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Introducción

Tal vez la obra más importante de la filosofía escrita en el siglo XX, Tractatus Logico-

Philosophicus fue la única obra filosófica que Ludwig Wittgenstein publicó durante su

vida. Escrito en pocas palabras, párrafos cuidadosamente numerados de brillantez

extrema, capturó la imaginación de una generación de filósofos. Para Wittgenstein, la

lógica es algo que usamos para conquistar una realidad que es en sí misma elusiva e

imposible de alcanzar. Resumió el libro con las siguientes palabras: "Lo que se puede

decir en absoluto se puede decir claramente; Y de lo que no podemos hablar debemos

pasar en silencio. David Pears y Brian McGuinness recibieron los mayores elogios por

su meticulosa traducción. El trabajo es precedido por la introducción original de

Bertrand Russell a la primera edición


Ludwig Wittgenstein.

(Viena, actual Austria, 1889 - Cambridge, Reino Unido, 1951) Filósofo británico de

origen austriaco. Hijo de un importante industrial del acero, estudió ingeniería en Berlín

y en Manchester, donde trabajó como investigador en el campo de la aeronáutica

durante tres años. Empezó entonces a interesarse por las matemáticas y sus fundamentos

filosóficos, y se trasladó a Cambridge para estudiar lógica bajo la dirección de Bertrand

Russell (1912-1913).

En ese tiempo tomaron cuerpo las ideas que luego desarrolló en su Tractatus, obra que

redactó durante la Primera Guerra Mundial, en la cual combatió como voluntario del

ejército austriaco. Al reincorporarse a la vida civil, renunció a la fortuna heredada de su

padre en favor de dos de sus hermanas.

Siguieron unos años de alejamiento de la filosofía durante los que fue maestro de

escuela (1920-1926), para ocuparse luego como arquitecto del proyecto y la edificación

de la residencia en Viena de una de sus hermanas. En 1929 regresó a Cambridge para

dedicarse de nuevo a la filosofía, y ese mismo año obtuvo el doctorado tras presentar

como tesis el Tractatus ante un tribunal formado por Bertrand Russell y G. E. Moore (a

quien Wittgenstein sucedió en la cátedra de filosofía diez años más tarde). En 1947

abandonó la enseñanza, insatisfecho con su labor como profesor y deseoso de «pensar

en soledad».

La filosofía de Wittgenstein suele considerarse dividida en dos fases, la segunda de ellas

caracterizada por una crítica radical de las tesis defendidas en la primera; existen, con

todo, rasgos comunes a ambas, como el interés por analizar el lenguaje como método de

reflexión filosófica.
El primer Wittgenstein está representado por el Tractatus logico-philosophicus (1921),

conjunto de aforismos escritos con un lenguaje bastante críptico que, inspirados en el

atomismo lógico de Russell, investigan las relaciones entre el lenguaje y el mundo; el

lenguaje «figura» el mundo en la medida en que comparte con él la misma estructura

lógica, la cual no puede «ser dicha» en el lenguaje, sino tan sólo «mostrada», pues es la

condición de posibilidad para decir cualquier cosa. Por otro lado, también es su límite,

en la medida en que el lenguaje no puede sino figurar el mundo y, por tanto, nada se

puede decir sobre cuestiones éticas o estéticas, que, según considera el filósofo, son las

verdaderamente importantes.

El segundo Wittgenstein, sin embargo, sometió a crítica el supuesto básico del Tractatus

de que la lógica posee una relación privilegiada con la estructura del mundo. Consideró

que ésta correspondía tan sólo a uno de los posibles usos del lenguaje (en modo

declarativo y descriptivo), pero que no tenía en cuenta la lista abierta de «juegos de

lenguaje», entre los que se podría contar el preguntar, el exclamar o el contar chistes. El

significado de un término, además, no puede depender de una proyección mental, sino

de su uso social, pues de otro modo no se entiende que sea comprendido por los demás.

El Tractatus Logico-Philosophicus es la primera obra de Wittgenstein y la única que

publicó en vida. Fue compuesta en cuadernos durante la I Guerra Mundial. Allí, en

plena conflagración, Wittgenstein anotaba en los cuadernos que le acompañaban en la

mochila, el resultado de sus investigaciones.

Organizó y numeró sus pensamientos varias veces hasta que, logró darles su versión

definitiva en 1918.

La obra fue publicada en 1921 en alemán y, más tarde, en edición bilingüe (inglés-

alemán) un año más tarde.


La intención de Tractatus queda expresada claramente en su “Prólogo”: Trazar un límite

al pensar. Pero, tal tarea es ciertamente imposible porque para ello tendríamos que

poder pensar los dos lados de este límite (lo expresable y lo inexpresable) y sólo

podemos pensar lo que podemos expresar mediante el lenguaje. Por lo tanto, el límite

sólo podrá ser trazado en el lenguaje considerando que lo que hay más allá de él es un

sinsentido (Unsinn).

Wittgenstein creía en esta obra haber llegado a una solución intocable y definitiva y, en

consecuencia, haber solucionado en lo esencial los problemas de la filosofía. Aunque,

transido de pesimismo, afirma al final de su prólogo que se ha hecho poco con la

solución de estos problemas.

El Tractatus es una obra que expresa pensamientos y, de hecho así está organizado. Sus

pensamientos (afirmaciones) fundamentales se expresan mediante aforismos

debidamente numerados y son siete:

1.El mundo es todo lo que es el caso (lo que acaece)

2.Lo que es el caso (lo que acaece), el hecho, es el darse efectivo de estados de cosas.

3.La figura lógica de los hechos es el pensamiento.

4.El pensamiento es la proposición con sentido (sinnvolle).

5.La proposición es una función veritativa de las proposiciones elementales. (La

proposición elemental es una función veritativa de sí misma).

6.La forma general de la función veritativa es: [p,ξ, N(ξ)]. Ésta es la forma general de la

proposición.

7.De lo que no se puede hablar hay que callar.


1.1. La ontología wittgensteiniana

Wittgenstein comienza el Tractatus con una serie de aforismos que establecen su

ontología básica del mundo (1-2.1), que será completada a lo largo de la obra con

algunos otros aforismos.

1.El mundo es todo lo que acaece y lo que acaece son los hechos, no las cosas u objetos.

Así pues, el mundo es la totalidad de los hechos.

2.Pero el mundo es la totalidad de los hechos en el espacio lógico. Entendiendo por

espacio lógico el conjunto de las posibles combinaciones de los objetos entre sí.

3.Los hechos pueden ser positivos y negativos. Un hecho positivo es la existencia de un

estado de cosas. Un hecho negativo, su no existencia.

4.Los estados de cosas son combinaciones de objetos o cosas.

5.Los objetos son los componentes posibles de un estado de cosas.

a. Su posibilidad de aparecer con otros objetos en estados de cosas constituye su

naturaleza; sus propiedades internas y su forma (lógica).

b. Para conocer un objeto no tengo que conocer sus propiedades externas, pero sí todas

sus propiedades internas.

c. Todo objeto contiene en su naturaleza todas sus .posibilidades para su combinación

con otros objetos. Por eso, conocer el objeto es conocer todas las posibilidades de su

ocurrencia en estados de cosas. Pero, además, dado un objeto, todos los objetos son

dados. Y si todos los objetos son dados, todos los estados de cosas son dados.

d. Los objetos son simples, sin partes. Pueden combinarse dando lugar a objetos

complejos. No son ni generables ni destructibles, porque cualquier mundo posible debe


contener los mismo objetos que éste. El cambio es sólo una alteración en la

configuración de los objetos.

e. Los objetos pueden diferir entre sí en forma lógica (pueden ser componentes de

diferentes estados posibles de cosas) o en propiedades externas (de hecho, se dan en

diferentes estados de cosas) o pueden ser numéricamente distintos (aunque sean

indiscernibles no son idénticos).

F. Los objetos componen la forma inalterable y subsistente (forma lógica, 2.022),

sustancia y contenido del mundo.

g. Los objetos se combinan en estados de cosas dentro de los cuales están en una

determinada relación como los eslabones de una cadena. El modo como están

conectados es la estructura del estado de cosas. La forma de un estado de cosas es la

posibilidad de su estructura.

6.Los estados de cosas son independientes entre sí. De la existencia o no existencia de

uno de ellos es imposible inferir la existencia o no existencia de otros.

7.Puesto que los hechos son la existencia y no existencia de estados de cosas, se sigue

que los hechos también son independientes entre sí. La totalidad de los hechos es el

mundo.

1.2. El lenguaje: La teoría pictórica de la proposición

Antes de exponer su teoría lingüística hace algunas consideraciones de las pinturas en

general entendiendo por éstas retratos, dibujos, fotografías, mapas, esculturas, modelos

tridimensionales, partituras musicales, grabaciones de gramófono, etc. Quizás se esté

refiriendo a cualquier tipo de representación. (Aforismos 2.1 – 2.225).


Toda representación puede ser fiel o infiel a lo que representa por eso hay que clarificar

la naturaleza de la proposición mediante una teoría general de la representación.

En toda representación hay que distinguir:

1.Qué representa.

2.Si lo representa o no fielmente.

Lo que se corresponde con lo que la proposición significa (1) y si lo que ella significa es

verdadero o falso (2).

En toda representación, pintura (Bild), podemos distinguir entre los elementos que la

componen y la relación entre dichos elementos. Precisamente es la relación entre dichos

elementos lo que constituye la pintura. A dicha relación Wittgenstein la denominará

estructura de la pintura. La estructura de la pintura es un hecho.

Pero una pintura es m ás que su simple estructura. Los elementos que se relacionan

entre sí constituyendo la estructura de la pintura se relacionan de forma pictórica con los

objetos exteriores. Por eso, la pintura es la estructura más la relación pictórica.

Es decir, debe haber algo idéntico en una pintura y en lo que representa para que la

pintura pueda ser tal. Este elemento común que, a su vez es lo que hace posible la

estructura, es denominado forma pictórica (Form der Abbildung).

Además, como la forma pictórica es la posibilidad de relación entre los elementos de la

pintura y es común a la pintura y a lo que representa ésta podríamos afirmar que la

forma pictórica también es la posibilidad de que las cosas representadas estén

relacionadas de la misma manera que los elementos representativos de la pintura. Es

decir, la pintura representa una posibilidad en el mundo real.

La forma pictórica es, por tanto, la que liga pintura y realidad.


Así como pintura y realidad tienen algo común, la forma pictórica, tienen también algo

diferente, la forma representacional (Form der Darstellung).

Así, por ejemplo, si nos fijamos en Las Meninas de Velázquez, nos encontraremos con

algo común entre lo representado por el cuadro y la realidad: los personajes del cuadro.

(Forma pictórica que a su vez hace posible las relaciones que el pintor representa entre

esos personajes –estructura-).

Pero, y siguiendo con el ejemplo, somos conscientes también de que lo que vemos es

una representación bidimensional frente a la realidad tridimensional. Además, nos

encontramos ante un conjunto de manchas de color dispuestas de una determinada

manera sobre una tabla, cosa que no podemos decir de la realidad que representan, etc.

Estamos, por tanto, ante la forma representacional

Todas estas distinciones están bien; pero inmediatamente viene a nuestra mente toda la

pintura no figurativa (abstracta). ¿Se puede decir que aquí hay forma pictórica?

Wittgenstein afirma que sí, aunque reducida al mínimo. Siempre tiene que haber algo

común entre la pintura y la realidad aun cuando pueda llegar a ser hasta incorrecto. A

ese mínimo lo denomina forma lógica (logische Form) o lo que es lo mismo, la forma

de la realidad. (2.18).

En definitiva: la forma lógica es la parte de la forma pictórica de toda pintura. Toda

pintura es una pintura lógica además de ser una pintura de cualquier tipo. Por tanto, toda

pintura representa un posible estado de cosas, al que puede llamar su sentido. Además,

será una pintura verdadera si su sentido es conforme con la realidad y falsa si no lo es.

Pero ninguna pintura muestra por ella misma su verdad o falsedad, la única forma de

saberlo es compararla con la realidad que representa.


Esta teoría pictórica general será aplicada por Wittgenstein de forma particular a los

pensamientos (Gedanke) y a las proposiciones (Sätze).

Un pensamiento es una pintura lógica de un hecho, la pintura lógica por excelencia

puesto que la estructura lógica es el todo de su forma pictórica, y se expresa de forma

perceptible a los sentidos mediante una proposición. (Lo que no quiere decir que la

proposición sea la única forma de expresión del pensamiento).

De aquí se deduce que los pensamientos no pueden contravenir las leyes lógicas por lo

que no puede haber pinturas ilógicas. Ahora bien, los pensamientos no pueden

representar las leyes de la lógica porque ninguna pintura puede pintar su forma

pictórica.

¿Cuál es la forma representacional del pensamiento? Wittgenstein no lo dice. Además,

es imposible pensar acerca de ello, puesto que ninguna pintura puede colocarse fuera de

su forma representacional lo que sería necesario para poder hacerlo.

Por tanto, sólo se pueden pensar los estados de cosas posibles si la totalidad de los

pensamientos verdaderos es una pintura del mundo. Como toda pintura ha de poder

compararse con la realidad para decidir acerca de su verdad o falsedad. Tampoco puede

haber un pensamiento cuya verdad sea reconocible por el sólo pensamiento, es decir, no

existen verdades a priori.

Podemos afirmar, consecuentemente, que el pensamiento es el eslabón entre la

proposición y la realidad. Es decir, los elementos de la oración se corresponden con los

elementos del pensamiento y éstos a su vez con los objetos (elementos de los estados de

cosas).

El problema reside en que esto sólo se cumple en un lenguaje ideal pero no en el

lenguaje ordinario (cotidiano) porque la forma del pensamiento está oculta en la


complejidad de las oraciones debido a la complejidad de las convenciones que hemos

adoptado. Es necesario el análisis filosófico para recuperar la simplicidad contenida en

la teoría pictórica: la proposición es una pintura lógica de la realidad.

Pero ante esta afirmación hay que hacer una aclaración:

Los nombres para significar algo tienen que nombrarlo. Es decir, para que un nombre

tenga sentido debe tener referencia. Sin embargo, no ocurre lo mismo con las

proposiciones. Las proposiciones no dejan de tener significado por el hecho de no ser

verdaderas. Lo que nosotros comprendemos cuando comprendemos una proposición no

es su referencia, sino su sentido. Este sentido, es su valor veritativo. Las proposiciones

pueden ser verdaderas o falsas pero no por ello dejan de significar.

Así, Wittgenstein, expresa la diferencia entre nombres y proposiciones diciendo que los

primeros son puntos y las segundas, flechas. A saber, entender un nombre es entender

su referencia pero entender una proposición es entender su sentido.

Adentrémonos, hecha esta aclaración, en una somera descripción de las afirmaciones

básicas que contiene la teoría pictórica de la proposición.

1.Una proposición es esencialmente compuesta. Las proposiciones están compuestas

por una serie de elementos.

Estos elementos se relacionan entre sí a través de una necesaria gramática ya que una

simple colección de nombres no expresa un sentido. Dicha gramática es arbitraria y,

por tanto, variable según la lengua en la que nos expresemos.

Así, por ejemplo si decimos en alemán Du sollst nicht schnell fahren observamos que el

verbo modal sollen va detrás del sujeto Du y el infinitivo que completa el sentido del

verbo modal va al final de la frase (fahren). Sin embargo, si observamos su equivalente


en castellano No debes conducir deprisa, nos percatamos de que el infinitivo va al lado

del verbo modal.

Ambas gramáticas expresan la misma relación necesaria entre el sujeto y lo que no debe

hacer, conducir deprisa. Por eso, podemos afirmar que la proposición no es un objeto

complejo sino un hecho.

2.Los elementos que componen una proposición están correlacionados arbitrariamente

con los elementos de la realidad.

Entre los elementos de la proposición están los elementos simples e inanalizables, los

nombres. El nombre, que -como vimos antes- siempre se refiere a un objeto, es el

representante del objeto en la proposición

La correlación entre un nombre y lo que nombra es una convención arbitraria. En

consecuencia, si una determinada combinación de signos deja de tener sentido será

porque hemos dejado de considerarlo como símbolo (hemos abandonado la convención

arbitraria que le conecta con la realidad).

Pero una proposición es más que un conjunto de nombres. Además de correlacionar los

nombres con objetos se correlacionan las relaciones entre los nombres de la proposición

con los hechos (relaciones entre objetos reales). Esta correlación también es arbitraria.

3.La combinación de esos elementos correlacionados en una proposición presenta –de

forma no arbitraria- un posible estado de cosas.

Una vez que las convenciones han sido establecidas no es necesaria ninguna

convención posterior para establecer la correlación entre la proposición y el posible

estado de cosas representado por ella. (La proposición representa la situación de su


propio puño, dirá Wittgenstein). Por eso es posible entender una proposición que nunca

habíamos oído mientras que cada nombre requiere siempre aclaración.

4.Una proposición está en relación interna con los posibles estados de cosas que

representa.

La proposición nos comunica un estado de cosas y, por tanto, debe estar conectada

esencialmente con él. La conexión estriba en que la proposición es su pintura lógica

(logisches Bild).

Las proposiciones tienen rasgos accidentales (convenciones gramaticales arbitrarias) y

rasgos esenciales (aquellos sin los que una proposición no puede expresar su sentido).

La forma lógica es lo esencial de la proposición que, como ya vimos, es común con el

estado de cosas que representa. La relación, por tanto, entre proposición y estados de

cosas no es contingente sino esencial, necesaria, interna. Por tanto, es una relación que

es impensable que su poseedor no posea. Es impensable que la proposición siga siendo

la misma si varía su forma lógica al igual que es impensable que el estado de cosas sea

el mismo si varían sus propiedades internas.

5.La relación interna de la proposición con los posibles estados de cosas que representa

sólo puede ser mostrada. No puede ser dicha: enunciada informativamente.

Wittgenstein distingue entre decir y mostrar. Algo puede ser dicho si es posible para un

oyente aprehender el contenido de lo que está siendo comunicado sin saber su valor de

verdad. Por tanto, lo que se dice manifiesta una relación contingente, es pensable que no

se dé tal relación porque ésta puede variar.


Por el contrario, algo se muestra cuando es impensable que no se dé tal relación ya que

ésta es necesaria. La consecuencia de ello es que no se puede decir, ya que todo decir

expresa relaciones contingentes.

La forma lógica de la proposición (relación interna de ésta con los posibles estados de

cosas que representa) no puede, en consecuencia, ser dicha: enunciada

informativamente. Sólo puede ser mostrada. ¿Qué quiere decir esto? Que la forma

lógica no puede ser representada por la proposición. La proposición no la posee, sólo la

refleja, la muestra, la ostenta.

6.Una proposición es verdadera o falsa en virtud de su comparación con la realidad

Toda proposición describe un estado de cosas posible pero no un estado de cosas real.

Es decir, la proposición al ser una flecha nos habla de sus posibles valores de verdad.

Pero si queremos saber si está de acuerdo o no con la realidad, tenemos que compararla

con ella, verificarla. Tenemos que mirar en el mundo para comprobar si realmente es

verdadera o falsa. Sólo en la medida en que es una pintura de la realidad (ein Bild der

Wirklichkeit) es verdadera o falsa.

7.Una proposición debe ser independiente del estado real de cosas que la hace verdadera

o falsa.

La proposición es independiente de la realidad del mismo modo que toda pintura es

independiente de la existencia o no de aquello que representa. Como vimos antes, toda

proposición –en tanto que representación- puede ser verdadera o falsa; es una flecha.

Por eso, nosotros podemos entender las proposiciones aun cuando no sepamos nada en

absoluto acerca de su valor de verdad. Por lo tanto, en la proposición no viene contenido

su sentido, pero sí la posibilidad de expresarlo. Es decir, la proposición contiene la


forma del sentido pero no su contenido puesto que si lo contuviera nunca podría ser

falsa porque la realidad de su sentido –el contenido- es lo que la hace verdadera.

8.Ninguna proposición es verdadera a priori.

Consecuencia de lo anterior. Si la proposición es independiente del estado de cosas esto

implica que no podrá darse nunca una proposición que contenga en sí mismo el estado

de cosas que podría verificarla. Por tanto, todas las proposiciones pueden ser falsas, son

contingentes.

Las proposiciones de la lógica, tautologías, por lo tanto, no son auténticas

proposiciones. No son pinturas de la realidad y al no poder ser verificadas por ésta, no

pueden ser llamadas verdaderas.


Conclusión

La filosofía es la respuesta individual de preguntas individuales.

Es el camino hacia lo desconocido, paz para la mente inquieta.

Buscar verdades existentes, verdades que existirán y verdades que se perderán.

¿Como dar a conocer las verdades que se descubren?

La forma que mejor se adapte a la realidad unido a un buen argumento

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