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Ensenada, B.C.
Hay que ser artista y loco nos sentencia Nabokov en Lolita, un ser
infinitamente melanclico, con una burbuja de ardiente veneno en las entraas
y una llama de suprema voluptuosidad siempre encendida en su sutil espinazo
para reconocer de inmediato, por signos inefables al pequeo demonio
mortfero entre el comn de las nias; y all est, no reconocida e ignorante de
su fantstico poder.
Ahora sostengo con calma trmula el homenaje que realiza Lila Azam
Zanganeh: El encantador. Nabokov y la felicidad (Duomo ediciones, 2011).
Leo las recomendaciones, Pamuk, Beigbeder, Nafisi, y no me resisto.
Tras una breve cabezada, los ojos bien abiertos otra vez, me repuse. Un
momento despus me estiraba lnguidamente, me pona de pie, coga una
mandarina y daba vueltas por la habitacin en busca de algo, mientras finga
meditar en una frase inicial, antes de regresar de mala gana al sof. Esta vez
me dije que era mejor que me sentara bien derecha. Entonces ocurri.
raelart@hotmail.com