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Million Dollar Baby

El triunfo de la dignidad
Leonardo García Tsao

Tomado de: La Jornada, 25 de febrero de 2005

En varias ocasiones me he referido a Clint Eastwood como el último


director clásico de Hollywood. Su vigésimo quinto largometraje, Golpes
del destino, confirma ese status. Resulta notable cómo el veterano
director ha depurado su técnica hasta encontrar una forma tan sencilla
de resolver sus relatos que las acciones parecen ocurrir de manera
espontánea ante la cámara.

Si su anterior obra maestra, Los imperdonables, estaba dedicada a sus


maestros Sergio Leone y Don Siegel, no cabe duda que Eastwood ha
preferido, en su propio estilo, la eficaz economía del segundo al
barroquismo del primero. Golpes del destino es, pues, otra feliz
anomalía en el panorama actual del cine: no está basada en una tira
cómica, no cuenta con un solo efecto digital, su banda sonora no
contiene canciones que deriven a interludios de videoclip... vaya,
nada en ella es artificial.

Su argumento -que, en esencia podría pertenecer a una película de la


Warner de los 40- es también engañosamente simple: el entrenador y
dueño de gimnasio Frankie Dunn (Eastwood) es perseguido por Maggie
(Hilary Swank), una mesera que desea ser boxeadora profesional; el
veterano la rechaza porque no cree que una mujer treintona tenga
futuro en ese deporte. Sin embargo, la insistencia de Maggie lo hace
ceder; después de un arduo entrenamiento ella muestra su potencial
desde sus primeras peleas, noqueando a sus contrincantes en el primer
round. Frankie le conseguirá una pelea por el campeonato. Quien narra
en off esa relación es Eddie (Morgan Freeman), ex boxeador y único
amigo de Frankie.

La historia tiene un desenlace dramático anticipado por el título en


castellano (el original, curiosamente, sugiere algo más alegre). No lo
revelaré, por razones obvias, pero abunda en el pesimismo mostrado por
Eastwood en sus películas recientes. Tocando sus temas recurrentes de
lealtad, pérdida y redención, Golpes de destino se centra en el
encuentro afectivo entre personajes solitarios. Ya septuagenario,
Frankie le dedica su tiempo libre a molestar al sacerdote local con
necias preguntas teológicas, o a enviar cartas que son devueltas por
una hija que no quiere saber de él. Maggie, en cambio, tiene la
esperanza de poder dedicarse a lo que le apasiona y dejar atrás una
existencia triste, de trabajos serviles y una familia abusiva.

Los dos personajes amenazan con ser un cliché: Frankie es el sabio


veterano, rudo por fuera pero con un gran corazón; Maggie es la
luchadora que viene de abajo para demostrar su capacidad. Y ambos
desarrollarán una relación de padre e hija, precisamente para suplir
sus respectivas carencias. Sin embargo, hay una honestidad emocional
en su interacción que evita cualquier efecto de lugar común. Dicha
honestidad está anclada también por las actuaciones. Swank resulta muy
conmovedora entre su ansia por complacer y el ejercicio de una
determinación casi ciega, mientras Eastwood muestra una vulnerabilidad
y una dimensión trágica aún más sorprendentes que en Los
imperdonables. (Cabe apuntar que los personajes secundarios no la
libran tan bien. Un aspirante a boxeador con taras mentales, o la
aprovechada familia white trash de Maggie sí responden a un trazo
esquemático).

La película podría ser la versión femenina de Rocky. No lo es. También


podría haber cedido al más chantajista de los sentimentalismos. No lo
hace, porque Eastwood nunca manipula a sus personajes, ni por ende al
espectador. Por lo contrario, hay una dolorida sobriedad en el último
tercio que alcanza resonancias morales y éticas no frecuentes en una
película hollywoodense. Golpes del destino consigue ser más elocuente
en sus últimos 20 minutos que, digamos, Mar adentro con sus dos horas
y pico de planteamiento discursivo. Más identificado con géneros
violentos como el western y el thriller policiaco, Eastwood ha
demostrado también una ocasional vena para el melodrama (recordemos
las virtudes de Bird, o Los puentes de Madison). Y en este caso
consigue una fuerza emotiva simplemente devastadora. (Una espectadora
sentada cerca de mí vio ese último acto entre sollozos incontrolables.
Si uno no fuera -por reprimido- tan reacio a ese tipo de
manifestaciones también hubiera necesitado una caja de Kleenex).

A sus casi 75 años, Clint Eastwood no es sólo el último de los


clásicos. Es también uno de los autores más vitales del Hollywood
actual.

GOLPES DEL DESTINO

(Million Dollar Baby)

D: Clint Eastwood/ G: Paul Haggis, basado en relatos del libro Rope


Burns: stories from the corner, de F.X. Toole/ F. en C: Tom Stern/ M:
Clint Eastwood/ Ed: Joel Cox/ I: Clint Eastwood, Hilary Swank, Morgan
Freeman, Anthony Mackie, Jay Baruchel/ P: Lakeshore Entertainment,
Malpaso Production para Warner Bros. EU, 2004.

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