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Los quelatos de gadolinio dominaron el mercado de los medios de contraste en resonancia magnética en
los últimos años. Se basan en la alteración focal del campo magnético, con un efecto paramagnético que
acorta los tiempos de relajación de los tejidos y que se manifiesta como aumento en la señal en secuencias
con información T1.
Desde hace algunos años se está trabajando con medios de contraste órgano específicos, para obtener
mayor información que la que ofrecen los diferentes quelatos de gadolinio. La investigación en esta área ha
sido frustrante y larga, logrando aprobación por la FDA sólo de dos compuestos entre los muchos que
siguen en estudio.
El perfil de seguridad del gadolinio es muy bueno, lo cual hace que sea difícil competir en este aspecto.
Una vez inyectado, el gadolinio se distribuye en el espacio intravascular y es rápidamente filtrado al
espacio extracelular, como sucede con los medios de contraste iodados. Esto significa que las imágenes
que pretenden evaluar los vasos sanguíneos deben hacerse rápido y temprano, durante los primeros pocos
minutos luego de la inyección del quelato de gadolinio. Una de las características buscadas en los nuevos
medios de contraste es mejorar la ventana de tiempo durante la cual puede observarse su efecto sobre los
tejidos. Los medios pueden agruparse en los del sistema retículoendotelial, los hepatobiliares y los de
“pool” sanguíneo.
Otra forma de clasificar los medios de contraste es por su efecto sobre los tiempos de relajación, medios
de contraste T1 y T2 (realmente T2* o efectivo). Esta clasificación puede ser inútil, pues aunque los
quelatos de gadolinio acortan el T1, algunos medios tienen efectos tanto en T1 como en T2, lo cual los
haría inclasificables en este sistema. Quizás la mejor manera de clasificar los medios de contraste,
incluyendo los más nuevos y los que están en estudio, es según su mecanismo y biodistribución. De éstos,
hay cuatro categorías: Extracelulares, dirigidos al sistema retículo endotelial, hepatobiliares y de pool
sanguíneo.
La existencia de una partícula indivisible común a todos los elementos, fue sugerida desde el siglo quinto
A.C. por los filósofos Leucipo y Demócrito, quienes acuñaron el término “átomo” para describirla. Sin
embargo, la primera formulación de la teoría atómica moderna fue hecha por John Dalton a principios del
siglo XIX. La estructura atómica descrita en ese entonces no incluía partículas subatómicas, las cuales
comenzaron a conocerse hacia 1910, gracias a los trabajos de Ernest Rutherford, responsable de la
primera imagen del átomo como una estructura con un núcleo central de carga eléctrica positiva,
alrededor del cual giran varias partículas de carga negativa conocidas como electrones. Este modelo
ha sido modificado en varias oportunidades, y actualmente se conocen unas veinte partículas
subatómicas, cuya descripción se sale del objeto de esta revisión.
El físico austriaco Wolfgang Pauli es conocido por su principio de exclusión, descrito en 1924, y por el
cual recibió el Premio Nobel de Física. Este principio es relevante para el estudio de la Resonancia
Magnética, ya que gracias a él se sabe que existen algunas especies nucleares que presentan número
impar de electrones, núcleos atómicos que poseen una propiedad conocida como Momento Angular o
Espín. Según la mecánica cuántica, los electrones se encuentran alrededor del núcleo, ocupando niveles
de energía denominados con las letras K,L,M,N... etc., y a los cuales corresponde un número cuántico
principal n, con valores de 1, 2, 3, 4...etc., respectivamente. Los niveles de energía aumentan con este
número. Estos niveles de energía contienen subniveles, conocidos como s,p,d,f...etc. y designados con un
segundo número cuántico l, llamado el Momento Angular , con valores 0,1,2,3...n-1 . Para átomos en
reposo, los niveles de energía de los electrones son determinados entonces por estos dos números
cuánticos n y l . La distribución electrónica más estable es entonces aquella con la menor energía total.
Si los átomos son sometidos a un campo magnético externo, los niveles de energía de los electrones
pueden subdividirse en ml y ms. Estos niveles son también determinados entonces por otros dos números
cuánticos : el número cuántico magnético orbital, llamado ml, con valores de 2I + 1, y el número cuántico
del espín (o momento angular) magnético, llamado ms , con valores de +½ y - ½. El nivel energético de
cualquier electrón puede describirse entonces por cuatro números cuánticos ( n, I, ml, ms). Según el
principio de exclusión de Pauli, ningún par de electrones pueden tener el mismo nivel de energía ni
pueden ser descritos por el mismo grupo de números cuánticos. En términos sencillos, esto quiere decir
que sólo un número limitado de electrones pueden existir en cada nivel o subnivel de energía, y estos
electrones siempre tendrán la tendencia a ocupar las capas más internas, con niveles de energía más
bajos. El agrupamiento de los electrones en los diferentes niveles y subniveles determina las diferentes
formas de magnetismo logradas en las moléculas sometidas a campos magnéticos externos.
DIAMAGNETISMO
En los átomos con número par de electrones, su apareamiento en cada subnivel de energía evita la
formación de dipolos, lo que hace que el número cuántico de su momento angular (ms) sea de 0. (Núcleo
sin espín). Sin embargo, al someter a este tipo de átomos a un campo magnético externo, es posible
lograr una pequeña magnetización, cuya orientación es opuesta a la orientación del campo magnético
externo, dirección conocida como antiparalela y que implica un alto nivel energético. A este
comportamiento se le conoce como Diamagnetismo , y necesariamente se encuentra en todos los
materiales, aunque existen sustancias en las que este comportamiento es eclipsado por un Para o
Ferromagnetismo de mayor intensidad. El diamagnetismo es directamente proporcional a la magnitud del
campo magnético aplicado. El término Susceptibilidad Magnética expresa la capacidad que posee un
campo magnético de magnetizar una cantidad específica de material, y puede expresarse según el tipo de
magnetismo, como es el caso de la susceptibilidad diamagnética. La susceptibilidad puede describirse
como la cantidad de magnetización que recibe un material cuando es sometido a un campo magnético
externo. (¡Para simplificar algunos cálculos, Elster, entre otros, ha sugerido utilizar el concepto de
permeabilidad magnética!) Como ejemplos de especies diamagnéticas están los gases inertes, la mayoría
de las moléculas orgánicas y algunos cristales de sales como el cloruro de sodio.
PARAMAGNETISMO
Muchos átomos e iones tienen electrones sin par en su capa externa, lo que hace que posean un
Momento Angular o espín por la formación de dipolos en algunos de sus niveles o subniveles energéticos.
En reposo, un grupo de estos átomos dentro de una muestra pueden no mostrar magnetización debido a
que la orientación aleatoria de sus dipolos individuales cancela dicha posibilidad. Sin embargo, al ser
sometidos a un campo magnético externo, se presenta una magnetización significativa cuya orientación es
paralela, es decir, en el mismo sentido en que se encuentra orientado el campo magnético externo. Como
en los materiales diamagnéticos, la magnitud de la magnetización de la muestra de átomos
paramagnéticos es proporcional a la intensidad del campo magnético externo. La susceptibilidad
paramagnética es mucho mayor que la susceptibilidad diamagnética. La orientación paralela de los
átomos paramagnéticos con respecto al campo magnético externo es otra diferencia de éstos con los de
materiales diamagnéticos. Cuando se logra una alineación paralela de todos los átomos de la muestra
paramagnética, se habla de saturación de la magnetización, la cual es posible para algunos materiales
cuando su temperatura es cercana al cero absoluto (- 273 oC). La magnetización de los elementos
diamagnéticos es independiente de su temperatura. Algunos ejemplos de elementos paramagnéticos son
el cromo, el cobre, el oxígeno y el hierro en estados férrico y ferroso . Una de las sustancias con mayor
susceptibilidad paramagnética es el Gadolinio, característica que es aprovechada en su uso como material
de contraste.
FERROMAGNETISMO
FERRIMAGNETISMO Y ANTIFERRIMAGNETISMO
Se trata de sustancias similares a las ferromagnéticas, en las cuales los dipolos que las componen
(dominios) se orientan en forma ordenada, pero no necesariamente paralela . En los materiales
antiferrimagnéticos, los dominios vecinos son antiparalelos entre sí, por lo que no se logra magnetización
espontánea de este tipo de materiales. En los ferrimagnéticos también existen dominios paralelos y
antiparalelos, pero permitiendo una magnetización neta por un ligero exceso de una de estas
orientaciones en sus dominios. Algunos cristales de disposición espiral, como es el caso de las ferritas,
tienen este tipo de comportamiento magnético. La ferrita más común en nuestro planeta es el Fe3O4, y es
también el único material ferrimagnético sintetizado por seres vivos. Se supone que los pájaros que migran
pueden orientarse gracias a este tipo de sustancias. ¡También hay bacterias marinas que pueden alejarse
o acercarse a un imán que es colocado en un extremo del microscopio, esto parece servirles para buscar
comida!
SUPERPARAMAGNETISMO
Si se reduce el tamaño de una partícula ferro o ferrimagnética con muchos dominios, es posible lograr una
partícula con un dominio único y características magnéticas especiales conocidas como
superparamagnetismo. Al someter a este tipo de material a un campo magnético externo muy bajo, es
posible lograr saturación de su magnetización, debido a su alta susceptibilidad magnética. Sin embargo,
estas partículas de dominio único no son capaces de retener magnetización una vez retiradas de la
influencia magnética externa. Por su pequeño tamaño, es posible incorporar estas partículas al
compartimiento intracelular mediante su fagocitosis por células del sistema retículoendotelial, logrando así
medios de contraste específicos para diferentes tejidos.