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“AÑO DEL CENTENARIO DE

MACHU PICCHU PARA EL MUNDO”.

LITERATURA
UNIVERSAL

DOCENTE : Gálvez
Riveros, Máximo
Alcides.

OBRA : Los
Comentarios Reales de los Incas.

AUTOR : Inca Garcilaso de la Vega.

FACULTAD : Ingeniería Industrial y de Sistemas.

INTEGRANTES :
 Niño Soto, José Angel.
 Munares Arias, Manuel Martin.

CICLO : II.

TURNO : Mañana.

LIMA - PERU
2011
INTRODUCION
Literatura Universal

En esta obra literaria que se desarrolló en la época del virreinato, y el autor es uno de
los representantes que perteneció a la época de los cronistas Post Toledanos, durante el
período colonial de la Historia del Perú.

Llegamos aquí a la parte de la trayectoria vital de Garcilaso de la Vega que más nos
interesa: la preparación de sus “Comentarios reales”. La proeza de forjar el primero y el
más grande texto de cultura del Perú, “Los comentarios reales”, demandó varios
sinsabores, los cuales descalabraron para siempre sus pretensiones de éxito inmediato y
mundano, enderezándolo en la ruta de una gloria perdurable y cultural.

Paralelamente, y de modo más hondo, los sucesos del Perú luego de su partida
parecían destruir lo que él amaba: los vestigios del Imperio Incaico en los reyes de
Vilcabamba (el último inca rey, Túpac Amaru, fue ejecutado en 1572, por el Virrey
Toledo), junto con el fallecimiento de su madre (casi el mismo año, 1571) y la férrea
organización colonial que Toledo legó al Virreinato del Perú (Toledo gobernó de 1569 a
1581), y que extendió de modo creciente una política adversa al desarrollo del potencial
de los indios y los mestizos.

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BIOGRAFÍA DEL AUTOR

GARCILASO DE LA VEGA

El inca Garcilaso de la Vega nació en Cuzco el 12 de abril de 1539. Fueron sus padres
el capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas, y la palla o noble incaica
Isabel Chimpu Occllo, nieta del Inca Túpac Yupanqui. El capitán, por su parte,
descendía de los linajudos Vargas de Hinostroza, de Extremadura, y estaba ligado por la
sangre a los no menos ilustres poetas Jorge Manrique y Garcilaso de la Vega, el poeta
de las églogas.

Fue bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, nombre de uno de sus antepasados
paternos, según la costumbre de ese tiempo. Se tienen algunas noticias de su infancia y
juventud a partir de sus obras. Por esos años le instruyeron acerca del pasado incaico su
tío abuelo Cusi Huallpa y los capitanes quechuas Juan Pechucta y Chauca Rimachi,
despertando su inquieta imaginación a base de relatos extraordinarios. Paralelamente a
ello, el español Juan de Alcobaza, encargado de su educación, fue aproximándole a las
excelencias de la cultura occidental mediante la proporción de rudimentos humanísticos.
Poco después, el canónigo Juan de Cuéllar lo inició en los conocimientos de gramática y
latinidades.

Durante la revolución de Gonzalo Pizarro, su casa —el solar de Cusipata, en el


Cuzco— fue cañoneada por los rebeldes encabezados por Hernando de Bachicao. Días
de angustia mortal vivió el pequeño Garcilaso en compañía de su madre Isabel y su
hermana Leonor, durante el asedio de hambre a que fuera sometida la casa solariega
donde vivía.

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Es necesario conocer sobre la conducta de su padre en esos años turbulentos de las


guerras civiles de los conquistadores, ya que marcaría muy profundamente en la vida
posterior del Inca. El capitán Sebastián Garcilaso había logrado escapar a Lima, donde
estuvo a punto de ser capturado y ahorcado por Francisco de Carvajal, lugarteniente de
Gonzalo Pizarro. Pero cuando Gonzalo, triunfante, entró en el Cuzco, llamativamente
Sebastián Garcilaso formaba ya parte de su séquito, no se sabe si por fuerza o
convencido a la causa de los insurgentes. Estuvo así en la batalla de Huarina, donde
Carvajal y Pizarro derrotaron al capitán realista Diego de Centeno. Se dijo entonces que
entregó su caballo Salinillas a Gonzalo Pizarro herido y fugitivo, contribuyendo así a
cambiar el desenlace del encuentro, acusación que años después tendría graves
consecuencias para su hijo. La rebelión gonzalista finalizó en Jaquijaguana o
Sacsahuana (1548), donde el mismo Capitán Garcilaso encabezó a los pizarristas que se
pasaron al bando del rey, en pleno encuentro, por lo que mereció el despectivo mote del
“leal de tres horas”. No obstante el pacificador La Gasca, en premio a dicho servicio, le
otorgó una de las más ricas encomiendas, la de Cotanera. Su hijo, testigo de tales
acontecimientos, tenía ya diez años de edad y vió con sus propios ojos el castigo severo
que se impuso a los rebeldes derrotados en el Cuzco.

Por esta época (c. 1549), sucedió una de las primeras decepciones que hirieron el
corazón del pequeño Garcilaso: la separación de sus padres. Él se casó con la dama
española Luisa Martel de los Ríos, y ella con un español de menor rango (tal vez un
simple mercader) llamado Juan del Pedroche. Fue también testigo del alzamiento de
Francisco Hernández Girón, quien, durante las bodas de Alfonso de Loayza (que había
congregado a los vecinos importantes del Cuzco), entró en la mansión propiciatoria,
sembrando el pánico consiguiente. En esa oportunidad, el ya adolescente inca ayudó a
su padre a huir por los tejados de la casa (13 de noviembre de 1553).

Durante la rebelión de Girón, el capitán Garcilaso estuvo del lado real, y tras la
derrota del rebelde se le nombró Corregidor y Justicia Mayor del Cuzco, importante y
honroso cargo (de 1554 a 1556); su hijo estuvo a su lado en ese tiempo, como
"escribiente de cartas".

En 1556 llegó el virrey Marqués de Cañete y destituyó en el corregimiento al padre


del Inca, de acuerdo con su política de represión a los conquistadores. Despidió también
a los soldados que pedían mercedes por sus servicios a la corona durante las guerras
civiles; entre ellos, a Gonzalo Silvestre, que llegó a ser un gran amigo del Inca, en cuya
compañía compondría, años más tarde La Florida del Inca. Silvestre había llegado al
Perú desde más de diez años atrás, luego de haber participado en la jornada de
Hernando de Soto en la Florida.

Por esa época, el adolescente inca tuvo también la oportunidad de conocer a Sayri
Túpac, uno de los incas de Vilcabamba, quien saliendo de su refugio montaraz se
sometió a la autoridad del rey de España. Acudió con su familia a verlo y participó en
las celebraciones de coronación simbólicas que se realizaron en el Cuzco.

El padre del Inca falleció en 1559, víctima de una larga e intermitente enfermedad.
Sus bienes pasaron a poder de las hijas legítimas, pero éstas, a su vez, dejaron de existir.
Fue entonces que el Virreinato se encargó de administrar las heredades del extinto
corregidor. Dícese que, por esa causa y otras, Garcilaso decidió viajar a España con el
fin de reclamar ante la Corona el reconocimiento de su derechos, por ser hijo de
conquistador y descendiente de los incas (1560). Posteriormente, por el hallazgo hecho

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del testamento (fechado el 3 de marzo de 1559), se ha establecido que el Capitán


Garcilaso, ni injusto ni despiadado como lo pintaron algunos cronistas adversos, legó a
su hijo la cantidad de cuatro mil pesos para que fuese a “estudiar” a España (por
"estudiar" puede muy bien entenderse "seguir estudios de clérigo").

Lo cierto es que, tras un corto lapso después del deceso de su progenitor, el inca
Garcilaso, ya por entonces un joven de 21 años, se dirigió a Lima. Antes de partir visitó
al Corregidor del Cuzco, Polo de Ondegardo, que le permitió conocer las momias de
cinco monarcas, sus antepasados; Garcilaso entró en las piezas en que estaban
depositadas y tocó la rígida mano del emperador Huayna Cápac. Tras llegar a Lima, se
embarcó en el Callao rumbo a Europa (23 de enero de 1560). Estuvo a punto de
naufragar en la isla de la Gorgona. Pasó el istmo de Panamá, llegó a Cartagena de
Indias, cruzó el Atlántico por la ruta de los galeones de La Habana hasta las Azores y
finalmente desembarcó en Lisboa.

Viajó a Extremadura, lugar de origen de sus antepasados paternos, donde visitó a


algunos familiares; pasó luego al pueblo cordobés de Montilla, donde residían ilustres
parientes, como su tío carnal, el capitán Alonso de Vargas, y los marqueses del Priego,
quienes le recibieron con afecto y curiosidad, sin dejar de sentir una cierta incomodidad
pues era hijo natural y carecía de títulos legales para acceder a la condición de hidalgo.
Luego, en 1561, pasó a Madrid donde al parecer vivió pobremente, mientras realizaba
trámites ante la Corona para lograr las mercedes que se debían a su padre; en el ínterin
conoció y trabó relación con algunas ilustres figuras de la conquista, como el Padre de
las Casas, Hernando Pizarro y Vaca de Castro, y con otros capitanes peruleros, como el
ya mencionado Gonzalo Silvestre, quien también realizaba trámites similares ante la
Corona.

Sus gestiones, que al parecer llegaban a feliz término, fueron entorpecidas por el
licenciado Lope García de Castro (quien sería luego gobernador del Perú), el cual,
sacando a relucir las crónicas del Palentino y de Gómara, sostuvo que el padre del Inca
había sido infiel a la Corona al haber luchado a favor de Gonzalo Pizarro, en Huarina,
ayudando a éste a huir y facilitándole su caballo Salinillas. Por más explicaciones y
réplicas que hizo a tal acusación, no logró nada.

Desengañado, pidió licencia para volver al Perú (27 de junio de 1563), pero no
realizó el viaje: probablemente, por juzgar más segura la protección de su tío Alonso de
Vargas, que la que hallase en el Perú de esos días. Estuvo en Montilla hasta fines de
1563, desconociéndose su paradero en 1564. La teoría de Riva Agüero, en el sentido de
que en 1564 partió como soldado de España hacia Navarra e Italia, no ha sido
comprobada. Lo cierto es que su estancia en Montilla, al lado de su tío Alonso Vargas,
se prolongó por muchos años más, habiendo constancia de su permanencia desde
principios de 1565 hasta 1591, solo interrumpidas entre 1569 y 1570 por razones de
milicia, como enseguida explicaremos. En esa estancia en Montilla completó sus
estudios, cortamente iniciados en el Cuzco.

A fines de 1569 se alistó en el ejército español, durante la guerra contra los moriscos
sublevados en las Alpujarras. Formaba parte del contingente enviado por el marqués de
Priego. Pasó por Sevilla. En esas guerras, el Inca obtuvo grado de capitán, el mismo que
luciera su finado padre, sin duda con la satisfacción de haberse hecho un nombre propio
en la carrera de armas.

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En marzo de 1570 volvió a Montilla, y acompañó a morir a su tío, quien lo favoreció


en su herencia. A los pocos días, partió de nuevo a la guerra de Granada, guerra
conducida por don Juan de Austria, el hermano bastardo del rey Felipe II. Retornó en
julio de ese mismo año. A partir de entonces abandonó la carrera de las armas,
probablemente por la poca consideración que se le tenía por su condición de mestizo.
Por esos años de 1570 y 1571, el virrey Toledo ordenó el destierro del Perú de todos los
descendientes, indios y mestizos —como lo era Garcilaso— de sangre real incaica. Por
ello, aunque Garcilaso hubiera querido volver al Perú, no le hubiera sido posible.
También por entonces falleció su madre en el Cuzco (1571).

Permaneció en Montilla, salvo breves viajes a Córdoba, Badajoz, Sevilla y otros


lugares, hasta 1591. Fueron largos años en los cuales el Inca se embebió en la lectura, su
nueva pasión; aprendió el idioma italiano y se instruyó sobre literatura y filosofía del
Renacimiento. De entonces datan sus conocimientos de Plutarco, Séneca, Horacio, Julio
César, Maquiavelo, Boyardo, Ariosto, entre otros. Aprovechó su permanencia en Sevilla
para hacer trasladar hasta allí los restos de su padre, en la Iglesia de San Isidro.

Se entusiasmó con la belleza y hondura de los Diálogos de amor, escritos en toscano


por el filósofo judeo-español Yehuda Abrahanel (residente en Nápoles), más conocido
como León Hebreo, e inició la labor de traducción. A fines de 1585 debió quedar
prácticamente concluida la traducción, realizada en bellísima prosa literaria. El 19 de
enero de 1586 dirigió una carta-dedicatoria de los Diálogos al rey Felipe II. Garcilaso
esperaba con esta obra literaria —la primera gran labor cultural hecha por un hombre
oriundo del Nuevo Mundo—, favores del rey que le permitan vivir de acuerdo con la
posición social y la honra que creía merecer.

Paralelamente, esbozaba otros proyectos literarios de mayor envergadura, que


después se cristalizarían en La Florida del Inca y Los Comentarios Reales. De tarde en
tarde abandonaba su retiro de Montilla para trasladarse a caballo a la villa de Las
Posadas, donde se hallaba el conquistador Gonzalo Silvestre, viejo ya y enfermo de
bubas, quien le suministraba datos para su crónica de la expedición de los españoles a la
península de la Florida, actual territorio norteamericano. Sin duda, por temer la pronta
muerte de Silvestre, adelantó este último libro, y entre 1587 y 1589 concluyó lo que se
podría llamar la primera redacción de La Florida.

En 1586 murió su tía doña Luisa, viuda de su tío carnal Alonso de Vargas. Así quedó
el Inca en posesión de la herencia de don Alonso, consistente, en su mayor parte, en
unos censos, impuestos sobre los bienes de los marqueses de Priego. Con el tiempo —
sobre todo a la muerte del marqués don Pedro, y su sucesión por el marqués don Alonso
— la cobranza de esa renta se hizo difícil y Garcilaso pasó tiempos de poca holganza
económica.

En 1590 apareció por fin publicada en Madrid La Traducción del Indio de los Tres
Diálogos de Amor de León Hebreo, su primer libro, y la primera obra literaria de alto
valor hecha por un americano. Ya por entonces firmaba como Garcilaso Inca de la Vega
y se presentaba como hijo del Cuzco, ciudad a la que definió como cabeza de imperio.
Aparte de ser estimada como la mejor versión de los diálogos y una expresión de la
simpatía profesada por el Inca a la filosofía neoplatónica, dicha obra envuelve un
implícito repudio a la violencia desplegada por los españoles en la dominación de
América.

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En este tiempo, aproximadamente, empezó a reunir las informaciones enderezadas a


superar la general ignorancia sobre el Perú, “república antes destruida que conocida”,
materiales que después le servirían para componer los Comentarios Reales. Escribió a
sus parientes y amigos del Cuzco, solicitándoles datos de los acontecimientos recientes
y pasados, las que obtuvo principalmente a través de sus tíos Francisco Huallpa Túpac
(materno) y García Sánchez de Figueroa (paterno); acudió también a los lugares donde
podía escuchar noticias de viajeros de Indias.

En 1591 se trasladó a Córdoba (probablemente a fines de ese año), donde se


estableció definitivamente. Compuso entonces lo que podría llamarse la segunda
redacción de la Florida, la cual corrige la primera y la amplía con noticias provenientes
de las relaciones de Alonso de Carmona y Juan Coles, soldados de la hueste de
Hernando de Soto, redacción que concluyó en 1592, tras la muerte de Gonzalo Silvestre.
Paralelamente continuó escribiendo en su forma primitiva, los Comentarios Reales de
los Incas (primera parte). Esta obra, originalmente, la concibió como una historia de la
cultura incaica, poco atenta a los hechos de la historia política, y dedicada
preferentemente, a las costumbres, ritos, ceremonias y "antiguallas" de los antiguos
peruanos.

Pensaba dedicar la Florida a su pariente Garci Pérez de Vargas, para lo cual escribió
en 1596 la Genealogía o Relación de la descendencia del famoso Garci Pérez de
Vargas —aquel famoso capitán de Fernando el Santo, antepasado del propio Inca, y
también del destinatario de la dedicatoria—. Al no aparecer entonces la Florida, la
Genealogía quedó inédita y no se publicaría hasta el siglo XX.

Por esta época decidió también tomar la carrera eclesiástica y se hizo cargo de la
capellanía familiar fundada por el primero de su estirpe en la iglesia parroquial de
Granada.

En 1598 o en 1599, le llegó a sus manos los restos de la crónica del jesuita peruano
Blas Valera —escritos recuperados del saqueo de Cádiz por los ingleses en 1596—, la
cual empezó a usar en la redacción de sus Comentarios Reales de los Incas. En 1602
declaró hallarse terminando dicha obra (en lo que sería su primera redacción). Fueron
tiempos de sinsabores y mala salud para el Inca. Probablemente en 1603, escribió la
parte referente a la historia política de los incas, la cual se insertó alternadamente, con
series de capítulos referentes a la historia cultural, ya redactada. A ésto puede llamarse
la "segunda redacción", que culminó a fines de dicho año (aunque en marzo de 1604,
hizo unas adiciones más —libro VII, capítulo XXV, y al final del libro IX de los
Comentarios Reales—). Luego, el 9 de diciembre de 1604, dió poder a Domingo de
Silva para que se editasen La Florida y los Comentarios.

En 1605 apareció en Lisboa La Florida del Inca, relación histórica de la desgraciada


expedición que el adelantado Hernando de Soto, y otros capitanes españoles,
condujeron a la península de La Florida entre 1539 y 1543, fundamentalmente basada
en el testimonio del soldado Gonzalo Silvestre y que, por la viveza de su estilo y el
relieve que hace de las virtudes de ambas razas en conflicto (el espíritu indómito de los
indios y el espíritu guerrero de los españoles), ha sido considerada como una epopeya
en prosa.

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En 1609 apareció publicada, también en Lisboa, la Primera Parte de su obra cumbre,


los Comentarios Reales de los Incas, impreso en una magnífica edición por Pedro
Crasbeeck y dedicado a la princesa Catalina de Portugal, duquesa de Braganza. En esta
obra, el Inca quiso cumplir la obligación que a su patria y a sus parientes debía,
escribiendo sobre sus gobernantes, costumbres, leyes y religión. Es una obra de
madurez plena en la que, al mismo tiempo que se enorgullece de su mestizaje, enaltece
de tal manera a los incas al punto de crear una imagen idílica, atribuyéndoles una misión
civilizadora.

En el ínterin, Garcilaso, en deplorable situación económica, aceptó el nombramiento


de mayordomo del hospital de la Limpia Concepción de Nuestra Señora para
enfermedades venéreas, en Córdoba (1605), y continuó componiendo la Segunda Parte
de los Comentarios Reales, dedicados a la conquista del Perú, cuya fecha de inicio de
redacción no ha sido determinada. Se calcula que a fines de 1612 dicha obra estaba
prácticamente concluida. Por entonces, Garcilaso disfrutaba en Córdoba de general
estimación y respeto; su nombre merecía también el aprecio de sus paisanos, y así
recibía visitas de peruleros distinguidos, como fray Luis Jerónimo de Oré, autor de
obras históricas.

De ese año de 1612 data también un prólogo que escribió para un Sermón que
publicó del franciscano fray Alonso Bernardino, en honor a San Alfonso (o San
Ildefonso) y dedicado al marqués de Priego, don Alonso Fernández de Córdoba (en
Córdoba, a 30 de enero de 1612).
Por esos días, el mismo marqués de Priego le pagó una suma bastante crecida que le
debía. Con ese dinero, el Inca compró, para ser enterrado allí, la Capilla de las Ánimas
de la Catedral de Córdoba (18 de septiembre de 1612). Ya anciano, esperaba su próxima
muerte. Esta le llegó en el hospital de la Limpia Concepción, el 23 de abril (fecha
aproximada, según Aurelio Miró Quesada) de 1616, diez días después de haber
cumplido los 77 años de edad. Anteriormente se creía que murió el día 22, pero resulta
más probable el 23. Es decir, el mismo día que Cervantes, y cerca del mismo en el que
también murió William Shakespeare, coincidentemente los dos más grandes ingenios de
la literatura universal.

En la capilla de las Ánimas de la Catedral de Córdoba sus albaceas grabaron esta


lápida:
El Inca Garcilaso de la Vega, varón insigne, digno de perpetua
memoria. Ilustre en sangre. Perito en letras. Valiente en armas. Hijo
de Garcilaso de la Vega. De las Casas de los duques de Feria e
Infantado y de Elisabeth Palla, hermana de Huayna Capac, último
emperador de las Indias. Comentó La Florida. Tradujo a León
Hebreo y compuso los Comentarios reales. Vivió en Córdoba con
mucha religión. Murió ejemplar: dotó esta capilla. Enterróse en ella.
Vinculó sus bienes al sufragio de las ánimas del purgatorio. Son
patronos perpetuos los señores Deán y Cabildo de esta santa iglesia.
Falleció a 23 de abril de 1616.

Al año siguiente (1617), salió a la venta, editada en Córdoba, la Segunda parte de los
Comentarios Reales de los Incas, bajo el título de Historia General del Perú (nombre
que arbitrariamente le impuso el editor). La impresión ya estaba concluida desde el año
anterior, y existe algún raro ejemplar fechado en 1616. Está obra, publicada
póstumamente, está dedicada a la Conquista y las consecuentes guerras civiles entre los

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españoles, donde el autor incluye una rehabilitación de su padre, calumniado ante los
personeros de la corona por sus adversarios.

Finalmente cabe agregar sobre la descendencia del Inca. Un documento hallado por
Rafael Aguilar y dado a conocer por Aurelio Miró Quesada Sosa, referente a la Capilla
de las Animas, con fecha del 6 de marzo de 1624, menciona a Diego de Vargas, al
parecer hijo natural de Garcilaso, habido en su criada Beatriz de la Vega, y que oficiaba
de modesto sacristán de dicha capilla. Debió nacer hacia el año 1588.

OBRAS DEL INCA GARCILASO DE LA VEGA

Traducción del italiano de los Tres Diálogos de Amor del platónico León Hebreo
(Madrid, 1590) - Relación de la descendencia de Garci-Pérez de Vargas (Lisboa, 1605)

"La Conquista de la Florida (1605)”, que antecede en importancia a los


"Comentarios Reales", relata las andanzas de los aventureros españoles en la península
de la Florida, encabezados por el capitán Hernando de Soto. En ella critica veladamente
la política del monarca español Felipe II. "Araucana en prosa" lo llamó Ventura García
Calderón y "epopeya real y efectiva", José de la Riva Agüero, éste último uno de los
más fervientes exégetas y defensores del Inca. José Durán Flores, otro historiador, se
encargó de difundir los valores más saltantes que encierra la obra.

"Los Comentarios Reales de los Incas (Lisboa, 1609)" constituye el mejor libro de
Garcilaso. Este es denso como una novela, vibrante como una epopeya y claro como
una tesis. Dividido en dos partes, la Primera encierra en sus páginas el boato y la
grandeza del imperio incaico: historia, costumbres, creencias, religión, filosofía, artes,
armas, medicina, gobierno, etc. La segunda parte contiene las hazañas de los
conquistadores y la instauración de la colonia. Libro ameno y de estilo indesmayable, su
lectura completa debería ser ejercicio obligado de todo peruano.

“La Conquista del Perú (1617)”.

“Historia General del Perú (Córdova, 1617)”.

Convertido en un “betseller”, el primero de un autor nacido en tierra peruana, fue


traducido a todos los idiomas occidentales. En la Biblioteca Nacional de París, una de
las bibliografías americanas más completas, el Catálogo razonado sobre América y las
Filipinas, elaborado en 1867, enumera una veintena de traducciones al francés, inglés,
alemán, italiano, holandés, y hay incluso una edición en latín.

La influencia de los Comentarios Reales, ha trascendido más allá de lo estrictamente


literario o historiográfico. Su lectura preservó en la memoria colectiva andina el
recuerdo del Tahuantinsuyo, actuando como causa de las sangrientas rebeliones
indígenas contra el dominio español, hasta que las autoridades dispusieron su
prohibición y la recolección de todos los ejemplares (1782). Y aquella obra ejemplar se
presenta ante la posteridad como una síntesis de la nueva sociedad que ha surgido desde
la Conquista, pues exalta por igual a andinos y a españoles, ingredientes ambos de la
nueva realidad mestiza que Garcilaso representa.

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ANÁLISIS DEL CONTENIDO:

Género literario: Narrativa Española.

Especie literaria: Crónica real.

Tema: Trata Sobre la historia, cultura y costumbres de los Incas y otros pueblos del
antiguo Perú y Sobre la Conquista del Perú. Desde el arribo de los españoles hasta la
muerte de Túpac Amaru I (1572). Más conocida como HISTORIA GENERAL DEL
PERÚ.

Tiempo: La segunda mitad del siglo XVI

Espacio: En el Antiguo Perú (Tahuantinsuyo)

ESTRUCTURA DE LA OBRA

Estructura: Los Comentarios Reales de los Incas La obra fue publicada en dos partes,
ambas separadas en tiempo, título, y contenido:

 La primera publicada 1609, en 9 libros de 262 capítulos, se refiere a los


hechos de los incas y su civilización.

 La segunda, en 8 libros de 268 capítulos, póstumamente publicada en 1617


como "Historia General del Perú," que se ocupa de la conquista de esas tierras
y de las guerras civiles.

Forma de la expresión: Se le considera y aprecia como excepcional y tardío


representante de la prosa renacentista, caracterizada por la mesura y el equilibrio entre
la expresión y los contenidos, por su sobria belleza formal.

ARGUMENTO

En la primera parte nos narra los usos y costumbres del imperio del Tahuantinsuyo,
nos da a conocer su cosmovisión. Se ocupa de la flora, fauna y de la minería, del valor
que le asignaban al oro y la plata. Entre los animales de la fauna andina de aquella
época resalta los camélidos Andinos Sudamericanos como son la llama, la alpaca, la
vicuña y el guanaco. Por la descripción que hace de estos animales, nos damos cuenta
del importante rol que cumplió la llama como bestia de carga, como proveedor de lana y
carne para los hombres de esta cultura. Asimismo, conocemos del valor que le
asignaban a la lana de la vicuña, la cual por su finura, solamente era utilizada por el inca
y los nobles para confeccionar sus vestimentas. Nos habla igualmente de la coca,
considerada planta sagrada para la realeza incásica, cuyo uso estaba únicamente
reservado a estas clases sociales. Probablemente el cronista nunca se imaginó que esta
planta iba a estar muy satanizada y considerada como un narcótico muy peligroso.

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A través de su narración, nos va mostrando los cuatro grandes momentos por los que
pasó el imperio incaico. Desde los tiempos legendarios con Manco Cápac y Mama
Ocllo, saliendo de las espumas del Titicaca, el lago más alto del mundo, pasando por la
etapa de la confederación, luego la del apogeo o expansión con Pachacútec, Túpac
Yupanqui y Huayna Cápac y finalmente la decadencia, con el enfrentamiento fratricida
de los hermanos Huáscar y Atahualpa, que facilitó enormemente la conquista española.
La obra de IncaGarcilaso describe la forma como los incas se iban formando para
gobernar, es decir para asumir el trono y luego de la forma como realizaban sus
conquistas, casi siempre mediante la imposición de sus armas.

En la segunda parte se aboca a la guerra de conquista del Perú y a las guerras civiles
fratricidas por los restos del imperio y sus riquezas que surgen entre los conquistadores.
El asentamiento de los españoles en territorio peruano hasta la ejecución del último de
los incas de Vilcabamba, Túpac Amaru I en 1572. También presenta la justificación
de la conquista española y los abusos que cometieron los conquistadores.

RESUMEN DE LA OBRA

Considerada la obra maestra del


Inca Garcilaso de la Vega, Los
Comentarios Reales aparecen en
1609 y constituyen un invento por
dotar al Perú de una historia que
recoja todos los aspectos de su
devenir social y cultural. La obra está
dividida en dos partes, la primera
consta de 9 libros y la segunda de 8.

La parte inicial recoge lo


concerniente a los incas (dioses,
leyes, formas de gobierno e
instrucciones) antes de la llegada de
los españoles a su territorio. Con una
prosa clara y expresiva, El Inca
mezcla datos de la economía política
con los problemas de la cronología,
se vale de fuentes orales y escritas e
incluso de recuerdos de su infancia
para estructurar su relato.

En esencia es veraz y algunas veces aporta documentos de primera mano. Se le acusa


de idealizar el pasado, pero hay que considerar todo lo que tenía se humanista y explicar
sus presuntas deformaciones sobre el utopismo renacentista que debió marcarle: El inca
veía una uniformidad psicológica al comparar al indio con el hombre de la antigüedad o
con el español de su tiempo.

La segunda parte de los “comentarios” publicada en forma póstuma, lleva el título de


historia general del Perú (1617). Aquí se ocupa del descubrimiento y los sucesos que

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desencadenaron las incursiones españolas en territorio inca. Recoge también las


desvanecías que surgían entre los españoles y culmina con la ejecución del príncipe del
imperio a manos de los conquistadores.

El Inca Garcilaso de la Vega, el hijo de una princesa incaica y un conquistador español,


relata una historia de su vida en el Imperio incaico antes de la Conquista. Basándose en
su propia experiencia personal, historias que se descienden de las generaciones de sus
antepasados, y pasajes de otras autoridades históricas, como Blas Valera y Francisco
López de Gómara, no sólo cuenta sino también comenta la vida en Perú antes de la
llegada de los  conquistadores.

Empieza con la creación del Imperio, asegurándose de distinguir la nueva etapa de la


previa, cuando los nativos eran idólatras y caníbales, a diferencia de los incas
civilizados.

Los primeros Incas, Manco Capac y Mamá Ocllo, eran descendientes del Sol y la
Luna, el Sol siendo el principal dios visible de los Incas.  Este primer rey establece una
serie de leyes y pautas para la nueva civilización, que se dicen que son directivas del
dios del Sol y que se siguen por todas las generaciones subsiguientes. Garcilaso describe
la estructura de la sociedad, que se centra en la ciudad capital de Cuzco.  Elabora todo
tipo de detalle, incluso el papel de las mujeres, la crianza de los niños y costumbres
religiosas, gubernamentales y educativas. Gasta bastante tiempo en describir las
conquistas incaicas de las naciones indígenas contiguas hechas por cada rey y sus
sucesores, todos los cuales siguen el código de conducta esbozado por el dios del Sol. 
Los Incas intentan conquistar sin violencia y con frecuencia pueden convencer a la
gente de otras naciones para convertirse en vasallos por razonar con ellos. Garcilaso
también destaca la manera noble y decente en que gobiernan los Incas. El retrato
pintado por nuestro autor a menudo se considera utópico y la sociedad y el método de
conquista pueden contrastarse con los de los españoles invasores que aparecen en la
segunda parte del autor de los Comentarios reales, conocida como La Historia General
de Perú.

Uno de los temas primarios que se ve es  la frecuencia de los malentendidos entre los
indígenas y los españoles a causa del lenguaje y las barreras lingüísticas y dificultades
de interpretación. Esas barreras lingüísticas complican aún más los asuntos religiosos,
dado que los españoles atribuyen erróneamente costumbres idolatras a los Incas.
Garcilaso pretende corregir esas creencias falsas y explica que la religión incaica es
similar al Catolicismo: aunque adoran al Sol, su dios verdadero es Pachacamac, la
deidad espiritual que ellos consideran el gran creador del mundo. Garcilaso se pone en
posición de autoridad en cuanto a estos asuntos por su familiaridad con ambos el
lenguaje y la cultura de los Incas.

El relato histórico termina con la descripción de la caída del Imperio Incaico. Cuenta
como el dios Viracocha aparece a un príncipe desterrado, quien luego se apropia del
nombre del dios, que le amonesta de la llegada de unos invasores que vienen y que
merecen su reverencia. A causa de esta historia, al llegar los españoles años más tarde,
reciben una bienvenida sin reservas a una sociedad ya en tumulto. El Imperio se ha
dividido, contra las leyes antiguas de los Incas, entre Huascar, el primogenitor y
Atahaulpa, su hermano, un hijo ilegítimo del previo rey. Atahualpa se caracteriza como

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villano que intenta y logra conquistar el imperio entero. Es aquí donde se termina el
libro, para continuarse en la segunda parte, Historia general del Perú.

A través de los Comentarios reales, el Inca Garcilaso incluye información detallado


sobre todos los aspectos de su vida, de correos a agricultura a vírgenes sagradas a
relaciones raciales. Además prueba su pertenencia a la sociedad incaica y enseña
deleitando por incluir fábulas, leyendas e historias intercaladas que demuestran su
familiaridad con las costumbres y el pasado incaicos. Finalmente, sin ser explícito en
sus críticas, el Inca Garcilaso consigue comentar otros relatos históricos y desmiente
ideas erróneas sobre los incas y su imperio.

VALORACION PERSONAL:

Los valores que rescato de esta crónica real es la preservación de las costumbres
religiosas y fiestas que hasta aun hoy perduran y el apoyo, el compañerismo, entre los
indígenas y los anti valores son el abuso y el egoísmo de los españoles conquistadores.

APRECIACIÓN CRÍTICA:

Los comentarios reales, por su contenido y la intensidad que pone el inca Garcilaso
al escribir los hechos de forma tan veraz que jugó un papel de primer orden para
estimular entre los indios y los mestizos el anhelo de libertad e independencia
nacional. La prueba más faltable es cuando las autoridades luego de sofocar el
movimiento de "TUPAC AMARU II " (1780) prohibieron la circulación de los
comentarios reales por considerarlo peligroso y subversivo para la estabilidad y política
del régimen colonial.

Al inca Garcilaso se lo valoro como humanista, historiador y eximio cronista y por


el significado de su obra, como asevera el doctor "Luís E. Valcárcel", es el de la patria
peruana. Con Garcilaso fase literaria e histórica para hablar de la patria peruana desde
tiempos lejanos, en el siglo XVI la describe y se enorgullece de pertenecer a esta patria.

CONCLUSIONES:

En conclusión los comentarios reales trata sobre la identidad indígena el mestizaje y


la memoria, los Comentarios Reales se constituyen en una obra clave para el
conocimiento de la historia y cultura del Perú prehispánico. Por su carácter de
testimonio del momento en que se fundó la identidad peruana.

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BIBLIOGRAFÍA:

 Biblioteca de Consulta Encarta 2009.

 Los comentarios reales. Gran Biblioteca Literatura peruana. El Comercio.


Editorial
 Peisa, 2003.

 Enlaces de internet:

 http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/mcp/01593185435691
863020035/p0000001.htm.

 http://letrasperuanasyuniversales.blogspot.com/2009/01/los-comentarios-
reales-de-los-incas.html

 http://www.cesar.elpoeta.tripod.com/id11.html.

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