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Escuela de Historia
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(Moulián, Luis. La Independencia de Chile. Balance Historiográfico. Ú c
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responsables, y por lo tanto no dimensionan las razones de sus resultados, hasta que
diversos sectores toman conciencia de éste, presentando alternativas que proponen un
resultado distinto. Esto es, en definitiva según Luis Moulián, lo que sucede con la
comprensión del proceso de independencia durante la gestación del Reino de Chile y
posteriormente la República.
Sin embargo, dado lo dicho anteriormente, salta a la vista otro objetivo, quizás no
tan explícito como el primero, pero no por ello menos interesante; de hecho, puede resultar
ser un aporte mucho más valioso para el debate historiográfico chileno. Pues bien, pareciera
ser que Moulián busca reflejar el pensamiento de diversos actores sociales de nuestro país,
por cierto todos ellos influyentes -para no delimitarlo solamente a la clase dominante-,
utilizando un elemento de estudio que, por la coyuntura temporal, urge desarrollar en
profundidad. El autor, probablemente parte de la corriente historiográfica marxista que
surge a partir de la década de los ¶70 y que deja la historia socioeconómica de lado para
abocarse a los estudios culturales o de mentalidades (Thompson, Hobwsbawn y Pierre Vilar
principalmente)2, utiliza el tema de la Independencia para desmenuzar y explicar las
construcciones ideológicas que han predominado el debate intelectual chileno durante
trescientos años. Además de mostrar las conclusiones a las que se llegaron durante este
periodo de tiempo sobre lo que es finalmente Chile, Moulián nos muestra lo que se ³quiso´
relatar y construir de Chile, es decir, lo que fue y es Chile, o su génesis, para distintos
grupos sociales, algunos con los mismos intereses y guiados por los mismos ideales y
valores, y otros con una visión crítica del desarrollo nacional.
Por otra parte, es interesante destacar la visión misma de Luis Moulián sobre las
razones de la Independencia de Chile:
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política y la controversia ideológica ejercen un papel en el que se manifiesta esa
determinación, pero donde se origina es en la economía.
La arena política es donde se producen los efectos pertinentes y la toma de
decisiones de los sectores dominantes. El proceso de Independencia fue provocado por
factores económicos, per la manera de expresarse de esos factores fueron en el ámbito de
la política y el fuerte debate ideológico, como su expresión más radical, las guerras.3
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Qué situación llevó a ambos, arraigados en América y Chile, a definirse por España y ser
implacables contra la causa independentista nunca se sabrá; los verdaderos motivo dejan ver un
distanciamiento con los patriotas chilenos, motivado por una especial concepción de la lealtad
al Rey primero y luego a España, una adhesión también especial por el orden y contra la
revolución separatista, identificada como equivalente a caos y subversión.4
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factores coyunturales, como son el mala gestión gubernamental de García Carrasco, o las
experiencias ilustradas de Estados Unidos y Francia.
Moulián destaca rápidamente una idea del cronista español que resulta muy
interesante para comprender lo sucedido el 18 de septiembre de 1810: desde el mayo hasta
octubre de ese año, se produce en Chile un enfrentamiento antagónico entre realistas y
patriotas, lo que ³
! Talavera narra que en julio un grupo de 800 criollos protesta en las calles
capitalinas y logra que España deponga a García Carrasco como gobernador, gatillado por
un suceso político, imponiendo luego a Mateo de Toro y Zambrano. Luego, la agitación
permanente de Santiago logra que se acepte la reforma al Cabildo, en la que los nacionales
logran una ventaja en la repartición de poder de dicha institución. Comenzaba a notarse,
entonces, un mayor sentimiento de autonomía en la elite criolla.
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bando, en este caso el realista. La sola postura de Talavera, en el caso ya más simplificado,
demuestra que la formación de la Primera Junta de Gobierno no fue un hecho consensuado
ni pacífico en nuestro país.
Razones similares tiene el trabajo de Fray Melchor Martínez para ser considerado
un pilar fundamental de la historiografía chilena sobre la Independencia. Sin embargo,
converge también con Talavera en la mirada hispanista que tiene sobre este proceso.
Profesor de Teología y Filosofía, nacido en la península y parte de la elite en Santiago, no
puede separarse de la mentalidad de su grupo, y mira lo sucedido con la sospecha de que la
sociedad criolla no sabrá gobernarse sola, por lo que el peligro que se avecina no es
menor8. Moulián habla incluso de una ³
"Así por lo menos, según Moulián, aborde Martínez el tema en su
obra ³Memoria Histórica sobre la revolución de Chile desde el cautiverio de Fernando VII
hasta 1810´.
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Esta corriente corresponde a los intelectuales liberales del XIX, muy contrarios al
conservadurismo triunfante tras las pugnas que desembocaron en la imposición de la
Constitución de 1833. Profundamente influenciados por el pensamiento liberal
decimonónico europeo, Barros Arana y Amunátegui plantean la necesidad de fundar la
historia de Chile desde la perspectiva de fundar también la historia de una república, como
forma de legitimar la noción de Estado-nación entre su elite. Para esto, Moulián señala que
adhieren a las corrientes historiográficas positivistas propiciadas por Comte y Ranke10. Me
parece que aquí hay que detenernos un momento para dar una explicación algo más amplia
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sobre el tema. En estricto rigor teórico, Ranke no es positivista, sino historicista,
pensamiento filosófico que plantea que el estudio sistemático y profundo del pasado,
poniendo los hechos tal cual fueron al análisis del historiador, podía entregar leyes o
patrones de conducta sobre el hombre social. El positivista, por su parte, plantea que sólo
puede ser verdad objetiva aquello que pueda demostrarse de manera racional, como lo
entendía el hombre moderno especialmente decimonónico, es decir, a través del método
científico o empírico. Desde esta perspectiva, ambas Escuelas no serían lo mismo.
Toda esta explicación me parece útil a partir de una reflexión hecha por la
historiadora María Eugenia Horvitz, quien prologa este libro. Ella señala que, siendo
precisos con la teoría, Barros Arana debe considerarse un historicista, pues su trabajo
historiográfico estaba muy influenciado por la idea de hallar leyes en el pasado como
potencial lección para el futuro. De ahí que es muy gráfica la cita que Moulián extrae de
Barros Arana: ³
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% Nace de aquí su admirable labor de
recopilador e investigador, base empírica para gran parte de la historiografía sobre nuestra
historia. Pero también es cierto que, como también señala Horvitz, la obra de Barros
Arana, Luis Amunátegui o Benjamin Vicuña Mackenna, está muy inspirada en la idea de
que la República, como símbolo del Estado moderno racional13, es la cúspide de la
civilización occidental, razón por la cual sus trabajos apuntan a recopilar lo más
verídicamente la génesis de la sociedad chilena, que finalmente desemboca en un proyecto
tan grande e importante como la formación de la república independiente, una que fuese
contraria al sistema colonial pasado.
Dicho todo lo anterior, sólo me resta señalar que, siguiendo la tesis central de esta
obra de Moulián, la comprensión del trabajo de estos historiadores liberales positivista
debe hacerse entendiendo la concepción de hombre y sociedad antes desarrollada. Así,
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Estas figuras intelectuales y políticas son demostrativas de que el proceso que termina con
la Independencia de Chile produjo una ³explosión´, como la generación de 1842 que tienen
como ideario el liberalismo. Está todo por hacer, hay que romper las amararas del coloniaje
con su casi nula expresión cultural, con la Universidad de San Felipe que imparte cursos
con programas influenciados fuertemente por el conocimiento teológico y filosófico
tomista[«]
La Independencia es un acto fundacional y como tal, para Barros Arana, tiene una
trascendencia enorme. Es el nacimiento de la Patria; se rompen cadenas que impedían
expresar las tradiciones nacionales o mejor, conformarlas«14
Moulián señala que Barros Arana dedica cuatro tomos de sus 16 de la Historia
General de Chile a narrar el proceso de Independencia. Sin embargo, lo califica como una
narración lineal o plana, excesivamente detallada, aflorando sus opiniones antihispanistas.
Ésta es una primera crítica hacia el historiador decimonónico. También es criticable su
predilección por los hechos políticos, en desmedro de datos y análisis de otros ámbitos,
pero esto es una reflexión que puede hacerse desde nuestra época, pues Barros Arana,
como ya hemos dicho, realiza su estudio con un objetivo claramente político: consolidar el
carácter republicano de nuestro Estado. Por esta razón, por ejemplo, son centrales los
hechos bélicos en su narración. Del mismo modo, la confección de un relato donde se ven
héroes y villanos, detallándose muy prolijamente las disputas entre ambos, marca la obra
de este historiador. Claramente, los primeros son los patriotas, visión que se afianza a
partir del tomo XI, cuando Barros Arana trabaja el periodo final de la Independencia,
resaltando las batallas finales que dan el triunfo a los patriotas. Dada su visión positivista,
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Nuevamente, vemos cómo la obra de estos historiadores está profundamente
determinada por su visión liberal. Profundamente contrarios a la Iglesia Católica y su poder
en la sociedad chilena, desestiman su influencia en la conformación de la República, de la
misma manera que desestiman el rol que pudiesen tener las clases populares en este
proceso, algo muy propio del pensamiento liberal decimonónico, de carácter elitista.
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Moulián analiza la obra de Tomas Guevara para mostrar cómo se vio hace un siglo
al indígena en el proceso independentista. Alabando la originalidad de la propuesta y la
dedicación de Guevara a la resolución de la problemática, Moulián identifica las ideas que
este profesor de castellano y miembro del ejército de la Guerra del Pacífico aporta en el
marco de la conmemoración del centenario de vida republicana: la diferencia cultural que
existía entre patriotas e indígenas, siendo el carácter laicizante de los primeros un antónimo
a la mentalidad mística y religiosa de los primeros. También destacan factores económicos
en la postura realista de algunos indígenas, pues la guerra significó una desestabilización
de la realidad económica del sur del territorio, lo que gatilló en la desorganización de los
asentamientos indígenas. Agrega además un factor social, el del inquilinaje y patronazgo,
que movilizaba a muchos aborígenes según la posición que tomase el dueño de la tierra17.
Es importante destacar, como dice Moulián, que, a diferencia de lo que sucede con
las obras de Barros Arana o Amunátegui, ³
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Sin embargo, el autor no
entrega mayor detalle sobre el interés y la lucidez con que Guevara estudia a los indígenas,
explicando que existe incluso admiración de parte de éste hacia los aborígenes, a sus
relaciones sociales y culturales. Destacan en su obra las acciones heroicas del panteón
indígena nacional como las de Lautaro, Caupolicán o Mariluán, pero pareciera ser que este
hecho responde a una característica personal del personaje en cuestión más que a factores
externos que determinen su posición hacia este actor en el proceso de la Independencia.
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Portales; este periodo es, para ellos, el de ³
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/% Señala también la
hegemonía que tiene la aristocracia para alzarse como clase dirigente; es una especie de
continuidad con el sistema colonial, pues los gobiernos republicanos conservadores saben
tomar aquella tradición autoritaria, a partir de Portales, para mantener el orden al que
acostumbraba la sociedad chilena. Para este ensayista, Portales es el verdadero constructor
de nuestra República; logra unificar a la aristocracia, clase gobernante por esencia,
reflexión absolutamente rebatida por Moulián, como la importancia de Portales en general.
Para el autor contemporáneo, la obra de este político-comerciante es parte de un
pragmatismo propio de un hombre de negocios que necesita, al igual que el resto de su
clase, un clima de orden y estabilidad para asegurar el buen funcionamiento de la
estructura económica.
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es otro: generar una teoría que explicase el pasado en directa relación con el presente, y
también con el futuro.
Sin embargo, al igual que Edwards, rescata a Portales como el verdadero creador de
la República de Chile, quien se alza ante la incertidumbre y la ignorancia de la aristocracia
criolla.
Sin embargo, lo anterior es rebatido por Moulián, sosteniendo que es un gran error
no considerar que el carácter bélico del siglo XIX tiene su raíz en los intereses de un sector
particular del pueblo chileno, la elite criolla, sobre todo por la disputa de la hegemonía
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económica y las relaciones sociales, y no responde a un interés generalizado de la mayoría
de los habitantes del territorio nacional. Para Moulián, la nación no es el resultado de una
trayectoria heredada de la Colonia, sino que es la creación, e imposición, de una nueva
clase dominante. Lo es, por ejemplo, la guerra contra la Confederación, en un intento de
los conservadores de aglutinar a las fuerzas liberales con éstos cuando aún estaban vivos
los fantasmas liberales en el mundo militar, además de una motivación económica respecto
a la ruta del Pacífico.
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Sin embargo, esta relación comienza a experimentar una crisis con la llegada de los
Borbones al poder, quienes con su política extremadamente centralista, reformas
económicas y oportunidades de ascenso para los criollos, determinan el comienzo de la
Independencia24. Para éste, el absolutismo propio de los borbones se contrapone al
equilibrio de legitimidad con que gozaban los reyes habsburgos. Así, durante el XVIII, los
Cabildos comienzan a perder importancia, siendo revitalizados por los criollos tras la
invasión napoleónica, como muestra de la aceptación que esta mentalidad tenía en la
sociedad chilena durante la Colonia. La influencia separatista más extrema, desde su punto
de vista, corresponde a una segunda etapa y viene de algunos personajes indeseables para
él, como Fray Camilo Henríquez; sin embargo, la génesis de este proceso está en la misma
jurisdicción española. En otras palabras, la Independencia de Chile nace gracias a lo
heredado de los españoles, por lo que esta ruptura tiene también elementos de continuidad,
ya que se parte de una base jurídico-política similar. Sin embargo, Moulián cuestiona esto
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radicalmente, señalando que es obvia la campaña española por no perder sus territorios, lo
que no refleja una posible ³continuidad´.
4%5 es decir, Chile gozaba de cierta autonomía con respecto a las directrices
peninsulares mucho antes de consolidada la Independencia. Por esto, la institución del
Cabildo resulta clave para entender la relación que se comienza a dar entre Poder Real y la
burguesía criolla, este ³resquicio legal´, como señala Moulián, que permite la entrada de la
influencia local sin salirse del marco jurídico impuesto por la Corona. Por esta razón,
Alamparte afirma que
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mundial, así como el absolutismo que los borbones trataron de importar a la Colonia eran
razones suficientes para que la elite nacional quisiera emanciparse. Además, la autonomía
del Cabildo le parece discutible a Moulián, señalando que el Gobernador siempre tenía la
atribuciones por sobre el resto de las instituciones. Alemparte, al igual que los otros dos
historiadores hispanistas, considera que la génesis de la Independencia la encontramos en
la propia legislación española. Sería esta jurisdicción, de corte casi democrático, la que
habría permitido rápidamente la organización de la elite criolla, aunque este proceso no
estuvo exento de tensiones y violencia.
Es necesario, me parece antes de dar por terminado este punto, hacer una aclaración
que no propone Moulián. A la luz de lo expuesto por este autor, me permito concluir ±con
el riesgo de equivocarme, claro está- que sólo Jaime Eyzaguirre podría considerarse un
hispanista de convicción, que revaloriza y defiende no solamente el rol de la Corona
española en la Colonia, sino que también analiza este periodo con nostalgia y admiración
por un modelo de vida complejo y duradero. Sin embargo, pareciera ser que el apelativo de
hispanistas para Néstor Mesa o Julio Alemparte radica más en la sospecha con que miran
la criminalización hecha por historiadores anteriores a la Corona y su modelo impuesto en
la Colonia, que en una adhesión al sentimiento ultraconservador hispanista corporativista
que estaba expandiéndose por Europa, y también el resto de Occidente, a partir de fines de
los ¶20. Desde mi punto de vista, que ambos hayan tratado de explicar el proceso de
Indepedencia a partir de una herencia político-jurídica española, no necesariamente implica
que se ubiquen en el mismo extremo ideológico que Jaime Eyzaguirre, que sí fundó
prácticamente, como señala Moulián, un círculo de intelectuales identificados con el
ultraconservadurismo nacional, de tendencia ultra católica, corporativista ±por no decir
fascista- y profundamente crítica de la modernidad del siglo XX.
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Sergio Villalobos es parte del surgimiento de las capas medias como un sector
social con un importante aporte al mundo intelectual del siglo XX. Formado en la
Universidad de Chile, símbolo de la intelectualidad mesocrática y laica de nuestro país, es
relacionado por Louis Moulián con el proyecto político de la Democracia Cristiana, fuerza
política con un componente ideológico más complejo que el radicalismo, el otro partido
mesocrático importante del siglo XX, que trasciende de la lógica de la lucha de clases para
explicar el desarrollo de nuestra historia. Dentro de este pensamiento se envuelve la obra
de Villalobos, que podríamos situarla, más específicamente dentro del plano
historiográfico, dentro de la corriente ³estructuralista´. Sus principales competidores
durante los ¶50 y ¶60 fueron los intelectuales marxistas, ambos en un intento por ofrecer
una alternativa a la construcción tradicional y conservadora del conocimiento en sus
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distintas áreas, y expresada en el conservadurismo hispanista y conservadurismo
nacionalista en el plano de la historia. Sobre esto último, resulta interesante el debate en
torno a la figura de Portales, de la cual Villalobos realiza una dura crítica, señalando la
excesiva mistificación que de él han hecho conservadores nacionalistas, cuando en realidad
se trata de una figura histórica sin mayores méritos intelectuales ni políticos.
Sobre el tema de la Independencia, hay dos obras de Villalobos que Moulián señala
como trascendentales: ³Tradición y reforma´, de 1961, y ³El comercio y la crisis colonial:
un mito de la Independencia´, de 1968, y que polemiza con la interpretación histórica de
Ramírez Necochea, exponente de la Escuela Marxista Clásica, sobre el proceso. Así,
Villalobos sostiene en ³El comercio«´ que no es la falta de libertad económica la que
explica el proceso de Independencia, sino, por el contrario, la ausencia de regulación
comercial que hubo en la Colonia luego de la saturación del mercado que significaron las
reformas borbónicas y otras prácticas, especialmente el contrabando. En otras palabras, no
podía haber anhelo de mayor libertad económica, pues, en la práctica, el monopolio de la
Península era cada vez más reducido, lo que dificultaría, según Villalobos, encontrar
demandas por la libertad de comercio durante el proceso inicial de la Independencia28.
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haber afectado al mercado nacional el ingreso de productos europeos que la población
probablemente, por las relaciones de producción de nuestra sociedad, no hubiesen tenido
acceso jamás; o si el contrabando saturaba el mercado de productos fundamentales de
nuestra organización social y al que verdaderamente tenía acceso el grueso de la población
nacional, como bienes alimenticios o manufacturas de baja elaboración, como para que sus
productores hayan deseado mayor regulación comercial por parte de la Corona antes que
una libertad a favor de ellos mismos para producir y comercializar en el territorio nacional
y de la región.
Otra crítica importante hecha por Moulián a este autor es la periodización que
realiza en sus obras sobre la Independencia. Efectivamente, mientras en ³Tradición«´
estudia el proceso hasta 1810, en ³El comercio«´ abarca hasta 1811, fecha en que Chile
declara libertad de comercio, lo que le hace ³
6
7en desmedro
de un lapso temporal más extenso, como el propuesto por el mismo Moulián, que va desde
1808 a 1833. Con lo anterior, señala, ³
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& 8
+
& 9977 Puesto esto en relación con las palabras
iniciales de este apartado sobre Villalobos, comprenderemos el interés del autor por ofrecer
una interpretación de nuestra historia, pues su desarrollo intelectual se enmarca dentro del
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clima de debate y propuestas estructurales sobre la opción que debe tomar Chile para salir
de su estancamiento como nación en todos sus ámbitos. No estamos aquí ante el paradigma
del intelectual comprometido ni mucho menos, pero tampoco podemos obviar que, con un
escenario tan ideologizado, cualquier hombre dedicado al desarrollo de conocimiento tiene
siempre una postura con respeto a las alternativas que se ofrecen con respeto a su nación.
La obra de Villalobos, desde mi punto de vista, tiene tanta validez en los sectores
mesocráticos ±hasta hace dos años al mando de la dirección del Estado- precisamente por
eso: por interpretar el desarrollo de nuestra historia, con una mirada hacia el futuro, que no
se inclina hacia ninguno de los dos extremos, el de la reacción y el de la revolución.
Así, lo que se propone el autor es analizar el desarrollo económico chileno, para ver
de qué manera la crisis experimentada a fines del XVIII repercute en la estructura
económica y sociopolítica de la Colonia. Señala que, durante esta centuria, se genera la
³
´, concepto que no tiene una connotación negativa, sino que hace
referencia a la necesidad de transformar una estructura para tomar otra acorde a las
exigencias de la realidad. Esto fue lo que sucedió a fines del XVIII, pues el desarrollo
económico de Chile hizo madurar posturas ideológicas en la elite criolla que apuntaban a
asumir una nueva etapa del proceso económico local. Para Ramírez, no hubo azar en el
proceso de la Independencia, sino que fue el momento cúlmine de una evolución necesaria
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e inevitable ±muy propio de la jerga marxista- del desarrollo de la humanidad. La
acumulación de riqueza, así que como el desarrollo de las relaciones y medios de
producción, desembocan en una necesidad de la expansión del espacio comercial que la
Colonia ya no podía ofrecer, presentándose contradicciones entre la organización
propuesta por la metrópoli y la que necesita el empresario o productor nacional para
continuar con su desarrollo 35. De la misma manera, este desarrollo económico gatilla en la
creación de una conciencia de mayor autonomía no sólo en lo económico, sino que
también en lo político, lo que genera cuestionamientos sobre los pilares del sistema
sociopolítico que imperaba en la Colonia. En pocas palabras, de acuerdo a los conceptos
propios del marxismo, ³
*
&
75Para este autor, no se trata sólo
de un deseo de los criollos por libertad económica, sino que es toda una estructura
organizacional, económica y por ende sociopolítica, la que comienza a presentar
contradicciones o choques con la realidad que se está desarrollando, y hace inevitable la
mantención de esa estructura que impera.
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ideólogos políticos, sociales y económicos ingleses, franceses e incluso de la misma
37
España
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Ramírez Necochea habla de una conciencia de clase, pero en los términos comunes
de obreros y patrones (la dicotomía más recurrente), sino que la contraposición aquí está
dada entre españoles y criollos, siendo estos últimos aristócratas y la naciente clase
empresarial nacional. El descontento, que sería el detonante del surgimiento de esta
conciencia, fue gatillado aún más por el gobierno de García Carrasco. El autor observa esta
confrontación, por ejemplo, en el debate político entre la Real Audiencia, que representa
los intereses de los españoles, y el Cabildo, que aboga por la mayor partición de los
criollos. En este debate se generaron hechos de carácter subjetivo ±siguiendo con la
terminología de Ramírez- como la partición de la fuerza nacional en tres partidos:
patriotas, moderados y realistas, además de elementos coyunturales, como la Revolución
de Mayo en Buenos Aires o la formación del primer Congreso Nacional o el liderazgo de
los Carrera.
En este sentido, una de las primeras defensas que Moulián hace del trabajo de este
autor es el relativo al ³mecanicismo´ de su análisis, pues este apelativo ³
8
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;
1
7Por eso, cuando aborda la polémica con Villalobos, aclara que para
Ramírez lo que querían las colonias americanas era ³
&
2 < =
> ' 1
7" Vemos en lo anterior la presencia ya para
Ramírez de una conciencia de clase por parte de elite criolla, que disputa el control de los
medios de producción con la metrópoli, de acuerdo a las exigencias que las condiciones
presentan en la región. Era tiempo ya de decidir por ellos mismos.
Luis Vitale, por su parte, representa a lo más elevado del pensamiento troskysta
latinoamericano de siglo XX. Su vida también estuvo dedicada al compromiso
evolucionario, primero en Argentina y luego en Chile, país al que legó escapando de una
dictadura allende los Andes. Participó, junto Clotario Blest Rifo, en la fundación de la
CUT, a la vez que comienza a estudiar con mucha dedicación la historia de Chile,
especialmente la relativa al nacimiento del movimiento obrero. Partidario siempre de
posturas más radicales al izquierdismo tradicional de nuestro país, participa en Concepción
en la fundación de MIR, una primera etapa de esta organización que no será la misma que
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el popular movimiento liderado por Miguel Enríquez. Tras el golpe militar, parte al exilio a
Venezuela, donde termina de producir su obra ³Interpretación marxista de la historia de
Chile´.
No deja de ser interesante la reflexión de Moulián sobre las diferencias entre los
trabajos de Ramírez Necochea y los de Vitale. Destaca del primero la primacía del análisis
económico en la explicación del proceso independentista, mientras que el segundo centra
su análisis en el cambio político de este fenómeno. Estas posturas, con mucha razón a
juicio personal, Moulián las sitúa dentro del debate ideológico de la misma Izquierda
durante la segunda mitad del XX, pues tenemos aquí a dos historiadores marxistas que
pertenecen a distintas líneas del pensamiento revolucionario de la época. Ramírez, de
convicciones y militancia comunista durante toda su trayectoria, analiza el proceso de la
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Independecia dentro de su visión política de que es necesario realizar una nueva liberación
o emancipación de la sociedad chilena, la que se logrará, según su pensamiento, bajo el
cambio revolucionario democrático propiciado por el Partido Comunista, en lo que a partir
de la década del ¶50 se llamo Frente de Liberación Nacional. Así, Ramírez Necochea ve en
el proceso de Independencia una revolución burguesa, debido al desarrollo económico del
momento, una revolución que da una primera etapa de la liberación del pueblo chileno. Lo
mismo, seguramente, pensaba que sucedería y se reforzaría con el triunfo democrático de
las fuerzas de Izquierda y centro más progresistas ya en el siglo XX, que darían paso a la
sociedad socialista. La Unidad Popular fue el símbolo de aquello. Vitale, por su parte, es
mucho más extremo en su análisis y sospechoso de esta postura, pues considera que no hay
efectivamente una libertad en la Independencia, como tampoco la habrá con un triunfo
democrático de las fuerzas de Izquierda aliadas con el centro progresista. Sus ideas apuntan
a desmentir la idea de que es posible una verdadera liberación del pueblo chileno cuando
se trabaja con la burguesía, pues la misma Independencia refleja que la burguesía no hace
más que contribuir al desarrollo y expansión del capitalismo en sus distintas fases. La
revolución debe ser, para Vitale, exclusiva de los sectores populares.
Partiendo del objetivo del trabajo de Moulián, que es explicar las visiones sobre la
Independencia a partir de las determinantes ideológicas de las que son parte los
historiadores, resulta muy importante entender las motivaciones de ambos intelectuales
marxistas que llevaron a proponer distintas reflexiones dentro de una misma corriente de
pensamiento. En este caso, más que en Sergio Villalobos, nos encontramos ante dos
intelectuales con un compromiso claro, donde su trabajo estaba claramente supeditado a la
causa revolucionaria, y es imposible entender su trabajo si no es como herramienta para el
debate de la Izquierda.
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Su obra ³La Independencia de Chile: tradición, modernización y mito´, refleja estas
tendencias de pensamiento, señalando Moulian, exageradamente, que no es posible ni
siquiera establecer lo que el autor sostiene sobre determinado tema43. Sin embargo, es
posible identificar que Jocelyn-Holt es un defensor de la modernidad como patrón de
mentalidad de una época, y que la Independencia efectivamente se enmarca dentro de ésta,
produciéndose un cambio efectivo en cuanto es la materialización de un nuevo conjunto de
valores, que vienen apareciendo en la región a partir del reformismo borbónico. Afirma,
por ejemplo, que ³
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idea muy discutida por Moulián, pues señala que fueron muy notorias las diferencias entre
una elite más liberal y otra claramente conservadora, que no tenía influencias ideológicas
modernas, las que se observan sobre todo en el debate sobre el modelo político a seguir:
por un lado, X
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peyorativo, pero puestas en el contexto de fines del XX, donde el relativismo acentúa la
individualidad del ser, no habiendo un modelo ideológico o paradigma lo suficientemente
verdadero como para quitarle esa libertad individualizada al ser, lo que facilita los
consensos o acuerdos entre las partes, pues se acepta que una postura es tan válida como la
otra. Esta individualización se da siempre bajo el consenso una sociedad tolerante y
garantizadora de ese espacio de libertad para todos. Por eso, su obra muestra la
Independencia como el desarrollo de la Modernidad en Chile, con sus bases en las
reformas borbónicas, las que fueron cimentando las bases de esta mentalidad liberal, que
fue materializada en la Independencia, y que continuó en un progreso durante los siglos
XIX y XX. Jocelyn Holt X& * '
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Esta historiadora tiene el mérito de abordar una temática poco explorada cuando se
trabaja y se estudia la Independencia: el rol de los sectores populares. En este sentido,
Contador analiza a los Pincheiras, el conocido grupo de bandidos de la época, pero
ofreciendo datos de orden económico, social y político-ideológico del mundo popular del
periodo. Para ella, el pueblo no fue una fuerza homogénea, sino más bien se dividió entre
patriotas y realistas, siendo los últimos quienes más apoyo popular tuvieron.
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Estamos en presencia de un tipo de organización social por parte de miembros de los
sectores populares que buscan mantener su libertad ±el grado de libertad puede ser
discutible- ante el cambio que significa un nuevo tipo de estructura. La autora lo define
como ³ *
:0, concepto que Moulián
rescata por su originalidad en la historiografía chilena y se lo atribuye exclusivamente a
Contador. Para Moulián, el trabajo de la autora tiene gran validez dentro del estudio de los
sectores populares, pues el tradicionalismo marxista de décadas pasadas había hecho
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análisis de estudio solamente al obrero o campesino organizado, como expresión de la
dicotomía de lucha de clases. Otros sectores populares, organizados en formas alternativas,
o simplemente no organizados, quedaron al margen del debate histórico. Sin embargo, la
valoración de estos grupos en la época actual corresponde al surgimiento de grandes
grupos marginales del sistema, no representados con las instituciones tradicionales de la
sociedad moderna, pero que desde su marginación ejercen de igual modo presión como
actores sociales en determinadas coyunturas. Este fenómeno es muy latente en
Latinoamérica, donde los habitantes de villas miserias o poblaciones, totalmente
desorganizados, así como movimientos juveniles identificados con elementos superficiales,
comienzan a ser objetos de estudios por la relevancia que ocupan en la configuración social
de la región.
Contador afirma que el fenómeno del bandidaje en Chile tiene su origen en el clima
de opresión y estancamiento de las zonas rurales, que a la vez experimentaron un
crecimiento demográfico, lo que desembocó en una situación de miseria para la población
mestiza48. Esta población era la que se encontraba en la posición social más discriminada,
pues recibían la exclusión propia del no peninsular ni criollo, pero también quedaba
excluida de los derechos propios del indígena, como la encomienda. De este modo, el
mestizo debía vivir bajo sus propios medios, como mano de obra o tomando terrenos de
otros, o también con un estilo de vida, como señala Leonardo León, que muchas veces se
traducía sólo en sobrevivencia o en prácticas delictuales49.
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5 cHistoria de la vida privada en Chilec6 c3c c!
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Así, finamente Contador sostiene que la masa campesina no estuvo ajena al
conflicto político y social de la Independencia, y que el debate político-ideológico sí tuvo
una importancia notable en las posturas de los grupos, pues las ideas rupturistas de los
patriotas despertaron el rechazo de un campesinado con una tradición cultural bastante
reaccionaria. No lograban entender conceptos como Estado o Libertad, dice la autora, por
la complejidad de su significado; les era más asimilable la idea de un Rey bueno y de una
justicia administrada por Dios52. Así, el bandidaje-guerrilla es un fenómeno tanto social
como político, pues, por una parte, existe una necesidad de agruparse en esta organización
del ámbito de sobrevivencia, de no morirse de hambre en un sistema cada vez más en
crisis. Pero también hay motivaciones ideológicas, que claramente no son abstracciones
complejas ni mucho menos, pero tienen un componente político en cuanto este grupo
rechaza las ideas de otro. Por esto, desestimar la importancia o el rol que tuvieron durante
el proceso de la Independencia como agentes de movilización social sería un factor que
dejaría el análisis incompleto.
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