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JESÚS, MI

RESTAURADOR
JUAN EL
BAUTISTA
JUAN EL BAUTISTA SE
CONOCÍA MUY BIEN
Juan era hijo de Isabel, prima de María,
madre de Jesús, y Zacarías, un sacerdote
“de la clase de Abías” (Lucas 1:5).

Juan vivía en el desierto y recorría “toda


la región contigua al Jordán, predicando
el bautismo del arrepentimiento para
perdón de pecados” (Lucas 3:3).
Juan sabía quién no era
“Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos
enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le
preguntasen: Tú, ¿quién eres? Confesó, y no negó,
sino confesó: Yo no soy el Cristo”

(Juan 1:19, 20)


Juan sabía quién era él
“Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No
soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Le dijeron:
¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que
nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo:

Yo soy la voz de uno que clama en el desierto:


Enderezad el camino del Señor, como dijo el
profeta Isaías” (Juan 1:21-23).
Aunque no fuese Cristo, él conocía
perfectamente su misión, que era abrir el camino
para el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo. Sus cerca de 30 años de vida fueron
dedicados a preparar el camino para Jesús.

¡Qué maravilla!

Juan sabía quién era él a partir de su misión.

Y usted, ¿quién es?


¡Usted es hijo del Altísimo!
Juan 1:12 dice: “Mas a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
JUAN EL BAUTISTA
CONOCÍA MUY BIEN
A CRISTO
Juan predicaba lo que vivía
Además de saber quién no era y quién sí era, él
también conocía a Jesús y sabía quién era él.
Ese es el secreto de Juan el bautista. Por eso,
su predicación tenía tanto poder y atraía
“multitudes para ser bautizadas”.
Cuando conocemos a Dios, nuestra
vida es una publicidad constante de
su amor y atrae multitudes a Cristo.

Somos humildes y estamos


ENFOCADOS EN LA MISIÓN
Juan vivía lo que predicaba
El texto de Juan 1:26, 27 muestra cómo era la vida de
Juan: “Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con
agua; mas en medio de vosotros está uno a quien
vosotros no conocéis. Este es el que viene después de
mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de
desatar la correa del calzado”.
Quien conoce a Cristo
es humilde y consciente de
quién es, de su valor y de su
papel en el establecimiento
del reino de Dios.
En Cristo, soy “más que vencedor”,
“más que vencedora”, ¡Soy todo lo
que él desea que sea!
Y recién sabré los planes ilimitados
que Dios tiene para mí cuando me
entregue y permita ser restaurado por
Cristo, así como Juan.
Jesús restauró a Juan.
Él es mi Restaurador,
nuestro Restaurador.

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