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1. OBJETIVOS
El objetivo que se pretende es dar a conocer y hacer patente la importancia de la extensión
bibliotecaria y los servicios especiales como medios para hacer realidad los derechos
ciudadanos sobre las bibliotecas. Deben conocerse los problemas específicos de distintos
colectivos en relación con las la información, la cultura y el acceso al conocimiento, y las
medidas que éstas deben adoptar para superarlos.
2. CONTENIDOS BÁSICOS
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públicas bordean el campo del Trabajo y la Educación Social, por lo que es conveniente que
el bibliotecario que vaya a planificar y gestionar estos servicios especiales tenga los
conocimientos suficientes, el talante adecuado y la profesionalidad necesaria para atenderlos
debidamente, en relación con los profesionales de la educación o la animación social.
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Para conseguir estos objetivos, las IFLA recomienda para las bibliotecas sucursales:
• Debe existir una biblioteca sucursal en cada área de 1'5 Km. de radio en zonas de gran
densidad de población. Si esta población supera los 3.000 habitantes la biblioteca sucursal
debe ir transformándose en biblioteca municipal.
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En España, el interés por los bibliobuses ha llevado a la realización de un estudio sobre “El
servicio de Bibliobús en España”, y se han elaborado unas Pautas para Bibliobuses
(http://travesia.mcu.es/documentos/PautasFilmBibl.pdf) en el marco de los Grupos de Trabajo
de Cooperación Bibliotecaria promovidos por la Subdirección General de Coordinación
Bibliotecaria que venimos citando. En estas pautas se dice que la colección mínima de un
bibliobús debe tratar de alcanzar la cifra de 2 documentos por habitante de la zona en la que
preste servicio, incluidos tanto los que transporta el propio vehículo como los existentes en la
biblioteca o centro de apoyo, teniendo en cuenta que la capacidad de un vehículo de 10 m de
longitud es de unos 4.000 d ocumentos. Luego habría de haber otros 4.000 en depósito para ir
renovando materiales, lo que daría un total de 8.000 volúmenes como colección adecuada:
Libros 80% (incluyendo publicaciones periódicas 20/30 títulos); audiovisuales 20 %. Y otros
materiales según necesidades. Documentos para adultos 35/50 de ficción y %60/70 de no
ficción; y Documentos para niños y jóvenes 65/50% de ficción y un 40/30% de no ficción.
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las necesidades curriculares de los centros. Son asimismo útiles las actividades de animación,
como narración de cuentos, teatro infantil y juvenil, realizadas en horario lectivo.
También ha habido proyectos europeos para la utilización de bibliobuses con una dimensión
más amplia, tales como el proyecto MOBILE (Extending European information access
through mobile libraries), un proyecto en desarrollo desde enero de 1994. El proyecto
persigue aprovechar las ventajas de las Tecnologías de la Información y las conexiones
telemáticas en la labor de acercamiento de la información y la cultura en general a las zonas
geográficamente más desfavorecidas.
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En lo que respecta a la distribución de espacios dentro del edificio, no se trata de dedicar una
sección de la biblioteca a los usuarios discapacitados, sino todo lo contrario: una buena forma
de superar los problemas sociales que las minusvalías conllevan es tratar de integrar a todo
tipo de usuario en un mismo edificio y con unas mismas condiciones. Sin embargo, para
facilitar esta equidad, las instalaciones de la biblioteca deben cumplir unos requisitos en lo
que se refiere a espacios y a mobiliario:
• Procurar que el suelo sea antideslizante y seguro para los aquejados de deficiencias
motoras y problemas de desplazamiento, así como para ancianos y niños.
• Suficiente anchura en los pasillos y en zonas de movimiento como cerca de los ficheros,
entre las estanterías y en zonas de información y consulta.
• Disponer los libros de las estanterías a una altura adecuada para los lectores en sillas de
ruedas o de talla corta (no más de 1'50 m.). Si esto no es posible, asegurarse de la ayuda
del bibliotecario aunque lo deseable es que el minusválido sea autosuficiente.
• Disponer de servicios unisexo por si el discapacitado ha de ir acompañado.
• Disponer en todo el local de una iluminación que evite zonas oscuras, sombras y reflejos.
Conviene establecer algunos puestos de lectura para deficientes visuales con la
iluminación apropiada.
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• Suprimir esquinas, aristas y salientes en el mobiliario; las puntas redondeadas son las más
recomendables.
• Ausencia de muebles fuera de su sitio que pueden convertirse en obstáculos como sillas,
papeleras, carritos, exp ositores, mesas, etc.
• Señalizar con claridad y sencillez los espacios y las distintas zonas. Una buena
señalización evita problemas de comprensión y facilita el acceso de discapacitados
auditivos. Si es necesario, la señalización auditiva puede dar buen resultado para los
ciegos y, si no es posible, disponer de señalizaciones táctiles (guías en el suelo, surcos o
barandillas en las paredes, etc). También es apropiado disponer de una buena señalización
gráfica y de intérpretes mímicos para discapacitados auditivos.
• Las sillas y mesas dedicadas a discapacitados en la sala de lectura deben tener unas
medidas diferentes: deben ser más anchas para facilitar el uso de aparatos lectores y
equipamientos de ayuda a la lectura y con una altura inferior.
• En cuanto al equipamiento, debemos disponer de los avances tecnológicos de apoyo de la
lectura que son sintetizadores de voz, que facilitan la comunicación con el ordenador, y la
trascripción sonora del contenido de los documentos.
• Pasadores de páginas y apoyalibros.
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• Actividades previstas:
- Conocimiento de los servicios de la biblioteca
- Sesiones comunes de cuentacuentos con intérprete de lengua de signos
- Dramatización
- Expresión plástica a través del cuento
- Lectura y comprensión de cuentos
• Actividades programadas
- Sesiones de cuentacuentos
- Formación de usuarios (conocer la biblioteca y los espacios, la ubicación de fondos bibliográficos, el uso del
préstamo, los intereses bibliográficos de cada niño, evaluar su nivel de comprensión, interpretar y analizar libros,
elegir y dramatizar cuentos)
2.5.1. Parados
Aunque el parado no es de por sí una persona con una barrera específica a la hora de acceder a
la lectura y la información, la gravedad del problema y su incremento entre la población
durante los últimos años puede llevar a la biblioteca a intentar paliarlas en la medida de lo
posible, desde el punto de vista de la información. Así cooperará en la mejora de las
cualidades personales y profesionales del trabajador, lo que redundará en sus posibilidades
para acceder a nuevos empleos. Algunas de las medidas que se pueden poner en marcha en
una biblioteca cuando se trata de atender las necesidades de usuarios en paro:
• La biblioteca debe poner a disposición del parado una parte de la colección con libros que
traten temas laborales (oficios, ocupaciones, profesiones) y legales. En muchos casos, el
trabajador necesita reciclarse para encontrar un nuevo empleo.
• También la biblioteca debe mantener continuas relaciones con las oficinas de empleo
pudiendo tomar, en algunos casos, funciones de información o lugar de anuncios
laborales, normalmente a través de una publicación o un tablón con anuncios sobre ofertas
de empleo, cursos.
• También la biblioteca puede prestar sus locales para reuniones, conferencias, charlas,
clases, cursos, etc.
• Asesora en materias laborales, facilitando lecturas relacionadas con el tema y asesoría
sobre documentación necesaria para asuntos laborales y sociales.
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• Minorías nacionales. Estos son grupos indígenas que llevan mucho tiempo afincados en
un país, con una identidad étnica, lingüística y cultural diferente y con gran tradición,
distinta a la de la mayoría. Pueden usar la lengua de la mayoría del país (como los suecos
de Finlandia), o haber adoptado substancialmente la lengua principal del país (como los
galeses o los indios americanos). Las minorías nacionales pueden compartir su lengua o
cultura con los grupos mayoritarios de los países vecinos, o pueden existir solo en el país
donde son una minoría.
• Una sociedad global. En la sociedad global todos somos parte de minorías culturales y
todas las culturas deben estar representadas en la infraestructura de la información global.
Como se dice en estas norma, las minorías étnicas y lingüísticas pueden ser incapaces de
utilizar al máximo todos los servicios generalmente disponibles de la biblioteca pública.
Frecuentemente son incapaces de leer la lengua de la comunidad en que viven y muchos
pueden ser, incluso lectores torpes de su propia lengua. Además, tienen otras necesidades
como consecuencia de sus diferentes patrones culturales y de sus problemas de ajuste con la
comunidad mayoritaria. Muchos incluso, probablemente estén en desventaja social y
económica en comparación con el resto de la comunidad. Por todas estas razones, necesitan
servicios especiales de la biblioteca pública:
• Las bibliotecas públicas deberían adoptar medidas positivas para identificar las necesidades y
problemas de las minorías étnicas y lingüísticas en sus propias áreas, suministrar los materiales y
servicios precisos y fo mentar su uso.
• Las organizaciones centrales con responsabilidad en bibliotecas pueden ayudar estableciendo relación
con los organismos nacionales pertinentes que representen los intereses de los grupos minoritarios.
• Se debería entrar en contacto con los dirigentes locales de los grupos minoritarios para que conozcan
los servicios bibliotecarios y conseguir su cooperación para fomentar su uso.
• Es muy conveniente el empleo, incluso a tiempo parcial, de personal que conozca la lengua o lenguas
necesaria para la biblioteca.
• Con frecuencia, los materiales, incluso periódicos, en lenguas minoritarias han de obtenerse de sus
países de origen. Para conseguirlos, se puede recurrir a organizaciones nacionales o libreros
especializados o varios sistemas bibliotecarios con necesidades similares pueden acordar actuar
conjuntamente.
• Cuando varias pequeñas comunidades minoritarias necesiten materiales impresos o audiovisuales en la
misma lengua, no será eficaz que cada biblioteca trate de satisfacer sus necesidades individualmente,
contando cada una con una colección de materiales bastante limitada. Sería aconsejable la creación de
acuerdos cooperativos que permitan la circulación de una gama más amplia de materiales entre varios
sistemas bibliotecarios. Alternativamente, para completar las existencias locales, puede crearse una
colección nacional de préstamo de este tipo de material.
• Es necesario producir y distribuir, principalmente a través de las organizaciones de los propios grupos
minoritarios, hojas informativas, en sus lenguas, que describan los servicios bibliotecarios y de otro tipo
que ofrezca la comunidad. Éstas y otras publicaciones podrían elaborarse por los propios miembros de
la comunidad minoritaria con el apoyo y ayuda de la biblioteca.
• Los niños de los grupos minoritarios superarán muchas dificultades si viven felizmente en una
comunidad extraña sin pérdida de su propia herencia cultural. Las bibliotecas han de ser conscientes de
esto y ofrecer materiales adecuados sobre la historia y la cultura de los países de procedencia de los
grupos inmigrantes, así como libros y revistas para niños en sus propias lenguas.
• Las minorías étnicas pueden enriquecer la vida de las comunidades en que viven conservando sus
tradiciones culturales y continuando, en la medida de lo posible, la práctica de sus propias costumbres.
La biblioteca pública puede ayudar en ambos sentidos promoviendo las actuaciones culturales y
exposiciones sobre su vida y cultura tradicionales.
• Los grupos mayoritarios de cada comunidad pueden necesitar ayuda para comprender las diferentes
culturas y costumbres de los grupos minoritarios de su entorno. En este sentido, la biblioteca pública
también es una fuente principal de información.
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• Cada biblioteca individual debería establecer claramente metas, objetivos y políticas relacionadas con
sus servicios para minorías étnicas, lingüísticas y culturales y esto debería ocupar un lugar específico
dentro de su orden de prioridades. Este plan de servicios multiculturales locales servirá de guía para el
personal y de información para los usuarios.
• Cada biblioteca debería adoptar políticas de claro compromiso de no discriminación y antirracismo.
• Cada biblioteca debería realizar una evaluación continua sobre la naturaleza y las necesidades de su
comunidad, en colaboración con los grupos minoritarios étnicos, lingüísticos y culturales y debería
desarrollar sus servicios a partir de estas evaluaciones y consultas.
• Aunque reconocemos que muchos organismos consultivos y de gobierno de las bibliotecas, como son
los consejos y las comisiones de bibliotecas, se constituyen de forma democrática, se debería intentar
que reflejen la composición de la comunidad a la que sirven.
• Las bibliotecas que sirven a un gran número de personas que pertenecen a una minoría étnica,
lingüística o cultural deberían disponer de fondos y servicios locales para ese grupo de usuarios.
• Todas las minorías étnicas, lingüísticas y culturales deberían disfrutar de unos servicios bibliotecarios
del mismo nivel que la mayoría de la población y se deberían tomar iniciativas a nivel regional o
nacional para asegurar que las minorías pequeñas o muy dispersas estén adecuadamente servidas; por
ejemplo, por colecciones centrales circulantes o por la formación de redes cooperativas o por la
provisión de servicios compartidos con bibliotecas cercanas.
Más que crear en sus locales secciones especiales físicamente segregados para las minorías
étnicas y lingüísticas, la biblioteca debe integrar. Hay que, por un lado, mantener una
colección básica en las lenguas propias de estas minorías y facilitar la pervivencia de sus
tradiciones y costumbres con textos religiosos, legales, clásicos literarios, etc. Y por otro lado,
procurar que el inmigrante conozca la lengua y costumbres del nuevo país para que se integre
más rápidamente y con menos traumas. La biblioteca puede cooperar a la integración de las
minorías raciales y lingüísticas de la comunidad con campañas de educación e información
dirigidas a la población nativa. En colaboración con las escuelas, las asociaciones locales y
otras instituciones, se pueden organizar planes encaminados a difundir aspectos culturales de
otros pueblos y a favorecer el conocimiento mutuo. La educación en el respecto y en el
alejamiento de posturas racistas y actitudes xenófobas puede ser p otenciada por la biblioteca.
Por lo que se refiere al personal, el bibliotecario debe saber identificar las necesidades
culturales de este colectivo para poder suministrar los materiales adecuados. También
conviene que el bibliotecario tenga conocimientos idiomáticos para hacer más fácil la
comunicación. También la biblioteca puede prestar sus instalaciones, siempre que disponga
de locales y sea posible, para usos de interés cultural o social de las minorías étnicas de la
comunidad.
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Por otro lado, la atención bibliotecaria a este grupo de usuarios es mucho más fácil y barata si
sigue la estructura administrativa sanitaria (hospitales, centros de rehabilitación, atención
primaria, etc), pero no podemos olvidar que hay muchos enfermos fuera de cualquier
instalación del sistema sanitario (enfermos en casa, ancianos) e incluso sin atención sanitaria
alguna (drogodependientes, grupos marginales) a los que la biblioteca debería atender, a pesar
de las dificultades que esto implica. Por último, mencionar la función benéfica que la lectura
puede tener antes de la enfermedad (información y prevención) y después de ella
(rehabilitación y reinserción).
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La biblioteca pública debe organizar un servicio de préstamo por lotes a los asilos y
residencias geriátricas y a otras entidades culturales o recreativas como clubes, casinos, casas
de cultura, centros de jubilados, etcétera, y poner a disposición del anciano los medios
suficientes para ocupar sus ratos de ocio. Es importante que la colección enviada a las
residencias de ancianos esté compuesta por, además de libros, documentos sonoros y
audiovisuales, pues en muchos casos los problemas de vista suponen barreras infranqueables.
También han de formar parte del lote los periódicos y revistas de actualidad y de divulgación
pues la profusión de fotografías y los grandes caracteres utilizados en los titulares facilitan su
lectura.
Con respecto a los centros de desintoxicación, la biblioteca puede hacer una tarea muy
valiosa. La gravedad del problema de la drogadicción ha de mover a los bibliotecarios y a
todos aquellos que trabajan en tareas culturales y sociales a comprometerse en ayudar a paliar
sus efectos. Cada forma de toxicomanía presenta un cuadro clínico diferente, por lo que
cualquier actividad o servicio bibliotecario referido a este tipo de enfermos debe hacerse bajo
la orientación de médicos y psicólogos. Por otro lado, la biblioteca puede jugar un papel
importante con campañas de información y prevención de la drogadicción, del SIDA y otras
enfermedades.
Hay que tener en cuenta que los usuarios de servicios bibliotecarios de cierta edad tienen
grandes inconvenientes para leer. Problemas de vista, dificultad en fijar la atención y en
mantenerse concentrados, rápido cansancio, etc, aconsejan el uso de medios audiovisuales y
sonoros que, como explica Hutton, han tenido gran éxito entre la tercera edad en Devon. Se
pueden organizar clubes de lectura en voz alta, lecturas por turnos, préstamo de videos,
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cassettes y libros hablados. Por último, recordar que con este tipo de usuarios, especialmente
los ancianos, el contacto personal es tan importante como el libro. Así conviene que la visita
del bibliotecario o del voluntario encargado del préstamo a domicilio tenga la suficiente
duración. En Devon se acordó que cada voluntario visitaría entre 4 y 5 personas cada día, para
asegurar el trato humano y la conversación con el enfermo o anciano.
Los servicios especiales bibliotecarios a las prisiones han mejorado en los últimos años, tanto
en calidad como en número, normalmente dependientes de la actividad educativa. Las razones
de este crecimiento, según Fuentes, serían:
• La concienciación de la biblioteca pública sobre la importancia de que sus servicios
lleguen a los lectores especiales, entre los que están incluidos los presos.
• La organización bibliotecaria en sistemas y redes, lo cual favorece la cooperación con
otras instituciones.
• Las recomendaciones de los Tribunales de Justicia para que se respeten y faciliten los
derechos de acceso a la información y a la cultura de la población reclusa.
• La propia demanda de estos servicios bibliotecarios por parte de los presos. No olvidemos
que, estadísticamente, las bibliotecas de prisiones son las más usadas entre todas las
bibliotecas públicas.
• Las recomendaciones de psicólogos y sociólogos sobre el papel que la lectura puede hacer
en el proceso de reinserción del preso.
• El aumento de los presupuestos estatales en materia de instituciones penitenciarias.
La Ley Orgánica General Penitenciaria recoge en su artículo 13 que los establecimientos penitenciarios deberán
contar en el conjunto de sus dependencias con servicios idóneos... escuelas, biblioteca, instalaciones deportivas
y recreativas, talleres.... Y en los Artículos 57 y 58 hace referencia a la existencia de bibliotecas y a la lectura: En
cada establecimiento existirá una biblioteca provista de libros adecuados a las necesidades culturales y
profesionales de los internos, quienes además podrán utilizar los libros facilitados por el servicio de bibliotecas
ambulantes establecido por la Administración o entidades particulares con el mismo fin. (art. 57). Los internos
tienen derecho a disponer de libros, periódicos y revistas de libre circulación e n el exterior, con las limitaciones
que, en casos concretos, aconsejen las exigencias del tratamiento individualizado, previa resolución motivada del
equipo de observación y tratamiento del establecimiento. Asimismo estarán informados a través de audiciones
radiofónicas, televisivas y otras análogas (artículo 58).
Por su parte, el Real Decreto de 8 de mayo de 1981 sobre Reglamentación Penitenciaria dedica el capítulo II a
Instrucción y Educación, y una de sus secciones trata de la biblioteca en la prisión:
Artículo 164.1: Para el cumplimiento de la función asignada, las Aulas y Círculos estarán dotados de:
a) Servicios docentes, que comprenderán el local- escuela y la biblioteca. Uno y otro estarán dotados del
mobiliario y condiciones de ambientación adecuados para el trabajo personal y de grupo.
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b) Servicios culturales, con medios audiovisuales, aparatos de proyección fijos, magnetófonos, televisores,
proyectores cinematográficos y, en general, aquellos que se consideren necesarios.
Artículo 176: En todos los Establecimientos Penitenciarios existirá, a cargo del Profesor de Educación General
Básica, una Biblioteca provista de libros adecuados a las necesidades culturales y profesionales de los internos,
y un número de salas de lectura equivalente a las unidades de clasificación del Centro. Tanto la Biblioteca
general como las instaladas en las diversas unidades de clasificación, podrán funcionar en forma circulante. Las
Bibliotecas se nutrirán de las consignaciones que acuerde el Centro Directivo con cargo al presupuesto oficial y
de los donativos y legados que a su favor se constituyan. Toda Biblioteca estará convenientemente catalogada
mediante dobles fichas, ordenadas por materias y autores, y habrá ejemplares de catálogos a disposición de los
internos, para que éstos puedan formular las peticiones de obras que deseen. Los internos podrán también utilizar
los libros facilitados por las Bibliotecas ambulantes establecidas por la Administración o por entidades
particulares.
Por lo que respecta al bibliotecario, las bibliotecas de instituciones penitenciarias han estado
tradicionalmente atendidas por religiosos o maestros. Ya el Reglamento Penitenciario de 1981
asigna definitivamente al maestro de la prisión la función de bibliotecario. Sin embargo, en
los centros donde el maestro no pueda ejercer esa función o necesite estar auxiliado, se han
desarrollado programas de enseñanza sobre temas de Biblioteconomía para funcionarios de
prisiones o para internos que puedan ejercer esa labor.
3. APLICACION PRACTICA. Redactar las normas de uso de una biblioteca y diseñar
su presentación impresa.
OBJETIVO. Aprender a decidir sobre las condiciones de acceso y uso de las biblioteca, y
redactar normas coherentes con las posibilidades disponibles y los intereses de los usuarios.
PROCESO: Se debe elegir una biblioteca, o suponer una con determinadas características, y:
a) Identificar los tipos posibles de usuarios, las distintas posibilidades de acceso a los
servicios.
b) Establecer qué servicios debe dar la biblioteca
c) Establecer las normas de cada uno de los servicios
d) Establecer los supuestos de incumplimiento grave de las normas y sus efectos
e) Redactar y presentar en un pequeño tríptico las normas, con un diseño adecuado para su
comprensión
4. CUESTIONES DE REFLEXIÓN Y EVALUACIÓN
¿Cuáles son las principales barreras que existen para que los servicios bibliotecarios lleguen a
todos los individuos? ¿Qué relaciones debe constituir el bibliotecario con otros profesionales
al organizar los servicios especiales? ¿Qué papel tiene la biblioteca pública en las bibliotecas
de prisión y de hospital? ¿Por qué es preferible la integración de los servicios a grupos
especiales de usuarios que la creación de servicios separados? ¿Qué actuaciones pueden
llevarse a cabo con minorías inmigrantes?
5. BIBLIOGRAFÍA
- ARANDILLA, M., RODRÍGUEZ, P., GUERRERO, F., ZAYAS, A. Biblioteca y educación
de adultos. Educación y Bibliotecas, 50, 1995.
- CABALLERO GARRIDO, A. La extensión bibliotecaria. En Magan Wals, J.A. Tratado
básico de Biblioteconomía, Madrid: Complutense, 1995, p. 383-398.
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