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GEDEÓN (JUECES 6–8)

12 septiembre 2021

Salmo 145. Que todo hombre alabe al Señor

(1b) Hablaré de tu grandeza, mi Dios y Rey; bendeciré tu


nombre por siempre.
Psa 145:2 Diariamente te bendeciré; alabaré tu nombre por
siempre.
Psa 145:3 El Señor es grande y muy digno de alabanza; su
grandeza excede nuestro entendimiento.
Psa 145:4 De padres a hijos se alabarán tus obras, se
anunciarán tus hechos poderosos.
Psa 145:8 El Señor es tierno y compasivo, es paciente y todo
amor.
Psa 145:10 ¡Que te alaben, Señor, todas tus obras! ¡Que te
bendigan tus fieles!
Psa 145:14 El Señor sostiene a los que caen y levanta a los
que desfallecen.
Psa 145:17 El Señor es justo en sus caminos, bondadoso en
sus acciones.
Psa 145:18 El Señor está cerca de los que lo invocan, de los
que lo invocan con sinceridad.
Psa 145:19 Él cumple los deseos de los que lo honran; cuando
le piden ayuda, los oye y los salva.

Psa 145:21 ¡Que mis labios alaben al Señor! ¡Que todos


bendigan su santo nombre, ahora y siempre!

La semana pasada Beni nos habló de Sansón, aquel conocido


héroe popular que tuvo una fuerza formidable que podía
empujar las columnas y derrumbar los edificios. Tuvo 20 años
para llegar a ser un juez justo que llevaría a Israel a la victoria,
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pero finalmente sus enemigos le vencieron.

Tenemos cosas que aprender de Sansón pero otras no. Sansón


es recordado más por lo que destruyó que por lo que construyó.
Sansón estaba prisionero, le habían sacado los ojos. Así ciego
le dijo a un niño que le llevara a las columnas principales del
templo. “Mueran conmigo los filisteos” Jue 16.30). Murió
derrumbando el templo de los filisteos, con tres mil personas
dentro que se burlaban de él.

Le faltaba disciplina y dirección, no logró vencer sus impulsos


desde que era joven. Su pasión fueron las mujeres, lo cual le
llevó a la ruina. Sansón tenía el voto nazareo que significa
“separado” para Dios, el mismo concepto actual de “santo”,
santo no es el que no comete pecado sino el que vive separado,
consagrado, al Señor.

Pero Sansón despreció los dones de Dios. Él no debía comer


uvas ni pasas, ni tomar vino, ni tocar cadáveres… pero él mató
un león y unas abejas hicieron un panal en el cadáver e hicieron
miel, y Sansón por comer la miel no le importó tocar un cadáver
(que le estaba prohibido). Si recordáis a Esaú que despreció su
primogenitura por un plato de lentejas. De qué me sirve la
religión si me estoy muriendo de hambre. Recordáis también a
Lot, que también vivía por los ojos, él no quiso vivir con su tío
Abraham peregrino en las montañas viviendo en tiendas de
campaña, esperando que Dios mandara las lluvias; a Lot le
gustaba vivir en Egipto, donde el Nilo daba muchas cosechas o
en Sodoma y Gomorra la ciudad con muchas oportunidades, no
le gustaba las tiendas sino las casas con muchas comodidades;
así perdió su testimonio y terminó teniendo relaciones
incestuosas. No estamos diciendo que debemos vivir mal, sin
comodidades; decimos qué mal les va en la vida a las personas
que desprecian las enseñanzas del Señor.

La ley le prohibía casarse con mujeres paganas (Dt 7.3).


Cuando Sansón quiso casarse buscó a una muchacha filistea y
por lo tanto idólatra. “Esa muchacha es la que me gusta, y es la

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que quiero que me consigan como esposa” (Jue 14.3).

Sansón fue un héroe impulsivo, vehemente y siempre dispuesto


a dejarse llevar por sus arrebatos. Cuando no podía conseguir a
una mujer (el padre la concedió la mano a otra persona), lo que
hizo fue atrapar 300 zorras, ató con una cuerda por la cola de
dos en dos y amarró una antorcha con fuego. ¿Os imagináis la
escena las zorras corriendo despavoridas por los campos? Así
incendió, destruyó con el fuego los campos y viñedos y olivares
de los filisteos.

Los filisteos odiaban a Sansón y se valieron de su esposa


filistea Dalila, a la cual sobornaron con monedas de plata para
que le revelara el secreto de su fuerza que estaba en no dejarse
cortar el cabello. Al final él le revela el secreto y ese fue el fin de
Sansón.

En este caso, Dios en su eterna misericordia iba a anular el


pecado de Sansón y usarlo para debilitar a los filisteos. En otras
palabras, Dios puede valerse de cualquier medio para llevar a
cabo sus designios. ¿Significa esto que podemos ser
impulsivos, vehementes, irreflexivos, ofuscados,… y que esto
no traerá consecuencias negativas a nuestra vida? Por
supuesto que no. Esto significa que Dios cumplirá sus designios
soberanos A PESAR DE nuestra desobediencia y que nosotros
viviremos con las consecuencias de nuestros actos.

Dios nos perdona y cumple sus propósitos, y nosotros


sufriremos las consecuencias de nuestros pecados.

La ley judía establecía un procedimiento para anular su pecado


y que empezara otra vez desde cero el voto nazareo, pero él no
lo intentó (arrepentirse, ofrecer un sacrificio). Al contrario, él
perdió su cabello que era su fuerza, perdió sus ojos es decir la
luz, perdió su libertad porque le encadenaron, perdió su utilidad
para Dios porque trabajaba en los molinos para los filisteos
enemigos.

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Es evidente que Sansón se arrepintió de su pecado, porque Dios
le dio una oportunidad más de actuar por fe. Su cabello comenzó
a crecer y Sansón le pidió a Dios fuerza para ganar una victoria
más sobre el enemigo. Dios contestó su oración, pero Sansón
derrotando a otros perdió también su vida. Sansón fue eliminado;
cometió pecado de muerte y Dios le eliminó de la escena.

El Señor nos aclara en 1 Co 11:30–32 “Por eso, muchos de


ustedes están enfermos y débiles, y también algunos han muerto.
Si nos examináramos bien a nosotros mismos, el Señor no
tendría que castigarnos, aunque si el Señor nos castiga es para
que aprendamos y no seamos condenados con los que son del
mundo”.

Leemos en el Libro de Hebreos 11 sobre la fe y la fortaleza de


los antiguos:

Heb 11.1 Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que


se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no
vemos.

11.32 ¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de


Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y
de los profetas.

Hebreos 11.32 pone a Gedeón a la cabeza de la lista de los


jueces. Aunque algunas veces vaciló en su fe, todavía es «un
hombre de fe» que se atrevió a confiar en la Palabra de Dios.
Cuando nos damos cuenta de que era un granjero, no un
guerrero adiestrado, ¡vemos cuán maravillosa fue su fe!

Este domingo trazaremos la carrera de Gedeón.

Recordemos que los israelitas habían atravesado el desierto,


atravesado el río Jordán y vencido a algunos de sus enemigos.
Debido a su desobediencia, malvivían en Canaán rodeados de
enemigos, están desorganizados, no tienen instituciones de
gobierno. Caos y anarquía, a veces se peleaban entre los

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propios israelitas. Estos caudillos fueron Otoniel, Aod, Samgar,
Débora (Jue 4.4 Abeja, juzgaba bajo una palmera), Gedeón,
Abimelec, Tola, Jaír, Jefté, Ibzán, Elón, Abdón, Sansón y
Samuel. Ellos aparecían, solucionaban un poco el tema, pero no
unieron al pueblo. Se debió esperar a la época de los reyes. El
último juez fue Samuel que también fue el primer profeta
posterior de Moisés. Él nombró rey a Saúl.

I. Gedeón el cobarde (miedoso) (Jueces 6.1–24)

Gedeón fue el 5º juez de Israel (Sansón fue el número 13).


Aunque Gedeón significa “guerrero poderoso” o “destructor”, al
inicio de su vida fue un cobarde.

Siete años de servidumbre bajo los madianitas condujeron a


Israel a su punto más bajo. Moisés, antes de morir pronunció un
cántico: Deu 31.13 “Los llevó en marcha triunfal por las regiones
altas del país, los alimentó con los frutos del campo, de la roca
les dio a beber miel y del duro pedernal les dio aceite”.

Moisés dijo una cosa, pero la realidad era distinta: los israelitas
¡vivían escondidos en cuevas! A los israelitas ni siquiera se les
permitía cosechar su propio grano.

Jdg 6:1 Pero los hechos de los israelitas fueron malos a los ojos
del Señor, y durante siete años el Señor los entregó al poder de
los madianitas.
(2) Como los madianitas oprimían cada vez más a los israelitas,
estos, por temor a los madianitas, se hicieron escondites en los
cerros, en las cuevas y en lugares difíciles de alcanzar.
(3) Siempre que los israelitas tenían algo sembrado, los
madianitas, los amalecitas y la gente del oriente los atacaban.
(4) Acampaban en los territorios de Israel y destruían las
cosechas hasta la región de Gaza, sin dejarles a los israelitas
nada que comer, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.
(5) Con sus tiendas de campaña y su ganado invadían el país y
lo destruían todo. Venían con sus camellos en grandes
multitudes, como una plaga de langostas.

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(6) Por causa de los madianitas, los israelitas pasaban por
muchas miserias, y finalmente le pidieron ayuda al Señor.

Gedeón aparece en la historia como un ser cobarde que


malvivía escondido en el lagar (lugar donde se pisa la uva para
sacar el mosto para hacer vino). Los israelitas cansados piden
al Señor que les libre de los madianitas (Jue 6.7). Dios les envió
un profeta (vv. 7–10) que les recuerda al pueblo su incredulidad
y pecado desde que les sacó de Egipto.

Luego vino el Ángel del Señor (Gn 16.7), Cristo mismo, el Señor
mismo visitó a Gedeón para prepararle para su victoria. Gedeón
estaba limpiando el trigo en el lagar. Recuérdese que Dios
había olvidado temporalmente a su pueblo; ahora obraba por
medio de individuos escogidos (2.18: el Señor hacía surgir
caudillos a quienes ayudaba para librar a los israelitas de sus
enemigos).

El Ángel habló a Gedeón: (12) “¡El Señor está contigo, hombre


fuerte y valiente!”. Lo cual parecía una burla, llamar fuerte y
valiente a un agricultor débil y cobarde; sin embargo Dios sólo
indicaba de antemano lo que Gedeón llegaría a ser por fe. Nos
recuerda las palabras de Cristo a Pedro: «Tú eres Simón pero
serás Cefas» (Jn 1.42). Eres un simple pescador, pero serás mi
apóstol.

Hermano. Tú eres débil que vive escondido, tienes poca fuerza,


pero el Señor te hará fuerte y valiente y pelearás buenas
batallas para su Reino.

Pero veamos la incredulidad de Gedeón, que era la causa de su


cobardía: (13) “Y Gedeón contestó: —Perdón, señor, pero si el
Señor está con nosotros, ¿por qué nos pasa todo esto? ¿Dónde
están todos los milagros de que nos hablan nuestros
antepasados, cuando dicen que el Señor nos sacó de Egipto? El
Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado al poder de los
madianitas.

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El Señor le dijo (14) “Usa la fuerza que tienes para salvar a
Israel de los madianitas. Yo soy el que te envía”. Pero Gedeón
contesta que su clan es el más pobre de su tribu y él mismo es
el más pequeño de su familia. El Señor le contesta: (16) “Podrás
hacerlo porque yo estaré contigo”.

¡Luego le pide que le dé una señal! Esto sin duda no es el


lenguaje de la fe. Gedeón confesó que Dios castigó con justicia
a su pueblo (v. 13), pero no podía entender cómo usaría a un
pobre campesino como él para librar a la nación. Dios enfrentó
su incredulidad con una serie de promesas: «Jehová está
contigo»; «salvarás a Israel»; «¿no te envío yo?»; «ciertamente
yo estaré contigo» (vv. 12, 14, 16). La fe viene por el oír la
Palabra de Dios (Ro 10.17). Gedeón necesitó una señal y Dios
con su gracia se la concedió (vv. 19–24). Sin embargo, no es un
buen ejemplo a seguir.

II. Gedeón el desafiador (6.25–32)

Una cosa es encontrar a Dios en el secreto del lagar, pero otra


muy diferente es erguirse por el Señor en público. Esa misma
noche Dios probó la dedicación de Gedeón al pedirle que
derribara el altar idólatra de su padre a Baal y que edificara un
altar a Jehová. Además debía sacrificar el toro de su padre (tal
vez reservado para Baal) sobre el nuevo altar.

Es cuando tu familia o tus amigos descubren que eres cristiano.


Gedeón no lo hizo a la luz del día sino por la noche.

(27) “Entonces Gedeón tomó a diez de sus sirvientes e hizo todo


lo que el Señor le había mandado; solo que no lo hizo de día,
sino durante la noche, por miedo a la familia de su padre y a los
hombres de la ciudad.
(28) A la mañana siguiente, cuando la gente de la ciudad se
levantó, se encontró con que el altar de Baal había sido echado
abajo, lo mismo que el árbol sagrado que estaba junto al altar, y
que además un toro había sido ofrecido en holocausto sobre el
nuevo altar.

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(29) Unos a otros se preguntaban: “¿Quién habrá hecho esto?”
Cuando, después de mucho buscar y preguntar, supieron que lo
había hecho Gedeón, el hijo de Joás, fueron y le dijeron a Joás:
(30) —Saca a tu hijo, que lo vamos a matar. ¡Ha echado abajo el
altar de Baal y el árbol sagrado que estaba junto al altar!

El testimonio cristiano empieza en casa. Gedeón obedeció al


Señor, pero mostró incredulidad al hacerlo de noche (v. 27) y al
pedir a otros diez hombres que lo ayudaran. ¡Podemos imaginar
el furor del vecindario cuando a la mañana siguiente
descubrieron el altar destruido! ¿Mataron a Gedeón? ¡No! Antes
bien Gedeón se convirtió en un líder, capaz de reunir al ejército y
prepararse para luchar. Dios nunca usa a un «santo o súper
héroe» para ganar grandes batallas.

Hermanos. Debemos salir a la luz y asumir nuestra posición,


cueste lo que cueste. El Señor quiere usarnos a pesar de
nuestra debilidad, de ser los más pobres y más débiles. Sólo
quiere que le mostremos fe.

El padre dijo ¿os váis a poner en contra de mi hijo?: (31) “¿Van a


defender a Baal? Si Baal es Dios que se defienda él mismo,
puesto que era suyo el altar derribado”. Desde entonces
llamaron a Gedeón Jerubaal que significa “que Baal se defienda
de él”

III. Gedeón el conquistador (6.33–8.3)

A. Conquistó sus temores (6.33–7.14)

(33) Entonces todos los madianitas y los amalecitas y la gente


del oriente, se juntaron y cruzaron el río Jordán, y acamparon
en el valle de Jezreel.
(34) Pero el espíritu del Señor se adueñó de Gedeón, y este
tocó un cuerno de carnero para que se le unieran los del clan de
Abiézer;
(35) además mandó mensajeros para que llamaran a toda la

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tribu de Manasés a que se le uniera. También envió mensajeros
a llamar a las tribus de Aser, Zabulón y Neftalí, que también
salieron a reunirse con él.

Un ejército de treinta y dos mil hombres acudió a su lado, pero


aún dudaba de la victoria. ¡Cuánta gracia muestra Dios al
ministrar a sus endebles santos! (7:2) “El Señor le dijo a
Gedeón: ‘Traes tanta gente contigo que si hago que los
israelitas derroten a los madianitas, van a alardear ante mí
creyendo que se han salvado ellos mismos’ ”.

Entonces Dios dijo a Gedeón que pusiera a prueba a los


soldados. Les dijo que se fueran os que tuvieran miedo. Y de 32
mil se fueron 22 mil. Sólo quedaron 10 mil. Luego dijo diles que
beben agua en el río. Y todos los que bebieron cómodamente
arrodillados fueron desechados, sólo se quedaron 300, aquellos
que bebieron agua llevándosela de las manos a la boca,
aquellos que no apartaron la mirada del enemigo.

Gedeón no era el único con miedo; veintidós mil soldados


también tenían miedo y regresaron (7.1–3; y véase Dt 20.8 “Si
alguno tiene miedo y le falta valor, que se vaya a su casa para
que no acobarde también a sus compañeros”). Sin embargo,
Dios no necesitaba los restantes diez mil, de modo que los
probó y envió a la mayoría de regreso. Los trescientos que
bebieron el agua de su mano (v. 6) estarían en una mejor
posición para enfrentar y luchar contra el enemigo en un ataque
por sorpresa.

La noche de la batalla Dios vio que aún había temor en el


corazón de Gedeón (7.10), así que en su gracia le dio otra señal
especial para darle seguridad de que ganaría la batalla. Mandó
un espía al campamento enemigo donde oyó que un soldado le
contaba a otro soldado un sueño. (13) “Soñé que un pan de
cebada venía rodando hasta nuestro campamento, y que al
chocar contra una tienda la hacía caer.” El pan de cebada
representa a Gedeón, porque la cebada era el alimento más
pobre. ¡Pero Dios iba a usar a este campesino ordinario para

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lograr una gran victoria!

Gedeón dividió a los 300 en tres grupos y les dio cuernos de


carnero, unos cántaros y antorchas. Y empezaron a gritar a
media noche: “¡Por el Señor y por Gedeón!” para sembrar el
desconcierto y el pánico. Y tocaron los cuernos, rompieron los
cántaros y movieron las antorchas. Los madianitas huyeron y
lucharon entre ellos pensando que eran los israelitas. Vemos
que los israelitas no necesitaron armas.

Za 4.6 “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha


dicho Jehová de los ejércitos”.

B. Conquistó a sus enemigos (7.15–25)

La victoria se obtuvo por el poder de Dios. Acordémonos que el


Espíritu de Dios estaba ahora usando a Gedeón (6.34).

Busquemos el significado cristiano. 1Co 1:26-31 ¿Cuál era la


realidad de la comunidad de Corinto? “(26) Hermanos, deben
darse cuenta de que Dios los ha llamado a pesar de que pocos
de ustedes son sabios según los criterios humanos, y pocos de
ustedes son gente con autoridad o pertenecientes a familias
importantes.
(27) Y es que, para avergonzar a los sabios, Dios ha escogido a
los que el mundo tiene por tontos; y para avergonzar a los
fuertes, ha escogido a los que el mundo tiene por débiles.
(28) Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia
de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a
los que son algo.
(29) Así nadie podrá presumir delante de Dios.
(30) Pero Dios mismo los ha unido a ustedes con Cristo Jesús, y
ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra
justicia, nuestra santificación y nuestra liberación.
(31) De esta manera, como dice la Escritura: “Si alguno quiere
enorgullecerse, que se enorgullezca del Señor.”

Los cántaros, las teas y las trompetas tienen también una

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significación espiritual. Debemos ser cántaros limpios, rendidos a
Dios para que nos use (2 Ti 2.21); debemos dejar que nuestra
luz brille (Mt 5.16); y debemos «proclamar» un testimonio claro
por Cristo (1 Ts 1.8).

Los pasos de la victoria de Gedeón son fáciles de trazar: tenía


una promesa en la cual creer (6.12, 14, 16; 7.7–9), un altar que
edificar (6.25–26), un cántaro que quebrar, una lámpara para
encender y una trompeta para tocar. ¡Y Dios le dio la victoria!

IV. Gedeón el cómodo (8.4–35)

Cuando Gedeón obtuvo la victoria empezó a ser acomodadizo,


se hizo un señorito, esto es que busca que las cosas le vengan
fácilmente. Cuando el Señor nos da riquezas no es hora de vivir
cómodamente, es cuando más hay que invertir nuestro tiempo y
recursos en el Reino de Dios.

No se puede decir, Señor si tú me dieras tal cosa, yo te honraría


con el 10% o la mitad. No. No tienes que esperar a ser rico para
dar al Señor. Tienes que dar lo poco que tienes para que el
Señor te dé más. ¿Os acordáis de la parábola del dinero? Mat
25.25-29 “Pues al que tiene, se le dará más, y tendrá bastante;
pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará”. El
mal empleado dijo al Jefe: “Tuve miedo y fui y escondí tu dinero
en la tierra”.

Tenemos que entrar a la batalla con fe, con lo poco que Dios
nos ha dado, entonces Él nos pondrá a cargo de mucho más.

Bien. Vemos a Gedeón rico y famoso. Es un hombre de Dios


que ha actuado por fe. Cuando estaba persiguiendo a los
amalecitas, llega hambriento a dos pueblos y pide agua y
comida, pero ellos se la niegan. Cuando vuelva por aquí me
vengaré, les contesta. Así Gedeón empieza a tomar venganza,
castigó a quienes no le ayudaron y mató a quienes mataron a su
hermanos.

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Rom 12:19 “Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes
mismos, sino dejen que Dios sea quien castigue; porque la
Escritura dice: “A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré,
dice el Señor.”

Gedeón empezó a pecar. Después de obtener una gran victoria,


siempre debemos precavernos de la tentación a pecar, porque
Satanás nos ataca disimuladamente cuando menos lo
esperamos.

La nación le pidió a Gedeón que fuera su rey y estableciera una


dinastía; pero él lo rehusó.

(8:22) Entonces los israelitas le dijeron: —Ya que tú nos has


librado del poder de los madianitas, queremos que tú y tus
descendientes nos gobiernen.
(23) Pero Gedeón les contestó: —Ni yo ni mi hijo los
gobernaremos a ustedes. El Señor será quien los gobierne.
(24) Lo que sí quiero es pedirles que me den los anillos que han
capturado. Esos anillos de oro los usaban los soldados
enemigos, porque eran gente del desierto.
(25) Los israelitas, tendiendo una capa en el suelo, echaron en
ella los anillos que habían tomado, y le dijeron a Gedeón: —
Aquí los tienes.
(26) Todo el oro de los anillos pesó casi diecinueve kilos, sin
contar los adornos ni las joyas y telas de púpura que llevaban
los reyes de Madián, ni los collares de sus camellos.
(27) Con ese oro Gedeón hizo un efod, que puso en Ofrá, su
ciudad, y todo Israel le fue infiel al Señor por causa del efod, el
cual se volvió una trampa para Gedeón y su familia.

Sin embargo, Gedeón aprovechó la oportunidad para pedir «una


cosa menor»: todos sus pendientes y adornos. Esto parecía un
obsequio apropiado para un gran libertador, pero téngase
presente que estos objetos de oro estaban asociados a la
adoración idolátrica.

A Gedeón se le subió el triunfo a la cabeza. Gedeón hizo un

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«efod» o imagen con las setenta libras de oro que recogió. Lo
que los madianitas no pudieron hacer mediante la espada,
Satanás lo consiguió a través de las joyas de oro.

Es triste ver que el hombre que derribó el altar de Baal, ahora


crea un ídolo por su cuenta. Es triste, pero la nación entera se
olvidó de Dios y adoró al nuevo dios que había hecho de oro (v.
27). Cuando Gedeón murió, Israel volvió a adorar a Baal (v. 33).

(8:33) Después que murió Gedeón, los israelitas volvieron a


abandonar a Dios para adorar a las diferentes representaciones
de Baal, y escogieron como su dios a Baal-berit.
(34) Se olvidaron del Señor su Dios, que los había salvado de
todos los enemigos que los rodeaban,

La historia subsiguiente de la familia de Gedeón no es nada


agradable. Tuvo muchos hijos e hijas con sus «muchas
esposas» (v. 30), pero su hijo llamado Abimelec (v. 31; Jue 9.1–
6), que tuvo con una concubina, los mató a todos (a excepción
de Jotam). Todavía más, antes de que mataran a la familia de
Gedeón, la nación no los trató con amabilidad sino con ingratitud
(v. 35). Cuán pronto los corazones pecadores de los seres
humanos se olvidan tanto del Señor (v. 34) como de las
personas que les han servido fielmente.

Como dice Heberos 11.9 “¿Qué más voy a decir? Me faltaría


tiempo para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté,
de David, de Samuel y de los profetas”.

Hoy les he recordado la historia de Gedeón. Quedémonos con el


Gedeón joven, aquel muchacho agricultor, fuerte y valiente que
por fe pudo derrotar a los enemigos de Israel. Quedémonos con
el Gedeón y con el Sansón cuando fueron hombres de fe que
habla la Carta a los Hebreos.

Recordemos a Sansón a quien le faltó disciplina y dirección, no


logró vencer sus impulsos desde que era joven. Sansón tenía el
voto nazareo que significa “separado” para Dios, el mismo

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concepto actual de “santo”, santo no es el que no comete
pecado sino el que vive separado, consagrado, al Señor.

Sansón fue vencido por el enemigo cuando fue hombre joven.


Gedeón fue vencido por el enemigo cuando fue un hombre
adulto.

Pablo indica que hay tres categorías de personas. Existe el


hombre no espiritual o natural (1 Corintios 2:14), quien sigue el
patrón de Adán y rechaza las cosas del Espíritu. Está el hombre
espiritual (1 Corintios 2:15), quien conoce las cosas de Dios. Y
existe el hombre carnal quien conoce las cosas de Dios, sin
embargo en formas significativas aún se caracteriza por la carne;
son personas débiles, como niños en Cristo; sólo pueden tomar
leche, aún no pueden digerir comida fuerte.

1Co 3:1 (Deficiencias de la comunidad de Corinto)


Yo, hermanos, no pude hablarles entonces como a gente madura
espiritualmente, sino como a personas débiles, como a niños en
cuanto a las cosas de Cristo.
1Co 3:2 Les di una enseñanza sencilla, igual que a un niño de
pecho se le da leche en vez de alimento sólido, porque ustedes
todavía no podían digerir la comida fuerte. ¡Y ni siquiera pueden
digerirla ahora,
1Co 3:3 porque todavía son débiles! Mientras haya entre
ustedes envidias y discordias, es que todavía son débiles y
actúan con criterios puramente humanos.

La debilidad de Sansón fueron las mujeres. La debilidad de


Gedeón fue la riqueza con la cual se hizo un ídolo y el pueblo
tras su muerte se perdió tras Baal y se olvidaron de Jehová.

Hermanos, estamos llamados a pelear la buena batalla de la fe.


Sin desmayar, debemos ir venciendo a cada debilidad que
tengamos.

Pero el Señor no nos ha llamado a una vida aburrida. De ninguna


menera. Si Sansón y Gedeón hubieran hecho bien las cosas,

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hubieran gobernado en paz y justicia toda su vida, y sus hijos
habrían gobernado en paz y riqueza. Porque eso es lo que quiere
el Señor, que seamos felices. ¿Os acordáis cuando hablamos del
Libro de Eclesiastés?

SEGUNDO CONSEJO: Recuerda que la vida acabará (11.7–


12.7). Consejos a los jóvenes.

“(9) Diviértete, joven, ahora que estás lleno de vida; disfruta


de lo bueno ahora que puedes. Déjate llevar por los impulsos
de tu corazón y por todo lo que ves, pero recuerda que de
todo ello Dios te pedirá cuentas. (10) Aleja de tu mente las
preocupaciones y echa fuera de ti el sufrimiento, porque aun
los mejores días de la juventud son vana ilusión” (Ec 11-9-
10).

Nótense aquí las tres frases clave dirigidas especialmente a los


jóvenes: disfruta de lo bueno (11.9), aleja de tu mente las
preocupaciones (11.10) y acuérdate de tu Creador (12.1).

“Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven y que aún no


han llegado los tiempos difíciles; ya vendrán años en que
digas: ‘No me trae ningún placer vivirlos’ “ (Ec 12.1).

Hay que alegrarse de las bendiciones de Dios mientras se es


joven; quitar de la vida los pecados que causan tristeza; y
acordarse de servir a Dios y temerle en los días de la juventud.

Hermanos peleemos la buena batalla de la fe, no sólo cuando


somos jóvenes sino hasta cuando seamos ancianos. Como dijo
Pablo en su segunda carta a Timoteo:

2Ti 4:7 “He peleado la buena batalla, he llegado al término de la


carrera, me he mantenido fiel.
2Ti 4:8 Ahora me espera la corona merecida que el Señor, el
Juez justo, me dará en aquel día. Y no me la dará solamente a
mí, sino también a todos los que con amor esperan su venida
gloriosa”.

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Sansón pudo haberse arrepentido y empezado de nuevo el voto
nazareo y gobernar Israel por muchos años. Gedeón pudo haber
tenido una vejez bendecida sin que asesinen a su familia, pudo
haber creado una estirpe de jueces justos.

Hermano tú puedes servir con fe al Señor toda tu vida y el Señor


proveerá lo que necesitas. Si decides dejar la leche y la papilla
que toman los niños y decides crecer y madurar y tomar
alimentos espirituales fuertes, hablamos de barbacoas y paellas
espirituales, el Señor entonces te dará una vida victoriosa.

Por supuesto, no me estoy poniendo como ejemplo. Yo en


muchas cosas aún soy un niño. Yo peleo la buena batalla pero
también necesito madurar y tomar alimento sólido.

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ORACIÓN FINAL (basado en Salmo 61)

(2) Dios mío ¡atiende a nuestra oración!


(3) Desde el último rincón de la tierra clamamos a ti,
pues nuestro corazón desfallece.
Ponnos a salvo sobre una alta roca,

(4) pues tú eres nuestro refugio.


¡Eres como una torre fuerte
que nos libra del enemigo!
(5) Queremos vivir en tu casa para siempre,
protegidos debajo de tus alas.
(6) Tú, Dios mío, has escuchado nuestras promesas,
y nos has dado la herencia
de los que honran tu nombre.
(7) Concédenos una larga vida;
que vivamos muchos, muchísimos años,
(8) y que vivamos siempre con tu bendición.
Cuídanos con tu amor y fidelidad;
(9) así alabaremos tu nombre en todo tiempo
y cumpliremos nuestras promesas día tras día.
Amén.

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