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Noche turbia.

Cae la noche y en un impetuoso infierno se transforma este da. La ligera frescura de la maana se esfum en la tarde lgubre de nubes negras y relmpagos detonantes. Con el olor de la tierna flor que asoma sus ptalos en mi terraza, trato de perfumar esta terrible preocupacin que abruma en esta noche a mi alma, por no saber con certeza a dnde ir a parar este hilo de ilusiones rotas. El ro empieza a sonar con alta rudeza, su envoltijo de agua opaca se desborda por la calle trasera de mi casa e inunda mi calma sin importar dao alguno; tan slo cubre esta tmida mirada, la inunda de llanto y sollozos haciendo a mi cuerpo convulsionar en medio de la crujida tormenta y as es como la noche turbia comienza. Agujeros en el tejado, llueve piedra y agua a cntaros. Nada ni nadie detiene esta tormenta nocturna. Crece el arroyo en la calle J, y mi terraza se inunda de esa nebulosa. La brisa con prisa viene a alejarme de la tranquila tertulia sostenida entre mi gato y yo; viene, viene a arrasar con sus susurros guturales y dejando a su paso, rastros de desechos arrojados por el equvoco ente humano. Sola, as he quedado despus de los instantes de este embrollado momento. Sola, sin una ilusin, sin mi taza de t, sin mi florecita tierna, sin hilos que tejer. As termina esta historia, con nudo y sin desenlace, con un comienzo a tientas y sin un final felz. De esta manera, me despido con un hasta luego, pues queda mucho que barrer aqu, tal vez vuelva con el seguimiento de esta historia, o quiz le invente un final felz. B.G.

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