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EL ORIGEN DE LA CULTURA OCCIDENTAL

EL MUNDO GRECORROMANO

Joaquín Fernández Pérez

Aunque el origen de nuestra cultura occidental se puede remontar a épocas


anteriores a Grecia y la misma cultura griega bebió en fuentes más antiguas
pertenecientes a otras civilizaciones, se tiene que reconocer que el origen del
conjunto de hechos, escritos, modos de pensar e interpretar y hasta el modo
de enfrentarse a los problemas de la naturaleza se encuentra vinculado a lo
que llamamos mundo grecorromano. Una mezcla formada por la más antigua
cultura occidental, que se remonta al siglo VI antes de nuestra era, y la que
correspondió al mundo romano, también helenista. Los romanos cultos se
expresaban en griego y aunque el latín es una nueva lengua que se habló en
toda la cuenca mediterránea y en lugares más remotos, el griego prevaleció
como lengua culta en la literatura y en el conocimiento científico y técnico.

Las influencias posteriores de otras culturas de otros continentes no han


alterado nuestra cultura, lo cual no quiere decir que con el tiempo cambien las
cosas. Pero además, hasta hoy, la cultura occidental se ha ido imponiendo, a
veces por la fuerza y en otras ocasiones por influencias comerciales, en otros
continentes. Hay muchos pueblos que conservan algunos rasgos de sus
culturas primigenias, alejadas de la cultura occidental y hay otros muchos en
los que se ha constituido una amalgama de culturas. En muchos casos y, sobre
todo, en la ciencia la cultura occidental es preponderante y es la que ha
marcado como hacer las cosas y tiene una influencia innegable en las
restantes. Todo esto justifica el que se le de una importancia mayor que a otras
culturas, como la india o la china, que no dejan de ser por ello importantes en
otros contextos distintos al de la ciencia. El conocimiento científico tiene sus
raíces en el mundo grecorromano. El modo de pensar y de analizar los hechos
también.

A pesar de lo dicho gran parte del mundo griego se fundó en sus ciudades
asiáticas, situadas en la costa occidental y meridional de la actual Turquía,
aunque al transcurrir el tiempo pasaría a tener preponderancia la península
griega y, sobre todo, la ciudad de Atenas o el extremo de la península itálica
que constituyó la Magna Grecia. Los griegos fundaron colonias, muchas de
ellas comerciales, por muchos lugares de la costa mediterránea y llegaron a
ser un pueblo emprendedor y sabio.

Algunos han señalado que el surgimiento de Grecia, como conjunto de


ciudades relacionadas con una lengua y una cultura común, constituyó un
hecho sorprendente en la historia. No han existido muchos pueblos con su
pujanza económica o con su espectacular desarrollo en las artes y en la
ciencia. Sarton el responsable de los inicios y brillante desarrollo de la historia
de la ciencia señala que la denominación de “milagro griego”, sin reflejar hecho
sobrenatural alguno, expresa una condición insólita en la historia de nuestra
cultura, que sigue dejándonos perplejo por ser difícil de explicar. Es por ello

i
que la cultura griega triunfa de manera sorprendente, no solo en la cuenca
mediterránea y algunos lugares asiáticos, sino que llega en su expansión
posterior a configurar en gran medida la base de nuestro mundo occidental.
Mundo, que por ahora y con toda probabilidad para siempre, es único para la
ciencia. Hay diversas explicaciones para explicar este hecho. Unos señalan la
sociedad innovadora que representan los griegos sobe otras sociedades más
conservadoras, otros, los historiadores de la tecnología, señalan la importancia
que tuvo el dominio de la metalurgia del hierro, cuyo primer desarrollo se debe
a los Hititas, pero que el esplendor lo alcanzan las ferrerías griegas, otros han
señalado el éxito en la difusión de los cultivos mediterráneos (cereales, olivo y
vid) y la creación de zonas adehesadas para el ganado extensivo, otros han
defendido como causa de este éxito el espíritu comercial y por fin otros creen
que la explicación reside en la tolerancia y un sistema de gobierno democrático
que se llegó a consolidar en muchas ciudades griegas. Esto último hubiera
permitido el desarrollo de nuevas ideas, siempre imprescindibles para el
desarrollo económico y social de los pueblos y sus culturas. Es muy probable
que se puedan exponer otras muchas causas y que ninguna de ellas sea la
única, sino más bien la suma de todas ellas, que confluyen en un momento
determinado con la idea de pueblo con historia y una lengua común vertida en
numerosos escritos históricos y literarios. La solidez del pensamiento griego es
una buena prueba de su pujanza económica y el éxito de sus estructuras de
gobierno y de relación entre los ciudadanos y sus gobernantes.

Como aquí lo que nos interesa es lo que concierne al conocimiento científico,


aunque haremos alusión a otros aspectos de la cultura, repasaremos algunas
de los más importantes testimonios que nos han llegado de los sabios griegos y
que configuraron algunos hitos de la forma de pensar en ciencia de una
sorprendente originalidad y profundidad. Representan la base de nuestro
pensamiento occidental, a pesar de que la única interpretación posible es la
que podemos hacer con nuestro actual conocimiento de estos asuntos
científicos.

Tales de Mileto (circa 624 -548-545 Axto), el primer científico griego que
conocemos por su nombre, es un buen ejemplo de algunos comportamientos
científicos que han perdurado hasta nuestros días. Como otros filósofos (de
filos = amante y sofos = saber, amante del saber) griegos presocráticos sólo
tenemos unos pocos testimonios de otros escritores y filósofos griegos
posteriores. Todos reconocen que fue uno de los sabios de Grecia y además
siempre lo sitúan en el primer lugar para distinguirlo del resto. Este hecho
muestra la predilección por este gran científico de la antigüedad clásica. Este
conocimiento parcial, al no contar con escritos suficientes y menos con una
obra completa de referencia, ha creado serios problemas para valorar la
contribución de Tales o de estos primeros filósofos, pero no ha impedido que
podamos comprobar el alcance y la importancia de esos escasos testimonios
de su quehacer científico.

En el caso de Tales hay cierta leyenda, que tendrá parte de realidad y parte de
invención, pero nos podemos preguntar si, como ocurre en la historia mejor
documentada ¿no hay una parte de realidad, otra de ficción y otra de
interpretación? La falta de documentación no debe impedir y menos hacernos

ii
renunciar a nuestro conocimiento de este primer gran sabio, filósofo y científico.
De hecho algunas de las atribuciones que se han asignado a Tales nos hacen
verlo como una persona sensata, alguien al que todos consultaban por su
sabiduría y, también, como un científico que supo resolver problemas de cierta
envergadura técnica. De todo se tratará a continuación, pero también debemos
resaltar que llega a una síntesis de gran riesgo, cuando como otros científicos
y filósofos presocráticos, trata de atribuir al agua ese principio de todas las
cosas por su importancia para la vida y otros fenómenos de la naturaleza y por
su capacidad para, de forma natural, presentarse en los tres estados de líquido,
sólido en forma de hielo o gas en forma de vapor. El agua sería para Tales el
principio esencial en la naturaleza, que a su vez se relaciona con los restantes
elementos (aire, tierra y fuego) para transformarlos y con ello ofrecer la
multiplicidad de estados, combinaciones y mezclas posibles.

Sobre su sensatez hay un testimonio que se refiere a su recomendación de


postergar una batalla entre griegos y persas dado que se avecinaba un
fenómeno singular al iniciarse la confrontación. La insensatez siempre ha sido y
será la guerra. Cuentan algunos que Tales sabía reconocer el momento en el
que se podía producir un eclipse de sol. Ese acontecimiento astronómico, que
probablemente habían conocido antes los astrónomos de las culturas fluviales
mesopotámicas, el período sinodal entre dos eclipses es de 18 años y 11 días,
sirvió para que el gran sabio de Mileto consiguiera convencer y atenuar el ardor
de los combatientes, aunque fuera momentáneamente, sirviéndoles esta tregua
para reflexionar sobre el terror, la muerte o el sufrimiento, que podían
desencadenarse. Entre esos dos pueblos vecinos había surgido un
enfrentamiento por razones económicas. Sus relaciones se habían vuelto
insostenibles, avivadas por el odio de una revalidad secular entre oriente y
occidente. Persas y griegos seguirían enfrentándose por el dominio del
Mediterráneo muchos años después hasta que diferentes batallas acabaron
con el triunfo griego después del desastre naval persa en Salamina. Tales,
hombre respetado por todos, con su sensatez y con su audacia de anunciar
ese día – fue el 28 de mayo del 585 AXto. - en el que la luz palidecería, había
conseguido posponer un enfrentamiento, que solo traería malas consecuencias
a ambos pueblos.

El “teorema de Tales” que todavía conserva su nombre relaciona dos triángulos


semejantes y servía para algunas aplicaciones notables. Gracias al teorema de
Tales los navíos de cabotaje podían establecer con precisión su posición ene l
mar conociendo el ángulo que formaba el triángulo formado por tres rectas que
se cortaban en el barco, y en dos lugares conocidos, como podían ser dos
promontorios de la costa cuya distancia también era conocida por el navegante.
De esa forma conocido el ángulo por el navegante y esa distancia entre dos
puntos podía averiguar su exacta posición el mar o su distancia a un puerto
determinado. Este es el mismo sistema que siguieron utilizando hasta nuestros
días otros navegantes utilizando los faros o los radiofaros. Incluso en la
actualidad el principio de medida de un G.P.S. es el mismo, pero ya los puntos
de referencia son satélites muy alejados e invisibles a nuestros ojos.

Con la aplicación de los mismos principios de relación entre dos triángulos


semejantes podía calcularse la altura de una montaña o de un edificio

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colocando un observador en cualquier lugar del que se pudiera estimar su
longitud a la base del objeto del que se pretendía medir la altura.

Por último cabe señalar otra leyenda en torno a otro gran éxito de este sabio y
que tiene que ver con la vida económica. Se cuenta que algunos
contemporáneos de tales le achacaban su dedicación exclusiva a los
conocimientos básicos y que no le prestaba mucha atención a los problemas
cotidianos, por ejemplo se le llegó a sugerir si aplicando su sabiduría no podría
convertirse en un hombre rico o, al menos, tener algún éxito económico. Al
parecer Tales no tenía una especial predilección por los negocios, pero para
demostrar que el conocimiento científico puede ser imprescindible para ello, se
planteó demostrarlo a sus conciudadanos, sobre todo aquellos que veían en
su trabajo sólo futilidad y ninguna aplicación económica. Tales estudió la
floración del olivo y llegó a la conclusión de que una mejor floración, si las
restantes variables no se alteraban mucho y no había heladas, significaba una
buena cosecha de aceituna. Ni corto ni perezoso una vez comprobada una
excelente floración arrendó todas las almazaras de aceite que pudo antes de
iniciarse la cosecha y cuando esta llegó las realquiló a mayor precio. Arrendó
barato y luego vendió a más precio, la regla de oro de cualquier comerciante, lo
que le permitió obtener grandes ganancias. Todos se asombraron de su astucia
para los negocios, pero sobre todo de que el saber puede ser una importante
fuente de riquezas. Tales no continuó con los negocios, ni tampoco hay que
deducir de esta historia que cualquier científico que se lo proponga puede legar
a ser rico, pero si es un buen ejemplo de la utilidad del conocimiento, cosa que
saben todos los buenos empresarios. La ciencia y la técnica, el conocimiento
es una buena fuente para generar riqueza y los sabios griegos supieron
apreciar esa relación, que pasado el tiempo se reconoció como ajena a la
supuesta “pureza” o “independencia” del conocimiento científico.

Basten estas muestras sobre nuestro científico más antiguo para valorarlo. Por
tanto sensatez, relación con el tejido productivo, desarrollo de conocimiento
básico y sus aplicaciones a la navegación o la medida y por último búsqueda
de principios generales que sirvan para explicar el mundo y desvelar en general
sus leyes. Señalemos que en ningún momento Tales hace mención de lo
sobrenatural para explicar los fenómenos de la naturaleza. Además una última
característica de este sabio, tuvo discípulos a los que enseñó a pensar y a lso
que estimuló para que siguieran otras nuevas indagaciones y hasta le
superaran o le criticaran. Este último elemento el de la tradición científica
también vislumbró que era esencial para dar continuidad a una manera de
hacer conocimiento científico en un ambiente de tolerancia. Sin tradición y sin
tolerancia es muy difícil desarrollar la ciencia.

Discípulo de Tales de Mileto fue Anaximandro de Mileto (610-545 AXto), se


sabe que escribió una obra titulada Peryphyseos (Sobre la naturaleza), que fue
leída por Apolonio en el S. II Axto. Luego se debió perder, pues nadie más ha
dado cuenta de ella. Anaximandro era un científico experimental que efectuó
numerosas mediciones con un instrumento muy sencillo llamado gnomon, una
vara que servía para medir las sombras de la salida y la puesta de sol. Con tan
sencillo instrumento estableció los Solsticios de invierno (la sombra mínima) y
de verano (la sombra máxima), fenómeno relacionado con la inclinación del sol

iv
en relación con el Ecuador. Con la misma sencillez definió los Equinoccios
(igual sombra al amanecer que al atardecer). También en este mismo tratado
definió la Eclíptica o trayectoria del Sol a través de las 12 constelaciones.

Tal vez estimulado por su maestro llegó ala conclusión de que el principio
general sobre el que se construía la naturaleza le llamó apearon, que puede
tener varios significados: lo intangible, lo indeterminado, lo infinito, lo indefinido
o lo inexplorado. Quedarse con alguno de estos significados mermaría su
interés por definir lo que queda oculto a nuestro deseo de explicación.
Podríamos aventurarnos en considerar que Anaximandro se refería a ese
secreto que nunca conseguirá el hombre desvelar y que siempre queda oculto
por mucho que uno se aproxime a entender el universo.

Par Anaximandro el tiempo era infinito y el espacio ilimitado. Estas


consideraciones tienen una profundidad de pensamiento insólita para la época
y no vuelven a plantearse hasta tiempos muy modernos.

También se le atribuyó su consideración de que los animales fueron en su


origen acuáticos y cubiertos con una cáscara (phloios) habían podido sobrevivir
en la tierra.

Todas las explicaciones de Anaximandro nos muestran una capacidad de


superar explicaciones banales o de sentido común, para tratar de explorar
nuevas explicaciones naturales. Esto mismo harían otros presocráticos en el
siglo VI antes de nuestra era.

No podemos aquí dejar de citar a Pitágoras de Samos (582-497 AXto.)


Discípulo de Tales según sus biógrafos (Diógenes Laercio, Porfirio y Jámblico),
la tradición le atribuye el crear una Secta o Hermandad Pitagórica, en la que se
exigía a sus adeptos un ascetismo, unas reglas dietéticas (no podían consumir
carne, pescado, habas, vino y otros productos), debían vestir con tejidos
sencillos confeccionados con fibras vegetales, no podían llevar calzado y otras
reglas propias de estos grupos en los que la mayor exigencia era el
conocimiento de las matemáticas. Según se cuenta Platón, siglos más tardes
requería a sus alumnos el conocimiento de la Geometría como requisito par
recibir sus enseñanzas en la Academia de Atenas. Los pitagóricos, según se
cuenta admitían la transmigración de las almas, la vida como destierro y hasta
fueron adquiriendo una ideología política, un proceso iniciático para pertenecer
ala secta y hasta un martiriologio del que el propio Pitágoras fue la primera
víctima. Toda esta historia puede haber sido inventada por sus enemigos, pero
algo debió distinguir a Pitágoras y sus seguidores porque Aristóteles en el siglo
IV antes de nuestra era, es decir, 200 años después todavía escribió que
Pitágoras “..trabajó primero en Matemáticas y Aritmética y acabó admitiendo la
milagrería”. Con todo este gran matemático presocrático representa uno de los
primeros científicos fascinado por los números o las reglas internas de los
mismos. Para él los números reales podían explicar la naturaleza. Inició el
análisis de la multiplicidad o de las figuras geométricas. Y llegó a estar
convencido de que la naturaleza se puede desvelar con los números y sus
relaciones, al igual que las formas se pueden mensurar con la geometría.

v
Baste citar sus definiciones y hallazgos de los números pares, impares,
triangulares, cuadrados, pentagonales, exagonales..etc. y sus reglas de
formación.

Los números pares los llamó artios (par) y los define como los divisibles en dos
partes iguales o pares. Los impares fueron nominados periscios (en cuyo
alrededor gira la sombra) que no podían dividirse en dos números enteros.

Los números triangulares, que pueden representarse con puntos que ocupan
vértices de un triangulo o con otros puntos del centro de sus lados son 3-6-10-
15..etc. Cualquiera de ellos es la suma de los números naturales anteriores 3 =
1 +2; 6 = 1+ 2 + 3; 10 = 1 +2 + 3 + 4..etc. El 10 era llamado tetractys (suma de
los cuatro primeros números enteros. Los número cuadrados son 4-9-16-
25..etc. Es decir las potencias de dos de los sucesivos números naturales. Su
regla de formación es (n+1)2 para n = 1, 2, 3, 4, 5..etc. Además los números
cuadrados eran la suma de los números impares 4 = 1 + 3; 9 = 1+3+5; 16 = 1
+ 3 + 5 + 7; 25 = 1 + 3 + 5 + 7+ 9..etc. El lector puede seguir, si así lo desea,
buscando las reglas de formación los números pentagonales, exagonales..etc.
Cosa que hizo Pitágoras descubriendo estas reglas que parecen esconder los
números naturales pares e impares.

Otra regla atribuida a Pitágoras fue el que la suma de los ángulos internos de
cualquier polígono de n lados es igual a 2n – 4 rectos. Esta regla permitiría
averiguar la suma de los ángulos de polígonos que serían imposibles de
representar. Por ejemplo piénsese en un polígono de 101.000.000 lados, imposible
de representar pero cuyos ángulos internos suman 2. 101.000.000 – 4 rectos.

Igualmente se le atribuyen la definición de las figuras geométricas espaciales


regulares llamadas más tarde figuras platónicas (cubo, octaedro,
icosaedro..etc..

Es más conocido su teorema, aunque casi todos los historiadores de la


matemática dicen que fue planteado mucho antes y que se enuncia así:
Construyendo cuadrados sobre la hipotenusa del triángulo rectángulo y
sobre los catetos, los cuadrados de los catetos (áreas) sumados son igual al
cuadrado (área) dibujada sobre la hipotenusa.

Este sello griego representa el teorema del genial matemático

vi
Pitágoras también hizo sus incursiones en la música y en temas relacionados
con las notas y la armonía.

El siglo V en Grecia tiene un personaje esencial que ha servido para llamar a


esa época de esplendor en las artes y en la ciencia. Este personaje fue
Pericles (499-429) y, sobre todo el período que dura su gobierno (461-431).
Treinta años de esplendor ateniense y griego. Arquitectos como Ictinio, que
diseñó el Partenón, escultores como Fidias, Policleto y Mirón, pintores como
Polignoto, poetas como Simónides, Braquílides y Píndaro, dramaturgos,
similares a los actuales genios del cine, como Esquilo, Sófocles, Eurípides o
Aristófanes, han perdurado hasta nuestros días. Sus obras las podemos
admirar en museos o al aire libre y sus obras siguen vivas y se representan
cada año. Los griegos descubren el arte y describen al hombre en los rasgos
que tienen que ver con su fatalidad o su grandeza, con sus celos de los dioses,
con su locura o su ceguera, con los castigos que merece su vanidad o su
soberbia, como haría Esquilo en sus obras. También Sófocles., el gran
moralista, retrata al hombre en su destino inexorable, tratando de corregir su
conducta para llegar a tener una vida intachable. Eurípides retrata al hombre tal
y como es con sus virtudes y sus vicios con su grandeza y miseria. Aristófanes
es el más corrosivo y sarcástico, porque utiliza la comedia para retratar y
ridiculizar a los poderosos y los engreídos. Todavía conforta, al ver las obras de
Aristófanes, que las mujeres y los hombres actuales somos casi idénticos a los
griegos del siglo V antes de nuestra era. Hemos cambiado muy poco en cuanto
a sentimientos y ya estaban bien definidos los comportamientos y las diferentes
formas de ser, de pensar y de actuar propias de los humanos.

En ese siglo de esplendor hay dos filósofos griegos que llegan a una síntesis
excepcional, cuya aplicación se abandona, bien porque no se entiende, bien
porque no se le quiere dar importancia como métodos de análisis o bien porque
la ciencia toma otros derroteros en los que se imponen unos científicos sobre
otros dictaminando como hay que hacer las cosas, lo cual desemboca en
obligar a pensar de una determinada manera sin permitir esa voluntad de
arriesgar el pensamiento como lo hicieron la mayoría de estos filósofos
presocráticos.

Dos visiones de la naturaleza, aparentemente contrapuestas corresponden a


dos grandes filósofos del siglo de Pericles. Uno de ellos fue Heráclito de Éfeso
(556-460 Axto) conocido como filósofo triste por sus sentencias propias de un
escéptico. Se le da igualmente el nombre de filósofo oscuro por su
pensamiento contradictorio y poco proclive a mostrar sus verdaderos
sentimientos. De sus sentencias unas fueron son suyas y otras se han ido
añadiendo con el paso del tiempo, tal vez, debido a que, por añadirle otras
nuevas el filósofo no protestaría por estar muerto y nadie llegaría a descubrir
que no eran suyas. Sin embargo algunas de estas son claramente de la
cosecha de otras personas y en muchos casos es fácil detectar nuevos valores
que no pertenecían ala cultura griega. Hasta 130 fragmentos sentenciosos se
le atribuyen. Una es 2me conformo con poco, cuando poco es de mi agrado”.
Sentencia que no explica nada más que cierta predilección por las cosas
pequeñas o los goces fugaces. Tal vez sea mejor sentencia la siguiente “el
pueblo debe defender sus leyes como las murallas de su ciudad”. Esta última

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parece un buen slogan para la democracia basad en preceptos legaleds y en
instituciones sólidas. El pesimismo cósmico de Heráclito y su convicción del
carácter superfluo de las vanidades o la riqueza temporal lo hacen aparecer
como un desengañado de la vida y de los hombres. Un relativista que no se
sorprende de nada.

Su obra Peri tu Pantos (Sobre la totalidad) (cosmología-Política-Ética-Teología)


indica su pretensión enciclopédica. Por desgracia sólo conocemos a través de
otros autores algunos fragmentos en los que se puede acceder a su
pensamientos.

Para Heráclito lo que caracteriza a la naturaleza es el panta rhei o eterno fluir


de las cosas. Todo cambia de continuo y nada hay estable. El fuego representa
la idea del continuo cambio y será el elemento que caracteriza la naturaleza.
También se conoce su adscripción a los llamados opuestos. Toda cualidad
tiene su opuesta (el frío el calor, los seco lo húmedo, lo duro lo blando, la
avaricia la largueza..etc.) Una cuestión terminológica ya que cualquier término
que designa una cualidad también tiene un término que designa la cualidad
opuesta. Incluso llega Heráclito a plantear que la existencia implica, a su vez, la
no existencia.

A pesar de su tristeza o de su oscuridad, Heráclito consideraba que en la


naturaleza existe una armonía invisible opuesta a la discordancia visible. Un
pensamiento que se acerca bastante a esas explicaciones científicas que con
sencillez nos muestran la íntima razón de los fenómenos frente a la oscuridad
que se presenta cuando se está todavía muy lejos de desvelar sus secretos.
Un larde de pensamiento de síntesis del sorprendente Heráclito.

Opuesto, aunque sólo de forma aparente a Heráclito fue el pensamiento de


Parménides de Elea (Magna Grecia) (circa 540 -? Axto). Parménides es el
fundador de la Metafísica. Por ello se le atribuye la interesante proposición
deductiva de que los medios para alcanzar la verdad no son experimentales
(empíricos), sino lógicos (racionales). Esta forma de pensar denostada por
algunos defensores de los simples hechos, es perfectamente compatible con
los mismos. De hecho señalamos hoy que el método es hipotético-deductivo, lo
cual significa que aunque las hipótesis tienen que estar bien fundadas (ser
acordes con los hechos y con otros fundamentos científicos), también tienen
que tener el componente deductivo y racional que utiliza vías de formulación
variadas, basadas en supuestos en ocasiones metafísicos. Otra cosa es que la
contrastación de las mismas o falsación tenga que basarse en datos de la
realidad de carácter empírico. Parménides es el primero en defender este salto
hacia la formulación racional, por encima de la de los simples datos empíricos,
que po otra parte no deben ser ignorados.

Para Parménides el ser llena todo el espacio, negando por tanto el vacío y por
simetría de forma esférica. El no ser para él no existe pero pude pensarse y
expresarse. Por tanto reconoce la capacidad de imaginar, tan importante en
todo procesos creativo y la ciencia tiene ese carácter de creatividad cuando
busca explicaciones en la frontera del conocimiento y en contra, en muchas
ocasiones, del sentido común. Piénsese en la creatividad del heliocentrismo (la

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tierra gira alrededor del sol como no puede verse) sobre la explicación
geocentrista (la tierra está quieta, no percibimos su movimiento a la velocidad
que lo hace, y es el sol el que sale por oriente, luego se mueve y acaba
ocultándose por poniente). O la explicación de la evolución por selección de los
más aptos sin la intervención del medio en el desarrollo de características
adaptativas, que resulta menos acorde con el sentido común que la adquisición
de características por influencia del medio (clima, alimentación,
costumbres..etc.).

Por último hay que resaltar que para Parménides los cambios y hasta el
movimiento son irreales o reales sólo en apariencia, porque el llegar a la
conclusión de que todo es estable y hay estructuras elementales que no
cambian. Un hombre atravesando un río es un buen ejemplo del cambio de
Heráclito. El agua del cauce fluye a mayor o menor velocidad y el hombre no es
rodeado siempre por la misma agua y las partículas que lleva en suspensión, lo
mismo que ese hombre no es el mismo con el paso del tiempo. Pero para
Parménides el río como entidad, aún teniendo en cuenta que es un medio que
se mueve, es el mismo, eso sí con una dinámica. Y el hombre no cambia por el
paso del tiempo, como entidad sigue siendo el mismo hombre y mantiene la
conciencia sobre si mismo.

Ahora ya es hora de contemplar las dos formas posibles de ver el mundo. Una
como algo que cambia y tiene su dinámica o su historia, pero también las
entidades no cambian y se mantienen como estructuras universales. La forma
de explicar y conocer el mundo real o el abstracto varía porque vamos
perfeccionado nuestro conocimiento del mismo, pero la manera de conocer y
de explicar no varía con el tiempo. En el caso de la ciencia esa manera de
hacer y de comportarse los científicos, una vez puestos los actores de acuerdo
en cuanto a requisitos, las cosas ya no cambian. Es muy probable que hubiera
distintos ensayos par conseguir moléculas autorreplicables, pero cuando se
consiguió unas que cumplían los requisitos, ya no hubo otras opciones. Es el
caso de las moléculas de ácidos nucléicos, que son estructuras universales en
los organismos vivos, lo mismo que el código genético o la manera en que se
forman las cerca de 125.000 proteínas a partir de los cerca de 25.000 genes
humanos. Hay estructuras, que podemos decir que no cambian. Pero también
conviene decir que permiten la variación, que es lo que ha venido ocurriendo
evolutivamente. Por eso el reconocimiento del cambio en Biología ha permitido
desentrañar esas estructuras universales y que no cambian que lo explican.
Tanto Heráclito con su eterno fluir y el cambio, como Parménides con su terco
alegato a favor de la estabilidad, son formas complementaras de ver el mundo
y de estudiarlo. De continuo las diferentes disciplinas recurren a los procesos
dinámicos. La misma fisiología nos habla de homeostasis (estabilidad
dinámica), que no quiere decir otra cosa que continuamente hay una estructura
estable adaptándose a los cambios que puedan ocurrir en las variables
fisiológicas, lo mismo que puede hacer la historia o la lingüística o la
antropología, que pretenden a través de la dinámica entender esas estructuras
universales que en nada cambian. La compatibilidad entre cambio y estructuras
universales es una de los grandes hallazgos modernos para entender los
secretos de las disciplinas. Si en el siglo de Pericles hubiera habido reglas para
decidir cual de los dos tenía razón, hubiera sido ir en contra de los hechos. Y

ix
así pasó, en el siglo IV se decidió prescindir de esas posible alternativas de
explicación científica. Unos abandonaron la idea de dinamismo, negando
simplemente la capacidad de cambiar, mientras otros se aferraron a la
estabilidad. Ambas maneras de pensar no llegaron al acuerdo de la
complementariedad, que hoy no tenemos inconveniente en reconocer como
motor de la explicación científica.

Los atomistas griegos son sabios presocráticos que plantean una de las ideas
más brillantes e ingeniosas en la búsqueda de esos elementos esenciales con
lo que explicar la naturaleza. Uno de ellos del que sabemos muy pocas cosas
fue Leucipo, del que no conocemos fechas de nacimiento y muerte y solo que
floreció a mitad del Siglo V antes de nuestra era. Sus principios atomistas los
recogió en un libro titulado Megas Diacosmos (El Gran Sistema del Mundo) del
que solo tenemos algunas noticias. Leucipo fue un determinista y finalista,
puntos de vista que han sido muy debatidos en la ciencia, llegándose ala
conclusión de que no existen razones para que la naturaleza lo sea. Se le
atribuye la frase siguiente “nada ocurre en vano, todo tiene una causa y es
resultado de la necesidad”. Los procesos físicos no son deterministas y los
biológicos tampoco. Los propósitos humanos suelen tener finalidad, aunque en
ocasiones la dinámica social resulte no como una finalidad diseñada de
antemano, sino fruto de la casualidad.

El otro gran sabio atomista fue Demócrito de Abdera (460 o 457 - 375). Se le
considera como el filósofo risueño, tal vez en contraposición al pesimismo de
Heráclito. Demócrito era amable y extrovertido, se relacionaba con la gente con
gran facilidad. Tenía don de gentes.

Se le atribuyen un sinfín de Apotegmas como el que relaciona una defensa de


la especialidad (¿científica?), que escribió así: “no trates de conocerlo todo sino
deseas no conocer nada”

Frente al continuo fluir de Heráclito, Demócrito propone la relativa estabilidad


del ser y frente a la unidad estática de Parménides la realidad del cambio y el
movimiento. Entendía la complementariedad de ambas visiones en la
naturaleza.

Par Demócrito el mundo estaba constituido por una parte llena y otra acía. Es
la primera manifestación de la existencia del vacío. Tardarían muchos siglos en
defenderse la existencia del vació en la Física. La parte llena estaba, según sus
ideas y las de Leucipo, constituida por átomos , partículas que como su mismo
nombre indica no pueden dividirse (a-tomos = sin división). Esta definición de
entidades que formaban parte de las partes llenas es de una audacia
explicativa genial, aunque sólo lo sea conceptualmente. Nuevas referencias en
la física y la química tuvieron que esperar a los trabajos sobre este asunto de
John Dalton (1766-1844) en los comienzos del siglo XIX. Pero esta genialidad
no se queda ahí, sino que Demócrito tratará de definir los diferentes tipos de
átomos, así como su comportamiento.

Los átomos, es decir las partículas sin división, son para él infinitos (hoy
sabemos que lo infinito es una expresión matemática y en la naturaleza nada

x
es infinito). También son eternos, no en el significado sobrenatural, sino más
bien en que no se crean ni tampoco se destruyen. Propone que son iguales en
sus características esenciales, pero diferentes en su forma. Estas premisas son
todo un alarde de reflexión para explicar el mundo de la realidad y de los entes
físicos, también a la larga de sus propiedades o manifestaciones.

Las substancias de la naturaleza constituidas por átomos, podían ser resultado


de una serie de combinaciones posibles de átomos innumerables. Los objetos
existen mientras los átomos están unidos, pero las uniones solo son posibles
en determinadas circunstancias.

Los atomistas se hicieron algunas preguntas relevantes sobre estas entidades


sin posible división: ¿cómo se mueven? ¿cómo se juntan y separan? ¿porqué
causa se agrupan?¿porqué se puedan juntar unos y otros no?

Los átomos de un sólido, consideraban que eran pesados y estaban


íntimamente unidos, por ello son impenetrables. Por el contrario los
átomos de un fluido consideraban que podían rodar unos sobre otros, como si
fueran esferas, por eso los fluidos pueden penetrarse por un sólido. Los átomos
de un gas eran muy ligeros y no estaban unidos, por ello eran penetrables y
ocupaban todo el espacio disponible. Los átomos del fuego eran livianos y
tenían espinas, que se clavaban y provocaban dolor.

En su afán por explicar todo con estas partículas llegaron a considerar que
había átomos de la mente, livianos e imperceptibles. Otros fueron llamados
átomos eidola (ídolo) livianos y dispersos, capaces de influir en el destino de
los hombres y podían ser la sede de los simulacros, las fantasías, las quimeras
o de la imaginación.

Fue el filósofo Epicuro, denostado por sofista, quien tomó la defensa de los
atomistas, que representaron en Grecia una adscripción muy laica y
materialista de la ciencia, cosa que fue muy criticada y perseguida. Sólo siglos
después defendió a los atomistas y a Epicuro Lucrecio en sus largo poema
materialista y ateo titulado De rerum natura (De la naturaleza de las cosas), su
traducción al español tuvo que esperar a comienzos del siglo XIX en que fue
traducido por el ilustrado, revolucionario, liberal y libre pensador José
Marchena Ruiz de Cueto (1768-1821), más conocido como “El abate
Marchena”.

Nos queda hablar de Hipócrates de Cos (460-375 Axto), el gran médico de la


antigüedad y del que, a diferencia de los restantes presocráticos, nos ha
llegado obra escrita, aunque no todos los llamados “Escritos Hipocráticos”
fueron suyos, ya que con el tiempo se le añadieron algunos salidos de otras
plumas.

Hipócrates, dada la tradición en la medicina, que era considerada como un


arte, se forma con su padre Heráclides de Selimbria. La medicina griega
contaba con un médico en la mitología de nombre Asclepio – los médicos eran
llamados asclepiades – que tenía 320 lugares de culto en la Grecia clásica.
Asclepio era considerado hijo de Apolo, cuyos hijos Podalirio y Macon

xi
aparecen en la Iliada de Homero. La medicina, como en cualquier sociedad,
como elemento indispensable para la salud tenía una importancia social, que
transcurridos los siglos no ha dejado de influir en los sanos y los enfermos.

En la medicina griega ya había Rhizotomi (herbolarios o buscadores de


hierbas) y la recolección se hacía con un ritual no exento de magias y conjuros,
pero con la instrucción necesaria para identificar las especies buscadas. Las
plantas tenían poderes (dynamis) curativos. El médico determinaba su uso, su
dosis y su forma de preparación y administración. En esto poco difería la
medicina del siglo XVIII e incluso la del XIX si exceptuamos el que a partir de
las primeras décadas del siglo XIX se empiezan a reconocer químicamente las
moléculas que son principios activos y a comienzos del siglo XX se empieza a
desarrollar la quimioterapia, basada en moléculas químicas que pueden tener
también poder curativo.

Unos pocos principios rigen en esta medicina de la antigüedad. La deseable


salud que depende de la isonomía (equilibrio de fuerzas) y la monarchia
(preponderancia de una fuerza) propia de la enfermedad.

Los médicos pertenecían, según Galeno, a dos escuelas médicas. La


escuela de Cnido, un promontorio, considerada hipocrática, en las que las
diferentes enfermedades eran específicas y constituían una patología especial
y la escuela de Cos (una isla) que consideraba la enfermedad como una
abstracción o un estado de salud y que daba lugar a una patología general.
Ambas escuelas tenían su parte de razón. La una que defendía la enfermedad
con su etiología peculiar y su pronóstico y terapéutica específicas, aunque en
todos las enfermedades se daba el estado patológico o de falta de salud.
Mientras que la otra escuela se trataba de realizar una síntesis, que no
pensamos rechazara las diferentes etiologías o causas así como los diferentes
remedios. La mayor o menor preponderancia de esos puntos de vista siguió
siendo una cuestión propia de los saberes médicos. Hoy es bien reconocido
que solo en algunos casos hay unidad de síntomas, pero no es el caso de la
etiología o desarrollo de las diferentes enfermedades.

Las enfermedades, según la escuela hipocrática, tenían que tener su


diagnóstico, basado en una serie de síntomas, para distinguir unas de otras y
su pronóstico o predicción, basada en la información previa, de su desarrollo.
Se reconocen algunas enfermedades asintomáticas y desconocen el origen de
la mayoría de ellas, pero todavía en la medicina actual siguen existiendo
enfermedades que no se presentan con síntomas bien evaluables y seguimos
sin conocer las causas de muchas enfermedades.

En cuanto a los diferentes períodos de las enfermedades la medicina


hipocrática reconoce varios. El Período Inicial de la enfermedad pepsis
(cocción), el equivalente al período que hoy en las enfermedades infecciosas
llamamos de incubación. El Período de crisis (manifestación) es el de los
llamados días críticos de una enfermedad. A este último podía seguir el
Período de apostasis (expulsión) o el Período de hypostrophe (rcaida o
recidiva).

xii
Reconoce la medicina hipocrática la “vis medicatrix naturae”, nombre con el
que se conoce en latín el poder curativo de la naturaleza, por encima o además
de cualquier tipo de remedio.

Con el nombre de escritos hipocráticos se conocen un conjunto de manuscritos


de dudosa autenticidad y antigüedad. La primera edición culta de este conjunto
son las “Oeuvres Complètes d’Hipocrates” Editadas por el erudito francés Emile
Littré en 10 Volúmenes entre los años 1839 y 1861. En este conjunto
encontramos desde algunas descripciones de enfermedades con sus síntomas,
diagnóstico y su pronóstico hasta las enfermedades agudas o graves y las
epidémicas o contagiosas que afectaban a una gran parte de la población.
Desde escritos sobre historias clínicas en los que se da el nombre del enfermo
o la calle donde vive, a otros en los que se detalla una especie de topogrfía
médica (climatología y vientos predominantes o tipo de aguas). Desde escritos
quirúrgicos que hacen alusión algunas operaciones con su instrumental, hasta
como se reducen determinadas fracturas óseas. Desde enfermedades
pediátricas hasta normas dietéticas. Desde tratados deontológicos o el famoso
juramento hipocrático hasta cartas o escritos sobre el decoro que deben
guardar los médicos. Un abigarrado conjunto de documentos de gran interés
para la historia de la medicina que ha prevalecido hasta nuestros días.

Dos muestras de los escritos hipocráticos son las siguientes.

La primera admitida como claramente hipocrática es su opinión sobre la


epilepsia:

“..en mi sentir [la epilepsia], no es más sagrada ni más divina que las demás
enfermedades, pues tiene una causa natural..[…]..aquellos que primero le
atribuyeron carácter sagrado….se parecían a los magos, purificadores,
charlatanes y curanderos de nuestros días….no disponiendo de un
tratamiento….se ocultaron y resguardaron detrás de la superstición....a fin de
que no se pusiera de manifiesto su absoluta ignorancia”.

La epilepsia en su versión de crisis tonicoclónica (también llamada de grand


mal) puede llevar al enfermo a gritar, perder el sentido y desplomarse, ponerse
rígido y con espasmos musculares. Pensamos que este tipo de epilepsia fue
considerada en la Biblia como una posesión del demonio y su etiología como
enfermedad neurológica no se produce hasta finales del siglo XIX. Cuando la
neurología emergió como disciplina distinta de la psiquiatría, la epilepsia fue
aceptada como patología de una región de la corteza cerebral. En 1873 el
neurólogo londinense Hughlings Jackson propuso que las crisis epilépticas
eran el resultado de breves descargas electroquímicas repentinas en el
cerebro, y que las características de las mismas dependían de la localización
de estos impulsos. A finales del siglo XIX Gowers diferenció entre epilepsias
idiopáticas y sintomáticas, Jackson reconoció el mecanismo intrínseco de la
descarga epiléptica, y se utilizó el bromuro como primer tratamiento útil en la
epilepsia hasta que, en 1912, Hauptmann introdujo el fenobarbital como primer
fármaco antiepiléptico.

xiii
Acabamos de ver como Hipócrates nunca dejó de considerarla una enfermedad
cuyo origen era una alteración patológica.

El siguiente texto corresponde al Juramento Hipocrático, que ha sido alterado


como evidenciarán los lectores desde sus remotos orígenes quedando en la
actualidad como sigue:

En el momento de ser admitido como miembro de la profesión médica, ante mis


maestros y en esta Facultad de Medicina que me enseñó todo cuanto sé, juro
que:

1. Consagraré mi vida al servicio de la humanidad.


2. Guardaré a mis maestros el debido respeto y gratitud.
3. Practicaré mi profesión con conciencia y dignidad.
4. La salud de mis pacientes será el objetivo prioritario de mi
trabajo.
5. Respetaré los secretos que me fueren confiados en todo
aquello que con ocasión o a consecuencia de mi profesión
pudiera haber conocido y que no deba ser revelado.
6. Consideraré a mis colegas como a mis propios hermanos y
no formularé a la ligera juicios contra ellos que pudieran
lesionar su honorabilidad y prestigio.
7. No permitiré que prejuicios de religión, nacionalidad, raza,
partido político o nivel social se interpongan entre mi deber
y mi conciencia.
8. No prestaré colaboración alguna a los poderes políticos
que pretendan degradar la relación médico-enfermo
restringiendo la libertad de elección, prescripción y
objeción de conciencia.
9. Guardaré el máximo respeto a la vida y dignidad humanas.
No practicaré, colaboraré, ni participaré en acto o
maniobra alguna que atente a los dictados de mi
conciencia.
10. Respetaré siempre la voluntad de mis pacientes y no
realizaré ninguna práctica médica o experimental sin su
consentimiento.
11. No realizaré experimentos que entrañen sufrimiento,
riesgo o que sean innecesarios o atenten contra la
dignidad humana.
12. Mantendré la noble tradición médica en lo que a
publicidad, honorarios y dicotomía se refiere.
13. Procuraré mantener mis conocimientos médicos en los
niveles que me permitan ejercer la profesión con dignidad
y seguridad.
14. Si llegado el día en que mis conocimientos o facultades
físicas o sensoriales no fueran las idóneas para el ejercicio
profesional no abandonase éste voluntariamente, pido a

xiv
mis compañeros de hoy y de mañana que me obliguen a
hacerlo.
15. Hago estas promesas solemne y libremente, bajo Palabra
de Honor, en memoria de todos los que creen o hayan
creído en el honor de los médicos y en la ética de sus
actuaciones.

El siglo IV tiene un desgraciado inicio con el final de las guerras del


Peloponeso entre los atenienses y sus aliados contra los espartanos y sus
seguidores. Una guerra civil entre griegos, que dejó arrasados los campos y las
ciudades. El campo sembrado de cadáveres y los corazones llenos de odios.
Con este desastre empieza el dominio de Macedonia. Un pueblo limítrofe con
Grecia, pero de cultura escasa, pero con un ejército formado por falanges que
demostró su capacidad de conquista con Aejandro Magno. Este gobernante y
guerrero llevaría sangre macedónica, pero formación helénica y conseguirá un
breve imperio que se extenderá por toda la cuenca mediterránea y por oriente
hasta la India. Será el comienzo de la toma de posición griega a favor y en
contra de Filipo II, el padre de Alejandro. A favor estará Isócrates y en contra el
gran Demóstenes al que debemos unas famosas diatribas contra los
macedonios y tituladas Filípicas. Para empeorar las cosas es condenado a
beber cicuta Sócrates, el filósofo demócrata que había ridiculizado al poder y la
gloria. Acusado de pervertir a la juventud una mayoría simple votará su
ejecución. Con absoluta modestia entra en capilla y muere. Grecia pierde al
gran hombre que ha sabido mantener a raya a los corruptos y a los que
sistemáticamente han abusado del poder, el abogado de los pobres y
marginados. Al gran sabio a cuyo alrededor se han formado filosos de la talla
de Platón. Este último es el gran idealista, el que niega que realidad o los
hechos nos puedan informar con certeza de lo que ocurre. El mito de la
caverna será representativa de su manera de pensar aristocrática y
despreciativa hacia los hechos de la realidad.

“Somos [los hombres] como prisioneros en una caverna, en la cual conocemos


los sucesos del exterior sólo a través de sus sombras proyectadas en las
paredes interiores” Llegará a pronunciar a sus alumnos de la Academia, una
institución que llega a durar casi 1.000 años. Su defensa de las ideas como
motor del conocimiento fueron posteriormente utilizadas en detrimento de otros
científicos durante la Edad Media hasta el siglo XIII. Su obra el Timeo es una
farragosa mezcla de especulaciones seudocientíficas que no significaron nada
para la ciencia, ya que no debió tener la pretensión de formar a fisiólogos
(tratadistas de la naturaleza) sino de intentar construir un edificio de ideas sin la
menor base en la realidad. Sin embargo el brillante estilo de Platón en sus
diálogos le procuraron la estima como gran escritor y poseedor de un dominio
de la lengua excepcional. Para Platón era mucho más importante la forma que
el fondo. Hoy resulta un buen ejemplo de cómo no debería ser un científico, ya
que, no se puede empezar negando la posibilidad de poder explicar la realidad
tal como se presenta ante nosotros.

Aristóteles de de Estagiria (384-322) será el más eminente científico griego del


siglo IV y de los siguientes. Físico, biólogo y otras muchas cosas tiene una
personalidad arrolladora, aunque sus paso por la Academia de Platón han

xv
hecho que algunos reconozcan un período platónico en sus primeros escritos.
Se han conservado muchos de estos y ha despertado y todavía despierta la
admiración de científicos notables. Darwin expresó su admiración por
Aristóteles cuando lo leyó ya muy mayor, meses antes de morir cuando
apareció una traducción al inglés de sus obras. Si los biólogos leen su Historia
de los Animales, podrían llegar a la misma conclusión, siempre que situemos
su obra en su época, o en su contexto.

Sobre física escribió varios libros. Estableció que había leyes que regían el
mundo supralunar, el de los planetas y las estrellas, que era siempre regular y
en órbitas circulares, y otras muy distintas en el mundo sublunar donde los
movimientos no eran regulares y en el que los objetos que se arrojaban con un
determinado impulso acababan por caer sin ninguna posibilidad de mantener
un movimiento continuo y de giro alrededor de la tierra. Esta contribución sería
considerada como falsa mucho más tarde, pero era una explicación natural,
aparentemente racional y admisible, como se demuestra por supervivencia
hasta el siglo XVI en que comenzó a ponerse en cuestión. Para Aristóteles
había unos pocos tipos de movimiento que podrían explicar la dinámica en el
mundo sublunar:

El Movimiento Local: es el de traslación


El Movimiento de Creación y Destrucción: como la metamorfosis, los cambios
eternos con retorno cíclico, los de creación o paso a un mayor grado de
complejidad., los de destrucción o paso a menor grado de perfección. (siempre
admitiendo que no existe creación o destrucción absolutas (¿principio de
conservación ?)
El Movimiento de Alteración que no afectan a la sustancia: es le que se refiere
a las diferentes formas que pueden adoptar los cuerpos sin cambiar la
sustancia (por ejemplo las patologías)
El Movimiento de Aumento y Disminución: corresponde a los que llevan al
crecimiento o a la merma.

Con estos cuatro tipo de movimientos pretendió Aristótoles explicar lo que


ocurría en la naturaleza. Su capacidad de abstracción es evidente y también su
capacidad de análisis de lo que ocurría en la naturaleza para poder tener
herramientas explicativas.

El finalismo de Aristóteles es otro de sus rasgos y llega a impregnar mucha de


su obra biológica. Par él el sentido del movimiento es alcanzar un fin y la forma
expresa la finalidad que tiene en sí. De ahí surge la relación entre anatomía y
función, a veces evidente, pero otras veces no. Para Aristóteles la
monstruosidad obedece a la inercia ciega de la materia que derrota a la forma
o finalidad. Veamos dos de sus sentencias al respecto

“La naturaleza no hace nada superfluo” (Partes de los Animales, IV, 691B)
“cada cosa existe para algo” (Generación de los Animales, V, 778B)

Su utilización de la analogía llega a dejarnos perplejos. Podemos señalar


algunos ejemplos:

xvi
“La causa {de tener el pelo duro}..es que el frío endurece...{...} es en el caso de
los animales salvajes la vida al aire libre, y en los otros, el tipo de lugar donde
viven”
“Entre los animales, son especialmente los hombres los que se quedan calvos
de forma manifiesta, pero tal afección es algo universal; pues también entre las
plantas, unas son de hoja perenne y otras de hoja caduca, y entre las aves, las
que hibernan pierden las plumas”
(Generación de los Animales, V, 783A)

“Los animales omnívoros, hablando en general, son más variados de color”


(Generación de los Animales, V, 783A)

Algunas de sus conclusiones son extraordinarias como las que siguen:

“La vida de los animales pude dividirse, pues, en dos actos - procreación y
alimentación – ya que en esos dos actos se concentran todos sus intereses y
su vida. El alimento {que consumen} depende principalmente de la sustancia
de que están claramente compuestos, pues el origen de su desarrollo residirá
en todos los casos en esa sustancia. Y todo cuanto se conforme con la
naturaleza será agradable. Y todos los animales persiguen el placer
manteniéndose dentro de su naturaleza”
(Historia de los Animales, VIII, 588 B)

Esta otra hace alusión asus observaciones sobre las migraciones de los
animales:

“Las costumbres de los animales se vinculan todas ellas, ya con la crianza o el


cuidado de la prole, ya con la manera de lograr la provisión necesaria de
alimentos. Y esas costumbres se modifican para ajustarse al frío, al calor y a
las variaciones de las estaciones. Pues todos los animales perciben
instintivamente los cambios de temperatura, y así como los hombres tratan de
abrigarse en las casas en invierno, o los hombres ricos pasan su veraneo en
lugares fríos y su invierno en los cálidos, así también los animales que pueden
hacerlo cambian de región en las diversas estaciones. Algunas criaturas
pueden prevenirse contra los cambios sin modificar sus guaridas ordinarias;
otras emigran abandonando el Ponto (Mar Negro) o las regiones frías, después
del equinoccio de primavera emigran de los países cálidos hacia las tierras
frías, para evitar el calor que se aproxima. En algunos casos emigran de
lugares próximos; en otros puede decirse que vienen del fin del mundo, como
es el caso de las grullas; pues estos pájaros emigran desde las estepas de
Escitia hasta los pantanos meridionales de Egipto, donde tiene sus fuentes el
Nilo. Y, dicho sea de paso, es fama que allí luchan con los pigmeos; y el relato
no es fabulosos, pues la verdad es que existe una raza de hombres enanos
cuyos caballos son proporcionalmente pequeños y que estos hombres viven en
cuevas subterráneas. Los pelícanos también emigran...También los peces
abandonan de manera semejante su habitat, ya alejándose del Euxino (mar
Negro), ya internándose en él. En invierno llegan a la costa en busca de calor,
procedentes de alta mar; en verano pasan a las aguas profundas para escapar
del calor
Historia de los Animales, VIII, 596B)

xvii
Estas otras son un buen ejemplo de las explicaciones aristotélicas:

“La sangre es para los animales que la tienen el alimento en su último estadio,
del que se desarrollan las partes...el corazón es el que culmina el proceso {de
la alimentación}..es forzoso que se halle en el corazón el principio del alma
sensitiva y el de la nutritiva” (Parva Naturalia, III, 469A)

En relación con su idea de diversidad esta frase es un buen ejemplo

“Las diferencias entre animales conciernen a su modo de subsistencia, a sus


acciones, a su carácter y a sus partes” (Historia de los Animales, VII, 586A)
MODO DE SUBSISTENCIA (lugar que habitan, tipo de alimentación y
reproducción)
ACCIONES (se refiere a si son sésiles, nadadores, andadores, reptadores,
voladores..)
CARÁCTER (pautas de comportamiento)
PARTES (anatomía)

Pero no lo es menos esta otra, que perduró en la Biología hasta Darwin:

“La naturaleza procede paso a paso desde las cosas inanimadas a la vida
animal de tal manera, que no es posible determinar la línea exacta de
separación, ni señalar de que lado debe colocarse una forma intermedia
y de ahí que en la escala ascendente a las cosas inanimadas le siga la planta y
entre las plantas una diferirá de la otra por la dosis aparente de vitalidad; en un
apalabra, mientras el conjunto de todas las plantas carece de vida, si se las
compara con un animal, están dotadas de vida si se las compara con otros
entes corpóreos. En verdad, como acaba de señalarse, se ha observado en las
plantas una escala continua que asciende hacia el animal. Así en el mar ha
ciertos organismos respecto a los cuales uno se vería en apuros si tuviera que
determinar si son animales o vegetales. Por ejemplo algunos de ellos estan
arraigados en otros y perecen si se les separara, así el “pinna” se arraiga en
lugares especiales, y el “solen”(sable) no puede vivir si se le saca de su
madriguera. En verdad, hablando en general, todos los testáceos, si se les
compara con otros animales se asemejan a vegetales.
En cuanto a la sensibilidad, algunos animales no dan señal alguna de ella,
mientras otros la demuestran vagamente. Además, la sustancia de alguna de
estas criaturas es carnosa como en el caso de los llamados “tetiados”(ascidias)
o de los “acalefos”(medusas); pero la esponja es, en todo sentido, semejante a
un vegetal. Y así, a través de toda la escala animal existe una gradual
diferenciación en cuanto se refiere a vitalidad y capacidad de movimiento.
Una afirmación semejante es válida en materia de hábitos vitales. Así en las
plantas que nacen de una semilla parece ser su única función la reproducción
de su propia especie particular; y la esfera de acción de algunos animales se
limita en forma parecida. Puesto que la facultad de reproducción es la misma
para todos por igual. Pero si se agrega la sensibilidad, sus vidas diferirán
entonces entre sí, ya en cuanto al acoplamiento por la variable cantidad de
placer que deriva de éste, ya también respecto al modo de alumbramiento y de
criar la prole”

xviii
COSAS INANIMADAS - VEGETALES (MAYOR O MENOR VITALIDAD) –
ANIMALES (MAYOR O MENOR SENSIBILIDAD Y MAYOR O MENOR
SOCIABILIDAD)
(Historia de los Animales, VIII, 588B)

La escala de la naturaleza aristotélica ha sido mal interpretada en ocasiones al


querer ver algunos que en esta descripción de Aristóteles este pretende indicar
que unos animales proceden de otros y por ello están emparentados. LO que
señala el viejo Aristóteles es que en la naturaleza hay desde organismos con
escasa sensibilidad y movimiento hasta otros que tienen ambas cosas muy
desarrolladas. Para él el hombre es “animal racional” una definición excelente
difícilmente superable. De la misma manera que considera que los zoofitos
(animal-planta) pueden confundir ya que podrían parecer plantas siendo
animales o al revés podrían parecer animales cuando son plantas. Tan “paso a
paso” o sin grandes discontinuidades encontramos organismos en la
naturaleza. Aristóteles no considera que entre animales y plantas hay
parentesco, ni tampoco que existiera entre diversas plantas o entre diversos
animales.

La ordenación de los organismos no fue una pretensión manifestada


explícitamente por Aristóteles, pero si los agrupa de una determinada manera,
dando así origen a una clasificación sistemática de los mismos. Uno de los
criterios de su ordenación son el que tengan o no sangre, según él. Unos son
los Enaima (con sangre), los vertebrados y otros los Anaima (sin sangre) los
que hoy consideraos invertebrados, pero incluyendo algunos cordados.

El modo de reproducción también es para él una característica singular. Los


que lo hacen por reproducción sexual y los que surgen por “generación
espontánea”. Por último distinguirá los vivíparos y los ovíparos.

En el siguiente cuadro disponemos la clasificación de Aristóteles, que más


tarde en el Siglo XIII adaptaría Alberto Magno

xix
CLASIFICACIÓN EN ARISTÓTELES

CUADRUPEDOS VIVÍPAROS (mamíferos)

CUADRUPEDOS OVÍPAROS (reptiles y anfibios)


ENAIMA
(con sangre)
vertebrados CETÁCEOS
AVES VIVÍPAROS

SERPIENTES
POR SU GENERACIÓN OVÍPAROS
PECES
DE GENERACIÓN
ESPONTÁNEA
TESTÁCEOS (moluscos)

ANAIMA CRUSTÁCEOS
(sin sangre)
invertebrados CEFALÓPODOS
INSECTOS

En resumen podemos decir de Aristóteles lo que sigue:

-Una parte significativa de los escritos de Aristóteles trata de los seres vivos.
Partes (anatomía); Historia (indagación o biología); Generación (desarrollo
embrionario)
-Poseía un buen conocimiento empírico y observó con detenimiento la
naturaleza
-Utiliza explicaciones lógicas bien argumentadas y causales. Muchas son
falsas, pero las causas de los fenómenos siempre son naturales.
-Utiliza con frecuencia vías analógicas y el sentido común y relaciona procesos
aparentemente inconexos
-Su formulación de una Escala naturae o gradación de los seres vivos desde
los más inanimados y de escaso grado de organización hasta los más
sensibles y complejos puede confundirse con una visión evolucionista.
-Se manifiesta determinista y finalista.
-Los criterios para ordenar (clasificar) a los seres vivos se basan en su
concepción de la Escala Naturae.
-Sitúa al hombre (animal racional) como la representación de la mayor
sensibilidad y complejidad y con un mejor grado de organización
-Su influencia en la Biología se hace notable en el siglo XIII cuando se
prescinde de Platón y su influencia es total hasta el evolucionismo del siglo
XIX.
-Algunas ideas de Aristóteles se han utilizado para denigrarlo o para
presentarlas como argumento de autoridad.

xx
El otro gran biólogo, en este caso más destacado por su obra botánica y
lapidaria, fue Teofrasto de Ereso (Isla de Lesbos) (372-C. 288-286). Discípulo
de Aristóteles en el Liceo, la institución que fundó el gran científico al que
acabamos de nombrar, sería su heredero en esta institución. Por fortuna nos
han llegado sus obras hasta nuestros día siendo su Historia Planatarum la que
lo define mejor como científico y como biólogo. De origen humilde, su padre fue
batanero, debió a su inteligencia su ascenso y la buena consideración que tuvo
ante su maestro.

Su Opera Omnia (Obra completa) fue publicada por Friedrich Wimher en París
en 1862 en 462 págs. De ellas 319 son escritos botánicos, pero se encuentra
incluida su interesante obra Caracteres. Otras obras suyas incluidas en estas
obras coimpletas son la que se titula Sobre el fuego (en forma de fragmentos),
Sobre las piedras, en la que se describen fósiles, piedras preciosas, perlas y el
coral.
En ella clasifica los minerales según peso, color, transparencia, brillo, fractura
y dureza. Oras obras incluidas son Sobre los signos del tiempo (fragmentos),
que son trabajos astronómicos y Sobre los olores (fragmentos)

En los Caracteres describe 30 esbozos sobre algunas de ñas debilidades


humanas, como la arrogancia, la calumnia, la grosería, la majadería, la
superstición.. etc.

Historia Plantarum (Indagación sobre las Plantas) es su obra científica más


interesante para los biólogos. Está constituida por 9 libros:

1. Partes (anatómicas) de las plantas y diversidad de las mismas


2. Multiplicación de las plantas. Transformación. Plantación. Cultivo.
Polinización de las palmeras.
3. Reproducción de los árboles. Árboles cultivados y silvestres
4. Árboles particulares y su distribución geográfica. Distribución altitudinal.
Enfermedades de los árboles.
5. Maderas y su utilidad para el hombre
6. Arbustos. Plantas cultivadas. Plantas ornamentales. Plantas aromáticas
y su cultivo.
7. Herbáceas y hortalizas. Horticultura y jardinería.
8. Cereales y legumbres. Su cultivo. Malas hierbas y plantas parásitas.
9. Jugos y resinas. Virtudes medicinales.

Esta obra tiene un marcado enfoque práctico y utilitario. Comienza como


botánica general (morfología, fisiología, diversidad y distribución), seguida de
una silvicultura, una agronomía, horticultura y materia médica. De modo que es
más una botánica “aplicada” que una botánica de carácter sistemático. A pesar
de su marcado interés utilitario cita entre 500 y 550 especies, sobre todo
plantas cultivadas.

En la explicación y descripción de los procesos de multiplicación vegetal cita la


que puede hacerse a partir de semillas, de tallos o de raíces y las que según el
siguiendo a su maestro pueden surgir por generación espontánea. La

xxi
generación espontánea pudo ser rebatida de forma definitiva por Louis pasteur
en la segunda mitad del Siglo XIX.
Teofrasto también llega a citar algunas plantas exóticas como la higuera de la
India (Ficus bengalensis)

A MODO DE CONCLUSIÓN

Con esta incursión en el conocimiento griego, puede uno darse cuenta del gran
esfuerzo desplegado por los presocráticos y de la inesperada tolerancia en que
pudieron convivir muy diferentes formas de entender la naturaleza. Baste de
ejemplo los supuestos de Heráclito y Parménides, la pretensión de Pitágoras
de entender la naturaleza con las matemáticas, todavía sostenida por muchos
matemáticos, o el marcado materialismo y ateismo de los atomistas Leucipo y
Demócrito. Sin dejar de olvidar a Hipócrates, el médico sensato, clínico y gran
defensor del combate de los propios individuos con sus propios recursos contra
algunas enfermedades.

Para algunos destacados estudiosos de la filosofía de aquella época hay una


gran ruptura cuando muere Sócrates. Los filósofos empiezan a ser
considerados, desde el punto de vista social, peligrosos, impertinentes y hasta
pretenciosos en relación con el poder. Algunos, personalmente o a través de
sus escuelas, optarán por hacer prevalecer sus ideas sobre otras, que es como
decir empezaron a forzar un consenso preestablecido. La ciencia empezaría a
ser más moderna, pero sin la frescura anterior. Aristóteles al que no podemos
hacer responsable de su influencia es el mejor ejemplo del nacimiento de esa
nueva ciencia en la que la autoridad o las explicaciones tajantes y cerradas
comenzaron a sustituir la pretensión presocrática mucho más próxima a
situarse en las fronteras del conocimiento.

xxii

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