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El ruiseñor de Armenteira

Leyenda popular en versión de Isabel Escudero

1. Cuenta la leyenda que hace muchos años había un vetusto monasterio de piedra perdido en las
monjes: curas en
montañas de la Sierra Moraña. Una comunidad de monjes de oscuras sotanas y vidas sencillas vivía allí reclusión
sencillas: simples
en oración y retiro del mundo. Sus ocupaciones eran simples y siempre repetidas. Rezar, cantar, labrar rezar: hablar con dios
labrar el huerto: trabajar
el huerto, recoger la miel y los huevos, ordeñar las ovejas y las vacas y otra vez rezar a la puesta del sol la tierra
ordeñar: sacar la leche
antes de retirarse a sus celdas, para levantarse al alba del día siguiente. celdas: habitaciones
alba: pronto por la
mañaan

2. Una mañana de mayo, uno de los monjes, que se llamaba Ero, estando labrando el huerto, oyó el canto
de un ruiseñor, y era tan melodioso y constante que se quedo embobado escuchándolo. Cuando el ruiseñor: rossignol
embobado: estupefacto
pájaro decidió escapar hacia el bosque, saltando de rama en rama, el monje, como hipnotizado, lo siguió espesura: bosque
profundo
a la espesura y, al llegar al corazón del bosque, el pájaro se quedó quieto en lo alto de un árbol y quieto: sin moverse
trinos: cantos
redobló sus trinos cada vez más armoniosos. El hermano Ero se tendió junto al tronco y allí, sobre el tendió: se acostó, tumbó
mullido: blando, suave
mullido musgo, se quedó dormido escuchando el canto del ruiseñor. musgo: mousse

3. Cuando se despertó, el sol comenzaba a ocultarse y de prisa se puso en pie y se encaminó corriendo de prisa: rapidamente
encaminó: dirigió
hacia el convento. El pobre monje temía llegar tarde a la cena del refectorio, donde ya, sin duda,
estarían congregados todos sus hermanos. Pero cuando llegó al lugar del monasterio tan solo había allí
algunas ruinas invadidas por la hierba. El monje, muy angustiado, pensó que habría seguramente errado errado: equivocado

el camino y por eso no había venido a dar al convento, y cabizbajo se puso a dar vueltas en torno a las cabizbajo: triste,
preocupado
ruinas donde las lápidas mortuorias del suelo dejaban ver entre las hierbas nombres y cifras tan lapidas mortuorias:
tumbas
disparatados que le hicieron sospechar que podía estar soñando y se frotó los ojos por si aún estaba disparatados: absurdos

dormido. Pero nada: seguía viendo lo mismo que ya había visto.

4. Desolado se encaramó en una piedra por sise divisaba a alguien. Y vino venir a lo lejos por una vereda vereda: camino

un hombre que llevaba una vaca, y el monje Ero pensó: ahora saldré de dudas. Le preguntaré a ese labriego: agricultor
vaquero: hombre que se
labriego que dónde está el monasterio. Cuando el vaquero se hubo acercado, el monje le preguntó: ocupa de las vacas
acercado: aproximado
-¿Ubi est Armenteriae monasterium quod hic erat hodie mane?

5. El buen hombre se le quedó mirando perplejo y, aguzando la oreja con la mano, hizo el ademán de no
aguzando la oreja: en
haberle oído. Ante lo cual el hermano Ero volvió a preguntarle por el monasterio que aquella misma tendant l´oreille
ademán: gesto
mañana allí se encontraba: ante lo cual: en respuesta
a lo cual
-¿Ubi est Armenteriae monasterium quod hic erat hodie mane?
A lo cual el vaquero le contestó:
-No entendo o que me dice, senhor, aquí todos falamos galego.

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