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Arturo A!essandri R.

LA AUTOCONTRAT ACION
O EL ACTO JURIDICO
CONSIGO MISMO

Estudio publicado en la Revista de


Derecho, Jurisprudencia y
Ciencias Sociales
Tomo XXVIII correspondiente al año 1931

SANTIAGO DE CHILE

IMPRENTA CERVANTES
1 93 1

<)0---_ _ _ __ Índice
--o
Indice
CAPITULO I

Principios que rigen la materia


1.0 Definición del autocontralo.-2.0 Su posibilidad
juridica.-3.0 Su utilidad.-4.0 Su natura-
leza jurídica: ditrersas teorías sobre el particu-
lar.-5. o El acto jurídico consigo mismo es un
acto unilateral que produce efectos contractua-
les.--6. o Sus diferencias con el acto jurídico uni-
laleral ordinario.-7. o El acto jurídico consz'go
mismo es válido, por regla general.-8.o No lo
es citando un texto formal lo prohibe y cuando
hay conflicto de intereses entrambos patrimo-
mos.-9. o El acto jurídico consigo mismo,
fuera de los casos en que es admisible,
es nulo relativamente.-lO. Requisitos para
que surta efectos.-l1. Requisitos para que
surta efectos la autotradición.-12. El auto-
contrato también tiene cabida cuando una per-
sona quiere determinar la situación relativa de
dos patrimonios que le pertenecen o de dos frac-
ciones de su patrimonio que están sometidas a
regímenes distintos.-13. Casos de aPlicación
del autocontrato de que se trata en el N.O prece-
dente, según la doctrina francesa: régimen do-
tal, sustitución fideicomisaria, etc .......... .. 4
CAPITULO II
El acto jurídico consigo mismo ante
la legislación extranjera
14. Derecho Romano.-15 Derecho jrancés.-16 De-
recho italiano.-17 Derecho español.-18 De-
recho alemán.-19. Derecho suizo .. ............ 43
-200-
CAPITULO' III

El acto jurídico consigo mismo en


la legislaci6n chilena

20. Los textos legales.-21. En Chile el acto consigo


mismo es jurídicamente posible.-22. La regla
gnural es su admisibilidad.- 23. Por excep-
cwn es inadmisible cuando la ley lo prohibe o
cuando suscita un conflicto de intereses, aun
cuando no exista un texto prohibitivo.-24. Re-
quisitos para que surta efectos.-25. El acto
consigo mismo es inadmisible en materia judi-
cial.- 26. Cúmulo de mandatos en materia
judicial.- 27. Indicacwn de los dioersos casos
que se estudiarán .. ........... , ................. 65

1. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO


DEL REPRESENTANTE LEGAL DE UNA
PERSONA NATURAL.

A) Tutores y curadores
28. Preceptos legales sobre la materia.-29. Conclu-
siones que de ellos fluyen.-30. La ley prohibe
el acto consigo mismo entre guardador y pupi-
lo; requisitos para que puedan contratar ambos
según el arl. 412 del Código Civil.-31. La re-
gla del arl. 412 también liene aPlicación en
materia judicial.-32. IntervencIón de olro
guardador general o de un curador especial.-
33. Nuestro Código no admite el sibi solvere
del guardador: arto 410.-34. El guardador,
que es acreedor del pupilo, no puede pagarse a
sí mismo lo que éste le adeude; cómo debe ha-
cerlo.-35. El guardador, que es deudor del pu-
pilo, tampoco puede pagarse a sí mismo, en
cuanto representante suyo, lo que adeude a
aquél; cómo debe hacerlo.-36. Sancfón de la
contravención a los arts. 410 y 412 inc. 1. 0 -
-201-
37. Actos prohibidos entre pupilo y guardador
aun sin la forma de autocontrato.-38. San-
ción que llevan consigo estos actos.-39. El
guardador puede adquirir por adjudicación
los bienes raíces que posee pro indiviso con Sil
pupUo.-40. Caso del cúmulo de guardas.-
41. Excepción respeclo de la transacción.-42.
Caso del guardador que actúa, a la vez, como
tal y como mandatario de !In tercero.-43. Lo
dicho en los párrafos anteriores se aPlica a todo
tutor o curador .......... ................ ' ...... 81

B) Padre y madre de familia


44. Por regla general, el acto consigo mismo entre el
padre y el !tija de familia es admisible.-45.
Cuándo es admisible.-46. Cómo pueden con-
/rotar el padre y el hijo de familia C1/a~¡do 110
es posible hacerlo enforma de alllocoll/ralo.-47
Sanción del aulocon/ra/o del padre de familia
cuando es inadmisible.-48. El contrato dt
comprOl'cnta entrambos está prohibido aún
sin la forma de al/loconlrato.-49. Sanción de
la comprOl'cnta el//re el padre y el hijo de fami-
/ia.-50. El padre y el hijo de familia pllede11
adquirir por adjudicación los bienes etl que
ambos son coproNe(arios.-·51. Caso del au-
tocan/rato del padre de familia que tiene varios
hijOS bajo patria })0Ies/ad.-52. Caso del au-
Jocon/rato del padre de familia que contrata
consigo mismo como representante de su hijo
y CQmo mandatario o guardador de otra persona.
-53. Excepciones a los dos números precedell-
tes.-54. Lo dicho anteriormente es aPlicable
a la madre que ejerce la patria potestad.. ... 99

C) .fI.larido
55. Aplicación al marido de los principios expuestos
en los núms. 44 a 51.-56. Autocantralos que
son posibles entre marido y mujer.-57. El
marido que con/rala co'n su mujer puede darle
- 202-
la autorización que prescribe el arto 117 del Có-
digo Civil.-58. Contratos prohibidos entre ma-
rido y mujer; su sanción.-59. El marido pue-
de celebrar un autocontrato como representante
de su mujer y como representante legal o volun-
lario de un tercero .. ..................... 107

2. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO


DEL MANDATARIO DE UNA PERSONA
NATURAL.

60. La eficacia o ineficacia del acto consigo mismo de-


pende, en este caso, de la voluntad del mandante.
-61. Por regla general, y en su silencio, el man-
datario puede contratar consigo mismo.-62.
Cuándo no puede hacerlo.-53. Caso en que el
mandante le ha prohibido el autocontrato.-64
Caso en que el autocontrato envuelve un peligro
para el mandante; la determinación de esta cir-
cunstancia es una cuestión de hecho. --65. CI/an-
do así ocurre, el autocontrato no es posible aun-
que, en el hecho. no resulte perjudicial para el
mandante.-56. Sanción del autocontrato del
mandatario cuando el mandante se lo ha prohi-
bido o cuando envuelve un peligro para éste.-
67. El mandatario podrá contratar consigo mis-
mo aunque el autocontrato envuelva un peligro
para el mandante, si éste lo autorizó para ello-
-68. Casos en que la ley prohibe el aulocon.
trato del mandalario.-69. Prohibición im-
puesta al mandatario para comprar o vender; su
extensión.-70. Requisitos para que el manda-
tario no pueda celebrar el autocontrato decom-
praventa.-71. La prohibición rige sea la-venta
pública o privada.-72. No rige si la venta
es forzada.-73. El mandatario puede adqui-
rir los bienes que se le Izan encargado vender por
sucesión por causa de muerte y por adjudica-
ción en una partición.-74. Cuándo cesa la
prohibición.-75. Sanción de la contravención:
la nulidad relativa de la compraventa.-76. Pro-
hibición impuesta al mandatario facultado de
- 203-
colltra/ar un prrslamo; casos quc deben di.~tin­
guirse.--77. El mandatario encargado de to-
mar dinero en préstamo puede prestarlo élmís-
mo.-78. El arto 2145 sólo se refiere al prés/a-
mo de dincro.-79. El mandante puede prohi-
bir el auioconlrato en el caso del 11.° 77.-80.
Aulocontraio de préstamo celebrado por el man-
dalario a lIn interés distinto del que le señaló
el mandante, Q del cQrriente; sanción.-81.
El mandatario facultado para colocar dinero a
interés no puede tomarlo prestado para sí.-
-82. Requisitos para que el mandatario no
pueda tomar el dinero en préstamo.-83. Cuán-
do cesa la prohibición.-84. Sanción de la con-
lrat'ención: la nulidad relativa del préstamo.-
85. El aufocon/rato del mandatario fuera de los
casos de los arls. 2144 y 2145 del Código Civil:
hipoteca, arrendamiento, donadón, transacción,
etc.-86. Cómo procederá el mandatario que
que contrata consigo mismo.-87. Efeclos del
aulocon/rato del mandatario respecto del man-
dato JI del contrato materia de aquél; pago de la
comisión.-88. La responsabilidad del man-
datario en caso de auioron/rato es la misma que·
en lodo mandalo.-89. Cúmulo de mandalos.-
90. El mandalario que contrata consigo mismo
como representante legal de otra persona; ex-
cepciones.-91. En los casos de los núms. 89 y
90 el mandatario no puede celebrar por sí solo
una /ransacción.-92. Aplicación de las re·
glas precedentes a lodo mandalario.-93. El
aulocon/rato del síndico.-94. El autocontralo
del comisioll'isla.-95. Por regla general, el co-
misionista no puede contratar consigo mismo
si ha de representar intereses incompatibles.-
96. Tampoco puede contratar por cuenta de dos
comitentes cuyos intereses son incompatibles.-
97. El comisionista podrá contratar consigo
mismo, sea por cuenta proPia y ajena o por
cuenta de dos comitentes. si tUlJiere au/oriza-
ción formal para ello; efectos del autocontrato.
-98. Sanción del autocontrato del comisionis-
ta cuando no le es lícito celebrarlo.-99. El co-
mi:¡ioni:¡ta puede hacer contratos por n¡enta de
- 204 --

dos (omi/m/es o por cuenta propia y ajm(J. aun-


que no esté autorizado, si los intereses que ha de
representar no son incompatibles.-1OO. El
autocontrato está prohibido a los corredores.-
101. A los martilleros públicos les está prohi-
bido el au/ocon/rato de compraventa de las cosas
que vendan.-l02. Al empleado público, a los
jueces y partidores está probibido el autocontra-
lo de compraventa de los bieties que vendan por
su ministerio .. ......................... 115

3. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO DEL


REPRESENTANTE DE LAS PERSONAS
JURÍDICAS.
103. Aplicación de los principios que rigen el acto con-
sigo mismo del manda/ano.-1M. Los repre-
sentantes de una persona jurídica pueden, por
regla general, contratar consigo mismo.-l05.
No pueden hacerlo cuando la ley o los estatutos
se los prohiban. -106. Tampoco lo pueden ha-
cer cuando el autocontrato pueda significar un
peligro para la persona juridica.-107. EJectos
del autocontrato del representante de una per-
$ona jurídica.-l08. Personas jurídicas a cu-
yos representantes se aPlican las soluciones in-
dicadas en los números anleriores.-l09. Tam-
bién se aPlican a los administradores y geren-
tes de las sociedades colectivas, en comandita y
de responsabilidad limitada, sean civiles o co-
mercia/es.-llO. Los gerentes y administra-
dores de las sociedades anónimas no pueden ce-
lebrar actos jurídicos consigo mismos, a me-
nos que ~an autorizados en la forma que indica
el n.O 2.° del arl. 3.° del Reglamenlo sobre socie-
dades anónimas.-ll!. Aplicación de lo dicho
en el número anterior a los conseieros o direc-
tores de la Caja de Crédito Agrario, del Insti-
lu/o de Crédito Industrial y de las sociedades
cooperativas.-1l2. Los diree/ores y el geren-
te del Banco Central no pueden contratar con-
sigo mismo en representación del Banco.-113.
El liquidador de toda sociedad puede con/ratar
- 205-
romigo misma CI! los mismos términos en que
puede hacerlo UII mandatario ordinario.-
114. Los alcaldes, regidores y emPleados de una
llfunicipalidad no pueden contralar consigo
mismos en representación de ésla.-115. El con-
trato consigo mismo de la persona que es, a la
vez, gerente, administrador o representante de
dos personas jurídica, o de dos sociedades.-
116. A quienes se aPlican las soluciones dadas
en el número precedente.-117. No se aPlican
a los gerentes y administradores de sociedades
anónimas, de la Caja de Crédito Agrario, del
Instituto de Crédito Industrial y de las coope-
rativas . .... , , .. ' , , , , . , ...... , . , , . , . , .. 159

4. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO


DE UNA PERSONA QUE QUIERE FIJAR
LA SITUACI6N RELATIV A DE DOS FRAC·
ClONES DE SU PATRIMONIO SOMETI-
DAS A REGÍMENES DISTINTOS.

118. Estc acto Jurídico consigo mismo es de escasa apli-


cación entre nosotros.-ll9. La división de la
propiedad fiduciaria en la que una misma per-
sona es, a la vez,fiduciario de una cuota y dueño
absoluto de otra, a que se refiere el arto 753 del
Código Civil, no puede hacerse baJo la'forma
de un acto jurídico consigo mismo.-120. E
acto jurídico consigo mismo del heredero de
desaparecido a quien se le ha concedido la po-
sesión provisoria de sus bienes.-121. El acto
jurídico consigo mismo de la mujer casada bajo
el régimen de separ.:;¡cilm parcial de bienes o que
ha adquirido bienes con su peculio profesional
o industrial.-122, El acto jurídico wnsigo
mismo de la viuda instituida heredera universal
de su marido, cuya herencia aceptó con benefi-
cio de inventado y que es insuficiente para pa-
garle sus aportes malrimoniales.-123 , Otros
casos en que puede presentarse este acto jurídico
cuw;igo mismo.-124. Como debe hacerse la
partición en todos estos ca~os,. , " ,.""., 175
6.° CONCLUSION.....................................195
La autocontratación o el
acto jurídico consigo

m1smo
CAPITULO 1

Principios que rigen la materia

1.0 Dejim:ciól1 delauloconlralo.-2." Su posibilidaá


jurídica.-3.0 Su utilidad.-4." Su natura-
leza jurídica: diversas teorías sobre el Parlicu-
lar.-5.0 El acto jurídico consigo mismo es un
acto unilaleral que produce efectos contractua-
les, -6. o Sus diferencias con el acto jurídico uni-
lateralordinario,-7.o El ocio jurídico consigo
mismo es válido, por regla general.-8." No [o
es cuando un texto formal lo prohibe y cuando
hay conflicto de intereses entrambos patrimo-
nios .-9. o El acto jurídico consigo mismo,
fuera de los casos en que es admisible,
es /lulo rela/itramcnle.-IO Requisitos para
que surta efeclos,-l1. Requisitos para que
surla efectos la aulolradición .-12. El aulo-
contrato lambién tiene cabida cuando una per-
sona Quiere determinar la situación relativa de
dos patrimonios que le pertenecen o de dos frac-
ciones de Sil patrimonio que están sometidas a
regímenes distintos.-13. Casos de aPlicación
del autocontralo de que se trala en el N. o prece-
dente, según la doctrina francesa: régimen do-
tal, sustitución fideicomisaria, etc.
-,4--

1. o El contrato, por d.efinición, supo-


ne necesariamente el acuerdo de las vo-
luntad.es de d.os o más personas oobre un
objeto lícitD. Es el resultado del choque
de intereses opuestos que terminan por
armonizarse en vista de una determina-
da finalidad económica perseguida por
cada parte. Puede ocurrir, sin embargo,
que una misma persona tenga a su dis-
posición varios patrimonios y pueda d.is-
poner, por lo tanto, de intereses opues-
tos. Así sucede con el representante legal
o voluntario, que puede disponer de su
propio patrimonio y del de su represen-
tado, y con el representante que acumula
en sí la representación de dos o más per-
sonas. Surge entonces el problema e.e si
tal representante pued.e o no celebrar
contratos consigo mismo en ese doble ca-
rácter, es decir, si puede celebrar por sí
solo una convención en que actúe, a la
vez, en su propio nombre y como repre-
sentante o como representante de sus di-
versos representados: un mandatario que
compre para sí 10 que su mandante le en-
cargó vender, un comisionista que com-
pre por cuenta de un comitente las mer-
'Cadenas que otro le ord.enó vender. Esta
posibilidad jurídica es la que se denomi-
-5-
na autocontrato o acto jurídico constgo
mismo (1).
Según esto, puede definirse el auto~
contrato como el acto jurídico que una per-
sona celebra consigo misma y en el cual
actúa, a la vez, como parte dúecta y como
representante de la oira, o como represen~
tante de ambas partes (2).
2. La primera cuestión que suscita
Q

el acto jurídico consigo mismo es la re~


ferente a su posibilid.ad, a si es o no po-
sible en Derecho que una sola persona
pueda contratar consigo misma, dado que
el contrato supone la concurrencia de las
voluntades de tantas personas distintas
cuántos son los intereses que en él inter-
vienen.
Fundad.os en esta consideración, nu-
merosos autores alemanes, entre los cua-
les pueden citarse Leonhard, Lepa y
Bechmann, consideran imposible el au-
tocontrato. Según ellos, el contrato, en
cuanto acuerdo de voluntades entre va-
rias personas, es un hecho del mundo ex-
terior, es el acuerdo «de dos voluntades
» autónomas que, arrancando de puntos
(1) El problema del acto jurídico consigo mismo
se planteó por primera vez en Alemania con motivo
de un artículo de Romer sobre El,negocio juridico del
representante consigo mismo.
(2) En el Derecho Alemán el autocontratu se de-
nomina selbstkontrahíeren, término que también em-
plean algunos autores franceses.
-6-
» opuestos, se aproximan una a otra pa-
» ra coincid.ir en un punto, e.e moe.o que
» el acuerdo a que se llega al concluir un
» contrato no se fund.a en una concilia-
» ción interna de las aspiraciones en pug-
» na sino que es un acuerd.o puramente
" externo», y tal proceso de conciliación
no pued.e realiZ<:lxse en el alma de un in-
dividuo. «Nadie, y por lo tanto tam-
» poco el representante, pu~.e partir su
» alma en dos mitades y hacer que tra-
» ten y contraten una con otra» (1).
Pero la inmensa mavoría ce la c.octri-
na, tanto alemana (2), ·como francesa (3)
e italiana (4), apoyada por una reiterada
(1) JOSEF HUPKA, La representación voluntaria en
los negocios jurídicos, traducida del alemán por Luis
Sancho Sera!, 1. a edición, 1930: véanse págs. 251 Y
252 en donde se expone la teoría de estos autores.
(2) HUPKA. obra citada, págs. 259 y los autores
que él cita: Romer, Windscheid, Dernburg, Mitteis,
Behrend y Rümelín (véanse págs. 246 a 258).
(3) DEMOGUE, Traité des Obligations en Générale, to-
mo I, pág. 41; PLANIOLET RIPERT, TraitéPratiquede
Droit Civil Frar/{ais, tomo VI, ObUgations, n. o 68, pág.
86; R. POPESCO· RAMNICEANO, De la réprésentation dans
les actes juridiques en Droit comparé; 1927, pág. 286;
VALLlMARESCO. Des acles juridiques avec soi meme,
etc .. artículo publicado en la Revue Trimestrielle de
Droit Civil, tomo 25. año 1926, págs. 977 y siguientes;
GOUGET. Théorie Générale du Contrat avec so; meme,
tbese. Caen, 1903; PlLON Essai d'une théorie de la
réprésentation dans les obligations, these, Caen, 1898.
(4) ARNO, Il contralto con se medesimo. Archivio
Giuridico, 1896; SRAFFA,Il contralto del commissiona-
rio con se medesimo. Archivio Giuridico, 1898, tomo
II; TARTUFARI, Delta rappresentanza nella conclusio-
no de; contral/j. Archivio Giuridico, tomo 43, 1889.
-7-
jurisprudencia (1), rechaza esa opinión
y se pronuncia francamente en favor de
la posibilidad jurídica del aut0contrato
en atención a que ningún texto legal lo
prohibe. A esto se agrega que si algunas
disposiciones de] derecho positivo lo pro-
hiben en ciertos y determinados casos,
es porque se permite en los demás; de lo
contrario, sería inexplicable que se hu-
biesen dictado tales prohibiciones ya
que, con o sin ellas, el autocontrato no
podría presentarse en ningún caso.
Demogue cree que es erróneo plantear
este problema desde un punto de vista
(1) La Corte de Casación de Rumania, llamada a
pronunciarse por primera vez sobre la eficacia del ac-
to consigo mismo, también la ha admitido. En sen-
tencia de 16 de Octubre de 1928 declaró válida la
permuta que una mujer casada hizo por sí sola de un
bien dotal suyo por otro parafernal que también le
pertenecía. Lamujervendíóel bien dotal que convir-
tió en parafernal y más tarde. a causa del aumento
de valor que experimentó, pidió la nulidad de la ven-
ta a pretexto de que el inmueble vendido era dotal.
porque la permuta que hizo de ambos bienes me-
diante un acto unilateral carecía de valor ya que la
permuta de que trata el art. 1254 del Código Civil
rumano es un acto que debe celebrarse entre dos
voluntades distintas, de modo que el bien dotal no
había perdido nunca este carácter. La Corte de Ca-
sación declaró que la permuta que define ese artícu-
lo no implica necesariamente un acto bilateral; que
aquella debe tomarse en su sentido general de <reem-
plazo. de un bien por otro y que desde el momento
que se ohtiene el fin práctico de la ley, nada se opone
a que la mujer haga esta operación consigo misma.
(Bulletin Men~#el de la Société de Législation Compa-
rée, tomo 59, año 1930, pág. 345).
-8-
netamente jurídico y que dentro de los
modernos métodos de interpretación del
Derecho no d.ebe preguntarse si el acto
jurídico consigo mismo es compatible con
la teoría de las obligaciones, sino si es o
no útil. y como la afinnativa es eviden-
te, pues el Código es mud.o al respecto,
la única teoría aceptable, en materia de
obligaciones, es la que permite reconocer
su licitud. «Es la construcción técnica la
» que debe plegarse a la utilidad prác-
» tica, y no ésta a aquélla» (1).
En nuestra obra De la compraventa y
de la promesa de venta sostuvimos la im-
posibilidad jurídica del autocontrato al
resolver que un mandatario para vender
no pue<:Ie comprar para un tercero, de
quien también es mandatario, los bienes
que vende por encargo de otra persona.
« Es material y jurídicamente imposible,
» decíamos, que una persona pueda ser,
» a la vez, vendedor y comprador, ya que
» todo contrato supone la coexistencia
» de dos o más individuos y aun cuando
» legalmente el mandatario represente a
» dos personas, en el hecho es una; de
» manera que no puede prestar su volun-
» tad en representación de ambas» (2).
(1) DEMOGUE. obra citada, tomo 1, n. o 41, págs.
106 y 107.
(2) Tomo 1, n. o 546, pág. 567.
-9-
Un estudio más detenido y profundo
del problema, que aHí sólo analizamos
incidentalmente, sin abarcarlo en todos
sus aspectos, nos ha hecho abandonar
e..~ opinión, que hoy estimamos errada,
y decidimos en favor de la posibilidad
jurídica del acto consigo mismo, tanto
por las razones expuestas cuanto por-
que, según veremos, el autocontrato es,
en realidad, un acto unilateral creador
de obligaciones y los actos de esta espe-
cie están explícitamente reconocidos por
nuestro Código Civil, como ocurre con la
aceptación de una herencia o legado y
con la gestión de negocios ajenos (art.
1437). Siendo así, no se ve ningún incon-
veniente para admitirlo allí donde la ley
no lo ha prohibid.o.
3. o El acto jurídico consigo mismo es,
evid.entemente, útil y práctico. A veces,
será el único medio de realizar ciertas y
determinadas operaciones, como en el
caso de asignatarios modales a quienes
se les impone el modo de fundar una obra
de beneficencia, de la cual deberán ser
sus únicos directores durante toda su vida.
Los bienes asignados serán entregados
por ellos a la fundación y, a la vez, serán
recibidos por ellos en cuanto represen-
tantes de ésta, por lo que en esa trasfe-
rencia actuarán en un doble carácter que
los obligará a celebrar un acto jurídico
-10-

consigo mismo, acto que no podrán elu-


dir porque, de lo contrario, y a menos de
recurrir a la intervención de interpósitas
personas o de valerse de rodeos innece-
sarios, los bienes no podrían pasar de su
poder al de la fundación (1).
En otras, permitirá que un acto se ce-
lebre más rápidamente de 10 que sucede-
ría si hubiese que designar un repre-
sentante ad-hoc; y, como dice Demogue,
(1) Este caso se presentó con motivo del testa-
memo de don Federico Santa María. quien institu-
yó asignatarios modales a sus cuatro albaceas con la
obiigación de aplioar sus bienes o sus productos a la
creación y establecimiento en Valparaíso de las
obras educl cionales que señaló. Según el testamen-
to. éstas sedan dirigidas por un Consejo formado
por el cuerpo de profesores de la Escuela y del Co-
legio que ordenaba establecer y por los albaceas.
mientras vivieren. y por las personas que éstos de-
signaren como sus reemplazantes cuando fallecieren.
En el artículo transitorio de los estatutos de la «Fun-
dación Federico Santa María» se dispuso que mien-
tras ésta obtuviere personalidad jurídica'y se orga-
nizara y entrara en funciones el Consejo Directivo
creado por el fundador. los albaceas tendrían a su
cargo exclusivo la fundación de los establecimientos
ordenados por el testador y la administración gene-
ral de los bienes que formarían el patrimonio de la
Fundación: de suerte que la transferencia de estos
bienes de poder de los albaceas y asignatarios mo-
dales al de la Fundación debía necesariamente ha-
cerse mediante un acto consigo mismo en que aque-
llos actuarían por si y como representantes de la
Fundación. Pero esta situaqón no se produjo. por-
que se recurrió al arbitrio de hacer una partiqión en-
tre los albaceas y herederos modales y la Fundación
la cual recibió los bienes que le correspondían me-
diante la adjudicación que de ellos le hiw el partidor.
-11 --

en nuestra vida mod.erna toda economía


de tiemjX) es preciosa (1).
4. o ¿Cuál es la naturaleza jurídica
del acto consigo mismo? ¿Es un contrato
o un acto unilateral?
Por eso, en el arto 16 de los Estatutos se dijo que
» constituyen el patrimonio de la Fundación Santa
» María y quedan afectos a la consecución de sus
» fines los bienes que le sean destinados en la liquida-
» cwn y partición de la herencia de don Federico Santa
~ Maria, de acuerdo con sus disposiciones testamen-
» tarias y en uso de la facultad dada en ellos a sus
» albaceas,.
El mismo caso se ha presentado con motivo del
testamento de doña Vitalia Heen v. de Valledor,
quien instituyó herederas modales a tres amigas su-
yas con la obligación de aplicar los bienes asignados
a la obra de asistencia social femenina que ellas eli-
gieren y de la cual serían sus únicas directoras mien-
tras vivieren. En c;umplimiento de este testamento
se creó la Fundación denominada «Hogar Gustavo
Valledor Sánchez' por escritura de 17 de Julio de
1930, otorgada ante el notario de Santiago don J.
Vicente Fabre3. En el arto 12 de sus estatutos se dis-
puso que el patrimonio de esta Fundación lo cons-
tituyen todos los bienes que correspondan a las he-
rederas modales en la herencia de la testadora sin
exceptuar siquiera el beneficio a que tienen derecho,
según el art. 1094 del Código Civil, pues lo renun-
ciaron; y se obligaron a entregar estos bienes tan
pronto como se terminaran los trámites legales ne-
cesarios para poder disponer de ellos. Por escritura
de 20 de Noviembre de 1930,oiorgada ante el mismo
notario, hicieron su entrega mediante un acto jurí-
dico consigo mismo, porque en esa escritura las di-
chas herederas actuaron por sí solas en un doble ca-
rácter: en cuanto herederas, para transferir los bienes
hereditarios a la Fundación, y como representantes
de ésta, para aceptar la trasferencia y dar por cum-
plida la obligac,ión que se impusieron en el citado
artículo 12 de los Estatutos.
(1) Obra citada, tomo l, n.O 41, pág. 107.
-12-

Romer y Meissels, entre los alemanes,


Amo, entre los italianos, y Pilon, entre
los franceses, creen que es un verdac.ero
contrato.
Según Romer, en el acto jurídico con-
sigo mismo concurren las d.os voluntades
necesarias para toC.o contrato: la propia
del representante y la del representa.do,
porque dentro d.e la noción de la. represen-
tación directa o perfecta que admite
hoy el Derecho, las cosa.s pasan como si
fuera el representado quien obrara y
consintiera, de mod.o que el represen-
tante, en cuanto actúa como tal, no está
expresando su voluntad sino la del repre-
sentado (1).
Meissels va más lejos, porque sostiene
que hay contrato aun cuando sea una
sola person~ la que 10 celebre. A su jui-
cio, la concurrencia d.e las voluntades de
dos o más personas es necesaria en los
casos normales, cuando las ¿.OS esferas
jurídicas, requeridas para el contrato, es-
tán representadas por el.OS personas dis-
tintas. «Pero donde, por excepción, la
» voluntad de un hombre es la que deci-
» de sobre esas d.os esferas el.e derecho,
» tiene que ser también suficiente la vo-
» luntad de este individuo para dar lu-
»gar a los efectos contractuales entre
» ambas. Y de la misma manera, el con-

(1) HUPKA, Obra citada, págs. 247 Y 248.


- 13--

» senslts necesario para que haya con-


\) trato tampoco exige el ejercicio de dos
»determinaúones de voluntades indepen-
» dientes, sino solamente que los efectos
" contractuales sean decididos por la vo-
x Juntad competente para actuar por
) ambas partes y que esta resolución sea
" declarada: lo importante no es el nú-
" mero de his voliciones, sino qué se quie-
» re y por quién)} (1).
Según Amo, a quien sigue Pilon, en el
acto jurídico consigo mismo hay un con-
trato, porque hoy día la noción de la obli-
gación ha cambiado en términos que ésta
no es, como en el Derecho Romano, un
vmculo entre dos personas sino entre dos
patlimonios, de suerte que el contrato
no se caracteriza tanto por la presencia
de dos voluntades como por la relación
entre dos patrimonios de los cuales el
acreedor y el deudor no son sino sus res-
pectivos representantes. Luego, si una
misma persona puede disponer de dos
patrimonios, de uno como propietario y
del otro como representante, puede ce-
lebrar un contrato por su sola voluntad,
ya que mediante ella puede establecer un
vínculo entre ambos que es 10 que, según
estos autores, constituye hoy día el con-
trato (2).
(1) HUPKA, Obra citada, pág. 258.
(2) POPEsco-R>\.MNICEANO, obra citada, pág. 284.
-14-

Para RÜffielih, cuya opinión han a.d.op-


tad.o, con ciertas mod.ificaciones, Dema-
gue (1), Barassi, Popesca-Ramniceano
(2), Vallimaresco (3) y Hupka (4), en el
autocontrato no existe, como en el con-
trato, el acuerd.o de voluntad.es d.e dos
personas, sino solamente la decisión de
voluntad de una persona. El autocon-
trato importa una declaración unilateral
de voluntad que, a lo sumo, producirá
los mismos efectos d.el contrato; pero es-
to no quiere dedr que haya un contra-
to sino un acto jurídico unilateral que
produce efectos contractuales y ello es
perfectamente posible porque no hay
ningún inconveniente para que la ley
atribuya semejantes efectos a un acto de
esa naturaleza (5).
Planiol y Ripert, en su reciente Tra-
tado Práctico de Derecho Civil Francés,
no aceptan ni la teoría que ha.ce ce la
obligación una simple relación entre ¿.os
patrimonios ni la e.e1 acto unilateral con
efectos contractuales. Paxa ellos, la id.ea
d.e1 acto jurídico consigo mismo es una
prolongación extrema, pero lógica., e.e la
id.ea e.e representación. «Es esta la que
(1) Obra citada. tomo r. n.O 42. pág. 109.
(2) Obra citada, pá!,(s. 285 y 286.
(3) Obra citada. pago 980.
(4) Obra citada, págs. 261 y 262.
(5) Véase el resumen que de esta doctrina hace
HUPKA, obra citada, págs. 253 a 255.
-15-

" deroga el principio de la personalidad


» de los compromisos contractuales, sus-
» tituyendo, en su formación, la voluntad
» del representante a la del representado.
» En el acto consigo mismo pueden ha-
» llarse jurídicamente separados, a pesar
» de su entrelazamiento, los dos elemen-
)} tos cuya reunión forman el acto bila-
» teral: la oferta y la aceptación. Una
» particularidad. técnica se presenta, sin
» embargo: como la transacción entre los
» intereses opuestes se hace por una sola
» persona, el contrato consigo mismo no
» se reputará formado ni adquirirá fecha
» cierta aun entre las partes sino a partir
» del momento en que un acto positivo
)} lo haya materializado. El silencio no
» importa aquÍ aceptación» (1).
5. o En nuestro concepto, la única
teoría aceptable es la de Rümelln, o sea,
la que ve en el autocontrato un acto ju-
rídico unilateral que produce efectos
contractuales.
El contrato es, por su esencia, un
acuerc.o e,e voluntades; es, como dice De-
mogue, el choque de voluntades opues-
tas que terminan por ponerse de acuerdo.
En el acto jurídico consigo mismo falta
este elemento, que es el que le da su fiso-
nomía técnica al contrato, pues es la
(1) Tomo VI, Obligali,ms, La Parte, 1930, n.O
68, pág. 88.
-16-
obra de una sola voluntad; de modo que
es imposible pretender encuadrar el au-
tocontrato dentro de un concepto que,
como el del contrato, supone necesaria-
mente un concurso de voluntades. En
el autocontrato este concurso no puede
ni podrá encontrarse jamás. Precisamen-
te se le llama así porque excluye la con-
currencia de dos voluntades y requiere
la de una sola.
En esto estriba el error de la doctrina
de Romer. La ficción jurídica, según lo
hace notar Hupka, no puede llegar hasta
el extremo de encerrar el autocontrato
en el concepto de contrato, con el objeto
de ver ficticiamente un contrato donde
en realidad no lo hay ni puede haberlo,
toda vez que éste no sólo está constitui-
do por su contenido sino también por de-
terminados requisitos internos y exter-
nos que consisten, en primer lugar, en la
concurrencia e.e dos voluntades sobre ese
contenido (1). La doctrina de Romer es-
tá en desacuerdo, además, con la teoría
moderna de la representación, según la
cual el representante, lejos de ser un sim-
ple portador de la voluntad del represen-
tado, expresa la suya propia de modo
que es su voluntad y no la de aquélla que
domina en el acto,
Por último, como dice Demogue, sólo
(1) Obra citada. púgs. 259 a 261.
-17-

explicaría el acto consigo mismo en la re-


presentación voluntaria, pero no en la le-
gaJ, ya que solamente en aquélla podría
decirse que el representante está mani-
festando la voluntad del representado, lo
que no ocurriría en la representación le-
gal, dada la incapacidad del segundo. La
teoría de Rfunelin, en cambio, como con-
sidera únicamente la voluntad del repre-
sentante y nad.a más, explica ese acto en
toda especie de representación (1).
Más errónea es todavía la tesis de
Meissels, que es la que, en cierto modo,
han seguido Amo y Pilon, pues ella des-
truye por su base el concepto del contra-
to y confunde éste con el acto jurídico.
«Todo acto jurídico que crea, modifica
» o extingue una obligación, pone en re-
» lación diversos patrimonios, dice De-
» mogue, pero no es por eso un contrato;
» para este último se requiere algo más;
» lo que la doctrina clásica denomina el
» concurso de voluntades. El contrato
» no se caracteriza por sus efectos, que
» son idénticos a los de los demás actos
» jurídicos, sino por su formación» (2).
Aunque se admita que la obligación
tienda a ser cada vez más una relación
entre dos patrimonios, antes que entre
(1) DEMOGUE, obra citada, tomo I, n.O 41, pág.
108.
(2) Obra citada, tomo 1, n.O 41, pág. 109.
Autocontratacián.-2
-18-
dos personas, la verdad es que no puede
desconocerse que el contrato es y será
siempre un acuerdo de voluntades sin el
cual no puede existir, de suerte que todo
cuanto tienda a destruir este concepto y
a ver en el contrato una cosa distinta de
la indicada se aparta de la realidad (1).
El autocontrato es, realmente, un acto
jurídico unilateral porque en él actúa una
sola voluntad. Por eso la expresión de
autocontrato, dice Hupka, «no es muy
» correcta, pues no se trata, precisamente,
» de un contrato del representante con-
» sigo mismo, sino de una declaración
» unilaleral de voluntad con efectos con-
» lractuales». Si se la emplea por la doc-
trina, es en obsequio de la brevedad (2).
Este acto jurídico unilateral produci-
rá, muchas veces, los efectos de un con-
trato; de ahí que se le asimile a él. Pero
esto ni desvirtúa su naturaleza por las
razones antes expuestas ni importa una
anomalía jurídica. puesto que hay en el
Derecho muchos actos unilaterales que,
al igual que el contrato, crean obligacio-
nes sin que por eso se conviertan en con-
tratos. Así ocurre, según el arto 1437 del
Código Civil chileno, con la aceptación
(1) VALLlMARESCO. obra citada. pág. 980; Po-
PEsco-RAMNICEAI\:O. obra citada. págs. 284 y 285;
HUPKA. obra citada. págs. 260 y 261.
(2) Obra citada. pág. 261. nota 2.
-19-
de una herencia o legado y con la gestión
de negocios ajenos (art. 2286).
6. o Pero entre el acto jurídico consi-
go mismo, en cuanto acto unilateral, y
.el acto unilateral ordinario hay una di-
ferencia que conviene precisar para fijar
mejor su verdadera fisonomía. Mentras
en el acto unilateral ordinario su autor
sólo d.ispone de un patrimonio en térmi-
nos que sus efectos no repercutirán sino
en él, en el acto jurídico consigo mismo,
la voluntad del autor dispone directamen-
te de dos patrimonios, es decir, con su
decisión afectará a dos patrimonios dis-
tintos. Es cierto que en el acto jurídico
ordinario otros patrimonios pueden su-
frir repercusiones a consecuencia suya,
pero se prooucirán indirectamente, en
tanto que en aquél lo serán directa e in-
mediatamente.
Así, el testamento, ejemplo típico de
acto unilateral, sólo produce efectos di-
rectos en el patrimonio del testador, pues
su objeto no es otro que disponer de él.
Es cierto que indirectamente puede afec-
tar al de los asignatarios favorecidos con
el testamento, que verán aumentados sus
patrimonios a consecuencia de la libera-
lidad del testador; pero este efecto no
tiene tanto por causa ° antecedente el
testamento o la voluntad del testador si-
no la del asignatario, ya que sin su acep-
-20-
tación no se beneficia con ella. En cam-
bio, en el acto jurídico consigo mismo-
el mandatario que, debidamente auto-
rizado, compra para sí 10 que su manda-
. dante le ha encargado vender-la sola
voluntad del autor dispone directamente
de dos patrimonios, del suyo y del del
mandante, y por el solo efecto de ella se
producirán en ambos las consecuencias
propias de la compraventa: el mandante
quedará obligado a entregar la cosa y el
mandatario a pagar el precio.
En rigor, el acto jurídico consigo mis-
mo es, según dice Vallimaresco, «un acto
» lu'brido, que se a<:>emeja al acto unila-
» teral por el hecho de que requiere una
» sola voluntad, y al contrato, por el he-
» cho de que pone dos patrimonios en re-
» lación. La expresión acto jurídico con-
» sigo mismo es, pues, una imagen des-
» tinada a expresar la idea de que una
» sola voluntad puede producir los mis-
» mos efectos de un contrato» (1).
De ahí que cuando se habla de acto
jurídico consigo mismo o de autocontra-
to no se aluda al acto jurídico unilateral
propiamente dicho, como el testamento,
la aceptación de una herencia, etc., sino
al acto que celebra una sola persona y que
repercute directa e inmediatamente en dos
patrimonios distintos, que produce efec-
(1) Obra citada, pág. 987.
-21-
tos directos en ellos como consecuencia
de la facultad de su autor de poder dis-
poner de ambos, sea como propietario
o como representante de su titular. En
otros términos, el acto jurídico consigo
mismo sólo puede tener cabida cuando
una misma voluntad está al servicio de dos
patrimonios.
7. Admitida la posibilidad jurídica
del acto consigo mismo, la generalidad
de la doctrina admite, consecuencialmen-
te, su validez como regla general.
Hupka, disintiendo en este punto de
Rfunelin para quien el autocontrato sólo
produce efectos a condición de que la le-
gislación positiva lo reconozca de un mo-
do expreso, cree «que 1W es necesario que
)} el derecJw positivo sancione ese acto de
» un modo especial, porque su validez se
» deduce, en principio, de que el ordena-
»miento jurídico admita como posible
» la concurrencia de los poderes de dis-
» posición sobre diversos patrimonios en
» una persona» (l).
La jurisprudencia francesa, ante el si-
lencio del Código al respecto, acepta
también, como regla general, la validez
del acto jurídico consigo mismo en razón
de que ninguna ley lo ha prohibido y, en
materia de obligaciones, el principio fun-
damental es la libertad de contratar. Es-
(1) Obra citada, pág. 262.
-22-

ta jurisprudencia es aprobada por la ma-


yoría d.e los autores (1).
Si en Derecho privad.o pued.e hacerse
todo cuanto la ley no prohibe, es obvio
que en presencia de una legislación que
no prohiba expresamente y en términos
generales el acto jurídico consigo mis-
mo, la solución no puede ser otra que la
indicada, esto es, reconocer su validez (2).
8. Pero la admisibilidad del acto ju-
rídico consigo mismo tiene dos límites:
1. o la existencia de un texto formal que
10 prohiba; y 2. o el conflicto u oposición
de intereses entre el representante y el
represenfado, es decir, el caso en que su
realización pueda acarrear un perjuicio
para el segundo.
Si la ley prohibe expresamente el au-
tocontrato en un caso determinado y
concreto, es evidente que no pued.e ce-
lebrarse. Así ocurre, generalmente, en
(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 45, pág.
112; PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI, n.O
69, págs. 88 a 90; POPEsco-RAMNICEANO, obra cita-
da, pág. 289; VALLIMA,RESCO, obra citada, págs. 980
a 982.
(2) Esta solución no es exacta en Alemania, pues
el arto 181 del Código Civil prohibe. por lo general,
el acto jurídico consigo mismo y sólo lo autoriza en
casos excepcionales. El mismo criterio observa el arto
37 del Proyecto franco-italiano de Código de las
Obligaciones y de los Contratos. Sus redactores lo
justifican diciendo que se ha querido impedir la po-
sibilidad de comprometer los intereses del represen-
tado y los abusos demasiado fáciles a que daría lu-
gar la regla opuesta.
-23~

materia de guardas: la ley prohibe, en


principio, el acto jurídico del tutor o cu-
rador consigo mismo. Como dijo el tri-
buno Faure en la discusión del Código
Napoleón, «no se ha querido poner el
interés personal en pugna con el deber».
La jurisprudencia francesa interpreta
estas prohibiciones con cierta amplituc1,
y las extiende, por analogía, a todos los
casos que, aunque no están expresamen-
te contemplados en ellas, presentan los
mismos temores de abusos que los que
las inspiraron (1).
Igualmente, si el autocontrato suscita
un conflicto u oposición de intereses, si
su realización puede acarrear un perjui-
cio para el representado, si, por su natu-
raleza o importancia, hace posible el te-
mor de que el representante sacrifique
su deber a su propio interés, la jurispru-
dencia, apoyada por la doctrina, no va-
cila en declararlo inadmisible, aun a fal-
ta de un texto expreso. En tal caso los
jueces tienen un gran poder de aprecia-
ción. Serán ellos quienes, según las cir-
cunstancias, decidirán si existe no ese °
conflicto; y en caso afirmativo, se pro-
nunciarán por su inadmisibilidad (2). Así
. (1) DEMOGUE, obra citada, tomo l, n.O 45, pág.
112; PLANIOL ET RIPERT, obra citada, n. 69, pág. 90.
Q

(2) POPEsco-RAMNICEANO, obra citada, pág. 290;


VALLIMARESCO, obra citada. págs. 980 a 982; Hup-
KA, obra citada, págs. 271 a 273. Revista de Derecho
-24-
sucederá, dice Hupka, «cuando el conte-
'ti nido objetivo del negocio-prestación

"y contraprestación o solamente los


» puntos accesorios de importancia ma-
,) terial, como el tiempo, el lugar y las
»mocJ.alidades de las prestaciones-se
» haya dejado a la decisión del represen-
.) tanteo Y, en ciertas circunstancias,
.~ puede haber también peligro para el
» representado cuando el representante
» ha de resolver acerca de si el negocio
" ha de realizarse o no, o sobre el momento
'> en que haya de celebrarse. Esto último

.~ sucede, principalmente, cuando se trata


» de ventas que hayan de hacerse a los

.) precios del mercac.o o de la Bolsa, o de


»pagos en moneda de curso variable,
» como son los que han de hacerse en
» moneda extranjera al curso del.día» (1).
Pero en d.efecto de un texto prohibiti-
vo, o si no existe el temor o la posibilidad
d.e una oposición o conflicto de intereses,
el acto jurídico consigo mismo es admi-
sible y válido. Por esto es que la juris-
prudencia francesa admite que el padre
de familia contrate un seguro de vida en
favor de su hijo no emancipado y 10
acepte en su nombre; que acepte para és-
te una donación que le haga él mismo;
Privado de Madrid. año XVII, pág. 346. (Conside·
rando 6. o de la resolución de la Dirección de los Re·
gistros de 30 d.e mayo de 1930).
(1) Obra citada, pág. 268.
-25-
que el tutor o curador adquiera los bie-
nes del pupilo, de que ambos son comu-
neros. En todos estos casos no hay opo-
sición de intereses y ninguna ley pro-
hibe tales actos (1).
Fuera, pues, de los casos en que la ley
prohiba expresamente el autocontrato,
creemos que puede sentarse como exacta
la conclusión que enuncia Va1lifnaresco
en estos términos: «Luego, cuando dos
»patrimonios se encuentran frente a
» frente, si se quiere establecer vínculos
') jurídicos entre ellos, será necesario em-
» plear el instrumento técnico del contrato,
»cuando los intereses sean opuestos; en
» tal caso, el acuerdo de voluntades, que
» es 10 esencial del contrato, constituye
ji la garantía social necesaria para pro-
» ducir los efectos jurídicos deseados. Al
» contrario, cuando los intereses no son
» opuestos, una sola voluntad basta para
}) establecer el vínculo de derecho») (2).
9. Puesto que la inadmisibilidad del
autocontrato, sea que provenga de un
°
texto legal del conilicto de intereses en-
trambos patrimonios, tiene por objeto
proteger al. representado, evitar que pue-
da ser víctima del representante que pos-
pone su deber a su interés, la doctrina y

(1) VALLI~l4.RESCO, obra citada, pág. 981.


(2) Obra citada, pág. 981.
-26-

la jurisprudencia, tanto en Francia (1)


como en Alemania (2), deciden que la
sanción que lleva consigo el acto jurídico
consigo mismo, cuando su celebración es
inadmisible, por alguna de las dos razones
antes mencionadas, es la nulid.ad relati-
va del acto. Sólo puede pedirla el repre-
sentado, mas no el representante.
10. Para que el acto jurídico consigo
mismo surta efectos en los cases en que
es admisible, es menester que la manifes-
tación de voluntad de su autor se exte-
riorice en forma que no ofrezca duda que
su intención es crearlo y que excluya to-
da revocación secreta. En otras palabras,
que no quede solamente en el campo e.e
su fuero interno sino que salga al mundo
exterior en términos que la existencia d.el
acto consigo mismo se vea y conozca (3).
«Las d.eclaraciones de voluntad., dice
» Demogue, son obligatorias porque res-
» pond.en a un interés general y porque
» otras personas, tomand.o constancia de

(1) DEMOGUE, obra citada, tomo I. n.O 59, pág·


133; POPEsco-RAMNICEANO, obra citada, pág. 290;
PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI, n.O 70,
pág. 90 Y n. o 71, pág. 92.
(2) HUPKA, obra citada, págs. 321 a 323; Po-
PEsco-RAMNICEANO, obra citada, págs. 462 y 463.
(3)PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI, n.O
68, pág. 88; VALLlMARESCQ, obra citada, pág. 980;
HUPKA, obra cibda, págs; 255 y 263; DEMOGUE,
obra citada, tJmo I. n.O 42, pág. 110 Y n.O 81, pág.
155.
- 27-

» ellas o actuando a consecuencia de las


» mismas, han dado una razón para atri-
l)buirles fuerza jurídica» (1).
En el contrato esta fuerza proviene del
hecho de ser una transacción entre di-
versas personas que tienen intereses
opuestos; por eso, como dice el mismo au-
tor, ofrece más probabilidades de concor-
dar con el interés social que un acto
emanado de una persona, que no encuen-
tra ningún obstáculo a sus propósitos.
En el contrato hay dos o más personas
que actúan, de manera que de la decla-
ración de voluntad de cada contratante
torna nota el otro, lo que obsta a su re-
tractación o revocación.
En el acto consigo mismo esto no ocu-
rre. Hay una sola voluntad que no apa-
rece contraloreada en modo alguno. De
allí que deba exteriorizarse o manifes-
tarse en forma tal que pennita al medio
social cerciorarse de su existencia.
y así, esta voluntad no se exterioriza,
si el representante que contrata consigo
mismo se limita a expresarla en forma de
monólogo emitido ante él Eólo o median-
te una carta o documento dirigido a sí
mismo o un instrumento privado suscri-
to por él en su doble carácter y que des-
pués guarda en su poder. En todos estos
casos, esa voluntad no ha trascenclido al
(1) Obra citada, tomo l, n." 42, pág. 110.
-28-

medio social y queda a su exclusivo ar-


bitrio revocarla cuando se le antoje (1).
«Una declaración que en cualquier mo-
» mento puede ser anulada, dice Hupka,
» sin que el representado o los dos repre-
» sentados hayan tenido siquiera noticia
» de su existencia, no puede considerarse
» como obligatoria en derecho» (2).
En cambio, sirve para dar fuerza obli-
gatoria al acto consigo mismo cualquier
hecho que importe la exteriorización de
la voluntad de su autor en términos que
hagan imposible su revocación, sea que
consista en la ejecución de las prestaciones
que engendra el acto celebrado, como si el
dinero prestado mediante un autocon-
trato se invierte en el patrimonio del mu-
tuario, si el representante se ha instalado
en el inmueble que se ha arrendado a sí
mismo, si el mandatario común ha en-
viado los títulos vendidos a su cliente
comprador (3), sea que consista en el mero
testimonio de su realización, como si el
mandatario rinde cuenta de su mandato
y en ella alude al autocontrato, envía a
su mandante o a cada uno de sus comi-
tentes, según el caso, un aviso o carta en
que les comunica su celebración, la ano-
(1) HUPKA, obra citada, pág. 263; DEMOGUE,
obra citada, tomo 1, n.O 81, pág. 155.
(2) Obra citada, págs. 263 y 264.
(3) DEMOGUE, obra citada, tomo I. n.O 81, pág.
155.
-29-
ta en los libros de su o sus representados,
reduce el contrato a instrumento públi-
co, hace que tome razón de él un funcio-
nario público, o si, otorgado por instru-
mento privado, muere el representante
que 10 suscribió, se protocoliza, se pre-
senta en juicio, lo inventaría un funcio-
nario competente en el carácter de tal o
se copia en un registro público (1).
El mismo efecto producirá la declara-
ción verbal que el representante haga al
representado acerca de su celebración,
si bien en este caso se dificultará la prue-
ba (2).
Pero no ocurre 10 mismo con la decla-
ración verbal hecha a terceras personas
no interesadas en el acto, pues ella no
constituye ninguna garantía de que real-
mente exista la voluntad de adquirir
obligaciones inmediatas (3). La declara-
ción hecha a terceros debe ser escrita
para que surta efecto.
Tiene, pues, razón Demogue cuando
dice que el autocontrato no existe prác-
ticamente sino a contar del día en que
sea conocido de un tercero en alguna de
las formas indicadas (4).
11. Los mismos principios deben apli-
(1) DEMOGUE, obra cita.da, tomo I. n. o 81, pág.
155; HUPKA, obra citada, pág. 264.
(2) HUPKA, obra cita.da, pág. 264.
(3) HUPKA, obra citada, pág. 264.
(4) Obra citada, tomo 1, n.o 42, pág. no.
-30 -
carse a la autotradición hecha por el re-
presentante mediante un acto consigo
mismo. .
Por consiguiente, no sirven para darla
por realizada ni la mera variación inter-
na de la voluntad de poseer ni la sepa-
ración que haga el representante de la
cosa que se va a tradir, aunque la cosa
separada la ponga a nombre del repre-
sentado. Este procedimiento no exterio-
riza la tradición y queda, además, sub-
ordinado por entero a la voluntad del
representante que puede hacerlo desapa-
recer en cualquier momento sin dejar
huellas.
Por eso Hupka critica, y con razón,
las sentencias de los tribunales alemanes
que han declarado que «para la transfe-
» rencia del producto de la venta al co-
» mitente basta que el comisionista o su
» heredero, empaquete el dinero, selle el
" paquete y haga constar en éste el nom-
» bre de] comitente y la procedencia del
» dinero»; y que «unos títulos de crédito
» comprados en comisión se hacen pro-
» piedad del comitente por su mera en-
» voltura en un sobre con el nombre de
» aquél» (1).
Para la eficacia de la autotradición -es
indispensable, de acuerdo con las ideas
expuestas, una declaración que obligue
(1) HUPKA, obra citada, pág. 265.
-31-
al tradente, exterionnente, como el aviso
de su realización aloa los representados
o la inscripción del contrato en el Regis-
tro Conservatorio, si se trata de un in-
mueble, o la ejecución de un hecho que
haga imposible la revocación, como el
envío al representante de la cosa misma
m"'\teria de la autotradición (1).
12. El acto jurídico consigo mismo
no sólo tiene cabida en materia d.e repre-
sentación cuando el representante con-
trata en un doble carácter, como tal re-
presentante y en su propio nombre o en
en el de dos representados, que es el caso
más frecuente, sino también cuando una
misma persona, que tiene dos patrimo-
nios o dos fracciones de su patrimonio
sometidas a distintos regímenes jurídi-
cos, quiere determinar la situación que
a cao,a uno corresponde en definitiva (2).
Es sabid.o que la ciencia jurídica ad-
mite actualmente la pluralidad de pa-
trimonios pertenecientes a una misma
persona. La antigua concepción del patri-
monio único e indivisible, formulada por
Aubry y Rau (3), ha ceclifj.o hoy su lugar
(1) HUPKA, obra citada, pág. 266.
(2) En el desarrollo de las ideas contenidas en este
n. o y en el n. o 13 hemos seguido muy de cerca el in-
teresante estudio publicado por M. \'aUimaresco
en la ReBle Trimestrielle de Droit GiI'iZ, tomo 25,
año 1926, págs. 973 a 1011.
(3) GOUTS de Droit Giuil Franrais, tomo IX, 5.-
edición, párrafo 574, pág. 336.
-32-

a la más moderna y conforme con la


realid.ad. cl,e las cosas y según la cual una
persona puede tener varios patrimonios,
según sea la afectación o destino especial
de sus componentes. Los propios autores
citados, después de sentar el principio
de que una persona no pued.e tener sino
un solo patrimonio, tuvieron que reco-
nocer, sin embargo, que el Derecho f.ran-
cés admite la existencia de masas de
bienes que, aunque pertenecientes a un
mismo individuo, están sometidas a un
régimen distinto. Señalan como ejemplos
al respecto los bienes hereditarios que
son objeto del beneficio d.e inventario o
de separación, los bienes de un ausente
cuya posesión definitiva se ha conced,icl,o
a sus herederos y que constituyen una
universalidad distinta del patrimonio de
éstos, los comprendidos en un fideicomi-
so a título universal que también forman
una universalidad. jurídica distinta del
patrimonio del fiduciario, etc. (1).
El Derecho mcc,emo no ve en estas
masas de bienes una excepción a la re-
gla del patrimonio uno e indivisible, sino
que las considera como patrimonios in-
dependientes y distintos en razón de que,
al igual que el patrimonio principal, es-
tán sujetos a un régimen juridico propio
que hace que los bienes que las forman
(1) Obra citada, págs. 338 y 339
-33-
se trasmitan separadamente de aquél y
sirvan de garantía a determinados acree-
dcres con absoluta prescinc.encia de lo
que pueda ocurrir con el patrimonio prin-
cipal. Y para considerarlos patrimonios
sólo atienden al destino o afectación éS-
pecial de los bienes Que las forman, es
c.ecir, a la circunstanéia de que la masa
de bienes corresponda a un interés nue-
\'"0, distinto del que corresponde a los
otros elementos del patrimonio.
Admitida la pluralidad de patrimonios
en manos de un mismo sujeto, se presenta
la posibilidad. de que una sola y única
voluntad necesite establecer relaciones
jurídicas entre ellos. Esto no puede ha-
cerse sino mediante un acto jurídico con-
sigo mismo, ya que si ambos patrimonios
pertenecen a una misma persona es su
sola voluntad. la que podrá ciLsponer d.e
elles y no cabría la intervención d.e un
extraño que ninguna facultaj. ten0ría
sobre los mismos O).
(1) El autocontrato es admisible en este caso aun-
que se sostenga con Aubry y Rau que el patrimonio
es uno e indivisible y que un mismo individuo no
puede tener varios patrimonios, porque aun así debe
reconocerse que hay casos, como los mencionados en
el texto, en que un mismo sujeto tiene, fuera de su
patrimonio, ciertas masas de bienes afectas a un fin
especial. Quiere decir entonces que hay un solo pa-
trimonio. pero repartido en diversas fracciones que
están sometidas a regímenes jurídicos distintos. Si
su titular establece reJaccíones jurídicas entre ellas
destinadas a fijar la situación que a cada una corres-
Autocontratación.-3
-34-
El Derecho admite también el acto
jurídico consigo mismo, en estos casos,
como el único medio posible para que el
titular de esos patrimonios o de las frac-
ciones de su patrimonio que se hallan
sometidas a ree;ímenes distintos, pueda
establecer relaCIones jurídicas entre ellos
destinadas a fijar, de un modo definiti-
vo, la situación que a cada uno corres-
ponde.
El acto jurídico consigo mismo queda
~ometido, en este caso, a los mismos prin-
cipios que ya hemos expuesto al ocupar-
nos de él a propósito de la representación.
Por consiguiente, no surtirá efectos sino
a condición de que se exteriorice en
forma tal que no sea posible su revo-
cación, como si se le otorga por instru-
mento público (1); y será válido siempre
que no esté expresamente prohibido por
la ley o no haya oposición de intereses,
la que será menos frecuente que en ma-
teria de representación puesto qJ1e aquí
pon de, se dará el caso de una sola voluntad al ser-
vicio de dos fracciones de SJ patrimonio y. en COIl-
secuencia. de un acto jurídico consigo mismo, Por
eso. y a fin de evitar repeticiones inútiles, hablare-
mos del acto consigo mismo del «titular de dos pa-
, trimonios o de las fracciones de su patrimonio que
» se hallan sometidas a regímenes distintos», En la
frase que comienza con las palabras .fracciones de
> su patrimonio" se considera el problema sobre la
base de que sea inadmisible la tesis de la pluralidad
de patrimonios,
(1) Véase el n,o 10 de este Capítulo.
-35 -
los patrimonios pertenecen al mismo
titular (1).
13. El problema del acto jurídico
consigo mismo celebrado por una perEO-
na que quiere fijar la situación relativa
de dos patrimonios que le pertenecen o
de dos fracciones d.e su patrimonio que
están sometidas a regímenes distintos,
se ha presentado, principalmente, en
Francia en materia d.e bienes dotales y
parafernales (2) y e.e fideicomiso (3) a
fin de establecer si es posible que la mu-
jer, en el primer caso, y el fiduciario, en
el segundo, practiquen por sí solos una
partición entre los bienes dotales y para-
fernales y entre los bienes gravados con
un fideicomiso y los no gravados, respec-
tivamente, que les permita determinar
cuáles serán dotales y cuáles paraferna-
les, en aquél, y cuáles quedarán afectos
al fideicomiso y cuáles no, en el otro.
En el Derecho francés existe «el ré-
» gimen dotal que es una separación de
» bienes: entre los cónyuges, no existe
» ninguna sociedad; sus patrimonios son
» independientes, sus deudas no se con-

(1) Véase el n.O 8.° de este Capítulo.


(2) Este caso no puede presentarse en Chile por-
que nuestra legislación no reconoce el régimen dotal
francés.
(3) Respecto de si en materia de fideicomiso pue-
de tener lugar en Chile el acto consigo mismo véa-
se el n. o 119 del Capítulo III.
-36-
» funden, la mujer tiene capacidad de
» administrar. Pero, a diferencia de la
» separación de bienes pura y simple, es-
» te régimen comporta la existencia de
» una dote, que la mujer aporta en usu-
» fructo al marido, y a veces en propie-
» dad, pero con cargo de restitución, para
» permitirle subvenir a las cargas del ma-
»trimonio (art. 1540)>>.
«En el patrimonio de la mujer hay,
» pues, cierta porción de bienes que tie-
» nen una afectación especial, la satis-
» facción de los intereses de la familia:
» son los bienes dotales, al lado de los
» cuales, si la constitución de la dote no
~) es universal, hay otra masa de bienes,
» los parafernales, que quedan sometidos
) a la administración y goce de la mu-
» jer» (1). .
Los bienes dotales son inalienables e
inembargables. No ocurre 10 mismo con
los paraf.:mlales, que la mujer puede ena-
jenar libremente y que sus acreedores
pueden embargar. La dote puede cons-
tituirse sobre una parte alícuota, la mi-
tad o el tercio, de los bienes que la mujer
aporta al matrimonio o de los que adquie-
ra por herencia (2). En tal caso, unos
mismos bienes son dotales en una parte
(1) PLANIOLET RIPERT, obra citada, tomo IX, Ré-
gimes Matrimoniaux, 2." parte, n.O 1048, pág. 481.
(2) AUBRY ET RAU, obra citada, tomo VIII, 5.'
edición, pág. 424.
-37-

y parafernales en otra; y, por lo tanto,


serán inalienables e inembargables en
aquélla y enajenables y embargables en
ésta. La mujer y el marido tienen, enton-
ces, un evidente interés en proceder a de-
terminar cuáles bienes son dotales y cuá-
les parafernales, ya que mientras esta
determinación no se haga, el marido no
sabe sobre cuáles bienes se ejerce su de-
recho de goce y toda enajenación reali-
zad.a por aquélla está expuesta a ser
invalidada en la parte en que el bien
~enajenado sea dotal. Los acreedores tam-
bién tienen interés en esa determinación,
puesto que, estando confundidos los bie-
nes, no pueden hacer valer sus derechos
sobre los parafernales.
Tod.os estos inconvenientes, d.ice Va-
llimaresco, hacen necesaria una parti-
ción. Pero ¿cómo proceder a ella-pre-
guntan algunos-cuando no puede haber
partición de bienes pertenecientes a una
sola persona ya que la división supone,
por su naturaleza, la copropiedad o co-
munidad? Sin indivisión, no cabe parti-
ción. Donde sólo hay un propietario-la
mujer-no puede existir indivisión, des-
de que la copropiedad o indivisión es el
derecho de propiedad que compete a
varias personas sobre una misma cosa
que no pertenece a cada una sino por
una cuota ideal o abstracta.
-38-
Sin Embargo, la jurisprudencia. aten-
dida la circunstancia de que aquí se pre-
sentan todos los inconvenientes de la
indivisión y que la partición puede
intervenir independientemente de ella,
cuando es el medio de poner ténnino a
una situación de hecho, cuya complica-
ción obsta al ejercicio del derecho pri-
vativo de cada parte, admite que- en
semejante evento se proceda a una parti-
ción o, en todo caso, a una operación
destinada a establecer cuáles bienes son
dotales y cuáles parafernales (1).
Vallimaresco aprueba esta jurispru-
dencia y dice. «Si todos los inconvemen-
» tes de la indivisión existen, no hay ra-
»zón para rehusar la partición. Si la
» situación no reune los caracteres nece-
» sarios para responder a la definición c1á-
» sica de la indivisión, esto no impide
» que la partición no sea indispensable
» para salir de esta situación. La parti-
» tición es un medio técnico creado pa-
» fa realizar un objetivo social: poner
» fin a la situación incómoda que resulta
» de la indivisión. Se le deberá emplear,
» por lo tanto, cada vez que existan en el
» hecho las razones que la hicieron insti-
»tuir» (2).
Esta partición se hace mediante un
(1) VALLIMARESCO. obra citada, págs. 990 a 994.
(2) Obra citada, pág. 989.
- 39-
acto jurídico consigo mismo en el cual
la mujer procede a determinar cuáles de
sus bienes son dotales y cuáles parafer-
nales (1). Este acto es perfectamente
procedente dado que dos patrimonios
o dos fracciones de un mismo patrimonio
se hallan al servicio de una sola voluntad
y no hay entrambos oposición de inte-
reses desde que pertenecen al mismo ti-
tular. Pero como hay terceros intere-
sados-acreedores o adquirentes--que
tienen interés en conocer la situación de
los bienes, ese acto deberá exteriorizarse,
. como todos los actos unilaterales. Por
consiguiente, esta autopartición se hará
por instrumento público, mediante una
declaración ante la justicia o en otra for-
ma similar (2).
Análoga situación se presenta con los
bienes constituidos en fideicomiso, que
si bien pertenecen al fiduciario, su do-
minio está expuesto a extinguirse por el
evento de una condición. El fideicomiso
es inembargable y aunque puede ena-
jenarse entre vivos, es siempre sujeto al
gravamen de restitución bajo las mismas
condiciones que antes, de modo que cum-
plida la condición, la cosa pasa al fidei-
comisario.

(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 46, pág.


113.
(2) VALLlMARESCO, obra citada. págs. 1003 a 1006.
-- 40-

El fideicomiso puede constituirse so-


bre la totalidad de una herencia o sobre
una parte alícuota de la misma, en cuyo
caso se puede ser fiduciario de una cuota
y d.ueño absoluto de otra. Se presentan
entonces los mismos inconvenientes que
en el CaSO anterior, ya que toda enajena-
ción hecha por el fid.uciario se resolverá
una vez cumplida la condición de resti-
tución. Esto dificultará al fiduciario la
venta y gravamen de sus bienes, puesto
que no se sabe cuáles estarán afectos al
fideicomiso y cuáles no. Hay, pues, una
imperiosa necesidad de proceder a una
partición para determinar unos y otros:
mediante ella, el fiduciario sabrá cuáles
son los bienes de que puede disponer co-
mo propietario absoluto (1).
La doctrina y la jurisprudencia fran-
cesa se resisten a ver aquí una indivi-
sión entre el fiduciario y los fideicomisa-
rios, porque el propietario de todos los
bienes es aquél y éstos sólo tienen un de-
recho eventual. Por este motivo recha-
zan la posibilidad de una partición con
ese objeto. Sin embargo, reconocen la
procedencia de una operación que de-
nominan cantonnement y que consiste
en determinar cuáles bienes quedan afec-
tos al fideicomiso y cuáles son propiedad
absoluta del fiduciario. Esta operación
(1) VALLlMARESCO. obra citada, pág. 995.
~ 41-

la hace el fiduciario, pero si entre los fi-


deícomisarios hay menores interesados,
concurrirá a ella su tutor y se observa-
rán, ad.emás, las fonnalidad,es prescritas
para el caso de que en la partición ten-
gan interés personas menores d.e edad.
De modo que mientras la jurispruden-
cia niega, por una parte, a esta opera-
ción el carácter d.e partición, per la otra,
Je impone la observancia de las reglas
propias de ese acto (1).
Según Va1limaresco este cantonnement
es una verdadera partición que se hace
mediante un acto jurídico consigo mis-
mo. La presencia del tutor, necesaria pa-
ra proteger los intereses de los menores,
no tiene otro objeto que exteriorizar el
acto y darle eficacia respecto de terceros,
pues para él los fideicomisarios tienen
este carácter mientras pende la condi-
ción; de manera que el tutor no intervie-
ne como contraparte sino para contralo-
rear y vigilar la operación (2).
Casos análogos pueden presentarse con
motivo de la aplicación d.e la ley france-
sa de 13 de julio de 1907 referente a los
bienes que la mujer adquiera con el pro-
ducto de su trabajo. Si es comunera con
un tercero en uno e,e sus bienes propios
(1) DEMOGUE. obra citada. tomo 1. n.O 47, pág.
114; VALLll'vL'>.RESCO, obra citada. págs. 995 a 998 y
1006 a 1007.
(2) Obra citada, pág. 1007.
índice
CAPITULO II

El acto jurídico consigo mismo ante


la legislación extranjera

14. Derecho Romano.-15 Derecho jram:és.-16 De-


recho Í1aliano.-17 Derecho español.-lB De-
recho alemán.-19. Derecho suizo.

14. El Derecho Romano no admitió,


por regla general, el autocontrato, pero
tampoco lo consideró como algo absolu-
tamente imposible. Lo admitió en cier-
tos casos en que la utilid.ad práctica 10
exigía, como en el del sibi so/vere d.el re-
presentante, en el préstamo que el repre-
sentante se hace a sí mismo y en el cons-
tituto posesorio (1).
El sibi solvere del representante, o sea,
el pago que éste se hace a sí mismo, lo ad-
mitió el Derecho Romano: el adminis-
(1) POPEsco-RAMNICEANO, obra citada, págs. 822
y 283; DEMOGUE, obra citada. tomo 1, n.O 44, pág.
111; HUPKA, obra citada, págs. 273 a 282.
-44-
trador de un patrimonio ajeno--tutor,
curador o mandatario-podía pagarse
a sí mismo, como representante, lo que
él personalmente adeudaba a su repre-
sentado, y, a la inversa, podía pagarse a
sí mismo, en cuanto acreed.or, lo que el
representado le adeudaba a él. Para que
semejante pago fuera eficaz y liberatorio,
se requería una manifestación externa
de voluntad que !o hiciere irrevocable.
Tratándose de pagos en dinero, servía,
al efecto, la anotación del pago en los Ji-
bros del representado (1).
El Derecho Romano permitió, también,
a los tutores que, mediante un acto uni-
lateral, tomaren en préstamo para sí di-
neros del pupilo; pero les prohibió el caso
°
inverso, sea, que, mediante un auto-
contrato, tomaran en préstamo para sus
pupilos los dineros pertenecientes a ellos.
El tutor podía hacer acreedor al pupilo
pero no podía hacerlo deudor del présta-
mo, porque si no podía darle esta cali-
dad respecto de terceros, menos podía
dársela para consigo mismo.
La dificultad estaba en precisar cuán-
do existía un autocontrato de préstamo
del pupilo para con el tutor y cuándo ha-
bía, por parte de éste, un acto abusivo al
tomar, en beneficio propio, el dinero de su
representado. Como en el caso anterior,
(1) HUPKA. obra citada, págs. 282 a 290.
-45-

s6lo había autopréstamo cuando el tutor


manifestaba su voluntad contractual en
fonna pública y susceptible de ser contra-
loreada. Así ocurría cuando entregaba a
su cotutor un recibo referente a la canti-
dad tomada o cuando anotaba el prés-
tamo en los libros del representado.
Además de esta exteriorización de la vo-
luntad, para la validez del préstamo era
necesario que el tutor se obligara a pagar
intereses al pupilo.
Si el tutor se limitaba a tomar el di-
nero del pupilo sin dejar constancia es-
crita y sin obligarse a abonar intereses,
no existía autocontrato de préstamo sino
un acto abusivo de su parte que se san-
cionaba con la restitución inmed.iat a de
la cantidad tomada y el pago de los in-
tereses más subidos (1).
En cambio, el Derecho Romano, en
razón del peligro que envolvía, prohibió,
por regla general, la compra por el re-
presentante de cosas pertenecientes al
representado. Primeramente se la pro-
hibió al tutor, pero más tarde extendió
lo prohibición a otros administradores
de bienes ajenos (2).
15. El Código Civil francés no regla-
menta, de un modo general, el acto con-
sigo mismo: ni 10 autoriza ni 10 prohibe.
(1) HupKA, obra citada, págs. 291 a 301.
(2) HUPKA. obra citada, págs. 301 a 312.
-46-
Sólo contiene algunas disposiciones sia-
ladas que, en atención al conflicto de
intereses que puede suscitar, lo pro-
hiben en ciertos casos o lo subordinan a
determinadas precauciones en otros (1).
Tales son el arto 389 que establece que
si hay oposición de intereses entre el pa-
dre administrador legal de los bienes del
hijo menor y éste, se nombrará al hijo
un administrador ad Me para que lo re-
presente; el arto 420 que dispone que en
toda tutela habrá un subrogado tutor,
cuyas funciones consistirán en represen-
tar al menor cuando sus 'intereses estén
en pugna con los de su tutor (2); el arto
450 que prohibe al tutor comprar los
bienes del menor, aceptar la cesión de al-
gún derecho o crédito contra su pupilo,
y tomar en arrendamiento sus inmuebles,
a menos que el consejo de familia haya
autorizado al subrogado tutor para dár-
selos en arrendamiento; y el arto 1596
que dispone que no pueden ser compra-
d.ores, bajo pena de nulidad, ni por sí
mismo, ni por interpósitas personas: los
tutores, de los bienes de sus pupilos; los
(1) PL<\NIOL F.T RIPERT. obra citada. tomo VI. n.O
63. pá\{. 88; DEMOGUE. obra citada. tomo l. n. o 45.
pág. 112; HUPKA. obra citada. pág. 316.
(2) CO.JE CIVIL. PETITE COLLECTION DALLOZ.
pág. 172. Véase la nota al arto 420 y la jurispruden-
cia citada en el n.O 1.0 referente al texto actual de
ese precepto después de la reforma introducida por
la ley de 20 de marzo de 1917.
-47-
mandatarios, de los bienes que se les ha
encargado vender; los administradores,
de los de las comunas o establecimientos
públicos confiados a su cuidado; y los
oficiales públicos, de los bienes naciona-
les cuya venta se hace por su minis-
terio (1).
A estos preceptos deben aglegarse el
arto 7 de la ley de 18 de julio de 1866
que prohibe a los corredores de merca-
derías gestionar operaciones en que ten-
gan un· interés personal, sin prevenir de
ello al cliente; el arto 85 del Código de
Comercio que prohibe a los agentes de
cambio hacer operaciones de banco o de
comercio por su cuenta; el arto 3. 0 de la
ley de 11 de Junio de 1896 que prohibe
a los mandatarios para ante los mercados
comprar por su cuenta los artículos ali-
menticios que están encargados de ven-
der; y el arto 40 de la ley de 24 de julio
de 1867 sobre sociedades, que prohibe
a los administradores de una sociedad
anónima interesarse directa o indirecta-
mente en los negocios o contratos hechos
por cuenta de la sociedad, a menos que
(1) Esta prohibición ha sido extendida a los avoués
por el arto 711 del Código de Procedimiento Civil que
prohibe al avou! del ejecutante adquirir para sí los
bienes que se subasten a consecuencia de la ejecu-
ción iniciada por su mandante. Los arts. 964 y 988
del mismo Código hacen extensiva la regla del arto
711 a las ventas de los bienes de los menores y de su-
cesiones beneficiarias..
-48-
tengan para ello una autorización espe-
cial d.e la asamblea general, seguida d.e
una rendición de cuentas especial acerca
del negocio celebrac.o.
Ante el silencio del Código Civil sobre
la eficacia del acto jurídico consigc
mismo y en presencia d.e las antedichas
disposiciones, la jurisprudencia, apoya-
da por la mayoría de la doctrina, decide
que en Francia el acto consigo mismo
es posible y válido, pues la ley no
lo prohibe; y que sólo es nulo cuand.o un
texto formal 10 .declara prohibido o cuan-
d.o, por existir un manifiesto conflicto
de intereses, es inconveniente autori-
zarlo, para cuyo efecto extiende, por ana-
logía, los textos prohibitivos, como los
arts. 450 y 1596, a todos los casos
concretos en que existan los mismos moti-
vos de peligro que con ellos se quiso evi-
tar (1). La nulidad es relativa: sólo pue-
d.e pedirla el representado cuyo interés
ha querido proteger la ley; y en el caso
de representación voluntaria, puede evi-
tarse mediante la autorización anticipa-
da d.el mandante, y puede sanearse por
la ratificación posterior (2).
(1) PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI, n.O
69, págs. 88 a 90; DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n. Q
45, pág. 112; VALLIMARESCO, obra citada, pág. 981 ;
POPEsco-RAMNICEANO, obra citada, pág. 289.
(2) PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo r,n. o
70, pág. 90; y n.O 71, pág. 92; CODE CIVIL, PETITE
COLLECTION DALLOZ, arto 1596, n.o 11, pág. 589;
POPEsco-RAMNICEANO, obra citada, pág. 290.
- 4é-
16. El Código Civil italiano tampoco
ha reglamentado de un modo general el
acto consigo mismo: ni 10 prohibe ni 10
autoriza. Al igual que el Código francés,
establece en el arto 224 que, en caso de
conflicto de intereses entre los hijos y el
padre el,e familia, o entre vanos hijos so-
metidos a una misma patria potestad, se
nombrará a los hijos un curador especial,
y el arto 227 sanciona con la nulidad el
acto ejecutad.o en contravención a ese
artículo, nulid.ad que sólo pueden invo-
car el padre, el hijo, sus herederos o su-
cesores; en el arto 246 dispone que si hay
conflicto e,e intereses entre varios meno-
res sometid,os a la misma tutela, se les
nombrará un curador especial; en el arto
300 prohibe al tutor y protutor comprar
los bienes del menor y aceptar la cesión
de alguna cuenta o créjito en su contra,
y también le prohibe tornar en arrenda-
miento sus inmuebles sin autorización
del consejo de familia; y, por último, en
el arto 1457 reproduce casi a la letra las
prohibiciones que contiene el art. 1596
del Código francés agregando a ellas al
padre o madre de familia a quienes pro-
hibe comprar los bienes de sus hijos que
estén bajo su patria potestad. y al pro-
tutor y al curador, a quienes prohibe
comprar los bienes de las personas some-
tidas a protutela y curatela.
Autocontratación,-4
-50-
El arto 386 del Código de Comercio
autoriza el acto consigo mismo del co-
misionista, y aun lo presume si éste no
indica el nombre del tercero; y el arto 150
considera lícito el contrato del adminis-
trador de una sociedad con ésta, pero
obliga a declarar su celebración y a ob-
tener su aprobación por los sínd.icos.
De este silencio de la legislación ita-
liana sobre la eficacia del autocontrato,
en general, y del hecho de existir ciertas
prohibiciones a su respecto y de auto-
rizarse su celebración, en algunos casos,
la mayoría de la doctrina deduce que en
Italia el autocontrato es válido y posible
y que sólo es nulo en los casos expresa-
mente prohibidos, como ocurre con los
representantes legales (padre y madre
de familia, tutores, protutores y cura-
dores) y con el mandatario que quiere
comprar para sí 10 que su mandante le
ha encargado vender (1).
17. El Código Civil español no ha
reglamentado tampoco el acto jurídico
consigo mismo: sólo contiene disposicio-
nes aisladas para prohibirlo en los casos
en que le ha parecido que el conflicto de
intereses lo puede hacer peligroso.
En el arto 275 prohibe a los tutores
hacerse pago, sin intervención del pro-
(1) DEMOGUE, obra citada, tomo l, n.o 85, pág.
165; POPEsco-RAMNICEANO, obra citada, pág. 291.
- 51-

tutor, de los créditos que tengan contra


el pupilo y comprar por sí o por medio de
otra persona los bienes del menor o in-
capacitado, a menos que expresamente
hubiesen sido autorizado para ello por
el consejo de familia; y el arto 236 dis-
pone 'que el protutor representará al me-
nor, 'en juicio y fuera de él, siempre que
sus intereses estén en oposición con los
del tutor. Análoga disposición contiene
el arto 165 respecto del hijo de familia,
pues ordena que siempre que el padre o
la madre tengan en algún asunto un in-
terés opuesto al de sus hijos no emanci-
pados, se nombrará a éstos un defensor
que los represente en juicio y fuera de él.
El arto 1459 prohibe adquirir por com-
pra, aunque sea en subasta pública o ju-
dicial, por sí ni por persona alguna inter-
media: al tutor o protutor, los bienes de
la persona o personas que estén bajo su
tutela; a los mandatarios, los bienes de
cuya administración o enajenación es-
tuviesen encargados; a los albaceas, los
bienes confiados a su cargo; a los emplea-
dos públicos, los bienes del Estado, de
los municipios, de los pueblos y de los es-
tablecimientos también públicos, de cu-
ya administración estuviesen encarga-
dos; etc.
El arto 267 del Código de Comercio
dispone que ningún ~a com-
-52-

prará para sí ni para otro 10 que se le ha-


ya mandado vender, ni venderá 10 que se
le haya encargado comprar, sin licencia
del comitente.
La jurisprudencia se pronuncia en
contra del autocontrato porque estima
que implica la negación de la circunstan-
cia esencial de todo contrato cual es la
concurrencia de dos o más voluntades
distintas y autónomas. Sin embargo,
una resolución de la Dirección de los Re-
gistros, a propósito de una donación he-
cha por un padre a sus hijos menores no
emancipados y aceptada, a nombre de
ellos, por el mismo donante, declara po-
sible, en principio, el acto jurídico consi-
go mismo siempre que no exista oposi-
ción de intereses ni haya peligro de lesión
presente o futura para los intereses de
una de las partes. Varios autores se pro-
nuncian también en el mismo sentido (1).
Consecuente con este criterio, esa mis-
ma Dirección, en resolución de 30 de
. mayo de 1930, rehusó la inscripción de
una partición realizada por un solo
coheredero con mandato de todos los
demás, entre otras razones, porque se-
mejante acto entraña un manifiesto con-
flicto de intereses y, además, el autocon-
trato es inadmisible en negocios de ca-
(1) Véanse estas referencias en HUPKA, obra ci-
tada, pág. 324, nota (a).
-53-

rácter transaccional. como compromisos,


particiones hereditarias, divisiones pa-
trimoniales, etc. (1).
18. El primer Código que ha regla-
mentado en forma expresa y genérica el
acto jurídico consigo mismo ha sido el
Código Civil alemán que empezó a regir
el 1. o de Enero de 1900.
Su arto 181 dice: «Salvo autorización
» en contrario, el representante no po-
» drá celebrar, en nombre del representa-
» do, ningún acto jurídico consigo mismo,
» sea que obre en su propio nombre o
» como representante de un tercero, a
»menos que ese acto consista exc1u-
» sivamente en el cumplimiento de una
» obligación».
De este precepto se desprende que ese
Código se pronuncia. en principio, en
contra del acto jurídico consigo mismo,
pues proclama como regla general la im-
posibilidad para el representante de ce-
lebrar un autocontrato. El Código inno-
vó sobre el primer proyecto porque éste
daba por sentada la posibilidad de que
el representante pudiera contratar con-
sigo mismo y sólo prohibía el Selbsl-
kontrahieren cuando había co1isión de
intereses.
Los términos absolutos del arto 181
(1) Véase esta resolución en la Revista de Derecho
Privado de Madrid, año 17, pág. 346.
-54-
hacen que el acto jurídico consigo mis-
mo se prolúba a todo representante, sea
legal o convencional, respecto de toda
clase de negocios, sean contratos o ac-
tos unilaterales, y tanto cuando el re-
presentante contrata en su favor como
cuando lo hace a nombre de dos personas
de quienes inviste esa calidad a un mis-
mo tiempo (1).
El autocontrato sólo es lícito en dos
casos:
1. o Cuando el representante ha sido
especialmente autorizado para ello por
el representado. La autorización puede
se{ expresa o tácita; se estima como tal
el hecho de que el representante pueda
delegar su mandato, pues esta delega-
ción significa para él la posibilidad de
tratar con el delegado (2); Y
2. o Cuando el autocontrato consista
exclusivamente en el cumplimiento de
una obligación. Según esto, el represen-
tante puec'.e pagarse a sí mismo lo que
le adeude el representad.o. Esta excep-
ción comprende el pago y la compensa-
ción, pero no la dación en pago (3).
(1) HUPKA, obra citada, pág. 319; POPEscO-RAM-
NICEANO, obra citada:, pfu¡:. 461; DEMOGUE, obra oi-
tada, tomo 1, n. o 84 bIS, pago 162.
(2) HupKA, obra .citada, págs. 319 y 320; POPES-
CO-RA~ICEANO, obra citada;, pág. 461; DEMOGUE,
obra CItada, tomo 1, n.O 84 bIS, pág. 163.
(3) HUPKA, obra citada, pág. 319; POPESCO RAM-
NICEANO, obra citada, págs. 461 Y 462; DE-
-55-

La jurisprudericia y gran parte de la


doctrina estiman que la sanción de la
contravención del arto 181 no es la nu-
lidad absoluta porque en el Cód.igo ale-
mán el autocontrato no es una imposi-
bilidad jurídica y si se le prohibe es para
evitar el conflicto d.e intereses; de modo
que el autocontrato ejecutado por el re-
presentante fuera de los casos en que es
permitido, constituye solamente una ex-
tralimitación del poder de representa-
ción. Su sanción es, por 10 tanto, la que
establece el arto 177 para el caso d.e cele-
brarse un acto jurídico a nombre de otro
sin poder suficiente, por cuyo motivo, y
en caso de representación voluntaria,
el acto puede sanearse por la ratifica-
ción posterior del mandante (1).
En materia de representantes legales,
el Código Civil alemán va aún más lejos.
Según los arts. 1630, 1795 Y 1915, el pa-
dre d.e familia, el tutor y el curador no
pueden representar al hijo o al pupilo
en un acto jurídico en que tenga interés
el representante legal o alguno de sus
parientes, a menos que el acto consista
exclusivamente en el cumplimiento de
una obligación.
MOGUE, obra citada, tomo I, n.O 84 bis, pág. 163;
CÓDIGO CIVIL ALEMÁN, traducido y anotado por
MEULENAERE, 1907, arto 181, nota 2, pág. 48.
(1) HupK.A, obra citada, págs. 321 a 323; POPESCO-
RAMNICEANO, obra citada, págs. 462 y 463.
-56-
El arto 456 dispone que en una venta
judicial for zada, los encargados de per-
seguirla o de proceder a ella y los auxi-
liares de que éstos se valgan, incluso el
que levante el acta d.e remate, no podrán
comprar el objeto que se vende, perso-
nalmente o por un tercero, ni como re-
presentantes d.e un tercero. El arto 457
d.eclara aplicable la antedicha prohibi-
ción a la venta voluntaria cuando el man-
dato para vender se haya dado en virtud
de una ley que autoriza al mandante
para hacer vender el objeto por cuenta
de otro, como en el caso del arto 966;
Y esta disposición se aplica, especialmen-
te, a la venta ce la prenda, a la autori-
zada por los arts. 383 y 385 y a la que
haga el síndico de la quiebra. El art. 458
dispone que la validez de la venta hecha
en contravención a los arts. 456 y 457
Y la transferencia del objeto vendido de-
penden del consentimiento de los que tie-
nen interés en la venta como deudores,
propietarios o acreedores. Si 10 dan, la
venta es válida. Si lo niegan, queda sin
efecto y si debe procederse a una nueva
venta, el primer comprad.or responde de
los gastos que origine y de la diferencia
de precio, si fuese menor que el obtenido
en la anterior.
Los arts. 400 y siguientes del Código
d.e Comercio alemán se ocupan del selbs-
- 57-

teintritt, o sea, el autocontrato del comi-


sionista encargad.o de vender o comprar.
Esos preceptos autorizan al comisionis-
ta para celebrar consigo mismo el nego-
cio que le ha encomendado el comitente,
siempre que la comisión verse sobre com-
pra o venta d.e mercaderías que se coti-
cen en el mercado o en la Bolsa o de va-
lores mobiliarios para los cuales exista
una cotización oficial en el mercado o
en la Bolsa y a condición de que el co-
mitente no le haya prohibido al comi-
sionista figurar como contraparte en la
operación.
El precio que debe servir de base a la
operación es el que esté en vigor en el
mercado o en la Bolsa al momento de ]a
ejecución del acto, y se considera como
ese momento aquél en que el comisio-
nista envía al comitente el aviso de eje-
cución o, más exactamente, aquél en que
entrega este aviso para remitirlo al co-
mitente.
La prohibición puede ser expresa o
tácita. Es tácita cuando el comitente
deja al comisionista en libertad de elegir
la naturaleza y la cantidad de los valores
que le encarga vender, cuando, por 10
mismo, espera de él una absoluta im-
parcialidad, o cuando desea una venta
al «precio del mercado». Pero, por 10
-58-
general, se supone que el comitente no
le ha prohibido el autocontrato.
El comisionista, a su vez, declarará
que ha actuado como contraparte en el
«aviso de ejecución». Si así no 10 hace,
pierde su derecho de actuar como tal;
pero se permite una declaración poste-
rior si el comitente la admite en casos
particulares. La declaración pued.e ha-
cerse también antes de celebrarse el ne-
gocio: el comisionista, por ejemplo, puecle
informar; de antemano, a sus clientes
que él intervendrá como contraparte en
todas las comisiones que se le confíen.
Cuando el comisionista para vender
actúa como contraparte en el negocio
que le ha encomendado el comitente, ad-
quiere para sí, en calidad de comprador,
y al precio de plaza, la mercadería o los
valores; y si es comisionista para com-
prar, se obliga a entregárselos a sí mis-
mo, en calidad de vendedor; de suerte
que tiene todos los derechos y está some-
tido a todas las obligaciones de un ven-
dedor o de un comprador. Por consi-
gujente, el comisionista que celebra una
compraventa consigo mismo debe exa-
minar metódicamente la mercadería des-
de que le es entregada y señalar en el
acto los vicios aparentes al comitente, si
éste es comerciante, sin 10 cual pierde su
derecho de reclamar por ellos.
-59-
Sólo respecto de tres puntos el comi-
sionista conserva, aún después de su
declaración de haber actuado como con-
traparte, una situación particular, dife-
rente de la del comprador o vendedor
ordinario, a saber; a) debe calcular de un
mod.o especial el precio de la mercadería
o del valor, o sea, en la forma que indi-
camos; b) conserva el derecho de pren-
da del comisionista; y e) si es comisio-
nista para comprar debe enviar a su
comitente, en los tres días siguientes a
aquél en que se han entregado los valo-
res, una lista de éstos, con indicación de
su naturaleza, de su valor nominal y de
sus signos distintivos (1).
19. El Código Civil suizo no regla-
ment?- en general el acto jurídico consi-
go mismo.
Según el arto 392 se nombrará curador
cuando los intereses del menor o del in-
terdicto estén en oposición con los del
representante legal. De acuerdo con
este precepto, el art. 282 dispone que
todos los actos jurídicos entre el padre o
la madre y el hijo, o entre éste y un ter-
cero en provecho del padre o madre, se-
rán celebrados, si obligan al hijo, con la
asistencia de un curador y aprobados por
la autoridad. tutelar.
(1) Véase sobre esta materia COSACK, Traité de
Droit Commercial Allemand, traducido al francés
por Leon Mis, 1904, tomo 1, págs. 329 a 338.
-60-
Fluye de aquí que, si bien el repre-
resentante legal puede contratar con su
presentado, no puede hacerlo bajo la for-
ma de un acto consigo mismo, sino me-
diante un contrato en que el incapaz
actúe representado por el curador. La
intervención de este último, que es un
elemento indispensable para la validez
del acto, tendrá lugar siempre que éste
importe una oposición de intereses entre
el representante legal y el menor o el
interd.icto. Así suced.erá si el represen-
tante y el representado d.eben interve-
nir en una partición, si el incapaz
quiere caucionarlo, hacerle liberalidades,
condonarle una deuda, anticiparle el pa-
go o celebrar con él un contrato bilate-
ral. Si esa oposición no existe, la inter-
vención del curador no es necesaria; por
eso, los actos gratuitos celebrados por
el padre o la madre en favor del hijo son
válidos, sin necesidad de esa interven-
ción, aunque los padres tengan interés
en ellos (1).
Esto demuestra que, en principio, el
Cód.igo suizo permite el contrato consi-
go mismo ya que hay casos en que puede
(1) CURTI-FoRRER, Commentaire du Code Civil
Suisse, traduCido del alemán por Max. E. Porret,
1912, arto 282, pág. 231; Y arto 392, pág. 312; ROSSEL
ET MENTHA, Manuel du Droit Civil Suisse, tomo 1,
2.· edición, n.O 636, pág. 438; Y n.O 818, pág. 550.
-61-

tener lugar y si en otros 10 rechaza, es


para evitar el conflicto de intereses (1).
El arto 436 del Código Fed.eral d.e las
Obligaciones confinna esta conclusión,
pues dispone que el comisionista encar-
gado de comprar o vender mercaderías,
efectos d.e comercio u otros valores mo-
biliarios que se coticen en la Bolsa o en
el mercado, puede, salvo ord.en en con-
trario del comitente, entregar él mismo
como vende0or. la cosa que debía com-
prac, o conservar como comprador la
que debía vender.
Según este artículo, el comisionista pa-
ra vender o comprar esas mercad.erías,
efectos o valores puede actuar, por 10
general, como contraparte en el contrato
que su comitente le encarga celebrar.
Sólo le está ved.ac.o hacerlo cuando el co-
mitente se lo ha prohibido expresamen-
te. Por 10 tanto, en los casos a que se re-
fiere el arto 436, la. 'regla general es el
autocontrato y la imposibilidad de cele-
brarlo es la excepción.
«El comisionista está obligado por el
»contrato a defender los intereses del
» comitente en cuanto le sea posible; de-
» be obtener de los terceros las condicio-
» nes más favorables; la ejecución ínte-
» gra de su mandato podría sufrir alguna

(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 86, pág.


168.
-62-

» merma si él mismo actuara como con-


» traparte. Si no se permite al comisio-
» nista que contrate consigo mismo es
» a causa del conflicto de intereses que
» de ello resulta y que 'ordinariamente
» se resolvería en perjuicio del comitente.
» PetO si el resultad.o efectivo d.e1 negocio
:) no peligra por semejante procedimien-
» to, la ley 10 autoriza, como si el comi-
» tente, a causa de la forma en que se ha
» celebrad.o, puede asegurarse d.e que sus
,) intereses están suficientemente salva-
» guardiados, lo que sucederá cuand.o el
» objeto del contrato se cotiza en la Bolsa
» o en el mercado, es decir, cuand.o el co-
l) misionista debe tratar a un precio de-
» terminado» (1),
De ahí que el autocontrato que auto-
riza el arto 436 sólo tiene lugar cuan.do
la comisión versa sobre mercaderías y
valores que se cotizan en la Bolsa o en
el mercado. Respecto de los que no se
cotizan, el comisionista no puede contra-
tar consigo mismo, a menos que el co-
mitente lo autorice expresamente para
ello (2).
(1) SCHNEIDERET FrcK, Commentaire áu Coáe fé-
déral des Obligalions, traducido del alemán por Max.
E. Porret, tomo 1, arto 436, n.os 2.°, 3.° Y 4. 0, pág.
777.
(2) ScHNEIDER ET FrcK, obra citada, arto 436, n.os
5.° y 6.°, pág. 777; ROSSEL, Manuel du Droit Fé-
déral des Obligalions, tomo 1, n.O 787, págs. 514 y
515.
-63-
Para que el comisionista pueda con-
tratar consigo mismo es esencial que exis-
ta un precio de plaza en el lugar de su
domicilio al tiempo de la ejecución del
mandato, aunque éste deba ejecutarse
en otro lugar, porque es ese el precio del
cual debe cuenta a su comitente. Si el
comisionista celebra el autocontrato en
su domicilio y en el lugar de ejecución
del mandato el precio de plaza es más
favorable para el comitente, se aplicará
este último. Por lo demás, el comisio-
nista deberá proteger los intereses del
comitente; de ahí que si el precio ha su-
bido, no deberá ac'.quirir para sí las mer-
caderías e valores al precio con que se
iniciaron las cotizaciones sino al que as-
cendieron después. Deberá igualmente
respetar con toda escrupulosidad las
instrucciones del comitente (1).
Cuando el comisionista contrata con-
sigo mismo se celebra entre él y el comi-
tente un contrato de compraventa so-
metido a las reglas ordinarias de este
contrato; pero siempre subsiste el de co-
misión: el comisionista debe rendir cuenta
de su mandato y tiene d.erecho a la re-
muneración estipulada o usual y a los
gastos ocasionados con su desempeño (2).
(1) SCHNEIDERETFICK,obracitada, arto 436, n.os
14 y 16, pág. 778.
(2) SCHNEIDER ET FICK, obra citada, arto 436, n.OS
17, 18 Y 37 a 40, págs. 778 Y 779.
índice
CAPITULO lB

El acto jurídico consigo mismo en


la legislación chilena

2(}. Los textos legales.-21. En Chile el acta consigo


mismo es jurídicamente posible.-22. La regla
general es su admisibilidad.- 23. Par excep-
ción es inadmisible cuando la ley lo prohibe o
cuando suscita un conflicto de intereses, aun
cuando no exista un texto prohibitivo.-24. Re-
quisitos para que surta efectos.-25. El acto
consigo mismo es inadmisible en maleria judi-
cial.- 26. Cúmulo de mandatos en materia
judicial.- 27. Indicación de los diversos casoS
que se estudiarán.

20. Nuestro Código Civil, a seme-


janza de los Códigos francés, español e
italiano, no contiene ninguna reglamen-
tación de conjunto del acto jurídico con-
sigo mismo. No hay en él precepto
alguno que, de un modo general, 10 pro-
hiba o 10 autorice. El legislador chileno,
al igual que los nombrad.os, se limitó a
consignar disposiciones aisladas para
prohibirlo en absoluto cuando 10 estimó
Autocontl'ataciÓD.-5
-66-
muy peligroso, o para autorizarlo bajo
ciertas condiciones, cuando le pareció
que podía envolver un peligro para el
representado por el conflicto de intere-
ses que ordinariamente suscita un acto
de esta especie.
Estas disposiciones son: Art. 410: «El
» tutor o curador podrá cubrir con los di-
» neros del puPilo las anticipaciones que
» haya hecho a beneficio de éste, llevando
» los intereses corrientes de plaza; mas pa-
» ra ello deberá ser autorizado por los otros
» tutores o curadores generales del mismo
,) pupilo, si los hubiere, o por el juez, en
» subsidio.
«Si el pupz'lo le fuere deudor de alguna
, especie, raíz o mueble, a título de legado,
»fideicomiso o cualquier otro, será pre-
" ciso que la posesión de ella se dé al tutor
" o curador por los otros tutores o curado-
, res generales, o por el juez, en subsidio.»
Art. 412: «Por regla general, ningún
» acto o contrato en que directa o indirec-
. tamente tenga interés el tutor o curador,
" o su cónyuge, o cualquiera de sus ascen-
",' dientes o descendientes legíft"mos, o de
» sus padres o hijos naturales, o de sus
, hermanos legítimos o naturales, o de sus
> consanguíneos o afines legítimos hasta
. el cuarto grado inclusive, o de alguno
. de sus socios de comercio, podrá ejecu-
); tarse o celebrarse sino con autorización
-67-
» de los otros tutores o curadores generales,
» que no estén implicados de la misma ma-
» nera, o por el juez, en subsidio.
«Pero ni aun de este modo podrá el tu-
» tor o curador comprar bienes raíces del
» puPilo, o tomarlos en arriendo; y se ex-
» tiende esta prohibición a su cónyuge, y
» a sus ascendientes o descendientes legí-
» timos o naturales.})
Art. 1796: {(Es nulo el contrato de ven-
» fa entre cóñyuges no dü'orciados, y entre
» el padre y el hijo de familia.»
Art. 1799: «No es lícito a los tutores
}) y curadores comprar parte alguna de los
» bienes de sus pupilos, sino cón arreglo
)} a lo prevenido en el título «De la admi-
» nistración e.e los tutores y curadores».
Art. 1800: «Los mandatarios, los sín-
»dicos de .los concursos, y los albaceas
» están sujetos en cuanto a la compra o
» venta de las cosas que hayan de pasar por
» sus manos en virtud de estos encargos,
)} a lo dispuesto en el arto 2144.»
Art. 2144: «No podrá el mandatario
» por sí ni por interpuesta persona, com-
» prar las cosas que el mandante le ha or-
}} den ado vender, ni vender de lo suyo al
»mandante lo que este le ha ordenado
» comprar; si no fuere con aprobación ex-
»presa del mandante.»
Art. 2145: «Encargado de tomar dine-
» ro prestado podrá prestarlo él mismo al
-68-
:. interés designado por el mandante. o
» a falta de esta designación, al interés
»corriente; pero facultado para colocar
» dinero a interés, no podrá tomarlo pres-
» tado para sí sin aprobación del man-
JI dante.»
El Código de Comercio, por su parte,
contiene también algunos preceptos re-
lacionados con esta materia, a saber:
Art. 57:« Se prohibe a los corredores eje-
:. cutar operaciones de comercio por su
» cuenta o tomar interés en ellas, bajo nom-
»bre propio o ajeno, directa o indirec-
«tamente; y también desempeñar en el
» comercio el oficio de cajero, tenedor de
» libros o dependiente, cualquiera que sea
» la denominación que llevaren.»
Art. 88. «Se prohibe a los martilleros:
'» 2.
0
Tomar parte en la licitación por sí
~ o por el ministerio de terceros.»
Art. 271: «Se prohibe al comisionista,
» salvo el caso de autorización formal, ha-
» cer contratos por cuenta de dos comiten-
» tes o por cuenta propia y ajena, siempre
:. que para celebrarlos tenga que represen-
»tar intereses incompatibles.
«Así, no podrá:
«1. o Comprar o vender por cuenta de
» un comitente mercaderías que tenga para
» venda o que esté encargado de comprar
» por cuenta de otro comitente;
«2. o Comprar para sí mercaderías de
-69-
»sus comitentes, o adquirir para ellos
» efectos que le pertenezcan.»
21. De estos preceptos se despren-
den estas dos conclusiones: 1. o que en
Chile el acto consigo mismo es jurídica-
mente posible; y 2. o que es admisible.
por regla general. .
La posibilidad jurídica del acto consi-
go mi.smo fluye. en primer término. de
aquellos preceptos que, como los arts.
410, 412 y 1796 del Código Civil y 57
Y 88, n. o 2. o del Código de Comercio, 10
prohiben en absoluto. Si este acto cons-
tituyese una imposibilidad jurídica, ha-
bría sido absurdo que la ley 10 hubiese
prohibido en ciertas ocasiones, ya que.
con o sin plOhibición, en ningún caSJ ha-
bría podido celebrar.se en razón de ser
jurídicamente impracticable. Se pro-
hiben los actos que pueden celebrarse
como un medio de prevenir los peligros
que pueden acarrear en ciertas circuns-
tancias; pero no ee prohiben los que, por
su natur21eza, no pueden celebrarse ja-
más. La ley prohibe el matámonio entre
ascendientes y descendientes porque e'3
prácticamente posible, pero no prohibe
el de personas -le un mismo sexo porque
ni jurídica ni materialmente cabe su po-
sibilidad. Si se prohibe un acto es por-
que se reconoce o admite la posibilidad
de su celebración; de modo que al pro-
-70-

hibirse el acto jurídico consigo mismo en


ciertos casos, es porque el legislador re-
conoció que era posible en derecho y si
no lo autorizó en ellos fué por los gcaves
peligros que encierra.
La posibilidad jurí¿.ica del acto consi-
go mismo se comprueba, en seguida, con
aquellos preceptos que, como los arts.
1800, 2144 Y 2145 del Código Civil y 271
del Código de Comercio, lo permiten ba-
jo ciertas condiciones. Si el acto consigo
mismo fuese jurídicamente imposible,
habría sido absurdo que el legislador hu-
biese autorizado formalmente su cele-
bración. Se autoriza la celebración de
actos cuya existencia es posible en De-
recho, pero no la de aquellos que, por su
naturaleza, no pueden ejecutarse en for-
ma alguna. Cuando el legislador regla-
menta un acto o señala requisitos para.
su eficacia es porque acmite su posibili-
dad; de suerte que al autorizar expre-
samente el autocontrato en los casos
mencionados, reconoció que en ellos el
mandatario y el comisionista pueden
contratar consigo mismo y, en consecuen-
cia, que un acto semejante está dentro
de las posibilidades jurídicas.
22. De esos mismos preceptos se des-
prende, igualmente, que en Chile el acto
jurídico consigo mismo es admisible, por
regla general. Si en nuestra legislación
-71-
no existe ningún precepto como el art.
181 del Código Civil alemán, que pro-
hiba el autocontrato en términos gené-
ricos; si las disposiciones prohibitivas
que contienen nuestros Códigos son es-
peciales, se refieren a ciertos y determina-
dos actos consigo mismo, a aquellos que,
por suscitar siempre un conflicto de in-
tereses, se estimó más prud.ente no per-
mitir; si en Derecho privado pued.e ha-
cerse todo cuanto la ley no prohibe; y si
nuestra legislación consagra el principio
de la libertad· de contratar, es forzoso
reconocer que la regla general sobre esta
materia no puede ser otra sino que el ac-
to consigo mismo es admisible entre
nosotros (1).
(1) La afirmación que hicimos en el párrafo 15 de
nuestro artículo «Algunas observaciones sobre las
últimas reformas de los Códigos Civiles de Europa,
etc. », publicado en la Revista de Rerecho y Jurispru-
dencia, tomo 26, sección Derecho, pág. 67, referente
a que nuestro Código adopta en materia de acto con-
sigo mismo el criterio alemán, según el cual este acto
es prohibido, en principio, sólo es exacta por lo que
se refiere al caso del art. 2144 que allí se cita. En ese
párrafo no hemos pretendido analizar el problema
del acto consigo mismo en todos sus aspectos y alu-
dimos solamente al caso del mandatario que compra
para sí lo que su mandante le ha encargado vender,
o vende de lo suyo al mandante lo que éste le ha en-
cargado comprar. A su respecto. nuestro Código si-
gue el criterio alemán, y es eso lo que allí quisimos
decir, pues, por regla general, no puede contratar
consigo mismo: sólo puede hacerlo si el mandante lo
ha autorizado en forma expresa. Fuera de allí, nues-
tro Código se aparta de ese criterio y sigue el de la
-72-

No obsta a lo dicho la circunstancia de


que el autocontrato sea un acto jurídico
unilateral que, a veces, crea obligacio-
nes, porque nuestro Código Civil reco-
noce expresamente semejantes actos uni-
laterales, tales como la aceptación de
una herencia o legado y la agencia ofi-
ciosa (art. 1437). En aquélla, la sola
voluntad del asignatario que acepta la
asignación le impone las obligaciones in-
herentes a toda aceptación de herencia o
legado; y en la segunda, es también la
sola voluntad d.el gestor o agente oficio-
so la que lo obliga para con la persona
cuyos negocios administra (art. 2286).
23. El acto jurídico consigo mismo
es inadmisible cuando la ley 10 ha pro-
hibido expresamente o cuando suscita un
conflicto de intereses.
Según esto, no podrá tener lugar en
los casos de los arts. 410, 412 Y 1796 d.el
Código Civil y de los arts. 57 y 88, n. o
2. o del Código de Comercio. En los ca-
sos d.e los arts. 1800, 2144 y 2145 del Có-
digo Civil y 271 del Código de Comercio
podrá celebrarse si se llenan los requisi-
tos prescritos al efecto; sin ellos tampoco
será válid.o y hará incurrir a su autor en
las S<.l.nciones correspond.ientes.
doctrina francesa, o sea, que el acto consigo mismo
es admisible, por regla general. Hacemos esta adver-
tencia para evitar malas interpretadones y a fin de
que no se crea que estamos en contradicción con lo
que alli dijimos.
-73-

Como todos estos preceptos se fundan


en el conflicto de intereses que ordinaria-
mente origina el acto consigo mismo,
creemos que cada vez que él se presente,
no será posible su celebración, .aunque
no exista un texto expreso que 10 prohi-
ba (1).
En tales casos, serán las circunstan-
cias e.e la causa las que decidirán si es ad-
misible o no y será la apreciación que al
respecto hagan los jueces la que, en d.e-
finitiva, servirá para d.eterminar su efi-
C?,cia o ineficacia (2). Para ello. podrán
tener presentes los preceptos prohibitivos
sobre la mate.ria, porque si bien es cierto
que éstos son excepcionales y no puedan
aplicarse por analogía fuera d.e los casos
que contemplan, dada la ausencia de una
reglamentación general sobre esta ma-
teria, pensamos que los jueces, obligados
como están a fallar los procesos someti-
dos a su conocimiento aun a falta de ley
que resuelva el punto debatido, pueden
'decidir que el autccontrato es inadmi-
sible en todos aquellos casos que, aunque
no contemplad.cs especialmente por la
ley, ofrecen les mismos peligros que el
legislador quiso evitar en los que regla-
(1) DEMOGUE. obra citada, tomo l, n.O 50, pág.
118.
(2) Los jueces de la causa deciden soberanamente
si existe o no conflicto de intereses por ser una mera
cuestión de hecho: PL.~NJOL ET RIPERT, obra cita-
da, tomo l, n.O 509, nota (1), pág. 551.
-74-
mentó de un modo concreto. Es el crite-
rio observado por la jurisprudencia fran-
cesa y aprobado por gran parte de la
doctrina (1).
Nadie podrá negar que la dación en
pago, por ejemplo, ofrece el mismo pe-
ligro que la compraventa, desd.e el punto
e.e vista del autocontra.to. Aquéllél., como
ésta, suscita el mismo temor que el arto
2144 quiso evitar. ¿No es lógico suponer
que ha estado fuera de la intención del
mandante, que no autorizó a su mano.él.-
tario para que comprara 10 que le encar-
gó vender, que éste pued.a hacerse parél.
consigo mismo una dación en pago con
bienes de aquél? Así parece¡ luego, 13.
prudencia aconseja no autonzar seme-
jante autocontrato.
24. El acto jurídico consigo mismo,
al igual que todo acto unilateral, sólo
surte efectos cuando se exterioriza, cuan-
do se toma nota de su existencia en el
medio social en términos que eviten o
(1) PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI, n.O
69, pág. 90; DEMOGUE, obra citada, tomo r, n." 45,
pág. 112; POPEsco-RAMNICEANO, obra citada, pág.
290; VALLIMARESCO, obra citada, pág. 981.
La sentencia de la Corte de Apelaciones de Con-
cepción, que se publica en la Revista de Derecho y
Jurisprudencia, tomo 27, Segunda Parte, Sección
1.-, pág. 656, parece inclinarse en sentido contrario,
pues en sus considerandos 5. o y 6. o interpreta en for-
ma restrictiva la regla del arto 2144 del Código Ci-
vil Y la limita al contrato de compraventa única-
mente.
-75-

hagan imposible su revocación por la sola


voluntad del autor. El autocontrato no
existe prácticamente, dice Demogue, si-
no desde el día que un tercero conozca
suexistencia. .
Como nuestro Código no se ha pro-
nunciado sobre el particular, bastará al
efecto cualquier hecho que, por su natu-
raleza, haga imposible la revocación del
autocontrato, como su otorgamiento por
instrumento público, la realización de
cualquiera d.e las circunstancias que, se-
gún el arto 1703 del Código Civil, sirven
para dar fecha cierta a un instrumento
privado, si el autocontrato se ha otor-
gado en un instrumento de esta especie,
la protocolización del instrumento pri-
vado de que conste, el aviso de su cele-
bración al mandante, el envío a éste de
la cosa sobre que versa; y si se trata de
una autotradición o de una autoentrega,
la inscripción en el Registro correspon-
diente, si la cosa es inmueble o si aqueEa
tiene por causa una prenda agraria o in-
dustrial, etc (1).
25. La regla de que el acto jurídico
consigo mismo es admisible, por lo ge-
neral, sólo tiene aplicación en mate CÍe.
extrajudicial. Tratándose de actos jud.i-
(1) Véanse al respecto los principios expuestos en
los números 10 y 11 del Capítulo I, que son íntegra
mente aplicables entre nosotros, .
-76-

ciales, el acto consigo mismo no se ad-


mite en ningún caso. Nuestra legislación
prohibe que una sola persona pueda
sostener un litigio consigo misma, como
representante del otro o de ambos liti-
gantes.
Es cierto que no existe ningún precep-
to que 10 prohiba en términos genéricos,
pero las diversas disposiciones dictad. as
para cada uno de los casos que pueden
presentarse permiten enunciar esta pro-
hibición como regla general.
Así, el arto 154 del Código Civil dis-
pone que para que la mujer menor pueda
pedir separación de bienes, deberá ser
autorizada por un curador especial, 10
que significa que el marido no la repre-
senta en el juicio d.e separación; el arto
188 ordena que en el juicio de reclama-
ción contra la legitimidad del hijo, se-
guido por el marido, se nombrará un cu-
rador al hijo que 10 necesitare, para que
le defienda en él; el arto 257 establece
que siempre que el hijo de familia tenga
que litigar como actor contra su padre,
le será necesario obtener la venia del juez
y éste, al otorgarla, le dará un curador
para la litis, de modo que en los litigios
entre el padre y el hijo de familia, aquél
no 10 representa; y el arto 506 dispone
que no pueden ser solos tutores o cura-
dores de una persona los que litiguen con
-77 -

ella, por intereses propios o ajenos; el


juez, según le pareciere más convenien-
te, les agregará otros tutores o curadores
que administren conjuntamente, o los
declarará incapaces del cargo. Completa
este conjunto de disposiciones el arto 232
del Código Penal que castiga al abogado
que, teniendo la defensa actual de un
pleito, patrocinare a la vez a la parte
contraria en el mismo negocio.
Todos estos preceptos evidencian que
el legislador chileno no admite que un
juicio pueda seguirse por una sola per-
sona en un c.oble carácter, como parte
directa y como representante de la
contraparte, o como representante de
ambos contendores. Cada litigante que
tiene intereses opuestos debe tener un
representante separado (1). Esto se c1.ebe
a que, como dice Demogue, el juez en un
proceso tiene un rol pasivo, de modo que
si se ocurre a él para que 10 dirima, es ne-
(1) La Corte de Apelaciones de Santiago, funda-
da en que los intereses del marido y de la mujer no
son unos mismos en un juicio de nulidad de su ma-
trimonio, ya que las consecuencias de la dist>lución
del vínculo gravitan con marcada preferencia sobre
la última, declaró que en el juicio en que un tercero
pedía esa nulidad contra ambos cónyuges, el marido
no puede actuar por sí y como representante de su
mujer, y como la demanda fué notificada a aquél en
su doble carácter de parte directa y de representante
legal de su cónyuge, anuló todo 10 obrado y repuso
el proceso al estado de notificar a ésta la demanda
(Gaceta de los Tribunales, año 1914, tomo 1. senten-
cia 68, pág. 140).
-78-
cesarlo que exista un verdadero debate
y no una simple exposición del asunto
por el representante común de los liti-
gantes (1).
Por consiguiente, el padre o madre de
familia, el marido y el guardador no pue-
den litigar consigo mismo como parte di-
recta y'como representante legal de su
hijo, de su mujer o d.e su pupilo, que ac-
túan como contraparte. Un juicio de nu-
lidad. de matrimonio o d.e divorcio, ini-
ciado por el marido contra la mujer o
vice versa, no puede seguirlo aquél con-
sigo mismo como representante legal de
ella. Un guardador que tiene un derecho
que hacer valer contra su pupilo no pue-
de demandarse a sí mismo como repre-
sentante de éste o viceversa. En todos
estos casos se nombrará al incapaz un
curador ad litem de acuerdo con los an-
tedichos preceptos, si su incapacidad 10
hace necesario (2).
La Corte de Talca ha fallado que el
nombramiento de este curador especial
debe hacerse en cada juicio que se pro-
mueva y que es ineficaz el que se haga
anticipadamente antes que los juicios se
inicien, ya que en estas condiciones no
puede conocerse ni siquiera el rol en que
(1) Obra citada, n. 78, pág. 152. Véase, en el mis-
Q

mo sentidb. HUPKA, obra citada, pág. 318, nota 2.


(2) Véase en este sentido Gacela de los Tribunales,
año 1914, tomo 1, sentencia 68 (considerando 4.°),
pág. 140.
-79-
el incapaz figurará en ellos, si como de-
mandante o demandado (1).
26. Lo dicho no obsta a que una mis-
ma persona pueda representar en juicio
a varios litigantes si todos sus intereses
son idénticos. Si son varios los deman-
dantes o varios los demandados y las
acciones de aquéllos y las excepciones de
éstos son unas mismas, pueden actuar
por medio de un mismo procurador. Aun
más, en tal caso el arto 20 del Código de
de Procedimiento Civil les ordena litigar
conjuntamente constituyend.o un solo
mandatario. Pero desde que aparezca
haber entre ellos incompatibilidad de
intereses, podrán litigar por separado
(art. 21 del Código de Procedimiento
Civil).
Igualmente, una misma persona puede
representar a dos o más coasignatarios
en una partición si sus intereses no son
incompatibles. Un tutor o curador puede
actuar por sus pupilos, si son varios; el
padre o madre 'de Ifamiliapueden repre-
sentar a todos sus hijos a la vez; un mis-
mo procurador puede representar a dos
o más copartícipes. Pero el tutor o cu-
rador, que es a la vez coasignatario con
sus pupilos, el padre o la madre de fami-
lía que lo son conjuntamente con sus hi-
jos, no pueden representarlos en la par-
(1) Gacela de los Tribunales, año 1914, tomo IIt
sentencia 515, pág. 1402.
índice
-80-
tición a virtud de los arts. 412 y 257. Es-
tos actuarán representados por otro tu-
tor o curador, si 10 hay, o por un curad.or
especial (1).
27. Para el mejor desarrollo de la ma-
teria, dividiremos este capítulo en cinco
párrafos, destinados: el 1. 0, al acto jurí-
dico consigo mismo del representante
legal de una persona natural; el 2.°, al
acto jurídico consigo mismo del manda-
tario de una persona natural; el 3.°, al
acto jurídico consigo mismo del repre-
sentante de las personas jurídicas; el 4.°,
al acto jurídico consigo mismo realizado
por una persona que quiere fijar la si-
tuación relativa de dos fracciones de su
patrimonio sometidas a regímenes dis-
tintos, yel 5.°, a los casos que no son de
autocontrato y que aparentemente pu-
dieran considerarse tales.
1. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO
DEL REPRESENTANTE LE¡GAL DE UNA
PERSONA NATURAL.
<- ~

A) Tutores y curadores
28. Preceptos legales sobre la materia.-29. Conclu-
siones que de ellos fluyen.-30. La ley prohibe
el acto consigo mismo entre guardador y pupi-
lo; requisitos para que puedan contratar ambos
(1) Véase en este sentido Revista de Derecho y Ju-
risprudencia, tomo XIX, Segunda parte, sección 1."
pág. 487 (Corte Suprema).
-81-
según el arto 412 del CÓdigo Civil.--31. La re-
gla del arto 412 también tiene aplicación er¡
materia }udicial.--32. Intervención de otro
guardador gomeral o de un curador especial.~~
33. Nuestro Código no admite el sibi solvere
del guardador: arto 410.--34. El guardador.
que es acreedor dt:l puPilo. no puede pagarse a
sí mt'smo lo que éste le adeude; cómo díi'bc ha-
cerlo.-35. El guardador, que es deudor del pu-
pilo, lampoco puede Pagarse a sí mismo, en
cuanto representante suyo, lo que adeude a
aquél; cómo debe hacerlo.-36. Sanción de la
conlrm'ención a los aris. 410 v 412 ínc. 1.°-
37. Actos prohibidos entre puPilo y guardador
aun sin la forma de autoconlrato.-38. San-
ción que llevan consigo estos aclos.-39. El
guardador puede adquirir por adjudicación
los bienes raíces que POSM pro indiviso con su
pupilo.-40. Caso del cúmulo de guardas.-
41. ExcepciÓ'n respecto de la Iransacción.-42.
Caso del guardador que actúa. a la ¡'ez, fomó
lal y como manda/ario de un lercero.--43. Lo
dicho en los párrafos anleriores se aPlica a lodo
llltor (1 curadm.

28. En razón del peligro que de or-


dinario entrañan para el pupilo los actos
y contratos entre éste:sr su guardador, el
arto 412 del Código Civil. dispone que, por
regla general, ningún acto en que directa
o ind.irectamente tenga interés el tutor
° curador ° alguno de sus parientes que
a11í se indican, -podrá ejecutarse o cele-
brarse sino con autorización d.e los otros
tutores o curad.ores generales, que no es-
tén implicados de la misma manera, o
del juez, en subsidio; y en su inciso se-
gundo prohibe, en absoluto, al tuto!' o
Au tocontra ladón. ·-6
- 82---

curador comprar bienes del pupilo o


tomarlos en arriendo, y extiende esta pro-
hibición a su cónyuge, ya sus ascendien-
tes o descendientes legítimos y naturales.
A este precepto alude el arto 1799 cuan-
do dice que no es lícito a los tutores y
curadores comprar parte alguna de los
bienes de sus pupilos, sino con arreglo a
lo prevenido en el título De la administra-
ción de los tutores y curadores.
A su vez, el arto 410 establece que el
tutor o curador podrá cubrir con los di-
neros d.el pupilo las anticipaciones que
haya hecho a beneficio de éste, llevando
los intereses corrientes de plaza, siempre
que sea autorizac.o por los otros tutores
o curadores generales del mismo pupilo,
si los hubiere, o por el juez, en subsidio;
si el pupilo le fuese deudor de alguna es-
pecie, raíz o mueble, a título de legado,
fic,eicowiso o cualquier otro, será preci-
so que la posesión de ella se dé al tutor
o curador por los otros tutores o curado-
res generales, o por el juez, en subsidio.
29. De los antedichos preceptos se
desprenden estas dos conclusiones: 1. o
que nuestra legislación prohibe, en ge-
neral, el acto consigo mismo entre el pu-
pilo y su guardad.or bajo la forma de au-
tocontrato o selbstkontrahieren, porque
cad.a vez que entrambos deba realizarse
un acto o contrato es necesaria la auto-
-83-

rización de los demás tutores o curadores


que no estén igualmente implicados, o
del juez, en subsidio; y
2. o que no todos los actos y contratos
entre ~Llardad.ores y pupilos, aun sin la
forma de actos consigo mismo, están per-
mitidos (1).
30. La ley no prohibe que el tutor o
curador contrate con su pupilo ni que
tome interés directo o indirecto en un
acto o contrato en que éste sea parte.
Por el contrario, los autoriza para que
puedan celebrar entre ellos too.a clase
de actos y contratos, a excepción de los
que menciona el me. 2. del arto 412. El
0

tutor o curador puede vender sus bienes


raíces o muebles al pupilo (2), puede do-
nárselos, puede adquirir un crédito en
contra suya (3), puede darle en arriendo
sus bienes raíces y muebles, puede con-
tratarlo como obrero o empleado. El pu-
pilo, a su vez, puede vende:rle y darle en
arrendamiento sus bienes muebles (4),
pues la prohibición es sólo para los in-
muebles. Ambos pueden pactar un eon-
(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n." 51, pág.
118.
(2) ALESSANDRI, De la compraventa y de la prome-
sa de venta, tomo 1, n. o 507, pág. 540.
(3) ALESSANDRI, obra citada. tomo 1, n.O 506,
pág. 539; CLARO SOLAR, Explicaciones de Derecho
CMl Chileno, tomo IV, n.O 2244, pág. 409.
(4) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 489,
pág. 529 Y n.O 493, pág. 532.
-84-

trato de sociedad., de mutuo, de prenda,


de trabajo, d.e transporte, de arrendamien-
to de servicios, etc. Pero tOO.OS estos ac-
tos o contratos, sean a título oneroso o
gratuito, pues la ley no distingue, no
pueden celebrarse bajo la forma de un
autocontrato: el guardador no puede ac-
tuar en ellos por sí solo en su doble ca-
rácter de parte y d.e guard.ad.or. Deben
celebrarse con la autorización de los de-
más guardadores no implicados igual-
mente, o d.el juez, en subsidio (1).
Se ha fallad.ó que como la cesión de
un crédito contra el pupilo a favor del
curador, estableciendo la condición de
acreedor del segundo con respecto al pri-
mero, es un acto que por su propia na-
turaleza envuelve la contraposición de
intereses entre el pupilo y su represen-
tante y afecta directamente a aquél, no
puede ejecutarse sino con las formalida-
des y disposiciones exigidas por la ley,
es decir, con la autorización previa de los
otros tutores o curad.ores que no estén
implicados de la misma manera o con
la del juez, en subsidio, sin que baste, al
efecto, el hecho de que se solicitara por
el curador el nombramiento de un cura-
dor especial para el pupilo a fin d.e noti-
(1) CLARO SOLAR, obra citada, tomo IV, n.O 2244,
pág. 409; y n.O 2246, pág. 410; ALESSANDRI, obra
citada, tomo I, n.os 490,491,493, 506 Y 507.
-85-

ficarJe la cesión del crédito. pues lo que


quiere la leyes que el acto mismo de la
cesión se haga con esa previa autoriza-
ción (1).
31. La regla del art. 412 del Código
Civil se aplica a los actos extrajudiciales
ya los judiciales. La ley no distingue; sus
ténninos son generales y comprenden to-
do acto del pupilo en que tenga interés
directo o indirecto el tutor o cUrador.
De acuerdo con este precepto. se ha
fallado por la CDrte Suprema que la ma-
dre guardadora de sus p.ijos menores no
los pued.e representar eficazmente en el
juicio de partición e.."1 que una y otros son
interesados. porque la partición es un
juicio doble en que cada comunero ejer-
cita. como parte, derechos propios. en
contraposición a los que de la misma ma-
nera y recíprocamente ejercitan los de-
más comuneros, de mod.o que hay entre
todos éstos incompatibilidad de intere-
ses, lo que obligaba a la guard.adora a
proceder con la autorización de Jos de-
más tutores o curadores no implicados o
del juez, en subsidio; y como prescindió
de ella, se anuló el compromiso y la par-
tición en que la madre intervino en su
carácter propio y personal y también co-
mo guardadora de sus menores hijos y
(1) Gacela de los Tribunales, año 1890, tomo I,
sentencia 1828, pág. 951.
-86-
la adjudicación hecha a ella de todos los
bienes de la sucesión y, entre ellos, de
varios inmuebles (1).
32. En los casos del arto 412, cuando
se celebre un acto o contrato entre el
guardador y su pupilo o se trate ¿e un
juicio o partición en que ambos tengan
intereses opuestos, la representación del
pupilo la asumirá otro guardador gene-
ral, que no esté implicado de la misma
manera, si 10 hay, o un curador especial,
en caso contrario (2).
Es cierto que nuestro Código no con-
tiene un precepto que, al igual que los
arts. 420 del Código francés y 392 del
Código suizo, disponga que cada vez
que haya oposición de intereses entre el
guardador y el pupilo se nombrará a éste
un curador que actúe en su representa-
ción, pero la necesidad de este nombra-
miento fluye de numerosas disposiciones,
tales como los arts. 410, 412, 416 y 494
y, muy especialmente, de la circunstancia
e.e que siendo incapaz el pupilo y no pu-
diendo actuar solo ni representado por
(1) Revista de" Derecho y Jurisprudencia, tomo
XIX, 2," parte, sección L·, pág. 487.
(2) En este sentido, CLARO SOLAR, Explicaciones
de Derecho Civil Chileno, tomo V, n.O 2555, pág. 226;
BORjA, Estudios sobre el Código Civil Chileno, tomo
VI, n.O 202, pág. 280; ALESSANDRI, De la compra-
venta y de la promesa de venta, tomo 1, n,o 492, pág,
531 y n. o 506 in fine, pág. 540; PLANIOL ET RIPERT,
obra citada, tomo 1. n. o 509, pág. 550.
- 87-

su guardador, alguien debe asumir su


representación y ese no es otro que un
curador especial, que es precisamente el
que se da para un negocio particular
Cart. 345) (1).
33. ¿Admite nuestro Código el sibi
solvere del Derecho Romano, es decir,
puede el guardad.or, que es acreedor del
pupilo, pagar~ a sí mismo como tal
acreedor, 10 que aquél le adeude, o pa-
garse como representante del pupilo, de
quien es deudor, 10 que él personalmente
le debe?
La negativa parece evidente dados los
ténninos de los arts. 410 y 412 del Có-
digo Civil. Desde luego, no puede caber
duda alguna respecto d.e las anticipa-
ciones que el guardador haya hecho a
beneficio del pupilo ni del pago de espe-
cies, raíces o muebles, que el pupilo le
adeude, porque el arto 410 las contempla
expresamente.
Las anticipaciones que el tutor o
curador haya hecho en beneficio del pupi-
lo, esto es, las cantidades que haya su-
ministrado con sus propios dineros para
atender 3.1 pago de las obligaciones e.el
(1) Gaceta de los Tribunales. año 1914, tomo 1,
sentencia 68, pág. 140. En el considerando 4. 0 de
esta sentencia la Corte de Apelaciones de Santiago
reconoce la necesidad de este nombramiento cuando
haya oposición de intereses entre el representante
legal y el incapaz.
-88-
pupilo o los gastos que demanden la
guarda o su educación, alimentación y
liabitación, mientras se perciban las ren-
tas o bienes del pupilo, no podrá cubrir-
las con los dineros de éste sin la autoriza-
ción de los otros tutores o curadores
generales, si los hubiere, o del juez, en
subsidio. Sólo así. podrá cubrirse de ellas
con esos dineros y abonarse los intereses
corrientes de plaza (1).
Es verd,ad. que, una vez obtenida esta
autorización, el guardac.or podrá efec-
tuar por sí solo el acto material e.e tomar
e1'dinero de 1(1. caja del pupilo y llevarlo
a la suya, pero no por esto puede decirse
que hay aquí un acto consigo mismo,
pues para llevarlo a efecto requiere el
concurso de la voluntad. de otra persona
(otro guardador o el juez), 10 que le quita
ese carácter.
Confirma esta. opinión el arto 450 del
Proyecto de 1853, pues allí se disponía
que si no había otros tutores o curado-
res que autorizaran el acto, el guardador
lo haría por sí solo, sentando la corres-
pondiente partida en el libro diario de la
cuenta, tal como se hacía en Roma.. De
haberse mantenid.o esta disposición, no
cabe duda que en el pago de esas antici-
paciones habría habido un acto consigo
(1) CLARO SOLAR. obra citada. tomo IV. n.O 2231,
pág. 398.
-89-

mismo; pero fué sustituida por el actual


arto 410 en que la autorización del juez
reemplaza la anotación de la partida en
el libro diario de la, cuenta, con que se
contentaba el Proyecto cuando no había
otros guardadores.
Igualmente, si el pupilo fuere deudor
al tutor o curador de alguna especie, raíz
o mueble, a título de legado, fideicomiso
o cualquier otro título, el guardador no
puede pagársela a sí mismo. Debe serle
entregada por los otros tutores o cura-
dores generales, si los hay, o por el juez,
en subsidio, en cuyo caso éste nombrará
un curador especial para que proced.a a
hacer la entrega (1). Tampoco cabe aquí
el sibi soh1ere de los romanos.
34. Si el tutor o curador es acreedor
del pupilo por una deud.a diversa de las
que contempla el arto 410, si 10 es por un
crédito que ha a.dquirid.o en contra suya.,
por un alcance hereditario, etc., ¿podría
pagarse a sí mismo? El señor Claro So-
lar sostiene la afinnativa, aunque con
razones muy débiles, en nuestro con-
cepto (2).
(1) CLARO SOLAR, obra citada, tomo IV, n.os
2235,2236 Y 2237, págs. 403 y 404; BORjA, obra ci-
tada, tomo VI, n. 193, pág. 269.
Q

(2) Obra citada, tomo IV, n,O 2154, pág. 323. Los
autores franceses se pronuncian en el mismo sen ti-
,do! pero ello se debe,a que en el Código francés no
eXIsten preceptos analogos a nuestros artículos 410
y 412. Véanse DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n. o
51, pág. 118 in fine; PLANIOL ET RIPERT, obra dta-
da, tomo VI, n. o 70, pág. 90 v tomo 1, n. o 261 pág
312. . ,.
- 90-

Creemos, sin embargo, que la negati-


va no puede ofrecer dudas dado que el
arto 412 se refiere a todo acto o contrato
en que directa o indirectamente tenga
interés el tutor o curador y la solución o
pago efectivo es un acto en que, en este
caso, tiene interés directo el guardador;
y que el arto 410, al no permitir que el
tutor o curador pueda entregarse a sí
mismo las especies, raíces o muebles, que
le deba el pupilo, se refiere a toda cosa
que éste pueda adeudarle por cual-
quier título y el dinero es, por cierto, cosa
mueble. A esto se agrega que si el inciso
1. o del arto 410 no autoriza el sibi solvere
tratándose de anticipaciones qu,.e el tu-
tor o curador haya hecho en beneficio
del pupilo, con igual o mayor razón no 10
autorizará respecto de otras obligaciones
del pupilo para con aquél, toda vez que
las anticipaciones se hicieron para favo-
recerlos y obviar la falta de recursos que
existió en un cierto momento, 10 que, se-
guramente, no acontecerá con esas otras
obligaciones.
Por último, cabe recordar que el arto
506 no permite que un acreedor de una
persona pueda ser solo su tutor o cura-
dor, en cuyo caso el juez, según le pare-
ciere más conveniente, le agregará otro
tutor o curador que administre conjun:-
tamente o lo declarará incapaz del cargo.
-91-

Esto revela que, según el legisladar, hay


en tal caso oposición d.e interese,;, entram-
bos; siendo así, no se ve cómo podría
pagarse a sí mismo el tutor o curador ya
que todos los preceptos de nuestro Có-
digo concurren a demostrar líjue, exis-
tiendo esa oposición, el guardador no
puede actuar por sí solo.
En el caso en examen, el pago deberá
hacerse con arreglo al art. 412, es d.ecir,
con la autorización de los otros tutores
o curadores no implicados, si los hubiere,
o del juez, en subsidio.
35. Par idénticas consideraciones,
creemos que si el tutor o curador es deu-
dor del pupilo, par cualquiera causa,
tampoco puede pagarse por sí solo a sí
mismo en cuanto representante suyo.
Este pago es un acto y como en él tiene
interés directo el guardador, queda com-
prendido de lleno en el arto 412, a lo que
se agrega que el arto 506 se refiere tam-
bién al que sea deudor del pupilo. Para
su eficacia deberá, pues, hacerlo con
autorización de los demás tutores o cu-
radores no implicados, o del juez, en
subsidio.
36. La contravención de los arts.
410 Y 412, inc. 1. o del Código Civil, está
sancionada con ·10. nulidad relativa del
acto o contrato ejecutado por el guar-
dador sin la autorización de los demás
- 92-

guardadores o del juez, en subsidio. Se


habría omitido en él un requisito o for-
malidad exigido por la ley en considera-
ción al estado o calidad. de las personas
y no a la naturaleza del acto o contrato
(a.rt. 1682) (1). En consecuencia, la nu-
lidad sólo pueden invocarla el pupilo, sus
herederos o cesionarios, prescribe en
cuatro años contac.os desde que cesó la
incapacidad y puede scmearse por su ra-
tificación (arts. 1684, 1691 y 1696).
Se ha fallad.o que es nula la cesión de
un créd.ito contra el pupilo a favor del
curador, estableciend.o la. condición de
acreed.or d.el segundo, con respecto al
primero, si se efectuó sin previa autori-
zación de los otros tutores o curac.ores
no implicad.os, o del juez, en subsidio,
por cuyo motivo el crédito cedido en ta-

(1) PLANIOLET RIPERT, obra citada, tomo l, n. o


261, pág. 313 Y n. o 270, pág. 321; Ytomo VI, n.O 70,
pág. 90; CLARO SOLAR, obra citada, tomo IV, n.o
2246, pág. 41Q.. En nuestra obra De la compraventa
y de la promesa de venta, tomo l, n.O 517. pág. 547,
sostuvimos que esta nulidad era absoluta en aten-
ción a que el arto 230 del Código Penal pena al guar-
dador que se interesare directa o indirectamente en
algún contrato relativo a los bienes del pupilo; pero
un mayor estudio de la cuestión nos ha hecho aban-
donar esa opinión y pronunciarnos por la que expo-
nemos en el texto. La penalidad que un acto o con-
trato pueda llevar consigo, no puede influir en la
naturaleza de la nulidad de que esté afectado que se
determina exclusivamente por el Derecho Civil, con
prescindencia de aqueUa circunstancia.
--- 93 -

les condiciones no es título bastante para


ejecutar al pupilo (1).
Se ha fallado, igualmente, que es nulo
el descuento de un documento otorgado
a favor del curador hecho pot éste con
dinero de su pupilo sin cumplir con los
requisitos del arto 412 del Código Ci-
vil y, en consecuencia, el ex-curador
debe devolver a su ex-pupilo que lo pide,
el dinero invertido en ese descuento (2).
37. En atención a los peligros que es-
tos actos eml1elven siempre, el inciso
2. o del arto 412 prohibe al tutor o cura-
dor comprar los bienes raíces del pupilo
o tomarlos en arrendamiento. A virtud
del arto 1899 del Código Civil, tampoco
puede permutar esos bienes por los suyos
propios. Estos actos no pueden cele-
brarse ni aunque el tutor o curador fuere
autorizado para ello por los demás tuto-
res o curadores generales no implicados,
o por el juez, en subsidio, pues ese pre-
cepto dispone que «ni aun de este modo»
podrá el tuto't o curador comprar o to-
mar en arriendo esos bienes (3).
La prohibición para comprar los bie-
(1) 'Gaceta de los Tribunales. año 1890, tomo 1,
sentencia 1828, pág. 95l.
(2) Gacela de los Tribunales, año 1862-63, senten-
cia 1037, pág. 387.
(3) CLARO SOLAR, obra citada, tomo IV, n." 2250,
pág. 415; BORj.:\, obra citada, tomo VI, n. o 203, pág.
281; ALESSANDRI, obra citada. tomo 1. n.n 495. pág.
532.
-94-

nes raíces del pupilo rige, sea que se ven-


dan voluntariamente o en venta forzada
a consecuencia d.e una acción jud.icial
intentada por el guarda.d.or mismo o por
un tercero (1), sea que la venta se haga
en pública subasta (2), sea que el guar-
dador los compre directamente o por Ín-
terpósita persona (3). El artículo 412
no distingue.
38. La. contra.vención a esta prohi-
bición acarreo. la nulida.d. absoluta del
contrato c.e compraventa, de permuta o
de orrendamiento, celebra.c.o por el tu-
tor o curador, a virtud. de los arts. 10
y 1682 del Código Civil, pues se trata de
un contrato prohibido por la ley y en éste,
según el art. 1466, hay objeto ilícito (4).
39. No obstante los términos ¿.el arto
412, el tutor o eurac.ür puecl.e a.d.quirir
los bienes ro.íces ¿.el pupilo en que sea
comunero o coasignatario con él, pero
siempre que 10. o.d.quisición se hago. me-
diante adJudica.ción de la cosa común y
observándose las formolid.ad.es preserita.s
(1) ALESSANDRI. obra citada, tomo l, n.O 497,
pág. 533.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo I. n.O 496,
pág. 532.
(3) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1. n.o 508,
pág. 540. .
(4) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 517,
pág. 547. En contra CLARO SoLAR, obra citada. to-
mo IV, n.O 2253, pág. 419, que sostiene que la nuli-
dad es relativa.
- 95-

por los arts. 396, 1322, 1326 y 1342 del


Código Civü. En tal caso, no hay, en
realid.ad, compraventa, ni puede d.ecirse
que los bienes adjudicados al guardad.or
hayan sido «bienes del pupilo», dados
los efectos que el arto 1344 atribuye a los
actos de partición. Excusado creemos
decir que en esa partición o liquidación
el pupilo actuará representael.o por sus
otros guardad.ores, si los hay, o por un
curador especial (1).
Lo dicho no sÍgrifica que el tutor o cu-
rad.or pt:eCa comprar la cuota que el pu-
pilo posea en el bien r3.íz de que ambos
son copropietarios. Hay entonces com-
pra.venta, que queda comprendida en la
prohibición el.el 3rt. 412 inc. 2. o
40. Un mismo guardador puede te-
ner bajo su guarda varios pupilos (art.
347 del Código Civil). ¿Podría, en tal
caso, contratar consigo mismo como re-
presentante de cada uno de ellos? ¿Po-
dría, par ejemplo, celebrar por sí solo y
en representación de sus distintos pupi-
los un ccntrato de compraventa o de
arrendamiento de los bienes de uno a
favor del otro?
Demogue se pronuncia por la afirma-
(1) CLARO SOLAR, obra citada, tomo IV, n.O
2254, pág. 421; DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O
51, pág. 119 y los demás autores que cita en la nota
2 de esa página; PLANlOL ET R1PERT, obra citada,
tomo 1, n. o 593, pág. 628.
- 96--
tiva (1). Planiol por la negativa (2).
Por nuestra parte, creemos que lo pue-
d.e hacer, pues ninguna disposición se lo
prohibe como habría d.ebid.o hacerlo el
legislador si hubiese querido impedir es-
ta clase de contratos cuya posibilidad
ha podid.o prever ya que en el arto 347
contempló expresamente el caso de que
una misma persona fuese a la vez guar-
d.ador de varios pupilos (3).
Este autocontrato es posible aunque
consista en la venta o el arrendamiento
d.e bienes raíces. La prohibición del in-
ciso 2. o del arto 412 reza para con el guar-
d.ador y no respecto de los otros pupilos,
a menos que el pupilo comprad.or fuere
cónyuge o ascendiente o descendiente
legítimo o natural d.el guardador, pues
entonces la prohibición también lo al-
canza, según ese precepto. La autoriza-
ción d.e los demás tutores o curad.ores que
no estén implicados de la misma manera,
o del juez en subsidio, no es necesaria,
a no ser que un contrato semejante pu-
diera significar para el guardad.or un in-
terés directo o indirecto (art. 412).
Cuand.o se celebre el autocontrato a
(1) Obra citada. tomo 1. n.O 62. pág. 136 in fine.
(2) Trai¡é Elémentaire de Droi¡ Civil. tomo l. 11.-
edición. n.O 1717, pág. 572.
(3) Con mayor razón. el guardador de dos pupi-
los podrá autorizarlos para que contraten entre sí.
En este sentido: DEMOGUE. obra citada, tomo I, n.O
76. pág. 151.
-97-

que aquí nos referimos, en el instrumen-


to d.e que él conste comparecerá el guar-
dador por sí solo en su doble carácter de
guardad.or de cada parte.
41. El guardador, en su doble ca-
rácter de representante legal de ambas
partes, poórá celebrar consigo mismo
tod.a clase de contratos: compraventa,
arrendamiento, sociedad, préstamo, etc.,
a excepción del de transacción, porque
si ésta es pactada por una rola persona,
dice Demogue, deja de ser tal para conver-
tirse en un 3xbitraje en que se confieren
al árbitro poderes muy amplios e ilimi-
tados: no solamente el de juzgar sino el
de tenninar el asunto en la mejor forma
para ca.da parte. «Se comprende que un
::t acto tan delicad.o no pued.a hacerse sin
» autorizo.ción especial d.e los dos inte-
~ resados» (1).
42. Por las misma.s razones que expu-
simos en el n. o 40, creemos que el tutor
o curador pued.e contratar consigo mis-
mo como representante d.el pupilo y co-
mo mand.atario de un tercero y celebrar.
en ese doble carácter, cualquier contra-
(1) Obra citada, tomo 1. n.O 64, pág. 138; Huc,
Commentaire Tkebríque el Pratique du Cade Ciui/.
tomo XII. n. o 33 in fine, pág. 53; POPEsco-RAMNI-
CEANO, obra c)tada, pág. 290. En el mismo sentido
véase el considerando 7. 0 de la resolución de la Di-
rección de los Registros de Madrid, que se publica
en la Revista de Derecho Prir'ado, año XVII, pago 346.
AUlocontratación.--7
-98-

to aun de aquellos a q~e se refiere el in-


ciso 2. 0 del arto 412, siempre, natural-
mente, que su mandante no sea cónyuge,
ascendiente o descendiente legítimo o na-
tural del guardador, pues a éstos tam-
bién les está prohibida su celebración.
Puede, por lo tanto, comprar o tomar en
arriendo para su mandante los bienes
raíces (1) o muebles (2) de su pupilo,
comprar o tomar en arriendo para éste
los de aquél y, en general, celebrar por
sí solo y como representante de ambos,
toda cla.se de contrates, exceptuado el
de transacción.
No requiere para ello la autorización
de los demás guardadores no implicados
o del juez en subsidio, a menos que de
ese contrato reporte algún interés directo
o indirecto; como si se hubiese estipulado
alguna remuneración per el mandato. En
tal caso, se aplicaría el arto 412. Pero si
el mandato fuere gratuito y del contrato
que el guardador celebre consigo mismo
no reportará ninguna utilidad, ni directa
ni indirecta, podrá hacerlo por sí solo
sin necesidad de cumplir con las forma-
lidades de ese precepto. Claro está que
para la venta de los bienes del pupilo se
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 498.
pág. 533.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 494.
pág. 532.
índice
-99-
observará 10 prevenido en los arts. 393
y 394 del Código Civil.
Cuando tenga lugar el autocontrato
de que aquí tratamos en el instrumento
de que conste, comparecerá el guard.ador
por sí 8.010 en su doble carácter de guar-
dador de uno de los contratantes y de
mandatario del otro.
43. Todo cuanto hemos dicho en los
núms. 28 a 42, inclusive, se aplica a todo
guardador, sea testamentario, legítimo
o dativo. Por consiguiente, rige con los
tutores y curadores generales, con los
curadores de bienes (art. 487), con los
adjuntos, con los interinos y con los es-
peciales cuando haya lugar a ello (1).

B) Padre y madre de familia


44. Por regla general, el acto consigo mismo entre el
padre y el hijo de familia es admisible.-45.
Cuándo es admisilJle.-46. Cómo pueden con-
tralar el padre y el hijo de familia cuando no
es posilJle hacerlo en forma de autocontrato.-4T
Sanción del aulorontrato del padre de familia
cuanlÚJ es inadmisilJle.-48. El contrato d~
compraventa entramlJos está prohibido aún
sin la forma de autocontrato.-49. Sanción de
la compraventa entre el padre y el hijo de fami-
lia.-50. El padre y el hijo de famUia pueden
adquirir por adjudicación los lJienes en que
ambos son copropielarios.-51. Caso del au-
tocontrato del padre de familia que tiene varios
hijos bajo patria potestad.-52. Caso del au-
--
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 510 y
511, págs. 542 Y 543.
- 100-

tocontrato del padre de familia que contrata


consigo mistnQ crmw representante de su hijo
y como mandatario o guardador de otra persona.
-53. Excepciones a los dos números preceden-
tes.-54. Lo dicho anteriormente es aplicable
o Jo madre que ejerce Jo patria potestad.

44. Respecto del padre de familia, el


Código no contiene un precepto análogo
al del art. 412. Ha estimado tal vez que,
dadas las relaciones que en este caso me-
dian entre el representante y el incapaz,
hay menos peligro de abusos. No existe
tampoco, como en otros Códigos, una
disposición que establezca de un modo
general que cuando entre el padre y el
hijo de familia exista o¡x>Sición de inte-
reses, actuará en nombre de éste un tu-
tor ad hoe como en Francia, un defensor
como en España o un curador como en
Suiza (1). Sobre el particular sólo tenemos
el art. 1796 que prohibe el contrato de
venta entre el padre y el hijo de familia
y algunas disposiciones aisladas que pres-
criben el nombramiento de un curador
especial para el hijo en ciertos casos en
que la oposición de intereses entre éste
y su padre es manifiesta (arts. 124, 188
Y 257).
Por esto eremos que el acto consigo
mismo entre el padre y el hijo de familia
(1) Art. 389 del Código Civil francés; arts. 282 y
392, n.O 2.°, del Código Civil suizo; art.224 del Có-
digo Civil italiano; arto 165 del Código Civil español.
-101-

bajo la forma de un autocontrato o selbst-


kontrahieren es posible, por regla gene-
ral, siempre, naturalmente, que no exis-
ta oposición de iQtereses ya que, según
dijimos, cada vez que ésta exista, el ac-
to consigo mismo es inadmisible, aun-
que no haya un texto legal que así lo de-
clare (1).
Si no hay oposición de intereses, el
autocontrato del padre de familia que
actúa, a la vez, en su propio nombre y
como representante legal de su hijo es
perfectamente posible y eficaz.
En tal caso, en el documento de que el
acto conste comparecerá en su doble ca-
rácter de contratante directo y de repre-
sentante legal del hijo.
Así, el padre d.e familia que hace una
donación a su hijo podrá aceptada por sí
mismo a nombre de aquél (2), podrá con-
tratar un seguro sobre su propia vid.a en
beneficio de su hijo y aceptarlo en
nombre de éste (3), podrá pagarse a sí
(1) En Francia la solución es distinta porque allí
existe el arto 389 del Código Civil que dispone co-
mo regla general que si hay oposición de intereses
entre el administrador y el menor, se nombrará a
este último un administrador ad floc por el tribunal;
DEMOGUE, obra citada, tomo l, n.O 52, pág. 120;
PL4.NlOL ET RIPERT, obra citada, tomo l, n.O 372,
pág. 423, tomo VI. n.O 70, pág. 90.
(2) HUPKA, obra citada, pág. 324, nota (a).
(3) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 52, pág.
121, in fine; PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo
r, n.O 261, pág. 312 Y tomo VI, n," 70, pág. 90.
- 102-

mismo el dinero que él personalmente


adeude a su hijo, podrá aceptar la hi-
poteca o prenda constituida sobre sus
propios bienes para caucionar al hijo la
obligación de que le sea deudor, etc.
Todos estos actos no entrañan ninguna
oposición de intereses entre el padre y
el hijo de familia; al contrario, son be-
neficiosos para éste. De ahí que se ad-
mitan aun en países que, como Francia
y España, no reconocen como posible,
en principio, el autocontrato entre el pa-
dre y el hijo de familia (1).
45. Pero si existe oposición de inte-
reses entre el padre y el hijo de familia,
si los de uno Y otro son divergentes, cir-
cunstancia que los jueces del fondo de-
cidirán soberanamente en caso de con-
troversia al respecto (2), el acto consigo
mismo no es posible entre ellos. Como ha
dicho la Corte de Apelaciones de San-
tiago, desde que esto ocurre el represen-
tante deja de representar al incapaz (3).
Así sucederá, ordinariamente, en los con-
tratos de arrendamiento que pudieren
celebrar el padre y el hijo, en los de so-
ciedad, de mutuo, de transacción, etc.
(1) Véanse las citas de las dos notas precedentes.
(2) PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo 1, n.O
509, nota (1), pág. 551.
(3) Gacela de los Tribunales, año 1914, tomo 1,
sentencia 68, pág. 140 (considerando 4. o). En el mis-
mo sentido: PLANIOL ET RIPERT, tomo 1, n.0261, pág.
312 y tomo VI, n.O 70, pág. 90.
-103-

46. Todos los contratos que provo-


quen entrambos un conflicto de intere-
ses pueden celebrados, sin embargo, pero
no bajo la forma de autocontrato. En
ellos el hijo de familia actuará represen-
tado por un curador especial, porque si
bien no existe un texto expreso sobre el
particular, la necesidad de este nombra-
miento fluye de los arts. 124, 188 Y 257,
de los cuales resulta que cada vez que
entre el padre y el hijo de familia exista
oposición de intereses se nombrará a éste
un curador especial (1).
La intervención de este curador será
imprescindible en materia judicial, de
modo que en los juicios de partición en
que ambos sean copartícipes o en los li-
tigios del uno contra el otro o en aque-
llos en que sus intereses no sean idénti-
cos, el hijo actuará representado por un
curador mi litem (2).
47. El autocontrato entre el padre
y el hijo de familia, fuera de los casos en
que es admisible, es nulo relativamente,
en conformidad al inciso final del arto
1682 del Código Civil (3).
(1) CLARO SOLAR, obra citada, tomo V, n.O
2555, pág. 226; PLANIOL ET RIPERT, obra citada, ro-
mo 1, n.O 261, in fine, pág. 313.
(2) Véase el n.O 25 de este Capítulo III. CLARO
SOLAR, tomo III, n.O 1622, pág. 231.
(3) PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI,
n.O 70, pág. 90.
-104-

48. Según los arts. 1796 y 1899, los


contratos de compraventa y permuta de
bienes raíces o de muebles no pueden ce-
lebrarse entre el padre y el hijo de fa-
milia (1). Están prohibidos entrambos.
aunque no se hagan bajo la fonna de
selbstkontrahz·eren. -Ni el padre puede
comprar los bienes del hijo de familia ni
éste los de aquél, ni pueden tampoco per-
mutarlos, aunque para ello se obtuviere
autorización judicial.
La prohibición rige, sea que la venta se
haga privadamente o en pública subas-
ta (2), voluntaria o forzadamente a con-
secuencia de una acción judicial inten-
tada por el uno contra el otro o por un
tercero (3), directamente o por interpó-
sita persona (4).
49. La compraventa y la pennuta en-
tre el padre y el hijo de familia es nula
absolutamente, porque, por ser un con-
trato prohibido por la ley, adolece de
objeto ilícito (arts. 10, 1466 y 1682) (5).
50. El padre y el hijo de familia pue-

(1) ALESSANDRI. obra citada, tomo l, n.os 371


y 372, págs. 420 Y 422.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1. n.O 373,
pág. 424.
(3) ALESSANDRI. obra citada. tomo I. n.O 374,
pág. 424.
(4) ALESSANDRI, obra citada. tomo l, n.O 379,
pág. 430.
(5) ALESSANDRI. obra citada. tomo 1, n.O 378,
pág. 429.
- 105-

den adquirir por adjudicación los bienes


en que ambos sean comuneros, sin que
obste a ello el arto 1796. Aquí no hay
compraventa. Rige al respecto todo cuan-
to dijimos en el n. o 39 acerca de la adju-
dicación al tutor o curador de los bienes
que posea pro indiviso con su pupilo.
Las observaciones y principios allí for-
mulados son igualmente aplicables a este
caso y a ellos nos remitimos.
51. Un mismo padre de familia pue-
de tener varios hijos bajo patria potes-
tad. Como la ley no le ha prohibido con-
tratar consigo mismo en representación
dedos o más de ellos, creemos que puede
hacerlo. El padre de familia, actuando
en su doble carácter de representante
legal de cada contratante, puede cele-
brar entre sus hijos contratos de venta.
arrendamiento, mutuo. etc. (1). En ta-
les casos, en el instrumento en que cons-
te el contrato, el padre comparecerá por
sí solo como representante de cada uno
de los hijos en cuyo nombre 10 celebra.
52. Igualmente, el padre de familia
puede contratar consigo mismo como
representante legal de su hijo y como
mandatario o guardador de otra persona
y celebrar, en este doble carácter, cua1-
(1) DEMOGUE, obra citada. tomo I, n." 62, pág.
136, in fine. En contra: PLAI"¡IOL, obra citada. to-
mo 1, 11.' edición, n." 1717, pág. 572,
-106-

quier contrato, inclusive el de compra-


venta, que sólo se prohibe entre el padre
y el hijo de familia, más no entre éste y
un tercero (1). Cuando contrate como
padre de familia y como guardador de-
berá observar lo prevenido en el arto 412
del Código Civil, por lo que respecta a su
carácter de guardador, ya que en ese ac-
to tendría interés un descendiente le-
gítimo suyo.
En el instrumento en que conste el
autocontrato que aquí tratamos, el pa-
dre de familia comparecerá por sí solo
en su doble carácter de representante de
su hijo y de mandatario o guardador del
otro contratante.
53. En los casos de los dos números
precedentes, el padre de familia, en su
doble carácter de representante de cada
parte, podrá celebrar toda clase de con-
tratos, menos el de transacción por las
consideraciones expuestas en el n.O 41,
a que nos remitimos.
54. Todo 10 dicho en los núms. 44 a
53 inclusive es aplicable igualmente a la
madre que ejerza la patria potestad,
porque el arto 2. o del Decreto-ley 328
dispone que a ésta le corresponde aque-

(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 62, pág.


136. in fine.
índice
-107-

lla en las mismas condiciones que al pa-


dre (1).
C) Marido
55 .•4.pUcación al marido de los principios expuestos
en los núms. 44 a 51.-56. Autocontratos que
son posibles entre marido y mujer.-57. El
marido que contrata con su mujer puede darle
la autorización que prescribe el arto 117 del Có-
digo Civil.-58. Contratos prohibidos entre ma-
rido y mujer; su sanción.-59. El marido pue-
de celebrar un autocon/rato como representante
de su mujer y como representante legal o volun-
tario de un lercero.

55. Los principios expuestos en los


nÚIUs. 44 a 53 son aplicables en todas sus
partes al marido casado bajo el régimen
de comunidad de bienes, en razón de que
a su respecto tampoco existe una dispo-
sición que prohiba el acto consigo mismo
entre él y su mujer bajo la forma de un
autocontrato. Por consiguiente, el ma-
rido podrá celebrar consigo mismo un
contrato en que actúe por sí y como re-
presentante legal de su mujer, siempre
que entrambos no exista oposición de
intereses, en cuyo caso en el instrumen-
(1) En el n. u 377, pág. 425 del tomo 1 de nuestra
obra De la compraventa y de la promesa de venta sos-
tuvimos que es válida la compraventa entre la
madre y el hijo de familia, porque cuando eso escri-
bíamos (1917) no se había dictado aún el Decreto-
ley 328. Hoy día, dados los términos de su arto 2.°,
creemos que esta compraventa es nula en los mismos
casos en que lo es entre el padre y el hijo de familia.
-108-

to en que conste comparecerá en su do-


ble carácter de marido y de parte (1).
Si la hay, no será posible el autocontra-
to (2); y si de hecho se celebra, es nulo
relativamente (3).
En este último caso, el contrato de-
berán celebrarlo ambos, y si la mujer
fuere incapaz por otra causa que su es-
tado, actuará representada por un cura-
dor especial.
En materia judicial el marido que li-
tiga contra su mujer o cuyos intereses
son opuestos o divergentes, no podrá re-
presentarla: si es mayor de edad actua-
rá ella personalmente, y si es menor se
le dará un curador especial (art. 154 del
Código Civil) (4). Se ha fallado, por esto,
que el marido no pued.e actuar por sí y
como representante de su mujer en el
juicio de nulidad de su matrimonio ini-
ciado por un tercero en contra de ambos,
¡:x>rque en ese juicio los intereses del ma-
rido y de la mujer son opuestos dadas
las consecuencias de mayor gravedad que
para ella acarrea esa nulidad (5).
56. El autocontrato entre marido y
mujer casados bajo el régimen de comu-
(1) Véase n.o 44, al cual nos remitimos.
(2) Véase n.o 45, al cual nos remitimos.
(3) Véase n.o 47, al cual nos remitimos.
(4) Véase n.o 46, al cual nos remitimos.
(5) Gaceta de los Tribunales, año 1914, tomo 1,
sentencia 68. pág. 140.
-109 -

nidad será posible en todos aquellos con-


tratos que puedan celebrarse entre cón-
yuges. Como la regla general es que en-
tre éstos es posible la celebración de todo
contrato, a excepción de los de compra-
venta (art. 1796), permuta (art. 1899),
sociedad, d.onación entre vivos (arts.
675, 1137, 1138) Y los que alteren las ca-
pitulaciones matrimoniales (1), el ma-
rido, en su doble carácter de parte di-
recta y de representante legal de su mu-
jer, podrá celebrar bajo la forma de un
autocontrato cualquiera que no sea de
los nombrados o de aquellos que envuel-
van una oposición de intereses entram-
bos.
El marido que hace una donación re-
vocable a su mujer podrá aceptarla él
mismo como representante legal suyo;
podrá contratar un se~o sobre su pro-
pia vida en benefiCIO de la mujer y
aceptarlo en nombre de ésta; podrá pa-
garse a sí mismo lo que personalmente
adeude a su mujer; podrá constituir, por
sí solo, hipoteca o prenda a favor de su
mujer para caucionar las obligaciones que
tenga a su favor o asegurar los inte~
reses d.e ésta, si sus negocios estuvieren
en ma.1 estad.o y temiere de parte de ella
(1) En este sentido: ALESSANDRI, obra citada, to-
mo 1, n.O 369, pág. 412; CLARO SoLAR, obra citada,
tomo II, n. o 967 y 968, págs. 133 Y 134.
-110-

una demanda de separación de bienes,


en cuyo caso la enervaría, si esa hipo-
teca o prenda fuere suficiente (art. 155).
57. Cuando el marido y la mujer con-
tratan entre sí, en los casos en que esto
es posible, la mujer podrá proceder con
la autorización de aquél sin necesidad
de que, en tal evento, sea suplida por el
juez. Según el arto 146 del Código Civil
ésta sólo reemplaza la autoridad marital
en caso de negativa o impecJjmento del
marido; nada de esto ocurre aquí. Si bien,
por regla general, el representante legal
no puede dar su autorización o su asis-
tencia a un incapaz cuando se trata de
un acto que le interesa personalmente,
como sucede con el guardador, según los
arts. 410 y 412 del Código Civil, esta re-
gla no rige con el marido. Este, a pesar de
tener interés en el acto o contrato que
celebra su mujer, queda cap3.citado para
darle su autorización, la que, en un caso
semejante, existe por el hecho e.e inter-
venir él mismo, expresa y directamente .
en el acto (1).
58. Según los arts. 1796 y 1899, es
nula la compraventa y la permuta de
toda clase de bienes entre cónyuges no
(1) PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo I. n.O
270, pág. 321 Ytomo VI, n.O 70. in fine, pág. 91; DE-
MOGUE, obra citada, tomo 1, n." 74, pág. 149; CLARO
SoLAR, obra citada, tomo 11, n.' 969 y 970, págs.
136 y 137.
-111-

divorciados (1), aunque estén separados


de bienes (2). Lo mismo ocurre con los
contratos que alteren las capitulaciones
matrimoniales o el régimen de comuni-
dad de bienes, como el d.e sociedad. Los
cónyuges no pueden pactar ninguno de
los antedichos contratos ni aunque los
celebren con la intervención de ambos.
La sanción que nevan consigo, si de
hecho se celebran, es su nulidad absolu-
ta en conformid.ad a los arts. 10, 1466 Y
1682 d.el Código Civil (3). La compra-
venta es nula aunque se haga en pública
subasta (4), o por autoridad de la justi-
cia a consecuencia de una acción judicial
intentada por uno de los cónyuges con-
tra el otro o por un tercero (5), o por
interpósita persona (6).
La Corte Suprema ha fallado que es
nula absolutamente la compraventa en-
tre cónyuges no divorciados, aunque es-
tén separados de bienes y la venta se
realice en pública subasta a consecuen-
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo I. n.O 357,
pág. 396 y n. o 359, pág. 401.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo r, n." 358,
pág. 399.
(3) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.o 366,
pág. 407.
(4) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.o 363,
pág. 403.
(5) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n." 364,
pág. 403.
(6) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n." 368,
pág. 410.
-112-

cía de una ejecución seguida por un ter-


cero en contra de uno de los cónyuges y
aunque éste sólo sea comunero en la cosa
adquirida por el otro, por cuyo motivo
su nulidad puede declararse de oficio, si
aparece de manifiesto en el contrato (1).
Lo dicho respecto de la compraventa
debe entenderse con la salvedad con-
templada en los nÚIns. 39 y 50, de modo
que el marido y la mujer pueden adqui-
rir por adjudicación los bienes en que
ambos sean comuneros, pues en esta ad-
quisición no hay compraventa.
Las donaciones entre vivos, en cual-
quiera forma que se hagan, sólo valdrán
como donaciones revocables (arts. 1137
y 1138).
59. El marido puede contratar con-
sigo mismo como representante legal de
su mujer y como mandatario, guarda-
dor o padre de familia del otro contra-
tante y celebrar por sí solo, en este doble
carácter, cualquier contrato, si bien
cuando actúa como guardador de la otra
parte deberá observar 10 prevenido en
el arto 412, ya que se trataría de un acto
del pupilo en que tendría interés directo
(1) Revista de Derecho y jurisprudencia, tomo 19,
Segunda Parte, Sección 1.', pág. 128. En sentencia n. o
3954, pág. 661 de la Gaceta de los Tribunales, año
1894, tomo III. se declara igualmente que la com-
praventa entre cónyuges no divorciados adolece de
nulidad absoluta.
índice
-113 -

2. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO


DEL MANDATARIO DE UNA PERSONA
NATURAL.

60. La eficacia o ineficacia del aclo consigo mism ') d~­


pende, en este caso. de la lIoluntad del mandan/e.
-61. Por regla general, y en su silencio. el man-
datario puede contratar consigo mismo.--62.
Cuándo no puede hacerlo.-53. Caso en que el
mandante le ha prohibido el aulocontralo.-64
Caso en que el auloconllalo envuelve un peligro
pala el mandante; la determinación de esta cir-
cunstancia es una cuestión de hecho.--65. Cuan-
do así ocurre, el auloconlralo no es posible aun-
que, en el hecho, no resulte perjudicial para el
mandante.-66. Sanción del autoconlralo del
mandatario cuando el mandante se lo ha prohi-
bido o cuando envuelve un peligro para éste.-
67. El mandatario podrá contratar consigo mis-
mo aunque el alltoconlrato ent'uelva un peligro
para el mandante, si éste lo autorizó para e!lo-
-68. Casos en que la ley prohibe el a1/loc01'.
trato del mandatario.--69. Prohibición i 1/;-
A u tocontrataci ón.-~
-114-
puesta al mandatario para comprar o vender; su
l'X/ensión.-70. Requisitos para que el manda-
tario no pueda celebrar el autocontrato decom-
praventa.-71. La prohibición rige sea la venta
pública o privada.-n. No rige si la venta
e.s forzada.-73. El mandatario puede adqui-
rir los bienes que se le han encargado vender por
sucesión por causa de muer/e y por adjudica-
ción en una partición.-74. Cuándo cesa la
prohibición.-75. Sanción de la contravención:
la nulidad relativa de la compraventa.-76. Pro-
hibición impuesta al mandatario facultado de
contratar un préstamo; casos que deben distin-
guirse.-77. El mandatario encargado de to-
mar dinero en préstama puede prestarlo él mis-
mO.-78. El arto 2145 sólo se refiere al présta-
mo de dinero.-79. El mandante puede prohi-
bir el autocon/rato en el caso del n.O 77.-80.
Autocontrato de préstamo celebrado por el man-
datario a IIn interés distinto del que le señaló
el mandante, o del corriente; sanción.-81.
El mandatario facultado para colocar dinero a
interés no puede tomarlo prestado para sí.-
-82. Requisitos para que el mandatario no
pueda tomar el dinero en préstamo.-83. Cuán-
do ce.sa la prohibición.-84. Sanción de la con-
Iravención: la nulidad relativa del préstamo.-
85. El autocontrato del mandatario fuera de los
casos de los arts. 2144 y 2145 del Código Civil:
hipoteca, arrendamiento, donación, transacción,
dc.-86. Cómo procederá e! mandatario que
que contrata consigo mismo.-87. Efectos del
autocontrato del mandatario respecto del man-
dato y del con/rato materia de aquél; pago de la
comisión.-88. La responsabilidad del man-
datario en caso de autocontrato es la misma que-
en todo mandato.-89. Cúmulo de mandatos.-
90. El mandatario que contrata consigo mismo
como representante legal de aIra persono; ex-
cepciones.-91. En los casos de los núms. 89 tC
90 el mandatario no puede celebrar por sí solo
IIna Iransacción.-92. Aplicación de las re-
glas precedentes a todo mandatariO.-93. El
autoconlrato del síndico.-94. El au/ocon/rato
-115-
del comisionista.-95. Por regla general, el co-
misionista no puede contralar consigo mismo
si ha de representar intereses incompatibles.-
96. Tampoco puede contralar por cuenta de dos
comitentes cuyos intereses son incompatibles.-
97. El comisionista podrá contratar consigo
mismo, sea por cuenla proPia y ajena o por
cumia de dos comitentes, sí tuviere autoriza-
ción formal para ello; efectos del aulocontrato.
-98. Sanción del autocontrato del comlsionis-
la cuando no le es lícito celelJrarlo.-99. El co-
misionista puede hacer contralos por cuenta de
dos comitentes o por cuenta proPia y ajena, aun-
que no esté autorizado, si los intereses que ha de
representar no son incomPalibles.-lOO. El
autocontrato está prohibido a los corredores.-
101. .4 los martilleros públicos les está prohi-
bido el auioron/rato de compraventa de las cosas
que vendan.-102. Al emPleada público, a los
jueces y partidores está proMbido el autocon/ra-
fo de compraventa de los binies que tIendan por
su ministerio.

60. ¿Puede el mandatario celebrar


un acto jurídico consigo mismo? Como
la extensión del poder del mandatario y
de las facultades que le competen se de-
tenninan PO! la voluntad del mandante.
la posibilidad para aquél de celebrar o
no un autocontrato depende exclusiva-
mente de esa voluntad; luego, para sa-
ber si el mandatario puede o no contra-
tar consigo mismo es menester entrar a
conocerla.
Si el mandante se ha explicado al res-
pecto, sea prohibiéndole que contrate
consigo mismo, °
autorizándolo para
ello, no hay ninguna dificultad. Su vo-
-116-

luntad se conoce en términos que no


admiten d.udas: en el primer caso, el man-
datario no podrá celebrar consigo mismo
el acto o contrato que se le encomendó;
en el segunc.o, en cambio, podrá hacer-
lo, cualquiera que sea la naturaleza de
ese acto o contrato (1) y aunque, en vir-
tud de sus atribuciones o f3.cultades, esté
autoriza.do ·para obrar con entera liber-
tad y del mod.o que juzgue más conve-
niente (2). La ley no tiene por misión
defender los intereses de las partes con-
tra su propia voluntad (3).
La dificultad se presenta cuando no
existe una declaración d.e voluntad del
mandante al respecto, cuando éste ha
guardado silencio sobre el particular.
Surge entonces el problema de saber si
el mandatario puede o no celebrar con-
sigo mismo los actos o contratos com-
prendic.os en su mandato.
61. Dentro d.e los preceptos de nues-
tra legislación positiva creemos que, por
regla general, en el silencio del mandan-
te, el mandatario puede celebrar con-
sigo mismo el acto o contrato cuya eje-
cución se le ha encomendado. Ninguna
(1) Se exceptúa la transacción cbnfonne a lo dicho
en el párrafo final del n. o 85 de este Capítulo.
(2) HUPKA, obra citada, pág. 270; BAUDRY-LA-
CANTlNER.IE ET WAHL, Traité Theórique et Pratique de
Droit Civil. tomo 24, Du mandat, n.O 620 qua/ero pág.
328.
(3) HUPKA. obra citada, pág. 270.
-117-

disposición se lo prohibe. Los arts. 2144


y 2145 del Código Civil y 271 del Códi-
go de Comercio que prohiben al manda-
tario que celebre consigo mismo ciertos
y determinados actos sin la aprobación o
autorización del mandante, confirman
esa regla, porque si en principio no hu-
biere podido contratar consigo mismo,
esos artículos habrían carecido de objeto
toda vez que, con o sin ellos, en ningún
caso le habría sido lícito celebrar esos
actos y contratos. El hecho de habérsele
prohibido la celebración de algunos, re-
vela por sí sólo que puede celebrar los
demás que no encierren los peligros que
aquellos presentan.
Por consiguiente, el mandatario podrá
hacer por su cuenta el negocio materia
del mandato, es decir, constituirse con-
traparte en el acto o contrato de cuya eje-
cución está encargado, sin perjuicio de
su obligación de dar a conocer esta cir-
cunstancia al mandante cuando le rinda
cuenta de su gestión (1).
62. Pero esta regla no es absoluta.
Tiene sus limitaciones. El mandatario
no puede contratar consigo mismo: 1. 0

(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 53, pág.


122; PLANJOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI, n. o
71, pág. 91; BAUDRY-LACANTINERIE ET WAHL. Trai-
té Theórique et Pratique de Droit Civil, tomo 24, Du
manda/, 13." edición, n.O 618, pág. 323. En contra:
Ruc, obra citada, tomo XII, n.O 32, pág. 51.
-118-

cuando el mandante se lo ha prohibido


expresamente; 2. cuando el autocon-
0

trato constituya un peligro para él por


el conflicto de intereses que suscita, en
cuyo caso hay una prohibición tácita o
presunta; y 3. cuando la ley se lo pro-
0

hibe.
63. Si el mandante le ha prchibido al
mandatario constituirse contraparte en
el acto o contrato cuya ejecución le en-
comendó, es evidente que no puede ha-
cerlo. La validez de semejante prohibi-
ción no admite ninguna duda (1). Pues-
to que la extensión del poder del manda-
tario se determina por la voluntad. del
mandante, si hay una declaración expre-
sa suya en el sentido de negarle la facul-
tad de contratar consigo nllsmo, no po-
drá hacerlo (2).
Esta prohibición será útil solamente
tratándose de actos o contratos que no
sean de los contemplados por los arts.
2144 y 2145. Con respecto a éstos sería
innecesaria dado que el mandatario no
puede constituirse contraparte en ellos
sin autorización del mandante; de modo
que lo que aquél ha menester para saber
si puede o no celebrarlos, es una autori-
zación y no una prohibición.
(1) BAUDRY-LACANTINERIE ETWAHL,obra citada,
tomo 24, n. o 620 quater, pág. 328.
(2) HUPKA, obra citada, pág. 270.
-119 -

64. Si el autocontrato del manda-


tario puede significar un peligro para el
mandante, por el conflicto de intereses
que provoca, tampoco le es lícita su ce-
lebración, aunque no exista una prohi-
bidón formal al respecto (1). En este
caso existe, en realidad, una prohibición
tácita o presunta del mandante, que con-
sideró innecesario expresar, porque, co-
nociendo el conflicto de intereses que
necesariamente provocaría el autocon-
trato, no pudo admitir la posibilidad de
que el mandatario, que estaba obligado
a ejecutar leal y fielmente su mandato,
procurando obtenerle el mayor beneficio
posible, se apartara del cumplimiento de
su deber para beneficiarse a sí mismo
con el negocio encomendado.
Establecer si hayo no conflicto de in-
tereses es una cuestión de hecho, que de-
cidirán soberanamente los jueces del
fondo, si la eficacia del autocontrato es
sometida a litigio. Para ello tendrán muy
en cuenta la naturaleza del acto o con-
trato confiado al mandatario y la mayor
o menor amplitud de las facultades que
se le han conferido.
Si en el negocio encomendado al man-
datario los intereses de las partes son
opuestos en todos o en algunos puntos
importantes, poraue el mandante no se
(1) HUPKA, obra citada, pág. 271.
- 120-

explicó sobre el particular o dejó entre-


gada su determinación a la voluntad de
aquél, como si tratándose de un contra-
to de arrendamiento, el mandante nada
dijo sobre su duración y el precio, o si
tratándose de uno de sociedad, nada di-
jo sobre su duración, su naturaleza, el
monto de los aportes, la distribución de
las utilidades, etc., el autocontrato puede
significar un peligro para el mandante y,
en consecuencia, habrá que negar al
mandatario la facultad de celebrarlo. En
cambio, cuando por la naturaleza del
negocio, como una donación del man-
datario al mandante, .o por la precisión
de las instrucciones dadas por éste res-
pecto del acto mismo y de todos sus par-
ticulares, como precio, tiempo, monto
de los aportes, forma de distribución de
las utilidades, etc., se halla descartad.a
de antemano toda posibilidad de perjuicio
para aquél, el autocontrato es admisible
y habrá que reconocer al mandatario la
facultad de poder celebrarlo (l).
65. Cuando la naturaleza del acto o
contrato encomendado al mandatario,
la extensión de sus facultades o la liber-
tad que se le ha dado para obrar, pue-
den hacer peligroso el autocontrato para
el mandante, éste no será admisible en
ningún caso, aunque, en el hecho, no re-
(1) HUPKA. obra citada, pág. 272.
-121-

sulte perjudicial y aunque el mandatario


haya obrado correctamente y defendido
en buena forma los intereses confiados
a su cargo. La inadmisibilidad del au-
tocontrato, en este caso, no deriva del he-
cho mismo de ser perjudicial sino de la
carencia de autorización para ejecutar-
lo, del hecho de que el mandante, al pre-
sumir que podría irrogársele un perjui-
cio con el autocontrato, entendió que
éste no se celebraría. Como su voluntad
al respecto se determinó al tiempo de
otorgarse el poder y en atención a la po-
sibilidad, que entonces consideró, de que
hubiere un perjuicio, es forzoso concluir
que, establecido que esta posibilid.ad
existió, el mandatario no estuvo facul-
tado para autócontratar y que, al ha-
cerlo, extralimitó su poder, sin que ello
varíe porque, en el hecho, la posibilidad
de peligro no se realizó (1).
66. Si el mandatario, a quien su man-
dante le ha prohibido contratar consigo
mismo, o cuyo autocontrato puede signi-
ficar un peligro para el segundo por el
conflicto de intereses que provoca, se
constituye, sin embargo, en contraparte
de su mandante y celebra consigo mis-
mo el contrato que se le encomendó, ex·,
cede su poder, viola el mandato. Por con-
siguiente, el autocontrato no obliga al
(1) HUPKA, obra citada, pág. 272.
-122-

mandante, según el arto 2160 del Código


Civil, a menos que lo ratifique expresa
o tácitamente. Este tiene derecho, por
lo demás, a que el mandatario le indem-
nice todos los perjuicios que con él le ha-
ya irrogado, de acuerdo con las reglas
que rigen el incumplimiento de las obli-
gaciones contractuales.
67. El mandatario podrá celebrar
consigo mismo el acto o contrato que le
encomendó el mandante, aunque el au-
tocontrato pueda constituir un peligro
para éste, si así lo autorizó. Quiere de-
cir que el mandante no 10 consideró pe-
ligroso y como su voluntad es soberana,
hay que acatarla. El autocontrato del
mandatario será válido y eficaz aunque,
en el hecho, resulte perjudicial para su
mandante, quien, naturalmente, tendrá,
en tal caso, a salvo sus acciones para re-
clamar por la culpa del mandatario se-
gún el derecho común.
68. El autocontrato del mandatario
tampoco es posible cuando la ley se lo
prohibe, como en el caso de los arts. 2144
Y 2145 del Código Civil. El legislador ha
estimado que los contratos de compra-
venta y de préstamo en que el mandan-
te es el prestamista envuelven, dada su
naturaleza y consecuencias, una eviden-
te posibilidad de perjuicio para éste. De
ahí que, interpretando su voluntad, haya
-123-

dispuesto que, salvo aprobación del man-


dante, no será lícito al mandatario ce-
lebrarlos consigo mismo (1).
69. En conformidad al arto 2144 del
Código Civil, el mandatario no podrá,
por sí ni por interpósita persona, com-
prar las cosas que el mandante le ha or-
denado vender, ni vender de lo suyo al
mandante lo que éste le ha ordenado
comprar, si no fuere con aprobación ex-
presa del mandante.
Según esto, el mandatario para vender
o para comprar no puede constituirse
contraparte de su mandante en la com-
praventa que se le ha encomendado, es
decir, no puede ser comprador ni vende-
dor de las cosas, muebles o inmuebles,
que su maniante le ordenó vender o
comprar.
Como la prohibición rige sea que el
contrato 10 celebre el mandatario direc-
tamente o por interpósita persona (2),
resulta que éste no puede celebrar esa
compraventa ni bajo la forma de auto-
contrato ni valiéndose de un dele-

(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo I, n.O 524,


pá~. 554 Y n." 525. pág. 555.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1. n. o 551, pág.
571. Véase la sentencia publicada en la Revista de
Derecho y Jurisprudencia, tomo 24, Segunda parte.
sección l,a, pág. 93, que declaró que la compra que
hizo el mandatario de los bienes que el mandante le
endargó vender lo fué por interpósita persona (Con-
-124 -

gado (1) o comandatario suyo (2), ni de


cualquier otro medio (3).
70. Para que el mandatario no pue-
da celebrar consigo mismo el contrato de
compraventa que interesa a su mandan-
te es menester que el mandato sea para
vender o comprar las cosas sobre que ver-
sa aquélla. y que éstas se vendan o com-
pren por el mandatario en ejecución de
su mandato (4).
siderando 4. o del fallo de 1.' instancia reproducido
por ¡aCorte Suprema en su sentencia de reemplazo).
En cambio, en la sentencia publicada en esa misma
Revista, tomo 27, 2.a parte, sección 1.', pago 656 se
declaro que la adquisición que hizo el mandatario de
unos regadores de agua de cuya venta se 1e había en-
cargado, no fué por interpósita persona, porque para
que haya interposición no basta que el mandatario,
que vendió los bienes de su mandante a un tercero,
los adquiera posteriormente, sino que es de rigor
que esa tercera persona, en el momento de celebrarse
el contrato de compraventa, haya tenido la intención
de servir en tal carácter, esto es, interviniendo con el
sólo propósito de lIeV<)r a efecto posteriormente un
s~do contrato que transfiera al mandatario el do-
mmio de la misma cosa que éste le vendió; y esta in-
tención no ¡;e comprobó en la especie.
En esta misma sentencia establece la Corte Supre-
ma que la determinación de quiénes tienen el carácter
de interpósitas personas, constituye un hecho de la
causa sobre cuya existencia o inexistencia Ee pronun-
cian soberanamente los jueces sentenciadores.
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n. o 528. pág.
558.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo I. n. o 529, pág.
558.
(3) DEMCX;UE, obra citada. tomo 1, n.O 53. pág.
122.
(4) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 526,
pág. 556 y n.O 554, pág. 580.
-125-

Si el mandato no es para vender o


comprar, si es para otros efectos, si es
solamente para administrar y conservar
los bienes del mandante, puede adquirir
los de éste y vend.erle los suyos (1). Si el
mandato es para vender o comprar tales
o cuáles bienes del mandante, el manda-
tario puede contratar con él una compra-
venta sobre bienes diversos de aquellos:
el mandatario para vender una casa
no podrá comprarla para sí, pero po-
drá comprar un fundo del mandante; el
mandatario para comprar un fundo no
podrá venderle el suyo al mandante, pe-
ro podrá contratar con éste una com-
praventa sobre una casa de su propie-
dad. En todos estos casos no hay auto-
contrato porque como el mandatario no
está facultado para vender o comprar los
bienes sobre que versa la compraventa,
no podrá celebrarla consigo mismo, ne-
cesitará la intervención del mandante y
siendo así ya no cabe hablar de acto ju-
rídico consigo mismo.
Si la compraventa no se celebra en
ejecución del mandato sino directamente
entre el mandante y el mandatario (2),
(1) PLANIOLETRIPERT, obra citada, tomo VI, n. a
71, pág. 91; DEMOGUE, obra citada, tomo L n.O 53,
pág. 123.
(2) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n,O 53, pág,
123, injine; PLANIOLETRIPERT, obra citada, tomo
VI. n,o 71, pág. 91; ALESSANDRI, obra citada, to-
mo l, n.O 537. pág. 561.
-126-

o una vez terminado el mandato por


renuncia, revocación u otra causa (1),
o si se hace entre el mandatario y otro
mandatario que ha sido nombrad.o para
obrar separadamente d.e él, desaparece
la inhabilidad y aquél puede comprar los
bienes del mandante y venderle los su-
yos; pero en todos estos casos tampoco
habría autocontrato (2).
71. El mandatario, para vender o
comprar, no puede celebrar consigo mis-
mo el contrato d.e compraventa, sea que
los bienes se vendan privadamente o en
pública subasta. El artículo 2144 no dis-
tingue (3).
72. Pero pu~:l.e comprar los bienes
del mandante que se vendan forzada-
mente por la justicia, aunque sean los
mismos que éste le encargó venc.er; a su
vez, el mandante puede comprar los del
mandatario que se vendan en la misma
forma, aunque sean los mismos que se le
ordenó comprar. En ambos casos, la
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1. n.O 536, pág.
561. Así se ha fallado en la sentencia 2080, pág. 1328,
Gaceta de los Tribunales, año 1886.
(2) Véase sobre los diversos casos contemplados
en este número, ALESSANDRI, obra citada, tomo I,
n.O 527, pág. 556 Y n.O 554, pág. 580.
(3) ALESSANDRI. obra citada, tomo 1. n. ° 530, pág.
559; DEMOGUE, obra citada, tomo 1. n.O 53, pág. 123;
PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI. n.O 71,
pág. 92.
-127-

venta no se hace en ejecución del man-


dato sino por autoridad de la justicia (1).
73. El mandatario a quien se le ha en-
cargado vender bienes puede adquirirlos
por sucesión por causa de muerte (2).
También puede adquirirlos por ad-
judicación si fuere comunero en ellos con
el mandante. Lo mismo se aplica a este
último respecto de los bienes del manda-
tario aunque sean de aquellos que le en-
cargó comprar. Tales adquisiciones no
constituyen compraventa, que es 10 que
prohibe el art. 2144 y tampoco se hacen
en ejecución del mandato (3).
74. El mandatario podrá comprar
los bienes que su mandante le ha orde-
nado vender, y vender de lo suyo al
mandante lo que éste le ha ordenado
comprar, si el mandante 10 autorizare ex-
presamente al efecto. Se requiere una auto-
rización expresa; no bastaría una autori-
zación tácita.
Pero no es necesario que el man-
dante, al dar su autorización, señale
el precio y las demás condiciones de
la venta; basta que dé esa autorización
únicamente. Si el mandatario está in-
vestido de ella, puede constituirse en
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 537, pá-
gina 561. ,
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n. o 538, pág.
563.
(3) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 53, pág.
123.
-128-

contraparte del mandante y celebrar con-


sigo mismo la compraventa que se le enco-
mendó, en las condicion~ que él determi~
ne, si el mandante no se las fijó o en las
señaladas por éste, en caso contrario (l).
La prueba de esa autorización incumbe
al mandatario, ya que será él quien
la invocará (2).
75. La compraventa realizada en
contravención al arto 2144 del Código Ci-
vil es nula relativamente. No se trata de
un acto prohibido por la ley sino auto-
rizado y permitido por ella, si bien bajo
ciertas condiciones. Acto prohibido es
el que no puede realizarse en forma al-
guna bajo ningún respecto. El que puede
celebrarse, llenando ciertos requisitos, no
10 es; por el contrario, es permitido (3).
Así ocurre con esta compraventa, que
puede verificarse mediante la aproba-
(1) ALESSANDRI. obra citada. n.O 531. pág. 559 Y
n.O 533. pág. 560; PLANIOL ET RIPERT. obra citada
tomo VI. n.O 71. in fine, pág. 92.
(2) ALESSANDRI. obra citada. tomo 1. n. o 532. pág.
559.
(3) Sobre lo que debe entenderse por acto prohi-
bido y sobre el efecto de la contravención de ciertas
leyes que. aunque con apariencias de prohibiti-
vas. no lo son sino que se limitan a señalar los re-
quisitos o condiciones con arreglo a los cuales puede
celebrarse un acto. véase nuestro artículo intitulado
«¿Los actos ejecutados por el tutor o curador antes
de obtener el discernimiento son nulos absoluta o
relativamente?. que se publica en la Revista de De-
recho y Jurisprudencia. tomo 26, sección Derecho,
pág. 105 (Véase el párrafo 10. 0 en pág. 115).
-129-

ción expresa del mandante. Esta apro-


bación viene a ser entonces un requisito
o formalidad prescrito por la ley para
que el acto pueda realizarse y como no
se ha exigido en consideración a la natu-
raleza del mismo sino a la calidad de
mandante que inviste una de las partes,
con el propósito de proteger sus intereses,
su omisión produce nulidad relativa, según
el arto 1682 del Código Civil.
Por consiguiente, sólo pueden pedirla
el mandante, sus herederos y cesiona-
rios, y se sanea por su ratificación ex-
presa o tácita y por la prescripción de
cuatro años, contados desde la celebra-
ción del contrato (1). La Corte Suprema
ha fallado que esta prescripción no se
suspende aunque el mandante sea mujer
casada, porque, aparte de ser una pres-
cripción de corto tiempo, la nulidad no
proviene de su incapacidad. de mujer
casada sino del hecho de haberse cele-
brado la compraventa sin su aproba-
ción (2).
Si el mandatario celebra consigo mis-
mo la compraventa que se le encomendó,
estando autori4étdo para ello, pero en
condiciones diferentes de las señaladas
(1) ALESSANDRI, obra citada, lomo 1, n.O 552, pág.
572 y n.O 553, pág. 574. En el mismo sentido PLA-
NIOL ET RIPERT, tomo VI, n. o 71, pág. 92. in fine.
(2) Revista de Derecho y jurisprudencia. tomo 24,
Segunda parte, Sección 1.-, pág. 93.
Autocontratación.-9
-130-

por el mandante, el contrato no afecta a


éste, a menos que 10 ratifique expresa o
tácitamente (art. 2160), y el mand.ata-
rio deberá, además, indemnizarle los per-
juicios que le haya causad.o.
76. El art. 2145 dice que el manc1.a.-
tario encargado d.e tomar dinero pres-
tado poorá prestarlo él mismo al interés
corriente; pero facultad.o para colocar
dinero a interés, no poorá tomarlo pres-
tado para sí sin aprobación d.el mandan-
te.
Este artículo da reglas distintas según
qt.:e el mandante sea mutuante o mu-
tuario.
77. Si el mandato tiene por objeto
tomar dinero en préstamo, de modo que
el mandante figurará como mutuario, el
mandatario poorá prestarlo él mismo al
interés designad.o por el mandante, o a
falta de esta d.esignación, al interés co-
rriente. Este es un caso en que la ley per-
mite expresamente al mandatario que
celebre un acto jurídico consigo mismo.
Constituye, por 10 mismo, la. mejor con-
firmación de nuestra tesis de que en Chi-
le el autocontrato es u:q¡l posibilidad. ju-
rídica que, lejos de estar prohibic1.o, está
reconocido y autorizado por la ley.
El Código faculta al mand.atario para
que pacte consigo mismo el contrato de
préstamo cuya ejecución se le ha enco-
- 131 --

mendado porque este autocontrato no


envuelve ningún peligro para el man-
dante dado que éste asumirá el rol de
deudor y si el mandatario ha creído con-
veniente prestarle el dinero es porque
confía en su solvencia.
El mandatario encargado de tomar
dinero prestado puede contratar el prés-
tamo consigo mismo aunque el mandan-
te no 10 haya autc.rizado para ello ni le
haya designado su monto, el plaw de
su duración ni el tipo del interés. Basta
únicamente que tenga el encargo de to-
mar dinero en préstamo, para que pueda
hacerlo, porque la autorización para
contratar consigo mismo emana de la
ley.
En tal caso, él detenninará por sí solo
el monto, el plaw y las demás condicio-
nes del préstamo. En cuanto a los inte-
reses, deberá pactar los que el mandante
haya designad.o y, en su silencio, los co-
rrientes de plaza. Sobre este particular
la ley no lo deja en absoluta libertad, co-
mo respecto de los demás pormenores
del negocio, porque la determinación del
interés ofrece mayores peligros para el
mandante y puede poner en pugna las
conveniencias de ambos, ya que al man-
datario convendrá el interés más alto po-
sible mientras que al mandante le con-
vendrá el más bajo.
-- 132 -

78. La disposición del arto 2145 sólo


se refiere al préstamo de dinero. Es éste
el que el mandatario podrá contratar
consigo mismo en las condiciones indi-
cadas. El préstamo de otras cosas que-
da sujeto a las reglas generales ya enun-
ciadas en los números 61, 63, 64, 65, 66
y 67 de este Capítulo: el mandatario po-
drá celebrarlo consigo mismo sin necesi-
dad de autorización d.el mandante siem-
pre que no envuelva un peligro para éste
o no se le haya prohibido.
. 79. El mandatario encargado de 1:0-
mar dinero prestado no podrá prestarlo
él mismo al mandante, si éste le ha pro-
hibido ser contraparte en el préstamo.
La eficacia de semejante prohibición,
que no será, por cierto, muy frecuente,
no admite dudas.
80. Si el mandatario encargado de
tomar dinero prestado lo presta él mis-
mo, pero a un interés distinto del desig-
nado por el mandante, o distinto del co-
rriente, cuando no hubo designación,
viola su mandato. El préstamo es válido
pero la estipulación de intereses no afec-
ta al mandante quien, a menos de rati-
ficarla expresa o tácitamente, conserva
expedito su derecho para reclamar del
mandatario el interés que él designó o el
corriente, según el caso, y los perjuicios
que el incumplimiento del mandato haya
podido irrogarle.
- 133-

Si el mandatario encargado d.e tomar


dinero prestado 10 presta él mismo, no
obstante habérselo prohibido el mandan-
te, viola también su mandato: el auto-
contrato de préstamo no obliga a éste, a
menos que lo ratifique expresa o tácita-
mente (art. 2160); Y podrá, por 10 tanto,
reclamar del mandatario los perjuicios
que con el incumplimiento del mandato
le haya podido causar.
81. Si el mandato tiene por objeto
colocar dinero a interés, de modo que el
mandante figurará como prestamista, el
mandatario no podrá tomarlo prestad.o
para sí sin aprobación de aquél. En este
caso, la ley niega al mandatario la fa-
cultad de contratar consigo mismo por
el peligro que este autocontrato puede
significar para el mandante. Puede suce-
der que la solvencia del mandatario, que
asumiría el caracter de deudor del prés-
tamo, no sea mucha; podría ocurrir
en tonces que, en el deseo de obtener el
dinero, sacrifique los intereses del man-
dante a los suyos propios y se dé a sí
mismo un préstamo que seguramente
éste no le habría otorgado.
El mandatario facultado para colo-
car dinero a interés no podrá tomarlo
prestado para sí ni mediante un auto-
contrato, ni por interpuesta persona, ni
valiéndose de un delegado o comanda-
talio suyo, ni en cualquiera otra forma.
- 134 ---

82. Pero para que así ocurra es m.e-


nester que el mandato tenga por objeto
col0C3r dinero a interés y que éste se co-
loque en ejecución de él. Si el mandato
no es para ese objeto, sino para otro u
otros, si es para vender o para arrendar,
si el préstamo lo hace el mismo mandan-
te u otro mandatario que ha sido nom-
brado para obrar separadamente del
otro, si el mandato terminó y, en gene-
ral, si el préstamo no es la resultante de
su ejecución, el mandatario puede tomar
a interés dinero del mandante, si bien en
todos estos casos ya no habría autocon-
trato pues el préstamo no lo contrataría
por sí solo el mandatario sino con la in-
tervención del propio mandante o de
otro representante suyo.
83. El mandatario facultado para co-
locar dinero a interés podrá tomarlo pres-
tado para sí mediante un autocontrato
si el mandante le ha dado autorización
al efecto.
No se requiere una autorización ex-
presa, como en el caso de la compra-
venta, pues el arto 2145 no contiene la
palabra expresa. Basta una tácita, con
tal que sea inequívoca.
No es necesario tampoco que la auto-
rización contenga designación del mon-
to, tiempo de duración e intereses del
préstamo. Basta únicamente que el man-
- 135-

dante autorice al mandatario para to-


rnar prestado para sí el dinero, aun-
que no le indique esos particulares, para
que pueda hacerlo; en tal caso, será él
sólo quien los detenninará libremente
procurando sí que sean los más ventajo-
sos para el mandante. Claro está que si
el mandante se los indicó, se ajustará a
ellos.
La prueba de esta autorización in-
cumbe al mandatario.
84. Si el mandatario facultado para
colocar dinero a interés, 10 toma en prés-
tamo para sí sin esta( autorizado al
efecto, el acto es nulo relativamente por
las razones dadas en el párrafo 75, al cual
nos remitimos. Si, autorizado por el
mandante, lo toma en préstamo en con-
diciones diferentes de las designad.as, el
contrato no afectará a aquél, a menos
que 10 ratifique expresa o tácitamente
(art. 2160) Y el mandatario deberá, ad.e-
más, indemnizarle los perjuicios que con
esa violación le haya irrogad.o.
85. Tratándose de contratos diver-
sos de los contemplados en los arts. 2144
y 2145, la facultad del mandatario para
contratar consigo mismo queda some-
tida a las reglas generales que enuncia-
mos en los nÚlns. 60 a 67.
Si el mandante lo autorizó expresa-
mente para que celebre consigo mismo
continuar
-136 -
ir atrás
el acto o contrato cuya ejecución le en-
comendó, podrá hacerlo, cualquiera que
sea su naturaleza. Así, el mandatario
para hipotecar, arrendar, pactar socie-
dades, avíos, etc., a quien su mandante
lo ha autorizado para que celebre esos
contratos consigo mismo, podrá arren-
darse e hipotecarse a sí mismo los bienes
del mandante, podrá pactar una socie-
dad entre él y su mandante, podrá cele-
brar entrambos un pacto de avío, etc.
y ello, aunque el mandante no le señale
las condiciones en que debe pactarse ca-
da contrato. Basta que el mandatario
tenga esa autorización para que pueda
celebrarlos consigo mismo en las con-
diciones que estime convenientes, sin
perjuicio de responder de los daños
que con el autocontrato haya irrogado
a su mandante, si ha habido culpa de su
parte.
Si el mandante le ha prohibido al
mandatario todo autocontrato o uno o
más en especial, no podrá celebrar nin-
gún contrato consigo mismo, en el pri-
mer caso, o aquellos a que se refiere la
prohibición, en el segundo; y si contra-
viniese a ella tiene lugar lo que dijimos
en el n. o 66. Así, si el mandante ha pro-
hibido a su mandatario, que tiene am-
plias facultades para pactar en su nom-
bre toda clase de actos y contratos, que
-137-

celebre consigo mismo el de hipoteca o


el de arrendamiento, no podrá celebrar
éstos, pero sí los demás para los cuales no
requiere autorización formal, siempre,
naturalmente, que no envuelvan un pe-
ligro para el mandante.
Si el mandante nada dijo y guardó si-
lencio al respecto, el mandatario podrá
celebrar consigo mismo tod.as aquellas
convenciones que no signifiquen un pe-
ligro para aquél, pero le será ved.ado ha-
cer las que lo signifiquen, para 10 cual se
procederá con arreglo al criterio que ex-
pusimos en los núms. 64 y 65. El man-
datario, por ejemplo, podrá aceptar
para su mandante la donación que él
mismo le haya hecho, pero no podría
donarse a sí mismo los bienes del mandan-
te; podrá pagarse a sí mismo 10 que
recíproca1ñ.ente se adeuden; podrá hipo-
tecar o empeñar sus bienes a favor del
mandante para caucionar las obligacio-
nes que tenga a su favor; podrá cons-
tituir en beneficio suyo hipotecas y pren-
das sobre bienes del mandante para
caucionar lo que éste le adeude; podrá
dar en arrendamiento sus propios bienes
al mandante y arrendar para sí los de
éste (1); podrá celebrar consigo mismo,
actuando a nombre del mandante, un
(1) En contra: Huc, obra citada, tomo 12, n. n 32,
pág. 52.
-- 138--

contrato d.e comodato, de empresa,


etc. (1).
Pero el mandatario, aun facultado pa-
ra transigir, no podría celebrar consigo
mismo una transacción a nombre de su
mandante por las razones que climos en
el n. o 41 de este Capítulo, a menos que
éste le señalara todas las condiciones de
la misma.
86. Cuando el mandatario contrate
consigo mismo, en todos los casos en que
pueda hacerlo, sea porque ha sido auto-
rizado al efecto por el mandante o
porque es posible el autocontrato en con-
formidad a las reglas anteriormente ex-
puestas, el contrato será celebrad.o por
el mandatario en su doble carácter de
parte directa y de representante d.el man-
dante y en este doble carácter suscribirá
el ins1:nunento de que él conste.
87. El autocontrato del mandatario
en los casos en que proced.e, origina
entre él y su mandante las relaciones jurí-
dicas propias del contrato en que con-
siste y d.eja subsistentes ad.emás las d.e-
rivadas del mandato, que no desaparece
por el hecho de que el mandatario cele-
bre consigo mismo el contrato sobre que
versó.
En tocIos estos casos habrán dos con-
(1) DEMOGUE. obra citada. tomo I. n.O 53, pago
123; PLANIOL ET RIPERT. obra citada. tomo VI. n. 071.
pág. 91.
-139-

tratos: el de mandato y el que sea mate-


ria del autocontrato. Así, el mandatario
que compra 10 que su mandante le en-
cargó vender da origen, por su autocon-
trato, a una compraventa entre él y su
mandante, pero siempre subsiste entre
ellos el de mandato.
De aquí se desprende que entre man-
dante y mandatario existirán, a más de
las obligaciones propias del contrato que
éste celebró consigo mismo, lasi nheren-
tes al mandato: el mandatario deberá
rendir cuenta de su gestión y en ella dará
conocimiento al mandante del hecho de
haber contratado consigo mismo (1); Y
deberá entregar las cosas sobre que re-
caiga el contrato cuya ejecución se le en-
comendó. El mandante, por su parte,
deberá cumplir las obligaciones que le
impone el arto 2158 del Código Civil y
especialmente la de pagarle la remune-
ración estipulada o usual, sin que pueda
exonerarse de este pago a pretexto de
que el mandatario contrató consigo mis-
mo, porque no por eso dejó de haber
mandato y desempeño del encargo (2).
El arto 276 del Código de Comercio
confirma esta solución. Si la ley dice que
(1) DEMOGUE. obra citada, tomo I. n." 53. pág.
122; PLANIOL ET R¡PERT, obra citada, tomo VI, n, <>
71, pág. 91.
(2) En contra: BAUDRy-LACANTlNERIE ET WAHL,
obra citada. to:no 24. n." 620 qua/er, pág. 329.
-140-

el comisionista que contrata consigo mis


mo, estando autorizado para ello, sólo
percibirála mitad d.e la comisión ordi-
naria es porque la regla general es que,
aún en ese caso, la perciba íntegramen-
te, ya que si así no fuere y en el caso de ~
autocontrato del mandatario éste no tu-
viere derecho a comisión, habría sido in-
necesario establecer la reducción de una
comisión que no se debía por ningún mo-
tivo. Precisamente porque se la dEbe y
porque la ley no quiso que en este caso
la percibiera en su totaJidad, fué nece-
sario decirlo. Luego, en los demás casos,
recobra su imperio la regla general del
n. o 3. o del arto 2158 del Código Civil
que no contempla como excepción el
hecho de que el mandatario contrate
consigo mismo
88. El mandatario que ha contrata-
do consigo mismo, pudiendo hacerlo, es
responsable del desempeño de su man-
dato al igual que si el contrato 10 hubiese
celebrado con un tercero. Si ha obrado
con culpa, deberá indemnizar al man-
dante los perjuicios que le haya irroga-
do. Así sucederá si el contrato 10 celebró
en condiciones muy desventajosas para
aquél, cuan¿.o si hubiere obrado con más
diligencia, lo habría celebrado en otras
mejores. En estos casos, no será responsa-
ble por haber contratado consigo mismo,
- 141-

puesto que podía hacerlo, sino a conse-


cuencia de la culpa en que incurrió en
el desempeño del mandato (1).
Con mayor razón deberá indenmizar-
los cuando contrate consigo mismo en
los casos en que no podía hacerlo, por-
que entonces hay una manifiesta viola-
ción de su mandato.
89. ¿El que es mandatario de dos o
más personas, a la vez, puede celebrar
por sí solo un contrato entre ellas aun-
que sus intereses sean incompatibles u
opuestos? ¿El mandatario para vender
una cosa podrá comprarla para un ter-
cero, de quien también 10 es? La afirma-
tiva nos parece evidente, no tanto
porque en este caso el autocontrato es
posible sino porque no presenta ningún
peligro (2).
Por consiguiente, el mandatario de
varias personas podrá celebrar por sí so-
lo, en nombre de sus mandantes, sin ne-
cesidad de que éstos lo autoricen y aún
cuando sus intereses sean incompatibles,
toda clase de contratos, inclusive los d(3
compraventa y de préstamo. Las prohi-
(1) DEMOGUE. obra citada tomo 1. n.O 53. pág.
123; LACOUR ET BoUTERON, Précis de Droit Commer-
dal, tomo n. 3." edición, n.O 1610, pág. 334; PLANIOL
ET R¡PERT, obra citada, tomo VI, n.O 72, pág. 94.
(2) Como se ve, hemos abandonado, por errónea,
la opinión contraria que sostuvimos en nuestra obra
De la comprat'enta y de la promesa de !'enla, tomo 1,
n.O 546, pág. 567.
- 142-

biciones de los arts. 2144 y 2145 no rigen


en caso de doble mandato (1). Estos pre-
ceptos prohiben al mandatario comprar
10 que el mandante le ha encargado ven-
der, vender de lo suyo 10 que éste le ha
ordenado comprar y tomar en préstamo
para sí el dinero que el mandante le en-
cargó colocar a interés; pero no le pro-
hiben celebrar esos contratos por cuenta
d.e un tercero.
El arto 271 del Código de Comercio
confirma esta solución, pues si el man-
datario, por regla general, no pudiera ha-
cer contratos por cuenta de dos man-
dantes, habría sido innecesaria consignar
esta prohibición para el ccmisionista
desde que aun sin ello, no habría podido
hacerlos.
En el caso en examen, en el instru-
mento en que el contrato conste compa-
recerá únicamente el mandatario en su
doble carácter de representante de cada
parte.
Con mayor razón será posible el
cúmulo d.e mandatos cuando los mandan-
tes tienen intereses análogos, como co-
vendedores, cocompradores, coarrenda-
(1) DEMOGUE. obra citada. tomo 1, n,o 62, pág.
136; PLANIOL ET R¡PERT, obra citada, tomo VI, n,o
72, pág, 94. in fine; Huc, obra citada, tomo XII. n,o
33, pág, 52, sólo admite el cúmulo de mandatos cuan-
do los intereses de las partes son análogos o cuando
son distintos o diferentes. pero no si son opuestos.
- 143--

dores, etc., o cuando son diferentes,


pero no opuestos (1).
Se ha fallado, sin embargo, c;ue el
mandatario general no puede dar en hi-
poteca los bienes de su mandante para
caucionar sus propias obligaciones, por-
que el mandato no puede ejercerse en
provecho propio del mandatario para
favorecer negocios que le sean peculia-
res, sino teniendo siempre por fin direc-
to la utilidad. del mandante; y si 10 hace,
extralimita sus facultades y la hipoteca
así contratada es nula y debe cancelar-
se (2).
90. Por idénticas razones, el manda-
tario, que es a la vez representante legal
de otra persona, podrá celebrar consigo
mismo, en su doble carácter de manda-
tario de una de las partes y de represen-
tante legal de la otra, cualquier contra-
to, aunque suponga incompatibilidad de
intereses, y aunque sea de compra-
venta o de préstamo (3); a menos que
actúe como representante legal de su mu-
jer no divorciada ni separada de bienes.
En este C3,SO, no podría comprar para e-
lla los bienes que tiene encargo de ven·
(1) DEMOGUE, obra citada. tomo 1, n.O 65. pág.
138.
(2) Gaceta de los Tribunales, año 1868. sentencia
12, pág. 4.
(3) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 62, págs.
136 Y 137.
-144-

der ni darle en préstamo el dinero que es~


tá facultado para colocar a interés, salvo
que el mandante 10 autorice para ello,
porque, dado 10 dispuesto en los arts.
1725 y 1751 del Código Civil, esos con-
tratos son del marido (1).
Se ha fallado que el mandatario en-
cargado de colocar dinero a interés y a
quien su mandante no autorizó para to-
marlo en préstamo para sí, no puede
darlo en mutuo a su mujer; y si 10 ~ he-
cho debe restituir al mandante la canti-
dad prestada con intereses corrientes des-
de el día de la demanda (2).
Pero el marido encargado de comprar
bienes para un tercero puede vender a
éste los de su mujer y actuar en el con-
trato en su doble carácter de mand.ata-
rio del comprador y de representante le-
gal del vendedor, pues en este caso esos
bienes no son del mandatario sino per-
sonales d.e la mujer y el arto 2144 sólo
le prohibe vender de lo suyo al mandan-
te.
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo L n.O 548,
pág. 568. El marido podrá comprar para sumuier
los bienes que su mandante le ha encargado v¿nder,
si la compra tuviere por objeto operar una subroga-
ción, con arreglo al arto 1733 del Código Civil, porque
entonces el bien así comprado sería propio de la mu-
jer y no entraría al haber social (art. 1727, n.os 1.0 Y
2.°).
(2) Gacela de los Tribunales, año 1859, sentencia
403, pág. 218.
-145-

91. En los casos analizados en los dos


números precedentes, el mandatario no
podría celebrar por sí solo una transac-
ción a nombre de sus representantes por
las razones expresadas en el n. o 41, a no
ser que ambos man.dantes determinaran
con toda precisión en el mandato las con-
diciones con arreglo a las cuales deba
celebrarse (1).
92. Los principios que hemos ex-
puesto en los núms. 60 a 91, con relación
al autocontrato del mandatario, a sus
limitaciones, a sus efectos, al cúmulo de
mandatos, etc., se aplican a todo man-
datario, sea civil o comercial y cualquie-
ra que sea su origen, convencional o
judicial (2). También se aplican al comi-
sionista (3), si bien a su respecto hay
ciertas modificaciones importantes a que
luego nos referiremos.
Por consiguiente, rigen con los facto-
res y dependientes de comercio (4), con
(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n." 64, pág.
138; Ruc, obra citada, tomo XII, n.O 33, pág. 53.
(2) ALESSANDRI, obra c,itada, tomo 1, n." 541, pág.
565; DEMOGUE, obra citada, lomo 1, n.O 53, pág. 124
Y n." 54, pág. 124.
(3) ALESSANDRI, obra citada, tomo I. n." 543. pá-
gina 566.
(4) ALESSANDRI, obra citada, tomo I, n." 544, pág.
566. El arto 331 del Código de Comercio no obsta al
autocontrato de los factores y dependientes porque
lo que les prohíbe es traficar por su cuenta y tomar
interés en nombre suyo o ajeno en negociaciones del
mismo género que las que hagan por cuenta de sus
AUlocQntralación.-lO
-146-

los administradores pro indiviso, con los


secuestres y depositarios que, en cierto
modo, son mandatarios y con los síndi-
cos de los concursos y quiebras (1).
Así, el partidor, el albacea o el admi-
nistrador pro indiviso a quienes se les ha
conferido el encargo de pagar las deudas
hereditarias y testamentarias, pueden pa-
garse a sí mismos los legados instituidos
a su favor y los créd.itos que tengan con-
tra la sucesión o comunidad por hono-
rarios u otra causa.
93. El arto 1800 d.el Código Civil so-
mete al síndico, por 10 que respecta a la
compra o vento. de las cosas que hayan
de pasar por sus manos en virtud de su
cargo, a lo dispuesto en el arto 2144. Lo
ha equiparado para este efecto al man-
datario.
Según esto, el síndico no podrá com-
prar por sí ni por interpósita persona los
bienes de la quiebra, a menos que sea
comitentes. es decir. hacer personalmente o por cuen-
ta ajena operaciones similares a las que realicen por
cuenta de su principal para evitar la competencia;
pero no les prohibe tomar interés en las negociaciones
que hagan por cuenta de su principal. Así lo confir-
ma el inciso final del arto 331 que se refiere a las ne-
gociaciones del factor o dependiente. lo que supone
que éstas son personales suyas y no del principal
porque sólo así cabe hablar de negocios del factor o
dependiente.
(1) DEI\IOGUE. obra citada. tomo 1. n." 54,
pág. 124.
- 147-

expresamente autorizado por los acree-


dores (1). De lo contrario, el acto es nulo
relativamente sin perjuicio de que pue-
da ser removido a petición del fallido o
de cualquiera de los acreedores, con arre-
glo a 10 dispuesto en el n. o 4. o del arto 29
de la ley n.o 4558 sobre Quiebras; y si
10 es, quedará incurso en las sanciones
que determina el arto 31 de esa ley.
Pero fuera de esta prohibición no hay
otra para que el síndico. contrate con-
sigo mismo; de modo que podría hacerlo
al igual que cualquier mandatario. Po-
dría, por ejemplo, prestarse dinero a sí
mismo para subvenir a los gastos de la
quiebra, pues está autorizado para con-
tratar préstamos con ese objeto (art. 21
n. o 13 de la ley n.o 4558). Sus autocon-
tratos no le impondrían ninguna respon-
sabilidad, a no ser que pudiere probársele
alguno de los hechos que según el arto 29
autorizan su remoción, pero ésta no ten-
dría por causa el autocontrato sino la
ejecución por su parte de actos fraudu-
lentos o culpables.
Igualmente, el síndico podría comprar
para un tercero los bienes de la quiebra~
pues la incapacidad sólo rige con él (2).
(1) Véase sobre el alcance de esta prohibición y
sus efectos, ALESSANDRI, obra citada, tomo 1 D."
5'13 a 585, págs. 592 a 596.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo I, n.O 580,
pág. 594.
-148-

94. La situación del comisionista,


por 10 que hace a su facultad de celebrar
actos jurídicos consigo mismo, es ente-
ramente opuesta a la del mandatario,
porque mientras la regla general respec-
to de éste es que pueda contratar con-
sigo mismo, salvo que el mandante o la
ley se lo prohiban. el comisionista, por lo
general, no puede constituirse contra-
parte en el contrato que se le ha encar-
gado celebrar, a menos que el comitente
le dé una autorización formal al efecto.
El arto 271 del Código de Comercio,
dice: IlSe proht"be al comt"st"ont"sta, salvo
» el caso de autort"zadón formal, hacer con-
» tratos por cuenta de dos comitentes o por
» cuenta proPia y ajena, siempre que para
» celebrarlos tenga que representar intere-
»ses incompatibles.
«Así, no podrá:
«1. o Comprar o vender por cuenta de
» un comitente mercaderías que tenga para
» vender o que esté encargado de comprar
» por cuenta de otro comitente; y
«2. o Comprar para sí mercaderías de
» sus comitentes, o adquirir para ellos efec-
» tos que le pertenezcan.»
De este precepto se desprende:
1. o Que el comisionista no puede, sal-
vo el caso de autorización formal, hacer
contratos consigo mismo, siempre que
para celebrarlos tenga que representar
intereses incompatibles;
-149 -

2. o Que tampoco puede, salvo el caso


de autorización formal, hacer con-
tratos por cuenta de dos comitentes,
siempre que para celebrarlos tenga que
representar intereses incompatibles; y
3. o Que puede hacer contratos con-
sigo mismo o por cuenta de dos comiten-
tes, sin necesidad de autorización, si los
intereses que representa son compati-
bles.
Establecer si hay o no incompatibili-
dad de intereses es una cuestión de he-
choque deciden soberanamente los jueces
del fondo.
;95. Si los intereses que han de encon-
trarse en el contrato son incompatibles
u opuestos entre sí, el comisionista no
puede, por regla general, contratar con-
sigo mismo. El autocontrato del comi-
sionista está, pues, vedado en principio.
De este modo, nuestro Código de CO-
mercio terminó con la polémica que tan-
to ha dividido a ·la doctrina francesa so-
bre si este autocontrato es o no Posi-
ble (1).
(1) Se pronuncian a favor del autocontrato del
comisionista: BAUDRy-LACANTlNERIE, obra citada,
tomo 24, n.O 618. pág. 323; WAHL, Précís de Droit
Commercial. 1922, n.O 1689 y 1690, págs. 607 y 608; y
en contra: LYON CAEN ET RENAULT. Traíté de Droit
Commercial, tomo 111, 4. a edición, n. o 457, pág. 406;
DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 55, págs. 124 a
130; PLANIOLETRIPERT, obra citada, tomo VI, n.O
72, pág. 93;THALLER ET PERCÉROU, ¡'raité Elémen-
- 150-
Se justifica esta solución por los peli-
gros que tal operación encierra. El co-
misionista, a diferencia del mandatario
ordinario, es un comerciante que va tras
un lucro mercantil. Siend.o así hay más
probabilidad.es de que sacrifique el in-
terés de su comitente al suyo propio (1).
Según esto, el comisionista no pued.e
comprar para sí mercaderías de sus co-
mitentes, o adquirir para ellos efectos
que le pertenezcan (2), no podrá tomar
en préstamo para sí el dinero que sus ca-
mitentes le han ordenado colocar a in-
terés, ni prestar el suyo a éstos cuando es-
té encargado de tomarlo prestado, no
podrá contratar consigo mismo el seguro
o la operación de banco o de bolsa que se
le haya encomendado, etc.
96. El comisionista tampoco puede
celebrar un contrato por cuenta de dos
comitentes, si los intereses que en él re-
presenta son incompatibles u opuestos
entre sí. Al comisionista no le es posible,
por regla general, el cúmulo d.e manda-
Jaire de Droi¡ Commercial. 5." edición. n.os 997 y 997
bis, págs. 532 y 533 y n. o 1126, pág. 597; LACOUR ET
BoUTERON, Précis de Droil Commercial, tomo l,
3.- edición. n." 947, pág. 677 y tomo n, 3.~ edición,
n."; 1607 a 1609, págs. 331 a 333. En este segundo
sentido se pronuncia uniformemente la jurispruden-
cia francesa. según puede verse en esas citas.
(1) LYON CAEN ET RENAULT, obra citada, tomo
III. 4." edición, n,o 457, pág. 406.
(2) ALESSANDRI, obra citada, tomo 1, n.O 543.
pág. 566.
-151-

tos en un mismo contrato. Así como no


puede celebrar el contrato por cuenta
suya y de su comitente tampoco puede
hacerlo por cuenta de dos comitentes cu-
yos intereses sean opuestos o incompa-
tibles. La ley teme que, encargado de
representar unos y otros intereses, no
pueda defenderlos debidamente a un
mismo tiempo, Aquí también la regla es
la inversa. de la que rige para el manda-
tario ordinario, pues éste puede contra-
tar consigo mismo por cuenta de dos
mandantes, sin necesidad de sus auto-
rizaciones.
Por consiguiente, el comisionista no
puede comprar o vender por cuenta de
un comitente mercaderías que tenga para
vender o que esté encargado de comprar
por cuenta de otro comitente, no puede
celebrar en nombre de dos comitentes
un contrato de seguro, de transporte, de
préstamo, una operación de bolsa. o de
banco, etc. (1).
97. El comisionista podrá celebrar
(1) En Francia se admite la solución contraria
porgue no existe un texto como el arto 271 de nuestro
Có<hgo de Comercio: DEMOGUE. obra citada, tomo
l, n.O 63, pág.137;PLANIOL ETRIPERT. obra titada.
tomo VI, n.O 72, pág. 94. in fine. Sin embargo. LYON
CAEN ET RENAULT, obra citada, tomo IlI. r.°457,
pág. 407, creen que el comitente no puede hacer con-
tratos por cuenta de los comitentes sin autorización
de éstos. En el mismo sentido se pronuncian LACOUR
ET BOUTERON, obra citada, tomo 1, n. o 947. in fine,
pág. 676.
-152-

contratos consigo mismo, sea por cuenta


de dos comitentes o por cuenta propia y
ajena, cuando tuviere autorización for-
mal para ello. Como la prohibición tiene
por objeto salvaguardiar los intereses
del comitente, nada se opone a que pue-
da hacerla desaparecer, si así lo cree con-
veniente. El es el mejor guardián de sus
propios intereses (1).
La autorización debe ser formal, esto
es, expresa, precisa; una autorización
tácita no sirve. El hecho de que el man-
dante haya dado instrucciones muy pre-
cisas al comisionista sobre todos los par-
ticulares del contrato no importa, por
lo mismo, una autorización formal; de
modo que la prohibición también sub-
siste en este caso (2).
La autorización deberán darla el o los
comitentes en cuyo nombre contrata el
comisionista.
Cuando éste cuenta con ella puede
(1) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 56, pág.
103; PLANIOLETRIPERT, obra citada, tomo VI, n.O
72, pág. 94; LYON CAEN ET RENAULT, obra citada,
tomo 111, n.O 457, pág. 406, in fine; BAUDRY-LACAN-
TlNERIE ET WAHL, obra citada, tomo 24, n. ° 620
quater, pág. 328; WAHL, obra citada, n.O 1692, pág.
609;LAcoUR ET BOUTERON, obra citada, tomo 1, n.O
947, pág. 677 Y tomo 11, n. o 1610, pág. 334;
(2) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 58, pág.
132 cree lo contrario, pero su solución es inaplicable
en Chile porque el arto 271 de nuestro Código de
Comercio exige una autorización formal, lo Que no
ocurre en Francia.
-153-

constituirse en contraparte de su comi-


tente y celebrar consigo mismo el contra-
to sobre que versa la comisión~ o cele-
brarlo por cuenta de dos comitentes. En
tal caso, los efectos del autocontrato se-
rán los mismos que indicamos respecto
del autocontrato del mandatario en los
nÚIns. 86 a 88, con la única excepción de
que sólo percibirá cOmo remuneración
la mitad de la comisión ordinaria, según
el arto 276 del Código de Comercio, si
nada se ha estipulado al respecto. Ten-
drá, sin embargo, derecho a toda ella si
así se ha convenido.
98. El autocontrato del comisionis-
ta, sea en su propio interés o a nombre
de dos contitentes, ejecutado sin su au-
torización, estando obligado a obtener-
la, es nulo relativamente por las razones
manifestadas en el n.O 75.
La nulidad sólo pueden pedirla el o los
comitentes, sus herederos o cesionarios
y se sanea por su ratificación expresa o
tácita y por la prescripción de cuatro
años, contados desde la celebración del
contrato.
La ejecución voluntaria de las obliga-
ciones contraídas por parte del comitente,
siempre que se haga con conocimiento
- 154-

del autocontrato, importa ratificación


tácita (1).
99. Si los intereses que ha de repre~
sentar el comisionista no son incompa~
tibIes entre sí o con los suyos propios,
si son análogos y aun diferentes, pero no
opuestos, puede celebrar un contrato
consigo mismo, sin necesidad de autori~
zación formal, sea en su propio interés
o a nombre de dos comitentes. La pr~
hibición del arto 271 sólo tiene lugar
cuando los intereses que representa son
incompatibles.
Puede, por lo tanto, representar en un
mismo contrato a varios vendedores, a
varios compradores, a varios asegu~
radores, a varios asegurados, etc. ;
puede, igualmente, ser covendedor, co~
comprador, coasegurador, coasegurado
con su comitente, es decir, figurar en
un mismo contrato por sí y como repre~
sentante de su comitente si sus intere-
ses son análogos (2).
En todos estos -casos, recobra su im-
(1) DEMOGUE. obra citada, tomo 1, n.O 59, pág.
133; PLANIOL ET RIPERT, obra citada, tomo VI, n.O
72, pág. 94; BAUDRY-LACANTINERIE ET WAHL, obra
citada, tomo 24, n.O 620, pág. 328; WAHL, obra ci-
tada, n."" 1696 a 1699, págs. 610 a 612; THALLER,
obra citada, n. o 997 bis, pág. 533, y n." 997 ter, pág.
534; LACOUR ET BOUTERON. obra citada, tomo lI,
n.O 1613, pág. 335.
(2) DEMOGUE, obra citada, tomo 1. n." 65,
pág. 138.
-- 155-

perio la regla general y, salvo que el ro-


mitente se lo haya prohibido, le es posi~
ble celebrar el contrato consigo mismo.
Sus efectos serán los que ya indica-
mos respecto del autocontrato del man-
datario ordinario, con la única excepción
de que sólo percibirá como remunera-
ción la mitad de la comisión ordinaria,
a menos que se estipule expresamente
que tendrá Jugar a toda ella (art. 276 del
Código de Comercio).
100. Para dos categorías de manda-
tarios el acto consigo mismo está prohi-
bido en absoluto: para los corredores y
para los martilleros.
Según el arto 57 del Código de Comer~
cio se prohibe a los corredores ejecutar
operaciones de comercio por su cuenta o
tomar interés en ellas, bajo nombre pro-
pio o ajeno, directa o indirectamente; de
modo que no pueden celebrar consigo
mismo ninguno de los contratos en que
actúen o intervengan como tales: no pue-
den constituirse en contraparte de la
persona que ha requerido sus servicios.
La prohibición es general; comprende
todo contrato: no solamente el de com-
praventa sino cualquier otro (1).

(1) ALESS,\NDRI, obra citada, tomo 1, n,O 404,


pág. 451,
-156-

Si el corredor contrata consigo mismo,


el contrato es nulo absolutamente (1),
sin perjuicio de que pueda ser suspendi-
do o destituido de su oficio discrecional-
mente por los juzgados de comercio (art.
59 del Código de Comercio).
101. Los martilleros públicos tampo-
co pueden comprar por sí o por terceros
las cosas que vendan por su ministerio.
No pueden, por 10 tanto, ser contra-
partes del dueño de las especies en el
contrato de compraventa que se les ha
encargado realizar. La contravención,
a más de acarrear la nulidad absoluta del
contrato, deja sujeto al martillero al pago
de una multa que no baje de cien peros
ni exceda de trescientos (art. 88 del Có-
digo de Comercio) (2). <

102. El empleado público que vende


bienes públicos o particulares por su mi-
nisterio es un mandatario de su dueño.
El juez que subasta los bienes que son
Objeto de un litigio de que él conoce, y
que se venden a consecuencia del litigio,
es representante legal del dueño de esos
bienes (art. 671 de] Código Civil). El
partidor 10 es de los vendedores en las
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo t, n.O 413,
pág. 460. DEMCX>UE cree que aquí no hay nulidad y
que la sanción es simplemente la destitución del co-
rredor: obra citada, tomo r, n.O 60, pág. 134.
(2) ALESSANDRI. obra citada, tomo l, n.O 402, pág.
450.
índice
-158-

3. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO DEL


REPRESENTANTE DE LAS PERSONAS
JURÍDICAS.
103. Aplicación de los principios que rigen el acto con-
sigo mismo del mandatario.-104. Los repre-
sentantes de una persona jurídica pueden. por
regla general. contratar consigo mismo.-105.
No pueden hacerlo cuando la ley o los estatutos
se los prohiban. -106. Tampoco lo pueden ha-
cer cuando el au/ocon/rato pueda significar un
peligro para la persona jurídica.-107. Efectos
del autocontrato del representante de IIna per-
sona jurídica.-108. Personas jurídicas a ClJ-
yos represen/antes se aPlican las soluciones in-
dicadas en los números anteriores.-109. Tam-
bién se aPlican a los administradores y geren-
tes de las sociedades colectivas. en comandita y
de responsabiiidad limitada. sean civiles o co-
merciales.-llO. Los gerentes y adminis/ra-
dores de las sociedades anónimas no pueden ce-
lebrar actos jurídicos consigo mismos. a me-
nos que sean autorizados en la forma que indica
el n. o 2. o del arto 3. o del Reglamento sobre socie-
dades anónimas.-l11. Aplicación de lo dicho
en el número anterior a los conseieros o direc-
tores de la Caja de Crédito Agrario. del Insti-
tuto de Crédito Industrial y de las sociedades
cooperativas.-112. Los directores y el geren-
te del Banco Central no pueden contratar con-
sigo mismo en representación del Banco.-1l3.
El liquidador de toda sociedad puede contratar
consigo mismo en los mismos términos en que
puede hacerlo un mandatario ordinario.-
114. Los alcaldc.<. regidores y empleados de una
Municipalidad hU pueden contratar consigo
mismos en represen/ación de ésta.-115. El con-
trato consigo mismo de la persona que es. a la
vez. gerente. administrador o representante de
dos personas jurídica; o de dos sociedades.-
116. A quienes se aplican las soluciones dadas
en el número precedente.-117. No se aplican
- 159-

a los gerentes y administradores de sociedades


anónimas, de la Caja de Crédito ,4grario, del
Instituto de Crédito Indl/strial y de las coope-
rativas.

103. Los representantes de las per-


sonas jurídicas, tomada esta expresión
en su más amplia acepción, son, en cier-
to modo, sus mandatarios y como a su
respecto el Código no contiene tampoco
ningún precepto de carácter general so-
bre si pued.en o no celebrar áctos jurí-
dicos consigo mismo, Se les aplican los
mismos principios que hemos expuesto
.en el párrafo precedente respecto del au-
tccontrato del mandatario, salvas las
modificaciones que aquí señalaremos pa-
ra los representantes de determinadas
especies de personas jurídicas.
Por consiguiente, todo cuanto hemos
dicho en los nÚllls. 60 a 88 inclusive del
párrafo anterior es aplicable al autocon-
trato del representante de una persona
jurídica.
104. Según esto, eses representan-
tes, por regla general, pueden, dentro
del límite de sus facultades, contratar
consigo mismo y constituirse en contra-
parte de su representada en el acto o
contrato que celebran en su nombre;
ninguna ley se los prohibe (1). Podrán
(1) PLANIOL ET R¡PERT, obra citada, tomo VI, n. o
73, pág. 95; DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 66,
pág. 140. Véase el n.O 61 del párrafo anterior.
-160-
pagarse a sí mismo 10 que la persona ju-
rídica les adeude o 10 que ellos deban a
ésta, aceptar, como tales representantes,
la donación que hagan en favor de su
representada y la hipoteca o prenda que
constituyan sobre sus propios bienes pa-
ra caucionar obligaciones existentes a fa-
vor de la persona jurídica, etc. (1).
105. Estos representantes no podrán
contratar consigo mismo cuando la ley
o los estatutos de la persona jurídica se
los prohiban (2).
Por este motivo, en cuanto a la com-
praventa y al préstamo, quedan some-
tidos a los arts. 2144 y 2145 del Código
Civil: sin aprobación de su representada,
no podrán venderle sus bienes propios,
ni comprar para sí los que pertenezcan
a ella ,(3), ni tomar en préstamo los di-
neros de la misma. Pero podrán prestar-
se a sí mismos, en cuanto representantes
de la persona jurídica, el dinero que les
pertenezca, siempre que 10 hagan al in-
terés designado por aqúella o a falta
de designación, al interés corriente. Es
decir, quedan sometidos a las mismas
reglas del mandatario, porque, como
representante de esas entidades, están
fa.cultados por la ley o los estatutos para
.
(1) Véase el n.O 85 del párrafo anterior. .
(2) Véanse los n.os 63 y 68 del párrafo anterior.
(3) ALESSANDRI, obra citada, tomo r, n.O 542,
pág. 565.
-161-

vender, comprar, dar y tomar en prés-


tamo y, en general, para celebrar todos ~os
actos y contratos concernientes a la ad-
ministración y disposición de los bienes
de la persona jurídica que representan;
siendo así, caen de lleno en las mencio-
nadas disposiciones (1).
El autocontrato del representante de
una persona jurídica, cuando los estatu-
tos o los arts. 2144 y 2145 del Código Ci-
vil lo prohiben, queda regido por los
mismos principios que expusimos en los
nÚIDs. 66, 75 y 84.
106. Tampoco podrán contratar con-
sigo mismo cuando el autocontrato pue-
da significar un peligro para la persona
jurídica en razón de la oposición de in-
ten~.ses que aquél haga surgir (2). En tal
caso, no les será lícito celebrar consigo
mismo el acto o contrato que deben rea-
lizar como representantes de la persona
jurídica, aunque, en el hecho, no resulte
perjudicial .(3). Según esto, no podrán
celebrar una transacción en que actúen,
a la vez, como parte directa y como re-
presentante de aquella (4). .
Tampoco podrán actuar como tales
representantes en un litigio seguid o en-
(1) Véanse los núms. 68 a 84 del párrafo anterior.
(2) Véase el n. o 64 de! párrafo anterior.
(3) Véase el n. o 65 del párrafo anterior.
(4) PLANIOL ET RIPERT,obra citada, tomo VI. n.O
73, pág. 95.
A utocor.íratación.-ll
- 162 --

tre él Y la persona jurídica; ésta debe


litigar representa,da por otra persona.
La sanción que lleva consigo el auto-
contrato del representante en este caso
es la misma que señalamos para el man-
datario en el n. o 66.
107. El autocontrato del represen-
tante, ejecutado dentro de los límites de
sus facultades, siempre que su celebra-
ción sea lícita, obliga a la persona jurí-
d.ica, al igual que en el caso del mandata-
no.
Sus efectos son los mismos que indi-
carnos en los nÚlns.86, 87 Y 88; Y si el
acto o contrato se ha celebrado en con-
diciones desventajosas para su represen-
tada, el representante responderá de su
culpa en conformidad a las reglas gene-
rales.
Por eso, y a fin de evitar cualquiera
cuestión al respecto, lo más prudente
será que el representante contrate con
otro de los representantes, si los hay, o
con una autorización especial de ellos
o del órgano o entidad en quien reside
la dirección suprema de la persona ju-
rídica (1).
108. Las soluciones expuestas en los
(1) LVON CAEN ET RENAULT, obra citada, tomo
lI, 1.- parte, 4." edición, n.O 263, pág. 233; LACOUR
ET BOUTERON, obra citada, tomo l, 3.& edición, n.O
283, pág. 229, in fine; PIC, Des sociétés commerciales,
tomo 1, 1908, n. o 472, in fine, pág. 639.
-163-

nÚIns. 101 a 107 se aplican a los repre-


sentantes de las corporaciones y fun-
daciones regidas por el Título final del
Libro 1 del Código Civil y, en general,
a los directores y administradores de to-
da institución que goce de personalidad
jurídica, como los sindicatos obreros y
profesionales regidos por la ley n. o
4057, el Colegio de Abogados, las cajas
d.e previsión social, los institutos de cré-
dito, que no sean sociedades anónimas,
la Caja Reaseguradora, etc., salvo que
. las leyes o los estatutos porque se rigen
dispongan otra cosa.
109. Las antedichas soluciones se a-
plican también a los administradores de
las sociedades colectivas, en comandita
o de responsabilidad limitada, sean civi-
les o comerciales. Estos administradores,
sean o no socios, pueden contratar con-
sigo mismo, dentro de los límites de su
mandato, en los términos que hemos in-
dicado, a menos que la ley o el contrato
social se los prohiban. Pueden pagarse a
sí mismos lo que la socied.ad les deba o
vice versa, descontar efectos de comercio
emitid.os por aquélla, etc. _(1); pero no
(1) HOUPIN ET BOSVIEUX, Traité Genéral des Socié-
tés, tomo I. 5.· edición, n. 221. pág. 253; LYON
Q

CAEN ET RENAULT, obra citada, tomo II, 1." parte,


4.' edición, n.O 263, pág. 233; LACOUR ET BOUTERON,
obra citada, tomo 1,3.· edición, n." 283, pág. 922;
pIC, obra citada, n." 471, pág. 637; DEMOGUE, obra
-164-

podrán celebrar consigo mismo los con-


tratos de compraventa y de préstamo
sino en las condiciones que indican los
arts. 2144 y 2145 del Código Civil, dado
que, como mandatarios de la sociedad,
están facultados para comprar, vender,
contratar préstamos, etc., y quedan, por
10 tanto, comprendidos en esos precep-
tos (1).
Pero los contratos consigo mismo de-
ben celebrarlos ostensiblemente, es de-
cir, a la vista de todos y no en forma
oculta y solapada. De lo contrario, po-
dría verse en ellos un abuso de confianza
de su parte ya que, en su carácter de
mandatarios, no pued.en emplear en be-
neficio propio y en perjuicio de su man-
dante, el dinero, los efectos y demás co-
sas muebles que administran o que se les
han confiado en depósito o mandato (art.
470, n.O 1.0 del Código Penal) (2).
Todo lo dicho se aplica, igualmente, al
gerente de esas sociedades; éste no es si-
no el factor que define el arto 237 del Có-
digo de Comercio, o sea, un mandatario
citada, tomo I,n.O 66,pág. 140;PLANIOL ET RIPERT,
obra citada, tomo VI. n.O 73, pág. 95; 1'HALLER,
obra citada, 5." edición, n. o 408, pág. 250.
(1) ALESSANDRI, obra citada, tomo r. n.O 54,
pág. 565.
(2) THALLER, obra citada. n.O 409, pág. 250; LA-
cova ET BoUTERON, obra citada, tomo 1. 3." edición,
n.O 283, in fine, pág. 230; PIC, obra citada, tomo I,
n.O 472, pág. 637.
-165-

suyo. Como tal queda sometido por en-


tero a las reglas que rigen el autocon-
trato del mandatario, según dijimos en
el n. o 92 del párrafo anterior.
110. No ocurre 10 mismo en ma.tería
de sociedades anónimas.
En éstas, la regla general es que sus
administradores o directores y el geren-
te no pueden celebrar actos jurídicos
consigo mismo, de modo que ni aquéllos
ni éste podrán constituirse en contra-
parte de la sociedad. en los contratos de
cualquiera naturaleza que celebren en
su nombr:, a menos que sean autoriza-
dos para ello por las tres cuartas partes
de los miembros que cemponen el direc-
torio, en sesión a que no concurran los
directores o el gerente con quien ha de
celebrarse el contrato, y que se deje tes-
timonio especial de esta circunstancia
w el acta. Así 10 dispone el n. o 2. o del
arto 3. o del Reglamento s0bre Socieda-
dades Anónimas, de 22 de Diciembre de
1920. Según él, esta regla deberá esti-
pularse en los estatutos de toda socie-
dad anónima porque si se la omite se
entenderá que el régimen de la sociedad
no ofrece a los accionistas garantías de
buena administración y siendo así, e1 Pre-
sidente de la República no podrá auto-
rizar su existencia por prohibírselo el art.
430 del Código de Comercio.
-166-

Por consiguiente, para que los direc-


tores o el gerente puedan vend.er sus bie-
nes a la sociedad, comprar los de ésta,
prestarle dinero a interés, tomar en
préstamo el de la sociedad (1) y, en ge-
neral, celebrar con ella cualquier acto o
contrato, aunque sea el más beneficioso,
necesitarán esa autorización previa otor-
gada en la forma indicada, sea que el ac-
to o contrato se haga bajo la forma de un
contrato consigo mismo, porque el di-
rector o gerente que actúa como contra-
parte represente, a su vez, a la sociedad
como mandatario suyo, sea que se haga
con la intervención de otro representan-
te.
Si se prescinde de la autorización, lo
que sucede, tanto cuando se la omite en
absoluto como cuando no se otorga con
el quorum y en las condiciones señaladas,
(1) Tratándose de Bancos. el préstamo hecho a
sus directores o empleados deberá someterse. ade-
más. a lo dispuesto en el n. o 6. o del arto 76 de la Ley
General de Bancos de 26 de Septiembre de 1925 que
dice así: .6.". No podrá conceder. directa ni indi-
• rectamente. préstamos que en conjunto sean ma-
» yores de seis mil pesos ($ 6.000) a ninguno de sus
> directores o empleados. sin acuerdo de los dos ter-
» cios del directorio y sin dejar constancia en el acta
> respectiva. Si se hubiese de considerar un crédito
» solicitado por un director. éste se abstendrá de
» votar. Si uno de sus directores o empleados fuere.
» al mismo tiempo. propietario de la mayoría de las
» acciones de una sociedad. se presumirá. para los
» efectos de las disposiciones de este número, que
-167-
ya que, en concepto del Reglamento ci-
tado, sólo la hay si es acordada en esa
forma, el acto es nulo relativamente, por
las razones que dimos en el n. o 75, sin
perjuicio de la responsabilidad e1\ que
incurran los que hayan cometido o au-
torizado la contravención si de ella se
sigue algún daño a la sociedad.
111. Lo dicho en el número anterior
respecto de los administradores de las
sociedades anónimas se aplica en todas
sus partes a los consejeros yal director-
gerente de la Caja de Crédito Agrario,
pues el arto 26 de los Estatutos de esta
institución hace extensivos a ellos, re-
produciéndola, la disposición del n. o 2. o
del arto 3. o del Reglamento sobre Socie-
dades Anónimas; y a los directores y al
presidente del Instituto de Crédito In-
dustrial, porque según el art. 15 de la
ley que 10 creó y cuyo texto definitivo se
fijó en el Decreto n. o 3217 de 30 de julio
de 1929, este Instituto se regirá por la
legislación general sobre sociedades anó-
nimas, salvo las disposiciones conteni-
das en esa ley, entre las cuales no hay
• un préstamo concedido a dicha sociedad es hecho
• a dicho director o empleado. Todo banco comer-
:> cial y todo director o empleado del banco que con-
:> traviniere esta disposición, deberá pagar al Fisco
" una multa igual al valor del préstamo. Los prés-
:> tamos o descuentos legitimos a que se refiere este
» número figurarán en los libros y balances en una
, cuenta especial..
--168-

ninguna contraria a la del n.o 2. o del arto


3. de ese Reglamento.
Q

También se aplica a los consejeros y


al gerente de las sociedades cooperativas
que se constituyan con arreglo al De-
creto-ley n. o 700 de 17 de Octubre de
1925 y de las cooperativas agrícolas que
se formen de acuerdo con la. ley 4531,
porque según los arts. 64 del primero y
31 de la segunda, se les aplicarán, En
cuanto no pugne con su naturaleza y
fines, las disposiciones sobre sccied.ades
anónimas, a lo que se agrega que el arto
66 del Reglamento sobre sociedad.es coo-
perativas de 4 de febrero de 1926 dispo-
ne que los consejeros no podrán ser pro-
veedores o contratistas de lae ooperativa
que dirigen, ni conservar un interés di-
recto en una empresa o en un negocio
hecho con ella por su cuenta, a menos
que sea autorizado por la Junta Gene-
ral; y que el arto 26 del Reglamento so-
bre cooperativas agrícolas de 10 de Abril
de 1929 establece que los consejeros no
podrán ser vendedores o contratistas de
la cooperativa, ni conservar un interés
directo en otros negocios que los que les
correspondan como socios.
De modo que para que los consejeros
y el gerente de una cooperativa puedan
contratar con ella, cuando les sea per-
mitido, necesitarán, según los casos, la
-169-

autorización de la Junta General o la


del Directorio, otorgada con arreglo al
arto 3. 0 , n. o 2. o del Reglamento sobre So-
ciedades Anónimas.
112. Los directores y el gerente del
Banco Central de Chile tampoco pueden
contratar consigo mismo y celebrar, por
sí solos, en representación de aquél, un
acto o contrato en que actúen como con-
trapartes, porque según el arto 40 del De-
creto Ley n. o 480 de 21 de agosto de
1925, que 10 creó, aquéllos no podrán dar
su voto en negocios que les interesen
personalmente o que interesen a los Ban-
cos, empresas o individuos en que sean
directores o empleados o con quienes es-
tén ligados por negocios, ni podrán asis-
tir a las sesiones del Directorio o de las
comisiones pennanentes en que se haya
de votar alguno de esos negocios. Si es
así, menos podrán celebrarlo consigo mis-
mo, desde que, en todo caso, para llevarlo
a cabo necesitan el acuerdo del Directo-
rio tomado con prescindencia del direc-
tor afectado.
113. EJ liquidador de una sociedad
colectiva, en comandita, anónima o de
responsabilidad limitada, sea civil o co-
mercial, es un mandatario de la socie-
dad, según el arto 410 del Código de Co-
mercio. Por consiguiente, podrá celebrar
acto y contratos consigo mismo en los
- 170-

mismos casos que cualquier mandatario,


y no podrá hacerlo en aquéllos en que
éste tampoco pued.a ejecutarlos. (1).
Siendo un mandatario para vender los
bienes de la sociedad, según el n. o 6. o d.el
arto 413 d.e ese Código, no podrá com-
prarlos para sí sin a.probación expresa
de los socios, según el art. 2144 del Có-
digo Civil.
Nos remitimos, por lo demás, a 10 que
hemos dicho en los nÚIns. 60 a 88 sobre
el autocontrato del mandatario que es,
igualmente, aplicable al liquidador de
una sociedad.
114. En materia administrativa, el
Decreto-Ley n.O 740 sobre Organización
y Atribuciones de las Municipalidades,
prchíbe el contrato consigo mismo a los
alcaldes, regidores y empleados municipa-
les con la Municipalidad de que forman
parte o a que prestan sus servicios.
Según el arto 75, estas personas no
pueden celebrar contrato alguno con la
Municipalidad respectiva, ni ser cesio-
narios o fiadores de ellos, de modo que
no pueden hacerlo ni bajo la forma de
un contrato consigo mismo ni de ningún
otro modo (2). El acto o contrato eje-
cutado en contravención a esta prohibi-
(1) DEMOGUE. obra citada. tomo r. n.O 67. pág.
141.
(2) ALESSAND~I. obra citada. tomo r. n. o 399.
pág. 446.
- 171 -

ción es nulo a,bsolutamente y el infrac~


tor responderá de los perjuicios resul~
tantes (1).
El arto 40 agrega, por su parte, que
ningún miembro de la Municipalidad
podrá tomar parte en la discusión y vo-
tación de asuntos en que él o sus parien-
tes, hasta el cuarto grado de consangui-
nid.ad o segund.o de afinidad, estén in-
teresados, salvo que se trate de nombra-
mientos o designaciones que deben re-
caer en los propios regidores.
115. Una persona puede ser, a la vez,
representante de dos o más personas ju-
rídicas o administrador o gerente de dos
o más sociedades. Ninguna ley se lo pro-
hibe, pero si se trata de un gerente o fac-
tor, deberá observar lo que dispone el
arto 331 del Código de Comercio si las
sociedades en que presta sus servicios se
dedican a negociaciones del mismo gé-
nero.
¿Podrá esa persona celebrar por sí sola
actos jurídicos que liguen a las socieda-
des o entidades que representa? La afir-
mativa nos parece evidente, no sólo por-
que la ley no se 10 impide sino, principal-
mente, porque ello no presenta ningún
peligro (2).
(1) ALESSAl':DIU. obra citada, tomo 1, n.O 413,
pág. 460.
(2) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n." 69. pág.
142.
-172-

Por consiguiente, el representante de


dos o más personas jurídicas y el admi-
nistrad.or o el gerente de d.os o más so-
ciedades podrá celebrar por sí solo,
en nombre de las entidades que repre-
senta, sin necesidad d.e que éstas lo auto-
ricen y aunque sus intereses sean opuestos
° incompatibles, toda clase de contratos,
inclusive los de compraventa y de présta-
mo. Las prohibiciones de los arts. 2144 y
2145 del Código Civil no rigen en caso de
doble mandato. Sólo prohiben al manda-
tario celebrarlos consigo mismo en su pro-
pio interés, pero no que los celebre en inte-
rés de un tercero, de quien también es
mandatario.
Así, el gerente de dos socied.ade.s pue-
de prestar por sí mismo el dinero de una
sociedad a la otra, vender y dar en a-
rriendo los bienes de una a la otra, girar
letras a nombre de una y aceptarlas a
nombre de la otra, ejecutar pagos entre
ellas, etc. En todos estos casos, compa-
recerá por sí solo en su doble carácter de
gerente de cada una de las sociedades
contratantes.
166. Las soluciones indicadas en el
número precedente son aplicables a los
representantes d.e las corporaciones y
fundaciones regidas por el Título fina
del Libro 1 del Código Civil, a los ad
ministradores y gerentes de las socied.a
-173 -

des colectivas, en comandita y de respon-


sabilidad limitada, sean civiles o comer-
ciales y, en general, a los representantes
de toda entidad que goce de personalidad
jurídica, a menos que la ley o los esta-
tutos porque se rigen dispongan otra
cosa.
117.-Pero son inaplicables a los ge-
rentes y administradores de las socie-
dades anónimas, sean civiles o comer-
ciales, y a los directores o consejeros de
las instituciones que, como la Caja de
Crédito Agrario, el Instituto de Crédito
Industrial (1) y las sociedades coopera-
tivas (2), se rigen por las mismas dispo-
siciones que aquellas sociedades, porque
el n. o 2.1) del arto 3. o del Reglamento so-
bre Sociedades Anónimas establece que
para que una sociedad de esta especie
pueda contratar con otra sociedad o con
una firma comercial, que representen su
gerente o sus directores, será menester
la autorización previa del directorio, a-
cordada por las tres cuartas partes de los
miembros de que éste se compone, en
sesión a que no concurran el gerente o los
directores que representan a la otra so-
(1) Véase el art. 15 de la ley que creó el Instituto
de Crédito Industrial.
(2) Véanse los arts. 64 del Decreto-ley n. o 700, de
17 de octubre de 1925 Sobre Sociedades Cooperati-
vas y 31 de la Ley n,o 4531 de 14 de enero de 1929
Sobre Cooperativas Agríeolas.
índice
-- 175-

4. o EL ACTO JURÍDICO CONSIGO MISMO


DE UNA PERSONA QUE QUIERE FIJAR
LA SITUACIÓN RELATIVA DE DOS FRAC-
CIONES DE SU PATRIMONIO SOMETI-
DAS A REGÍMENES DISTINTOS.

118, Este aclo jur ídico consigo mismo es de escasa aPli-


cación entre noso/ros.-119. La dit,isión de la
propiedad fidudaria en la que una misma per-
sona es, a la vez, fiduciario de una cuota y duf!iío
absoluto de otra. a que se refiere el arto 753 del
Código CiI,a, 110 puede hacerse bajo la jorma
de un acto jurídico consigo mismo.-120. El
aelo jurídico consigo mismo del heredero del
desaparecido a quien se le ha concedido la po-
sesión prOI!l'soria de sus bienes.-121. El acto
jurídico consigo mismo de la mujer casada bajo
el régimen de separación parcial de bienes o que
ha adquirMo bienes con su pec;ulio profesional
o índuslríal.-122. El acto jurídico consigo
mismo de la viuda instituida heredera universal
de su marido, cuya herencia aceptó con benefi-
cio de int'entario y que es insuficiente para pa-
garle sus apartes malrimoniales.-123. Otros
casos en que puede presentarse este acto jurídico
consigo mismo.-124. ConUJ debe harerse la
partición en lodos estos casos.

118. El acto jurídico consigo mismo


en el caso que ahora nos ocupa no es de
mucha aplicación entre nosotros porque
las circunstancia que pueden dar lugar
a él, o no se presentan o pueden solucio-
narse por otros medios.
Desde luego, el acto consigo mismo de
la mujer casada que quiere determinar
qué parte de sus bienes son dotales y qué
- 176-

parte son pa.raferna1es no se presentará


jamás en Chile por la sencilla razón de
que nuestro Código no reconoce el ré-
gimen dotal.
119. Tampoco se presentará en el
caso del fideicomiso cuando una persona
reune en sí el carácter de fiduciario de
una cuota y de dueño absoluto de otra,
como si al asignársele una herencia se le
han dejado tres cuartas partes en pro-
piedad absoluta y la cuarta parte res-
tante en propiedad fiduciaria, porque si
bien a.quél tiene un manifiesto interés en
determinar cuáles bienes quedan afec-
tos al fideicomiso y cuáles le pertenecen
libremente, para 10 cual puede provocar
la división de los bienes, ésta no puede
hacerla por sí sólo sino con intervención
del fideicomisario o de las personas que
lo representan, por disponerlo así en for-
ma imperativa el arto 753 del Código Ci-
vil.
La discusión que se ha suscitado en el
Derecho francés, motivada por la caren-
cia de un precepto como nuestro arto 753,
acerca de si en el caso en examen hay o
no indivisión entre los bienes gravados y
los bienés libres, de si procede o no la
partición, de quién puede provocarla, d.e
cómo debe efectuarse, de cuál es la. na.-
turaleza jurídica de semeja.nte operación,
no tiene cabida entre nosotros dado que
- 177-

ese precepto resolvió todas esas cuestio-


nes en una forma tan precisa y justiciera
que constituye una prueba más en apo-
yo de la bondad de nuestro Código Ci-
vil y del inmenso talento de su autor. El
arto 753 del Código Civil privó del ca-
rácter de cuestión en nuestro Derecho a
problemas que hasta hoy discuten la
doctrina y la jurisprudencia francesa (1).
En presencia del arto 753 del Código
Civil no puede ponerse en duda-y ni si-
quiera discutirse-que cuando uno o más
bienes de una persona están gravados
con un fideicomiso en una parte alícuo-
ta de los mismos, de mooo que aquélla
reuna en sí el carácter de fiduciano de
una cuota y de dueño absoluto de otra.
existe entrambas cuotas una indivisión
a que puede ponerse ténnino por una
partición, porque allí se habla de «mien-
:t tras la propiedad permanezca indivisa y
de que «podrá pedírsela división». Luego,
la ley considera que hay indivisión entre
la cuota poseída fiduciariamente y la
poseída en propiedad absoluta y que es-
ta indivisión puede cesar con la dlvisión.
Es, pues, inoficioso entrar a averi-
guar si, desde el punto de vista de los
principioS, puede o no haber indivisión
entre el fiduciario y el fideicomisario en
(1) Véase sobre este particular VALL1~fARESCO.
obra citada. págs. 994 a 998 y 1006 a 1007.
Autocontratación.-12
-178-

razón de que sólo aquél es el único pro-


pietario de todos los bienes y de que el
segundo no tiene sino un derecho even-
tual que, por 10 mismo, no coexiste con
el suyo y la comunidad supone dos o
más derechos iguales y coexistentes so-
bre una. misma. cosa, porque sean cuales
fueren esos principios, para la ley chi-
lena la hay; y ello porque, como dijimos
en el n. o 13, se presentan aquí tod.os los
inconvenientes que origina ese estado
jurídico. De moo.o que nuestro Código,
desentendiéndose del aspecto jurídico
del problema y considerando sólo el
práctico, estimó que en este ca.so, en vir-
tud de existir esos inconvenientes, ha-
bía una situación análoga a la. indivisión
y que, por lo tanto, debía. autorizarse
su terminación por los medios que el De-
recho ha ideado con ese objeto: la par-
tición (1). . .
Es también inoficioso averiguar si en
este ca.so procede o no la división, por·
que el arto 753 a.utoriza expresamente al
fiduciario para. pedirla.; de manera que
cualquiera que sea la naturaleza jurídica
que en dc.ctrina. pueda atribuirse a esta
operación, ante la leyes par#ción y que-
da sometida, en consecuencia., 8. las dis-
(1) Véanse en VA LLIMARESCO. obra citada. pálPl.
995 a 998 las opiniones en pro y en contra de la eXIs-
tencia de una indivisión. en este caso. y de la proce-
dencia de una partición.
-179 -

posiciones del Título X del Libro III del


Código Civil y producirá todos los efec-
tos propios de ese acto.
La división sólo podrá pedirla el fidu-
dudarlo, mas no el fideicomisario, tanto
porque el arto 753 da ese derecho a aquél
únicamente cuánto porque el segundo
es un propietario eventual o condicio-
nal y éste no puede pedir la partición
mientras penda la condición, según el
arto 1319 del Código Civil (1). Es na-
tural que así sea, ya que mientras la
propiedad permanezca indivisa, el fidu-
dario ejercerá los derechos de tal sobre
ambas cuotas y la división lo privará
de este derecho.
En la división intervendrán, necesa-
riamente, el fideicomisario o sus repre-
sentantes designados en el arto 761 (2).
El inciso 2. o del arto 753 es imperativo
al respecto. Esta intervención es indis-
pensable en concepto de la ley, según re-
sulta además del arto 1319, porque des-
pués de expresarse en éste que el coasig-
natario bajo condición suspensiva no
(1) La misma solución ha establecido la jurispru-
dencia francesa: VALLlr.IARESCO, obra citada. pág.
1006, in fine.
(2) La jurisprudencia francesa también exige la
intervención del tutor de los fideicomisarios, si son
menores, y el cumplimiento de las formalidades re-
queridas para las particiones en que concurren és-
tos: VALLlMARESCO, obra citada, pág. 1007; DEMO-
GUE, obra citada. tomo 1, n.O 47, pág. 114.
-180-

puede ~ir la partición mientras penda la


condicIón, pero los otros coasignatarios
deberán asegurarle competentemente lo
que cumplida la condición le correspond.a,
agregó en su inciso 2. o, que si el objeto
asignado fuere un fideicomiso, se ob-
servará lo prevenid.o en el título De la
proPiedad fiduciaria. ¿Por qué? Porque
al fiduciario que en el caso del arto 753
pida la división de la propiedad consti-
tuida en fideicomiso no le basta ase-
gurar competentemente 10 que pueda
corresponder al fideicomisario una vez
cumplida la condición sino que debe
efectuarla con la intervención de éste.
La regla dada en este titulo es diversa de
la del arto 1319 Y de ahí la salvedad de
su inciso 2. o, que viene a corroborar el
propósito del legislador de que en la par~
ticióil que se haga en el caso del arto 753
no se prescinda del fideicomisario o de
sus representantes.
La intervención del fideicomisario o
de sus representantes es, pues, esencial.
Sin ella la división no le afecta y sería
nula absolutamente por haber faltado
su consentimiento. Si es así, no puede
decirse que haya aquí un acto jurídico
consigo mismo, como cree Vallimaresco.
Este es el celebrado por la voluntad de
una sola persona y el de que aquí trata-
mos no puede verificarse eficazmente sin
-181-

la concurrencia de dos voluntades: la


del fiduciario y la del fideicomisario o
sus representantes. Decir que éste sólo
interviene para contralorear y vigilar la
operación, que es un tercero cuya presen-
cia se exige para que la partición se ex-
teriorice (1), es desconocer la realidad
de las cosas y los términos de la ley.
Basta que un acto no pueda hacerse con
la intervención de una sola persona sino
que requiera el concurso de dos o más pa-
ra que ya no sea consigo mismo.
Por eso, creemos que la partición a
que se refiere el arto 753, no puede seña-
larse en Chile como un caso de acto ju-
rídico consigo mismo, a pesar de 10 que
algunos autores franceses sostengan
en contrario (2).
120. Hay casos, sin embargo, en que
el acto consigo mismo que ahora estu-
diamos puede presentarse entre nos-
otros. Ello ocurrirá cada vez que una
misma persona tenga dos patrimonios o
dos fracciones de su patrimonio someti-
das a regímenes distintos y quiera fijar
la situación que, en definitiva, corres-
ponde a cada una.
Por ejemplo, el heredero de un des-
aparecido, de cuyos bienes se le ha con-
(1) VALLIMARESCO. obra citada, pág. 1007.
(2) DEMOGUE, obra citada, tomo 1, n.O 47, pág.
114.
-182-

cedido la posesión provisoria, con arreglo


a los arts. 81, n. o 6. o y 84 del Código Ci-
vil, es meramente usufructuraio de esos
bienes, según se desprende de los arts.
86 a 89 ¿.el mismo Código (1) y no puede
enajenarlos sino con loS requisitos pres-
critos en el arto 88; de modo que los bie-
nes del desaparecido constituyen, en
realidad, un patrimonio distinto dentro
del de aquél, ya que ambos están some-
tidos a regímenes diversos.
Si el heredero del desaparecido es co-
munero con éste en un bien raíz, tendrá
interés en proceder a su división para
determinar la parte de que podrá dis-
poner libremente. ¿Habría algún incon-
veniente para que hiciera esa partición
por si solo en su doble carácter de comu-
nero y de heredero del desaparecido? No
lo vemos (2). Sería este un acto jurídico
consigo mismo cuya eficacia no podría
ponerse en duda siempre, naturalmente,
que se procediera a él con previo decreto
judicial, por exigirlo así el arto 1322 del
Código Civil, ya que el heredero del des-
aparecido es un administrador de bienes
ajenos, por disposición de la ley.
121. El a.cto jurídico consigo mismo
puede presentarse, también, tratándose
(1) CLARO SoLAR, obra citada, tomo 1, n.O 461,
pág. 266.
(2) DEMOGUE, obra citada, tomo 1. n." 48, in fine,
pág. 115; VALLIMARESCO, obra citada, pág. 1009, a.
-183-

de una mujer casada bajo el régimen de


separación parcial de bienes o que los ha
adquirido con su trabajo personal en
virtud de la facultad que le otorga el
Decreto-ley n. o 328.
En tal caso, los bienes raíces de su pro-
piedad, que están sometidos al régimen
de comunidad, son administrados y u-
fructuados por su marido, según los arts.
1725, 1749 y 1753 del Código Civil. En
cambio, los adquiridos con su trabajo o
los excluidos de la comunidad son ad-
ministrados y usufructuados por ella se-
gún los am. 158, 166, 167 Y 1720 del
mismo Código y 9. o del Decreto-ley 328,
si bien la enajenación de unos y otros
deberá hacerse con arreglo al arto 1754.
Ambas categorías de bienes están, pues.
sometidas a regímenes distintos en cuan-
to a su administración y goce.
Puede ocurrir que la mujer, que apor-
tó al matrimonio un bien raíz que poseía
. pro indivis:l con un tercero, adquiera más
tarde la parte de éste con su peculio pro-
fesional o industrial, o que se haya re-
servado la administración y goce de este
bien y más tarde adquiera la otra parte,
por herencia o legado, sin que el testa-
dor se la asigne en las condiciones del
arto 166 del Código Civil. En ambos ca-
sos, tendrá un evidente interés en proce-
der a su división para determinar qué
-184-

parte tendrá en administración y usu-


fructo y qué parte será administrada y
usufructuada por el marido.
Como en el caso anterior, no hay nin-
gún inconveniente para que pueda ha-
cer por sí sola la partición (1), pero re-
querirá la autorización del marido o del
juez, en subsidio, ya que en cuanto ella
se refiere a la cuota sometida al régimen
de sociedad de bienes se trata del acto de
una mujer casada que no puede hacerse
SÜl esa autorización. Pero ésta no se exi-
ge como expresión de la voluntad de una
contraparte de la mujer sino como el
elemento necesario para capacitarla, a
fin de que pueda expresar la suya.
122. El acto jurídico consigo mismo
puede presentarse, también, tratándose
de una viuda instituida heredera uni-
versal de su marido, cuya herencia acep-
tó con beneficio de inventario y que es
insuficiente para pagarle sus aportes ma-
trimoniales. Es evidente su interés en
proceder a liquidar la sociedad conyugal
a fin de retirar sus aportes y poner de
este modo los bienes hereditarios a salvo
de la persecución de los acreedores del
marido de grado posterior al suyo (2).
(1) VALLlMARESCO, obra citada, pág. 1010, d.
(2) Este caso se presentó, con motivo de la liqui-
dación de la sociedad conyugal habida entre don
Carlos Campino Larrain y doña Trinidad Irarrá-
zaval de Campino. Aun cuando esta liquidación no
-185-
No vemos tampoco inconveniente para
que pueda hacerla por sí sola, en cuyo
caso actuará en esa liquidación en su do-
ble carácter de cónyuge sobreviviente y
de heredera de su marido y, mediante
ella, procederá a pagarse de sus aportes
con arreglo a los arts. 1770 y siguientes
del Código Civil.
Innecesario creemos decir que previa-
mente deberá hacer un inventario y ta-
sación solemnes para los fines del arto
1766 y para poder gozar del beneficio de
inventario.
Seguramente esa partición no impe-
dirá que los acreedores la molesten
cobrándole sus créditos, pero podrá ener-
var sus acciones exhibiendo el instru-
mento de que consta y acreditando la
inversión que dió a los bienes, de acuerdo
con el arto 1263 del Código Civil.
Si la mujer quiere verse libre en toda
forma de la persecución de los acreedo-
res, el procedimiento más adecuado al
efecto será el que indican los arts. 1261
y 1262 de ese Código.
la hizo por sí misma la cónyuge sobreviviente sino
que la practicó un árbitro, el nombramiento de éste
fué el resultado de un acto jurídico consigo mismo,
pues fué hecho solamente por ella en su doble carác-
ter de cónyuge sobreviviente y de heredera de su
marido según consta de la escritura otorgada ante el
notario Campino de Santiago el 27 de Agosto de
1918. (Véanse los antecedentes referentes a esta li-
quidación en el archivo judicial de Santiago, año
1921, letra e, legajo 773, n.O 9.°).
-186 --

123. Las soluciones indicadas en los


nÚIns. 120 a 122 recibirán aplicación en
todos los demás casos análogos que se
presenten, o sea, cada vez que una per-
sona tenga dos o más patrimonios o dos
fracciones de su patrimonio sometidas
a regúnenes distintos y entre los cuales
exista indivisión, ya que entonces hay
una sola voluntad que puede disponer
de ambos y no existe entre ellos oposi-
ción de intereses.
El hecho de que la partición sea, en
principio, un acto bilateral, por dirimir,
ordinariamente, conflictos entre dos o
más propietarios, no obsta a 10 dicho,
tanto porque existiendo una sola volun-
tad al servicio de dos patrimonios, no
sería posible hacer intervenir a otra,
cuanto porque siendo la partición un
medio técnico para realizar un fin social-
poner fin a la situación incómoda que
resulta de la indivisión-procederá ser-
virse de ella, como dice la jurispruden-
cia francesa, cada vez que se presenten
las circunstancias que motivaron su exis-
tencia (1).
124. Siempre que el acto jurídico
consigo mismo consista en una partición,
deberá exteriorizársele por alguno de los

(1) VALLlMARESCO. obra citada, págs. 989 a 994


y 1003.
índice
-- 187--

5. o ACTOS QUE NO CONSTITUYEN ACTOS


JURÍDICOS CONSIGO MISMO.
125. El emPleo de los dintTos del mandante hecho por
el manda/ario o el comisionista en utilidad pro-
Pia no constituye un acto consigo m'Ísmo sino
un acto abusivo e incorrecto de su parte.-126.
Lo mismo cabe decir respecto deltutof o curador
que se sirve de los dineros del puPila.

125.-El arto 2156 del Código Civil


dispone que el mandatario debe al man-
dante los intereses corrientes de dineros
de éste que haya empleado en utilidad
propia, 10 que pudiera hacer pensar que
hay aquí un caS) de acto jurídico con-
sigo mismo, que consistiría en que el
(1) VALLlMARESCO. obra citada, págs. 1003 a 1006
y pág. 1011.
-188-
mandatario tome por sí solo y para su
uso personal el dinero de su mandante.
No es así, sin embargo. El hecho de
que el mandatario por sí y ante sí tome
esos dineros y los emplee en utilidad
propia, no constituye un acto jurídico
consigo mismo, sino lisa y llanamente un
acto abusivo e incorrecto de su parte, que
lo hace incurrir en sanciones civiles, y
aun penales, si ha obrado dolosamente.
Para que haya acto jurídico consigo
mismo es menester, ante todo, que el
mandatario obre dentro de su mandato
y en ejecución del mismo, creando entre
él y su mandante vínculos jurídicos de-
rivados de un acto o contrato que esta-
ba autorizado para celebrar, y que, por
lo mismo, han de reprecutir eficazmente
en el mandante, en tanto que aquí se
trata de un acto violatorio del mandato,
que excede sus facultades y que no es-
ta.ba previsto entre los que el mandata-
rio podía celebrar por cuenta de aquél.
De los arts. 2144 a 2147 del Código
Civil se desprende que el mandatario,
puesto que obra por cuenta y riesgo del
mandante y en su representación, no
puede obtener del mandato otro bene-
ficio o utilidad que la remuneración es-
tipulada o usual, por cuyo motivo todos
los provechos que el negocio reporte son
para el mandante; siendo un mero re-
-189-

presentante o intermediario suyo, no


puede retener para él nada de lo que ha
de corresponder al mandante. El man w

datarlo que recibe dineros del mandante


en razón del mandato o a consecuencia
de su ejecución, como si encargado de
vender percibe el precio, o encargado de
cobrar un crédito recibe la cantidad a-
deudada, debe entregarlos o emplearlos
en los negocios cuya gestión se le enco
w

mendó 0, en todo caso, mvertirlos en


forma productiva para aquél. Si en vez
de proceder de este modo, los emplea en
utilidad propia no sólo se errriquece a
expensas del mandante sino que viola
el deber de fidelidad que el mandato le
impone y obtiene para sí un lucro que
lícitamente no puede obtener. Siendo así,
no cabe hablar de acto consigo mismo,
porque para que éste tenga eficacia y
surta los efectos que le corresponden es
necesario que su celebración sea lícita y
conforme a derecho o a la voluntad ex-
presa o tácita del mandante.
Cuando el arto 2156 del Código Civil
obliga al mandatario a abonar al man-
dante los mtereses corrientes de dineros
de éste que haya empleado en utilidad
propia, no le confiere una autorización
para que haga ese empleo y los tome por
sí y ante sí, ni reconoce en este empleo
un acto consigo mismo, sino que impone
~ 190~

una verdadera sanción civil al manda-


tario que olvida la ley del contrato y fal-
ta a esa fidelidad; y esto explica que ese
precepto le imponga la obligación de a-
bonar intereses corrientes de pleno de-
recho, sin necesidad de constituirlo en
mora, estableciendo, de este modo, una
verdadera excepción a la regla general
que rige la indemnización de perjuicios
en las obligaciones contractuales (arts.
1551, 1557 y 1559 del Código Civil) (1).
Mal podría importar ese acto un con-
trato consigo mismo si se considera que,
ejecutado dolosamente, constituye el de-
lito penado en el arto 470 n.O 1.0 del
Código Penal (2); Y así ocurrirá si el
mandatario que ha recibido fondos para
evacuar un determinado encargo, el pago
de una deuda del mandante, por ejem-
plo, en vez de emplearlos en ese fin los
distrajere para emplearlos en un negocio
propio, que es el caso que expresamente

(1) Véanse en el mismo sentido: LAURENT, obra


citada, tomo 27, n. o 506, pág. 563; MARCAD É ET PONT,
Explication du Code Civil, tomo 8, n.O 1040 a 1045,
PAgs.586 a 589; TROPLONG, Droit Civil Expliqué, to-
mo 13, Du mandat, n. o 498 a 506, págs. 469 a 478 Huc,
obra citada, tomo 12, n.O 67, pág. 89; GUILLOUARD,
Du mandat, n.O 140, pág. 451; AUBRY ET RAu, obra
citada, tomo 6, párrafo 413, pág. 170.
(2) LAURENT, obra citada, tomo 27, n.O 506, in
Hm, pág. 564; MARCADÉ ET PONT, obra c~tada, tomo
8.°, n.O 1046, pág. 590; TROPLONG, obra CItada, tomo
13, n.O 505, pág. 478.
-191-

contempla respecto d.el comisionista el


arto 251 del Código de Comercio.
Aunque el empleo de los dineros del
mandante en utilidad propia del man-
datario no sea siempre y por sí solo un
acto delictuoso, esto no significa que sea
correcto y lícito ya que para que, en
derecho, un acto sea llícito, no precisa
que esté penado por la ley. Hay muchos
actos ilícitos y aun prohibidos por ella
que no tienen sanción penal sino única,-
mente civil, como ocurre, entre otros, con
los cuasidelitos sobre las cosas, la venta
de una sucesión futura o entre cónyuges.
etc. .
En conclusión, el empleo de los dine-
ros del mandante en utilidad propia del
mandatario, a menos que se haga con su
autorización, no constituye un caso de
autocontrato; por el contrario, importa
un acto d.e infidelidad contractual, in-
correcto y violatorio de la confianza que
el mandante ha depositado en él, que lo
hace incurrir en la sanción que señala el
arto 2156 del Código Civil. Si se trata de
un comisionista. abonará al comitente
el interés legal del dinero desde el d.ía en
que hubieren entrado a su poder dichos
fondos, d.eberá indemnizarle los perjui-
cios resultantes de la falta de cumpli-
miento del encargo, incurrirá en las pe-
nas del abuso de confianza, y, en caso de
-192-

quiebra, será tratado como fallido frau-


dulento (art. 251 del Código de Comer-
cio).
Corrobora esta conclusión el arto 2145
del Código Civil. Si, según este precepto,
el mandatario encargado de colocar di-
nero a interés no puede tomarlo prestado
para sí sin aprobación del mandante, ha-
bría sido absurdo que el arto 2156 10 hu-
biese autorizado para servirse de él sin
esa autorización. De haberlo hecho, am-
bas disposiciones se habrían contradicho
y como, según el arto 22 del Código Civil,
la ley debe interpretarse en forma que
entre tOO.as sus partes haya la debida co-
rrespondencia y armonía, no puede en-
tenderse el arto 2156 sino en el sentido
que le hemos dado, esto es, que, lejos de
autorizar al mandatario para que, sin
permiso del mandante, emplee en utili-
dad propia los dineros de éste, se lo pro-
hibe y si sanciona la contravención es
porque se pone en el caso de que el man-
datario incurra en ella y haga ese Em-
pleo (1).
(1) El mismo alcance ha dado a esta disposición
el Consejo General del Colegio de Abogados, en sen-
tencia de 9 de Octubre de 1929, recaída en el reclamo
deducido por don Norberto Schoer contra un abo-
gado a quien confirió mandato para vender una pro-
piedad y que, en vez de entregarle el precio de ven-
ta, lo conservó en su poder y lo empleó en utilidad
propia durante dos años y sólo vino a reconocer su
obligación de entregárselo cuando se le apremió
-193 -

126.-Lo mismo cabe decir del tutor


o curador que emplea en utilidad propia.
por sí y ante sí. los dineros de su pupilo.
En este empleo no hay un acto con-
sigo mismo sino uno abusivo e incorrec-
to; y sería absurdo creer que pudiera
haberlo si se recuerda que el autocontra-
to no tiene cabida entre guardador y pu-
pilo en razón de que, según el arto 412,
ningún acto o contrato en que directa o
. indirectamente tenga interés el tutor o
curador puede celebrarse sino con auto-
rización de los otros tutores o curadores
generales no implicados de la misma ma~
nera, o del juez, en subsidio.
Si el tutor o curador no puede con-
tratar con su pupilo sino en la forma
indicada. si ni siquiera 10 que éste le
para ello y después de formulado el reclamo ante
el Consejo. La sentencia, en sus considerandos 7. 0
a 13 inclusive, redactados por el autor de este tra-
bajo, analiza el alcance del arto 2156 más o menos en
los mismos términos que se emplean en el texto, y
llega a la conclusión de que el empleo de los dineros
del mandante en utilidad propia del mandatario,
hecho sin su autorización. «es un acto incorrecto y
, vioIatorio de la confianza que el mandante ha de-
> positado en él y que ejecutado por un abogado es
• desdoroso para el ejercicio de la profesión y autori-
> za al Consejo para aplicar a su autor una medida
> disciplinaria". Firman esta sentencia los consejeros
señores Carlos Estévez, Arturo Alessandri R., Al-
fredo Santa María, Rafael Moreno, Carlos Schiir-
mann, Oscar Dávila, Lindor Pérez Gacitúa, Arturo
Ureta E., Federico Villaseca. Eugenio Ortúzar, Ger-
mán Riesco, Gabriel Palma y Osvaldo Vial.
Autocontrataci(,n.~-13
-194 -

adeude se le puede pagar sin esa autoriza-


ción' según el arto 410, sería absurdo pen-
sar que, sin necesidad de ella, por su sola
voluntad, pudiere ejecutar un acto de
mucho mayor gravedad y peligro, como
el de tomar para sí el dinero del pupilo a
fin de emplearlo en utilidad propia.
Dentro de la regla de hermenéutica
antes citada es, pues, forzoso reconocer
que el tutor o curador no puede emplear
en utilidad propia los dineros de su pu-
pilo, sin autorización de los demás guar-
dadores o del juez, en subsidio. Si lo hace,
no cabe hablar del acto consigo mismo
sino de un abuso de confianza que lo de-
jará sujeto a las penas correspondientes.
El arto 424, al disponer que el tutor
o curador pagará los intereses corrientes
del saldo que resulte en su contra, al
igual que el arto 2156, no lo autoriza para
hacer ese empleo. Se está refiriendo, úni-
camente, a los intereses quedebe al pu-
pilo, cuando, en virtud de su cuenta, de
la comparación de las partidas del debe
y del haber, resulta que hay un saldo a
favor del pupilo, saldo que resultará del
hecho de que su activo sea mayor que
su pasivo (1). Y como su obligación es
restituir ese saldo inmediatamente de
quedar aprobada su cuenta, los intere-
(1) CLARO SOLAR, obra citada. tomo IV, n.O
2315. in fine, pág. 487.
índice
-195-

6. o CONCLUSIÓN

127.-El estudio que precede nos de-


muestra que el acto jurídico consigo mis-
mo, aparte de ser de ordinaria ocurren-
cia, es útil y conveniente, y en algunos
casos, el único medio de efectuar una
operación jurídica, pero que ofrece pe-
ligros, principalmente tratándose de los
representantes legales ya que actúan en
nombre de personas que, por su incapa-
cidad o estructura, no pueden defender
sus intereses.
Esto nos lleva a la conclusión de que
es una materia que reclama la atención
legislativa y que convendría que nuestra
-196-

legislación la reglamentara de un modo


general.
No somos partidarios de prohibir, en
principio, el acto jurídico consigo mismo
del mandatario convencional, ni aun en
materia mercantil, como lo hacen el arto
271 de nuestro Código de Comercio y el
arto 37 del Proyecto franco-italiano de
las Obligaciones y Contratos, porque a
su respecto desaparecen, en gran parte,
los peligros de este acto, puesto que el man-
dante está ahí para defender sus intere-
ses y es capaz de discernir si el manda-
tario merece o no su confianza. A esto se
agrega que semejante acto puede serIe
útil y beneficioso, en tanto que el siste-
ma contrario, a más de crear dificulta-
des innecesarias al comercio, entorpece
actos que, por su sencillez y consecuen-
cias, tales como el cambio de dinero, el
pago, la venta de cosas deteriorables,
etc., son del todo inofensivos bajo la for-
ma de autocontrato (1).
Teniendo presente la diversidad de si-
tuación en que se hallan las personas
cuyos intereses están confiados a repre-
sentantes legales y aquel1as que han
encargado voluntariamente la adminis-
tración de los suyos a un tercero, pode-
mos formular los siguientes principios:

(1) HUPKA, obra citada. págs. 320 Y 321.


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