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Introducción:
Desde los años cincuenta hasta los ochenta, la investigación educativa reforzó este
supuesto. El resultado más consistente de la investigación educativa en estos años
se refería a la capacidad explicativa del contexto socioeconómico y cultural sobre
los logros de la gestión escolar.
Entre las múltiples acciones que pueden realizarse para ello, la planificación de
adecuados modelos instruccionales durante el periodo de formación docente j uega
un papel de primer orden, pues permite caracterizar su desempeño y por lo tanto
propicia su desarrollo futuro al propio tiempo que constituye una vía fundamental
para su atención y estimulación.
En América Latina muchos agentes educativos consideran que para que se generen
necesidades de autoperfeccionamiento continuo de su gestión en el personal
docente, resulta imprescindible que este se someta consciente y periódicamente a
2
Por esa razón se hace necesario un sistema de evaluación que haga justo y racional
ese proceso y que permita valorar su desempeño con objetividad, profundidad, e
imparcialidad.
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profesional han tendido cada vez más a concentrarse en los aspectos prácticos de
las evaluaciones del desempeño. Dwayer y Stufflebeam (1996) han identificado
siete cuestiones negativas en las evaluaciones de los maestros. Estas son:
• El uso de sistemas de evaluación no validados.
• El uso insuficiente de estándares profesionales para la planificación y el
mejoramiento de los sistemas educativos.
• Opciones ineficaces de criterios claros, válidos y aplicables para determinar
el desempeño de los maestros.
• La falta de capacitación en evaluación para los evaluadores.
• La no consideración del contexto del aula y la escuela en la realización de
evaluaciones.
• La ausencia de una base teórica para las evaluaciones.
Por otra parte también son criticables los sistemas que se basan en observaciones de
baja inferencia del comportamiento de los maestros; es decir, los sistemas en los
que la tarea de observación se limita a comportamientos claramente observables
que requieren un bajo nivel de inferencia por parte de los evaluadores. Las
calificaciones de baja inferencia, por su propia naturaleza no pueden hacer frente a
facetas importantes pero inobservables de la enseñanza. Muchos detractores de las
evaluaciones de las evaluaciones de los maestros basadas en el desempeño han
indicado la deficiencia de los sistemas de baja inferencia, tanto los basados en las
simulaciones como en las interacciones directas en el aula, que no toman en cuenta
el contexto del aula como parte de la evaluación.
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Claro está para la consecución de este objetivo resulta necesario partir de una fuerte
fundamentación teórica que tome como punto de partida la definición de las
funciones y los fines de un sistema de evaluación de esta naturaleza, pues de estas
se derivará de manera natural el rumbo, el sentido del modelo evaluativo que se
construya.
Si queremos que la evaluación tenga valor formativo para todos los implicados en
las acciones evaluadas, es imprescindible el conocimiento, análisis y debate
conjunto de las evidencias que afloren durante la acción evaluadora.
En mi opinión la salida a tal dilema no está en optar por una posición extrema, sino
en reconocer el proceso de enseñanza – aprendizaje como responsabilidad común
de profesores y estudiantes que han de potenciar, más que relaciones jerárquicas y
transmisoras – receptoras del saber, comunidades de aprendizaje mútuo. Desde esta
óptica, la privacidad como mezcla de lo personal y lo profesional deja de tener
sentido situándose el análisis de toda acción evaluadora en el ámbito público del
aula, donde las responsabilidades y actuaciones son, inevitablemente,
cooparticipadas y de dominio público.
Una de las precisiones esenciales que deben hacerse como parte del proceso de
construcción de un sistema de evaluación del desempeño de los docentes, es la de
sus fines, pues sin dudas esta es una condición necesaria, aunque no suficiente para
alcanzarlos.(Ver figura nº1)
Función de diagnóstico
Función instructiva
Funciones de la evaluación
del desempeño profesional
del docente
Función educativa
Función desarrolladora
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Los profesores son importantes defensores de este punto de vista. El mismo entraña
un desarrollo educativo continuo a lo largo del cual una persona puede mejorar, una
preferencia por valuaciones formativas en vez de sumativas, y un fuerte vínculo
con las actividades de desarrollo profesional.
Muchos de los directivos escolares no han pensado nunca en integrar los esfuerzos
de eficacia o mejora de la escuela en el proceso de evaluación para el crecimiento
profesional de los docentes. Esto ocurre porque tienen una tendencia a añadir
nuevas iniciativas en vez de examinar de qué forma se podrían adaptar los
esfuerzos de mejora a los procesos de evaluación existentes.
Los esfuerzos del profesorado tienden a tener una mayor influencia cuando
persiguen un objetivo tan deseado que estimule la imaginación y dé a la gente algo
en lo que desee trabajar, algo que todavía no sepa hacer, algo de lo que pueda
enorgullecerse cuando lo consiga. Resumiendo, las iniciativas de mejora de la
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escuela que suelen tener éxito son los esfuerzos basados en la escuela que centra su
atención en un número realista de objetivos prioritarios que abordan las
necesidades del alumno y motivan al personal de la misma. Estos objetivos
prioritarios proporcionan el centro de atención para las actividades de mejora, que
se pueden integrar en el proceso de evaluación.
Una vez identificados los objetivos prioritarios para mejorar el grado de eficacia de
la escuela, éstos se integran en el proceso de evaluación haciendo que los
profesores desarrollen unos objetivos de rendimiento que centren su atención en las
necesidades identificadas en los objetivos prioritarios. En algunos sistemas
escolares, esto se lleva a cabo pidiéndoles a los profesores que consideren la opción
de escribir unos objetivos de rendimiento que aborden necesidades críticas de
mejora.
Para Brock (1981), existen tres factores que pueden influir en la eficacia de la
evaluación diseñada para el desarrollo del profesor:
• Factores contextuales (clima organizativo, recursos, liderazgo, etc.)
• Factores relativos a procedimientos (instrumentos utilizados para la reunión de
datos, uso de otras fuentes de retroalimentación, etc.)
• Factores relativos al profesor (motivación, eficacia, etc.)
Estos mismos autores plantearon que las características clave de los evaluadores,
para asegurar el crecimiento profesional de los docentes son:
• Credibilidad como fuente de información.
• Tener una relación de cooperación con el profesor.
• Confianza.
• Capacidad para expresarse de un modo no amenazador.
• Paciencia.
• Flexibilidad.
• Fuerte conocimiento de los aspectos técnicos de la enseñanza.
• Capacidad para crear sugerencias.
• Familiaridad con los alumnos del profesor.
• Experiencia pedagógica.
• Sugerencias útiles.
Control administrativo.
Los directivos de las escuelas son los defensores principales de este punto de vista.
Entraña considerar la enseñanza como una situación de empleo que requiere
supervisión y control del maestro por la unidad administrativa.
Las decisiones extremas que resultan como consecuencia del control administrativo
del desempeño de los profesores son la permanencia o el despido de los mismos de
la actividad docente. Al diseñar un modelo de evaluación de profesorado que
refleje la importancia crucial de esta decisión, existen por lo menos dos formas de
enfocarlo. La primera consiste en preguntar: ¿Existen razones para negar la
permanencia de este profesor en la enseñanza?. Esta manera de formular el
problema constituye el marco en el cual se toma la decisión de despedir a un
profesor que ya ocupa una plaza en propiedad. Este enfoque negativo hacia la
decisión encamina a los evaluadores hasta las deficiencias en el rendimiento del
profesor y garantiza que esta clase de profesionales, si se identifican y documentan
las causas de su bajo rendimiento, no permanezcan en la docencia.
Este segundo enfoque es bastante más probable que cumpla los objetivos en cuanto
a la creación de un cuerpo docente de alta calidad. Este enfoque, al contrario del
primero, no asume que la prueba de deficiencias documentadas sea prueba de la
competencia de un profesor, ni asume tampoco que el docente que tenga una etapa
insatisfactoria, necesariamente no puede mejorar su desempeño.
Este tipo de diseño debería poner el énfasis en prácticas que aumenten las
oportunidades de mejora de los que tienen deficiencias en su rendimiento.
En nuestra opinión para comprender con profundidad este posible fin de un sistema
de evaluación del desempeño profesional del docente y antes de asumirlo como tal,
es necesario dar respuesta a la siguiente interrogante: ¿Estamos tratando de purgar
a aquellos profesores con un rendimiento más bajo, o deseamos compensar a los
que tienen un rendimiento más alto, o estamos tratando de mejorar el rendimiento
de todos los miembros del sistema?
Los sistemas educativos que han diseñado y aplicado modelos de evaluación del
profesorado tomando en cuenta este fin, han defendido tres tipos de estándares de
desempeño profesional diferentes: estándares mínimos, competitivos y de
desarrollo.
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Rosenholtz y Smylie (1984), han criticado los planes de salario según méritos
precisamente porque generan competitividad entre los profesores y deterioran la
colegialidad entre los mismos.
Adoptar una decisión con respecto a cuáles de estos fines u otros busca cumplir el
sistema de evaluación que estamos construyendo resulta imprescindible para
continuar avanzando en su concepción. (Ver figura nº2)
Mejoramiento de la enseñanza en
el aula
Responsabilidad, desarrollo
profesionales
E
Control administrativo
S
Figura Nº2
Sin embargo este modelo ha recibido también críticas negativas. Entre ellas se
destacan las siguientes:
20
Este modelo surge de una corriente de pensamiento que es muy crítico sobre la
escuela y lo que en ella se hace. Los representantes del mismo sostienen que, para
evaluar a los maestros, “el criterio que hay que usar no es el de poner la atención en
lo que hace éste, sino mirar lo que acontece a los alumnos como consecuencia de lo
que el profesor hace”.
Por otra parte es cuestionable la justicia que hay en considerar al profesor como
responsable absoluto del éxito de sus alumnos, pues como sabemos los resultados
que obtienen los alumnos son efectos de múltiples factores, uno de los cuales, de
los fundamentales, es el docente.
Modelo Modelo
centrado centra-
en el do en los
perfil del resulta-
docente dos ob-
tenidos
Modelo
Modelo de la centra-
práctica reflexiva do en el
comporta
mien-
to en el
aula
23
En segundo lugar, trata de resumir las ventajas principales de cada uno de los
modelos anteriormente caracterizados, aunque sin dudas es el modelo de la práctica
reflexiva el que le sirve de principal inspiración.
Ante todo nos parece necesario precisar los conceptos de “educación”, “calidad”,
“evaluación” y, pues los mismos nos pueden servir de guía teórica para llegar a una
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Cuando analizamos los cambios en los escenarios en que tiene lugar la educación
de hoy, debemos reconocer que hay un cierto debilitamiento de los espacios de
socialización primario y secundario, o sea, de la escuela y la familia, que confluye
con el surgimiento y desarrollo de nuevos espacios de socialización que escapan al
“control” de la escuela, incluso en la mayoría de los países, escapan al “control” de
los estados nacionales. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a los medios masivos de
comunicación y su potenciación a partir del desarrollo de nuevas y más poderosas
tecnologías, el llamado ciberespacio cuyos fines están absolutamente dominados
por las transnacionales de la informática, etc.
Ante esta indiscutible realidad, se debe tener mucha precisión en definir cuál es el
verdadero rol de la institución escolar en general y del docente en particular, para la
consecución de los objetivos de la educación y precisar qué es lo esperable de su
desempeño con realismo y al mismo tiempo con optimismo. (Ver figura nº 4 )
Educación
Educación Educación Educación
escolar
escolar escolar
básica
básica
aúlica
Figura Nº 4
“Calidad de algo se refiere a una o varias propiedades de ese algo, que permiten
apreciarlo como igual, mejor o peor que otras unidades de su misma especie.
Siendo en esencia un concepto evaluativo, averiguar la calidad de algo exige
constatar su naturaleza y luego, expresarlo de modo que permita una comparación”
(4). Luego, al tratar de evaluar la calidad del desempeño profesional de los
docentes, es necesario aislar las capacidades y características más generales de su
labor que deben ser atributos de todos, independientemente que reconozcamos que
cada constexto en el que desarrollan su trabajo es único e irrepetible
1ª tendencia
Por su parte el autor argentino Pedro Lafourcade señala que “una educación de
calidad puede significar la que posibilite el dominio de un saber desinteresado que
se manifiesta en la adquisición de una cultura científica o literaria, la que desarrolla
la máxima capacidad para generar riquezas o convertir a alguien en un recurso
humano idóneo para contribuir al aparato productivo; la que promueve el suficiente
espíritu crítico y fortalece el compromiso para transformar una realidad social
enajenada por el imperio de una estructura de poder que beneficia socialmente a
unos pocos, etc”(5).
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Por lo tanto, toda educación tiene una determinada calidad, ahora bien, esta puede
ser mayor o menor (cantidad), en la medida en que sus características se acercan o
se alejan de los paradigmas filosóficos, pedagógicos y psicológicos que imperen en
una sociedad histórico-concreta.
2ª tendencia
3ª tendencia
En su libro “Claves para una educación de calidad”, los autores chilenos Juan
Casassus y Violeta Arancibia plantean:
“Calidad de la educación es uno de esos conceptos significantes, movilizadores y
cargados de fuerza emotiva que se manejan extensivamente en la sociedad. Su
riqueza radica precisamente en su ambigüedad”(7).
Sin lugar a dudas los esfuerzos por conocer qué es C.E son todos válidos, aportan a
la penetración en su esencia. Ahora bien, nosotros partimos del criterio de que si
bien el camino del conocimiento de un objeto es infinito, existen caminos que lo
facilitan mientras que otros lo dificultan.
Por todo lo anterior, en el caso que nos ocupa, nos parece necesario partir de una
definición teórica del concepto C.E y derivar de esta, una definición operacional
cuya efectividad se puede corroborar en la práctica educativa a través de múltiples
análisi multivariados, que nos permitan sistemáticamente ir aumentando lo que
conocemos y disminuyendo lo que desconocemos sobre C.E.
T.S Kuhn (1964) plantea que el paradigma constituye el marco referencial para
generalizaciones, los valores, las creencias, normas y actitudes ante la vida y el
conocimiento de cada individuo y de los diferentes grupos sociales.
Veinte años después el propio T.S Kuhn (1984) considera que los paradigmas son
realizaciones científicas universales reconocidas, que durante cierto tiempo
proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica.
Breve síntesis del marco conceptual del paradigma filosófico para la escuela
cubana actual.
Al asumir esta importante afirmación del Grupo Pedagogía del Instituto Central de
Ciencias Pedagógicas, lo hacemos con las consecuencias que ello entraña en
relación con los tres cuerpos teóricos esenciales de la filosofía: la ontología o teoría
del ser, la lógica y la teoría del conocimiento.
Breve síntesis del marco conceptual del paradigma psicológico para la escuela
cubana actual.
Sabido es que la concepción que se adopte del desarrollo psicológico ejerce una
importante influencia en la concepción del proceso de educación del hombre. Por
esa razón la fundamentación psicológica juega un papel muy importante en el
diseño de la educación, en el proceso de enseñanza y por lo tanto en su evaluación.
Claro está esta influencia no es determinística, toda concepción psicológica para ser
aplicada a la práctica educativa debe ser pasada rigurosamente por un “tamiz
pedagógico”, en evitación de caer en el psicologismo, mal que ha estado presente
en no pocas prácticas pedagógicas de nuestra región geográfica.
En esta teoría psicológica está muy clara la unidad entre instrucción y educación, la
cual presupone que el proceso de apropiación se vincula tanto al plano cognitivo
como al afectivo.
Breve síntesis del marco conceptual del paradigma pedagógico para la escuela
cubana actual.
Diversos estudios realizados en Cuba, entre los que se destacan los realizados por
el “Grupo Pedagogía” del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, han revelado
la existencia de una valiosa tradición pedagógica cubana, que al sistematizarse,
tomando en cuenta además las ideas universales, contribuyen a una concepción
autónoma de la educación y de la escuela cubanas.
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La formación es un concepto que llega desde la filosofía, y que hoy toma mucha
fuerza, algunos lo proponen como el concepto principal de la pedagogía, porque es
el que define lo educativo, que radica en ser un proceso de humanización, de
creación de un tipo de hombre de acuerdo a determinados ideales y fines sociales.
El hombre no nace, se hace y por lo tanto hay que formarlo, es decir hay que
dotarlo de valores y de un sentido de la vida. Este concepto destaca la dimensión
axiológica de la educación.
A partir de la definición anterior se nos hace claro que en el caso del concepto C.E,
sería poco menos que imposible procurar una definición operacional precisando la
causa completa de una educación de buena calidad. Más bien, resulta aconsejable,
aunque muy difícil precisar la causa específica; no sólo al plantear las variables
involucradas en este concepto, sino también y sobre todo al operacionalizarlas en
dimensiones e indicadores.
El conductismo
La concepción conductista dominó gran parte de la primera mitad de este siglo. Las
investigaciones sobre el comportamiento animal hicieron pensar que el aprendizaje
era una respuesta que se producía ante un determinado estímulo. La repetición era
la garantía para aprender y siempre se podía obtener más rendimiento si se
suministraban los refuerzos oportunos.
En este enfoque el trabajo del maestro consiste en desarrollar una adecuada serie de
arreglos contingenciales de reforzamiento para enseñar. Keller (1978) ha señalado
que en esta aproximación, el maestro debe verse como un "ingeniero educacional y
un administrador de contingencias". Un maestro eficaz debe de ser capaz de
manejar hábilmente los recursos tecnológicos conductuales de este enfoque
(principios, procedimientos, programas conductuales), para lograr con éxito niveles
de eficiencia en su enseñanza y sobre todo en el aprendizaje de sus alumnos.
Dentro de los principios deben manejar especialmente los referidos al
reforzamiento positivo y evitar en la medida de lo posible los basados en el castigo
(Skinner, 1970).
Según los conductistas, para que los alumnos aprendan basta con presentar la
información
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El Humanismo
El núcleo central del papel del docente en una educación humanista está
basada en una relación de respeto con sus alumnos. El profesor debe partir
siempre, de las potencialidades y necesidades individuales de los alumnos y
con ello crear y fomentar un clima social fundamental para que la comunicación
de la información académica y la emocional sea exitosa (Hamachek, 1987).
Varios autores mencionan otros rasgos no menos importantes que debe poseer el
maestro humanista, a saber:
1.- Debe ser un maestro interesado en la persona total de los alumnos (Hamachek,
1987).
2.- Debe estar abierto ante nuevas formas de enseñanza u opciones educativas
(Carlos, Hernández y García, 1991: Sebastián, 1986).
3.- Fomentar el espíritu cooperativo de sus alumnos (Sebastián, 1986).
4.- Deben ser frente a sus alumnos tal y como son, auténticos y genuinos (Good y
Brophy, 1983; Sebastián, 1986).
5.- Deben comprender a los alumnos poniéndose en el lugar de ellos, siendo
sensible a sus percepciones y sentimientos (comprensión empática) (Good y
Brophy, 1983).
6.- Debe rechazar las posturas autoritarias y egocéntricas (Sebastián, 1986).
El cognitivismo.
El constructivismo.
De acuerdo con los escritos de Piaget (1985) existen dos tipos de sanciones: las
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El Histórico - Cultural
Este concepto resultó de gran interés, ya que define una zona donde la acción del
profesor es de especial incidencia. En este sentido la teoría de Vigotsky concede al
docente un papel esencial al considerarle facilitador del desarrollo de estructuras
mentales en el alumno para que sea capaz de construir aprendizajes más complejos.
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La teoría de Ausubel
tener en cuenta lo que el alumno ya sabe sobre aquello que se quiere enseñar.
Propone la necesidad de diseñar para la acción docente lo que llama organizadores
previos, una especie de puentes cognitivos, a partir de los cuales los alumnos
puedan establecer relaciones significativas con los nuevos contenidos. Defiende un
modelo didáctico de transmisión – recepción significativo, que supere las
deficiencias del modelo tradicional, al tener en cuenta el punto de partida de los
estudiantes y la estructura y jerarquía de los conceptos.
Para Ausubel lo fundamental, por lo tanto, es conocer las ideas previas de los
alumnos. Propone para ello la técnica de los mapas conceptuales que es capaz de
detectar las relaciones que los alumnos establecen entre los conceptos. Por medio
de la enseñanza se van produciendo variaciones en las estructuras conceptuales a
través de dos procesos que denomina diferenciación progresiva y reconciliación
integradora.
La diferenciación progresiva significa que a lo largo del tiempo los conceptos van
ampliando su significado así como su ámbito de aplicación. Con la reconciliación
integradora se establecen progresivamente nuevas relaciones entre conjuntos de
conceptos. Las personas inteligentes parecen caracterizarse por tener más
conceptos integrados en sus estructuras y poseer mayor número de vínculos y
jerarquías entre ellos.
Ausubel planteó que las tres condiciones necesarias para que se produzca un
aprendizaje significativo son:
• Que los materiales de enseñanza estén estructurados lógicamente con una
jerarquía conceptual, situándose en la parte superior los más generales,
inclusivos y poco diferenciados.
• Que se organice la enseñanza respetando la estructura psicológica del alumno,
es decir, sus conocimientos previos y sus estilos de aprendizaje.
• Que los alumnos estén motivados para aprender.
Driver y Gil (1986), critican este modelo por que consideran que no es capaz de
resolver los problemas asociados a la persistencia de los errores conceptuales o
concepciones alternativas o creencias.
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Los indicadores tienen la virtud, entre otras, de objetivar el debate educativo en las
sociedades democráticas, proporcionando una información relevante, significativa
y fácilmente comprensible incluso para los ciudadanos no especialistas en
Educación.
• Validez interna
Consiste en la precisión matemática del cálculo involucrado en los indicadores
cuantitativos o en la precisión conceptual de los indicadores cualitativos.
• Validez externa
Se refiere a la capacidad del indicador para representar correctamente el fenómeno
del sistema educativo de que trate.
• Consistencia interna
Consiste en la coherencia de los indicadores entre sí, evitando contradicciones entre
la categoría de información reportada. Los sistema de indicadores deben tener un
cierto grado de redundancia, en el sentido de que varios indicadores deben medir el
mismo fenómeno, con el objetivo de determinar la consistencia de la información y
de los indicadores utilizados.
• Comprensibilidad
Consiste en la capacidad de los sistemas de indicadores para considerar los factores
críticos que permiten describir o explicar la condición del sistema educativo.
• Por su uso
En última instancia este es el criterio más relevante para evaluar los indicadores.
Deben informar lo suficiente como para elaborar juicios con fundamento sobre la
condición de la educación en general o de determinadas variables de esta, que
sirvan de base para diseñar, implementar y evaluar políticas para su mejoramiento.
1.1. Una definición teórica del concepto “evaluación del desempeño profesional
del docente”
En su libro “Los retos del cambio educativo”, los integrantes del Grupo Maestro
del Instituto Central de Ciencias Pedagógicas de Cuba identifican las siguientes
características de la actividad pedagógica, luego de precisar que se trata de un tipo
de actividad profesional muy especial:
Este autor señala que en relación con los hábitos, habilidades y conocimientos, las
capacidades del hombre intervienen como posibilidad, o sea es necesaria la
existencia de las capacidades para que la adquisición de los conocimientos hábitos
y habilidades se transformen de posibilidad en realidad.
Predisposición
hacia los
alumnos.
♦ PERSONALES
Aguante y
dominio de sí
mismo.
Aptitud para
dirigir su propio
estado psíquico.
Aptitud para
explicar.
CAPACIDADES
Aptitudes
♦
PEDAGÓGICAS DIDÁCTICAS académicas.
Aptitud para
hablar.
Organizativas
Comunicativas
Aptitud para la
observación
ORGANIZATIVO- Aptitud sugestiva
COMUNICATIVAS Imaginación
pedagógica
Distribución de la
atención
51
Figura Nº6
La aptitud para explicar presupone la capacidad para presentar sus ideas de modo
comprensible para los demás, su posibilidad de aclarar y explicar lo complicado e
incomprensible, de convertir en fácil lo difícil.
Las aptitudes académicas se entienden como las cualidades que posee el docente
para profundizar en la ciencia que explica, las aptitudes para alcanzar
conocimientos de gran envergadura, impulsado por el imperativo de ampliar
constantemente su dominio sobre la o las disciplinas que explica.
Por aptitud para hablar se entiende la aptitud para expresar de manera clara y
concisa sus pensamientos y emociones.
Krutatski asegura además que las capacidades antes referidas tienen un carácter
general porque todo docente las necesita, independientemente de la disciplina que
imparte y del nivel de enseñanza donde labora.
Indicadores
Para lograr una construcción adecuada del conocimiento, resulta necesario que el
docente mantenga actualizada la información que posee sobre el estado real del
aprendizaje de sus alumnos. Esto si bien no es una condición suficiente para
alcanzar un adecuado nivel de logros de aprendizaje en sus discípulos si resulta una
condición necesaria para dirigir adecuadamente el proceso docente educativo.
Por lo tanto es muy útil contar con un procedimiento que permita constatar
eficazmente el nivel de conocimiento real que tiene el maestro sobre la marcha del
aprendizaje de sus alumnos.
X–S X+S
Luego, si tenemos los puntajes alcanzados por todos los alumnos de un grupo en
una prueba, es fácil aproximarnos, de la manera descrita anteriormente, a una
clasificación de los alumnos de acuerdo a su rendimiento académico en esa
asignatura.
Por otra parte, podemos pedirle a los docentes que clasifiquen a sus alumnos en
esas tres categorías de acuerdo a su comportamiento habitual en las clases de dicha
asignatura. De esta manera tenemos dos clasificaciones que se pueden comparar y
obtener así coincidencias y discrepancias. Lo esperable aquí es que a mayor
coincidencia, mejor diagnóstico del maestro.
Capacidad para crear un ambiente favorable para que el alumno conozca sus
derechos y responsabilidades y aprenda a ejercerlos : Se refiere a la creación de un
clima adecuado de trabajo en el aula y fuera de ella para que los alumnos asimilen
sus derechos y los defiendan con firmeza y respeto, y al propio tiempo, acepten sus
responsabilidades y se propongan cumplirlas.
Dimensión 2: Emocionalidad.
“Los sentimientos son el reflejo en el cerebro del hombre de sus relaciones reales, o
sea, de las relaciones del sujeto que experimenta las necesidades con los objetos
que tienen significado para él” (18).
Por esa razón, todo docente debe aprender a autorregularse, a dominar sus
emociones de orientación negativa en el proceso de enseñanza aprendizaje y en
general en sus relaciones interpersonales con sus alumnos, padres, directivos y
colegas.
Las prácticas pedagógicas no deben ser un accionar irreflexivo que puede llevar a
la robotización, sino más bien deben estar apoyadas en el análisis y la reflexión
crítica, para tratar de mejorar los niveles de calidad de los procesos de enseñanza y
aprendizaje.
Según Echeverría (1994), las emociones al igual que las motivaciones son estados
internos, difícilmente observables o medibles en forma externa. Las emociones las
asociamos con los quiebres, esto es, con las interrupciones en nuestra transparencia
en el fluir de nuestro actuar pedagógico. Al hacer un análisis crítico de las prácticas
pedagógicas se descubre que al producirse los episodios críticos, que son
momentos concretos de quiebre en la rutina pedagógica en el cual el docente entra
en conflicto emocional y/o intelectualmente por la forma de interacción con el
alumno, se modifica el espacio de posibilidades de acción pedagógica adecuada.
“La emoción, por tanto, es una distinción que hacemos en el lenguaje para
referirnos al cambio de nuestro espacio de posibilidades a raíz de detreminados
acontecimientos. Cuando hablamos de emociones, podemos señalar que existen
circunstancias particulares que la generan. Podemos identificar los acontecimientos
que gatillan las emociones” (20).
(Rosenberg, 1977).
Indicadores
Indicadores
En este proceso no están aislados el docente y los alumnos. Hay que tener en
cuenta el carácter complejo de las interrelaciones del colectivo escolar, de sus
organizaciones, del colectivo pedagógico, la familia, la comunidad y las
organizaciones sociales.
RESULTADOS DE SU
LABOR EDUCATIVA
Figura Nº 6
64
La evaluación del desempeño del docente, cualquiera que sea el método utilizado,
es compleja y difícil. Existe una serie de enfoques, pero cada uno de ellos tiene sus
pros y sus contras. En lo que parecen coincidir esos enfoques es en el hecho de que
la omisión de la observación directa en la evaluación del desempeño del docente
resulta impensable, pues ¿cómo puede evaluarse a los profesores sin ver a estos en
acción? Sin embargo, las observaciones no deberían tener un papel tan
predominante que por su presencia se ignoren aspectos de la enseñanza que no son
fácilmente observables. Por esa razón para nosotros una evaluación ideal incorpora
fuentes múltiples de datos sobre el desempeño de los profesores y sus
consecuencias sobre los alumnos.
Resulta necesario precisar desde el inicio mismo de estas reflexiones que todo
método de observación de clases debe estar acompañado de una concepción de lo
que es la enseñanza y, específicamente, una concepción de lo que es una enseñanza
buena o eficaz. Al analizar el uso de un proceso de evaluación tal como la
observación sistemática, se encuentran de inmediato no solo problemas de método
y procedimientos, sino la misma raíz del problema de definir la enseñanza en sí.
Ahora bien, los procedimientos no son neutros. O bien amplían o bien limitan las
propias opiniones con respecto a la enseñanza y a determinados eventos
pedagógicos. Las categorías incorporadas a un sistema de observación centran la
atención en algunos aspectos de la actividad pedagógica y excluyen otros. Es mejor
reconocer explícitamente estas elecciones que pensar que se está siendo totalmente
objetivo, científico o neutro al utilizar un procedimiento observacional sistemático.
Al seleccionar y desarrollar un procedimiento observacional, se da una forma
explícita a las asunciones y creencias sobre lo que constituye la enseñanza y se
toman decisiones acerca de aquellos aspectos dignos de atención y escrutinio.
Otros de los paradigmas que han guiado el uso de este método es el mediacional.
67
Se puede hacer una distinción muy general entre las evaluaciones cuyo objetivo es
llegar a una decisión relativa a empleo, certificación, permanencia o despido,
promoción en la enseñanza, etc., y aquella utilizada esencialmente para el
desarrollo del profesorado, para que tenga lugar una mejora permanente de la
enseñanza y de la escuela. Las observaciones pueden ser especialmente adecuadas
para propósitos llamados de “mejora”, porque proporcionan una base de discusión
sobre la enseñanza real que tiene lugar en cada aula en particular.
Por lo tanto, debe tenerse muy en cuenta que la observación en el aula deja fuera
pruebas sistemáticas directas sobre la planificación que hace el profesor de sus
clases, su valoración y modificación de los materiales didácticos que emplea, su
elección y adaptación de métodos pedagógicos, y sus relaciones de trabajo con
colegas, padres y miembros de la comunidad escolar.
Los sistemas abiertos se utilizan a veces en conexión con los juicios emitidos por el
evaluador. Los informes proveen ejemplos específicos que se pueden discutir o
analizar en una reunión entre el evaluador y el profesor o en una revisión realizda
por los colegas.
Por su parte, las listas de comportamientos son una forma común de observación
cerrada que se utiliza en las evaluaciones de profesorado. Las listas de
comportamientos están hechas de tal manera que el observador indica la presencia
70
Del párrafo anterior se deduce que existen sistemas de observación de alta y de baja
inferencia. La diferencia entre ambos está en la especificidad de las definiciones de
comportamientos del sistema de observación. En los sistemas de baja inferencia se
codifican comportamientos específicos y fácilmente identificados. Aquí las
observaciones normalmente están dirigidas hacia la frecuencia de comportamientos
pedagógicos. Consecuentemente, los observadores normalmente llegan a altos
niveles de exactitud con los sistemas de baja inferencia a menos que se les pida que
registren un número excesivo de comportamientos a intervalos cortos. Uno de los
puntos fuertes de los sistemas de baja inferencia es su fiabilidad (la fiabilidad de la
medida, tal y como aquí se utiliza, se refiere a la objetividad y grado en que se
puede reproducir una observación en un momento dado. Si un procedimiento es
fiable en este sentido, las frecuencias o las clasificaciones derivadas de una
observación deberían ser muy parecidas si participa en la observación más de una
persona).
El aspecto de la fiabilidad más afín a la coherencia, estabilidad o generalización
representa la idea de que aparecerán clasificaciones y juicios similares cuando el
mismo profesor sea observado en una serie de ocasiones.
siempre y cuando se tenga claro que no se ha obtenido una visión completa de las
capacidades y habilidades pedagógicas del profesor.
Probablemente sea más fácil realizar el papel de evaluador por aquellas personas
que enseñan los mismos cursos y las mismas materias que el sujeto evaluado. Esto
implica que resulta conveniente y deseable incluir en los equipos de evaluadores a
74
docentes sin cargos directivos que han acumulado gran experiencia en el ejercicio
de la docencia en circunstancias similares a las del contexto de los profesores que
serán evaluados.
En la evaluación para “pago por méritos”, la persona que toma la decisión debe
combinar los datos de cada docente objeto de evaluación de forma explícita o
implícita.
Schmidt y Kaplan (1971), aseguran que si los datos emanados de las diferentes
fuentes tienen poca o ninguna correlación entre sí, entonces están midiendo
79
variables diferentes y combinarlos produce calificaciones que son tan ambiguas que
no es posible interpretarlas.
En la literatura consultada sobre este tema, es común encontrar que los métodos de
combinación de datos pueden ser clínicos o estadísticos. Combinar los datos de un
modo clínico significa mirar por encima los distintos grupos de datos para llegar a
una decisión global, mientras que hacerlo de un modo estadístico implica el uso de
valores fijos que se han atribuido a los datos en una ecuación matemática.
La investigación ha mostrado que, en general, cuando se dispone de un criterio de
medida la predicción estadística provee una mayor precisión que la predicción
clínica, si se determina una combinación estadística óptima a través de un
procedimiento empírico. Así pues, si se tienen valores numéricos para una serie de
medidas de calidad del profesor, es preferible combinarlos de algún modo
algorítmico que mirarlos por encima para llegar a alguna conclusión sobre la
misma.
Ahora bien, si se desea una evaluación justa, no debería permitirse que el libre
albedrío de los evaluadores determine qué valores dar a cada variable.
Los tres modelos más difundidos de toma de decisiones estadística para combinar
datos son el conjuntivo, el disyuntivo, y el compensatorio.
En el modelo conjuntivo los evaluados deben aprobar todas las medidas para
obtener una calificación general satisfactoria. En el modelo disyuntivo, los
evaluados deben obtener satisfactorio sólo en una de las medidas.En el modelo
compensatorio, se combinan los datos en un algoritmo, comúnmente aditivo, que
permite que las bajas puntuaciones en unas variables se vean compensadas por las
altas puntuaciones en otras.
Ahora bien, para elegir entre los modelos conjuntivos y compensatorios, lo más
importante es analizar si es o no factible que un exceso de la medida de una
80
Como dijo el ilustre mexicano Benito Juárez,: “el respeto al derecho ajeno es la
paz”. Inspirados en este apotenma juarista, iniciamos este capítulo declarando
cuáles son, a nuestro juicio, los principales derechos de cada agente educativo que
interviene en el proceso de evaluación del desempeño profesional del docente.
Esperar que el bienestar educativo de sus hijos sea el interés central de cualquier
sistema de evaluación del desempeño profesional de los docentes que se
aplique.
Esperar que sus hijos sean educados por profesionales competentes.
Esperar que la competencia de los docentes sea evaluada regularmente de un
modo justo y funcional.
Exigir que la evaluación sirva para mejorar la educación de sus hijos.
84
(2) Colectivo de autores del Grupo Pedagogía del Instituto Central de Ciencias
Pedagógicas. Principales categorías de la Pedagogía como ciencia, folleto,
1997, pág. 29.
(3) Martí, Pérez. La Edad de Oro. Edit. Cultural S.A, La Habana, 1959, pág. 183.
(7) Casassus, Juan y Arancibia, Violeta. Claves para una Educación de Calidad.
Edit. Kapelusz, Buenos Aires, 1997, pág.9.
85
(9) Valdés Veloz, Héctor. Revista Desafío Escolar. Año 1, Vol.1. Mayo-Junio de
1997. Artículo: De la utopía de la cantidad a la utopía de la calidad, reflexiones
sobre la calidad de la educación y su evaluación, México, pág.18.
(15) García Ramis, Lisardo y otros. Los retos del cambio educativo. Editorial
Pueblo y Educación, 1996, pag. 15.
(16) Pretovski, A.V. Psicología General. Editorial Pueblo y Educación, 1982, pág.
470.
(18) Pretovski, A.V. Psicología General. Editorial Pueblo y Educación, 1982, pág.
392.
(19) Lenin, Vladimir I. Obras completas, tomo 25, pág. 112. (En ruso).
(20) Pretovski, A.V. Psicología General. Editorial Pueblo y Educación, 1982, pág.
396.
(21) García Ramis, Lisardo y otros. Los retos del cambio educativo. Editorial
Pueblo y Educación, 1996, pag. 14.
86
• García Ramis, Lisardo y otros. Los retos del cambio educativo. Editorial Pueblo
y Educación, 1996.
• García Ramis, Lisardo y otros. Los retos del cambio educativo. Editorial Pueblo
y Educación, 1996.