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M.

N DE LOS MEDIOS ADICIONALES DE OBSERVACIÓN DE SÍ


(PARTE I)

¿Nota usted qué diferencia hay entre su propia vida y la vida en general? ¿Qué quiere decir con el
término mi vida, como cuando dice: "Mi vida fue una vida feliz" o "Mi vida fue una vida
desdichada"? ¿Quiere decir "que las cosas exteriores fueron agradables o no, o que las cosas
interiores, que sus estados de ánimo y sentimientos fueron agradables o no? Estará de acuerdo
conmigo «en que a veces una persona que goza de una buena situación externa en la vida con
suficiente dinero y con buen ambiente, y sin sufrir desdicha alguna, etc., es desdichada y
miserable, y por otra parte una persona en circunstancias muy diferentes y aun adversas, es muchas
veces todo lo contrario. Examinemos esta situación más detenidamente. ¿Qué es nuestra vida; esta
cosa de la que hablamos con tanta volubilidad sin darnos cuenta de lo que es en realidad? Cuando
las gentes desean contamos gratuitamente la historia de su vida, ¿a qué se refieren en realidad?
Hablan de eventos, de otra gente, de cosas externas. Pero nuestra vida consiste de dos cosas
distintas, que para los fines de la observación de sí deben comprenderse. Nuestra vida consiste no
sólo de eventos, sino de estados. Los estados son interiores y los eventos exteriores. Los estados
son estados de uno mismo, es decir, estados interiores, tales como las malas disposiciones, el
hábito de preocuparse, los hábitos de temor y superstición, presentimientos, depresión, por una
parte, o, por la otra, estados mejores, estados de sentirse feliz, estados de gozo y misericordia.
Están en uno -es decir, todos los estados son estados de uno mismo. Los eventos son exteriores y
nos llegan de fuera. Ahora bien, el estado interior puede corresponder a un evento exterior, o
puede ser provocado por él o no tener relación alguna con él. Pero, ante todo, es preciso
comprender que los estados y los eventos son dos cosas diferentes, antes de pensar de qué modo se
relacionan entre sí. Tomemos, por ejemplo, un suceso agradable. ¿Acaso su estado interior
corresponde a este suceso? ¿Puede decir de supuro que cuando tuvo lugar el evento exterior su
estado interior le correspondía? Sabe que va a suceder algún evento deseable y lo está esperando.
¿Puede decir que cuando tuvo lugar, su estado interior lo recibió de un modo feliz? ¿O admite que,
aunque el evento tenga lugar tal como lo esperaba, con frecuencia falta algo? ¿Qué es lo que falta?
Lo que falta es el correspondiente estado interior que debía combinarse, por así decirlo, con el
evento exterior que se esperaba con tanta impaciencia. Y, como todos ustedes probablemente
saben, por lo general el evento que no se esperaba en absoluto es el que nos proporciona nuestros
mejores momentos. Ahora expongamos esta idea: La correspondencia de los estados interiores con
los eventos exteriores. A menos de estar en un estado apropiado no es posible combinarlo
correctamente con el evento feliz. Sin embargo la gente, al pensar en su vida, se inclina a creer que
está constituida sólo de eventos exteriores y que si cierto número de eventos exteriores de una
clase u otra les hubiera o no sucedido, su vida habría sido desdichada. Pero la capacidad de una
persona para la vida depende de su desarrollo interior, de la calidad de sus estados interiores.
Porque internamente, en lo que concierne a nuestros estados, está el aparato para vivir, y si este
aparato, por ejemplo, está abrumado por la compasión de sí y las preocupaciones y otras
emociones negativas, no importa cuan deleitables sean los eventos exteriores, nada puede suceder
con propiedad, simplemente porque el aparato para vivir -es decir, la persona en si- está en una
completa incapacidad de combinarse de un modo afortunado con tales eventos que, provenientes
de la vida exterior, podrían producirle placer y deleite. Una persona piensa efectuar un viaje al
extranjero y cuando éste tiene lugar, es un evento. Pero puede ser tan mezquina, tan preocupada
por las pequeñas cosas carentes de importancia, etc., que todo el viaje no es sino un desastre. Y en
tal caso el estado interior del hombre es el culpable. Por eso si nos preguntamos en qué consiste
nuestra vida, no podemos
decir que consiste meramente de eventos, pues consiste en mucho mayor grado de estados.
Supongamos que un hombre, cuyo principal placer es ser pesimista y melancólico, le dice que la
vida es un mal negocio y no merece vivirse, ¿supone acaso que esto se debe a una falta de eventos
apropiados o a los estados interiores del hombre? ¿Puede creer que invitándolo a una alegre fiesta
lo hará cambiar? La enfermedad está en el hombre mismo y todos los días vemos a gentes que
hacen su propia vida y la vida de los otros miserables debido a sus perversos estados interiores.
Ahora bien, en la observación de sí, es menester distinguir entre los eventos exteriores y los
estados interiores y observar dónde se está situado, tanto en relación con el estado interior como
con la naturaleza del evento exterior. Los eventos exteriores son de cualquier clase. La vida
exterior no es una suave hoja de papel sobre la cual nos arrastramos como hormigas. Está llena de
sierras y valles, de buen tiempo y mal tiempo. Esta es la naturaleza de la vida pero, por regla
general, todos los sucesos que consideramos excepcionales, o al menos desagradables, son la
enfermedad, la guerra, etc. La vida es una serie de diferentes acontecimientos que se suceden, en
mayor o menor escala, y salen al encuentro del hombre, y cada acontecimiento posee su naturaleza
especial. Y los estados interiores son asimismo de distinta clase. Todo el trabajo personal se refiere
a los estados interiores y ya habrán oído hablar de los estados equivocados que. es preciso
modificar y no identificarse con ellos. Si ustedes trabajan sobre estos estados equivocados y tratan
de apartarse de ellos, entonces los sucesos desagradables de la vida no los tocarán, por así decirlo,
con tanta facilidad, y no les extraerán su fuerza. Los eventos son influencias que cambian a cada
momento en sus variadas combinaciones; algunos son mejores que otros, pero en este nivel
inferior del universo donde estamos todos deben aceptarse conscientemente, aunque algunos de
ellos son muy peligrosos y es menester no identificarse con ellos de ninguna manera. De lo que se
acaba de decir, queda claro que se debe considerar la vida como una sucesión de estados
interiores, y una verdadera historia de nuestra vida debe ser una historia de esos estados y en
especial de nuestras emociones negativas. Vivir empero en este amplio mundo interno sólo
accesible a cada persona a través de la observación de sí y siempre invisible a los demás es el peor
crimen que se pueda cometer. Por eso este trabajo empieza con la observación de sí y el
descubrimiento de los estados equivocados en uno mismo y con el trabajo para contrarrestarlos. De
este modo la vida interior se purifica y puesto que ella atrae nuestra vida exterior, debido al cambio
de nuestros estados interiores, al no alimentar a unos y al alimentar a otros, alteramos asimismo no
sólo nuestra relación con los eventos provenientes del exterior sino también con la naturaleza de
los eventos que nos llegan día tras día.. Sólo de este modo podemos cambiar la naturaleza de los
sucesos que nos ocurren. No podemos cambiarlos directamente, pero podemos cambiarlos a través
de los estados cambiantes, es decir, empezando a poner orden en la desordenada casa donde
vivimos. No son los sucesos cotidianos los que tienen importancia como haber perdido algo o que
algo le haya ido mal o que alguien lo haya olvidado o le haya hablado con grosería, sino su
reacción a todos ellos, es decir, en qué estado de sí estaba usted, pues es allí donde radica su
verdadera vida y si sus estados interiores eran apropiados nada en la naturaleza de los estados
exteriores puede dominarlo. Trate pues de distinguir, como ejercicio para vivir más
conscientemente, entre los estados interiores y los eventos exteriores, y trate de enfrentarse con
cualquier suceso exterior, después de haber observado su naturaleza, con la actitud interior
apropiada, con el estado apropiado. Si no puede, reflexione luego acerca de ello. En primer lugar,
trate de definir la naturaleza del evento y observe si ese género de evento le sucede a menudo y
trate de examinarlo más claramente en términos tales como "Esto se llama llegar tarde" o "Esto se
llama perder cosas" o "Esto se llama recibir malas noticias" o "Esto se llama sorpresa
desagradable" o "Esto se llama trabajo duro" o "Esto se llama estar enfermo".. Empiece de esta
manera sencilla y pronto verá cuan diferentes son los sucesos personales, y cómo nuestra vida
exterior está cambiando todo el tiempo, y lo que no podía hacer en cierto momento, lo puede hacer
en otro. Porque los eventos se asemejan al abrir y cerrar de las puertas. Entonces será capaz de ver,
respecto de los pequeños sucesos de la vida cotidiana, qué eventos fueron parcialmente provocados
por usted, y qué eventos son accidentales, y así sucesivamente. Luego reflexione sobre su estado y
en qué estado se enfrenta usted con algún evento característico y si ese estado es el instrumento
apropiado que es preciso usar, el billete apropiado que es preciso ofrecer, el método idóneo que es
preciso emplear para ese suceso. Respecto de muchos eventos es menester aprender a ser pasivo,
por ejemplo, no reaccionar en absoluto, no hacer nada. Mas la pasividad exige una fuerte actividad
interior de conciencia, para impedir que cualquier reacción mecánica tenga lugar cuando el evento,
al entrar como una impresión mecánica, toque la maquinaria puramente asociativa de la mente y el
sentimiento que equivocadamente consideramos como nosotros mismos.

MAURICE NICOLL

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