajustando las estrategias conforme se observe su efectividad. Si se ve que cierta estrategia no
funciona, entonces debe cambiarse por otra o complementarse con otra más acorde a la experiencia y motivación del paciente.
Por ejemplo, si el paciente no cumple con una tarea de «hacer algo» podría cambiarse por una tarea de «observar algo» o cual-
quier otra modalidad más en consonancia con el nivel de compromiso y motivación de la persona.

Conforme se revisan los resultados de las estrategias es importante dirigir la atención del paciente a los cambios menores y tri-
viales, a los pequeños detalles de las situaciones. Allí es donde suelen aparecer los primeros cambios, pero por su significancia
suelen pasados por alto por la persona. También es importante que el ambiente de la sesión sea un ambiente sugestivo y que el
terapeuta adopte cierto carisma y use un lenguaje imperativo. Esto último tiene que ver con el tipo de relación y lenguaje que
usaba Milton Erickson como hipnoterapeuta. Se puede incluso usar este tipo de comunicación sin la necesidad de inducir a un
trance formal al paciente.

A continuación se detallará un poco cuáles son las acciones y el estilo de comunicación terapéutica. En primer lugar, el terapeu-
ta estratégico aprende a hablar el lenguaje del paciente. El terapeuta aprende a cultivar el estilo perceptivo y comunicativo de
86 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

la persona. Esto significa comunicar en términos que sean relevantes para las creencias y valores de la persona, retroalimentar
usando las expresiones del sujeto, usar metáforas que hagan sentido a la persona y todo aquello en consonancia con la per-
cepción del cliente sobre su vida.

Una estrategia usada para lograr esta sintonía es el calcado. Esto significa copiar, pero sin ser evidentes ni exagerados, el len-
guaje no verbal del paciente, su postura, por ejemplo. Si el paciente cruza las piernas, el terapeuta puede cruzar los brazos o
los dedos de las manos. Si el paciente se inclina hacia un costado, el terapeuta puede hacer lo mismo, pero en sentido contra-
rio. El asunto consiste de microexpresiones que transmiten, a nivel inconsciente, cierta sintonía y empatía.

La reestructuración es otra forma en que se utiliza el lenguaje terapéuticamente. Si se cambia el marco de referencia se
cambia también, de manera indirecta, el significado mismo. Si se cambia el punto de observación, cambia también la misma
realidad. La reestructuración o redefinición tiene que ver con ayudar al cliente a interpretar su realidad con otros referentes,
más útiles y adaptativos.

Estas reestructuraciones pueden ser actos comunicativos verbales, acciones del terapeuta o prescripciones de comportamien-
to. Pueden ser, por ejemplo, redefiniciones cognoscitivas. Una conducta que el paciente describe como tímida o introvertida
puede ser redefinida como reflexiva o introspectiva, la intromisión de una madre con un hijo adolescente puede redefinirse
como buenas intenciones o mensajes de «tú no puedes solo», según sea el caso y el objetivo terapéutico que se persiga.

También podrían usarse reestructuraciones paradójicas o metáforas. Las primeras son paradójicas porque se declaran en
cierto sentido, pero buscan obtener el resultado contrario, como pedirle a un paciente que colabore menos para que lo haga
más. Las metáforas tienen la ventaja de, al ser historias analógicas a la situación del paciente, transmitir mensajes de forma
indirecta y dirigidas al inconsciente. Por ejemplo, a un adolescente con problemas de autoestima podría contársele la historia
de un superhéroe que ayuda a los demás a pesar de las dificultades propias que podría tener.

La reestructuración también podría hacerse a partir de una sugestión evocativa, a través del uso del lenguaje expresivo, como
figuras literarias o giros idiomáticos. Al usar el lenguaje en este sentido se busca evocar emociones e imágenes que conduz-
can a la reestructuración cognitiva del cliente. Por ejemplo, el terapeuta podría detenerse a detallar un ambiente agradable
como una playa o un campo frente a un paciente que busca crear un lugar seguro que le ayude a enfrentar alguna situación
estresante o angustiante.

La intención con las redefiniciones es cambiar el mapa mental del sujeto sobre tal o cual cosa. Estas maniobras verbales de
reestructuración han de suscitar dudas que ocupen el lugar de la habitual rigidez perceptivo – reactiva del cliente, así deja al
descubierto fallos en su sistema cognitivo y conductual. Se busca instalar dudas, mostrar incongruencias, sembrar ideas y no
necesariamente retar directamente las creencias del cliente. Una vez instalada la duda, esta irá haciendo lo suyo con el paso
del tiempo.

Otro aspecto de la comunicación terapéutica tiene que ver con evitar las formas lingüísticas negativas. En lugar de criticar y
negar la actuación del cliente, aun cuando sea ésta absolutamente errónea o disfuncional, resulta mucho más eficaz gratificar
a la persona y, por medio de esta gratificación, impartir órdenes orientadas a la modificación de su conducta. En lugar de ello,
el terapeuta prescribe acciones y comportamientos claramente contrarios a la conducta precedente.

El uso de la paradoja y la comunicación paradójica ocupa un lugar importante en la terapia estratégica. La paradoja posee
la propiedad de desquiciar los círculos viciosos y recurrentes de soluciones intentadas, porque pone en crisis el sistema pre-
existente de percepciones de la realidad y reacciones ante ella. Esto se llama conflicto benéfico, porque la paradoja pone en
entredicho el sistema perceptivo – reactivo a partir de mensajes indirectos y dirigidos al inconsciente. De esa forma introduce
una pequeña duda que, con el tiempo, modificará dicho sistema.

Una máxima de la terapia estratégica es: lo semejante se cura con cosas semejantes. Esto quiere decir que, al prescribirse el
síntoma, se obtiene el resultado contrario, logrando que la persona abandone el síntoma por el hecho de haber sido prescrito
por el terapeuta. Se crea la paradoja de hacer voluntario un síntoma que, como tal, ha de ser algo incontrolado e involunta-
rio, con el efecto de que llega a anularse, pues desde el momento en que un síntoma se convierte en voluntario pierde por
completo su valor sintomático.

Al igual que Erickson, el uso de la resistencia se utiliza con fines terapéuticos. El doble vínculo terapéutico tiene que ver con el
doble mensaje, por parte del terapeuta, de esperar colaboración del paciente y al mismo tiempo frustrar sus intentos de cola-
boración. O también, pedirle al cliente que siga evitando la colaboración, en cuyo caso, al hacer la resistencia algo solicitado,
pierde su naturaleza de resistencia y se la neutraliza. La resistencia prescrita deja de ser resistencia y se convierte en cumpli-
miento, en colaboración. Esto lleva a una promoción de la colaboración terapéutica y a la anulación de la misma resistencia.

También se hace uso de anécdotas, relatos y lenguaje metafórico. Las anécdotas, breves historias o episodios acaecidos a otras
personas, fomentan la proyección e identificación. De esta forma, se puede transmitir recomendaciones o sugerencias de
manera indirecta y burlando la censura de la mente consciente. Este tipo de retroalimentación minimiza la resistencia de la
persona, ya que esta no es del todo consciente de que estos relatos vulneran sus creencias, valores y actitudes sobre el proble-
ma y su forma de enfrentarlo. Empero, el objetivo no es cambiar radicalmente un valor por otro, sino crear pequeñas dudas
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 87
MANUAL AUTOFORMATIVO

en el sistema de creencias de la persona. Con todo, estos relatos deben guardar cierta consonancia por los valores y actitudes
de la persona para que sean aceptables.

Otro beneficio del lenguaje metafórico es que le permite a la persona evocar sensaciones y emociones que abren una brecha
en su rígida percepción de la realidad y su reacción ante ella. Este lenguaje evocador de emociones e imágenes permite crear
nuestras realidades y nuevas formas de ver las cosas, más útiles y adaptativas para la persona, y le facilitan la interrupción del
círculo vicioso.

Junto con el uso estratégico del lenguaje, la terapia estratégica echa mano de las prescripciones de comportamiento. Estas han
de seguirse en la vida cotidiana fuera de la sesión en el intervalo entre un encuentro y el siguiente. Estas prescripciones pueden
ser de tres tipos: directas, indirectas y paradójicas.

Las prescripciones directas son indicaciones directas y claras de acciones que hay que hacer y que tienden a la solución del
problema presentado o al logro de los objetivos progresivos del cambio. Este tipo de prescripciones es útil en personas colabo-
radoras y que oponen escasa resistencia al cambio. La otra función habitual es la consolidación en la siguiente fase a la ruptura
del sistema disfuncional mediante acciones conscientes progresivas.

Las prescripciones indirectas enmascaran su verdadero objetivo, mediante ellas se prescribe hacer algo con el fin de producir
otras cosas distintas de lo que se ha declarado o prescrito. Por ejemplo, se puede pedir a la persona que cuente sus pasos y que
los anote en una libreta mientras se enfrenta a una situación social fóbica, como hacer una compra o reclamar por un mal
servicio.

Se busca el desplazamiento del síntoma. La atención se ha desplazado del síntoma a la tarea, produciendo la neutralización
de la manifestación del problema mediante un conflicto benéfico. De esta forma, se evita la resistencia al cambio. A los agora-
fóbicos, Nardone suele pedirles que salgan a dar un paseo a la calle pero que hagan piruetas o den vueltas cada tantos pasos
mientras atraviesan la puerta hacia el exterior. De esta forma se desplaza la atención hacia la tarea y se evita la resistencia de no
salir y exponerse al exterior.

El tercer tipo de prescripciones son las paradójicas. Consiste en prescribir el comportamiento sintomático mismo, ya que de esta
manera se coloca a la persona en una situación paradójica de tener que realizar voluntariamente aquello que es involuntario e
incontrolable y que siempre ha intentado evitar. La ejecución voluntaria del síntoma anula al síntoma mismo.

Los pacientes raras veces ejecutan las prescripciones, en especial las indirectas y paradójicas. Muchas veces el solo hecho de
pensar en su ejecución anula la conducta problemática. En ambas situaciones, la ejecución o no ejecución de las prescripcio-
nes, la conducta problemática es abandonada y reemplazada por otra mejor adaptada. Para ello, las prescripciones deben ser
impuestas en un lenguaje pausado y medido, repitiendo varias veces el imperativo. Se suele dar la prescripción al final de la
sesión, convirtiéndose en la última comunicación que recibe la persona del terapeuta.

Luego de la ejecución de la prescripción y de la evidencia del abandono del síntoma, se debe redefinir el resultado y felicitar
a la persona por la capacidad demostrada. Los pasos para construir una prescripción paradójica son: copiar, en la lógica de
intervención, la estructura de la persistencia del problema; guiar al cliente, mediante estratagemas que soslayen su resistencia,
hacia experiencias concretas de cambio; finalmente, conducir al paciente a la confianza en los propios recursos personales y a
la recuperación de la completa autonomía e independencia.

Por ejemplo, la tarea de las peores fantasías consiste en pedir a la persona que por media hora, todos los días, se dedique a evo-
car sus peores fantasías y miedos. La intención es hacer voluntario el síntoma, en este caso la ansiedad. Al pedir al paciente que
ejecute el síntoma de manera voluntaria, prescrita, y al mismo tiempo modificando la secuencia problema, porque se le pide
que lo haga en determinado lugar y hora, se conduce al paciente al abandono de la conducta sintomática.

La conclusión del tratamiento consiste en la consolidación de la autonomía de la persona para tratar sus asuntos por sí misma.
Se hace una recapitulación del proceso terapéutico y se explican las estrategias utilizadas, y la forma en que le han sido útiles. Se
debe poner de relieve la capacidad que la persona ha demostrado, su constancia y tenacidad en las acciones que ha realizado.
También se pone de relieve la capacidad y autonomía de la persona para afrontar posibles dificultades futuras y cómo puede
hacerles frente con aquello que ha aprendido durante la terapia.
88 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

ACTIVIDAD FORMATIVA N° 4
Ejemplifique los protocolos para casos especiales de la terapia estratégica evolucionada y publique en el aula virtual.

Instrucciones
• Lea el tema 1 y 2 sobre la terapia breve estratégica y su versión evolucionada.
• Ejemplifique los protocolos para casos especiales de la terapia estratégica evolucionada.
• Publique su resumen en el aula virtual, en la fecha señalada.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 89
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 3: La terapia narrativa


Normalmente, cuando se hace referencia a la terapia sistémica, se suele pensar en la terapia familiar más tradicional. Por
ejemplo, viene a la memoria la terapia estructural de Salvador Minuchin o el trabajo del grupo de Milán sobre esquizofrenia y
trastornos alimenticios.

Se suele pensar en la terapia sistémica en términos de teoría general de sistemas, teoría de la comunicación, cibernética, la
teoría del doble vínculo, etc. Este tipo de terapias se desarrolló en épocas donde la familia tradicional seguía siendo la mayoría.
Hacemos referencia a las épocas del trabajo de terapeutas como Virginia Satir, Salvador Minuchin, Milton Erickson, entre otros.

Pero, así como la sociedad y la familia cambiaron, también lo hizo la terapia sistémica. La terapia narrativa, que algunos
dudarían en considerarla dentro de las terapias sistémicas, se aleja mucho epistemológicamente de aquellas terapias sistémicas
anteriores.

La terapia narrativa surge en una cultura posmoderna, donde los valores de la modernidad son cuestionados y existe cierta
desilusión por la situación social actual. Grandes cambios políticos, sociales y culturales han ocurrido. Pongamos por ejemplo
la anticoncepción y los efectos en la conducta sexual de las personas y la conformación de las familias. La anticoncepción logró
separar la sexualidad de la procreación y dio mayor énfasis al fin erótico y recreativo de la sexualidad, cuando antes el énfasis
estaba en la procreación.

Este y muchos otros ejemplos, como las reconfiguraciones políticas en oriente y occidente, han cambiado el entramado so-
cial y también a las familias. En una sociedad donde los valores son relativos, se han abandonado los absolutos morales, internet
y el crédito hacen todo instantáneo y rápido. Las personas huyen del dolor normal de la vida con pastillas y entretenimiento, y
muchas cosas más. Las relaciones familiares y cómo están compuestas ha cambiado mucho.

La terapia también debe poder responder a los cambios sociales y culturales. En este aspecto, la terapia narrativa se encuen-
tra en posición de responder a los individuos y familias de este nuevo contexto. La terapia narrativa es una terapia posmoderna,
que abandona la metáfora estructuralista de la psicología moderna y sus prácticas —diagnósticos, test psicológicos, etiquetas
patologizantes, posición de experto del terapeuta, etc. — y adopta una metáfora narrativa más acorde con una epistemología
constructivista y construccionista.

En este tema se mencionará algo del trabajo de White y Epston, los principales exponentes de las prácticas narrativas. Lue-
go analizaremos los fundamentos de la terapia narrativa. En la unidad anterior, al considerar las diferentes escuelas sistémicas,
se consideró algo de la historia de la terapia narrativa, de sus principales exponentes y algunas ideas clave. En el último tema de
esta unidad se considerará una visión global de la terapia narrativa y de sus principales prácticas, así como de la práctica de la
externalización, que se ha constituido como el principal referente de la terapia narrativa.

1 Michael White y David Epston

Como ya se mencionó en la unidad anterior, White fue un trabajador social australiano que se caracterizó por hacer uso de las
ciencias sociales e incorporarlas a la práctica terapéutica. White trabajaba en un hospital cuando empezó a desarrollar su trabajo
con niños y sus familias sobre el tema de la encopresis, que él llamó seudoencopresis. La llamó así porque en su experiencia no
podía corroborar lo que la teoría decía sobre la responsabilidad de la madre en los casos de niños con encopresis.

En todo caso, el trabajo de White se hizo conocido por el uso de la externalización del problema en estos casos con niños y
sus familias. White, en su trabajo, incorporó ideas de Michel Foucault, Jacques Derrida y Gregory Bateson. En un principio sus
intervenciones terapéuticas estaban influenciadas por la terapia estratégica, la terapia centrada en soluciones y otras tradiciones
sistémicas.

Con el paso del tiempo, fue abandonando esas ideas e incorporó aspectos más políticos y culturales en su práctica profesional
como la deconstrucción de las normas sociales y culturales y los ejercicios de poder en las relaciones sociales y familiares.

White coincidió con David Epston en un congreso de terapia familiar y reconocieron similitudes y coincidencias en el trabajo
del otro. A partir de ese momento, la colaboración fue constante. David Epston es un antropólogo neozelandés, originario de
Canadá. Epston era conocido por el uso que hacía de los documentos terapéuticos como herramientas extensivas del trabajo
terapéutico.

Las ideas de estos dos autores fueron cobrando mayor relevancia, sobre todo en el mundo de habla inglesa, y se constituyeron
grupos de trabajo en Australia, Nueva Zelanda, Europa, EE.UU. y otros países. Estas comunidades de terapeutas fueron apli-
cando estas ideas narrativas y posmodernas a la terapia individual, de familia y al trabajo comunitario, sobre todo en lugares de
crisis humanitaria como países en guerra con grupos de desplazados, o lugares de mucha carencia material.

Con el paso del tiempo, estas ideas y prácticas se fueron conociendo como terapia narrativa. Ni White ni Epston le pusieron ese
nombre a este conjunto de prácticas ni se consideraban fundadores de alguna escuela nueva de terapia. Muchos terapeutas han
90 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

contribuido con ideas y trabajo colaborativo. Michael White falleció en 2008, y previamente realizó mucho trabajo de difusión
a través de libros, formaciones y viajes a muchos países. David Epston continúa trabajando como terapeuta y conferencista en
muchos países.

2 Una terapia posmoderna

La palabra narrativa hace referencia a los relatos de un suceso, aquella descripción de una serie de sucesos. Las narraciones
describen varios eventos en una secuencia determinada, con un propósito e intención. En la terapia narrativa se utiliza este
término para hacer referencia a secuencias escogidas de vida.

Estas secuencias escogidas contienen temas dominantes que se mantienen en los relatos cuando son contados, aunque pue-
den variar los detalles de una vez a otra. Pero las narrativas no solo sirven para describir eventos pasados, sino para proyectar
futuros supuestos. Así, las personas hacen generalizaciones del tipo «siempre he tenido miedo a hablar en público y siempre
lo tendré» o «nuestra relación se ha deteriorado mucho en los últimos meses y no creo que tenga arreglo».

En terapia narrativa se llama historiar o storying al proceso por el cual las personas cuentan estas historias de vida. El concepto
de narrativa es un concepto posmoderno. Hace referencia a cómo se expresan, a través de las narraciones que las personas se
cuentan a sí mismas y a los demás, sus experiencias personales. Para el posmodernismo estas narraciones son influyentes en
cuanto a cómo, en tanto conforman un sistema de creencias y conceptos, afectan y comprometen la comprensión de las vidas
y el mundo circundante de las personas.

Así, las personas solo pueden interpretar su mundo circundante. Las personas no pueden conocer el mundo en sí, en su ver-
sión original, porque es imposible abstraerse de su propio organismo para aprehender el mundo. Lo que les queda entonces
es valerse de sus propios supuestos para conocer el mundo en alguna versión posible. Estos supuestos están conformados por
las narrativas de vida de la persona. Estos supuestos también están influenciados por factores sociales y culturales como, por
ejemplo, la moda, la política, los medios de comunicación, la familia, la formación profesional, los mercados mundiales, etc.

La posmodernidad, aunque podría tener muchas definiciones posibles, podría considerarse como una crítica a las ideas de la
modernidad. La modernidad postulaba que el progreso de la humanidad radicaba en los descubrimientos científicos, guiados
por la razón, y que permitirían un conocimiento progresivo de la naturaleza que redundaría en beneficio de todos. Esta era
una postura positivista, racionalista y humanista.

La posmodernidad critica precisamente este supuesto o relato de que lo racional y científico son los únicos medios autoriza-
dos y funcionales para alcanzar algo. No solo la ciencia y la razón no han respondido satisfactoriamente a todas las penurias
humanas, sino que no han podido evitar males como las guerras, la pobreza, las enfermedades, el hambre, las desigualdades
sociales, los estigmas sociales y un largo etc. También ha dejado fuera otras formas de conocimiento posible como la intuición,
la espiritualidad y todo aquello que quede fuera de una visión positivista y materialista de las cosas.

«El posmodernismo se mueve en un clima de relativismo, flexibilidad, cuestionamiento del pasado y de las normas y valores.
Asume que todo “conocimiento” es provisional, social y culturalmente afectado, y vinculado al poder político. La ciencia es
sólo una forma más de conocimiento» (Payne, 2002, p. 42).

La postura posmoderna es la de cuestionar y poner en entredicho toda idea o valor que tenga pretensiones de universal
y absoluto. Se cuestionan los supuestos del pasado y aquellas prácticas sociales y culturales que son sostenidas por dichos
supuestos. También considera los aspectos políticos y culturales que afectan los relatos y que estos se dan un tiempo y lugar
históricos determinados que los condicionan y explican.

Para tales efectos se hace uso de la deconstrucción, que es la «contemplación inédita, detallada, escudriñada y escéptica de
las viejas verdades» (Payne, 2002, p. 42). La deconstrucción es el análisis de aquellos valores, creencias e ideas que sostienen
ciertas prácticas culturales y que busca pormenorizar su existencia y mantenimiento en el tiempo.

Por ejemplo, la ciencia por mucho tiempo se ha considerado la única vía posible y autorizada de conocimiento, todo aquello
que queda fuera del método científico es relegado a conocimiento periférico y de segunda calidad. El problema surge cuando
se intenta extrapolar ese método científico, surgido en las ciencias físicas, al estudio de las ciencias sociales. Incluso se llega a
usar el mismo lenguaje. En psicodinámica se usan términos hidráulicos, mecánicos, topográficos y económicos para referirse
a la mente humana, por ejemplo.

Desde una postura posmoderna se considera a los conocimientos locales como igualmente genuinos y dignos que el conoci-
miento experto. Este conocimiento local tiene que ver con las vivencias personales de los individuos y que cobran el mismo
valor que cualquier otra explicación posible de las cosas. Por eso el terapeuta abandona una postura de experto para asumir
una de respeto al conocimiento local, validándolo. Así, la posmodernidad equipara los conocimientos locales y expertos como
igualmente válidos, sin privilegiar uno por encima del otro.

Volviendo al concepto de relatos, estos pueden considerarse como «fragmentos de experiencia contados secuencialmente»
(Payne, 2002, pp. 46-47). Estos relatos forman parte del conocimiento popular que se forja en todas las instancias de la vida
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 91
MANUAL AUTOFORMATIVO

humana, desde una conversación con un amigo hasta un programa de televisión. Por medio de estos relatos es que vamos dando
significado a nuestra identidad.

Es a través de estos relatos o narrativas que las personas dan significado a sus experiencias de vida y a su propia identidad per-
sonal. Las parejas, por ejemplo, dan sentido a su relación, a las actividades que realizan y a sus conductas a partir de los relatos
que tienen sobre sí mismas y sobre la relación. La fuerza de estos relatos radica en que, al ser un conocimiento local y popular,
cobra mayor significado para las personas. Es más significativo que cualquier otro conocimiento experto.

Aunque el conocimiento experto, al pretender ser objetivo, puede tener también una gran influencia en las personas y sus
decisiones. Por ejemplo, la medicación de niños por supuestos trastornos por déficit de atención, suelen ser producto de las
recomendaciones expertas que guían en cierto sentido las elecciones de tratamiento.

En este sentido, el terapeuta narrativo ocupa mucha atención en las relaciones de poder que, como supuesto experto, puede
ejercer sobre sus consultantes. Las condiciones sociales y profesionales suelen cobrar peso al momento de posicionar al tera-
peuta como experto y como una voz autorizada para decirles a los clientes lo que deben hacer o lo que es mejor para ellos. Esto
vulnera la dignidad del cliente al menospreciar su conocimiento local y socavar su agencia personal.

Es por eso que el terapeuta narrativo, al deconstruir sus propias relaciones de poder en la terapia, asume una postura de no
saber y de no experto, ayudando al cliente a elicitar sus propias historias preferidas. Estas son historias favoritas para la persona,
historias de cómo le gusta que su vida sea narrada, donde se rescaten sus recursos y valores, independientemente de que la
situación sea o no placentera.

La terapia narrativa es posestructuralista. Esto quiere decir que considera la idea de estructura solo como una metáfora para
referirse a ciertos conceptos psicológicos, como mente o personalidad, ya que es imposible comprobar si alguna cosa así pudiera
existir independientemente del lenguaje que se utiliza para nombrarlo.

La metáfora estructuralista dice que existen estructuras psicológicas profundas, como la mente, la personalidad, la patología,
y otros conceptos así, que existen independientemente de la persona y que la afectan internamente. Es evidente que esta idea
responde a una cosmovisión moderna y positivista de la psicología.

La terapia narrativa prefiere otras metáforas a la estructuralista. Prefiere la metáfora narrativa que hace referencia, como ya se
mencionó, a los relatos o narrativas que afectan las creencias, valores y supuestos con que las personas interpretan el mundo, y
que estas narrativas están social y lingüísticamente determinadas.

Llevando la idea de relatos a la terapia, se pueden distinguir las descripciones ralas y las ricas o espesas. Las primeras tienen que
ver con los relatos que la persona inconscientemente ha tomado de la sociedad sin mayor consideración. Suele estar llena de
generalizaciones, prejuicios, ideas impuestas socialmente, etc., mientras que las historias ricas son aquellas que reflejan mejor
la complejidad de las experiencias y que incluyen aquellos aspectos preferidos para la persona.

«La terapia narrativa puede ayudar a las personas a reexaminar sus vidas y dirigir su atención a su propio conocimiento local,
cosa que sirve de contrapeso y produce descripciones más “ricas” o “gruesas” que les permiten escapar de los efectos deletéreos
del poder» (Payne, 2002, p. 51).

El construccionismo social, que podría considerarse una forma de psicología posmoderna, también influenció el trabajo de
White y Epston. El construccionismo social trata sobre cómo las normas sociales y culturales son construidas a partir de las inte-
racciones sociales; y como estas son influenciadas, a su vez, por dichas normas.

Para los construccionistas sociales, las normas sociales y culturales influyen en cómo elaboramos nuestra visión del mundo. Esta
visión, a su vez, moldea y configura nuestras acciones. Estas normas son construidas y reforzadas socialmente a través de las
conversaciones locales, los medios de comunicación, la escuela, los líderes de opinión, los expertos, etc.

Así, cuando las personas deben afrontar una situación, tomar alguna decisión o interactuar con alguien más, están siendo in-
formados por estas normas culturales que moldean sus decisiones sobre cómo comportarse o qué sentir. Por ejemplo, si alguien
se siente un poco triste o melancólico por haber sufrido un accidente o un acto fortuito, podría terminar creyendo que sufre
de «depresión» tras haber hecho una búsqueda por internet sobre sus síntomas. Esta información, obtenida de fuentes supues-
tamente autorizadas, podría influenciar en la decisión de esta persona sobre cómo nombrar y experimentar sus sentimientos y
situación actual.

White seguía las ideas de Foucault sobre los juegos de poder. Para este autor no había ningún tipo de conocimiento que pueda
presumir de certero o universal, ni tampoco que pueda trascender alguna sociedad o momento histórico. Todo conocimiento
era producto del tiempo, lugar y sociedad donde surgía, por lo tanto era relativo y susceptible de ser modificado o abandonado.

Para Foucault, el poder no se ejercía por la fuerza o la amenaza, o no solamente por estos medios, sino que se ejercía a través
del conocimiento experto. El conocimiento de los especialistas, siguiendo a Foucault, es utilizado por ciertos grupos de interés
para legitimar e imponer ciertas ideas que influencian y condicionan la vida de las personas.
92 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

Un ejemplo de lo antes dicho podría ser la práctica psiquiátrica que, valiéndose del conocimiento experto —como la teoría
de los desbalances neuroquímicos cerebrales que determinan los padecimientos psicológicos—, mantiene la práctica de la
farmacoterapia, el uso de psicofármacos para tratar los padecimientos psicológicos, y que implica un mercado rentable y lu-
crativo para la industria farmacéutica.

Por ideas como esta se considera a la terapia narrativa como una terapia política, o que considera y toma en cuenta los aspec-
tos políticos de la vida humana. La terapia narrativa anima y ayuda a las personas a oponerse y cuestionar aquellas relaciones
de poder, ya sean visibles o invisibles, y que someten a las personas a prácticas perjudiciales para ellas, pero que benefician a
ciertos grupos de interés.

Tómese en cuenta, entonces, que la terapia narrativa presta atención a los aspectos sociales, culturales y políticos de la expe-
riencia humana y que los incluye en la conversación terapéutica como una forma de deconstrucción de las narrativas perso-
nales.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 93
MANUAL AUTOFORMATIVO

TEMA N° 4: La metáfora narrativa


Imagine que tiene dos ovillos de lana. Coge dos palillos de tejer y empieza a tejer de tal forma que, entrelazando los hilos,
consigue elaborar un tejido con ciertas figuras y diseños. La forma del diseño resultante va a depender de cómo fue uniendo los
hilos de los ovillos y cómo los fue entrelazando. Si por algún motivo se equivoca o no está conforme con el resultado final, po-
dría destejer parte de la prenda y cambiar algún ovillo por otro de un color distinto, o podría decidir hacer un tejido diferente
para obtener un diseño distinto.

La metáfora narrativa es muy parecida a un tejido. En lugar de hilos usamos palabras, y en lugar de tejido obtenemos
relatos, historias. Para la terapia narrativa las personas tejen sus narraciones a partir de los eventos que experimentan y que se
cuentan entre ellos, o a ellos mismos, a través de historias. A fin de cuentas, luego de un largo día, lo único que le queda a la
persona son sus relatos. Estos relatos narran las vivencias de las personas.

Para poder hacer estas narraciones echamos mano del lenguaje. Las narraciones se componen de lenguaje. Es a través del
lenguaje, y en las interacciones con nosotros mismos y con los demás, que vamos elaborando nuestros relatos sobre aquello
que nos pasa. No podemos hacer nada con el pasado, está fuera de nuestras posibilidades volver allá. Pero lo que nos queda
son nuestras historias, y sobre nuestras historias es que actúa la terapia narrativa. Para la terapia narrativa todo es lenguaje. Y es
el lenguaje el insumo para la terapia. Esta es una terapia posmoderna basada, entre otras influencias, en el construccionismo
social. Recuérdese que el construccionismo social considera que la realidad se crea a partir de las interacciones sociales y usando
el lenguaje como moldeador de nuestra experiencia vital.

Para la terapia narrativa las personas reaccionan a los problemas de muchas maneras, pero alguna de estas respuestas
suelen quedar fuera de las historias preferidas de las personas. El propósito de la terapia narrativa es ayudar a las personas a
enriquecer sus relatos de tal forma que puedan incluir la mayor cantidad de aspectos posibles y de esta forma potenciar sus
posibilidades de acción frente a las dificultades de la vida.

Presentaremos una visión general de las principales prácticas narrativas como el uso de la deconstrucción, el lenguaje
metafórico, las preguntas por la influencia o el uso de los documentos terapéuticos y los testigos externos. También explorare-
mos la práctica de la externalización, sus implicancias y qué aspectos considerar al momento de hacer uso de ella en la terapia.
Presentamos esta práctica narrativa por separado en vista de la importancia que tiene en la terapia narrativa, al punto que se ha
convertido en el sello distintivo de la misma.

1 Visión global de la práctica narrativa

A continuación, vamos a mencionar las principales prácticas de la terapia narrativa. Estas prácticas no son protocolos de inter-
vención ni modelos «paso a paso» que el terapeuta deba seguir al pie de la letra. Por el contrario, son mapas o guías que orien-
tan el trabajo terapéutico, como por ejemplo la actitud o rol del terapeuta o las preguntas que puedan guiar la conversación. La
ejecución de estas prácticas tiene que ver más con ideas que informan la relación terapéutica, que con técnicas que se aplican
en un momento determinado de la sesión.

«Como todas las terapias, la narrativa comienza cuando el asesor presta una atención respetuosa y comprometida a una persona
en un lugar seguro y privado. El terapeuta invita a la persona a hablar de sus problemas y la escucha con interés. Con frecuencia,
las primeras historias están llenas de frustración, desesperación y dolor, con poco o ningún asomo de esperanza. White las llama
“descripciones saturadas del problema”» (Payne, 2002, p. 26).

Las descripciones saturadas del problema son los relatos de las personas que acuden a la consulta y que están cargadas de des-
esperanza, desánimo y negatividad. Están saturadas del problema porque las personas no son capaces de considerar aquellos
aspectos positivos o que están bien en sus vidas. Otra denominación para este tipo de relatos es «descripción rala o enrarecida».
Con esto se quiere significar que los relatos del problema suelen estar desprovistos de detalles y llenos de generalizaciones.

Esta falta de detalles hace difícil destacar, en los relatos de las personas, aquellos aspectos positivos y de bienestar en la situa-
ción actual de la persona. El terapeuta buscará, entonces, extender, aclarar y ampliar el relato del cliente en la búsqueda de
esos detalles que enriquezcan el relato y abran el camino a nuevas posibilidades. En este proceso de ampliación, a través de la
conversación, el terapeuta ayudará a la persona a elicitar aquellos aspectos de su relato que podrían estar siendo dejados de
lado o que no se les está dando la importancia debida. Al enriquecer el relato con nuevos matices, el cliente estará en mejores
condiciones de enfrentar sus dificultades.

Otra práctica narrativa es bautizar el problema. Esto significa dar un nombre específico al problema. Este nombre podría ser
una palabra o una frase corta que ayude a la persona a darle concreción al problema y le facilite el tomar una postura frente
a él. El terapeuta puede dar sugerencias sobre el nombre y este siempre tiene un carácter provisional, ya que podría cambiar
conforme progresa la terapia y el entendimiento sobre el problema.

El uso del lenguaje externalizador es quizás la práctica por la que la terapia narrativa es más conocida. La externalización tiene
que ver con el empleo intencional del lenguaje cuando nos referimos al problema para transmitir la idea de que el problema
94 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

es algo que tiene efectos sobre la persona y no algo que es parte de la persona. Obedece a la idea fundamental de la terapia
narrativa de que el problema no es la persona, el problema es el problema.

Esta intención externalizante se mantiene durante toda la terapia, y sirve para ayudar a que la persona tome distancia del
problema y lo conciba como algo externo a ella y que es producto de las circunstancias y las relaciones, y no de alguna defi-
ciencia personal o «estructural». Una excepción aplica a esta práctica y tiene que ver con las acciones abusivas y violentas. En
este caso, esas acciones no se externalizan, sino que se asume la responsabilidad personal de tales actos.

Tanto la práctica de enriquecer los relatos ralos, como la de externalizar los problemas, obedecen a la concepción narrativa
de que los relatos de las personas configuran sus actitudes y disposición hacia las cosas. Modificando estos relatos, incluyendo
aspectos ignorados y sacando el problema de la «mente» de las personas, ayudamos a estas a considerar su vida en términos
más útiles para ellas y, de esta forma, disponerlas a afrontar sus circunstancias con nuevas posibilidades.

La terapia narrativa toma en cuenta, en su práctica, aspectos políticos y sociales. Al ser una terapia fundamentada en episte-
mologías posmodernas, como el construccionismo social, suele prestar atención a los juegos de poder y el ejercicio del poder
en las relaciones interpersonales, tanto a nivel local como global. Por ejemplo, el terapeuta podría invitar al cliente a consi-
derar las prácticas de crianza de su familia de origen o analizar las políticas que rigen las relaciones laborales o sentimentales.
También suelen hacer análisis de lecturas relacionadas a cuestiones sociales y políticas y discutirlas con los clientes en la sesión
de terapia.

Las preguntas de influencia relativa se usan en un sentido doble. Se suele indagar por la influencia que el problema ha tenido
en la vida del cliente, de qué manera ha afectado su salud, economía, relaciones interpersonales, estado de ánimo, trabajo,
etc. Este inventario sobre los efectos del problema en la vida de la persona está en sintonía con la práctica de externalización.
Al enfocarse en los efectos negativos del problema, la persona es llevada a tomar una postura frente al problema y desde ahí
hacerle frente y luchar contra él.

El otro sentido en el que se usan estas preguntas de influencia es en la manera en que la persona ha tenido influencia sobre
el problema y sobre la vida de este problema. Esto incluye tanto los momentos cuando la persona ha fracasado intentando
luchar con el problema, como aquellos momentos donde ha tenido pequeñas victorias sobre el problema. Estos episodios que
contradicen la historia saturada del problema se llaman desenlaces inesperados.

Un desenlace inesperado es una experiencia del cliente donde, contradiciendo el relato saturado del problema, ha podido
hacerle frente con cierto éxito. Estos desenlaces se incluyen en el relato ralo para enriquecerlo y ampliarlo. De esta forma,
la persona incorpora a su repertorio de respuestas esta conciencia de que tiene recursos y habilidades para luchar contra el
problema. En un principio la orientación de White y Epston era buscar diligentemente estas excepciones, como en la Terapia
Centrada en Soluciones, pero posteriormente cambiaron su práctica a solo dejar que estas experiencias surjan en la conver-
sación de enriquecimiento de los relatos ralos.

Con los desenlaces inesperados, el terapeuta suele hacer una deconstrucción. «El terapeuta, por medio de preguntas, la invita
[a la persona] a explayarse sobre las circunstancias y naturaleza de estos “desenlaces inesperados” y a considerar la medida
en la que desentonan con la historia saturada» (Payne, 2002, p. 30). Esta deconstrucción consiste en elicitar y ampliar estos
episodios que contradicen la historia saturada del problema y a considerar todos los aspectos de los mismos. La intención es
que cobren relevancia y se incorporen, de manera prominente, al relato ralo de forma que se enriquece.

Con la deconstrucción de los desenlaces inesperados se privilegia la descripción alternativa y se la fortalece, evitando así que
se disuelva o desvanezca entre la historia saturada. Si se compara con el trabajo con excepciones de la TCS se podrán notar
algunas similitudes. En ambos casos, la intención es privilegiar ciertas descripciones que hasta el momento habían sido rele-
gadas a un segundo plano y que no tienen suficiente influencia sobre la persona para permitirle nuevas posibilidades frente
al problema. La diferencia está en que el trabajo con excepciones es mucho más directivo y protocolizado, mientras que en
la terapia narrativa se asume una postura no directiva y no se busca necesariamente la construcción de objetivos específicos.

Una vez se cuenta con nuevas versiones del relato, no solo la historia saturada del problema o rala, sino también las nuevas
historias enriquecidas por los desenlaces inesperados, se anima a la persona a asumir una postura frente al problema. Se le
invita a considerar si es el momento adecuado para asumir o una postura o si necesita más elementos, también se le invita a
decidir cómo se asumirá frente al problema. La persona podría decidir modificar sus respuestas frente al problema, o podría
decidir que no está del todo preparada para afrontar cierta situación. En ambos casos, el terapeuta explora en detalle con el
cliente todas las posibilidades y alternativas y lo que cada una implicaría para la persona.

Otro aspecto resaltante y distintivo de la terapia narrativa es el uso de documentos terapéuticos. «Estos documentos resumen
los descubrimientos de la persona y le permiten describir su propio progreso… Pueden ser memorandos, cartas, declaracio-
nes, listas, ensayos, contratos o certificados. A veces serán sólo para el uso privado de la persona; a veces los compartirá con el
terapeuta o incluso con otra gente. Se utilizan para consolidar el progreso» (Payne, 2002, p. 31).

La utilidad de estos documentos escritos radica en la categoría superior que goza la palabra escrita en la cultura occidental.
De esta forma se refuerza el progreso obtenido y logran un efecto de permanencia en las personas, ya que puede usarlos y
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 95
MANUAL AUTOFORMATIVO

consultarlos cuando así lo considere necesario.


Una forma de enriquecer los relatos es narrar y renarrar. Cuando se decide prolongar la terapia es con el objetivo de seguir en-
riqueciendo los relatos de las personas e ir incorporando nuevos desenlaces inesperados. Al narrar y volver a narrar las historias
se puede seguir incorporando nuevos elementos que refuercen la postura de la persona frente al problema y que le habiliten
para hacerse cargo de sus decisiones. En otros casos la renarración puede ser útil para preservar alguna memoria de algún
acontecimiento o persona relevante para el cliente y que le agencian en el presente.

Los testigos externos tienen la finalidad de proveer de un público al cliente para la narración de sus historias y de sus logros
frente al problema. Estos testigos pueden ser otros terapeutas o personas invitadas a la sesión, o personas de la red social del
cliente con quienes comparta sus logros y entendimientos fruto de la terapia. Se pueden usar grabaciones para extender el al-
cance de los testigos. El papel del público es ser una caja de resonancia donde compartir los logros sin juzgamientos o censura.

Cuando no es posible tener a los testigos presencialmente, porque son desconocidos para el cliente —como gente famosa que
admira— o han fallecido, se suele invitar a la persona a conformar un «club de vida» con aquellos familiares o amigos que ya
no están pero que han sido importantes y significativos para el cliente. Suelen ser personas queridas que han impactado posi-
tivamente en la vida de la persona y que se convierten en fuente de recursos. La otra aplicación del «club de vida» es animar a
la persona a excluir de este club a personas que le han afectado de alguna manera y que se desea prescindir de su influencia.

La terapia termina cuando la persona se siente satisfecha con sus relatos de vida y los considera lo suficientemente enriquecidos
como para hacer frente a su situación actual y futura. Se suele usar ceremonia o ritos de cierre como una reunión con invita-
dos o el uso de certificados de culminación, cumplimiento o de reconocimiento, una vez más, en la línea de los documentos
terapéuticos.

2 La práctica de la externalización

«”Externalizar el problema” significa mantener la actitud (evidenciada en las formas de hablar del problema) de que las difi-
cultades son algo que afecta a la persona, no algo que forma parte de ella» (Payne, 2002, p. 72). Esta metáfora de referirse al
problema como algo externo con vida propia y que afecta a la persona desde afuera busca que las personas puedan prescindir
del problema al momento de definir sus identidades y relaciones.

La externalización del problema obedece al supuesto central de la terapia narrativa que considera «que las personas responden
a las situaciones problemáticas, no son ellas mismas el problema, y que, por ende, la persona puede actuar para expulsar el
problema de su vida o plantarle cara de algún modo» (Payne, 2002, p. 72).

El problema y las personas son entidades separadas, diferentes. No es la persona el problema en el sentido que tanga algún
déficit, psicopatología o anormalidad inherente que le impida funcionar bien. Por el contrario, la identidad de la persona es
separada al problema. El problema es una situación externa que afecta a la persona. La terapia narrativa ubica a la persona
frente al problema, en el otro lado. La terapia narrativa cree que las personas pueden actuar y responder de tal forma que sea
suficiente para enfrentar el problema con resolución.

El uso intencional del lenguaje es evidente. Para la terapia narrativa, cuando los acontecimientos han pasado, lo único que le
queda a la persona son los relatos de esos acontecimientos. Estos relatos están fabricados con lenguaje, y este lenguaje puede
modificarse a voluntad para alterar, de cierta forma, estos relatos y así influenciar las vivencias de las personas.

White enumera los beneficios de la externalización de la siguiente manera: «… y he llegado a la conclusión de que, entre estas
cosas, este abordaje:

1. Hace disminuir los conflictos personales más estériles incluyendo las disputas en torno a quién es responsable del proble-
ma.
2. Combate la sensación de fracaso que aparece en muchas personas ante la persistencia del problema pese a sus intentos de
resolverlo.
3. Allana el camino para que las personas cooperen entre sí, se unan en una lucha común contra el problema y logren sus-
traerse a su influencia.
4. Abre nuevas posibilidades de que las personas actúen para apartar sus vidas y relaciones de la influencia del problema.
5. Permite a las personas afrontar de un modo más desenfadado, más eficaz y menos tenso problemas que parecían “terrible-
mente serios”.
6. Ofrece opciones de diálogo, y no de monologo, sobre el problema» (White & Epston, 1993, p. 54).

Los pasos para desarrollar la externalización son los siguientes: decidir qué externalizar, nombrarlo, crear distancia y asumir
control. Desarrollaremos brevemente cada uno de estos pasos y luego presentaremos un ejercicio que puede usarse para el
desarrollo de esta práctica.

El primer paso, decidir qué externalizar, consiste en elegir qué problema se va a elegir para ser externalizado. Por lo general, es
la queja o motivo de consulta del cliente y es una situación problemática relevante. Debe ser aquello que aqueja más al cliente y
que se presentará como objetivo de trabajo en la terapia. La exploración de las posibilidades de aquello que se va a externalizar
96 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

debe hacerse respetando los valores y necesidades de los clientes.

El siguiente paso es nombrarlo. Se debe bautizar el problema. Este nombre debe ser creíble para el cliente y relevante, debe
poder comunicarle algo de forma clara. Este nombre debe ser co-construido entre cliente y terapeuta. Debe ser significativo
para la persona, de tal forma que esta se pueda conectar con la experiencia problemática a partir del nombre. Esto se puede
lograr haciendo partícipe al cliente de la elección del nombre del problema.

El tercer paso consiste en crear distancia entre el cliente y el problema externalizado. Esto se logra de dos formas: en primer
lugar, explorando y resaltando el daño que el problema ha provocado en la vida de los clientes. Aquí se debe explorar los
efectos que el problema ha tenido en las vidas de las personas, los problemas económicos o laborales que les pueda haber
acarreado. También se explora cómo la situación problemática afectó sus relaciones y su vida social. Cómo el problema les
afecta emocionalmente, por ejemplo, en su estado de ánimo.

En segundo lugar, otra forma de crear distancia entre la persona y el problema es hacer un inventario de las veces que los
clientes han afrontado el problema con o sin éxito. Acá el terapeuta ayuda a las personas a explorar de qué formas han des-
plegado una serie de estrategias para hacer frente al problema, tanto aquellas que han tenido éxito como aquellas que no.

Al ayudar a las personas a tomar cuenta de los efectos del problema en su vida y de las formas en que han enfrentado el pro-
blema se va creando distancia entre las personas y el problema, ya que este empieza a cobrar identidad propia, fuera de la
esfera de las personas. En este punto el lenguaje metafórico ayuda mucho. El terapeuta suele hablar de la voz del problema
y de lo que el problema hace contra las personas y cómo planea atacarlas y cómo se goza viendo los efectos negativos en las
vidas de las personas. De esta forma se le atribuye una existencia independiente de la persona y esta puede cobrar distancia
y separarse del problema.

El último paso es conseguir que la familia, o el individuo, asuman el control en su lucha contra el problema. Esto se logra
resaltando las soluciones ensayadas y las excepciones. Como ya se vio las soluciones ensayadas son los intentos de solución que
no tienen mayor éxito, mientras que las excepciones son aquellos momentos donde la persona consigue refutar la historia
saturada del problema. En ambos casos, la persona puede ir notando cómo hace para enfrentar el problema y qué cosas le
resultan y cuáles no, de esa forma se fomenta la agencia personal del cliente.

Para finalizar se presenta una serie de preguntas que pueden usarse para desarrollar la práctica de la externalización en la
consulta:

1. Escoge un defecto que crees que te dificulta.

2. ¿Cómo llamas a ese defecto? Colócale un nombre o un apodo.

3. Dale forma y color (dibújalo como te lo imaginas).

4. ¿De qué forma este problema te está afectando en tu vida?

5. Del 1 al 100, ¿qué porcentaje de este problema está afectando tu vida? (investiga lo que abarca).

6. ¿Qué te dice la voz del problema para hacerte caer o creer en eso?

7. ¿Qué argumentos usa la voz del problema para convencerte de que hagas eso?

8. ¿De qué formas has estado alimentando al problema?

9. Cuéntame qué abarca el otro porcentaje restante.

10. ¿Cuándo ha sido la última batalla que le ganaste al problema? (investiga los detalles).

11. Fue fácil o difícil. ¿Cómo te las arreglaste para hacerlo?

12. ¿Qué fue lo que más pusiste de tu parte para conseguirlo?

13. ¿Qué necesitas para ganarle la siguiente batalla?

14. ¿Cómo vas a hacer para que el problema se aleje un poco más de tu vida?
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 97
MANUAL AUTOFORMATIVO

LECTURA SELECCIONADA N.º 1


Fernández, A. & Rodríguez, B. (2010). Guía breve de la terapia narrativa para la depresión. Madrid, España: Adalia, pp.
9-12. Disponible en http://afliria.info/download/guia-breve-de-la-terapia-narrativa-para-la-depresion/
98 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

GLOSARIO DE LA UNIDAD IV
Deconstrucción
Práctica de las ciencias sociales, incorporada a la práctica terapéutica, que consiste en escudriñar, de forma descreída, las
antiguas prácticas e ideas que norman la vida social.

Desenlaces inesperados
Elementos narrativos, en los relatos de vida, que contradicen la historia saturada del problema y que muestran aspectos
recursivos y preferidos de las personas.

Documentos terapéuticos
Uso de cartas, certificados, resúmenes, diarios, etc. que facilitan la ampliación de los efectos de la terapia.

Externalización
Práctica terapéutica que consiste en usar el lenguaje de tal forma que fomente la separación de la persona del problema
y le ayude a tomar una posición y luchar contra este.

Historia saturada del problema


Relato sobre el problema empobrecido y que omite aspectos recursivos y favoritos de las personas.

Intentos fallidos de solución


Soluciones ensayadas por el cliente o su red social que agravan el problema y lo mantienen en el tiempo.

Metáfora
Traslación del sentido recto de una voz a otro figurado, en virtud de una comparación tácita.

Paradoja
Empleo de expresiones o frases que encierran una aparente contradicción entre sí.

Redefinición / reestructuración / reencuadre


Introducir una pequeña duda, a través de lenguaje metafórico, en el sistema perceptivo – reactivo del paciente.

Sistema perceptivo - reactivo


Conjunto de creencias, valores y actitudes que interpretan la realidad del paciente y que condicionan sus acciones frente
a la situación problemática.
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 99
MANUAL AUTOFORMATIVO

BIBLIOGRAFÍA DE LA UNIDAD IV
Diccionario de la Lengua Española. (2014). Madrid, España: Espasa.

Fernández, A. & Rodríguez, B. (2010). Guía breve de la terapia narrativa para la depresión. Madrid, España: Adalia,
9-12. Disponible en http://afliria.info/download/guia-breve-de-la-terapia-narrativa-para-la-depresion/

Fisch, R., Weakland, J. & Segal, L. (1994). La táctica del cambio. Barcelona, España: Herder.

Haley, J. (1980). Terapia no convencional. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.

Nardone, G. & Portelli, C. (2006). Conocer a través del cambio. Barcelona, España: Herder.

Payne, M. (2002). Terapia narrativa. Barcelona, España: Paidós.

Watzlawick, P. & Nardone, G. (2000). Terapia breve estratégica. Barcelona, España: Paidós.

White, M. & Epston, D. (1993). Medios narrativos para fines terapéuticos. Barce-lona, España: Paidós.
100 UNIDAD IV Psicoterapia sistémica II

AUTOEVALUACIÓN DE LA UNIDAD IV
1) El sistema perceptivo – reactivo es:
a. Aquello que determina la percepción de la realidad
b. Las creencias, valores y actitudes de la persona
c. Los sistemas cognitivos y perceptivos de la persona
d. T.A.
e. N.A.

2) Para la terapia breve estratégica los problemas ocurren por:


a. La neurosis del paciente
b. Los intentos fallidos de solución que instalan un círculo vicioso
c. Un desbalance neuroquímico
d. T.A.
e. N.A.

3) Una redefinición contempla:


a. El uso de un lenguaje metafórico
b. El uso de un lenguaje en consonancia con el del paciente
c. La introducción de una duda razonable en el sistema perceptivo – reactivo
d. T.A.
e. N.A.

4) Una prescripción paradójica consiste en:


a. La prescripción del síntoma
b. Copiar la lógica del síntoma en la intervención terapéutica
c. Hacer voluntario el síntoma para eliminarlo
d. T.A.
e. N.A.

5) Las metáforas tienen la ventaja de:


a. Evitar la censura de la mente consciente
b. Usar analogías para transmitir ideas de forma indirecta
c. Evitan la resistencia del paciente
d. T.A.
e. N.A.

6) Un relato o narrativa tiene que ver con:


a. Una secuencia de eventos contada ordenadamente
b. Historias que nos contamos nosotros mismos y a los demás
c. Aquellas historias que configuran nuestras creencias y valores
d. T.A.
e. N.A.

7) La deconstrucción consiste en:


a. Analizar las relaciones de poder
b. Considerar las normas sociales y culturales y su influencia en las personas
c. Estudiar las influencias del lenguaje en los relatos preferidos de las personas
d. T.A.
e. N.A.

8) La práctica de la externalización tiene que ver con:


a. Crear distancia entre el cliente y el problema
b. Animar al cliente a adoptar una posición frente al problema
c. Hacer un inventario de los esfuerzos del cliente por resolver el problema
d. T.A.
e. N.A.

9) Las ideas de Michel Foucault influyeron en el trabajo de White en el sentido de:


a. Deconstruir las relaciones de poder
b. Incluir los aspectos políticos y culturales en la terapia
MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS
UNIDAD IV: Psicoterapia sistémica II 101
MANUAL AUTOFORMATIVO

c. C onsiderar el uso del conocimiento experto como práctica de poder


d. T.A.
e. N.A.

10) Son prácticas narrativas:


a. Los documentos terapéuticos
b. Los testigos externos
c. Las preguntas por la influencia
d. T.A.
e. N.A.
102 ANEXO

Anexo 1

Respuestas a la autoevaluación de la Unidad I

Preguntas Respuesta
1 B
2 D
3 D
4 E
5 E
6 A
7 C
8 B
9 E
10 D

Respuestas a la autoevaluación de la Unidad II

Preguntas Respuesta
1 A
2 B
3 D
4 D
5 D
6 D
7 D
8 A
9 A
10 D

Respuestas a la autoevaluación de la Unidad III

Preguntas Respuesta
1 B
2 D
3 D
4 C
5 A
6 A
7 D
8 D
9 D
10 B
ANEXO MÉTODOS Y TÉCNICAS PSICOTERAPÉUTICOS 103

Respuestas a la autoevaluación de la Unidad IV

Preguntas Respuesta
1 D
2 B
3 D
4 D
5 D
6 D
7 D
8 D
9 D
10 D
E ste manual autoformativo es el material didáctico más importante de la
presente asignatura. Elaborado por el docente, orienta y facilita el auto
aprendizaje de los contenidos y el desarrollo de las actividades propuestas en el
sílabo.

Los demás recursos educativos del aula virtual complementan y se derivan del
manual. Los contenidos multimedia ofrecidos utilizando videos, presentaciones,
audios, clases interactivas, se corresponden a los contenidos del presente
manual. La educación a distancia en entornos virtuales te permite estudiar desde
el lugar donde te encuentres y a la hora que más te convenga. Basta conectarse al
Internet, ingresar al campus virtual donde encontrarás todos tus servicios: aulas,
videoclases, presentaciones animadas, biblioteca de recursos, muro y las tareas,
siempre acompañado de tus docentes y amigos.

El modelo educativo de la Universidad Continental a distancia es innovador,


interactivo e integral, conjugando el conocimiento, la investigación y la innovación.
Su estructura, organización y funcionamiento están de acuerdo a los estándares
internacionales. Es innovador, porque desarrolla las mejores prácticas del e-learning
universitario global; interactivo, porque proporciona recursos para la comunicación
y colaboración síncrona y asíncrona con docentes y estudiantes; e integral, pues
articula contenidos, medios y recursos para el aprendizaje permanente y en
espacios flexibles. Ahora podrás estar en la universidad en tiempo real sin ir a la
universidad.

También podría gustarte