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Voces: ADMINISTRACION FRAUDULENTA ~ ARGENTINA TELEVISORA COLOR ~

DEFRAUDACION ~ DELITO ~ DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACION PUBLICA ~ DIRECTOR DE


SOCIEDAD ~ FRAUDE CONTRA LA ADMINISTRACION PUBLICA ~ PROCESAMIENTO ~
SOBRESEIMIENTO ~ SOCIEDAD ANONIMA CON PARTICIPACION ESTATAL MAYORITARIA ~
TIPICIDAD
Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal, sala
II(CNFedCrimyCorrec)(SalaII)
Fecha: 12/06/2006
Partes: Administradores de A.T.C. S.A.
Publicado en: LA LEY2006-E, 198 - IMP2006-19, 2403 - Sup. Penal2006 (agosto), 55
Cita Online: AR/JUR/2802/2006

Hechos:
El Juez de Instrucción decretó el sobreseimiento del presidente de Argentina Televisora Color (ATC), que
habría llevado a cabo una irregular administración durante su gestión y de quienes actuaron como asesora legal
y coordinadora gerencial de la mencionada entidad. Asimismo dispuso el procesamiento de los directores de
ATC S.A., con relación al delito de administración fraudulenta agravado por haber sido cometido en perjuicio
de la administración pública. Apeladas las resoluciones, la Cámara revocó los sobreseimientos y confirmó los
procesamientos dictados.

Sumarios:
1. Cabe decretar el procesamiento en orden al delito de administración fraudulenta agravado por haber sido
cometido en perjuicio de una administración pública, respecto de quienes revistiendo el carácter de directores de
una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria — en el caso, Argentina Televisora Color—
habrían celebrado negocios severamente perjudiciales al patrimonio de la entidad, dada la delicada situación
económica financiera que atravesaba y el modo desaprensivo en que se ejecutaron.
2. Debe dictarse el procesamiento en orden al delito previsto en el art. 173 inc. 7, con la agravante del art. 174
inc. 5 del Cód. Penal respecto de los directores de una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria
— en el caso, Argentina Televisora Color— que habrían celebrado negocios ruinosos para la entidad, pues, los
resultados negativos de las operaciones no habrían sido imputables al mero riesgo empresario, sino que debido a
la situación financiera en la que aquélla se encontraba, resultaba altamente predecible el perjuicio económico
que se irrogaría al patrimonio societario.
3. El hecho de que algún funcionario en nombre del Estado Nacional, como accionista de una sociedad anónima
con participación estatal mayoritaria — en el caso, Argentina Televisora Color— , haya emitido alguna
directiva respecto a la realización de negocios que resultaron perjudiciales a la entidad, no justifica el
quebrantamiento del deber de fidelidad en el que habrían incurrido los directores al asumir obligaciones que se
sabían imposibles de cumplir debido a las dificultades económicas que atravesaba el ente societario.
4. Corresponde procesar en orden al delito previsto en el art. 173 inc. 7, con la agravante del art. 174 inc. 5 del
Cód. Penal, a los directores de una sociedad anónima con participación mayoritaria estatal — Argentina
Televisora a Color— que habrían celebrado negocios ruinosos para la entidad, puesto que aun cuando la propia
estructura resultara deficitaria, ello no los eximía del cumplimiento del deber de diligencia.
5. Los directores de una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria — en el caso, Argentina
Televisora Color— que habrían celebrado negocios perjudiciales para ella, no pueden liberarse de
responsabilidad so pretexto de inexperiencia en la actividad que la entidad desarrolla, por cuanto la imputación
que se les endilga se asienta en el quebrantamiento de los principios de diligencia y buena fe en el ámbito de la
administración comercial.
6. Debe revocarse el sobreseimiento dispuesto respecto del presidente de un canal de televisión estatal, en orden
a la irregular administración que llevó a cabo durante su gestión, dado que su desvinculación definitiva del
proceso aparece como prematura, porque no ha sido esclarecida su presunta vinculación con una de las
sociedades que había participado en la consulta de ofertas por los derechos de comercialización de un evento.
7. Corresponde revocar el sobreseimiento decretado respecto de la asesora legal y la coordinadora gerencial de
un canal de televisión estatal que habrían intervenido en una contratación irregular, ya que la primera habría
negociado y redactado las cláusulas contractuales y la segunda habría participado en la etapa de ejecución del
contrato.

Texto Completo: 2ª Instancia. — Buenos Aires, junio 12 de 2006.


Y Vistos Y Considerando: I - Que llegan las presentes actuaciones a conocimiento y decisión del Tribunal,
por un lado, en virtud de la apelación deducida a f. 26/32 por el Sr. Fiscal, Dr. C. A. R., y a f. 50/1 por
representantes de la Oficina Anticorrupción, en su rol de querellante en autos, contra la decisión del Juez a quo
obrante a f. 1/25, en cuanto allí dispuso declarar la prescripción de la acción penal respecto de G. A. S. en orden
a la irregular administración de ATC durante su gestión como presidente y la omisión de efectuar los aportes y

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contribuciones previsionales del personal de aquella; sobreseerlo además por los restantes sucesos imputados,
por las causales previstas por los incisos 2 y 3 del artículo 336 del código ritual; y sobreseer a M. J. N. y M. N.
V. de B., en los términos del último de dichos supuestos (puntos dispositivos I, II y III, respectivamente).
Por otro, en razón del recurso interpuesto a f. 35/6 y 47/8 por los Dres. C. A. y J. E. A., asistentes técnicos
de R. A. R., a f. 38/9 por el Dr. V. D. D., abogado de H. M. F., a f. 45 por el Dr. R. R., defensor de E. O. A., y a
f. 40/1 por el Dr. H. C. M., letrado de J. L. C., A. R. y L. P. G.; todos ellos contra el procesamiento dictado a sus
defendidos por el delito de administración fraudulenta, agravado por haber sido cometido en perjuicio de una
administración pública — los tres primeros en carácter de autor, los restantes como partícipes necesarios— y
los embargos trabados a su respecto (puntos resolutivos IV y V).
II - Ya ante esta Alzada y mantenidos que fueran la totalidad de los remedios introducidos, los apelantes —
a excepción del Sr. Fiscal General— comparecieron a la audiencia y expresaron agravios, oportunidad en la que
el Dr. D. introdujo un nuevo planteo de nulidad (cf., de su memorial, f. 113/vta.) del cual luego se dio vista al
Ministerio Público Fiscal, quien postuló su rechazo considerando que los argumentos introducidos por esa vía
correspondía sean tratados en el marco más amplio del recurso de apelación (f. 176).
También se presentaron, pero a fin de mejorar los fundamentos del pronunciamiento atacado, los Dres. G. J.
B., J. J. S. y R. R., en representación de V. de B., S. y N., respectivamente; ocasión ésta en la que el último de
los mencionados letrados afirmó que los escritos de interposición de ambas partes acusadoras carecían, con
respecto a la situación procesal de su asistida, de la motivación exigida por el artículo 438 del código adjetivo,
razón por la cual pidió que en este punto se los declare mal concedidos (cf. presentación a f. 163/74, apartado
III).
III - Por empezar, se adelanta que esta última apreciación no habrá de ser compartida pues, al tiempo de la
interposición, basta con que el recurrente señale cuáles son aquellas premisas del auto que a su juicio merecen
una diferente ponderación (cf. causa n° 9318 "Puenzo", rta. el 4/6/93, reg. n° 9905) y, en esa dirección, surge
claro de ambos escritos que el disenso de los recurrentes gira en torno a la valoración jurídica que desde el
ángulo de la participación criminal efectuó el Juez a quo sobre la actuación de N. y B. en uno de los dos
proyectos por los que se dictó el procesamiento del directorio de ATC SA.
Así y toda vez que, como se dijo en el citado precedente, "motivar" no debe confundirse con "fundamentar"
por cuanto esto último es propio de la audiencia ante la Alzada prevista por el artículo 454 del código de rito y
no resulta obligatorio, no se hará lugar a la declaración solicitada.
IV - Dilucidada ya esta cuestión, previo a ingresar al estudio de los argumentos desarrollados en cuanto al
fondo de la decisión, corresponde analizar ciertos extremos de índole procesal que — a criterio de algunas
defensas— determinan su nulidad.
a. En punto a las deficiencias en que habría incurrido el Magistrado a quo al identificar la conducta por la
cual cauteló a cada uno de los procesados en autos — principalmente, se aduce una excesiva generalidad que
impediría conocer con claridad el contenido de la imputación— entienden los suscriptos que no resultan tales
pues la sola lectura de la decisión permite distinguir, sin dificultad, cuál es el hecho concreto materia de
reproche y de qué modo se inserta en él la actuación de aquellos, de conformidad con las exigencias impuestas
en tal sentido por el artículo 308 del código adjetivo.
En efecto, fácil es advertir que el procesamiento de A., R. y F. se dictó en relación a dos proyectos en que
involucraron a ATC SA durante su gestión como directores y que habrían sido severamente perjudiciales a su
patrimonio dada la delicada situación económico-financiera que atravesaba y el modo desaprensivo en que se
ejecutaron: "ATC Cable" y "Juegos Panamericanos 1995"; que el de C., R. y G. versa exclusivamente sobre su
supuesta participación en este último, como cesionarios en fraude a ATC SA de los derechos de publicidad por
ella adquiridos en relación a ese evento; y que tales imputaciones — ya sea que se compartan o no— derivan de
una interpretación razonable del conjunto de pruebas reunido y del derecho aplicable, todo lo cual ha sido
suficientemente explicitado a lo largo de la resolución.
Las distintas contrataciones mencionadas en el Considerando II G. Otras Situaciones no inducen a error en
este aspecto desde que el propio Juez aclaró que con esa enunciación sólo pretendía mostrar la generalizada
irregularidad que caracterizó la conducción de los asuntos sociales durante esa gestión unitariamente
considerada, por ser ese el contexto en que se inscribían, como casos emblemáticos, los emprendimientos en
estudio (f. 13 vta.).
b. En relación a la presunta afectación al principio de congruencia, se deduce de lo expuesto ut supra que el
contrato al que alude el Dr. D. — celebrado el 7/3/95 en representación de ATC y aportado a f. 2178 del
principal— no fue ponderado como un suceso independiente por el que se formulase una imputación autónoma.
Por el contrario, fue valorado tan sólo como un elemento más, merituado marginalmente al finalizar el
apartado II.E. ATC Cable del auto en crisis, como otro ejemplo de la falta de diligencia del órgano directivo de
ATC SA, esta vez puesta de manifiesto en el hecho de haberse adjudicado una nueva contratación a un
proveedor que había incumplido los términos del contrato anterior (f. 8 in fine).

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En estas condiciones la circunstancia de que no le fuera enumerado a su asistido en la ampliación de su
declaración indagatoria (f. 2311/5 del principal) no se traduce en la invalidez del procesamiento, ya que para
ello dicho documento debería resultar estructural a efectos de sostener la imputación, lo cual no se advierte ni
tampoco se ha alegado.
c. En cuanto a la invocada prescindencia de pruebas decisivas para la adecuada solución del caso se observa
que en realidad lo que se pretende controvertir es la tácita decisión del Juez instructor de denegar las medidas de
prueba solicitadas por H. M. F. en la declaración citada en el apartado anterior, temperamento que en nada
incide en la cuestión que aquí nos ocupa y, por otra parte, no resulta recurrible (artículo 199 del Código Procesal
Penal de la Nación).
Por lo demás, tampoco se aprecia la arbitrariedad y parcialidad que la parte genéricamente invoca desde que
las diligencias no ordenadas por inconducentes aparecen dirigidas a corroborar defensas del procesado que —
veraces o no— el Magistrado estimó inverosímiles a los fines de restarle responsabilidad en el hecho (cf. f.
19vta. y 20 del pronunciamiento apelado).
d. En lo atinente a la falta de fundamentación en la determinación del monto de los embargos, no cabe
perder de vista que la vigencia del planteo se encuentra íntimamente ligada al mantenimiento de las medidas
cautelares dictadas en los términos del artículo 306 del código procesal penal, por lo cual debe diferirse su
tratamiento a las resultas de la evaluación de fondo que en lo sucesivo se habrá de realizar.
En mérito de las consideraciones precedentes, habrán de rechazarse como motivos de nulidad las cuestiones
analizadas en los apartados a, b y c del presente Considerando (artículos 168 a contrario sensu, 307 y 308 del
Código Procesal Penal de la Nación).
V - Llegados a este punto corresponde finalmente ingresar en el análisis de las diversas situaciones
procesales que vienen apeladas. De ellas, conviene comenzar por la de aquellos procesados a título de autor
pues, dado el carácter de delito especial propio de la figura aplicada y los principios que rigen la participación
criminal, de lo que se resuelva a su respecto dependerá la vigencia de las restantes imputaciones.
1) Situación de E. A., R. R. y H. F.
Su gestión como directores de ATC SA abarca el período comprendido entre fines de 1992 — los primeros
ocuparon el cargo al menos desde junio pero el último recién es designado el 9 de diciembre— hasta el 28 de
diciembre de 1995, fecha en la cual renunciaron a raíz de la intervención dispuesta por el Poder Ejecutivo
Nacional por decreto n° 1023/95 (f. 144/5 del ppal.), la que sólo una semana después se presentó en concurso
preventivo (cf. actas de directorio n° 1, 5, 52, 53, 58 y 59).
Como tales y en uso de las facultades propias del directorio de toda sociedad anónima (cf. art. 255 de la ley
19.550, régimen aplicable a ATC S.A. excluyente de cualquier otro según los arts. 3 y 10 de su decreto de
creación n° 544/92), fueron los que la embarcaron en los proyectos "ATC Cable" y "Juegos Panamericanos 95",
los que, como se adelantó, resultaron altamente ruinosos; en concreto, habrían significado una pérdida de
$9.800.000 y $10.400.000, respectivamente (cf. informe del 27/12/95 de la Comisión Fiscalizadora actuante al
Síndico General de la Nación).
Sobre el particular, las defensas alegan coincidentemente que tales resultados negativos no son imputables
sino a los riesgos inherentes a cualquier negocio y que, por otra parte, las decisiones adoptadas en el seno de
ATC no debían ser evaluadas estrictamente en términos de rentabilidad pues, si bien operaba bajo el ropaje de
una sociedad anónima, materialmente respondía a los intereses y objetivos del Estado Nacional. Además, que en
la peor de las hipótesis los nombrados aparecen como "malos administradores" mas "...aun cuando se
acredit[asen] 10, 20 o más negocios desastrosos... ello no acredita... la existencia de maniobras defraudatorias
contra la sociedad..." (cf. memorial a f. 146/50, específicamente f. 148, el agregado entre corchetes corresponde
al Tribunal).
Ahora bien, el examen de las condiciones en que ambas decisiones fueron adoptadas, de la situación
económico-financiera en que ya se encontraba inmersa la sociedad a la fecha y de las importantísimas
deficiencias de estructura que presentaba, persuaden a los suscriptos de que resultaba altamente predecible el
perjuicio económico que ambos proyectos irrogarían a la sociedad. Pese a ello, los procesados la sometieron, de
todos modos, a riesgos que claramente no se hallaba en condiciones de asumir y cuya entidad incluso agravaron
con su propia conducta desaprensiva, especialmente en lo que a contrataciones y administración de fondos se
refiere. Así, ya a esta altura se adelanta que sus procesamientos serán confirmados.
" "ATC Cable".
Su salida al aire y transmisión durante las 24 hs. del día es resuelta por el directorio el 3/3/94 como parte de
una estrategia empresaria tendiente a "...lograr una efectiva penetración en el mercado, lo que permitiría mejorar
el estado patrimonial de la empresa, disminuyendo así los pedidos de asistencia económico financiera al
Tesoro..." (cf. acta n° 23). Nótese que sólo en 1993 ATC había recibido aportes del Tesoro Nacional por
$9.500.000; monto que — si bien por otros conceptos— habría de triplicarse en 1994 ($28.500.0000) e

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incrementarse aún más al año siguiente ($31.000.000), totalizando en el período 1992/1995 $87.200.000
recibidos en transferencias del Estado Nacional (cf. Memo de la Oficina Nacional de Presupuesto a f. 2196/8 del
ppal.).
Conforme se desprende de la observación asentada por la Comisión Fiscalizadora (arts. 284, 290, 294 y 299
inc. 3° de la ley 19.550, 8 del decreto n° 544/92 y 20 del estatuto), dicha decisión se adoptó sin contar con
informes técnico-operativos ni económico-financieros que respaldaran la viabilidad del proyecto. De hecho, ya
había señalado la auditoría de gestión realizada al 31/12/93 que ATC no contaba con un sector especializado en
la elaboración de presupuestos económicos y estudios de costos — atento a que el departamento había sido
suprimido durante ese ejercicio— , como tampoco con un adecuado sistema de información gerencial (cf. el
informe de la Gcia. General del Sector Público Nacional no Financiero, aprobado por res. n° 50/94 de la
Auditoría General de la Nación).
Así fue como — a ciegas— el directorio encaró este emprendimiento; sin embargo, ello no fue un rasgo
distintivo de "ATC Cable" pues de idéntica manera se condujeron antes y después en numerosas decisiones
observadas exactamente por las mismas razones por el órgano de fiscalización (cf. actas de directorio n° 6 del
21/1/93, n° 7 del 4/3/93, n° 10 del 17/6/93, n° 41 del 2/6/95, entre otras).
La única opinión recabada habría sido la de R. A. R., a esa fecha gerente comercial de ATC, quien en su
informe advirtió que el proyecto iba a insumir un tiempo de adaptación, a partir del cual estimaba que el ingreso
en concepto de publicidad no superaría el orden de los 80/100.000 pesos mensuales. Sobre el tema, explicó en
su declaración que "...para la gerencia era un nuevo desafío dedicarle tiempo a la venta de una señal de cable,
con todas las dificultades que nos ocasionaba la venta de la señal de ATC... para nosotros era como un problema
más a resolver...", en tanto "...no había [en ATC] una programación artística seductora para las agencias y
empresas de publicidad..." (cf. su testimonio a f. 1694/7 del ppal.). En efecto, de acuerdo a mediciones
efectuadas en octubre de 1993, ATC presentaba el nivel de audiencia más bajo de todo el mercado televisivo de
aire con una participación que sólo llegaba al 10% (cf. informe aprobado por res. n° 50/94 de la AGN ya
citado).
Su situación empresaria, lógicamente, no podía distanciarse mucho de esa realidad: el ejercicio cerrado al
31/12/92 había arrojado pérdidas por $6.881.000 y el finalizado el 31/12/93 resultados igualmente negativos por
$805.000; como se verá ella sólo empeorará en los períodos siguientes (cf. Memo de la Comisión Fiscalizadora
a la Coordinación General de Empresas Públicas del 22/5/95). Resulta ilustrativa a estos efectos la proyección
económica efectuada por el asesor legal de ATC en la reunión de directorio del 4/3/93, oportunidad en la que
tras poner en conocimiento de que la deuda con SADAIC ascendía al millón de pesos señaló: "...ATC SA podría
acercarse a un punto de equilibrio en los próximos meses. Obviamente, para el caso que se lograra, tal punto de
equilibrio sólo permitirá, en el mejor de los supuestos, satisfacer los aportes que deban hacerse a SADAIC... en
situación similar se encuentra ATC en relación a otros organismos, tales como Argentores, Fondo Nacional de
las Artes, etc. pero en modo alguno permitirían los ingresos que se obtuvieran afrontar el pago de lo atrasado..."
(cf. acta n° 7, el subrayado es del Tribunal).
Pues bien, al ser preguntados sobre los motivos por los cuales pese a ese panorama igualmente se decidió
lanzar la señal codificada, los imputados alegaron que el proyecto se basaba en el aprovechamiento de recursos
ociosos en ATC por lo que no le significaba incurrir en mayores costos. Así fue como E. O. A. justificó el
emprendimiento: "...el costo de implementación de este sistema era mínimo debido a que se contaba con gran
parte del material técnico dentro del canal, el personal administrativo era el mismo... y en la parte de
programación también el presupuesto que se había fijado era mínimo y en muchos casos era programación de
ATC aire..." (cf. indagatoria a f. 1381/8, ver en similar sentido las indagatorias de R. y F. a f. 1403/12 y
1628/32, obrantes en el ppal.).
El material técnico sin uso al que todos ellos hicieron mención era el sistema de codificación y
decodificación de señal adquirido a Keyteck SA con motivo del contrato de coproducción celebrado el 6/12/91
por ATC Canal 7, antecesora de ATC SA, representada por su interventor, G. A. S., y Televisa SA (cf. copia del
contrato y del convenio adicional del 19/3/92 identificado como anexo A). Sin embargo, contrariamente a lo
expresado por los procesados, surge de las constancias de recepción del área de suministro técnico que esos
equipos no obraban en ATC SA al tiempo de la decisión sino que ingresaron con posterioridad, más
precisamente el 4/4/94 y el 15/7/94 (cf. copia de los recibos n° 9738 y 10.070 identificados como anexo E); es
que ella había sido tomada con independencia de ese factor e incluso antes de la reunión de directorio del
3/3/94, como ya se verá.
Pero no es sólo dicho dato el que resulta llamativo, numerosas son las irregularidades que se aprecian
durante la gestión de los imputados relacionadas con la ejecución de ese contrato, algunas de ellas se señalarán a
continuación: a) ATC había acordado con Televisa que ésta habría de financiar a cuatro años la compra del
sistema de codificación hasta la suma de U$S 1.350.000 valor FOB, no obstante ATC aparece haciendo pagos a
Televisa SA durante el año de gracia, también directamente a Keytech por precios superiores a los de la oferta,
aun encontrándose ella vigente; b) la operación se salda el 9/12/93 incluyendo el pago de 456 decoders

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adicionales cuya compra se habría resuelto sin mayor recaudo que una nota de pedido; c) ATC no habría
realizado ninguna gestión para reclamar a Keytech SA la indemnización de $1000 diarios prevista para el
supuesto de incumplimiento de la entrega acordada para el 21/12/93, ella recién se completó en julio del año
siguiente (cf. documentos identificados coma anexos A/E, también informe sobre control interno aprobado por
res. n° 15/97 de la AGN, punto 4.3 "Sobre la compra de encoders y decoders").
Retomando la justificación ensayada — que ATC Cable no implicaría mayores costos para el canal— debe
advertirse que muy lejos está de ajustarse, siquiera mínimamente, a lo realmente acontecido. Por empezar, la
puesta en marcha del proyecto requirió del alquiler de capacidad satelital a un costo de U$S 1.465.860,
solamente para el primer año de transmisión. Además, no pueden dejar de mencionarse los importantes riesgos
que asumió ATC con la contratación al comprometerse a abonar en caso de falta de pago el alquiler de los tres
años siguientes a la resolución, previsión en base a la cual ATC sería luego demandada por un monto
millonario; como tampoco las desventajosas condiciones a las que accedió, pues pese a las objeciones de su
gerencia técnica contrató el servicio hasta el 31/12/08 cuando se le había advertido que no convenía hacerla más
allá de fines de 1995 ya que se preveía para esa época una mayor oferta satelital, incluso se le avisó que "...si las
empresas requieren compromisos de pago que incluyan el año 1996 éstos deben considerarse costo muerto..."
(cf. contrato del 19/1/94 — nótese que es de fecha anterior a la reunión de directorio en que formalmente se
aprueba el proyecto ATC Cable y que el servicio se contrata desde el 1/2/94 cuando la salida al aire de la nueva
señal estaba programada para el 11/4/94— , nota de la gcia. técnica de ATC SA del 14/1/94 y carta de
documento de Nahuelsat SA del 14/11/95 obrantes en el anexo J).
Pero eso no es todo, también en el marco de este proyecto se pidió un crédito por $1.000.000 al Banco de la
Nación Argentina, aplicado luego a la compra de un sistema Betacam SP por U$S 1.004.130, de lo que reservó
su opinión la Comisión Fiscalizadora (cf. actas de directorio n° 24 y 26); se abonaron honorarios artísticos por
$3.747.015, respecto de algunos de los cuales la Auditoría General de la Nación señaló que resultaba posible
que se hubieran pagado por programas a designar que luego no fueron emitidos (cf. cuadro de resultados
generales al 31/12/95 obrante en el anexo H e informe aprobado por res. n° 15/97 de la AGN); e incluso se
vendieron decoders a un precio inferior al costo (cf. facturas y notas de crédito obrantes en el anexo F).
"ATC Cable" terminaría siendo levantado del aire el 20/11/95 (cf. acta de directorio n° 46) a menos de dos
años de su lanzamiento, habiendo acumulado en ese período una pérdida de aproximadamente $9.800.000 a un
promedio mensual de $490.000. Este emprendimiento más el que se verá a continuación, según la opinión de los
síndicos del concurso y de la propia concursada, tuvieron una decisiva influencia en el estado de cesación de
pagos verificado en ATC (cf. el informe gral. art. 39 ley 25.422 y la contestación de traslado, ambos producidos
por la sindicatura actuante en el Expte. n° 21.548 "ATC SA s/concurso preventivo" del Juzgado Nacional de
Primera Instancia en lo Comercial n° 26).
" "Juegos Panamericanos 1995".
El 25/10/94 ATC, representada por los aquí procesados F. y R., celebra con Mar del Plata Copan 95 S.E. —
una sociedad del Estado conformada a efectos de organizar el evento a celebrarse en la ciudad de Mar del Plata
en marzo de 1995— , representada por F. M., su presidente y Secretario de Turismo de la Nación, dos contratos
por los que se le cedió, por un lado, con exclusividad, los derechos mundiales de exhibición en directo y
diferido por cable y televisión abierta de ese encuentro deportivo; por el otro, los derechos de comercialización
del 70 % de la publicidad interior de los estadios en que tendrían lugar las competencias (cf. contratos
identificados como anexos 1 y 2).
En virtud del primero ATC SA se obligó al pago de $3.000.000 al COPAN más $1.500.000 a la Asociación
del Fútbol Argentino (cf. carta de J. G. a E. A. identificada como anexo 3); por el segundo, a abonar al COPAN
$1.500.000. Recuérdese que estos compromisos — que significarían, a su vez, nuevas inversiones en equipos—
son asumidos hallándose ATC en una situación económico-financiera delicada: los dos ejercicios cerrados desde
su creación como SA habían registrado importantes pérdidas, en el que estaba próximo a concluir no se había
revertido la tendencia — de hecho, arrojaría resultados negativos por $7.974.184 (f. 5265 de las actuaciones del
concurso y anexo n° 1 del balance general al 31/12/96)— a lo que se suma la puesta en marcha pocos meses
antes del proyecto "ATC Cable" con todo lo que ello significó (cf. apartado anterior).
La suscripción de esos contratos más todas las gestiones efectuadas hasta la fecha fueron refrendadas por el
directorio en pleno el 23/11/94 (cf. acta n° 34); en esa misma ocasión, curiosamente, se admitió que ATC SA
tenía grandes dificultades operativas en equipos y personal para cumplir con la difusión de las disciplinas a las
que se había obligado, que carecía de fondos para hacer frente a las erogaciones que debían realizarse y del
tiempo necesario para encarar adecuadamente la venta de los derechos de transmisión. Cabe preguntarnos
entonces sobre los motivos de semejante contradicción.
Los procesados coincidieron en sostener que fue decisión del Poder Ejecutivo Nacional que ATC SA
comprara los derechos de transmisión y publicidad de los Juegos Panamericanos 1995. En pocas palabras, así lo
definió H. M. F. en su indagatoria: "...ATC se vio obligada a comprar... por una decisión política inexcusable..."
(cf. declaración a f. 1628/32 y, en similar sentido, indagatorias a f. 1381/8 y 1403/12 del ppal.), la que habría

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sido tomada a mediados del '94, ante el fracaso de las gestiones del COPAN con la Organización de
Televisación Iberoamericana (O.T.I.) para la venta de esos mismos derechos (cf. acta de directorio n° 31 del
12/8/94, indagatorias citadas más la de G. A. S. a f. 1341/52, declaración de C. S. M. a f. 2307 y testimonio de
L. B. N. a f. 2316/7 del ppal.). Entiende esta Sala que de ninguna forma la circunstancia apuntada justifica el
quebrantamiento del deber de fidelidad que significó asumir las obligaciones que emergían de tales contratos: es
que no sólo el directorio sabía perfectamente de las dificultades económicas y operativas que tendría ATC para
cumplir con lo acordado y las pocas posibilidades de recuperar en el escaso tiempo disponible la inversión
original, sino además conocía el conflicto suscitado entre el COPAN y la OTI, que acrecentaba sensiblemente
— por sí, con independencia de la ya compleja situación de ATC SA— los riesgos del negocio; de hecho, hubo
de derivar en la drástica disminución del número de posibles adquirentes de los derechos de exhibición que salió
a comercializar ATC (cf., en punto a esta última cuestión, los elementos citados en el párrafo anterior).
Las presuntas directivas emitidas por algún funcionario en nombre del Estado Nacional como accionista de
ATC no desplazan al interés social expresado en el estatuto en su función de guía permanente de la actuación de
los administradores: es que los socios tienen el poder de crear y dar vida al ente, también de extinguirlo, pero no
de alterar las normas imperativas que regulan su funcionamiento, interfiriendo en la gestión de los asuntos
sociales que en forma exclusiva y excluyente corresponde, en este caso, al directorio (cf. Baigún, David; Bergel,
Salvador, "El fraude en la administración societaria". Depalma, Buenos Aires, 1988, p. 49 y ss.). Nótese que la
ley 19.550 decide las hipótesis de conflicto entre el interés de la sociedad y el de algún accionista en favor del
primero (cf. su artículo 248) e inclusive autoriza a impugnar la decisión de la asamblea cuando haya sido a
partir del voto del accionista afectado que se logró el quórum necesario para que la resolución fuese válida (cf.
su artículo 251).
Este interés social — identificado con la prestación y explotación del servicio de radiodifusión de acuerdo a
los objetivos previstos por la ley para el Servicio Oficial de Radiodifusión (artículo 4 del Estatuto) que, en lo
que aquí interesa, fija entre sus cometidos la difusión de la actividad nacional al exterior (artículo 35 inciso e de
la ley 22.285)— difícilmente pudiera reclamar la necesaria participación de ATC, tal como se asevera, cuando
atento a las circunstancias ello podía poner en peligro la continuidad de la emisora, como efectivamente ocurrió
(cf. las actuaciones del concurso ya citadas).
Por el contrario, se desprende claramente de las razones invocadas para crear a ATC bajo el tipo societario
de una SA — las que también deben considerarse a estos fines— que era intención del Estado Nacional dotar a
la emisora de una estructura que le permitiese superar las deficiencias que llevaron a la disolución de su
antecesora: esto es, falta de rentabilidad, de eficiencia, de autonomía de gestión y de competitividad (decreto n°
544/92 obrante a f. 114/21 del ppal.); cabe recordar, a la vez, que la decisión se inscribe en la reforma del estado
instaurada por ley 23.696, que claramente apuntaba a una drástica reducción del déficit de la administración
pública nacional.
Ahora bien, lo cierto es que pese a todo los imputados involucraron a ATC en la venta de derechos de
publicidad y exhibición de los Juegos Panamericanos '95 y, de su mano, en una serie de contrataciones
altamente irregulares; la suma de todo ello redundó en un perjuicio a la sociedad estimado en $10.400.000 (cf.
informe del 27/12/95 de la Comisión Fiscalizadora). Veámoslo con mayor detalle.
Respecto de los derechos de publicidad adquiridos al COPAN por un valor de $1.500.000 ATC celebraría
un primer contrato con "Prodomo SA" sujeto a la condición de que el evento fuera transmitido para el territorio
de los Estados Unidos por ciertas cadenas televisivas, en base a dicha cláusula el acuerdo se rescindió el
21/12/94, comprometiéndose ATC a restituir los $990.113 recibidos al momento de la suscripción más un
interés del 18% anual, equivalente a $84.147 (cf. contrato y acuerdo de rescisión identificados como anexos 24
y 25). Al incumplir el cronograma de devolución pactado, Prodomo solicitó la quiebra de ATC, que depositó
judicialmente el capital adeudado y debió cargar con los honorarios del letrado de la parte actora regulados en
$10.474 (f. 5720/1 de las actuaciones del concurso).
ATC terminó aceptando una oferta de "Merchandising Consultants SRL" para la gestión, sin exclusividad,
de la venta de los espacios publicitarios a cambio de un 30% de los ingresos que genere (cf. propuesta del 22/12
y aceptación del 29/12/94 identificadas como anexos 26 y 27), vale destacar que no se acordó ninguna garantía
ni adelanto y que la Auditoría General de la Nación (AGN) en su oportunidad dejó sentado que no se le
exhibieron respecto de este contrato rendición de cuentas ni liquidación final que funde los pagos efectuados en
concepto de comisión (cf. informe aprobado por res. n° 15/97 de la AGN, punto 5.5.1).
En punto a los derechos de transmisión por los que se pagó un total de $4.500.000 se tiene registro de los
siguientes acuerdos: a) con "LMC Internacional Inc." para la transmisión exclusiva por televisión paga en
idioma español y portugués en norte, centro y sur de América y el Caribe, exceptuando Puerto Rico y Argentina,
por el total de U$S 500.000; b) con "Sport International Inc." para la transmisión exclusiva en Puerto Rico por
todos los medios de difusión conocidos por $275.000; y c) con "Spin Television International, Inc." para la
gestión de venta mundial de los derechos de difusión, excluido el objeto de los contratos anteriores y el
territorio de Cuba, a una comisión del 30%, previa constitución de una garantía por $250.000 (cf. contratos

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identificados como anexos 15, 16 y 12).
La AGN en el informe citado ut supra advirtió con respecto a ellos, entre otras, las siguientes
irregularidades: no se acreditó la rendición de cuentas de Spin ni reclamo alguno de ATC; no se documentó el
destino de la parte del precio que retuvo Sport; no estaría debidamente fundado el acuerdo entre ATC, Spin y
Sport que generó la cancelación de la carta de crédito integrada por esta última, pues no tendrían derecho a la
devolución de la garantía sino ATC a retenerla y reclamar por los incumplimientos de la gestión de venta
encomendada (puntos 5.5.b, 5.5.e y 5.5.g).
En orden a las contrataciones por equipamiento técnico bastará con mencionar algunos ejemplos lo
suficientemente ilustrativos del modo en que se condujo esta cuestión: a) OC n° 39 por U$S 614. 000: se
presenta un sólo oferente, no consta la publicidad dada a la consulta, uno de los socios gerentes de la empresa
sería el hermano de un empleado de ATC que firma con el gerente técnico el pedido de pre-adjudicación, se
accede a que la entrega se realice con posterioridad a los Juegos Panamericanos 1995 a cambio del préstamo
provisorio de cámaras, las que son retiradas por el proveedor el 24/4/95, al 26/2/96 ATC llevaba pagado
$594.000 y el material aun no había ingresado a depósito; b) OC n° 12 por $96.512: se pide un único
presupuesto por una marca cuya elección no se motiva, se invocan razones de urgencia para la compra directa,
se autoriza la entrega con posterioridad al evento, el material se recibe en octubre del '95, seis meses después de
la prórroga autorizada; c) OC n° 14 por $16.879: se obtiene un sólo presupuesto, se realiza por compra directa,
se mantiene con vigencia la orden pese a que el proveedor informa el 31/1/95 que no podrá cumplir con la fecha
de entrega pactada, el material se comienza a recibir recién a partir del 21/3/95 (cf. documentación identificada
como anexos 31.B, 30 y 29; también informe aprobado por res. n° 15/97 de la AGN, punto 5 "Observaciones
relacionadas a las contrataciones realizadas para la transmisión de los XII Juegos Panamericanos").
Tras esta breve descripción obligado es preguntarse acerca de cuál pudo ser el destino de todo ese material
remanente. La respuesta la encontraremos en las palabras del propio E. A. "...el equipamiento técnico adquirido
para los Juegos Panamericanos se encuentra actualmente guardado en los depósitos técnicos por cuanto el canal
ya cuenta con uno de similares características, no resultando actualmente necesaria la utilización de aquellos..."
(cf. acta de directorio n° 41 del 2/6/95).
En base a todo lo expuesto hasta aquí, como se adelantó al inicio del presente Considerando, entiende la
Sala que existe mérito suficiente para homologar los procesamientos de E. O. A., R. R. y H. M. F. respecto de
los hechos precedentemente analizados, calificados provisoriamente como típicos del delito de administración
fraudulenta agravada por haberse cometido en perjuicio de una administración pública (artículos 173 inciso 7 y
174 inciso 5° del Código Penal).
Es que los nombrados, en su calidad de directores de ATC SA — por ende, a cargo de su administración en
los términos de los artículos 17 del estatuto y 255 de la ley 19.550— habrían quebrantado el deber de fidelidad
impuesto por el artículo 59 de esta última norma obligándola abusivamente con la implementación de los
proyectos "ATC Cable" y "Juegos Panamericanos '95" en las condiciones previamente apuntadas.
Esto es, en el marco de una situación económico-financiera crítica, que se deterioraba día a día y demandaba
por ello de sus administradores el más estricto apego a su deber de diligencia. Aun cuando la propia estructura
societaria — por ejemplo, en atención a los costos laborales, como se afirmó— resultara deficitaria o poco
rentable, ello no exime a sus directores del cumplimiento de dicho deber, en todo caso, éste habrá de traducirse
en la adopción de medidas dirigidas a minimizar el impacto de tal circunstancia mas no, como ocurrió, en la
asunción de riesgos que ya en condiciones normales resultaban excesivos, en absoluta contradicción con las
obligaciones del cargo y en el marco de un colosal desorden administrativo.
Es que ambos proyectos desde la perspectiva ex-ante difícilmente parecían viables y sí, en cambio,
resultaban previsiblemente perjudiciales al patrimonio de ATC SA, dada la inversión millonaria que — como se
vio— exigía su implementación.
En el caso de "ATC Cable", ya el bajo rating de los programas del canal de aire — los mismos que con
alguna variante menor conformarían la programación de la señal codificada— era un claro indicio de las graves
dificultades que se registrarían en la búsqueda tanto de abonados como de publicistas; el magro pronóstico de
ingresos por publicidad realizado por la gerencia comercial (luego de un período de adaptación, entre 80 y
100.000 pesos mensuales), una muestra cabal de la desproporción manifiesta entre costos y eventuales
ganancias (esta cifra no alcanzaba a cubrir siquiera el alquiler, por igual período, de la capacidad satelital). A
ello se suma que la decisión fue adoptada intempestivamente, sin una estrategia comercial ni estudios que
permitieran pronosticar el ingreso en el mercado de otros competidores, hecho que si se desconoció aparece
ligado a la improvisación con que todo se instrumentó antes que a la imprevisibilidad que se invoca.
En el caso de los "Juegos Panamericanos 95" precisamente son las circunstancias señaladas por el
mismísimo directorio en la reunión del 23/11/94 — falta de equipo, personal, dinero y tiempo para afrontar los
requerimientos del proyecto— más el abierto conflicto suscitado entre el Estado Nacional y la O.T.I. lo que ya
auguraba un panorama negativo para ATC.

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El monto del perjuicio económico irrogado a la sociedad — integrada en un 99% por capital estatal, y que
desde su creación recibió millonarias transferencias del Estado Nacional— aparece suficientemente
corroborado e individualizado, para esta altura procesal, a partir de los análisis efectuados por la Comisión
Fiscalizadora (cf. Memo del 27/12/95 ya citado e informe a los accionistas del 28/6/96), cuyos resultados, por
otra parte, coinciden con los estimados por el directorio al tiempo de los hechos (cf. acta de directorio n° 41 del
12/6/95) y por el interventor de ATC después (cf. memoria del ejercicio cerrado al 31/12/95).
La tipicidad subjetiva de la figura en análisis se conforma, por un lado, con el comprobado conocimiento
que tenían los procesados de todos los extremos apuntados — plasmado principalmente en las actas de reunión
del directorio y confirmado incluso en sus propias indagatorias— y con la intención de causar daño, la que se
deduce de las particularidades que rodearon la adopción y ejecución de tales emprendimientos, en particular de
los siguientes datos: la total indiferencia del directorio a las objeciones de la Comisión Fiscalizadora respecto de
esas decisiones y de los numerosos contratos celebrados en consecuencia, la asunción de idéntica actitud ante la
oposición formulada por sus áreas competentes a la inclusión en algunas contrataciones de ciertas cláusulas
claramente perjudiciales a ATC, la manera sumamente irregular en que instrumentó la compra de equipos, la
pasividad asumida frente a graves incumplimientos contractuales que daban derecho a ATC a percibir
importantes sumas en concepto de indemnización, el escasísimo grado de acatamiento a las recomendaciones en
materia de control interno que le impartiera la SIGEN a la época de estos sucesos, entre otras cosas.
Dicho todo esto, sólo resta señalar que frente a este cuadro es inútil intentar liberarse de responsabilidad so
pretexto de inexperiencia en el medio televisivo o falta de los conocimientos técnicos necesarios para evaluar la
conveniencia de ciertas decisiones, por cuanto queda evidenciado que la imputación que se les dirige se asienta
en el quebrantamiento de los principios generales de diligencia y buena fe en el ámbito de la administración
comercial.
Para finalizar, en punto a los embargos discernidos se advierte que, si bien de modo sucinto, ellos han sido
suficientemente motivados en las circunstancias del caso relevantes a estos fines y las pautas legales que reglan
la materia. No obstante, estiman los suscriptos que el perjuicio a considerar es aquel directamente vinculado a
los dos proyectos que aquí se vienen analizando, por lo que se hará lugar en este punto a los recursos deducidos
por las defensas de R. A. R. y H. M. F., cuyos efectos corresponde extender a E. O. A. por aplicación del
artículo 441 del código ritual, y se reducirá el monto fijado en primera instancia a $7.000.000, para cada uno de
los nombrados.
2) Situación de los restantes imputados en autos.
J. L. C., presidente de "Prodomo SA", A. R. y L. P. G., ambos socios de "International Merchandising SRL"
y "Merchandising Consultants SRL", se hallan procesados como partícipes necesarios del delito prima facie
cometido por A., R. y F., cuyos pormenores se expusieron en el apartado anterior. Básicamente, por considerar
el Magistrado instructor que, en connivencia con los entonces directores de ATC, habrían simulado una consulta
de ofertas y ciertos actos ulteriores con el fin de encubrir la premeditada intención de beneficiar a
"Merchandising Consultants SRL" con la cesión de los derechos adquiridos por ATC para comercializar el 70 %
de la publicidad en los estadios donde se celebrarían los Juegos Panamericanos '95.
La secuencia que el Juez tuvo por prima facie comprobada, en base a una serie de elementos en su mayoría
acompañados por la Oficina Anticorrupción, se integra de los siguientes pasos: consulta de ofertas por los
derechos de comercialización de la publicidad del evento, cuya apertura de sobres se fija el 27/10/94 (anexo 20,
copia sin firmas); acta de apertura de sobres en la oficina de coordinación gerencial ante R., V. de B. y N. en
representación de ATC, de la cual se desprende que las tres empresas habrían ofertado (anexo 21, copia en
membrete de ATC sin rúbricas); contrato con Prodomo SA del 15/11/94 por U$S 2.000.000 y acuerdo de
rescisión del 21/12/94 (anexos 24 y 25, copias en membrete de ATC con firmas y certificación ante escribano,
ambas piezas fueron reconocidas por R. y C.); oferta por Merchandising Consultants para gestionar sin
exclusividad la venta de los derechos de publicidad a una comisión del 30% de las ganancias generadas y nota
de aceptación del 29/12/94 enviada por R. en representación de ATC (anexos 26 y 27, copias en membrete de
cada firma con rúbricas, reconocidas en este caso por R. y G.).
En concreto lo que resultaría a criterio del Juez altamente sugestivo sería el modo en que varió entre uno y
otro acuerdo la contraprestación pactada en favor de ATC SA, que la frustración del contrato con Prodomo haya
sido con sustento en una cláusula de rescisión cuya inclusión — según surgiría de algunos fax reservados en
autos— habría sido sugerida por un socio de las otras dos oferentes y que al día siguiente éste presentara la
propuesta de "Merchandising Consultants SRL" aceptada por ATC.
Pues bien, a criterio de esta Alzada, no resulta posible en base a los elementos con que hasta aquí se cuenta
afirmar, con el grado de convicción exigido para el dictado de la medida cautelar en examen, la verosimilitud de
esta hipótesis acusatoria. Es que si bien no escapan a los suscriptos las circunstancias señaladas, los descargos
de los imputados y la coyuntura en la que se inscribieron las negociaciones relativas a este evento, sumado al
dato objetivo de la dilación en el recupero por parte de Prodomo de la suma abonada al momento de la
suscripción y al eventual perjuicio acaecido por esa circunstancia (cf. apartado anterior, título "Juegos

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Panamericanos 1995"), hacen necesario profundizar la investigación.
Particularmente, en torno al criterio seguido por las autoridades de ATC en la presunta convocatoria y al
modo en que las mencionadas empresas habrían sido interesadas en la contratación que se examina, lo que
constituye, a entender de los suscriptos, el meollo de la cuestión.
Es que del informe de la presidencia de ATC transcripto en el acta de directorio n° 34 del 23/11/94 —
rubricada por sus tres directores y uno de sus síndicos— surge que aquel habría sido el de convocar a quienes
"...registraban antecedentes en la organización de eventos similares, previa determinación de quienes, con
anterioridad, habían establecido contactos con COPAN..." (f. 42 vta. del libro de actas de directorio) y, sobre el
particular, el propio C. declaró que "... antes de entonces [la convocatoria de ATC], como con posterioridad,
Prodomo no ha incursionado en la industria de la comercialización de licencias, entretenimientos, o inclusive de
actividades de comercialización deportiva..." (cf. indagatoria a f. 1638/42 del ppal.). A ello se suma que las otras
dos firmas a las que supuestamente se habría invitado a esta consulta de precios — lo que tanto R. como G.
niegan enfáticamente— constituyen sociedades claramente vinculadas entre sí (cf. informe de la Dirección
General de Inteligencia Fiscal de la AFIP a f. 1824 del ppal.).
Así, luce conducente a estos efectos: a) establecer si efectivamente Prodomo SA, International
Merchandising SRL y Merchandising Consultants SRL aparecen entre las empresas que previo a la cesión de
derechos a favor de ATC habrían iniciado gestiones para su adquisición al COPAN; b) escuchar en autos a N.
O., respecto del rol que le habría correspondido a M. D. en las negociaciones que, en forma directa, habría
llevado adelante con las autoridades de ATC en representación de Prodomo; c) esclarecer el vínculo que, según
los términos de la presentación obrante a f. 1643/53 del ppal., podría tener esta última persona con el imputado
S., para lo cual deberá requerirse información a los organismos pertinentes; y d) establecer cuál era el grado de
desarrollo que habían alcanzado las negociaciones con LMC y Spin, por un lado, a la fecha de la rescisión de
Prodomo y, por otro, al momento de aceptar ATC la propuesta de Merchandising Consultants; todo ello sin
perjuicio de otras medidas de prueba que el Juez de grado estime conducentes.
En estas condiciones, entiende la Sala que corresponde revocar el procesamiento de C., R. y G., y adoptar a
su respecto un temperamento expectante del resultado de la prueba próxima a producirse, concretamente se
dispondrá su falta de mérito en los términos del artículo 309 del código ritual.
Idéntico criterio cabe aplicar al caso de los restantes imputados en autos — M. J. N., M. N. V. de B. y G. A.
S.— , en tanto su desvinculación definitiva del proceso aparece de momento como prematura.
Respecto de las primeras — asesora legal y coordinadora gerencial, respectivamente, según actas de
directorio n° 5 del 17/12/92 y n° 29 del 22/7/94— no es posible soslayar su intervención en el proceso de
contrataciones, N. en la redacción y negociación de las cláusulas contractuales y V. de B. también en la etapa de
ejecución. De ello da cuenta: el fax dirigido a N. por Torneos y Competencias SA referido a los términos del
contrato con Spin (anexos 8 y 9), el dictamen que al respecto elaboró la nombrada para V. de B. y cuyas
observaciones se vieron reflejadas después en el documento firmado el 11/1/95 (anexos 10 y 12), el informe de
gestión de Sports dirigido a V. de B. y las notas en que aparece aceptando/rechazando las ofertas que esta firma
acercó a ATC en cumplimiento del contrato (anexos 13, 14 y 19). De allí, que no pueda descartarse, a esta
altura, que hubieran tenido igual intervención en la contratación que aquí se cuestiona.
En cuanto a S., como se dijo, se advierte igual situación en relación a la decisión adoptada a su respecto,
toda vez que no ha sido esclarecida su presenta vinculación, al menos indirecta, con quien es señalado como
aquella persona con conocimientos en materia televisiva y contactos con las autoridades de ATC que habría
conducido las negociaciones en representación de la firma "Prodomo SA".
Así y en la medida en que su sobreseimiento será revocado, resulta de aplicación al caso el criterio
propuesto por la Oficina Anticorrupción en función de diversos precedentes del Tribunal (cf. escrito de
interposición a f. 50/1 y punto II.a del memorial a f. 151/4), por el cual corresponderá revocar el punto
dispositivo I del auto apelado que declaró la prescripción de la acción penal respecto de G. A. S. por
irregularidades en la administración de ATC durante su gestión como presidente y por la omisión de realizar las
contribuciones y aportes previsionales del personal.
Ello así, pues atento a la fecha en que habrían ocurrido los sucesos analizados en el Considerando V y
aquella en que éste fue llamado a prestar declaración indagatoria — 22 de junio de 2000— se aprecia que en
caso de recaer condena por aquellos se habría visto interrumpido el curso de la prescripción en lo que aquí
respecta, motivo por el cual — de momento— no puede homologarse el temperamento adoptado (cf. causa n°
23.256 "Moyal", rta. el 27/4/06, reg. n° 25.036; causa n° 19.325 "Ganduglia", rta. el 29/4/03, reg. n° 21.067;
causa n° 19.058 "Ali" del 12/11/02, reg. n° 20.445; y causa n° 14.840 "Onetto Torres", rta. el 9/2/99, reg. n°
16.176).
VI - Finalmente, sólo resta señalar — atento a los plazos procesales de la presente instrucción— que a
juicio de la Sala están dadas las condiciones, respecto de aquellos cuyos procesamientos fueron confirmados,
como para seguir avanzando en el trámite de estas actuaciones, con independencia de las medidas de prueba

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ordenadas aquí en relación a la situación procesal de los restantes imputados en autos.
Por todo lo expuesto, el Tribunal Resuelve:
I) Rechazar la pretensión del Dr. R. R. tendiente a que se declaren mal concedidos los recursos interpuestos
por la parte acusadora, en lo que hace a la situación procesal de M. J. N. (artículo 438 del Código Procesal Penal
de la Nación).
II) Rechazar los planteos de nulidad introducidos por las partes en relación al auto que en copia luce a f.
1/25 analizados en los apartados a, b y c del Considerando IV (artículos 168 a contrario sensu, 307 y 308 del
código ritual).
III) Confirmar el procesamiento dictado a E. O. A., R. A. R. y H. M. F. en calidad de autores del delito
tipificado en el artículo 173 inciso 7°, con la agravante del artículo 174 inciso 5°, del Código Penal y reducir el
monto de los embargos discernidos, el que se fija en la suma de $7.000.000 a cada uno de los nombrados
(artículos 306 y 518 del código adjetivo).
IV) Revocar el procesamiento de J. L. C., A. R. y L. P. G., y declarar la falta de mérito para procesarlos o
sobreseerlos en las presentes actuaciones (artículo 309 del código de forma).
V) Revocar el sobreseimiento de G. S., M. J. N. y M. N. V. de B. (puntos resolutivos II y III del auto
apelado) y declarar la falta de mérito para procesarlos o sobreseerlos en estos actuados (artículo 309 del citado
ordenamiento), debiendo el Juez instructor, devuelto que sea el expediente y teniendo presente lo señalado en el
Considerando VI, producir las medidas de prueba indicadas en el Considerando V.2.
VI) Revocar la declaración de prescripción de la acción penal respecto de G. A. S. en relación a los hechos
que se le atribuyen durante su gestión como presidente de ATC SA (artículos 62 inciso 2 y 67 párrafo cuarto
inciso a del Código Penal).
Regístrese, devuélvase de forma urgente el principal junto con la documentación recibida, al que deberá
agregarse copia certificada de la presente decisión, hágase saber y remítase a su procedencia. — Horacio R.
Cattani. — Martín Irurzun. — Eduardo Luraschi.

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