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El nombre de la rosa (título original: Der Name der Rose) es una película del director

Jean-Jacques Annaud estrenada en 1986, basada en la novela homónima escrita por


Umberto Eco y protagonizada por Sean Connery (en el papel del fraile franciscano
Guillermo de Baskerville) y Christian Slater (como el novicio Adso de Melk).

Argumento [editar]
Una abadía benedictina en Italia ha sido sacudida por un hecho inexplicable: uno de sus
monjes ha muerto de una forma muy misteriosa. Para investigar tan extraño suceso,
deciden confiar a un monje franciscano, fray Guillermo de Baskerville (Sean Connery),
quien llega a la abadía acompañado de su joven discípulo Adso de Melk (Christian
Slater), para una reunión entre la legación papal (entonces radicada en Aviñón, Francia)
y los llamados "espirituales" de la recién nacida orden franciscana, entre quienes se
encuentra Ubertino da Casale. No obstante y dados los acontecimientos, a su llegada
Guillermo es requerido por el abad para que investigue el extraño suceso. Guillermo de
Baskerville, otrora inquisidor, posee una inteligencia y perspicacia que no concuerda
con la humildad de un buen franciscano, pero es precisamente por pensadores de la
época como Roger Bacon y Guillermo de Occam, promotores de la ciencia y el
razonamiento lógico como un don divino, que Guillermo de Baskerville va
desentrañando los secretos que oculta esta abadía enclavada en el norte de la Roma del
siglo XIV.

En la abadía, de la cual a propósito se omite el nombre, viven monjes que vienen de


lugares remotos y acuden al santo lugar para poder acceder a libros que solo se
encuentran en esa biblioteca; al mismo tiempo, llegan con algún rollo o alguna edición
“rara” que contribuir al acervo de la Abadía. Los monjes extranjeros copian a mano los
textos que solicitan y elaboran cuidadosamente una nueva “edición” para poder regresar
a su monasterio con el texto requerido.

Son tiempos en los que el emperador ha calificado al Papa Juan XXII de herético, y éste
a su vez mantiene una guerra en contra de los frailes de la vida pobre, quienes son
representados por la orden de San Francisco, la cual tiene algunas décadas de haber sido
“reconocida”, pero que atenta – según el pontífice de Aviñon – contra los intereses de la
Iglesia Católica, pues sustentan que los apóstoles y Cristo jamás poseyeron nada ni en
común ni en uso, lo cual es precisamente el asunto a dirimirse durante el encuentro de la
Legación Papal y la joven orden franciscana, encabezada por Michele da Cesena.

En el fondo, lo que le preocupa a la alta curia no es que se sepa si Jesús fue pobre o no:
en todo caso, la angustia nace de la idea que pueda gestarse entre los fieles sobre si debe
ser pobre o no la Iglesia Católica. En caso afirmativo, la influencia y poder que ha
ostentado peligrarían. El emperador Ludovico es quien antagoniza pues con el sucesor
de Pedro. Algunos de quienes forman el grupo de los “espirituales” franciscanos
integraron el Capítulo de Perusa y cuentan con el respaldo del emperador, a quien
conviene que se pregone la pobreza como forma de vida y la “regla” franciscana. La
reunión de ambas legaciones es pues de suma importancia.

Siendo pues Guillermo de Baskerville un hombre agudo, descubre que todos en la


abadía tienen algo que ocultar: algunos, vicios de la carne; y otros, vicios del espíritu.
Es precisamente la sed de conocimiento (que en el libro de Umberto Eco denomina
como “lujuria del intelecto”) la que origina los mas trágicos acontecimientos vistos en
tan tranquilo y santo lugar, dedicado a la oración.

Es por ello que se guardaban con tanto celo algunos libros considerados como
“prohibidos”: tal es el caso de "Poética", escrito por Aristóteles, cuya única copia se
encuentra resguardada de ojos curiosos en el Edificio (la Biblioteca) ya que el filósofo
sostiene a través de sus ejemplos – todos cómicos - que es a través de la risa que se
puede dar gloria a Dios, cosa que Jorge de Burgos – uno de los monjes benedictinos
más viejos ente los que habitan este monasterio - sostiene que la risa no es buena para el
hombre: afirma que el libro podría incitar a los hombres a perderle el miedo y el respeto
a Dios.

En la cinta, magistralmente dirigida por Jean-Jacques Annaud, se observa un ríspido


diálogo protagonizado por Jorge de Burgos y Guillermo de Baskerville, donde
precisamente éste último ejemplifica cómo algunos santos apelaban a la risa para
burlarse de los infieles mientras que el anciano y ya ciego monje de Burgos sostiene que
ello no es sino la puerta abierta para el pecado.

Este tipo de conocimiento aparece como un delito para la Iglesia Católica, en este caso
representada por el “Venerable Jorge”. Fuera de la religión, no se permitía la libertad de
pensamiento. Sólo la compostura y el más estricto cumplimiento de “La Regla” eran
permitidos. Como claro ejemplo, está este libro misterioso: quien leía su contenido
moría.

En su anterior obra teórica, Lector in Fabula, Eco ya reseñaba en una llamada a pie de
página la «polémica sobre la posesión de bienes y la pobreza de los apóstoles que se
planteó en el siglo XIV entre los franciscanos espirituales y el pontífice».[3] En dicha
polémica destacó un polémico pensador franciscano, Guillermo de Ockham, quien
estudió la controversia entre los espirituales y el Papado sobre la doctrina de la pobreza
apostólica, principal para los franciscanos, pero considerada dudosa y posiblemente
herética tanto por el Papado como por los dominicos.[4] La figura intelectual del
nominalista Guillermo de Ockham, su filosofía racional y científica, expresada en lo que
se ha dado en llamar la «Navaja de Ockham»,[5] es considerada parte de las referencias
que ayudaron a Eco a construir el personaje de Guillermo de Baskerville, y
determinaron el marco histórico y la trama secundaria de la novela.

Según Eco, si no hubiera existido el Gruppo 63 no habría escrito El nombre de la


rosa.[6] El Gruppo 63, movimiento de neovanguardia literaria al que perteneció el
autor,[7] perseguía una búsqueda experimental de las formas lingüísticas y el contenido
que rompiera con los esquemas tradicionales. A ellos les debe «la propensión a la
aventura «otra», al gusto por las citas y al collage».[6] En aplicación de su propia teoría
literaria, El nombre de la rosa es una opera aperta, una «novela abierta», con dos o más
niveles de lectura. Llena de referencias y de citas, Eco pone en boca de los personajes
multitud de citas de autores medievales; el lector ingenuo puede disfrutarla a un nivel
elemental sin comprenderlas, «después está el lector de segundo nivel que capta la
referencia, la cita, el juego y por lo tanto sabe que se está haciendo, sobre todo,
ironía.» Pese a ser considerada una novela «difícil», por la cantidad de citas y notas al
pie, o quizás incluso por eso, la novela fue un auténtico éxito popular. El autor ha
planteado al respecto la teoría de que quizás haya una generación de lectores que desee
ser desafiada, que busque aventuras literarias más exigentes.[6]

La idea original de Eco era escribir una novela policíaca, pero sus novelas «nunca
empezaron a partir de un proyecto, sino de una imagen. (···) De ahí la idea de imaginar
a un benedictino en un monasterio que mientras lee la colección encuadernada del
manifesto muere fulminado».[6] Extensamente familiarizado y apasionado del medioevo
por anteriores trabajos teóricos, el autor trasladó esta imagen de modo natural a la Edad
Media, y se pasó un año recreando el universo en que se desarrollaría la trama: «Pero
recuerdo que pasé un año entero sin escribir una sola línea. Leía, hacía dibujos,
diagramas, en suma, inventaba un mundo. Dibujé cientos de laberintos y plantas de
abadías, basándome en otros dibujos, y en lugares que visitaba.».[6] De ese modo, pudo
familiarizarse con los espacios, con los recorridos, reconocer a sus personajes y
enfrentarse con la tarea de encontrar una voz para su narrador, lo que tras repasar las de
los cronistas medievales le recondujo de nuevo a las citas, y por ello la novela debía
empezar con un manuscrito encontrado. Eco dice al respecto en Apostillas:«Así escribí
de inmediato la introducción, situando mi narración en un cuarto nivel de inclusión, en
el seno de otras tres narraciones: yo digo que Vallet decía que Mabillon había dicho
que Adso dijo...».

Argumento [editar]

Abadía de Melk en 1672, antes de su renovación.

En un clima mental de gran excitación leí, fascinado, la terrible historia de Adso de Melk, y
tanto me atrapó que casi de un tirón la traduje en varios cuadernos de gran formato
procedentes de la Papeterie Joseph Gibert, aquellos en los que tan agradable es escribir con
una pluma blanda. Mientras tanto llegamos a las cercanías de Melk, donde, a pico sobre un
recodo del río, aún se yergue el bellísimo Stift, varias veces restaurado a lo largo de los siglos.
Como el lector habrá imaginado, en la biblioteca del monasterio no encontré huella alguna del
manuscrito de Adso.

Eco, Umberto - El nombre de la rosa


Es la Edad Media y corre el invierno de 1327, bajo el papado de Juan XXII. El
franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo Adso de Melk, llegan a una abadía
benedictina ubicada en los alpes italianos y famosa por su impresionante biblioteca con
estrictas normas de acceso. Guillermo debe organizar una reunión entre los delegados
del Papa y los líderes de la orden franciscana, en la que se discutirá sobre la supuesta
herejía de la doctrina de la pobreza apostólica, promovida por una rama de la orden
franciscana: los espirituales. La celebración y el éxito de dicha reunión se ven
amenazados por una serie de muertes que los supersticiosos monjes, a instancias del
ciego bibliotecario Jorge de Burgos, consideran que siguen la pauta de un pasaje del
Apocalipsis.

Guillermo y Adso, evadiendo en muchos momentos las normas de la abadía, intentan


resolver el misterio descubriendo que, en realidad, las muertes giran alrededor de la
existencia de un libro envenenado, un libro que se creía perdido: el segundo libro de la
Poética de Aristóteles. La llegada del enviado papal e inquisidor Bernardo Gui inicia un
proceso inquisitorial de amargo recuerdo para Guillermo, que en su búsqueda ha
descubierto la magnífica y laberíntica biblioteca de la abadía. El método científico de
Guillermo se ve enfrentado al fanatismo religioso representado por Jorge de Burgos, el
anciano bibliotecario que mantiene oculto el libro, quien tras la discusión con Guillermo
comienza a devorar las páginas envenenadas del libro. En el forcejeo para recuperar el
libro de manos del bibliotecario una lámpara cae accidentalmente, iniciando un incendio
que arrasa con la biblioteca y la abadía entera.

Personajes de El nombre de la rosa [editar]


Guillermo de Baskerville [editar]
Artículo principal: Guillermo de Baskerville

Fraile franciscano británico del siglo XIV. Con un pasado como inquisidor, se le
encarga la misión de viajar a una lejana abadía benedictina para organizar una reunión
en la que se discutiría sobre la supuesta herejía de una rama de los franciscanos: los
espirituales. Este paralelismo y la coincidencia en el nombre ha hecho pensar que el
personaje de Guillermo podría referir a Ockham,[8] que efectivamente intervino en la
disputa sobre la pobreza apostólica a petición de Miguel de Cesena, concluyendo que el
Papa Juan XXII era un hereje.

A su llegada, dada su fama de hombre perspicaz e inteligente, el abad le encarga


investigar la extraña muerte de un monje para evitar el fracaso de la reunión. La
descripción que hace la novela de Guillermo recuerda a Sherlock Holmes: «Su altura
era superior a la de un hombre normal y, como era muy enjuto, parecía aún más alto.
Su mirada era aguda y penetrante; la nariz afilada y un poco aguileña infundía a su
rostro una expresión vigilante, salvo en los momentos de letargo a los que luego me
referiré.» En cuanto al apellido Baskerville, remite también a la novela de Conan Doyle
protagonizada por Sherlock Holmes, El sabueso de los Baskerville, otro referente
señalado.[8]
Adso de Melk [editar]

Voz narradora de la novela, es presentado como hijo de un noble austríaco, el Barón de


Melk, que en la novela combatía junto a Luis IV de Baviera, emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico. Novicio benedictino, mientras se encontraba con su
familia en la Toscana es encomendado a Guillermo por su familia como amanuense y
discípulo, y ayuda a su mentor en la investigación. El personaje, como se menciona en
la novela, comparte nombre con Adso de Montier-en-Der,[9] abad francés nacido en 920
que escribió una biografía sobre el anticristo titulada De nativitate et obitu Antichristi.

Jorge de Burgos [editar]

El español Jorge de Burgos es un monje anciano y ciego, encorvado y «blanco como la


nieve»; bibliotecario de la abadía, empeña su vida en ocultar un libro, el segundo libro
de la Poética de Aristóteles, supuestamente dedicado a la comedia, la risa y el humor
como efectivos transmisores de la verdad, alrededor del cual giran las muertes que se
suceden en la abadía.

El que acababa de hablar era un monje encorvado por el peso de los años, blanco como la
nieve; no me refiero sólo al pelo sino también al rostro, y a las pupilas. Comprendí que era
ciego. Aunque el cuerpo se encogía ya por el peso de la edad, la voz seguía siendo majestuosa,
y los brazos y manos poderosos. Clavaba los ojos en nosotros como si nos estuviese viendo, y
siempre, también en los días que siguieron, lo vi moverse y hablar como si aún poseyese el don
de la vista. Pero el tono de la voz, en cambio, era el de alguien que sólo estuviese dotado del
don de la profecía.

Eco, Umberto - El nombre de la rosa

El nombre del personaje es un homenaje reconocido a Borges; Eco tenía en mente un


ciego que custodiase la biblioteca, y comenta en Apostillas que «...biblioteca más ciego
sólo puede dar Borges, también porque las deudas se pagan».

Personajes históricos [editar]

Ubertino da Casale [editar]


Artículo principal: Ubertino da Casale

Ubertino da Casale (1259, 1330) fue un religioso franciscano italiano, líder de los
espirituales de la Toscana. En la novela es presentado como amigo de Guillermo.

Michele de Cesena [editar]


Artículo principal: Miguel de Cesena

El italiano Miguel de Cesena, (1270 – 1342), fue general de la orden franciscana y


teólogo. Líder de los franciscanos «espirituales», que estaban enfrentados al papa Juan
XXII en la disputa sobre la pobreza evangélica.

Bernardo Gui [editar]


Artículo principal: Bernardo Gui
Bernardo Gui o Bernardo Guidoni (1261 o 1262, 1331), fue un religioso dominico,
Inquisidor de Toulouse entre 1307 y 1323. En la novela es presentado como inquisidor
y líder de la legación papal, némesis de Guillermo de Baskerville.

Bertrando del Poggetto [editar]


Artículo principal: Bertrand du Pouget

Bertrand du Pouget (en italiano Bertrando del Poggetto) (c. 1280 - 1352) fue un
diplomático y cardenal francés. Aparece como legado papal.

Otros personajes [editar]

 Abbone da Fossanova – el abad del monasterio benedictino


 Severino de S. Emmerano – herbolario
 Malaquías de Hildesheim – bibliotecario
 Berengario de Arundel – ayudante del bibliotecario
 Adelmo da Otranto – ilustrador miniaturista, novicio y primera víctima
 Venancio de Salvemec – traductor de manuscritos, especialista en griego
 Bencio de Uppsala – estudiante de retórica
 Alinardo da Grottaferrata – monje más anciano de la abadía
 Remigio de Varagine – cillerero (mayordomo del monasterio)
 Salvatore de Monferrate – monje ayudante de Remigio
 Nicola da Morimondo – hermano vidriero
 Aymaro de Allessandria – monje chismoso
 Campesina del pueblo junto a la abadía; de la cual Adso se enamora y no se sabe su
nombre.

Análisis [editar]
Título [editar]

Según cuenta el autor en Apostillas, la novela tenía como título provisional La abadía
del crimen, título que descartó porque centraba la atención en la intriga policíaca. Su
sueño, afirma, era titularlo Adso de Melk, un título neutro, dado que el personaje de
Adso no pasaba de ser el narrador de los acontecimientos. Según una entrevista
concedida en 2006, El nombre de la rosa era el último de la lista de títulos, pero «Todos
los que leían la lista decían que El nombre de la rosa era el mejor.»[6]
Imagen del Tacuinum Sanitatis, S.XIV.

El título se le había ocurrido casi por casualidad, y la figura simbólica de la rosa


resultaba tan densa y llena de significados que, como dice en Apostillas: «ya casi los ha
perdido todos: rosa mística, y como rosa ha vivido lo que viven las rosas, la guerra de
las dos rosas, una rosa es una rosa es una rosa es una rosa, los rosacruces, gracias por
las espléndidas rosas, rosa fresca toda fragancia.» Para Eco, esa carencia de
significado final debida al exceso de significados acumulados respondía a su idea de
que el título «debe confundir las ideas, no regimentarlas.»

Hace frío en el scriptorium, me duele el pulgar. Dejo este texto, no sé para quién, este texto,
que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus.

Adso de Melk

Al enigma del título se unía el del verso en latín que cerraba la novela. A este respecto,
el autor explica en Apostillas que, aunque el lector hubiese captado las «posibles
lecturas nominalistas» del verso, esa indicación llegaría en el último momento, cuando
el lector habría podido ya escoger múltiples y variadas posibilidades. Responde acerca
del significado del verso, diciendo que es un verso extraído de una obra de Bernardo
Morliacense, benedictino del siglo XII que compuso variaciones sobre el tema del ubi
sunt, añadiéndoles la idea de que de todas las glorias que desaparecen lo único que
restan son meros nombres.

De la rosa solo queda el nombre desnudo.

Estructura y narrador [editar]

Libros de la biblioteca de la Abadía de Melk, en Austria.

Según narra la introducción, «Naturalmente, un manuscrito», El nombre de la rosa está


basada en un manuscrito que fue a parar a manos del autor en 1968, Le manuscript de
Dom Adson de Melk, un libro escrito por un tal «abate Vallet» encontrado en la Abadía
de Melk, a orillas del Danubio, en Austria. El supuesto libro, que incluía una serie de
indicaciones históricas bastante pobres, afirmaba ser una copia fiel de un manuscrito del
siglo XIV encontrado en la Abadía de Melk.[2]

A partir de esa base, la novela reconstruye con detalle la vida cotidiana en la abadía y la
rígida división horaria de la vida monacal, que articulan los capítulos de la novela
dividiéndola en siete días, y éstos en sus correspondientes horas canónicas: maitines,
laudes, prima, tercia, sexta, nona, vísperas y completas. El empeño puesto en lograr un
ambiente adecuado permite que el autor use en repetidas ocasiones citas en latín,
especialmente en las conversaciones eruditas entre los monjes.

La historia está narrada en primera persona por el ya anciano Adso, que desea dejar un
registro de los sucesos que presenció siendo joven en la abadía. En Apostillas, Eco
comenta una curiosa dualidad del personaje: es el anciano de ochenta años que narra los
sucesos acaecidos en los que intervino Adso, el joven de dieciocho años. «El juego
consistía en hacer entrar continuamente en escena al Adso anciano, que razona sobre
lo que recuerda haber visto y oído cuando era el otro Adso, el joven. (···) Este doble
juego enunciativo me fascinó y me entusiasmó muchísimo.» La voz narrativa es pues
una voz pasada por múltiples filtros; tras el ineludible filtro de la edad y de los años
pasados por el personaje, la introducción de la novela explica que el texto original de
Adso de Melk es registrado por J. Mabillon, a su vez citado por el abate Vallet, de quien
el autor tomaría prestada la historia. Según explicó Eco en Apostillas, este triple filtro
vino motivado por la búsqueda de una voz medieval para el narrador, apercibiéndose de
que finalmente: «los libros siempre hablan de otros libros y cada historia cuenta una
historia que ya se ha contado».

Intertextualidad [editar]

El escolástico Guillermo de Ockham, una posible inspiración para el franciscano protagonista


de la novela.

El nombre de Adso ha sido considerado un tributo a Simplicio, un personaje del


Diálogo sobre los principales sistemas del mundo de Galileo Galilei (Ad simplicio,
«para Simplicio») y se ha señalado la similitud con el personaje del Dr. J. H. Watson,
compañero de Sherlock Holmes, a quien el protagonista, Guillermo de Baskerville,
alude por su nombre.[10]

En la novela se realiza una exposición del método científico y el razonamiento


deductivo, usados hábilmente por Guillermo para resolver el misterio, recordando en
ocasiones su actuación tanto a Sherlock Holmes como a Guillermo de Ockham (c.
1280/1288 – 1349),[8] franciscano y filósofo escolástico inglés, pionero del
nominalismo, considerado por algunos padre de la epistemología y de la filosofía
modernas en general.

También se alude al libro II de la Poética de Aristóteles, que se perdió aparentemente


durante la Edad Media, y del que nada se conoce, aunque se supone (y la novela así lo
señala) que trataba sobre la comedia y la poesía yámbica. Es el libro que en la novela
causa la muerte de varios monjes.

Teodosio Muñoz Molina señala en Las cuentas pendientes entre Eco y Borges varias
coincidencias con El ojo de Alá, un cuento de Rudyard Kipling que Borges manifestaba
haber leido un centenar de veces; también con otro monje detective inglés, el Hermano
Cadfael, protagonista de la serie de novelas de Ellis Peters ambientadas en el siglo XII.
Dice posteriormente que la novela:

...constituye un tan gigantesco como justificado centón que imbrica fragmentos de todos los
libros de la Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis; y, en un policromático y desmesurado
mosaico textual, concurren promiscuamente Platón, Aristóteles, Ausonio, Boecio, Clemente de
Alejandría, San Agustín, San Benito, San Anselmo, San Alberto Magno, San Buenaventura,
Santo Tomás de Aquino, San Bernardo, San Beda, el Beato de Liébana, Dante Alighieri, Pedro
Hispano y Juan Hispano, Hugo de San Víctor, Occam, Bacon, Duns Scoto y un sinfín de
documentos papales y conciliares, reglas monásticas, así como frases, alusiones y
procedimientos que denotan un gran conocimiento de los cultivadores de la alquimia, desde la
Physyca kai mystica del gnóstico Bolos Demócrito y la Tabula Smaradigna del nebuloso
Hermes Trismegistos, hasta el Speculum Alchemiae de Roger Bacon y el Tetragrammaton del
catalán Arnaldo de Vilanova, no sin haber buscado además la connivencia de Averroes, de
Avicena, de Abu-Bakr-Muhammad Ibn Zaka-riyya ar Razi y del no menos profuso antropónimo
de Geber Abu Musa Djabir Ibn Hajjam Al-Azid Al-Kufi Al-Tusi Al-Sufi.

Teodosio Muñoz Molina, Las cuentas pendientes entre Eco y Borges

Eco y Borges [editar]

Jorge Luis Borges, homenajeado a través del ciego bibliotecario Jorge de Burgos.
La figura de Jorge Luis Borges circula por El nombre de la rosa encarnada en el
personaje de Jorge de Burgos, ambos son ciegos, «venerables en edad y sabiduría»,
ambos de lengua natal española.[11] A este respecto, Eco escribió en un especial
dedicado a Borges del diario Clarín en 1992:

Evidentemente, hay una suerte de homenaje en El nombre de la rosa, pero no por el hecho de
que haya llamado a mi personaje Burgos. Una vez más estamos frente a la tentación del lector
de buscar siempre las relaciones entre novelas: Burgos y Borges, el ciego, etc.. [...] Al igual que
los pintores del Renacimiento, que colocaban su retrato o el de sus amigos, yo puse el nombre
de Borges, como el de tantos otros amigos. Era una manera de rendirle homenaje a Borges.[12]

Eco quedó fascinado por Borges desde los veintidós o veintitrés años, cuando un amigo
le prestó Ficciones (1944) allá por 1955 o 1956, siendo Borges todavía prácticamente
un desconocido en Italia.[12] Precisamente en Ficciones se halla recogido «La biblioteca
de Babel», un cuento del escritor argentino aparecido anteriormente en El jardín de
senderos que se bifurcan (1941); se han señalado varias coincidencias entre la biblioteca
de la abadía, que constituye el espacio protagonista de la novela, y la biblioteca que
Borges describe en su historia: no sólo su estructura laberíntica y la presencia de espejos
(motivos recurrentes en la obra de Borges), sino también que el narrador de La
biblioteca de Babel sea un anciano librero que ha dedicado su vida a la búsqueda de un
libro que posee el secreto del mundo.[11]

También en el título se encuentran reminiscencias borgianas; en El golem (1964) Borges


escribía, en el mismo sentido que el verso final de la novela que «el nombre es
arquetipo de la cosa», y «en las letras de rosa está la rosa».[13]

La ciudad de Dios [editar]

Primer folio de un manuscrito de 1470 de La ciudad de Dios (De Civitate Dei) de San Agustín.
New York Public Library, Spencer Collection MS 30.

Según Gonzalo Soto Posada, Eco aplica en El nombre de la rosa una de las figuras de la
retórica clásica, el adynaton, e interpreta la novela como una inversión de La ciudad de
Dios de San Agustín, escrita entre el 412 y el 426, en la que se enfrenta el concepto de
«Ciudad Celestial» con la «Ciudad Pagana». En La ciudad de Dios los caballeros del
bien construyen la Ciudad de Dios y valores como la vida, la paz, el amor, la justicia...
Los caballeros del mal destruyen ese proyecto, e inundan la tierra de muerte, guerra,
odio, injusticia. En la novela de Eco, los caballeros del bien, representados por Jorge de
Burgos son los asesinos y los destructores, mientras Guillermo de Baskerville, el
supuesto hereje, es un constructor, perseguido por Burgos y sus secuaces.[14]

Este enfrentamiento ideológico gira alrededor de un libro, el segundo de la Poética de


Aristóteles, manuscrito que se supone desaparecido en la Edad Media, y en el que
supuestamente el filósofo realizaba una defensa de la comedia y el humor como
posibilidad de cuestionar los absolutos establecidos. El personaje de Burgos representa
aquí una ortodoxia autoritaria, aferrada al pasado, paradigma del «Yo soy el camino, la
verdad y la vida» cristiano, enfrentado a Baskerville, que personaliza la cultura de la
risa, la que cuestiona la ortodoxia, el que proclama «Yo busco la verdad», considerando
que nada es definitivo y que todo debe ser reinterpretado y contemplado con un sano
escepticismo.[14]

Edición, recepción y premios [editar]


En una entrevista publicada en 2006 por el diario argentino Clarín, Eco comenta que en
principio pensó en una publicación discreta, de unos mil ejemplares, con una
encuadernación fina, en una editorial distinta a la que normalmente publicaba sus
trabajos, la editorial Bompiani, de RCS MediaGroup. No obstante, la propagación del
rumor de que estaba escribiendo una novela propició que varios editores se dirigieran
interesados a él, por lo que pensó que ya no tenía sentido cambiar de editorial.[6]

El 9 de julio de 1981, ocho meses después de la publicación del libro, El nombre de la


rosa ganó el premio Strega, máximo galardón literario de Italia. En noviembre de 1982
el diario español El País se hacía eco del francés Premio Médicis Extranjero para
Umberto Eco por la novela, adelantando su próxima traducción.[15] La primera edición
en España, publicada en diciembre del mismo año, fue según la crítica de La
Vanguardia una excelente traducción de Ricardo Pochtar, experimentado conocedor de
Eco, para la Editorial Lumen.[3]

En 1983 la edición en Estados Unidos tuvo una excelente acogida. El New York Times
destacaba tanto el éxito previo en Europa como la excelente traducción de William
Weaver.[16] La novela entró en la lista «Editors' Choice» de 1983 del New York
Times.[17]

La gran repercusión de la novela provocó que alrededor de El nombre de la rosa se


editaran miles de páginas de crítica, centenares de ensayos, libros y textos de
monografías.[6] En 1985 el autor publicó Apostillas a «El nombre de la rosa», un libro,
a modo de tratado de poética, en el que comentaba cómo y por qué escribió la novela:
«he escrito Apostillas para evitar tener que morir, para evitar tener que contestar a
nuevas preguntas.»[18] La publicación de Apostillas fue muy comentada, dado que en
los trabajos anteriores de Eco como ensayista (por ejemplo, Lector in fábula) éste había
defendido el papel del lector como intérprete del texto, y postulaba que el autor debía
desaparecer, escindirse de la obra tras su publicación;[19] para Eco la novela debe ser
una «máquina de generar interpretaciones» y no corresponde al autor facilitarlas. Por
ello, el mismo autor explica que en Apostillas aportó pistas que pudieran ilustrar al
lector sobre la génesis de la obra, un ensayo sobre el proceso de creación, pero que no
desvela realmente ninguno de los misterios que se plantean en la novela.[18]

Publicada en treinta y cinco países, en 2006 se habían vendido en todo el mundo quince
millones de ejemplares de El nombre de la rosa, cinco de ellos en Italia; tras una buena
recepción inicial de la crítica, el éxito popular provocó algún distanciamiento posterior
de la misma.[6]

Adaptaciones e inspiración [editar]


El éxito popular alcanzado por la primera novela de Umberto Eco fue similar al que
obtuvo su versión cinematográfica del mismo título, dirigida por Jean-Jacques Annaud
en 1986. No obstante, la crítica italiana fue muy dura con la película tras su estreno en
Florencia, señalando que traicionaba el libro, o bien que no estaba a la altura de la obra
literaria;[20] uno de los diarios de la época titulaba su crítica «Gran libro, insignificante
película»; Il Messaggero criticaba que «deseando ganarse al público norteamericano
refractario se ha acabado por hacer una película que no gusta ni en Estados Unidos ni
en Europa».[21]

En el film, Sean Connery interpretaba al monje franciscano y antiguo inquisidor del


siglo XIV, fray Guillermo de Baskerville y un adolescente Christian Slater encarnaba al
benedictino Adso. Cabe destacar que al personaje de Salvatore le daba vida Ron
Perlman, actor habitual en la filmografía de Annaud, dotado de una curiosísima
fisonomía.

En otros medios, la novela inspiró también un juego español de finales de los años
1980, llamado La abadía del crimen, así como el juego de mesa aparecido en 1996 El
misterio de la Abadía y los juegos conversacionales En el nombre del Señor y The
Abbey of Montglane.[22] [23

Resumen:

“El nombre de la rosa” La película comienza apareciendo un muerto en un monasterio


medieval. Para investigar el caso la Santa Inquisición envía a un hombre, Guillermo de
Baskerville, y a su ayudante, Adso. Conforme estos van investigando van apareciendo
otros muertos y esto provoca que los monjes se alteren y comiencen a atribuir las
muertes a diferentes profecías relacionadas con el diablo, ya que todos los muertos
aparecen con las mismas características: - La lengua negra, manchas de tinta en los
dedos y tras haber estado en la biblioteca. Guillermo quiere acceder a la biblioteca pero
nadie le deja entrar a ésta, ya que para los monjes es un sitio de estudio y tranquilidad,
prohibido a todos aquellos ajenos al monasterio. Guillermo comienza a sospechar que
sea a causa de un libro maldito o escrito con tinta envenenada. Éste descubre como
acceder a la biblioteca por una especie de laberinto. Al llegar al fina l de del laberinto se
encuentra con un espejo, el cual debe abrir, aunque en un principio no sabe como
abrirlo. Guillermo logra abrir el espejo tras mucho pensar, y se encuentra tras éste una
pequeña sala con un monje viejo y sabio. Éste le entrega un libro a Guillermo y a su
ayudante. El libro es un libro prohibido, ya que es un libro cómico, escrito con tinta
envenenada y es utilizado por el monje anciano para matar a todos aquellos que tienen
tentaciones de leerlo. Guillermo va a leer el libro y se pone un guante para no morir
envenenado, entonces el monje coge el libro y comienza a comérselo y más tarde
provoca un incendio con el libro. Adso logra huir, aunque Guillermo queda atrapado. El
monje muere de envenenamiento y calcinado. Guillermo logra salir del monasterio
incendiado y salvar algunos libros. La Santa Inquisición huye en una carreta y queda
atrapada y a punto de caer por un barranco, los monjes y la ciudadanía tiran la carreta
con ésta dentro por el barranco.

Mientras todo esto ocurre, la Santa Inquisición condena a un monje loco y a una chica,
éstos están acusados de mantener relaciones con el diablo. Durante el incendio todos
huyen y dejan allí colgados al loco y a la chica. El loco muere calcinado y la chica logra
salvarse. Ésta se encontró con Adso con el que mantuvo relaciones sexuales, adso la
quería pero la dejó allí y siguió con su maestro, al llegar al lugar de destino éstos se
separaron y nunca más han vuelto a saber el uno de otro.

Los monasterios y sus costumbres:

Los monasterios medievales eran centros de sabiduría, de cultura y organizados


piramidalmente.

Centros de sabiduría:

Eran centros dedicados al estudio en los cuales se guardaban amplios


conocimientos filosóficos y demás artes y ciencias. Los monjes más inteligentes se
dedicaban a estudiar, comprender y copiar libros de amplias materias antes
nombradas.

Centros de cultura:

En los monasterios se conservaban extensos libros y los cuales sólo podían ser
leídos por los monjes, ya que eran los únicos que conocían la escritura y la lectura.

Organizados piramidalmente:

Éstos centros estaban formados por diferentes personas organizadas de la


siguiente manera:

El abad: era el “director” del monasterio, todo aquello que realizara el monasterio
era decidido por él.

 Los monjes dedicados al estudio: eran monjes que dedicaban toda su vida a
copiar libros en el scriptorium. .

 Los monjes dedicados a las tareas caseras: eran monjes que dedicaban su
vida a mantener limpio el monasterio y a alimentar al resto de monjes.

En los monasterios medievales reinaba el poder de Dios reflejado en la Santa


Inquisición, que mandaba sobre todos aquellos que eran herejes y blasfemaban
contra Dios y su religión: la cristiana. Los monjes herejes eran limpiados de sus
blasfemias mediante la muerte y su sacrificación.

Los monjes vivían entregados al cristianismo y practicaban de lleno éste. Ejemplos


que nacieron de la religión practicada en los monasterios es el canto georgiano, que
surgió en medio de una sociedad monástica católica, y trataba de reflejar la
religión en cantos (ahora cantos eclesiásticos)

En la película “ El nombre de la rosa” se notan algunas de estas características


como:

 Existe una extensa biblioteca con un scriptorium, lo cual refleja que son
grandes centros culturales y de estudio.

 El monasterio en el que sucede la película se aprecia la organización


piramidal: existe un abad, monjes que se dedican de lleno al lectura, estudio
y copia de libros y monjes que emplean su tiempo en la limpieza del
monasterio y demás tareas de éste (ej. Toque de campanas a las horas
eclesiásticas, etc.).

 Se aprecia en la película la religiosidad medieval ya que aparecen juicios


con la Santa Inquisición y los cantos georgianos.
 El Nombre de la rosa
 -Referencias sobre la película
 Esta película esta basada en el libro El Nombre de la Rosa, escrita el año 1980
por es escritor italiano Umberto Eco. La película del mismo nombre fue dirigida
por Jean-Jacques Annaud, en 1986. Esta película es de origen Alemán, Francés e
Italiano.
 Sus actores principales son:
 Sean Connery………………. William of Baskerville
 Christian Slater………………Adso von Melk
 Helmut Qualtinger………….. Remigio de Varagine
 Feodor Chaliapin Jr…………. Jorge de Burgos
 Valentina Vargas..................... La chica
 -Referencias de acuerdo al contenido
 La película cuenta sobre una abadía en Italia ha sido sacudida por el pánico
debido a que uno de sus monjes ha muerto de una forma extraña y muy
misteriosa, como consecuencia de esto deciden llamar a un monje franciscano,
llamado Fray Guillermo de Baskerville, que llega a la abadía acompañado de su
joven discípulo Adso, para que investigue el extraño suceso. Este fraile, que en
años anteriores formó parte de la Inquisición, es un hombre muy inteligente y
audaz, capaz de descubrir incluso los misterios más oscuros. La historia va
avanzando a través de pequeñas pistas y testigos, que ayudan a unir todo el
rompecabezas, mientras Fray Guillermo y su ayudante Adso, quien se mete en
algunos problemas, investigan, siguen ocurriendo una serie de asesinatos, lo más
intrigante es que todos los fallecidos tienen el dedo con tinta y la boca también,
es como si se envenenaran con esta. Fray Guillermo logra entrar a una misteriosa
biblioteca y descubre que es un libro que esta escrito en latín y que tiene tinta
envenenada, lo que producía la muerte de estos monjes que después de leer el
libro, en el que decían numerosos pecados y temas tabú para la iglesia, morían
misteriosamente.
 Según se muestra en la película los sacerdotes no tenían un alto nivel cultural, ya
que sus pensamientos son cerrados e idealistas, a excepción del Fray Guillermo.
Estos se aprovechaban del pueblo, y se dedicaban solo a meditar, transcribir y
almacenar todo tipo de libros y no tanto a predicar su palabra.
 Según muestra la película la inquisición es la encargada de mantener el orden y
la paz espiritual y física dentro de la iglesia, ellos tenían el poder de decidir
frente a problemas y conflictos, sin perdonar ni hacer excepciones, con tal de
hacer regir la ley de Dios.
 Las debilidades más notables que se presentan son la mentira y el miedo a
mostrar algo en contra de su creencia, la avaricia también esta presente ya que
los mismos monjes se aprovechaban de su pueblo, preocupándose solo de ellos
mismos, un ejemplo de esto era que a cambio de un poco de comida obtenían los
“servicios” de una mujer.
 Se controlaba y censuraba toda la información sobre las misteriosas muertes de
los monjes porque esto mostraba debilidad de la iglesia al permitir ingresar un
espíritu maligno y diabólico a su abadía, lo que en ese tiempo significaba algo
gravísimo ya que se le daba mucha importancia a la religión, en especial a la
católica, ya que esta era un gran pilar de la sociedad de la Edad Media. Por esto
mismo se guardaba con tanto celo los libros prohibidos en una oculta biblioteca
que solo algunos podían ingresar.
 El conocimiento que aparece como delito en la película es el saber sobre otros
temas fuera de la religión, el no preocuparse solo de la iglesia, la libertad de
pensamiento, ya que debían tener solo un ideal sobre la compostura y las reglas
religiosas, como claro ejemplo esta el este libro misterioso ya que el que leía su
contenido, moría, por que hablaba de muestras de alegría, risas y temas en
general que para algunos monjes y la iglesia eran unos de los pecados mas
graves.
 La arquitectura vista en la película, es un reflejo del arte romántico, esta es
originaria de monjes y consta de ventanas pequeñas, muros gruesos, grandes y
fuertes y bóvedas de piedra, la sencillez de este arte lo transforma en algo bello y
emotivo, este se utilizo para enseñar al pueblo analfabeto la fe a Dios.
 -Referencia personal
 Me parece que el tema que aborda la película es bueno, ya que muestra otra cara
de la iglesia, otra forma de vida; es una historia envolvente que tiene misterios,
crímenes y una biblioteca que es un laberinto lleno de secretos. Esta trama hace
que uno siga la historia e imagine cual será el final y la respuesta de todos los
problemas e incógnitas que se van dando a través de la película. Yo creo que la
historia se muestra de una buena forma ya que nos encontramos con una novela
policíaca ambientada en la edad media, y también con algo mucho más profundo
que nos muestra un análisis crítico y misterioso de la época, de la iglesia y de
todas las instituciones que hay en esta lucha. El Nombre de la Rosa es más que
un simple asesinato y su historia, es una pelea, un combate entre dos maneras
diferentes de entender y sentir la religión y el mundo.

El nombre de la rosa es probable que constituya una de las novelas que todo
bibliotecario deba haber leído. Primero porque nos hallamos ante una novela estupenda
y, en segundo lugar, porque la trama se desarrolla y gira en torno a una abadía y su
biblioteca durante la época medieval. Dentro de toda biblioteca, obviamente se hayan
almacenados libros; sin embargo, en esta abadía medieval se encuentra un libro que es
capaz de matar durante el transcurso de la lectura. El autor juega entonces con las ideas
de un libro que se desea encontrar, a pesar de que según afirman sus detractores
religiosos puede corromper el espíritu humano, y que es capaz de matar a aquel que lo
lee. Y este último es uno de los planteamientos más ingeniosos de la novela.

Entre las discusiones ideológicas que se suceden en un concilio desarrollado en la


abadía, la suposición de los monjes de la llegada del Apocalipsis deducible por los
mortales hechos acaecidos, la aparición de la Santa Inquisición para el castigo de los
incentivadores del culto al diablo que, liberado, prosigue con sus asesinatos. Mientras
tanto, Guillermo de Baskerville y su novicio, Adso de Melk, se muestran dispuestos a
averiguar de una forma deductiva qué está ocurriendo realmente. Durante el transcurso
de sus investigaciones, el bibliotecario y su ayudante parece que tienen mucho que
esconder tras sus impenetrables rostros.

En el trasvase de ideas para una trama del cine a la literatura y viceversa, se afirma que
un mal libro puede producir una buena película y que una mala película es producto de
un buen libro. No es éste el caso de El nombre de la Rosa que fue llevada a la gran
pantalla por Jean-Jacques Annaud y cuyo DVD ha sido editado recientemente
añadiendo contenidos adicionales.

El libro acaba con el último folio de la narración de Adso de Melk, y creo que no voy a
revelar ningún secreto, si os digo que finaliza con la frase latina:

STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS

Que puede ser traducida al castellano por:

 “Permanece primitiva la rosa de nombre, conservamos nombres desnudos”


 “De la primitiva rosa sólo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos
[o sin realidad]“
 “La rosa primigenia existe en cuanto al nombre, sólo poseemos simples
nombres”
 O la más sencilla y simplificada, “De la rosa nos queda únicamente el nombre”

Bajo esta enigmática frase, el libro se cierra. Muchos creen que esconde la razón del
título de la novela.

Así pues y para celebrar el usuario número 150 de “El Documentalista Enredado”
convocamos un concurso que para ganarlo, tan sólo había que contestar correcta y
fundamentadamente a la pregunta:

¿Qué razones aporta Umberto Eco para titular su libro “El nombre de la rosa” de
esta forma?

La solución, obviamente, la aporta el propio Umberto Eco.

De las apostillas de “El nombre de la rosa”

[…]
El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es
una máquina de generar interpretaciones? Sin embargo, uno de los principales obstáculos para respetar
ese sano principio reside en el hecho mismo de que toda novela debe de llevar un título.

Por desgracia, un título ya es una clave interpretativa. Es imposible sustraerse a las sugerencias que
generan Blanco y Negro o Guerra y Paz. Los títulos que más respetan al lector son aquellos que se
reducen al nombre del héroe epónimo, como David Copperfield o Robinson Crusoe, pero incluso esa
mención puede constituir una injerencia indebida por parte del autor. Le Père centra la atención del lector
en la figura del viejo padre, mientras que la novela también es la epopeya de Rastignac o de Vautrin, alias
Collin. Quizás habría que ser honestamente deshonestos, como Dumas, porque es evidente que Los Tres
Mosqueteros es, de hecho, la historia del cuarto. Pero son lujos raros, que quizás el autor sólo puede
permitirse por distracción.

Mi novela tenía otro título provisional: La abadía del crimen. La descarté porque fija la atención del
lector exclusivamente en la intriga policíaca, y podía engañar al infortunada comprador ávido de historia
de acción, induciéndolo a arrojarse sobre un libro que lo hubiera decepcionado. Mi sueño era titularlo
Adso de Melk. Un título muy neutro, porque Adso no pasaba de ser el narrador. Pero nuestros editores
aborrecen los nombres propios: ni siquiera Fermo e Lucia logró ser admitido tal cual; sólo hay contados
ejemplos, como Lemmonio Boreo, Rubé o Metello… Poquísimos, comparados con las legiones de primas
Bette, de Barry Lyndon, de Armance y de Tom Jones, que pueblan otras literaturas.

La idea de El nombre de la rosa se me ocurrió casi por casualidad, y me gustó porque la rosa es una
figura simbólica tan densa, que por tener tantos significados, ya casi los ha perdido todos: rosa mística, y
como rosa ha vivido lo que viven las rosas, la guerra de las dos rosas, una rosa es una rosa es una rosa es
una rosa, los rosacruces, gracias por las espléndidas rosa, rosa fresca toda fragancia. Así, el lector
quedaba con razón desorientado, no podía escoger tal o cual interpretación; y, aunque hubiese captado las
posibles lecturas nominalistas del verso final, sólo sería a último momento, después de haber escogido
vaya a saber qué otras posibilidades. El título debe de confundir las ideas, no regimentarlas.

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