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Farmacocinética: la ciclosporina se puede administrar por vía oral o intravenosa. Sin embargo,
debido a su baja solubilidad en medio acuosos, la absorción oral es impredecible, por lo que es
difícil encontrar la equivalencia entre las dosis orales y las intravenosas. Para muchos autores el
factor de conversión es de 1:3 (es decir, 10 mg de ciclosporina intravenosa equivalen a 30 mg
orales). Sin embargo, son numerosos los factores que afectan a la absorción oral de la ciclosporina:
metabolismo de primer paso, modo de administración, formulación galénica, e interacciones con
otros fármacos.
La Ciclosporina es un sustrato e inhibidor de la proteína P, una proteína capaz de extraer fármacos
que se localiza en el epitelio intestinal y en la barrera hematoencefálica. Esta proteína, cuya
actividad se solapa con la del sistema CYP3A4 es capaz de devolver al intestino parte de la
ciclosporina absorbida, lo que permite la acción del sistema CYP3A4 reduciendo de esta manera la
cantidad de fármaco biodisponible. Cuando la ciclosporina se administra con inhibidores de ambas
proteínas (p.ej. el diltiazem, la eritromicina o el ketoconazol) la cantidad de ciclosporina que se
puede absorber aumenta de forma considerable.
Después de su administración oral, los tiempos requeridos para alcanzar las concentraciones
plasmáticas máximas son de 1.5 a 2 horas para la ciclosporina modificada. La biodisponibilidad de
está última es lineal en función de la dosis, y la variabilidad interindividual es menor que en el caso
de la ciclosporina no modificada. Sin embargo, los alimentos siguen afectando la absorción.
La ciclosporina se distribuye ampliamente por todo el organismo, cruza la barrera placentaria y se
excreta en la leche materna. El fármaco muestra una distribución mayor en el hígado, páncreas y
tejido adiposo, mientras que su penetración en el sistema nervioso central es escasa. En la sangre,
la distribución de la ciclosporina es dependiente de la concentración del hematocrito: a media que
este aumenta, la concentración plasmática de la ciclosporina disminuye. Aproximadamente el 22
al 47% de la ciclosporina administrada se encuentra en el plasma. De esta cantidad, entre el 4-8%
se encuentra en los linfocitos, entre el 5-12% en los granulocitos y el 41-58% en los eritrocitos. Si
las concentraciones del fármaco son elevadas, los linfocitos y eritrocitos se saturan, no admitiendo
más producto. En el plasma, la ciclosporina se fija a las proteínas del plasma en un 90& siendo esta
unión dependiente de la temperatura y de otras parámetros (p.ej. la presencia de otros fármacos)
La ciclosporina es extensamente metabolizada por las enzimas del citocromo P450, en particular
por el sistema enzimático CYP3A4, y por lo tanto, todos los fármacos que afectan de una u otra
manera este sistema (inhibidores o inductores) alteran de forma significativa su metabolismo. Se
han identificado al menos 25 metabolitos de la ciclosporina, algunos de los cuales son
biológicamente activos, aunque su actividad es mucho menor. Los principales metabolitos resultan
de la oxidación y desmetilación de la ciclosporina.
La mayor parte de la eliminación de la ciclosporina y de sus metabolitos tiene lugar en las bilis y las
heces. La ciclosporina experimenta una recirculación enterohepática y sólo el 6% de la dosis
administrada se elimina por vía renal, representando la ciclosporina nativa sólo el 0.1% de la esta
cantidad.
Aunque la determinación de los niveles plasmáticos de ciclosporina es una técnica aceptada para
ajustar los tratamientos, su interpretación es difícil por los numerosos factores que intervienen en
las analíticas (variaciones en la unión a las proteínas, tipo de ensayo, reactividad cruzada entre
metabolitos, importancia de la recirculación enterohepática, errores en el muestreo, interacciones
con otros fármacos, etc)
Profilaxis del rechazo en los trasplantes de riñón y de hígado y para la prevención de enfermedad
injerto frente al huésped (debe usarse la ciclosporina en combinación con corticoides)
Adultos y niños: 15 mg/kg en una dosis única 4-12 horas antes de la operación (estas dosis pueden
variar en función del tipo de órgano trasplantado y del empleo de otros fármacos
inmunosupresores). Se han utilizado dosis entre 14 y 18 mg/kg pero la tendencia es utilizar dosis
menores. El fabricante recomienda dosis de 9 ± 3 mg/kg/día en los pacientes con trasplantes
renales, de 8 ± 4 mg/kg/día para trasplantes de hígado y de 7 ± 3 mg/kg/día para trasplantes de
corazón. En todos los casos es necesaria la monitorización de los niveles séricos del fármaco
Administración intravenosa
Adultos y niños (antes del trasplante): 5-6 mg/kg en forma de una dosis única 4 a 12 horas antes
de la operación. Los dosis intravenosas deben ser administradas en soluciones diluidas por
infusión intravenosa lenta a lo largo de 2 a 6 horas. Después del trasplante, las dosis diarias son de
5-6 mg/kg administradas por infusión intravenosa lenta durante el post-operatorio inmediato
hasta que el paciente pueda tolerar la medicación oral
Administración oral
Adultos y niños: en los pacientes que no son candidatos para un trasplante inmediato de médula
ósea, el estándar de tratamiento es la combinación de ciclosporina (no modificada) en dosis de 12
mg/kg/día en los adultos y de 12 mg/kg/día en los niños, asociada a globulina antitimocítica.
Aunque la respuesta al tratamiento es buena, suelen ser frecuentes las recurrencias. La
ciclosporina forma parte de otros regímenes de tratamiento, en combinación con corticoides,
factor estimulante de colonias de granulocitos y/o ciclofosfamida
Administración oral
Administración oral:
Tratamiento de psoriasis en placa grave en pacientes en los que han fracasado o están
contraindicados otros tratamientos:
Administración oral :
Adultos: la dosis inicial de ciclosporina (modificada) es de 1.25 mg/kg dos veces al día. Si no se
observase ninguna mejoría clínica después de 4 semanas de tratamiento, estas dosis pueden
aumentarse progresivamente a razón de 0.5 mg/kg/día hasta un máximo de 4 mg/kg/día
repartidos en dos administraciones. Una vez que el paciente se encuentra adecuadamente
controlado y estabilizado, la dosis de ciclosporina se debe reducir hasta hallar la dosis menor que
mantiene una respuesta adecuada. Si se produjesen reacciones adversas (p.ej. hipertensión o
aumento de la creatinina sérica por encima del 25% del valor basal) u otros hallazgos de
laboratorio clínicamente significativos, la dosis se debe reducir en un 25% o 50% o incluso, el
tratamiento se debe discontinuar. En general, los pacientes muestran una mejoría clínica en las
primeras dos semanas, mientras que el control satisfactorio solo se observa después de 6 semanas
con las dosis de 4 mg/kg/día o las dosis máximas toleradas por el paciente. Sin embargo,
ocasionalmente se ha observado que las dosis de 2.5 mg/kg/día también pueden ocasionar una
mejoría significativa. No se recomienda prolongar el tratamiento con ciclosporina durante más de
un año. Al retirar el fármaco, hasta un 50% de los pacientes pueden experimentar recurrencias si
bien no se producen efectos de rebote.
Administración oral
Adultos: la dosis inicial de ciclosporina (modificada) es de 1.25 mg dos veces al día. Pueden
mantenerse los salicilatos, anti-inflamatorios no esteroídicos y corticoides. Si los resultados
clínicos son insuficientes y la tolerancia es buena, estas dosis se pueden incrementar en 0.5-0.75
mg/kg/día después de 8 semanas y nuevamente después de 12 semanas hasta un máximo de 4
mg/kg/día. Si se produjeran efectos adversos (elevaciones de la creatinina por encima del 30%) o
hipertensión, es necesaria la reducción de la dosis en un 25 o 50% y, ocasionalmente, la retirada
de la medicación. De igual forma, el tratamiento se debe discontinuar si no se observa una mejoría
clínica significativa al cabo de 17 semanas. La ciclosporina ha mostrado ocasionar beneficios
clínicos significativos en combinación con el metotrexato en pacientes en los que el metotrexato
sólo era insuficiente. En combinación con el metotrexato en dosis de hasta 15 mg/día, la mayoría
de los pacientes con artritis reumatoide pueden tolerar dosis de < de 3 mg/kg de ciclosporina
(modificada). La ciclosporina permite, igualmente, reducir las dosis de corticoides cuando se
administra conjuntamente con el metotrexato.
Tratamiento de la nefritis lúpica en pacientes con lupus eritematoso sistémico que no responde a
la terapia convencional o en niños con síndrome nefrótico idiopático
Administración oral:
Adultos: aunque los datos existentes son limitados, la ciclosporina se ha utilizado con éxito en el
tratamiento de la nefritis lúpica. Así, en un estudio en pacientes resistentes a los corticoides y
antimetabolitos, la administración de 5 mg/kg/día de ciclosporina dividida en 2 administraciones
durante 24 a 52 meses ocasionó una reducción significativa de la enfermedad. Dada la potencial
nefrotoxicidad de la ciclosporina, se recomienda no superar las dosis de 5 mg/kg/día.
Niños: en niños con síndrome nefrótico idiopático y niños con glomerulosclerosis segmental focal,
las dosis de ciclosporina no modificada de 100 mg/m2/día divididas en 2 administraciones
produjeron una respuesta satisfactoria en los primeros, mientras que las respuestas en la
glomerulosclerosis fueron bastante pobres. Las dosis de ciclosporina fueron ajustadas de manera a
obtener concentraciones en sangre entre 200 y 400 ng/ml. Los autores concluyen que las dosis del
fármaco más adecuadas para el tratamiento del síndrome nefrótico son de 150 mg/m2/día.
Administración oftálmica
Adultos: se recomienda la aplicación de una solución oftálmica de ciclosporina al 0.05% o 0.1% dos
veces al día (al levantarse y al acostarse) sobre el ojo afectado durante 6 meses. Este tratamiento
no parece producir reacciones adversas locales o sistémicas
MONITORIZACIÓN DE LA CICLOSPORINA
Los niveles en sangre o suero recomendados, en función de la muestra y el ensayo son los
siguientes
Ensayos específicos para la ciclosporina (radioinmunoensayo, HPLC, fluoroinmunoensayo
monoclonal:
La determinación del área bajo la curva (AUC) puede ser también interesante ya que, por ejemplo,
una AUC entre 0 y 4 horas de 4400-5500 ng/ml*hr estuvo asociada con un índice de rechazo en el
trasplante de riñón de tan solo el 7%, mientras que una AUC inferior a 4400 ng/ml*h estuvo
asociada a un 37% de rechazos.
Poblaciones especiales:
Pacientes con insuficiencia hepática: aunque no hay directrices específicas para el tratamiento de
enfermos con insuficiencia hepático, el clínico debe tener en cuenta que esta fármaco se
metaboliza principalmente en el hígado, por lo que probablemente se deberán reducir las dosis
Pacientes con insuficiencia renal: no se ha publicado directrices sobre las dosis a emplear en estos
pacientes. Sin embargo, no parece que sean necesarios reajustes en las dosis
CONTRAINDICACIONES Y PRECAUCIONES
La ciclosporina sólo debe ser utilizada por médicos expertos en el manejo de inmunosupresores y
en el trasplante de órganos. La inmunosupresión aumenta la susceptibilidad del paciente hacia las
infecciones y al desarrollo de neoplasias, especialmente los linfomas y cánceres de piel. Los
pacientes tratados con ciclosporina deben ser tratados en instalaciones adecuadas dotas de las
medidas de soporte necesarias. Durante un tratamiento inmunosupresor pueden desarrollarse
infecciones bacterianas, víricas, protozoarias o fúngicas que pueden ser potencialmente fatales.
Además, cualquier infección vírica latente, como por ejemplo una infección por herpes, puede
reactivarse al iniciar un tratamiento con ciclosporina. Los pacientes deben ser advertidos de que
deben comunicar inmediatamente cualquier signo que pueda ser indicativo de una infección.
La ciclosporina está contraindicada en pacientes con psoriasis o artritis reumatoide que padezcan
una insuficiencia o enfermedad renal. Además, todos los pacientes que reciban al mismo tiempo
que la ciclosporina otros fármacos nefrotóxicos deberán ser cuidadosamente monitorizados para
evitar el riesgo de una nefrotoxicidad. El riesgo de toxicidad renal aumenta a medida que se
aumentan las dosis. En todos los pacientes se deben determinar los niveles de creatinina sérica y
del nitrógeno ureico en la sangre (BUN)
En los pacientes trasplantados las dosis se deben ajustar para minimizar un posible un posible
rechazo al tiempo que se procura evitar las lesiones renales estructurales y disfunción renal. En la
psoriasis y la artritis reumatoide, la creatinina sérica y el BUN se deben ser monitorizados cada dos
semanas durante los tres primeros meses de tratamiento y luego una vez al mes si el paciente está
estabilizado. Si estos parámetros se encuentran por encima de un 25% más que los valores
basales, las dosis de ciclosporina se deben reducir en un 25% -50%. Si después de estas
reducciones los parámetros anteriores no hubieran vuelto a la normalidad se debe discontinuar el
tratamiento con ciclosporina.
También es recomendable monitorizar la creatinina sérica después de cualquier incremento o
reducción de la dosis o se si añadiese al tratamiento algún fármaco anti-inflamatorio no
esteroídico.
Debido a sus efectos sobre el sistema nervioso simpático, la ciclosporina puede aumentar la
presión sanguínea arterial. En cualquier paciente con hipertensión diagnosticada antes de iniciar
un tratamiento con ciclosporina, se deberá ajustar de forma precisa la medicación antihipertensiva
para un buen control de la presión arterial en el momento en el que se inicie la medicación
inmunosupresora. Suelen ser frecuentes una hipertensión ligera o moderada con tendencia a
disminuir con el tiempo. En los pacientes con trasplante de riñón, corazón o hígado, casi siempre
es necesaria una medicación antihipertensiva. No se deben utilizar diuréticos ahorradores de
potasio debido a que la ciclosporina puede originar hiperkaliemia. Los antagonistas del calcio son
eficaces en el tratamiento de la hipertensión aunque pueden afectar al metabolismo de la
ciclosporina.
Los pacientes con psoriasis o artritis reumatoide con hipertensión no controlada no deberán ser
tratados con ciclosporina. En estos pacientes, antes de iniciarse un tratamiento inmunosupresor
deberá determinarse al menos en dos ocasiones la presión arterial, monitorizándola cada dos
semanas al comienzo del tratamiento ciclosporina y luego cada mes una vez que los pacientes
estén estabilizados. Si se añaden anti-inflamatorios, debe monitorizarse la presión arterial con
mayor frecuencia
Las mujeres con posibilidad de quedar embarazadas deberán ser advertidas de los riesgos que
supone la ciclosporina para el feto, debiéndose instaurar las medidas contraceptivas adecuadas.
Las reacciones de hipersensibilidad durante el tratamiento con ciclosporina suelen ser poco
frecuentes, pero pueden se graves. Se han comunicado casos de anafilaxia después de la
administración intravenosa del fármaco, aunque se cree que puede ser debida al vehículo
empleado para solubilizar el fármaco. Los pacientes que hayan mostrado hipersensibilidad al
aceite de castor polioxietilado no deberán ser tratados con ciclosporina.
Aunque no se han llevado a cabo estudios clínicos adecuados bien controlados en niños sujetos
trasplantes, la ciclosporina ha sido administrada a niños de hasta 1 año de edad sin reacciones
adversas inesperadas. En el caso de la artritis juvenil o psoriasis en adolescentes de menos de 18
años no han sido establecidas la eficacia y seguridad.
Los ancianos deben ser medicados con ciclosporina con una atención especial. Estos pacientes
tienen una mayor propensión para desarrollar hipertensión y suelen mostrar aumentos de la
creatinina sérica > 50% sobre los niveles basales en los 3-4 primeros meses de tratamiento.
La hiperuricemia se produce en el 85% de los trasplantes renales tratados con ciclosporina, frente
al 37% que tiene lugar con la azatioprina, y aproximadamente el 7% de los pacientes desarrolla
gota. Es conveniente monitorizar cuidadosamente los niveles de ácido úrico en los pacientes con
historia de gota.
Los pacientes que hayan sido vacunados durante un tratamiento inmunosupresor o en las dos
semanas anteriores, no están inmunizados y la vacunación se deberá repetir a los tres meses de
haber discontinuado el tratamiento con ciclosporina. En lugar de una vacunación es preferible la
administración de globulinas.
Por otra parte, los pacientes inmunodeprimidos con ciclosporina evitarán el contacto con personas
que hayan recibido la vacuna de la polio oral.
INTERACCIONES
Puede ocurrir una nefrotoxicidad aditiva si la ciclosporina se administra con otros fármacos
nefrotóxicos tales como la amfotericina B, aciclovir, antibióticos aminoglucósidos, bacitracina
sistémica, cisplatino, foscarnet, melfalan, polimixina B, y vancomicina. El ganciclovir puede
también ocasionar un nefrotoxicidad aditiva con la ciclosporina, si bien esta interacción no ha sido
bien documentada.
Se han descrito varios casos de fallo renal agudo cuando se añadió enalapril al tratamiento con
ciclosporina en pacientes con trasplante renal. En efecto, para contrarrestar la vasoconstricción e
hipoperfusión glomerular producidas por la ciclosporina y mantener una adecuada filtración
glomerular es necesaria la presencia de la angiotensina II. Por lo tanto, la inhibición de la enzima
de conversión de la angiotensina puede reducir la función renal. Se debe vigilar cuidadosamente la
función renal cuando se administra enalapril (u otros inhibidores de la enzima de conversión de la
angiotensina II) a pacientes bajo tratamiento con ciclosporina.
Los fármacos anti-inflamatorios no esteroídicos (AINES) pueden ocasionar un efecto aditivo sobre
la nefrotoxicidad de la ciclosporina. Se han comunicado interacciones farmacodinámicas entre la
ciclosporina y el naproxen y entre la ciclosporina y el sulindac consistentes en una reducción de la
función renal. Aunque la administración de diclofenac no afecta los niveles séricos de ciclosporina,
si que aumentan los niveles plasmáticos de este último al tiempo que se reduce la función renal.
Por consiguiente, si fuese imperativo administrar este fármaco durante un tratamiento
ciclosporánico, se recomienda utilizar las dosis más bajas posibles
Ciclosporina-mifepristona: la mifepristona (la píldora del día después) inhibe el CYP3A4 y, por lo
tanto, su co-administración con ciclosporina puede aumentar los niveles séricos de esta. Además,
debido a la lenta eliminación de la mifepristona, esta interacción puede ser observada varios días
después de su administración
El zumo de pomelo contiene una serie de compuestos que inhiben tanto las isoenzimas del
citocromo P450 como las glicoproteínas de la pared intestinal. La administración de ciclosporina
con zumo de pomelo aumenta de forma significativa los niveles plasmáticos de la ciclosporina en
comparación con los que se obtiene si la misma dosis se ingiere con agua o zumo de naranja. El
distanciamento en el tiempo de la ingesta de zumo de pomelo y de la dosis de ciclosporina no
elimina esta interacción por completo, por lo que los pacientes estabilizados con la ciclosporina
deberán ser advertidos de que no deben consumir esta fruta bajo ningún concepto
En resumen, algunas de las interacciones más importante son:
Diltiazem
Verapamil
Mibefradil
Itraconazol
Ketoconazol
Fluconazol
Claritromicina
Eritromicina
Quinupristina Troleandomicina
Metilprednisolona Mifepristona
Alopurinol
Bromocriptina
Danazol
Metoclopramida
Colchicina
Amiodarona Troglitazona
Nefazodona
Rifampina
Nafcilina
Rifabutina
¿Clindamicina?
Carbamazepina
Fenitoína
Fenobarbital
Octreotide
Ticlopidina
Orlistat
Pioglitazona
REACCIONES ADVERSAS
La reacción adversa más frecuente observada en la terapia con con ciclosporina es la
nefrotoxicidad que se ha documentado en todo tipo de pacientes. Esta toxicidad renal se debe
probablemente a la intensa vasoconstricción renal que, a su vez, produce aumentos de la
creatinina sérica, de la presión arterial y del potasio. No se conoce muy bien el mecanismo de la
vasoconstricción producida por la ciclosporina, aunque se cree que puede ser modulada por el
tromboxano, los factores relajantes dependientes del endotelio, la angiotensina II o la reducción
de las prostaglandinas vasodilatadoras. La frecuencia e intensidad del aumento de la creatinina
sérica aumentan con las dosis y la duración del tratamiento. Estas elevaciones de la creatinina y de
la azoemia pueden progresar de forma irreversible hasta una completa disfunción renal si no se
toman medidas apropiadas. Se ha comunicado al menos una fatalidad en un paciente con psoriasis
que, pesar del aumento de la creatinina mantuvo el tratamiento con ciclosporina. En los pacientes
con trasplante renal, la incidencia de nefrotoxicidad es del 20 al 40% aunque, ocasionalmente se
ha observado una incidencia de hasta el 80%. El los pacientes con artritis, la incidencia de
nefrotóxica (aumento de la creatinina sérica del 30 al 40%) es del 36 al 48%. En los pacientes con
psoriasis es del 16 al 20%. En todos estos pacientes, la reducción de la dosis de ciclosporina origina
en la mayoría de los casos, una mejoría de la función renal.
A veces es difícil distinguir la nefrotoxicidad producida por la ciclosporina del rechazo o de una
nefrosclerosis hipertensiva en los pacientes trasplantados. Los parámetros clínicos asociados a la
nefrotoxicidad por ciclosporina incluyen un inicio a las 6 semanas o más del trasplante, necrosis
tubular renal aguda, niveles sanguíneos de ciclosporina > 200 ng/ml. aumento gradual de la
creatinina sérica (< 0.15 mg/dl/día), una meseta de la misma por encima de 25% sobre el valor
basal y una razón BUN/creatinina > 20. Aproximadamente entre el 5 y 15% de los pacientes
trasplantados tratados con ciclosporina no muestran una reducción del aumento de la creatinina a
pesar de la reducción de la dosis o de la retirada del fármaco.
Las consecuencias de la nefrotoxicidad por ciclosporina son una insuficiencia renal con
acumulación de creatinina, urea, ácido úrico y potasio. Se ha observado hiperpotasemia (a veces
asociada a una acidosis metabólica hiperclorémica) e hiperuricemia en pacientes tratados con
ciclosporina, siendo la hiperpotasemia un signo de nefrotoxicidad.
El tremor es bastante frecuente (hasta un 55%) y las encefalopatías de carácter ligero se producen
hasta en un 30% de los pacientes. En los casos más ligeros, estas reacciones adversas se resuelven
espontáneamente, pero en los casos más graves puede ser necesaria una reducción de la dosis. La
mayoría de las encefalopatías se concentran en los pacientes con trasplante renal o cardíaco con
alteraciones difusas de la materia blanca.
En los pacientes trasplantados de médula ósea o de hígado puede desarrollarse disartria o ataxia.
Ambas condiciones suelen aparecer al cabo de uno a 6 meses de tratamiento. Otras reacciones
adversas de tipo neurológico son confusión, delirio, depresión, mareos, alucinaciones, cefaleas,
hiperestesia, insomnio, déficit de la memoria, y alteraciones visuales. También se han reportado
somnolencia y coma.
Se han descrito los siguientes efectos adversos sobre el tracto digestivo: dolor abdominal,
anorexia, diarrea, dispepsia, flatulencia, gingivitis, náusea/vómitos y estomatitis.
Las infecciones son frecuentes en los pacientes tratados con ciclosporina, lo mismo que ocurre
durante el tratamiento con cualquier inmunosupresor. Se han descrito infecciones locales y
sistémicas víricas, bacterianas o fúngicas así como sepsis. Las infecciones que suelen afectar al 1-
3% de los pacientes incluyen abscesos, celulitis, foliculitis, abscesos renales, moniliasis y tonsilitis.
Las infecciones respiratorias son bronquitis, faringitis, rinitis y sinusitis. Otras reacciones adversas
sobre el sistema respiratorio menos frecuentes son broncoespasmo, tos y disnea.
La ciclosporina puede aumentar los niveles séricos de prolactina y reducir los de la testosterona, lo
que puede resultar en irregularidades de la menstruación o inhibición de la espermatogénesis con
la correspondiente infertilidad.