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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL FACULTAD DE CIENCIAS MATEMATICAS, FISICO.QUIMICAS ¥ NATURALES APLICADAS A LA |NOUSTRIA Avenida Pollegriai 250 INSTITUTO DE FISIOGRAFIA Y GEOLOGIA Directors Int: Dea, PIERINA PASOTTE PUBLICACIONES XEVIEL LA CUENCA DEL ARROYO CANADA DE GOMEZ (Prov. de Santa Fe) por PIERINA PASOTTI ROSARIO Repdblice Argentine 1S Sag LA GUENCA DEL ARROYO CANADA DE GOMEZ Introduccion E] presente trabajo tiene como base el estudio de la geomorfolo- gia de la cuenca del arroyo Gafiada de Gémez que me solicitara el Instituto ‘de Planeamiento Regional y Urbano de la Facultad de Ciencias Matemiticas, Fisico-Qufmicas y Naturales Aplicadas a la Industria, de la Universidad Nacional del Litoral, que fue punto de partida de otro mds extenso que en colaboracién con el Doctor Alfre: do Castellanos presentamos en la XXIV Semana de Geograffa que se realiz en Bahia Blanca en noviembre de 1962, y que, ampliado, fue publicado por el Instituto de Fisiografia y Geologia [2]. En él s6lo expusimos los rasgos generales de un. vasto seetor de la Manura pertencciente a las provincias de Santa Fe y Gérdoba. siendo nuestro plan pasar a estudios de detalle em ctapas sucesivas. Inicié' ésta con el de la cuenca del arroyo que divide en dos Ja ciudad santafesina de la que toma el nombre: Cafiada de Gémez. Para la descripcién e interpretacién de su trazado natural nos he* mos valido de Hojas en escala 1:50.000 con planimetria aerofotogra- métrica del Instituto Geogrifico Militar, de sobrevuclos y de estu- dios de campo, del relevamiento hecho por la Direccién General de Hidrdulica de Ja Provincia de Santa Fe a través de varios afios (1950 @ 1960) , 0 sea con posterioridad a la canalizacién realizada por Vialidad Provincial en 1941. Antes de entrar de lleno en el tema considero necesario indi- car los hechos fundamentales expuestos en Ja Publicacién XLVI1 del Instituto de Fisiografia y Geologia, muchos de los cuales fueron dados a conocer por primera vez en nuestra literatura cientifica. Establecimos Ja existencia de un sistema de fallas que surcan al sector de la Hanura estudiada con rumbo general 140% N, para- lelas entre si, que delimitan bloques —de unos 30 a 4o km, de an- cho— de los que unos descendieron y otros se elevaron. A uno de éstos lo hemes llamado con ¢l nombre de la localidad santafesina mas alta instalada sobre él: Armstrong. Se halla entre dos zonas hundidas a las que hemes denominado de “Centeno” a la oriental, de y de la “Cafiada de San Antonio” a la occidental; 1a conocida falla de TostadoSelya-Borde de los AltosSan Francisco [3] la limita por el W, la de El Trébol por el E. Ambas, morfelégicamente, termi: rane el § en otra dislocacién similar de rumbo 70? N que cs recotrida por el tramo del rio Carcaraiid que se cxtiende entre Ar- teaga y Berreta. El bloque se presenta como una Manura marcadamente hori- zontal, en el poniente tenemos pendientes de 10/00, y en el resto 0,81 0/00; es ondulada en su filo oriental a causa de valles labrados por las aguas en accién regresiva. La escarpa de Ja falla del W es un plano inelinado regular que paulatinamente adquiere mayor altura hacia el § hasta Megar al rio Carcarafid donde, después de Crug Alta frente a Arteaga, alcanzaria los 74,40 m. de desnivel; la de El Trébol, por el contrario, presenta una sucesin de entalladuras simples en unos casos, ramificadas en otros, causidas por los cursos de agua —cafiadas y arroyos— que después de recorrer trasversalmen- te a la zona Mana descienden por el plano inclinado de la disloca- cion, Estas entalladuras se presentan morfolégicamente como hon donadas amplias y suaves las que corresponden a los valles de esas vias hidricas que Jas Jabraron por erosién regresiva, accién que realiza un pétamo cuando se produce un descenso 0 bien un ascenso répido en su lecho en un cierto punto de su curso; en los dos casos la pendiente aumenta inmediatamente aguas arriba de dicho punto Jo que trae como consecuencia un incremento de la potencia neta y de la velocidad por lo que la erosién se extiende paulatinamente hacia las nacientes. Con esto el curso de agua re-establece sus con- diciones de equilibrio provisorio. Un perfil de equilibrio definitive es ideal [1]. En nuestro caso, tal erosién regresiva puede deberse al descenso del piso del bloque de Centeno o al ascenso del de Armstrong segin el plano de falla de El Trébol, o a ambos a Ia ver, Sdlo la estratigraffa podrd establecer cual de ellos se desplazé, 0 si lo hicie- ron ambos de un modo diferencial. Lamentablemente, no poseo los elementos de esmndio indispensables para resolver el problema: per. foraciones 0 buenos afloramientos. Otro rasgo propio de esos cursos de agua es su trazado en arcos céncavos al sur. Cada uno consta de dos tramos mis o menos rectos, el primero leva el rumbo general (60-70°N) de todas las vias hidri cas de Ja Manura situada al N de una linea que puede hacerse pasar por el rio Carcaraiid —entre Arteaga y Berreta— y el arroyo Saladillo (limite sur del municipio de Rosario), el otro aproxi- — 5 madamente paralelo a la falla de El Trébol (140°N}, unidos por un tercero ligeramente curvo, Los dos tiltimos son el resultade de una adaptacién de algunos cursos de agua al plane de Ia dislocacién a la que siguen por un breve trecho hasta encontrar a uno, casi siempre de mayor caudal, que logré mantener su escurrimiento ha- cia el ENE, y constituirse en su afluente. De acuerdo con esto, cuando el caudal es mayor o cuando aumenta por el aporte de algtin inmisario, aunque sea éste una simple caftada que corre ini- camente en el momento de las Huvias sin aleanzar a exeavar su lecho menor, el curso sigue con rumbo 6o%N en el primer caso, 0 vuelve 2 tomarlo en el segundo, hasta que por la disminucién del aporte hhidrico debido a cualquier proceso, se desvia al SE segin aproximadamente el plano y direccién de Ja falla. La profundidad de los valles en donde los arroyos dejan al talud aumenta muy ligeramente de N a § hasta que al Megar al del Canada de Gémez pasa de improviso de 19 a 30 m., profundidad calenlada entre las cotas maxima y minima en los puntos de salida de la escarpa de la falla de El Trébol. Esto se debe « que el bloque de Armstrong adquiere mayor altura en el $, donde se alcanzan 118,68 m. en el campo de A. Volontiera, y a que el arroyo homé- nime tras girar hacia el meridién se recuesta contra dicha escarpa excavando su pie, trayendo como resultado una mayor : de ésta. En él citado trabajo pusimos de relieve una serie de caracteris. ticas que demuestran que la Hanura antes que se hundieran o ele varan los bloques, era continua y surcada por una red difusa pri maria consecuente u ortoclinal, y por algunos cursos mayores que seguian su pendiente general al ENE; a causa de dichas dislocacio- nes ellos fueron interrumpidos generindose cursos subsecuentes re- costados contra las escarpas, —la cafiada de San Antonio y su con tinuacién el arroyo de las Tortugas con respecto a la de Tostado- Selva, y las cafiadas Rosquin y Carrizales con la homénima que es Ja frontera del bloque de Galvez— y cursos obsecuentes breves y de eseaso poder erosive sobre esas mismas escarpas. Las vias hidricas que surcan el bloque de Armstrong, tuvieron por lo tanto sus fuentes en la Hanura que se extiende al W de la Cafiada de San Antonio, En ciertos casos se pueden establecer las conexiones de los arroyos actuales con ios antiguos hacia el occidente. Algunos al bajar por la esearpa de El Trébol dejaron su rumbo al ENE pata desviarse al SE, pues bien, en el bloque hundido de Genteno hallamos sus continuaciones, ldgicamente hoy sin conexiones direc- tas € inmediatas con ellas, pero reconocibles por medio de las aero- etn fotografias. En el terreno esto es mucho més dificil, en el Wy después del pie det talud a causa del aporte del material sedimen tari. producto de la destruccién de ésta, y en el E, 0 sea més hacia la foss, porque su deseenso paulatino y la reducida pendiente hicie- ron posible el rellenamiento de los fondos de las hondonadas, Expuestas estas generalidades pasaré al objeto del presente trabajo: el estudio de la euenca del ARROYO NADA DE GOMEZ be Se caracteriza por ser: 1°) la mas meridional, 2%) «er ms pro- funda, 3%) 4 la timica que no desagua al ENE de todas las labra- das por la acciém regresiva de las aguas que descienden por Ia es- carpa de la falla de El Trébol después de haber sureado a la Uanura del bloque de Armstrong. Al expresar lo primero tomo como limite de referencia al vie Carcarafié en su tramo a 7o°N (Fig. 1). La cuenca que le sucede al norte es la del arroyo Bajo de los Perros, o Cafiada de Las Totoras, que se forma de la confluencia de los dos bajos de Las Parejas con el de Los Leones, que es el mds meridiomal de los tres. (Fig. 2). Avena el Cafiada de Gémez una superficie de unos 450 km; la profundidad de su valle caleulada en su salida al pie del talud es de go m. En los que le siguen al norte ese valor desciende brusca mente a 19 m., pero contrariamente a las de ellos, esa profundidad no sé manifiesta con facilidad en el terreno a causa de la ampli- tud. Baste para ello comparar eon el arroyo Bajo de los Pertos situado al septentridén, lo que se pucde hacer siguiendo la ruta 10 a Colonia Médici que nace en la nacional N° 9 pocos metros antes de las vias del ferrocarril a Las Rosas. La longitud supera los 48 km.; el largo del canal recientemente realizado es de 48,350, punto que s¢ halla en el campo de Atilio Spoglia y otros. El ancho para lx cota 100 en 1a entrada del valle es de unos 6 km. (en un corte que pase por el Aero Club y la trinchera de las vias del ferrocarril a Casilda), de 10 km. mas al W segiin una linea que de NNW a SSE atraviese la estancia “La Rosita”, y de 13 km. mas aguas arriba, pero entre cotas 110, por la estancia “La Jacinta" Con referencia a la isohipsa 80 notamos que su recorrido es anémalo con respeeto al trazado que trae desde el norte a lo largo de la falla de El Trébol, pues hasta la estancia “Santa Clara” sb direccién es de14o9N, y dista unos 8 km. de la 100, luego penetra en el valle del arroyo, pero al sur de éte vemos que su direccién es hacia el SW y que con respecto a lo que acontece hasta aquella estancla estd separada por séle 4 km. de Ia cota 100, y que le siguen apretadas las otras isohipsas hasta la 50. De acuerdo con esto el arroyo en sucesivos cortes trasversales a su valle, a partir del puente de la ruta N° g (Km. 22%) hacia aguas abajo, es disimétrico pues las cotas sobre Ja ladera meridional son mis bajas que las de la sep- tentrional; en aquélla la 80 sdlo aparece en el primer corte mientras que ésta la tenemos hasta el Km, 13. Vimos que al descender el talud los cursos de agua trazan arcos céncavos al 8. En el arroyo de Cafiada de Gémez observamos tam: bién este hecho y creo interesante hacer un andlisis detenido de él Por cuanto, como ya dije, contrariamente a todos los otros situados al N no corre al ENE, sino que despuds de dejar el talud gira al SE y desemboca en el rio Carcaraiid frente a la poblacién homéni- ma. Su red es asiméteica porque a causa de la pendiente general de Ja Nanura hacia el ENE recibe afluentes solo sobre su margen dere- cha. Todos, pero especialmente uno, el de Perrone, influyen en La morfologia de la cuenca y de la red y en el anegamiento de campos y caminos durante las Iuvias estacionales (la cilida) y las excep- cionales (pareciera cada 20 afios) El Cafiada de Gomez presenta una sucesién de inflexiones, ras- ge que las obras de canalizacién no han borrado del todo; ellas vienen en apoyo de nuestra interpretacién sobre la génesis de los arcos, Se origina aquél (fig. 2) de la unién de dos bajos que se initian en zonas marcadamente horizontales. El occidental lo hace en una en la que domina la cota 112 sobre una extensién de unos Go km? desde alli tas aguas se escurren Ientamente al NE segin hondonadas de escasa pendiente y al SW al Garearafid; él oriental se encuentra a una altitud ligeramente mayor (115 m.), pero de mucho menor extensign. Ambas zonas, pero especialmente Ia pri- mera, son ficilmente anegadas por las uvias, EI primer bajo nace, aparentemente, en el campo de N. Frani- dhievich, donde tenemos el Km. 0 del canal proyectado por la Direccién General de Hidréulica de la Provincia para drenar las aguas hacia la caftada que denomindramos “San Ricardo” [2], afluente del citado rio, ‘én la zona Mana dicha cafada después de ese campo surca at de Mancinelli y tras el de Luculin desciende «a la cuenca del Ca- * De ta comaltmeion de 1962. fiada de Gémez entrando por los de M. Delledonne, Ferlati, Quar- chioni, Schaer, pasando luego entre los de N. Dominizi y A. Carbo- nari. Aqui sus aguas se unen con la de otro bajo que se inicia antes del de N. Mazante y pasa por los de Cavalieri y A. Macelari, y contrariamente a lo que podria suponerse, no forman o profundi- dau Su cauce sino que a causa de la horizonralidad se expanden cubriendo gran parte del campo de Dovetta en el que termina otro bajo mds, que corre contra e! terraplén del ferrocarril a San Ricardo. Con poco acierto las vias de éste fueron trazadas en la hon- dotiada lo que obstaculiza el escurrimiento de las aguas. Los tres se extienden formando un bafado en forma de pata de ave que anega los campos de Pasquinelli, Talismani, Gornero, Agu y de los de Rey; ya en el de Carasso (cota g5) forman un solo bajo que se orienta al ENE pasando casi de improviso de 45°N, que tiene hasta el Km. 3 del F. C.a San Ricardo, 2 80? en el campo de Sera- fin Rey, punto conocido como “bajo de Rey” y 2 709 ya go®N a Ja altura de la Estacién Las Trojas, Forma alli un marcado arco en el que alcanza el ancho de unos 450 metros. Inmediatamente aguas abajo de dicha Estacién —que se halla a 5 km. de la ciudad de Cafiada de Gémez— se inicia el canal teazado en 1941 que corre paralelo y sobre el lado meridional del antiguo camino de tierra a Gérdoba y de las vias del ferrocarril Cral. Bartolomé Mitre, En las aerofotografias se lo puede seguir hasta alcanzar la ciudad en el W, Ya en ésta la tinica referencia es el trazado del canal con el que naturalmente se rectified el curso al que se siguié aproximadamente; su rumbo era de 100°N hasta después de salir de aquel ejido. De la sucesién de los rumbos indi- cados, vemos que €l arroyo traza hasta aqui un arco céncavo al S. Casi ances de llegar a la poblacién recibe a un bajo que leva aguas sélo durante las Muvias. Es arriesgado establecer con seguri- dad st influencia sobre el trazado del colector porque éste después de recibirlo penetra en aquélla. Dadas las construcciones en la planta urbana no podemos pues visualizar su recorride en élla, pero vernos que desde el vértice NW de ésta se extiende hacia el ENE un bajo que se esfuma tras un breve trecho y que por su posicién hace pensar ho ser otra cosa que la prolongacién de aquél. Ademés, puesto que en la canalizacién se ha respetado a grandes rasgos el recorrido na- tural, pareciera que no hubiesc sido muy decisivo porque en este caso hubiese asumido el rumbo del bajo y ¢l Gafiada de Gémez no hubiese mantenido los 100°N que traia desde Las Trojas. ‘Tiene su origen en una divisoria imprecisa que separa sus aguas de las que van al Garcaraiis, divisoria que trazo entre el punto trigonométrico 120,6 del campo de Lelli y la cota 117 de los de A. Mazante y H. Weber: desde alli pasa sucesivamente por los de R. Tartalini, estancia “La Favorit”, Antonelli, Sabatini, Ventroni, Severini, Lucas y Mari. En el primero se adosa el terraplén del ferrocarril a San Ricardo y desde alli se comunica con la hondonada en la que fueron traza- das las vias que ocupan la vaguada dificultando, también aqut, el avenamiento al Carcaraiit. La Direccién General de Hidrdulica de la Provincia tiene proyectada su canalizacién a fin de resolver el grave problema de Jas inundaciones que afectan a toda ¢sa zona, en especial a Ja de Villa Eloisa. Entre ésta y San Estanislao recibe las aguas de un bajo que en el campo de N. Mazante forma una de las nacientes del Cafiada de Gomez. Dos kilémetros aguas abajo del limite oriental de la ciudad tiene el aporte de su afluente principal, el arroyo Bajo de Perrone, que en su curso natural desembocaba entre las progresivas 24 y 2g del canal trazado en 1962, la que se halla frente al Matadero Municipal. El arroyo Bajo de Perrone reime los earacteres propios de un “bajo” por eso creo pueda resultar util hacer su descripcién, asi como el andlisis de los diferentes rasgos morfolégicos. En este sector de nuestra Hanura santafesina se denomina “bajo” 4 un curso de agua que no posee lecho menor, pero sf canal de sequia, el que durante los estiajes es recorrido por las aguas con gyan lentitud o puede carecer de éstas; que consta de zonas panta hosas; que en los puntos mas hondos puede tener lagunas perma- nentes, pero generalmente temporarias; que durante la estacién de las Iuvias éstas cubren el lecho mayor estacional y durante los pe- riodos de precipitaciones extraordinarias al lecho mayor excepcional anegando sobre ambas mdrgenes a la Hanura en una extensién a veces vasta, variable com Ia topografia; de poca pendiente pero de diferente valor a lo largo de sn trazado; que tiene el lecho mayor estacional cubierto por vegetacién haldfito-hidréfita abundante que define su amplitud. j De Ta lectura de mapas y cartas de dicho sector de nuestra provincia, vemos que en Jos del Instituto Geografico Militar se ha remplazado el término “cafiada” por el de “bajo” ¢l que figura —para Santa Fe~ desde la aparicién de las en escala 1:50.00 con plani- metria fotogramétrica. Ese cambio hace suponer que se ha querido introducir, o adoptar, una terminologia regional pues ella no. figura en cartas con el mismo tipo de relevamiento € igual escala de otras vonas, las de Cordoba por ejemplo, situadas inmediatamente al oc- tag cidente y en las del sur de la misma Santa Fe en las que no se la emplea. Veamos unos ejemplos: En el mapa del aio 1913, en escala 1:250.000, trazado por recopilacién de datos por la Direccién de Obras Piiblicas y Geodesia de la Provincia durante Ja administra. cién del Gobermador Dr. Manuel Menchaca se emplea de prefere el de cafiada, pero en algunos casos se pasa de un término dé“atro. Asi, la eaftada de Las ‘Turbias asume en un cierto punto el nom- bre de Caftada de Los Troncos con el que termina en la de Carri- vales, gran colector de rumbo NNW-SSE; en el del Instituto Geo. grifico Militar en escala 1:100.000, Hoja “Rosario” 1954. no figura; ‘en el del Instituto Geogrifica Militar 120.000 de’ 1957 se origina de la unién de tres “bajos” de los que uno sdlo tiene nombre (el de las Chilquitas), y figura camo “arroyo” de Las Turbias desde Ja confluencia hasta que al dejar el talud de ja falla de El Trébal cambia a “bajo” de Las Turbias, En el mapa de 1913, la red del Chupino se forma de la con. fluencia del “bajo” del Chupino con el del Arbolito que generan la “cafiada” de los Esteros, la que despids de Classon se lama afiada" de Las Estacas. En él en ¢scala 1:100.000 figuran sélo |i “canada” de los Esteros que cambia de nombre por el de Las Esta- cas y estd representado sélo despues dle lo que se considerd [2] coma escarpa de la falla de El Trébol; en el en eseala 1:50.000 se inicia co-5 mo “bajo” del Chupino que pasa a “arroyo” antes de recibir al arroyo ‘Tres Lagunas (el que nace como “bajo") sobre su margen izquierda: sobre la derecha Hegan las aguas del arroyo del Arbolito. (que co- mienza él también como “bajo”), sigue como arroyo del Chupino y después de la estancia de “Las Estacas" con el nombre de “bajo” de Las Estacas hasta su terminacién en Ia cafiada de Carrizales. En el de 1913, al sur de la red anteriormente citada s¢ tiene Ja formada por la “cafiada” de Las Parejas, que pasa al sur del pueblo, que sc une a Ia “cafiada" de Los Leones para dar naci- miento a la “cafiada’’ de Las Totoras que mas adelante se denomina “cafiada" de Arévalo; en el del Instituto Geografico Militar en escala 1:100.000 figura la “cafiada" de Los Leones la que mas ade- ‘lante-se llama “arroyo” Bajo de los Perros; en el de 1957 en escala 250.000, ademas de la primera figura Ia que corre al N del pueblo las que se unen en un solo curso que desemboca en la -“caftada”’ Bajo de Los Leones, la que inmediatamente después toma el de “arroyo” Bajo de Los Perros. 3 En América se entiende por cafhada a un “terreno entre lomas, cuchillas o sierras por donde, cuando Ilueve, corre agua como si eaves fuese un arroyo o un rio”. También se ta define “arroyo que slo Heva agua en tiempos de Iuvias”, Creo que tanto ésta como aque- la definicién no son suficientemente claras para que no puedan dar origen a confusion o incertidumbre, Sin duda la diferenciacién no es fiell puesto que ambos tipos de curses de agua tienen algunos rasgos en comin y la incertidumbre explica por qué en algunos casos se emplean ambas denominacién, como entre los ejemplos c- tados el arroyo Bajo de Las Turbias, arroyo Bajo de Los Perros, arroyo Cafiada de Gémez. Con los dos términos, "arroyo" y “bajo” se remplaza al de “caiiada”, En general se consideran como “arroyos" a los que corren cla- Yamente encauzados entre barrancas bien definidas, pero en algunas ¢asos no tienen ese cardcter. Sea un ejemplo el del arroyo Bajo de Los Perros después de dejar la citada esearpa de falla. La utilizacidén de ambos términos refleja la falta de definicién de los rasgos morfolégicos en casos como el citado, pero en otros, no, tal el del arroyo Bajo de Perrone que ¢s tipico “bajo” 0 “cafada’’. Creo que Ja causa de la confusién estriba en los cambios que presentan esos cursos de agua a lo largo de su mazado segin que coran en Ja Hanura del bloque de Armstrong o desciendan por el talud de 1, falla que lo delimita por el oriente, o en la Hanura del bloque bundido de Centeno que sucede al levante. En la primera son tipicamente bajos (o cafiadas) en el segundo se encajan y son definidos por barrancas, en la tercera asumen un aspecto similar al primero. Se pueden hacer facilmente las distinciones indicadas cuando la morfalogia se presta, pero en nuestra zona, donde el maximo desnivel es de 20 m. segtin pendientes de 3 al 8 4/00 como maximo, no es ficil captar desniveles tan insignificantes, Sdlo puede lograrlo cl que tenga el ojo ayerado. EI Gnico curso al que se lo considera como arroyo en todo su vecorrida es el Cafiada de Gémer el que, por otra parte, debe el nombre propio de “Caiiada” al aspecto que ofrece en su curso superiar, En. sintesis, los términos “bajo” y “‘caiiada" tienen la misma acepcién. Convendria el empleo de este tiltimo, pero si esto puede Negara ser factible en publicaciones y mapas oficiales, dudo pueda desarvaigarse al primero cn su empleo local. Dado que el presente estudio de la morfologia de una pequenia vona de nuestra Provincia donde se han realizado obras de inge- ape nieria, pretende ser dtil a los técnicos cuando en el futuro ejecuten otras més, utilizaré también la terminologia local, pero dejando bien establecido que un “baja” en nuestra regién es wna “cafiada”. La definicién expuesta mas arriba tiene como finalidad taer dlaridad a esta situacién, Posiblemente sea un poco larga para responder al concepto de tal, pero puede tract la ventaja de llegar al objetivo perseguido. Creo conveniente analizarla en. todas sus par- tes aplicindola al Bajo de Perrone, Para mayor claridad refuetzo las palabras con una serie de fotograffas que he tomado desde el avién, que la Municipalidad de Ia ciudad de Cafiada de Gémer puso a nuestra disposicién, y desde el terreno. Aquéllas son las que dan una imagen mds exacta de rasgos que en el suelo no pueden ser facilmente captados 0 no lo son en todo su aleance. No bastan los buenos mapas y las aerofotografias, hay que sobrevolar la zona. y si Gta es inundable hacerlo durante Los estiajes y en sus mmaximos anegamientos, El perfil trasversal del valle de un bajo es em unos casos en amplia artesa de fondo plano, la que en otros es de dificil visuali- gacién. Lo primero suele tenerse en el curso superior, lo segundo en el tramo final. Para et caso elegido aquélla es visible hasta un poco aguas abajo del campo de Perrone, el otro desde ese punto hasta su terminacién (fig. 21). Claro es también el ejemplo que nos da el, curso del Bajo de Las Turbias —que corre entre Las Rosas y El ‘Trébol— en su trazado en el bloque de Armstrong y en el hundido de Centeno donde apenas se visualiza la divisoria que lo separa del valle dei arroyo del Chupino. EE de Perrone consta en ciertos tramos tinicamente del canal de sequia bastante bien definido, y del lecho mayor: durante los estiajes suele carecer totalmente de aguas o bien lus que le ocupan Jo hacen de un modo irregular estancindose en lagunas unidas entre si en forma de rosario (lagunas moniliformes) que a veces ocupan el eje de Ia vaguada, miis usualmente se hallan en cualquier parte del fondo. En la figura 15 vemos lagunitas y charcas dispersas, de di- ferente extension y distribucién irregular, aisladas unas, comuni- cdndose entre si otras, en unos casos por obra de los pobladores que procuraron conectarlas con el canal con el que intentaron el avenamiento, Esta fotografia se presta a otra observacién intere sante: el distinto aspecto que asume el bajo de acuerdo con el apro- vechamiento al que lo someten Jos propietarios de los campos, y el modo con que luchan contra el estancamiento. =i ‘Durante la estacién de las Lluvias las aguas se escurren sin solu- cién de continuidad, sucien alcanzar un notable caudal y velocidad asi como violencia cubriendo al lecho mayor estacional y durante tos periodos de precipitaciones extraordinarias al lecho mayor ex- cepcional, anegando los campos en una vasta extensién sobre ambas riberas. El piso es plano la que favorece el estancamiento de las aguas no slo del modo indicado sino impregnando el suelo, por Io general arcilloarenoso 0 arcillaso, lo que vuelve pantanoso el fon do; la pendiente no tiene el mismo valor a lo largo de todo el recorrido sino que presenta trechos en los cuales es menor o muy insignificante. El lecho mayor s¢ cubre de abundante vegetacién acuitica o haléfita que son las que mejor definen su amplitud y aleance, des tacindose netamente aquélla por su tinte verde oscuro y su brillo; ticne unas veces distribucidn irregular (fig. 8), cn otras es como un tapiz continuo en el que es dado ver que ¢l escurrimiento de las aguas se hace por un sistema de venas densamente anastomosadas (fig. 10) en el que no siempre 1a direccién es hacia el eje sino pa- ralela a éste, de lo cual resulta una mayor y marcada lentitud. En ciertos trechos suelen coexistir las distintas condiciones indicadas. Para una més efi¢az desctipcién me valdré de la sucesién de Jas fotografias siguientes, todas tomadas azttes que la Direceién Pro- vincial de Hidrdulica canalixara el arroya. Fig. 3. — El arroyo Bajo de Perrone visto hacia aguas abajo en el campo de Dardini, cuyas casas se hallan afuera del lado izquierdo de la fotografia. Tenemos aqui la naciente aparente. Los surcos del arado han sido trazados paralelos al curso, lo que conuibuye en hacerlo evidente; sin embargo, el camino de tierra que se ve en pri mer plano estd inundado pese a que Ia fotografia fue tomada en el estiaje. Esto significa que las aguas podrian proceder del otro lado de] camino, pero no de un modo del todo evidente, La sombra irre. gular que se ve entre él y el montane del ala del avidn corresponde a una zona en la que las aguas se estancan o se hallan a muy poea profundidad. Las aerofotografias conducen a localizarla al NW de un campo de J. y A, Rosso en una divisoria sin embargo imprecisa porque es horizontal y desde alli las aguas siguen por una muy suave hondonada, que desciende al Carearafié, en la que hay una sucesién de tramos de canales practicades pot los distintos propic- tarios para ayenar sus campos conduciéndolas hacia dicho tio. En dltimo plano vemos a Ja izquierda unas lagunas alargadas que se formaron de un canal-que cruza el campo de Dardini de a agcmes NW a SE y que terminan en el Bajo de Perrone unos 500 mal oriente de las casas. El canal que se dirige y sale del borde superior de la fotograffa, corresponde sélo en parte a la vaguada natural del arroyo. Fig. 4. — Aguas abajo de la anterior, el arroyo se define por lagunitas, algunas permanentes como la que vemos casi en el cen- tro de la fotografia. Fig, 5. — El arroyo canalizado en el campo de D. Sanchis cu- ‘Yas casas, instalaciones agricolas y arboledas se destacan en 1a foto- grafia, Por su aspecto dista mucho de parecer un curso de agua; no ‘esta definido tampoco el lecho mayor estacional. Fig. 6. — A la altura del eampo de Vaschetto, cuyas casas y a boledas son visibles en tercer plano a la izquierda de la fotograli: se tiene una zona pantanosa definida por vegetacién y chareas pro: pias dé un bajo o caiiada; pero no hay que olvidar la accién del hombre desde tas riberas hacia él. Fig. 7. — El mismo sitio de la fotografia 6 tomada hacia aguas arriba y en otra escala, lo que al darnos mayores detalles nos per- mite apreciar mejor los caracteres de la particular distribucién de la vegetaciin y de los cultivos. Estos definen al Iecho mayor esti cional. No existe cl lecho menor. Fig, 8. — Esta vista de la misma zona es muy instructiva. Sobre Ja margen que aparece en primer plano esté definida la zona pan tanosa y su limite con el lecho de inundacién estacional, no asi cu la otra en donde en el campo dedicado al pastoreo se’ mantienen to- das las caracteristicas del curso de agua, del que se ve el divagante canal de sequfa anterior en una posicidn no coincidente con la franja pantanosa, Esos rasgos son borrados donde hay cultivos. Fig. g. — El arroyo Bajo de Perrone a la altura de la estancia “La Jacinta’. Aqui ha sido canalizado por los propietarios pero se distingue.su lecho mayor por la falta de cultivos en algunos cam pos donde se-tiene €l tipico aspecto moteado: Desde la arboleda del casco tas tierras han-side aradas hacia el canal en Ingar de hacerlo segtin las Iineas de igual nivel. - to. — Vista hacia €l NE del arroyo a Ja altura de la estan cia “La Jacinta”, que queda a la izquierda de Ja fotografia. Las aguas corren desde el borde inferior al superior. Ademds del cana! principal se ven otros afluentes con los que se ha buscado avenat este trame del arroyo de horizontalidad tan marcada que ha dado —ii— lugar, en un sector, a una fina red densamente anastomosada con escurrimiento indeciso mas bien hacia valle abajo que al canal (vi- sible en el primer plano) ; en otros (tercer plano) es un avenamiento general difuso en numerosas y finas venas qué Megan perpendicular- mente a aquél, En segundo plano vemos Ia intetseccidn con un canal afhuente. La perpendicularidad en un fondo de tanta horizontalidad provoca un estancamiento de las aguas y viene a sumarse a los fenémenos naturales de anegamiento, formacién de pantanos, ete. A pesar de lo insignificante de la pendiente, conviene trazar los canales afluen- tes segiin un angulo agudo hacia aguas arriba. Fig. 11, — Vista de la zona que ha dado su denominacién al arreyo: el bajo de Perrone, En primer plano las casas e instal: cones anexas, En el iltimo el camino que pasa entre las estan “La Rosita” y de Frey y que une a Villa Eloisa con Gafiada de Gé- mez. En ¢ste punto cl terraplén provoca el estancamiento de las ‘aguas a cautsa de la no acertada ubicaciém del puente sobre el tra- zado del cauce canalizado en parte antes de ig6g. Fig. 12. — Detalle de la fotografia 11. Publico esta vista que saqué en 1962, como una ensefanza, para evidenciar lo imprescin- dible que es el estudio previo con aerofotogratias y desde el avién. Este lugar se halla en la progresiva Km 4.4oo del canal. realizado por la Direccién Provincial de Hidritulice en 1963. El camino con- duce de Caiiada de Gémez a Villa Eloisa. Fig. 1g. — En esta vista del bajo de Perrone, se percibe clara- mente ¢n wltime plano el borde de la cuenca y como éste se eleva hacia el SE (izquierda) y hacia la derecha (donde se hallan tas casas) « Fig. 1g. — Las zonas anegables estan dedicadas a la explotacion ganadera. El molino extrae el agua de la primera capa acuifera que se halla cn ese punto a —3 m, mientras que hacia la espalda del ab- seryador se encuentra a 1,50 m. ({nformes de] Sefior José Mon: techiani, quien practicé » ambos povos), Hacia el tiltime plane, ya a resguardo de las inundaciones, se practica la agricultura. Fig. 15. — Mas aguas abajo, el fondo del valle s¢ presenta sal- picado por numerosas lagunas 6 chareas evidenciando hotizontali- dad y de ahi estancamiento mayores atin que las de la. zong ante. rior, en la que el hombre ha acentuado el proceso de las inunda- = Siig =. ciones. Aqui se ha querido subsanar uniendo las lagunas y chareas entre si para conducir sus aguas hacia el canal que fue trazado apro- ximadamente cn la vaguada. En segundo y ultimo plano Iegan = 1 varios canales secundarios, casi todas lo hacen perpendicularmente. No obstante las condiciones naturales adversas, el hombre penetra en el fondo Ilano con sus cultivos y de modo tal que se hace dificil delimitar los Jechos. Fig, 16. — El arroyo —canalizado— frente a las casas de F, Luna (arriba a la izquierda), que se encuentra casi en Ia terminacién del valle en el del arroyo Cajiada de Gomez. * Fig. 17. — Aguas abajo penetra en el campo de la estancia “Ly Rosita’. El propietario anterior la canalizé haciéndole dibujar dos angulos rectos que se suceden a corta distancia. En esta fotogratia el trecho recto que precede al primero esta indicado por los dos ‘equinos que se encuentran sobre su margen derecha; el que ante- cede al segundo es el que vemos dirigido hacia el vértice inferior derecho, Exactamente en este punto gira hacia Ja ciudad, tal como se observa en la fotografia siguiente. Fig. 18, — En primer plano la alcantarilla nos marca cual era el recorrido del arroyo antes que se lo desviara hacia la ciudad. La flecha indica la direccién de las aguas, La ladera izquierda del valle se eleva hacia el dltimo plano; el fondo es cruzado trasversalmente por el camino que conduce a Villa Eloisa que se yisualiza sobre 1a tmargen derecha del canal. Con el fin de rellenatlo para levantar su nivel, por falta de tierra se utilizan los desperdicios de fébricas, tal come se nota en la fotografia. Durante las grandes Iluvias este trecho es cubierto por las aguas que tienden a seguir su curso na- tural; la alcantarilla es insuficiente para darles paso. La poblacién se encuentra en wltime plano. Fig. 19. — Por la direccién indicada, la profundidad del canal aumenta por haber sido trazado en sentido contrario a Ja pendiente del valle y alcanza su maximo en la desembocadura, Alli afloran limos gris negruzcos del Aimarense. Por su trazado al lado del ca- mino, puede ser ficilmente confundido con una comin xanja de evacuacién de aguas de Huvia que se trazan a su vera. A los otros errores que se cometieron en la rectifica- 0 trecho del arroyo, hay que agregar el haberlo hecho desembocar inmediatamente aguas arriba y contra el puente (ver también fig. 19) del citado camino a Villa Eloisa sobre el arroyo Gafiada de Gémez, y mas atin por el hecho de que la luz de dicha obra‘es menor que el ancho del lecho de éste, Io que constituye un yraptie ofspeu p> ao was varq ‘Huoxismry ap onboiq wo owen op mpeye odour jp Net ef OPENENITaR: eM ae sonund op Kouy, UND “A, ‘Fig. 3, — Nacientes aparentes, del Bajo: de Perrone. Fig: 4. — Laguma permanente, Fig, 6. — Fl orrove w Ia altura de: Jax casas de Vaschetto, Fig. a, — Lecho, mayor del arroyo. Fig. 10, — Avenamienta anaseomosado det arroyo a la altura de a estancia “La Jacinta Fig. 12. = ¥1 Bajo de Perrone a 1a altima del Ken 4400 dy Ja inalivacln ai (fot: tomada antes de ta ejecwcidn de Ia obra) ie 158s Fig. 14. — Difetente explotselén del campo’ en las distiaias coms eel campo de Perrone Fig. 15. — Artoyo Bajo de Perrone en cstlaje,aguaa abajo de Yas twin dhe te. Fig, 16. — Frente 0 lav casan de J. Luna, cari cn ts terminacion del valle — it obstéculo al libre escurrimiento de las aguas, las que son normal- mente embalsadas aguas arriba, como vemos en la figura 41. Fig. 22. — El arroyo Bajo de Perrone, en su curso natural (pre- vio a las desviaciones descriptas para las fotografias 17 a go) se di- rigia al NE y voleaba sus aguas en el colector principal frente al actual Matadero Municipal. En la mitad izquierda de esta fotogra- fia estd indicado muy aproximadamente por 1a hilera de vacunos. En este tramo corria en el fondo del valle del Cafiada de Gémez del que vernos la ladera meridional elevarse hacia y en dltimo plano, Su lecho —con la canalizacién del afio 1941— se puede seguir desde la mitad del borde derecho de la fotografia hasta arriba del vértice inferior izquierdo. El arroyo ha sido canalizado a lo largo de 11.400 m desde La desembocadura —Km o— que se encuentra en el Cafiada de Gémez; se ha mantenido el trazado artificial del ultima tramo (fot. 18 a 20) en la canalizacién de 1963. En el Cuadro I figuran los datos de altitud, amplitud, desni- veles, longitudes de las laderas y pendientes del valle del arrayo Bajo de Perrone en ocho cortes practicados perpendicularmente a la va- guada en sucesivas progresivas (fig. 22). En las columnas primera y tercera a quinta el primer dato corresponde a la matgen izquierda, el segundo a la de la derecha de cada corte; en aquélla también figura la cota minima que corresponde a la del cauce, en la segunda y tercera el ancho y la profundidad del valle, en Ja quinta el valor de las pendientes. De todos esos valores surge la suavidad de los perfiles. trasver- sales asi como el menor desnivel en la parte casi terminal, vemos también que se ensancha un poco hacia aguas abajo pero que en su cabecera es amplio y poco profundo, lo que puede ser interpre- tado como una evidencia de su antigua comunicacién con el valle del Carcarafid o mejor dicho, a través de éste. Los desniveles nos indican un valle hondo que no puede haber sido labrade por la sola accién de Jas aguas pluviales; baste pensar que en lo de J, Mallero, a siete km del aparente origen, és de unos 24 ™ y que se mantiene con esa modalidad casi hasta un poco antes del campo de J. Barrera, o sea casi hasta su terminacién. Los yalo- res. menores que tenemos en éste, asi como en el de “La Rosita”, se deben a que nos encontramos ya en el fondo del valle del arroyo Gaiiada de Gémez en el que ha labrado la parte terminal de su curso. La de aquél, a Ia altura del eje del Bajo de Perrone, es de ‘unos 26m, 00/0 7 #p ¥9 suoieg =p sj v0 ‘09 © 06 4p 00/0 Z ‘06 © OOL 4 00/0 9'F "Mi OI X ZOL Hele> se suve 0/0 Cz ep s0 Ofoue jp auteKpue uy susie or aL m ox 6 = on aly ot - 4 HSOW UT,, ofr oy a * a = or 0g vsaueg “f +) av £ 56. o oe or cients 3H oak nal Ey og am ok oy = og 8 wampel wy, ra ™ ol peeir See a | - og ok te Oe meat erase oft on +6 oe 86 TEIN = Bs Bi hE eee es o9 oe a : aoe L oor on os oe * Tee RRO ¥ Sars ee Su Jie 5 oir 7 ee 6 on oH i of 101 qouSemoy “Ny = vat a ar e ae ae gir ont c of cs E : ote ‘ ee | a von a Bigs a 5 eae i o8t eoyo wo] + seaepe] ” “any = snes ssujuyer A a8 suueypued =| op paxsu0y peajusag ep owuy rempeput se10>, La pendiente del arroyo 3 de 2,3 0/00 entre las cotas toy y 160m 2,5 0/00 de 100 @ go, 0/00 de go a So: en la de Petrone es de 2 0/00. Si bien el cauce del Canada de Gomer fue rectificado ya en 141, esté fuera de dudas que por el aporte del arroyo Bajo de Pe- rrone, al que acabo de deseribir detalladamente, toma rumbo al ENE (fig. 23) y lo hace mis netamente después del puente sobre Ia ruta nacional N° 9; es¢ cambio se produce en la estancia de Del Sel es pecialmente despues de Ia progresiva Km 92 (puente del ferrocarril a Cérdoba) (fig. 24) donde termina otro bajo de significaci6n sélo durante las Huvias, pero que es definido en las aerofotografias. Es el que pasa por los campos de Beltrama, Carasso y Montesi y des emboca aguas abajo de dicho puente. A partir de dicha progresiva, en su curso natural forma un gran meandro céncave al $ que por desplazamiento generd una zona ane- gadiza que tiene su ancho miximo —wnos 700 metros— en la parte de mayor inflexién, y los puntos fijos em los Km 22 y 12. Al des- plazarse ha dejado lechos marcados y jalonados por chareas y Tague nitas de faeil reconocimiento en un sobrevuelo y en las aerofotogra- fias; sobre el terreno se observan sélo una irregular distribucién de la vegetacién herbdcea y chareas con flora acwitica, pero no tan [4 cilmente los rasges indicados. De ésos lechos, el mediano es el més marcado y corresponde a la vaguada, pero la canalizacién no lo siguié, En el tramo que se extiende desde el puente de la ruta g a las instalaciones de Obras Sanitarias de la Nacién, en el campo de Del Sel, tuvieron que con- templarse varias circunstancias desfavorables. Antes que se Ievara 4 cabo la obra, esa zona no sélo cra anegable en unos 200 m de ancho durante los perfodos de precipitacién, sino constantemente pantanosa (fig. 25). A causa de esto, en una cierta etapa de los trae bajos se hundieron las maquinarias, en. fango cenagoso con materizs onginicas en putrefaccion, las que pudieron ser rescatadas tras lar- gas y penosas maniobras, Esto obligé a buscar un terreno firme para evitar la repeticién de ese accidente u otros similares; por eso fue elegido el borde meridional de la zona inundable, asi como también porque representaba ¢] trazado mas breve y de ahi un menor mo- vimiento de tierta., Desde esos puntos de vista fue una solucién que sin embargo no alcanzé a ser completa ni se recuperaron totalmente los campos, no se avené toda ¢sa zona inundable; cierto es que con Ja canalizacién las aguas no ta invaden durante las crecientes anua- les normales, pero las de Iuvia se estancan en esos campos que no tienen drenaje facil natural hacia el cauce del arrayo. Hay que pun- apne twalizar, sin embargo, que han desaparecido Jas yonas. pantanosas, y ess campos son ahora aptos por lo menos para la ganaderia y en ciertas partes para la agriculeura La fig. 26, a pesar de no ser muy nitida a causa de un brusco movimiento del avién, ilustra lo que acabo de expresar; ella fue to- mada hacia aguas arriba durante la ejecucién de Ia obra de 1961-62. En primer plano s¢ ve al arroyo ya canalizado; en el borde inferior izquierdo un campo arado segin cotas de nivel; el lecho mayor es tacional correspondiente al Ghtimo cauce antes de la obra; en la parte media —margen izquierda del arrayo— uno de los lechos puesto de relieve por charcas que por su morfologia indican las antiguas divagaciones; ellas se comunican entre si durante las precipitacio- nes, Partiendo de la mitad del borde izquierdo de la figura, y dir giéndose hacia la parte superior del derecho, vemos otro cauce ocu: pado por las aguas durante las Huvias. Enare éte y Ja vaguada hay campos cultivados, los que se suelen anegar. A la altura de Ja progresiva Km 13, el arroyo recibe las aguas de una cafiada que pasa por el campo de J, Luna en un trecho en el que se presentaba poco sinuoso; el aporte de sus aguas no fue su- ficiente para desviarlo hacia el NE, por eso el Gaiada de Gémez seguia al oriente hasta el Km. 10, En la figura 27 tenemos a la des. embocadura de dicho curse; vemos la formacién de dos brazos que han alcanzado a labrar barranquitas correspondientes al lecho ma nor en el que serpentean; mis exteriormente se pueden reconocer las mirgenes del Iecho mayor. En itltimo plano hay campos inun- dads. Sobre la ribera N del arrayo y a unos joo m del borde de la zona anegadiza oriental que acabo de describir, se observa la existencia de una franja que se inunda durante las Muvias, la que se halla como a continuacidn de la canada del campo de J. Luna y que termina en una amplia zona, también anegadiza, de rumbo al SE, de la que me ocuparé con detalle mds adelante. Cruza el campo de una Sociedad Anénima que se extiende al E. del de César Mengarelli. Este rasge conduce a dedueiy que dicha cafiada debia correr al ENE hacia el Parand hasta antes de que/l0¥ siltimos acontecimicn- tos tecténicos se movieran los bloques; su curse {ue cortado e interrum: pido cuando se generé el actual travado del arroyo a causa de un proceso de jérarquizacién por Ia suma del aporte de sucesivas ca- fiadas y por Ia desviacién de Jas aguas. A consecuencia de esto el troneo que quedé al norte ¢s de caudal insignificante y por ello no mareado, y su poco neto camienzo se halla a unos 1.000 m del cauce actual del Gafiada de Gémez. at — : Este sigue al oriente hasta el Km 10 desde donde por el aporte de su ultimo afluente que cruxa por el NW de Correa con 50°N de orientacidn, corre segun éte y asi se mantiene hasta el Km 8. (fig. 23). El valle de la caiiada es reconocible en el terreno desde la ruta 9; hacia el pucblo se la localiza con una lagunita casi perma- nente, y aguas arriba por Ix morfologia de su cuenca muy suave bien visible desde el puente en sobre nivel sobre las vias del ferro- carril a Cérdoba. Por su aporte el arroyo, que ya se habia orientado al E, asume por ltima ver rumbo al ENE —o sea exactamente como Ja de Ja cafiada— hasta la progresiva Km 8 y tras unos mil metros al oriente gira al SE y al S. Podemos hacer la deseripcién del Cafiada de Gomez a partir del Km 16 gracias al levantamiento que realizé la Direccién Pro- vineial de Hidraulica y a las aerofotograffas, La figura 2g es una reproduccién del recorrido del arroyo desde el occidente de la ciu- dad, extractada en gran parte de un plano de dicha Direccién, No me fue posible hallar uno con el trazedo natural de este tramo, por Jo que me ocuparé silo del que se extiende desde aquella progre- siva (Km 16) de la ultima canalizacién hacia aguas abajo, Alli, hasta cerea de la Fstacién Las Trojas, el curso fue corregido por Vialidad Provincial en 1941. Veinte aftos después lo hizo la Direccién Pro- vincial de Hidrdulica, pero esta vez a lo largo de 48,350 Km, pric ticamente todo el arroyo, a pedide de los vecinos de Correa, Los estudios y cilculos se iniciaron en 1950 y contemporgneamente a su ‘ejecucién se hizo el relevamiento detallado y preciso —por razones obyias—, Por ello podemos contar con un documento que contiene datos y rasgos que de otro modo se hubiesen perdido para siempre ¥ que pueden ser objeto de investigaciones varias segiin las finali- dades que se persigan o de acuerdo con las distintas escuclas. Gracias @ la comptensién y gentilesa de Jos ingenieros Mario S. Donno, Director de Hidrdulica de la Provincia, y Enrique Giré, Jefe de Hidréulica de la Zoma Sur, tengo la posihilidad de repro: ducir dicho relevamiento. Lleva esto como finalidad ponerios al al- cance de todos Ios estudiosos con miras a facilitar sus trabajos (fig. 28). Entre las progresivas Km 16 y 15,400 s¢ ditigia al NE, desde alli hasta 15,200 formaba un angulo recto con vértice en la 15,400! el canal constituye hoy la hipotenusa, El lecho se enangastaba (24: go m), seguia al oriente hasta la 14,600 y después de un trecho bas. tante recto trazaba un meando semicircular de unos 130 m de cuerda y wo de flecha (cl canal sigue a aquélla) hasta el Km 14,200 en donde recibe tas aguas que suelen éstancarse en una zona anegadiza 22° alarguda y estrecha que vierte como afluente sobre la mangen iz- quierda de una cafiada que desemboca antes del Km 1g en el Ca- fiada de Gomez y que: pasa: por el campo de J. Luna. No es posible establecer si fue en algiin momento cl cauce o un brazo de creciente. Hasta el Km 16 —como vimos— por obra del hombre la zona ancgadiza ha quedado totalmente sobre la margen izquierda (0 sep- tentrional), pero desde alld al Km 12 ocupaba (y el canal ocupa) una posicién mediana. Existen diferencias entre las dos partes: en la occidental (Km 22 a 16) son bien visible surcos correspondientes a otras tantas po- sibles posiciones del cauce del arroyo; algunos estin jalonadas por chareas en hileras que presentan una morfologia que demuestra las sinuosidades de su antiguo trazado (figs. 2g y 26); los limites de la zona son claramente definidos, en especial el septentrional, En la parte oriental éstos son difusos, s¢ los reconocé apenas por la irregula- ridad en los cultivos y por dos antiguos cauces suaves pero netamente sinuosos, marcades inicamente en el iltimo trecho, o sea en su parts terminal en cl Canada de Gémez. Gon las aerofotografias sc los puede definir un poco mejor. Inmediatamente aguas arriba de la desem. bocadura del segundo en el Gafiada de Gomez se habla formado una islita alargada. Por su limite norte en arco céncavo al S, se deduce que el arroyo corrié hasta 1 kin al norte del canal actual y que fue des plaaindose hacia el meridién. Tales desplazamientos se deben a que Jas aguas tendieron « escurrirse segiin el talud del plano de falla hasta que, por el aporte de la cafiada que pasa por el campo de J. Luna, se dirigieron nuevamente al ENE. No hay ninguna causa natural aparente que explique la diversa morfologia de fas dos zonas; es simplemente el resultado de la cx- nalizacién efectuada en 1941. En efecto, como vimos, no se hizo siguiendo a la vaguada (linea de mayor profundidad de un valle), por eso las aguas de Muvia que caen sobre ésa zona se escurren ha: cia aquélla, y al no aleanzar un caudal que dé lugar a escurrimiento se estancan en lagunitas en los surcos correspondientes a distintos lechos, en especial al ultimo. La zona oriental no fue alcanzada por la canalizacién de 1941; por eso el arroyo tiene su emplazamiento natural mediano; puede asi ser el colector de las precipitaciones, y el anegamiento de los campos es menos grave que en la zona anterior. Este hecho es de mucha ensefianza para los téenicos. ala ad 23 — ‘Fras el Km 15 y como en prolongacién del lecho del arroyo y 4c la zona anegadiza oriental, en el campo “La Ugolina” de los Men- garelli, 0 sea al N del curso del arroyo, tenemos rastros de un bajo que s¢ esfumma hacia el ENE y que debia correr independientemente de los otros, formando parte de la red difusa que surcaba antes a la regién. Después de la desembocadura de Ja cafiada del campo de J. Lu: na, entre Jos Km 15 y 12 €l ancho oscilaba entre 50a 60 m; el arro- yo dejaba de correr al SE para desviarse otra ver al oriente. Aproxi- sadamente a Ja altura del Km. 11 trazaba meandros hasta el Km 10 en donde formaba uno de mayor radio en cuya cuerda’se ha trazado el canal valiéndose de un anterior recorrido que siguieron las ‘aguas en algin momento. En aquél desembocaba Ia cafiada que corta el extremo NW de la localidad de Correa, Hoy ella esta sélo jalonada por algunas Jagunitas y en su tramo terminal no es defini- da, por lo que carece de tipica desembocadura. El lecho del arroyo Hlegaba a Go-7o m de ancho, se recostaba contra la margen derecha formando dos terracitas, sobre la izquierda la superior tenia go m de amplitud y 6 la inferior; éta se presentaba tambien sobre Ja derecha con 15 m de ancho. Alli tomaba rumbo al ENE, terminaban los smeandtos y seguian sinuosidades que sc mantenian asi hasta que el artoyo conservaba dicha direccién, o sea aproximadamente en el Km 7, al girar de nuevo al SE volvian a presentarse los meandros hasta el Kin 6. Antes de continuar consideto oportuno recordar que se entiende por meandros [1] a curvas simeétricas con relacién a la linea de ma- yor pendiente y geométricamente perfectas; las que no presentan es- 10s Catacteres son sinuosidades. Se forman aquellos especialmente en zonas de suave pendiente y la amplitud depende det caudal; a veces, sin razén aparente, puede presentarse un solo meandro intercalado en un tramo poco sinuoso. Me estoy refiriendo a los de lanura alu- vial que se denominan, impropiamente segin Derruau, “divagantes* © “libres”; ellas no dependen del tragado del valle y son de menor escala. ‘ Si bien hoy, como dije, la caiada de Gorrea no tiene aporte di- recto, influyé sobre el arroyo en tiempos anteriores, Ja observacién sobre el terreno y las de las aerofotogratias, demuestran que el fondo del valle se ensanchaba hasta alcanzar unos 950 m. Contrariamente a lo que hemos observade hasta ahora, entre los Km. 10 y 8 el echo mayor es definido por dos margenes rectas ligeramente divergentes a cuya continuacién hacia afucra y sobre 4 ambas el terreno no es inundable; en su fondo ¢1 lecho menor ser pentea pero no meandrifica, st) terminacién, en el Km 8, hace re- cordar lade la desembocadura de un cumo de agua que suele quedar anegado por endicamiento, All{ ¢l arroyo. penetra en una zona anega- diza de rumbo NW-SE que tiene més de 1000 m de ancho la que se reduce un poco al acercarse al Garcarafid en el que no termina a causa de un reborde que los separa. En la citada progresiva Km 8 dé la canalizacién, el arroyo po- see caracteristieas que requieren un andlisis detenido. Inicia alli una gran curva cdncava al SW de 6 km de cuerda por 2 de flecha que termina en la margen izquierda del rio Carcarafid con los ulti: mos 2 kilémetros de trazado artificial, A través de estudios del com- portamiento de cursos de agua en un vasto sector de nuestra Hanu- Ya santafesina y cordobesa, uno ya publicado [2], otros a publicar- seo en vias de realizacién, he Megado a la deduecién de que todos aquellos que no se dirigen al ENE tienen un recorrido forzado pues Jo normal ¢s que desagilen, o tiendan a hacerlo en esa direccién en el rio Parand. Las desviaciones se deben a causas tecténieas, y el Ca- fiada de Gémez no es una excepcidn. La zona anegadiza de rimbo al SE (ag0°N) (figs. 2, 24 y 2g) a que acabo de referirme se extiende so- bre su margen izquierda hacia el NW entre los Km 8 a 0; en su borde SW ella penetra en el campo de la Sociedad Andnima “Ia Rosario" y en el nordoriental en el de José M. Street hacia donde se tiene una ligera pendiente y a cuya continuacién el terreno se eleva en direccién al ENE. Esto da lugar a que se forme alli una hilera de chareas que fueron unidas entre si por medio de un canal que desa- gua sobre la ribera norte del arroyo unos 300 m aguas arriba del Kim 6 de la canalizacion; hacia el SE. afecta los campos de Olsina, Cozi, Dation y Sucesores Marull. El Cafada de Gémez penetra pues en csa zona anegadiza, a la que para claridad denominaré "del campo de J. Street”, la surca trasversalmente por un Km (Km 8 al Km 7) y luego corre segin ella pero acercdndose primero al limite suroccidental hasta el Km 5, al opuésto hasta el Km y yal SSW hasta antes del Km 2, donde termi- na el tazado natural. En ella el arroyo después de Ja progresiva del Km 7 seguia al oriente invadiendo el campo de J. M. Street y luego gitaba al SE pasando por donde hoy se encuentra la divisoria entre las propiedades de Ventura Olsina y D. Coszi (entre los Kin 5 y 4) hasta Megar aproximadamente al Km 4. El arroyo ha pues divagado dentro de la franja dibujando en ella un arco mis amplio que el de su trazado actual, pero en este trecho no ha corrido nunca mds al le- vante del descripto. Un poco antes del Km 4 atin se puede ver su | — 5 — tramo terminal bajo la forma de un breve surco dirigido al NW cu bierto por vegetacién propia de las caiiadas.Zn el trayecto desde el Km G el arroyo cambia bruscamente de rasgos pues deja de mean- dtificar para asumit un trazado mds bien recto con desviaciones en Angulos marcados. recorre la ruta 26 § que conduce a Lucio V. Lépez, notamos Ja siguiente morfologia en su tramo al N después del puente sobre el canal con que Vialidad Provincial desvid el arroyo en 1945 (fig. 23) : primero baja de-un modo insignificante a una zona de me- nor altitud a la que cruza trasversalmente, luego asciende muy lige- ramente pata deseender a otra algo:similar pero mas manifiesta por donde hoy pasa el gasoducto, despues sube marcadamente hasta que en cota 46,9 ¢] camino se bifurea, a la derecha sigue hacia aquella poblacién, a Ia izquierda, o sea al W, s¢ va a Bustinza. Si tomamos en éste el primer camino que encontramos a su izquierda y nos di- rigimos hacia el sur volvemos a ver los mismos rasgos, pero las. hon. donadas son menos marcadas, Esto nos indica que dichos rasgos mor- folégicos se suavizan a medida que nos acercamos al arroyo. La visin resulta mds clara si se hace el recorrido desde Lucio V. Lépez a Carcaraiia. Abora bien, al estudiar las acrofotografias de la zona vemos que en correspondencia a la zona baja més septentrional hay evidencia de que hubo una sucesién de antiguas lagunitas —una de hasta 50 m de Targo— espaciadas pero dispuestas en hilera, que se inician unos 500 m al E del cauce del Cafiada cde Gémez; la meridional es eviden ciada timicamente por terrenos anegadizos poco mareados que se su- ceden unos a otros, siempre con lagunitas y zonas-anegables, al ENE y paralelas al rio, Su ancho es de unos 200 a 500 m y sin duda cov rresponde a una caftada que fue mas caudalosa en otros tiempos y que tuvo sus fuentes al W del curso actual del arroyo en la progre- siva Km 4. Aparentemente ella nace en cota 7o a unos 1500 m al SW de las vias det ferrocarril que une Casilda con Cafiada de Gémez, las que pasan sobre clla unos gs00 m antes de la Estacién Berreta (fig. 2). Mas aguas arriba de ese punto es dificil reconocerla tanto en el te- rreno como en Las acrofotografias, pero obscrvamos que unos 1000 m hacia el SW se inicia otra cafiada que corre en direccién-opuesta y que termina én el fondo plano del valle del rio Carcarafid. Posi- Dlemente se éstablezcan comunicaciones entre si durante los momen- tos de precipitaciones excepcionales. : Ambas cafiadas, aguas abajo de los puntos indicados como de — 36g — origen, se ovicntan puts em direcciones opuestas una al SSW, la otra al ENE. Por ahora, nos interesa esta ultima Después de un tramo de unos g.000 mse hace evidente consti- tuyendo un surco que Ieva agua iras las precipitaciones y con la Upica vegetacién de los bajos. Su fondo se ensancha mas adelante pasando de 190 a 500 m pero el valle tiene cerea de # kin de ancho + un desnivel de unos diez metros en el tramo superior de su curso. Desde la parte mas alta de la ladera meridional despues de un dorso © reborde plano, se desciende al valle del rio Carcaraiié, Llegado extremo SE del campo de Ricardo Marull (situado al § de la rut Nacional N° 9) se divide en dos brazos divergentes; el nordocciden tal gira al Ny NNW, el otro sigue al ENE paralelo al rio. Ambos son sureados por canales; el del iiltimo cruza dicha rata y lega hasta las vias del ferrocarril a la que bordea por unos 500 m para desviarse al rio y desembocar en él poco aguas arriba del puente de la ruta, pero no ya camo canal sino como un Techo irregular (figs, ¢, 28, 24). Entre ellos se tiene una amplia zona anegadiza: (unas 2000 m de ancho}de forma triangular con el vértice mas agudo al SW, orien- tada al ENE, en la que subsisten todo el afio una laguna de form ligeramente triungular de-mds de joo m de largo, y varias charcas, Es ficilmente reconocible desde la ruta N® g pues ésta la surca a lo largo de mas de g km. El reborde que separa su valle del del Garch rafid no puede pasar inadvertido ‘Termina de improviso en la zona inundable del campo de J. Street recorrida por el arroyo desde el Kim §. Al oriente de ésta el terreno s¢ eleva y cesan los suelos ampliamente pantanosas. Tenemos alli una cafiada que come paralela y al N del rio, ocupa por lo tanto una posicién similar a la del brazo mas meridional en que se divide ta ultima de la red del Caiiada de Gémez. Considero que aqudlla y ésta constituyeron un nico curso de agua que corrié con esa di- reccién hasta el momento en que el arroyo se desvié hacia ¢l S. Pero cvidentemente esto no puede ser el resultado de un simple fenémeno de derramamiento, por ejemplo, porque én tal caso el tronco eeci- dental se hubiese convertido simplemente én un afluente mas —el ltimo— de aquél, y no se hubiese gencrada ésa amplia cona inun- dable. Estamos pues frente a un proceso mis complejo. Como pri- mera deduceién tenémos que la cafiada septentrional que cruza el campo de Datton y otros, puede haber sido alcanzada ¢ invadida por el arroyo durante su desviacién al SE cuando se adaptaba a la es- carpa de la falla que se elevaba. Si correspondiese al lecho de un —7— bajo similar a los numerosos que surcan la regién, deberia ser menos marcado, y no podemos admitir su morfologia como original y pro- pia par cuanto no hallamos al W del Cafiada de Gémez ninguna evidencia de un curso de agua con las mismas caracteristicas. Puede por Jo tanto pensarse que fue ahondado por aquél. Basindose también en hechos que he observado y estudiado en otras partes del bloque hundida de Centeno y que seran tratados en otra publicacién, puede admitirse que sobre el recorrido del arroyo surgié un obstéculo que lo indied. Vimos que la zona ubicada inme- diatamente al oriente de la franja inundable del campo de J. Street, del artoyo y del canal artificial, es mucho menos anegable. ‘Todo esto no €5 un rasgo morfoldgico que pucda considerarse sin impor- tancia, En la Nanura hay que tener en enenta y analizar hasta los que parezcan insignificantes, especialmente sino hay buenos allora- mientos para trazar perfiles gealégicos. Surgiria de lo expucsto que la regién oriental se elevé con res pecto a Ta occidental segin un lineamiento de rumbo de i40°N, pe: ro que lo hizo paulatinamente de NW: a SE endicando primero las aguas en el campo de J. M. Street y obligando al arroyo a desviarse hasta alcanrar Ja cafiada del campo de Datton y correr segin ella hasta que se vio forzado a seguir mds al SE alin, Las aguas de dela- vamiento y las encauzadas dejaron entonces de correr como conse: euentes para hacerlo como subsecuentes y se le sumaron las aporta- das por el trecho superior de la altima cafiada de la red. El tramo que constituia la continuacién de ella al levante vio trasladadas sus fuentes a unos 700 m al E del valle del arroyo y por ello sufrié una tan pronunciada reduccién de su caudal. Su presencia se manifesta silo cuando las aguas se estancan en los puntos de mayor profundi dad del antiguo lecho y en los tramos inundables a los que se lox reconoce pot la vegetacién ‘La morfologia de Ia regién situada al oriente de la franja ane gadiza del campo de J. Street, demuestra que desde el Km 6 hasta el Km 4 nunca fue surcada por el cauce de un curso del tipo del Cafada de Gomez. Vimos qué sélo en correspondencia a las terminaciones de las caitadas de Correa, del crmpo de J. Luna y de la que llega al arroyo en cl limite occidental del ejide de la ciudad, sobre Ia margen norte del colector si visualizan trechos de cursos de escasa longitud que se esfuman hacia el NE los que deben haber sido sus prolongaciones (figs. 24 y 23). Si extendemos nuestras observaciones hacia el E y el N de aquella franja anegadiza vemos una serie de cafiadas, unas — 35) — mis marcadas que otras, que se dirigen al rio Parand y que bien pueden haber sido la continuacién de las que, unidas, forman hoy el arroyo en estudio. Este conjunto de rasgos, ademis de otros expuiestos hasta aqui, conducen a deducir que el levantamiento que desvid al Canada de Gémez hacia el § después del Km 6 de la canalizacién, ¢ sincrdnico eon la formacién del arroyo por la unin de las sucesivas caiadas que constimyen hoy su red, y como este proceso es el resultado de su adaptacién a la escarpa de la falla de El Trébol que se iba clevando, se colige que ésta y el levantamiento que geners a aquella desviacién son contemporanegs. De no ser asi, tendiiamos que hallar el lecho del arroyo al oriente de Ja franja anegadiza del campo de J. Street También se deduce que la iiltima cafiada de la red carecié de la fuerza necesaria para que, con cardcter de antecedente, pudiese se- guir hacia el E. Todavia no es posible datar con seguridad los acontecimientos: Jos elementos de juicio de que disponemos hacen, sin embargo, su- poner una edad postbonaerense, Hasta aqui y de la descripeién del trazado del artoyo Cafiada de Gomer, vemos que éste presenta una sucesién de trechos al ENE que alternan con otros al ESE y SE, de lo que resulta una sucesién de pequefios arcos céncavos al § (fig. 2). Aquel primer rumbo: se manifiesta a continuacién de los tramos que siguen a cada afluente. Esto viene a reforzar nuestra interpretacién sobre la génesis de los arcos que forman todos los cursos de agua que desciende por el talud de ja falla de El Trébol y que he resumido mds arriba. De acuerdo con ello el citado arroyo al salir de la ciudad iba al SE hasta que después de encontrarse con el Bajo de Perrone y sumar sus aguas, aumenta el caudal, s¢ encauza en el lecho de éste, que leva 1a direc- cién general de todos los cursos, 60-70N, y retoma el rumbo al ENE, para despues de un trecho volver a seguir al rumbo de 1a falla. Esto puede ser la comsccuencia de una disminucién de caudal por infil- tracién, evaporacién y/o estancamiento de las aguas; sigue asi hasta que por un nuevo aporte se repite el proceso, En la figura 2 he re- presentado lo mds exactamente posible a la red en estudio, sobre la base de datos obtenidos de mapas y aerofotografias; esta dibujada parcialmente la red del arroyo Bajo de Los Petros en el que pode- mos ver céma también aqui los cambios de rumbo responden a lo expresado. Si bien por el aporte de cada afluente se rectifica el trazado orientindolo hacia cl ENE, a continuacién de cada desembocadura =) no tenemos la formacién de meandros; esto nos indica que Tos cau- dales que aportan son insuficientes para propercionar la fuerza y el poder crosivo necesarios para dar lugar a su génesis. Surge ahora una pregunta: las aguas del arroyo Gafiada de Gémez Hegaron naturalmente al rio Carcaraia? En el mapa de la provincix de Santa Ke compilade en el ano 1913 que ya cité, el curso de agua nace entre los campos de la Suce- sign de Francisco Oliva y ¢l de Manuel Moreno, s¢ dirige al NE, traza una curva céncava al S antes de la Estacién Las Trojas y sigue al ESE pasando al S de la ciudad, continiia al ENE, después al SSE hacia el Carcaraiia hasta que unos 1000 m antes del lecho de éste gira al SSW carriendo paralelo al rfo pero en direcciém opuesta y se picr- de en Ia gona anegadira que cruza la ruta nacional N° g. De acuerdo con esto las aguas del arroyo se sumaban pues a las de la tia ca: fiada de la red, formando una extensa zona pantanosa, la mas am- plia de la regién. Asi quedé hasta que se torné mas aguda la nece: sidad de resolver este grave problema conduciendo las aguas al rio. En 1g15 se trazé un primer canal que se hizo nacer entre los. actua- Jes Km 9 y 2 entre los campos de M. A. Datton y otros y Sucesores Marull a Jo largo de wnos 1500 m, 0 sea hasta a progresiva Km 1, girar al SW por unos 500 m, luego correr paralelo al camino que pa- sa delante del casco de la estancia de Marull y terminar en el Gar- caraiid enwe el puente del ferrocaryil y el de hierro de Ia ruta 26 S. En su iltimo tramo tiene 7 a 8 m de profundidad antes de legar a Ja ribera del rio. Gracias a ¢sto el Cafinda de Gémez ¢s una cuenca exorreica, Pero el arroyo, para alcanzar su perfil de equilibrio modificado por una mas marcada pendiente en su parte final, ejereié una mayor erosidn en su lecho, Esto hivo peligrar la estabilidad del puente en mamposteria del antiguo camino a Lucio V. Lopez (al N de las vias del ferrocarril) que fuera construido sobre el primer canal, y fuc entonees que una reparticién provincial de obras piiblicas, no espe: cializada en hidréulica, con miras ‘a salvat a aquél modificd en 1945 el tiltimo tramo de Ia canaligacién. Para ello, a partir de la progre- siva Km 3 trazé un canal recto de un poco mds de 2000 m de longi- tud que termina en el rfo unos mil metros aguas abajo del puente carretero de hierro (donde nace la ruta 26 §). En el punto de arran- que del canal las aguas no son totalmente encauzadas segiin é1 sino que una parte sigue al canal anterior. La cota de la desembocadurs fue dejada por encima de la del rio por Jo que el canal vertia en él con una caida. En ese punto la —i60=2! del fondo del cauce del Carearaf es de 28,90 m y su nivel en aguas medias 31,19 m, Se sumaton asi dos condiciones Optimas para que s¢ iniciara inmediatamente una ripida y enérgica erosién retrocedence: mayor pendiente y ruptura de pendiente, Se formé enseguida une marmita de gigantes, bien visible adn hoy en la desembocadura (fig, 29) com el sucesivo retroceso del salto y ahonelamiento det canal hacia aguas arriba, pero pronto fue alcinzado un puente en mam- posteria que se hallaba a unos 8o m del rlo, socavé sus fundaciones y en 1950 lo destruyd, esto obligé la construccidn de otro que es de hormigén y se halla a 180 m del rio: es el que corresponde a ta ruta 26S. Para darnos una idea del proceso baste pensar que en enero de 1951 el salto se producia entre lis cotas 42 m y 94.94 my se en. contraba exactamente debajo del eje del puente 1 de hormigén, y que en mayo de 1953 habia retrocedido 150 m, por lo que se hallaba aguas arriba de dicha obra, se iniciaba debajo de la cota 42 m y cala hasta 1a g1,40 m; en marzo de 1960 estaba a unos 140 m desde el citado puente, se ensanchaba lateralmente hacia 1a pendiente na. tural del valle, o sea hacia el SW. A esto se lo denominaba “El Bol- son”, la marmita de gigantes a su pie tenia una profundidad de 10 m (cotas 40,40 a 30,20 m) y una contrapendiente entre 91,90 y $4.97 m. Urgia detener el retroceso y defender a aquella obra de Ia accién erosiva. De no haber existide otros puentes mis hacia las uacientes (uno de ellos en ¢l Km 3), hubiese convenido dejar actuar a la naturaleza por cuante la mayor profundizacién del cauce hubiese provocado un mas répido avenamiento de las aguas con un resultado particular: mente beneficioso en los periodos de precipitaciones. excepcionales, para cuyas eventualidades no se. proyectan las obras. Los téenicos detuvieron el retroceso del salto construyendo un retardador de hormigén, ahondaron el canal hasta el nivel medio de las aguas del rio y submuraron el puente de hormigén, cuyas fun. daciones habian sido socavadas por la accién regresiva. En la fig. go vemos a dicha obra de ingenierfa y tenemos una idea exacta del valor de Ia rosin. Inmediatamente aguas arriba se ve la profun- didad dada por la canalizacién de 1961-62, que es mayor que la de 1945. De Ia confrontacién de los dos tramos, el que figura en primer plano con el que se extiende hacia el ultimo y teniéndose en cuenta lo que acabo de expresar vemos cual fue él alcance de la obra de la naturaleza, El hombre sucle copiar a ésta en casos simi- lares cuando necesita aumentar la pendiente y el poder erosive o combatir la sedimentacién, = it = La fot. 31 ha sido tomada desde el alto hacia agua abajo; en Ultimo plano se ve el puente + de hormigén y puede apreciarse el alcance del retreceso en un lapso de ocho aiios (1959-1961). En Ia fot. yz tenemos a la parte terminal antes de la ejecueién de dicha obra: la desembocadura en el Carcaraiid, wn techo dé Ja ruta 26-$ y el amo del que fue utiligado para el desvio provisorio de las aguas, para lo cual se yalieron de un antiguo canal del campo de Datton cayo trazado vemos también en la fig. 2g y la desembocadura al W de Ia terminacién del altima canal. Gon la obra de 1961-62 (uc profundizada la del afio 1941 aguas arriba de la progresiva del Km 1 6 m de solera y casi 2 de hondo. 6; en la ciudad tiene 10 m de boca, Antes de que descendieran o se elevaran los bloques tecténicos que caracterizan a este sector de la Hanura, los cursos de agua co- rian al ENE como red elemental primaria difusa consecuente hasta el Parana pero algunos, pracedentes de la regién serrana, por haber sido mds caudalosos y por ello de mayor poder erosivo, pueden haber labrado valles mas profundos. No debemos pensar en rios con los ca racteres del Carcaraiid actual, pues los que lo forman —el Tercero y el Saladillo— no confluian sino que avenaban al NE independien- temente uno del otro. En la regién al sur del paralelo g2°, ademas de los citados, de- bian escurrirse con esa orientacién los que surcaban cl valle del arroyo de las Mojarras, el de la Caiiada las Tatoras —hoy su afluen- te sobre Ia maygen derecha~ el arroyo Leones, que actualmente vier: te sus aguas en el rio Carearaité al E de San José de la Esquina, y séguramente otros. La observacién del wazado del arroyo Canada de Gémex y de sus afluentes conduce a la siguiente deduccién: ‘Como toda la Hanura al N del linde rio Garcaraiié hasta Betreta y arroyo Saladillo, también la zona abarcada hoy por Ia cuenca estaba sureada por dicha red elemental primaria que consta- ba de cursos paralelos de reducido caudal, En ese momento todas las cafiadas que forman la red actual del arroyo corrian independientes y sus nacientes debian hallarse al sur del rio Carcarafid de hoy, La elevacién del bloque de Armstrong la modificé profundamente pot- que surgié como un obsticule que no pudo ser vencida con cardcter de antecedente. Los cursos fueron asi interrumpidos y seccionados en dos partes; las correspondientes a los troncos superiores pasaron a constituir vias hidricas completas con sus bocas en la margen derecha de un rio que, como subsecuente ‘(u ortoclinal) sigue hoy a 1a fatla que limita por el sur al bloque. Las otras partes de esos cursos sec- cionados vieron per ello trastadadas sus nacientes hasta el filo de la esearpa de dicha disloracién y pasaron a formar vias independien- tes de las anteriores con las qué mantienen en comin el rumbo. Ese filo se constituyé en divortium aquarum pues desde él descienden al rio Carcarafid Ins aguas pluviales que labraron hondonadas sobre la escarpa, Posiblemente a causa de la natural lentitud del levanta- miento, a le harizontalidad de la Hanura del bloque hacia el NE, a Ta mareada pendiente de la escarpa, y a la poca inclinacién del piso del. valle-del rio, las hondonadas se formaron en la misma reccidn de aquellos curses pero con recarrido opuesto, hasta alean- var la vaguada del Carcarafia. Como consecuencia del proceso indicado, tenemos dos rasgos re- lacionados entre si: el primero es que desde una misma divisoria imprecisa porque es horizontal y amplia, las aguas avenan exacta- mente con rumbos contrarios; el segundo, mis significativo, es que jos afluentes del rio sobre la margen derecha corren de WSW a ENE (segtin la pendiente general de la Hanura), y los de la izquierda de ENE a WSW, es decir en direccién inversa a la de los anteriores; forman por eso dngulos agudos hacia aguas abajo y se presentan como si los de esta ribera fuesen la continuacién de los de aquélla (Gig. 2 y [2] fig. 1). Mientras en el limite meridional del bloque se registraban estos. procesos, sobre la escarpa de Ia falla de El Trébol aumentaba la ve- Jocidad dé las aguas por la elevacidn de aquél, acentuindose su po- det erosive € imiciindose la accién regresiva que ha afectado los cursos sdlo com su trazado en el talud de la falla, por lo que ha al- canzado apenas a hacerse manifiesta hacia aguas arriba en los sedi- mentos que hablan colmado los fondos de las primitivas cafiadas a causa de la insignificante pendiente que tenian antes del movimien- to de los bloques. Estariamos pues en este caso frente a un cardcter heredado y no evolucionado La red del Gafiada de Gémez sugiere haber tenido ella también sus fuentes al sur del rio Garearafid. Los bajos y cl arroyo que cons- tituyen su ted se vinculan con este pétamo a través de la Manura diyisoria por medio de vias hidricas similares. Ellas son (fig. 2): 1) El bajo occidental que forma las nacientes del Cafiada de Gé- mez se vineula con el que pasa por el campo de Mancinelli y de ahi al-de Franicheyich de donde parten dos cafiadas que bajan la ladera =—¢— del valle del Garcarafid hasta alcanzar la margen izquierda de la de San Ricardo. Una pasa por los campos de Latancia, Bossio y Areso. Frente « su desembocadura, pero sobre la ribera opuesta al § de la progresiva Km 1g del canal proyectado por la Direccién General de Hidrdulica de la Provincia, finaliza otro bajo que tras nacer en el mogote en el campo de J. Dedich va al ENE cruzando los campos de Manfredi y P. Minin, la profundidad de la hondonada por la que corre es de unos 18 m aguas arriba de este campo, su ancho de casi 2 km. El mogote es la zona donde tenemos el punto mis alto de nuestra provincia: 193,60 m..n.m., en el campo de Vivanco. La otra cafiada desde el campo de Franicheyich pasa por el de Ronquin y en el de Torres desemboca en la de San Ricardo. Ella serd canalizada en casi todo su curso. A unos mil metros de las na- cientes de la que desciende el mogote hay un bajo que desagua de ENE a WSW hacia el Carcarana al que, sin embargo, no alcanza, y se insume después del campo de A. Monasterolo. La profundidad de Ja hondonada por donde corre cs de unos 12 m y el ancho de 2 km. A su vex también el mogote esta surcado por hondonadas y lomadas con esa orientacidin, todas ficilmente reconocibles en el terreno, pero las que descienden al WSW y al ENE son las mis profundas. Su ladera NW es un plano inclinado recto y de superficie regular de rumbo 4o°N que baja al valle del Tortugas y Carcarafid desde cota ig a cota 8o en 5 km lo que nos da una pendiente de 7 0/00, 6 de 190 a 70 en 6 km, Io que da 10 6/00. Las cafiadas de las Mojarras y de las Totoras eran indepen- dientes entre si y formaban parte de la red elemental difusa que corria al ENE. Por su terminacién perpendicular contra el flanco suroctidental del mogate, por el ancho de su valle, por su orienta- cién asi como por la de las hondonadas que surcan el mogote, se puede suponer que sus aguas avenaban con aquella direccién hacia el Parand antes que se elevara el bloque de Armstrong y que una de ellas puede haber formado el valle del arroyo Cafiada de Gémez que s¢ halla sobre su prolongacién al oriente. 2) El bajo oriental, que con el descripto en 1) forma las nacien- tes del arroyo Cafiada de Gémez, se vincula con otro curso similar que se divide en dos brazos en el campo de N. Mazante. Terminan ambos contra el terraplén del ferrocarril a San Ricardo, que ocupa el eje de la vaguada, Uno lo hace entre San Estanislao y Villa Eloisa, el otro entre ésta y la estancia “Loma Partida”. Posiblemente ese bajo oriental haya sido la continuacién de Ia cafiada de lis Totoras. En correspondencia a su posible recorrido, seh 1 ra et a Semin aa at unl eh = notamos en las dos laderas del valle del Carcaraiia una interrupcién en Ja regularidad de sus planos inclinados bajo la forma de escota duras 6 arco, asi como observamos que el filo en cada una de aqué Mas desciende en correspondencia de esas escotaduras. En la septen. trional se hallan San Ricardo y Villa Eloisa y pasam dos cafladas, en Ja meridional terminan el arroyo Leones y dos cursos de agua’ tem- porarios que corren al W y al E respectivamente de la poblacién «ic Los Nogales. Aquélla esti desplazada al oriente con respecto otra, Todas las cafladas desctiptas que bajan al Carcarand, Hevan un cierto paralelismo entre si y con otras situadas mas al N, entre ellas Jas que se comunican con las que forman el arroyo Bajo de los Pertos. 3) La caiiada que desemboca en el Gafiada de Gémez apenas antes de su entrada en la ciudad, se vincula con la que pasa por San Estanislao y Villa Eloisa; va por lo tanto al SSW, pero 1 km des pues de esta poblacién gira al SSE hasta alcanzar el fondo del valle del Garcarafd. Desde San Estanislao esta canalizada hasta conducir sus aguas a la margen izquierda del rio para subsanar cl problema de las inundaciones que perjudican grandememte la zona de Villa Eloisa. A cella se Je suman las del bajo oriental descripto antes. 4) Del artayo Bajo de Perrone me he ocupado com detalle en otra parte de este trabajo, Debe haber tenido sus fuentes al sur del Car- caraiid. Su divisoria es tipicamente imprecisa; podria establecerse entre los. campos de D. Sanchis y de J. y A. Rosso (107 m); de éte pasa a los de Andreucci, Quarchioni y Gilaber donde aleanza la cota 100 ¥ con una pendiente de 6,2 0/oo desciende hasta el fondo del valle del Carcarafid perdiéndose cerca de 1a estancia “Los Suspiros”. 5) En el bajo que pasa por los campos de Carasso y Montessi no podemos establecer si tuvo comunieicién con otro que antes Ilegaba al rfo pasando al W de Ta estancia “‘La Florida”, 6) Los dos diltimos que afluyen al Cafiada de Gémez se inician en Ja arista que considero resultado de la interseecidn de la escarpa de Ja falla de El Trébol con la ladera norte del Carcaraiié segdin una linea qué trazo entre los puntos trigonométricos 118,68 del campo de Cerchetti y el 74,4 del de los Gasparini. Dicha arista es en reali. dad un angosto plano inclinade de rumbo 5e-6o?N que trunca a aquella interseccién, por eso las nacientes de aquéllos estin apenas separadas de las de otros cursos que, con aproximadamente el mismo rumbo pero dirigidos al WSW, van hacia el pétamo. ae ae 7) Lo mismo observamos para la cafiada del campo de J. Luma, pero en este caso lo mds digno de atencién és que posce una des: embocadura de mayor significacién que cualquiera de los otros afluentes de Ja red. Recordemos que el de Perrone ha sido desviado por canalizacién, Corre por un lecho bien definido (lig, 27) lo que no es justificado, por ahora, por su longitud y caudal acinales. 8) La cafiada de Correa puede haberse comunicado con una que desciende al Garcarafid desde el campo de A. Pasqualini, Seabella, ete, y sé une a fa que pasa al W de la estancia “La Florida”. 9) De su tltimo afluente me he ecupado con un poco de deteni- miento, pues es el que forma esa amplia vona ancgadiza a escasa distancia del Garcarafié. Su origen se halla a unos 1000 m del de otra caada que cruza el camino que une Canada de Gémez con Gasilda y baja al rio pasando enite Ia estancia “La Nueva Florida y cl campo de J. Olivella. Uno de los problemas que se les ha presentado a los ingenicros de la Direccién General de Hidraulica de la Provincia fue el tra gado de la divisoria de las aguas de la cuenca del arroyo y de las de sus afluentes, Ellas figuran como “aproximada’’, “poco segura’, insegura” por cuanto no les fue posible establecer ni siquiera cl divortin aquarum con la cuenca que sucede al N, la del arroyo Bajo de los Perros o Cafada de Las Yotoras, ni con la del rio Car. tarafid al Sur. Fs0 se debe a la marcada horizontalidad de la zona: Aun en aquellos puntos donde se tienen sireas de cota 120 que pa recieran sugerir una divisoria, no hay decisién ni claridad pues las aguas permanecen anegando los campos a los que dejan con suma Tentitud. ‘Fenemos un caso tipico en el campo dé José Bruera en el que el avenamiento se hace hacia el N al mroyo Bajo de Perrone, hacia el § del rio Carearana, y se estamean inundando tas casas hasta una altura de 1,50 m. Fsto no acontece sélo.en ia cuenea del Ca- fiada de Gémez sino en otras mas, pero aqui adquieren mayor al- cance y perjuicios destruyendo cultivos sobre una superficie que se calcula en unas: gooo a 9500 hectireas, Esa horigontalidad es un cardcter heredado, pues corresponde a la que poseia la Hanuta, la que sélo permitié la génesis de unis red hidrogrdfica clemental difusa consecuente antes que se elevara el bloque de Armstrong. Sin embargo hay evolucién pues, como vi- mos, por jerarquizacién se ha alcanzido a formar ya una verdadera red hidrogrifica, que €s en este caso asimétrica, a que no ‘ha tenido atin tiempo de ascender hacia las partes altas de la cuenca para de- finirla mejor, Tal modalidad la presentan todas las redes de los 98 as arroyos que siguen al norte: Bajo de Los Perros —o Cafiada de Las ‘Totoras— del Chupino, de las Turbias, por lo que, en el caso de Mevarse a cabo en cllas obras de canalizacién, rectificacién u otras, resultard igvalmente o més dificil atin establecer las divisorias y de ahi los cilculos de los caudales de cada cuenea y subcuenca. Gomo es de suponer, dadas las caractéristicas de esos cursos de agua, no se tienen estaciones de afro, por la que no se puede contar con los datos que étas aportan, En el Centro de Geograffa Aplicada de la Universidad de Es- tasburgo, bajo Ia direccién de Jean Tricart, asi come en otros cen tros de investigacién de Francia y en Brasil y Venezuela, se estin realizando estudies sobre cursos de agua [3] con miras al aspecto aplicado de 1a Geomorfologia a obtas de canalizacién. Me parece por esto oportuno resumir los puntos fundamentales del método de Tricart dado que puede resultar de utilidad a Ios ingenieros, pero recordando qué tanto en las investigaciones cientificas como en las técnicas no debe buscarse un métode para aplicarlo, sino ver si es aplicable. La bibliogralia indicada Megé a mis manos cuando ya se estaba canalizando ¢l arroyo Bajo de Perrone y ya lo habia sido el Ca- fiada de Gémez, por eso no pude hacer su estudio desde los puntos de vista del autor. Las otras caiadas de la red no se prestan para ello. Puntualiza que no se ha hecho hasta hoy un estudio siste matico de las formas de los lechos fluviales, los que son come una sintesis de la evolucién geomorfoldgica de cada regién: dicho est dio ¢s considerado como bisico para toda obra de correccién, uti- lizacién como via nayegable, canalizacién, riego y obtencién de ener gia hidroeléctrica, Con ese método se podrian resolver los proble- mas de edleulos de caudales donde se carece de datos, o donde el tiempo dé observacién es insuficiente para aproximarse a la reali dad, En nuestra lanura donde, como dije, faltan estaciones de aforo, @ en el mejor de los casos con lapsos de las mediciones tan breves que no pueden responder a las exigencias cientificas y técnicas, se podrian alcanzar las soluciones buscadas. Pero téngase en cuenta que no sera posible hacerlo cuando el curso de agua haya sido mo- dificado, mm sea por los propietarios, los que no disponen de los medios necesarion para trazar canales de cierto alcance. De acuerdo con el autor, hay una relacién estadistica entve la frecuencia de cierto caudal y el modelado de los lechos {luviales, de donde surge la posibilidad de calcular a aquél una ver estable- cida tal relacién a partir de medidas morfométricas realixadas en aig aes Jos Graces, La morfometria puede lenar las lagunas y definir los caudales a los cuales se han adaptado los lechos. Lo bisico, lo que debe tenerse en cuenta, es la estrecha vinculacién entre tipos de cauces, régimen hidrolégico y dindmica fluvial, cuyos conocimien- tos permiten establecer las condiciones hidrolégicas. El modelado de los lechos expresa el régimen, de ahi que si no se conoce a éste se lo puede deducir de aquél. Para ello 3 indispensable que jos técnicos relacionen sus cileulos con los fenémenos naturales adop- tando “una actitud de maturalistas’. De lo expuesto surge fundamentalmente que el estudio de los lechos fluviales se debe realizar desde dos puntos de vista diferen- tes pero interdependientes: el hidrolégice y cl geomorfoldgico, En. cursos de agua con régimen de cierta regularidad, es decir caracterizadas por variaciones ritmicas del caudal, como en general Jo son lox de nuestra Hanura santafesina, se debe relacionat dicho punto de vista hidrolégico con la vegetacién, Ella consta de algas en los pogos del canal de sequia, de drboles y arbustos y de hierbas en las tiberas del lecho menor, de bosques y arbustos que soportan las inuindacienes del echo mayor periédico, y de vegetacién que re- siste mal al anegamiento en el lecho mayor excepcional. Debemos aqui indicar antes-de todo que cuando en un curso de agua las variaciones de caudal (régimen) presentan un cierto ritmo, se tienen en él: canal de sequia o aguas bajas, lecho menor, lecho mayor estacional y lecho mayor excepcional. El lecho menor ¢s ¢l surco delimitado por riberas que se origina cuando es frecuente ¢] escurtimiento de las aguas, las que modifican de ese modo cl fondo del valle, surge de esto que si la frecuencia es paca —o sea cl escurtimiento muy intermirente— aquéllas no son modeladoras y se tiene tan sélo ef lecho mayor. Asi se presentan los wadis -o uadis o guadis— tan comunes en las regiones semiiridas del noroeste ar- gentino. En aquéllos con régimen irregular, en los que por lo tanto no se registra ritmicidad en las variaciones de caudal, no se presentan las diferencias morfoldgicas arriba indicadas. Conviene agregar aqui que los lechos sometidos a importantes variaciones de caudal no s6lo. son proporcionalmente mas anchos que los que tienen regu- laridad, sino que si se encuentran en régimen de colmataje erosionan lateralmente tanto durante las creciences como en los estiajes por socavar las mirgenes cémcavas de los meandros en el lecho mayor. Ahora bien, el caudal que tiene la mayor importancia cs l “caudal hasta los bordes’, aquél que llena totalmente el lecho me- = nor alcanzando su filo © horde superior ~y que precede la inunda- cién del lecho mayor— por cuanto es el que actin may fuertemente sobre las riberas en los cursos con fonde muelle (o de rocas sedi mentarias sueltas) y en especial en aquéllos en que los caudales son mas duraderos, Por ello {frente a riberas bien marcadas, abruptas y continuas se puede colegir que los caudales son frecuentes y eficaces, Segiin Tricart, en los lechos de fondo muelle se tiene inicial mente Ia asociacién canal de sequia —Iecho mayor estacional; en los cursos dle agua de violentas y frecuentes variaciones de caudal en los que el débito hasta los bordes se tiene con mayor frecuencia, y cuando el aporte-detritico es muy grande, sea a causa de una gran torrencialidad o de una mala proteccién de las riberas, o cuando el lecho se presenta con canales anastomosados que ail acentuarse atacan a las riberas haciéndolas desaparecer, borvando Ja distincién entre lecho menor y lecho mayor se pasa a la asociacién directa: Jecho mayor-canal de sequia La topografia del cauce registra las variaciones del caudal, 0 sea el régimen en funcién de la frecuencia, y las relaciones entre ¢l canal y cada tipo varlan de un curso a otro y aun en los distintos sectores de un mismo curso. Por'eso cada uno de éstos debe ser es tadindo en toda su extensiGn, pues de acuerdo con el régimen puede © no existir a Io largo de todo su recorrido una diferenciacién em wwe el lecho menor y el lecho mayer periddico. En ciertas casos se tiene sélo él canal de sequia y el lecho mayor excepcional y un cutso de agua puede no presentar los cuatro lechos inticados 2Cudles son —expresados en pocas palabras— los rasgos que ca- Facterizan a cada uno de éstos?, gedmo reconocerlos en el terreno? El canal de sequia serpentes en el lecho menor y en. él se eseurren las aguas bajas, presenta “pozos” en los que viven algas ¢ insectas, En el segundo lo tipico son Jas riberas, mis 0 menos abraptas, mis © menos continuas y mas o menos elevadas, cuya parte baja por es tar sumergida, es pobre en Arboles y arbustos, mientras que la por- cién alta esta cubierta por un tupido tapiz de hierbas; son tanto mis netas cuanto mds les caudales que los modelan hasta los bor des son permanentes, se forman cuando las aguas Henan el lecho menor en el que corren @heajonadas. En este caso las riberas estin someticas a gran fuerza morfogenctica, Su visualizacién es funda- mental, pues si ellas son bien marcadas ¢s una evidencia que los caudales que las labran son frecuentes y eficaces, Cuando en los ban- cos aluvionales «tel lecho menor se desarrollan bosquecillos —de sau- es, por ejemplo— tenemos un indicio de que el caudal de sequia dura gran parte del-aiio y que las crecientes son breves. i El lecho mayor petiddico es tedricamente ocupado por las aguas de ereciente y por lo menos tuna vez por afio. Esto requiere que la vegetacién —bosques y arbustos— soporte bien las inundaciones, sea un ejemplo el sauce. En regiones racionalmente cultivadas la exten- sién de Ia franja riberefia con suelo explotado es indicio seguro; se destacan en especial lay praderas que soportan el anegamiento. Su limite interno con el lecho menor es neto mientras que el externo =con el lecho mayor excepcional— fo es mucho menos y raramente es evidenciado por la topografia porque existe una franja interme. dia de la que la parte mis baja es mils frecuentemente anegada que el lecho mayor excepcional y menos que el estacional. Aquél es in- vadide por las aguas sdlo durante las crecientes excepeionales, las que s€ producen con intervalos de aios. En el caso del arroyo Ca- jiada de Gémex esto aconteceria aproximadamente cada veinte, La ve- getacién sufre si las aguas'demoran en volver a su nivel normal. El hombre na sélo extiende-en él sus cultivos, porque son franjas en Jas que es mayor la humediad y los suelos son mejores, sino que ins- tala hasta ciudades las que, al igual que la vegetacién y los cul- tivos, estén sujetas a anegamientos catastréficos. Su limite externo es topograficamente mal definido; hay que valerse de los niveles alcanzados por las aguas durante sus maximos deshordamientos. Por ejemplo, en el ejido de la ciudad de Cafiada de Gomez, sobre la margen izquierda ellas suclen Negar a la esta- eién del ferrocarril, o sea que se extienden hasta cuatro cuadtas desde el cauce hacia el centro, En sintesis, y de acuerdo con lo expuesto, en él terreno es fac- ible reconacer el Mimite entre el lecho mayor y el lecho menor por la morfologia de las tiberas y puesto que hay relacidn entre el cau- dal y cl modelado de los lechos, toda ¥ez que se Io pueda establecer. ¢s posible calcular el primera. Comtariamente « esto no hay rasgo topografico de diferencia- cién entre los dos lechos mayores; un elemento de juicio puede ser la utilizacién agricola de las tierras y los cambios de vegetacién, a veces también Ja diversidad de los depésitos de aluviones actuales. Es necesario pues, hacer el estudio del aspecto de las riberas, de su altura, de la vegetacién que las cubre, del ancho de los lechos mayor y menor y de la posicién del canal de sequfa en el lecho menor. El segundo punto de vista descle el cual debe hacerse el estudio de los lechos fluviales es el geomorfoldgico, Este requiere que se in- troduzea el factor litoldgico, lo que hace un poro mis complejo el =o problema, pues distinco es el comportamiento de las rocas incohe- rentes, 0 muelles, de las coherentes, y por lo tanta diferente es el de los rios con fondo mévil de los con fondo fijo. Los de la anura de Santa Fe corresponden a las primieros, por eso me referiré a ellos, Las corrientes adaptan mds ficilmente sus lechos a las exigen- cias hidrodinamicas cuando los materiales sueltos no son demasiado gruesos. En nuestros cursos de agua predominan los limos y las ar- cillas, Esas exigencias cambian canstantemente por lo que el estado de equilibrio que deriva, catacterizados por oscilaciones alrededor de una cierta forma promedia, es la consecuencia de una adaptacion a. los caudales mis eficientes. Hay que tener en cuenta ciertas formas de mecanismo de la Accién de erosién y la de construccién de y sobre las riberas. Un tio que en aguas medias describe meandros entre las dos margenes, socava los pies de ésias y provoca su desplome si un persistente cau. dal impide el desarrollo de vegetacién sobre ellos. Durante las ere- cidas las aguas llegan hasta los bordes, pasan sobre éstos, anegan las zonas adyacentes y forman albardones arenosos muy netos por li pérdida brusca de velocidad. Si la corriente no e5 ripida, las arenas quedan en el lecho menor y los limos y arcillas salen de él for- mando no un albardén sino un plano inclinada hacia afuera, Es frecuente que simultineamente ¢l rio construya albardones sobre las riberas y erosione sus bases, naturalmente én dos momentos dis > tintos, es decir que pueden coexistir, pero su gravitacién depende de la frecuencia de cada uno de los proctsas esbozados. De este modo os aluviones vuelven al lecho menor. Si ellos son de considerable volumen, si el régimen es torrencial y si Jas riberas estén mal pro- tegiddas, el lecho se divide en canales que se anastomosan y pueden Hegar a destruir las riberas y por lo tanto la demarcacién entre lecho mayor y lecho menor. Hago recordar aqui que cuando ta carga supera al caudal, los pazos o las excavaciones del lecho que Puedan haberse originado con anterioridad, son rellenados y hasta elevados sus niveles; esto da lugar a un desplazamiento de los ca- nales cuyas ramificaciones cambian en las crecidas de importancia. Peto las lesiones que sufrieron las riberas no son separadas, por lo que retroceden y pueden desaparecer. Hay, en resumen, una estrecha relacién entre tipos de lechos, régimen hidrolégico y dinimica fluvial. Con la finalidad del aprovechamiento de un curso de agua se debe analizar con Ja mayor precisién su dindmica natural para pro- curar establecer hacia qué tiende Ia evohucién de ‘su lecho, estudiar ap las franjas 0 zonas inundables, prestar especial atencion al caudal sélido transportada y depasitade y recordar que sedimentologia y geomorfologia son. inseparables. De acuerdo con to que hemos descripto, y de las fotograftas que ilustran este trabajo, muchos propictarios de los campos penetran con sus cultivos en el lecho mayor estacional, por lo que no se puede contar con Ja vegetacién autéciona, o pristina, para definir sus li- mites. Esto no es prerrogativa-de ta cuenca en estudio, por eso para el de otras es aconsejable reforzar las observaciones que se realicen en el terrene con la de aerofovografias tomadas durante los estiajes, las crecientes normales y las extraordinarias, a las que hay que com parar entre s{ procurande traer el mayor mimero de datos, Puesto que tramites y estudio previos a la realizacién de una obra requie- ren él lapso dé unos alias, se tendra siempre la posibilidad de poder Heyar a cabo dichos velevamientos aerolotograficos, Esto es funda- mental y debe scr imprescindible. Los rasgos morfolégicos expuestos pueden no hallarse a lo largo de todo el curso de agua; ciertos guadis son un ejemplo, En el caso de nuestras cafiadas, es aconsejable no limitar su estudio a un breve trecho sino extenderlo a gran parte o a todo su recorrido, Baste coma ejemplo el comportamiento del canal de sequia y del lecho mayor del arroyo Bajo de Perrone. Tomo para esto algunas foto gtafias sacadas en distintos puntos de su trazado. A través de cllas vemos (fig. gg) al canal dibujar curvas y basta un meando en un fondo en el que ha ocupado otras posiciones. Posiblemente el le: cho: mayor éstactonal se extienda hasta el campo eultivado con maiy que vemos en segundo plano, y penetre un poco en el borde iz quierdo de la fotografia, Esti cubierto por vegetacién tipica de los bajos én las partes de mayor divagacién del canal de sequia. En la figura gq las aguas que avenan hacia el canal artilicial Jo hacen segin una red fina y densamente anastomosada, Aqui no es posible delimitar al lecho mayor. La siguiente (fig. 35), es muy instructiva: en primer plano se tiene una zona anegadiza a la que agua y vegetacién le dan un aspecto “atigrado” mas que moteado; en ella, sin embargo, se alcanza a distinguir un cauce, En segundo plano vemos cémo las aguas convergen ¥ forman breve y bien de- finido lecho ef que pronto se divide en dos brazos serpenteantes ‘le los que uno (fig. 36) en ese momento Ilevaba las aguas, mientras que él otro funcionarla en el caso de mayor caudal pero que cons- tituye normalmente wna zona pantanosa la que se hace mas difusa y extensa un poco mas valle abajo, tal como vemos en la fotografia eft ne 47, en la que no se percibe el canal de sequia, En ella Ja zona inun- dabie asume el aspecto de red isregular y difusa que constituye un obsticulo al trazado de los caminos de tierra que conducen a las chacras surcandolas trasversalmente. La delimitacién del lecho estacional es mas facil para estable- cerse en las fotografias 9, 8 y 36. En la primera lo localizamos hasta un poco més all4 de la franja blanquecina, en la otra por un pe- queiio reborde, En las cafladas de la cuenca del arroyo Cafiada de Gémez como en otras de nuestra Hanura santafesina, no tenemos riberas que de finan al lecho menor, sino directamente lecho mayor estaciowal-ca- nal de sequia; en este caso Jas aguas se escurren de un modo lento € incierto en el segundo. Sin embargo, no nos hallames cia de un aporte detritico muy considerable a pesar de que desde Jas nacientes (siempre inciertas en sonas de gran horizontalidad, como puntualicé), corren en terrenos sedimentarios sueltos consti tuidos en general por limos. Durante las grandes avenidas, si bien las aguas Hevan en suspensién material limico, el caudal sélido. no es considerable. Esto puede responder al hecho de que estos cursos de agua adquieren el caricter de torrencial slo durante las gran des Iuvias, que son excepcionales puesto que tienen lugar cada tantos afios; por otra parte una vegetacién herbicea cubre a los va lles como a Jos imprecisos interfluvios, constituyendo una cubieria protectora al mismo tiempo que disminuye la velocidad de las aguas. En cuanto al arroyo en si y a su afluente principal, las obras de canalizacién hacen imposible estudiarlos hoy sobre el terreno desde los puntos de vista de Tricart. De todos modes creo que en este como en todos los otros casos, para acercarse a una interpreta: cién exacta se debe establecer primero cudl era la morfologia de Ja zona antes del tiltimo movimiento de los bloques. He aludido a las inundaciones en la cuenca del arroyo en es. tudio. Ellas afectan vastas zonas rurales y la urbana. Como es de imaginar las de éstas son las que mas trascienden al piblico y a la prensa en general. ‘Tanto en unas como en la otra los perjuicios que acarrean suelen ser de importancia, pues sien Ja cindad son inva- dides por las aguas los barrios mas bajos, en los campos se tienen cuantiosas pérdidas de las cosechas. Baste pensar que en la cuenea superior del arroyo. —que se extiende hasta Las Trojas— quedan to- talmente anegadas de gooo a 500 hectéreas y que todas esos cam- pos son de gran valor desde el punto de vista agricola. == Las ltimas grandes inundaciones en Ja ciudad se produjeron en los afios 1941, 1948, y las ms graves en 1953 y 1961, Durante esta tiltima las aguas cubrieron al lecho mayor excepcional con un manto de agua de hasta 3 m de alto; las que con ese mismo espesor inundaron las casas construidas dentro de aquél y cubrieron hasta 1,50 m las de un barrio residencial de construeciones modernas 6 tuadas sobre la margen. izquierda. Para solucion: este grave problema, en distintas ¢pocas se en- sanché y profundiz6 su cauce con obras de canalizacién, en especial para preservar Ia ciudad, Esta fue fundada fuera del lecho mayor excepcional, pero se extendié hacia 4 penetrande primero pot ¢l ancho de ung cuadra al $ de las vias y Estacién del ferrocareil, pau- latinamente se le agregaron cinco cuadras mids hasta la avenida Cas telli; de ellas cuatre se encuentran sobre la margen derecha del arroyo. Al sur de Ia citada avenida ha surgido un barrio de cons: trucciones modestas. En total se tienen unas siete cuadras desde dis cha ribera. La expansién en esa direccién resulté de Ia ubicacién de dichas vias y del centro civico sitmado a poce distancia de ellas, pero fue perjudicial, Mis beneficioso hubiese sido, sin Iugar a dudas, que se extendiéra hacii el borde septentrional de ta cuenca donde las condiciones meteoralégicas son mejores en especial durante el ve- rano, y fuera del peligro de las inundaciones, Si se mira a la ciudad desde la ruta 9 se la ve, en esa estacidn, sumergida en bruma y al penetrar en ella se percibe fiicilmente un aumento de temperatura. Haeia y sobre dicho borde s¢ encuentran en el N la usina de O-S.N. y las instalaciones del Tiro Federal, en el NW la estancia de Italo Carbonati, localizable por su arboleda. Durante las inunilaciones provocadas por Muvias excepcionales, las aguas Hegan a dos cuadras del cauce sobre la margen norte, so. bre la meridional cubre al citade barrio de construcciones preca rias. Esto nos da una dara visidn de Ia asimetria del lecho mayor exeepcional en la planta urbana. A consecuencia de Ja gran inundacién del aio 1941, Vialidad Provincial lo canalizé siguiendo un trazada anterior desde la Esta. cin Las Trojas hacia el E, y se suspendié en la progresiva 13.300 (Kin 1G de la canalizacién de 1962), por falta de partida. El canal anterior habfa sido ejecutado por la Municipalidad la que, por no disponer de maquinarias adecuadas, tayo que limitare a dar al cance un poco mas de doe metros de ancho (lig. 98), lin ka obra —i4 de 1941 el canal fue wazado en algunas partes paralelamente al le- cho; las aguas de éste fueron encauradas hacia aquél con cortes tras- versales, por ejemplo en las progresivas Kin 13,00, 15,000, 12,100, etc, con lo que el lecho se secé, pero en sus puntos mas hondos suelen estancarse las aguas de Iluvia formando charcas (fig. 26). En otras partes fue trazado perpendicularmente al cauce del arroyo, por ejemplo en Ia progresiva 11,170. Tenia 12 m de ancho (fig. 39). pero en la ciudad surgieron como obsticulo al libre avenamiento de las aguas todos los puentes que comunican entre si las dos par- tes de aquélla, por la luz absolutamente insuficiente: apenas 4 m (tig. 40). Los puentes no fueron acondicionados a las exigencias del nuevo canal. Gorre éste paralelo a las vias férreas (W-E) hasta la calle Chuguisaca, gira luego al ESE pero con dos bruscas inflexio- nes, pata continuar después al oriente hasta salir de la ciudad. Agra dezco los datos referentes a la obra de 1941 al Ing. Oscar R, Barra, quien la dirigié en su cardcter de Jefe de Obras de la Provincia. Ella no fue mantenida, y por la suma de varios factores perdié su eficiencia, Uno de cllos esta representado por las dos inflexiones que realiza en la ciudad, pero de mucha mayor pravitacién son los diez puentes de Iuz insulicienve tendidos sobre él, pues endican las aguas (fig. 41) provocando Ia acumulacién del material de acarreo que disminuye Ia profundidad y el ancho del canal y contribuye’a La rendvacién de los desbordamientos. Todo esto favorece Ta invasién de vegetacién acuatica especialmente en su fondo, La que se des- arrolla sobre Jos taludes puede actuar como cubierta protectora, 1a otra no. Ademais, a la deposicién de los sedimentos aportados por las cafiadas afluentes en los periodos de grandes Iluvias, hay que agre- gar tos desperdicios de las varias fabricas que fueron surgiendo, gando un aspecto particular « esta pequefia ciudad. Debemos tener en cuenta oto factor mds: la poca profundidaa de Ja capa fredtica en la parte mas honda del valle. De acuerdo con datos que debo al Sr. José Montechiani, de N a S$ su profun- didad es de —25 m en el Poligono del ‘Tiro Federal, instalado en la parte N mis alta del valle, a —18 m en el Sport Club Cafiada de Gémez, situado sobre Ja ruta nacional N° g, en Ja fabric de jabén a —y m, en'la de carton de —5 a —4 m, en el paso a nivel del fe- rrocarril a —4, a 200 m al sur de las vias férreas de —2,40 a—2,60 m. Es ésta la parte més baja del valle y la de menor profundidad de la capa acuifera, pues yendo hacia el borde meridional de la cuenca @ sooo m del cauce se encuentra i m, y a —11 ma unos g km de i no él en el caseo de Ja estancia “La Jacinta” ubicada en dicho borde, Durante las fuertes tuvias en todos los pozas asciende una a dos metros, con lo que Iega hasta el nivel del suelo en las partes mas bajas de Ja ciudad, o sea sobre ambas margenes del arroyo; vuelea de Ios brocales de los pozes y vierte en Jas cunetas de los campos y sobre la pendiente del arroyo. Basta puntear con wna pala para ver brotar el agua, Ademis de estos factores hay otro mis que tampoco es obra de la naturaleza: el lugar de la desembocadura de su principal afluente, el arroyo Bajo de Perrone, Me ocupé de él en paginas anteriores con algin detenimient, En su uazado natural vertia en el Cajiada de Gémezx frente a las instalaciones actuales del Matadero Munici- pai, pero fue desviado hacia el norte y \ermina en aquél aguas arriba ¥ contra el puente del camino a Villa Eloisa (fig. 19); a causa de esto durante las grandes precipitaciones al crecido caudal del colec tor se le suma-un notable volumen de aguas acentuando de wn mode muy mareado las inundaciones en el Indo oriental de la ciudad, Lo que corresponderia hacerse es volver a ‘orientar Tas aguas segin su curso natural, Esto, que pareciera de por si una obra sen- cilla y factible reporta tener que canaligar un tramo mayor y ade- mas practicar un puente en el terraplén del ferrocarril a Casilda que se levanta trasversalmente al cauce natural del arroyo. Para obviar este inconveniente y alejar del Gentro urbano el aporte del» Bajo de Perrone, podria llevarselo a desembocar en el Caitada de Gémex aguas arriba del puente de dicho ferrocarril que tiene Inr lug suficiente para dar paso a las aguas de ambos (fig. 42). Ena) de la fig. 2 he representado los tres eraradost ¢] natural, 2* el actual y el que sugiero, Este ultimo, si bien presenta Ia -ventaja de alejar las aguas de 1a ciudad, no permitira la recuperacién total y definitiva del area comprendida entre el actual limite oriental de Ia planta tipicamente urbana y las vias de dicho ferrocarril a los fines de su urbanizacién. Esta zona forma parte del valle del Ca- fiada de Gémez y por eso es inundable, Basta observar la fig. 43 para darse inmediatamente cuenta por Ia distribucién moteada de fa vegetacién herbdcea, el tipo de suelo, la poca profundidad de la Gipa fredtica y el estancamiento de las aguas en charcas. No crea pueda pensarse en su urbanizacién para viviendas. A Io expuesto hay que agregar: la asimewia de la cuenca en Ja que el cance del arroyo se recuesta contra la vertiente norte, el miximo desarrollo del grea urbana sobre ésta y su tragade en da- mero con las calles orientadas N-S y W-E, todo lo cual da lugar eeggn 4 un féeil avenamiento de lay aguas, lis qué al bajar desde el borde septentrional se eneauizan en las calles con rumbo al $ para alcan zaz al colector; esto se observa en todas pero cs mas notorio en las asfaltadas las que, si bien no alimentan « la primera capa aculfers, dan lugar a un mayor yalor del escurrimieuto superticial, Lo mismo sc tiene en las que traen !as aguas desde el borde meridional, hacia el N pero son de menor trascendencia porque esa ladera es mis ex tensa y porque, como vimos, el area urbana es menor sobre la mar gen derecha del arroyo, Los caminos de tierra de ambas vertientes son activamente erosionados por las aguas; por ejemplo el que co: are al W de la estancia “La Rosita” fue profundizado de 1,40 m en contados afios. Todo esto hace que se sumen sus aguas a las que aportan el arroyo y sus afluentes y a las de la capa fredtica que as- ciende hasta aflorar. Uno de los puntos més ficil y cominmente inundado es el vér- tice § del triingulo industrial delimitade por la avenida de circun valacién Leandro N, Alem, la ruta nacional N° g y las vias det ferrocarril a Las Rosas. Las causas son, ademds del escurrimient: de las aguas desde el N de acuerdo con lo que acabo de exponer, la presencia del terraplén de dichas vias que detienen las aguas que proceden desde el borde NW de la cuenca y las obliga a correr a lo largo de él como si fuesen encauzadas formando un verdadero curso de agua temporario de muy corta duracién hasta su empalme con las del F.C. a Cérdoba. En ese punto, ubicado en el limite occidental de la ciudad, termina Ia cafiada que pasa por Ios cam. pos'de Severini, Lucas y Mari como tiltimos. Enseguida aguas abajo, el canal presenta las dos inflexiones a que aludi; esto provoea una disminucién de la velocidad de las aguas y favorece el atarquina- miento. Esa zona carece de desagties cloacales y las calles son de tidtra, ninguna de las fibricas se inunda porque situadas fuera del le cho mayor excepeional y hacia la Iadera del norte de la cuenca. Son varias puts las condiciones que generan el anegamiento de esn zona. Esto podria hacerse menos grave si s¢ impidiese por lo menos ¢] escurrimiento del aporte pluvial procedente desde esa pendiente, desvidndolo, por ejemplo, antes de que alcance la margen norte de Ja ruta nacional N? g (Panamericana Juan Bautista Alberdi), en- cauaindolo hacia el oriente y haciéndolo desembocar en el arroyo fuera de la planta urbana. No deja de gravitar también en toda la cuenca-ta direccién de los sureos del arado. En general Jo hacen segin la pendiente en f= ver de hacerlo segin lincas de nivel, lo que ademas de tos perjui cios que esto acarrea desde el punto de vista edafoldgico, facilita 1a erosion y actlera el escurrimicento de las aguas hacia el arroyo, re- sultando un brusco incremento del caudal tanto Liquide como. sé- lide, que Megan contemporineamente, 0 casi, al que aportan los afluentes, Se tiene asi un aumento de tn onda de creciente. Las cuencas de los otros cursos ile agua que siguen al norte de la del arroyo Cafiada de Gémey se prestan a estudios interesantes, sea desde el punto de vista de la geomorfologia pura como de la aplicada, Por eso serin objeto de futuras investigaciones que con ducirdn a dilucidar algunos problemas de nuestra Hanura sania fesina, Gracias a Ja obra. de eanilizsetan, a lo Largs del curso el urieyo Bajo de Perrone, 41 suelo esti en franca y ripita recaperacién y ya ex apto para ta exploracién ganadera, $+ Linea de punter, BIBLIOGRATIA A. = Dematay, HL — “Precis de Géinorphiniog Paris, 1958, 2. — Fatormy Picrita y Garmucanos, Alfredo. — “HI relieee de la llasura samtafesioe ‘cordobest comprendido entre lex paralelos $29 y 99090" $ y desde GEMS’ W tants fl fo Parand™. 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Barra) Fig. 26. — Ultimo ace y canal en el campo de Del Sel 27. < Desentboesdurs de wna cafiada en ob Vig. 8. — Teame Gal det canal on el que se percibe el rewleado do la erorién Jas aguas, La marmics de gigantea en yu desembocadvira-en el Carearaid lun Antiguo canal de sin campo y el pucnie de hormigém de ja ruta 2 Fig. 90, — Retardador para deicner ol avaiice de tx etosidn regresiva 0 cl canal trarado en 1945 BI. — EI anal visio hacia aguas abejo desde el retardador. Avehamiento Vig. $8, — Trazado partienlar det arroyo. Bajo de Perrone. Fig. $0. — Fl mimo curv, inmediniamente aguas abajo, Fig. 37. — El arroyo aguas abajo de ta fotogratia anterior. Fig. 38, ~ Canal del mismo ayroys teazado eo 1941 (Foto O, RiBarsa). Fig, 49, — Puentes sobre cl arroyo Caflada de Gémer en la ciudad durante Ia ejecucién del canal en 141 (Foo O. BR, Barra). Wig. 4. — Endiramiento de tus ngum a causa de la Jur insuticiente de uno de Km puentes tendidor sobre el. arroye. Fig. 45. — Fondo de} valle'del A°-Cofada dé Gdmex al K de ta cludad ley SbF ae phi = ny ao a i! : 4500 mio de la D. P. de Hidrdulica: ‘yumeasyo1 unfos 1961 9P uoREAeUED FL 9p OL "my | ae ooss

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