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EL ORADOR
EL DISCURSO
EL AUDITORIO
EL ORADOR
• Según como nos expresemos revelaremos características de lo que somos y
sabemos, puesto que a través de la palabra se perfila nuestra sensibilidad y se
manifiesta nuestra potencia cerebral. Según vistamos nuestros pensamientos con un
léxico definido, variado y atractivo, así influirán en el ánimo de nuestros oyentes
las ideas que expresamos, o sea que demostrará nuestra preparación cultural, su
sentido moral y el progreso que ha alcanzado.
• Las palabras son como cinceles con que el hombre da dimensión a sus ideas y las
convierte en acción dinámica, dándoles vida. Las palabras también son llaves con
que se abren las cerraduras del triunfo en cualquier manifestación de la sociedad
humana.
• Es necesario que el estudiante de Ciencias Jurídicas y Sociales y el abogado estén al
día con el avance de la ciencia del derecho y del deber de tener un adecuado
conocimiento del idioma, toda vez que el lenguaje es un instrumento habitual de
trabajo, incorporarse a los valores de la cultura y conocer las realidades sociales de
la colectividad donde se mueve. El derecho es el instrumento del abogado, por eso
está obligado a estudiarlo y conocerlo y estar atento a los constantes cambios y
modificaciones de las leyes, de la jurisprudencia y los avances de la doctrina
Eduardo Couture, condensa este deber en dos pensamientos.
1. Estudia. El derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día menos abogado.
2. Piensa. El derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando .
• Están relacionadas con la facultad para conocer, comprender y razonar. Estas cualidades son:
• Capacidad:
• El orador forense deber ser, sobre todo, estudioso. La defensa del asunto y su exposición en sala requiere el conocimiento de las
normas, doctrina y jurisprudencia aplicable al caso, ya que en la fase de informe o conclusiones deberá razonar debidamente su
petición. Es a través de la oratoria que el abogado busca persuadir y convencer sobre la elección de nuestra argumentación
(inocencia o culpabilidad). Únicamente lo podremos hacer, si tenemos el conocimiento del caso, es decir, los elementos técnico-
jurídicos que conforman nuestra argumentación. Por lo tanto, el estudio del caso con el análisis contrastado de los hechos, la forma
de poder acreditar a través de las pruebas necesarias y la aplicación del derecho aplicable, son elementos esenciales que deben
estar siempre presente en la formación del orador
• Disciplina:
• Vinculado a lo anterior, se encuentra, la constancia y la disciplina. La constancia es la virtud que nos lleva a que, una vez tomada
una determinación o decisión concreta, se lleve a cabo lo necesario para alcanzar las metas propuestas, aunque surjan dificultades
externas o internas o disminuya la motivación personal, gracias a un esfuerzo continuado, lo cual no será posible sino hay disciplina,
ya que será difícil la preparación de un juicio, máxime cuando es imprescindible un estudio y planteamiento bien gestionado del
caso. En la exposición del caso ante el foro el orador deberá ser disciplinado también el uso de las técnicas oratorias, conociendo en
todo momento como actuar buscando la mayor eficacia en su defensa.
• Organización:
• El ser organizado es igualmente una habilidad esencial para el orador, ya que al conocer con antelación la fecha de su intervención,
éste tiene que organizarse cuidadosamente para preparar las dos fases fundamentales del juicio: práctica de la prueba y
conclusiones. No hay nada más desastroso para un abogado que prepararse para un juicio o debate el día antes del mismo, salvo el
caso en que se le halla nombrado en sustitución de otro compañero por encargo repentino.
• Proactividad:
• Se entiende por proactividad la capacidad del ser humano de liderar su propia vida como consecuencia del potencial que
dispone para mejorar a sí mismo, su situación y a su entorno mediante la forma de las iniciativas necesarias para crear
cambios en su vida.
• Este comportamiento proactivo está íntimamente ligado a la idea de habilidad, acción y cambio, herramientas
fundamentales para el orador, quien debe de disponer en foro la capacidad de optar por elegir la respuesta adecuada a las
complejas situaciones que puedan producirse actuando con iniciativa en busca de los cambios necesarios para hacerle
frente. El buen orador hace todo lo posible por crear el resultado deseado.
• Previsión:
• El buen orador nunca dejará nada al azar. Todo juicio busca determinar la mejor estrategia a seguir, como por ejemplo la
preparación de los interrogatorios, tanto de los propios testigos como a los de la parte contraria y la preparación de las
conclusiones finales. Tendremos que haber previsto como actuar ante los imprevistos.
• Imaginación:
• Es un proceso superior que permite al individuo manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una
representación percibida por los sentidos de la mente.
• El orador deberá desplegar en el juicio un alto grado de imaginación, para que a través de esta podrá combinar hechos,
imágenes y representaciones, para dar vigor a las verdades o o errores que abrazó el entendimiento. , es hacer de lo
trillado algo novedoso, buscando nuevas formas.
• Memoria:
• El orador con excelente memorial, tiene asegurado, en cualquier momento el venero de ideas que puede necesitar para
elaborar un discurso. La memoria es la bodega del orador (frases, citas, vocablos, imágenes, ideas, pensamientos.
• Atención
• La capacidad de atención y con ello la concentración cuando se actúa ante el
foro, es esencial pues el abogado debe de conocer la topografía de la sala y
estar siempre atento y concentrado en todo lo que ocurre a su alrededor, no
perdiendo de vista ningún detalle que pueda ayudar a su defensa. (un gesto de
pesar del abogado contrario, la mirada furtiva de un testigo hacia su abogado, la
actitud del Juez).
• Naturalidad:
• El buen orador debe ser natural en la exposición de su discurso. Es decir, que
durante su intervención, deber ser tal y como en su vida privada, eliminando de
su comunicación todo artificio que fuerce la expresión, la voz, los gestos, etc.
Esto no le impedirá que vaya mejorando sus técnicas para mejora su oratoria, no
puede transformarse en otra persona cuando suba al estrado, sino que tendrá
que mantener su forma de ser.
3º Cualidades Morales. (Honradez, Sinceridad, Empatía)
• Son el conjunto de normas de comportamiento que debe cumplir el orador para que exista una conexión entre lo que
predica y lo que hace. Algunas de estas cualidades son: la honradez, sinceridad y empatía.
• El orador con faltas y fallas morales, será prontamente descubierto y repudiado por el público,
• Aquí cabe señalar aquel viejo adagio. “Se puede engañar siempre a una persona, muchas veces o algunas, pero siempre a
todas, no.”
• Honradez:
• Es un valor que estructura nuestro comportamiento profesional, virtud ésta que para el abogado significa comportarse con
integridad, apegado a la realidad y en función de la verdad. Por ello, el buen abogado, siendo honesto, se ganará la
confianza y el respeto necesario para actuar con independencia en el ejercicio profesional, actitud ésta que no solo se
materializará a través de la rectitud y probidad en el ejercicio profesional con la que el abogado debe desempeñar su
cargo, no perjudicando por acción u omisión, de forma manifiesta los intereses que le fueron encomendados por su cliente,
sino que igualmente, el abogado honesto será respetado y considerado en la sala como digno de atención.
• El fiscal que a sabiendas que una prueba favorece al sindicado, la oculta o la hace perdediza en perjuicio de éste, con el
fin de ganar el juicio.
• La presentación de pruebas obtenidas de forma ilegal (producto del fruto prohibido), por parte del MP o del abogado
defensor.
• Es de hacer constar que el profesional que falta a este valor, ha si será conocido en la esfera de su profesión.
• Sinceridad:
• Vinculada a la honradez, la sinceridad, o la expresión libre de mentiras, es prenda del buen orador, puesto
que la falta de ésta afectará a una de las consideraciones más importantes que podemos esperar de jueces,
abogados y clientes: nuestra credibilidad, o lo que es lo mismo, la capacidad de ser creído, concepto que
no está unido a la veracidad del mensaje, sino a los componentes objetivos y subjetivos que hacen que
otras personas crean (o no) en dichos contenidos, lo que, a su vez, nos lleva a la confianza que genera
alguien que tenga credibilidad. No hay nada más desastroso para un orador forense el haberse ganado fama
de embustero.
• Empatía:
• Considerada como la capacidad de percibir en un contexto común lo que otro individuo puede sentir.
• El orador forense a través de la empatía, mediante esa capacidad de sentir los sentimientos de dolor,
alegría, pena, compasión, etc.. puede crear un vínculo valioso con el auditorio. Un orador que entiende el
sufrimiento de su cliente, es capaz de transmitir dicho sufrimiento, si siente ira ante la hipocresía o
falsedad de un testigo, sabrá transmitir su ira y podrá despertar la indignación, etc…Por el contrario, un
orador insensible, frío y calculador, jamás establecerá un contacto con su auditorio.