Está en la página 1de 45

SNICKET

Lemony Snicket
HELQUIST
EL TROZO DE CARBÓN

EL TROZO DE CARBÓN
Arte por Brett Helquist
Esta es una historia
acerca de un trozo de
carbón que podía pensar,
hablar y caminar.
¿Existe alguna historia
más encantadora que
esta para leer?
Probablemente, pero
Lemony Snicket no ha
escrito ninguna.
UNA SERIE DE CATASTRÓFICAS DESDICHAS
Un Mal Principio
La Habitación de los Reptiles
El Ventanal
El Aserradero Lúgubre
Una Academia Muy Austera
El Ascensor Artificioso
La Villa Vil
El Hospital Hostil
El Carnaval Carnívoro
La Pendiente Resbaladiza
La Cueva Oscura
El Penúltimo Peligro
El Fin

MATERIALES COMPLEMENTARIOS
Lemony Snicket: La Autobiografía no Autorizada
Las Cartas de Beatrice
Lemony Snicket

EL TROZO DE CARBÓN
Arte por Brett Helquist

Traducción por Marco Rossi, 2012,


http://unaseriedecatastroficasdesdichasls.blogspot.com/
El Trozo de
Carbón
Texto copyright
© 2008 por
Lemony Snicket
Ilustraciones copyright
© 2008 por Brett Helquist
Traducción por Marco Rossi
Impreso en los E.U.A.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este
libro puede ser utilizada o reproducida en cualquier forma
sin el permiso escrito, excepto en el caso de citas breves en artículos
críticos y reseñas. Para información, la dirección de HarperCollins Children's
Books, una división de HarperCollins, es Publishers, 10 East 53rd Street,New York, NY 10022.
www.harpercollinschildrens.com
Traducción por Marco Rossi, 2012,
http://unaseriedecatastroficasdesdichasls.blogspot.com/
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Snicket, Lemony
El trozo de carbón / por Lemony Snicket; arte por Brett Helquist.—
1ra ed.
p. cm.
Resumen: Un trozo de carbón que quiere ser un artista, pero que se conformaría con hacer marcas decorativas
sobre un pedazo de carne a la parrilla, sale de una bolsa de carbón olvidada un invierno y rueda por la ciudad buscando
un milagro.
ISBN 978-0-06-157428-3 (trade bdg.) - ISBN 978-0-06-157425-2 (lib. bdg.)
[1. Carbón—Ficción. 2. Milagros—Ficción. 3. Navidad—Ficción.] 1. Helquist, Brett, ill. II. Título.
PZ7.S6795Lum 2008 2007041931
[Fic]—dc22 CIP
AC
Diseño del libro por
Alison Donalty
09 10 11 12 13 CG/WOR 10 9 8 7 6 5 4
Primera Edición
EL TROZO DE CARBÓN

Traducción por Marco Rossi, 2012,


http://unaseriedecatastroficasdesdichasls.blogspot.com/
L a temporada navideña es un buen
momento para contar historias, y, si estás
escuchando la historia de un candelabro
que permaneció encendido por más de
una semana o de un bebé nacido en un
granero sin la debida supervisión médica,
estas historias a menudo hablan de mila-
gros. Los milagros son como los granos,
porque, una vez que comienzas a buscar-
los, encuentras muchos más de los que
jamás soñaste ver, y esta historia navideña
cuenta con un gran número de milagros,
dependiendo de tu punto de vista.
La historia comienza con un trozo de carbón que,
en aras del argumento, podía pensar, hablar y cami-
nar. Al igual que muchas personas que visten de
negro, el trozo de carbón estaba interesado en con-
vertirse en un artista. El trozo de carbón soñaba con
un milagro—que un día pudiera dibujar duras y
negras líneas sobre un lienzo o, más probablemen-
te, en una pechuga de pollo o en un filete de salmón
al participar en una barbacoa.
Pero las barbacoas, por desgracia, son para el
verano, y esta es una historia navideña, por lo que
se lleva a cabo en pleno invierno, cuando el aire es
gris y los húmedos zapatos se alinean en los pasi-
llos, temblando y llorando lágrimas de aguanieve.
Es difícil encontrar una barbacoa en el invierno,
aunque es fácil encontrar, en los patios traseros,
pequeños animales correteando alrededor y cosas
vertidas por el suelo, como abandonadas sillas de
jardín cubiertas de nieve, bebederos para aves con-
gelados, y bolsas de carbón olvidadas, y es así como
el pequeño e inflamable héroe de nuestra historia
se encontró dando tumbos en el mundo.
—Este no es el milagro que estaba esperando
—dijo el trozo de carbón—, pero quizás si ruedo un
poco pueda encontrar algo interesante.
El trozo de carbón salió del patio trasero, teniendo
cuidado de evitar los inevitables charcos del invier-
no, y pronto se encontró en el centro de la ciudad.
Podrías pensar que el centro de la ciudad estaría
bullicioso durante la temporada navideña, pero la
mayoría de los compradores se encontraban bulli-
ciosos, a varios kilómetros de distancia, en el centro
comercial, así que había mucho espacio en la acera
para el trozo de carbón.
Miró los escaparates por un tiempo, y luego, para
deleite del trozo de carbón, se encontró afuera de
una galería de arte. En el escaparate había varias
pinturas que se veían como si alguien hubiera
tomado una oscura y quebradiza sustancia y la
hubiera untado por todas partes sobre un pedazo
de papel.
—¡No lo puedo creer! —exclamó el trozo de
carbón—. ¡Aquí hay una galería de arte que exhibe
piezas de arte hechas por trozos de carbón! ¡Es un
milagro!
Sin embargo, cuando el trozo de carbón rodó hacia
el interior, descubrió que la galería de arte no era
un milagro después de todo.
—Nosotros no representamos a artistas como tú
—dijo el dueño de la galería, después de que el
trozo de carbón se introdujera. El dueño de la gale-
ría tenía un largo y grasoso bigote, y un acento
extraño que el trozo de carbón sospechaba era
falso—. Contamos con una amplia selección de
obras hechas por seres humanos que se ajustan a
nosotros de maravilla. Por favor márchate y no dejes
manchas sobre mi artístico piso.
Decepcionado, el trozo de carbón rodó hacia
afuera.
—Esta no era la oportunidad artística que estaba
esperando —se dijo a sí mismo—. Pero si ruedo un
poco más, quizás pueda encontrar algo interesante.
El trozo de carbón rodó más abajo por la cuadra, y
se detuvo frente a un edificio donde penetrantes
olores flotaban en el aire, una frase que aquí
significa “provenían de los alrededores, aunque la
puerta estaba cerrada”. Un letrero en el edificio
informaba a los transeúntes que el edificio se
llamaba PALACIO DE LA BARBACOA COREANA
& ESCUELA DE SECRETARIADO DEL SR.
WONG, lo que hizo que el trozo de carbón jadeara
deleitado, porque se me olvidó decirte que en aras
del argumento el trozo de carbón podía leer.
—¡Es un milagro! —exclamó el trozo de carbón, y,
ciertamente, había muchas razones para creer que
así era. Un restaurante Coreano es una excelente
oportunidad para disfrutar de una barbacoa en
interior—de hecho, muchos de estos establecimien-
tos tienen pequeños asadores instalados en las
mesas, por lo que puedes hacer una barbacoa por tu
cuenta. He pasado muchas tardes agradables en
restaurantes Coreanos, refugiándome del frío
invierno, calentándome a mí mismo con el asador
de mi mesa, y disfrutando del olor del té de arroz
tostado, ensalada de berenjena y repollo en vinagre
servidos con carnes asadas y verduras.
Sin embargo, cuando el trozo de carbón rodó hacia
el interior, descubrió que el Palacio de la Barbacoa
Coreana & Escuela de Secretariado del Sr. Wong no
era un milagro después de todo. El aire estaba
impregnado con el olor del orégano, el cual no es
una especia Coreana, y la propietaria llevaba un par
de pendientes muy feos y un maleducado ceño
fruncido en su rostro.
—Yo no necesito ningún carbón —dijo—. Todo
mi carbón lo obtengo de una fábrica proveedora de
restaurantes Coreanos. Todo en este restaurante
tiene que ser cien por ciento Coreano.
—Pero Wong ni siquiera es un nombre coreano
—dijo el trozo de carbón—. Y a juzgar por el olor,
no creo que estés utilizando las especias Coreanas
adecuadas."
—Por favor márchate —dijo la dueña del restau-
rante—, y no dejes manchas sobre mi piso Coreano.
El trozo de carbón hizo lo que le dijeron, y comenzó
a ponerse muy desalentado, una palabra que aquí
significa “con la certeza de que un milagro no
sucedería después de todo”.
—Quizás los milagros sólo les suceden a los seres
humanos —dijo—, o quizás los milagros son tan
genuinos como el Palacio de la Barbacoa Coreana &
Escuela de Secretariado del Sr. Wong. Tal vez
debería enterrarme a mí mismo y convertirme en
un diamante después de miles de años de intensa
presión.
Sin embargo, justo cuando el trozo de carbón
estaba listo para regresar a su bolsa en el patio
trasero, se topó con una persona la cual estoy
seguro no tengo la necesidad de presentar. Él era
un hombre demasiado obeso con una larga barba
blanca, vestido con un traje rojo muy brillante.
—¡Santa Claus! —exclamó el trozo de carbón—. ¡Es
un milagro!
—Yo no soy un milagro —dijo Santa Claus—, y no
soy realmente Santa Claus. Soy un empleado de la
farmacia, disfrazado y dando cupones. El verdadero
Santa Claus se encuentra en el centro comercial.
—¿Tienes algún uso para mí? —preguntó el trozo
de carbón—. Yo soy un artista de corazón, pero soy
muy útil cuando se quiere cocinar carne.
Santa Claus suspiró.
—Bueno —dijo—, mi hijastro es un niño muy des-
obediente llamado Jasper. Su madre solía decir que
tenía un temperamento artístico, pero creo que es
un malcriado. Eres justamente lo que hay que
poner en su media como castigo.
—Supongo que es mejor que nada —dijo el trozo
de carbón, y cuando Santa Claus lo puso en la
media de Jasper, el trozo de carbón se percató de
que estar en un acogedor calcetín era, de hecho,
mejor que nada. Y cuando Jasper encontró el trozo
de carbón, las cosas se volvieron aún mejor que
mejor que nada.
—¡Un trozo de carbón! —exclamó Jasper—.
¡Siempre he querido crear una obra de arte abstrac-
to con duras y negras líneas!
—Estaría encantado de ayudarte —dijo el trozo
de carbón.
—¡Rayos y centellas! —exclamó Jasper—.
¡Puedes hablar! ¡Es un milagro!
Fue un milagro, aunque los milagros no se detu-
vieron allí.
Jasper y el trozo de carbón colaboraron en una
serie de notables objets d’art, que la galería de arte
vendida por una enorme fortuna. Eso fue un mila-
gro.
Jasper y el trozo de carbón utilizaron esa fortuna
para visitar Corea, a donde siempre habían querido
ir, y cuando regresaron compraron el restaurante y
lo convirtieron en un lugar adecuado, conocido
como Palacio de la Barbacoa Coreana & Escuela de
Secretariado de Yi Sang, después de que el famoso
poeta Coreano fuese encarcelado injustamente por
crímenes que no cometió. Eso fue un milagro tam-
bién. Durante el día los dos amigos cocinaban
genuina comida coreana, y por las noches produ-
cían obras de arte abstracto, y nunca vieron a Santa
Claus de nuevo, aunque escucharon que había sido
despedido de la farmacia por burlarse de alguien
que iba a comprar una cierta pomada.
Todas estas cosas son milagros. Es un milagro si
puedes encontrar verdaderos amigos, y es un mila-
gro si tienes suficientes alimentos para comer, y es
un milagro si llegas a pasar tus días y noches
haciendo lo que sea que te guste hacer, y la tempo-
rada navideña —al igual que las otras temporadas—
es un buen momento no sólo para contar historias
de milagros, sino para pensar en los milagros de tu
propia vida, y estar agradecido por ellos, y este es el
final de esta historia en particular.
Lemony Sni cket
Ha escrito muchas palabras
terribles, incluidas aquellas
contenidas en
Una Serie de Catastróficas Desdichas
y en sus materiales
complementarios.

Brett H elquist
ha creado montones de alarmantes
imágenes, incluyendo aquellas
dentro de Una Serie de Catastróficas
Desdichas y Roger, El Pirata Alegre.

www.lemonysni cket.com
Jacket arte © 20 08 Brett H elquist
Los milagros pueden suceder,
incluso a aquellos que
son pequeños, inflamables,
y están vestidos todo de negro.

También podría gustarte