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RUBEOLA

RUBEOLA
Jéssica Fernandes
Laureano
Definición
La rubéola es una infección vírica contagiosa que afecta, principalmente, a niños y a adultos
jóvenes.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la rubéola puede ser grave para las mujeres
embarazadas, debido al denominado síndrome de rubéola congénita (SRC).
Las epidemias ocurren en intervalos irregulares durante la primavera. Las mayores epidemias
ocurren cada 6 o 9 años. En los países desarrollados actualmente el número de casos es cada vez
menor.
POBLACIÓN EN RIESGO
La rubéola es causada por un virus que se propaga a través del aire

Causas
o por contacto cercano.
Una persona con rubéola puede transmitirle la enfermedad a otras
desde una semana antes de la aparición de la erupción hasta 1 a 2
semanas después de que esta desaparece.
Las posibilidades de que una persona no vacunada adquiera la
enfermedad si convive con alguien que la tiene son del 90 por
ciento.
Cuando el virus se introduce en el organismo, pasa a la sangre
atacando a los glóbulos blancos, que a su vez transmiten la
infección a las vías respiratorias, la piel y otros órganos.
Síntomas

Los síntomas comienzan entre los 14 y los 21 días después de la infección. La rubéola
se caracteriza por la aparición de pequeñas erupciones en la piel de un color rosáceo
que se inician en la cabeza y progresan hacia las extremidades, haciéndose más
numerosas en el tronco.
Junto a las manchas rojizas, los síntomas de la rubéola son bastante similares a los de
un síndrome gripal, con malestar general, fiebre poco intensa, enrojecimiento de los
ojos, dolor de garganta (faringitis) e inflamación dolorosa de los ganglios, del cuello
sobre todo, alrededor de la nuca y en la región posterior de las orejas.
Diagnóstico
Clínico: sospechar en un paciente con fiebre,
erupción maculo papular cefalocaudal y
linfadenopatia (retroauricular, suboccipital o
cervical posterior).
Antecedentes en exhibición o viajar por zonas
endêmica.
Serología IgM.
RT PCR.
No existe un tratamiento específico para la rubéola. La
actuación de los especialistas durante la enfermedad suele

nto
centrarse en el control de los síntomas y va dirigida a mitigar la
fiebre y el malestar general, como si se tratara de un proceso
gripal.

ie
Se recomienda reposo y el aislamiento del paciente para evitar

tam
nuevos contagios. Hay que acudir al pediatra si el niño con
rubéola respira con dificultad o la tos dura más de cuatro o
cinco días.

Tra
Pronóstico
Si la infección se adquiere en la infancia, el pronóstico es muy bueno porque en los niños
los síntomas generalmente son más leves, y la enfermedad normalmente cura sin dejar
secuelas. Sólo en casos excepcionales se presentan complicaciones como encefalitis y
persistencia de la artritis.
En el caso de los adultos, aunque los síntomas suelen ser más intensos y molestos, la
rubéola se considera una infección leve, y la mayoría de las personas que la padecen
quedan inmunizadas de por vida.

En la rubéola congénita, dependerá de la gravedad de las secuelas, y de las posibilidades


que existan para tratar los síntomas.
La gravedad de las secuelas está estrechamente relacionada con el período gestacional en el que se adquiera
la infección. Así:

-En el primer trimestre del embarazo, la infección genera prácticamente un 100% de malformaciones fetales
graves. En ocasiones, y según la legislación vigente de cada país, se valora el aborto terapéutico.
-En el segundo trimestre, la tasa de afectación fetal disminuye notablemente a un tercio de los casos con un
índice de malformaciones en torno al 35% de los fetos.
-Mientras que en el último tramo de la gestación la infección no suele producir malformaciones.

Si se produjese actividad de la infección después del parto, estos niños pueden presentar complicaciones
hepáticas, cardiopulmonares o diabetes mellitus, dentro del síndrome de rubéola congénita expandida.
Prevención
Desde 1969 existe una vacuna contra la rubéola. Con la administración de la vacuna se
introducen virus debilitados en el organismo, de este modo, el propio sistema inmune
será capaz de combatirlo sin dar apenas sintomatología. Gracias a que los anticuerpos
específicos contra la infección permanecen de por vida en el tejido linfático, el
individuo queda inmunizado frente a una nueva infección.
La vacuna se denomina 'triple vírica' debido a que se administran tres virus de
forma simultánea: el de la rubéola, el del sarampión y el de la parotiditis
(paperas). Se precisan dos dosis: la primera debe darse entre los 12 y los 15
meses, y la segunda a los 3 años de edad.

Es conveniente la vacunación de aquellos adultos que no recibieron la vacuna en


la infancia, porque esto contribuye a disminuir la incidencia de la enfermedad, lo
que resulta especialmente importante en mujeres en edad fértil.

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