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2 Dice la Escritura que “lo que para Dios es simple, está más allá de la
sabiduría humana y lo que para Dios es débil, está más allá del poder humano”,
1Corintios 1:25 y es cierto que resulta imposible para los hombres, llegar a
conocer todas las cosas relacionadas con Dios, pero aun así, es fundamental
que aquellas cosas que sí pueden llegar a conocer, no sean falsas o estén
confundidas. Refiriéndose a la enseñanza de Cristo, Pablo escribe a los
discípulos: “nosotros que hemos recibido este ministerio por su misericordia, no
perdamos el ánimo. Hagamos pública la verdad sin falsificar con astucia la
Palabra de Dios, y rechacemos intrigas vergonzosas … Y si la buena nueva
que predicamos permanece aún velada, está velada para aquellos que están
en el camino de la destrucción, para los incrédulos que tienen la mente
ofuscada por el dios de este mundo, de modo que no logren ver con claridad el
resplandor de la gloriosa buena nueva de Cristo, que es a imagen de Dios”.
2Corintios 4:1..4
5 Puesto que las normas del Creador son universales y rigen sobre toda su
creación, no hay en el funcionamiento de las cosas creadas la posibilidad de
hipótesis o conjeturas; cada una de ellas sigue la pauta que le ha sido
establecida, es decir, la conducta adecuada a la razón de su existencia. Esto nos
da a entender que también a los que fueron creados a semejanza de Dios, les
había sido asignada desde el principio, una conducta adecuada a su finalidad,
un camino a seguir voluntariamente en el disfrute de su libre albedrío, para
permanecer en condiciones de disfrutar las beneficiosas disposiciones de su
Creador.
No obstante, los primeros humanos se alejaron de Dios y “por causa del pecado,
la muerte se extendió a todos los hombres”. Romanos 5:12 A partir de entonces,
Dios trató con la humanidad a través de algunos hombres fieles y comunicó su
palabra por medio de los profetas, que transmitieron y registraron sus
advertencias, sus promesas, su consuelo y las instrucciones adecuadas a las
limitaciones que por herencia, la humanidad había adquirido. Por esto dice David
en uno de sus salmos a Yahúh: “el conjunto de tu palabra es la verdad”,
Salmo 119:160 y el apóstol Pablo escribe a los discípulos de Cristo: “toda la
Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para convencer,
para corregir y para educar hacia la rectitud; para que el hombre de Dios sea
maduro y esté bien preparado para cualquier obra buena”. 2Timoteo 3:16..1
13 A causa de esto, las personas que durante siglos han sufrido hambre y
sed de conocimiento, han sido privadas de las verdades de la revelación de
Dios, para ser alimentadas con fábulas y quimeras que han presentado a un dios
antropomorfo de naturaleza y carácter desconocidos en las Escrituras, uno que
está por igual, a disposición de las naciones beligerantes, mientras en su
nombre se perpetran grandes maldades e injusticias. Esta adulteración de las
verdades reveladas, estas “enseñanzas de unos hombres que rechazan la
verdad”, Tito 1:14 han desafiado durante siglos la enseñanza apostólica y han
sido defendidas cómo tradición eclesiástica, otorgándoseles el mismo valor que
a la revelación de Dios, a pesar de que para defender unos mitos cómo la
trinidad de Dios, la inmortalidad del alma o el infierno de fuego y tortura, se haya
hecho necesario oscurecer gran parte de la enseñanza genuina.
Con el tiempo, la Cristiandad apóstata que había adquirido un gran poder
temporal y político, introdujo la adoración de los santos, de los ángeles y de
María, la madre de Jesús, llegando a proclamar la doctrina de su nacimiento
libre del pecado heredado. Desde la antigüedad, su influencia había sido tan
agresiva y profunda, que aún hoy, la mayoría de los adoradores que afirman
guiarse por las Escrituras, aceptan cegados, muchas fábulas y mitos propiciados
por la evolución religiosa que derivó en una forma de adoración totalmente ajena
a las Escrituras.
18 Cualquier tradición religiosa por amada que sea, no puede sin embargo
compararse a la revelación transmitida en las Escrituras canónicas, destinada a
dar a conocer el mensaje del Dios que actúa en relación a sus designios. Puede
decirse que los escritos bíblicos son singularmente exactos y que los hechos y
sucesos que presentan, quedan generalmente confirmados por la crónica
histórica. También es importante señalar que cuando las narraciones se refieren
a costumbres culturales, títulos oficiales o asuntos jurídicos e incluso científicos,
se demuestran correctas en todos los detalles. El cuidadoso registro de sus
escritores, la exactitud en las cantidades específicas de cada cosa, las
detalladas genealogías con nombres precisos de personas y lugares, los
nombres y las dataciones minuciosas de las edades y años de reinado de los
distintos reyes de Israel, en relación a los nombres y años de reinado de los
diversos reyes y oficiales de otras naciones, nunca han podido ser contradichas,
demostrando así su fidelidad.
Dice el apóstol Juan que “Ninguna mentira puede proceder de la verdad”,
1Juan 2:21 y en armonía con sus palabras, el arqueólogo G. Ernst Wright,
fundador de la revista The Biblical Archaeologist, declara: “Es emocionante y
remunerador comprobar que la Biblia no es simplemente un testamento de fe,
sino un testamento surgido en relación a personas reales y acontecimientos
reales”. Los testimonios fidedignos de sus relatos, permiten a los adoradores
verdaderos apreciar el sólido fundamento de su adoración, evidenciando
también la debilidad y la superficialidad de las leyendas y fábulas tradicionales,
que mantienen al hombre alejado de la verdad del único Dios, pues como
escribió el salmista: “Todos los dioses de los pueblos son ficticios; pero Yahúh
hizo los cielos … Tributad a Yahúh la gloria que corresponde a su nombre”.
Salmo 96:5,8