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EL AMOR DESBOCADO SE DESATA

Poemas a destiempo

Cristóbal F. Fábrega Ruiz

1
2013. Cristóbal Francisco Fábrega Ruiz
Portada diseño: Celeste Ortega

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2
A todas las mujeres que
han significado algo en mi vida
y, en especial, a Emely Adames
que constituye mi presente
y mi futuro.

3
I
Quiero conocer el color de
Tu sangre, amor,
Para sentirte dentro.
Quiero paladear el sabor de
Tu sangre, amor,
Para saberte dulce.
Quiero empaparme de ti
En una sangrienta
Orgía de vampiros,
en una noche
de oscura luna llena.

Quiero, amor,
Inmortalizarme
En un baño
De tu sangre.

4
II
Rictus amargo
De cruel nacimiento,
Tormento de noche,
Tortura de día.
Tus ojos,
¡ como me matan tus ojos!
Tus manos,
¡ como me atan tus manos!
Tu pelo,
¡ como me rompe tu pelo!

5
III
Mi ciudad invisible
Esta en un país lejano
En el que el amor
No supone dolor
Sino caricias.

Mi ciudad invisible
Lleva tu nombre
Escrito en las fachadas,
Tu sonrisa
Marcada en el tronco
De un olivo renacido.

Mi ciudad invisible
Esta en un país
Donde, cuando llueve,
No son mis lágrimas,
Ni las gotas de rocío
De tus ojos
Las que caen.

Mi ciudad invisible
Se encuentra
Allí donde termina
El camino de las estrellas,
Allí donde se encuentra
El aposento privado
De tus ojos.

6
IV
Maldito puñal,
Maldito sueño,
Maldito amor,
Mujer maldita.
Con el alma
Hundida en el
Despecho,
Lleno de odio,
Te deseo, amor,
Todos mis sueños.

7
V
¿Miento quizás? Quizás me estoy mintiendo, mintiéndome a mi mismo en la
mentira. A veces me miento para olvidarme de mi mismo, para romper con
todos mis anhelos, para quebrar las líneas de mi cuerpo.

Ella me dijo: « Me gusta que me miren como tú me miras». Y yo no la estaba


mirando.

Ella me tomo, pero yo no me sentí tomado por ella. Me deje llevar por mis
mentiras. Me rompí con mis anhelos, me cegué con mis historias.

Nos fuimos alejando y acercando, en un toma y daca místico, anhelante,


inasible, imperturbable....

Ella me miro y no me estaba viendo. Veía tan solo una mascarada de carnaval,
un rostro disfrazado.

Yo no sabía nada de ella. Ella sabía muy poco de mí. Pero en mi interior
permanecía una lucecita, una pieza rota, una alarma que activaba ella. Pero, ¿
Me estaba yo mintiendo a mi mismo? ¿ Soñaba? Solo los dioses ( y ella) lo
sabrían. Se quebraba mi garganta nombrándola a ella, estallaban mis oídos
oyendo su nombre, reventaba mi cabeza pensando en ella....

¿ Me miento quizás? No es que diga que la amo, pero algo me empuja hacía
ella, me arrastra hacía el fondo de su abismo.

¿ Es esto amor? Quizás lo sea. Quizás de nuevo este metido en un pozo sin
retorno, Quizás este otra vez al borde del abismo, quizás me toque sufrir de
nuevo. Por ahora, me conformo pensando en ella.

8
VI

Solo fue una noche. Aquel día todo parecía haberse alterado. No estuve solo,
solo estuve con ella.

Solo fue una noche. Y permanece intacta en mi recuerdo, real, viva,


inalterable....

Ella, quizás, no sepa que la estoy amando. Quizás su corazón lata por otro.
Pero yo, aquí, tan lejos de ella, mantengo inconmovible su figura, su olor, su
desencanto...

¿ Que pensara ella? ¿ Acaso siente el mismo temblor, la misma necesidad


imperiosa del contacto? ¿ Acaso, localizada la necesidad ajena se regodea en
su dominio? ¿ tal vez se halle lejana y con su pensamiento en otro lugar, en
otro hombre?

Solo fue una noche. Una noche en que la luna quedo colgada en el vacío. ¡ Oh,
Dios! ¿ Donde estará ella? ¿ En que lugar reposará su cabeza?

¡ Cuanto quisiera oír su voz en esta noche! ¡ Que placer sentir su respiración
en mi oído, su corazón latir sobre mi pecho! Mezclar mi sudor con su sudor, mi
sangre con su sangre.

Mientras, pasa el tiempo, solo queda esa noche en el recuerdo, cada vez más
lejana, cada vez más borrosa. Y yo sigo esperando el momento mágico de
volver a verla en la penumbra de una noche como aquella noche.

9
VII
Te echo de menos.
Entre los bancos
del aula
De la mañana gris,

Te echo de menos.
En el cielo nublado
Del invierno
Y el ruido
de los folios
Al volverse.

Te echo de menos.

Echo de menos
Tus ojos oscuros,
Tu cristalina risa
Y tu mirada luminosa
Que me imagino
Y que me mata.

10
VIII
Disfrazado de luz,
Con disfraz de Carnaval
Desangelado,
Acaricio tu piel
En la distancia.

Rayo de luz perdido,


Que vaga
En las estrellas
( Vía Láctea adelante)
Buscando el rozar
Tus labios
Sin que te des
Cuenta.

Disfrazado de luz,
Oculto entre las sombras
De la noche,
Te veo respirar
Sin alcanzarte,
Te siento próxima
Sin poder tocarte,
Te siento
Lejana a mí
Sin recordarme.

11
IX
Soliloquio del Campus.

El Campus nunca esta solo.


Eso dicen.
Los/las estudiantes se mueven
Entre apuntes y risas,
Desde un lado al otro,
Se tumban en el césped y bostezan.

En primavera, el Campus
Se transforma.
En un campo de juego
Que soporta
Ese tira y afloja
Del amor y el deseo
De cuerpos juveniles
Que se acercan,
Disimuladamente antes,
Con atrevimiento luego.

El Campus nunca esta solo.


Eso dicen.
Pero el tiempo pasa
Y, en el Campus,
El rastro de aquellos
Que ya fuimos,
Se encuentra solo.

12
X
Si pudiera...
Si yo pudiera traspasar
Las barreras de los hombres.
Desandar los caminos
Que nos llevan
Por la vida.

Si pudiera ser el pantano


Que contenga tus lagrimas,
El acantilado en que tu dolor
Se rompa y desaparezca.

Si yo pudiera ser
La esponja que recoja
Tu pena y tu zozobra,
El contenedor de tu amargura.

Volaría por encima


Del espacio y del tiempo,
Para fundirme en ti,
Llevarme tu dolor
Y tus pesares,
Y luego retirarme
Dejándote feliz
Y liberada.

13
XI
Entre las arrugas
de la piel cansada,
El abuelo mira
¿ lo hará hacia la nada?

El abuelo mira
la pared vacía
¿ Va a venir mi hijo?
Ya vendrá otro día…

El abuelo mira,
ve pasar las horas,
El hijo no viene,
La cama esta fría
Porque falta ella,
Su sol y su aurora.

El abuelo mira,
Cuenta cada día,
Cuenta los minutos
Y, a segundos, llora.

El olvido acecha,
Ya confunde a Aurora,
Ya la ve en la mesa,
Ya la ve en la alcoba.

Con manos unidas


Pasea en la niebla,
Y en la noche fría
El recuerdo acecha.

¿ Donde estás Aurora?

14
¿ Donde estás ahora?
En la cama fría
El abuelo llora.

El hijo no viene,
Que no viene ahora.

El abuelo llora,
Su cama vacía,
El hijo no viene,
Ya vendrá otro día.

15
XII
Debí decirte cosas
Que no te dije.

Romper la oscuridad,
Junto a la barra.
Rematar los suspiros
De la noche
Y saltar el abismo
En la mañana.

Debí decirte cosas


Que no te dije.

Debí dejar el tiempo


Congelado,
Mirarte quieto,
Escuchar tus susurros
Y decirte
¡ Tantas cosas!
Que no te dije...

16
XIII
Tengo roto el cerebro
Por amarte,
Violados los ojos
Por no verte,
Descompuesta el alma
Por tu falta.

Tengo la cabeza partida


En este amanecer
Cercano a primavera
En que la lluvia
Cae, persistente,
Pura,
En estas callecicas de Granada

Tengo violados los ojos,


Amor,
Por no mirarte,
Machacada la cabeza
Al presentirte.

17
XIV
El amor se desata
Sin que nos demos cuenta,
Abriendo a empujones
La cerca de mi cuerpo.

El amor desbocado
Que penetra en la
Fuerza fugaz de tu mirada.

El amor desbocado
Se desata
Al oírte respirar
En la penumbra, al
Sentir tu aliento flotar
En el aire que respiro.

El amor desbocado
Que se acerca a las
Fibras sensibles del olvido.

18
XV
Que oscuro se ha quedado
El cielo sin tu risa
¡ Que oscuro!
Demasiada humedad en
El ambiente,
El catarro en puertas,
Y el alma…
¡ Ay! Volando el alma.

Que triste se encuentra


El suelo sin tu boca
¡ Que triste!
Demasiada sequedad en
Sus aristas,
El sol ya fuera,
Y el sueño…
¡Ay! Llegando el sueño.

Que sola se ha quedado


La noche sin tu aliento.
¡ Que sola!
Demasiado dolor entre
Mi pecho,
La muerte al lado,
Y el amor…
¡ Ay! Cuanto te amo.

19
XVI
Atravieso sin pisar
El puente de cristal
Que nos une y nos separa.

Como alma que huye etérea


Me uno a ti en el eterno
Paraíso de los sueños.

Reconociendo tu piel,
Ahogándome en tus ojos
Oscuros de sirena.

Mojándome contigo
en una playa todavía sin nombre
que se me escapa.

Siguiendo la estrella del norte


Navego como Ulises
En busca del Itaca
Donde tú habitas.

20
XVII
Hay cosas, mi vida, que no podría decirte. Pero cuando tú no estas, solo pienso
en el momento de volver a encontrarte. Toda mi vida no es más que un puente
tendido entre la orilla en que te dejo y aquella en que te vuelvo a hallar. Me
paso el día entero esperando el momento de hablar contigo, esperando el
momento, lejano y ansiado, de besarte, de tomar tu mano con la mía.

Si , a veces, me pongo un poco pesado ( o un mucho, que en eso mi


contextura física, acompaña a mi carácter) es porque te quiero demasiado,
porque me atraes como un imán, hasta hacerte dolorosa, hiriente... Te quiero
mucho y, ahora, que solo espero tener noticias tuyas, me quema cada minuto
que pasa sin tenerlas.

Eres algo muy especial. Miento, eres lo más especial que hay en mi vida, lo
más importante, lo más bello, lo más maravilloso de todo. Quién me iba a decir
a mí que iba a encontrarte. Si no hubiera sido así, ¡ habría perdido tanto...! Mi
sol , hubiera vivido sin saber que existías, pero sintiendo que estabas en algún
lugar del mundo y que, tal vez, dentro de mucho tiempo te encontraría. Pero
doy gracias al cielo que me ha permitido hallarte ahora, poder verte y, quizás,
poder besarte, y sentir como me besas como imagino que tu sabes besar.

Tengo celos de todo el tiempo que he vivido sin tenerte, sin oír tu calida voz,
sin sentir la dulzura de tus manos... Me quemo cuando pienso en ti, me arde
por dentro todo mi ser, y se me embota el cerebro cuando miro tus ojos en el
vacío de mi cuarto. Al final has conseguido que vibre en mi soledad y que mi
cuerpo se doble, y que reviente, pensando en ti, pensando en ese momento de
intimidad que nunca hemos tenido y que no se si alguna vez tendremos.

Tengo celos de todos aquellos que rodean tu vida cuando no estás conmigo,
de todas las cosas que tocas, de la ropa que cubre tu cuerpo, de tus manos
que pueden acariciarte cuando yo te siento lejos. Tengo celos de mi alma que
se funde con la tuya cuando mi cuerpo te busca anhelante e inquieto en la
noche y no te encuentra. Celos de mi sueño que puede acariciarte. Envidio

21
hasta mis ojos que pueden mirarte, mis manos que pueden tocarte, mi boca
que puede cubrirte de besos...

¡Ay amor! ¡Te quiero tanto! Si alguna vez dejara de quererte, me habría
traicionado a mi mismo, y mi alma vagaría en la eternidad, repitiendo tu
nombre.

22
XVIII
Tengo tantas cosas que decirte, tantas, que no se por donde empezar.
Has entrado en mi vida de pronto, de sorpresa y todo se ha trastocado. Todo
ha cambiado de sitio. Ya no soy el que era hace unos días, despreocupado,
tranquilo, confiado... Ahora todo me da vueltas. Me preocupo por todo. Salto al
menor estimulo. Me paso el día pensando que estarás haciendo, queriendo
entrar con mi pensamiento en tu vida, en tu mundo. Queriendo zambullirme en
tu diario. Soñando contigo. Y me siento vivo. Te recuerdo mirándome. Tus ojos
eran como dos lagos profundos en los que me sumergía al mirarte. Y sigo
preocupándome por si tu no estas bien. Me dueles mucho. Quizás te parecerá
mentira, pero te siento. Sé que estas ahí, mirándome en silencio. Besándome,
acariciando mis manos con tus manos.

Lo mejor: cuando tomábamos nuestras manos y nos fundíamos en una


multitud de caricias, en un sinfín de sensaciones. Se me estremecía todo el
cuerpo. Me recorría la espalda un cosquilleo casi imperceptible, una riada de
dulces sensaciones. Y todo eras tú. Solo tú. Estaba embriagado de ti, drogado
por tus ojos. Y te iba queriendo como un pequeño arroyo, poco a poco,
segundo a segundo,. ¿ Sabes? Todavía busco tus manos por las paredes, por
las mesas, por el suelo...las busco en el aire y, no te lo creerás, pero las
encuentro. Están esperándome, acariciantes, suaves, entregadas...

El primer día tu perfume me persiguió como un fantasma. Hoy no. Me he


acostumbrado a él y ya no lo percibo. Es parte de mí, como lo es tu mirar, el
tacto de tu piel, tu pelo... me he fundido con ellos perdiéndome, despareciendo
en tu pecho. Te quiero ¡ que cruel agonía!

23
XIX
Te mire
Y fuiste mar.
Me lancé a las
Aguas furiosas
De tu cuerpo,
Navegue en el cristal
de tus pupilas
y fui velero.

Te hablé
Y fuiste cielo.
Volé entre nubes
Y corrientes
De tu rostro,
Me lancé al vacío
De tus pupilas,
Y fui gorrión.

Te escuché
Y fuiste sol.
Me arrojé
entre llamas
y volcanes
de tu hechizo,
derretí mi cuerpo
entre tus ojos,
y fui rayo.

Te besé
Y fuiste, amor,
Mar, cielo y sol.

24
XX
Tan solo sé, amor,
Porque te siento,
Sin saber si tú
Me sientes ahora.

Tan solo sé, amor,


Porque te nombro,
Sin saber si tú
Me nombras tanto.

Tan solo sé, amor,


Lo que te quiero,
Sin saber si tú
Me estás queriendo.

25
XXI
En la laguna de tus ojos
verdes, muy verdes,
Quisiera yo
Limpiarme todo
el polvo del camino.

En la laguna de tus ojos


Claros, muy claros,
Quisiera yo
Saciar
Mi sed de siglos.

En la laguna de tus ojos


Hondos, muy hondos,
Quisiera yo ahogar
La pena de mi soledad
Y mi tristeza.

26
XXII
Me gustas
Porque
Cuando miro
Tus ojos
Veo el mundo
Fluir
A tus pupilas.

Te quiero
Porque
Cuando beso
Tus labios
Siento mi alma
Unirse
A lo absoluto.

Te amo
Porque
Cuando toco
Tu pelo
El ambiente
Me huele
A primavera.

27
XXIII
Cuando me falta
Tu luz
Se rompe
El cielo.

Cuando me falta
Tu pelo
Sufren
Mis manos.

Cuando me falta
Tu sonrisa,
Lloran
Mis ojos.

Si me faltases
Tú, amor,
No sería nada.

28
XXIV
¿ Es esto amor?
Y si lo es
¿ A que huele?
¿ Que esencia básica
Contiene su perfume?
¿ Huele a jazmines florecidos en primavera?
¿ Huele al campo tras la lluvia?
¿ O huele, tal vez, a sudor de dos cuerpos que se aman?

¿ Es esto amor?
Y si lo es
¿ A que sabe?
¿ Que regusto final
Deja en la boca?
¿ Sabe a pan recién hecho?
¿ Sabe a naranja fresca?
¿ O sabe, tal vez, como saben dos besos que se quieren?

¿ Es esto amor?
Y si lo es
¿ Cual es su textura?
¿ Que dulce caricia
Da a mis dedos?
¿ La de la lana calida de invierno?
¿ La de la piel de un niño?
¿ O, quizás, la textura de tu piel en madrugada?

¿ Es esto amor?
¿ Y que si no lo fuera?
¿ Acaso el nombre
Cambiaría el sentimiento?
¿ Cambiaría la angustia de no tener al ser amado?

29
¿ El dolor profundo de tu ausencia?
¿ Cambiaría, acaso, el sentir como lo siento?
¿ Cambiaría ¡ Dios! El fuego que me consume?

30
XXV
He quedado
varado en tus escollos,
atrapado en las rocas de tu cuerpo.

Detenido, roto, descompuesto.


Abierto en carne viva
con el corazón sangrante
por tu olvido.

He quedado
varado entre tus formas,
retenido en el mar
de tus pupilas.

Apresado, preso, destruido,


Herido en la cabeza
con el alma desecha
por tu ausencia.

He quedado
Atrapado en tus laderas,
apresado por la nieve
de tu pecho.

Varado, abierto, rematado,


helado por completo
con el cuerpo inmóvil
por tu frío.

31
XXVI
Nuevamente
el suelo
se desangra,
la noche
se deshace,
el cielo
se suprime.

Tanta sangre,
amor,
tanta sangre
corre por mis venas
dispuesta a derramarse
por tu cuerpo.

Tanta sangre,
amor,
tanta sangre,
cascadas de agua cristalina
desembocando
en los mares de tus ojos,
expandiéndose por las lomas
de tu cuerpo.

Tanta sangre,
amor,
tanta sangre
recorriendo el mundo
hacia tus venas
dejándome vacío.

Tanta sangre,

32
amor,
tanta sangre ...
Y tu, amor,
callada, triste...
Y yo, amor,
drogado,
descompuesto.

33
XXVII
Que dulce que es quererte,
amor,
que dulce
pronunciar tu nombre
en el silencio,
añorar tu mano
ante tu ausencia,
acariciar la almohada
en tu recuerdo.

Que dulce que es besarte,


mujer,
que dulce
acariciar tus labios
con mis labios,
mis manos
con tus manos,
mi pelo
con tu pelo.

Que dulce que es quererte,


amor,
que dulce
el recordarte
en la penumbra,
el ver brillar tus ojos
al cerrar los míos,
el amarte, amor,
como te amo.

34
XXVIII
A pesar de tu miedo
y mi miedo,
a pesar de tus dudas
y mis dudas,
nos fuimos deslizando
en aquella madrugada
de diciembre.

Clavamos nuestras manos,


crucificamos nuestros cuerpos,
fundimos nuestros labios.

Y te quise.
Y oí como pronunciabas
mi nombre.
Y te escuche respirar
junto a mi oído.

A pesar de tu miedo
y mi miedo,
a pesar de tus dudas
y mis dudas,
se nos fue pasando
el tiempo como un rayo,
pero yo toque contigo
la mejor melodía,
compuse mi mejor
adagio.

35
XXIX
Te quise
cuando eras tierna
como pan amasado,
oloroso y amargo.

Te sentí
cuando tenias
la infantil ternura
de la noche.

Te rompí
cuando tú
rompiste mi cabeza,
en el otoño.

36
XXX
Se me ha roto un cristal
entre las manos,
se ha manchado el suelo
con mi sangre
vertida por tu ausencia.

He perdido la paz y la palabra,


se me ha roto la lengua de nombrarte,
tan lejos, tan sentida.

Se me ha partido el alma
entre tu pecho,
he caído deshecho en la espesura
del color de tus ojos
traicionándome.

37
XXXI
Muerto estoy,
en la frialdad
oscura de tu pecho,
reyezuelo en sueños
destronado
por tu golpe
de estado traicionero.

Solo estoy,
caído entre
la escarcha
de las frías
mañanas de
tus manos,
helado entre
tu ausencia
presentida.

Loco estoy,
ciego entre la noche
de la oscura
humedad de
tus pupilas,
olvidado entre
tus ojos
esquivos,
descompuestos.

38
XXXII

Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta.
( Ángel González)

Todos tenemos miedo. Siempre.


Miedo a quebrar
a dentelladas
aquello que nos queda.

Complejos heredados en la infancia,


memorias inspiradas en cuentos infantiles,
leyendas mantenidas en el aire.
Todos tenemos miedo. Siempre.
Miedo a quebrar
a golpe de martillo
aquello que tenemos.

Olvidos inspirados en la niebla,


barreras levantadas en el paso,
corrientes mantenidas en el viento.

Todos tenemos miedo. Siempre.


Pero vivamos sin miedo,
vivamos el momento que nos queda.

Porque,
si muriera,
volvería a nacer

39
( nacer como Ave Fénix reencarnada)
volvería a ser yo
para quererte, amor,
como te quiero.

40
XXXIII
Eras, instante, tan claro.
Perdidamente te alejas, dejando erguido el deseo
con sus vagas ansias tercas.

LUIS CERNUDA

Tan claro fuiste instante,


Te sentí dentro ¡ tan cerca!
que agote, en tan corto tiempo,
mi energía por quererte.

Te quise ¡ cuánto te quise!


tan brevemente te he visto,
que pronto te me has perdido
dejando mi cuerpo inerte.

Te quise instante, te quise


y, en tan pequeña tormenta,
aún conservo yo el deseo
de volver de nuevo a amarte.

41
XXXIV

Voy a crucificarme contra tu cuerpo,


clavar mis manos en tus manos, mujer,
hundirme entre los limites de tus formas,
atarme con tu pelo.

Voy a desintegrarme, mujer,


entre tus ojos, oír por tus oídos,
desaparecer en las curvas de tu cuerpo,
fundirme en tus anillos.

Quiero que me recojas, mujer,


roto en mil pedazos,
y me introduzcas en tu vientre,
hundirme entre tus órganos.

Quiero sentirte hasta perecer, mujer,


aislarme con tu cuerpo,
transformarme
en una parte de ti,
en tu elemento.

42
XXXV
Empedrado estoy contra la piel de tu pecho,
Hermosa mujer, indigno de tu nombre,
Piedra contra piedra, regado, polvoriento,
Rendido y asolado.

Empedrado estoy, mujer, frente a tus ojos,


Recato inevitable, indigno de tu iris,
Ojo frente a ojo, llorando, sin aliento,
Caído y rematado.

Empedrado estoy, amor, en tus fronteras,


Muro infranqueable, anhelante, inquieto,
Tendido, atravesado.

43
XXXVI
Sentir tu aliento,
Lejano y tan cercano.

Sentir tu respirar
En la penumbra.

Noche de amor,
Enamorada,
Cuerpos que se quiebran
Y se hacen aire.

Burbujas de jabón
Que vuelan y se unen,
Traspasando la distancia
En una noche.

Espíritus del aire,


Que se sienten
Fundidos para siempre
Dos en uno.

Unidos para siempre,


Xilófono de aire,
Inmensamente tuyo,
Granero de tu nombre,
Nacido para ti
Amándote en la noche.

Suspiros de amor,
Que volaron,
Cuerpo a cuerpo,
En aquella mágica noche.

44
XXXVII
Amé sin querer a quién amaba,
Que amar queriendo
Sería amor premeditado, adrede,
y eso no es amor.

Ángel González.

Yo no te busque.
Quizás, tú a mí tampoco.
Pero un día nos encontramos.

Yo no quise amarte.
Quizás, tampoco tú quisiste amarme.
Pero nuestros corazones se amaron.

No nos pidieron permiso.


No nos dejaron elegir.
Se fundieron solo por querer ellos.

Instalaron su amor en nuestras vidas.


Y nos obligaron a amarnos
Por encima del tiempo,
Del espacio,
De las cosas que nos rodean.

Y aunque tratamos,
Desesperadamente,
de resistir los impulsos
que nos imponían,
nos amamos,
sin premeditación,
ni alevosía.

45
XXXVIII
Mi querida amiga,
te escribo este poema con mi sangre destilada
por tus venas, para decirte, si acaso no lo sabes,
que no es amor aquello que yo siento,
sino el sentirme perdido si no existes,
hundido sin tus brazos,
cadáver sin tu vida.

Mi querida amiga,
te lanzo este suspiro con mis lágrimas vertidas
por tu ausencia, para que sepas, si aún no lo intuiste,
que me estás entrando dentro, que me envuelves
con tu nombre, tu llanto y tu sonrisa.

Mi querida amiga,
no es que me despida, tan solo
un "hasta luego" te dejo en la mesilla,
para poder vivir, mañana, en tu esperanza.

46
XXXIX
Drogado
por ti,
hundido
por tu nombre,
derrotado,
enganchado
a ti,
deshecho.

Te estoy
odiando
tiernamente,
amándote
con furia,
destrozando
mi paz
con tu
presencia.

Enganchado
a ti,
deshecho
por tu
cuerpo,
agobiado,
roto
en pedazos,
TUYO.

47
XL
Y yo te quiero.
Y, a veces, mi cariño
revienta tu mirada.
Tú sientes en tu pecho
una cárcel dorada,
y yo, tan solo quiero
sentirte enamorada.

Decirte: yo te quiero
libre, no raptada.
Sentir latir tu pecho
tic-tac en tu mirada.
Decirte niña mía.
Decirte: ven amada.
Sentir latir tu pecho,
oírte entre la nada,
besar tus suaves labios,
vivir en tu alborada.

Y yo te quiero
libre, que no encadenada.
Sentir que tú me eliges,
sentir que tú me amas,
sentir que mi cariño
no rompe tu mirada.

Acaso, entre las sombras,


agobias tus palabras.
Y yo sólo preciso
mirarme en tus miradas.

Oírte: yo te quiero.
Oírte enamorada.

48
Amarte entre la noche,
amarte en la mañana.
Sentir que estás conmigo,
tocarte en la alborada.

Decirte: yo te quiero,
te quiero enamorada,
enamorada y libre,
enamorada y clara.

Que yo te quiero libre,


que no te quiero esclava.

49
XLI
Yo te quiero.
Como quiere
La espuma del Atlántico
Besar las rocas.

Yo te espero.
Como espera
En la madrugada
La escarcha
El sol que la derrita.

Yo te añoro.
Como añora
El girasol
El sol que
Le caliente.

Yo te amo.
Como ama
El mismo amor
El calor de
Su existencia.

50
XLII
No somos dos, mujer,
Que somos uno,
Uno tan solo,
Separados por
Dos cárceles de materia.

No somos dos.
Somos un alma
En dos cuerpos
Aprisionada,
Condenada a
Vivir, por siempre,
desglosada.

No somos dos, mujer,


Que somos uno,
Dos cúmulos de materia
Unidos para siempre,
Por encima del tiempo
Y del espacio.

51
XLIII
Me impiden amarte,
No eres tú, sino ellos
Quienes lo impiden.

Lo sabes ¿ verdad?
No son tus ojos de
Llanto contenido,
Sino sus miradas
De acusación hipócrita
Quienes me impiden
Quererte, amor,
Con sus patrones.

Me impiden,
Amarte, amor,
Porque no aman.

52
XLIV
Mi dulce niña
Deja la noche
Cortar
El tiempo.

Remata la mañana
Entre las flores
Con gotas
De rocío.

Eterno enamorado
Cubierto por las
Lagrimas
Del tiempo detenido.

Te espero
En un paraíso
Pleno de flores
Cubierto de rocío.

Renacida en la noche
Entre los árboles
Con gotas
de rocío.

Mi dulce mujer
Eterno enamorado
Te espero
Cubierto de rocío.

53
XLV
Hacia donde navego,
Hacia donde me lleva
El viento de la tarde.

Con el timón roto


Y sin sextante.
Teniendo solo
Como guía
Las estrellas.

Hacia donde me embarco.


Hacia donde el aire
Me transporta.

Con la vista ciega


Y sin mirada.
Teniendo solo
Como luz
Tu sol y tu recuerdo.

Hacia donde me llevas.


Hacia donde voy
Sin que tú me acompañes.

Con el alma perdida


Y sin destino.
Temiendo solo
Perderte
En el camino.

54
XLVI
En mi dolor esta la luz de mi condena.
La ruptura culpable del cielo de tus ojos.
Porque tirando voy, amor, de mi cadena
Preso perpetuo de todos mis enojos.

Son mis palabras traición a mis antojos.


Rejas de hierro que me atan a mis penas,
Que rompen mis raíces en rastrojos,
Y matan mi ilusión a manos llenas.

Es mi amor como ola gigante,


Que sube y baja en el océano,
y me hace ser navegante,
De mis manos a tus manos.

Como sol en una tarde de verano


Me derrito al sentirte en la espesura,
buscando destruir mi amor en vano
Y dejar de ser esclavo de tu hermosura.

55
XLVII
En este día de junio,
Quiero mandarte un saludo
De agua, canela y sangre
De cielo, quebranto y mundo.

Quiero mandarte en el viento


Un millón de amapolas
Con sus corazones rojos,
Regadas de sangre y olas.

Quiero romperme en pedazos


Y volar por el correo
En un sobre de amapolas
Con direcciones y sellos.

Quiero sentirte feliz,


Quiero verte sonriendo,
Quiero mirarte a los ojos
Mientras yo me voy muriendo.

Quisiera, tanto quisiera,


Verte feliz este día,
Quisiera que en él tuvieras
Mi alegría y tu alegría.

Te mando aquí mi saludo,


Te mando, niña, cien besos,
Te estoy mandando cien rosas
Por el correo del viento.

Con estas palabras nobles


Te mando mi pensamiento
De que seas mas feliz

56
Que nadie en el firmamento.

Con estos deseos míos


Te regalo una paloma,
Paloma de libertad,
Entre tu aroma y mi aroma.

En la bañera de Ulises
Voy navegando hacia allí,
Sorteando los peligros
Que me separan de ti.

En este día de junio


Te mando, mi niña, un beso,
Una flor y un corazón
Y una ramita de enebro.

En este día de junio


Felicidad te deseo,
Cascabeles de tu nombre
Que, con amor, deletreo.

57
XLVIII
Escóndete.
Ocúltate tras los árboles
Del bosque que te rodea.

Y yo te encontraré.

Desaparece
Entre edificios gigantes
De una ciudad lejana.

Y me veras paseando por sus calles.

Sumérgete
En un océano
Profundo y oscuro.

Y me veras nadar.

Cámbiate el rostro
El nombre
Y el lugar en
el que habitas.

Y me encontraras de nuevo.

Aléjate
Pon kilómetros y kilómetros
De distancia
Entre mi voz y tu nombre.

Y yo seguiré estando.

58
Siempre cercano a ti.
Como, cuando, donde
Tu quieras. Siempre.

59
XLIX
Este rincón
De flores masacradas,
Caído en la noche
El cielo, rota el alma,
Reventado el pecho
por tu acento.

Ese leer los poemas


Que escribes cuando estudias,
Sentirte cerca,
Tocarte con mis manos,
Depositar mis labios
En tus labios.

Ese no saber si
Tu también me
Quieres,
Si no es un sueño
Aquello que vivimos,
Una rotura dentro
De mis rejas.

Ese amarte sin saber


Si aún me sigues viva,
Encarnada, perfecta.
Si aún te toco
Y siento
El embriagador perfume
De tu cuerpo.

60
L
Eneas se escapó
Salió de Troya
Y busco un lugar donde vivir,
Un santuario.
Y yo, perdido,
¿ Donde tengo mi lugar?
¿ Donde mi casa?

Ulises navegó
Con mil peligros
Buscando el camino de regreso
A su isla de Itaca.
Y yo, sin rumbo,
¿ En que puerto
Concluiré mi viaje?

¿ Guardaré al final
Mi corazón
en su alcancía?
¿ Salvaré mi tesoro
De aquellos
que lo buscan?
¿ Podré hacerlo?

Estaré atento,
Perdido en su defensa.
Pero ¿ podré salvarlo
Al fin, de los ladrones?
¿ Seré capaz de dejarlo
Indemne
Y protegido?

No sé si podré.

61
Es posible que sí.
Pero ¿ y de ella?
De ella,
La que sueño,
Por la que vivo,
Por la que siento.

Incapaz me siento
De luchar con ella,
De mirar sus ojos,
De verla reír.
Sus besos
me hechizan
Y así ¿ podré hacerlo?

Ante ella me inclino.


Le pondré en la mano
Mi vil corazón.
Y si ella me mira
Me doy por vencido.
Bésame, paloma,
Muero por tu amor.

62
LI
Tengo el corazón apretado
Por hablarte,
Dolorido por no recibir de ti
Nada que indique que, de vez
En cuando, piensas en mi.

Tengo la mirada trastornada


Por mirarte,
Escocida por no poder leer
Nada que haya salido
De tus manos temblorosas.

Tengo el sentimiento apagado


Por amarte,
Empeñado por no poder saber
Si tu me amas, al menos,
Lo suficiente para no olvidarme.

Tengo la vida hipotecada


En tus manos,
Entregada por no poder dejar
De quererte, y sin saber,
Si tu también me quieres.

63
LII
Porque te quiero
Tu mirada
Me transporta
En un inmenso oleaje
A un puerto de leyenda.

Porque te quiero
En tu ausencia
Se refleja
El susurro prolongado
De la tristeza esperanzada.

Porque te quiero,
En la noche,
Las estrellas
Brillan con tu nombre.

Porque te quiero,
Mujer,
La tierra
Se transforma
En paraíso.

64
LIII
He aprendido a quererte
A través del paso de los siglos,
A través de la experiencia
De miles de personas
Que amaron en silencio.

He aprendido a besarte
A través de los segundos
De miles de ocasiones
De millones de noches de amor
En todos los rincones de la tierra
De miles de personas
Que se besaron sin mentiras.

He aprendido a amarte
Sentados una tarde
En el lavadero de piedra
Viendo anochecer en primavera.
He aprendido a sentirte
Cada vez que pronuncio
Tu nombre
En mis suspiros.

65
LIV
Tu nombre no es tu nombre
Es una sinfonía interpretada
Una noche de luna llena
En un auditorio
De jardines árabes.

Tu nombre es un suspiro
De pena contenida,
De alegría sin prisa,
De cielo oscurecido.

Tu nombre es una historia


De amantes de leyenda
Un paraíso reencontrado
De amores sin tapujos.

Tu nombre es una góndola


Y un canal de Venecia
Cuando en el cielo
Amanece un nuevo día.

Tu nombre, mujer,
No es solo tu nombre,
Es tu pelo, tu aliento,
Tu sonrisa.

66
LIV
Siempre,
Siempre modesta,
Discreta,
Indecisa.
Y así te quiero.

No quiero
Una roca poderosa
Fijada con fuerza
Al suelo.
Te quiero
Caña cimbreante
A cada bocanada
de viento.
Te quiero libre.

Siempre,
Siempre en la duda,
La confusión,
La locura.
Y así te quiero.

No quiero una mujer


De decisiones
Fijadas con violencia.
Te quiero sensibilidad titubeante,
Ternura estática,
Te quiero como eres.

Siempre,
Siempre así.
Te quiero con tus dudas,
Con tu risa,

67
Con tus lagrimas.
Te quiero como eres.

68
LV
Muchas noches, mi amor
Se duerme a sobresaltos.
Como una noria
Da vueltas y vueltas,
Sin caer en brazos
Del sueño que desea.

Muchas noches, mi amor


Se despierta en la noche.
Su dolor es tan fuerte,
Que se clava en su pecho,
Y le impide llegar
Al sueño que desea.

Muchas noches, mi amor


Se desliza en las sombras.
Como un tobogán
Cae al abismo,
Y con un sudor frío
Se despierta y llora.

Algunas noches, mi amor,


Me deslizo contigo.
Yo me acerco feliz
A tu cama lejana,
Abrazando tu cuerpo
Protegiendo tu sueño.

Algunas noches, mi amor,


Me traslado a tu lecho.
Y tu dolor se muda
De tu corazón al mío,

69
Porque mi cuerpo es
Prolongación del tuyo.

Algunas noches, mi amor,


Sueño que tu me tienes.
En tus brazos cautivo,
De tus besos esclavo,
De mi cuerpo la dueña
Y de mi corazón reina.

70
LVI
BALADA DE LAS MIL MUJERES

En su rostro veo tu rostro,


Tu mirada en su mirada.
En las líneas de su cuerpo
Contemplo el mapa de tus formas,
Tu presencia.

En su olor huelo tu aroma,


Tu dulzura en su dulzura.
En los ruidos de sus voces
Contemplo tu forma de hablar,
Tus desinencias.

En todas y cada una


Siento el latir de tu pecho.
El tic-tac de un corazón
Que de mil se vuelve uno,
Solo tu pulso.

Cerrando los ojos


Observo tus fronteras.
Y cuando los abro
Respiro tu aliento
Oliendo la tierra.

71
LVII
Te pedí un beso
Y tu me lo negaste
¡ Tanto te costaba!

Te pedí un te quiero
Solo dos palabras
¡ Tan difícil era!

Estabas cansada.
Y yo estoy cansado
Sin saber si tu me quieres,
Sin sentirte cerca.

Y un día yo,
Me sentiré liberado
De tus cadenas
Y buscaré otra prisión
Donde alojarme,
Lejos de ti
Y lejos de tu risa.

72
LVIII
Deja ya corazón de atarme a la locura,
De romperte en pedazos cada día.
Deja ya de extrañarla en su ternura
De escribir tu dolor en mi poesía.

Deja de perder otra vez la paciencia


Cuando se pone el sol y estás a oscuras.
Deja ya de romperte en su conciencia
Deja ya, corazón, de hacer locuras.

Porque ¿ donde esta ella?


¿ en que lugar está su residencia?
¿ donde sonríe su sonrisa bella?
¿ a quien entrega toda su presencia?

Deja , corazón, ya de romperte


Como el frágil cristal de una botella
Todo porque ella no va a verte
Todo por que su luz ya no destella.

Abandona el recuerdo de su risa


Y no mires al cielo, cuerpo inerte,
Olvida ya la luz de su sonrisa
Y renace de nuevo de la muerte.

73
LIX
Rubor
En las mejillas
De tu cara, solo rubor,
Tan solo eso.

Me miras y
Callo,
Me hablas
Y cierro mis
Ojos.

Me besas y,
En el viento,
Los colores
Navegan
Hacia el
Cielo.

74
LX
Quiero romper
Mi cabeza
En las paredes
De la fría
Chabola en la
Que habitas,
Esparcir yo, mi
Sangre entre
Tu lecho,
Romperme así,
Matarme en tu presencia.

Quiero morir,
Mujer, entre los
Suelos, manchar
De rojo todas tus
Cortinas,
Romperme así,
Matarme en tu
presencia.

75
LXI
Ruinas
Han quedado,
Solo ruinas,
Y sol cayendo
Ente hojas
Marchitas ya
Por el paso del
Tiempo.

Ruinas,
Solo ruinas,
Y el cielo azul
Rompiéndose en pedazos,
Cayendo así, ahora,
En un pasto de nubes.

Ruinas,
Han quedado
Solo ruinas.
Y yo rompiéndome
El alma
Por amarte,
Entre la oscuridad
Negra
De la noche.

76
LXII
Total para nada
Me sirvió amarte.
En fin, todo fue
Ilusión fracasada,
Sueño imposible.

Ahora te digo
Ya no te amo.

Total para nada


Me sirvió amarte,
Jamás te amé,
Ya no te amo.

77
LXIII
Eres un rescoldo en
El camino,
Una roca dura y orgullosa,
Un soplo
De muerte
Sin mañana.

Eres un cadáver en
El infierno,
Un fuego difícil
E inclemente,
Una sombra
De vida
En las tinieblas.

78
LXIV
¿ Quien?
Y yo a dos velas.
¿ Tú?
Y yo a dos velas.
¿ Quizás tú?
Y yo en Babia.
¿ Tal vez....?
Y sigo en Babia.
¿ Quien?
Y yo a dos velas.
¿ Tú?
¡ Haberlo dicho!

79
LXV
Si te miro a los ojos,
Soñando te pregunto,
¿ Que es el amor?
¿ De donde viene el sentir
El dulce sinsentido
De querer sin quererlo?

Si te huelo,
¿ Que siento?
¿ Porque mi cuerpo se rebela,
Se transforma sin causa,
Cayendo en el dulce sopor
que da el deseo?

Si no te siento
¿ Porque sigo en el anden
Soñando contigo?
¿ Porque espero ver arrancar
El tren del destino deseado?
¿ Porque tu amor se me muestra
Sin tocarme?

Si ya te has ido,
¿ Porque sigo añorando tu presencia?
¿ Porque tu sol aún me calienta
En la fría noche
De mi existencia,
Fútil y desgastada?

80
LXVI
En tu tristeza
ubico yo el dolor
De tu ausencia.

En tu desesperanza
Instalo yo mi desazón
Descarnada.

En tu corazón
Mi corazón
Que suspira.

En tu dolor
Mi angustia
Y mi congoja.

Porque solo quiero


Tu risa al despertarme,
Oír tu voz al dormirme,
Soñar que estás conmigo.

Porque solo quiero


Vivir de tu alegría,
Calentarme en el sol
De tu risa
En la noche
Y vivir
En tu vida.

81
LXVII
A nuestra historia
Le falta algo mas que una fecha.
Su calendario
Esta hecho a retazos
De ausencia compartida,
De miradas sin foco
De palabras sentidas
Que se pierden en el aire.

A nuestra historia
Le falta algo mas que un horario,
Su reloj
Esta hecho a segundos
De tiras y aflojas,
De suspiros sin nombre,
De te quieros
Que se pierden en la noche.

A mi historia,
Que pretende ser nuestra,
La construye mi amor,
El calor de tu risa
Y, porque no,
El saber que tu existes.

82
LXVII
Muerto en la
Arena
Me quedo
Observando
El vaivén
De las olas
Que me mueven.

Veleta empujada
Por tu aliento,
Dirigida por
el viento
de tu cuerpo.

Muerto en la
Sombra
Oscura de los
Árboles,
Empujado,
Amor,
Por tus
Palabras.

83
LXVIII
Te han herido,
mi pequeña rosa,
los caciques insignes
del invernadero.

No han podido soportar


La belleza de tus pétalos,
La grandeza de tu olor,
Ni la bondad de tus espinas.

Y, por eso,
Te han herido.
Te han arrojado
Al frío invierno.

Te han ocultado,
Esparcido tus pétalos
Por el suelo helado,
Tus ramas
En el duro suelo.

Pero yo,
Mi dulce flor,
Se que renacerás
Como Ave Fénix,
Y volverás
A tener,
Otra vez,
Una maravillosa
primavera.

84
LXIX
Ahora si que tiemblo.
Ahora que no se si todo
Fue un sueño.

He tocado mi cama
Al despertar
Y tú no estabas.
Y dudo de que existas.

Ahora si que tiemblo.


Ahora que tan solo
Retengo tu imagen
Y el perfume de
Tu cuerpo.

Ahora si que tiemblo.


Ahora que tengo
Un miedo infinito
A perderte.

85
LXX
Quizás nunca debí decirte
Lo que no te dije.
Es preferible
El silencio
A las palabras.

¿ Recuerdas?
No fue la noche
La que rompió
El silencio.
Fue el día,
Y la distancia.

Quizás nunca debí decirte


Lo que no te dije.
A veces es preferible
Callar el corazón
Ocultarlo a las miradas.

Yo no recuerdo
Tan solo siento
Y hoy sé
Que nunca debí decirte
Lo que no te dije.

86
LXXI
Entraste y te fuiste,
como una tormenta tropical
en un día de verano.

Rompiste a llover
y quebraste, dentro de mi,
mi corazón y mi cerebro.

Te marchaste
y, en ese día,
el cielo se derrumbo
sobre la tierra.

87
LXXII
Fue un recorrido largo y muy corto.
Desde el sur al norte,
desde oriente a occidente.

Un recorrido en que supe siempre


que todo terminaba.
Siempre lo supe.

Pero hoy, cuando el fin


se me presenta,
no puedo evitar
el desear
que me miren tus ojos.

88
LXXIII
Mirando tus ojos
descubrí que algo había cambiado.
Y yo no quise verlo.

Pero al verte reír


mi corazón voló
buscando tu morada.

Y descubrí, también,
que el amor perdura
aunque no quiera,
y se va también,
aunque uno lo busque.

Mirando tus ojos


yo vi que todo había cambiado
y decidí no llorar
y vivir recordándote.

89
LXXIV
Romance perdido,
Llamado a morir,
Confundido sueño,
Con noche, con fin.

De toda una vida,


Confundido afán,
Romanza perdida,
no se regresar.

« Te quiero» le dije
En noche feliz
Sabiendo, era cierto,
Que podía ser el fin.

Me queda el recuerdo,
Me queda su olor,
Me queda, en la noche,
Su afán y su voz.

Pero en la mañana
De la vida real,
Me queda tan solo
Un triste final.

90
LXXV
LETRA PARA TANGO

Andaré mi vida,
Aunque quedes fuera,
Romperé en la noche
Tu recuerdo azul.
Tú, que me quisiste,
Mira hacia delante,
Defiende tu vida,
Vive el porvenir,
Deja que me rompa,
Deja que me cierre,
Deja que anestesie
Mi gris corazón.
Recuerda tan solo,
Aquello que sientes,
Aquellos abrazos
que nunca darás,
los hijos nacidos
que nunca nacieron,
las noches dormidas
sin un despertar.
Ya llegará un día
Que, por fin, te olvide,
Que, por fin, comprenda,
Que perdí tu amor,
Y, al fin, ese día,
Cuando todos lloren,
Velando mi cuerpo
En su inmovilidad,
Yo diré dichoso:
« No lloréis amigos,

91
No veis que respiro,
No me veis reír.
No veis que, acabado
El sufrimiento atroz,
Renazco de nuevo.
Por fin no hay dolor.
Por fin la he olvidado,
Por fin ya no sufro,
Ya late de nuevo
Mi gris corazón».

92
LXXVI
Esperando muero
y muriendo te espero.

IBL.

Quedo mi vida en suspenso cuando tu te marchaste.


Sin tu luz cristalina se oscureció el camino,
Se me paro el pulso y así me derrotaste
Dejándome a merced de mi cruel destino.

Se ha quebrado mi vida, mi corazón pasajero,


Se me ha roto la dicha sin tu grácil reír,
He perdido la calma, he perdido el consuelo,
He perdido la fuerza que me hace feliz.

Esta vida no es vida, sin tu amor, sin tu risa.


El cielo ya no es azul ni en el brillan estrellas
Ya tan solo me queda el esperar sin prisa,
Buscar las negras aguas y zambullirme en ellas.

Cuando noto el vacío que dejo tu partida,


Cuando sentir no siento, ni respiro, ni quiero
seguir avanzando en lo que llaman mi vida,
Esperando me muero y muriendo te espero.

93
LXXVII
Y aún preguntas si te quiero,
Si sigo amando como eres
A pesar del tiempo transcurrido.

Y aún preguntas si te amo,


Si mi corazón sigue latiendo
A pesar de todo lo pasado.

Son 18 años de sendero,


18 abriles florecidos,
18 diciembres de miradas,
Y dos soles que iluminan el camino.

Y aún interrogas mi deseo,


Si el tiempo termino con el hechizo,
Si mi amor se fue en los recodos de la vida.

Y , a pesar de tus dudas,


Yo sigo zambulléndome para descansar
En el lago oscuro de tus ojos.

94
LXXVIII
Cuando todavía permanece
en mi corazón
el olor de tu recuerdo
y las lagrimas limpian
de arena los ambientes,
se me va rompiendo
la coraza
y me hiere el acero
de tu perdida.

Porque te quise,
y te quiero,
porque te añoré,
y te añoro,
porque te deseé,
y te deseo,
porque te esperé,
y te espero,
y te seguiré esperando
hasta perder la voz
y la esperanza.

Y el día en que, por fin,


veré que no regresas,
decidiré amarte mas
para seguir queriéndote,
aunque no vuelvas,
aunque jamás regreses.

95
LXXIX
Vale que te recuerdo,
Corazón pasado,
aunque me lo calle,
aunque no lo diga,
aunque mis palabras
parezcan negarlo,
aunque mi mirada
se seque y no llore.

Vale que no olvido


el tiempo pasado,
aunque la nostalgia
me lastre el olvido,
me ate a los días
que viví contigo.

Vale que te añoro


como añora el cielo
el sol que ilumina,
como añora el hombre
la mujer que olvida.

96
LXXX

Es tu silencio una forma


De no provocar el llanto,
Una forma de quererme
Sin decirme que me quieres.

Es la luz tu oscuridad
Amanecer tu crepúsculo
Sol invernal luminoso
Nubes sin lluvia ni nieve.

Amanecer boreal
Que ha llenado tus pupilas
Que brillan cuando me miran
Y que alientan mi soñar.

Te amo
¡ cuanto te amo!
Aunque te duela mi amor
Aunque creas que estoy muerto
Que no tengo corazón.

Sigo buscando en la noche


El camino hacia tu luz
Aquella que veo a lo lejos
Y que no puedo alcanzar.

Algún día desde el cielo


Conseguiré al fin llegar
Y, entonces, como un cobarde,
Solo te sabré mirar.

Por eso, dulce princesa,

97
Se me ha roto el corazón.
Por eso, ya no lo tengo,
Con tu silencio quedó.

98
LXXXI
No la busco nunca.

Vio pasar la vida

Para reencontrarla

Montando en la brisa.

Nunca la llamo.

Aunque la sentía,

Espero paciente

Que ella apareciera

En aquella tarde.

No salió a buscarla.

Y la encontró un día,

Paseando en las sombras

Con luz de su risa.

No dijo palabras.

Y cuando, al final,

Decidió buscarla,

la encontró radiante

pero ya era tarde.

Y así desde entonces,

Su alma y su cuerpo

La siguen sin tregua

99
Montando en el viento.

Porque cuando dijo

Lo que no le dijo

Se metió en su alma

Y, allí, halló cobijo.

Porque desde el día

Que miro a sus ojos

Se rompió su orgullo

Y volvió a ser niño.

10
0
LXXXII

La noche va cayendo

Mientras que espero

Aquella sensación

Que nunca llega.

Ansioso de tu luz

Sufro y deseo

Sentir en tu mirada

Que ya vienes.

Y el tiempo

Va pasando

Sin tu risa

Desgranándose oscuro

Lentamente.

Y el sentir

Se vuelve desafecto

A tu luz

que no existe.

Cae la noche, y yo,

Me siento a morir

Abandonado.

10
1
Se va el día y yo,

te espero muriendo

Y esperando, muero.

Sin tiempo para ti

Sufro anhelante

El dolor del pasado

Que me oprime.

Sufro anhelante

La herida de tu ausencia

Sin poder hacer nada

Perdido sin remedio.

El dolor del pasado

Que se hace insoportable

En cada minuto

De fugaz pensamiento.

Que me oprime,

Tenaza en mi corazón.

Sin tiempo para ti

Perdido sin remedio.

Muerto.

10
2
LXXXIII

Ciertamente, somos líneas que nos vamos cruzando en este cruel mapa

de la vida. A veces corremos paralelas y esa persona que un día compartió con

nosotros el recodo del camino desaparece de nuevo y solo la percibimos a lo

lejos sin cruzarnos nunca de nuevo.

Ciertamente, lo que fuimos no es lo que somos. Tampoco lo que somos

será lo que seremos. Pero siempre habrá quién, no siendo quizás el ser más

importante de nuestra vida, sin duda alguna, se instalará en nuestro corazón en

un momento para vivir en él toda la vida.

Ciertamente, habrá momentos en que sentiremos como nuestro interior

se derrumba, como el dolor se vuelve paralizante y nos duele seguir adelante,

incitándonos a escondernos y huir a otro lugar, a otro tiempo, a otro materia.

Pero yo, hoy, en este momento, oyendo lo que oía cuando tenía veinte

años me siento que, aunque no soy el que fui, si siento como entonces la

necesidad de vaciar mis ojos en un inmenso océano de lagrimas.

Pero yo, hoy, en este momento, sintiendo lo que sentía cuando tenía

veinte años siento que, aunque no seré el que soy, si tendré tu olor en el

interior de mi recuerdo.

10
3
LXXXIV

ESTADO DE SITIO

Caíste.

Tropezaste con el muro,

Y nadie se acerco para ayudarte.

Te encontraste solo y, en silencio,

Levantaste la vista con tristeza

Y no había nadie.

Solo escombros,

Y piedras,

Y cemento,

En este callejón de miserables.

Y la viste. Su miseria

Y tu miseria era la misma.

Ella te miraba detrás de los escombros,

Tu miedo y su miedo eran iguales,

Sus lágrimas y tus lágrimas

Surtían del mismo rio.

No hubo lugar para la sonrisa,

No hicieron falta palabras ni señales,

Ella y tú huíais de lo mismo.

Un lazo irrefrenable te hizo levantarte

Y acercarte a ella,

Que te espero

10
4
Quieta,

Distante,

Temblorosa.

Vuestras manos

( las nuestras, las de todos)

Se entrecruzaron en un inquieto

Roces de pieles de cachorro.

No hubo que decir nada,

Ni un gesto fue necesario

En entre vosotros.

Ya no os importo el miedo,

Ni siquiera oísteis las sirenas

Que se acercaban lentamente,

Monótonamente, injustamente….

No os importo el monótono

Aullido de alguna radio que alguien

Dejo olvidada en algún rincón

De cualquier parte.

No os importo el correr

De la gente

Huyendo del horror y de la pesadilla.

Estabais los dos.

Que importa que no supieras su nombre

Ni ella el tuyo, sobraban las palabras,

Ni ella el tuyo, sobraban las palabras,

10
5
Y no lo oísteis.

No oísteis las voces, ni las pisadas,

Ni los altos, ni siquiera el metálico

Sonido de la muerte.

Y decidisteis

Marcharos a otra parte,

Donde nadie os moleste,

Ni os busque,

Ni os persiga.

10
6
LXXXV

Navego sin destino


Rodeado de olas
A punto de zozobrar
En pleno centro vital
De la tormenta.

Navego sin saber


Adonde me dirijo
Juguete del océano
Achicando el agua
Que me hunde.

Navego hacia una Ítaca,


Enclave inexistente,
Que no está escrita
En carta alguna.

Navego hacia una isla,


Aún hoy desconocida,
En que un faro de luz
Me ponga en rumbo.

10
7
LXXXVI

Navego hacia ti
isla incierta,
nacida de la espuma
y del sol que vierte
calor y luz
a un mundo agonizante.

Me acerco a tus orillas


donde reina la paz,
en medio de la confusión
y la tristeza.

Desembarco en ti,
esclavo de las lineas
de tu cuerpo,
agotado del viaje,
renacido.

10
8
LXXXVII

TU SILENCIO

Cuando miro tus ojos


Y me pierdo en los pliegues de tus manos,
Rescatando la piel de tus tobillos,
Siento descender mi cuerpo
Por una montaña rusa llena de agua
Y de sol.

Cuando siento tu voz,


A veces lejana,
Cargada de acentos de tus labios,
Siento subir mi sangre
Por una escalera de caracol llena de sol
Y de tierra mojada.

Cuando oigo tu silencio,


Quizás meditado,
Y aprecio tu dolorido corazón,
Siento renacer mi pecho
Por un camino de luz lleno de ternura
Y de poemas de amor.

Cuando espero tu olor,


Que renace en mi olfato,
Y me falta tu voz,
Siento el tacto de un pájaro
De colorido plumaje que me hace sentir
La dulzura sin par
De tu silencio.

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LXXXVIII

YO SÉ QUE NO ERES UN FRAUDE.

Yo he aprendido a leer en la profundidad de tus ojos,


Detrás de lo que hay escrito en tus pupilas.

Yo he sabido observar con las yemas de mis dedos,


El relato que hay escrito en la superficie de tu piel.

Yo he buscado detrás de tu piel el tesoro oculto


En tu cansado corazón, perdido entre tu pecho.

Yo he sentido los cascabeles de tu sonrisa,


La dulzura inmensa de tu mirada.

Yo me he sumergido en los ríos de tu sangre,


He viajado por las autopistas de tus venas.

Por eso, mi amor, yo lo sé.


Por eso, mi bien,
Yo sé que no eres un fraude.

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LXXXIX
Para E.A.M.

Te conocí navegando
Como una luz inasible
Que me incitaba a seguirla.

No lo dude
Y me lance a seguir
Las olas de tu sonrisa.

Y hoy que siento


Que tú estás conmigo
Sigo navegando hacia ti.

Y ni el océano
Que pretende separarnos
Sin conseguirlo.

Ni las barreras
En que se convierten
Las fronteras.

Ni siquiera
La cortedad de la vida
Que se nos escapa.

No podrán separar nunca


Ni nuestros cuerpos
Ni nuestro corazón.

Porque tú me has atrapado,


Con tu corazón,
Con tu sonrisa.

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Eres mi sol cuando hace frio.
Mi luz cuando esta oscuro
Mi hogar tras el camino
Mi descanso tras la lucha
y, eres mi amor, cuando estoy solo.

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XC

Déjame, amor,
Que me sumerja
en tus negros ojos.

Que me lance a nadar


en las aguas cristalinas
De tu cuerpo plagado de
estrellas con su brillo.

Déjame, amor,
Acariciar con mis manos
Tus hombros de sirena
Tu vientre oscuro.

Que te bese
Como nunca
te han besado
en tus dulces labios.

Déjame, amor,
Que llene tu cuerpo
Que lo cubra
De pétalos de rosa.

Déjame que sueñe


En tenerte rodeada
Por mis brazos
Mientras duermes.

Déjame, amor,
Que te ame
Mientras se van

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Las sombras.

Porque yo
Solo quiero besarte
Mientras vemos nacer
La luz del sol
Sobre el Caribe.

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XCI

ELLA
A E.A., con amor.

La conocí por casualidad como se conocen todas las cosas importantes


de la vida. Desde el principio me enamoraron sus ojos negros, su pelo que
parecía despeinado, su sonrisa cristalina y las desinencias caribeñas de su
voz. No pude evitar tomar su mano en mi mano y tratar de llevarla por el
camino de nubes que une el cielo con el infierno, la tierra con el mar, el sol con
la luna. Nos unían muchas cosas y muchas otras nos separaban. No solo era la
edad. También el misterio de su corazón roto, de su vida sin rumbo, deshecha
por un millón de encontronazos en las esquinas de la existencia. Pero,
precisamente, ese terrible misterio era como un imán que me atraía hacia ella.
En un momento la hubiera seguido a las mismas puertas del infierno como
Dante siguió a Beatriz, la hubiera acompañado a la ultratumba de esa muerte
hoy masculina y seductora que se había instalado en sus sueños.

Pero lo que más me enamoro de ella era su cara de niña, su alegría


contagiosa, sus lágrimas cristalinas cuando lloraba. Me refugie en el sabor a
menta de sus labios, en ese olor dulce que desprendía su cuerpo y que ella
tanto combatía.

Y ella continuaba al otro lado de la línea quebradiza del olvido, de la


cordillera insalvable de la distancia...

No es que diga que la amo, pero algo me empuja hacía ella, me arrastra
hacía el fondo de su abismo.

« Sic transit gloriae mundi» Tan breve transcurrió nuestro encuentro


que, poco a poco, se va difuminando en mi mente su presencia. Tan rápido fue,
el visto y no visto, que voy perdiendo la noción de su figura.

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Y todo gira alrededor de ella. Mi sueño y mi vigilia. Mi cielo y mi infierno.
Mi cuerpo y mi alma...Soy un carrusel en torno a su perfume, atrapado por las
redes de su pelo, hipnotizado por su cálida sonrisa.

No pude olvidarla. Su piel se adhirió a la mía de tal manera que nunca


llegara a separarse. Si, abandone Santo Domingo pero no la abandone a ella
porque ella se vino tremendamente presente en un hueco enorme dentro de mi
corazón. Y, ahora que la distancia me trae su olor en el viento, me voy
enredando en su recuerdo. Y mientras la recuerdo me conformo pensando en
ella.

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XCII

¿ Donde has estado todo este tiempo? Parece como si nos conociéramos de
toda la vida. Y más allá de la vida entera. Quizás estuvimos ya juntos en una
anterior reencarnación. Quizás yo fui un esclavo en tu casa de Roma y te
espiaba reprimiendo mi amor de imposible correspondencia. Quizás fuiste tú
una rehén cristiana y yo tu guardián moro y te oía cantar por las rejas de la
torre donde se hallaba tu prisión.

Quién sabe si no fuimos ya amantes en otro tiempo y solo la muerte logró


separarnos. Pero, hoy, siento como si te conociera desde siempre, como si te
hubiera amado eternamente. Te me escapas y te vuelvo a encontrar en el
laberinto de mil vidas. Cada día, cada hora, cada minuto, descubro algo nuevo
en ti que me asombra y que me engancha más y más a tu pelo. En tus ojos he
visto rebelado el secreto del universo, la infinitud del cosmos, el rostro de Dios,
de ese Dios en el que, a veces no crees, pero que te ha creado.

Tengo la sensación de haber perdido lo mejor de mi vida al no estar contigo y


me quemo por recuperarlo en un minuto, en un minuto infinito. La verdad es
que no sé ya lo que puede ser de nosotros. Solo sé que te diría lo que Ruth
dijo, hace mucho tiempo, a la madre de su esposo muerto:

« Donde tu vayas, allí iré. Donde tu vivas, allí viviré. Tu pueblo será mi pueblo y
tu Dios, será mi Dios».

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XCIII
Se me ha roto
El jarrón de la mesilla.
Se han caído
Las gafas
En el suelo,
El cenicero
Al patio,
El corazón
Al alma.

Me ha estallado
La bomba
Del pasado
Impulsada
Por la espoleta
De tus ojos.

Se me ha roto
El corazón
Dentro del pecho,
Ha salpicado mi
Sangre
Por tu culpa.

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