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TIGRE Y LAS BRUJERIAS

Escrito por Heinz Roth el 02 de diciembre de 2006.


Sujeto a revisión.

Estaba una vez Tío Conejo caminando por la selva buscando comida
entre la maleza, cuando de repente se le aparece una figura
espantosa. Tío conejo da un salto y se queda en el piso aterrorizado
ante una presencia fantasmagóricamente feroz. Al cabo de un rato
Tío Conejo transforma su cara de horror en una sonrisa. Es que se da
cuenta que la feroz figura no es otra cosa sino una antigua máscara
dejada allí quizás por algunos indígenas del pasado.
Tío Conejo coge la máscara que estaba guindada en un viejo árbol y
se le queda mirando por un rato. Esta máscara le da una idea genial a
Tío Conejo que hace resonar toda la selva con una carcajada
perversa.

Pasado algún tiempo Tío Conejo tiene reunidos a un grupo de amigos


suyos. Ahí estaban Tío Chicho, Tío Morrocoy; Tío Garceta; Tío
Mapurite y Tío Venado.

– Bueno, mis estimados amigos, los reuní aquí para explicarles una
idea que se me ocurrió para que ese maluco de Tío Tigre nos deje en
paz
– ¿Y no vamos a invitar a Tío Rabipelado?
– Ni loco, Tío Chicho. Usted no sabe cómo es de peligroso ése Tío
Rabipelado, uno nunca sabe de qué lado está. Además Aquí estamos
los que tenemos que estar… Quizás debieran estar Tía Cotorra y Tía
Guacamaya, pero mejor no. Con ellas se nos pueden ir de las manos
una cosa tan delicada. Ellas nos van a ayudar pero sin que lo sepan
¡Escuchen!

Tío Conejo comenzó a explicarles a sus amigos, mientras éstos


escuchaban con atención.

Al día siguiente Tío Tigre andaba por la selva, –Ojalá me consiga a Tío
Conejo, todavía tengo pesadillas con la última broma que me echó.
Me las va a pagar una por una…
En ese momento pasaba Tío Venado por allí, saluda cortésmente a Tío
Tigre y se para de repente, –Uff qué mal olor hay aquí, huele como a
azufre…
Tío Tigre en forma automática se pone a olfatear en el aire. –Pero yo
no huelo nada...Qué raro porque yo tengo muy buen olfato…
– ¡Mire Tío Venado! ¿No será que usted tiene esa nariz mala? Porque
yo no siento ningún olor raro.
–No Tío Tigre, le digo que aquí hay un olor a azufre…Uff y es
espantoso e insoportable, me voy de aquí.
Tío Tigre se queda mirando cómo sale corriendo Tío Venado y
extrañado se rasca la cabeza. –…Pero es que yo no huelo a nada…
Tío Tigre sigue su camino y más adelante se encuentra con Tío
Mapurite.
–Hola Tío Mapurite ¿Qué más?
Tío Mapurite al ver a Tío Tigre lo saluda sorprendido.
–Buenos días Don Tío Tigre…. Uff, pero qué olor tan insoportable…
después hablan de uno…
Diciendo esto Tío Mapurite sale corriendo tapándose la nariz y Tío
Tigre comienza otra vez a olfatear el aire… – ¡Esto sí que está raro, yo
no huelo a nada!

Más tarde Tío Tigre se consigue a Tío Chicho junto a Tío Morrocoy y
antes de comenzar a hablar éstos salen corriendo diciendo: – ¡Qué
tufo a azufre! ¡Necesito aire para respirar!
Tío Tigre más intrigado que nunca vuelve a olfatear el aire por todas
partes.
– ¡Caramba, ahora esto sí que me preocupa! ¿Será que se me echó a
perder el olfato? Ya van varios animales que huelen un tufo… ¿Seré
yo?
Tío Tigre comienza a olerse a sí mismo y tampoco siente nada
anormal, por lo que hace un gesto con las manos como queriendo
decir ¿Qué será?

En ese momento se aparece Tío Garceta que viene con paso


despreocupado. Pasa junto a Tío Tigre y lo saluda.
–Buenos días Tío Tigre. Amaneció el día bonito ¿Verdad?
Tío Tigre se le queda mirando esperando la misma reacción de los
demás animales.
–Sí, buenos días Tío Garceta…
Tío Garceta se para al lado de Tío Tigre y se estira cogiendo una
bocanada de aire.
– ¡Ahh! Qué bueno es respirar este aire tan sano de la mañana…
Bueno Tío Tigre, hasta luego.
Tío garceta continúa su camino, pero Tío Tigre más extrañado aún, lo
llama:
– ¡Hey¡ Tío Garceta, venga para acá un momento.
Apenas había dicho esto, Tío Conejo pasa enfrente de ellos tapándose
la nariz.
– ¡Qué pestazo Dios mío! ¡Qué pestazo!
Tío Tigre se le queda mirando a Tío Conejo y después observa a Tío
Garceta que está parado junto a él normal del todo sin quejarse por
ningún olor.
–Dígame Tío Garceta ¿Usted no siente por acá ningún olor raro?
–A ver, a ver…snff, snff… Pues no Tío Tigre, aquí lo que huele es a
hierba mojada de la mañana…
–Es que todo el mundo que he visto hoy dice que hay un olor raro,
como de azufre.
– ¿Azufre Tío Tigre? ¿Está seguro que eso que olían era azufre?
–Sí, ¿por qué, eso es malo?
–Malo no Tío Tigre, malísimo y ya creo que sé qué es lo que está
pasando, pero dígame ¿Usted no siente para nada ningún olor a
azufre?
–Pues la verdad es que no, y mire que yo me distingo por mi buen
olfato…
–No me diga más nada Tío Tigre. Verá que le explico. Cuando a
alguien le hacen una brujería, especialmente una de mal de ojo, lo
primero que le sucede a la víctima es que lo rodea un olor a azufre.
Pero ese olor lo pueden sentir solamente las demás personas, la
víctima no puede olerlo. Eso es lo primero, porque después se pasa
ese olor, pero la persona ya está embrujada y eso sólo es el
comienzo…
– ¿Eso que me dice es de verdad?
–Sí Tío Tigre, mire que yo sé de eso.
–Pero entonces ¿cómo es posible que usted haya sido la única
persona por aquí que no haya sentido ese olor?
–Ahh Tío Tigre, muy sencillo. ¿Usted ve este amuleto que tengo en el
cuello? Pues es un amuleto contra todo tipo de brujería y mal de ojo.
Como yo lo llevo puesto, nada de eso puede afectarme y como es tan
efectivo, ni siquiera puedo percibir los efectos de la brujería sobre
otras personas…
–Y ¿Dónde puedo conseguirme uno de ésos? ¿Qué hago ahora?
–Ay Tío Tigre, usted está metido en un grave problema. Únicamente
un brujo de la selva puede curarlo, más nada. Ni siquiera dándole yo
mi amuleto serviría…yo se lo daría con mucho gusto, pero lo que pasa
es que estas cosas se mandan a hacer a la medida y solo me protege
a mí.
– ¡Caramba Tío Garceta! ¿Qué voy a hacer?
–No sé Tío Tigre… rece, rece mucho y ojalá encuentre un brujo de la
selva…

Tío Tigre se queda solo en medio del sendero con una gran
preocupación y oliéndose debajo de los brazos, buscando algún olor.

En otro lugar de la selva están Tía Cotorra y Tía Guacamaya


chismeando, cuando en eso las llama Tío Conejo. – ¡Comadres!
–Les tengo un chisme buenísimo, hace un rato venía para acá y vi
cuando llegaba un brujo de la selva y se metía en la cueva que queda
allá en la montaña. Yo le pregunté si se iba a quedar por algún tiempo
y me dijo que pensaba quedarse a vivir aquí. ¡Ahora tenemos brujo!
Tía Guacamaya y Tía Cotorra se miraron extasiadas por el chisme.

Tío Tigre estaba de verdad preocupado y como no entendía muy bien


estas cosas sobre brujería, realmente no sabía cómo hacer esta vez.
Estaba pensando sentado y decaído en el frente de su casa, con una
ramita en las manos.
–Hola Don Tío Tigre. Se oyó la voz de Tío Rabipelado.
–Aquí vengo a traerle las verduras,
–Sí, déjalas ahí…
– ¿Y a usted qué le pasa que hoy lo noto muy raro?
–Dime Tío Rabipelado ¿Sientes algún olor a azufre?
–Snff, Snff, Snff… Pues a azufre, lo que se dice azufre no. Lo que
huele por aquí es como a orine de gato…
–Ayy mi querido amigo, déjeme decirle que ahora sí como que estoy
en un problema grave de verdad…
– ¿Cuál es ése problema Don Tío Tigre? ¿Dígame cómo puedo
ayudarlo?
–Es que necesito un brujo Tío Rabipelado, pero que yo sepa por acá
no hay ninguno.
Tío Rabipelado se rasca la cabeza pensando un rato. –Yo creo que sé
quienes pueden decirme dónde hay un brujo, si es que hay alguno.
¿Quiere que me vaya donde Tía Cotorra y Tía Guacamaya y les
pregunte?
–Sí, vaya avejígueme lo que sea Tío Rabipelado.

Al cabo de un rato se aparece de nuevo Tío Rabipelado, – ¡Don Tío


Tigre! Le traigo buenas noticias, Tía Guacamaya y Tía Cotorra me
dijeron que por pura casualidad había llegado a esta selva un brujo y
que está en la cueva de la montaña.
–Ahh. Esa sí que es una buena noticia…

Después de un tiempo Tío Tigre se asoma por la cueva, que está toda
oscura, salvo por la espectral luz de una vela.
–Buenas… ¿Se puede? Tío Tigre, temeroso entra en la cueva y de
repente es asustado por unos murciélagos que salen volando. En eso
oye una voz de ultratumba. – ¿Quién anda aquí?
–Disculpe, soy Tío Tigre que vengo para una consulta…
–Pase, pero no se acerque mucho que a mí no gustan los tigres.
Tío Tigre pasa al interior de la cueva y asustado ve una serie de
adornos e ídolos extraños que producen unas sombras terroríficas
producidas por la luz de la vela. Cuando mira más al fondo ve sentado
como en una especie de altar a una figura con una cabeza espantosa,
pero cubierto de una manta.
–¡Dígame qué quiere! Retumba en la cueva la voz del brujo.
–Vengo porque tengo un problema…
–Quédese allí donde está y no se acerque más. ¿Cuál es su problema?
–Es que estoy embrujado y necesito que me quiten la brujería de
encima…
–Lo primero que hay que hacer es averiguar qué tipo de hechizo
tiene. Pero para saberlo me tiene que traer primero una bolsa de las
grandes llena de zanahorias y lechugas.
(Hay un breve silencio)
– ¡Ve pues! Dijo más alto el brujo.

Tío Tigre sin decir nada salió corriendo para hacer la diligencia.
Después de un tiempo está Tío Tigre otra vez en la cueva con la bolsa
de zanahorias y lechugas. –Aquí tiene Tío Brujo.
–Muy bien…déjela en ese rincón. Ahora tiene que traerme otra bolsa,
pero esta vez con frutas variadas.
– ¿Hace falta todo eso para saber qué tengo Tío Brujo?
Tío Brujo, sin pronunciar palabra asiente con la cabeza y Tío Tigre
sale disparado para hacerle la nueva diligencia.
Al rato regresa Tío Tigre con la bolsa. –Aquí tiene… ¿Y ahora?
–Bueno, ahora sí podemos empezar. Ahora se va para la bodega y se
compra todo lo que le voy a dictar…
Tío Tigre comienza a anotar en una libretita lo que le va diciendo el
brujo. –…tres dientes de ajo, dos bolsas de sal; un frasco de aceite de
ricino, dos litros de leche, un frasco de purgante, una docena de
huevos; un tubo de pasta de hígado y dos tubos de pasta dental.
También se va a traer un tarro de miel y un kilo de azúcar.
–Ajá Tío Brujo, ya lo tengo todo… ¿más nada?
–No se le vaya a olvidar traer un tobo, una cuchara…y una jarra de las
grandes.
Tío Tigre va a la tienda de Tío Búho y diligentemente le da la lista
para hace la compra que le había mandado el brujo.
Tío Búho lee la lista y le dice, –Bien, bien ya le traigo todo el pedido,
pero dígame Tío Tigre, me parece raro que usted esté comprándome
todo esto ¿Y eso?
– ¡Usted póngame lo que le pido y cállese!

Tío Tigre llega nuevamente a la cueva cargando una caja con todas
las cosas que le había mandado a traer el brujo. –Ya llegué Tío Brujo
¿Ahora qué debo hacer?
–Ahora lo que va a hacer es mezclar todo lo que le dije dentro del
tobo, mézclelo bien para que no le queden grumos.
Tío Tigre cuando ya tenía la mezcla lista dentro del tobo, dice: –
¡Listo!
–Ahora Tío Tigre, se lo toma completito de un solo golpe sin respirar.
Tío Tigre con cara de asco mira el recipiente, que tiene un aspecto
nauseabundo y con cara de asco agarra el tobo y se lo traga. –Glup,
glup, glup, glup… Cuando se lo termina se le pone la cara rara y
adquiere una tonalidad verdosa.
La barriga de Tío Tigre comienza a rugir y Tío Tigre con cara de
enfermo dice: – ¡Ya vuelvo Tío Brujo!

Como un rayo Tío Tigre cruza la selva y cuando ya está sentado en el


excusado de su casa, por fin se relaja con un gran suspiro.

Más tarde Tío Tigre está de regreso en la cueva y el brujo le está


leyendo unas cartas.

–Hmmmm.
– ¿Qué me dicen las cartas, Tío Brujo?
–Shhht. Quédese quieto que pierdo el contacto.
El brujo sigue colocando cartas sobre un mantelito, muy despacio.
–Ah, aquí veo algo Tío Tigre.
– ¿Es malo?
–No, lo que aquí veo es cómo romperle ese hechizo tan grave que
tiene encima.
–O sea, ¿que sí puedo curarme?
–Sí Tío Tigre, pero para curarse tiene que hacer lo que dicen las
cartas.
– ¿Y qué dicen?
–Dicen que usted tiene que pasarse todo un día caminando como un
perrito detrás de una persona…
– ¿Pero qué manera más rara de quitarse una brujería es esa?
–Sí, es lo último, lo más moderno de la brujería.
– ¡Mire! Aquí dice ya estoy viendo quién es la persona indicada para
que usted pueda curarse.
– ¿Quién?
–Dice que tiene que caminar como un perrito detrás de un animalito
chiquito, con largas orejas y a quien usted le tiene mucha rabia.
–…Chiquito…orejas largas…mucha rabia… ¡¿Tío Conejo?!!
–… ¿Pero, y si me niego a hacerlo que dicen las cartas?
–Ah, eso sería muy grave, porque el hechizo que usted tiene encima
se va a ir agravando cada vez más con el tiempo. Quiero decirle que
esto no lo digo yo, lo dicen las cartas. Allá usted si quiere curarse o
no, mire que yo no le estoy cobrando por esto…

Tío Tigre sale cabizbajo de la cueva arrastrando los pies. –No sé qué
es peor…

Pasado un tiempo Tía Cotorra y Tía Guacamaya están chismorreando


y Tía Guacamaya al voltear a un lado durante la conversación, pega
un grito de repente – ¡Grññac! ¡Mire eso comadre…!

En medio del sendero principal de la selva viene caminando Tío


Conejo sonreído y detrás de él viene caminando en cuatro patas el
pobre Tío Tigre furioso y mandando a callar las risas de todos los
animales que no aguantan las carcajadas.
Tío Conejo para poner más en ridículo a Tío Tigre se para de repente,
da unos pasos para atrás; camina más rápido y se para. Se mueve a
un lado y se mueve para el otro. Tío Tigre, siempre en cuatro patas lo
sigue como una sombra refunfuñando groserías.
–Mñññ, XpsgRrrrr…
Tío venado, también asombrado comenta, –Ay, que envidia le tengo a
Tío Conejo… ¡Cómo quisiera tener a ese gatote arrastrado detrás de
mí!

Al día siguiente Tío Tigre se presenta bien temprano en la cueva.


– ¡Tío Brujo! Ya llegué otra vez. Hice todo lo que decían las cartas.
– ¿Me habré curado ya?
–Pase Tío Tigre, para saberlo falta hacer una última cosa. Póngase
detrás de esas piedras y quítese toda su ropa de tigre.
– ¡¿Qué me quite el cuero?!.... bueno.
Tío Tigre se escondió detrás de las piedras que le había señalado el
brujo, se desvistió y con el brazo pelado le pasó su piel de tigre. –Aquí
tiene Tío Brujo, estoy completamente desnudo.
Tío Brujo cogió la piel de tigre y le dijo: –Bueno Tío Tigre veo que ha
seguido al pie de la letra todas mis indicaciones. Le digo que
formalmente usted ya está totalmente curado de la brujería.
– ¡¡Qué bueno!!
–Pero, no se ponga tan contento, porque todavía usted tiene un
problemita…Todavía le falta curarse de algo.
Tío Tigre asoma la cabeza muy intrigado. – ¿De qué tengo que
curarme?
–¡¡De lo gafo!!
Diciendo esto el brujo se quita la máscara y Tío Conejo sale corriendo
muerto de la risa con la piel de Tío Tigre en la mano y perdiéndose de
vista en la selva.

Tío Tigre tapándose con unas ramas y unas flores va furioso


caminando en la selva con un garrote en la mano. –Esta vez sí es
verdad que me las paga Tío Conejo…

FIN.

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