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Bordados de Zuleta: arte tradicional en un mundo

moderno.

En la comunidad Andina de Zuleta, el bordado a mano ha sido una forma importante de

expresión artística y ornamental por siglos. Las Culturas Andinas Pre Colombinas

presumen una larga tradición en la elaboración de tejidos, habilidades aun más

sobresalientes que aquellos de Europa de la misma época. Originalmente los recursos

tradicionales que fueron utilizados eran: algodón, lana de llama y de alpaca. Esta se utilizó

para crear complicados brocadas, tapicerías, forro y gaza. Con el arribo de los españoles en

los años 1500 nuevos recursos fueron presentados, tal como la seda y bordados en hilo.

Las mujeres Zuleteñas en seguida incorporaron estos hilos en sus tejidos, siglos después

ahora son renombradas por sus bordados a mano, habilidad, diseños únicos y sus

colores.Los bordados Zuleteños originalmente fueron utilizados para decorar la ropa de las

mujeres Zuleteñas. Su estilo único forma parte de la identificación de su cultura y ha

persistido hasta hoy en día cuando mucho arte florklórica se esta perdiendo.Sin duda esto

es debido al ex Presidente Galo Plaza Lasso y su esposa Doña Rosario, dueños de la

Hacienda Zuleta desde 1940. Doña Rosario se inspiró durante uno de sus viajes a Italia y

España, viendo a mujeres bordando en los portales de pequeños pueblos. De vuelta a la

Hacienda Zuleta se propuso crear un taller para aprovechar las habilidades de bordados de

las mujeres Zuleteñas y producir artículos para vender, así proporcionaría un ingreso

adicional para los hogares de los Zuleteños. Esto marcó el comienzo del Taller de Bordado

en Zuleta y la revitalización del bordado a mano Zuleteño. Los niños en la escuela Galo

Plaza Lasso empezaron a recibir clases de bordado. Simultáneamente un grupo de mujeres

empezaron a trabajar juntas en el almacén de la hacienda. Los resultados fueron


extremadamente exitosos. Las mujeres crearon exquisitos manteles bordados, blusas,

tapetes y toallas. Los ingresos para las familias fueron incrementando significativamente.

Los Zuleteños reafirmaron la verdadera esencia del orgullo de la comunidad y

comprendieron la importancia de conservar su artesanía única. En los años 1960 el Sr.

Plaza obtuvo asistencia técnica del “Cuerpo de Paz” para organizar el taller. Hoy en día hay

un grupo grande de mujeres que se ganan la vida con la producción de bordados en

Zuleta, hay quienes tienen sus propios almacenes. Durante los años el distinguido estilo

Zuleteño no ha cambiado. Los colores y aplicaciones se han manifestado en nuevas formas

proporcionando un contexto moderno para un arte antiguo. Los almacenes continúan

siendo la fuente básica de los ingresos de la gente de la zona, así como también son

quienes preservan la tradición cultural de los bordados de Zuleta y su vestimenta. Los

talleres y los almacenes han sido manejados bajo el auspicio de la Fundación de Galo Plaza

Lasso como un proyecto social beneficiando más de 100 familias en la región de Zuleta

hasta el 2005. Hoy en día la fundación solamente proporciona un espacio para la

comercialización. Todos los productos aun son hechos completamente a mano con el afán

de conservar “la herencia cultural”. Los productos para los clientes están disponibles según

su pedido. Usted puede visitar el almacén de la fundación en Quito (Veintimilla y 6 de

Diciembre). Llévese a casa los extraordinarios bordados Zuleteños.

Primera Generación
El arte del bordado a mano en la familia empezó aproximadamente hace cincuenta años.
Nuestra bisabuela Dolores Chachalo de Ponce, aprendió a elaborar las blusas bordadas
para las mujeres indígenas de su comuna Zuleta.
De esta labor hizo un medio de vida, dió valor a sus trabajos y mediante el trueque, que
consistía en intercambiar las blusas con animales, granos y tubérculos se ganó la vida. Sus
últimas puntadas las hizo a sus ochenta años, poco antes de partir.

Segunda Generación
Continuó con este arte mi abuela Laura Marina Ponce. Para ella fue difícil emprender
porque sus trabajos no los podía vender en la comunidad, sino que debía salir a la ciudad
de Quito desde Zuleta, emprendiendo largos viajes de tres a cuatro horas. Sin conocer bien
la ciudad y con sus cajas de cartón, buscaba donde vender sus obras.
Gracias a ello aportó para la educación de su hijos. Nos dejó su ejemplo de trabajo y
dedicación.

Tercera Generación
Después de varios años mi madre Teresa Casa Ponce, tomó el mismo sistema de trabajo
que mi abuela Laura.
Horas de camino en la ciudad, bajo un sol ardiente y con un cartón en cada mano, recorrió
decenas de edificios, oficinas y almacenes dejando sus productos a veces sin recibir el
pago, confiando en que sus clientes le pagarían en su próxima visita al mes siguiente. Este
trabajo lo hizo durante casi treinta años.

Cuarta Generación
Sabía que en poco tiempo mi madre ya no tendría las misma energía para seguir con esa
rutina. No es sólo es el trabajo de comercializar, sino todo el proceso que conllevar tener
un producto terminado.
Siempre he admirado los bordados y sé que son verdaderas obras de arte. Hace unos años
consideré la posibilidad de llegar a más clientes que valoren nuestro trabajo, no solo para
mejorar nuestros ingresos, sino para preservar un legado. En el año 2013 emprendí junto a
mi madre una aventura, gratamente como resultado nació Catelina.
La técnica de los bordado a mano de Zuleta tienen origen español y llegó a esta
localidad de la mano de doña Rosario Pallares, esposa del expresidente de la
República, Galo Plaza, quien se inspiró durante uno de sus viajes a Italia y
España, viendo a mujeres bordando en los portales de pequeños pueblos. De
vuelta a la Hacienda Zuleta se propuso crear un taller para aprovechar las
habilidades de las mujeres indígenas que desde épocas ancestrales usaban
camisas de lienzo blanco, adornadas con trozos pequeños de telas coloridas,
labor denominada picado.
La tradicional Calle La Ronda de Quito

La Ronda es una de las calles más tradicionales que se encuentran en Quito, no solo por ser una de las más antiguas,

o por haber sido cuna de pintores, escritores y poetas de los años 30s; fue en las casas de esta estrecha calle en

donde se escribieron canciones y pasillos y mismas que albergado a políticos, románticos y bohemios. Entre los

personajes que habitaron en La Ronda en el transcurso del siglo XX se encontraron Faustino Rayo o Carlos Guerra o

al Taita Pendejadas.

No, La Ronda también es una calle que nos lleva a nuestro pasado indígena, y en esas ancestrales épocas no se

llamaba La Ronda, como le nombraron los españoles o como la conocemos en la actualidad, si no que se supone

que su nombre original fue la de “El Chaquiñán”, término que ahora se lo traduce como camino o sendero. Se

presume que esta pequeña calle ya se encontró establecida y trazada hacia 1480, cuando los Incas llegaron por

primera vez a Quito.

“Nuestra simpática, estrecha y tortuosa calle de la Ronda, aparentemente españolísima por su nombre y por estilo

característico de sus viejas casas es de puro origen indio. Es nada menos que un claro vestigio, como lo es la

callejuela Luís Felipe Borja, del primitivo y natural diseño aborigen de la ciudad original del Quitu”.

El FONSAL así como otras entidades nacionales e internacionales; como el Municipio de Quito o la Fundación Hallo

son parte de la rehabilitación de los bienes e inmuebles del centro histórico y en este caso de la Ronda, pero ¿por

qué dar importancia a la regeneración de estos sectores?. Elizabeth Jelin señala en su texto Los Trabajos de la

Memoria: “…existe un cierto culto por el pasado, que se expresa en el consumo y mercantilización de diversas

modas “retro”, en el boom de los anticuarios y de la novela histórica”.

Y es precisamente este boom de lo antiguo, de traer viejos barrios o memorias ya olvidadas al presente que hace

que los turistas vayan cada vez con mayor frecuencia a la Ronda a ver, deleitarse o disfrutar de antiguas traiciones.

“Me gusta venir a la Ronda por sus pequeñas calles y por que la vida de barrio todavía se siente, la gente se conoce

y saluda, además la arquitectura de las casas me parece fascinante”.

Centros Históricos, problematización y recuperación

Pero antes de hablar directamente de la Ronda y la rehabilitación que se ha gestado en esta estrecha calle de la

capital, voy a hablar sobre los Centros Históricos, “Suelen llamarse centros históricos a los distritos urbanos que

poseen testimonios arquitectónicos del pasado. La gran mayoría corresponde a los distritos centrales de las

ciudades fundadas durante la Colonia”.

Estos centros históricos son la manifestación de los estilos y formas de fines del sigo XVII y las últimas décadas del

XIX y aún subsisten varias muestras de los edificaciones civiles y religiosas de estos siglos.

Respecto al centro histórico de Quito, fue una de las primeras ciudades en ser declarada por la UNESCO como

Patrimonio Cultural de la Humanidad, el 8 de septiembre de 1978. En la actualidad la zona centro de la capital tiene

un total aproximado de 308 manzanas de edificación y su patrimonio constituyen 123 edificaciones monumentales,

religiosas, civiles y 5000 inmuebles registrados en el inventario de áreas históricas.


“La ciudad de Quito fue fundada por los conquistadores españoles en 1534. La investigación histórica

permite establecer que la ciudad, durante las primeras décadas de colonización, tuvo un ordenamiento que

respetaba el patrón aborigen de asentamiento, pero a comienzos del siglo XVII se inicia en la ciudad hispana un

proceso de centralización que consolida el dominio de los poderes eclesiástico y civil, articulando la vida alrededor

de ciertos hitos religiosos y civiles”.

En esta cita se puede entender como la ciudad de Quito nació bajo las lógicas y estructuras urbanísticas españolas y

sus poderes se fueron desarrollando alrededor del centro o como se lo conocía en quechua “Yavirac”, lugar de

observación, motivo por el cual las edificaciones más antiguas se encuentran ubicadas en el casco colonial.

Pero los procesos de transformación de la ciudad se los relaciona a las décadas de 1860 y 1870 cuando aparecen

nuevas infraestructuras arquitectónicas que se adecuan a las nuevas necesidades de los habitantes del Quito del

siglo XIX.

Y los procesos de modernización de las ciudades y de deterioro de los inmuebles y monumentos continúan hasta el

siglo XX, que es realmente el punto central de esta investigación, y así poder observar cuales han sido los procesos

de cambio y como en la actualidad los procesos de rehabilitación urbanística han logrado mejorar las condiciones de

vida de ciertos habitantes de la zona centro así como también de los bienes que en este lugar existen.

Para tener una idea de cual ha sido hasta el momento de proceso por el que han pasado los bienes culturales del

centro histórico las fechas de mayor trascendencia son:

 1981 después de la declaratoria de Quito Patrimonio de la Humanidad, las autoridades locales iniciaron un

proceso, que continúa hasta la actualidad, para preservar el casco colonial. Se determinó que el centro es un área

de preservación histórica y se realizó un preinventario de los bienes que lo constituyen.

 1984 el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural delega al municipio la custodia de esta área.

 1987 por causa del terremoto se pone en evidencia la vulnerabilidad de las estructuras y los cimientos de las

edificaciones del centro.

Momento en el que las autoridades ven la necesidad de crear una Ley para el cuidado del patrimonio cultural, y así

empezar el proceso de rehabilitación de varios sectores y de los inmuebles que se encontraban en deterioro.

El legado cultural y arquitectónico que deja el centro a sus visitantes y habitantes es inmenso, las memorias que

guarda el casco colonial han recibido atención no sólo por los motivos expuestos en párrafos anteriores sino

también por un sentido mnemónico.

“El centro histórico de Quito concentra actualmente una serie de funciones urbanas por las cuales conserva

la centralidad simbólica, administrativa, educacional y del comercio popular, y resume la diversidad de la sociedad

ecuatoriana”.

“Para los jóvenes representa un barrio fuera de moda con ninguna actividad atractiva. Para los inversores es un área

en decadencia, potencialmente un barrio de conventillos…, se asocia con malvivientes y otros grupos sociales que

viven casi al margen de la sociedad…”


¿Entonces por qué seguir manteniendo la memoria que evoca este sector de la ciudad? si la solución mas fácil sería

remodelar por completo las casas y bienes religiosos y civiles y modernizarlos para que de esta manera sean más

útiles para las tendencias de modernización y urbanísticas actuales. La respuesta la plantea Fernando Carrión: “En el

marco teórico predominante, el concepto de centro histórico aparece definido bajo la noción de herencia o legado,

pero bajo la forma de patrimonio, sea cultural o natural. Lo patrimonial aparece con un contenido y carácter

marcadamente físico, con lo cual se convierte en una cosa material ausente de lo social”.

Además la conservación en la memoria de lo que representa el centro histórico es una de las claves para la

rehabilitación de estos sectores, “…lo que más preocupa es no recordar, no retener en la memoria…”.

La Ronda, su historia y recuperación

Como se mencionó anteriormente esta estrecha calle del centro de la ciudad se remonta a tiempos de los indígenas

que la poblaron y decidieron establecerse allí ya que pasaba un arroyo llamado por los indios Ullaguangayacu, que

quiere decir, río de gallinazos, mismo que desciende desde la Chorrera del Pichincha.

“Pero si tal quebrada era cosa inundable en tiempos de los españoles, en la época del Quito indio debió ser la mejor

arteria de aguas purísimas y alegres para los usos domésticos de la ciudad aborigen… El nombre mismo quichua de

Ullanguanga-yacu, parece que le dieron los indios después de aparecidos aquí los españoles, porque el anterior era

Jatuna, corrupción de Cantuña, palabra aymará que significa hilaza retorcida, chorrera”.

Esta chorrera, como la conocían los indios servía para que las familias que habitaban en el sector tengan agua para

lavar sus ropas, desaguar sus chochos y como baños públicos y según Fernando Jurado fueron las mujeres las

constructoras de esta calle. Los límites de la calle en aquel Quito indio fueron hasta el oeste por lo menos tres

cuadras más, actual el convento de Santa Clara.

El segundo momento de la Ronda fue la época española, se supone que estos le dan ese nombre a la calle en

homenaje a las rondas nocturnas tradicionales del sistema español. “Hacia 1580 el nombre La Ronda aparece en la

fundación de Mayorazgo que hace el cura gallego Jácome Freile de Andrade en 1592 y ante el escribano Alonso

Dorado de Vergara, dice que lo funda en sus casas…”

Pero La Ronda no solo son sus majestuosas casas de varios siglos atrás, esta pequeña calle de Quito y la más

antigua de la ciudad contiene un patrimonio intangible e invaluable que son sus personajes emblemáticos. A finales

del siglo XIX, La Ronda acogía en las tabernas de chicha que se establecieron en la calle a los viajeros y

transportistas de productos agrícolas que venían del sur. En la esquina con el Mesón, en la casa de Cadena

Meneses, estaba la chichería de Rosario Navarro y frente a ésta estaba la de la indígena Petrona Chasipanta.

La generación de los poetas y bohemios de los años 30 y 40 visitaban “El Murcielagario”, la trastienda de la última

casa de la segunda cuadra en la Morales y Venezuela. Tras la fachada de una tienda de mala muerte se escondía un

burdel clandestino subsidiado por el Comandante Antonio Alomia.

El poeta ambateño Pablo Valarezo Moncayo vivió en la casa de la Negra Mala, consagrada a la tertulia literaria y

bohemia de poetas y músicos como Jorge Carrera Andrade, Augusto Arias, Carlos Guerra, entre otros. En ella Sergio

Mejía compuso el bellísimo pasillo Negra Mala dedicado a la dueña de la casa, doña Rosario Peñaherrera, y luego

compuso el pasillo Rubia Buena.


Y estos son solo algunos de los nombres de personajes de la quiteñidad que vivieron en La Ronda, se divirtieron y

compusieron sus obras en esta calle, en aquel tiempo llena de vida y movimiento.

En la actualidad la Ronda se ve nuevamente consagrada como un lugar de esparcimiento en donde los niños y

adultos pueden reunirse a jugar a la rayuela, canicas, el elásticos, los cocos, el zumbambico, entre otros,

obviamente estas actividades no se las realizan a diario, pero sí cuando las opciones recreativas que la

municipalidad ofrece son estas.

Con todo este proceso lo que se desea es que la Ronda sea un puente de encuentro cultural y que a su vez, al

albergar a una variedad de artistas se ponga en evidencia la tendencias culturales de estos, y reactivar la economía

de las familias del sector.

A simples rasgos estas son las memorias de la rehabilitación que se han producido en La Ronda, aquella calle hecha

por indios y luego apropiada por los españoles, para a mediados del siglo XX conformarse en la cuna de pintores,

compositores y artistas quiteños. La importancia de mantenerla se centra en su historia y en las memorias que esta

calle evoca a sus visitantes, ya que en sus paredes se yerguen los recuerdos de sus grandes épocas, pero también se

la debe conservar por sus habitantes, por esos hojalateros, artesanos, panaderos, que viven en la calle La Ronda y

que aún mantienen la esperanza de verla florecer como ha pasado en estos últimos años.

Pero la pregunta de ¿por qué recordar? ¿por qué mantener la memoria de esta calle viva? sigue latente y tal vez la

respuesta más sencilla sería por el hecho de que una calle como esta, con toda la historia que tiene, es difícil de ser

olvidada. Pero recordemos que ya estuvo en el olvido de las autoridades y de la ciudadanía que no habita en el

sector y las consecuencias fueron que La Ronda fue tomada por grupos marginales, dando inseguridad no solo a sus

visitantes si no principalmente a sus moradores. Entonces la pregunta sigue allí, según Ricoeur “…lo que honramos

del pasado no es el hecho de que alguna vez existió. Entonces, el mensaje de la historia a la memoria, del

historiador al hombre de memoria, es el de agregar al trabajo de memoria no solamente el duelo por lo que no es,

sino la deuda respecto a aquello que fue”.

La Ronda es un sector emblemático en el que se albergan un sin número de tradiciones, de varias épocas, y

principalmente es un lugar en el que se mantiene una amplia memoria de nuestra historia, desde el legado de los

indios, pasando por la colonia y finalmente en los poetas que habitaron allí y los artesanos de hoy. Por todo esto es

válido mantener viva la memoria de La Ronda, con sus tradiciones y artistas.


Hacienda Zuleta Ecuador
Construida a fines del siglo XVI, la Hacienda Zuleta se ubica en plena cordillera de los
Andes Ecuatorianos, a 9600 pies (2800 metros) sobre el nivel del mar, únicamente a dos
horas de Quito, capital del país. Es una hacienda de 4000 acres (2000 hectáreas), que
pertenece a la familia del ex presidente Galo Plaza Lasso desde hace más de cien años. Fue
nombrada uno de los “diez mejores hallazgos” por la revista Outside. La casa de hacienda
cuenta con 14 habitaciones hermosamente decoradas, con su propia chimenea. Antiguos
jardines, salas y acogedores cuartos de lectura brindan un ambiente sereno. Diariamente
se ofrece deliciosa comida casera y de la región, preparada con vegetales orgánicos, trucha
y productos lácteos producidos en la hacienda. Zuleta brinda a los huéspedes una variedad
de actividades y lugares para visitar. Siendo las cabalgatas nuestro fuerte, también puede
escoger paseos en carreta bicicleta o caminatas, para conocer ordeños, campos cultivados,
paisajes de altura o la apacible vida de la comunidad. Pueden también visitar el proyecto
Cóndor Huasi que trabaja en la rehabilitación del majestuoso Cóndor Andino. La familia
Plaza con su natural calidez y hospitalidad le da la bienvenida a su casa de campo y le
invita a compartir la vida de una auténtica hacienda en los Andes del Ecuador.

Período Inca
Los habitantes originales de la zona de Zuleta fueron los pacíficos Caranquis (800 años
A.C.). Su cultura estuvo basada en la agricultura, actividad muy próspera por encontrarse
en una zona volcánica rica en nutrientes. Su período terminó con el arribo de los Incas a
fines de 1470. Dentro de la tierra de Zuleta hay 148 tolas de enterramiento Caranquis y 12
piramides truncadas con rampa, que fueron construidas entre el siglo VIII y el XIV. Estas
fueron construidas para aislar de la humedad del suelo, edificaciones como chozas,
cabañas y templos. Aunque los Caranquis pelearon contra los Incas por 40 años,
eventualmente fueron conquistados y forzados a servir a los Incas. El gobierno Inca fue
corto. En 1534 el último Rey Inca Atahualpa, fue capturado y asesinado por los
conquistadores españoles al mando de Pizarro, dejando el Imperio Inca colapsado y
permitiendo así a la Corona Española apoderarse de sus tierras.

Ocupación Jesuita
A fines del siglo XVI, se cree que el Rey Carlos legó la región de Zuleta a los Jesuitas,
quienes implementaron los métodos españoles de ganadería y producción de ovejas. En
los siguientes años un obraje fue establecido. En 1691 gran parte de las construcciones, la
casa de la Hacienda, granero y la capilla se terminan, para entonces la Hacienda tenía el
nombre de Cochicaranqui.

Hacienda Zuleta
En 1713 bajo el mando del Rey Carlos III la propiedad fue confiscada y transferida al Canon
Gabriel Zuleta. Desde entonces la Hacienda fue conocida como Cochicaranqui de Zuleta. A
la muerte del Canon, la Hacienda pasó a la familia Posse, quienes devolvieron a la
Hacienda la grandiosidad que habría sido característica del siglo XVII.

La Familia Plaza Lasso


En 1898 la Hacienda fue vendida a José María Lasso y ha pasado a dos generaciones más.
Galo Plaza Lasso el ex presidente de la república del Ecuador fue un hacendado de
corazón, torero y diplomático. En sus manos Zuleta capturó su original prosperidad. Plaza
Lasso fue partidario de la agricultura moderna y mediante esta convicción fue el primero
en traer vacas Holstein, selección de semillas sistemáticas y tractores al Ecuador. Zuleta
fue su ejemplo, el lugar en donde cada una de estas tecnologías fueron resaltadas.

Manejando hacia la hacienda, se pasa por un camino de entrada construido con


piedras redondas que en el pasado era utilizado para corridas de toros. El edificio
principal es una casa colonial de un solo nivel de adobe blanco y techo de tejas. Se
encuentra adornado con plantas en macetas y 60 geranios colgantes de color rojo.
Patios internos con pisos de piedra y arcos azules sirven como áreas para sentarse por
donde revolotean los pájaros.

Luego de una calida bienvenida, uno de los gerentes o un miembro de la familia se


reunirá con usted para darle una charla orientativa sobre la Hacienda Zuleta, mientras
se relaja en sus cómodos sofás o sillas tomando café, te o un jugo. Después de
acomodarse en su habitación individualmente decorada, la finca es toda suya para
disfrutar, incluyendo la biblioteca de dos pisos lleno de recuerdos, tesoros antiguos, y
1000 libros. Un mini bar y un área de comedor también funcionan como puntos de
reunión.
En la restaurada finca original, hay nueve habitaciones para huéspedes disponibles.
Cada dormitorio lleva el nombre de un miembro de la familia, como por ejemplo la
habitación de la esquina se llama "Marcela" (excelente elección). Un acolchado de
plumas de ganso, las sabanas antialérgicas, las cortinas de las ventanas y hasta la
cortina de ducha están bordadas a mano. Una chimenea de madera le dará calor
mientras se sienta a escribir en el escritorio o también puede disfrutar del aroma de las
flores del jardín con las ventanas abiertas. El baño con azulejos blancos esta bien
equipado con una tina con ducha, batas, suaves toallas y exclusivos artículos de
tocador que incluyen un atomizador con agua de rosas y un exfoliante facial con sales
de mar.

Cada atardecer a las 5 pm, los huéspedes son invitados al espacioso salón de estar para
saborear vinos, quesos y conversación. Pronto después, la cena es servida en un
comedor especial. Una extensa mesa de madera es decorada con velas y elegantes
cubiertos y vajilla. Su anfitrión lo acompañará junto con el resto de los huéspedes.
Historias y leyendas provocan risas, o momentos silenciosos mientras que se deleitan
con cocina gourmet y vinos finos.

Las comidas en la Hacienda Zuleta son preparadas con mucha creatividad utlizando
alimentos cultivados en su propio jardín orgánico. Las sopas son una especialidad
ecuatoriana, servidas en grandes calderos. Las verduras frescas en las ensaladas y en
los entrantes saben suculentas y exuberantes. Los entrantes resultan deliciosos y
hermosamente presentados.

El pan es horneado casero; también la mantequilla y la crema de leche se producen en


la granja lechera, las mermeladas provienen de sus huertos de frutas y existen tres
opciones de quesos (realizados en su fábrica de quesos) que deleitan la mesa.
Deliciosos postres con exquisitos sabores forman parte de este banquete. Los
desayunos, almuerzos y cenas son verdaderos eventos gastronómicos.

Durante el desayuno, se arman los planes de actividades para el día entero.


Frecuentemente, los huéspedes desean cabalgar los caballos Zuleteno, hacer un paseo
en carruaje tirado con caballos, o realizar una excursión en bicicleta al Proyecto
Rehabilitación de Cóndores.

Estos enormes pájaros color ébano, con una amplitud de sus alas de entre 9 y 10 pies,
son parte de los pocos 60 Cóndores Andinos que sobreviven en esta región. Aquí, son
protegidos en una inmensa pajarera hasta que están listos para ser liberados. Mientras
tanto, cóndores salvajes de vez en cuando visitan a sus compañeros de vuelo en
recuperación. Es posible que vea a uno o dos cóndores planeando en las sombras de
los Andes o un oso atravesando la zona salvaje.

También resulta interesante una visita a la fábrica de quesos de la Hacienda Zuleta.


Inicialmente, el proceso de la fabricación de su queso casero y semi–maduro debe
mirarse a través de una ventana. Luego, uno debe vestirse con un gorro blanco y un
delantal con botas para poder ingresar a la fábrica esterilizada.

Fila sobre fila de quesos redondos y dorados cubiertos de cera descansan sobre
estantes de madera. Cuando maduran, son enviados a los vendedores. A pocos metros
se encuentra el jardín orgánico y la huerta, repletos de una multitud de flores, plantas,
hierbas, especias, plantas medicinales, y verduras.

La caballeriza es el hogar de 90 caballos Zuleteno. Cepillados, fuertes y hermosos, son


una rara cruza entre caballo andaluz, pura sangre y cuarto de milla. Puede elegir su
caballo para cabalgar de su "catálogo de caballos". Las actividades ecuestres son
especialmente importantes para esta familia y sus huéspedes. Ya sea galopando o
trotando, estos elegantes corceles lo llevaran de paseos por la exuberante campiña de
9000 pies a través de infinitos senderos y quizás a la Hacienda Cusin para el almuerzo.

Usted tal vez decidirá andar por el camino bordeado de eucaliptos desde la hacienda
hasta el cercano pueblo de Zuleta. Cerca de la entrada a la Hacienda Zuleta se
encuentra "La Biblioteca". La familia de Galo Plaza Lasso continuamente contribuye a
este y a otros proyectos dentro de la comunidad.

Bibliografía

http://zuleta.com/es/destinations-in-highland-ecuador/traditional-embroidery-and-
handycrafts-of-ecuador/

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