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Estado Deudor
Estado acreedor
Como regla general, las deudas por razón de impuestos, contribuciones, tasas y
otras tributaciones de carácter impositivo prescriben a los tres años, según el art.
2277 del C.C, reformado por la ley No. 585, de 1941. El plazo se computa a partir
del momento en que el pago de la obligación puede ser perseguido, lo que se
interpreta en el sentido de que el cómputo es desde que el pago es exigible.
Acreencias civiles
Hasta el año 1944, se entendió que el rango de estas hipotecas prevalecía sobre el de todo
otro acreedor hipotecario, no obstante que no hubiera inscripción.
Se simplificó el embargo hipotecario, donde se dispuso que:
Los acreedores con hipotecas legales concurrirán a la distribución del importe de la venta
por causa de embargo inmobiliario, en la forma prevista por la ley, siempre que hubieren
inscrito dichas hipotecas con anterioridad a la inscripción del crédito que tenga el primer
rango; fuera de este caso, concurrirán a dicha distribución después de ser desinteresados
los demás acreedores.
La expresión los demás acreedores se refiere evidentemente a los hipotecarios.
Privilegios sobre las fianzas
El inciso 7 del art. 2102 del C.C establece un privilegio (naturalmente que en
favor de los interesados, entre los cuales puede figurar el Estado), para los
créditos resultantes de abusos y prevaricaciones cometidos por los funcionarios
públicos en el ejercicio de sus funciones, sobre los fondos de sus fianzas, y sobre
los intereses de los mismos fondos que puedan deberse.
El fondo de fidelidad
Hasta hace algunos años, algunos funcionarios públicos debían, según la ley, prestar
fianza antes de entrar al ejercicio de sus funciones (el Tesorero Nacional, los
tesoreros Municipales). Este sistema se ha suprimido, y se ha sustituido por otro,
previsto por la ley No. 1981, de 1949, para los funcionarios y empleados del Estado.
Conforme a esa ley, el fondo de fidelidad constituye una fianza común para todos
los funcionarios y empleados del Estado. Se forma por una contribución de 1/2 por
ciento mensual sobre los sueldos de todos los funcionarios y empleados, con
excepción del Presidente, los legisladores, los jueces y los miembros de las fuerzas
armadas.
El fondo se usa para reponer desfalcos y filtraciones de fondos, pero solo cuando se
agotan los procedimientos judiciales para obtener la reparación del patrimonio del
funcionario o empleado responsable.
Demandas civiles del Estado
Las demandas civiles del Estado, contrariamente a lo que ocurre con el cobro
compulsivo como ya hemos visto, y al cobro de las multas como veremos más
adelante, requieren una autorización del Presidente de la República. Deben
conducirse como las demandas corrientes, salvo que no están sujetas al preliminar
de conciliación.
Deuda pública
Deuda consolidada
Deuda flotante
Deuda administrativa
Deuda privada
Deuda privada es la que resulta de los contratos privados que convierta el Estado o
de la responsabilidad civil ordinaria que tiene el Estado.
De las tres especies que comprende la deuda pública, se puede decir lo siguiente:
Deuda perpetua o consolidada. Es aquella que asume el Estado, por acto público, con la obligación de
pagar créditos, indefinidamente, pero no de reembolsar el capital, a menos que sea en un momento
elegido por el Estado.
Deuda flotante. Es aquella en que incurre el Estado con la obligación de autorizar el capital de la deuda a
corto o largo plazo, pero siempre a cierto plazo. Son deudas a corto plazo las que deben pagarse a los dos
años o menos. A largo plazo, aquellas cuyo vencimiento ocurre después de dos años.
Deuda administrativa es aquella en que se incurre por la falta de pago de obligaciones de carácter público,
pero que no resulta de empréstitos, tales como la falta de pago de los sueldos y pensiones, de los contratos
administrativos, de los trabajos hechos a las dependencias públicas, y de las obligaciones que pueden
resultar de la ejecución de leyes, decretos y reglamentos.
Se clasifica también la deuda pública en interna y externa, según que las obligaciones que la constituyan
se emitan en el país o fuera del país.
Régimen de la deuda pública Dominicana
actual
Las dos primeras operaciones crediticias de la RD, que tuvieron efecto en el siglo
pasado, se hicieron con firmas europeas: Edward Hartmon y Co, de Londres
(1868) y Westendorfo Y compañía de Amberes (1889). En vista de las
irregularidades del pago, no obstante las presiones que ejercieron los gobiernos de
los acreedores, dichas firmas, a fines del siglo, cedieron sus acreencias a una
corporación de New Jersey, de los Estados Unidos que se denominaba La Santo
Domingo Improvement company (1892)