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Este documento describe las diversas operaciones y funciones del Espíritu Santo, incluyendo moverse sobre las aguas, inspirar, convencer de pecado y justicia, dar nueva vida, dar poder, enseñar, llamar a obra, ayudar a orar, dar frutos y transformar a los creyentes a la imagen de Cristo. También señala los requisitos para recibir plenamente al Espíritu Santo: nacer de nuevo, entender que ser lleno es una orden, rendir el cuerpo y mente a Dios, y vaciar el
Este documento describe las diversas operaciones y funciones del Espíritu Santo, incluyendo moverse sobre las aguas, inspirar, convencer de pecado y justicia, dar nueva vida, dar poder, enseñar, llamar a obra, ayudar a orar, dar frutos y transformar a los creyentes a la imagen de Cristo. También señala los requisitos para recibir plenamente al Espíritu Santo: nacer de nuevo, entender que ser lleno es una orden, rendir el cuerpo y mente a Dios, y vaciar el
Este documento describe las diversas operaciones y funciones del Espíritu Santo, incluyendo moverse sobre las aguas, inspirar, convencer de pecado y justicia, dar nueva vida, dar poder, enseñar, llamar a obra, ayudar a orar, dar frutos y transformar a los creyentes a la imagen de Cristo. También señala los requisitos para recibir plenamente al Espíritu Santo: nacer de nuevo, entender que ser lleno es una orden, rendir el cuerpo y mente a Dios, y vaciar el
las aguas (Gn 1: 2) Inspira (2da Pd. 1: 21) Convece de pecado de justicia y de juicio (Jn 16: 8) Hace nacer de Nuevo de Agua y del Espiritu (Jn. 3: 5) Da de beber de su Espíritu Jn 12: 13) Da poder (Hch. 1: 8) Bautiza en un cuerpo (Jn 12: 13) Habita en cuerpos humanos (1ra Cr. 6: 19) Enseña (jn. 14: 26) Llama a la obra (Hch. 13: 2)
Ayuda a orar (Romano 8. 26)
Da sus Frutos (Gl. 5: 22, 23)
Nos transforma de gloria en gloria la imagen
de Cristo (2 Cr. 3.17–18).
Glorifica a Cristo (Jn. 16: 14)
Da libertad (2da Cr. 3: 17)
Requisitos para recibir la plenitud del Espíritu Santo Nacer de nuevo Entender que ser lleno es una orden (Efesios 5.18). Rendir nuestros cuerpos y mentes a Dios (Rm. 12.1–2). Vaciar de nuestro corazón de lo que estorba el rebosamiento (Lucas 9.23–25; Salmo 23.5). Pedir a Jesus que lo bautice.