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Andrés Belaúnde
Víctor Andrés Belaúnde
Se formó en los Colegios San Vicente de Paul y San José, luego ingresó a la Universidad
Nacional de San Agustín de Arequipa.
En 1901 pasó a Lima para estudiar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde
ejerció además la docencia universitaria (Historia de la Filosofía Moderna e Historia
Moderna). Obtuvo los grados de doctor en Jurisprudencia (1908), Ciencias Políticas (1910) y
Letras (1911).
En 1903, fue nombrado secretario del Archivo de Límites del Ministerio de Relaciones
Exteriores
En 1918 fundó el tercer "Mercurio Peruano", revista de la que fue director hasta 1932.
En 1919, bajo el segundo gobierno de José Pardo fue nombrado ministro plenipotenciario en
Uruguay, pero renunció al producirse el golpe de estado de Augusto Leguía
Regresó al Perú y se reincorporó a la docencia universitaria en San
Marcos.
Realizó una gira por los Estados Unidos, dictando conferencias en más de
40 universidades y colegios (1919-1920).
Nuevamente en el Perú, desde la Universidad de San Marcos abogó por la
libertad de los presos políticos y protestó por la expropiación del diario
"La Prensa".
Su oposición al gobierno de Leguía motivó que sufriera persecución
política. Apresado, fue confinado en la isla de San Lorenzo, y luego
desterrado.
Durante su exilio, pasó una temporada en Francia, donde se casó con
Teresa Moreyra y Paz Soldán.
Luego se dirigió a los Estados Unidos, donde dictó cátedra en las universidades de Columbia, Middlebury, Virginia y
Miami, y conferenciante en la Johns Hopkins y la de Chicago.
En 1930, al caer el gobierno de Leguía, regresó al Perú y fue elegido diputado al Congreso Constituyente de 1931, por
el Partido Descentralista y en representación de Arequipa.
La impronta de su trabajo constituyente se registró en la Constitución peruana de 1933.
Debido a su prestigio como internacionalista defensor de los intereses del Perú, fue
requerido por su gobierno para integrar la delegación peruana que en Río de Janeiro
negoció la solución del conflicto con Colombia (1934).También fue acreditado como
miembro de la delegación peruana acreditada ante el gobierno de Estados Unidos, en el
marco de las negociaciones de límites con el Ecuador (1938).
En 1945 presidió la delegación peruana en las Naciones Unidas, y
posteriormente, entre 1959 y 1960, llegó a presidir la Asamblea General de
dicho organismo.
El principio básico del arielista arequipeño, extraído de la Rerum Novarum, es el que entiende al trabajo no como
mercancía sino como elemento humano que debe ser orientado a un fin social. Desde ahí justifica y aconseja la
copropiedad (accionarado obrero) y la cogestión (comités de fábrica o taller), otorga más importancia al criterio
cooperativista, acepta la organización sindical y la constitución de un Consejo Económico.
Pero en donde recayó lo más profundo de la preocupación de Belaunde fue en lo que llamó la cuestión social, que
consideraba fundamental y que su solución —afirmaba— nos llevaría a conseguir la justicia social. Según
Belaunde, el problema social se reviste de dos formas: la cuestión indígena y el desarrollo industrial.
La cuestión indígena adquiere sus rasgos típicos cuando se trata de la comunidad y de la hacienda serrana, y para
ella Belaunde elabora un programa que tiene entre sus elementos más importantes el potenciar la productividad
de la comunidad, educar económicamente al indígena, expropiar al latifundio improductivo, distribuir tierras sea a
individuos o a comunidades, ensayar cooperativas agrícolas, entre otros aspectos. La solución, consideraba
Belaunde, debería encontrarse tanto en los factores económicos como en los de la educación.
Con respecto al desarrollo industrial, Belaunde entendía que mientras la clase media no se liberara
económicamente no se podría pasar a la industria, y políticamente no se podría aspirar a un verdadero partido
liberal. Frente a esta incapacidad, el capital extranjero (no hablaba de imperialismo pero se acerca a su
diagnóstico) ha aumentado su presencia amenazando nuestra independencia política. Lo que propone Belaunde
es el aprovechamiento de ese capital pero sin conceder privilegios y exigiendo al mismo tiempo una mayor
presencia del capital nativo. Si queremos fortalecer nuestra economía industrial, aconsejaba, es necesario
desarrollar un reformismo prudente.
Belaunde como pensador católico