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31 Preguntas de los lectores ***


Preguntas de los lectores

Cuando los soldados de Saúl comieron carne junto con la sangre, ¿por qué no se les
dio muerte, puesto que ese era el castigo que exigía la Ley de Dios?
Estos hombres violaron la ley de Dios con relación a la sangre, pero puede que se les
tuviera misericordia debido a que respetaban lo que esta representaba, aunque es cierto que
debieron demostrar mejor ese respeto.
Considere la situación. Los israelitas, mandados por el rey Saúl y su hijo Jonatán, estaban
en guerra con los filisteos. En un momento en que “los hombres mismos de Israel se
hallaban en severa estrechez” durante la batalla, Saúl hizo un juramento imprudente de que
sus hombres no comerían hasta vencer al enemigo. (1 Samuel 14:24.) Poco después, ese
juramento creó un problema.
Sus hombres estaban ganando una encarnizada batalla, pero su esfuerzo intenso
empezaba a afectarlos. Tenían hambre y estaban agotados. ¿Qué hicieron en aquella
apremiante situación? “El pueblo empezó a lanzarse vorazmente al despojo y a tomar ovejas
y ganado vacuno y becerros y a degollarlos en la tierra, y el pueblo se entregó a comer junto
con la sangre.” (1 Samuel 14:32.) ¿comieron además la carne cruda?
Ese acto violaba la ley de Dios sobre la sangre, como algunos de los hombres de Saúl le
indicaron al decir: “¡Mira! El pueblo está pecando contra Jehová, comiendo junto con la
sangre”. (1 Samuel 14:33.) Sí, la Ley decía que cuando se mataba un animal, había que
desangrarlo antes de comer su carne. Dios no exigió tomar medidas extremas a la hora de
desangrar un animal. Sus siervos podían demostrar que respetaban el significado de la
sangre desangrando hasta un grado razonable al animal. (Deuteronomio 12:15, 16, 21-25.)
La sangre de los animales podía emplearse en el altar como sacrificio, pero no podía
consumirse. La violación deliberada de esa ley conllevaba la pena de muerte, pues Dios dijo
al pueblo: “No deben comer la sangre de ninguna clase de carne, porque el alma de toda
clase de carne es su sangre. Cualquiera que la coma será cortado”. (Levítico 17:10-14.)
¿Violaron deliberadamente la Ley los soldados del rey Saúl? ¿Mostraron una total
indiferencia a la ley divina referente a la sangre? (Compárese con Números 15:30.)
No hay razones para llegar a esa conclusión. El relato dice que el pueblo estaba
‘degollando los animales en la tierra y comiendo junto con la sangre’. Así que puede que
hayan intentado desangrar a los animales. (Deuteronomio 15:23.) Sin embargo, debido al
cansancio y al hambre, no colgaron a los animales degollados ni permitieron suficiente
tiempo para que se desangraran bien. Degollaron las ovejas y el ganado vacuno “en la
tierra”, lo que retardaría el desangrado, y enseguida cortaron carne de los animales, que
quizás yacían sobre la sangre. De modo que, aunque hubieran tenido la intención de
obedecer la ley de Dios, no cumplieron con ella del modo apropiado ni al grado adecuado.
Como resultado, “el pueblo se entregó a comer junto con la sangre”, lo que constituyó un
pecado. Saúl se dio cuenta de ello y mandó que se rodara una piedra grande. Dio la
siguiente orden a sus soldados: “Acérquenme, cada uno de ustedes, su toro y, cada cual, su
oveja, y en este lugar tienen que degollar y comer, y no deben pecar contra Jehová
comiendo junto con la sangre”. (1 Samuel 14:33, 34.) Los soldados culpables obedecieron, y
“Saúl procedió a edificar un altar a Jehová”. (1 Samuel 14:35.)
Puede que el degollar a los animales sobre la piedra haya hecho posible que se
desangraran adecuadamente. La carne de los animales se comería en otro lugar, lejos de
donde habían sido degollados. Saúl tal vez empleó parte de la sangre en el altar para
implorar la misericordia de Dios en favor de los que habían pecado. Por lo visto, Jehová les
tuvo misericordia, pues sabía lo que los soldados habían intentado hacer a pesar de que
estaban muy cansados y hambrientos. Dios quizás haya tomado también en consideración el
hecho de que el juramento precipitado de Saúl colocó a sus hombres en una situación
desesperada.
Esta experiencia muestra que una emergencia no es excusa para hacer caso omiso de la
ley divina. También nos debe ayudar a ver la importancia de pensar con detenimiento antes
de hacer un juramento, pues un voto irreflexivo puede perjudicarnos personalmente y causar
problemas a otras personas. (Eclesiastés 5:4-6.)
*** si pág. 63 párr. 26 Libro bíblico número 10: 2 Samuel ***
26 De vuelta al registro histórico, encontramos enumerados a los hombres poderosos que
pertenecen a David, tres de los cuales son sobresalientes. Estos se ven implicados en un
incidente que sucede cuando se establece una avanzada filistea en Belén, el pueblo natal de
David. David expresa el deseo: “¡Ay, que pudiera yo beber del agua de la cisterna de Belén
que está a la puerta!” (23:15). Ante eso, los tres hombres poderosos se abren paso en el
campamento filisteo, sacan agua de la cisterna, y vuelven a David con ella. Pero David
rehúsa beberla. En vez de eso, la derrama en la tierra, diciendo: “¡Es inconcebible de parte
mía, oh Jehová, que yo haga esto! ¿Beberé yo la sangre de los hombres que fueron a riesgo
de sus almas?” (23:17). Para él el agua equivale a la sangre vital que ellos han arriesgado
por ella. Entonces se da una lista de los 30 hombres más poderosos de su ejército, y sus
proezas.

*** lv cap. 7 pág. 77 párr. 7 ¿Damos a la vida el mismo valor que le da Dios? ***
7 Alguien que comprendió muy bien los principios que había detrás de la ley divina sobre
la sangre fue David, “varón agradable [a Dios]” (Hechos 13:22). En una ocasión comentó que
estaba muerto de sed. Al oírlo, tres de sus hombres se abrieron paso por la fuerza en el
campamento enemigo, sacaron agua de una cisterna y se la llevaron a David. ¿Cómo
reaccionó él? Exclamó: “¿Beberé yo la sangre de los hombres que fueron a riesgo de sus
almas?”. A los ojos de David, esa agua equivalía a la sangre, o la vida, de aquellos
guerreros. Por eso, aunque tenía mucha sed, “se la derramó a Jehová” (2 Samuel 23:15-17).

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