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LA HORA DE EMBRIAGARSE

Por Rael Salvador

“Embriagarnos de vino, de poesía


o de virtud, pero embriagarnos”.
Ch. Baudelaire.

En honor a Carl Sagan

I
UNO DE MIS LIBROS
Su título siempre me gustó, pues resume en unas pocas palabras el
sentido de levantar la cabeza, abrir lo más posible los ojos y mirar
embelesado el vórtice de las estrellas en el cielo.

La “Hora de embriagarse”, del doctor en astrofísica nuclear Hubert


Reeves, director de investigaciones en CNRS (Centro Nacional de la
Investigación Científica) en París y profesor de cosmología en Montreal, es
un antídoto contra el veneno de la inteligencia encumbrada, las sutiles
reflexiones de un ermitaño ilustre que nos descubre los principios de la
complejidad de un modo simplificado, devolviéndole así el júbilo poético al
Universo.

“Somos hijos de un cosmos –no dice Reeves– que nos ha dado a luz
después de un embarazo de quince mil millones de años. Las piedras y las
estrellas son nuestras hermanas”.

Y agrega: “Somos espectadores y actores de este período de la historia


donde el problema entra en si fase decisiva. Si tenemos un papel que
representar en el Universo es ayudar a la Naturaleza a parirse a sí misma. El
ser más amenazador es también el único que podrá hacer posible el parto”.

II
LECCIÓN DE VIDA
El astrofísico canadiense (nacido el 13 de julio de 1932) ha publicado
numerosos libros de divulgación científica, todos de amplia difusión
internacional, como “Paciencia en el azul del cielo”, “La historia más bella
del mundo”, “Ultimas noticias del Cosmos”, “Polvo de estrellas” y “Pájaros,
maravillosos pájaros”.

Hubert Reeves no ofrece en su literaria cartografía celeste lecciones de


vida y esperanza, de reencantamiento; nos propone el diario que construye
día a día de la astrofísica, el grato consejo de sus observaciones de la
naturaleza, del ser humano en relación con el mundo y el Universo, luces y
sombras en la vasta experiencia cósmica de que somos parte.

“Con las nebulosas y los átomos –nos recuerda–, con todo lo que
existe, estamos inmersos en esta vasta experiencia de organización de la
materia. De ningún modo somos extranjeros en el Universo, nos insertamos
en una aventura que continúa en distancias y espacios de miles de millones
de años luz”.

III
ASTRO CELEBRACIÓN
Hace tiempo, en una de esas visitas que religiosamente hago a las
librerías, el Sr. Vicente Calderón puso en mis manos “El espacio adquiere la
forma de mi mirada” (Editorial Granica, 2000), que son los atinados apuntes
que lleva Reeves de forma cotidiana y que a su vez es una observación
pormenorizada y poética de todo cuanto ama y lo anima… Pero que también
una seria advertencia contra esa tendencia, al parecer irreprimible, que
tienen los hombres a destruirse unos a otros.

Ahora que estamos celebrando un mundo que se autodestruye, no sin


ahínco y alegre desmesura, confinados como sardinas temerosas, entresaco
de “El espacio adquiere la forma de mi mirada” las reflexiones que me
ofrecen mayor entusiasmo para seguir apostando por la vida en el Universo:

“Pasa un barco. Se escuchan risas. Gente que se divierte. Un momento


de esas vidas, un instante en la historia del mundo”.

“Sumergirse en el asombro ante el simple hecho de nuestra existencia.


Una evidencia tan engañosamente sencilla. Que toca los misterios anteriores
al nacimiento y posteriores a la muerte”.

“El Sol es una inmensa esfera de gases incandescentes. Su radio es


dos veces mayor que la distancia de la Tierra a la luna. La temperatura de su
centro llega a dieciséis millones de grados. Hace mil quinientos millones de
años que es sede de reacciones nucleares que transforman hidrógeno en
helio.

Este astro cargado de cifras desmesuradas, en los límites de la


abstracción, es el mismo que nos emociona cuando, según Baudelaire, «se
ahoga en su sangre, que se cuaja». En esa bola roja se reúnen intelecto y
sensibilidad. Los conocimientos científicos enriquecen la percepción del
mundo real”.

“Mensaje de la astronomía contemporánea. Como los antiguos,


tenemos conciencia de estar ligados al cielo. Pero en un marco de una
amplitud que nadie imaginó nunca. Nuestra vida se inscribe en una
dimensión gigantesca. Participan planetas, estrellas y galaxias. Nuestra
existencia tiene resonancias cósmicas”.

“Los chinos inventaron la brújula hace unos mil años. Las palomas
viajeras, las tortugas, las mismas bacterias, ya la utilizaban hace centenares
de millones de años…”

“La naturaleza resplandece de inteligencia. Cada vez que inventamos


una técnica nueva, descubrimos que hace mucho ella la domina mucho
mejor que nosotros. Se llama ‘biónica’ la disciplina que se ocupa de indagar
los secretos técnicos de la naturaleza para después aprovecharlos. Está muy
lejos delante de nosotros en cada sendero. ¿Cuántos secretos posee todavía,
de los cuales no tenemos la menor idea pero que los investigadores del
futuro intentarán dilucidar?”

“Estar ‘del lado de la vida’. Compasión universal por todo lo que vive.
No son opciones del orden de la racionalidad, sino del orden de los valores.
La racionalidad se sitúa como su aval. Distinguir ‘razonable’ de ‘racional’.
Lo primero incluye intuición y afectos. Lo segundo sólo implica un
despliegue correcto del proceso lógico”.

¡Estos son sólo fragmentos de una aventura de lector!

Es hora de embriagarse, los astros nos esperarán –incluso el nuestro–


todo el de día o toda la noche…

raelart@hotmail.com

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