El príncipe se enamora de su gata Zapaquilda y le dice que si fuera mujer se casaría con ella. Aparece el Hada de los Imposibles y convierte a la gata en una hermosa mujer con la que el príncipe se casa. Sin embargo, durante la boda la nueva esposa atrapa y se come un ratón, revelando que todavía conserva parte de su naturaleza felina.
El príncipe se enamora de su gata Zapaquilda y le dice que si fuera mujer se casaría con ella. Aparece el Hada de los Imposibles y convierte a la gata en una hermosa mujer con la que el príncipe se casa. Sin embargo, durante la boda la nueva esposa atrapa y se come un ratón, revelando que todavía conserva parte de su naturaleza felina.
El príncipe se enamora de su gata Zapaquilda y le dice que si fuera mujer se casaría con ella. Aparece el Hada de los Imposibles y convierte a la gata en una hermosa mujer con la que el príncipe se casa. Sin embargo, durante la boda la nueva esposa atrapa y se come un ratón, revelando que todavía conserva parte de su naturaleza felina.
Erase un prncipe muy admirado en su reino. Todas las jvenes
casaderas deseaban tenerle por esposo. Pero el no se fijaba en ninguna y pasaba su tiempo jugando con Zapaquilda, una preciosa gatita, junto a las llamas del hogar. Un da, dijo en voz alta: Eres tan cariosa y adorable que, si fueras mujer, me casara contigo. En el mismo instante apareci en la estancia el Hada de los Imposibles, que dijo: Prncipe tus deseos se han cumplido El joven, deslumbrado, descubri junto a el a Zapaquilda, convertida en una bellsima muchacha. Al da siguiente se celebraban las bodas y todos los nobles y pobres del reino que acudieron al banquete se extasiaron ante la hermosa y dulce novia. Pero, de pronto, vieron a la joven lanzarse sobre un ratoncillo que zigzagueaba por el saln y zamprselo en cuanto lo hubo atrapado. El prncipe empez entonces a llamar al Hada de los Imposibles para que convirtiera a su esposa en la gatita que haba sido. Pero el Hada no acudi, y nadie nos ha contado si tuvo que pasarse la vida contemplando como su esposa daba cuenta de todos los ratones de palacio. EL MUECO DE NIEVE Haba dejado de nevar y los nios, ansiosos de libertad, salieron de casa y empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recin formada. La hija del herrero, tomando puados de nieve con sus manitas hbiles, se entreg a la tarea de moldearla. Har un mueco como el hermanito que hubiera deseado tener se dijo. Le sali un niito precioso, redondo, con ojos de carbn y un botn rojo por boca. La pequea estaba entusiasmada con su obra y convirti al mueco en su inseparable compaero durante los tristes das de aquel invierno. Le hablaba, le mimaba... Pero pronto los das empezaron a ser ms largos y los rayos de sol mas calidos... El mueco se fundi sin dejar mas rastro de su existencia que un charquito con dos carbones y un botn rojo. La nia lloro con desconsuelo. Un viejecito, que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente: Seca tus lgrimas, bonita, por que acabas de recibir una gran leccin: ahora ya sabes que no debe ponerse el corazn en cosas perecederas. FIN EL NUEVO AMIGO Erase un crudo da de invierno. Caa la nieve, soplaba el viento y Belinda jugaba con unos enanitos en el bosque. De pronto se escuch un largo aullido. Qu es eso? Pregunto la nia. Es el lobo hambriento. No debes salir porque te devorara le explico el enano sabio. Al da siguiente volvi a escucharse el aullido del lobo y Belinda , apenada, pens que todos eran injustos con la fiera. En un descuido de los enanos, sali, de la casita y dejo sobre la nieve un cesto de comida. Al da siguiente ceso de nevar y se calm el viento. Sali la muchacha a dar un paseo y vio acercarse a un cordero blanco, precioso. Hola, hola! Dijo la nia. Quieres venir conmigo? Entonces el cordero salto sobre Belinda y el lobo, oculto se lanz sobre l, alcanzndole una dentellada. La astuta y maligna madrastra, perdi la piel del animal con que se haba disfrazado y escapo lanzando espantosos gritos de dolor y miedo. Solo entonces el lobo se volvi al monte y Belinda sinti su corazn estremecido, de gozo, ms que por haberse salvado, por haber ganado un amigo. FIN EL GRANJERO BONDADOSO Un anciano rey tuvo que huir de su pas asolado por la guerra. Sin escolta alguna, cansado y hambriento, lleg a una granja solitaria, en medio del pas enemigo, donde solicit asilo. A pesar de su aspecto andrajoso y sucio, el granjero se lo concedi de la mejor gana. No contento con ofrecer una oppara cena al caminante, le proporcion un bao y ropa limpia, adems de una confortable habitacin para pasar la noche. Y sucedi que, en medio de la oscuridad, el granjero escuch una plegaria musitada en la habitacin del desconocido y pudo distinguir sus palabras: -Gracias, Seor, porque has dado a este pobre rey destronado el consuelo de hallar refugio. Te ruego ampares a este caritativo granjero y haz que no sea perseguido por haberme ayudado. El generoso granjero prepar un esplndido desayuno para su husped y cuando ste se marchaba, hasta le entreg una bolsa con monedas de oro para sus gastos. Profundamente emocionado por tanta generosidad, el anciano monarca se prometi recompensar al hombre si algn da recobraba el trono. Algunos meses despus estaba de nuevo en su palacio y entonces hizo llamar al caritativo labriego, al que concedi un ttulo de nobleza y colm de honores. Adems, fiando en la nobleza de sus sentimientos, le consult en todos los asuntos delicados del reino. FIN LA HUMILDE FLOR Cuando Dios cre el mundo, dio nombre y color a todas las flores. Y sucedi que una florecita pequea le suplic repetidamente con voz temblorosa: -i No me olvides! No me olvides! Como su voz era tan fina, Dios no la oa. Por fin, cuando el Creador hubo terminado su tarea, pudo escuchar aquella vocecilla y se volvi hacia la planta. Mas todos los nombres estaban ya dados. La plantita no cesaba de llorar y el Seor la consol as: -No tengo nombre para ti, pero te llamars "Nomeolvides". Y por colores te dar el azul del cielo y el rojo de la sangre. Consolars a los vivos y acompaaras a los muertos. As naci el "nomeolvides" o miosota, pequea florecilla de color azul y rojo. FIN