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1Naturaleza y estructura
2Propósito del libro
3Los aforismos
4La metafísica del Tractatus
o 4.1Hechos
4.1.1Hecho y objeto
4.1.2Hechos y estados de asuntos
4.1.2.1Complejo y simple
4.1.2.2Real y posible
4.1.3Hecho positivo y hecho negativo
o 4.2Objeto
4.2.1Objeto y hecho
4.2.2Forma del objeto
4.2.3Objeto y nombre
4.2.4Objeto y sustancia
4.2.5Naturaleza de los particulares
5Teoría de la imagen
6Filosofía del lenguaje
o 6.1El lenguaje como imagen
o 6.2Signo y símbolo
o 6.3Los diferentes tipos de proposiciones
6.3.1Condiciones del significado
6.3.1.1Significado y uso
6.3.1.2Verificabilidad
6.3.2Vacío de sentido y sinsentido
6.3.2.1Vacío de significado
6.3.2.2Sinsentido
7Concepción de la filosofía
o 7.1Ciencia y filosofía
o 7.2La filosofía como actividad
o 7.3Crítica de la filosofía
o 7.4Sentido de la filosofía
8Ética
9Influencia del Tractatus
10Transición y crítica del Tractatus
11Anécdotas
12Traducciones
o 12.1Traducciones al inglés
o 12.2Traducciones al francés
o 12.3Traducciones al español
13Véase también
14Notas y referencias
15Bibliografía
o 15.1Bibliografía principal
o 15.2Bibliografía secundaria
16Enlaces externos
Naturaleza y estructura
El libro se enfrenta a los problemas centrales de la filosofía que tienen que ver con el mundo,
el pensamiento y el lenguaje, y presenta una "solución" (como la denomina Wittgenstein) a
estos problemas, la cual está fundada en la lógica y en la naturaleza de la representación. El
mundo está representado por el pensamiento, el cual es una proposición con significado,
puesto que todos (el mundo, el pensamiento y la proposición) comparten la misma forma
lógica. Por lo tanto, el pensamiento y la proposición pueden ser imágenes de los hechos.
A pesar de su título (Tratado lógico-filosófico), el Tractatus no se supone una "obra de
enseñanza".3 Según el autor, el libro no contiene entonces tesis propiamente dichas. Este
aspecto no doctrinario explica en parte el carácter globalmente no argumentativo de la obra:
Wittgenstein enumera una gran cantidad de sus aforismos sin presentar ni argumentos ni
ejemplos. Los pensamientos que expresa no pudiendo quizás comprenderse más que por
alguien que ya los haya pensado con antelación, argumentar pues, no es lo esencial.
La obra se compone de siete aforismos principales, ordenados del menos al más importante.
Cada aforismo, con excepción del último, está seguido de observaciones que lo atañen. La
numeración de sus observaciones puede parecer desconcertante a primera vista: Así, el
aforismo 2 está seguido de 2.01 luego de 2.1, e igualmente el aforismo 3 está seguido del
3.001, 3.01, ... 3.03, 3.031, etc. De hecho esta numeración retoma la lógica matemática de la
proximidad numérica para indicar el grado de la observación efectuada en relación al aforismo
o a la observación que la precede: Así, 3.001 es más cercano a 3 que 3.01: Una interpretación
posible es que 3.001 indica una relación tenue del tipo de una definición conceptual de los
términos del aforismo, mientras que 3.01 señala las implicaciones inmediatas del aforismo, 3.1
amplía los campos de comprensión del aforismo...
Podríamos desprender la estructura del libro de la siguiente manera:
Podríamos entonces considerar el plan del libro como articulándose alrededor de la distinción
parte escrita/parte no-escrita.
Propósito del libro
El Tractatus Logico-philosophicus es una obra acerca del significado. Se trata de trazar los
límites del significado, de separar lo que puede decirse y lo que no puede decirse. En efecto,
no todo puede decirse de forma sensata, existen para Wittgenstein límites a la expresión de
los pensamientos. El autor no sostiene aquí que haya pensamientos en sí mismos
desprovistos de significado, sino más bien que no todos los pensamientos son expresables. La
obra tiene entonces por objeto establecer los criterios que hacen que una exposición tenga
sentido, determinar lo que podemos decir y lo que debemos callar. El veredicto de
Wittgenstein es claro: el ámbito de lo que puede decirse y el del significado se traslapan,
intentar expresar que lo indecible en el lenguaje no lleva sino a una exposición carente de
significado. El Tractatus es entonces una obra de delimitación: Wittgenstein expone los
criterios del significado y en qué casos no se cumple con dichos criterios.
Esta demarcación no es sin embargo una desvalorización de lo inefable. Wittgenstein
reconoce la importancia de lo inefable, pero es reconociéndolo como tal que lo "ponemos en
su sitio". Para darle su importancia real a lo indecible, hace falta comprenderlo como tal y no
tratar de comunicarlo por medio del lenguaje. La fórmula de la introducción resume entonces
de buena manera el libro: "Todo lo que puede ser expresado en absoluto puede ser expresado
claramente, y sobre aquello que no puede ser expresado debemos guardar silencio".
Los aforismos
1. El mundo es todo lo que acaece.
5 Die Welt ist alles, was der Fall ist.
Hecho y objeto
Aunque el hecho sea la unidad básica para Wittgenstein, el hecho está a su vez compuesto de
objetos. Esta composición tiene dos rasgos fundamentales: 1) es articulada y 2) no necesita
un elemento distinto a los objetos mismos para ser establecida.Veamos con detenimiento
cada una de estas características:
1) La composición de los hechos por los objetos es articulada
Esto significa que un hecho no se trata de un simple agregado "en lista" de objetos, sino de
un modo particular de estar juntos. Lo importante de los objetos en un hecho es la manera en
que se relacionan y no su suma. Sean dos objetos a y b, entonces podemos representar un
hecho que los implica como aRb donde R significa la manera particular en que a entra en
relación con b. Bien podría pensarse un hecho cuyos objetos sean a y b, pero cuya relación
sea del todo distinta, siendo representada como aSb, etc. Si la concatenación de objetos en
un hecho fuese un simple agregado, podríamos representarla como ab, mas esta
nomenclatura no rescataría lo esencial del pensamiento de Wittgenstein: una colección
determinada de objetos puede relacionarse de múltiples formas para dar distintos hechos. A la
manera particular en que dos o más objetos se relacionan en un hecho la llama Wittgenstein
la estructura del hecho. A su vez, a la posibilidad de la estructura la llama la forma del hecho.
Cuando Wittgenstein lleva al extremo este pensamiento aparece su rasgo filosófico: el mundo
actual y existente es una concatenación o articulación de objetos posible entre muchas otras.
Sin embargo, los objetos son esencialmente los mismos en cada uno de ellos. Por este motivo
concluirá que los objetos son la sustancia de mundo, esto es, aquello invariable a través de los
cambios.
2) La composición de los hechos por los objetos no necesita un elemento distinto a los
objetos mismos para ser establecida
Lo anteriormente expuesto puede llevar a la pregunta "¿Es R un elemento que une a a y b en
una relación?" Esta es una confusión ontológica en la que Wittgenstein no desea caer. No se
trata aquí de postular la existencia de dos o más clases de objetos, por ejemplo, los objetos
"objetuales" y los objetos "relacionales" que juntos establecerían una relación. Vistas las cosas
bajo esa óptica errónea siempre cabría la pregunta "¿qué relaciona los elementos a, R y b?,
¿No ese el verdadero elemento último que nos interesa, tal como antes aparecía R en la
demostración de la insuficiencia de la fórmula ' ab '?" Es claro que este punto de vista nos
llevaría a una regresión al infinito. Nos preocuparíamos por elemento que une a los elementos
en su unión con los elementos y así sucesivamente. Más aún: una de las intenciones
esenciales de Wittgenstein es contravenir tal postura, evitar tales preguntas. Para ilustrar el
modo en que cree que los elementos se relacionan en los hechos, Wittgenstein se vale de la
metáfora de la cadena. Del mismo modo en que en una cadena los eslabones no necesitan
ninguna clase de pegamento o tercer elemento que los una, los objetos se valen de sí mismos
para unirse en un hecho. ¿Qué representa entonces R si no un elemento? Simplemente el
modo en que los objetos se relacionan, tal como, continuando con el ejemplo, los eslabones
podrían unirse en forma recta o angulada. De esta manera Wittgenstein gana no sólo el evitar
un problema que se prolongaba al infinito, sino el evitar el truco metafísico de la postulación de
pseudo-objetos que explican el modo de ser de la realidad. Esta conclusión que atañe
aparentemente a un problema local de interpretación de nomenclaturas lógicas tiene como
fondo una crítica a toda aquella filosofía que se valga de elementos externos al hecho para
explicar su existencia como viene dada, elementos tales como las categorías de la
subjetividad del idealismo kantiano.
Según Wittgenstein los objetos están conectados entre ellos de forma determinada.
Wittgenstein nombra a una conexión de objetos "hechos" (Tatsache) o "estado de asuntos"
(Sachverhalt). La distinción entre Tatsache et Sachverhalt no es sin embargo fácil de
establecer, y ha significado numerosos problemas para los comentaristas del Tractatus.7
Se han propuesto dos interpretaciones:
Habría que comprender entonces la diferencia entre Tatsache y Sachverhalt como una
diferencia de lo complejo y lo simple. Esta interpretación justifica que se traduzca
'Sachverhalt como "hecho atómico". El Sachverhalt no es sino un hecho más simple. Tenemos
entonces tres niveles: el hecho, que se decompone en hechos atómicos, los cuales a su vez
se decomponen en objetos.
Real y posible
La segunda interpretación propone considerar que la Tatsache es un Sachverhalt que existe,
que es el caso. Se apoya en otras proposiciones como las siguientes:
"1.1. El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas".
De nuevo aquí el Tractatus presenta una ambigüedad; se podría pensar que Wittgenstein
realiza una división real entre dos tipos de hechos:
Teoría de la imagen
Para Wittgenstein una imagen se caracteriza por el hecho de que representa algo. Esta
capacidad de representar supone un punto en común entre la imagen y lo que representa, y
este punto en común es la forma. Si una imagen es imagen de algo, lo es porque existe una
identidad en la forma de las dos partes. Existe un isomorfismo entre el representante y el
representado.
Este isomorfismo no se debe tomar en un sentido "concreto": Tener la misma forma no
significa "parecerse". Lo que permite decir que dos objetos tienen la misma forma es el que
podamos establecer una correspondencia entre cada uno de los elementos de estos dos
objetos. Debe existir una correlación bi-unívoca entre la imagen y aquello de lo cual es la
imagen: A cada elemento de la imagen debe corresponder un solo elemento en el
representado.
Una proposición "Rab" es la imagen de un hecho Rab si todos los componentes de la
proposición tienen un correlato en el hecho. El signo "R" corresponde a R, el signo "a" a a, etc.
Señalemos que para Wittgenstein las imágenes forman parte del mundo, son hechos ellas
mismas. Una ilustración sencilla de esta idea puede darse al pensar en una fotografía o en un
mapa topográfico. Las fotografías y los mapas están en el mundo, y se trata de imágenes en
el sentido de Wittgenstein: Podemos establecer una correspondencia punto a punto con el
mapa de una ciudad y la ciudad real.
Según el Tractatus, la posibilidad de representar yace en la identidad de la forma. Sin
embargo esta forma no es representable. No podemos producir una imagen de lo que le
permite representar a una imagen. Si este fuera el caso, la forma tendría ella misma una
forma, lo cual es rechazado por Wittgenstein.
Filosofía del lenguaje
El lenguaje como imagen
Comparada con la concepción del lenguaje desarrollada más tarde por Wittgenstein, la
del Tractatus parece más pobre. El lenguaje tiene como objetivo representar el mundo,
proveer una imagen. Se le compara con lo real, con el cual comparte la forma.
Existe entonces un paralelismo estricto entre lo real y el lenguaje. Lo que es válido para el
hecho y el objeto es válido igualmente para sus representantes en el lenguaje:
La proposición es el nombre. Al nombre no se le puede considerar independientemente de
una proposición y no puede insertarse en todos los contextos.
El carácter combinatorio está ya presente: De la misma forma que diferentes combinaciones
de objetos permiten obtener diferentes hechos, las diferentes combinaciones de nombres
resultan en diferentes proposiciones.
Esencialmente imagen, al lenguaje únicamente se le puede considerar entonces con respecto
a la proposición (4.001). Las funciones pragmáticas del lenguaje quedan totalmente ocultas, lo
que no es representación no se le toma en cuenta. En contraste, el último Wittgenstein se
interesa mucho más por la práctica lingüística abandonando de esa forma la concepción
"representacionalista" del Tractatus.
Signo y símbolo
Aun si existen ambigüedades semánticas, Wittgenstein distingue el signo del símbolo. El signo
es el elemento material del símbolo. Símbolos diferentes pueden corresponder a un mismo
signo, y un mismo símbolo puede corresponder a varios signos.
La circunstancia de que en un idioma natural el mismo signo pueda vincularse a símbolos muy
diferentes está en el origen de las confusiones filosóficas. La función de la lógica es entonces
esclarecer dichas equivocaciones. El signo "es" no corresponde a los mismos símbolos en
"Sócrates es", "Sócrates es el maestro de Platón" y "Sócrates es un filósofo". La primera
expresión expresa la existencia de un individuo, la segunda expresa una identidad y la tercera
expresa la posesión de una propiedad. Cada una de estas proposiciones tiene una forma
lógica diferente.
"el idioma disfraza el pensamiento. Y de tal forma que no podemos, a decir por la
forma exterior del vestido, descubrir la forma del pensamiento al que viste" (4.002)
Esta idea recuerda elementos del pensamiento de Russell y evoca su teoría de
las descripciones definidas. Habría cierta desconfianza para con el lenguaje compartida por
ambos, pero la postura de Wittgenstein es sin embargo más compleja. A diferencia de Russell
no tiene voluntad alguna de reformar los idiomas naturales en beneficio de la lógica; critica
únicamente el empleo filosófico del idioma.
Los diferentes tipos de proposiciones
El Tractatus busca determinar los límites de lo que puede decirse de forma sensata.
Distingue entre tres tipos de enunciados:
Las proposiciones sensatas o provistas de significado (sinnvoll).
Las proposiciones insensatas o desprovistas de significado (unsinnig).
Las proposiciones fuera de significado o vacías de significado (sinnlos).
Únicamente la primera categoría incluye "proposiciones" estrictamente hablando. Las otras
dos categorías contienen "pseudo-proposiciones". Para Wittgenstein una proposición auténtica
tiene significado, si no lo tiene no es una "proposición".
Condiciones del significado
Significado y uso
Los criterios que propone Wittgenstein para afirmar que un expresión tiene un significado son
bastante estrictos. Toda expresión en la cual los términos no refieren a algo quedan entonces
excluidos del significado: Esto incluye a la metafísica pero también todos los enunciados de la
ficción. Según el Tractatus, una frase como "Ulises fue depositado sobre el suelo de Ítaca en
un profundo estado de sueño"12 no tiene ningún significado: El signo "Ulises" no denota nada.
Vimos sin embargo que los signos no pueden considerarse fuera de las proposiciones: Este
criterio de sinsentido tiene entonces otra formulación. Una expresión es insensata cuando
hace un uso incorrecto de los signos. Si un signo es utilizado en un contexto donde no puede
aparecer (en virtud de su forma), la expresión carece de significado. "Pedro se come un
número primo" es insensata: El término "número primo" no puede combinarse de esa forma
con "comer".
La teoría de Wittgenstein es sin embargo útil. "Lluvia la cae" no tiene significado, pero "lluvia",
"la" y "cae" pueden ponerse en relación. "Cae la lluvia" es una proposición sensata: Lo que
importa es la forma en la cual se combinan los signos. Aun si algunos nunca pueden entrar en
relación, para otros es suficiente que la conexión obedezca a ciertas restricciones para que el
enunciado tenga sentido.
Verificabilidad
Para el Wittgenstein del Tractatus las proposiciones sensatas obedecen a un criterio
de verificabilidad. No se trata aquí de la posibilidad efectiva de verificar un enunciado o del
conocimiento de un método que permitiría verificarla13
14
de nuestro pensamiento. no dice nada de lo que existe: En todos los mundos
posibles la expresión es verdadera. Es una tautología lógica: Su tabla de verdad da
siempre el valor "verdadero" (o 1).
El estatus que el Tractatus les confiere a estos enunciados es muy original. En realidad
las tautologías no son literalmente "verdaderas". Para que una proposición sea verdadera
es necesario que un hecho le corresponda. La proposición verdadera sitúa al mundo real
en el conjunto de los mundos posibles: Si Rab es un hecho, la proposición que afirma que
"Rab" distingue el hecho (llevado a cabo) de los estados de asuntos que no se han llevado
a cabo. Indica algo sobre lo que es el caso y lo que no lo es.
Por el contrario, las tautologías llenan el conjunto del espacio lógico sin distinción. No
dicen nada sobre lo que es el caso o no lo es, puesto que dicen que algo es el caso. Lo
que expresan es necesario. Wittgenstein las excluye entonces del ámbito del significado.
Cuando sé que "2+2=4" no hago más que reconocer la forma de mi pensamiento. No se
está transmitiendo ninguna información sobre el mundo. Pero lo que afirma Wittgenstein
implica que ocurre lo mismo con expresiones más complejas: "2 + 185462 − 3 = 200 000 −
165461" no es más informativa que "A = A".
Wittgenstein resuelve entonces la cuestión del conocimiento de los objetos lógicos
mediante el absurdo. No existe conocimiento lógico: Solo existe conocimiento de
lo contingente. Lo que es necesario no tiene el mismo estatus, no lo "conocemos".
Por supuesto este diagnóstico vale para las contradicciones. "Falsas" en todas las
situaciones, son el inverso de las tautologías y se les considera de la misma forma.
Sinsentido
Lo que Wittgenstein llama sinsentido comprende una gran cantidad de proposiciones
heteróclitas. Vimos que las proposiciones de la metafísica y la ficción son insensatas, pero
lo mismo ocurre con las de la ética y la estética. La distinción entre lo decible y lo indecible
adquiere aquí toda su importancia. Las proposiciones vacías de significado son indecibles,
pero no significan un problema: No tienen ninguna pretensión informativa. No ocurre lo
mismo con las proposiciones del sinsentido. Son enunciados que creen afirmar cosas
sobre lo real cuando no lo hacen, y sobre todo no pueden hacerlo. Los criterios del
significado planteados por el Tractatus rechazan todo enunciado que no describa hechos
del ámbito del significado.
El sinsentido no se identifica sin embargo con el absurdo. No es porque una proposición
sea insensata que aquello de lo que trata de hablar carezca de importancia. Por el
contrario, aquello de lo que intentan hablar ciertas pseudo-proposiciones es crucial: El
error reside únicamente en la tentativa de expresarlo por medio del idioma.
El Tractatuspermite entonces que aparezcan categorías diferentes entre las pseudo-
proposiciones insensatas.
Entre ellas podríamos encontrar a los enunciados metafísicos, los absurdos, pero también
los enunciados éticos y estéticos, los cuales gozan de un estatus muy particular. El caso
de los enunciados filosóficos será abordado después, pero está claro que la filosofía solo
produce pseudo-proposiciones.
Al Tractatus Logico-philosophicus se le menciona a menudo por su aspecto anti-
metafísico. Wittgenstein la crítica de hecho en tanto la considera absurda. La metafísica
no puede cumplir con las condiciones del significado. Hace uso de términos carentes de
significado; pero emplea también palabras comunes en usos que no son posibles.
Reutiliza palabras del idioma ordinario sin reasignarles un significado que convenga a su
nuevo contexto de uso. Y quebranta entonces de esta manera la condición fundamental
del discurso sensato.
Al igual que la filosofía, cae en la trampa del lenguaje ordinario y es ciega a la estructura
real del pensamiento. Se apega a la gramática natural y no ve la gramática lógica de las
palabras. Confunde el signo con el símbolo y conduce a absurdos.
Por el contrario, la ética y la estética son valoradas por Wittgenstein. Aunque dichos temas
sean únicamente abordados al final de la obra en unas cuantas proposiciones, no son
menos dignos de interés. El Tractatus los acerca a la lógica. Al igual que la lógica, la ética
y la estética son condiciones del mundo: No menos de lo que podemos concebir un
mundo sin lógica, podemos concebir un mundo sin ética y sin estética. En esto la ética y la
estética son trascendentales (6.13, 6.421). El hecho que no podamos hablar de ellas no
les resta ninguna importancia.
Concepción de la filosofía
Expuesta principalmente en los aforismos 4.003 a 4.116, la concepción de la filosofía del
Tractatus forma parte de los elementos que serían los más influyentes. Proponiendo al
mismo tiempo una nueva visión de la disciplina y una crítica de la filosofía anterior,
Wittgenstein estableció a la filosofía como una actividad directamente ligada al lenguaje y
al significado.
Ciencia y filosofía
La filosofía se diferencia estrictamente de la ciencia. No es ni el método ni la precisión lo
que conforman esta distinción. Simplemente la filosofía y la ciencia no tienen el mismo
propósito. La ciencia busca producir descripciones verdaderas del mundo, su objetivo es
lo real. La filosofía no tiene por objeto lo real, no habla del mundo ni se propone hacerlo.
La filosofía no produce entonces ninguna proposición verdadera. A diferencia de la ciencia
que produce teorías, la filosofía se presenta como una actividad. Una teoría es un
conjunto de proposiciones, y esto precisamente es lo que la filosofía no es. La filosofía
produce esclarecimientos sobre proposiciones, y no nuevas proposiciones. No existen
proposiciones "filosóficas" en la forma en que existen proposiciones "científicas". La
filosofía tiene un rol secundario, vuelve al contenido de las proposiciones de
otras disciplinas. Wittgenstein rechaza la idea de un metalenguaje, los enunciados de la
filosofía no son metaenunciados, son únicamente pseudo-proposiciones. La filosofía está
entonces condenada a no producir otra cosa que el sinsentido. "La filosofía está llena de
las confusiones más fundamentales".15
“La mayor parte de las proposiciones e interrogantes que se han escrito sobre
cuestiones filosóficas no son falsas, sino absurdas. De ahí que no podamos dar
respuesta en absoluto a interrogantes de este tipo, sino sólo constatar su condición de
absurdos. La mayor parte de los interrogantes y proposiciones de los filósofos estriban
en nuestra falta de comprensión de nuestra lógica lingüística.
(Son del tipo de interrogante acerca de si lo bueno es más o menos idéntico que lo
bello.)
Y no es de extrañar que los más profundos problemas no sean problema alguno” .16
La filosofía como actividad
La filosofía se presenta como una actividad de esclarecimiento lógico. La filosofía desvela
la forma lógica de los enunciados detrás de su expresión en el lenguaje natural. Permite
entonces encontrar las pseudo-proposiciones mostrando que sus términos no se utilizan
de acuerdo a la forma de las palabras o poniendo de manifiesto la ausencia de significado
de los nombres. Es una "crítica del lenguaje"17 (4.0031).
Esta actividad de crítica no ocurre sin embargo en todos los usos del lenguaje.
Wittgenstein no considera defectuoso al lenguaje ordinario; por el contrario, "todas las
proposiciones de nuestra lengua usual están de hecho, tal como están, ordenadas de
forma lógicamente perfecta" (5.5563). Donde el autor condena los errores y los
sinsentidos es en el discurso filosófico y en la metafísica.
La filosofía pone de manifiesto lo que siempre tuvimos frente a los ojos y que por esta
razón no veíamos. En este sentido, la concepción de la filosofía tal como la presenta el
joven Wittgenstein está en consonancia con la que defenderá en sus Investigaciones
filosóficas, donde escribirá que "La filosofía se conforma con poner todo frente a nosotros,
sin explicar ni deducir nada. - Como todo está ahí, ofrecido a la vista, no hay nada que
explicar" (§126).
Crítica de la filosofía
La concepción de la filosofía de Wittgenstein le sirve principalmente para denunciar la
filosofía tal como ha sido practicada antes que él. Los filósofos hacen un uso inapropiado
del lenguaje, enuncian proposiciones insensatas y utilizan términos sin referentes. Y peor
aún, se equivocan en cuanto a la naturaleza de lo que realizan: Creen hablar de lo real
cuando no es este el caso. La filosofía se toma entonces como una teoría, como una
ciencia.
En lo que respecta a Wittgenstein el estatus de la filosofía que defiende no está
explícitamente definido. La filosofía de Wittgenstein se une a la mala filosofía en cuanto
tampoco habla de lo real. Si el Tractatus no se ilusiona sobre el estatus de lo que dice,
viola sin embargo las condiciones del significado que el mismo estableció. El estatus final
de la filosofía es entonces ambiguo: Wittgenstein ataca un tipo de filosofía, pero la suya no
está tampoco en condición de enfrentar sus propias críticas.
Cualquiera que sea la filosofía no hace más que enunciar pseudo-proposiciones. Pero si
la filosofía que ataca el Tractatus enuncia pseudo-proposiciones absurdas, la filosofía
del Tractatus podría sostener proposiciones insensatas sin ser objeto de ataque. Estas
proposiciones estarían entonces próximas de las de la ética y la estética. Wittgenstein no
trata abiertamente sobre este asunto y su silencio después de la publicación de su obra no
nos provee ninguna respuesta.
Sentido de la filosofía
La filosofía no se limita a exponer los sinsentidos, sino que es sobre todo la actividad que
delimita el sentido del sinsentido. Es ella la que determina lo que, en el ámbito de lo
pensable, puede decirse. Tiene entonces un papel crucial en la perspectiva del Tractatus.
Plantea las condiciones del discurso sensato y del discurso insensato. Su utilidad más allá
de eso no queda establecida. La filosofía podría o bien detenerse habiendo realizado la
demarcación, o bien continuar en un papel regulador. La crítica del lenguaje podría
entonces operarse de una vez por todas en la delimitación de los criterios del significado o
bien renovarse permanentemente mediante el análisis efectivo del lenguaje con respecto
a los criterios planteados.
”La filosofía no es ninguna de las ciencias naturales.
(La palabra “filosofía” ha de significar algo que está por arriba o por debajo, pero no
junto a las ciencias naturales). El objetivo de la filosofía es la clarificación lógica de los
pensamientos. La filosofía no es una doctrina, sino una actividad. Una obra filosófica
consta esencialmente de aclaraciones. El resultado de la filosofía no son “proposiciones
filosóficas”, sino el que las proposiciones lleguen a clarificarse. La filosofía debe clarificar
y delimitar nítidamente los pensamientos, que de otro modo son, por así decirlo, turbios
y borrosos. La psicología no tiene más parentesco con la filosofía que cualquier otra
ciencia natural. La teoría del conocimiento es la filosofía de la psicología. (…) La teoría
darwinista no tiene que ver con la filosofía más que cualquier otra hipótesis de la ciencia
natural. La filosofía delimita el ámbito disputable de la ciencia natural. Debe delimitar lo
pensable y con ello lo impensable.
Debe delimitar desde dentro lo impensable por medio de lo pensable” .18
Ética
Dada la ausencia explícita del asunto ético en el Tractatus y lo críptico de muchas de las
observaciones, es quizás más apropiado limitarse a consignar las palabras del propio
Wittgenstein en el prefacio: "todo lo que puede ser expresado en absoluto puede ser
expresado claramente, y sobre aquello que no puede ser expresado debemos guardar
silencio". Además del aspecto místico de lo inefable, entre lo que no puede ser expresado
está también incluido la ética (y la estética), tal como lo expresa claramente en una carta a
von Fickler:19
"El punto del libro es ético. En un momento tuve la intención de incluir en el prefacio una
frase que no se encuentra ahora ahí pero que escribiré para ti aquí, ya que será quizás
algo clave para tu trabajo. Lo que quise escribir entonces fue esto: Mi trabajo consiste
de dos partes: La que está presentada aquí más todo lo que no escribí. Y precisamente
esta segunda parte es la importante. Puesto que en mi libro lo ético tiene sus límites
dibujados desde adentro, por así decirlo; y estoy convencido de que esta es la ÚNICA
forma rigurosa de trazar ese límite. En pocas palabras, creo que ahí
donde muchos otros están hoy simplemente suponiendo, he logrado en mi libro poner
firmemente todo en su lugar al guardar silencio sobre ello. … Por ahora te recomendaría
leer el prefacio y la conclusión, pues contienen la expresión más directa de este punto".
El atomismo lógico: Los enunciados elementales son independientes los unos de los
otros.
Anécdotas
El título "Tractatus logico-philosophicus" podría ser una referencia al Tractatus
Theologico-Politicus de Baruch Spinoza. Fue propuesto por G.E.Moore al momento de
la primera traducción al inglés. Sin embargo es poco probable que Wittgenstein haya
leído esa obra de Spinoza.23 La primera publicación del Tractatus fue en la revista
alemana Annalen der Naturphilosophie (XIV, 3-4, págs. 185-262), bajo el título
“Logisch-Philosophische Abhandlung”. Un año más tarde (en 1922) aparecería la
primera edición bilingüe (alemán-inglés) en la editorial Kegan Paul de Londres,
acompañado de una introducción de Russell, y ya bajo el título en latín que hoy
conocemos: Tractatus Logico-Philosophicus. La traducción de un texto como
el Tractatus no es cosa fácil, ya que se trata de un lenguaje muy técnico y usado con
total rigor. Por ello, desde el principio se han acompañado todas las traducciones con
el texto original en alemán, y esa fue la principal razón esgrimida por Moore para
poner el título en latín, pues se considera el latín un idioma neutral
En una conversación con Frank Ramsey le confesó que "había olvidado lo que tenía
en mente" al escribir ciertos pasajes.[cita requerida]
Sin embargo, el prefacio de Russell se imprimió en las ediciones posteriores del Tractatus,
tanto en inglés como en otros idiomas. La edición Ogden es bilingüe y presenta el texto
alemán al lado de la traducción inglesa.
La segunda traducción inglesa, que implica una mejora sensible, se debe a David
Pears y Brian McGuinness, e introduce el término "state of affairs" (estado de asuntos)
para restituir Sachverhalt y tiene el mérito de contar en Brian McGuinness a uno de los
más reconocidos críticos de Wittgenstein.
Traducciones al francés
Puesto que la mayor parte de este artículo se tradujo desde la entrada francesa, se
menciona la segunda traducción francesa publicada en 1993, de Gilles-Gaston Granger,
considerada mejor que la precedente. Sin embargo, se le reprocha a veces el haber
restituido bestehen por "sustancia" y no por "existencia", cuya elección se explica por el
hecho de que bestehen no hace referencia en el texto a la existencia empírica sino más
bien a la existencia en el ámbito lógico.
Traducciones al español
Existen al menos cuatro traducciones del Tractatus al español: la de Enrique Tierno
Galván (Revista de Occidente), la de Luis Valdés Villanueva (Tecnos), la de Jacobo
Muñoz e Isidro Reguera (Alianza y Gredos) y la de Jesús Padilla Gálvez (Tirant lo Blanch).
Véase también