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ÉTICOS 3º ESO ANAYA

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TEMAS
1. PERSONA COMO SER MORAL
2. CONSTRUCCIÓN PERSONALIDAD
3. SOCIALIZACIÓN
4. VIDA PÚBLICA
5. LA ARGUMENTACIÓN MORAL
6. TEORÍAS ÉTICAS
7. QUÉ ES LA JUSTICIA?
8. LA POLÍTICA
9. JUSTIFICACIÓN DE LAS NROMASL JURÍDICAS
10.LA CONQUISTA DE LOS DERECHOS HUMANOS
11.CIENCITA TÉCNICA Y SOIEDAD
12.LA BIOÉTICA
13.
TEMA 1. PERSONA COMO SER MORAL

AÑADIR- persona como portador y defensor de valores

La palabra valores viene del latín “valere” lo que significa “ser fuerte”.
Este vocablo alude a todos aquellos principios que le permiten a los seres
humanos mediante su comportamiento realizarse como mejores personas;
es decir son esas cualidades y creencias que vienen anexadas a las
características de cada individuo y que ayudan al mismo a comportarse de
una forma determinada. Los valores posibilitan la determinación de
nuestras prioridades, y ayudan a encaminar la vida del ser humano a una
autorrealización; estas creencias permiten elegir al hombre entre una
situación u otra, o entre una cosa u otra.

Tipso de valores

Existen diferentes tipos de valores, también denominados valores


universales que se caracteriza o se diferencian por lo que equivalen; entre
ellos están:

Valores personales: son los valores a los cuales se les estima como
fundamentos o normas indispensables para el levantamiento de nuestra
vida, es decir los pilares fundamentales establecidos por sí mismo para
vivir, que pueden variar de acuerdo a la persona

Valores socio-culturales: estos son principios que enfocan en el


comportamiento de cada individuo dentro de una determinada sociedad;
con el correr de la historia estos han ido cambiando variando de acuerdo a
la sociedad.

Valores familiares: estos se refieren a todos aquellos valores o normas


inmersas o que imperan en una familia, y que permiten relacionarse entre
sí; los valores familiares pasan de generación en generación que definen
nuestro comportamiento dentro del ámbito familiar.

Valores espirituales: son patrones de comportamiento que a través de su


práctica permiten que se tenga una relación con alguna deidad; es decir los
valores espirituales generan que exista una conexión con Dios.

Valores morales: aluden a aquellos parámetros que posibilitan a la persona


realizarse como mejor persona, que pueden ser desarrollados y
perfeccionados por los mismos a lo largo de la vida.
Valores materiales: son aquellos valores que le permiten a un individuo la
permanencia o estabilidad, relacionándose a las necesidades básicas
existentes tales como la vestimenta, la comida, etc.

Valores Orgarnizacionales: son aquellos valores definidos por una


determinada organización o empresa inmersos en su política empresarial;
entre los valores organizacionales se pueden describir: el trabajo en equipo,
la honestidad, justicia, orden, limpieza, etc.

MATERIALES

SOBRE CONCEPTO PERSONA

Persona / Persona humana / Hombre (dicc. Materialista Oviedo)


Persona, en nuestra cultura, se opone a cosa y a animal, aunque de
distinto modo. En cuanto opuesto a cosas y a animales el
término persona se aproxima al término hombre. Sin embargo no se
superpone con él:

(1º) Porque existen, entre las creencias de nuestra cultura, y sobre todo en
el lenguaje, personas no humanas (personas divinas: Padre, Hijo y Espíritu
Santo; personas angélicas o diabólicas; o incluso las extraterrestres).
(2º) Porque hay seres o cosas que son humanos, pero no son personales
(por ejemplo el «hombre de Neanderthal» –nadie dice: «la persona de
Neanderthal»– o bien una máquina, un mueble, y en general, la «cultura
extrasomática», que es humana, «cultura humana», y no es personal).

Persona humana añade algo no sólo a «persona» sino también a


«humano». El hombre recibe una determinación importante cuando se le
considera como persona así como la persona recibe una determinación no
menos importante cuando se la considera como humana. Por tanto, no es lo
mismo hombre que persona, como tampoco es lo mismo hombre que
ciudadano. «Hombre» es un término más genérico o indeterminado, que
linda con el «mundo zoológico» (decimos hombre de las cavernas pero
sería ridículo decir persona de las cavernas); «persona» es un término más
específico que tiene que ver con el «mundo civilizado» o, si se prefiere, con
la constelación de los valores morales, éticos o jurídicos propios de este
mundo. La misma etimología de la palabra persona demuestra que es un
concepto sobreañadido al concepto de hombre. Un refrán de origen
jurídico, también lo recuerda: homo plures personas sustinet, es decir, el
hombre sostiene o desempeña muchas máscaras o papeles (un mismo
hombre es empresario y delincuente, es padre y metalúrgico, &c.).
«Persona» era, en efecto, la máscara o careta que usaban los actores de la
tragedia para hablar –per sonare–. No decimos que los hombres actuales
puedan no ser personas; decimos que cabe un concepto de hombre al
margen del concepto de persona. En el derecho romano los esclavos eran
hombres pero no eran personas. Lo que queremos subrayar es que aquellos
juristas romanos que usaban el concepto de hombre lo disociaban del
concepto de persona; de suerte que, históricamente, ocurre como si nuestro
concepto actual de persona, como equivalente a hombre, fuese el resultado
de una ampliación del concepto de persona a los esclavos. Según esto
cabría decir que el concepto de persona apareció como resultado de un
proceso vinculado a la liberación, al menos teórica, de los esclavos (o de
los bárbaros) y no como un mero concepto abstracto, mental, intemporal.
{SV 115-119}
CONCEPTO DE PERSONA

En el lenguaje cotidiano, la palabra persona hace referencia a un ser con


poder de raciocinio que posee conciencia sobre sí mismo y que cuenta con
su propia identidad. El ejemplo excluyente suele ser el hombre, aunque
algunos extienden el concepto a otras especies que pueblan este planeta.

Una persona es un ser capaz de vivir en sociedad y que tiene sensibilidad,


además de contar con inteligencia y voluntad, aspectos típicos de la
humanidad. Para la psicología, una persona es alguien específico (el
concepto abarca los aspectos físicos y psíquicos del sujeto que lo definen
en función de su condición de singular y único).
En el ámbito del derecho, una persona es todo ente que, por sus
características, está habilitado para tener derechos y asumir obligaciones.
Por eso se habla de distintos tipos de personas: personas físicas (como se
define a los seres humanos) y personas de existencia ideal o jurídica (grupo
donde se agrupan las corporaciones, las sociedades, el Estado,
las organizaciones sociales, etc.).
Las personas físicas o naturales están contempladas desde un concepto de
naturaleza jurídica que fue elaborado por juristas romanos. En la
actualidad, las personas físicas cuentan, por el solo hecho de existir, con
diversos atributos reconocidos por el derecho.
Las personas jurídicas o morales son aquellos entes que, para llevar a cabo
ciertos propósitos de alcance colectivo, están respaldados por normas
jurídicas que les reconocen capacidad para ser titulares de derechos y
contraer obligaciones.
Por último, cabe destacar que se denomina como persona gramatical al
rasgo gramatical básico que reflejan los denominados pronombres
personales. Esta propiedad brinda la posibilidad de regular el modo deíctico
que se requiere para determinar qué rol ocupan el hablante, los oyentes y el
resto de los involucrados en la estructura de la predicación. En el
idioma español, existen tres personas gramaticales en singular y otras tres
personas en plural.
Definiciones y tradiciones
En la filosofía el concepto de persona ha sido motivo de extensos debates.
Entre las teorías que se han elaborado hay tres que son las que han
adquirido más aceptación.
Persona es un término latino que tiene su equivalente en el griego y
es prósopon, que hace referencia a las máscaras que utilizaban los actores
en el teatro clásico. De este modo, de acuerdo a la etimología podríamos
decir que persona prósopon significa personaje.
Otra explicación etimológica afirma que persona proviene de persono que
viene del infinitivo personare que significa hacer sonar la voz, puede tener
conexión con la explicación anterior en tanto y en cuanto los actores
realizan esta acción para hacerse oír en el teatro.
La tercera teoría se inclina a encontrar el significado del término en
una raíz jurídica, considerando que hace referencia a un sujeto legal, con
deberes y obligaciones. Es la teoría es la que ha influido más firmemente
en los usos filosófico y teológico.
El intelectual San Agustín afirmaba que un individuo podía ser considerado
persona por su capacidad de autorreflexión, es decir que siendo consciente
de sus limitaciones y responsabilidades frente a Dios, debe analizar cada
uno de sus actos para que ellos no lo delaten y lo alejen del camino de
la verdad y la felicidad (en esta teoría se basan la mayoría de los teólogos
de la Iglesia Católica).
Uno de los autores fundamentales a la hora de definir el concepto de
persona es Boecio. Su teoría acerca del concepto es la más aceptada hoy en
día. Dice que una persona es naturae rationalis individua substantia. Es
decir es de naturaleza racional y es la razón lo que le sirve para demostrar
su esencia individual, estoy da a entender que antes de ser un ser sociable,
el individuo es persona, libre y con capacidad de razonar y decidir sobre
sus actos.
Por su parte, la antropología contemporánea afirma que la persona es un
todo estructural que se abre al mundo y a los otros seres vivos. Un sujeto
independiente y libre frente a otros objetos y sujetos.
Para terminar podemos decir que existen cinco formas de definir el
concepto, teniendo en cuenta la línea ideológica e intereses de quien lo
define. Estos son: FORMAS DE SER DE LA PERSONA

*Persona como sustancia:


atribución de propiedades particulares tales como independencia y
raciocinio (Aristóteles, Boecia y Edad Media).
*Persona como ser pensante:
un sujeto epistemológico donde la razón supera a su existencia física
(Pensamiento Moderno).
*Persona como ser ético: individuo absolutamente libre, pero sujeto a una
obligación moral, respondiendo a un conjunto de leyes divinas antes que a
las leyes de su propia naturaleza (Estoicos, Kant y Fichte).
*Persona como ente jurídico:
individuo sujeto a leyes intrínsecas de su esencia que están relacionadas
con los derechos universales. Dicha característica, está por encima de la
esencia ética del ser.
*Persona religiosa:
individuos ligados a una fe, cumpliendo mandatos divinos y buscando la
verdadera libertad. (Existencialismo y Personalismo, tradición judeo-
cristiana, San Agustín, Pascal, Kierkegaard).
SOBRE BOECIO

Boecio

Boecio

Información personal

Nombre en Anicius Manlius Torquatus


latín Severinus Boethius

Nombre en
Boetius
latín

Nacimiento c. 480
Roma, Italia

Fallecimiento años 520juliano o 524


Pavía, Italia

Nacionalidad Reino ostrogodo de Italia

Familia

Familia
Gens Manlia
nobiliaria

Padre Manlius Boethius

Información profesional

Ocupación Filósofo, estadista, escritor,


musicólogo, teórico de la
música, político y matemático
Cargos
 Senador
ocupados

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Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio (en latín, Anicius Manlius


Severinus Boëthius) (Roma, c. 480 – Pavía, 524/525) fue
un filósofo romano.
Índice
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Vida[editar]
Provenía de una importante y antigua familia Romana, la gens Anicia, que
dio dos emperadores y tres papas.1 Fue hijo de Flavio Manlio Boecio.
Empezó estudios de retórica y filosofía, conocimientos que amplió
en Atenas. Se casó con Rusticiana, hija del senador Quinto Aurelio Memio
Símaco (senador y cónsul en el año 485).
En 510 fue consul ordinarius (el cónsul que da nombre al año) en solitario.
En 522 o 523 él mismo fue nombrado magister officiorum,2 cargo
equivalente a lo que podría llamarse un primer ministro, del
rey ostrogodo Teodorico el Grande. En 522 nombró cónsules a sus dos
hijos, Flavio Símaco y Flavio Boecio.
La acumulación de tanto poder despertó los celos del partido filogótico, por
lo que fue acusado de conspirar a favor del Imperio bizantino por
el referendarius Cipriano, miembro de ese partido. Fue encarcelado,
torturado y decapitado en el Ager Calventienus, al norte de Pavía,3
«injustamente» según él mismo, por haber intentado proteger al senado. La
ciudad de Pavía le reconoce y celebra en la liturgia como mártir en la fe.
León XIII aprobó su culto para la diócesis de Pavía el 25 de
diciembre de 1883. Se festeja el 27 de mayo.

Obra[editar]

Boecio es conocido como "el último romano, el primer escolástico".4

Con el propósito de unificar ambas escuelas filosóficas, se propuso traducir


al latín las obras de Aristóteles y de Platón, pero no concluyó su proyecto:
solo se conservan su traducción de las Categorías y del Peri hermeneias de
Aristóteles y de la Isagoge de Porfirio. Étienne Gilson afirma que Boecio
fue, para la escolástica medieval, por sus traducciones, comentarios y
escritos, la principal autoridad en lógica de la Edad Media hasta que en el
siglo XIII fue traducido al latín y comentado directamente
el Organon completo de Aristóteles. En su obra principal realiza la
distinción, que luego sería central para la Escolástica, entre id quod
est (todo el ente) y quo est o esse (aquello que hace que el ente sea).
Su obra más famosa es, sin embargo, Consolatio philosophiae, mencionada
en la Edad Media como De consolatione philosophiae. Se trata de
un diálogo entre el propio Boecio y Filosofía, personaje alegórico femenino
que se le aparece a Boecio para aclararle el problema del destino, de por
qué los malvados logran recompensa y los justos no. Filosofía intenta
suavizar su aflicción demostrándole que la verdadera felicidad consiste en
el desprecio de los bienes de este mundo y en la posesión de un bien
imperecedero, que coincide con la Providencia universal que gobierna
todas las cosas, concepto éste que toma del Estoicismo. El tema se
relaciona directamente con la caída en desgracia del propio Boecio, por lo
cual se piensa que esta obra fue compuesta en la cárcel durante el largo año
que pasó antes de ser ejecutado.

Este trabajo tuvo una gran importancia para la


ulterior teología del Cristianismo medieval, pese a que tanto la metodología
como la terminología que utiliza Boecio son meramente filosóficas y en
ningún momento plantea la cuestión en términos de fe cristiana. Debido a
que en su obra maestra, en prosa y verso, la Consolación, no cita en ningún
momento a Jesucristo ni la Sagrada Escritura, ni explícitamente la fe
cristiana, algunos historiadores en los siglos XVIII y XIX pusieron en duda
el cristianismo de Boecio y la autenticidad de sus obras teológicas;
demostrada ésta, la cuestión está definitivamente resuelta:
«... Al descubrir Holder, en 1877, un fragmento de Casiodoro que atribuye
a Boecio un librum de sancta Trinitate et capita quaedam dogmatica parece
que se puso fin a la controversia y se zanjó la cuestión en favor de la
autenticidad de los Opuscula».5

También escribió sobre aritmética (De arithmetica), música (De


musica), geometría, astronomía y de teología (Opuscula theologiae, cinco
libros). Todo con la intención de transmitir a las nuevas generaciones, a los
nuevos tiempos, la gran cultura grecorromana. Precisamente por este
motivo, Boecio ha sido calificado como el último representante de la
cultura romana antigua y el primero de los intelectuales medievales. Su
definición de la eternidad interminabilis vitae tota simul ac perfecta
possesio (es la perfecta posesión de una vida interminable toda ella junta y
de una vez) ha llegado hasta nosotros intacta.

De la consolación de la filosofía

La más interesante y universalmente conocida de las obras de Boecio es sin


duda De consolatione philosophiae (De la consolación de la filosofía),
impresa por primera vez en Nuremberg en 1473; las mejores ediciones son
las de Jena (1841) y Leipzig (1871). Fue escrita en la cárcel entre 523 y
524, y consta de cinco libros en los que, alternándose prosa y verso, se
desarrolla un diálogo entre el autor y su visitante, la Filosofía.

Mientras el autor está buscando en la poesía alivio a sus miserias, la


Filosofía se le aparece bajo la figura de una mujer de venerable aspecto,
con ojos llameantes y dotados de sobrehumana agudeza, arreada con un
precioso vestido, en cuyo borde inferior está escrita una P y en el superior
una T. Estas letras, que sin duda simbolizan la división platónica de la
filosofía en práctica y teórica, están unidas por peldaños, que recuerdan el
otro concepto platónico complementario de la ascensión de la práctica a la
teoría.

Boecio, tras identificar a la visitante, se lamenta de los males en que ha


caído y ella le contesta que en realidad él ha tenido de la fortuna más bienes
que males. La culpa es de él mismo, ante todo porque ha confiado en la
fortuna, que es inconstante y falsa; después, porque ha atribuido valor a
bienes como la fama, el poder o el deleite, los cuales producen desventura,
no felicidad. Aquella fortuna que el mundo juzga adversa es más
provechosa que la próspera porque libera al alma, elevándola a la verdad y
a la virtud, a la verdadera felicidad y a Dios, aspiración suprema del
pensamiento humano.
A Dios (que evidentemente presenta aquí analogía con el concepto
platónico del Sumo Bien) deben referirse todas las cosas, y así también la
felicidad y la infelicidad nuestras. Pero si Dios rige el mundo (objeta
Boecio) el vicio debería ser siempre castigado y premiada la virtud. La
Filosofía contesta que la injusticia de la distribución es sólo aparente: la
Providencia proporciona los bienes y los males según los méritos, y
nosotros lo entenderíamos si pudiésemos conocer la causa de todo. Como
las vicisitudes del mundo pueden tener origen tanto en Dios como en el
hado y deben cumplir su ciclo, así nuestra adversa fortuna puede tener
origen en el hado y en Dios, el cual dará finalmente la justa recompensa.
Si el mundo es regido por Dios (replica Boecio) no debería haber margen
para el azar. La Filosofía le explica entonces que respecto a Dios nada está
en poder del azar, pero muchas cosas semejan estarlo con respecto al
hombre. La presciencia de Dios, que es infalible, se concilia no obstante
con la libertad humana. Tal como en la mente humana hay grados y modos
de conocimiento superiores a otros, y que no son comunes ni a todos los
hombres ni a los hombres y a los animales, así también hay que admitir que
en la mente divina, tan superior a la nuestra, puede haber acuerdo entre la
presciencia del futuro y la libertad humana.
En nosotros mismos la debilidad de los sentidos no justifica la negación de
la imaginación, ni la debilidad de la imaginación la negación del
razonamiento, ni la debilidad del razonamiento la negación de la
inteligencia; del mismo modo, por el hecho de que nuestra inteligencia sea
débil no tenemos derecho a negar a Dios una inteligencia más alta. A la
nueva objeción de Boecio de que se disminuye la presciencia divina
haciendo causa de ella las futuras acciones humanas, la Filosofía opone que
"la facultad precognoscitiva de la sabiduría divina, abrazando todas las
cosas, les da ella misma su propia ley, pero sin estar totalmente ligada a las
cosas futuras. Cualesquiera que sean éstas, permanece inviolada para los
mortales la libertad de albedrío".
Prever un acontecimiento no es producirlo ni forzar su producción; con
todo, el conocimiento anterior, sin necesitar los hechos, es un signo de esta
necesidad. Pero cuando el conocimiento, en lugar de anterior, es
contemporáneo, no condiciona en absoluto lo que conoce; ahora bien, el
conocimiento de Dios es atemporal: Dios ve en un presente eterno. "Por
encima de todo está, como espectador, Dios presciente de todos los
acontecimientos, y la eternidad, siempre presente en su visión, se concierta
con la futura cualidad de nuestros actos dispensando recompensas a los
buenos y castigos a los malvados. No en vano se le dirigen esperanzas y
plegarias, que, si son rectas, no pueden ser ineficaces. Oponeos, pues, a las
culpas, cultivad las virtudes, levantad el ánimo a las rectas esperanzas,
elevad al cielo humildes plegarias; grande es para vosotros la necesidad de
ser buenos, ya que obráis ante los ojos de un juez que lo ve todo."
Con este conmovido llamamiento, que recuerda el final
del Fedón de Platón, se cierra la obra del "último de los romanos", que
durante todo el Medievo fue considerada como la suprema expresión del
pensamiento latino y se convirtió en uno de los libros más populares. Se
perciben en ella ecos de la filosofía neoplatónica, especialmente de Proclo,
y continuas referencias a la doctrina estoica y especialmente a Séneca,
pero, cosa extraña, no hay ninguna alusión directa a las doctrinas cristianas,
lo que se ha querido explicar diciendo que Boecio había querido demostrar
cómo, aun prescindiendo de las verdades reveladas, la razón natural es
bastante para justificar una actitud fuerte y resignada frente a la desventura,
dando así a esta justificación un valor universal. Otros sostienen que la obra
es incompleta, otros también que es alegórica.

Como quiera que sea, y aunque el texto revela una sólida fe en la


Providencia, raramente ésta se identifica con un Dios personal, antes a
menudo se diluye en el panteísmo; y la obra entera, aun conteniendo
palabras y frases que implican un conocimiento de los escritores cristianos,
podría ser atribuida a un contemporáneo de Cicerón o de Séneca. De la
consolación de la filosofía inspiró, sin embargo, toda la literatura y la
filosofía cristianas de Occidente, desde el siglo VIII al XIV, hasta que su
brillo palideció con el naciente resplandor del Renacimiento.

En efecto, muchos elementos del tratado de Boecio serán absorbidos en las


grandes síntesis de los siglos XII y XIII. Dante sacó de la obra consuelo en
los años siguientes a la muerte de Beatriz y muchos motivos de inspiración
para la Divina Comedia. Ya se habían inspirado antes en ella los poetas
provenzales, y se inspiraron más tarde Petrarca en el Desprecio del
mundo y Boccaccio en el Ameto. La obra tiene valor sobre todo en cuanto
señala el punto de contacto entre el pensamiento del paganismo y el
cristianismo, y fue durante siglos el vehículo por el cual la filosofía se
mantuvo en occidente.
LA TRIPLE DIMENSION DE LAS PERSONA

PAUTAS EJERCICIO

1. Pinta líneas con círculos como extensiones de cada círculo de color.


Completa esos unevos círculos con términos propios de los factores
2. EJE: DEL GLOBO ·FACTORES PSCIOLÓGICOS”
LÍNEA+GLOBO: EMOTIVIDAD
TEMA 2 CONSTRUCCIÓN PERSONALIDAD
Heteronomía / autonomía (ver apuntes Lanzarote)

Ejercicio posible

A) Construye una tabla bidimensional, RELLÉNALA CON TUS COMPORTAMIENTOS


AUTÓNOMOS Y HETERÓNOMOS EN LA VIDA COTIDIANA: INSTITUO , FAMILIA, EN LA
CALLE. ¿de qué depende el paso de un comportamiento heterónomo a otro
autónomo?

COMPORTAMIENTOS COMPORTAMIENTOS
HETERÓNOMO AUTÓNOMOS

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INTELIGENCIA EMOCIONAL
http://iespedroantoniodealarcon.es/exlibris/download/inteligencia_emocion
al(2).pdf

VER RESUMEN LIBRO EN PDF


3. SOCIALIZACIÓN
 Mosterín: filosofía d ela cultura
 Arnold Gehlen:
 Sobre la relación naturaleza – cultura:
- ¿Qué es lo más importante en mi vida diaria el aspecto
biológico o elcultural?
- ¿cuándo el plano biológico obliga y detiene la vida cotidiana?,
¿usamos cultura para paliar los efectos de esa detención?
- --
- --

VALORES SOCIALES

Confecciona una lista de al menso 10 valores sociales

- Defínelos con corrección


- Explica su utilidad y valor

CARACTERÍSTICAS DE LA ADOLESCENCIA

https://www.caracteristicas.co/adolescencia/
- Necesidades en la infancia y en la adolescencia: Respuesta
familiar, escolar y social (Ojos Solares) Tapa blanda – 5 may
2008
de Félix López Sánchez (Autor)
4. VIDA PÚBLICA
RESEÑA LIBRO CITADO EN PAG 45

https://es.wikipedia.org/wiki/El_trono_de_jade

sobre Antígona

http://www.proyectopv.org/2-verdad/antigona.htm

¿acatamiento de la ley?

O desobediencia civil?

 Cuándo
 Cómo ¿
 Por qué
 Para qué
 Por quienes?
 Conta quién?

5. LA ARGUMENTACIÓN MORAL
Qué es argumentar

Definición: Argumentar es desarrollar un razonamiento en particular con la


finalidad de convencer.

Etimología

El término argumento proviene del latín argumentum, el cual a su vez deriva del
verbo arguere, de arguir. Y Mentum (-mento:instrumento, medio, o resultado)
Se trata de una herramienta que, utilizada eficazmente, ayuda a transmitir mejor la
idea de quien expone el argumento ante su público.

Definición de argumentar por diversos autores

Un argumento es, pues, un conjunto de oraciones utilizadas en un proceso de


comunicación, llamadas premisas, que justifican o apoyan otra, llamada
conclusión, que se deduce, de algún modo, de aquéllas.

Tomás Miranda Alons. El Juego de la argumentación

Poseer el arte de conversar pertenece a las auténticas personas. En ninguna


actividad humana se necesita más la prudencia, pues es la más común de la vida.
Aqui se decide el ganar o el perder.

Baltasar Gracián. El arte de la prudencia

Analizando estos conceptos, se tiene claro que, básicamente, son dos elementos o
herramientas que definen a este vocablo: por un lado, su composición por una serie
de razonamientos lógicos, y por otro, su finalidad persuasiva. Por eso se suele
afirmar, que argumentar constituye todo un arte que debe ser realizado con sumo
cuidado.

¿Para que sirve argumentar? Utilidad en la vida cotidiana

La argumentación es parte de nuestra comunicación cotidiana. Desde tiempos


remotos, las personas se comunican por diversos motivos, para transmitir una
infinidad de ideas, pensamientos, emociones.
Argumentar es una forma muy especial de comunicarse.

Porque, se trata de un proceso complejo, sometido a unas reglas.

Ya sea en el hogar, en la escuela, o en el trabajo, no faltará ocasión en que


tengamos que exponer un determinado argumento para tratar de convencer a
nuestro interlocutor. Porque esa es la finalidad principal: persuadir, convencer.
Características de un buen argumento

Un argumento tiene dos puntos claves en su estructura: el razonamiento empleado


en exponer las ideas, y el carácter de persuasión que esas expresiones encierran.

- Carácter persuasivo: Persuadir es intentar que una persona acepte la idea que le
estamos proponiendo.
-Argumentar es seguir un sistema de razonamiento. Convencer de a una
persona de alguna idea no es fácil. Es necesario seguir un orden, tener un método
de trabajo. Para elaborar un argumento se recomienda exponer el tema de una
manera que llegue al lector, que lo interprete, y que pueda comprender plenamente
lo que quiere transmitirle el autor de ese argumento.

- Un buen argumento es más que una simple opinión. No se trata solo de


presentar al lector un pensamiento o una posición personal respecto a un tema. Hay
que fundarlo, analizarlo, mostrar los aspectos positivos y los negativos, todo ello
con cierta originalidad. La voz propia del autor es indispensable.

Ejemplo de texto argumentativo: un ensayo

Se copia aquí un extracto de un texto argumentativo perteneciente al escritor


español José Ortega y Gasset.
La guerra, los pueblos y los dioses (1915) de José Ortega y Gasset

La guerra no crea ni aniquila cosa alguna; simplemente aclara, pone de relieve y


hace gritar a lo que de antemano se hallaba en los corazones. Así la nueva
efervescencia que en torno al principio de lo nacional se siente hoy, no es un
engendro de la guerra. Esta no ha hecho más que acelerar el desarrollo de un
germen preexistente en la conciencia occidental de los últimos años.

Ejemplo de texto argumentativo: un artículo periodístico

En televisión, una de las máximas para fidelizar la audiencia es el tiempo. Muchos


programas que han pasado por la pantalla como una exhalación tienden a
argumentar que una retirada abrupta de la parrilla —generalmente porque
carecen de la mínima calidad exigible— ha impedido que se consolidara el
“hábito de audiencia”. Si una buena información necesita tiempo y dinero, la
televisión requiere, ante todo, horas de antena.

Rosario Gómez. El País


s obre la argumentación moral

Paseo de la Grúa (Ribadesella-Asturias)

La vida cotidiana está llena de argumentos y de argumentaciones. Y es así 1º) porque


necesitamos entendernos para convivir, aunque no poseamos las mismas ideas…por eso
razonamos y discutimos; 2º) porque estamos convencidos de que nadie tiene la panacea
de la intelectualidad, ni de la inteligibilidad, es decir, necesitamos vivir y convivir sobre la
base de razones solventes; 3º) porque es una evidencia la pluralidad de culturas,
cosmovisiones, ideologías y creencias, que necesitan convivir y justificarse en público con
razones rigurosas y sólidas; y 4º) porque a la hora de afrontar problemas cotidianos
buscamos su clarificación y resolución, lo que conlleva utilizar siempre conceptos
operativos, es decir, razones prácticas…argumentos.

1. EL ARGUMENTO Y LA ARGUMENTACIÓN

El Diccionario de la Lengua Española dice que el argumento es un «razonamiento que se


emplea para probar o demostrar una proposición, o bien para convencer a alguien de
aquello que se afirma o se niega». Por su parte, el mismo Diccionario dice que la
argumentación es la acción de argumentar, o sea, «aducir, alegar, poner argumentos» y,
también, «disputar, discutir o impugnar una opinión ajena». Pues bien, la argumentación
filosófica pretende convencer mediante proposiciones razonadas y razonables, o sea,
justificándolas y exponiéndolas de manera comprensible. Dicho con otras palabras, el
argumento filosófico tiene que dar cuenta de la naturaleza de una idea o de un juicio, de su
legitimidad, de su fundamento y, en este sentido, debe articular conceptos, valores,
presupuestos teóricos, haciéndolos comunicables a través de en un proceso intelectual
plasmado en una proposición lingüística concreta.

La argumentación ética y/o moral forma parte de la argumentación filosófica que todos
llevamos a cabo, de una u otra manera, para justificar racionalmente lo que debemos
hacer (moral) y, sobre todo, por qué lo debemos hacer (ética).

1.1. Algunos criterios básicos sobre la argumentación en general

 La argumentación debe tener claridad, que implica explicitación y coherencia para


determinar lo que está implícito o denunciar lo que falta y debería explicitarse.
 La argumentación necesita capacidad crítica para evaluar la claridad y la coherencia, la
pertinencia, la fuerza o la debilidad de las conclusiones y de los argumentos.
 La argumentación tiene que tener en cuenta la no repetición, porque el hecho de repetir
las mismas ideas tiende a producir confusiones innecesarias.
 Y tanto el argumento como la conclusión tienen que ser pertinentes, o sea, que vengan a
propósito de lo que se está razonando y afirmando.
Simplificando las cosas podríamos decir que la estructura básica de un argumento se
compone de una conclusión y de varios elementos de prueba que llamamos argumentos, o
sea, una razón o serie de razones lógicamente concatenadas que justifican la conclusión.
Es necesario ser conscientes de que ésta última incluye una toma posición, es decir, una
postura racionalmente justificada, clara y precisa, sobre algo (dilema, conflicto, problema,
cuestión debatida…). Lo contrario sería “hablar por hablar” o “ir de listillos” sin dar razones
convincentes de lo que se afirma, es decir, sin argumentar.

Para ver con detenimiento tipos, formas y errores de argumentación me parece más
práctico leer, por ejemplo:
.- Oscar Brenifier & Isabelle Millon, Problemas en la argumentación
.- Diez errores frecuentes en la argumentación

1.2. Las falacias en el razonamiento y en la argumentación


«Engaño, fraude o mentira con que se intenta dañar a alguien». Esa es la definición de
“falacia” que ofrece el Diccionario de Lengua Española de la Real Academia. La falacia es
uno de los errores en la argumentación, porque supedita la racionalidad a la astucia del
fraude, el engaño o la mentira. He aquí la denominación de las principales o más
conocidas: 1) La falacia “ad hominem”; 2) La falacia del razonamiento circular; 3) La
justificación de un mal con otro mal; 4) La falacia por anticipación de consecuencias; 5) La
falacia de apelar a la autoridad; 6) La falacia de desviar la atención; y 7) La falacia del
desprestigio por asociación.

Véase para ello información en Profesor Ramón Moraga, Argumentación-Falacias

2. DIEZ CONSEJOS PARA ARGUMENTAR BIEN…EN GENERAL

1º) El mejor consejo que puede darse es prepararse bien. La habilidad argumentativa
existe pero tiene que pillarnos preparados, conociendo el fondo del asunto. Para
argumentar bien hay que conocer el tema debatido y dominar el ámbito ético y moral
desde el que se está debatiendo y, por tanto, argumentando.

2º) Hay aspectos comunes a cualquier tipo de argumentación, pero también rasgos
peculiares de cada campo de discusión. El colmo de quien participa en una mesa redonda
es empeñarse en dar un curso académico abreviado o una miniconferencia. Lo importante
es hacer una exposición clara y razonablemente informativa que estimule el debate y
pueda persuadir al auditorio.

3º) Decir muchas veces lo mismo o expresarlo con muchas palabras no garantiza una
buena argumentación. La amplitud excesiva del discurso aumenta las probabilidades de
cometer errores y suele provocar en el oyente su falta de atención.

4º) Esforzarse por entender bien la tesis del otro es una muestra de respeto personal y,
además, resulta bastante útil como recurso dialéctico, porque aumenta las probabilidades
de que los demás también se esfuercen por entendernos bien.
5º) Es una estrategia equivocada no estar dispuestos a conceder nada al adversario. Hace
difícil o imposible que la discusión pueda proseguir y muestra un empecinamiento que no
conduce a nada. No es un buen camino para persuadir a nadie. Recordemos lo acertado,
a mi juicio, de K. Popper: “es posible que tú estés en lo cierto y yo esté equivocado, pero
también puede suceder que estemos equivocados los dos”.

6º) Cuando se argumenta ante otro, podemos tener la impresión de que sus argumentos
funcionan como una muralla contra la que se estrellan nuestras razones. Por eso, una vez
probada la solidez de la posición contraria, lo más aconsejable es ver si es posible
romperla intentando otra vía. ¿Cómo? Cambiando la posición para disparar desde otro
lado, pero nunca disparando torcido o evitando la cuestión central del debate.

7º) La argumentación no está reñida con el sentido del humor, pero sí con la frivolidad que
se ríe de todo y con la seriedad, triste y taciturna, de quien cree que tiene sentido todo lo
que dice. Hay desastres y barbaridades sobre las que no es apropiado gastar bromas,
como el genocidio de un régimen militar, la violencia de género o el holocausto judío, por
ejemplo. Entre la frivolidad de quien se ríe de todo y la seriedad de quien no tiene ni pizca
de gracia, está la posibilidad de utilizar el ingenio, la agudeza y la sonrisa para sacar el
brillo del humor a la propia argumentación o a la contraria.

8º) No se argumenta bien por hacer muchas referencias a palabras prestigiosas,


publicaciones renombradas o autores de moda. Lo que cuenta es lo que se dice y las
razones que lo avalan: la calidad, el rigor y fortaleza de esas razones son responsabilidad
exclusiva de quien argumenta.

9º) Frente a la tendencia de “irse por las ramas”, introduciendo temas que no vienen a
cuento, no cabe otro remedio que insistir una y otra vez en fijar el centro de la cuestión
debatida. Eso aporta calidad y rigor al debate y a quien debate.

10º) En cada ocasión, hay muchas maneras de argumentar mal y quizás más de una de
hacerlo bien. Las cuestiones de estilo son importantes. Le corresponde a cada persona
que argumenta esforzarse en encontrar su propio estilo, elaborarlo, corregirlo
constantemente y ponerlo en práctica.

Para mayor información aconsejo leer el texto completo de M. Atienza, Diez razones para
argumentar bien o el decálogo del buen argumentador

3. ESTRATEGIAS DE ARGUMENTACIÓN MORAL

Desembocadura del Sella (Ribadesella-Asturias)


Uno de los rasgos más característicos del fenómeno moral es el hecho de argumentar ante
los demás y ante nosotros mismos para justificar o para criticar acciones, actitudes o
juicios morales. Dado que la argumentación trata de poner de relieve la racionalidad de
nuestras acciones, actitudes o juicios, la argumentación moral consistirá en la exposición
de las razones que se consideran claras, críticas y pertinentes al respecto.

Conviene antes volver a recordar la distinción entre “moral” (lo que debemos hacer) y
“ética” (por qué debemos hacerlo) o, con otras palabras, la “moral” se ocupa de los
deberes morales concretos que nos llevan a actuar de una manera determinada y no de
otra, mientras que la “ética” se ocupa de las razones que alegamos para justificar esa
acción concreta y no otra, es decir, los por-qué de la moral o, lo que es lo mismo, la
fundamentación argumentada de la moralidad de nuestros actos. Una y otra, moral y ética,
son inseparables pero no unívocas. A tal efecto es posible distinguir varios tipos de
estrategias argumentativas que se exponen a continuación.

1ª) Referencia a un hecho


Es lo que ocurre cuando a la pregunta de por qué hemos ayudado a alguien, por ejemplo,
respondemos que "es nuestro amigo" o "había pedido ayuda" o algo parecido. En tales
casos se está dando por supuesta la existencia de alguna norma moral compartida que
indica el deber moral de ayudar a los amigos o a las personas que solicitan ayuda, etc. De
este modo, la referencia al hecho citado es, en realidad, una referencia a la norma que se
supone correcta por uno mismo y por las personas ante quienes estamos argumentando.
Por tanto, la alusión a hechos es insuficiente por sí sola. Únicamente puede considerarse
como un argumento válido cuando la norma subyacente sea realmente correcta.

Ahora bien, comprobar la corrección de la norma supone dar un nuevo paso en el proceso
argumentativo, es decir, mostrar que la norma en cuestión cumple los requisitos por los
que se la puede considerar moralmente válida. Ahí es donde aparecen las distintas teorías
éticas: unas dirán que la norma es correcta porque obliga practicar una virtud determinada
(aristotelismo), otras aducirán que promueve el mayor bien para el mayor número de
personas (utilitarismo), otras afirmarán que defiende intereses universalizables (kantismo),
etc., etc. Puede suceder que justifiquemos esa norma desde varias de esas teorías a la
vez y puede también suceder que esa misma norma se pueda justificar por una teoría ética
pero no por otra u otras. En cualquier caso siempre nos vemos obligados a justificar la
elección de la teoría ética utilizada: el por qué de la norma o deber de tal acción. Eso es la
argumentación ética propiamente dicha.

2ª) Referencia a sentimientos o emociones


Se trata de justificar una acción, actitud o juicio moral mediante el recurso a los propios
sentimientos o a los del interlocutor: "lo hice porque sentí indignación…miedo… repulsa o
rechazo hacia lo que veía", por ejemplo. Sin embargo, este modo de argumentar es
insuficiente, puesto que el predominio de un sentimiento o emoción ayuda a explicar las
causas psicológicas de la acción, pero no basta para mostrar su corrección o incorrección
moral. Para solucionar esa dificultad es necesario ponderar todos los datos de la situación,
disponer de una actitud imparcial para ello y, además, explicitar la teoría ética utilizada
para justificar racionalmente una determinada norma. Téngase presente que, en ese
momento, estamos pasando de una argumentación moral (lo que debo hacer) a una
argumentación estrictamente ética (por qué lo debo hacer).

No obstante, quiero hacer aquí alguna matización que considero importante: los
sentimientos forman parte activa de la vida moral y es necesario cultivarlos con el fin de
que ni la moral ni la ética sean dimensiones acartonadas, encorsetadas, frías y
descarnadas en la vida de las personas. Esto último sucede con demasiada frecuencia
cuando abandonamos el cultivo de los sentimientos. Y es que, aunque sea necesario
pasarlos por el filtro de la racionalidad, el carácter cognoscitivo de los sentimientos y el
hecho de que es posible cultivarlos ya es un tema que puso sobre la mesa la mismísima
filosofía aristotélica, lo retomó luego la tradición anglosajona moderna (Shaftesbury,
Hutcheson, Hume, Smith, Mill) y lo reavivó una serie de autores contemporáneos como
Strawson, Sherman, Marina y Nussbaum. Quienes sean capaces de cultivar sentimientos
de indignación, vergüenza y compasión, por ejemplo, están abriendo los ojos para ver y
hacerse cargo del sufrimiento y la humillación, es decir, están adquiriendo competencias
imprescindibles para comprender el significado de la justicia.

3ª) Referencia a posibles consecuencias


Es fácil observar que las posibles consecuencias de los actos es una cuestión moralmente
relevante. Para la teoría ética utilitarista, por ejemplo, ése es el único y definitivo criterio
moral: se considera buena toda acción que genere un mayor saldo neto de utilidad posible
(en el sentido de placer, alegría, satisfacción…), y una menor cantidad de daño (en el
sentido de sufrimiento, dolor, pena…). La variante denominada "utilitarismo de la regla"
aconseja no plantear la cuestión de la utilidad ante cada acción, por separado, sino ante
las normas que la experiencia histórica ha mostrado eficaces y estables para un
determinado fin porque es beneficioso para la mayoría.

Sea como fuere, la necesidad de hacerse cargo de las consecuencias de los actos, en
orden a valorar la moralidad de un acto o de una norma, cuenta hoy con un amplio
consenso en el que está implicada cualquier ética. Así todo, el análisis de las
consecuencias y, en particular, el utilitarismo, no agotan los requisitos de la moral y de la
ética, tal como se puede comprobar a lo largo de esta página. En cualquier caso, y dado
que las consecuencias de un acto siempre resultan ser positivas y/o negativas, pueden
servir de referencia los siguientes criterios: 1) que las consecuencias positivas sean
resultado querido y directo del objetivo de la acción; 2) que las consecuencias positivas
estén maximizadas y las negativas estén minimizadas; y 3) que las consecuencias
negativas no sean medio o condición para conseguir las positivas.

4ª) Referencia a un código moral


Ya hemos dicho que la manera más corriente de justificar racionalmente una acción, una
actitud o un juicio moral, es aducir la existencia de una norma que se considera vinculante.
¿Por qué? Porque las normas constituyen la expresión de la racionalidad en la medida en
que tienden a ser universales. Pero, al mismo tiempo, se puede alegar que esa norma
forma parte de un código moral más amplio, de una ética que, con su jerarquía de valores
y principios básicos, da cuenta razonada de esa norma moral concreta. Para averiguar
hasta qué punto una argumentación de este tipo es racionalmente aceptable, hay que
plantearse dos cuestiones: 1ª) comprobar si la norma invocada forma parte del código
moral al que pretende acogerse, no sea que la interpretación que se hace de ella sea
inadecuada; y 2ª) comprobar si ese código moral de referencia está suficientemente
fundamentado como para considerarlo racionalmente vinculante.

La primera cuestión es netamente moral, propia de la discusión interna entre quienes


componen un grupo moral y comparten el mismo código moral que los identifica. En
cambio, la segunda cuestión es propia de la discusión ética, puesto que nos lleva a
plantearnos la difícil cuestión de sopesar las pretensiones de racionalidad de los distintos
códigos morales, así como de sus valores y principios básicos, es decir, la tarea de su
respectiva fundamentación, asunto éste propio de la ética, no de la moral.

5ª) Referencia a la competencia moral de cierta autoridad


Hay quienes tratan de justificar sus opciones morales recurriendo a cierta "autoridad
competente" a la que consideran suficientemente fiable en materia moral. Dicha autoridad
suele ser una persona, una institución o una religión. En este tipo de referencias la
argumentación consiste en afirmar que la acción moral a justificar es congruente con la
norma emanada de esa autoridad. Aquí lo distintivo es el énfasis puesto en quién dicta la
norma, no en la validez racional que posea tal norma. La razonabilidad y validez de las
normas de la autoridad puede darse y de hecho se da en muchos casos, pero no es
posible garantizarlo a priori de manera absoluta. Además, la referencia a una autoridad
moral no tiene por qué ser aceptable para todas las personas por igual, dado que en
cuestiones morales la autoridad es plural, no es una ni única. Esto no significa que se deba
o se pueda prescindir de las orientaciones de las personas o instituciones dotadas de
autoridad, pero tales orientaciones no deben tomarse como imperativos morales
absolutamente vinculantes, sino como indicaciones o consejos que uno puede tener en
cuenta para tomar responsablemente la decisión que la propia razón o la conciencia, como
veremos seguidamente, considere como buena.

Hay quienes consideran legítimo y pertinente alegar la autoridad de una moral natural
correlativa e inherente a una ley natural universal. Hay incluso amplios sectores que
propugnan una ética mundial basada en las normas morales comunes a las grandes
religiones del mundo. No obstante, en ninguno de los dos casos es suficiente la autoridad
de quién dicta las normas sino la validez racional de las mismas.

6ª) Referencia a la conciencia

Vista de la playa de Santa Marina


(Ribadesella-Asturias)

En la vida cotidiana hay multitud de ocasiones en las que se apela a la propia conciencia
para justificar acciones, actitudes o juicios morales. Este tipo de justificación goza de un
prestigio fuertemente arraigado en la tradición moral de Occidente. Ahora bien, la
experiencia moral nos dice que la conciencia no es infalible, puesto que muchas veces se
recurre a ella para justificar el propio capricho o para seguir indicaciones moralmente
incorrectas que ha ido interiorizado cada persona en su proceso de socialización. Por
tanto, los dictámenes de la conciencia han de ser sometidos al mismo procedimiento de
revisión, o sea, es preciso averiguar hasta qué punto es racionalmente válida la norma que
se ha aplicado o se pretende aplicar, recurriendo a alguna de las teorías éticas que son las
que establecen la diferencia entre lo racionalmente aceptable y lo que no lo es. Pero, dado
que hay una pluralidad de teorías éticas, nos vemos obligados a adoptar una de ellas
justificando racionalmente nuestra elección, pasando nuevamente de este modo al terreno
de la argumentación ética, a los por qué de nuestros actos y deberes.

7ª) La última trinchera de la racionalidad


El título de este epígrafe, tomado de P. de Lora y M. Gascón, BioÉtica, Alianza Editorial,
Madrid 2008, p. 53-55, quiere decir que nada de lo anterior impide o evita la diversidad de
decisiones morales, pero tampoco supone para nada que sea aceptable cualquier
decisión. Sólo son aceptables las que están bien argumentadas o justificadas. Y eso
significa que tal tipo de decisión tiene que cumplir la norma más importante de la
racionalidad ética: el principio de universabilidad. Este principio es la traducción del
fundamento de la razón práctica kantiana, que impone actuar siempre de acuerdo con un
criterio que, por considerarlo correcto, queremos ver convertido en ley universal (“actúa
según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley
universal”). Tal principio exige, por tanto, elegir aquella decisión que consideramos
correcta y que, por esa razón, no sólo estamos dispuestos a suscribirla en futuros casos
sustancialmente idénticos sino que, además, la suscribiría cualquier otra persona en la
misma situación. Es un criterio muy formal, pero se impone en todo caso porque una
decisión no universalizable es muy difícil que sea considerada moralmente aceptable.

La exigencia de universabilidad se hace particularmente evidente cuando carecemos de


reglas concluyentes que nos digan lo que hay que hacer en un caso concreto y que, por
esa causa, nos impidan darlo por cerrado o solucionado. Es ante esas situaciones, donde
carecemos de reglas incuestionadas e incuestionables, cuando el principio de
universabilidad viene a representar “la última trinchera de la racionalidad” ética.

Sin embargo, junto a ese principio cardinal hay otros también prácticos y clarificadores: 1º)
que la decisión sea consistente y coherente con el resto de decisiones adoptadas, así
como con el sistema básico de referencia de cualquier ética, a saber: cada persona tiene
dignidad y no precio, tiene valor en sí misma y es fin en sí misma, nunca medio o
instrumento…todas las personas deben ser tratadas con igual consideración y respeto…
debemos tratar a los demás como queremos que ellos nos traten a nosotros…; y 2º) que
los efectos secundarios o consecuencias de la decisión sean aceptables en el sentido de
que no pongan en peligro bienes y estados de cosas que se consideran valiosos, es decir,
que los beneficios estén optimizados y los riesgos estén minimizados puesto que, de lo
contrario, habría que reiniciar de nuevo la acción moral.

8ª) Referencia al marco democrático de lo justo: la “ética civil”


Hay que subrayar, de entrada, que esta referencia argumentativa es imposible e
impensable en sociedades autocráticas, autoritarias y paternalistas (entiéndase no sólo la
sociedad en sentido estricto, sino cualquier agrupación social: familia, grupo profesional,
empresa, comunidad religiosa, etc., etc.) Las sociedades democráticas se caracterizan
sobre todo, pero no sólo, por la pluralidad de los grupos morales que la componen. El
pluralismo es aquí un valor social, jurídico y moral, que define y condiciona la convivencia
y, por supuesto, la manera de argumentar. Por eso hemos titulado el epígrafe como
“marco democrático de lo justo o ética civil”.

Este tipo de sociedad se caracteriza por disponer de un espacio común donde se


comparten unos “mínimos morales” como el respeto a la persona, la libertad para ejercer
los derechos personales y sociales, la intimidad, la tolerancia, la equidad, la solidaridad…,
es decir, los derechos humanos fundamentales que están en la base de lo que suele
llamarse “ética civil” o cívica o laica o mínima o no religiosa (valdría cualquier
denominación, pero es más conocida la primera). Se trata de una ética en cierto modo
similar a la common law anglosajona. En ese espacio común coexisten al mismo tiempo
unos “máximos morales”, propios de los grupos morales integrados en esa sociedad e
identificados con sus propios ideales de felicidad y vida buena que, en ocasiones, no
forman parte (aún) de los “mínimos morales” compartidos. Y, además, en tal sociedad es
obligado tratar a todos con la misma consideración y respeto, es decir, con igualdad o
justicia equitativa, lo que implica varias exigencias importantes 1ª) asumir que lo justo es el
marco de lo bueno o, de otro modo, que la justicia es la condición de posibilidad para
hacer el bien o que lo justo es el núcleo de la ética; 2ª) aceptar los mínimos morales, la
“ética civil”, como común denominador para convivir en paz; 3ª) favorecer la vivencia de los
ideales de vida buena de cada grupo moral y hacer posible su exposición y justificación
razonada en el espacio público; y 4ª) impedir que las normas jurídicas se utilicen para el
“perfeccionismo moral”, o sea, para imponer legalmente a toda la sociedad la práctica de
un ideal moral propio de un determinado grupo social o, dicho negativamente, no obligar a
nadie por ley a practicar un ideal de vida buena o de felicidad que no comparte ni profesa.

Para ampliar la información, véase el texto completo en el que nos hemos basado, excepto
los dos últimos apartados: E. Martínez Navarro, Argumentación moral y fundamentación
ética.

FASES DEL DILEMA MORAL

http://slideplayer.es/slide/1840279/

ESTRUCURA DIÁLOGO SOCRÁTICO

Método[editar]
Elenchos (del griego: ἔλεγχος, un escrutinio cruzado con el propósito de la refutación, más
conocida como 'elenchus', es la técnica central del método socrático).
En los primeros diálogos de Platón, la técnica de elenchos es la técnica que Sócrates usa
para investigar, por ejemplo, la naturaleza o definición ética de los conceptos
como justicia y virtud. De acuerdo con su formulación generalizada, ésta tiene los
siguientes pasos:

1. Un primer interlocutor A establece una tesis o afirmación, por ejemplo: 'El coraje es
la resistencia para el alma', lo cual el interlocutor B considera incierto y por eso lo
lanza para su refutación y examen.
2. El interlocutor A recibe de su interlocutor B su opinión con
sus premisas adicionales. Por ejemplo: 'El coraje es algo bueno y aceptable, sin
embargo, la resistencia ignorante o inconsciente o sin un fin no es buena.'
3. Entonces el interlocutor A argumenta, y el interlocutor B lo reconoce, que esas
premisas adicionales implican lo contrario de la tesis original, es decir, 'El coraje
no es la resistencia para el alma ya que si el coraje es bueno y la resistencia no lo
es en todos sus casos, entonces el coraje no puede ser resistencia.'
4. El interlocutor B muestra que él ha demostrado como la tesis del interlocutor A
es falsa y por tanto su negación es cierta.
6. TEORÍAS ÉTICAS
 http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/eec/eec_26.html
 http://fsbarat.org/doc/1576.pdf

PREGUNTA RESPUESTA TIPO ETICA TEORIA ETICA
¿Quién puede Yo mismo Autónoma Formalismo
decirme lo que Ética discursiva
debo hacer?

La naturaleza, Heterónoma Estoicismo


Dios, la autoridad Intelectualismo
legal moral
Iusnaturalismo
ético
Utilitarismo
Hedonismo

¿Qué debo Debo actuar de Formal Formalismo


hacer? acuerdo con una Ética discursiva
norma que pueda
convertirse en ley
universal
Debo hacer esto, Material Eudemonismo
porque esto es lo Hedonismo
bueno
Estoicismo
Utilitarismo
Iusnaturalismo
ético

¿Cuáles son las Las que tienen Teleológica Eudemonismo


acciones buenas Hedonismo
correctas? consecuencias,
Iusnaturalismo
es decir, las que
ético
se acercan al
bien Utilitarismo

Las que son Deontológica Formalismo


correctas en sí Ética discursiva
mismas, al
margen de sus
consecuencias,
pues cumplen
con el deber
¿Puedo conocer Si Cognoscitiva Intelectualismo
lo que está bien moral
y lo que debo Eudemonismo
hacer?
Hedonismo
Utilitarismo
Formalismo
Ética discursiva
No No cognoscitiva Emotivismo
T7 QUÉ ES LA JUSTICIA

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 Tipos de justicia

o Justicia conmutativa
o Justicia correctiva
o Justicia distributiva
o Justicia retributiva
o Justicia restaurativa
o Justicia procedimental

DEFINIRI JUSTICIA
8. LA POLÍTICA

 CONSTITUCI´ÑON ESPAÑOLA

- HTTP://WWW.CONGRESO.ES/CONSTI/CONSTITUCION/INDI
CE/INDEX.HTM
 PADREDE DE LA CONSTITUCION

HTTPS://ES.WIKIPEDIA.ORG/WIKI/PADRES_DE_LA_CONSTITUCI
%C3%B3N

 FORMAS DE ORGANIZION POLITICA

HTTP://WWW.FILOSOFIA.NET/MATERIALES/SOFIAFILIA/FYC/FY
C_5_3.HTML

 FORMA ORGANIZACIÓN POLITICA ESPAÑA


- HTTPS://WWW.SLIDESHARE.NET/LLEZINA/T10-LA-
ORGANIZACIN-POLTICA-EL-ESTADO

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