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Tema 38 Revolucion Industrial e Industrializacion
Tema 38 Revolucion Industrial e Industrializacion
Introducción
1. Los factores de la Revolución Industrial
1.1. Las condiciones políticas
1.2. Las condiciones demográficas
1.3. Las condiciones sociales
1.4. Las condiciones económicas
1.5. Las condiciones tecnológicas
1.6. Factores de tipo geofísico
2. Revolución Industrial y revolución agraria
A. Nuevas formas de propiedad
B. Nuevas técnicas de producción
C. Cambios en el mercado y en la actitud del propietario agrícola
3. Revolución Industrial y revolución comercial
3.1. El mercado interior
4. Los motores de la Revolución Industrial
4.1. La industria textil
4.2. El sector siderúrgico
4.3. El ferrocarril
4.4. Expansión a otros sectores
5. Modelos de Revolución Industrial
5.1. La Revolución Industrial Británica
5.2. La industrialización europea continental
6. Consecuencias de la Revolución Industrial
6.1. Consecuencias técnicas
6.2. Consecuencias sociales
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Introducción
La Revolución Industrial, junto con la Revolución Francesa, es el hecho histórico que habitualmente se
utiliza para marcar el fin de la Edad Moderna y el inicio de la Contemporánea. Su importancia es evidente, ya
que la Revolución Industrial abrió la puerta al crecimiento económico moderno. El mundo tal c omo ahora lo
conocemos se basa en unos cambios iniciados entonces tales como el uso masivo de fuentes de energía fósiles o
la concentración de la población en las ciudades.
La expresión Revolución Industrial designa el cambio de una economía agraria y artesanal a otra dominada
por la industria y la producción mecanizada. Este proceso transformador se inició a finales del siglo XVIII en Gran
Bretaña y se extendió de forma irregular por otros países. Supuso un cambio de repercusiones mundiales cuyas
características resultan imprescindibles para la comprensión del mundo actual. Sin embargo, hay que precisar
que el término revolución puede inducir a engaño, pues lleva a pensar en un gran cambio sucedido en un corto
espacio de tiempo, cuando en realidad la Revolución Industrial fue un proceso bastante lento.
Los especialistas en la materia suelen dividir la Revolución Industrial en dos grandes fases. La Primera fase
es la primera manifestación histórica del llamado crecimiento económico moderno, estuvo liderada por Gran
Bretaña que se convirtió en la primera nación industrial y consecuentemente en la primera potencia mundial. El
comienzo de la segunda Revolución puede situarse en el último tercio del siglo XIX, momento en que la
industrialización, que hasta ese instante se había experimentado en otras naciones de forma desigual, eclosiona
generando la aparición de nuevas potencias indust riales como EEUU, Alemania, Rusia, Francia o Japón.
Como consecuencia de la búsqueda de nuevos mercados que sostuvieran el crecimiento económico, surgió
el proceso histórico de expansión colonial que llevó al reparto del mundo (especialmente de Asia y África) por
parte de las principales potencias.
Relacionada con la Revolución Industrial está la noción de protoindustrialización, que se refiere a un
sistema de producción de base rural que consiguió su máxima extensión en Europa central y occidental a partir
de los siglos XVI y XVII, donde los agricultores combinaban el cultivo de la tierra con trabajos de hilar o de tejer
en sus talleres domésticos, y los empresarios-comerciantes que habían encargado el trabajo controlaban la
comercialización de la producción en mercados lejanos. Aunque ha sido objeto de polémica entre los
historiadores, con este término se pretende resaltar que antes de la Revolución Industrial estricta ya habían
sucedido una serie de cambios en la fabricación de manufacturas: las regiones donde se había desarrollado con
anterioridad esta industria rural dispersa, libre de las restricciones gremiales, fueron más propicias a la
aparición de industrias modernas.
1. Los factores de la Revolución Industrial
Europa, en vísperas de la Revolución Industrial, había superado los niveles mínimos de subsistencia, si los
comparamos con otras partes del mundo. En el caso inglés, dentro del ámbito europeo, se daba la renta per
cápita más alta del continente. Esto significa que Europa era rica, comparativamente, ya antes de la Revolución
Industrial. En el proceso de Revolución Industrial se produjeron las siguientes transformaciones básicas:
Un incremento de la población: que unido al desarrollo urbano conlleva la aparición d e mercados más
grandes o desconocidos hasta el momento. Londres, con un millón de habitantes, actúa como centro de
demanda importante para el mercado interior.
La ausencia de fronteras aduaneras internas (gracias al sistema político inglés) y de cargas feudales:
estas circunstancias hacían del mercado inglés el más amplio y coherente de Europa. En el continente
proliferaban las aduanas y los tributos regionales, que entorpecían la libre circulación de mercancías y
contribuían a perpetuar unidades económicas semiautárquicas.
El desarrollo del transporte: desde mediados del siglo XVII se dedicó una inversión continua y creciente
de recursos públicos y privados a la extensión del sistema fluvial y a la construcción de puentes y
carreteras. El ritmo de inversión aumentó notablemente en la segunda mitad del siglo XVIII: existían vías
terrestres y de navegación que conectaban los centros industriales más importantes del norte con los
Midlands, con Londres y el Atlántico. El desarrollo de los transportes permitió un a mayor integración de
las economías regionales.
Un nivel más alto de rentas: el poder adquisitivo per cápita y el nivel de vida eran sensiblemente más
altos que en el continente. No existe ninguna medida precisa para calcular la renta nacional en el siglo
XVIII, pero los testimonios parecen indicar que existía una mejor distribución de la riqueza, los sueldos
eran más elevados y se disfrutaba de mayor abundancia (el pan blanco, que suele ser un indicador del
nivel de vida, era de consumo corriente). Todo parece indicar que el trabajador inglés comía mejor y
además gastaba una proporción menor de su renta en alimentación que los trabajadores del continente
(lo cual es una característica endémica del Antiguo Régimen). Esto le permitiría gastar más en otros
artículos. La estructura del consumo, en una sociedad abierta y móvil, era favorable al crecimiento de
las manufacturas. El poder adquisitivo más alto de los sectores más pobres de la sociedad genera una
demanda mayor de bienes, siempre que estén a su alcance; es decir, potencia la producción de artículos
baratos susceptibles de ser producidos en masa y es el resultado de una mano de obra más barata.
El crecimiento del mercado: fue también el resultado de intercambios frecuentes entre campo y ciudad.
Sobre los vendedores no pesaban demasiadas restricciones, ni tradicionales ni legales. Se manifestó así
una energía y una capacidad de expansión que, era el fruto de la mejora de las comunicaciones, del
incremento de población, de una renta media elevada y d e una estructura de la demanda que favorecía
el consumo de los productos estandarizados a bajo precio .
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4. Los motores de la Revolución Industrial
4.1. La industria textil
Normalmente se atribuye a la industria textil el papel de motor inicial de la Primera Revolución Industrial,
de una manera muy evidente en el caso del Reino Unido, donde la industria lanera domés tica, muy importante
desde la Edad Media, fue desplazada por la nueva industria del algodón.
La tecnología del sector textil experimentó unas transformaciones trascendentales; además de las ya
mencionadas en el apartado anterior destacan:
La Jenny de Hargreaves, máquina de hilar movida manualmente, que a lo largo de la segunda mitad
del siglo XVIII consiguió incorporar hasta 120 huso s.
La water frame de Arkwright (1769), máquina hiladora continua movida por agua y más tarde por
vapor, conseguía un hilo más fuerte y permitía fabricar un tejido solo con algodón, lo que supuso
una reducción de los costes.
La mule de Crompton, una máquina hiladora que dio mayor calidad al tejido y las selfactinas, que
eran movidas por la fuerza del vapor.
El resultado fue que en poco tiempo el Reino Unido fabricó tejidos más baratos, de mayor calidad y en
mayor cantidad que el resto de Europa, ya que disponía de algodón de Nortea mérica a buen precio.
Los cambios en aquellas décadas no se produjeron solo del lado de la oferta, sino también por parte de la
demanda: la revolución demográfica tuvo como consecuencia un incremento del consumo que favoreció el
crecimiento del sector, a lo que más tarde se sumó un aumento de la exportación. También debemos tener en
cuenta la aparición de un mercado interior integrado más potente, favorecido por la desaparición de barreras
aduaneras internas, el desarrollo del transporte, el poder adquisitivo y la distribución de la riqueza entre los
diversos grupos sociales.
4.2. El sector siderúrgico
La industria siderúrgica fue otro sector fundamental en la Primera Revolución Industrial, aunque su
impacto fue un poco más tardío que el textil y su gran desarrollo estuvo normalmente relacionado con la
construcción del ferrocarril: a partir de 1830 en el Reino Unido y ya en la segunda mitad del siglo XIX en otros
países europeos.
Con anterioridad ya se habían producido inventos destacables en el Reino Unido: Darby había descubierto
en 1709 la fundición del hierro con carbón mineral, lo que suponí a evitar la tala de bosques y las fraguas
itinerantes. Más tarde, Onion y Cort descubrieron el método de pudelación que permitía que se obtuviese un
hierro más fuerte. La aparición de la máquina de vapor permitió sustituir la madera por el carbón como fuente
de energía, y de esta manera el país pudo aprovechar la ventaja que suponía disponer de abundante carbón y
hierro. Las forjas tradicionales persistieron, aunque poco a poco se impusieron estos nuevos inventos.
La industria siderúrgica británica se concentró cerca de las minas de carbón y sus productos se distribuían
gracias a las redes de canales. Las regiones principales fueron los Middlands (Birmingham), que ya poseían a
finales del siglo XVIII la mitad de los altos hornos del Reino Unido debido a la con centración de las minas de
carbón y de hierro, y el sur del País de Gales, con su entorno dirigido hacia los puertos de Cardiff y Bristol .
4.3. El ferrocarril
En el Reino Unido se produjo una primera revolución del transporte que en el siglo XVIII consiguió el
acondicionamiento de las rutas terrestres, la potenciación de la navegación fluvial, la construc ción de canales y
la mejora de los puertos. Por tanto, antes del ferrocarril el Reino Unido fue u n país privilegiado e incluso se
puede afirmar que fue el primero en formar su mercado nacional, ya que disponía de la infraestructura
necesaria para el transporte de mercancías a través de vías fluviales y un litoral extenso pero a poca distancia
del interior. En cambio, otros países continentales o Estados Unidos seguían padeciendo graves dificultades para
el transporte de las mercancías.
Sin embargo, fue el ferrocarril lo que revolucionó los medios de transporte durante el siglo XIX. Su inicio lo
encontramos relacionado con la minería, donde se usaban raíles de madera y vagonetas, y el gran salto fue
posible con dos de las grandes innovaciones tecnológicas del siglo: la locomotora de vapor y los raíles de hierro.
Tan pronto como cuando se solucionaron otros problemas como los estudios topográficos y la búsqueda de
capital, la repercusión económica del ferrocarril superó las mejoras expectativas de sus impulsores.
A mediados del siglo XIX las líneas de ferrocarril se multiplicaron por Europa y EEUU, lo que tuvo un gran
impacto en la industrialización y en la economía. Algunos datos son ilustrativos: en 1840 había en el mundo
7.200 quilómetros de vías férreas instaladas, qu e pasaron a 37.600 en 1850, y 566.900 en 1888.
El ferrocarril favoreció la demanda de productos de las industrias siderúrgica, mecánica y de la cons -
trucción. Finalmente, contribuyó a una nueva estructuración de las empresas que se convirtió en referente d e la
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evolución de las empresas capitalistas, en un nuevo modelo que se basaba en el predominio de los managers y
tecnócratas dentro de la empresa, la separación entre gestión y di rección, la tendencia a la concentración y la
reducción progresiva de los beneficios.
4.4. Expansión a otros sectores
El desarrollo de una industria mecanizada, concentrada en grandes unidades de producción, hubiera sido
imposible sin una fuente de energía mayor que la fuerza humana o animal y no dependiente de la naturaleza. La
solución llegó con un nuevo convertidor de energía, la máquina de vapor, que utilizaba una vieja fuente de
energía, el carbón. La máquina de vapor superaba las limitaciones anteriores, consumiendo combustible
mineral, permitiendo el suministro constante y concentrado de energía. Además, se seguía utilizando la fuerza
del viento y la energía hidráulica, que representaban una importante proporción del consumo energético.
El cambio tecnológico de las energías fue paulatino y estuvo presidido por pequeñas mejor as, que fueron
tan importantes como los adelantos iniciales más espectaculares. Éstas iban desde los ajustes que
perfeccionaban las piezas, al diseño de nuevo instrumental, más preciso y fácil de manejar. Poco a poco se abrió
paso el trabajo de precisión estandarizado, que permitió la fabricación de piezas de recambio y el uso de moldes
y plantillas para facilitar operaciones repetidas.
La fabricación de acero fue un procedimiento costoso y de uso reducido, superado gracias a las
innovaciones de Bessemer y Siemmens en la década de los 60. Se dio además la circunstancia de que fueron los
países europeos los que avanzaron más rápidamente en la creación de la industria del acero; Inglaterra hubiera
necesitado la reconversión de sus equipos industriales.
La industria química y la construcción de maquinaria suelen ser relegadas en las historias de la Revolución
Industrial, en parte porque ocuparon una posición derivada en el período inicial y su desarrollo estuvo en
función de las otras ramas de la industria. La t extil arrastra de inmediato el desarrollo de la química con: lejías,
ácidos, tintes, estampados, etc. impensables sin una transformación tecnológica paralela. El definitivo empuje lo
recibe con la introducción de la electricidad como fuente de energía impulsora, lo que le permite ampliar la
gama de productos a utilizar. Las industrias eléctricas y las químicas de fines del siglo XIX fueron las primeras
que surgieron específicamente de descubrimientos científicos; además tuvieron un impacto sin precedentes p or
la rapidez con que se dejaron sentir sus efectos y por sus aplicaciones.
El último cuarto del siglo XIX abre la era del petróleo, que dará paso al motor de combustión. Estos avances
no se harán efectivos hasta el nuevo siglo, pero la aparición de nuevas tecnologías y métodos de producción
altamente especializados marcan la fase de apogeo de la Revolución Industrial. La época marca también la crisis
de superproducción más fuerte que se había producido, y que sirvió para introducir la racionalización y la
concentración empresarial y financiera: se inician los negocios a gran escala y se organiza el control del mercado
con los trust y los cartels; desaparecen las pequeñas empresas y la banca desempeña un papel primordial en la
nueva etapa del capitalismo financiero, único sistema para movilizar los descomunales capitales necesarios para
la aplicación de las nuevas tecnologías.
5. Modelos de Revolución Industrial
5.1. La Revolución Industrial Británica
En el caso británico, en muchas ocasiones se divide la Primera Revolución Industrial en dos etapas. La
primera (1750-1830) constituye el momento en que se producen las transformaciones básicas antes explicadas
como la revolución demográfica, la agraria y la industrial, en la que el sector textil fue el que tuvo una mayor
transformación. En la segunda etapa (1830-1850) es cuando se desarrolló el ferrocarril, que atrajo grandes
capitales, influyó sobre el mercado de trabajo y a su vez revolucionó otros sector es económicos, sobre todo la
industria siderúrgica.
En muchas ocasiones se han planteado las razones de la superioridad económica británica en aquellas
décadas, y aún más teniendo en cuenta que había regiones en la Europa continental que dis ponían de las
condiciones necesarias para experimentar un proceso parecido al británico y no lo consiguieron. Puede que los
casos más significativos sean el holandés, que fue perjudicado por una estructura bancaria inapropiada, o el
francés, cuyo fuerte régimen señorial frenó sus posibilidades.
En cambio, en el Reino Unido coincidieron una serie de circunstancias, algunas ya mencionadas en páginas
anteriores, como su estructura política (desde el siglo XVII el Parlamento había adquirido su ficiente poder para
controlar las finanzas públicas y las arbitrariedades de la monarquía), la difusión de nuevas ideas económicas, la
abundancia de carbón, los buenos sistemas de transporte, las inno vaciones tecnológicas, las mejoras en la
actividad agraria, la mano de obra barata o el aumento de la demanda interna (ya partía de un nivel de vida más
elevado que la Europa continental).Tampoco podemos olvidar que la Revolución Industrial encontró una
sociedad relativamente móvil y con una parte de la aristocracia interesada en participa r en actividades
empresariales.
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Por tanto, los historiadores han descartado la existencia de una única causa decisiva que explicara el
desarrollo industrial británico. Gracias a este, el Reino Unido se convirtió durante la primera mitad del siglo XIX
en la gran potencia industrial y comercial, lo que a su vez también le permitió consoli dar su preeminencia naval
y militar. Utilizó toda su fuerza para conseguir privilegios comerciales e ir extendiendo su imperio colonial, con
lo que también podía abrir mercados en otros continentes: en 1700 el 80% de las exportaciones británicas se
dirigían al continente europeo, un porcentaje que en 1800 había descendido a menos del 33%.
Además, Londres pasó a ser la capital financiera y monetaria del mundo, al disponer de la moneda (la
libra) de referencia en las transacciones internacionales, la que más confianza inspiraba .
5.2. La industrialización europea continental
Hasta mediados del siglo XIX la industrialización en la Europa continental progresó lentamente, y la Primera
Revolución Industrial tuvo una amplitud geográfica muy escasa. Bélgica fue el único país con niveles parecidos a
los del modelo británico y, aunque sea más discutible, frecuentemente tam bién se incluye a Francia entre los
first comers.
En el caso belga, apareció una gran concentración industrial en torno a Lieja, donde la llegada de recursos
carboníferos era más sencilla gracias a las redes de transporte existentes. Asimismo, se produjo hierro colado en
suficiente cantidad como para abastecer el mercado interior y permitirse exportarlo a través del puerto de
Amberes. Además, la banca belga tuvo un papel activo en la indus trialización y facilitó las inversiones.
En cuanto a la industria francesa, aunque sus inicios fueron relativamente tempranos, los primeros núcleos
industriales estaban demasiado aislados, por lo que el gran desarrollo llegó a partir de 1850. Algunos de los
factores que explican este retraso son el menor crecimiento demográfico (menos demanda de productos y me -
nos oferta de mano de obra), el peso del sector agrícola en el conjunto de la economía francesa, una producción
industrial demasiado dirigida a las clases altas, el intervencionismo del estado y la poca colaboración del sistema
financiero.
En cambio, Alemania es el ejemplo perfecto de industrialización tardía pero de gran éxito. Hay que recordar
que la unificación alemana no se consumó hasta 1871 y que fue a partir de entonces cuan do se consumó su
despegue político y económico, en los años de la Segunda Revolución In dustrial, lo que la convirtió en una gran
potencia. Hasta aquel momento, aunque su territorio estaba dividido en diversos estados independientes, ya
había progresado en el sentido de una unificación económi ca gracias a la Unión Aduanera o Zollverein de 1834,
que permitió un primer impulso importante con el ferrocarril (y el consecuente desarrollo siderúrgico) y la
mejora del sistema educativo. Además, Alemania tenía la ventaja de disponer de cuantiosas reservas de carbón y
de hierro, en regiones como el Ruhr, el Sarre y Silesia, donde aparecieron unos primeros núcleos industriales.
Por el contrario, amplias zonas de Europa (como la mayoría de España, de Europa oriental o el sur de Italia,
por ejemplo) quedaron al margen de la industrialización durante déca das.
6. Consecuencias de la Revolución Industrial
6.1. Consecuencias técnicas
Una primera consecuencia de la Revolución Industrial fue la separación definitiva y mucho más rígida entre
el capital y el trabajo. Quien era el máximo responsable de la producción ya no era el artesano, sino los
capitalistas que habían invertido y que en buena lógica buscaban el mayor rendimiento posible. En
consecuencia, el trabajo pasó a ser considerado un elemento más del proceso productivo del que también se
quería mayor productividad.
Todo ello ocurrió porque se había introducido una nueva forma de organizar la producción que conocemos
como Factory System (la fábrica), una de las innovaciones más importantes de la Revo lución Industrial, que
consistía en producir concentrando toda la actividad en un solo edificio y en mecanizar el proceso de
fabricación. Ambos elementos están relacionados: solo si todos los trabajadores están concentrados se puede
invertir en grandes máquinas que aprovechen una misma fuente de energía, ya sea la máquina de vapor o los
saltos de agua. Desde la perspectiva del empresario, estas nuevas fábricas también tenían otra ventaja, al
permitir un mayor y más fácil control de los trabajadores.
Esta nueva organización de la producción era muy jerárquica y supuso un cambio radical al incrementarse
la división del trabajo. Se pasó del conocimiento del conj unto del proceso productivo que tenía el artesano a la
separación en tareas concretas y especializadas, a la visión parcial y especiali zada que piden las nuevas formas
industriales al trabajador dedicado solo a una pequeña parte del proceso de producción.
Tanto los cambios tecnológicos como la nueva organización contribuyeron a la mejora de la productividad.
El uso de nuevas técnicas se vio potenciado en la medida en que la organización del proceso de producción
mejoró su eficiencia y se reorganizaron los canales comerciales.
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6.2. Consecuencias sociales
Con la mecanización se produjeron también cambios en las condiciones de trabajo que afectaron al nivel de
vida de los trabajadores. El trabajo se deshumanizó para convertirse en un concepto eco nómico. Esto explica
que una de las principales preocupaciones de las primeras industrias británicas fuera conseguir mano de obra
dispuesta a adaptarse a los nuevos ritmos y a la rigidez horaria que imponía la fábrica, algo que chocaba con los
hábitos de la era preindustrial que permitían mayor independencia e irregularidad. Muchos de aquellos
trabajadores percibieron la entrada al mundo fabril como una verdadera degradación social, como un último
recurso para conseguir su subsistencia, y no fue raro que las primeras fábricas tuvieran que recurrir a mano de
obra forzada, como niños procedentes de orfanatos o pobres alojados en asilos.
Sin embargo, una vez consolidada la industrialización, esta sí pudo disponer de abundante mano de obra
barata procedente de tres orígenes: de trabajadores procedentes del campo, de la ruina de los artesanos que no
podían competir con las fábricas y del rápido incremento de la población. Como los trabajos requeridos eran
muy mecánicos, no era necesaria una mano de obra cualifica da. En otras palabras, en aquellas décadas de la
Primera Revolución Industrial se produjo el definitivo desarrollo de una nueva clase social, la clase obrera o
proletariado, que solo poseía su fuerza de trabajo como medio de subsistencia y que, en consecue ncia, estaba
muy expuesta a los cambios económicos.
La situación social y laboral de los trabajadores era ya deplorable antes de la industrialización, pero
continuó empeorando y la degradación se hizo muy evidente tanto dentro de las fábricas como en los n uevos
barrios industriales donde se concentraron: inexistencia de servicios básicos como alcan tarillado, viviendas
precarias, contaminación, etc.
En las fábricas los trabajadores sufrían jornadas de trabajo muy prolongadas (a menudo entre 12 y 17
horas), inseguridad en los salarios e insalubridad. A ello hay que sumar el empleo masivo de mano de obra
infantil, más barata y fácil de disciplinar. Ya antes de la Revolución Industrial los niños habían trabajado tanto en
tareas artesanales como en el campo, pero ahora sus condiciones laborales empeoraron con repercusiones,
incluso sobre su propio desarrollo físico, al sufrir temperaturas elevadas y el ambiente inadecuado de las
fábricas. A pesar de algunos acuerdos del Parlamento británico que habían limitado e l trabajo en las fábricas de
algodón, en 1835 había en ellas más de 28.000 niños menores de catorce años
Por tanto, la gran paradoja de aquellos años fue que mientras aumentaba la riqueza nacional de los países
que se industrializaban, en particular de la primera gran potencia industrial que fue el Reino Unido, se reducía
simultáneamente el bienestar de una parte importante de los ciudadanos. Estas consecuencias se agravaron
debido a la aplicación estricta de las doctrinas del liberalismo más ortodoxo, que consideraba que el estado no
debía intervenir en el orden económico y social y que se debía limitar a garantizar la existencia de un mercado
de libre competencia. Estos principios implicaban que la regulación de las relaciones laborales y de las
condiciones de trabajo fuera insuficiente, con la excusa de que debían ser negociadas libremente entre
trabajadores y empresarios.
Era lógico que aparecieran asociaciones obreras, que en las primeras décadas tuvieron la tendencia a
centrarse en problemas laborales, pero progresivamente fueron dotando de más contenido político e ideológico
sus reclamaciones.
7. Conclusión
Buena parte de las virtudes y de los defectos de nuestras sociedades actuales de rivan de la Revolución
Industrial. Por ejemplo, desde entonces nuestro modelo de crecimiento precisa del consumo masivo de fuentes
de energía no renovables, primero carbón y luego petróleo.
En la medida en que este patrón de desarrollo se vaya extendiendo a otros países, la presión sobre los
recursos disponibles será cada vez más difícil de gestionar: el peligro de un gran encarecimiento del petróleo en
los próximos años es bien real, a la vez que se constata que si toda la humanidad accediera al mismo nivel
económico de los países desarrollados, la Tierra sería incapaz de ab sorber la contaminación generada y se
necesitarían tres planetas para disponer de los recursos naturales necesarios.
En otras palabras, de la misma manera que contemplada en perspectiva la Revo lución Industrial ha
permitido que una parte importante de la humanidad haya conseguido unos niveles de bienestar impensables
hace 200 años, los desafíos planteados se han convertido en una prioridad de nuestras sociedades .
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8. La Segunda Revolución industrial
8.1. El desarrollo del capitalismo y las innovaciones tecnológicas.
El cambio de la primera a la segunda revolución industrial se sitúa alrededor de 1870, y debe a una serie de
transformaciones básicas: las nuevas fuentes de energía serán la electricidad y el petróleo. Los sectores punta
del desarrollo son la industria química, la nueva metalurgia o las mecánicas del automóvil o del avión. Los
nuevos países industriales serán Alemania y EE.UU., y desde 1868 (revolución Meijí) Japón.
Es una etapa optimista pese a las crisis económicas. Incluso el proletariado ve mejorada su condición vital,
transformándose en consumidor de productos más baratos.
La segunda fase de la revolución industrial se caracteriza por centrarse en un capitalismo planificado:
Planificación económica: las bancas otorgan a una serie de familias el control de grandes recursos:
Morgan, Rockefeller, Ford, Thyssen, etc. Además, surge la idea de la concentración empresarial:
trust o empresas gigantes que nacen de la unión de varias y controlan un sector pro ductivo; holding
(en Japón zaibatsu) que controlan todas las etapas de elaboración de un determinado producto).
Por último, las empresas se organizan bajo nuevas formas jurídicas: sociedades limitadas,
anónimas, cotización en bolsa, etc.
Planificación científica: nueva estructura productiva: de una fase en la que los inventos son
producto de mejoras artesanales descubiertas casi al azar, se pasa a una planificación científica en
la estructuración productiva: el invento es fruto de un proceso de racionalización de la ciencia:
primero se plantea una necesidad que es resuelta a partir de la investigación específica. También
surge una nueva estructuración de la fábrica: comienza la producción en cadena (división
atomizada del trabajo) preconizada por Henry Ford, en serie, etc.
Planificación estatal: Las potencias orientan su política global a la búsqueda de espacios vitales
donde puedan desarrollarse las necesidades del nuevo capitalismo, siendo ésta la primera
preocupación estatal de los estados burgueses. Es el origen del imperialismo (búsqueda de materias
primas y mercados). Esto va a plantear una dicotomía: los países capaces de asegurarse imperios
coloniales son los que van a obtener un desarrollo económico mayor, mientras los países más
débiles verán empeorar su situación relativa.
En el siglo XIX existe una fase hasta 1895 donde los precios decaen, no continuamente, pero sí de modo
general. Hay variaciones importantes establecidas en torno a la p rimera crisis del capitalismo (1870–73). Pasada
esta crisis, hay una cierta recuperación hasta la crisis de 1893 –96, en la que se vuelven a hundir los precios. Esto
no quiere decir, sin embargo, que el nivel económico global en el último tercio del XIX sea una etapa de
recesión, sino de cierta prosperidad económica.
En 1873 se produce una gran crisis, la primera del capitalismo, de larga duración, sólo superada por la de
1929. Afecta especialmente a Europa central, nórdica y oriental. Es el crack alemán. Se produce en Austria (caída
de la bolsa de Viena), coincidiendo con la euforia de la unidad alemana y las indemnizaciones de guerra que
Bismarck impone a Alemania: se crea una euforia especulativa, finalmente acabada con una reacción en cadena
provocada por la venta de acciones de una banca sin liquidez. La crisis afectó también a EEUU e Inglaterra, pero
no a Francia (inmersa en el pago de los 5.000 m illones de francos a Prusia).
Tras una nueva etapa expansiva, sucede una crisis menor en 1890: en Francia se hunden varios bancos con
el escándalo de Panamá. Nuevos episodios críticos se desarrollan (casi con periodicidad decenal: ¿son
intrínsecos al capitalismo, como opinan los marxistas?; ¿son simplemente crisis de crecimiento?), con especial
importancia en 1907 (crisis de superproducción) y 1913, por la crisis de los Balcanes.
A. Agricultura
Terminadas las guerras napoleónicas hasta 1870 es la etapa de la agricultura metódica, con una actitud de
explotación agrícola racional, lo que da lugar a cambios estructurale s en la propiedad: desamortizaciones, etc.
La nueva demanda de productos agrícolas por parte de los emigrados a la ciudad incrementa las necesidades
productivas, estimula la adopción de sistemas más aptos.
A lo largo del XIX desaparecen en los países más a vanzados las hambres tradicionales, a partir de tres
factores:
Cambios en las formas de la propiedad. Gran Bretaña fue el primer país en el que se realizaron
importantes reformas. Se ponen en cultivo nuevas tierras, eriales y baldía, y se incrementa la
productividad por trabajador y hectárea. Pero el sector agrícola británico sufrió a lo largo de la
segunda revolución industrial un progresivo deterioro, ya que la política librecambista del gobierno
facilita la llegada masiva del trigo estadounidense o de las carnes argentinas.
En Francia las transformaciones son más lentas, teniendo que sufrir, además, la crisis de la
filoxera de la vid, así como la competencia del trigo estadounidense y canadiense: ante esta
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amenaza, el gobierno adoptó una política proteccionista.
En Alemania, los junkers comenzarán la modernización de sus grandes propiedades.
En los nuevos países colonizados por europeos (EEUU, Canadá, Argentina o Australia) las grandes
extensiones de tierra permite la roturación de grandes ran chos especializados en un solo producto:
cereales, vacuno u ovino, que por su enorme producción saturan el mercado, hacen que los precios
bajen, suscitan problemas agrícolas.
Ante esta competencia, Inglaterra y Suiza se especializan en productos lác teos, como prados,
forrajeras, incluso remolacha. También suscita un enfrentamiento entre proteccionistas y
librecambistas: defender a los campesinos, o abaratar el precio de alimentos básicos. Ello provoca
la aparición de cooperativas agrícolas, e incluso de la presentación de peticiones por medio de
movimientos organizados (sindicatos): incorporación del campo a la política.
Fertilización del suelo. El guano del Perú (abono de gaviota) se comienza a explotar tras 1850 por
los ingleses, y desde 1860 los nitratos chilenos y sales potásicas de Alemania. Pero a partir de 1880
será la industria química la que proporcione nuevos abonos sintéticos. Además, la existencia de
piensos compuestos permite una agricultura intensiva estabulizada: los excedentes pueden se r
comercializados gracias a los nuevos medios de conservación (iniciados por Appert y continuados
por Pasteur), así como los frigoríficos (1882). Esto permite una diversificación de la dieta.
Mecanización del campo. Inventos como la segadora de McCormick (1846) ahorraban dos terceras
partes de la mano de obra campesina. Las gavilladora automática de 1878, las cosechadoras –
trilladoras inventadas en California, etc., incrementan los rendimientos. El único problema para el
campesino será el poder costear su adquisición.
B. Transportes
La red ferroviaria se va uniendo a los centros secundarios. Pero la mayor revolución es el transporte
individual. El surgimiento del motor de gasolina cambiará el panorama de los transportes, gracias a la invención
del motor de explosión por Benz, y el de Diesel en 1893, aplicado pronto a los automóviles. En principio los
automóviles son pequeños trenes, luego independizados de los raíles (1895). También son importantes los
ciclomotores (generadores de un nuevo culto a la velocidad) .
Peugeot incorpora el neumático inventado por Michelin, lo que provoca una intensa demanda del caucho y
petróleo. Las compañías petrolíferas (que exigen gran inversión) serán por otra parte un modelo de
concentración productiva.
El automóvil arrastra a otras industrias auxiliares, como la siderurgia y metalurgia, y exige la mejora de la
red de carreteras mediante la maccadanización (carreteras). El Ford T, muestra de producción en cadena,
alcanzará los 15 millones de unidades, lo que da muestra de la gra n concentración industrial que esta
producción implica.
Paralelamente se desarrolla la aviación. El primer dirigible a vapor data de 1852, y Zeppelín aplicará el
motor de explosión. A partir de 1903 EEUU desarrollará la industria de la aviación, que tendrá especial
importancia con las contiendas militares mundiales.
Dentro de las comunicaciones, se desarrolla el correo, telégrafo y teléfono. El sistema de sellos se divulga
a partir de 1840 en Gran Bretaña. En 1879 en Francia se crea el Ministerio de Correos y Transportes. El telégrafo
(sistema Morse) fue utilizado mediante un sistema visual en principio, con lo que suponía una dependencia
respecto al clima. En 1850 se empieza a emplear el eléctrico (en 1860 se construye un cable transatlántico). La
telegrafía o radio es desarrollada por Marconi. El teléfono (Bell, 1876) tardará casi 50 años en alcanzar formas
de utilización individual apreciables.
Otros instrumentos útiles para las comunicaciones son: la máquina de escribir (1886), el fonógrafo (1876),
el cine (Lumière 1895–Edison 1896). Se pasa a un mundo interrelacionado (aldea global): creación de rutas
marítimas y aéreas, canales de Suez y Panamá, carreteras y autopistas, etc.
C. Transformaciones industriales
Hasta 1914, el carbón sigue siendo la fuente de energía principal. Pero la gran novedad será el petróleo y la
electricidad: ésta, a través de los saltos de agua, alcanza un desarrollo importante a partir de 1867 con la
invención de la dinamo de Siemens. En 1879, Edison descubre la bombilla, y a partir de 1883 se construyen
líneas de alta tensión (dan origen a la creación de grandes compañías eléctricas, como General Electric): así, a
finales de los 70 comienzan a iluminarse las ciudades.
Aplicada a la industria permite el desarrollo de nuevas formas de transporte (metro de París, ferrocarriles,
tranvías) y la independencia de las fábricas respecto a las minas de carbón. Además, se trata de una energía
limpia, fraccionable, de transporte instantáneo, etc. (como problema, la dificultad de almacenamiento, la
necesidad de conjugar producción–consumo).
Tema 38: Revolución Industrial e Industrialización 14
El petróleo se conoce desde la antigüedad, pero su uso industrial data de mediados del XIX (sólo se
empleaba en iluminación): pozos de Pensilvania (EE.UU.) y Bakú (Rusia). Su consumo se incrementará al par que
la producción de nuevos motores, y la industria química dependerá desde tempranamente de él como materia
prima (refinerías, plásticos, etc.)
En la industria siderúrgica, la novedad principal es la posibilidad de hacer acero ininterrumpidamente, a
partir de los convertidores de Bessemmer, Siemens, Martin y Thomas, que permiten aprovechar minerales
menos puros (más sulfurosos): si en 1870 se producen 4 millones de Tm., en 1814 son ya 80 millones (el
consumo por persona se incrementa notablemente) Como nuevos mate riales hay que destacar el cobre (usos
eléctricos), aluminio, etc.
La industria química se orienta masivamente a la producción de productos como la sosa (jabones), ácido
sulfúrico (explosivos), colorantes, perfumes, medicamentos (ácido acetilsalicílico por la Bayer, penicilina tras el
descubrimiento de Fleming, quimioterapia, etc.), materiales sintéticos como el rayon, plásticos, celuloides, etc.
La textil experimenta también grandes transformaciones: la máquina de vapor permite la independencia
respecto a los saltos de agua. Poco a poco se introducirán máquinas eléctricas y de gasolina. Un invento
revolucionario es la máquina de coser en 1835 (Sigma): cada hogar puede ser un pequeño taller. EE.UU. y Japón
(desde 186) harán la competencia a Europa. Por otra parte, nacen los grandes almacenes, innovaciones como la
publicidad (desarrollo de la sociedad de consumo).