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…El odu Osá Oché

cuenta que Había una hermosa muchacha en el palacio de Oloddumare, que se encontraba
preparada para casarse. Oggún, Ozain y Orúnmila, estaban interesados en la muchacha.
Oloddumare convino entregar a la muchacha en matrimonio a cualquier admirador que probara
ser digno de su mano. La prueba a ser ejecutada a modo de elegibilidad para tomar la mano de
la muchacha era, traer un ñame de la finca divina sin romperlo, una tarea aparentemente
simple.

Oggún fue el primero en ofrecerse para ejecutar la tarea. Él fue hasta la finca y desarraigó al
ñame. Según lo sacaba, este se partió, lo cual claramente eliminó su candidatura. Ozain fue el
próximo en probar su suerte. Él finalizó también con la misma experiencia. Le llegó su turno a
Orúnmila para ir a la finca. Él no se movió directamente a la finca. Decidió conocer por qué
aquellos que lo precedieron fallaron y qué hacer para triunfar. Fue a una adivinación, durante la
cual le fue dicho que sin que ninguno de ellos lo supiera, Oloddumare había designado a los
brujos los Ancianos de la Noche, para vigilar la finca divina. Por esta razón, ellos eran los
responsables de la conjura de que los ñames desarraigados se partieran.

Le fue dicho que los agasajara con razupo de judías, pan de maíz frío y todos los artículos de
naturaleza comestibles, y un conejo grande, y depositara el agasajo en la finca por la noche. En
consecuencia él ejecutó el sacrificio en la noche. Aquella noche, todos los custodios de la finca
divina celebraron la comida. En la misma noche, Orúnmila tuvo un sueño, en el cual los brujos
enviaban a alguien para decirle que no fuera a la finca al siguiente día. Él debía ir al tercer día, al
próximo día, las brujas colocaron un fuerte aguacero con el objetivo de suavizar el suelo. Al otro
día, todos los brujos tomaron un juramento solemne de no conjurar el ñame de Orúnmila a que
se partiera. Al tercer día Orúnmila se dirigió a la finca y desarraigó el ñame exitosamente y se lo
trajo a Oloddumare, quien al instante le entregó la muchacha en matrimonio.

Se sabe que los brujos pertenecen a una esfera cosmogónica, que les ha merecido el nombre
de los Ancianos y Dueños de la Noche. A partir del odu Osá Meyi, ellos llegaron a asentarse en el
mundo y se convirtieron en poderosos. Tanto, que ninguna otra divinidad puede someterlos.
Ellos pueden desbaratar los esfuerzos de todas las demás divinidades que dejen de darles su
debida consideración. Esto también demuestra que no son tan malos como en muchas ocasiones
los pintan. Como todos los grupos de cuerpos celestiales y terrenales, hay brujos (hechiceros)
benévolos y malévolos. Ellos dirigen el más justo sistema de justicia. Ellos no condenan sin
prueba justa y acertada. Si alguien se les acerca con una acusación contra cualquiera,
considerarán todas las partes antes de tomar una decisión.

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