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COMÚN EN PETÉN
EL IGSS
El 20 de octubre de 1969 nació mi hijo Marco Vinicio Pinelo Bran en la maternidad del
IGSS de la 7ma. Avenida. Un extraordinario regalo en esta fecha memorable y en un
hospital creado por la revolución.
Yo, también, soy de 1944 y cuando mi madre me tenía en el estómago ella respiró los
aires previos a este proceso revolucionario que me trasladó a mí.
Mi esposa dice que gritó hasta no poder, pues este chamacón pesó 8.6 libras, pero, la
atendieron bastante bien. Durante un año aproximadamente le dieron leche (no
gratuita), porque yo aportaba. Además, cuando se enfermaba Marco Vinicio lo
llevábamos a la emergencia de niños y siempre los doctores lo atendieron con prontitud
y cariño. Siempre le dieron sus medicinas (no gratuitas porque el pueblo y los que
aportamos las pagamos).
Me fui sangrando de la cara y con el brazo fracturado con mi buen amigo el Lic. Abel
Lemus, profesor de nocturna. No sé ni como pude manejar con un brazo y mano.
Fuimos al Hospital Roosevelt y estuvimos allí desde las 10:00 PM hasta las cinco de la
mañana y no me atendieron. Ni siquiera una pinche pastilla me dieron para el dolor.
Al ver que no me atendían nos fuimos al IGSS frente al monumento de Tecún
Umán. Es decir estuve esperando 7 horas.
Abel Lemus dirigente del FUR que me acompañó fue vilmente asesinado cuando yo
estaba fuera del país.
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EL IGSS DE AHORA
Sin embargo, los tiempos cambian y en otra oportunidad fui al IGSS, cerca de la calzada
San Juan y donde ni siquiera me vio un médico. Pasaba el montón de galenos jóvenes
que más parecían play boy con sus batas y ni siquiera se dignaron a decirme qué diablos
tenía? O sea que no me atendieron, por lo que agarré mis bártulos, lo que llaman
maletín con lo de adentro y me fui con un médico particular.
Yo, estimo que en el IGSS hay médicos con vocación muy buenos, como los que me
atendieron en aquel tiempo y otros que solamente llegan a pasar el agua y atienden mal
a la gente como lo hacen, también, algunas enfermeras y enfermeros.
A diario leemos sobre los malos negocios en la compra de medicinas y las estafas
millonarias de algunos malos guatemaltecos que ocuparon cargos administrativos allí.
Algunos de estos rufianes ya han salido libres, porque la justicia guatemalteca está en el
suelo, porque es ciega, muda y corrupta.
Los tiempos cambian y la mística de trabajo se ha perdido. A algunos pacientes les
han dejado tijeras y gasas adentro del estómago, algunos otros los han dejado
parapléjicos, etc.
Hasta cuando señores del IGSS van a traernos un poco de atención médica a este
departamento que tanto lo necesita.
Con lo que se han robado los rufianes ya hubiera construido unos cien hospitales.
Lo de abajo parecerá contradictorio, porque por un lado exijo la prestación del servicio
de enfermedad común del IGSS y por el otro digo que matan gente.
Yo si creo que el IGSS cumple una misión loable y noble y no por algunos malos
elementos lo vamos a juzgar a todos, sino pregúntele a mi buen amigo el arquitecto
Carlos Rafael Romero Zetina (Carolo) cómo le reconstruyeron la cara después del
accidente automovilístico que tuvo.
Ruego a los señores directivos del IGSS que se recuerden que en Petén habemos
trabajadores que necesitamos este servicio.