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Tanto en Europa como en América el desarrollo de los estudios culturales se debe más a
posturas académicas en pugna, las cuales querían combatir ideológicamente la idea de un
universalismo que promulgaba el evolucionismo cultural del siglo XIX. Desde la escuela
difusionista boasiana del culturalismo, por ejemplo, la categoría de Cultura fue usada como
fundamento de cómo se podía definir la antropología como ciencia en contraposición a
la arqueología, ya que se categoriza a la primera como la ciencia que estudia a la sociedad
y a la arqueología como una rama de la misma que se dedica al estudio de las culturas
materiales de los pueblos extintos. (Bate, L: 2007, Pág.XXX) Por ende, dentro de la
definición de la antropología para las escuelas difusionistas tanto la alemana como la
británica y el culturalismo boasiano la definición e instrumentación de la Cultura como
categoría reducía la historia en secuencias inconexas y no se atrevía a formular
explicaciones generales sobre la sociedad.
Las tesis relativistas que promulgaban la singularidad de cada cultura naufragaban entre los
juegos de poder de los países del primer mundo, a través de su posición neutral o
apolítica, que conllevó más bien a pensar a la cultura como ahistórica, legitimando así los
discursos coloniales y neocoloniales que se impusieron a los países más débiles. “Pues es
de esperar que, habiendo diferentes posiciones teóricas, cada una de ellas (y aún cada
autor) utilice los mismos términos aludiendo a la realidad de diferentes maneras o
connotando distintas propiedades y relaciones de la misma”. (Bate, L: 2007; Pág. 457)
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Se comenzó a construir así una historia marxista, a partir de la obra del investigador y
arqueólogo inglés Vere Gordon-Childe, en la cual se reconsidera la significación del
pasado y la historia de los pueblos. A partir de ese momento, la historia de las sociedades
antiguas dejó de ser considerada como un proceso diferenciado del presente o futuro,
para así convertirse en un nivel explicativo que abarcaba toda la historia pasada, presente
y futura de los pueblos. Los arqueólogos, antropólogos e historiadores marxistas
propiciaron el estudio analítico de temas que habían sido relegados hasta entonces en el
mundo científico conservador, tales como la vida cotidiana, la economía, los procesos
sociales y culturales, entre otros. Es en este momento como lo expone Sanoja, la teoría
social devino en historia y viceversa. (Sanoja, M: 2008, Págs. 66-67)
En 1974 aparecen los trabajos de Luis Lumbreras, Mario Sanoja e Iraida Vargas, en los
cuales se someten a discusión conceptos operativos provenientes del materialismo
histórico. Posteriormente, en 1975, se realiza la Reunión de Teotihuacán; de las
deliberaciones que de esta reunión se produjo un documento que más que aportes
teóricos-metodológicos puso énfasis en la manera de practicar la arqueología social y la
forma cómo los conocimientos emanados de la arqueología debían ser divulgados. (Molina,
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L: 1988, pág. 148) Los trabajos pioneros en el campo de la arqueología social de Luis
Lumbreras, Iraida Vargas, Felipe Bate, Mario Veloz y Mario Sanoja, estimularon a la
publicación de varios ensayos y artículos que enriquecieron las discusiones conceptuales y
las interpretaciones de los datos de campo a la luz de una nueva base teórica, que puso de
manifiesto que el concepto de cultura ciertamente aludía a dimensiones objetivas de la
realidad.
Es evidente entonces, que a través de estas instancias categoriales como lo son Formación
Económico Social y Cultura podemos explicar la historia concreta de cualquier sociedad,
manifiesta es su singularidad cultural y regida por regularidades acerca de su modo de vida
y características de su formación socioeconómica. Es imposible el estudio de las
complejidades de cualquier realidad concreta sin formalizar teóricamente al concepto de
Cultura, despojándola de su nivel apariencial, para acceder a las regularidades que rigen los
procesos sociales.
Una sociedad puede estar conformada por diferentes grupos sociales o subculturas y es
claro que un individuo dentro de una sociedad puede pertenecer a diversos grupos
sociales. Estos criterios que caracterizan a un grupo social nos permiten abordar si se
trata de una sociedad clasista o no la posición de sus individuos en las relaciones sociales
de producción, en la división social del trabajo, sus relaciones de parentesco, su origen
histórico-geográfico particular, su posición de género, entre otros. Es por ello que la
Cultura como totalidad, muestra la singularidad de una sociedad concreta que está
conformada por diferentes grupos sociales con múltiples intereses y es en esta categoría
donde se puede acceder a conocer las diferencias y lo que une a una sociedad.
importancia para entender las dinámicas sociales dentro de otras categorías importantes
para el estudio social, como lo son el de nación y pueblo.
Para referirnos al tema de Identidad y su relación con la Cultura, partimos de los escritos
de Luis Felipe Bate (2007); para este investigador y como lo expusimos en párrafos
anteriores, una sociedad está configurada por varios grupos sociales (subculturas) que se
interrelacionan; las características básicas de los grupos sociales se establecen en la base
material del ser social y es por ello que una sociedad es un conglomerado de grupos
sociales diversos. Para Bate es mejor hablar de Identidades y al referirnos a un grupo
social (subcultura) podremos hablar de la identidad de ese grupo y de los mecanismos de
identificación del mismo para con respecto a otro. (Bate, L: 2007: Pág.465)
En la vida social del hombre están presentes los procesos de identificación, que se
objetivan, entretejiéndose las relaciones que determinan las características compartidas
por los integrantes de esa sociedad. (Vargas, I: 2006, Pág.102) Para Navarrete, la identidad
en una sociedad como proceso que se desarrolla a nivel de la consciencia social tiene
como finalidad reproducir las particularidades de su modo de vida. (Navarrete, R: 1990,
Pág. )
realidad que reflejan son múltiples, al punto de resultar difícil descubrir.” (Bate, L; 2007;
Pág. 464)
Podemos decir entonces, que la identidad es un constructo simbólico que involucra las
representaciones y clasificaciones referidas a las relaciones sociales y las prácticas donde
se juega la pertenencia y la posición de los individuos en un grupo. No se trata de
propiedades inmutables, sino de una construcción presente que recrea el pasado y traza el
futuro de los individuos que lo conforman. La cultura es el resultado de un proceso de
creación y recreación humana continuo, dinamizado por los cambios que suceden en las
relaciones sociales, está actúa como factor de identificación de los grupos sociales, por
ello el hombre no solo es creador de la Cultura sino que es el resultado de la misma.
Sanoja por ejemplo afirma que “El sentido de la identidad cultural “…, es lo que conforma
la idea de lo nacional y debe ser, tiene que ser, el fundamento del proceso de integración
de un país. Ello se revela de capital importancia para el florecimiento de aquellos pueblos
que necesitan reforzar su sentido de cohesión social y política.” (Sanoja, M: 1986; Pág.28)
Si bien los procesos de identificación son armas de lucha para los pueblos, también pueden
contribuir de una manera muy distinta, en la consolidación de un proyecto político que
persigue la dominación y manipulación de los procesos reflexivos de los dominados a
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través de la imposición de una ideología que impide la reflexión y con el fin de perpetuar
un estado de cosas favorables al grupo dominante.
Por consiguiente en cada periodo histórico la identidad adquiere una forma particular que
niega las anteriores, pero conservando elementos de identidades históricamente
superadas. Es aquí donde convergen varios conceptos fundamentales que nos permiten
comprender como se conforman los procesos identitarios, estos son: la herencia
histórica, la herencia cultural, el patrimonio y los bienes culturales. En tal sentido, la
herencia histórica alude al proceso histórico de formación de una nación, expresando la
totalidad de los elementos esenciales de una sociedad (la formación económico social y la
cultura), la herencia cultural es la transmisión de los componentes culturales de una
sociedad, expresa como dichos elementos son aceptados y resemantizados según el
presente de cada sociedad. El patrimonio alude a como la herencia cultural puede ser
visualizada en bienes culturales, resultado de un proceso histórico concreto que es
compartido por los herederos de ese legado.