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Ferrari Vasco v. Arlinton S.A.

Del fallo de 1ra. Instancia:

1. Si de las pruebas aportadas surge que el domicilio real de la demandada coincide con el
domicilio social, que el giro de la sociedad se vincula exclusivamente con un inmueble y con
un automóvil, que el inventario de la sociedad incluye bienes personales de la primera y que
en las operaciones concertadas por la empresa aparecen fundamentalmente gastos
efectuados por gastos de expensas, luz, gas, teléfono, sin ubicarse ningún otro
desprendimiento de excepción, todo lo cual no condice con el acta de constitución de la
sociedad donde figura un objeto comercial, industrial, constructor, inmobiliario,
agropecuario y financiero, debe concluirse que la actuación de dicho ente encubre la
consecusión de fines extrasocietarios en miras al interés personal de la demandada, por lo
que, el caso encuadra dentro de los términos del art. 54 de la ley 19.550 y,
consecuentemente, cabe declarar la inoponibilidad de la personalidad jurídica de la
sociedad de marras.
2. Dado que es un hecho notorio la tendencia actual a valeres de las formas externas legales
de las sociedades anónimas para encubrir, en realidad, el patrimonio de una persona o
familia desvirtuando así el alto propósito de bien público que la ley supone al autorizar su
funcionamiento, creando una serie de problemas, no solo para el Estado, sino también en
sus relaciones con terceros, la ley 22.903 ha introducido en el art. 54 de la ley de sociedades
el régimen de inoponibilidad de la personalidad jurídica; el cual, sin embargo, debe ser
aplicado restrictivamente solalmente en caso de existir pruebas concluyentes de que la
actuación de la sociedad encubre la consecución de fines extrasocietarios.
3. Si la personalidad societaria que el actor pretende allanar constituyó el obstáculo en que se
fundó, en jurisdicción civil, la negativa judicial al embargo de bienes de su contraparte
debido a que estos se hallaban a nombre de la sociedad de marras, cabe concluir que el
primero ostenta un interés jurídico suficiente en la declaración de inoponibilidad
pretendida, pues de no proceder la misma su propio patrimonio se vería afectado.
4. Aún no habiéndose acreditado fraude en la constitución de la sociedad y tampoco fraude
en la toma de control, la aplicación de la doctrina del allanamiento de la personalidad
también es posible; ya que el art. 54 de la ley de sociedades admite un supuesto de
inoponibilidad que no requiere fraude en caso de que la actuación de la sociedad encubre
la consecusión de fines extrasocietarios
5. Al respecto, Enrique M. Butty dice que la inoponibilidad del art. 54 de la LS no
necesariamente supone la existencia de causa ilícita, por lo que la norma difiere en el punto
de la doctrina del disgregard, en tanto basta la finalidad extrasocietaria (art. 1° de ley 19.550
y su doctrina), al caso en que la sociedad no tiene vocación de ser titular de una hacienda
empresaria mercantil en el sentido de los arts. 2082 y 2255 del Código Civil italiano. Ello en
tanto la personalidad en la ley 19.550 requiere como presupuesto prenormativo la
comercialidad, a su vez derivada de su vinculación con dicha hacienda empresaria mercantil
entendida como interferencia organizada en el mercado sujeta a duración.
6. …. la sociedad carece de toda actividad destinada a la producción o intercambio de bienes
y servicios, que sus dos únicos bienes (el inmueble y el rodado) no se ordenan a una
explotación empresarial (hacienda) sino al disfrute personal de Orlando (demandado), y que
Orlando es la única y exclusiva controlante de la voluntad social a pesar de no figurar como
accionista.
7. Si a ello se suma el hecho de que tales bienes le fueron adjudicados en la liquidación de la
sociedad de hecho a Orlando, se llega a la conclusión que su formal adquisición por la
sociedad (actuación social) no se ordenó a su incorporación a una hacienda mercantil
operativa (finalidad societaria) sino al disfrute personal de la controlante bajo la pantalla de
la personalidad social (fin extrasocietario), lo que imponen declarar su inoponibilidad y, en
su mérito, considerar a dichos bienes como pertenecientes al patrimonio de Orlando con
relación al actor Ferrari.

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