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(Asertividad)
Había una vez un castaño mágico que crecía en mitad de un bosque. Se llamaba Ico y
parecía un árbol como los demás, pero era capaz de hablar.
-¿Cómo son los niños, conejitos?- les preguntaba Ico a los que se acercaban a comer sus
castañas, pues tenía curiosidad por conocerlos.
Por fin, un día, un niño que paseaba por el bosque se apoyó en su tronco para descansar.
Ico asó unas pocas castañas de sus ramas y se las dio al niño.
Eran las más deliciosas que Ernesto había comido nunca.
Esa misma tarde, a la salida del colegio, Ernesto volvió a visitar al castaño mágico,
acompañado de todos sus compañeros.
Y se marchó con la mochila llena de castañas, sin dar ni una a sus compañeros.
-¿Por qué no le habéis dicho a Juan que eran para repartir entre todos?- preguntó el
castaño mágico.
-No…nos hemos atrevido-contestaron los niños. ¿Puedes darnos más?
Ico tenía que haber dicho que no, porque asar tantas castañas era malo para sus ramas,
pero contestó:
-Bueno…haré un esfuerzo.
-¿Por qué les has dado todas las castañas a los niños?- le reprochaban las ardillas.
-Ahora no tendremos comida para el invierno- se quejaban los animales del bosque. Y
se alejaron de él para buscar alimentos.
Ese otoño, Ico tuvo castañas suficientes para todos sus amigos: los animales y los niños.
Estuvo acompañado y volvió a ser feliz.
-Las cosas salen bien cuando uno las hace bien- decía en voz alta.