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VII.

LA REFORMA PROTESTANTE
VII.1
MARTÍN LUTERO. EL LUTERANISMO
El protestantismo consta hoy en día de tres
grandes ramas: por un lado está el luteranismo,
del que surgió pronto el protestantismo
reformado como un movimiento paralelo; por
otro lado se encuentra el anglicanismo, hasta
cierto punto influenciado por las otras dos
confesiones que se separaron en el s. XVI de la
Iglesia católica. Actualmente, hay mucha mezcla
y las más diversas formas de unión entre estas
tres grandes ramas y sus múltiples corrientes y
subdivisiones. No obstante, también se puede
señalar algunas claras diferencias entre ellas.

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I. Historia de una imagen
Lutero era para unos, un Las divergencias fueron
gran profesor de teología sacadas de su contexto,
del s. XVI y renovador de sin matices, endurecidas y
la fe cristiana, un auténtico amplificadas, quizá por
mensajero evangélico, un necesidades pedagógicas,
verdadero reformador de inclusive falseando la
la Iglesia. Para otros es un realidad. Ante esto, el
maestro de errores, su Papa León XIII señaló: “La
obra no es una reforma, primera ley de la historia
sino una revolución es que el historiador no se
anticristiana. Estas dos atreva a afirmar nada que
posturas contienen varias sea inexacto; después,
facetas, la doctrina fue que diga la verdad; y que
interpretada en cada escriba sin recelo, lisonja,
época de distinta manera. o animosidad”
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1 Lutero en la literatura religiosa

Podemos decir que, mientras Lutero es


considerado como un gran padre de la Iglesia por
los protestantes, para gran parte de los católicos,
durante casi cuatrocientos años, ha sido visto
como un hereje astuto y vicioso. Ciertamente
junto con mucha incomprensión, ha habido
católicos que no han vacilado en reconocer los
motivos religiosos que inspiraron a Lutero, y el
carácter eminentemente religioso de la génesis
de la Reforma. Tenemos algunos ejemplos:

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Johann Adam Móhler (+1838) afirmó en el prefacio de Symbolik, su obra más
importante: «El cisma eclesiástico surge del anhelo más puro de ambas partes
por mantener la verdad, es decir, el cristianismo puro e incorrupto».
Leopoldo de Stolberg, escribía en 1809: «La Reforma partió originariamente
de una intención pura. Yo jamás me atreveré a lanzar piedras contra Lutero, en
el cual honro no solamente a uno de los espíritus más grandes que hayan
existido, sino también a la gran religiosidad que nunca le abandonó».
Clemente María Hofbauer (+1820), afirmó: «Desde que en mi calidad de
enviado pontificio he podido confrontar las condiciones religiosas de los
católicos en Polonia y las de los protestantes en Alemania, me he convencido
de que el distanciamiento de la Iglesia se verificó porque los alemanes sentían
la necesidad de ser piadosos».
Sebastián Merlde: «Creer… que un hombre… habría podido arrastrar a toda
una nación y toda una época, sacudiéndola en sus profundidades más íntimas y
dividiéndola en dos campos hostiles, significa trastornar toda la filosofía de la
historia.». 6
Heinrich Denifle intentó demostrar que Lutero habría inventado su doctrina de
la justificación (fe sin obras) para poder entregarse al vicio con tranquilidad.
Hartmann Grisar en su inmensa labor intelectual partió de los estudios
psicoanalíticos del tiempo y presentó a Lutero como a un enfermo mental.
Joseph Lortz (1887-1975) y Erwin Iserloh (1915-1996) elaborarons por
primera vez la tesis de que Lutero atacaba un catolicismo que no era
plenamente católico.
Roland H. Bainton (1894-1984)elaboró por primera vez la tesis de que Lutero
atacaba un catolicismo que no era plenamente católico.

En la época del Concilio Vaticano II, tanto católicos como protestantes se


sintieron dispuestos a revisar profundamente la propia opinión sobre Lutero
haciendo que las investigaciones procuraran encuadrar al reformador en un
marco cada vez más amplio, para llegar a la verdad histórica.

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2 El nuevo comienzo de 1983

Cuando se celebró el 500° aniversario del


nacimiento de Lutero (1983), varios grupos de
investigadores se dedicaron a hacer una revisión
general de la imagen del reformador, dando a
conocer tanto las perspectivas católicas como las
luteranas. Esta obra muestra la atracción moderna
de Lutero, tanto para los cristianos como para los
no cristianos, y hasta para algunos grupos
marxistas; además apareció, un sinnúmero de
nuevas biografías sobre el reformador. En la
historiografía que hace Helmar Junghans valoró
las obras más influyentes, llegando a la conclusión
de que todas estas biografías contenían
limitaciones y no pocos errores.
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Para escribir una biografía válida del reformador, hace falta
tener unos conocimientos amplios sobre la vida de piedad,
teología, filosofía, lenguas germánicas, latín, historia, política,
economía, geografía, cultura general y arte, además de una
gran sensibilidad para captar el carácter tan rico y
aparentemente contradictorio del reformador, en el que se
mezclan la grosería con la ternura, la desesperación con el buen
humor, la dureza con la mansedumbre.
Helmar Junghans

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El teólogo protestante Gottfried Marón analizó
detenidamente algunas de las biografías católicas que
tienen una importancia especial en Europa Central,
advirtiendo que ofrecen, en principio, una visión cada vez
más positiva del reformador, además de que conservan una
gran serenidad al tratar las controversias teológicas.
Señala esta actitud con la visita del Papa Juan Pablo II a
Alemania en 1980, que sería como una aprobación formal
de la posición de Joseph Lortz.

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3 Posteriores publicaciones

SOBRELOSJUDÍOS
Heinz Kremers publicó, a mediados de los años ochenta,
unos estudios sobre las decisiones sumamente severas del
profesor de Wittenberg que se trata de la relación entre
Lutero y los judíos. El problema no era de carácter racista o
económico, más bien era una cuestión teológica, que fue
resuelta rápidamente.

SOBRESUVOCACIÓN
Dietrich Emme, en la que se defiende la tesis de que el
joven Lutero (ya casado y padre de un hijo), después de
matar a un colega, se refugió en un monasterio y se hizo
monje para evitar las persecuciones.
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OTRASBIOGRAFÍAS
Con ocasión del jubileo de la muerte de Lutero (1996)
fueron editadas nuevas biografía: El obispo evangélico
Horst Hirschler y Helmar Junghans informaron
detalladamente sobre la muerte del reformador. Bernhard
Lohse, Dietrich Korsch y Martin Greschat, resumieron
didácticamente los resultados hasta ahora alcanzados, y
nos muestran a Lutero como, a lo mejor, realmente era.

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II. Algunos rasgos de la vida de Lutero

Lutero vivió su juventud en casa de sus padres y cursando las


escuelas de latín de Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. Esto
influyó en su actitud ante Dios, señala Lutero:

Desde niño se me acostumbró de tal manera, que no podía


menos de palidecer y de estremecerme con sólo oír el nombre
de Cristo, porque no se me enseñó otra cosa sino a considerarle
como un juez severo y airado.

Pero estas declaraciones han de ser interpretadas con


precaución. Parecen en parte exageradas, y en parte están
desdibujadas por la lejanía de los recuerdos. Lutero fue un
niño física y psíquicamente sano.
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Estudió Artes Liberales en la
Fue ordenado sacerdote en
Universidad de Erfurt y, por
1507 y hasta el año 1517,
deseo de su padre, estudió
fecha en que estalló la
del Derecho. Según cuenta
Reforma, los años de vida
la tradición, en un domingo,
monástica transcurrieron de
fue sorprendido por una
modo aparentemente
tormenta en pleno campo.
normal, sin grandes
Un rayo cayó junto a él, y
dificultades e incluso con
Lutero, que se sentía en
honor para el joven monje,
peligro de muerte, hizo voto
que pronto gozó de
de hacerse monje, si se
reputación e influencia en su
salvaba. En 1502, a los 22
ambiente. Obtuvo el
años, ingresó en el
doctorado en teología y dio
monasterio de los Agustinos
clases sobre la Biblia, como
Ermitaños, en esa misma
profesor en Wittenberg y
ciudad.
Erfurt. 14
1 El drama interior

La vida monástica le había proporcionado al principio paz


y consuelo. Pero cuanto más avanzaba, tanto más perdía
su serenidad en una inquietud creciente. Los rasgos
enérgicos y oscuros de su visión de Dios, unidos a su
modo de ser marcadamente subjetivo, le produjeron gran
preocupación por la propia santidad, por eso él quería
alcanzar una meta muy alta de perfección, con la ayuda de
la gracia y mediante su firme voluntad; por esto, se
esforzaba mucho, de manera que cuanto más trabajaba
consigo mismo, más reconocía que el hombre se
encuentra siempre bajo la ley del pecado: el orgullo se
inmiscuye, de alguna forma, en todo obrar humano; bajo
este aspecto, el hombre es y permanece siempre pecador.
15
Fue consciente cada vez más de la fragilidad
humana. Debió afrontar múltiples tentaciones
durante su época en el convento, que se
referían, sobre todo, a fracasos en su anhelo
hacia aquel alto grado de santidad que se
había propuesto como meta. Con el tiempo, le
acarrearon ansiedades, tristezas y también
una especie de escrúpulos, sin que pueda
hablarse de síntomas clínicos. Parece que
vivía con una fuerte sensación de permanente
agobio.
Incluso llegó a la convicción de que ningún
hombre es realmente justo ante Dios y, por
tanto, la salvación es un asunto inseguro y
poco probable para todos.
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Yo quise ser un monje santo y piadoso. Y me preparaba con gran devoción a
la Misa y a la oración. Pero cuando más devoto estaba, me tenía que acercar
lleno de dudas al altar (dudoso de la dignidad personal), y lleno de dudas me
retiraba. Cuando acababa mis confesiones, de nuevo entraba en dudas.
Vivíamos, efectivamente, en una equivocación, como si no pudiésemos orar o
ser escuchados, aun cuando fuéramos totalmente puros y sin pecado, como
los ángeles del cielo

Lutero

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Lutero equivocaba, ya que la auténtica
doctrina de la Iglesia católica nunca ha
enseñado tal cosa, sino más bien lo contrario,
pues el objetivo de la ascética cristiana es el
encuentro amoroso con Dios y no la mera
perfección. Los más santos no son los que
cometen menos faltas, sino los que tienen
más valor, más generosidad, más amor, son
los que no tienen miedo de tropezar, y aún de
caer y mancharse un poco, con tal de
avanzar. Lo importante es levantarse una y
otra vez.

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Lutero llega a decir que a él le hubiera
gustado dar su vida por Cristo, con tal de
haber podido conseguir la paz con Cristo. Su
angustia iba continuamente en aumento y
toda su lucha personal no le llevaba a la
armonía interior. Antes bien continuaban el
egoísmo y un cierto apego a las cosas
terrenas. Seguía así existiendo, en él, el
constante peligro de cometer un pecado y
alejarse de la salvación.
Estas penas eran tan grandes y tan infernales, que ninguna lengua las puede expresar, ninguna
pluma las puede describir, ningún principiante las puede creer… Dios aparece entonces
terriblemente encolerizado, y lo mismo la creación entera. Entonces no hay refugio, no hay
alivio, ni dentro, ni fuera… Es un tormento infernal, ese terror insoportable, privado de todo
alivio. Ese fuego interior quema con mayor impiedad que el fuego exterior.
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2 Primeras reacciones de Lutero

Inmediatamente recurrió a su superior


Johann von Staupitz, gran director espiritual;
le recordó el gran sufrimiento de Cristo y trató
de convencerle de que Dios, mediante tal
angustia, quería acercarle más
estrechamente hacia Sí, por lo que no era un
signo de alejamiento, sino expresión de una
mayor proximidad a Él; aunque en un
momento se calmó, no era la respuesta que
él esperaba. Llegó a convencerse de la
completa corrupción de la naturaleza
humana, y exigía cada vez más una
respuesta a la pregunta: ¿Cómo puedo
encontrar yo a un Dios clemente?
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El estudio intenso de la Sagrada escritura, de
manera especial las cartas de San Pablo,
llevó a Lutero a encontrar la respuesta a sus
interrogantes. No se sabe en qué momento
tuvo su gran iluminación, que para él fue el
pensamiento salvador, el verdadero
pensamiento fundamental de su Reforma. En
aquellos momentos creía, como él mismo
afirma posteriormente, “ver en el corazón de
Dios”. Lo que ocurrió se llamó después en la
historiografía como el acontecimiento de la
torre, porque él mismo afirma que fue en una
torre de su monasterio donde tuvo su
iluminación.
21
3 El misterio de la justificación

La teología católica señala que la «justificación»


del hombre es la obra más maravillosa de Dios,
mayor aún que toda la creación: porque engendra
la vida sobrenatural, incomparablemente superior a
la vida natural: paso del pecado a la gracia. A
través del Espíritu se derrama el amor de Dios en
nuestros corazones, inhabita misteriosamente en
el alma en gracia. La entera Trinidad, subraya San
Josemaría Escrivá, desea vivamente morar en el
alma nuestra. Padre, Hijo y Espíritu Santo actúan
conjuntamente en el alma en gracia.

22
Lutero encontró el núcleo de su doctrina sobre la
justificación reflexionando sobre la Carta de San
Pablo a los Romanos (1,17): “El justo vivirá de la
fe”. En estas palabras descubrió la Buena Nueva
del Evangelio, pues Dios nos hace justos, cuando
creemos en Él y ponemos toda nuestra confianza
en Cristo. Esto, realmente, no es otra cosa sino lo
que la Iglesia ha enseñado siempre.
Nosotros no podemos recorrer el camino que lleva
a Dios. Es Dios quien recorre, en su infinita
bondad, el camino que llega hasta nosotros. En el
encuentro amoroso con Él, sólo podemos
comportarnos de manera puramente pasiva,
dejándonos captar por Cristo en la gracia y en la
fe.
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Él era un teólogo demasiado profundo
para pensar de manera tan superficial
acerca de la teología católica.
Fundaba sus pensamientos en la
doctrina de San Agustín, que ejercía
una enorme influencia en la teología
de la Edad Media, además de que se
creía en completa armonía con este
gran Padre de la Iglesia, cuando
afirmaba el carácter gratuito de la
gracia divina: la gracia debe prevenir
toda acción humana. La precede, la
acompaña, la sostiene y la lleva a
feliz término.
24
En la tardía Edad Media, esta doctrina de la gracia no
era conocida por la mayoría del pueblo cristiano, sino
sólo por unos teólogos eruditos. Además de que había
innumerables costumbres y prácticas de piedad
exterior que repugnaban a Lutero: supersticiones,
venta de beneficios, abuso de autoridad, por eso llegó
a pensar que Roma había inventado doctrinas, que
había corrompido el Evangelio y desarrollado nuevos
aspectos de la fe que no están en la enseñanza
originaria de Jesucristo. De ahí que empezó a luchar
contra un cristianismo aburguesado y autosuficiente; y
destacó la completa corrupción de la naturaleza
humana por el pecado.

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III. La separación entre los luteranos y Roma
1 El estallido de la Reforma

El motivo inmediato del estallido de la Reforma


fue la predicación de las indulgencias en favor de
la construcción de la iglesia de San Pedro en
Roma. Esa predicación se mezcló
desgraciadamente en Alemania con un oscuro
asunto económico. Los predicadores de Alberto
de Brandeburgo decían que era posible ganar
una indulgencia plenaria para los muertos sin
arrepentimiento y sin confesión, con sólo la
entrega del dinero, por lo que comprobó en el
confesionario las peligrosas ideas que había
suscitado la predicación de las indulgencias en la
mente del pueblo.
26
Manifestó su preocupación por carta al
arzobispo Alberto de Magdeburgo-
Maguncia. Esta carta, que lleva la fecha del
31 de octubre de 1517, incluye las 95 tesis
sobre las indulgencias. El efecto
explosivo de sus tesis no estuvo en el
contenido teológico, sino en el tono
polémico-popular en el que estaban
escritas. Sin que Lutero lo supiera, las tesis
fueron impresas a finales de 1517 y
principios de 1518 en Leipzig, Nuremberg y
Basilea, y encontraron en Alemania y otros
países una resonancia completamente
inesperada. Lutero vino a ser así el
portavoz de un descontento muy extendido.
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Fundamentó sus tesis en la Sagrada
Escritura y negó la importancia de la
Tradición, y sobre todo del Magisterio
eclesiástico como intérprete auténtico de la
Revelación divina. Llegó a afirmar que los
Concilios podían equivocarse y que de
hecho se habían equivocado, por ejemplo
el Concilio de Constanza (1414) en la
condena de Juan Huss. De este modo,
quedaba la Biblia como única fuente y
norma de la fe. Esta postura,
evidentemente, es contraria a la fe católica
en muchos aspectos.

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2 Algunos hechos históricos

En el s. XVI muchas personas estaban


descontentas por el ambiente religioso superficial, o
decepcionadas por las autoridades políticas y
eclesiásticas, hubo multitudes que siguieron al
reformador. Lutero se convirtió progresivamente en
el héroe de la nación. La imprenta ofreció
posibilidades totalmente nuevas a la propaganda.
En numerosos escritos, muy vivos y populares,
Lutero fustigó los abusos eclesiásticos, defendió su
postura y comunicó su experiencia religiosa. El año
1520 fue definitivo para la Reforma. En este mismo
año, Lutero compuso treinta escritos, entre ellos tres
fundamentales:
29
agosto
(Agosto de 1520) rechaza el Magisterio del Papa y su autoridad, y acentúa mucho, por
A la nobleza
el contrario, el sacerdocio común de los fieles. Lutero pedía a los príncipes que
cristiana de la
abolieran la obligación del celibato sacerdotal, las Misas por los difuntos, las
nación alemana
peregrinaciones.
los ayunos y las tasas para Roma
(Octubre de 1520) niega la doctrina de la Eucaristía como sacrificio y el término
De la esclavitud
transustanciación. Este escrito polémico reveló a muchos cristianos de entonces que
babilónica de la
Lutero no sólo hablaba de una «reforma» de la Iglesia, sino que en sus obras estaban
Iglesia
en juego algunos fundamentos de la fe, los ayunos y las tasas para Roma.

(noviembre de 1520) presenta toda esta evolución como consecuencia lógica de


De la libertad del
lastesis sobre las indulgencias, desarrolladas ya desde varios años, y apela a la
cristiano
libertad de la conciencia.

30
La bula «Exurge, Domine», del Papa León
X, que amenazaba a Lutero con la
excomunión; éste quemó esta bula, en un
acto público, el 10 de diciembre de 1520,
en presencia de los profesores y de los
estudiantes de Wittenberg. De este modo,
él mismo realizó la ruptura externa más
rotunda con la Iglesia. Fue excomulgado
efectivamente el 3 de enero de 1521.
Lutero ya no estaba dispuesto a someterse,
ni a un Concilio, ni a una disputa teológica.
En mayo de este mismo año, el Emperador
firmó el Edicto de Worms, en el que se
condenaba a Lutero al destierro, y se
ordenaba que fueran quemados sus
escritos.
31
Siguiendo su ejemplo, sacerdotes y monjes
rompieron sus compromisos con la Iglesia; y
no pocos de ellos echaron por la borda toda
vida religiosa.

Los humanistas se aprovecharon de sus


argumentos para pronunciar su hostilidad
Lutero tenía que ver cómo iban frente a la Iglesia.
madurando muchos frutos, más bien
negativos, de su doctrina y de su
movimiento. Los príncipes se mostraron ambiciosos y, bajo
la máscara de la Reforma, impusieron sus
intereses personales.

Las masas populares, que carecían de cultura


religiosa, interpretaron la oposición de Lutero
a las autoridades en un sentido socio-político,
y estallaron las guerras de los campesinos.
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Lutero quería, originariamente, levantar la
religión cristiana desde la esfera del
derecho y de la retribución, de la
satisfacción y del mérito, a la esfera de la
libre y absoluta gracia divina. Tenía el
deseo de huir de la rutina, superar el
formalismo y eliminar prácticas carentes de
raíz evangélica. Pero perdió el control del
movimiento que había iniciado.
Lutero llegó a ser un reformador no en
virtud de una decisión inicial, sino como
fruto de un largo proceso, en el que influyó
también la falta de sentido religioso y de
espíritu pastoral de diversos obispos de
aquella época.
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Lutero seguía depositando su confianza
enteramente en Jesucristo. De hecho, hizo
una confesión cristológica al morir. Estaban
con él algunos de sus discípulos más
allegados, que le preguntaron con mucha
intención: “Maestro, en este momento
culminante de tu vida, queremos que nos
digas si te reafirmas en lo que nos has
enseñado”, como diciendo «no sea que
estemos en un engaño». Y, efectivamente,
Lutero ratificó lo que él había enseñado y no
se desdijo de su interpretación del Evangelio.
murió en 1546. Un año más tarde, en 1547,
se promulgaba solemnemente en el Concilio
de Trento el Decreto sobre la justificación.
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Los seguidores de Lutero, junto con todos los
que, de alguna manera, parten de su
Reforma, fueron pronto denominados
«protestantes», y más tarde «evangélicos».
Después de muchas luchas entre los diversos
grupos cristianos, se consiguió, en 1555, la
Paz de Augsburgo y, con ella, la igualdad de
derechos para los católicos y luteranos en el
reino alemán. Alemania fue así dividida en
territorios católicos y territorios protestantes,
sin escuchar la voz de sus habitantes. Se
estaba todavía muy lejos de comprender el
derecho fundamental de la libertad religiosa.

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3 Escritos confesionales del luteranismo

Los luteranos publicaron el 25 de junio de 1580 el Libro de


Concordia, que expresa su manera de entender la doctrina
cristiana. Se trata de una recopilación de las confesiones y
escritos doctrinales del luteranismo. Al igual que la Iglesia
católica y las Iglesias orientales, el luteranismo reconoce, en
primer lugar, las tres Profesiones de fe más antiguas y los
Decretos de los seis primeros Concilios ecuménicos. Pero los
luteranos no prestan su asentimiento por el hecho de que estos
documentos respondan a la Tradición apostólica, o que emanen
de la autoridad del Magisterio eclesiástico. Lo hacen
simplemente porque ven a los antiguos Símbolos y a las
definiciones de los Concilios conformes con la Sagrada Escritura.
36
La Confessio Augustana fue redactada en
1530 por Melanchthon, un estrecho colaborador
de Lutero. Toda la disputa gira, principalmente,
alrededor de unos pocos abusos que se han
introducido en la Iglesia sin autoridad
competente. Fue exigida desde 1533 a los que
se doctoraban en la Universidad de Wittenberg y
fue impuesta también a los párrocos
protestantes desde 1535. Por la Paz religiosa de
Augsburgo (1555) obtuvo reconocimiento
universal y validez jurídica para las Iglesias
evangélicas regionales, dado que este tratado
garantizaba la protección, aparte de los
católicos, sólo a los seguidores de la religión de
la Confesión de Augsburgo, que posteriormente
fue confirmada por la paz de Westfalia (1648). 37
El Catechismus Major y el Catechismus
Minor, fueron compuestos por Lutero en 1529.
El primero está destinado a los predicadores y
catequistas, el segundo se dirige al pueblo y a
los niños. Ambos documentos se dividen en
cinco partes: el Decálogo, el Símbolo de los
Apóstoles, el Padrenuestro, el Bautismo y la
Cena del Señor.

38
Los Articuli Smalcaldici tienen un tono
fuertemente polémico; los escribió en 1537. Se
trataba de determinar, en vistas al Concilio
convocado por el papa Paulo III en Mantua, en
qué artículos se podría ceder en bien de la paz y
de la unidad, y en cuáles no. Lutero expresa, en
la primera parte, la fe en la Trinidad y la divinidad
de Cristo. En la segunda parte expone la
doctrina de la justificación, que es designada
como «articulus stantis et cadentis Ecclesiae»
(«el artículo con el que está de pie o se cae la
Iglesia»). En la tercera parte, discute algunos
problemas en los que se podría llegar a una
unificación entre luteranos y católicos. Pero el
lenguaje es muy áspero.
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La Formula Concordiae fue redactada antes del
año 1580 por diversos teólogos luteranos, que
trataban de buscar un camino medio entre el
luteranismo auténtico y las ampliaciones de
Melanchthon. Sólo la Sagrada Escritura es
reconocida como juez, norma y regla, y en ella,
cual piedra de toque, han de ser reconocidos y
juzgados todos los dogmas, si son píos o impíos,
verdaderos o falsos. Se presenta en forma
atenuada el pensamiento de Lutero. Fue
calificada como la confesión dogmática más
precisa entre las recogidas en el Libro de la
Concordia.

40
VII.2
EL PROTESTANTISMO REFORMADO
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

En el vasto movimiento que sacudió a la Iglesia en


el s. XVI, hubo dos centros principales, en Suiza,
de radiación que dieron origen a una nueva forma
de protestantismo: Zurich con Zwinglio y Ginebra
con Calvino. Los sucesores de los dos
«reformadores de la Reforma» se unieron en la
Confesión Helvética de 1566.

42
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

I. Zwinglio, fundador de la Iglesia evangélico-reformada

Ulrich Zwinglio (1484-1531) nació en Wildhaus,


una aldea alpina, en las tierras de la abadía de
San Gallen. Adquirió una sólida formación
humanista y teológica en Viena y Basilea. Estudió
intensamente el Nuevo Testamento y los Padres
de la Iglesia y protestó contra el tráfico de las
indulgencias y atacó el mercantilismo de algunos
eclesiásticos. El Papa le confirió el título de
capellán de la Santa Sede y, a finales de 1518,
Zwinglio fue llamado a Zurich para ser predicador
de la iglesia principal.

43
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Mientras la peste asolaba la ciudad, en 1519, el futuro


reformador ejerció su ministerio con abnegación, y se
ganó el afecto y la confianza de sus feligreses. Él mismo
padeció la grave enfermedad, de la que se repuso con
lentitud. Parece que esta prueba aceleró su evolución
espiritual y teológica. En tres poemas escritos
inmediatamente después de su curación, Zwinglio
expresó una actitud de total abandono en las manos de la
divina Providencia.
Según algunos autores, es en 1520 cuando la piedad de
este sacerdote sobresaliente se hizo «protestante»; otros
colocan el cambio radical en fechas anteriores

44
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

A partir de 1520, en todo caso, las notas de


Zwinglio destacan, cada vez con más
ímpetu, la autoridad de la Biblia como
Palabra de Dios, el poder de la gracia como
fundamento de la justificación de los
pecadores y la ineficacia de los méritos.
Algunas investigaciones sostienen que esta
evolución, aunque similar a la de Lutero, no
se debería a los escritos de este último,
sino que procedería de la reflexión
independiente y autónoma del reformador
suizo.

45
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

1 La ruptura con la Iglesia católica

En 1520, Zwinglio renunció a la pensión pontificia,


para expresar su alejamiento de la Iglesia romana,
pero es sólo en 1522, cuando se produce el
primer conflicto con el obispo de Constanza.
Algunos ciudadanos de Zurich habían sido
condenados a prisión por haber quebrantado
públicamente las leyes de la Cuaresma en una
posada. Zwinglio, que se distinguía por una
elocuencia y por sus actividades caritativas, se
hizo cargo de su defensa en una predicación y en
el tratado De la elección y de la libertad de los
alimentos.
46
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

En su lucha contra la Iglesia, Zwinglio redactó


67 tesis que afirman, sobre todo, la
independencia de la Biblia con respecto al
Magisterio y rechazan la doctrina de la Misa
como sacrifìcio. Después de convencer al
Consejo municipal de Zurich de sus ideas, el
reformador publicó una importante obra que
resume su posición: la explicación y
justificación de las tesis. Este es el primer
tratado de dogmática protestante en lengua
alemana. Atacó además la presencia de
imágenes en las iglesias, puesto que
provocarían la idolatría y serían contrarias al
Decálogo. Hizo llegar a los obispos suizos y
al gobierno de la Confederación Helvética
una Breve instrucción cristiana sobre la
justificación, la libertad del cristiano, la
Misa y las imágenes. 47
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Los conventos fueron cerrados y sus bienes destinados a


escuelas. Las rentas del cabildo de la catedral fueron
asignadas a un nuevo seminario de teología, que se
dedicaba sobre todo a la exégesis. Cinco veces por semana,
se exponía a los ciudadanos los resultados de sus
investigaciones. Las Misas (católicas) cotidianas se
reemplazaron por una meditación en la mañana temprano.
Así se intentaba edificar una comunidad popular centrada en
la Biblia.

48
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

2 La constitución de una «TEOCRACIA» en Zurich

Todo el gobierno eclesiástico fue depositado


paulatinamente en manos del Consejo
municipal. Zwinglio actuó, mediante su
predicación y sus intervenciones en el seno de
las reuniones gubernamentales. Trataba de
constituir una especie de teocracia, en la que
se unificarían la Iglesia y el Estado. Ulrico
publicó entonces en latín su segunda
exposición completa de la fe evangélica, De
vera et falsa religione commentarius. Los fines
de Zwinglio eran el cuidado de la disciplina
moral y el incremento de la cultura terrena para
la gloria de Dios. 49
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Su acción se extendió no sólo a Zurich, sino


que influyó también poderosamente en el resto
de la Suiza alemana. Cada comunidad local
que conquistó pasó a considerarse soberana,
quedando unida a las demás con un vínculo de
carácter federativo. Conforme a su idea
teocrática, Zwinglio consideraba que la
realización de la Reforma era empresa
esencialmente del Estado. Por eso, desarrolló
una gran actividad política, cuyo objetivo
consistía en aliar a las ciudades imperiales de
Alemania hechas protestantes con la Suiza
protestante y la Francia católica, contra el
Emperador alemán.
50
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

En 1531, tuvo lugar un combate de gran


envergadura entre los cantones católicos y los
protestantes de Zurich, en el que estos fueron
derrotados. Zwinglio, que estaba presente en
el campo de batalla como predicador
castrense, fue abatido y muerto, y su cadáver
fue quemado por el verdugo.

51
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

II. Calvino, protagonista principal de la Iglesia evangélico-reformada

Cuando muere Zwinglio, en 1531, el centro


de la reforma suiza se desplazó de Zurich a
Ginebra, donde Calvino no se detuvo ante
ningún obstáculo para llevar las ideas
protestantes a consecuencias extremas,
tanto en el plano del pensamiento, como en
la vida concreta de los cristianos. Completó
de esta forma el proyecto de la Iglesia
evangélico-reformada.

52
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

1 La primera formación de Calvino

Nació en 1509 en el Norte de Francia. Una noble


familia de la ciudad se ocupó de su educación.
Después de estudiar Artes en París (licenciatura
1528), pensaba dedicarse a la Teología. Pero su
padre, a quien la Iglesia había excomulgado en 1528,
le obligó a cambiar su proyecto. Calvino se trasladó a
Orleáns, donde obtuvo la licenciatura en Derecho en
1532. Por aquella época, se distinguía ya por su
aguda inteligencia y la severidad de sus costumbres.
Nunca estudió Teología en una Universidad. Sus
amplios conocimientos en esta materia se deben a
una labor autodidacta.
53
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Según cuenta él mismo, algunas décadas más


tarde, en el prólogo al Comentario de los
Salmos (1557), tuvo una súbita conversión,
probablemente en el año 1533. Creía que el
camino abierto ante sus ojos, estaba trazado
por la divina Providencia, y que él había sido
llamado para luchar por la «verdadera
religión» (el luteranismo) y contra la «idolatría»
(la fe católica). Así se dedicó a la causa de la
Reforma con la energía que le era
característica, y sin las luchas internas que
hubo que soportar Lutero. Propagó con
entusiasmo la nueva doctrina.

54
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Calvino se trasladó a Estrasburgo y Basilea,


donde, a los 26 años, escribió su obra
fundamental, la Institutio christianaereligionis,
publicada en 1536. En este escrito, se muestra
más impresionado por la doctrina de Lutero
que por la teología de Zwinglio. El 5 agosto de
1536, Calvino hizo un viaje a Ginebra, con
ánimo de permanecer allí un solo día. Pero
este viaje fue decisivo para el curso posterior
de su vida.

55
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

2 Calvino en Ginebra: expulsión y regreso

El 5 de agosto Calvino se hallaba en la ciudad,


Guillermo Farel le buscó y le obligó a que se
quedara allí y trabajara con ellos. Calvino
adujo su juventud y manifestó que antes que
nada deseaba proseguir sus estudios.
Entonces Farel exclamó: «Tú aduces el
pretexto de tu juventud, pero en nombre del
Dios omnipotente, yo te anuncio que la
maldición de Dios te alcanzará si rehúsas tu
ayuda a la obra del Señor y te buscas a ti
mismo antes que a Él».

56
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Calvino se entregó sin reservas a la Majestad


de Dios y se sometió con estricta obediencia a
lo que él juzgaba voluntad divina. Y del mismo
modo como Farel le conquistó con su violencia
verbal, también él seguiría desde entonces el
método de forzar a los hombres hacia Dios
mediante la amenaza.

57
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Calvino fue nombrado predicador y pastor de


la comunidad de Ginebra. Sobresalía tanto por
su sentido práctico y su seriedad de vida, que
se convirtió pronto en el centro promotor de las
tareas reformistas en la ciudad. En 1537
publicó un Catecismo en lengua francesa,
Instruction et confession defoi. A este
Catecismo se añadió una Fórmula confesional
que habían de seguir y mantener todos los
ciudadanos y habitantes de Ginebra, y a la que
todos los súbditos del territorio habían de
obligarse bajo juramento.

58
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

En la doctrina sobre la Eucaristía, Calvino


adoptó una postura intermedia entre Zwinglio y
Lutero. Redactó, en el mismo año 1537, la
Confessio fidei de Eucaristía, en la que,
como los otros reformadores protestantes,
rechazó la verdad de la transustanciación y la
presencia real de Cristo bajo las especies
consagradas. Sostenía, por lo tanto, una
presencia virtual y no sustancial del Señor: el
Espíritu Santo nos alimenta por medio de los
signos de la Carne y la Sangre de Cristo.

59
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Todos los esfuerzos de Calvino se orientaban


a procurar que la ley de Dios imperase
efectivamente en la vida privada y social de los
ciudadanos. Al principio, se contó con el apoyo
del Consejo municipal, pero el pueblo, de
espíritu algo liberal, terminó rechazando el
sistema, por lo que pronto se organizó la
resistencia contra las disposiciones de
Calvino, ante esta situación los llamó desde el
púlpito, «colegio de Satanás», siendo
expulsado de la ciudad, junto con Farel.

60
El Consejo de la ciudad pidió a Calvino que
volviese. Tras larga resistencia, éste regresó a
Ginebra en 1541. Calvino fue recibido
solemnemente en la ciudad. La carta de
acompañamiento, que los predicadores de
Estrasburgo enviaban a los de Ginebra,
contenía frases como éstas:

CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Por fin, os llega ahora ese instrumento


incomparable de Dios: nuestra época no conoce a
un segundo que se pueda comparar con él.

61
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

3 Formación de la comunidad reformanda en Ginebra

El 20 de noviembre de 1541, los Consejos de


la ciudad aprobaron el nuevo ordenamiento
eclesiástico, siguieron una ordenanza sobre el
servicio religioso (1542) y el Catecismo de
Ginebra (1542-45). Según la doctrina del
acuerdo, Cristo, como Hombre, está
únicamente en el cielo, y nosotros sólo
podemos buscarle en el conocimiento de la fe.
Es una superstición incluirle en los elementos
de este mundo. El pan y el vino no son más
que signos de nuestra comunión con Cristo.
Hay que tomar las palabras de la Institución en
sentido figurativo. 62
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Desde la primera edición de la


Institutio (1536) hasta el
Consensus Tigurinus o la
Institutio de 1559, la evolución
de la enseñanza calvinista
sobre la Cena se caracteriza
por el hecho de que hay cada
vez menos un nexo íntimo
entre los signos de pan y vino y
la comunión con la Carne y la
Sangre de Cristo.

63
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Cuando se aseguró la victoria del


protestantismo reformado en Ginebra.
Era el mismo año en que, mediante la
Paz religiosa de Augsburgo, el
protestantismo luterano consiguió el
reconocimiento jurídico del Imperio,
sin embargo, se estableció
paulatinamente una separación cada
vez más profunda entre el
protestantismo de Suiza y el de
Alemania. Calvino subrayó que la
santificación de una persona no se
realizaría en un único momento, sino
mediante un largo proceso, por esto él
insistió en el comportamiento moral.
64
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

En 1561, se aprobó el ordenamiento eclesiástico definitivo en Ginebra. Calvino logró un


dominio teocrático completo. Se mostró todavía más claramente como un severo
reformador. Trataba de fundar el reino de Dios no tanto por métodos de atracción y
persuasión, como mediante prescripciones legales externas. Para su ejecución requería
el empleo de medios violentos, que atentaban contra la libertad de los cristianos.

65
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Calvino logró llevar con éxito el cristianismo a


la vida económica, introdujo en Ginebra la
fabricación de paños y terciopelos, mejoró las
instalaciones de calefacción, reorganizó la
asistencia sanitaria y fundó la importante
Academia Teológica de la ciudad.
Promovió el bienestar externo en todos los
sentidos, y la población se fue adhiriendo a la
implantación rigurosa del ideal teocrático.

Desarrolló, además, una incansable actividad


literaria: la mayoría de sus escritos son
lecciones y sermones sobre la Sagrada
Escritura, tomando gran papel en la formación
religiosa de los protestantes reformados.
66
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

El exceso de trabajo comprometió pronto


la salud física de Calvino, que murió en
1564. Según su propia voluntad, fue
enterrado en un lugar desconocido, sin
testigos, ni funeral, ni exequias. En este
tiempo, sus ideas estaban firmemente
asentadas en Ginebra, y su doctrina
había alcanzado ya otros países. Su
pensamiento se convirtió en la base de la
Iglesia reformada. Se ha dicho con
acierto: «Antes de Calvino había
protestantes reformados, pero gracias a
este reformador se convirtieron en una
comunidad poderosa».

67
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

III. Diferencias entre el Protestantismo reformado y el Luteranismo

Lutero se preocupó, en principio, por En Calvino sucede exactamente lo


entregar un mensaje puramente contrario; lo esencial para él fue
religioso, se presenta sensible y reformar la Iglesia y extender los
profundo, lleno de sentimientos y principios religiosos a todos los
problemas personales y, quizá por campos de la vida cultural y social, del
esto, a veces poco claro, incluso gobierno y la economía.
inseguro y hasta contradictorio en
algunos de sus planteamientos.
68
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

1 El problema de la predestinación

Tanto para Lutero como para Calvino,


Dios está en el centro de la vida
humana y de todo el universo.

Lutero Calvino

Toma muy en cuenta también los


aspectos antropológicos y
Su pensamiento no gira en torno al
soteriológicos, recuerda a sus
deseo humano de felicidad, sino
contemporáneos que se encuentran
que se dirige exclusivamente a la
constantemente, con toda su
gloria de Dios.
debilidad y flaqueza, ante la eterna
Majestad.

69
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Calvino no repara en llevar hasta el final el pensamiento


según el cual Dios es el Señor del mundo y determina el
curso de la historia. En esa perspectiva, no cabe hablar
evidentemente de cooperación a la gracia, sino sólo de
eventuales signos de que estamos predestinados al
cielo. Por otra parte se limita a decir que estamos ante
el impenetrable misterio de la voluntad divina. La
religión aparece, según él, sobre todo bajo el aspecto
del deber y de la obediencia. Pero no se puede explicar
cómo éstos se entroncan con el tema de la
predestinación.

70
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Hubo muchos malentendidos y


deformaciones de las enseñanzas
originarias de Calvino, pues no faltaron
quienes afirmaron que el éxito en esta
vida, la suerte, la salud, el aprecio de los
demás y el dinero eran signos de
elección, de salvación. Esta convicción,
propia a la ética del superman, niega
todo valor al dolor y al sufrimiento, y lleva
antes o después al fracaso personal.
Para la mayoría de los seguidores de
Calvino, en cambio, la cuestión compleja
de la predestinación no ocupa hoy un
lugar destacado.
71
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

2 “Optimismo” calvinista y “pesimismo” luterano ante el mundo

Según Lutero, la religión es algo


puramente interior. Es la experiencia
de la fe en el Dios clemente, la
esperanza en el perdón de los
pecados. Se basa en la conciencia
individual y en la libertad personal de
cada cristiano. Confía en la acción
interna espiritual de la Palabra de
Dios, y renuncia a medios externos
de disciplina.
72
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Frente a esta religiosidad interior y discreta, inclinada


hacia una cierta pasividad respecto al mundo, y hacia
lo que se ha llamado pesimismo de la vida cultural,
social y política, se alza el fuerte activismo de Calvino.
Su actitud no sólo es dura y enérgica, sino que goza a
la vez de un optimismo, ya que abraza la esperanza
de poder conquistar esta tierra y cambiarla según la
voluntad divina.

73
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

IV. La expansión del Protestantismo reformado

Calvino entendía la Reforma como


implantación del reino de Dios. La
comunidad de fieles de Ginebra no era
para él un fin, sino más bien la piedra
angular de una acción que abarcase a
todos los países de la tierra. Cuando
murió, sus ideas se habían expandido e
influían ya en Alemania, Inglaterra,
Francia, los Países Bajos y Escocia y
también en Polonia y Hungría.

74
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

1 Guerras de religión

El luteranismo había encontrado en


Francia adeptos desde el principio
(1520), especialmente entre los
humanistas. Pero bajo la influencia de
Calvino comenzó a ceder el paso al
protestantismo reformado que penetraba
en el país desde Ginebra. Los calvinistas
franceses recibieron el nombre de
hugonotes: el término es una corrupción
de la palabra iguenots (confederados) e
indica que el movimiento venía de Suiza.

75
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Mediante el Edicto de Nantes (1598) se aseguró a


los hugonotes el libre ejercicio de su religión, y se
les reconoció el derecho de ejercer cualquier cargo
estatal. Las disputas religiosas originaron la división
del país. El calvinismo conquistó el Norte donde, en
gran parte, se prohibió el ejercicio del culto católico.
las doctrinas calvinistas llegaron rápidamente a
Escocia. Encontraron en el ex sacerdote católico
John Knox (1505-1572) un promotor consecuente
e inflexible, que unía las fuerzas políticas, religiosas
y eclesiásticas.

76
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

A partir de 1581, la Iglesia reformada


en Escocia se llamó presbiteriana. El
término se refiere a su estructura y
organización interna: es gobernada de
modo autónomo por párrocos y
personas mayores (en griego
presbyteros), se rechaza la autoridad
episcopal. El presbiterianismo se
difundió en muchos otros países,
especialmente en el mundo occidental.

77
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

Del calvinismo en Inglaterra surgieron, en el


mismo siglo XVI, los congregacionalistas,
que no aceptaron ninguna autoridad
externa, ni de los sacerdotes, ni del Estado.
Querían ser independientes de «Papa,
prelado, presbítero, príncipe y parlamento »
y reducir el cristianismo a una mera actitud
interior. La Iglesia se compone, según ellos,
de todos los que son conscientes de la
nueva vida que les ha venido directamente
de Dios, recibiendo el nombre de puritanos
congregacionalistas.

78
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

2 Algunos desarrollos posteriores de la teologia protestante

En los siglos posteriores, el calvinismo fue influenciado fuertemente


por el racionalismo y la teología liberal. Algunos hablaron entonces
de un protestantismo nuevo, otros de un protestantismo cultural que
pretendía unir la teología de la Reforma con la cultura moderna,
creada a partir de la Ilustración. El iniciador de esta tendencia es
Friedrich Schleiermacher.

La teología liberal, aunque influyó poderosamente, se enfrentó con


reacciones contrarias de importancia. Las más representativas están
constituidas por la teología del despertar y la teología dialéctica.
Coexistió con el movimiento del despertar. Pero éste no alcanzó gran
altura de pensamiento teológico. Sus intenciones volvieron a renacer
con especial fuerza en la teología dialéctica. Ésta irrumpió con Karl
Barth. 79
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

La actual teología protestante presenta un


panorama muy variado y disperso. En
medio de una gran pluralidad en las
formulaciones teológicas, se mantiene el
tema fundamental del protestantismo: la
visión del hombre como ser situado ante la
palabra de Dios.

80
CAPÍTULO 2 – EL PROTESTANTISMO REFORMADO

2 Situación actual de las Iglesias reformadas

En Prusia, se unieron en 1817 las Iglesias reformadas y


El protestantismo es luteranas en el llamado «protestantismo unido»
hoy un fenómeno
múltiple. Incluye de
alguna manera a todas
En 1875, se fundó en Londres la Alianza mundial de las
las comunidades que Iglesias reformadas. Se trata de una unión de 214
han salido de la Iglesias reformadas, presbiterianas y congregacionalistas
Reforma y que se han
dividido y aliado, de
maneras distintas, a lo En 1973 se llegó a un importante acuerdo entre las Iglesias
largo de los siglos. luteranas, reformadas y unidas: según las disposiciones de
la Concordia de Leuenberg.
81
VII.3
LA IGLESIA ANGLICANA
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Mientras que en el s. XVI se constituían


en el continente europeo las primeras
comunidades luteranas y reformadas,
encontraba eco en Inglaterra el fenómeno
protestante, aunque de manera singular.
Primero, con Enrique VIII, adoptó forma
de cisma tanto antirromano como
antiluterano, pero muy pronto se vio
influido alternativamente por el
luteranismo y el calvinismo. Tras un
breve retorno a la Iglesia católica con
María Tudor, el anglicanismo tomó forma
determinada y estable con Isabel I, en
una confesión que pretende reunir los
elementos más diversos.
83
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

I. El origen de la Iglesia anglicana

Hacia el año 1520, un pequeño círculo de intelectuales de la


Universidad de Cambridge comenzaron a aficionarse a los escritos
de Lutero. A partir de entonces se hizo sentir notablemente la
presión de las nuevas doctrinas surgidas en el continente, lo cual
no fue capaz, sin embargo, de separar a los ingleses de Roma.
No fueron ni los pensamientos teológicos ni las preocupaciones por
la salvación las que condujeron a Inglaterra a romper la unidad
eclesiástica. Fue el comportamiento del rey Enrique VIII lo que
preparó la separación de la Sede Romana. El nacionalismo y
diversos intereses políticos llevaron el proyecto a su plena
realización

84
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

1 El cisma bajo Enrique VIII

Enrique VIII subió al trono inglés en 1508, a la edad de 18


años. En el mismo año, después de obtener la dispensa
papal, se casó con la princesa Catalina de Aragón, que era
la viuda de su hermano Arturo y la hija menor de los reyes
Fernando e Isabel de España. El joven rey estaba instruido
en cuestiones religiosas, y era devoto de la Iglesia de
Roma. Se opuso firmemente a la nueva doctrina de Lutero,
y obtuvo del Papa el título Defensor de la Fe, que todavía
ostentan los monarcas ingleses.

85
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Después de algunas hijas, perdió la esperanza


de tener un hijo varón que heredase el trono; a la
vez, se enamoró de Ana Bolena, una dama de
la Corte. Quiso entonces anular su matrimonio
con Catalina, pero el Papa no le concedió el
decreto de nulidad, ya que este matrimonio era
válido: los cónyuges habían recibido una
dispensa explícita del impedimento puramente
eclesiástico de afinidad.
Cuando el Papa Clemente VII amenazó al rey
con la excomunión, Enrique VIII promulgó en
1534 una serie de leyes que rompieron las
relaciones normales de la Iglesia católica del
país con Roma.
86
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Las protestas del clero y varias


revueltas populares en el oeste y el
norte del país fueron reducidas al
silencio. El rey trató de persuadir a sus
súbditos con promesas, amenazas y
severos castigos. Hubo centenares de
mártires, sacerdotes y laicos, entre
ellos el obispo John Fisher y el ex
Lord Canciller Thomas More, que se
negaron a reconocer la supremacía del
rey sobre la Iglesia.

87
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

El despotismo de Enrique VIII exigía


todavía otras víctimas. En 1536, Ana
Bolena fue ajusticiada bajo la
acusación, no probada, de infidelidad.
A la mañana siguiente, el rey se casó
con Jane Seymour, que murió en
1537, dos días después de haber
dado luz a Eduardo, el futuro rey.
Aunque no se puede decir que Enrique
VIII hubiera alcanzado gran altura en
su vida moral, se mantuvo, sin
embargo, firme en las creencias de la
antigua Iglesia.

88
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

En un documento (llamado
Seis Artículos) ordenaba,
bajo pena de muerte, que
se creyera y se mantuviera:

la confesión la doctrina sobre la


auricular transustanciación

las Misas por los la comunión bajo


difuntos una sola especie

la obligatoriedad de el celibato
los votos religiosos eclesiástico
89
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

2 Eduardo VI y la influencia calvinista

Eduardo VI (1547-1553) subió al


trono a los nueve años. Era un niño
enfermo, que se encontraba en
manos de consejeros sin
escrúpulos: todos ellos se habían
beneficiado con el despojo de la
Iglesia, y sus esfuerzos se dirigían
ahora hacia la seguridad y
permanencia de la ruptura entre
Inglaterra y Roma. Sus intenciones
eran más políticas que religiosas.

90
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

En 1549 fue abolida la obligación del celibato


eclesiástico. Y en 1552 se impuso a la Iglesia el
Common Prayer Book, compuesto por el mismo
Cranmer. Este libro, que ha conservado su
importancia hasta hoy, fue prescrito como libro
litúrgico oficial para toda Inglaterra. En poco
tiempo quedó dibujado el fundamento doctrinal de
la nueva confesión del país: la Biblia era la única
norma de la fe; sólo el bautismo y la Cena
(entendida la Cena en el sentido de Calvino) se
reconocían como sacramentos; y se conservaba la
estructura episcopal con el rey como cabeza
suprema de la Iglesia.

91
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

3 María Tudor y el regreso de la Iglesia católica

A la muerte de Eduardo VI, le sucedió su


hermanastra María Tudor (1553-1558), primera hija
de Enrique VIII. Fue apoyada como única heredera
legítima por el pueblo y por amplios sectores de la
nobleza. Orientó todos sus esfuerzos a reparar los
perjuicios que su padre había ocasionado a la
Iglesia. Abolió la legislación cismática de sus
predecesores. En 1554 fue reconocido de nuevo el
Papa formalmente como cabeza de la Iglesia, e
Inglaterra volvió a la comunión con la Santa Sede.
Se restituyeron asimismo los bienes eclesiásticos
arrebatados por la corona.
92
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

La nueva reina quería devolver a la Iglesia sus


antiguos derechos con el mismo rigor con que le
habían sido arrebatados. Sin embargo, esta dureza
provocó la hostilidad del pueblo. En aquellos
tiempos, los protestantes ingleses de sincera
convicción eran muy pocos y de escasa influencia.
Muchos de ellos soportaron la ejecución con una
fortaleza que les confirió una aureola de gloria y, por
primera vez, se suscitó en Inglaterra un interés
popular por las ideas de los reformadores.

93
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

4 Isabel I y la Constitución formal de la Iglesia Anglicana

A Isabel I (1558-1603), la segunda hija de


Enrique VIII, le convenía volver a la
política cismática de su padre, ya que ella
misma era el fruto de una unión ilegítima,
contraída por el rey como un desafío
contra el Papa. La nueva reina echó por
tierra la obra de restauración religiosa
llevada a cabo por su hermanastra, y
secundó otra vez los anhelos de su padre
a favor de una Iglesia nacional, además
que Facilitó la difusión y el influjo de ideas
luteranas y calvinistas.
94
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Con la Ley de Uniformidad de Culto, promulgada por


Isabel I en 1559, quedó formalmente constituida la
Iglesia anglicana, llamada también la Iglesia
reformada de Inglaterra (Reformed Church of
England) o la Iglesia establecida (The Established
Church). Se renovó la doctrina de la supremacía del
rey, pero en forma distinta que en tiempos de Enrique
VIII. El titular de la corona ya no es considerado
cabeza suprema (supreme Head) de la Iglesia de
Inglaterra, sino que recibe el título de director
supremo (supreme Govemor). El culto y la
administración de los sacramentos quedan fuera de
su dirección. Isabel I dio al Parlamento la instrucción
explícita de no inmiscuirse en asuntos internos de la
Iglesia.
95
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Siete años más tarde, el 25 de febrero de


1570, el Papa Pío V pronunció la
excomunión y la deposición contra Isabel I.
A partir de entonces, la reina adoptó las más
severas medidas contra los seguidores de la
Iglesia católica. Centenares de fieles fueron
ajusticiados. Para imponer la uniformidad
doctrinal en la Iglesia de Inglaterra, se
publicaron en 1571 los XXXIX Artículos.
Algunos consideran este documento como
la confesión de fe de los comunidad
anglicana.

96
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

II. Características de la Iglesia de Inglaterra


Una Iglesia de carácter nacional. Era concebida como una Iglesia estatal. En
cuanto tal, estaba estrechamente unida con la administración política del país. Los
cargos del Estado y del Parlamento sólo podían ser desempeñados por personas
de confesión anglicana. En la actualidad, solamente al monarca, al heredero del
trono, y al Lord Canciller (el jefe del poder judicial) les es exigido pertenecer a la
Iglesia de Inglaterra.

Constitución episcopal. La constitución propia de la Iglesia de Inglaterra es


desde el principio la episcopal. Se han conservado los tres grados jerárquicos: la
ordenación de diáconos y presbíteros, y la consagración de los obispos. En última
Existen 3 elementos básicos en
instancia, son los obispos los que llevan el gobierno de la Iglesia, aunque no sin
el anglicanismo
fuertes influencias de parte del Estado. El problema más grave de la Iglesia
anglicana es la validez de sus ordenaciones. Hay serias dudas en este campo,
porque la sucesión apostólica ya no parece garantizada.

Calvinismo moderado. La reforma inglesa fue más política que teológica. A los
ingleses les atrajo, en cambio, la unión dinámica entre religión y vida social al estilo
del protestantismo reformado. Pero por su inclinación al humor y a la alegría de
vivir, rechazaron los elementos tristes y fríos de la doctrina de Calvino. Para la
Iglesia anglicana es verdad que la lex orandi es lex credendi. Los anglicanos leen
la misma Santa Escritura y recitan los mismos salmos que los demás cristianos, y
en su Iglesia se administran los sacramentos.
97
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

III. La comunión anglicana


1 La expansión del anglicanismo

Con el crecimiento del Imperio británico empezó la difusión


del anglicanismo por tierras conquistadas por los ingleses.
Los primeros colonos británicos llegaron a Virginia en 1607.
En 1701 comenzó de lleno la misión anglicana con la
fundación de la Society for the Propagation of the
Gospel (Sociedad para la Propagación del Evangelio). Los
anglicanos fuera de la isla estaban bajo la jurisdicción del
arzobispo de Canterbury. La revolución americana de 1775
cambió la situación, ya que con la separación de las trece
colonias de las Islas Británicas, los anglicanos de la nueva
república tuvieron que regularizar su situación eclesiástica
independientemente de la Iglesia de Inglaterra.
98
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Hoy en día, distinguimos entre la Iglesia


anglicana o la Iglesia de Inglaterra (Church
of England) y la Iglesia Episcopal (Episcopal
Church), que está extendida en toda la
Commenwealth británica, y en los territorios
de misiones. Las Iglesias Episcopales
promueven, cada una dentro de sus propios
territorios, una expresión nacional de la fe,
vida y culto cristianos. Su situación doctrinal
es muy parecida a la de la Iglesia anglicana
de Inglaterra.

99
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

2 Movimientos de renovación

Una de las características notables


del protestantismo, durante los ss. Los cuáqueros, con su eliminación de
XVII y XVIII, fue la proliferación de toda forma cultural o jurídica en la
reformas piadoso-espiritualistas. El vida eclesial, y con su mensaje de la
pietismo, surgido en el continente luz interior con que Dios se
europeo, produjo en el mundo manifiesta personalmente a cada
anglosajón la aparición de los hombre, llevaron el subjetivismo
baptistas, para quienes el bautismo hasta sus últimas consecuencias;
de los adultos viene a ser una prueba forman el movimiento más
y confirmación de la posesión protestante de todos los protestantes,
personal del Espíritu.

100
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

En el siglo XIX, en cambio, un pequeño


grupo de clérigos anglicanos de la
Universidad de Oxford, entre los que
destacaba John Henry Newman (1801-
1890), realizaron un considerable
acercamiento a la Iglesia católica que, en
algunos casos, culminó en la conversión. El
Movimiento de Oxford acentuó el legado
de la antigua Iglesia cristiana antes de la
Reforma protestante y significó el
reencuentro del anglicanismo con sus
mejores raíces patrísticas y litúrgicas.

101
CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Precedente y paralelamente al Movimiento de


Oxford, se han producido otras corrientes, que
aspiraban también a una renovación, pero en
otras direcciones. Tal era el Movimiento
evangélico (los Evangelicals) del mismo siglo
XIX. Sus miembros edificaron su tipo de
protestantismo sobre una parte fundamental de
la fe cristiana, como es la inspiración divina de
la Biblia, la divinidad de Cristo y la salvación por
la Cruz.

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CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

3 Situación actual de las Iglesias anglicanas

Las Iglesias de confesión anglicana, que existen


en unos 160 países, ya no dependen de la
Iglesia de Inglaterra. Pero están unidas con ella
y entre sí en una Liga que fue fundada en 1867:
es la llamada Comunión anglicana (Anglican
Communion), una fraternidad de Iglesias
descentralizadas. Sus miembros están unidos,
no por una autoridad legislativa y ejecutiva
central, sino por una lealtad mutua sostenida a
través de la deliberación en común de los
obispos en conferencia.
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CAPÍTULO 3 – La IGLESIA ANGLICANA

Desde 1867, todos los obispos anglicanos se


reúnen cada diez años en la Lambeth
Conference, su concilio o sínodo máximo. Esta
Conferencia está presidida por el arzobispo de
Canterbury como el primero entre iguales. No
tiene competencia para definir la doctrina o
reglamentar la práctica. Desempeña una función
meramente consultiva.

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esiones de
Historia de la Iglesia

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